Está en la página 1de 1

Comentarios a propósito de Giauluanna y Bruno

Estos textos me generaron las preguntas:

- ¿Se debería escolarizar el proyecto educativo en el cual colaboro?


- ¿Qué me aportan estos autores para reflexionar en torno al proyecto en el que
pretendo incidir?
- ¿Hasta qué punto puedo considerar que el territorio en el que se ubica el proyecto
busca ser autónomo? Y ¿respecto a quién busca serlo?

En los dos textos puedo situar las asimetrías resultantes de una educación formal que no
toma en cuenta las particularidades de los distintos contextos. Esto, por un lado, arroja
pistas con relación a los riesgos de escolarizar los proyectos educativos y, por el otro, de
cuenta de la compleja interrelación que existe entre las escuelas y las comunidades.
Asimismo, rescato que, si bien no todas las experiencias educativas se dan en este espacio
(la escuela), en un gran número de comunidades existe la presencia de las mismas, por lo
que la pregunta podría ser, ¿cómo podemos generar las condiciones necesarias para que se
respeten las prácticas y los símbolos de los distintos pueblos?

También hay que considerar el gran trabajo que gestan los proyectos autónomos para
generar una educación más cercana a la realidad sociocultural como, por ejemplo, el de los
caracoles zapatistas. Este tipo de experiencias nos muestran un camino que se puede
recorrer en diferentes latitudes, aunque es verdad que en los distintos territorios hay
diferentes retos que afrontar. Así, tomando en cuenta la diversidad de condiciones que
hacen posible o no un proyecto autónomo, cabe preguntarse, ¿en qué medida podemos (o
debemos) plantearnos una educación con estos alcances en los proyectos en que estamos
participando?

También podría gustarte