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Jorge Malachevsky Poder y Subjetividad PDF
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PODER Y SUBJETIVIDAD
Jorge Malachevsky*
Introducción
En la primera parte de este texto apelaremos a una breve biografía de Michel Foucault
y abordaremos sus métodos. Seguidamente presentaremos sus perspectivas alrededor
de la categoría poder. Se intentará establecer el lugar que ocupa esta categoría dentro
de su obra y las relaciones que permiten su comprensión en el marco de la tríada suje-
to-poder-saber. Analizaremos cómo Foucault conceptualiza el poder y en relación a
qué elementos justifica su conceptualización. Siguiendo esta línea se comentarán al-
gunas de sus obras: El orden del discurso, Vigilar y castigar, Microfísica del poder y El
discurso del poder. Nuestro texto rondará principalmente la problemática que relaciona
a Foucault con esta Asignatura: la subjetividad atravesada por relaciones de poder,
relaciones que a su vez lo conforman al sujeto como tal. Foucault sostiene que “el suje-
to constituye la intersección entre los actos que han de ser regulados y las reglas de lo
que ha de hacerse”.
*
Texto establecido por Jorge Malachevsky sobre la base de los Informes de Pasantía realizadas en la Asignatura
Poder y subjetividad / Jorge Malachevsky / Pág. 1
FHUC / Psicología / Apuntes de Cátedra
El autor y su obra
Michel Foucault nace en 1926. Estudia con Jean Hippolite, Georges Canguilhem y
Louis Althusser, entre otros. Se gradúa en filosofía a los 23 años. En 1954 escribe su
primer libro Enfermedad mental y personalidad; en 1961 publica Historia de la locura
en la época clásica, y en 1963 Las palabras y las cosas, cerrando así una primera eta-
pa de su producción intelectual en la cual el objeto de su interés se sitúa en las rela-
ciones existentes entre poder y saber.
A partir de 1969 escribe Arqueología del saber, El orden del discurso y su participación
en el GIP (Grupo de Información sobre Prisiones) sirve de base para Vigilar y castigar,
y el primero de los volúmenes de la Historia de la sexualidad, en 1976.
·En su producción teórica a partir de este segundo grupo de obras emergen nuevos
objetos de interés y la elaboración de categorías que replantean o dejan de lado con-
ceptualizaciones previas, como por ejemplo la categoría poder, cuyas variaciones se
analizarán más adelante. Un caso parecido lo constituye la sustitución de la noción de
episteme por la de dispositivo. A la par de la dupla poder-saber (que no abandona),
desarrolla nociones como las de sujeto y objeto, discurso y verdad, entre otras que
mencionaremos en vistas a nuestro interés. Finalmente, si nos atenemos a una de las
últimas categorizaciones que profundizó en su obra descubriremos que su eje fue la
verdad, en relación a un sujeto que la produce y es producido por ella, a partir de de-
terminadas estrategias de poder-saber.
En parte esa dificultad radica en los métodos empleados en sus investigaciones, que
plantean nuevas problemáticas, a la vez que suscitan polémicas alrededor de la validez
de sus procedimientos. Quizás sea preciso señalar que todas las investigaciones de
Foucault - o la mayoría de ellas - se rigen por dos métodos diferentes entre sí: el ar-
queológico y el genealógico. El primero se interesa por el descubrimiento de los cam-
bios en las reglas de producción discursiva acerca de un fenómeno (la criminalidad, la
sexualidad, etc), mientras que la genealogía identificaría las relaciones que reviste el
objeto de investigación con los dispositivos del poder:
“La primera trata de aislar el nivel de las prácticas discursivas y formular las reglas de
producción y transformación de tales prácticas, mientras que la segunda amplía el ám-
bito de investigación y se ocupa de las fuerzas y de las relaciones de poder conecta-
das con las prácticas discursivas. La relación poder-saber es necesaria para la genea-
logía, pero no para la arqueología”2.
Uno de los rasgos más significativos del perfil intelectual del autor se haya quizás en su
heterodoxia, en su capacidad para romper con las evidencias y las verdades estableci-
das. Entre los intelectuales que más influenciaron su obra pueden citarse a Fréderic
Nietzsche, Gilles Deleuze, Jacques Derrida, Roland Barthes, entre otros.
Lo que define una relación de poder es que es un modo de acción que no actúa de
manera directa e inmediata sobre los otros, sino que actúa sobre sus acciones: una
1
Marshall, James; Foucault y la investigación educativa, en “Foucault y la educación”, A.A. V.V., Ediciones Mo-
rata.
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La naturaleza equívoca del término conducta es una ayuda para explicar la especifici-
dad de las relaciones de poder; ya que conducta es al mismo tiempo, “conducir a otros”
de acuerdo a mecanismos variables de coerción y, “una manera de comportarse” den-
tro de un campo más o menos abierto de posibilidades. Entonces, el ejercicio del poder
consiste en guiar las posibilidades de conducta y disponerlas con el propósito de obte-
ner posibles resultados.
Lo específico de las relaciones de poder, es que se dan cuando hay espacios de mo-
vimiento. Por tanto entre el poder y la libertad no hay exclusión, sino un juego mucho
más complicado. La libertad es la precondición para la existencia de las relaciones de
poder; si esta se anulara, estaríamos frente a la coerción pura y simple de la violencia,
que por otra parte, se opone al ejercicio del poder. La “rebeldía de la libertad” y la “re-
lación de poder” no pueden separarse. El problema central del poder no es la servi-
2
Marshall, J.;,Foucault y la investigación educativa, Ob. Cit.
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Así como existe libertad para el ejercicio del poder, existe posibilidad de resistencia. Y
el verdadero centro de las relaciones de poder es la resistencia de la voluntad y la in-
transigencia de la libertad, que sería un “agonismo”, combate o relación recíproca de
incitación y lucha. Más que una confrontación cara a cara que paraliza a ambos lados,
las relaciones de poder implican una permanente provocación. Así podríamos empezar
por entender algunas de las formas que el poder tiene de actuar sobre la subjetividad
humana.
Foucault sostiene entonces que su estudio no consistió en analizar los fenómenos del
Poder, sino en crear una historia de los diferentes modos de subjetivación del ser hu-
mano en nuestra cultura. Se basó para ello en ciertas “racionalidades específicas”: la
3
Si bien la pregunta de Foucault sobre ¿cómo podemos desear ser esclavos?, se responde implícitamente como que
no se puede establecer que en la naturaleza humana exista el deseo de la servidumbre; lo invitamos a reflexionar si
dicha pregunta no daría para otras respuestas si se tomara desde categorías psicoanalíticas.
de la locura (el loco), la enfermedad (el enfermo), el crimen (el criminal), la sexualidad,
etc. Esta genealogía del sujeto moderno, se daría en dos instancias 4:
a) genealogía de las tendencias de objetivación en nuestra cultura,
b) genealogía de las prácticas de subjetivación.
Recordemos que Foucault realiza este análisis a través de dispositivos, los que serían
como aparatos donde se reúne el poder y el saber en forma de “grilla de inteligibilidad”
que comprenden un entramado heterogéneo de prácticas: instituciones, disposiciones,
enunciados científicos, reglas, leyes, discursos, etc. Dentro de estas prácticas cultura-
les objetivantes. Foucault, considera tres formas primordiales:
4
Britos, M. del Pilar: “Michel Foucault: la constitución del sujeto”, Eticas del siglo. Asoc. Arg. de Investigaciones
Éticas. Rosario. Impresiones Teknhe.1994.
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ductivo, el sujeto que trabaja, objetivación producida a partir del análisis de la riqueza y
de la economía. O la objetivación del hecho de estar vivo, en la historia natural, la bio-
logía o las neurociencias. Estas formas de objetivar al sujeto nos harían “sujetos de…”.
Las ‘ciencias’ que forman un dispositivo –cualquiera sea este- son partícipes de la pro-
blemática que ese dispositivo define, partícipes no únicamente en un plano discursivo
teórico sino como “saber ejercido”, en tanto práctica discursiva. Por ejemplo, la locura
es definida en relación a los regímenes de verdad constituidos desde los saberes dis-
ciplinares. Cada uno de estos saberes insiste en determinar lo que locura es o no es,
en virtud de la práctica discursiva que modela a su vez al loco.
Ser sujetos para Foucault equivaldría en un primer momento de su obra, a “estar su-
jeto en una red de relaciones de poder y control”. Luego cambiando de perspectiva, va
a considerar que el individuo se constituye a partir de una experiencia concreta de li-
bertad y verdad que posibilita una manera particular de relación consigo mismo y con
los demás. Ser sujeto ya no se equipararía a estar sujetos a un control externo sino
que esta nueva dimensión se liga a la idea de autogobierno o gobierno de sí. Las re-
glas morales no desaparecen, adquieren otra significación: la propia búsqueda de feli-
cidad. El individuo, a través de prácticas voluntarias, reflexionadas, busca su propia
transformación tendiente a la singularidad. Esta singularidad es entendida desde la
exclusión de toda regla universal que regule la forma de “ser sujeto”.
da, si el poder se ubica en ciertos centros, se conciben lugares expropiados o fuera del
poder, como si fueran lugares de no poder.
Por el contrario la visión “crítica” del poder, supone que el mismo no está localizado, no
tiene un sólo origen ni un centro, sino que es múltiple y omnipresente, ya que se en-
cuentra atravesando todas las relaciones sociales, familiares, de trabajo, etc. De allí
que según esta última visión, corresponde además analizar al poder con un método
que dé cuenta de aquellas otras innumerables formas de existencia que tiene en las
sociedades modernas. Una visión crítica implica reconocer que todos tenemos cierto
poder, aunque el mismo sea en cada caso de muy diferente alcance. En definitiva el
poder es una red de relaciones, y el sujeto o la subjetividad se constituyen en su inte-
rior.
Posteriormente, con su visión crítica del poder, Foucault propone ciertos recaudos me-
todológicos para estudiar las relaciones de fuerza. Su preocupación inicial establece
que no deben analizarse las formas reguladas y legítimas del poder a partir de su cen-
tro (sea éste el Estado, las leyes, etc) sino que se las debe captar en sus extremida-
des, en las terminaciones; allí donde se hacen capilares, allí donde las relaciones de
poder se envisten en instituciones y toman cuerpo en técnicas; esto es en el extremo
menos jurídico de su ejercicio. Foucault propone una “microfísica del poder”.
Precisamente en su obra Microfísica del poder plantea una ruptura con una historia de
mirada totalizante (el marxismo) y señala que:
5
Dreyfus, L. y Rabinow, P.; ” Michel Foucault: Más allá del estructuralismo y la hermenéutica. Ediciones Nueva
Visión. Bs. As. 2001.
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Entonces Foucault, frente a una visión negativa y totalizadora del poder contrapone
una visión productiva -en el sentido antes mencionado- y capilar, en tanto el poder, o
mejor dicho, su ejercicio, no supone un hecho masivo de dominación, sino más micro-
físico, más infinitesimal, a la vez que no hay espacio donde no se ejerza. Pero el ejer-
cicio del poder supone también resistencias, intentos por desentrañar sus mecanismos,
por hacer visible su producción de efectos. Finalmente señala: “no hay ejercicios de
poder sin una economía de ejercicios de verdad. Estamos sometidos a la producción
de verdad desde el poder y no podemos ejercer el poder más que a través de la pro-
ducción de verdad”8.
6
Foucault, M.; “Microfísica del poder”, La Piqueta, Madrid, 1980.
Foucault, M.; “El discurso del poder”, Presentación y selección de artículos de Oscar Terán, 1ª ed., 1983, Folios,
México.
8
Foucault, M.; “Microfsica del poder”. Op. cit. Pag.6.
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Yendo a otro punto, Foucault no considera que el poder se adquiera como la riqueza o
un bien, que se arrancan o comparten, se conservan o pierden. El poder debe anali-
zarse más bien como algo que circula y funciona en cadena, y se ejerce a través de
una organización “reticular” - en red - circulando a través de los individuos. Es necesa-
rio analizarlo en forma ascendente, individualizando a los agentes reales, con su histo-
ria, trayectos y técnicas, para señalar qué transformaciones devinieron económicamen-
te ventajosas y políticamente útiles.
En torno al poder no se forman ideologías –no es este un término usado por Foucault-
pero sí saberes. Tradicionalmente se cree que “desde que se toca el poder se cesa de
saber”: “el poder vuelve loco, los que gobiernan son ciegos; y sólo aquellos alejados
del poder, desligados de las tiranías, enfrascados en sus meditaciones, éstos única-
mente pueden descubrir la verdad (…) Pero es precisamente lo contrario ya que existe
una perpetua articulación del poder sobre el saber, y del saber sobre el poder (...) ejer-
cer el poder crea objetos de saber, los hace emerger, acumula informaciones, las utili-
za (....) el ejercicio de poder crea perpetuamente saber e inversamente el saber conlle-
va efectos de poder”10.
9
Dreyfus, L. y Rabinow, P.; Op. Cit. Pag. 6.
10
Ibidem.
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Por último se remarca que donde hay poder hay resistencia. La resistencia constituye
el otro término en las relaciones de poder. Los puntos de resistencia están presentes
en todas partes dentro de la red de poder, como un elemento enfrentador contemporá-
neo del poder al que se opone. Por esa razón no es posible pensar el poder sin esca-
patoria; pero tampoco puede esperarse un lugar de “gran rechazo”, una revuelta, un
asalto final. Es la codificación estratégica de los puntos donde se ejerce la resistencia,
lo que hace posible una revolución, una transformación radical destinada a conquistar
autonomía y libertad para los hombres.
favor o en contra del “individuo”, más bien son luchas contra “el gobierno de la indi-
vidualización”.
- Existe una oposición a los efectos del poder que está ligada al conocimiento y a la
calificación: luchar contra los privilegios del saber. Pero hay también oposición ha-
cia el secreto, la deformación y las representaciones mistificadoras impuestas a la
gente. No hay nada “cientificista” en esto, es decir, una creencia dogmática en el
valor del conocimiento científico, pero no es un rechazo escéptico ni relativista a to-
da verdad verificada. Lo que se cuestiona es la forma en que el conocimiento circu-
la y funciona, sus relaciones con el poder: el regime du savoir.
Estas luchas giran en torno a una cuestión: determinar quiénes somos. Son un rechazo
de estas abstracciones, del estado de violencia ideológico y económico que ignora que
somos individuos, y también un rechazo a una investigación científica o administrativa
que determina lo que es cada uno (quién es uno).
Para resumir, el principal objetivo de estas luchas es atacar no tanto “esta o aquella”
institución de poder, o grupo, o elite, o clase, sino más bien una técnica, una forma de
poder. Técnica o forma de poder que se aplicaría a la inmediata vida cotidiana catego-
rizando al individuo, asignándole su propia individualidad, atándolo en su propia identi-
dad, imponiéndole una ley de verdad sobre sí, que está obligado a reconocer y que
otros deben reconocer en él. Técnicas o formas de poder que hacen “sujetos individua-
les”.
Así, hay dos significados de la palabra sujeto: por un lado “sujeto a alguien” por medio
del control y de la dependencia, y por otro, ligado a su propia identidad por conciencia
o autoconocimiento. Ambos significados sugieren una forma de poder que subyuga y
sujeta.
Todos los movimientos de los siglos XV y XVI, que tuvieron a la Reforma como expre-
sión, deben analizarse como una “gran crisis occidental de la subjetividad”, y una re-
vuelta contra este poder moral y religioso, que durante la Edad Media originó dicha
subjetividad.
Es así como las “formas de lucha contra la sujeción, contra la sumisión de la subjetivi-
dad” se hacen cada vez más importantes, aún cuando también insistan hoy las “luchas
contra las formas de dominación y explotación.”
Estas luchas prevalecen en nuestros días, en tanto desde el siglo XVI se va desarro-
llando una nueva forma de Poder, encarnada por la estructura política que es el poder
del Estado. El Estado, se dice, ignora a los individuos buscando los intereses de la
comunidad, o de una clase o grupo de ciudadanos, pero sabemos que en realidad se
trata más bien de una fuerza, de un tipo de poder “individualizador y totalizador” a la
vez. El estado moderno11 viene a integrar una forma antigua de poder cristiano como
es la Pastoral. Este poder pastoral nace en las instituciones cristianas, y tiene como
forma de poder, modos propios: Es una forma de poder cuyo objetivo último es la sal-
vación individual en el más allá. Es una forma de poder que no sólo dirige, sino que
indica que se debe estar preparado para sacrificarse a ella por la vida y salvación del
rebaño. Se presenta no sólo ante toda la comunidad, sino individualmente por toda la
vida. No puede ser ejercida sin conocer la mente y el alma en sus más mínimos secre-
tos. Entonces, esta forma de ejercicio del poder es muy especial, ya que es un modo
de subjetivación. Producción de sujetos que unifica en su estructura la salvación, el
peso de un conocimiento “científico” que determina, porque conoce las características
de los sujetos y el Bien, que es su destino final.
Como modo de funcionamiento del poder, este Poder Pastoral luego de un milenio de
ser ejercido, se ha extendido y multiplicado por fuera de la institución eclesiástica. En
lugar de encontrarnos con un poder pastoral y un poder político más o menos ligados,
más o menos rivales, encontramos que el poder pastoral ha hallado apoyo en una mul-
11
Habría que preguntarse hoy, qué pasa en nuestra contemporaneidad, cuando el Estado tiende a ser desarmado
por fuerzas transversales, como son las mulinacionales, o el fenómeno de globalización..
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Pero Foucault (1982) avanza en su análisis, y sostiene que “quizás la meta más impor-
tante de nuestros días es descubrir lo que somos, pero para rechazarlo”12 . Tenemos
que imaginar y construir lo que podría liberarnos de esta política de “doble ligadura”
que es la individualización y totalización simultánea de las estructuras de poder. Libe-
rarnos del Estado y del tipo de individualización vinculada con él; imaginando lo que
podríamos ser. Una de las consignas de Foucault es promover nuevas formas de sub-
jetividad, a partir de rechazar esta especie de individualidad que nos ha sido impuesta
por varios siglos.
12
Dreyfus, L. y Rabinow, P.; Op. Cit. Pag. 6.
que siempre fue el sujeto y no el poder, el motivo base de sus estudios. Marcar este
giro es importante ya que demostró nuevamente su pasión por la liberación en térmi-
nos distintos a los del 60 y 70; o sea discurrir sobre aquellas cuestiones que nos suje-
tan, ha sido para él, un modo de poder situar las posibilidades de la libertad, las condi-
ciones del acto libre; una perspectiva que no implique ilusorias ideas de libertad abso-
luta.
La sociedad disciplinaria
El ejercicio de observar cómo se producen las múltiples formas de dominación, cómo
se constituyen permanentemente las relaciones de fuerza en las profundidades del
cuerpo social, lo lleva a Foucault a analizar el Derecho. Toma así un tema central para
el Derecho: la soberanía. Plantea que el sistema del Derecho ha permitido “disolver en
el interior del poder el hecho de la dominación para hacer aparecer en su lugar dos
cosas: los derechos legítimos de la soberanía y la obligación legal de la obediencia”.
Analizará en adelante bajo qué forma el derecho trasmite, funcionaliza relaciones que
no son exclusivamente relaciones de soberanía, sino de dominación. Hace un análisis
de la ley como elemento de dominación.
A lo lago de los siglos XVII y XVIII se fueron gestando tecnologías políticas, a nivel de
las formas de poder, que originaron lo que Foucault define como Poder disciplinario,
originando la sociedad disciplinaria, en las redes del poder13. Con el surgimiento de la
sociedad disciplinaria se mantiene la teoría de la soberanía agregando un código jurí-
dico centrado en ella. El discurso del Derecho es el de la ley; el de las disciplinas es
más amplio, es el de la regla natural, es decir la norma.
13
Emiliozzi, S. y Flaster, G.; “Introducción al concepto de poder en Michael Foucault”. Eudeba. Bs.As. 1998.
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La gran noción de la criminología y la penalidad del siglo XIX fue el concepto de peli-
grosidad, que significa que el individuo debe ser considerado por la sociedad al nivel
de sus virtualidades y no de sus actos. O sea que se juzga no sólo el delito sino tam-
bién la conducta del individuo. Es así que se impone el examen pericial psiquiátrico
que implica juicios de normalidad, asignaciones de causalidad, cambios y porvenir del
delincuente. Todo esto se incorpora a la sentencia, y el psiquiatra dictaminará si es
preferible reprimir o curar.
La disciplina es la base de esta nueva economía del poder; la vigilancia es el otro as-
pecto: el panóptico es un ejemplo de la eficacia (permite vigilar sin ser visto) y de la
economía de estas nuevas tecnologías de poder. Pero señala también que estas tec-
nologías no actúan solamente al interior del presidio, sino que se encuentran presentes
en todo el cuerpo social, disciplinándolo. Un caso paradigmático lo constituye la regu-
lación de las prácticas sexuales (prohibición del incesto, entre otras).
El autor sostiene que los efectos de poder modelan a los sujetos, a partir del estable-
cimiento de reglas y prácticas sociales e históricas, producidas y reproducidas en el
cuerpo social. Esto señala la emergencia de una subjetividad separada: sano-enfermo,
loco-cuerdo, normal-anormal.
14
Miller, Jacques-Alain. “Matemas I”. Ed. Manantial S.R.L.1987.
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de que él está mirando) captan mejor que la sombra, que en último término protegía al
prisionero. La visibilidad es una trampa.
La disciplina
La escuela, la fábrica, la prisión, el hospital, etc., que como vimos constituyen la red
institucional de disciplinamiento, tienen por finalidad la fijación de los hombres a un
“aparato de normalización”. El poder disciplinario atraviesa los cuerpos y graba la nor-
ma en las conciencias. La fábrica los fija al aparato de producción, como la escuela a
un aparato de transmisión de saber, o el hospital a uno de corrección y normalización.
Construir individuos normales, que ajusten sus conductas y comportamientos a esas
normas es el objetivo de la disciplina. Un individuo disciplinado es aquél que ha inte-
grado normas de la relación con el maestro, el médico, el capataz, el juez, etc. Además
es un individuo útil, productivo y económicamente rentable.
15
Emiliozzi, S. y Flaster, Gg. Op. Cit. pag. 11.
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La disciplina aumenta las fuerzas del cuerpo –en términos económicos de utilidad- y
disminuye esas mismas fuerzas –en términos políticos de desobediencia. En otras pa-
labras: disocia el poder del cuerpo. Si la explotación económica separa la fuerza y el
producto del trabajo, la coerción disciplinaria establece en el cuerpo el vínculo de
coacción entre una aptitud aumentada y una dominación acrecentada. La sociedad
moderna precisa que los hombres coloquen su tiempo a disposición de ella. En cada
institución reina una verdadera micropenalidad del tiempo, de la actividad, de la mane-
ra de ser, de la sexualidad16.
16
Emiliozzi, S. y Flaster, Gg. Op. Cit. pag. 11.
17
Marx, Carlos. “La ideología Alemana”. Pueblos Unidos. Bs. As. 1975.
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“Pero para que haya plus-ganancia es preciso que haya sub-poder, es preciso que al
nivel de la existencia del hombre se haya establecido una trama de poder político mi-
croscópico, capilar, capaz de fijar a los hombres al aparato de producción, haciendo de
ellos agentes productivos, trabajadores. Fue el capitalismo el que hizo necesario esta
“mutación tecnológica” del poder, a partir del siglo XVIII, pero esa mutación, a la vez,
hizo posible el desarrollo del capitalismo. Una implicación perpetua de dos movimientos
que de algún modo están engrampados el uno con el otro”18.
Los dos procesos: acumulación de los hombres y acumulación del capital, no pueden
ser separados; no habría sido posible resolver el problema de la acumulación de los
hombres sin el crecimiento de un aparato de producción capaz a la vez de mantenerlos
y utilizarlos; inversamente, las técnicas que hacen útil la multiplicidad acumulativa de
los hombres aceleran el movimiento de acumulación de capital. El crecimiento de la
economía capitalista ha exigido la modalidad específica del poder disciplinario 19.
18
Emiliozzi, S. y Flaster, Gg. Op. Cit. pag. 11.
19
Idem.
Poder y subjetividad / Jorge Malachevsky / Pág. 21
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Bibliografía consultada
BRITOS, María del Pilar: “Michael Foucault: la constitución del sujeto”, Eticas del siglo. Asoc.
Arg. de Investigaciones Éticas. Rosario. Impresiones Teknhe.1994.
CERUTTI, Mónica: “Al estilo de Michael Foucault: un sujeto comprometido con su tiem-
po”Oficina de Publicaciones del CBC. Bs. As. 1997
DREYFUS L.- RABINOW P. “Michel Foucault: Más allá del estructuralismo y la hermenéutica.
Ediciones Nueva Visión. Bs. As. 2001.
EMILIOZZI S. “Michael Foucault: Una aproximación en torno al concepto de poder”, Cap. “Del
poder del discurso al discurso del poder”. García Raggio, A.M. (comp) EUDEBA.BsAs.2001.
FOUCAULT Michael:
- “Microfísica del Poder”. Ediciones de la Piqueta. Madrid.3era.Ed. 1992
- “Genealogía del Racismo”. Caronte Ensayos.Ed. Altamira.Bs.As. 1996.
- “Nietzche, Freud, Marx”. El cielo por asalto. Bs. As. 1995.
- “Hermeneútica del Sujeto”. F. Alvarez Uría. Ed. Altamira. Bs.As.1996.
- “El orden del discurso”, Tusquets, Barcelona, 1973.
- “Vigilar y castigar”, Siglo XXI, México, 1976.
MALACHEVSKY Jorge. “Sobre los impactos discursivos en la subjetividad”. Mod. 1. “El suje-
to y los discursos”. Apuntes para uso interno de Cátedra. Psicología. FHUC. Santa Fe.2002
MARX, Karl y ENGELS, Frederic. “El manifiesto comunista”, Ed. Pueblos Unidos, Buenos Ai-
res, 1985.
MARX Carlos.
- “La ideología Alemana”. Pueblos Unidos. Bs. As. 1975.
- “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”, 4ª ed., Ed. Anteo, Buenos Aires, 1975.
POULANTZAS, Nikos, Poder político y clases sociales en el estado capitalista, 6ta. ed., Siglo
XXI, Buenos Aires.
TERAN, Oscar. “Michel Foucault. Discurso, Poder y Suubjetividad”. Ed. El cielo por asalto.
Bs.As.1995.