Por lo visto, la sexualidad es un cosmos de prácticas y también
de teoría, y por esto último, tenemos que saber que la
sexualidad es tomada como un objeto de estudio. Te podrás preguntar, ¿Con qué necesidad y con qué propósitos una persona decide estudiar a la sexualidad? La verdad es que, tal como nos cuenta este psicólogo y sexólogo, durante siglos se intentó silenciar la sexualidad. El mismo autor sostiene: “(...) Por miedo al placer fue censurada, reprimida y hasta castigada. La sexualidad a lo largo de la Historia ha sido marcada con miedos, prejuicios, tabúes y secretos.” Una sexualidad que se vive de este modo no puede ser nunca positiva o inteligente, ni saludable, ni placentera. ¿Cómo podemos cambiar esto? La propuesta del especialista es la práctica y concepción de una sexualidad inteligente. ¿Qué es entonces la sexualidad inteligente? Es aquella que nos conecta con nuestro cuerpo, con nuestras emociones y con los otros. La posibilidad de disfrutar depende en gran medida de la educación sexual que hayamos recibido, y aquí tenemos que resaltar como dice el autor que no existe la “no educación sexual”, deberíamos saber que los silencios y los vacíos están llenos de significados. Desde chicos nos dicen -como una especie de mandato que nos viene dado y por sobre todo a los hombres-: “¡Vos tenés que ser como un león en la cama!” Esto no significa que no haya mandatos o naturalizaciones que jueguen y condicionen el rol de las mujeres en el tema sexualidad, hombres y mujeres somos presa de estereotipos, etiquetas y rotulaciones que pasan del chiste a la broma ingrata en cuestión de minutos. Pero retomando lo anterior y con todo esto quiero decir que aquel “ser bueno en la cama” (otra vez lo mismo, prestemos atención a las frases y vocablos que hemos adquirido y reproducido a la hora de armar una especie de ABC en lo que concierne a la sexualidad) ¿Qué es “ser buenos en la cama” y desde la óptica de quién? ¿Acaso hay estándares, evaluaciones y performances que debieran evaluarse y pasar por un ojo o una especie de jurado escrutiñador? Debido a todas estas posibles preguntas y otras tantas que se te pudieran llegar a ocurrir, Di Leva nos trae calma y desdramatiza la cuestión al argüir que: “Ser bueno en la cama es poder disfrutar de cada momento, de cada etapa, de cada oportunidad de dar y recibir placer. Cuando logramos esto, muchas cosas pasan a ser secundarias.” Di Leva avanza en su análisis y sencillamente se pregunta: ¿Cómo es posible que después de tantos años, después del avance del conocimiento y la información en múltiples áreas, cómo puede ser que nos sigamos preguntando si masturbarse en bueno o malo? La verdad es que, a pesar de la revolución de la información, aún hay ideas y preconceptos que siguen siendo pensadas como hace doscientos años y aquí nuevamente el campo de la sexualidad no ha sido impermeable. Y claro, una posible respuesta a esta pregunta radica en la realidad casi irrefutable de que la Argentina cumple con un marco normativo que contempla la enseñanza de la educación sexual que todavía no ha encontrado una implementación efectiva en múltiples escuelas y colegios del país; las razones y cuestiones que dificultan su correcto desarrollo serán tema de una próxima publicación, mientras tanto les puedo decir que dicho conjunto normativo conforman al Programa Nacional de Educación Sexual Integral (ESI). Seguir planteándose preguntas tales como si masturbarse es bueno o malo y los ejemplos son muchos: “mujeres que no logran llegar al orgasmo con sus parejas y que nunca se masturbaron; hombres que a los 70 pretender tener la erección que tenía a los 20; embarazadas que creen que teniendo relaciones sexuales podrían afectar al feto; parejas que tienen relaciones anales como método anticonceptivo; personas que se quedan tranquilas poniéndose el preservativo justo antes de acabar o que se ponen dos pensando que así será más efectivo; hombres y mujeres que se conectan con su sexualidad a través de la culpa, etc.”... Que se siga hablando y pensando en estos términos se debe a la circulación de información errónea, parcial, mala o escasa. ¿Quiénes nos habrán dicho que la sexualidad era así o debía ser así? Para responder a esto remitiré a dos premisas que Di Leva enuncia de manera monumental:
“Conocer tu sexualidad es conocer tu cuerpo y
viceversa, conocer tu sexualidad y tu cuerpo supone saber acerca de tus sensaciones y tus emociones. Conocer tu sexualidad es conocerte.” “No alcanza con entender que la sexualidad se aprende. Lo que aprendimos y hoy nos sirve, mañana puede dejar de ser útil. No hay dudas de que con el tiempo todo cambia: el cuerpo, nuestras ideas, nuestra forma de ver las cosas.”