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Autoras
Díaz, María Agustina
Duarte, Estefanía
Suárez, Marina
Estudiantes UBA
Introducción
Recurso extraordinario
El recurso de inconstitucionalidad, tiene por objeto la ley, no la sentencia. El tema del
recurso es el examen de la ley aplicada en la sentencia, para juzgar su adecuación al
texto constitucional y asegurar su primacía (art. 31).
Es preciso señalar, que la ley 48 dictada en 1863, atribuía a la Corte, en su art. 16, poder
suficiente para resolver directamente, cuando lo considerase oportuno, el fondo del
asunto. Esto supone la posibilidad de aplicar las normas de derecho común atinentes a la
causa aun sin necesidad de juzgar sobre la constitucionalidad de ellas. Según el art. 16,
la Corte actúa en ejercicio de una competencia positiva que suprime el reenvío y
permite abreviar el proceso. En el caso de la ley 48, el ejercicio de competencia positiva
es facultativo y ha sido por eso excepcional. La Corte lo empleó casi exclusivamente en
procesos muy demorados y suficientemente debatidos. Lo importante es que la ley 48
siempre tuvo en cuenta dos datos esenciales: a) que era necesario el presupuesto de una
previa cuestión constitucional que justificara su intervención; b) que esa competencia
positiva debía ser excepcional, y no convertirse en una forma de casación ordinaria que
desvirtuara el principio de la competencia provincial, como regla, para conocer del
derecho común.
El recurso extraordinario requiere una cuestión constitucional que es, esencialmente,
una cuestión de derecho federal. Por consiguiente, le son extrañas: a) las cuestiones de
derecho común (salvo que la norma de derecho común sea atacada por
inconstitucionalidad, en cuyo caso la cuestión constitucional no consiste en la
interpretación del derecho común, sino en el conflicto entre una norma de él y la
Constitución; b) las cuestiones de hecho y prueba (salvo que por su íntima conexión con
puntos de derecho federal no sea posible separarlas dentro de la cuestión constitucional
planteada).
Para que sea procedente el mismo es necesario que se reúnan los siguientes requisitos:
a) que exista un juicio, y b) que en él se ventile una cuestión justiciable. Y debe mediar:
a) una sentencia dictada en ese juicio por un tribunal de justicia. Este término es amplio
y comprende tanto los órganos de poder judicial federal y provincial como los tribunales
militares y ciertos organismos administrativos que, por excepción, se asimilan a los
órganos judiciales por la función que desempeñan (análoga a la de los jueces).
Conclusión
Como hemos analizado a lo largo del la investigación, el control constitucional en el
ámbito federal se caracteriza por ser difuso, corresponde a todos los jueces de cualquier
grado, tanto nacionales como provinciales, declarar la inconstitucionalidad. Este sistema
es pasible de crítica en cuanto, al no haber un tribunal que se encargue específicamente
de aquel control no hay mentalidad constitucional especializada, con independencia del
conocimiento general de todos los magistrados acerca del derecho. Además los efectos
del mismo son limitados, dado que solo alcanzan a las partes intervinientes en el litigio.
Si bien uno de los requisitos generales es que sea a pedido de parte legitimada cuando
se encuentre vulnerado algún derecho subjetivo de la misma, nos parece razonable que
con la incorporación del Art. 43 de la Constitución (Reforma de 1994) se haya ampliado
los legitimados para peticionar el control de constitucionalidad.
Como ya expusimos previamente, otro de los requisitos de admisibilidad es la petición
de parte. Es necesario aclarar que no debe tomarse tan rigurosamente, puesto que el
objeto del control de constitucionalidad es priorizar la supremacía de la constitución y el
deber de los jueces es vedar por su cumplimiento. Por eso creemos que la omisión de
una las partes de peticionar la impugnación de inconstitucionalidad, no debe operar
como presunción de renuncia a los derechos subjetivos que pudieran estar lesionados, y
los jueces podrían declararla de oficio resguardándose en el fin de proteger la Ley
Fundamental.
Una parte de la jurisprudencia y de la doctrina, no avalan el ejercicio judicial de oficio.
Con respecto a ello, sostenemos que esta concepción carece de fundamento jurídico, ya
que la supremacía constitucional es de orden público y el requerimiento de las partes no
puede funcionar como elemento determinante de la actividad jurisdiccional cuando de
desechar normas contrarias a la Constitución se trate.
El control de constitucionalidad, en un principio no estaba expresamente asignado como
facultad a los jueces, y se basaron para ejercerlo en el Art. 31 y 116 de la Constitución
Nacional. No obstante la incorporación del mencionado Art.43, creemos que sigue
habiendo un vacío legal, dada la importancia que merece el resguardo de la Ley
Fundamental que otorga eficacia y validez a toda la estructura jurídica del sistema.
Bibliografía
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