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5-Duso-Pensar La Política
5-Duso-Pensar La Política
MÉXICO, 1990
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1I PENSAR LA POLÍTICA 4
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Giuseppe Duso 4
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permite manifestarlo, hablar de él, darle un sentido. sistencia el término de "valor", y del ambiente cultu
r~laci6n se transp~r~nta en el uso griego del tér~ino ¡" sitivista, que atribuye como tarea de un proceso ver
tikós, que como adjetivo connota todo lo que concierne a:lII 'ámente "científico" el análisis de la realidad fáctica. Al
polis, y politiké que sustantivado absorbe en sí los térmitil indir de la valoración crítica de esta distinción, parece
de espistéme o de téchne, para enunciar a la ciencia polítidl" , puede reconocer en ella el producto de una "cierta"
"Política" viene, de esta manera, a indicar la esfera de~ 'na filosófica, en el seno de la cual sólo ella es legítima
acción en la olis, con untamente con e sa er e este act e significado (sobre esto véase también el reciente D.
y de la mismapolis. Es re eXlOnan o so re esta re aCI n '"La 'tragedia' della scienza politica", en Democrazia e
cia indicada más arriba a denotar la política como esf( ;diñcil encontrar en la susodicha distinción una vali
de lo universal y lo eterno, caracterizándola, no obstat n hermeneútica en relación con los momentos altos de
mediante determinaciones conceptuales que son propiaS ,toria del pensamiento, en los cuales -pensemos, por
aquel "modo" de entender la ciencia política que se hall plo, en la politiké epistéme de Aristóteles, o en la cien
mado en la época moderna. En realidad, s610 en ésta tié: filosofia política) de Hobbes, o incluso en la filosofía
sentido determinar la acción política como uso del pod recho de Hegel, que es a la vez ciencia del Estado- la
lucha por el poder y la esfera de la política como mare. ,ca se llega a determinar en relaci6n con el saber en el
por la relación exclusiva de mando-obediencia. ; a sido pensada, saber cuyo carácter "filosófico" no se
Puesto que una reflexi6n que va en esta dirección ti~~ dera diferente de algún otro al que se haya atribuido
inevitablemente a sacar a la luz el terreno epistémico á~, 'edicado de "científico", sino que, antes bien, trata de
filosoña política como aquel en el cual el término de] :esar en grado más intenso el rigor propio de la cien
litiké hace su aparición e incluso en la época moderna bién cuando, como sucede en el caso de Aristóteles,
transforma radicalmente, a través del nacimiento en el si! igor, en cuanto propio de una praktiké epistéme, sea de
XVI de la ciencia política moderna, es útil tratar de desp~' diferente al de las ciencias contemplativas; también en
del terreno las dificultades que al respecto parecen proy} caso se trata de hecho de un saber adecuado a su ob·
nir de la distinci6n generalmente aceptada entre "cienci mientras no lo sería un saber de tipo matemático, que
política y "filosofia" política. De hecho, esta distinción,}, te caso específico, en cuanto dirigido a la esfera de la
atribuir a la ciencia el estatuto de un saber riguroso, cabª, n, no sería para nada riguroso y, por tanto, para nada
ber.
mente "científico", tiende a relegar a la filosoña a un ámb¡ 1problema consiste entonces en entender el significado
en el que el pensar funciona o bien como selección de valt " .llega a tener el término política en relación con el sa:
res o bien como construcción de modelos perfectos en tan: ren el cual el objeto indicado por el término se sitúa m~
que ut6picos, o bien como prescripción de recetas para )' 'ac,de la distinción entre ciencia y filosoña. Y es precisa
males del mundo. No es éste el lugar para buscar la g~nt te en la reflexi6n que normalmente ha sido caracteri
sis de esta distinción y para comprobar su validez. Un' de filosófica donde el concepto de política se presenta
I camente podemos traer a la memoria que esta distinci6 ,ume un sentido determinado. Pero, contemrlando este
:es bastante reciente y recorre las determinaciones discipli ~o circuito de la política como objeto y de saber que
narias y académicas de las últimas décadas, y que adem discurso, podemos encontrar modificaciones radica
parece condicionada por la contraposición weberiana entr, n relación a aquello que la "política" llega a ser. Este
"juicios de hecho" y "juicios de valor", y aun antes del de ocimiento no trata de traducirse en una versión meto
bate neokantiano de finales del siglo XVIII, en el que surg' gica o meramente espistemológica de la política: el sa
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titucional" de las relaciones entre los hombres y de las fq .templar la génesis del poder, su legitimación, los diver
mas de asociación de éstos, ya sea el conjunto de los conce :modos de su ejercicio, las garantías contra los abusos
tos que, directa o críticamente, se refieren a este ámbito,y nalmente, la lucha por conquistarlo-, esto concierne
sea aquella estructura teorética en la que los conceptos ac .. a dimensión histórica y teórica determinada, que se
Acerca de todo esto, no es .cierto ni tampoco imaginab .ándola privada de validez, y se intenta dar lugar a un
que aquí produzcamos materiales y mucho menos que d ~r que se inspire en el rigor de los "geómetras" y que,
mos algunas indicaciones, por muy sumarias que fuera:I.~ itfndo del presupuesto único de los individuos, cons
sobre aquellos materiales que pueden ser propuestos com a una iorma. de sociedad que deje de entenderse como
tarea. El ámbito de este ensayo es más bien el de una di ural y se proponga como construcción artificial racional
tar algunos problemas en relación con los modos más di n esta tentativa de "ciencia política", Cl,lYo iniciador, de
fundidos, acreditados y autorizados de tratar el tema d o emblemático y programático, podemos considerar
la política y del saber que a ella se refiere. No obstanti fu~ Hobbes.. toma cuerpo unaiorma del cuerpo político
este texto tampoco quiere tener el significado de una di:
cusión "metodológica", sino el de la arriesgada proyecció.
Fílosojía politica, 11 Mulino, Bolonia.
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I que -precisamente a fin de que no haya eterno co " ,r la' otra, en la determinaci6n particular que precisa
, y atropellamiento de los' más débiles por parte de los e la voluntad general de todo el pueblo llega a adoptar
fuertes, debido al modo diverso de entender la justici n~e la misma representaci6n: absolutismo del poder,
tre los hombres- requiere de la unificaci6n de tod nsecuencia, y particularidad de la determinaci6n que
fuerzas en una fuerza única, la cual tiene ~ue tener un :va.
racterística esencial, la de la iTTesistibilidad. El poder POI ·cierto que no se puede resolver en esta direcci6n todo
cuya génesis se propone en la voluntad y la raz6n de ti se ha producido en el saber político de la época mo
los hombres, se presenta así caracterizado por el mono r es un trabajo importante recorrer las diversas trad i
de la fuerza. En este ámbito nacen los conceptos funda '. del pensamiento de otro signo y que resultan irre
tales de la forma política moderna, en particular los d les a la formalidad del nexo Estado-derecho, como
beranía" y "representación", que marcan un largo des én de las experiencias que pueden ser consideradas
110 de las teorías políticas y también el ordenamiento d ¡significado "político" en cuanto la política no queda
constituciones modernas a partir de la Revoluci6n fran, ,ida al ámbito determinado por la forma Estado y por
Pero ya me he detenido sobre esta vicisitud en otros co eepto de poder como monopolio de la fuerza legítima.
tos y ya se han acumulado algunos trabajos de investig ea de pensamiento a la que me estoy refiriendo al
no sólo en Italia (recuérdese por ejemplo L.Jaume, r de la moderna ciencia política, teniendo en cuenta
et l'Etat représentatifmodeme, París, 1986). S610 nos que Itura epistemol6gica constituida por eljusnaturalismo
cordar aquí una vez más c6mo un poder de este tipo, e . ir de Hobbes) y su pretensión de una construcción
dido en una acepci6n de inevitable absolutismo, nace . ,ca de la política, no pretende, por lo tanto, expre
cisamente sobre la base de la consideraci6n que bon n-modelo que sea abarcador y explicativo de lo lla
diferencias entre los hombres entendiéndolos como" - ·oderno. No obstante, este conjunto conceptual pa
viduos" y construye la forma política sobre el fundám e marca de manera profunda la 16gica de la doctnna
de sus derechos, en particular los de libertad e igual ;como doctrina del Estado, también en la acepci6n
Gracias a este fundamento nadie puede, en virtud d ado de derecho, el cual no se presenta como una mo
cualidades, "gobernar" a los demás, y todos están so ad particular, sino esencialmente inscrita en la misma
dos a la voluntad del cuerpo común. '; inaci6n del Estado como forma y, por tanto, en el in
Cuando WebeJ:' habla de la HeTTschaft como relaci6n' epensar lo político mediante la racionalidad jurídica.
do-obediencia y de la política como lucha por el poder. onJunto conceptual parece estar entretejido además
manece todavía en esta tradición de la que es deudor, aserie de procesos históricos, como el del monopolio
sar de la desviaci6n epistemol6gica propia de su mo erza, de la representaci6n política, de la codificaci6n
entender la ciencia y aún antes de la raCIOnalidad. Ta na, de la factura de las constituciones, y parece por
el espacio de la lucha por el poder, que no es el bellti .ertinente aquello que es "política" en la época mo·
nium contra omnes, en efecto se abre a partir del mo
en que se piensa, por una parte, el poder como re
mando-obediencia, a la luz del concepto moderno de'
ranía, y la representaci6n como su único modo de eje
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nexo de legitimación-poder y el sentido que se confiere 41
o menos explícitamente a estos términos' no es pensable
la política antigua, es decir, en un ordenamiento epistém 4
de reflexión sobre la práctica y sobre la esfera de actuad ~
en la que la acción política es parte esencial y culminadó
de la acción del hombre. Si el estrecho ligamen de ética'
política y la consideración de la polis como espacio en,e
que se realiza en su plenitud la acción virtuosa del homb
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pueden llevar a la convicción de que en Aristóteles el
politikón define mejor al hombre que la política (G. Sarto
Elementi di teoría politica, Bolonia, 1987, p. 241), no es prec
samente porque de esta manera no haya una aproximad'
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ti
a aquel objeto específico del saber que es la política, si
más bien porque no se encuentra aquí aquella "política" t
pecífica propia de la ciencia (o filosofia) moderna, sino p
que se trata de otra p o l í t i c a . '
En el momento en que el objeto del saber práctico es ••
eu un, el actuar bien, y la polis es "según la naturaleza"
decir, constituye la dimensión en la que el hombre es aq'
110 que es y son extrínsecas sus virtudes, en particular
••
virtud de la justicia- el propio sentido de "política" e&e
ferente y no deja lugar a aquellas determinaciones ligad
al concepto de poder que se dan en la filosofia poI.ítica ro
derna. En relaCión a esto, podemos anticipar la hipótesisl
••
que la misma centralidad de los términos arehein y are,
t
Ithai en la PoUtica de Aristóteles, así como su propia "na t
ralidad", no sea traducible al lenguaje moderno del pod
político y de la relación mando-obediencia (como pare l ••
en cambio, pensar, Carl Schmitt en la Dottrina deUa costil
zione, Milán, 1984, p. 285), el cual ha de ser legitimado
acuerdo con una racionalidad formal, pero que tiene q .
ver más bien con un concepto diferente de naturaleza y 9
ser vivo, según el cual cada parte tiene un papel diferent,l
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y según el cual es bueno para el ser vivo y, en consecu<:a
cia para todas las partes, que la parte superior "gobiern.
guíe, a la inferior. Gobernar y ser gobernado son entone'.
actos necesarios y vinculados a la naturaleza de las cosas 1
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t
,la desigualdad entre los hombres.
La relación ue lantea Leo Strauss entre la filosofia··
lítica y el problema del "buen gobierno", cuya o so escé t
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. Aquí s610 se debería aludir a estos aspectos de la p mada época del 1us publicum europaeum: la dimensi6n
antigua (véase al respecto, A Cavarero, "Il bene U< 1 del cuerpo político, como bien indic6 Hobbes, no
losofia politica di Platonee Aristotele", núm. 2188, su no realidad, y no se puede pensar que la conste
politica) para indicar c6mo se presentan graves dific" e conceptos que determinan la forma política mo
para llegar a un punto de vista que homologue de soberanía, monopolio.de la fuerza legítima, repre
un marco homogéneo la concepci6n política de lo~ n de la unidad política) no esté entretejida con los
gos y la moderna del Estado. Este conocimiento hist! ,s reales y no haya sido incluso fuerza de modifi
conceptual no pretende ser una enésima propuesta de un ordenamiento político, como se puede ver en
diferencia entre el modelo antiguo y el moderno (y 1? a de la Revolución francesa que abre nuestra época
por la incapacidad del modelo de dar cuenta de lo q, tituciones.
manifiesta en el antiguo yen el moderno); tampoco ~ , e suceder que permanezcan prisioneros de la reduc
conducir a una salida historicista, según la cual cada i;' Il:d de estos conceptos incluso modos de pensamiento
está vinculada a su época y tiene valor para ésta. Antesi lvezados y elaborados, que se pueden encontrar tanto
aquélla implica una actitud crítica en el enfrentamieni, "e:;ampo científico como en el público yel político y ~ue
la pretensi6n de la ciencia moderna de haber alcanzadó ,~~ren a un sentido más complejo de "constituci6n o
dimensi6n 16gica universal y atemporal mediante la: '~fung, según su propio significado etimol6gico, o a una
analizar y verificar las posiciones del pasado. No excbí Ilinada "constituci6n material". En efecto, si acaso se
mente, pero de este conocimiento se puede tambIén ex n hacia una comprensi6n histórica más compleja del
la reductibilidad que caracteriza a aquella racionalida¿ ," y de la sociedad modernos y no conllevan, en cam
mal ue ermite un cieno ri or de ti o eométrico-íIi na problematización de aquel espacio conceptual en
mático. únicamente mediante una fuerte re uccl6n X"á se presentan sociedad y Estado como realidad que
tracci6n en relaci6n con la esfera de la acci6n. i,' vierte en objeto de la ciencia política y de la historia,
Es en la clave de esta reductividad que lo político se ¡, :la proyecci6n típica de la ciencia moderna en direc
tifica con la forma jurídica del Estado y que se pier< cla reconstrucción hist6rica (véase el conocimiento de
posibilidad de comprender la politicidad de otras di~ ndencia de la ciencia moderna a la reconstrucción
siones de la acci6n. Con el nacimiento de la "persona 4' ropia historia en O. Brunner, Per una nuova storia cos
en realidad la acción de cada quien se convierte e~ idee socia/e, trad ucción al italiano, Milán, 1970), esos
actuar privado, con el sentido negativo y privativo que c~ de pensamiento corren el riesgo de no ajustar cuen
teriza al término. Esta escisi6n, pese a losgrandes ca . ,todo con aquellas categorías "reductivas" y de diferir
que han tenido lugar desde el siglo XVI hasta hoy, p~ ititud de objetivaci6n de la totalidad que es propia de
todavía interna a la 16gica de la representación política q ma política moderna; corren el riesgo, por lo tanto, en
manifiesta en las modernas democracias de masas. análisis, de no salir de los presupuestos de la política
Esta reductividad no es, sin embargo, una simple' na. Es diferente y más afortunado el caso en el que
tracci6n del intelecto frente a una realidad .fáctica que¡ a a encontrar que aquel concepto de constitución yel
manece intocada y viva en su su plenitud: no tiene la in" isde las formas asociativas tienden a romper lajaula
dad de la ficci6n en contraste con una realidad concreta . nstituye la forma política y por lo mismo, con mayor
pudiera parecer estructurada a manera de un ancien réJ ,.or lucidez, exigen como fundamento de la búsqueda
diferido, con su distinci6n más compleja de 6rdenes yc " nificado diferente y más abarcador de la política.
sociales; y esto porque la teoría está estrechamente entrq).•. más. el problema no consiste únicamente en eviden
jida con los procesos que se han llevado a cabo en los sig articularidad de la forma política moderna y de la
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GIUSEPPEO\ 158
reducción del orden a una dimensión n formalista ha de cUidad de que el bien sea el contenido de nuestro decir u
gar el precio de la pérdida contrádictoria (puesto que no: ~jeto de nuestra visión, el plano de la acción im plica ne
plica siquiera la posibilidad de su propio planteamiento) iSariamente el corte de la decisión, la cual no puede ser ra
movimiento de implicación que tiene la idea para la ace' lpnalmente fundada de manera incontrovertible, sino que
política.
Para entender de una manera gestáltica más evidente,
:tá expuesta al ries~o. Si la decisión es imprescindible para
linear el Estado modelo y mucho menos la polis perfecta(te~ í~:Como he tratado de proponer en otra ocasión, tal vez de
niendo en cuenta la radical diferencia conceptual entrepollsf .Jta manera se pueda entender el afán del filósofo platónico,
vez ~n cuando se reconq~ista su radical exce?encia. , que habría sid.omás feliz. Lo que parece importante es, en
No obstante, con lo dicho no se da todavla razón, den cambio, el conocimiento del riesgo y de la no deductibili·
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tro del discurso de la República, del plano de la acción
política del hombre, sino únicamente del acto noético,
que necesariamente parece implicar el pensamiento de la .
práctica como pensamiento de la estructura de la acción.
dad de la acción a partir de la teoría en "este" Platón, que
sería algo diferente de un precursor, como con frecuencia se
le presenta, con una concepción cientificista (Voegelin dir(a
doxástica), en clave moderna de la poHtica.
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Al contrario, la construcción de la política moderna. arácter absoluto de los mismos en el contexto mismo)
diante la reducción de la justicia a un orden formal , antes bien, el intento de comprender su sentido deter
mensión impersonal del poder, el concepto de repr! ado en razón del modo que tienen de enlazarse redpro
tación y el instrumental del derecho formal-, preteu. ente dentro de condiciones teóricas de conjunto, cuya
constitución de un espacio de normalidad y de seguri, sformación conlleva también la transformación del sig
perdiendo al mismo tiempo el conocimiento de la m; cado mismo de los conceptos y de los términos. La re
decisión que ha producido aquella forma y exorcizan· ~i6n sobre la política que estas condiciones teóricas im
riesgo de la relación con la idea dejusticia, que resulta d, ca, aun cuando no se tenga pleno conocimiento de esta
minada mediante una razón precisamente formalista.; ,plicación, se actúa en el seno de una realidad determi
pretendida verdad de la forma política parece propi .a, de la que es inseparable y con la cual interactúa de
cluso de las versiones que parecen implicar una raZón n.. era no unívoca y no siempre lineal. Por esto no es po
deble, contentándose con reglas, con procedimientos, e e trascender el espacio de la realidad en la que se actúa
que es "democráticamente" posible eljuego entre los h eflexión política y dar cumplimiento o a imposibles "re
bres. También en este caso, en favor de un determinado "nos" o a hipotéticos saltos adelante. No obstante. ni la
denamiento, se nie~a, mediante una labor de neutral¡za:~l 'flexión política antigua ni aquella que se inicia con el mo
no neutral, la relacIón arriesgada con la idea de justicia~ rFrno jusnaturalismo pueden ser entendidas como cerra:
El resurgimiento de una reflexión filosófica en el senO; en sí mismas y autosuficientes. sino que muestran en su
la política moderna no llega a tener el significado de la terior una demanda radical de la que no siempre saben
puesta de otros modelos viejos o nuevos, antiguos o " ,r razón. En el surgimiento de esta demanda se manifies
modernos", ni el de la nueva propuesta de una "crisis el acto más propiamente filosófico en relación con la po
la razón o de una razón endeble o fragmentada, sino '@t y esto no comcide entonces directamente con la cien
más bien conlleva un análisis de la ciencia y de la realr .política moderna y tampoco con la concepción política
tendiente a comprender el movimiento concreto ques~ os griegos, aun cuando en estos últimos, y en Platón en
en el saber y en la realidad más allá de la abstracción 'i . rticular, parece plantearse con mayor rigor el problema
mal. Desde este punto de vista puede surgir en la políl ;1. bien y de la justicia, naturalmente dentro del presu
moderna aquello que no es decible con sus propias':" ~~to de la realidad de la polis.
gorías científicas, a saber, mediante la dimensión del p . ~~i pensar la política en un determinado contexto his
de la legitimación, de la forma. Puede surgir aquello qqe~ ,iico y conceptual hace que surjan este problema y esta
puede volver a entrar en el esquema de la unidad pol~ i~p1anda, entonces la filosoficidad de este pensamiento no
o ~e aquel pluralismo que la unidad pr~su{l0ne o que.; ~interpretable y com{lrensible mediante las categorías de
umdad se refiere, o que no logra prescmdIr de la UnIe ~scriptivo" y "prescnptivo" que en el debate actual pare
en cuanto que no logra prescindir de las conquistas prop ;ía que inevitablemente connota cualquier forma de pen
del Estado de derecho. y;> iento que contemple el mundo de la práctica, de ma
Desde el punto de vista del análisis histórico del pe· :a tal que a una mera descriptividad del estado de las
miento, de todo lo que se ha tratado de decir se puede se puede únicamente huir mediante una fundación
cabar la necesidad de tener conocimiento de la historicid¡ .valores que indiquen con seguridad la vía del combate y
determinada de los conceptos políticos} que no implica s' pelvan el problema del "¿qué hacer?!!. 'Este acercamientq
plemente la colocación de los mismos en el contexto histo .08ófico en realidad no es "prescriptivo". en la medida en
co, ni mucho menos la relativización de su validez para, e no puede traducir la necesidad de referirse al bien
contexto (de la que derivaría también la exhaustividad la justIcia de un saber que posea la idea como su objetol
...
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