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Figura 1. Encofrados verticales. By Farina Destil (Farina Destil) [Public domain], via
Wikimedia Commons
Se pueden clasificar los encofrados de muy distintas formas: atendiendo al material con el que están
elaborados, al sistema de transmisión de cargas, al sistema de ejecución, etc. Sin embargo, se suelen agrupar
en función de la posición del elemento que se va a encofrar: sistemas horizontales y sistemas verticales.
Ejemplo del primer tipo son los forjados utilizados en edificación; en cuanto a los segundos, podrían ser
aquellos utilizados en pilares o muros.
En cuanto a los materiales, si bien hasta hace pocas fechas era habitual el uso de la madera, nuevos
materiales como el aluminio (con este material hay que tener precauciones, ver artículo 68.3 de la EHE-08) o
el plástico han permitido estandarizar e industrializar más los procedimientos constructivos. Esta
industrialización ha permitido reducir los tiempos de montaje y desmontaje, y con ello el periodo de ejecución
de estas tareas. En una entrada anterior ya se realizó una introducción sobre lo que son y para qué sirven los
encofrados.
Por tanto, como podemos ver, existen una serie de factores a tener en cuenta a la hora de elegir el mejor
encofrado. Al aspecto económico habría que añadir otros que influyen directamente en él como es el tiempo
de desencofrado, el coste de los elementos auxiliares, el coste de la mano de obra necesaria, la colocación y
desencofrado, los equipos necesarios, el número de usos que se le de a los materiales y el coste del acabado
de las superficies de hormigón.
Los sistemas de encofrado vertical, típico en la ejecución de pilares y muros. Según el modo de transmisión
de los esfuerzos, se clasifican a su vez en encofrados “a una cara” y encofrados “a dos caras”. Los encofrados
a una cara son aquellos en los que, o bien las dos caras encofrantes se unen por tierantes, o no existe una de
las caras. En este caso las presiones del hormigón fresco se absorben por estructuras externas al encofrado.
En el caso del encofrado a dos caras, las presiones del hormigón se absorben por tirantes internos que atan
las dos caras encofrantes. Presentan agrupaciones de elementos (Figura 4):