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s diferencias bú-
1'>ir.m;, _<.,f"ñala VValtcrJ Ong en lu Introducción,
han sido descubierlas entre las formas ele
manc:jar el conocimiento y la verbalización en
la:-¡ cultur<.L~ orales y en las culturas con es-
critura. _
El capítulo primero versa sobre la oralidad
del leng·unjc y el segundo sobre el descubri··
miP.nto n~odcrno ele las culturas orales. Una
cultura oral es aquella que carece de un co·
nacimiento ac:crca de lo que es la escritura.
Las palabras, sin escritura, no tienen presen-
cia visual. Las palabras .son solamente soni-
dos. El problenl<l de lo que es una cultura oral
se resuelve comenzando por examinar lo que
es el sonido. En las culturas orales el conoci-
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miento debe ser repetido en voz alta a fm de {~
que no desaparezca. Esto produce una men-
talidad altamente tradicionalista o conser- '9
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vadora.
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Las sociedades ágrafas pueden ser descri-
tas como homeostáticas; esto significa que vi··
ven en un presente que se mantiene a sí e • ·.'.
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FONDO DE CUI:fURA ECONÓMICA
LENGUA Y ESTUDIOS LITI':RARIOS
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ORALIDAD
Y ESCRITURA
Tecnologz'as de 'Ca palabra
Traducción de
ANGlh.ICA ScHERf
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FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
Mé,xico
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Primera edición en inglés, 1982
Primera edición en español (FCE, México), 1987 PREFACIO DE LA EDICIÓN EN INGLÉS
Tercera reimpresión (FCE, Argentina), 2006
Resulta fácil apreciar que vivimos en una época de cambio social raudo
y radical. Es mucho menos sencillo comprender el hecho de que tal. ca m·
bio afectará inevitablemente las caracterÍsticas de aquellas disciplinas aca·
démicas que reflejan nuestra sociedad y a la vez ayudan a moldeada.
Sin embargo, ello en ninguna parte es más manifiesto qu·e en el cam·
po principal de lo que, en términos generales, puede llamarse estudios
literarios. Aquí, entre gran número ·de.estudiantes de todos los nive-
les de educación, ha venido a ser fundamental el desgaste de las hipóte-
sis y las suposiciones que apoyan las disciplinas literarias en su forma
tradicional. Los modos y las categorías heredados del pasado ya no ·pa-
recen ajustarse a la rcalídaq experimentada por una nueva generación.
New Accmts tiene el propósito de ser una respuesta positiva a la inicia-
Diseño de tapa: Carlos Haces tiva brindada por tal situación. Cada volumen de la serie procurará esti-
mular el proceso de cambio antes que resistirse a él, y extender antes
Título original: que afianzar las fronteras que actualmente definen la literatura y su aná-
OralitJ• and Utmuy. The Terbno!qg,izing of the IVord lisis académico.
<D 1982, Walter J. Ong, publicado por Methucn & Co. Ltd., Londres Algunos importantes campos de interés surgen aJ punto. En diversas
ISBN 0-416-71380-7 partes del m.undo se han creado nuevos métodos de análisis cuyas con-
clusiones revelan las limitaciones del enfoque anglonorteamericano que
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heredamos. Se han propuesto nuevos conceptos de formas y modos lite-
D.R. 1987,FONDO DE CULTURA ECONÓMiCA S.A. DE C.V.
rarios; se difunden nuevas ideas sobre la naturaleza misma de ia litera-
D. R. 0 !996, FONDO DE CULTURA ECONÓMiCA
Av. Picacho Ajusco 227; 14200 México, D. F. tura· y de cómo ésta se comunica; prosperan nuevas opiniones acerca
El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires del papel de la literatura en relación con la sociedad. New Accents aspira-
fondo@fce.com.ar 1 www.fce.com.ar rá a exponer y comentar las más notables de ellas.
En la amplia esfera del eswdio de la comunicación humana se ha he-
cho hincapié cada vez mayor en la naturaleza y la función de. los .nue-
vos medios electrónicos de comunicació"n. New Accents intentará identificar
ISBN 950-557-170-4 y analizar el desafío que éstos presentan a nuestros modos tradicionales
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de respuesta crítica.
Fowcopiar libros está penado por ley.
El mismo interés por la comunicación indica que la serie debe ocu·
Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio parse también de aquellos campos de investigación antropológicos y so-
de impresión o digital, en forma idéntica; extractada o ciológicos más amplios que han ~omenzado a incorporar el escu-
modificada, en castellano o en cualquier orro idioma, sin la driñamiento de la naturaleza del arte mismo y de su rcla.ción con
autorización expresa de la editorial. nuestro modo de vida en todos sus aspectos. Ello requerirá, en último
caso, que se fije la atención en algunas de las actividades que hasta la
··-'' IMPRESO EN ARGENTINA · PR/,\TEIJ IN AKC!:NTINrl fecha fueron excluidas de los reinos prestigiosos de la cultura en nuestra
Hecho el depósitO que marca la ley 11.723 sociedad. La inquietante redist~ibución de valores que ello entraña y la
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desconcertante naturaleza de las presiones que se conjugan para llevarla
a cabo constituyen dos campos que New Acants procurará explorar.
Por último, como sugiere el título, un aspecto de New Accents se esta-
blecerá firmemente en los enfoques contemporáneos del lenguaje, y una
RECONOCIMIENTOS
preocupación continua de la serie será examinar el grado hasta el cual
las ramas pertinentes de los estudios lingüísticos consiguen iluminar de-
Anthony C. Daly y Claude Pavur fueron muy generosos al leer y co-
terminados ámbitos específicamente literarios. Los volúmenes que sos-
mentar sobre los borradores de este libro, y el autor desea darles las
tienen este interés en particular no supondrán, con todo, ningún
reconocimiento técnico previo de parte de sus lectores, y tratarán de re- gracias.
El autor y el editor. quisieran agradecer a la Biblioteca Británica el
pasar los aspectos lingüísticos relacionados con el tema de que se trate,
permiso de repr-oducir la ilustración I, portada ~e Tlv Boke Nanud tht Goun-
antes que embarcarse en cuestiones teóricas generales.
Cada volumen de la serie intentará una exposición objetiva de las ten- nour de sir Thomas Elyot.
dencias significativas en su campo hasta la actualidad, así como también
una puntualización de las opiniones propias del autor sobre la cuestión.
Cada uno terminará con una bibliografía informativa, como guía para
investigaciones ulteriores. Asimismo, aunque cada volumen se ocupará
principalmente de los temas referentes a sus propios intereses específi-
cos, podemos esperar que se escuche cómo se est::Iblece una especie de
cOnversación entre ellos; conversación cuyos acentos acaso insinúen el
discurso característico del futuro.
TERENCE HAWKES
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INTRODUCCION
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12 INTRODUCCIÓN JNTRODUCCIÓN 13
sociedad humana se formó primero con la ayuda del lenguaje oral; apren- · · ·a onés la escritura maya, etcétera) y se ha ocuptido del al-
·.; el stlabano J p 'do en Occidente (el alfabeto también está asentado
dió a leer en una etapa muy posterior de su historia y al principio sólo .l.,. fabcto como es usa ., . ) E ... 1
ciertos grupos podían hacerlo. El homo sapiens existe desde hace 30 mil ·•1
O . t omo en la India el Sureste Aslatlco o Corea . n esta o )ra
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y 50 rnil años. El escrito más antiguo data de apenas hace 6 mil años. · "
la exposJCJOn segu'tra" los cursos· principales del sa er extsten
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El examen diacrónico de la oralidad, de la escritura y de las diversas eta- también se prestará alguna atención, en los puntos pertmentes, ~de sen
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pas en la evolución de una: a la otra establece un marco de referencia
dentro del cual es posible llegar a una mejor comprensión no sólo de la
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turas d tstlntas del alrabeto
1: y a culturas que no se encuentran en Occt ente.
W.J.O.
cultura oral prístina y de la posterior de la escritura, sino también de
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t-·i . • !J la· cultura de la imprenta, que conduce la escritura a un nuevo punto ''
culminante, y de la cultura electrónica, que se basa tanto en la escritura Univtrsidad de Saint Louis
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como en la impresión. Dentro de esta estructura diacrónica, el pasado
y el presente; Homero y la televisión, pueden iluminarse recíprocamente.
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Empero, la iluminación no se produce fácilmente. La comprensión
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de las relaciones entre oralidad y escritura y de las implicaciones de las
j~;:\-'·~:: '; ' mismas no es cuestión de una psicohistoria o de una fenomenología ins-
tantáneas. Requiere amplios -incluso vastos- conocimientos, pensa-
miento concienzudo y formulación cuidadosa. No sólo son profundas y
complejas las cuestiones, sino que también comprometen nuestros pro-
pios prejuicios. Nosotros -los lectores de libros tales cnmo éste- esta-
mos tan habituados a leer que nos resulta muy dificil concebir un universo
oral de comunicación o pensamiento, salvo como una variante de un uni-
verso que se plasma por escrito. Este libro procurará superar hasta cier-
to punto nuestros prejuicios y abrir nuevos caminos de . comprensión.
Esta obra se concentra en las relaciones entre la oralidad y la escritura.
La capacidad de leer comen'zó con la escritura pero, desde luego en una
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fase posterior, abarca también la impresión. Por ello, el presente libro .,.
g\~~.'".'·~~ : se refiere someramente a la impresión y a la escritura. También hace
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alguna breve mención a la elaboración electrónica de la palabra y del
·····1··.·;:.. ;.' pensamiento, como en la radio, la televisión y vía satélite. Nuestra com-
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prensión de las diferencias entre la oralidad y la escritura nació apenas
en la era electrónica, no antes. Los contrastes entre los medios electróní· 1'
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es la era de la ''oralidad secundaria'', la oralidad de los teléfonos, la ra-
dio y la televisión, que depende de la escritura y la impresión para su
existencia.
. El cambio de la oralidad a la escritura, y de ahí a la elaboración elec-
trónica, comprometen las estructuras social, económica, política, religiosa .
; ..~. y otras. Todas ellas, sin embargo, sólo tienen un interés indirecto para
'" ,.· ;.J· el presente libro, que más bien trata las diferencias de "mentalidad" en-
tre las culturas orales y las que tienen conocimiento de la escritura.
Hasta la fecha, casi todo el trabajo que compara las culturas orales
con las caligráficas ha confrontado la oralidad con la escritura alfabética
antes que con otros sistemas de escritura (cuneiforme, caracteres chinos,
I. LA ORALIDAD DEL LENGUAJE
15
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16 LA ORALIDAD DEL LENGUAJE LA ORALtDAD DEL LENGUAJE l7
~· güística han estado comparando cada vez más la dinámica de la articu- la historia del hombre, sólo alrededor de 106 nunca han sido plasmadas
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por escrito en un grado suficiente para haber producido literatura, y la
''f, :J :·.!· lación oral primaria con la de la expresión verbal escrita. El reciente libro
~- . mayoría de ellas no han llegado en absoluto a la escritura. Sólo 78 de
dcjack Goody, The Domestication of the Savage Mind ( 1977), y la antología
anterior de trabajos suyos y de otros, Literacy in Traditional Societies ( 1968 ), las 3 mil lenguas que existen aproximadamente hoy en día poseen una
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proporcionan descripciones y análisis inapreciables de los cambios en es- literatura (Edmonson, 1971, pp. 323, 332). Hasta ahora no hay modo
tructuras mentales y sociales que son inherentes al uso de la escritura .. de calcular cuántas lenguas han desaparecido o se han transmutado en
Chaytor, mucho antes (1945), Ong (1958b, 1967b), McLuhan (1962), otras antes de haber progresado su escritura. Incluso ac.tual~entc, cien-
Ha u gen ( 1966), Chafe ( 1982), Tannen (1980a) y otros, aportan más da- tos de lenguas en uso activo no se escriben nunca: nadte ha td~ado una
tos y análisis lingüísticos y culturales. El estudio expertamente enfocado manera efectiva de hacerlo. La condición oral básica del lenguaJe es per-
de Foley (1980b) incluye una bibliografía extensa. · mánente.
El magno despertar al contraste entre modos orales y escritos de pen- No nos interesan aquí los llamados ''lenguajes'' de computadora.' que
samiento y expresión tuvo lugar no en !a lingüística, descriptiva o cultu~ se asemejan a lenguas humanas (inglés, sánscrito, malayalam, el dtalec-
ral, sino en los ·estudios literarios, partiendo claramente del trabajo de f' to de Pekín, twi o indio shoshón, etcétera) en ciertos aspectos, pero que
Milman Parry (1920-1935) sobre el texto de la 1/íada y la Odisea, llevado siempre serán totalmente distintos de las lenguas humanas por ~ua':to
a su terminación, después de la muerte prematura de Parry, por Albert no se originan en el subconsciente sino de modo directo en la conc¡encta.
B. Lord, y complementadO por la obra posterior de Eric A. Havelock Las reglas del lenguaje de computadora (su "gramática") se formulan
y otros. Publicaciones de lingüística aplicada y sociolingüística que ver- primero y se utilizan después. Las "reglas" gramaticales de los lengua-
san sobre los contrastes entre la oralidad y la escritura, en teoría o me- jes humanos naturales se emplean primero y sólo pueden ser for~nuladas
diante trabajo de campo, regularmente citan estas obras así como otras a partir del uso y establecidas explícitamente en palabras con dtficultad
relacionadas con ellas (Parry, 1971; Lord, 1960; Havelock, 1963; McLu- y_nunca de manera íntegra. . .
han, 1962; Okpewho, 1979; etcétera). La escritura, consignación de la palabra en el cspac10, exttende lapo-
1\ntes de abordar los descubrimientos de Parry en detalle, será con- tencialidad del lenguaje casi ilimitadamente; da una nueva estructura al
veniente preparar el campo aquí, planteando el interrogante de por qué pensamiento y en el proceso convierte ciertos dialectos en "grafolectos"
el mundo erudito tuvo que volver a despertar al carácter Oral del lengua- (Haugen, 1966; Hirsch, 1977, pp. 43-48). Un 'gr~folecto es ~na len¡¡ua
je. Parecería ineludiblemente obvio que el lenguaje es un fenómeno oral. transdialectal formada por una profunda dedtcacton a la escntura. Esta
Los seres humanos se comunican de innumerables maneras, valiéndose otorga a un grafolecto un poder muy p~r encima .del ~e cu~lqu~er dialec-
de todos sus sentidos: el tacto, el gusto, el olfato y. particularmente la to meramente oral. El grafolecto conocido como mgles oficial tiene ~cc~e
vista, además del oído (Ong, 1967b, pp. 1-9). Cierta comunicación no so para su uso a un vocabulario registrado de por lo menos. un. m Ilion
verbal es sumamente rica: la gesticulación, por ejemplo. Sin embargo, y medio de palabras, de las cuale~ se conoce~ no sólo l~s stgmficados
en un sentido profundo el lenguaje, sonido articulado, es capital. No só- actuales sino.también cientos de mtles de acepciOnes antenores. Un sen-
lo la comunicación, sino el pensamiento mismo, se relaciona de un mo- cillo dialecto oral por lo regular dispondrá de unos cuantos miles de pa-
do enteramente propio con el sonido. Todos hemos oído decir que una labras, y sus hablantes virtualmente no tendrán cOnocimiento alguno de
imagen equivale a mil palabras. Pero si esta declaración es cierta, ¿por la historia seinántica real de cualquiera de ellas. .
qué tiene que ser un dicho? Porque una imagen equivale a mil palabras Sin embargo, en todos los maravillosos mundos que descub~e la cs.-
sólo en circunstancias especiales, y éstas comúnmente incluyen un con- critura, todavía les es inherente y en ellos vive la palabra hablada. ~o
texto de palabras dentro del cual se sitúa aquélla. dos los textos escritos tienen que estar relacionados de alguna manera,
·Dondequiera que haya seres humanos, tendrán un lenguaje, y en ca- directa o indirectamente, con el mundo del sonido, el ambiente nat~ral
da caso uno que existe 'básicamente como hablado y oído en el mundo r r.'' del lenguaje, para transmitir sus significados. ':Lee~" u~ texto qwere
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del sonido (Siertsema, 1955). No obstante la riqueza de la gesticulación,' decir convertirlo en sonidos, en voz alta o en la tmagmactón, sflaba por
los complejos lenguajes gestualcs son sustitutos del habla y dependen de sílaba en la lectura lenta o a grandes rasgos en la rápida, acost_umbrada
sistemas orales del mismo, incluso cuando son empleados por los sordos en las cultUras altamente tecnológicas. La escritura nunca puede pres-
de nacimiento (Kroeber. 1972; Mallery, 1972; Stokoe, 1972). En efecto, cindir de la oralidad. Adaptando un término empleado con prop~sit?s
el lenguaje es tan abrumadoramcnte ?ral que, de entre las muchas miles un poco diferente por .Jurij Lotma,n ( 1977 • PP· 21, 4~-61; véas.~ ~simts
de lenguas -posiblemente decenas de miles- habladas en el curso de mo Champagne, 1977-1978}, podemos llamar a la escntura un sistema
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18 LA ORALIDAD DEL LENGUAJE LA ORALIDAD DEL LENGUAJE 19
secundario de modelado", que depende de un sistema primario ante- oral, aunque siendo un "arte" o ciencia sistematizado o reflexivo -por
rior: la lengua hablada. La expresión oral es capaz de existir, y casi siem- ejemplo, en el Arte Retórica de Aristóteles-, la retórica era y tuvo que ser
pre ha existido, sin ninguna escritura en absoluto; empero, nunca ha un producto de la escritura. Rhitoáki, o retórica, significaba básicamen-
habido escritura sin oralidad. te el discurso público o la oratoria que, aun en las culturas tipográficas
No obstante, a pesar de las raíces orales de toda articulación verbal, y con escritura, durante siglos siguió siendo irreflexivamente, enlama-
durante siglos el análisis científico y literario de la lengua y la litenltura yoría de los casos, el paradigma de todo discurso, incluso el de la escritu-
ha evitado, hasta años muy recientes, la oralidad. Los textos han clama- ra (Ong, 1967b, pp. 58-63; Ong, 1971, pp. 27-28). Así pues, desde el
do atención de manera tan imperiosa que generalmente se ha tendido principio la escritura no redujo la oralidad sino que la intensificó, posi-
a considerar las creaciones orales como variantes de las producciones es- bilitando la organización de los" principios" o componentes de la orato-
critas; o bien como indignas del estudio especializado serio. Apenas en ria en un ''arte" científico, un cuerpo de explicación ordenado en forma
fechas recientes hemos empezado a lamentar nuestra torpeza a este consecutiva que mostraba cómo y por qué la oratoria lograba y. podía
respecto (Finnegan, 1977, pp. 1-7). ser dirigida a obtener s.us diversos efectos específicos.
Salvo en las décadas recientes, los estudios lingüísticos se concentra- No obstante, era dificil que los discursos -u otras producciones ora-
ron en los textos escritos antes que en la oralidad por una razón que re- les cualesquiera- estudiados como parte de la retórica, pudieran ser las
sulta fácil comprender: la relación del estudio mismo con la escritura. alocuciones mientras éstas eran recitadas oralmente. Después de pronun-
Todo pensamiento, incluso el de las culturas orales primarias, es hasta ciar el discurso, no quedaba nada de él· para el análisis. Lo que se em-
.. ,. cierto punto analítico: dividé sus elementos en varios componentes. Sin pleaba para el "estudio" tenía que ser el texto de los discursos que se
embargo, el examen abstractamente explicativo, ordenador y consecuti- habían puesto por escrito, comúnmente después de su declamación y por
vo de fenómenos o verdades reconocidas resulta imposible sin la escritu- lo regular mucho más tarde (en el mundo antiguo nadie, salvo los ora-
ra y la lectura. Los seres humanos de las culturas ora1es primarias, aqueUas dores vergonzosamente incompetentes, solía hablar con base en un texto
que no conocen la escritura en ninguna forma, aprenden mucho, poseen preparado de antemano palabra por palabra; Ong, 1967b, pp. 56-58).
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i., • • ¡~". ~ y practican gran sabiduría, pero no "estudian". De esta manera, aun Jos discursos compuestos oralmente se estudiaban
Aprenden- por medio del entrenamiento -acompañapdo a cazadores no como tales, sino como textos escritos.
experimentados, por ejemplo-; por discipulado, que es una especie de Por otra parte, además de la transcripción de las producciones orales
aprendizaje; escuchando; por repetición de lo que oyen; mediante el do.., tales como los discursos, con el tiempo la escritura produjo composicio-
minio de los proverbios y de las maneras de combinarlos y reunirlos; por nes rigurosamente escritas, destinadas a su asimilación a partir de la su-
asimilación de otros elementos formularios; por participación en una es- perficie escrita. Tales composiciones reforzaron aún más la atención a
pecie de memoria corporativa; y no mediante el estudio en sentido estricto~ los textos, pues las composiciones propiamente escritas se originaron só-
Cuando el estudio, en la acepción rigurosa de un extenso análisis con- lo como textos, aunque muchas de ellas por lo común fueran escuchadas
secutivo, se hace posible con la incorporación de la escritura 1 a menudo y no leídas en silencio, desde las historias Tito Livio hasta la Comedia
una de las primeras cosas que examinan los que saben leer es la lengUa de Dante y obras posterior-es (Nelson, 1976-1977; Biiuml, 1980; Goldin,
misma y sus usos. El habla es inseparable de nuestra conciencia; ha fas- 1973; Cormier, 1974; Ahern, 1982).
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cinado a los seres humanos y prov9cado reflCxión seria acerca de sí mis-
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ma desde las fases más remotas de la conciencia, mucho antes de que
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¿DIJO "t.l't'EI<ATUH.A ORAl."?
la escritura llegara a existir. Los proverbios procedentes de todo el m un~
·>~.t-" do son ricos en observaciones acerca de este fenómeno abrumadoramen-
. ,. .La concentración de los especialistas en los textos tuvo consecuencias ideo-
te. humano del habla en su forma oral congénita, acerca de sus poderes, lógicas. Con la atención enfocada en los textos, con frecuencia prosiguie-
sus atractivos, sus peligros. El mismo embeleso con el habla oral conti~ ron a suponer, a menudo sin reflexión alguna, que la articulación verbal
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.núa sin merma durante siglos después de entrar en uso la escritura.· oral era en esencia idéntica a la expresión verbal escrita con la que nor-
En Occidente, entre los antiguos griegos, la fascinación se manifestó malmente trabajaban, y que las formas artísticas orales en el fo,ndo sólo
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'., .• ;:., en la elaboración del arte minuciosamente elaborado y vasto de la retóri~ eran textos, salvo en el hecho de que no estaban asentadas por escrito.
~~';f.~ ~.r ca, la materia académica más completa de toda la cultura occidental du- Se extendió la impresión de que, aparte del discurso (goberna~o por re-
.• rante dos mil años. En el original griego, technlrhitorikl, "arte de hablar" glas reté:-icas escritas), las formas artísticas orales eran fundament.Umente
(por lo común abreviado a solo rhttorikt), en esencia se refería al discurso desmañadas e indignas de examen serio. .
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26 CULTURAS ORALES PRIMARIAS CULTURAS ORALES PRIMARIAS 27
chck y Ernst Pulgram, advirtió cierta diferencia entre la lengua escrita sía primitiva cualidades que su propia época encontraba fundamental·
y la hablada, aunque, al concentrarse en los universales lingüísticos an~ mente atractivas. Más que cualquier otro investigador anterior, el
tes que en los factores de desarrollo, hizo poco uso de la distinción (Goody, clasicista estadunidense Milman Parry (1902-1935) logró socavar esta
1977,p. 77). patriotería cultural, a fin de penetrar en la poesía homérica'' primitiva''
en las condiciones propias de la misma, aunque éstas se oponían a la
opinión aceptada de lo que debían ser la poesía y los poetas.
LA CUESTIÓN HOMÉRICA Algunos trabajos anteriores habían presagiado vagamente el de Parry
en lo referente a que la adulación general de los poemas homéricos a me-
Dadas una conciencia de larga data entre los letrados de la tradición oral, nudo estuvo acompañada de cierta inquietud. Con frecuencia se consi-
y la demostración, por Lang y otros, de que las culturas exclusivamente deraba que los poemas no cuadraban del todo. En el siglo xv11. Fran¡;ois
orales podrían producir complicadas formas artísticas verbales, ¿qué hay Hédelin, Abbé d'Aubignac et de Mcimac (1604-1776), en un espíritu
de nuevo en nuestra comprensión moderna de la oralidad? más de retórica polémica que de erudición verdadera, acusó a la /Uada
·.. La nueva interpretación evolucionó por varios caminos, pero acaso y la Odisea de tener tramas mal delineadas, de pobreza en la descripción
pueda seguirse mejor en la historia de la "cuestión homérica". Durante de sus personajes y de ser ética y teológicamente despreciables; prosigue
más de dos milenios, los estudiosos se han entregado al estudio de Ho- para argumentar que nunca existió un Homero y que las epopeyas a él
mero, con variadas mezclas de penetración, información errónea y pre- atribuidas se reducían a colecciones de rapsodias de otros. El erudito clá-
juicio, consciente e inconsciente. En ninguna parte se manifiestan en un sico Richard Bentley ( 1662-1742), famoso por demostrar que las llama-
contexto más rico los contrastes entre oralidad y conocimiento de la es- das Epístolas de Falo.ris eran falsificadas y por ocasionar de manera indirecta
critura, o los puntos débiles de la mente caligráfica o tipográfica irre- la sátira antitipográfica de Swift, The Battle of the Books, opinó que en rea-
flexiva. lidad existió un hombre llamado Homero, pero que los diversos cantos
La "cuestión homérica" como tal se originó en la crítica superior de que "escribió" no fueron reunidos en los poemas épicos hasta poco más
Homero en el siglo XIX, que había madurado junto con la crítica superior o menos 500 años después, en tiempos de Pisístrato. El filósofo italiano
de la Biblia, pero cuyas raíces se remontaban hasta la antigüedad clási- de la historia, Giambattista Vico (1668-1744), creyó que no había exis-
ca. (Véase Adam Parry, 1971, referencia fundamental a lo largo de las tido ningún Homero, sino que las epopeyas homéricas de algún modo
siguientes páginas.) Los hombres de letras de la antigüedad clásica occi- representaban las creaciones de todo un pueblo.
dental una que otra vez habían revelado cierta conciencia de que la Ilz'a- Robert Wood (ca. 1717-1771), diplomático y arqueólogo inglés, quien
da y la Odisea diferían de una poesía griega distinta y de que sus orígenes cuidadosamente identificó algunos de los sitios mencionados en la llz'ada
eran oscuros. Cicerón sugirió que el texto existente de los dos poemas y la Odisea, al parecer fue el primero cuyas conjeturas se aproximaron
homéricos era una revisión de Pisístrato a la obra de Homero (misma a lo que Parry finalmente demostró. Wood opinaba que Homero no sa-
que Cicerón concebía, sin embargo, como un texto); y Josefa propuso bía leer y que la capacidad de la memoria fue lo que le permitió producir
incluso que Homero no sabía escribir, cosa que hizo a fin de argumentar esa poesía. Wood sugiere extraordinariamente que la memoria desem-
que la cultura hebrea era superior a la cultura griega más antigua pues peñó un papel bastante diferente en la cu1tura oral del que tuvo en la
aquélla conocía la escritura, antes que para explicar algo del estilo u otras letrada. Aunque Wood no pudo explicar exactamente cómo funcionó la
características en las obras homéricas. mnemotecnia de Homero, sí propone que el etlws del verso homérico era
Desde el principio, profundas inhibiciones han interferido en nuestra popular antes que culto. Juan Jacobo Rousscau ( 182.1, pp. 163-164 ), ci-
visión de lo que en realidad son los poemas homéricos. Desde la antigüe- tando a Perc Harclouin (niriguno es mencionado por Adam Parry), cre-
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dad hasta el presente, la !Nada y la Odisea comúnmente han sido conside- yó muy probable que Homero y sus contemporáneos entre los griegos
r~das como los pocn;¡as seculares más inspirados, más puros y rríás no hubieran conocido la escritura. Rousseau sí considera como un pro-
CJemplar·es de la herencia occidental. Para explicar su excelencia recono- blema, sin embargo, el mensaje sobre un díptico que, en el carlto v1 de
cida, cada era se ha inclinado a interpretarlos como una mejor realiza- la Ilíada, Belerofonte llevó al rey de Licia. Pero no hay evidcncia•de que
ción de lo que, según ella, hacían o pretendían hac~r sus poetas. A pesar los "signos" sobre el díptico, que pedían la ejecución del propio Bclero·
de que el romanticismo había dado una nueva interpretación a lo "pri- fonte, formasen una verdadera escritura (véase más adelante, pp: 88-89).
mitivo''? como una etapa favorable antes que lamentable de la cultura, De hecho, en el relato homérico parecen más bien como una especie de
los eruditos y los lectores por lo general tendían aún a atribuir a la poe- ideogramas toscos.
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oral, el conocimiento, una vez adquirido, tenía que repetirse constante- te en las mismas condiciones métricas para expresar una idea esencial
mente o se perdía: los patrones de pensamiento formularios y fijos eran dada" (Adam Parry, 1971, p. 272). Dicho estrato fue explorado de ma-
esenciales para la sabiduría y una administración eficaz. Sin embargo, nera más intensiva por David E. Bynum en The Dacmon in the Wood (1978,
para la época de Pbtón (¿427?-347 a. de C.) había sobrevenido un cam- pp. 11-18, y passim). Bynum apunta que las" 'ideas esenciales' de ~a~~y
bio: los griegos por fin habían interiorizado efectivamente la escritura, rara vez son enteramente tan simples como puede indicar la conCiswn
lo cual tomó varios siglos después deJ desarrollo del alfabeto griego alre- de la definición de Parry o la brevedad usual de las fórmulas misma~,
dedor de 720-700 a. de C. (Havclock, 1963, p. 49, citando a Rhys Car- el convencionalismo del estilo épico o la trivialidad en la referencia lexi-
penter). La nueva manera de almacenar el conocimiento no consistía en cográfica de la mayor parte de las fórmulas" (1978, p. 13). Bynum d_is·
fórmulas mnemotécnicas sino en el texto escrito. Ello liberó a la mente tingue entre elementos "formularios" y "frases estrictamente formulanas
para el pensamiento más abstracto y original. Havelock muestra que Pla- (repetidas con exactitud)" (cfr. Adam Parry, 1971, p. xxxiii, n. 1). Aun-
tón en esencia (aunque no conscientemente-del todo) excluyó a los poe- que estas últimas caracterizan la poesía oral (Lord, 1960, pp. 33-65), en
tas de su república ideal porque él mismo se hallaba en un mundo ella ocurren y se repiten en grupos (en uno de los casos de Bynum, _por
intelectual nuevo 1 formado caligráficamente, en el cual la fórmula o el ejemplo, elevados árboles presencian la agitación provocada por el acercamiento
lugar común, queridos por todos los poetas tradicionales, resultaban an- de un terrorifi.co guerrero; 1978, p. 18). Las agrupaciones constituyen los prin-
ticuados y contraproducentes. cipios de organización de las fórmulas, de modo que la "idea esencial"
,, Todas ellas representan conclusiones inquietantes para una cultura no está sujeta a una expresión directa y clara, sino antes bien representa
...... occidental que se ha identificado íntimamente con Homero, como parte una especie de conjunto ficticio mantenido unido en gran medida en el
de una antigüedad griega idealizada. Prueban que la Grecia homérica inconsciente.
cuhivaba, como una virtud poética e intelectual, lo que nosotros hemos El notable libro de Bynurn se concentra en gran part,e alrededor de
considerado como un vicio, y muestran que la relación entre la Grecia la ficción elemental que él llama el patrón de los "Dos Arboles'' y que
homérica y todo lo que simbolizó la filosofía después de Platón de hecho identifica en la narración oral y la iconografía de todo el mundo, desde
era, por armónica y continua que pareciera en la superficie, profunda- la antigüedad mesopotámica y mediterránea hasta la narración oral en
• mente antagónica, aunque con frecuencia en un nivel incOnsciente antes la Yugoslavia moderna, el África del Centro y otros lugares. En todas- par-
" que consciente. El conflicto atormentaba el propio inconsciente de Pla- tes, "Jos conceptos de separación, dádiva y un peligro imprevisible" se
tón. En el Fedro y su Carta VIl, Platón expresa severas reservas acerca de agrupan alrededor de un árbol (el árbol verde) y "las ideas de un~fica·
la escritura, como una manera inhumana y mecánica de procesar el co- ción, recompensa, reciprocidad" se reúnen alrededor del otro (el arbol
nocimiento, insensible a las dudas y destructora de la rnemoria 1 aunque, seco, madera cortada); 1978, p. 145. El interés de Bynum en esta y otra
como ahora sabemos, el pensamiento filosófico por el que luchaba Pla· ''ficción elemental'' característicamente oral nos ayuda a establecer al-
tón dependía totalmente de la escritura. No es de extrañarse que las im- gunas diferencias, más claras de las que previamente f~~ron ~os~bles,
plicaciones aquí presentes se hubieran resistido por tanto tiempo a salir entre la organización narrativa oral y la de la narracwn cahgrafico-
a la superficie. La importancia de la antigua civilización griega para el tipográfica.
mundo entero comenzaba a aparecer bajo una luz completamente nue- Tales diferencias serán estudiadas en este libro sobre bases diferentes
va: marcó el punto en la historia humana cuando el conocimiento de la de las de Bynum, pero asociadas con ellas. Foley (1980a) ha mostrado
escritura' alfabética, profundamente interiorizado, por primera vez cho- que la constitución exacta de una fórmula oral y su funcionamiento_de-
có de frente con la oralidad. A pesar de la inquietud de Platón, en ese penden de la tradición dentro de la cual se utilice, pero que hay suficten-
tiempo ni él ni nadie estaba o podía estar claramente consciente de que te materia de fundamento común en todas las tradiciones para hacer válido
eso era lo que estaba sucediendo. el concepto. A menos que se indique claramente lo contra_rio, aquí com-
El concepto de Parry sobre la fórmula fue desarrollado en el análisiS prenderé fórmula, formulario y formulaico como referencias del ~odo ge-
del hexámetro griego. Puesto que otros lo han tratado y ampliado, ine- néricas a frases o expresiones fijas repetidas más o menos exactamente
vitablemente se han originado diversas controversias respecto a cómo (como proverbios) en verso o en prosa, las cuales, como se verá más a~~
abarcar, extender o adaptar la definición (véase Adam Parry, 1971, p. lante, en la cultura oral tienen una función innegablemente más deCist·
xxviii, n. I). Un motivo de ello es que el concepto de Parry encierra un va y penetrante que cualquiera que puedan desempeñar en una que
estrato más profundo de significado, no inmediatamente aparente en su conozca la escritura, la impresión o la electrónica (cfr. Adam Parry, 1971,
definición de la fórmula: "grupo de palabras que se emplea regularmen- página xxxiii, n. 1).
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34 CULTURAS ORALES PRIMARIAS ¡· CULTURAS ORALES PRIMARIAS 35
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cida obra del fallecido Marshall McLuhan (1962, I964) también da gran luntad como tal, de un .sentido de la diferencia entre el pasado y el
•
irnportancía a los contrastes entre oído y ojo, entre lo oral y lo textual, • futuro-, y los rasgos de la psique en las culturas orales, no s~lo d~l pa-
llamando la atención sobre la conciencia anticipadamente aguda deJa- ; sado sino aun hoy en día. Los efectos de estados orales de conCiencia son
m.es Joycc de las polaridades entre el oído y el ojo, y relacionando con '
extraños a la mente que conoce la escritura y llegan a producir compli-
tales polaridades un grqn conjunto de investigación erudita, de otro mo- cadas explicaciones que pueden resultar superfluas. Es ~asible que e_l es-
do muy divergente, reunido por el vasto saber ecléctico de McLuhan y ' . tado bicameral signifique simplemente oralidad. La cuestiÓn de la orahdad
por sus asombrosas introspecciones. MeLuhan atrajo el interés no sólo ! .·: y del estado bicameral quizá requiera más investigación.
de los eruditos (Eiscnstcin, 1979, pp. x-xi, xvii), sino también de perso-
nas ocupadas en los medios de comunicación, de autoridades en los ne-
gocios y del público entendido en general, en gran parte debido a la
fascinación provocada por sus muchas declaraciones gnómicas o proféti-
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PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 39
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PS!CODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 43
42 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD
ÜTRAS CARACTERÍSTICAS DEL I'~:NSAMIENTO
de Ha;eiock (1963) y obras de ficción como la novela No Longer alEas' (1961),
Y LA EXPRESIÓN DE CON DIC.: IÓN ORAL
~e Chmua Achebe, que se basa directamente en la tradición oral ibo en el
Afri:a occidental, pr~porcionan ejemplos abundantes de las normas de pen-
La conciencia del fundamento mnemotécnico del pensamiento y la ex-
s:umento de personaJes educados oralmente, que se manejan en estas es-
presión en las culturas orales primarias· abre el camino a la comprensión
trías orales mnemotécnicamente labradas 1 mientras los hablantes
de otras características del pensamiento y la expresión de condición oral,
reflexionan, con gran inteligencia y erudició n, sobre las situaciones en
además de su organización formulaica. Las características abordadas aquí
las cua~es se encuentran participando. En las culturas orales, la ley mis-
son algunas de las que distinguen el pensamiento y la expresión de con 4
moved ovcr the waters. And God said: Be light made. And light was made.
do en una palabra constituye una especie de fórmula, una manera fija And God saw the light that it was good; and he dividcd the light from the
de procesar los datos de la experiencia, de determinar el modo como ·la darkncss. And he called the light Da y, and the darkuess Night; and there was
experiencia y ~a reflexión se organizan intelectualmente, y de actuar co- evening and morning one day.
mo una especte de aparato mnemotécnico. Expresar la experiencia con [Al principio Dios creó el cielo y la tierra. Y la tierra era informe y vacía,
palabras (lo cual significa transformarla por lo menos en cierta medida y las tinieblas cubrían la superficie del abismo; y el espíritu de Dios se cernía
qú.~ no falsific~rla) puede producir su recuerdo. Las fórmulas que carac: sobre las aguas. Y Dios dijo: Hágase la luz. Y se hizo la luz. Y Dios vio que
t~nzan la oralidad .son más complicadas, sin embargo, que las palabras la luz era buena; y separó la luz de las tinieblas. Y llamó a la luz día, y a
aisladas, aunque algunas sean relativamente sencillas: el "camino de las las tinieblas noche; y hubo tarde y mañana, un dfa.]
1,,
ballenas" ~el poeta de Beowulj es una fórmula (metafórica) para el mar
Hay nueve "and" introductores. Con una sensibilidad más rrioldcada
en un sentido en que no lo es el término "mar".
por la escritura y la impresión, la New Amtrican Bihlt (1970) traduce:
In the beginning, when God created the heavens and the earth, the earth was
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44 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 45
a formless wastela.nd, and darkness covered thc abyss, while a mig:hty wind mulas para practicar la memoria. Los elementos del pen.samient? y de
s.wept ovcr the watcrs. Then God said, ''Let thcrc be light'', and there was la expresión de condición oral no tienden tanto a ser entldades simples
hght. God saw how good the light was. God then separated the light from sino grupos de entidades, tales como términos, locuciones u oraciones
the darkncss. God called the light ''clay'' and the darkness he called ''night''. paralelos; términos, locuciones u oraciones antitéticos; o epítetos. La tra·
Thus evening came, and morning followcd thc first clay. dición popular oral prefiere, especialmente en el discurso formal, no al
[En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada soldado, sino al valiente soldado; no a la princesa, sino a la hermosa prin-
y vacía, y las tinieblas estaban sobre la ha7. del abismo, y el Espíritu de Dios
cesa; no al roble, sino al fuerte roble. De esta manera, la expresión oral
se movía sobre la haz de las aguas. Y dijo Dios: sea la luz; y fue la luz. Y
...... vio Dios que la luz era buena y apartó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó lleva una carga de epítetos y otro bagaje formulario que la alta escritura
' Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche: y fue la tarde y la mañana rechaza por pesada y tediosamente redundante, debido a su peso acu-
un día.) mulativo (Ong, 1977, pp. 188-212).
Los lugares comunes en las denuncias políticas de muchas culturas
Hay dos "andu introductores, cada uno sumergido en una oración en vías de desarrollo de baja tecnología -enemigo del pueblo, capitalis-
c?mpuesta. La versión de Douay transcribe el hebreo we o wa (and) tas traficantes de guerras-, que parecen estúpidos a las personas muy
stmplemente como uandn [y]. La New American lo interpreta como and, instruidas, constituyen elementos formularios esenciales de la huella de
when [cuando], then [entonces], thus [por ende], o while [mientras], a fin los procesos orales de pensamiento. Una de las muchas indicaciones de
de que la narración fluya con la subordinación razonada y analítica que las importantes, aunque estén subyacentes, muestras de la tradición oral
caracteriza la escritura (Chafe, 1982) y que parece más natural en los en la cultura de la Unión Soviética es (o fue hace algunos años, cuando
te~t?s del siglo x~. L~s estructuras orales a menudo acuden a la prag· yo la descubrí) la insistencia en hablar siempre de "la Gloriosa Revolu-
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.·l•.; . matlca (la convemenCia del hablante; Sherzer, 1974, habla de dilatadas ción del 26 de Octubre"; en este caso, la fór-mula adjetival representa
producciones orales públicas entre Jos cuna, incomprensibles para sus una estabilización obligatoria, como Jo fueron las fórmulas adjetivales
oyentes). Las estructuras caligráficas están más pendientes de la sintaxis homéricas: "el sabio Néstor" o "el ingenioso Odisco", o como solía serlo
(la o~ganización_ del disc~rso mismo), corno lo ha señalado Givón (1979). "el glorioso Cuatro de julio" en los gr·upos aislados, do~de las hu~ll~s
E.l discurso escnto despliega una gramática más elaboracJa y flja que el de la tradición oral eran comunes, aun en los Estados Umdos de prmci-
discurso oral, pues, para transmitir significado, depende más sólo de la pios del siglo XX. La Unión Soviética todavía anuncia cada año Jos epí-
estructura lingüística, dado "que carece de los contextos existenciales pie· tetos oficiales para varios loci classici de la historia soviética.
nos normales que rodean el discurso oral y ayudan a determinar el signi- Es muy posible que una cultura oral pregunte en un acertijo por qué
ficado en éste, de manera un poco independiente de la gramática. los robles son fuertes, pero lo hace a fin de asegurar que así son, para
• ,,' <C· Sería un error pensar que la versión de Douay simplemente está "más guardar intacto el agregado, y realmente no para poner en tela de juicio
.... ; cerca'' del original hoy en día que la New American. Se ciñe más en cuan· 0 en duda el atributo. (Para ejemplos tornados directamente de la c.ultu-
toque traduce we o wu siempre con la misma palabra, pero da una im- ra oral de los Juba en Zaire, véase Faik-Nzuji, 1970.) Las expres10ncs
presión remota, arcaica y aun pintoresca a la sensibilidad actual. Las tradicionales en las culturas orales no deben ser desarmadas: reunirlas
personas que pertenecen a culturas orales o a culturas con huellas muy a lo largo de generaciones representó una ardua labor, y no existe un
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~arcadas de la tradición oral, incluso la que produjo la Biblia, no. apre- ·· lugar fuera de la mente para conservarlas. Así pues, los soldados serán
Cian este tipo de expresión como tan arcaico o pintoresco. Lo perciben siempre valientes; las princesas, hermosas; y los robles, fuertes. No se
como natural y normal, algo así c~:nno la versión New American nos pare- pretende decir que no pueda haber otros epítetos para los soldados, para
ce natural y normal a nosotros. las princesas o los robles, aun epítetos contrarios, pero éstos también son
Otros ejemplos de la estructura aditiva pueden hallarse a través del comunes: el soldado bravucón, la princesa triste, ·también pueden for-
mundo en la narración oral primaria, de la cual ahora tenemos una ex- mar parte del aparato. Lo establecido para los epítetos también se aplica
tensa colección en grabaciones (véase F ole y, 1980b, para un catálogo de a otras fórmulas. Una vez que se ha cristalizado una expresión formula·
algunas de ellas). ' ria más vale mantenerla intacta. Sin un sistema de escritura, el pensa-
mi~nto que divide en partes -es decir, el análisis- represCnta un
(ii) Acumulativas antes que anallticas procedimiento muy arriesgado. Como Lévi-St_rauss lo expresó atinada~
mente en una aserción sumaria, "el pensamiento salvaje [i.e. o·ral] tota-
Esta característica está estrechamente ligada a la dependencia de las fór- liza" (1966, p. 245).
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46 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD PS!COD!NÁM!CAS DE LA ORALIDAD . 47
(v) Cerca del mundo huma11o vital (Citado por Havelock, 1963, p. 81; véase también ibid., pp. 174-175).
La cultura oral primaria se preocupa poco por conservar el conoClmien-
En ausencia de categorí;;ts analíticas complejas que dependan de L:t escri- to de las artes como un cuerpo autosuficientc y abstracto.
tura para estructurar el saber a cierta distancia de la eXperiencia vivida,
las culturas orales deben conceptual izar y expresar en forma verbal to-
(vi) De matices agonúticos
dos sus conocimientos, con referencia más o menos estrecha con el mun-
do vital humano, asimilando el mundo o~jetivo ajeno a la acción
Muchas, tal vez todas las culturas orales o que conservan regustos orales
recíproca, conocida y más inmediata, de los seres humanos. Una cultu·
dan a los instruidos una impresión extraordinariamente agonística en su
ra caligráfica (de escritura) y, aún más, una cultura tipográfica (de im·
expresión verbal y de hecho en su estilo de vida. La escritura propicia
presión) pueden apartar y en cierto modo incluso desnaturalizar al
abstracciones que separan el saber del lugar donde los seres huf!1anos
hombre, especificando tales cosas como los nombres de los líderes y las
luchan unos contra otros. Aparta al que sabe de lo sabido. Al mantener
divisiones políticas en una lista abstracta y neutra enteramente despro-
vista de un contexto de acción humana. Una cultura oral no dispone de
*Homero, La !liada, Ed. JuliO Palli Bonct, trad. L. Scgalá, Bruguera Libro Clásico,
vehículo alguno tan neutro como una lista. En la última mitad del se- Editorial Brugucra, S. A., Barcelona, 1979, pp. 40·41.
¡
50 PSICOOINÁMICAS DE LA ORALIDAD PSICOOINÁMICAS DE LA ORALIDAD 51 ¡
incrustado el conocimiento en el mundo vital humano, la oralidad lo si· manifestaciones artísticas orales también está relacionada con la estruc~
túa dentro de un contexto de lucha. Los proverbios y acertijos no se em- tura de la oralidad misma. Cuando toda comunicación verbal debe ser
plean simplemente para almacenar los conocimientos, sino para por palabras directas, participantes en la dinámica de ida y vuelta del
comprometer a otros en el comtJate verbal e intelectual: un proverbio sonido, las relaciones intcrpersonales ocupan un lugar destacado en lo
o acertijo desafía a los oyentes a superarlo con otro más oportuno o con- referente a la atracción y, aún más, a los antagonismos.
tradictorio (Abrahams, 1968; 1972). En las.narracioncs, la fanfarrone- El otro lado de los insultos agonísticos o la vituperación en las cultu-
ría sobre la proeza personal o las frases hirientes del rival figuran ras orales o que conservan regustos orales es la expresión ampulosa de
regularmente en los enfrentamientos entre los personajes: en la litada, alabm~za que se haHa en todas partes en relación con la oralidad. Es muy
en Beowuif, a lo largo del romance europeo medieval, en Tht Mwindo Epic conocida en los poemas orales de encomio africanos, estudiados extensa-
y otros inr{umcrables relatos africanos (Okpewho, 1979; Obicchina, 1975), mente, de la actualidad (Finncgan, 1970; Opland, 1975), así como a través
en la Biblia, como entre David y Goliat (l Sarnuel 17: 43-47). Comunes de toda la tradición retórica occidental que conserva huellas de la tradi-
en las sociedades orales de todo el mundo, los insultos recíprocos tienen ción oral, desde la antigüedad dásica hasta el siglo XVI~ l. "Vengo a en- 1
un nombre específico en la lingüística:flyLing (ojliting). Crecidos en üna terrar a César, no a elogiarlo", exdama Marco Antonio en su discurso 1
cultura todavía predominantemente oral, ciertos jóvenes negros de los funerario enJulio César (v.11. 79), de Shakespeare, y luego procede a ala-
Estados U nidos, el Caribe y otras partes practican lo que se conoce in- bar a César según las normas retóricas de encomio que fueron inculca-
distintamente corno '' dozens'', ''Joning'', '' sounding' ', etcétera, competencia
' das a todos _los c~legiales del Renacirmento y que Erasmo empleó de
que consiste en superar al rival en insultos a su madre. El dozens no es manera tan mgentosa en su Elogio cú la locura. La alabanza ampulosa en
un verdadero combate sino una manifestación artística, al igual que las la antigua tradición retórica de regustos orales da una impresión de fai-
demás agresiones verbales estilizadas de otras culturas.
No sólo en el uso dado al saber, sino también en la celebración de
sa, pomposa y cómicamente presuntuosa a las personas de culturas con
gran tradición escrita. No obstante, el elogio acompaña al mundo oral,
1
la conducta física, las culturas orales se revelan como agonísticamente a?<:nístico ~ intensamente polarizado, del bien y del mal, la virtud y el
programadas. La descripción entusiasta de violencia física a menudo ca- vtoo, los vtllanos y los héroes.
racteriza la narración oral. En la !Hada, por ejemplo, los c;:antos vw y x ;La dinámica agonística de los procesos de pensamiento y la expresión
·:t. orales ha sido esencial para el desarrollo de la cultura occidental, donde
por lo menos compiten con los programas de televisión y cine más sensa-
fue institucionalizada por el "arte" retórica y por su prima hermana: la
cionales de la actualidad, en cuanto al despliegue de violencia, y los supe-
ran con mucho en lo referente al detalle exquisitamente sangriento, dialéctica de Sócrates y Platón que proporcionaron a la articulación ver-
•
que pue(:ie ser menos repulsivo cuando es descrito verbalmente que bal oral agonística una base científica elaborada con ayuda -de la escritu-
al presentarse en forma visual. La representación de violencia física ra. Se ahondará más sobre esto en las siguientes páginas.
extrema, fundamental para muchas epopeyas orales y otros géneros ora-
les, y subyacente a través de gran parte del uso temprano de la escritura,
se reduce paulatinamente o bien ocupa lugar secundario en la narración (vii) Empáticas y participantes antes que objetivamente apartadas
literaria posterior. Sobrevive en las baladas medievales, pero ya·es obje·
to de la burla de Thornas Nashe en The Unfortunatt Travdtr (1594). Al Para una cultura oral, aprender o saber significa lograr una identifica·
avanzar la narración iit"craria hacia la novela seria; con el tiempo dirige ción comunitaria, empátíca y estrecha con lo sabido (Havelock; 1963,
el foco de atención más y más hacia las crisis internas, apartándolo de pp. 145·146), identificarse con él. La escritura separa al que sabe de lo
las meramente exteriores. s-abido y así establece las condiciones para la "objetividad" en el sentido
Por supuesto, las penalidades físicas comunes y persistentes de la vi- de una disociación o alejamiento personales. La "objetividad" que Ho-
da en muchas socicdad~s tempranas explican en parte la gran dosis de mero y otros oradores poseen es la reforzada por la expresión formulati-
violencia en las primeras formas artísticas verbales. La ignorancia de las va: la reacción del individuo no se expresa simplemente como individual
causas físicas de la enfermedad y el desastre también pueden fomentar o ''subjetiva'', sino como encasillada en la reacción, el ''alma'' comuni-
tensiones personales. Dado que la enfermedad o el desastre son origina· taria. Bajo la influencia de la escritura, a despecho de su protesta ~ontra
dos por algo, es posible suponer la malevolencia personal de otro ser hu· ella, Plat6n excluyó a los poetas de su República, pues estudiarlos signi~
mano -un hechicero, una bruja- en lugar de motivos físicos, y así ficaba en esencia aprender a reaccionar con el "alma" sentirse identifi~
aumentar las hostilidades personales. Sin embargo, la violencia en las cado con Aquiles u Odiseo (Havelock, 1963, pp. 197-2:Í3). Al tratar otro
PSICÓOINÁMICAS DE LA ORALIDAD PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 53
52
ambiente oral primariq má:-; de dos mil años después, los cdiwres de T~e peya, retienen algunas palabras en formas y sentidos arcaicos. Pero tam-
!~
Mwindo .t:'pic ( 1971, p. 37) llaman la atención sobre una marcada identi- bién conservan tales palabras mediante el uso actual; no el uso actual
ficación similar de Candi Rureke, el cantor de la epopeya -y a través del discurso aldeano común, sino el de los poetas épicos en su sentido
de él, de sus oyentes- con el héroe Mwindo, identificación que de he- más general, que conservan formas arcaicas en su vocabulario especial.
cho afecta la gramática de la narración, de modo que de cuando en cuando Estas prácticas son parte de la vida social habitual y de este modo seco-
el narrador se desliza a la primera persona al describir las acciones del nocen las formas arcaicas, aunque limitadas a la actividad poética. El :).
héroe. El narrador, el público y el personaje están tan unidos que Rure- recuerdo del antiguo significado de viejos términos tienen de esta mane-
ke hace que el personaje épico Mwindo mismo se dirija a· tos que están ra cierta durabilidad, aunque no infinita. 1
poniendo por escrito las palabras de Rurekc: "Tú, el que escribe, ¡avan- Cuando las generaciones pasan y el objeto o la institución a la que
.\.
za!'' o bien, ''Oh tú, el que escribe, ves que ya parto''. En la percepción hace referencia la palabra arcaica ya no forma parte de la experiencia 1
del narrador y de su público, el héroe del relato oral asimila al mundo actual y vivida, aunque la voz. se haya conservado, su significado por
oral incluso a los que la transcriben y que están quit(tndolc su carác- lo común se altera simplemente o desaparece. Los tambores hablantes
ter oral y volviéndolo texto. africanos, como se utilizan, por ejemplo, entre los lokele e11: Zaire orien-
tal, se expresan con fórmulas complicadas que conservan ciertas pala-
bras arcaicas que los tamborileros lokele pueden pronunciar, pero cuyo
(viii) HomeoJtáticas significado ya no conocen (Carrington, 1974, pp. 41-42; Ong, 1977,
pp. 94-9.5). Cualquier cosa a la que se hayan referido estas palabras, ha de-
A diferencia de las sociedades con grafía, las orales pueden caracterizar- saparecido de la experiencia cotidiana lokelc y c1 término que perdura
se como homeostáticas (Goody y Watt, 1968, pp. 31-34). Es decir, las ha quedado vacío. Las rimas y los juegos transmitidos oralmente de una
sociedades orales viven intensamente en un presente que guarda el equi- generación de niños a la siguiente, incluso en la cultura de alta te.cnolo-
librio u homcóstasis desprendiéndose de los recuerdos que ya no tienen gía, contienen p'alabras similares que han perdido sus significados origi-
·pertinencia actual. nales de referencia y de hecho resultan sílabas sin sentido. Pueden
Las fuerzas que gobiernan la homcóstasis pueden percibirse median- encontrarse muchos ejemplos de tal sobreviviencia de términoS vacíos
te la reflexión sobre la natur.aleza de las palabras en un marco oral pri- en O pie y O pie ( 1952), que como conocedores de la escritura desde
mario. Las culturas de la imprenta han inventado los diccionarios, en luego logran recuperar y comunicarlos significados originalmente de los
los cuales pueden registrarse, en definiciones formales, los diversos sig- términos perdidos a quienes los utilizan oralmente en la actualidad.
nificados de una palabr·a según los textos donde aparezca. Así se sabe Goody y Watt (1968, pp. 31-33) citan a Laura Bohannan, Emrys Pe-
que las palabras tienen diversos estratos de significado, muchos de los tcrs y Godfrcy, y Mónica Wilson con ejemplos sorprendentes de homcós-
cuales resultan bastante alejados de las acepciones actuales corrientes. tasis de las culturas orales en la transmisión de genealogías. En años
Los diccionarios señalan las discrepancias semánticas. recientes se ha notado que, entre el pueblo tiv de Nigcria, las genealo-
Por supuesto, las culturas orales no cuentan con diccionarios y tienen gías utilizadas en forma oral para resolver pleitos judiciales difieren con-
pocas discrepancias semánticas: El significado de cada palabra es con- siderablemente de las genealogías registradas por. escrito en forma
trolado por lo que Goody y Watt (1968, p. 29) llaman "ratificación se- minuciosa por los ingleses cuarenta años antes (debido a la importancia
mántica directa", es decir, por las situaciones reales en las cuales se utiliza que entonces tenían también en los pleitos judiciales). Los tiv pOsterio-
la palabra aquí y ahora. El pensamiento oral es indiferente a las defini- res señalaron que utilizan las mismas genealogíaS como cuarenta años
ciones (Luria, 1976, pp. 48-99). Las palabras sólo adquieren sus signifi- antes, y que el registro anterior escrito estaba equivocado. Lo que suce-
cados de su siempre presente ambiente real, que no consiste simplemente, dió fue que las genealogías posteriores habían sido ajustadas a las nue-
como en un diccionario, .en otras palabras, sino que también incluye gcs-. vas relaciones sociales entre los tiv: eran iguales en cuanto seguían
tos, modulaciones vocales, expresión facial y todo el marco humano y funcionando de igual manera para regular el mundo real. La integridad
1.· existencial dentro del cual se produce siempre la palabra real y hablada.
Las acepciones de palabras surgen continuamente del presente; aunque,
del pasado estaba subordinada a la del presente. ·
Goody y Watt (1968, p. 33) relatan un caso aún más impresionante-
.. ,·'·· mente detallado de "amnesia estructural" entre los gonja en Ghana. Los
claro está, significados anteriores han moldeado el actual en muchas y
variadas formas no perceptibles ya. registros escritos hechos por los ingleses a principios del siglo xx mues-
Es cierto que las manifestaciones artísticas orales, tales como la epo- tran que la tradición oral gonja presentaba entonces a Ndewurajakpa,
54 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD PS!COD!NÁMICAS DE LA ORALIDAD 55
fundador del estado de Gonja, como padre de siete hijos, cada uno de plemente él mismo, no "abstracto" en absoluto, aunque el término que
los cuales era soberano de una de las siete divisiones territoriales del es- empleamos para el objeto aislado es abstracto en sí mismo. No obstante,
tado. Para cuando los mitos del estado fueron reunidos otra vez, sesenta si todo pensamiento conceptual es hasta cierto punto abstracto, algunos
años más tarde, dos de las siete divisiones habían desaparecido, una por usos de los conceptos son más abstractos que otros.
asimilación a otra y la segunda en virtud de un cambio de frontera. E,n Las culturas orales tienden a utilizar los conceptos en marcos de refe-
estos mitos posteriores, NdcwuraJakpa tenía cinco hijos, y no se hac1a rencia situacionalcs y operacionales abstractos en el sentido de que se
mención de ]as dos divisiones suprimidas. Los gonja aún estaban en ~en mantienen cerca del mundo humano vital. Existe una extensa bibliogra-
tacto con su pasado, eran tenaces en cuanto a esta relación en sus mttos, fia que trata este fenómeno. Havelock (1978a) mostró que los griegos
pero la parte del pasado con ninguna pertinencia ma.nifiestamentc ~er presocráticos concebían la justicia de una manera operacional antes que
ceptible con el presente había simplemente desaparec10. El presente Im- formal; Anne Amory Parry (1973), ya fallecida, estableció en gran parte
ponía su propia economía a los recuerdos pa.sados. Packard (1980, la misma proposición respecto al epíteto anrymiín que Homero aplicó a Egis-
p. 157) observa que Claude Lévi-Strauss, T. O. Br.Jdel.man, Edmund Leach to: el epíteto no significa "libre de culpa", refinada abstracción con la
y otros han señalado que las tradiciones orales refleJan los .v~ores cu.ltu- cual los letrados han traducido el término, sino ''hermoso a la manera
rales contemporáneos de una sociedad antes que una cunos1dad ocwsa que es hermoso un guerrero dispuesto a luchar".
acerca del pasado. Encuentra que lo anterior se manifiesta en los bash~, Ninguna obra sobre el pensamiento operacional resulta más fructífe-
como también lo confirma Harms (1980, p. 178) en cuando a los bobangt. ra para el presente propósito que Cognitive Development: lis Cultural and So-
E-s preciso advertir las impljcaciones que esto tiene para las ?enealo- cial Foundations, de A. R. Luria (1976). A sugerencia del distinguido
.""-~.:
gías orales. Un recitador de Africa occidental, u o.tro genealog1sta oral psicólogo soviético Lev Vygotsky, Luria realizó un extenso trabajo de
• . . . ."#
narra aquellas genealogías que sus oyentes estan d1spuestos a escuc~ar. campo con analfabetos (es decir, orales) y con personas con ciertos cono-
Si conoce algunas que ya no le piden, se suprimen de su rep,e:tor1~ Y cimientos de la escritura en las zonas más remotas de Uzbekistán (la tie-
con el tiempo desaparecen. Las genealogías de vencedores pohttcos tie- rra natal de Avicena) y Kirghizia, en la Unión Soviética, durante los años
nen, desde luego, más probabilidad de sobrevivir que las de los perdedores. 1931-1932. El libro de Luria apenas fue publicado en 1974, en la edición
Henige ( 1980, p. 255), al estudiar las listas de reyes ganda y m yo ro, ad- rusa· original, cuarenta y dos años después de completarse la investiga-
vierte que el ''modo oral ... permite que se olviden parte.s mc?.nven1en:cs
'· . del pasado'' debido a ''las exigencias del presente contmuo . Adema~,
ción, y la traducción al inglés apareció dos años más tarde.
El trabajo de Luria aporta consideraciones más adecuadas en punto
los narradores orales hábiles varían deliberadamente sus relatos tradl- al pep.samicnto que opera por principios orales que las teorías de Lucien
cionales, porque parte de su habilidad radica en la capacidad ~e acomo- Lévy-Bruhl (1923), quien consideraba que el pensamiento "primitivo"
darse a nuevos públicos y nuevas situaciones o simplemente de juguetear. (de hecho de bases orales) era 40 prelógico" y mágico en el sentido de que
Un recitador de África occidental empleado por una familia real (Ok- se fundaba en sistemas de creencia antes que en la realidad práctica; o
pewho, 1979, pp. 25-26, 247, nota 33; p. 248, nota 36) adaptará su na- que las proposiciones de los adversarios de Lévy-Bruhl, como por ejem-
rración para lisonjear a sus patrones. Las culturas orales estimulan el plo Franz Boas (no George Boas, como erróneamente aparecen en Lu-
triunfalismo, que en la actualidad por lo regular tiende un poo? a desa- ria, 1976, p. 8), quien mantenía que los pueblos primitivos pensaban
parecer a medida que las sociedades que ~lguna vez fueron orales se vuel- como nosotros, aunque utilizaban un marco de categorías di.stinto.
ven más y más dadas a la palabra escnta. Dentro de una complicada estructura de teoría marxista, Luria abar-:
da en cierta medida temas ajenos a las consecuencias directas del
conocimiento de la escritura, tale::; como "la economía individualista nQ
(ix) Situacionales ar1tes que abstractas reglamentada, centrada en la agricultura" y "los principios de la colec-
tivización" (1976, p. 14), y no codifica sus descubrimientos de modo sis-
Todo pensamiento conceptual es hasta cierto punto abstracto. Un t~r temático y explícito desde el punto de vista de las diferencias entre oi-alidrid
mino tan "concreto" corno "árbol" no se refiere simplemente a un ar- y conocimiento de la escritura. No obstante el complejo andamiaje mar-
bol "concreto" único, sino que es una abstracción, tomada, arrancada xista, el estudio de Luria de hecho establece claramente las diferencias
de la realidad individual y perceptible; alude a un concepto que no es entre oralidad y conocimiento de la escritura. Identifica a las personas
ni este ni aquel árbol sino que puede aplicarse a cualquier árbol. Cada que entrevista sobre una escala que se extiende desde el analfabetis~I]-o
objeto individual qu: llamamos "árbol" es de hecho "concreto", si m- hasta diversos niveles de ciertos conocimientos de la escritura, y sus da-
56 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 57
tos enca.Jan claramente en las distintas clases de procesos intelectuales corta el tronco y la hachuela lo parte en pedacitos. Si hay que sacar un
basados en principios orales en oposición a los que funcion~n con princi- dibujo, yo escogería el de la hachuela. No es tan útil como una sierra"
pios caligráficos. Los contrastes que se revelan entre los iletrados (con ( 1976, p. 56). Al indicarle que el martillo, la sierra y la hachuela son
mucho la mayoría de sus entrevistados) y aquellos que sabían leer son todas herramientas, desecha la clasificación por categorJa y persiste en
notables y ciertamente significativos (a menudo Luria apunta este hecho el pensamiento situacional: "Sí, pero aunque tengamos herramientas,
de manera explícita), y muestran lo que confirma también el trabajo apor- de todos modos necesitamos la madera; si no, no podemos construir na-
tado y citado por Carothers ( 1959): sólo se requiere cier~o gra~o de co- da" (ibid). Al preguntarle por qué otra persona había excluido uno de
nocimiento de la escritura para obrar una asombrosa diferenCia en los los dibujos en otra serie de cuatro, que él consideraba inseparable, repli-
procesos de pensamiento. có: oc Probablemente esa clase de pensamiento la lleva en la sangre."
Luria y sus colaboradores reunieron datos en el curso de largas con- Por contraste, un indiviuo de 18 años de edad que había cursado es-
versacionu con los entrevistados en el ambiente relajado de una casa de tudios en una escuela aldeana únicamente durante dos años, no sólo cla-
té, presentando las preguntas pa;a la encuesta misma de manera infor- sificó unit serie similar en términos de categorías, sino insistió en que
mal, como algo parecido a los acertijos con los cuales los s.ujetos estaban la clasificación puesta en tela de juicio era la correcta (1976, p. 74). Un
familiarizados. Así pues, se hicieron todos.los esfuerzos pos1bles por adap- obrero que a duras penas podía leer, de 56 años, mezcló los agrupamien-
tar las preguntas a los entrevistados en su propio me~io,. quienes no e~an tos situacionales y los categorizados, aunque predominaban estos últi-
personajes principales en sus sociedades, pero todo md1caba que .ten•an mos. Dada la serie hacha; hachuela, hoz, que debía completar la serie sierra,
una capacidad normal de inteligencia y eran bastante representatiVOS de
.. su cultura. Entre los descubrimientos de Luria, los siguientes resultan
espiga, tronco, el obrero la completó con la sierra -"Todos sorÍ aperos"-;
sin embargo reconsideró y añadió respecto a la espiga: "Sería posible se-
de especial interés para nuestro estudio. garla con la hoz" (1976, p. 72). La clasificación abstracta no resultaba
( t) Los individuos analfabetos (orales) identificaban las figuras geo- del todo satisfactoria.
métricas asignándoles los nombres de objetos, y nunca de manera abs- En ciertos puntos ele su análisis, Luria intentó enseñar a los entrevis-
tracta como círculos, cuadrados, etcétera. Al círculo podí~ llamárselc
'. tados que eran analfabetos algunos principios de la clasificación abstrac-
·~.
plato, cernedor, cubeta, reloj o luna; un cuadrado se design~ba con es- ta. Empero, su comprensión nunca fue clara y, cuando efectivamente !
pejo, puerta, casa o tabla para secar albaricoques. Los entrevistados por volvían a resolver un problema ellos mismos, regresaban al pensamiento
L~ria identificaban los dibujos como representaciones de cosas reales que situacional antes que al clasificatorio (1976, p. 67). Estaban convencidos-
conocían. Nunca recurrieron a círculos o cuadrados abstractos, sino an- de que el pensamiento que no fuera operacional, o sea el de categorías, 1 1
58 PSlCODINÁMlCAS DE LA ORALIDAD
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PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 59
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miento, pero en asuntos prácticos nadie actúa de acuerdo con silogismos d.efinir, si un marco de la vida real resulta in:initarnente más satisfacto-
expresados de manera formaL i!f, no que una definición? Fundamentalmente, el campesino tenía razón.
No hay manera de refutar al mundo de la oralidad primaria_. Lo único
Los metales preciosos no se oxt.dan. El oro es un metal precioso. r:·Se oxt.da o no ~; 1
u oxida? Las respuestas típicas a esta pregunta incluían: "¿Se oxidan o que puede hacerse es alejarse de él para entrar en el conocimiento de
.tt,: la escritura.
no se oxidan los metales preciosos? ¿Se oxida o no se oxida el oro?" (cam- ~r:
pesino, 18 años de edad); "El metal precioso se oxida. El oro precioso t "¿Cómo defini~ía un árbol en dos palabras?" "¿En dos palabras?
se oxida" (campesino analfabeta de 34 años) (1976, p. 104). En d Lejano
Norte, donde hay nieve, todos los osos son blancos. Novaya Zcmbla se encuentra
en ti Lejano Norte y alll sicmpre hay nieve. c·De qué color son los osos? He aquí
il>;f Manzano, Olmo, Alama." "Supongamos que fUera a un lugar donde no
hubiera automóviles. ¿Cómo describiría Ud. un automóvil?" ''Si fuera
les diría que los camiones tienen cuatro patas, asientos adelante par~
que la gent~ se siente en ellos, un techo para dar sombra y un ~otor.
.Ji.(
una respuesta típica: "No lo sé. Yo he visto un oso negro. Nunca he ''
visto otros ... Cada región tiene sus propios animales" (1976, pp. 108-109). .1 Pero, para 1r al grano del asunto, diría; Si se suben en un automóvil y
Se sabe de qué color son los osos mirándolos. ¿A quién se le ocurre resol- '1 van de paseo, lo comprobarán." Al responder, el entrevistado enumera
ver por razonarniento, en la vida práctica, el color de un oso polar? Ade- 1 a!gun~s características, pero en última instancia regresa a la experiencia
más, ¿puedo estar seguro de que usted sabe, sin lugar a dudas, que todos SltuacJOnal personal ( 1976, p. 87).
los osos son blancos en una tierra donde hay nieve? Al presentarle el si- Por c~ntraste,. un empleado de 30 años, que sabe leer y trabaja en
logismo por segunda vez al presidente de una granja colectiva, un hom- una gra.nJa c~lectlv~: "Se produce en una fábrica. En una jornada pue-
bre de 45 años que apenas sabía leer, logra responder: "Por lo que Ud. .1 de cubnr la ~I.stancia que a un cabaHo le tomaría diez días ... así de rápi-
dice, todos debieran ser blancos" (1976, p. 114). La frase: "Por lo que do corre. Utiliza fuego~ vapor. Primero tenemos que encender el fuego
Ud. dice" parece indicar una conciencia de las estructuras intelectuales para,qu~ el aguas~ ~aliente y salga humo; el vapor le da el impulso a
formales. Poco conocimiento de la escritura tiene grandes repercusiones. la maquma:·· Nos~ s1 haya agua en un automóvil, seguramente sí, pero
Por otra parte, el conocimiento limitado 'de la escritura del presidente le 1 no nada mas necesita agua; también necesita fuego" (1976, p. 90). A
permite conducirse más a sus anchas en el mundo humano vital de rela- pesar de no estar bien informado, hizo el intento de definir un automó-
ciones personales directas que en un mundo de abstracciones' puras: ''Por vil. Sin embargo su definición no es una descripción nítidamente enfo-
lo que Ud. dice ... " Es su responsabilidad, no la mía, si la respuesta cada en la apariencia visual -este tipo de descripción rebasa la capacidad
sale así. dd pcnsarmento oral-, sino una explicación desde el punto de vista de
Refiriéndose al trabajo de Michael Cole y Sylvia Scribner en Liberia sus operaciones.
(1973), James Fernández (1980) señaló que un silogismo está contenido ~5) Los analfabetos entr~vistados por Luria tuvieron dificultades para
en sí mismo; sus conclusiones se derivan sólo de sus premisas. Apunta a.rucu!ar un auto-~nálisis. Este requiere cierta supresión del pensamiento
que las personas sin educación académica no conocen esta regla especial sltuacwnal. Necesita un aislamiento del sí, alrededor del cual gira todo
de procedimiento y en su interpretación de aseveraciones dadas, en un el mundo vivido por cada individuo; la eliminación del núcleo de cada
silogismo así como en otros razonamientos tienden más bien a ir más situación de esa circunstancia en una medida tal que permita el examen
allá de las declaraciones mismas, como suele hacerse normalmente en Y la descripción del centro, del yo. Luria hacía sus preguntas sólo des-
situaciones de la vida real o en acertijos (co'munes a todas las culturas pués de extensas conversaciones acerca de las características de las per-
orales). Yo agregaría la observación de que el silogismo es, por lo tanto, sonas y sus diferencias individuales (1976, p. 148). Se le preguntó a un
como un texto: fijo, separado, aislado. Este hecho dramatiza la base ca- analfabeto de 38 años de edad, proveniente de una zona de pastoreo en
ligráfica de la lógica. El acertijo corresponde al mundo oral. Para resol- las montañas (1976, p. 150): "¿Qué clase de persona es usted; cómo es ¡, 1
1 '
ver un acertijo se requiere astucia: se recurre a los conocimientos, a su carácter; cuáles son sus cualidades y defectos? ¿Cómo se describiría
1 1
..• m~nudo profundamente subconscientes, más allá de las palabras mismas a sí mismo?" "Vine aquí de Uch-Kurgan; era muy pobre. Ahora. estoy ' 11
del acertijo. · casado y tengo hijos.'' ''Sería bueno tener un poco más de tierra y poder 1 .1
(4) En el trabajo de campo de Luria, los entrevistados oponían resis- sembrar algo de trigo.'' Los factores externos dominan la atención. ·,'¿Y
tencia cuando se les pedía definir induso los objetos más concretos. "Trate cuáles son sus defectos?" "Este año sembré un pud de trigo,. y paulati- 1 :1
de explicarme qué es un árbol." "¿Por qué tengo que hacerlo? Todo namente vamos corrigiendo las deficiencias." Más situaciones externas.
mundo sabe lo que es un árbol; no necesita que yo se lo diga", replicó "Bueno, la gente es diferente: tranquila, arrebatada, o a veces tiene ma-
un campesino analfabeto de 22 años de edad (1976, p. 86). ¿Para qué la memoria. ¿Qué piensa de sí mismo?" "Nos portamos bien; si fuéra-
ir
,r~:
60 PSICODINÁMlCAS DE LA ORALIDAD
~,;¡· PSJCODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 61
~~-·.1
mos gente maJa nadie nos respetaría." (1976, p. 15.) La auto~eval~ación ~~:r clásico no cuenta con ninguna palabra para "examen", tal como hoy
se ajusta como una apreciación de grupo ("nos") y luego se maneJa des- ¡ en día lo "presentamos" y tratamos de "aprobarlo" en la escuela. Has-
de el punto de vista de las reacciones esperadas de los demás. Otro hom- '!.:-~ :, ta hace unas cuantas generaciones en Occidente, y tal vez en la mayor
bre, un campesino de 36 años, al preguntárselc qué tipo de persona - parte del mundo actual, la práctica académica exige que los estudiantes
era, respondió con una espontaneidad conmovedora y directa: "¿Qué ···. '1 "reciten" en clase, es decir, que repitan oralmente ante el maestro los
puedo decir de mi propio corazón? ¿Cómo puedo hablar de mi carácte~? ~-:'_.f: 1
Pregúnteselo a otros; ellos pueden hablarle de mí. Yo no puedo dec1r 1 conceptos (fórmulas: la herencia oral) aprendidos de memoria a través
de la instrucción en el salón de clases o de los libros de texto (Ong, 1967b,
nada de mí.'' El juicio corresponde al individuo de fuera, no de dentro. ~-·':li pp. 53-76).
Éstos son algunos ej'emplos de los muchos que da Luria, pero resul- Los defensores de las pruebas de inteligencia necesitan reconocer que
tan representativos. Uno podría argüir que las respuestas no fueron Óp· ·/.ll las preguntas comunes en ese tipo de exámenes están adaptadas a un tipo
timas, porque los entté'Vistados no estaban acostumbrados a que se les hicie- especial de conciencia, profundamente condicionada por el conocimiento
era este tipo de preguntas, sin importar cuán hábilmente haya podido Luria ~,._i de la escritu~a y la impresión: una "conciencia moderna" (Berger, 1978).
integrarlas ·en marcos parecidos a los acertijos. Sin embargo, la falta de .;:1 Por lo regular, puede esperarse que de una persona sumamente inteli-
costumbre es lo importante precisamente: es obvio que una cultura oral -~~~ gente de una cultura oral o de una cultura que conserva huellas de
no maneJ·a conceptos tales como figuras geométricas, categorización por ,~ la tradición oral reaccione al tipo de preguntas hecho por Luria como
~ti de hecho lo hicieron muchos de los sujetos, respondiendo no al interro-
abstracción, procesos de razonamiento formalmente lógicos, definicio- ';!<}"r-
nes, o. aun descripciones globales o auto-análisis articulados, todo lo cual f' [ gante mismo, aparentemente sin sentido, sino tratando de evaluar todo
.' no se deriva sólo del pensamiento mismo, sino del pensamiento moldea- -\1-¡' el contexto incomprensible (la mente oral totaliza): ''¿Por qué me hace
do por textos. Las preguntas de Luria son preguntas de salón de clases .:¡ esta pregunta estúpida? ¿Qué pretende? (Véase también Ong, 1978,
~rf
1
asociadas con el uso de textos y, en efecto, se asemejan estrechamente p. 4.) '¿Qué árbol?' ¿Realmente espera que responda a eso, si él y
o son idénticas a las preguntas de las pruebas usuales de inteligencia for- ,:r-¡ todos los demás hemos visto miles de árboles? Puedo resolver acertijos.
muladas por personas instruidas. Son legítimas, pero provienen de un l[ g Pero ~sto no es ningún acertijo. ¿Se trata de un juego?" Por supuesto
r:- mundo no compartido por la persona oral. ' ¡-?-'"l' que es un juego, pero la persona oral no está familiarizada con las re-
glas. Las personas que hacen estos comentarios han escuchado infinidad
Las reacciones del sujeto indican que tal vez sea imposible elaborar 1 '·
. un examen por escrito (o incluso una prueba oral) concebidos por persa- ~~~ de veces (desde la infancia) este tipo de preguntas, han vivido bajo una
nas que han hecho estudios, que valore con precisión l_as habilidades in- .ft'!,' barrera pero no se percatan de que están aplicando reglas especiales.
tclectualcs naturales de las personas pertenecientes a una cultura l j En una sociedad con cierto conocimiento de la escritura, como la de
predominantemente oral. Gladwin (1970, p. 219) apunta que los isleños .t'; los entrevistados por Luria, los analfabetos pueden haberse relacionado
de Pulawat, en el PacíJico del Sur, respetan a sus navegantes, los cuales ~~ -y de hecho así suele suceder- con otras personas cuyo pensamiento
tienen que ser sumamente inteligentes para desempeñarse bien en su di- ~i\ ha sido organizado por la escritura. Habrán oído leer a alguien compo-
fícil actividad, mas no porque los consideren "inteligentes", sino tan só- ;~¡1
í[l.~·;j•,'.·.· 1
siciones escritas, por ejemplo, o escuchado conversaciones que sólo pue·
lo porque son buenos navegantes. Al pedirle su opinión acerca de un :tt.~:-~.. den ser entabladas por los que saben leer. Uno de los méritos del trabajo
nuevo director de la escuela de la aldea, un africano del Centro cóntestó de Luria es que muestra que tal relación ocasional con la organización
a Carrington (1974, p. 61): "Veamos un poco cómo baila". La gente .
del conocimiento por la escritura no tiene, al menos según lo revelado
de una cultura oral considera la inteligencia no como deducida de com- "~ por sus casos, un efecto perceptible en los analfabetos. La escritura debe
piejos interrogantes de libro de texto,.sino según su situación en contex- interiorizarse personalmente para que afecte los procesos de pensamiento.
to~ funcionales. ~: Las personas que han interiorizado la escritura no sólo escriben, sino
Atosigar a estudiantes o a cualquier otro con preguntas analíticas de , ~ también hablan con la influencia de aquélla, lo cual significa que o_rgani-
este tipo aparece en una fase muy avanzada del conocimiento de la cscri- -~J zan, en medidas variables, aun su expresión oral según pautas verhales
tura. De hecho tales preguntas resultan inexistentes no sólo en las cultu- ~P y de pensamiento que no conocerían a menos que supieran escribir: Da·
ras orales, sino también en las que conocen la escritura. Las preguntas de ·:J~- ~ .'.:,.
.~
do que no obedecen estas normas, los que saben leer han juzgado ingenua
examen escrito comenzaron a generalizarse (en Occidente) mucho des-~·,· t · la organización oral del pensamiento. El pensamiento oral, no obstante,
pués de que la impresión hubo ~urtido sus efectos sobre la conciencia, ~ ·_- puede ser bastante complicado y reflexivo, a su manera propia. Los na-
miles de años después de la invención de la palabra escritura. El latín ··i ¡¡¡; rradores navajos de cuentos folklóricos sobre animales pueden dar deta·
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62 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD ··:1• PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 63
liadas explicaciones de los diversos significados de los relatos, a fin de poner que la prodigiosa memoria oral de algún modo funcionaba de acuer-
lograr una comprensión de la complejidad de la vida humana, desde lo do con su Propio modelo textual palabra por palabra.
fisiológico hasta lo psicológico y lo moral, y descubren perfectamente co- Para una determinación más realista de las características de la memo~
sas tales como incongruencias físicas (por ejemplo, coyotes con esferas ria verbal en las culturas orales primarias, la obra de Milman Parry y Al-
de ámbar en lugar de ojos) y la necesidad de interpretar simbólicatnente • 1
bett Lord resultó otra vez revolucionaria. El trabajo de Parry con los poemas
los elementos de las historias. (Toclke, 1976, p. 156). Aventurarse a afir- homéricos encauzó la cuestión. Pany mostró que la filada y la Odisea eran
mar que los pueblos orales son en esencia no inteligentes, que sus proce- ct-eacioncs básicamente orales, cualesquiera que fueran las circunstancias
sos mentales son "primitivos", es el tipo de especulación que durante que hubieran determinado el ponerlas por escrito. A primera vist<l, este
siglos condujo a los eruditos a inferir erró~eamcnte~ que, puesto que l~s descubrimiento parecía confirmar la suposición del aprendizaje de me-
poemas homéricos eran tan perfectos, debtan ser basJcamente compos1M moria palabra por palabra. La /liada y la Odiua eran rigurosamente mé-
ciones escritas. tricas. ¿Cómo podía un rapsoda narrar, cuando se le pedía hart·rlo,
Tampoco debemos imaginarnos que el pensamiento que funciona con un relato que consistía en miles de versos dactílicos en hexámetros,
principios orales es "prelógico" o "ilógico" en un sentido simplista, co- a menos que los hubiera aprendido de memoria palabra por pala-
mo por ejemplo que la gente de una cultura oral -?o comprende las r~laM bra? Los escolarizados que pueden recitar largas obras métricas las han
ciones causales. Sabe muy bien que, si uno empuja con fuerza un objeto aprendido palabra por palabra basándose en textos. Parry ( 1928, en
móvil, dicha fuerza lo impulsa a moverse. Lo cierto es que no pueden Parry, 1971), sin embargo, preparó el terreno para un nuevo enfoque
organizar concatenaciones complejas de causas del tipo analítico de las que pudiera explicar satisfactoriamente tal producción sin recurrir a la
secuencias lineales, las cuales sólo pueden desarrollarse con la ayuda de "!j
~'!. ¡ memorización palabra por palabra. Como ya se mencionó en el capítu-
textos. Las secuencias largas que producen, como las genealogías, no son :.:... '
lo 2, demostró que los hexámetros no se componían simplemente de uni-
analíticas sino acumulativas. Sin embargo, las culturas orales pueden crear ,.11' dades de palabras, sino de fórmulas, grupos de palabras para abordar
organizaciones de pensamiento y experiencia~ asombrosamente, comple- .'::'· ;1 los elementos tradicionales, moldeada cada una para ajustarse al verso
jas, inteligentes y bellas. Para comprender como lo logran, sera necesa-
rio exponer algunas de las operaciones de la memoria urál. ;¡' del hexámetro. El poeta disponía de un extenso vocabulario de locucioM
nes "hexamctradas". Con él, podía producir interminablemente versos
métricos y precisos¡ siempre que estuviera tratando elementos tradi-
.. cionales.
1
LA MEMORIZACIÓN ORAL ; :¡, En los poemas homéricos, por lo tanto, el poeta contaba con epítetos
y verbos para Odisea, Héctor, Atenea, Apolo y los otros personajes, que
La capacidad de la memoria verbal es, comprensiblemente,una valiosa se ajustaban exactamente en el metro cuando, por ejemplo, había que
cualidad en las culturas orales. Empero, el modo como funciona la me- presentar a cualquiera de ellos diciendo algo. Metephl polymitis Odysseus
. moria verbal en las formas artísticas orales es bastante diferente de lo
que comúnmente se pensaba en el pasado. En una cultura que conoce
(Así dijo el astuto Odisco) o prouphl polymltis Odysseus (así se expresó el
astuto Odisea) aparece 72 veces en los poemas (Milman Parry, 197'1, ·
la escritura, el aprendizaje de memoria, palabra por palabra, pa:r lo ge- :.. . p. 51). Odiseo es polymltis (astuto) no sólo por ser este tipo de personaje,
neral se logra basándose en un texto, al cual la persona recurre tan .a sino también porque sin el epíteto polymllis no sería posible integra·rlo
menudo como sea necesario para perfeccionar y poner a prueba el dorruM fácilmente en el metro. Como se apuntó antes, la justeza de estos y
nio literal. En tiempos pasados, era común que quienes sabían leer su- otros epítetos homéricos ha sido devotamente exagerada. El poeta 9is-
pusieran que el aprendizaje de memoria en una cultura oral por lo regular ponía de otras miles de fórmulas métricas de funcionamiento semejante
alcanzaba el mismo objetivo de una repetición total, palabra por pala- que podían adaptarse a sus variables necesidades métricas casi en cual-
bra. No quedaba claro· cómo era posible comprobar tal repetición antes quier situación, persona, cosa o acción. En efecto, la· mayoría de las paM
de la invención de las grabaciones de sonido, puesto que, al no haber labras en la Ilz'ada y la OdiSea se presentan como partes de fórmulas
escritura, la única manera de probar la repetición fiel de pasajes largos identificables. '
sería la recitación simultánea de los mismos por dos o más personas en La obra de Parry mostró que las fórmulas métricamente dispuestas
conjunto. Era imposible comparar las declamaciones con las anteriores. gobernaban la composición de la antigua epopeya griega y que era posi-
Sin embargo, rara vez se intentó investigar la recitación simultánea en ble cambiarlas de un lugar a otro con bastante facilidad, sin interferir
culturas orales. Los conocedores se conformaban simplemente con su~ con la trama o el tono del poema. ¿Alternarían los rapsodas las fórmu-
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las, de modo que las versiones personales métricamente regulares de la tación eficaz de los materiaJes tradicionales a cada situación o pt:íblico único
misma historia se diferenciaban en las palabras? ¿O era la epopeya me- e individual.
morizada palabra por palabra, de manera que se repetía igual en cada Las proezas de la memoria de estos bardos orales son notables, pero
interpretación? Puesto que todos los poetas homéricos anteriores a la diferentes de las relacionadas con la memorización de textos. Los ins-
escritura habían muerto hacía más de dos mil años, no podía grabárse- truidos por lo regular se sorprenden al averiguar que el bardo que habrá
les para obtener una prueba directa. Empero, podían obtenerse versio- de recontar la historia que ha escuchado sólo una vez, a menudo prefiere
nes directas de los poetas narrativos vivos de la Yugoslavia moderna, un esperar un día más o menos después de oírla, antes de repetirla él mis~
país contiguo y, en parte, sobrepuesto a la antigua Grecia. Parry encon- mo. Al aprender de memoria un texto escrito, el aplazamiento de su re-
tró que tales poetas creaban narraciones épicas orales para las que no citación por lo general debilita el recuerdo. Un poeta oral no tiene que
había texto escrito. Sus poemas narrativos, como los de Homero, eran ver con textos ni con un marco textual. Necesita tiempo para permitirle
métricos y formulaicos, aunque el metro de los versos era diferente del a la historia adentrarse en su acervo propio de temas y fórmulas, tiempo
antiguo hexámetro dactílico griego. Lord continuó y amplió la obra de para identificarse con el relato. Al recordar y recontar la historia, no ha
f;. Parry reuniendo la ~xtensa colección de grabaciones orales de Poetas na-
rrativos yugoslavos de la actualidad, que ahora se encuentra en la Co-
"aprendido de memoria", en ningún sentido literal, la disposición mé~
trica de la versión del otro intérprete -versión hace mucho desapareci~
:. · ...,. da para siempre cuando el nuevo cantar medita sobre la historia para
lección Parry de la Universidad de Harvard.
La mayoría de estos poetas narrativos eslavos modernos del Sur -a su propia interpretación- (Lord, 1960, pp. 20-29). Los elementos fijos
decir verdad los mejores de ellos- son analfabetos. Lord descubrió que en la memoria del bardo constituyen un caudal de temas y .fórmulas a
aprender a leer y escribir incapacita al poeta oral: introduce en su mente partir de los cuales todo tipo de historias pueden construirse de diversas
el concepto de un texto que gobierna la narración y por lo tanto interfie- maneras.
re en los procesos orales de composición, los cuales no tienen ninguna Uno de los descubrimientos más. significativos en la obra de Lord fue
..
,.-
relación con textos sino que consisten en "la remembranza de cantos es- que, aunque los rapsodas saben bien que dos intérpretes distintos nunca
cuchados" (Pcabody, 1975, p. 216). entonan el mismo·canto exactamente de igual manera, un poeta alegará
El recuerdo que tienen los poetas orales de los cantos quC han escu- que es capaz de producir su propia versión de un canto verso por verso
chado es inmediato; no era "riada raro" encontrar a un bardo yugosla~ y palabra por palabra en cualquier momento, y, de hecho, "exactamen-
vo que cantaba "entre diez y veinte versos de diez silabas por minuto" te igual dentro de veinte años" (Lord, 1960, p. 27). Sin embargo, cuan-
(Lord, 1960, p. 17). La comparación de las canciones grabadas revela, do se graban y comparan sus supuestas interpretaciones idénticas nunca
sin embargo, que, a pesar de ser métricamente regulares, nunéa se can~ resultan iguales, aunque los relatos sean versiones reconocibles de la mis-
taban dos veces del mismo modo. Básicamente se repetían las mismas ma historia. ''Palabra por palabra y verso por verso'', como dice Lord
( 1960, p. 28), es simplemente una manera enfática de decir'' parecidos:'.
,, .. fórmulas y temas, pero eran hilados o "poetizados" de modo distinto
en cada interpretación, incluso por el mismo poeta, según la reacción "Verso", obviamente, es un concepto basado en textos, e incluso el con-
' cepto de "palabra" como entidad separada, distinta del discurrir del dis-
del público, la disposición del poeta o la ocasión, así como otros factores
sociales y psicológicos. curso, parece basarse de alguna manera en el texto. Goody (1977, p. 115)
Las grabaciones de las entrevistas hechas a los bardos del siglo xx se señala que un idioma enteramente oral que dispone de un término para
agregaban a las grabaciones de sus narraciones. Por estas entrevistas y "habla" en general, para una unidad rítmica de una canción, para un
por la observación directa sabemos cómo se hace un bardo: escuchando enunciado o para un tema, quizá no cuente con ninguna voz adecuada
durante meses y años a otros bardos, quienes nunca cuentan el mismo para una "palabra" como una categoría aislada, una "parte" del ha-
relato de la misma manera sino que utilizan una y otra vez las fórmulas bla, como en: "Esta última frase consta de veintiséis palabras." ¿De ve-
habituales cuando se trata de los temas acostumbrados. Por supuesto, ras? Tal vez contiene veintiocho. Si no se sabe escribir, ¿se basan una
las fórmulas pueden variar un poco (lo mismo sucede con los temas) y palabra o dos en el concepto de texto? El sentido de las palabras a'isladas
la manera de cantar o ".hilar" narraciones que tenga un poeta dado va- como conceptos significativamente separados es propiciado por la 'escri-
riará considerablemente de la de otro. Ciertos giros de las frases serán tu;a, la cual, en este caso y en tantos otros, es divisoria, separado~a. (Los
idiosincrásicas. Pero, en esencia, los elementos, temas y fórmulas y su pnmcros manuscritos no tienden a separar claramente las palabras unas
uso corresponde a una tradición claramente identificable. La originali- de otras, sino a escribirlas juntas.)
dad no consiste en la introducción de elementos nuevos, sino en la adap- Resulta significativo que los poetas analfabetos de la cultura de la Y u·
musical, con unas cuantas secciones de "voz blanca" sin acompañamiento mentas formulaicos, como lo ha mostrado Lord, generalmente puedan
instrumental y otros interludios sólo instrumentales. La narración y el considerar como un uso 0 fijo" lo que de hecho es "flexible" o variable).
acompañamiento musical son memorizados por aprendices que desde pe- La sugerencia de Shcrzcr indiscutiblemente es atinada.
queños comienzan su adiestramiento con un maestro oral. Los maestros La memorización oral merece mayor y más profundo análisis, espe-
(no quedan muchos) se encargan de entrenar a sus discípulos en la reci- cialmente en lo que atañe al rito. Los ejemplos palabra por palabra de
tación del canto palabra por palabra mediante una preparación rigurosa 1 Sherzer provienen del rito, y Rutledge insinúa en su ensayo y declara
a través de varios años, y logran resultados notables, aunque ellos mis-
mos efectúan cambios en sus propias recitaciones, cambios de los cuales
no se percatan. Ciertos movimientos de la narración son más propcr1sos
j explícitamente en una carta dirigida a mí (22 de enero de 1982) que el
marco de los cantos Heike es ritual. Chafe ( 1982), al tratar específica-
mente la lengua de los sencca, sugiere que el lenguaje ritual, al compa-
al error que otros. En algunos puntos, la música estabiliza por completo
el texto, pero en otros engendra errores del mismo tipo que se encuentra
1 rarse con el coloquial, es como la escritura en el sentido de que "posee
una permanencia que no tiene el lenguaje coloquial. El mismo rito oral
en el copiado de manuscritos, tales como los producidos por "saltos" es presentado una y otra vez: no palabra por palabra, sin duda, pero
(un copista o intérprete oral ornite lo que está entre un pasaje de una sí con un contenido, estilo y estructura formulaica que se mantienen cons-
frase final y otro pasaje posterior de la misma frase inicial).
Una vez más, tenemos aquí una especie de repetición palabra por pa-
1 tantes de una ejecución a la siguiente". Queda poco lugar a duda, en
conjunto, respecto a que, en las culturas orales en general, la mayor parte
labra adquirida por entrenamiento no del todo invariable, pero digna de la recitación oral tiende hacia el extremo flexible del continuo, inclu-
de nu':nción. so en el rito. Aun en las culturas que conocen y dependen de la escritu-
A pe»ar de que en estos casos la producción ele poesía oral o de otra ra, pero que retienen un contacto activo con la oralidad prístina, es decir,
articulación verbal oral por medio de una memorización adqui1·ida cons- que conservan una huella considerable de la tradición oral, la expresión
cientemente no·es igual a la práctica formulaica oral de la Grecia homé- ritual misma a menudo no es del tipo de repetición exacta. "Haced esto
rica, de la moderna Yugoslavia o de un sinnúmero de otras tradiciones,
la memorización palabra por palabra aparentemente no libra en absolu- 1 en memoria de mí", dijo Jesús en la Última Cena (Lucas 22:19). Los
cristianos celebran la Eucaristía como el acto principal del culto, porque
to los procesos intelectuales orales de la dependencia de las fórmulas, si- 1 así lo indicó jesús. Sin embargo, las palabras esenciales que, por ser de
no que quizá la incremente. En el caso de la poe:-~ía oral somalí, Francesco Jesús, los cristianos repiten al cumplir la disposición (o sea, las palabras
Antinucci ha mostrado que ésta no posee restricciones meramente mé-
tricas y fonológicas, sino también sintácticas. En otras palabras, en los
versos de los poemas aparecen sólo ciertas estructuras sintácticas especí-
i ''Esto es mi cuerpo ... ; este vaso es .. mi sangre ... ''), no aparecen for-
muladas de la misma manera en los dos pasajes donde son citadas en
el Nuevo Testamento. La antigua Iglesia cristiana recordaba en forma
ficas: en algunos· casos presentados por Antinucci, sólo dos tipos de es- oral y pretextual, incluso en sus ritos puestos por escrito, y aun en los
tructuras sintácticas entre los cientos posibles (1979, p. 148). Esto puntos precisos donde se requería que la cita fuera más fieL
indudablemente es una composición formulaica en toda su extensión, pues A menudo se hacen declaraciones acerca de la memorización oral pa~
las fórmulas más que nada constituyen "restricciones", y aquí estamos labra por palabra de los himnos védicos en la India, que al parecer son
tratando con fórmulas sintácticas (que también se encuentran en la or· totalmente independientes de la escritura. Tales aseveraciones, hasta don-
ganización de los poemas con los cuales trabajaron Parry y Lord). Ru- .· de yo sé, nunca han sido evaluadas a la vista de los hallazgos de Parry
tledge (1981) apunta el carácter formulaico del material en los cantos y Lord y otros relacionados con la "memorización" oral. Los Vedas son
Heike, que de hecho son tan formulaicos que contienen muchas pala- colecciones antiguas y extensas que datan probablemente de los años 1500
bras arcaicas cuyos significados los maestros no conocen siquiera. Sher- y 900 o 500 a. de C. ;el margen que debe concederse a laS posibles fechas
zer ( 1982) también llama la atención particularmente sobre el hecho de muestra lo vagos que son los contactos actuales con los marcos originales
que las manifestaciones. que encuentra recitadas palabra por palabra se en los cuales nacieron los himnos, las plegarias y las fórmulas litúrgicas
componen de elementos formulaicos semejantes a los de las presentacio- que componen estas colecciones. Las referencias habituales que aún se citan
nes orales del tipo poético común no literal. Sugiere que nos imagine- hoy en día para dar testimonio de la memori7..ación palabra por pal.abra de
mos un continuo entre el uso "fijo" y el uso "flexible" de los elementos los Vedas, provienen de 1906 o 1927 (Kiparsky, 1976, pp. 99-100), antes
formulaicos. En ocasiones, éstos se emplean en un esfuerzo por estable- de qu~ se completara cualquiera de las obras de Parry (1954), Bright,
cer una similitud palabra por palabra; en otras, actúan para poner en f.·. (1981), antes de las publicaciones de Lord (1960) y Havelock (1963). En Tlu
práctica cierta adaptabilidad o variación (aunque los que utilizan los ele- Destiny of tlu Veda in India (1965), el distinguido experto francés en estudios
70 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD PSJCODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 71
de la lndi<-l y traductor del Rig-Veda, l..ouis Renou, ni siquiera alude al tipo rización está sujeta a la variación producida por presiones sociales direc-
de interrogantes que surgen a raíz del trabajo de Parry. tas. Los narrad¡;>res cuentan lo que pide o va a tolerar el público. Cuando
No hay duda de que la transmisión oral fue importante en la historia se agota el mercado para un libro impreso, las imprentas dejan de fun·
de los Vedas (Renou, 1965, pp. 25-26 -No. 26- y notas, pp. 83-84). cionar, pero es posible que queden miles de ejemplares. Cuando desapa·
Los maestros o gunís brahmanes y sus discípulos dedicaban un esfuerzo rece totalmente el mercado para una genealogía oral, igual suerte corre
intenso a la memorización palabra por palabra, incluso entrecruzando la genealogía misma. Como se apuntó arriba (pp. 47·48), las gencalo·
las palabras de diversas maneras a fin de asegurar el dominio oral de gías de los vencedores tienden a sobrevivir (y a ser mejoradas); las de
sus posiciones en relación recíproca (Basharn, 1963, p. 164), aunque de- los derrotados suelen desaparecer (o reciben un tratamiento nuevo). La
terminar si este último procedimiento se utilizaba antes de aparecer un interacción en vivo con el público puede interferir dinámicamente en la
texto parece un problema insoluble. Como resultado de los estudios re- estabilidad verbal: las expectativas del público ayudan a fijar los temas
cientes sobre la memoria oral, no obstante, se plantean problemas res· y las fórmulas. Hace unos cuantos años, tales expectativas me fueron
pecto a las maneras como el recuerdo de los Vedas fu_ncionaba de hecho impuestas por una sobrina mía, aún una niña muy pequeña, lo bastante
dentro de un marco meramente oral (si tal marco fue para los Vedas al· para guardar una dispoSición mental claramente oral (aunque infiltrada
guna vez totalmente independiente de los textos). Sin un texto, ¿cómo por la escritura a su alrededor). Le estaba contando la historia de Los
era posible que se fijara palabra por palabra un himno dado -por no tres cochinitos: "Sopló y resopló, sopló y resopló, sopló y resopló." Cathy
mencionar la totalidad de himnos de las colecciones- a través de tantas objetó la fórmula que utilicé. Conocía el cuento, y mi fórmula no era
generaciones? Las afirmaciones -hechas de buena fe por personas lo que ella esperaba. 41 Sopló y resopló, resopló y sopló, sopló y resopló",
r.. rales- de que las versiones son iguales, palabra por palabra, pueden corrigió molesta. Cambié las palabras-de la narración acatando la peti·
estar totalmente alejadas de la realidad, corno ya hemos visto. Las afir· ción del público sobre lo que se había dicho antes, como acostumbraban
macioncs -con frecuencia hechas por personas escolarizadas- de que hacerlo otros narradores orales.
textos tan extensos se conservaban palabra por palabra a través de gene· Finalmente, debe advertirse que la memoria oral difiere significativa-
raciones en una sociedad totalmente oral ya no pueden aceptarse sólo mente de la memoria textual en el sentido de que la memoria oral tiene
por su valor nominal, sin comprobación. ¿Qué fue conservado? ¿La pri· un gran componente somático. Peabody (1975, p. 197) ha observado que
mera recitación de un poema_ por su creador? ¿Cómo pudo repetirlo la "En todo el mundo y en todas las épocas ... la composición tradicional
segunda vez y cerciorarse de haberlo hecho palabra por palabra? ¿Una ha estado relacionada con la actividad manual. Los aborígenes de Aus~
versión elaborada por un gran maestro? Es posible. Pero el que lo haya tralia y otras regiones a menudo hacen figuras de hilos al mismo tiempo
elaborado en su versión propia indica cierta alteración en la tradición, que hacen canciones. Otros pueblos- manipulan cuencas en hilos. Lama-
y sugiere que muy probablemente se introdujera, a sabiendas o no, más yor parte de las descripciones de bardos incluyen instrumentos de cuer-
variaciones por boca de otro gran maestro poderoso. das o tambores". (Véase también Lord, 1960; Havelock, 1978a,
En realidad los textos védicos -en los que basarnos el conocimiento pp. 220-222; Biebuyck y Matecne, 1971, portada.) A estos casos pueden agre-
de los Vedas hoy en día- tienen una historia compleja y muchas va· garse otros ejemplos de actividad manual, como los ademanes, con frc·
riantes, lo cual parece indicar que no es muy probable que se originaran cuencia complicados y estilizados Schcub, (1977), y otros movimientos
en una tradición oral de reproducción exacta. En efecto, la estructura corporales, como mecerse o bailar. El Talmud, pese a ser un texto, es
formulaica y temát.ica de los Vedas, notable aun en traducciones, los re· aún recitado en Israel por los judíos ortodoxos que siguen conservando
laciona con otras manifestaciones orales que conocemos, y señala que una gran tradición oral; yo mismo los he visto hacerlo con un balanceo
justifican estudios ulteriores con respecto a lo que se ha descubierto re· hacia adelante y atraS del torso.
ciéntemente acerca de los elementos formulaicos, Jos elementos tt;máti· La palabra oral, como hemos notado, nunca existe dentro de un con~
cos y la mnemotécnica ·oral. La obra de Peabody (1975) ya recomienda texto simplemente verbal, como sucede con la palabra escrita. Las pala·
explícitamente dicha investigación en su análisis de las relaciones entre bras habladas siempre constituyen modificaciones de una situación
la tradición indoeuropea más antigua y la versificación griega. Por ejem- existencial, total, que invariablemente envuelve el cuerpo. La a<;:tividad
plo, el exceso de redundancia o su ausencia· en los Vedas podría indicar corporal, más allá de la simple articulación vocal, no es gratuita ni idea·
en sí mismos el grado hasta el cual obedecen a su origen en alguna medi· da por medio de la comunicación oral, sino natural e incluso inevitable.
da oral (vias< .Peabody, 1975, p. 173). En la articulación verbal oral, particularmente en público, la inmovili·
En todos los casos (ya fueran de reproducción exacta o no) la memo- dad absoluta es en sí misma un gesto poderoso.
~¡
-
72 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD .
PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 73
ESTILO DE VIDA VERBOMOTOR
quilidad y mostrando gran interés: "Es una esta:n_p~lla lo ~ue está
l
buscando, ¿no?" Para él, la pregunta no estaba sohcttandole mforma-
Gran parte de la descripción anterior de la oralidad puede utilizarse pa-
ción, sino que su intclocutor estaba tratando de lograr algo de él, por
ra identificar lo que puede llamarse culturas ''vcrbomotoras'', es decir,
lo tanto hizo lo mismo, para ver qué sucedía. Según la mitología, los
culturas en las cuales, por contraste con las de alta tecnología, las vías
originarios de Cork, reaccionan de este modo ante to~as las pregu_ntas
de acción y las actitudes hacia distintos asuntos dependen mucho más
que se les hacen. Siempre responden a una pregunta haCiendo otra. Stem-
del uso efectivo de las palabras y por lo tanto de la interacción humana;
y mucho menos del estímulo no verbal (por lo regular de tipo predomi-
nantemente visual) del mundo "objetivo" de las cosas. Jousse (1925) em-
j pre hay que estar en alerta oral. . .
La oralidad primaria propicia estructuras de personalidad que en Cier-
tos aspectos son más comunitarias y exteriorizadas, y menos introspecti-
pleaba su término verbomoteur para referirse principalmente a las antiguas
1 vas de las comunes entre los escolarizados. La comunicación oral une
culturas hebrea y aramea así como las cercanas a ellas, que tenían cierto a la gente en grupos. Escribir y leer son actividades solitarias q~c hacen
1
conocimiento de la escritura pero que en su estilo de vida seguían man- a la psique concentrarse sobre sí misma. Un maestro que se d1nge a un
teniendo la tradición fundamentalmente oral y que, en vez de regirse por salón que él percibe y que se percibe a sí mismo como un grupo estre-
los objetos, se inclinaban por la palabra. En este libro, ampliamos su chamente unido, descubre que, si le pide tomar los libros de texto Y leer
acepción para incluir a todas las culturas que conservan huellas de su
un pasaje dado, la unidad del grupo desaparece al entrar cada persona
tradición oral en una medida que les permita seguir prestando a la pala-
en su. mundo particular. Sobre estas bases, un ejemplo del contraste en-
bra -antes que a los objetos- una atención considerable en un contex- tre la oralidad y la escritura es aportado por Carother (19.59) cuando_ afir-
to de interacción puso na! (el contexto de tipo oral). Por Supuesto, debe ma que los pueblos orales por lo general exteriorizan un comportamient_o
advertirse que la,s palabras y los objetos nunca están separados del todo: esquizoide, mientras los escolarizados lo interiorizan y a menud~ mam-
las palabras representan los objetos, y la percepción de los objetos está fiestan sus tendencias (pérdida de contacto con el entorno) me~:hante ~1
en parte condicionada por las reservas de palabras en las cuales se in- ensimismamiento psíquico en un mundo de sueños personal (ststemau-
crustan las percepciones. La naturaleza no "enuncia'' hechos: éstos se zación alucinatoria esquizofrénica); la gente oral regularmente expresa
presCntan sólo dentro de los enunciados producidos por los seres huma- sus tendencias esquizOidcs mediante una extrema confusión externa~ la
nos para referirse al tejido si!l hilos de la realidad que los circunda. .[
' cual con frecuencia conduce a acciones violentas, incluyendo la mutila-
Las culturas que aquí llamamos verbomotoras probablemente den la
1 ción de sí misrno y de otros. Esta conducta es lo bastante común para
impresión al hombr·e tecnológico de conceder demasiada importancia al .1 haber dado origen a términos especiales en inglés p_ara seña!arlas: ber-
habla misma, de sobre valuar la retórica e indudablemente de practicar-
1 serk, por el antiguo guerrero escandinavo, o sea considerarse Invulnera-
la en exceso. En las culturas orales primarias, incluso los negocios no J
ble por haber caído presa de un estado frenético; o bien amok,_ ~alabra
son negocios: son fundamentalmente retórica. La compra de cualquier ,¡ proveniente del sudeste asiático, para designar la locura homiCida.
cosa en un souk o bazar del Oriente Medio no es una simple transacción
económica, como lo sería en Woolworth y como una cultura altamente
tecnológica probablemente supone que es lo normal. Antes bien, consiste EL PAPEL INTELI~CTUAL m: LAS GR.ANDE.S FIGURAS HEROICAS
en una serie de maniobras verbales (y somáticas), un duelo cortés, una Y DE LO FANT,\STICO
contienda de ingenio, una operación de agonística oral.
En las culturas orales, pedir información por lo común se interpreta La tradición heroica de la cultura oral primaria y de la cultura escolari-
como una interacción (Malinowski, 1923, pp. 451, 470-481), como ago-
zada temprana -que aún conservaba muchas características de la tra?i-
nística, y, en lugar de dar una respuesta directa, con frecuencia se eva- ción oral- está relacionada con el estilo de vida agonístico, pero se explica
de. Es ilustradora la hiStoria de un visitante en el condado de Cork,
mejor y de manera más contundente desde el punto de ~ista de las n_ece-
Irlanda, región particularmente oral en un país donde todos los sectores sidades de los procesos intelectuales orales. La memona oral funciOna
conservan grandes muestras de la tradición oral. El forastero vio a un eficazmente co~ los grandes personajes cuyas proezas se~n gloriósas, me-
habitante de Cork recargado en la oficina de correos. Se acercó a él, tocó
morables y, por lo común, públicas. Así, la cstructu~a I~telectual ?e su
con los nudillos en el muro de la oficina de correos, junto al hombro del
naturaleza engendra figuras de dimensiones extraordn~anas, es de_ci~, ~
sujeto, y preguntó: "¿Es esta la oficina de correos?" El lugareño com-
guras heroicas; y no por razones románticas o reflexivamente ~ldactl
prendió muy bien. Contempló al que lo interrogaba con un aire de tran-
cas, sino por motivos mucho más elementales: para orgamzar la
1
.
.
'
'
74 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD l'SICODJ NÁM ICAS OE !.A ORALIDAD 75
experiencia en una especie de forma memorable permanentemente. Las con el tiempo ... su fug¡.¡cidad. El sonido cobra vida sólo cuando está de-
( jando de existir. Otras peculiaridades del sonido también determinan 0
personalidades incoloras no pueden sobrevivir a la mnemotécnica oral.
A fin de asegurar el peso y la calidad de notables, las figuras heroicas tien- 1 influyen en la psicodinámica oral. La más importante es la relación úni-
den a ser genéricas: el sabio Nestor, el aguerrido Aquiles, el astuto Odi- ' ca del oído con la interioridad, cuando se le compara con el resto de Jos
1
sea, el omnicompetentc Mwindo ("el-pequeño-apenas-nacido-caminó-", sentidos. Esta relación es importante debido a la interioridad de la con-
Káhútwa-kénda, su principal epíteto). La misma estructura mnemotécni- ciencia hur~ana y de la comunicación humana misma, aunque aquí sólo
ca o intelccttldJ ~w impone aún ahí donde los marcos orales persisten en puedo considerarla sumariamente. Examino el asunto de manera más
las culturas que cunocen la escritura, como en el relato de cuentos de ~ot~plcta y con mayor profundidad en The Presena of the Ward ( t967b,
hadas para niños: la ahrumadoramente inocente Caperucita Roja; el lo- lnd!ce), al cual puede remitirse el lector interesado.
bo increíblemente malvado; el tallo increíblemente alto que Jack tiene . Cua_nd~ se ana!iza el irlle1·ior físico de un objeto como eso, como inte-
que escalar, pues las figuras no humanas también adquieren dimensio- nor, nmgun senudo funciona de rnanera tan directa como el oído. El
nes heroicas. En este caso, los personajes fantásticos agregan otro recur- sentido humano de la vista se adapta mejor a la luz reflejada difusamen·
so mnemotécnico: resulta más fácil acordarse del Cíclope que de un te por las sup:rfi_cies. (El reflejo difuso, por ejemplo de una página im-
monstruo de dos ojos; o del Cancerbero que de un perro ordinario de presa o un paiSaje, contrasta con el reflejo de imágenes, como el de un
una cabeza (véase Yates, 1966, pp. 9-11, 65-67). Asimismo, las agru- e_spcjo.) Una fuente de luz, como d fuego, puede ser llamativo, pero óp-
paciones numéricas formularias son mnemotécnicamente útiles: los sie- ticamente resulta desconcertante: el ojo no logra "fijarse" en nada den-
te contra Tcbas, las tres gracias, las tres Moiras y así sucesivamente. Todo tro del fuego. De igual manera, un objeto traslúcido, como por ejemplo
esto no pretende negar que otras tendencias, además de la mera utilidad el alabastro, provoca curiosidad, porque, aunque no es una fuente de
mnemotécnica, produzcan figuras y agrupaciones heroicas. La teoría psi- l~z: el ojo tam~oco puede "fijarse" en él. La profundidad puede ser per-
coanalítica puede explicar muchas de ellas. Pero en una estructura cibida por el OJO, pero de manera más satisfactoria como una serie de
intelectual oral, la utilidad mnemotécnica representa una condición sine sup~rficies: los troncos de los árboles en una arboleda, por ejemplo, 0
qua non y, sin importar cuáles sean las otras tendencias, sin una forma- las sillas en un auditorio. El ojo no percibe un interior estrictamente co-
ción mnemotécnica adecuada de la articulación verbal, las figuras no so- ~o tal: d~ntro de un cuarto, las paredes que ve siguen siendo superfi-
brevivirán. · cies extenores.
A medida que la escritura y finalmente la imprenta modifican de ma- El gusto y el olfato no sirven de gran ayuda pa1·a registrar la intcriori-
nera gradual las antiguas estructuras intelectuales orales, la narr·ación da~ o_extcrioridad. El tacto sí, aunque éste destruye parcialmente la in~
se basa cada vez menos en las grandes figuras hasta que, unos tres siglos tenondad en el proceso de percibirla. Si deseo descubrir por el tacto si
después de la invención de la imprenta, puede fluir fácilmente en el mundo una ca)a está vacía o llena, tengo que hacer un agujero en ella para in-
vital humano ordinario que caracteriza a la novela. Aquí, en lugar del troducir una mano o un dedo: esto significa que la caja está abierta en
héroe, con el tiempo encontramos incluso al ami-héroe, el cual (en lugar esa medida, en esa medida menos un interior.
de afrontar al enemigo) constantemente pone pies en polvorosa y huye, El oído puede registrar la interioridad sin violarla. Puedo dar unos
como el protagonista en Corre Conq·o de.John Updike. Lo heroico y lo golpc~itos a u~a caja para averiguar si está vacía o llena, o a una pared
maravilloso desempeñaron una función específica en la organización del para mdagar si es hueca o sólida en su interior. O puedo tirar una mo-
conocimiento en el mundo oral. Con el control de la información y la neda al suelo para determinar si es de plata o de plomo.
memoria establecido por la escritura y, de manera más intensa, por la Todos los sonidos registran las estructuras interiores de lo que los pro-
imprenta, no se necesita un héroe en la antigua acepción para plasmar duce. Un violín lleno de hormigón no sonará como un violín normal.
el" conocimiento en una historia. La situación no tiene nada que ver con Un saxofón suena distinto de una flauta: está estructurado de otra ma-
una putativa "pérdida: de ideales". ~era _en su interior. Y, fUndamentalmente, la voz humana proviene del
mtenor del organismo humano, que produce las resonancias de la misma.
La vista aísla; el oído une. Mientras la vista sitúa al observador fuera
LA INTERIORIDAD DEL SONIDO de lo que está mirando, a distancia, el sonido envuelve al oyent~. Como
observa Merlcau-Ponty (1961), la vista divide. La vista llega a un ser_·
Al tratar algunas psicodinámicas de la oralidad, hasta ahora hemos estu- humano de una sola dirección a la vez: para contemplar una habitación
diado principalmente una característica del sonido mismo: su relación o un paisaje, debo mover los ojos de una pane a otra. Sin embargo. cuan-
:"1.·
~j
.,
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76 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD 77
do oigo, percibo el sonido que proviene simultáneamente de todas direc-
'1j los seres humanos de la existencia, como es procesadá por la palabra ha-
ciones: me hallo en el centro de mi mundo auditivo, el cual me envuelve, blada, pues la manera como se experimenta la palabra es siempre tras-
ubicándome en una especie de núcleo de sensación y existencia. Este efecto
de concentración que tiene el oído es lo que la reproducción sonora de
alta fidelidad explota con gran complejidad. Es posible sumergirse en el
l cendental en la vida psíquica. La acción concentradora del oído (el campo
del sonido, no se despliega frente a mí, sino que me envuelve) afecta la
percepción que el hombre tiene del cosmos. Para las culturas orales, el
oído, en el sonido. No hay manera de sumergirse de igual modo en la cosmos es un suceso progresivo con el hombre en el centro. El hombre
vista. es el umbilzcus mundi, el ombligo del mundo (Eliade, 1958, pp. 231-235, ss.).
Por contraste con la vista (el sentido divisorio), el oído es, por lo tan- Sólo después de la imprenta y el extenso uso de los mapas que ésta
to, un sentido unificador. Un ideal visual típico es la claridad y el carác- puso en práctica, cuando los seres humanos piensan en el cosmos, el uni-
tt:r distintivo, diferenciar (la campaña de Descartes para ]a claridad y verso o el "mundo", se imaginan fundamentalmente algo dispuesto an-
diferenciación produjo una intensificación de la vista en el apamto sen- te sus ojos, como en un moderno atlas impreso, una vasta superficie o
sorio humano; Ong, 1967b, pp. 63, 221). El ideal auditivo, en cambio, conjunto de superficies (la vista presenta superficies) lista para ser "ex-
es la armonía, el conjuntar. plorada". El antiguo mundo oral conoció unos cuantos "exploradores",
La interioridad y la armonía son características de la conciencia hu- pero muchos viandantes, errantes, viajeros, aventureros y peregrinos.
mana. La conciencia de cada ser. humano está totalmente interiorizada, Como podrá advertirse, la mayorÍa de las características del pensa-
r",.'' conocida por la persona desde el interior e inaccesible a otro individuo miento y la expresión que funciona con pautas orales tratadas anterior-
cualqu"iera directamente desde el interior. El que diga "yo" quiere decir mente en este capítulo están muy íntimamente relacionadas con las
algo distinto de lo que quiera significar otra persona. Lo que para mí '· virtudes del oído, que unifica, centraliza e interioriza los sonidos perci-
es "yo", es sólo "tú'' para ti. Asimismo, este "yo" reúne la experiencia bidos por los seres humanos. Una organización verbal dominada por el
en sí mismo integrándola. El conocimiento es, en último términO, no un sonido está en consonancia con tendencias acumulativas (armoniosas) an-
fenómeno que fracciona sino que unifica, que busca la armonía. Sin ella, tes que con inclinaciones analíticas y divisorias (las cuales llegarían con
una condición interior, la psique puede enfermar. la pal<;lbra escrita, visualizada: la vista es un sentido que separa por par-
Debe advertirse que los conceptos "interior" y "exterior", no son ma- tes). También está en consonancia con el holismo conservador (el pre-
temáticos y no pueden diferenciarse matemáticamente. Son concepros sente homeostático que debe mantenerse intacto, las expresioneS
de fundamentos existenciales, basados en la experiencia del propio cuer- •i
formularias que deben mantenerse intactas); con el pensamiento situa-
po, que es tanto mi interior (no pido que dejen patear mi cuerpo sino .;¡ cional (nuevamente holístico, con la acción humana en el centro) antes
que dejen de patt:arrnc)como mi exterior( en cierta manera, puedo "sen- que el pensamiento abstracto; con cierta organización humanística del
tirme" dentro de mi cuerpo). El cuerpo integra una frontera entre mí saber acerca de las acciones de seres humanos y antropomórficos, perso-
mismo y todo lo demás. Lo que quiero decir por "interior" y "exte- ····¡ nas interiorizadas, antes que acerca de cuestiones impersonales.
.. rior" puede comunicarse sólo por alusión a la experiencia de tener un
•·
Las denominaciones utilizadas aquí para describir el mundo oral pri-
cuerpo. Las tentativas de definir "interior" y "exterior" resultan inevi- mario serán útiles otra vez, más adelante, para referir lo que le sucedió
tablemente tautológicas: "interior" se define;:. como "en", que se.dcfine a la conciencia humana cuando la escritura y la imprenta redujeron el
con "entre", que se define con "adentro", y así vueltas y vueltas alre- mundo oral-auditivo a un mundo de páginas visualizadas.
dedor del círculo tautológico. Lo mismo sucede con la palabra "exte-
'· rior". Cuando nos referimos al "interior" y al "exterior", incluso en
el caso de objetos fisicos, nos referimos a nuestro sentido de nosotros mis- LA ORALIDAD. !..A COMUNIDAD Y LO SAGRAIXJ
mos: yo estoy aquí dentro y todo lo demás esta juera. Por medio de las
palabras ''interior'' y ''exterior'', nos referimos a nuestra propia expe- Puesto que, en su constitución física como sonido, la palabra hablada
riencia de tener un cuerpo (Ong, 1967b, pp. 117-122, 176-179, 228 y 231) proviene del interior humano y hace que los seres humanos se comuni-
y analizamos los otros objetos en relación con esta experiencia. quen entre sí corno interiores conscientes 1 como personas, la palabra ha-
En una cultura oral primaria, donde la existencia de la palabra radica blada hace que los seres humanos formen grupos estrechamente 'unidos.
sólo en el sonido, sin referencia alguna o cualquier texto visualmente per- Cuando un orador se dirige a un público, sus oyentes por lo regular for-
ceptible y sin tener idea siquiera de que tal texto pueda existir, la feno- man una unidad, entre sí y con el orador. Si éste le pide al auditorio
menología del sonido penetra profundamente en la experiencia que tienen leer un volante que se les haya entregado, la unión de los presentes se
78 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAI) 79
t
verá destruida al entrar cada lector en su propio mundo privado de lec- palabra, sino un ''sistema secundario de modelado" (cfr. Lotman, 1977).
tura, para restablecerse sólo cuando se reanude nuevamente el discurso El pensamiento está integrado en el habla y no en los textos, todos los
oral. !-'a escritura y lo impreso aíslan. No existe un nombre o concepto cuales adquieren su significado mediante la referencia del símbolo visi-
colectivo para los lectores que corresponda a "auditorio". La lectura "co- ble con el mundo del sonido. Lo que el lector ve sobre esta página no
lectiva" -es_t~ revista es leída por dos millones de lectores- representa son palabras reales, sino símbolos codificados por medio de los cuales
una abstracc1on muy forzada. Para imaginarnos a los lectores como un un ser humano apropiadamente informad.o puede evocar en su concien-
grupo unido, tenemos que seguir llamándolos "auditorio" como si en cia palabras reales, con sonido real o imaginario. Es imposible que una
realidad fueran oyentes. La palabra hablada también crea ~nidadcs en grafía sea más que marcas en una superficie, a menos que un ser huma-
gran escala: es probable que los países en los cuales se hablan dos 0 más no consciente la utilice como dave para palabras enunciadas, reales o
idio_mas tengan graves problemas para establecer o guardar la unidad imaginarias, directa o indirectamente.
n.acJonal, c~mo sucede hoy en día en el Canadá, Bélgica 0 muchas na~ A la gente de una cultura caligráfica y tipográfica le parece convin~
Clones en v1as de desarrollo.· centc pensar en la palabra, en esencia un sonido, como un "signo", por-
La fuerza de la palabra oral para interiorizar se relaciona de una ma- que "signo" se refiere fundamentalmente a algo percibido de manera
nera. espcc.ial ~on lo sagrado, con las preocupaciones fundamentales de visual. Signum, que nos dio la palabra ' 4 signo", significaba el estandarte
~a existencia. E? la r_nayoría de las religiones, la palabra hablada es parte que una unidad del ejército romano 11evaba en alto como identificación
I~tcgral en l~ v1da ntual y devota. Con el tiempo, en las religiones mun- visual; etimológicamente, el "objeto al que se sigue" (raíz protoindoeu-
dial~s más d1fundidas, también se crean textos sagrados en los cuales el ropca, sekw- seguir). A pesar de que los romanos conocían el alfabeto,
scnttdo de lo sacro está unido también a la palabra escrita. Con todo este signum no era una palabra escrita con letras sino una especie de en-
una tradición rcJigiosa apoyada en los textos puede continuar de mucha~ seña o imagen dibujada, como un águila, por ejemplo.
maneras la confirmación de la primacía de lo oral. En el cristianismo El empleo de nombres escritos con letras como marbetes o títulos tar~
P.0 r ejemplo, la ~iblia se lee en voz alta cri las ceremonias litúrgicas, puc~ dó mucho en difundirse, pues siguieron conservándose las huellas de la
s1e~pre se considera que Dios "habla" a los seres humanos, y no les oralidad primaria, como se verá, durante siglos después de la invención
escnbe. E~ carácter oral del marco conceptual en el texto bíblico, incluso de la escritura e incluso de la imprenta. En fecha tan reciente como el
en las secCiones epistolares, resulta abrumador (Ong, J967b, pp. 176-191). Renacimiento europeo, los alqui~istas que sabían leer y que utilizaban
La voz hebrea dahar, que significa "palabra", también quiere decir suceso, etiquetas para sus frascos y cajas, tendían a poner en los marbetes no
Y por. ende se refiere directamente a la palabra hablada. Ésta siempre un nombre escrito, sino signos iconográficos, como los diversos signos
constituye un suceso, un movimiento en el tiempo al cual le taita com~ del zodiaco; y los tenderos no identificaban sus locales con palabras es-
pletamentc la q~iet~d .Pr~pia de un objeto de la palabra escrita o impre~ critas con letras, sino con símbolos iconográficos como la rama de hiedra
sa. En la teolog1a tnmtana, la Segunda Persona de Dios es la Palabra para una taberna, el cilindro azul y rojo del barbero, las tres esferas del
Y el equivale~te h.umano para la Palabra en este caso no es la palabr~ prestamista. (Sobre la rotulación iconográfica, véase Yates, 1966.) Estos
humana escnta, smo la palabra humana hablada. Dios Padre "habla" marbetes o etiquetas no nombran en absoluto aquello a lo que se refie-
a ~u Hijo: no le escribe. Jesús, la Palabra de Dios., no dejó nada por es- ren: las palabras "rama de hiedra" no equivalen al término "taberna";
cnto pese a que sabía leer y escribir (Lucas 4: 16). "La fe es por oír", el vocablo "percha" no corresponde a la expresión u barbero"_ Los nom~
(leemos en Romanos lO:J7). ··~... a letra mata, más el espíritu [el aliento, brcs todavía eran palabnras que avanzaban a través del tiempo; asimis-
que anima la palabra habladaj vivifica" (2 Corintios 3:6). mo, estos símbolos inmóviles, no articulados, eran algo distinto; eran
"signos", y las palabras no lo son. .
Nuestra complacencia al pensar en las palabras como stgnos se debe
LAS PALABRAS NO SON SIGNOS a la propensión -quizás incipiente en las culturas orales pero m~y pro~
nunciadas en las culturas caligráficas y a:ún más marcada en las ttpográ~
Jacqw~s D~~rida ha señalado que "no hay signo lingliístico anterior a ftcas y electrónicas- a reducir toda sensación y, en realidad, toda
la escntura (1976, p. 14). Sin embargo, si se adviene la referencia oral experiencia hUmana o equivalentes visuales. El sonid.o ~s un suc~:o e~
del ~cxto escrito, tampoco existe un "signo" liugliísticu después de la el tiempo, y "el tiempo avanza", inexorablemente, sm mterrupcwn m
escntura. Aunq~..e desencadena potenciales inimaginados de la palabra, división_ El tiempo es supuestamente dominado si lo tratamos en forma
una representacton textual, visual, de una palabra no es una verdadera espacial en un calendario o sobre la carátula de un reloj, donde podemos
80 PSICODINÁMICAS DE LA ORALIDAD
81
ESCRITURA Y CONCIENCIA 83
>C,CRITURA y CONCIENCIA
82
PlATÓN, l.A I:.SCRJ'I1JRA y !.AS COMPUTADORAS
que se pronuncian contra la imprenta y, para expresarlas de modo más
efectivo, las ponen en letra impresa. La misma incongruencia en los ata-
. renden y muchas se molestan al ave- ques contra las computadoras se expresa en que, para hacerlos más efec-
La mayoría de las personas s~ sorp b. , ' múnmente impugnadas tivos, aquellos que los realizan escogen artículos o libros impresos con
·a las mtsmas o ~ecwnes co
riguar que, en esenCI • d f dirigidas por Platón contra base en cintas procesadas en terminales de computadora. La escritura,
,. t las computa oras ueron .
hoy en d ta con ra 1 S 'pt. Carta 1 a escntura, se- la imprenta y la computadora son, todas ellas, formas de tecnologizar la
la escritura, en el Fedro (274-277) y en¡ a/' de una inhur~a~a al pretender palabra. Una vez tecnologizada, no puede criticarse de manera efectiva
. h d ir a Sócrates en e 'e ro, es . .
gún Platon ace ec l'dad sólo puede cxtstlr lo que la tecnología ha hecho con ella sin recurrir a la tecnología más
f d l >ensarnicnto 1o que en rea t
establecer uera e l d .- nufacturado Desde luego, compleja de que se disponga. Además, la nueva ter:nología no se emplea
dentro de él. Es un objeto, un pro uctEo ma ndo lugar. afirma el Só- sólo para hacer la crítica: de hecho, da la existencia a ésta. El pensamien-
. d las computadoras. ...n segu ' . t
lo mismo se d ace e . 1 ~ oria Los que la utilicen l to filosóficamente analítico de Platón, como se ha visto (Havelock, 1963),
crates de Platón, la escntura dest~uyc ar~:~~~o cx.terior por lo que les • incluso su crítica a la escritura, fue posible sólo debido a los efectos que
se harán olvidadizos al depender . e und b'l't el pensamiento. Hoy en 1
• la escritura comenzaba a surtir sobre los procesos mentales .
¡
· t os La escntura e 1 1 a
falta en recursos m ern · , d eÜos temen que las calculadoras de En realidad, como Havelock demuestra de manera excelente (J963),
día, los padres, y otros ademas e ' . lo que debiera ser el re- la epistemología entera de Platón fue inadvertidamente un rechazo pro-
. un recurso externo para .
bolsillo proporciOnen . . · aprendidas de memona. gramado del antiguo mundo vital oral, variable, cálido y de interacción
. d 1 tablas de mu 1tlp 1¡cacJOncs
curso m terno e as · . 1e qUI'tan el trabaJ·O que loman- personal propjo de una cultura oral (representada por los poetas, a quie-
T 1 pcnsamtento
Las calculadoras d e b 1 Han e ' ·w no ¡)roducc respuestas. nes no admitía en su República). El término idea, forma, tiene princi·
~ En tercer lugar un texto escn b 1
tiene en orma. ' r palabras es posible o te- pios visuales, viene de la misma raíz que el latín video, ver, y de ahí, sus
Si uno le pide a una pe_rsona que! ex~d¡que su:exto no 'se recibe nada a derivados en inglés tales como vision [visión], visible [visible] o videotape.
. . Ó1"SIUOOSCOpleaun'
ner una exp l ¡cact I ' d estúpidas que provoca- La forma platónica era la forma concebida por analogía con la forma
·smas palabras a menu o •
cambio, sa va 1as nu
'
ron la pregunta en u o P
·
E '¡
rincipio n a en 1ca
· 'B
b" ·' - ' asura entra,
.,. moderna de la computado-
basura sale '' En cuarto
-·
1 ·visible. Las ideas platónicas no tienen voz; son inmóviles; faltas de toda
calidez; no implican interacción sino que están aisladas; no integran una
ra, se hace la mJsma o J~CJOn. t !"dad agonística de las culturas orales,
lugar' y de acuerd~ con a ~en_ a 1 uta a la escritura el hecho de que la
1 parte del mundo vital humano en absoluto, sino que se encuentran to-
Thomas Bodlcy en el sentido de que, en la Biblioteca de Bodleyana_ de no surge inevitablemente del inconsciente. El proceso de poner por es-
Oxford, "cada libro es tu epitafio". En Pippa Passes, Robert ~rowmn_g crito una lengua hablada es regido por reglas ideadas conscientemente,
llama la atención a la práctica, difundida aún hoy en día, d_e mtr:>duCir definibles: por ejemplo, cierto pictograma representará una palabra es-
flores frescas para que se marchiten entre las páginas de los _hbros Im~re pecífica dada, o a representará un fonema, b otro, y así sucesivamente.
sos: "fadedyellow blossomrl twixt page and page" ["entre págma Y págma/ (Esto nd pretende negar que la situación de escritor-lector creada por
flores amarillas marchitas"]. La flor muerta, en otro tiempo viVa, es el la escritura afecta profundamente los procesos inconscientes que deter-
equivalente psíquico del texto verbal. La_paradoja radica er: el hecho de minan la composición escrita una vez que se han aprendido las reglas
que la mortalidad del texto, su apartamiento del mund~ ~.ntal humano explíCitas y conscientes. Trataremos este punto más adelante.)
v 1vo, su rígida estabilidad visual, aseguran su perdurab1hd~d Y su po- Afirmar que la escritura es artificial no significa condenarla sino elo-
tencial para ser resucitado dentro de ili~itados contextos vtvos por un giarla. Como otras creaciones artificiales y, en efecto, más que cualquier
número virtualmente infinito de lectores vtvos (Ong, 1977, pp. 230-271 ). otra, tiene un valor inestimable y de hecho esencial para la realización
de· aptitudes humanas más pfenas, interiores. Las tecnologías no son só-
lo recursos externos, sino también transformaciones interiores de la con-
LA F..SCRI11JRA ES UNA TECNOI.OCÍA ciencia, y mucho más cuando afectan la palabra. Tales transformaciones
pueden resultar estimulantes. La escritura da vigor a la conciencia. La
Platón consideraba la escritura como una tecnología externa Y ajena, lo alíenaáón de un medio natural puede beneficiarnos y, de hecho, en mu-
mismo que muchas personas hoy en día piensan de la co~putadora. Pues- chos sentidos resulta esencial para una vida humana plena. Para vivir
to que en la actualidad ya hemos interiori~ado la escntura de mane.ra y comprender totalmente, no necesitamos sólo la proximidad, sino tam-
tan profunda y hecho de ella una parte tan _unp?rt.ante de, nosotros rms- bién la distancia. Y esto es lo que la escritura aporta a la conciencia co-
mos, así como la época de Platón no la hab1a asimilado aun ple~amente mo nada más puede hacerlo.
(Havelock, 1963), nos parece difícil considerarla una tecnolo~1a; como Las tecnologías son artificiales, pero, -otra paradoja- lo artificial es
por lo regular lo hacemos con la imprent~ y la comp~~adora. n embar-
s•. natural para los seres humanos. lnteriorizada adecuadamente, la tecno-
go, la escritura (y particularmen.tc la escntura alf<:beuca) .constJ~uye una logía no degrada la vida humana sino por lo contrario, la mejora. La
tecnología que necesita herramientas y otro eqmpo: est1los, pmccl.es o orquesta moderna, por ejemplo, constituye el resultado de una compleja
plumas; superficies cuidadosame~te pre~aradas, .como el papel, pte~es tecnología. Un violín es un instrumento, o sea, una-herramienta. Un
de animales, tablas de madera; ast como untas o pmturas, y mucho mas. órgano es una enorme máquina, con fuentes de poder -bombas, fue-
Clanchv (1979, pp. 88-115) trata el asunt~ detalladament;: dentro del lles, generadores eléctricos- ubicadas totalmente fuera de su operador.
contexto medieval de Occtdente, en el capitulo m titulad? La tec~olo La partitura de Beethoven para su Quinta Sinfonía consiste en instruc-
gía de la escritura". En cierLO mo.do, de las tres tecnologtas, la e~cntura ciones muy cuidadosas para técnicos altamente calificados, que especifi-
es la más radical. Inició lo que la Imprenta y las computadoras solo con- can exactamente cómo deben utilizar sus herramientas. Legato: no quite
tinúan: la reducción del sonido dinámico al espacio inmóvil; la sep':r~ el dedo de una tecla antes de hacer sonar la siguiente. Staccato: toque la
ción de la palabra del presente vivo, el único lugar donde pueden.ex1stlr nota y quite el dedo de inmediato. Y así sucesivamente. Como bien sa-
ben los musicólogos, no tiene sentido oponerse a las cOmposiciones elec-
las palabras habladas.
Por contraste con el habla natural, oral, la escritura es completamen- trónicas como The Wild B11ll de Morton Subotnik porque los sonidos sean
te artificial. No hay manera de escribir "naturalmente". El habla oral producidos por aparatos mecánicos. ¿Dónde cree usted que se originan
es del todo natural para los seres humanos en el sentido de que, en toda los sonidos de un órgano? ¿O de un violín o incluso de un silbato? El
cultura, el que no esté fisiológica o psicológicament~ afectado, aprende hecho es que, al emplear aparatos mecánicos, un violinista o un organis-
a hablar. El habla crea· la vida consciente, pero asciende hasta la con- ta pueden expresar algo intensamente humano que no sería posible sjn
ciencia desde profundidades inconscientes, aunque desde luego con la dicho aparato. Para lograr tal expresión, por supuesto, el violinista u or-
cooperación voluntaria e involuntaria de la s?ciedad. Las regl~s grama- ganista tiene que haber interiorizado la tecnología, haber hecho dc,Ja he-
ticales se hallan en el inconsciente en el senudo de que es posible saber rramienta o de la máquina una segunda naturaleza, una parte psicológica
cómo aplicarlas e incluso cómo establecer otras nuevas aunque no se puede de sí mismo. Esto requiere años de "práctica", de aprender cómo lo-
grar que la herramienta haga lo que puede hacer. Tal adaptación de una
explicar qué son.
La escritura o grafía difiere como tal del habla en el sentido de que herramienta a uno mismo, o aprendizaje de una habilidad'tecnológica,
86 ESCRITURA Y CONCIENCIA ESCRITURA Y CONCIENCIA 87
difícilmente puede sc1· deshumanizadora. El uso de una tecnología puede determinado, la integran en la conducta meramente biológica. ¿Cuándo
enriquecer la psique humana, desarrollar el espíritu humano, intcnsifi~ se convierte en "escritura" la huella de un pie o un depósito de heces
car su vida interior. La escritura es una tecnología interiorizada aún más u orina (empleados por muchas especies de animales como comunica-
profundamente que la ejecución de música instrumental. No obstante, ción; Wilson, 1975, pp. 228-229)? El uso del término "escritura" con
para comprender qué es la escritura -lo cual significa comprenderla ~n este sentido más amplio, para incluir toda marca semiótica, hace trivial
relación con su pasado, con la oralidad-, debe aceptarse sin reservas su significado. La irrupción decisiva y única en los nuevos mundos del
el hecho de que se trata de una tecnología. saber no se logró deutro de la conciencia humana al inventarse la simple
marca semiótica, sino al concebirse un sistema codificado de signos visi-
;.QUÉ FS LA "ESCRITURA" 0 "GRAFÍA"? bles por medio del cual un escritor podía determinar las palabras exactas
que el lector generaría a partir del texto. Esto es lo que hoy en día llama-
La escritura, en el sentido estricto de la palabra, la tecnología que ha· mos "escritura" en su acepción más estricta.
moldeado e impulsado la actividad intelecfual del hombre moderno, re- En este sentido global de escritura o grafía, las marcas codilicadas vi-
presenta un adelanto muy tardío en la historia del hombre. El Horno sapitnS sibles integran las palabras de manera total, de modo que las estructuras
lleva tal vez unos 50 mil años sobre la tier-ra (Leakey y Lewin, 1979, y referencias sutilmente intrincadas que se desarrollan en el oído pueden
pp. 141 y 168). La primera grafia, o verdadera escritura, que conocemos ser captadas en forma visible exactamente en su complejidad específica
apareció por primera vez entre los sumerios en Mesopotamia apenas alrede-
dor del año 3500 a. de C. (Diringer, 1953; Gdb, 1963).
.. y, por ello mismo, pueden producir estructuras y referencias todavía más
sutiles, superando con mucho las posibilidades de la articulación oral.
Antes de esto, los seres humanos habían dibujado durante innumera- En este sentido ordinario, la escritura, era y es la más trascendental de
bles milenios. Asimismo, diversas sociedades utilizaban diferentes recursos todas las invenciones tecnológicas humanas. No constituye un mero apén-
para ayudar a la memoria o aides-mémoire: una vara con muescas, hileras dice del habla. Puesto que traslada el habla del mundo oral y auditivo
de guijarros, o bien como los equipos de los incas (una vara con cuerdas a un nuevo mundo sensorio, el de la vista, transforma el habla y tam-
a las que se ataban otras cuerdas), los calendarios de los indios nortea- bién el pensamiento. Las muescas en las varas y otras aides-mémoire con-
mericanos de las llanuras, quienes dividían el tiempo por inviernos y así ducen hacia la escritura, pero no reestructuran el mundo vital humano
sucesivamente. Sin embargo, una grafía es algo más que un simple re- como lo hace la verdadera escritura.
curso para ayudar a la memoria. Incluso cuando es pictográftca, una gra- Los sistemas de verdadera escritura pueden desarrollarse, y normal-
fía es algo más que dibujos. Los dibujos representan objetos. Un dibujo mente lo hacen, de manera paulatina a partir de un uso más elemental
de un hombre, una casa y un árbol en sí mismo no expresa nada. (Si se de los recursos para ayudar a la memoria. Existen etapas intermedias.
proporciona el código o el conjunto de reglas adecuado, es posible que En algunos sistemas codificados, el que escribe sólo puede producir apro-
In haga; pero un código no puede representarse con imágenes, a menos ximadamente lo que el lector comprenderá, como en la técnica creada
que sea con la ayuda de otro sistema no codificable en la ilustración. En por los vai en Liberia (Scribnet y Cale, .1978) o incluso en los antiguos
último término, los códigos deben explicarse con algo más que dibujos; jeroglílicos egipcios. El control más riguroso es el logrado por el alfabe-
es decir, con palabras o dentro de un contexto humano total, comprensi- to, aunque aun éste nunca sea totalmente perfecto en todos los casos.
ble a los seres hunianos.) Una grafía en el sentido ele una escritura real, Si escribo la palabra read, pudiera significar un participio pas11do (pro-
como es entendida aquí, no consiste sólo en imágenes, en representacio- nunciado para rimar con reá), e indicaría que el documenfo sobre el cual
nes de cosas, sino en la representación de un enunciado, de palabras que la escribí ya fue revisado; o es posible que sea un imperativo (pronuncia-
alguien dice o que se supone que dice. do para rimar con reeá), e indicaría que habrá que revisarlo. Incluso con
Por supuesto, es posible considerar como "escritura" cualquier mar- el alfabeto, en ocasiones se necesita un contexto extra-textual, aunque
ca semiótica, es clccir,.cualquicr marca visible o sensoria que un indivi- sólo en casos excepcionales: ¿cuán excepcionales? Dependerá de la me-
duo hace y a la cual le atribuye un significado. Por lo tanto, un simple dida en que se haya adaptado el alfabeto a una lengua dada.
rasguño en una piedra o una muesca en una vara, interpretables sólo
por quien los produjo, podría ser "escritura". Si esto es lo que se pre- MucHAS GRAFiAs I'ERO sóLO UN ALFA~E'ID
tende dar a entender por "escritura", su antigüedad es comparable, tal
!
vez, a la del habla. No obstante, las investigaciones ele la escritura que ..f.: En el mundo se han creado todo tipo de grafías cuya evolución ha sido
la definen como cualquier marca visible o sensoria con un significado · -.t independiente de las demás (Diringcr, 1953; Diringer, 1960; Gclb, 1963);
88 ESCRITURA Y CONCIENCIA ESCRITURA Y CONCIENCIA 89
la escritura cuneiforme mesopotámica, 3500 a. de C. (las fechas aproxima· específicas. No obstante, y aun en esos casos, el significado deseado no
das fueron tomadas de Diringer, 1962); los jeroglíficos egipcios, 3QOO resultaba del todo claro.
A partir . d e 1os pictogramas
. (el dibujo de un árbol representa la pala-
a.C. (tal vez con un poco de influencia de la escritura cuneiforme); la es-
critura minoica o micénica "·Lineal B", 1200 a. de C.; la escritura del valle bra para ':árbol"), las grafías crearon otros tipos de símbolos. Uno de
del lndo,3000-2400 a.C.;la escritura china,1500 a.C.;la escritura ma- ellos es el .tdeograrna, en el cual el significado es un concepto no repre-
s~ntado d1recta~ente por el ~ibujo, sino establecido por un código: por
ya, 50 d. C.; la escritura azteca, 1400 d.C.
Las grafías tienen antecedentes complejÓs. La mayoría de ellas, tal CJCmplo, en el pictograma chmo, un dibujo estilizado de rlos árboles no
vez todas, derivan directa o indirectamente de cierto tipo de escritura represent.a.las palabras "dos árboles" sino la palabra "bosque"; las fi-
pictográfica o, quizás en algunos casos, en un nivel aún más elemental, guras csulizadas de una mujer y un niño, uno junto al otro, simbolizan
~a palabra "bueno", y así sucesivamente. La palabra hablada para mu-
del uso de símbolos. Se supone que la grafía cuneiforme de los sumerios,
la primera de todas las que se conocen (ca. 3500 a. de C.), se originó, par- Jer es ny; para niño, dza; para bueno, hua: la etimología pictórica, como
cialmente al menos, a partir de un sistema para registrar transacciones en este caso, no necesariamente tiene relación con la etimología fonérni-
económicas utilizando símbolos de arcilla encerrados en pequeños reci- c~. Los que escriben el chino se relacionan con su lengua de manera muy
pientes o bulas, huecos pero totalmcl'l.te tapados, corno si se tratara de un diferente de aquellos que la hablan sin saber escribirla. En un sentido
pci-icarpio, y hendiduras en la parte externa que representaban los símbo- especial, .las cifras como 1, 2, 3, son ideogramas interlingüísticos (aun-
los del interior (Schmandt-Besserat, 1978). Por lo tanto, los símbolos en que. no plc.to?ramas): representan el mismo concepto, pero no el mismo
el exterior de la bula -digamos, siete hendiduras- llevaban con ellos, dentro son1do en JdJOmas que cuentan con palabras enteramente distintas para
1, 2, 3. ~de:nás, aun d~ntro del léxico de una lengua dada, los signos J,
de la bula, la prueba de lo que representaban -digamos siete pequeños
artefactos de arcilla con figuras distintas para representar vacas, ovejas u
ll 2, 3 Y siguiGntes en Cierto modo están vinculados indirectamente con
otras cosas aún no descifrables-, corno si las palabras siempre se formula- el concepto antes que con la palabra: las palabras correspondientes al
ran acompañadas por sus significados concretos. El marco económico de .1 (" uno ") y 2 ("d os ") es tan ' en 1azadas con los conceptos '' 1o.'' y '' 2o. '',
tal uso precaligráfico de símbolos pudiera ayudar a asociarlas con la escri- pero no con las palabras "primero" y "segundo".
tura, pues se sabe que la primera grafía cuneiforme, de la misma región de Otro til:'o de pictog_rama es la "escritura n::bus" (el dibujo de la plan-
las bulas, cualesquiera que sean sus antecedentes exactos, servía principal- ta de un pu: [sole] pudiera representar también, en inglés, el pez llamado
mente para objetivos económicos y adn~inistrativos cotidianos en las socieda- sole.; .r~Jle, .en el sentido ":"ólo"; ? J-oul [alma] por su asociación con el cuerpo;
los dibUJOS .de un rnolmo [mtll], un paseo [walk] una llave fkryJ en este
des urbanas.
orden, pudieran representar la palabra "Milwaukee"). Dado que en es-
La urbanización proporcionó el incentivo para crear un rnétOOo de regis-
te punto el símbolo representa principlamcnte un sonido un "rebus"
tro. El uso de la escritura para creaciones de la imaginación, como por ejem-
es una ~specie de ~onograma (símbolo de un sonido), pero ~ólo de mane-
plo las palabras habladas en cuentos o lírica, es decir, el uso de la escritura
ra mediata: el son1do no es designado por un signo abstracto codificado
para producir literatura en el sentido más específico del término, aparece
(como una letra del alfabeto), .sino por el dibujo de una de las varias co·
bastante tarde en la historia de la grafía.
sas que significa.
Las imágenes pueden servir simplemente de a_ides-mbnoire, o puede con-
Todos los sistemas pictográficos·, incluso con ideogramas "escritura
ferírseles un código que les permita representar en forma más o menos
rcbus", requieren un número exasperante de símbolos. El chino es el más
exacta palabfas específicas, con diversas relaciones gramaticales entre sí.
amplio, complejo y rico; el diccionario Kanyi del chino incluye en 1716
La escritura china de caracteres aún hoy en día se compone básicamente
a. de _C. 40 545 caracteres. Ningún chino o sinólogo los conoce todos,
de dibujos, pero estilizados y codificados de complicadas maneras, que
Y nadie los ha conoci~o. Pocos chinos que saben escribir pueden anotar
si.n duda la convierten en el sistema de escritura más complejo que el
todas las palabras chinas habladas que entienden. Llegar a conocer con
mundo ha conocido. La comunicación pictográfica, tal como la encon~
ci~rta profundidad el sistema chino de escritura por lo general toma unos
trada entre los primero.s indígenas americanos y en muchos otros (Mac-
vem~e. años. La elaboración de dicha grafía exige mucho tiempo y resul-
kay, 1978, p. 32), no evolucionó a una grafía real porque el código se
ta eht1sta. No cabe duda que los caracteres serán reemplazados por el
mantuvo demasiado vago. Las representaciones pictográficas de diver-
alf~beto ro~ano en c~anto todos los habitantes de la República Popular
sos objetos servían como una especie de memorandum alegórico a los
Chma dommen la ~1sma lengua china ("dialecto"), el mandarín que
grupos que trataban ciertos temas restringidos, los cuales ayudaban a
actualmente se ensena en todas partes. Para )a literatura, la pérdida será
determinar de antemano cómo se relacionaban entre sí estas imágenes
.._,.
¡
de una cultura a otra, pero el minucioso estudio histórico de casos parti-
siglo XII. cu_la_rcs h~cho por Clanchy del uso de la escritura para propósitos ad-
Los arcaicos hábitos mentales orales de pensar en voz alta propician mmlstra_tlvOs prácticos en la Inglaterra de los siglos XI y Xll (1979),
el dictado, pero también lo hacía el estado de la tecnología de la escritu- proporCIOna una clara muestra de la medida en que el lenguaje oral pue-
ra. En el acto físico de escribir, afirma en la Edad Media el inglés.Orde- de aún subsistir en el lenguaje escr·ito, incluso en un medio administrativo .
ric Vitalis, ''todo el cuerpo participa" (Clanchy, 1979, p. 90). A través . En el periodo que analiza, Clanchy descubre que los "documentos
de la Edad Media europea, los autores a menudo contrataban amanuen- n.o inspiraba_n confianza en seguida" (Clanchy, 1979, p. 230). Fue pre· 1
ses. Por supuesto, la composición por escrito -la hilación escrita de los CISO pcrsuad1r a la gente de que la escritura mejoraba lo bastante los vie-
1
pensamientos, particularmente en composiciones más breves- se prac- jos métodos orales para justificar todos los gastos y fastidiosas técnicas
ticaba en cierta medida-desde la antigüedad; sin embargo, en las distin·- que implicaba. Antes del uso de documentos, comúnmente se utilizaba 1
tas culturas su empleo en obras literarias y otros escritos extensos llegó el testimonio colectivo oral para fijar, por ejemplo, la edad de loS he re·
a generalizarse en distintas épocas. No era muy conocida aún en la In-
glaterra del siglo x1; y cuando se aplicaba, incluso en este periodo tan
cleros feudales. Para poner fin a una disputa en. 1127, tocante a si los, dere-
chos de aduana del puerto de Sandwich correspondían a la Abadía de
¡,
tardío, podía llev~rse a cabo en un marco psicológico tan oral que nos ?an Agust[n en Canterbury ·o a la Iglesia de Cristo, se eligió un jurado
1
resulte difícil de imaginar. En el siglo XI, Eadmer de St. Albans afirma mtcgrado por doce hombres de Do ver y doce de Sandwich, "personas 1
que, al escribir, tenía la impresión de estar dictándose así mismo mayores, madw·as y sabias que dieran un buen testimonio''. Cada
.··-·--· -,-----------------------=-
uno de ellos declaró que, según "he sabido por mis antepasados, y he vive cotidianamente dentro de un marco de tiempo computado, reforza-
visto y oído desde mi juventud", los tributos pertenecían a la Iglesia de do por millones de calendarios impresos, relojes de pared y de pulso. E.n
Cristo (Clanchy, 1979, pp. 232-233). Estaban acordándose públicamen- la Ingl_aterra del siglo XII, no había relojes de pared ni de pulso ni ca-
te de lo que otros habían recordado antes que ellos. lenclanos para la pared o el escritorio.
Los testigos eran prima Jacie más creíbles que los textos, porque era Antes de que la escritura se interiorizara profundamente mediante la
posible cuestionarlos y obligarlos a defender sus afinnaciones, mientras imprenta, la gente no consideraba que estuviera siluada, en todo mo-
con los textos esto no podía hacerse (esta, corno se recordará, fue pr·cci- mento de sus vidas, dentro de un tiempo computado abstracto de cual-
samentc una de las objeciones de Platón contra la escritura). Lo,.:; méto- quier tipo. Parece poco probable que la mayoría de las personas en la
dos notariales para dar validez a los documentos se comprometen a Europa occidental del medievo o incluso del Rcnaciruient.o hubiera sa-
inlegrar los mecanismos de autenticidad en los textos escritos. Sin ~rn bido habitualmente en qué año vivían, a partir del nacimiento de Cristo
bargo, <;e desarrollan tardíamente en las culturas que conocen la escntu- o de otro punto cualquiera en el pasado. ¿Por qué tenían que saberlo?
ra y mucho más tarde en Inglaterra que en Italia (Clanchy, 1979, La indcci:-;ión en cuanto al punto desde el cual debían hacerse los cálcu·
pp. 235-236). Los documentos escriws mismos a menudo se autenticaban los comprueba la trivialidad de la cuestión. En una cultura sin periódi-
no por escrito sino mediante. objetos simbólicos como un cuchillo, liga- cos u otro material fechado regularmente que dejara una huella en la
do al documento por una correa de pt~rgamino; (Clanchy, 1979, p. 24). conciencia, ¿qtlé sentido ~cndría para la mayoría de las personas saber
En efecto, los objetos simbólicos solos podían servir de instrumentos pa- en qué año vivían? El número abstracto del calendario no estaría relacio-
ra la transferencia de propiedades. En ca 1130, Thornas de Muscharnps nado con nada en la vida real. La mayoría de las personas no sabía -y
traspasó ::;us propiedades de Hetherslaw a los rnonjcs de Durham ofre- nunca trataba siquiera de descubrir- en qué año había nacido.
ciendo su espada sobre un altar (Clanchy, 1979, p. 25). lncluso después Asimismo, las cédulas se acompañaban invariablemente de alguna ma-
del Drmtt"Jday Book* (1085-1086) y del aumento consiguiente en la docu- nera con los ob~equios simbólicos, como cuchillos o espadas. Éstos po-
mentación escrita, la historia acerca del conde Warrenne muestra cómo dían identificarse por su apariencia. Y, en efecto, era muy común que
el antiguo sistema oral del pensamiento aún persistía: ante los jueces, las cédulas se falsificaran para darles la aparienéia (por equivocada que
en procedimientos quo warranto bajo Eduardo I (su reinó comprende los fuera) que una corte consideraba apmpiada (Cianchy, 1979, p. 24·9, ci-
años 1272-1306), el condc·Warrenne no presentó una cédula sino ''una tando a P. H. Sawyer). ''Los falsificadores'', señala Clanchy, no eran
antigua y oxidada espada", haciendo protestas de que sus antepasados "descarriados ocasionales en las periferias de la práctica legal" sino "ex~
¡
habían venido con Guillermo el Conquistador para ocupar Inglaterra por pcrtos arraigados en el centro de la cultura literaria e int~lectual del si-
medio de la espada, y que él defendería sus tierras con ella. Clanchy se- glo xu". De las 164 cédulas existentes de Eduardo el Confesor, sin duda
[¡a]a (1979, pp. 21-22) qUt~ la historia resulta algo dudosa debido a cier- 1-4 son falsificadas, sólo 64 son incuestionablernentc auténticas, y no
tas incongruencias, pero señala también que su persistencia da fe de un puede determinarse si el resto son legales o no.
sistema anterior ele pcnsamit:nt.o familiarizado con el valor testimonial Los errores comprobables que se derivan de los procedimientos eco-
nómicos y jurídicos aún radicalmente orales referidos por Clanchy son
de (ns obsequios simbólicos.
Las p1:imeras cédulas que certifican l"a posesión de tierra en lnglate+ mínimos porque el pasado más extenso era en su mayor parte inaccesi-
rra originalrnente ni siquiera se fechaban (1979, pp. 231, 236-241), tal ble a la conciencia. ''La verdad recordada cra ... Oexible y estaba al día''
vez por toda una variedad de motivos. Según Clanchy, acaso el de rna- (Clanchy, 1979, p. 233). Como se ha visto en los casos de la Nigeria y
yor peso haya sido que el "fechar obligaba al que escribía a expresar Ghana modernas (Goody y Watt, 1968, pp. 31~34), en una economía
una opinión respecto a su lugar en el tiempo" (1979, p. 238), lo cual oral de pensamiento, los asuntos del pasado que no tuvieran cierta rela-
le exigía elegir un punto de referencia. ¿Cuál punto? ¿Había de ubicar ción con el presente por lo regular caían en el olvido. La ley de la cos-
el docümento con referencia a la creación del mundo? (:A la crucifixión? tumbre, :Ün vínculos con un material caído en desuso, estaba
¿_Al nacimiento de Cristo? Los papas fechaban los documentos ele esta automáticamente siempre al día y por lo tanto era actual, hecho que,
manera, a partir del nacimiento de Cristo; sin embargo, ¿resultaba prc~ paradójicamente, hace que la ley de la costumbre parezca inevitable y
suntuoso fechar un documento secular del mismo modo que lo hacían por ello muy vieja (cfr. Clanchy, 1979, p. 233). ·Las personas cuya visión
los papas? Hoy en día, en las culturas de alta tecnología, todo mundo ~el munJo ha sido moldeada por un grado elevado de escolarización,
tienen qu~ rccordar que en las culturas funcionalmente orales el pasadu
no se cons1dcra como un terreno categorizado, acribillado con ''hechos''
.-------------_-__-_--______ --~--------------------------------------------------------------------====c------------------------------------------------------------------------------------
"
categorizado. El lenguaje oral no conoce las listas, las graficas m las rlus- pacio visual, sujetos a lo que Goody llama un "análisis a la inversa"
tracwnes. . . ., . (1977, pp. 49.-50). Goody muestra en detalle cómo, cuando los antropó-
Goody (1977, pp. 52-111) examina en detalle la Stgmficaclün mtelcc- logos exponen sobre una superficie escrita o impresa listas de varios artí-
tual de los cuadros y los listados, de los cuales el calendano constJ_tuye culos hallados en los mitos orales (tribus, regiones de la tierra, tipos de
un ejemplo. La escritura hace posible tal aparato. En efecto, la escntura viento, y así sucesivamente), en realidad deforman el mundo mental en
en cierto sentido fue inventada principalmente para elaborar algo pare- el cual los mitos tienen su existencia propia. La satisfacción que propor-
cido al listado: la mayor parte, por mucho, de la es~ritura más tcn~prana cionan los mitos en esencia no es "coherente" de un modo tabular.
que conocemos. la grafía cuneiforme de 1os s~menos -cuyas pnme~a.s Por supuesto, las listas del tipo tratado por Goody son útiles si tene-
manifestaciones datan aproximadamente del ano 3500 a. de c.- se utlh- ~~ mos una conciencia refleXiva de la deformación que inevitablemente pro-
zaba para hacer cuentas. Las culturas orales pri~arias por lo gener~l co- ducen. La presentación visual del material articulado de manera verbal
locan su equivalente de los listados en las nar-rac1ones, como el catalogo en el espacio posee su propia economía particular, sus propias leyes de
de navíos y capitanes en la Jlíada (ii. 461-879): no se trata de un recuento .1 movimiento y estructura. En la~ diversas grafías del mundo, los textos
exacto, sino de un despliegue operativo en un ~elato acerca de una gu_e- • se leen divergentemente de derecha a izquierda, de arriba hacia abajo,
rra. En el texto de la Tora, que puso por escnt.o formas de ~cr:sar aun ~ o en todas estas formas al mismo tiempo, como en la escritura bustrófe-·
básicamente orales, el equivalente de la geografía (el esta?lecmucnto ~e ~-, don, pero en ningún lugar, hasta donde se sabe, de abajo hacia arriba.
la relación entre un lugar y otro) se integra en una n~rrac1ón f?rn;ulana ¡ Los textos asimilan el enunciado al cuerpo humano. Introducen un con-
de acciones (Números, 33: 16 ss. ): ''Y partidos del desterto de Sma1, asen- cepto para "cabezas" en las acumulaciones del saber: "capítulo" se de-
taron en Kibroth-hataava. Y partidos de Kibroth-_hataav~ ascnt;ron e~ riva de caput en latín, que significa "cabeza'·' (del cuerpo humano). Las
Hasen)t. y partidos de Haseroth, asentaron en R1t.ma; .. , Y as1 s~ccsl páginas no sólo tienen "cabezas", sino también "pies", para las notas
vamcnte, en muchos versos más. Incluso las genealog1as que prov1enen de pie de página. Las referencias remiten a lo que se encuentra "arriba"
de una tradición de características marcadamente orales resultan, de he- y "abajo" en un texto cuando se quiere especificar algo varias páginas
cho, generalmente narrativas. En lugar de una recitaci~n de nombres, atrás o adelante. La significación de lo vertical y lo horizontal en los tex-
encontramos una secuencia de ''engendró'', de afirmaciOnes de lo que tos merece un estudio formal. Kerckhove (1981, pp. 10-11 en ~'pruebas")
alguien hizo: "e lrad engendró a Mehujael, y Mehujael engendró~ Mct- t _ sugiere que el notable crecimiento del hemisferio izquierdo determinó el
hujael, y Methujael engendró a Lamech" (~énesis, 4: 1_8j. Est? tipo de ,.~ rumbo en la temprana escritura griega, primero de derecha a izquierda;
agregación proviene en parte de la tendencia oral a uttltz~: f~rmul~s, luego con el movimiento bu.strófcdon (del tipo "arado de buey": una lí-
en parte del gusto mnemotécnico oral de aprovechar el equthbno _(!_ate- nea hacia la derecha y luego un giro en la siguiente línea, hacia la iz-
p~.:~tición de sujeto-predicado-objeto produce un esquema q~e faCihta el ~ quierda; las letras se invierten según la dirección de la lfnea); al estilo
recuerdo, Jo que una mera secuencia de nombres no tcndna), ~n parte ¡_;, stoichedon (líneas verticales). y finalmente a un movimien-
de la propensión oral a la redundancia (cada persona se menciOna dos -_!1.. to definitivo de izquierda a derecha sobre una línéa horizontal. Todo es-
veces, como el que engendra y como el engendrado), y en parte de la to conforma un mundo de distribuciones bastante distinto de cualquier
costumbre oral de narrar antes que simplemente yuxtaponer (las perso- manifestación de la sensibilidad oral, que no tiene manera de operar con
nas no se encuentran inmóviles, como cuando la policía alinea a l~s de- {~ "cabezas" u organización verbal lineal. En todo el mundo, el alfabeto,
Jincuentes uno junto al otro para identificarlos, sino que están haCiendo ~:. este reductor despiadadamente eficaz del sonido al espacio, está obliga-
algo, a saber: engenrlrando).
Estos pasajes bíblicos son, claro está, registros escritos, pero nac~n de ;f:
_J do a prestar servicio directo para establecer las nuevas secuencias defini-
das en el espacio: los artículos se marcan a, b, e, y así sucesivamente,
una sensibilidad y tradición constituidas oralmente. No se les comadera -~ para indicar su orden, y aun los poemas, en los primeros días de 13. escri-
como cosas, sino como reconstituciones de sucesOs en el tiempo. Las_se--$ ~ tura, se componen siguiendo el orden del alfabeto con la primera letra
cuencias presentadas oralmente siempre son inciden~cs en el tiempo. Im-? _ de la primera palabra de las líneas sucesivas. El alfabeto como simple
1
posibles de ''examinar'', porque no se presentan· VIsualmente ~1110 ~ue~J serie de letras constituye un vínculo fundamental entre la mnemotecnia
son, antes bien, articulaciones sonoras. En una cultura oral pnmana ~{:J ~ oral y la escolarizada: por lo general la secuencia, de las letras del alfabe-
.. :f! ~ .·
ESCRITURA Y CONCIENCIA 103
102 ESCRITURA Y CONCIENCIA
e~~mplo, gene~almcntc requieren que la voz se eleve un poco. La tradi-
In se aprende de memoria de manera oral y luego se utiliza para la recu- CJOn ~;la escntura, adoptada y adaptada por experimentados críticos,
peración, en gran medida visual, de material, a manera de índices. tambtcn puede aportar algunos indicios extra textuales de las entonacio-
Las gráficas, que no sólo disponen los elementos del pensamiento en nes, ~unque n~ totalmente. Los actores pasan horas diciendo cómo pro-
una línea clasificatoria sino simultáneamente en órdenes horizontales y nunciar en realidad. las palabras del texto que tienen frente a sí. Un pasaje
varios en zig-zag, representan un marco de pensamiento más apartado dado puede ser recitado por un actor con gran sonoridad; por otro, con
aún que Jos listados en relación con los procesos intelectuales orales que, un susurro.
se supone, tales gráficas representan. El extenso uso de listados y parti- No sólo los lectores, sino también el escritor, carecen del contexto ex-
cularmente de gráficas, tan común en nuestras culturas de avanzada tec- tratcxtual. La f~lta de un contexto comprobal:~e es lo que normalmente
nología, es resultado no sólo de la escritura, sino de la profunda h_a~ce _m_ucho mas p~n~sa la actividad de la escritura que una presenta-
interiorización de lo impreso (Ong, 1958b, pp. 307-318 et passim), la cual cw~ ~~al ante un pubhco ,real. "El pú~lico del escritor siempre es imagi-
pone en práctica el uso de listas de palabras, esquemáticas y fijas, y otras nano (Ong_; 1977, pp. 53-81 ). El escntor debe c•·ear un papel que pueda
aplicaciones informativas del espacio neutral, mucho más allá de cual- ser des~~ penado por los lectores ausentes y a menudo desconocidos. Aun
quier posibilidad en una cultura con conocimiento de la escritura. al esc:tbtr a un arr~igo Íntimo, tengo que crear una disposición anímica
para e~, a la cual cJ d~be ~moldarse. El lector también tiene que crear
al escntor. Cua~d? mt amtgo lea mi carta, es posible que me encuentre
ALGUNAS DINÁMICAS Dt-: LA TEXTUALIDAD en un estado de ammo enteramente distinto de cuando la escribí. En efec-
to, es mu?' posi~le que h~ya yo muerto. Para ql'~ un texto comunique
La condición de las palabras en un texto es totalmente distinta de su con- su ri_IensaJC,. no tmporta st el autor está muerto o vivo. La mayoría de
dición en el discurso hablado. Aunque se refieran a sonidos y no tengan los l.Jbt:os ext~;entes hoy en~ día fueron es.critos por personas muertas ya,
sentido a menos que puedan relacionarse -externamente o en la La artlculacwn hablada solo es produCJda por los vivos.
imaginación- con los sonidos o, más precisamente, los fonemas que co- Incl~so e~ un diario personal dirigido a mí mismo, tengo que crear
difi~an, las palabras escritas quedan aisladas del contexto más pleno dentro al destmatano De hecho, el dtano reqUiere, en cierta forma de la in-
del cual las palabras habladas cobran vida. La palabra· en su ambiente venciÓ~ máxu.na de la persona que habla y ~e aquella a la cual se dir_ige.
oral natural forma parte de un presente. existencial real. La articulación I~a escntura stempre. es una especie de imitación del habla; y en un dia-
hablada es dirigida por una persona real y con vida a otra persona real na, P?r lo tanto, finJO estar hablando conmigo mismo. Pero nunca ha-
y con vida u otras personas reales y con vida, en un momento específico blo ast cuando me refiero a mí mismo. Ni podría hacerlo sin la escritura
dentro de un marco real, que siempre incluye más que las meras pala- o, de hecho, sin la imprenta. El diario personal es una forma literaria
bras. Las palabras habladas siempre consisten en modificaciones de una muy tardía, de h~cho desconocida hasta el siglo XVII (Bocrncr, 1969). La
situación total más que verbal. Nunca surgen solas, en un mero contex- clase de ar:ob~mJentos verbales solipsistas que implica son un producto
to de palabras.
'. de la concienCia como ha sido moldeada por la cultura de lo impreso
Sin embargo, las palabras se encuentran solas en un texto. Es más, ¿Y ?ara cuál "y?" es_roy escribiendo? ¿El yo de ahora? ¿Cómo creo qu~
al componer un texto, al "escribir" algo, el que produce el enunciado ~ere ~entro de dtez anos? ¿Cómc espero ser? ¿Para mí mismo cómo me
por escrito también está solo. La escritura es una operación soli¡}sista. tma~t_no o cómo espero que los demás me imaginen? Preguntas tales co-
Estoy escribiendo un libro que espero sea leído por cientos de miles de mo estas pueden colmar y colmar de angustias a los redactores de diarios
personas, de manera que debo aislarme de todos. Mientras escribo el Y co.n bastante frecuencia conducen a la interrupción de los diarios. El
presente libro, he dejado dicho que no estoy durante horas y días, de escntor no puede vivir ya con su ficción.
modo que nadie, incluso personas que probablemente leerán el libro, pue- Las formas_ en l~s c_uales .los lectores son imaginados representa la parte
da interrumpir mi soledad. oculta de la ht.stona hterana; la parte superior es la historia de los géne-
En un texto incluso las palabras que están ahí carecen de sus cualida- ros ~ el maneJO de los personajes y la trama. Los primeros sistemas de
des fonéticas plenas. En el habla oral, una palabra debe producirse con escntura propo:cionan recursos al lector para situars..e imaginari~mente.
una u otra entonación o tono de voz: enérgica, excitada, sosegada, irri- Presenta matenal filosófico en diálogos, como los del Sócrates de Platón
tada, resignada o como sea. Es imposible pronunciar oralmente una pa- que el. lec~or puede imaginarse estar escuchando. O debe figurarse qu~
labra sin entonación alguna. En un texto, la puntuación puede señalar los ep1sodtos son contados a un público vivo durante un periodo de días.
el tono en un grado mínimo: un signo de interrogación o una coma, por l
1
1
104 ESCRITURA y CONCIENCIA F.SCRITURA Y CONCIENCIA. 105
Más tarde, en la Edad Media, la escritura presenta textos filosóficos y nos separadas, en segmentos significativos. Empero, las palabras t:só·i-
teológicos a manera de objeciones y respu~stas, de manera que ellect,or tas agudizan el análisis, pues se exige más de las palabras individuales.
· ·
pue d e 1magmarse u n debate total . Boccacc10 y Chaucer presentan
.
tor grupos ficticios de hombres y mujeres contándose h1stonas ~nos a
. allt.:c-
1
. Para darse a entender claramente sin ademanes, sin expresión facial, sin
entonación, sin un oyente real, uno tiene que prever juiciosamente to-
otros es decir, un relato principal, de modo que el lector puc~~ sim_ula~ ¡ dos los posibles significados que un enunciado puede tener para cual-
'
que forma parte del grupo oyente. Pero, ¿quien ·" 1e cuc nt a a_ q m en en Pn-
. quier lector posible en cualquier situación concebible, y se debe hacer
de and Prejudice, Le Rouge et le noir o Adarn Bede? Los novelistas del siglo que el lenguaje funcione a fin de expresarse con claridad por sí mismo,
una ~ ot~a v~z, par~ ~ecor
11
XIX repiten tímidamente "querido lector sin contexto existencial alguno. La necesidad de esta exquisita formali-
darse a sí mismos que no están contando una histona smo escnbiendo dad hace de la escritw·a la penosa labor que comúnmente es.
un relato en el cual tanto el autor como el lector tienen dificultades para Lo que _Goody (1977, p. 128) llama "análisis a la inversa" permite
ubicarse. La psicodinámica de la escritura maduró muy lentamente en en la escritura eliminar incongruencias (Goody, 1977, pp. 49-50), elegir
la narración. ? S 'l ~- palabras con una selección reflexiva que dota a los pensamientos y
.y cómo ha de comprenderse al lector de Finn~gans' Wake. ~ o como \"'1: las palabras de nuevos recursos de discriminación.' En una cultura oral, el
un 'lector. Pero de una especie imaginaria especial. La mayona de l_os ~-: flujo de las palabras, el correspondiente fluJO de pensamiento, la copia
lectores en inglés no pueden o no quieren converti_rse e.n l~ clase especial ·?;- defendida en Europa por los retóricos desde la Antigüedad clásica hasta
.¡,-·,
de lector quejoyce exige. Algunos toman cursos umvers1tanos para apren- ''~ el Renacimiento, tiende a manejar las discrepancias falseándolas -en
der cómo imaginarse a sí mismos, a la Joyce. A pesar de que su texto \1': este caso, la etimología resulta reveladora: glossa, lengua, producirlas '~con
es muy oral en el sentido de qu.e se lee bien en voz alta, la_voz,y ~u oyen-
te no caben en ningún marco concebible de la vida real, smo umc.amente
'~.¡. la lengua''. En la escritura, las palabras, una vez ''articuladas'', exteriori-
en el marco imaginario de FinnLgans' Wake, q~e sólo ~esulta ~onceb1ble por .~.·.
-~.-
zadas, plasmadas en la superficie, pueden eliminarse, borrarse, cambiarse .
No existe ningún equivalente de esto en una producción oral, ninguna ma-
-~
la escritura y lo impreso que lo han precedido. Fmnegans Wake es. u.na nera de borrar una palabra pronunciada: las correcciones no elimi-
obra escrita, pero destinada a la impresión: co.n su o~tografía Y us?s I~IO
sincrásicos de las palabras, sería virtualmente Imposible reproduc~rla con
~recisión mediante copias· escritas a mano. Aqu~ no hay· rnímes1s en_ el
l -~l
nan un desacierto o un error, sino meramente lo complementan con ne-
gaciones y enm!endas. El bricolage o creación a partir de elementos
heteróclitos que Lévi-Strauss ( 1966 y 1970) considera característico de las
.;.~.
sentido aristotcliano, salvo irónicamente. La escfltura es d~ ~,echo la tie-
rra fértil de la ironía, y cuanto más perdurable sea l_a t:adiciOn de ?a e~·
}, normas de pensamientos "primitivas" o "salvajes" puede considerarse
aquí como producto de la situación intelectual oral. En la presentación
~:·.
critura (y de lo impreso), más vigoroso será el crecimiento de la 1roma
(Ong, 1971, pp. 272-302). l. oral, las correcciones suelen resultar contraproducentes, hacer poco con-
vincente al orador. Por eso se las reduce al mínimo o se las evita del to-
>ji do. Al escribir, las correcciones pueden ser enormemente provechosas,
.lt.
"-~
pues ¿cómo sabrá el lector que se han hecho siquiera?
DISTANCIA, PRECISIÓN, "CRAFOLECTOS" Y MAGNOS VOCABULARIOS Por supuesto, una vez que la sensibilidad, producida caligráficamen-
·]'~'
··j
•
te, para la precisión y la exactitud analítica es interiorizada, puede re-
~! ~~:~~~~~~~~~:oa;~:J:~~~c:~:b~~r~~u~;a~~~~~;~e; r~;oa ;~~v;a~~~~~ f~ troalimentarse a su vez en el habla, y eso es lo que sucede. Aunque el
pensamiento de Platón se expresaba en forma de diálogo, su exquisita
contexto existencial de gran parte de la cxprcsiOn oral. ~as real~zact,ones --~ precisión se debe a los efectos de la escritura en los procesos intelectua-
orales pueden ser impresion~ntes en su grandllocu~~c¡a y sab1dunavd: ~~-~,
1a comun )·dad , ya sean prolijas ' como en la narraciOn formal, o bre e .-ft:~
les, pues los diálogos de hecho son textos escritos. A través de un texto
escrito presentado en forma de diálogo, avanzan de manera dialéctica
1
l
·d ' ' ·"'·
y apotegmáticas, como en los proverbios. Co_n todo, la.sa~• una esta re:..~·~·; hacia el esclarecimiento analítico de temas que Sócrates y Platón here-
Jacionada con un conteXto social total y relattv~m_ente mvwlable. EI_I~~n . ~ · daron de manera más "totalizada'', ajena al análisis, narrativa y oral.
guaje y el pensamiento qu~ se producen no se dtstmguen por su preciSJO l~_;l' .· En The Greek. Concept ojJustice: From Its Shadow in Horner lo lü Substanct
analítica. -~·,;o ·t · in Plato ( l978a), Have1ock analiza e1 movimiento que la obra de Platón
. puesto todo lenguaj·e y pensamiento es hasta cierto punto ana· ¡-, (.
P orsu llevó a su culminación. Nada de la concentración analítica de Platón so-
, . · 1 '' me-
lítico: descompone el conti~uo compa~t? de la expenenc1a, a _enor _'l.,.,"f, bre un concepto abstracto de la justicia puede hallarse en ninguna de
floreciente y ruidosa confusión" de Wilham James, en partes mas o me_. ;.f \ ~ ~ las culturas meramente orales en que se conocen. Asimismo, la devasta-
'• ~.:.. ¡.'
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106 ESCRITURA Y CONCIENCIA ESCRITURA Y CONCIENCIA 107
dora precisión sobre los temas y las debilidades de sus adversarios en los v~ d:
la cultura or~l. El código elaborado se forma con la ayuda impres-
discursos de Cicerón es la obra de una mente escolarizada, a11nque sabe- cmdib~c de la escntura y, para su completa realización, de lo impreso.
mos que Cicerón no escfibía sus discursos antes de pronunciarlos; los Los mJ;mbros del grupo que Bernstein descubrió utilizando este código
textos que han llegado hasta nosotros fueron escritos después de pronun- proven_t~n d~ l~s seis. principales escuelas públicas que proporcionan la
ciarlos (Ong, 1967b, pp. 56-57). Los debates orales refinadamente ana- educacion m~s .mten~wa en lectur-a y escritura de la Gran Bretaña (1974
líticos de las universidades medievales y de la tradición escolástica P· ~3). Lo~ codigos lingüísticos "restringidos'' y "elaborados" de Bern~
posterior, hasta entrado el presente siglo (Ong, 1981, pp. 137-138), fue- dstetn podnan,,reclasificarse como ''basados en ellenguaJ·e or a 1" y "b asa -
ron d producto de espíritus forjados por la escritura, la lectura y el co- o~ en texto~ , .respectivamente. Olson (1977) muestra cómo la oralidad
mentario de textos, oralmente y por escrito. atnbuye el s1gmficado principalmente al contexto, mientras que la escri-
Mediante la separación del conocedor y lo conocido (Havelock, 1963), tura lo concentra en la lengua misma.
la escritura posibilita una introspección cada vez más articulada, lo cual La :::;critura Y lo impreso producen clases especiales de dialectos. La
abre la psique cómo nunca antes, no sólo frente al mundo objetivo exter- mayona de. las lenguas nunca se han puesto por escrito en absoluto co-
no (bastante distinto de ella misma), sino también ante el yo interior, mo se ha ~1sto (sufra, p. 7). No obstante ciertas lenguas o, más co;.rec-
al cual se contrapone el mundo objetivo. La escritura hace posibles las ta~ente, Ciertos dtalectos, han practicado extensamente la escritura. En
grandes tradiciones religiosas introspectivas como el budismo, el judaís- ~a1ses co~o Inglaterra, Alemania o Italia (donde confluyen una gran can-
mo, el cristianismo y el Islam. Todas ellas poseen textos sagrados. Los tidad de dialec,tos), un ler.Iguaje regional se desarrolló por escrito más que
antiguos griegos y romanos conocían la escritura y la utilizaban, parti- todos l~s demas por ~~ouvos económicos, políticos, religiosos u otros, y
cularmente los griegos, para elaboY.ar el conocimiento filosófico y cientí- con ~1 tiempo s.e volv1o una lengua nacional En Inglaterra este proceso
fico. Sin embargo, no produjeron textos sagrados comparables con los se d10 con el d1a!ecto del inglés londinense de clase alta; en Alemania,
Vedas, la Biblia o el Corán, y su religión no logró establecerse en los con el ~lto aleman (el que se habla desde las tierras altas hasta el sur);
nichos de la psique que la escritura les había abierto. Se volvió sólo un en Ital~a, con el t~scano. Aunque es verdad que en el fondo todos ellos
recur~o liter·ario y arcaico -de clases provilegiadas- para escritores co- eran dialectos regionales o de clases, su status como lenguas nacionales
mo Ovidio, y un sistema de usos externos, carente de un'significado per- c_ontroladas por escrito ha hecho de ellos tipos de dialectos 0 idiomas di~
sonal predominante. · untos de aquellos que no se escriben en gran escala. Según señala Gux-
En una lengua, la escritura crea códigos distintos de los códigos ~an (1970, pp. 773~776), una lengua nacional escrita tuvo que haberse
orales de esa lengua. BasilBernstcin(1974, pp.l34-135, 176,181, 197-198), aislado de s.u base dialectal originaria, descartar ciertas formas dialecta-
hace una distinción entre el "código lingüístico restringido" les Y también ~~·~ar _ciertas peculiariddes sintácticas. Ha u gen ( 1966,
o "lenguaje público" de los dialectos ingleses de las clases bajas en Gran pp. 50-7_1) bautizo atmadamente como "grafolecto" a este tip.o de len-
Bretaña, y el "código lingüístico elaborado" o "lenguaje privado" de gua ofic1al escrita.
los dialectos de clase media y alta. Walt Wolfram (1972) había notado Un grafolecto moderno como el "inglés" (por utilizar el término sim-
con anterioridad diferencias como las de Bernstein, entre el inglés esta- p.le que. comúnmente se emplea para referirse a este "grafülecto'') ha
dounidense común. El código lingüístico restringido puede ser al menos Sido reformado desde hace siglos, primero y con mayor intensidad
igualmente expresivo y preciso que el elaborado, dentro di! contCxtos fa- aparcnteme~t~, por la c~~cillería ~e ~Enrique V (Richardson, 1980); ;
miliares y compartidos por el hablante y el oyente. Sin embargo, si se luego por teoncos, gramattcos y lexJCografos normativos, entre otros. Se
exige expresividad en un contexto desconocido, el código lingüístico ela- ha plasmado ampliamente en la escritura, en la imprenta y ahora en COill-
borado no basta~ un código lingüístico elaborado resulta estrictamente puta~o:as, de modo que quienes conocen el "grafolecto'' hoy en día pue-
necesario. El restringido evidentemente es de origen y uso en gran me- den f~;Jlmentc establecer contacto no sólo con millones de personas, sino
dida orales y -como .sucede por regla general con el pensamiento y la tam?1cn, con el pensamiento de siglos pasados, pues los otros dialectos
expresión orales- opera en relación con el contexto, cerca del mundo del mglcs -como sucede con miles de lenguas extranjeras- son inter-
vital humano: el grupo que Bernstein descubrió utilizando este código pret~dos. en el grafolecto. En este sentido, el grafolecto incluye todos los
estaba formado por mensajeros sin educación primaria. Su manera de demas dialectos: los explica como ellos mismos no pueden expliCarse. El
expresarse tiene características de fórmula y no coordina los pensamien- grafolecto lleva el sello de los millones de intelectos que lo han utilizado
tos mediante una subordinación cuidadosa sino "como cuentas en un,· para co~partir su conciencia unos con otros. En él se ha forjado un vo-
marco" (1974, p. 134): sin duda la disposición formularia y acurnulati-' cabulano extenso de una magnitud imposible para una lengua oral. El 1
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1:
108 ESCRJTURA Y CONCIENCIA ESCRITURA Y CONCIENCIA 109
Wtbster's Third New lnternational Dictionary (1971) declara en el prefacio INFLUENCIAS RECÍPROCAS: LA RETÓRICA Y LOS TÓPICOS
que a las 450 mil palabras que incluye podía haber agregado un número
"muchas veces" mayor. Si suponemos que "muchas veces" debe signi~ En occidente, dos tendencias particulares de la mayor importancia tu-
ficar por lo menos tres, y si redondeamos las cifras, podemos concluir vieron su origen en la oralidad y la escritura y dejaron sentir su efecto
que los ~ditores disponen de un registro aproximado de un millón y me- en la influencia mutua entre una y otra: se trata de la retórica académica
dio de palabras impresas en el inglés. Las lenguas y los dialectos orales y el latín culto.
pueden arreglárselas tal vez con cinco mil palabras o menos. En su volumen 111 de la Oxford llistory oj English Literature, C. S. Le-
La riqueza léxica de los grafolectos comienza con la escritura, pero wis advierte que la "retórica constituye la barrera más grande entre no-
su abundancia se debe a la impresión, ya que los recursOs de un grafo- sotros y nuestros antepasados" (1954, p. 60). Lewis honra la magnitud
Iecto moderno se encuentran principalmente en los diccionarios. Existen del tema negándose a tratarlo, a pesar de su abrumadora importancia
listas limitadas de palabras de varios tipos que datan desde los inicios para la cultura de todas las épocas, por lo menos hasta la del Romanti-
mismos de la historia de la escritura (Coody, 1977, pp. 74-111); sin em- cismo (Ong, 1971, pp. 1-22, 255-283). En sus albores, el estudio de la
bar.g0, antes del establecimiento definitivo de la imprenta, los dicciona- retórica, que dominaba en todas las culturas occidentales, hasta esa épo-
rios no se ocupan de hacer una suma global de las palabras usadas en ca, constituyó la parte medular de la educación y la cultura de la Anti-
cualquier lengua. Resulta fácil comprender el porqué si se considera lo . ·'· gua Grecia, donde el estudio de la "filosofía", representada por Sócrates,
que implicaría reproducir a mano sólo unas cuantas docenas de copias Platón y Aristóteles -y pese a toda su fecundidad subsiguiente- era
relativamente fieles del Webster's Third o incluso del mucho más reduci- un elemento relativamente menor en el conjunto de la cultura, que nun-
do lYebster's New Collegiate Dictionary. Los diccionarios de este tipo se en- ca pudo competir con la retórica ni en el número de sus adeptos ni en
cuentran a años luz de distancia del mundo de las culttP·as orales. Nada sus efectos sociales inmediatos (Marrow, 1956, pp. 194-205), como indi-
ilustra de manera más irnpresionapte cómo la escritura y lo impreso al- ca la infortunada suerte de Sócrates.
La retórica era, en su raíz, el arte de hablar en público, del discurso 1
teran los estados de la conciencia.
Donde existe un grafolecto, la gramática y el uso ''correcto" general- oral, de la persuación (retórica forense y deliberativa) o la demost1·ación
mente se interpretan como la gramática y el uso del grafolecto mismo, (retórica "epidíctica''). El griego rethor tiene la misma raíz del latín ora-
sin LOmar en consideración los de otros dialectos. Las bases sensoriales tor: "orador". En las teorías elaboradas por Havelock (1963) parecería 1
del concepto mismo de orden son principalmente visuales (Ong, 1967b, ·evidente que, en un sentido muy profundo, la tradición retórica repre-
pp. 108, 136-137), y el hecho de que el grafolccto sea escrito o, afortiori, sentaba el antiguo mundo oral y la tradición filosófica, las nuevas es-
impreso, hace que se le atribuya un poder normativo especial para man- tructuras caligráficas del pensamiento. Al igual que Platón, C. S. Lewis
tener a la lengua en orden. Sin embargo, cuando además del grafolecto
otros di;¡¡.lectos de un idioma dado difieren de la gramática de éste, no
de hecho volvía inconscientemente la espalda al antiguo mundo oral. A
través de los siglos, hasta la época del Romanticismo (cuando el ejercicio
1
son incorrectos: simplemente utilizan una gramática distinta, pues la len- de la retórica fue desviado, definitiva aunque no totalmente, de la pre-
gua es una estructura, y resulta imposible emplear una lengua sin gra- sentación oral a la escritura), el jnterés explícito o aun implícito en el
mática. En vista de lo anterior, hoy en día los lingüistas por lo común estudio y la-práctica formales de la retórica es una J!luestra de la medida
insisten en que todos los dialectos son iguales en el sentido de que ningu- en que siguen presentes las huellas de oralidad priÍnaria en una cultura
no posee una gramática intrínsecamente más ''correcta" que la. de otros. dada (Ong, 1971, pp. 23-103).
No obstante Hirsch (1977, pp. 43-50) establece, además, que en un sen- Los griegos homéricos y pre-homéricos, como los pueblos orales en
tido profundo ningún dialecto, por ejemplo, del inglés, alemán o italia- general, practicaban el discurso público con gran habilidad mucho antes
no,. cuenta con algo aun remotamente parecido a los recursos del de que sus facultades fueran reducidas a un ''arte'', es de'cir, a un con-
grafolecto. Resulta didác~icamentc equivocado reiterar que, si los otros junto de principios científicos de organización gradual, qUe explicaban
dialectos no son ''incorrectos'', no importa que las personas que los ha- y promovían los fundamentos de la persuasión verbal. Tal "arte" se pre-
blan aprendan o no el grafolecto, cuyos recursos corespondcn a una mag· senta en El arte de la retórica (Technerhetorikl) de Aristóteles. Las Cl;llturas
nitud completamente distinta. orales, como se ha visto, no pueden tener ''artes" de ~ste tipo cie;níflca- 1
mente organizado. Nadie podía ni put-dr simplemente recitar de: impro-
viso un tratado como El arte de lo. retórica de Aristótelcs,.como tendría que
hacerlo alguien perteneciente a una cultura oral si este tipo de éonoci-
110 ESCRITURA Y CONCIENCIA ESCRITURA Y CONCIENCIA 111
miento fuera a ponerse en práctica. Las producciones orales extensas si- IJamarse los ''lugares comunes analíticos''. En segundo lugar, los loci com-
guen normas más acumulativas y menos analíticas. El "arte'' de la mu.nes o lugares comunes se referían a colecciones de refranes (en reali-
retórica, aunque relacionado con el discurso oral, era, al igual que otras dad, fórmulas) sobre varios tópicos -como la lealt.ad, la decadencia, la
"artes", producto de la escritura. amistad o Jo que fuera- que podían integrarse en el propio discurso o
Las personas de una cultura de tecnología avanzada, que se percatan escrito. En este sentido, los loci communes pueden llamarse "lugares co·
de la gran cantidad de tratados que versan sobre retórica, desde la anti- m unes acumulativos". Tanto los lugares comunes analíticos como los
güedad clásica hasta la .Edad Media, el Renacimiento y el Siglo de las acumulativos, claro está, mantenían viva la antigua sensibilidad oral para
Luces (v.gr. Kcnnedy, 1980; Murphy, 1974; Howell, 1956, 1971), dd el pensamiento y la expresión esencialmente compuestos de materiales
interés universal y obsesivo por el tema a través de las épocas y la canti- formularios, o bien convencionales, heredados del pasado. Lo anterior
dad de tiempo dedicada a su estudio, de su terminología vasta e intrin- no explica la totalidad de la compleja doctrina, ella misma parte inte-
cada para clasificar los cientos de figuras del lenguaje en griego y latí~1 grante del amplio arte de la retórica.
-antinomasia o prorwminatio, paradiastole o distinctio, anti-categoria o accusatzo La retórica, por supuesto, es en esencia antitética (Durand, 1960,
concertatiua, etc., etc., etc.- (Lanham, 1968; Sonnino, 1968), probable- pp. 451, 453·459), pues·cl orador habla haciendo fr·entc a adversarios por
mente opinen: ''¡Qué pérdida de tiempo!'' sin embargo, para sus pri- lo menos implicados. la oratoria posee raíces profundamente agonísticas
meros descubridores o inventores, los sofistas de la Grecia del siglo v, (Ong, 1967b, pp. 192-222; 1981, pp. 119-148). El desarrollo de la vasta
la retórica era algo maravilloso pues daba una razón de ser a lo que más tradición retórica fue característico de Occidente y estuvo relacionado
apreciaban, la presentación oraJ eficaz y a menudo espectacul~r; alg~ que -como causa o efecto, o ambos- con la tendencia entre los griegos y
había formado una parte característicamente humana de la ex1stenc1a del sus epígonos culturales de dar máxima importancia a las oposiciones (en
hombre durante épocas, pero que -antes de la escritura- no hubiera el mundo mental y en el extramental) en contraposición con los hindúes
podido prepararse o explicarse de modo tan reflexivo. y los chinos, que doctrinariamentc reducían su valor (Lioyd, 1966; Oh-
La retórica conservaba gran parte de la anr.igua sensibilidad oral para ver, 1971).
el pensamiento y la expresión, como básicamente agonísticos y formula· Desde la antigüedad griega, el predominio de la retórica en Jos fun-
rios. Esto se manifiesta claramente en la enseñanza rctóric¡:t sobre los "tó- damentos académicos produjo, en todo el mundo escolarizado, la im-
picos" (Ong, 1967b, pp. 56:87; 1971, pp. 147-187; Howell, 1956, índice). presión, real aunque a menudo vaga, de que la oratoria era el paradigma
Con su herencia agonística, el aleccionamiento retórico suponía que el de toda expresión verbal, y mantuvo muy en alto el nivel agonístico del
objetivo de casi todo discurso era probar a refutar un punto contra algu- discurso mediante criterios actuales. La poesía misma con frecuencia se
na opinión contraria. El desarrollo de un tema era considerado como un ·' comparaba con la oratoria ''cpidíctica" y se consideraba que estaba re-
proceso de 0 invención", es decir, de hallar en los argumentos que otros lacionada fundamentalmente con la alabanza o la censura (como sucede
habían explotado siempre, aquéllos que fueran aplicables en cuestión.
Se suponía que estos argumentos se encontraban (según Quintil~ano) en
con mucha poesía oral, e incluso escrita, aún hoy en día).
Entrado el siglo XIX, la mayor parte del estilo literario en Occidente
¡
~
los "tópicos (topoi en griego, loci en latín), y a mcuudo se designaban fue delineado -de una u otra manera- por la retórica académica, con 1
como los loci communes o lugares comunes, pues se creía que pro.porcio- una excepción notable: el estilo literario de las escritoras. Entre las m u· 1
naban argumentos comunes para todo tipo de asuntos. . jeres que publicaban sus escritos (como lo hicieron muchas de ellas a partir l
Por lo menos desde los tiempos de Quintiliano, los loci communes se In- . del siglo XVII), casi ninguna había recibido tal entrenamiento. En la épo-
terpretaban en dos sentidos distintos. En primer lugar, se referían a los
"fundamentos" de la argumentación, que en la terminología de hoy se
ca medieval y tiempo después, la educación de .las rnuchachas er;t a me-
nudo intensiva y producía administradoras eficientes de hogan;s que a
'
'~
le"s llamaría "divisiones principales", a saber: definición, causa, efecto, veces comprendían de cincuenta a ochenta personas -lo cual ya era un<.r
oposiciones, semejanzas, y así sucro:sivamente (la clasificación variaba et~ absorbente tarea- (Markham, 1675, título); sin embargo, esta educa-
extensión según el autor). Si se quería una "demostración'' -nosotros ción no se adquiría en instituciones académicas, las cuales enseñaban re-
simplemente le llamaríamos elaboración del pensamiento- sobre cual· tórica y todas las demás materias en latín. Cuando algunas pwjercs
quicr tema, como la lealtad, el mal, la culpabilidad de un criminal acu- comenzaron a asistir a las escuelas durante el siglo XVI, las muchachas
sado, la amistad, la guerra o lo que fuera, siempre podía encontrarse no asistían a las principales, con enseñanza del latín, sino a los institutos
algo que der.ir mediante la definición, la atención a las causas, los efec· más nuevos, que utilizaban el idioma vulgar y cuya enseñanza era de
tos, las oposiciones y rodo lo demás. Estas divisiones principales pueden tipo práctico (comercio y asuntos domésticos), mientras los colegios más
112 ESCRITURA Y CONCIENCIA
ESCRITURA Y CONCIENCIA 113
antiguos -con una instrucción basada en el latín- eran para los hom~ ·"'i
Por basarse en lo académico, terreno totalmente masculino -salvo
bres que aspiraban a ser clérigos, abogados, médicos, diplomáticos y otros
casos tan extraños que no vale la pena mencionar-, el latín culto tenía
servidores públicos. Las escritoras sin duda recibían la influencia de las
otro aspecto eri común con la retórica, además de su origen clásico. Por
obras que habían leído y que pertenecían a la tradición retórica acadéw
mucho más de mil años, estuvo vinculado con el sexo, una lengua escrí~
mica basada en el latín; no obstante, ellas mismas normalmente se ex- ta y hablada únicamente por varones, aprendida fuera del hogar en un
presaban con un lenguaje distinto, mucho menos oratorio, lo c~al tuvo medio tribal que de hecho era la esfera del rito masculino de la puber-
mucho que ver con el surgimiento de la novela.
tad, con todo y cascigos físicos y otras clases de penitencias impuestas
deliberadamente (Ong, 1971, pp. 113-141; 1981, pp. 119-148). No te-
nía vínculo directo alguno con el inconsciente de nadie, del tipo que siem~
INFLUENCIAS RECiPROCAS: LAS LENGUAS CULTAS
pre tienen las lenguas maternas, aprendidas en 1a infancia.
El latín culto se relacionaba con la oralidad y el conocimiento de la
La otra gran infllJencia que en Occidente hizo sentir su efecto en la es-
escritura, sin embargo, de maneras parad6jicas. Por una parte, como
trecha relación entre escrituras y oralidad fue el latín culto, resultado di-
se acaba de notar, era una lengua dominada por la escritura. De los mi-
ret.lC dt.· la escritura. Alrededor de los años 550 y 700 d. de C., el latín
llones que la hablaron durante los siguientes 1 400 años, todos ellos po~
ht bJado como lengua vernácula en varias partes de Europa había evolu- dían también escribirla. No había hablántes meramente orales. No
ci.mado en las primeras manifestaciones del italiano, el español, el cata- obstante, el dominio escrito del latín culto no impedía una afinidad con
lán, el francés, y las otras lenguas romance. Para el año 700 d. de C., la oralidad. Paradójicamente, el aspecto textual -que mantenía al latín
las personas que hablaban estos derivados del latín ya no entendían el arraigado en la antigüedad clásica- conservaba, en consecuencia, también
antiguo latín escrito, inteligible, quizá, para algunos de sus bisabuelos. sus raíces de oralidad, pues el ideal clásico de la educación no había sido
Su lengua hablada se había alejado demasiado de sus odgcncs. Empero, producir a un escritor eficaz sino airhetor, al orator, al orador. La gramá-
la educación y con ella la mayor parte del discurso oficial de la Iglesia tica del latín culto provenía de este antiguo mundo oral y también su
o el Estado, continuaban produciéndose en latín. En realidad no había vocabulario básico, aunque, como sucede con todas las lenguas vivas,
alternativa. Europa representaba un embrollo de cientos,de idiomas y incorporó miles de palabras nuevas a través de los siglos.
dialectos, la mayoría de los c.uales no se escribe hasta la techa. Las tribus Falto de los balbuceos infantiles, aislado de la más tierna edad de la
que hablaban innumerables dialectos germánicos y eslavos, y lenguas no infancia, donde se hallan las raíces psíquicas más profundas del lengua·
indoeuropeas aún más exóticas -como el magiar, el finlandés y el turco- je, sin ser primer lengua para ningUno de quienes lo hablaban, pronun-
penetraban en Europa occidental. No había manera de traducir las obras ciado en toda Europa de modos a meüudo mutuamente ininteligibles,
-literarias, cit':ntíficas, filosóficas, médicas o teológicas- enseñadas en pero escrito siempre de la misma manera, el latín culto constituía una
las universidades, al enjambre de dialectos vernáculos orales que a me- ejemplificación sorpre~dente del poder de la escritura para aislar el dis-
nudo resultaban muy distintos y mutuamente ininteligibles entre pobla- curso y de la productividad inigualada de tal aislamiento. La escritura,
ciones separadas quizá sólo por cincuenta millas. Hasta que uno u otro como se ha visto antes, sirve para separar y distanciar al conocedor de
dialecto llegaba a dominar lo bastante por motivos económicos o de otro lo conocido y, por ende, para establecer la objr.tividad. Se ha sugerido
tipo para ganar nuevos hablantes incluso de otras regiones dialectales (Ong, 1977, pp. 24-29) que el latín culto produce una objetividad aún
(como el dialecto de la región central del Este en Inglaterra, o el Hoch· mayor mediante la instauraci6n del conocimiento en un medio apartado
deutsch en Alemania), el único sistema práctico era enseñar el latín allí~ de las profundidades cargadas de emociones de nuestra lengua materna,
mitado número de muchachos que iban a la escuela. Así pues, otrora reduciendo de este modo la interferencia del mundo vital humano y po-
ulia lengua materna, el latín se volvió una lengua escolar .exclusivamen- sibilitando el reino extraordinariamente abstracto del escolasticismo me-
.1
te, hablada no sólo en ·el aula sino también en todas las esferas según . dieval y de la nueva ciencia matemática moderna que sigui6 a la
las premisas de la escuela (al menos en principio, porque de hecho no experiencia escolástica. Sin el latín culto, parece que la ciencia moderna
siempre ocurría así). Por dictado de los estatutos escolares, el latín se se hubiera puesto en marcha con mayor dificultad, si es que se puso en
había convertido en latín culto, una lengua dominada completamente marcha. La ciencia moderna creció en suelo latino, pues los filósofos y
por la escritura, mientras los nuevos idiomas vernáculos romances deriva- científicos, hasta el tiempo de Sir Isaac Newton, comúnmente escribían
ron del larín del mismo modo que siempre se desarrollaban las lenguas: !::
y elaboraban sus pensamientos abstractos en latín. ¡:
oralmente. El latín sufrió una división entre el sonido y la vista. La influencia recíproca entre una lengua como el latín culto, domina~ '
1
114 ESCRITURA Y CONCIENCIA ESCRITURA Y CONCIENCIA 115
da por la escritura, y los diversos dialectos vernáculos (lengua maternas) bra. A pesar de que el humanismo del Renacimiento inventó el moder-
aún está lejos de comprenderse por completo. No hay manera de sim- no sa?c~ textual y dirigió el desarrollo de la impresión con tipos, también
plemente "traducir" un.idioma como el latín culto a otros como los ver- presto md~s otra vez a la antigüedad y así imbuyó nueva vida a la orali-
náculos. La traducción era transformación. La influencia recíproca dad. El esttlo del inglés utilizado en el periodo de los Tudor (Ong, 1971,
producía todo tipo de resultados especiales. Bauml ( 1980, p. 264) llama PP· 2347) ~ mcluso mucho más tarde, conservaba muchas características
la atención, por ejemplo, sobre algunos de los efectos causados cuando del lengu_aJe oral en su uso de epítetos, equilibrio, antítesis, estructuras
las metáforas de un latín conscientemente mt~taUJrico se trasladaban a for!"nula.nas Y. elementos de lugares comunes. Lo misrno sucedía con lo!i
lenguas maternas menos metaforizadas. estilos hteranos europeos en general.
Durante este periodo, otras lenguas masculinas dominadas por la es- En ~a Ant~güedad clásica occidental, se daba por sentado que un tex-
critura se dcsarrol1aron en Europa y Asia, donde considerables pobla- to cscnto valioso debía y merecía leerse en voz alta, y la práctica de leer·
ciones escolarizadas querían compartir una herencia intelectual común. los textos en voz alta continuó, comúmente con muchas variaciones a
ContemporáneOs del latín culto eran el hebreo rabínico, el árabe clásico, través d~l si~lo XI_x (Balogh, 1926). Esta práctica tuvo un fuerte infl~jo
el sánscrito y el chino clásico, con el griego bizantino como sexta lengua, en el cst~lo ltterano desde la Antigüedad hasta tiempos bastante rccic~
definitivamente una lengua mucho menos culta pues el griego vernáculo tes (Balogh, 1926; Crosby, 1936; Nelson, 1976-1977; Ahern, 1982). Ai\o-
mantenía un estrecho contacto con ella (Ong, 1977, pp. 28-34). Todas rando todavía ~a antigua oralidad, el siglo XIX ncó concursos de
estas lenguas ya no se usaban como lenguas maternas (es decir, en el ''oratoria'' q u e tn t cnta b an vo 1ver a un esta d o prístino los textos impre-
sentido directo, o sea que las madres ya no las utilizaban para criar a sos empleando una esrnerada habilidad para memorizar los textos pala-
los niños). No eran primeros idiomas para ningún individuo, se contro- bra po~ palabra, y recitadas de tal manera que sonaran como
laban únicamente por la escritura, eran hablados sólo por hombres·(con pr~oduccwnes orales. improvisadas (Howell, 1971, pp. 144-256). Dickens
algunas excepciones sin importancia, aunque quizá había más en el caso leta extractos escog1dos de sus novelas sobre la tribuna del orador. Los
del chino clásico que en los otros), y los hablaban sólo los que sabían famosos McGuffey's_ Readers, publicados en Estados Unidos con aproxi-
escribirlos y quienes de hocho los habían aprendido originalmente me- madamente 120 mdlones de ejemplares entre 1836 y 1920, eran concebi·
diante el uso de la escritura. Tales lenguas ya no existen, y hoy en día dos com~ selecciones de lecturas auxiliares, no para mejorar la 1
resulta difícil comprender su antigua fuerza. Todos los idiomas utiliza-
dos para el discurso culto en la actualidad también son lenguas maternas
(o, en el caso del árabe, están integrando las lenguas maternas cada vez
más a ellas). Nada muestra de manera más convincente que esta desa- '
comprensiÓn de la. lectura (lo que idealizamos hoy en día) sino para la
lectu~·a declamatona. oral. Los M_cGulfey 's se especializaban en pasajes li-
teranos dond: el sonrdo co~:rara tmportancia fundamental y versaran so-
bre ~rancies. heroes (personaJeS con una gran influencia oral). Proporciona-
l
parición de la lent,rua dominada por la escritura, cómo esta última está i ban mtcrrmnables pronunciaciones orales y ejercicios para la re~piración
perdiendo irremediablemente su antiguo monopolio de poder (aunque
no su importancia) en el mundo actual. r'
j (Lynn, 1973, pp. 16 y 20).
La retórica misma lüc trasladándose, gradual pero mcvitablcmcnte,
del mu~?o oral al mundo de la escritura. Desde la Antigüedad clásica,
t
l'
1 ·, las hab1hdades verbales aprendidas en la retórica se practicaban no sólo
1
LA PERSISTENCIA DE LA ORALIDAD !1 en la oratoria sino también en la escritura. P:ua el siglo xv1 los libros
d_c texto de retórica comlmmentc pasaban por alto, de las tradicionales
Como indican las relaciones paradójicas de la oralidad y la escritura en c_mc~ ~partes de la retórica (invención, disposición, estilo, memoria y re~
la retórica y el latín culto, la transición de la oralidad a la escritura fue cJ.tacwn), la cuarta, la memoria, que no era aplicable a la escritura. Tam-
lenta (Ong, 1967b, pp. 53-87; 1971, pp. 23-48). En la Edad Media, los btén reducían al mínimo la última parte, la recitación (Howell, 1956,
textos se utilizaban mycho más que en la antigua Grecia y Roma, los pp. 146-270, etcétera). Por lo general realizaban estos cambios con es~
profesores disertaban sobre textos en las universidades, y sin embargo paciosas explicaciones o bien sin explicación alguna. Hoy en día, cuan-
nunca ponían a prueba por escrito los conocimientos o la habilidad inte- do los programas de estudios incluyen la retórica como materia, por lo
lectual, sino siempre por medio del debate oral, costumbre que siguió regular esto sólo significa el estudio de cómo escribir correctamente. Pe-
practicándose de manera cada vez rnás disminuidas hasta el siglo XIX \, ro nadie lanzó nunca deliberadamente un programa para dar esta nueva
y que hoy en día aún sobrevive como vestigio en la sustentación de la orientación a la retórica: el "arte" simplemente siguió el rumbo de la
tesis doctoral, en los lugares (cada vez menos) donde esto se acostum- conciencia, alejándose de una economía oral hacia una escrita. La ten-
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116 ESCRITURA Y CONCIENCIA
1.17
118 1.0 IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO
LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO 119
dera tallados en relieve (Cartcr, 1955). Sin embargo, el avance decisivo
como el siglo XII en I nglatcrra, incluso la revisión de las cuentas finan-
en la historia de la imprenta fue la invención de la impresión tipogrAfica cieras escritas todavía se hacía oralmente, mediante su lectura en voz
alfabética en la Eumpa del siglo xv. La escritura alfabética había divi~
alta. Clanchy (1979, pp. 215, 183) describe la práctica y señala el hecho
dido la palabra en los equivalentes espaciales de las unidades fonéticas
de que aún se manifiesta en nuestro vocabulario: incluso en la actuali-
(en principio, aunque las letras nunca funcionaron como indicadores en-
dad hablamos de "auditorías", es decir "escuchar", los libros de cuen-
teramente fonéticos). Sin embargo, las letras utilizadas en la escritura
tas, aunque en realidad Jo que un contador hace hoy en día es examinarlo
no existen antes del texto en el cual ap;1rccen. Con la impresión tipográ-
por medio de la vista. Antes, la gente que conservaba residuos de la in-
fica alfabética, las cosas cambian. Las palabras se componen de unida- fluencia oral podía entender mejor cuando escuchaba que cuando veía,
des (tipos) que existen como tales anles que las palabras a las que darán
aunque se tratara de cifras.
forma. La impresión sugiere, rnuchu más de lo que jamás lo hizo la es~
~a_s cul.turas de manuscristos siguieron siendo en gran medida oral-
critura, que las palabras son e• 1sas.
auditivas mcluso para rescatar material conservado en textos. Los ma-
Al igual que el alfabeto, la impr~.;sión tipográfica alfabética fue una
nuscritos no eran fáciles de leer, según los criterios tipográficos ulterio-
invención única (Ong, 1967b, y lns referencias ahí citadas). Los chinos
res y los lectores tendían a memorizar -al menos parcialmente- lo que
conocían el tipo movible, pero no tenían alfabeto, sólo caracteres básica-
hallaban en ellos pues no era fácil encontrar un dato específico en un
mente pictográficos. Antes de mediados del siglo xv los coreanos y tur-
rr~~nuscrito. El apr·endizaje de memoria era estimulado y facilitado tam-
cos uigurcs tenían ya alfabeto y utilizaban tipos movibles, pero éstos nl
blen P.Or el hecho de qu~, en las culturas de manuscritos y con gran in-
llevaban letras separadas sino palabras enteras. La impresión tipográfi-
fluenCia oral, los enunciados encontrados incluso en los textos escritos
ca alfabética, en la cual cada letra era vaciada en un pedazo separado
a menudo conservaban las pautas mnemónicas orales que ayudaban a
de metal, o tipo, constityó un adelanto psicológico de la mayor impor-
la memorización. Además, por lo regular los lectores leían en voz alta,
tancia. Marcó profundamente la palabra misma en el proceso de manu-
pausadamente, con sonoridad o sollo voce, incluso cuando lo hacían a so·
factura y la convirtió en una especie de mercancía. La primera línea de
las, y esto también contribuía a la memonzacwn.
montaje, técnica de manufactura que en una serie de pasos establecidos
~ ucho después de inventada la imprenta, el proceso auditivo siguió
produce idénticos objetos complejos compuestos de partes,rccmplazables,
dorm.nando por algún tiempo el texto impreso visible, aunque finalmen-
no sería para fabricar estufas, zapatos o armas, sino para elaborar el li-
t~ lo 1m preso acabó por superarlo. El predominio auditivo puede perci-
bro impreso. A fines del siglo XVIII la R.evolución Industrial aplicó a otras
bJrse notablemente en ejemplos tales corno las primeras portadas impresas,
manufacturas las técnicas de partes reemplazables que los impresores apli-
q.ue a menudo nos parecen disparatadamente caprichosas en su desaten-
caban desde hacía trescientos años. Pese a las conjeturas de muchos es-
CIÓn a las unidad~s vi.s~alcs de las palabras. Las portadas del siglo XVI,
tructuralist:as semióticos, fue la impresión, no la escritura, la que de hecho
con gran frecuencia dtvJdcn las palabras importantes, incluso el nombre
rcificó la yalabra y, con ella, la actividad intelectual (Ong, 1968b, pági-
del autor, con guiones, y presentan la primera parte de una palabra en
nas 306-318).
una línea con. t~~o grande y la segunda en otra con tipo más pequeño,
Más que la visión, el oído había dominado ele manera signilicativa
com~ en la ed!Clüll de Th.e Boke named the Gouemour, de Sir Thornas Elyot,
el mu1~do intelectual ele la Antigüedad, incluso mucho después _de que
~u~hcada en Londres por Thomas Berthelet en 1534 (ilustración 1, véase
la cscntura fuera profundamente intcriorizada. La cultura del manus- Slemberg, 1974, p. 154). Palabras sin mayor imponancia podían
crito en Occidente permaneció siempre marginalmcntc oral. Ambrosio
presentarse con tipos enormes: en la penada reproducida aquí, el "THE"
de MiLín captó la disposición anterior en su Commerltary on Luke (iv. 5):
inicial es por mucho la palabra más notable de todas. El resultado a me·
''La vista es a menudo engañada, el oído sirve de garantía.'' En Occi· nudo es estéticamente agradable como diseño visual, pero choca con nues-
Uente, durante todo el Renacimiento la producción verbal más enseña· tro concepto contemporáneo de lo textual. Sin embargo, esm costumbrt:
da fue la oración y quedó implícitamente como el paradigma básico para
es el punto a partir del cual se diferenció nuestro concepto actual. N ues-
lOdo discurso, tanto escrito como oral. El material escrito era secundario·
tras actitudes son las que se han transfOrmado y por lo tanto precisan
al oído de maneras que hoy en día nos parecen excéntricas. La escritura
ser explicadas. ¿Por qué el procedimiento original, supuestamente más
servía principalmente para recircular el conocimiento al mundo oral, como
"naturaJI', nos parece equivocado? Porque tomamos las palabras im-
en los debaLes •.miversitarios medievales, para leer textos literarios y de
pre_sas ante nosotrvs como unidades visuales (aunque en la lectura las
otro tipo ame grupos (Crosby, 1936; Ahern, 1981; Nelson, 1976-1977),
articulemos al menos en la imaginación). Evidentemente, al buscar el
y para leer en voz alta incluso al hacerlo a solas. Por lo menos tan tarde
significado de un texto, el siglo xvJ se concentraba menos en el aspecto
120 LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO 121
el espacio de manera más inexorable de lo que jamás lo hizo la escritura.
Ésta traslada las palabras del mundo del sonido a un mundo de espacio
visual, pero la impresión las lija en éste. El control de la posición lo es
todo en la impresión. La "composición" manual del tipo (la forma ori-
ginal de la composición tipográfica) consiste en colocar a mano tipos pre-
,._: fabricados de letras, los cuales, después de usarlos, son cuidadosamente
~-.
acomodados de nuevo, acomodados para futuras ocasiones en los com-
THE
partimientos apropiados de la caja (mayúsculas o letras de tipo mayor
en los compartimientos superiores; minúsculas o letras de tipo menor en
.'·,
los inferiores). La composición en linotipia consiste en utilizar una má-
quina para colocar las distintas matrices en líneas separadas, de modo
BOKE que una línea de tipos pueda fundirse de las matrices debidamente colo-
cadas. La composición con una terminal de computadora o procesadora
de palabras coloca Jos caracteres electrónicos (letras) previamente pro-
gramadas en la computadora. La composición "en caliente" (o sea, ia
estereotipia, el proceso más antiguo y más utilizado hoy en día) exige
fijar el tipo en una posición absolutamente rígida en la caja; ajustar ésta
firmemente en una prensa; sujetar y afianzar la nivelación y aplicar una
enorme presión a los tipos sobre la superficie de impresión de papel en
contacto con la plancha.
Por supuesto, la mayoría de )os lectores no se percatan de toda esta
locomoción que produjo el texto impreso que tienen frente a sus ojos.
No obstante, del aspecto del texto impreso obtienen un sentido ele la
·:~ palabra-en-el-espacio bastante distinto del que comunica la escritura. Los
.~ textos impresos parecen hechos a máquina, como en realidad lo son. El
~· · control quirográfico del espacio tiende a ser ornamental, decorativo, co-
~ mo en la caligrafía. El control tipográfico por lo regular causa mayor im-
~:~ presión con su orden y cará<..:ter inevitable: las líneas pcrfectaniente
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lgura
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regulares, todas justificadas en el lugar adecuado; como resultado, la im-
presión visual es de simetría, aun sin la ayuda de renglones o márgenes
dibujados que a menudo se encuentran en los manuscritos. Se trata de
un insistente mundo de_ datos fríos, no humanos. ''Así son las cosas'',
de la pcdabra y más en su somdo de lo que acostumbramos nosotros. To- _:;
do tex!o •m plica v1sta Y somdo Pe10 mtentras ahora expenmentamos la ': __ .
lectura como una act1v1dad Visual que suscita somdo en nosotros, la pn- f~
mera etapa de la ~~~1prcsión aún. la consid~raba ~yndam~ntalmentc ~~~-
1 la rúbrica de identificación de Waltcr Cronkite en la· televisión proviene
del mundo de Jo impreso, que subyace a'Ia oralidad secundaria de la te·
levisi6n (Ong, 1971, pp. 284-303).
En conjunto, los textos impresos son mucho más fáciles de leer que
'1
como u11 proceso auditivo al cual "' v1~ta sólo poma en m~rc~a. S• u~lD co~o ~'f~, los manuscritos. Los efectos de la mayor claridad de lo impreso son m u-
lector stntía que' estaba es:uchando ~as pal~bras; ¿que diferen~l~ h~b·~ ~~ chos. En última instancia, sirve para una lectura rápida y silenciosa. És-
si el cexto visible cmprend•a su prop~o cammo .vtsualr~~ente estetJco. ~e ,;f¡ ta a su vez crea una relación distinta. entre el lector y la voz .del autor
recordará que los manuscr~tos antenores ~la •;npreswn por lo comu~;.~'i .... }.:. en el texto y exige estilos distintos de escritura. En la producción de· una
juntaban las palabras o deJaban un espaciO m•mmo entre e.llas. :t';t; · obra la impresión comprende muchas personas además del autor: edito-
Con el tiempo, sin embargo, la impres.ión reemplazó e~ persistente pre-4~~. res, agentes literarios, correctores de pruebas, revisores de manuscritos
dominio del oído en el mundo del pensamiento Y la expreston con el predo-,~,'~jj . y otros. Antes y después del escrutinio de tales personas, el escribir para
minio dt: la vista, que tuvo sus i~icios en .la escritur~ ?ero que no pudo-¡.·· ·,l<<.:·. la impresión a menudo precisa revisiones esmeradas de parte del autor
prosperar sólo con el apoyo de esta. La Imprenta Sllua las palabras e.n, ·. ;. : ~·:~?- :.
B.~~¡,l
.. . _:_.: "::: .~~~--.
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122 LO IMPRESO. EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO 123
en una proporción virtualmente desconocida en una cultur~ de escritura menos que se esté leyendo un listado escrito o impresO específico). En
a mano. Sólo unas cuantas obras extensas en prosa provemcntes de cul- este sentido, los listados, corno tales, ño tienen un ''equivalente oral''
turas de escritura a mano podrían someterse a una revisión editorial co- ( j 977, pp. 86-87), aunque claro está, las palabras individuales escritas
mo se acostumbra hacer hoy en día con las obras originales; no están suenan en el oído interno para producir sus s¡-gnificados. Goody tam~
organizadas para la rápida asimilación de una página impresa. La cu_l- bién señala la manera inicialmente torpe y"nd hocen la cual se utilizaba
tura del manuscrito está orientada hacia el productor pues cada copia el espacio para hacer estos listados, con di\'isiones de palabras para se~
individual de una obra representa un gran consumo del tiempo ~e ~n parar los artículos ele los números, columnas rectas, entremetidas y alar-
copista particular. Los manuscritos medievales abundan en abreviaciO- g-adas. Además de los listados administrativos, también examina los de
nes las cuales favorecen al copista aunque causen dificultades al lector. sucesos, los léxicos (las palabras se enumeran en diversos órdenes a me-
Lo 'impreso está orientado hacia el consumidor pues las copias _indivi~ nudo por significados jerárquicos: los diuses, luego los parientes de los
duales de una obra representan una inversión mucho menor de ttempo: dioses y finalmente los sirvientes de los dioses) y los listados onomásticos
unas cuantas horas dedica'das a lograr un texto más legible mejo~·arán egipcios, o listas de nombres, que con frecuencia eran aprendidos de me-
inmediatamente miles y miles de copias. Los efectos de la imprenta en moria para la recitación oral. La cultura del manuscrito, altamente oral
el pensamiento y el estilo aún tienen que deter~inarse en toda su c?m- todavía, consideraba que tener preparadas ser_ies escritas de cosas para
plcjidad. La revista Visible Language (ll~m~da antenorme~te.Jouma/ oj 1yp~~ la rememoración oral servía en sí para un mejoramiento intelectual. (En
graphic Research) publica con frecuencia mteresantcs articulas que contn- Occidente los educadores opinaban lo mismo hasta fechas recientes y en
buycn a tal determinación. todo el mundo la mayoría de ellos probablemente aún mantienen ese pa~
recer). Una vez más, la escritura está aquí al servicio de la oralidad.
Los ejemplos de Goddy muestran la elaboración relativamente com-
EL ESPACIO Y 1-:1. SlGNlFICADO pleja del material articulado en forma verbal en las culturas que cono-
cían la escritura, a fin de volver más directa la recuperación del material
La escritura reconstituyó la palabra hablada, originalrnente oral, en el mediante su organización espacial. Las listas clasifican los nombres de
espacio visual y la impresión la incrustó más categóricamente en espa-:I artículos relacionados unos con otros en el mismo espacio visual físico.
cio. Lo anterior puede distinguirse en creaciones tales como los listados, La imprenta crea un uso mucho más refinado del espacio para la organi~
sobre todo los índices alfabéticos; en el uso de palabras (en lugar de sí m~ zación visual y conservación del material.
bolos iconográficos) para los marbetes; de dibujos impresos .de todos ti~ Los índices representan un adelanto primordial en este sentido. Los
pos para transmitir información; y del espacio tipográfi~o abstracto para índices alfabéticos muestran notablemente la separación de las palabras
influir recíproca y geométricamente con las pala~ras 1mpresas en una del discurso y su inclusión en el espacio tipográfico. Era posible hacer
línea de evolución que se extiende desde las doctnnas de Ramus hasta un índice alfabético de los manuscritos, pero esto rara vez ocurrió (Da-
la poesía concreta y la logomaquia de Derrida con el texto (casi siempre ly, 1967, pp. 81-90; Clanchy, 1979, pp. 28-29 y 85). Puesto que dos manus-
impreso, no solamente escrito). critos de una obra dada, aunque fueran copiados del mismo dictado, ca~
si nunca coinciden página por página, cada manuscrito normalmente
requiere un índice distinto. Hacer índices no valía la pena. Resultaba
(i) Índices más sensata la rememoración auditiva por medio del aprendizaje de me~
maria, aunque no podía abarcarlo todo. Para la localización visual de
Los listados tuvieron su origen en la escritura, Goody trata ( 1977, los materiales en un texto manuscrito, a menudo se preferían los símbo~
pp. 74~111) el uso de los listados en la grafía u_garítica de alrededor del Jos gráficos en vez de los índices alfabéticos. Un símbolo predilecto era
año 1300 a. de C. así como en otras grafías anuguas. Hace notar (1977, el ''párrafo'', que originalmente se indicaba con esta marca 11', y no una
pp. 87-m3) que la infonnación en los listados se derivan de la situación social unidad de discurso. Si se hacían índices alfabéticos, eran pocos, a menu~
a la cual pertenecía (''cabritos cebados'', ''ovejas apacentadas'', etcéte- do deficientes y por lo común no comprendidos, incluso en la .Europa
ra, sin más especificaciones) y también del contexto lingüístico (general- del siglo Xlll, cuando a veces un índice preparado para un man~scrito
mente, en·la articulación oral los sustantivos no están desligados, corno se añadía sin cambio de los números de páginas a otro manuscnto con
en los listados, sino integrados en las frases: rara vez escucharnos una una numeración diferente (Cianchy, 1979,p. 144). A veces, los índic~s
recitación oral constituida simplemente por una serie de sustantivos, a parecen haberse valorado por su belleza y misterio antes que por su u ti-
i¡
.124 LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO 125
Jidad. En 1286, un compilador genovés podía maravillarse del catálogo ·;: ser introducido por un comentario al lector, al igual que una conversa-
;¡]fabético que había elaborado como resultado no de su propia habili-
dad sino de "la gracia de Dios que obró por mí" (Daly, 1967, p. 73). ~
.t ción pudiera comenzar con una observación de una persona a otra: "Hic
habes, carisst"me lector, librum quem scripset quidam de ... '' (He aquí, caro lec-
..~ tor, un libro que Fulano de Tal escribió sobre ... ). La herencia oral se
Durante mucho tiempo, los índices se hacían sólo por las primeras le- '?
tras, o, más bien, por los primeros sonidos: por ejemplo, en una obra manifiesta aquí, pues aunque las culturas orales tienen, claro está, ma-
latina publicada en fecha tan tardía como 1506 en Roma, dado que en .: neras de referirse a los relatos u otras recitaciones tradicionales (los rela-
el italiano y el latín pronunciado por las personas de habla italiana no ~·· tos de las guerras de Troya, las de Mwindo, y así sucesivamente), los
se articula la letra h, "Halyzones" se incluye en la a (tratado en 5~ títulos que semejan marbetes no resultan muy convenientes en las cultu-
Ong, 1977, pp. 169-172). Aquí incluso la recuperación visual funciona de .( ras orales: Homero difícilmente hubiera iniciado una declamación de epi-
·manera. auditiva. Specimen epithetorum, de Ioannes Ravisius Textor (Pa- ~· sodios de la llíada diciendo: "La llíada".
rís, 1518) coloca alfabéticamente "Apolo" antes de toda<; las demás anota- -~
ciones bajo la a, porque Textor considera apropiado que, e_n una obra f
relacionada con la poesía, el dios de la misma reciba la poRición más pro- ~ (ii) Libros, contenidos y portadas
minen te. Evidentemente, incluso en un índice alfabético impreso, la re- ·!tí
cupcración visual tenía poca importancia. El mundo oral personalizado ~-¡. Una vez que lo impreso se había interiorizado del todo, un libro era con-
aún podía negarse a tratar las palabras como si fueran cosas. j~ siderado como una especie de objeto que "contenía" información, cien~
El índice alfabético en realidad representa una encrucijada entre las ~ tífica, ficticia o de otro tipo; es decir, ya no era, como antes, enunciado
culturas aUditiva y visual. La palabra indtx es una forma abreviada del ~. plasmado por escrito (Ong, 1958b, p. 313). Cada libro en sí era una edi-
original index locorum o index locorum communium, "índice de lugares" o _j ción impresa físicamente igual a otro, un objeto idéntico; lo que no suce-
"índice de lugares comunes". La retórica aportó los varios loci o "tóp i- }ri día con los libros manuscritos, incluso cuando reproducían el mismo texto.
cos" -nosotros los llamaríamos las grandes divisiones- bajo las cua1es -~~.,. Ahora bien, con la invención de la imprenta, dos copias de una obra da-
era posible hallar diversos "argumentos", encabezados como la causa, ~ da no sólo decían lo mismo, sino que eran duplicados una de la otra co-
el efecto, temas relacionados, temas no relac i~nados , ~ asd·í sbucesivam en- .... mo objetos. La situación propició el uso de carátulas y el libro impreso, por
1 1 -if ·,
te. Al abordar el texto con· este instrumenta 10rmu ano e ases ora 1es, f ser un objeto estampado con letras, adoptó fácilmente una. presentación
el realizador de índices de hace 400 años simplemente apuntaba en cuá- i. compuesta de letras: la portada (nueva: con la impresión; Steinberg, 1974, •·
les páginas del texto se explotaba uno u otro locus, y enumeraba éste y .f pp. 145-148). Al mismo tiempo, la tendencia iconográfica todavía era
las páginas correspondientes en el index locorum. En un principio, los loci b, fuerte, como puede verse en las portadas grabadas altamente simbólicas
eran considerados -en términos oscuros- como "lugares" del intelec~ l~ que persistieron a través de la década de 1660, llenas de figuras alegóri-
to donde se almacenaban las ideas. En el libro impreso, estos "lugares" .;tt· cas y otros motivos no verbales.
"!
~~íi~ii~~:~:~t~e~:~~~d~~~~~o:;~:c~~:l~~r~:~i~a~~e~=p~:~l::r~::,fí:!~ ~
taba en gestación.
En este nuevo mundo, el libro se parecía rnenos a un enunciado y más -Q
n (iii) Una superficie significativa
a una cosa. La cultura de la escritura a mano había conservado un con- 41:- Ivins (1953, p. 31) ha señalado que, aunque el arte de imprimir motivos
cepto del libro como una clase de articulación, un enunciado en el curso :. ~l con diversas superficies grabadas se conocía desde siglos atrás; sólo des-
de la conversación, y no como un objeto. Sin portada y a menudo sin :¡} pués de inventarse la impresión con tipos movibles a mediados del siglo
título, el libro de una cultura de manuscrito anterior a la imprenta nor- m xv, los grabados se emplearon sistemáticamente para comunicar infor-
malmente es catal~gado segual' nbsu 'd'incipit" ( ve(rl bo Iatin? ~;pe sdignifica ''e~: ·. . ~
1 J.il
. mación. Los dibujos técnicos hechos a mano, como lo muestra Ivins (1953,
micn.za"), o as pnmeras p a ras e su texto a p1cgana a re nuestro
se llama así por su incipit, y revela ciertas huellas de la tradición oral) ..."'.-
1" pp. 14-16, 40-45), se deterioraban pronto en los manuscritos, porque in-
cluso los artistas expertos pasan por alto el punto decisivo de una ilustra-
Con la imprenta, como ya se ha dicho, aparecen las primeras portadas. ;i~ ción que copian, a menos que los supervise un experto en el campo al cual
Las portadas son marbetes: manifiestan un concepto del libro como una~-'· se refieren las ilustraciones. De lo contrario, un retoño del trébol blanco
especie de cosa u objeto. A menudo en los manuscritos medievales de
Occidente, en lugar de una portada el texto propiamente dicho podía m·:f.J copiado por una serie de artistas no familiarizados con el trébol blanco real
puede terminar con la apariencia de un espárrago. Los grabados
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126 LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO 127
pudieron haber resuelto el problema en una cultura de manuscrito, pues por Hopkins de un arroyo en lnversnaid. De igual que la biología evolu-
se habían practicado durante siglos con propósitos decorativos. Tallar ,. cionista de Darwin o la física de Michclson, este tipo de poesía tiene su
una plancha precisa para imprimir el trébol blanco hubiera sido bastan- ' origen en el mundo de lo impreso.
te factible mucho antes de inventarse la impresión con tipos y hubiera
proporcionado exatamente lo que se necesitaba: una "declaración visual
perfectamente repetible". Sin embargo, la producción de manuscritos (iv) El espacio tipográfico
no era compatible con esa manufactura. Los manuscritos se producían
escribiéndolos a mano, no con partes creadas de antemano. La impren- Puesto que la superficie visual se había cargado de un significado im-
ta sí era compa:ible. El texto verbal era reproducido con partes prepara- puesto y la impresión no determinaba sólo cuáles palabras se incluían
das de antemano y lo mismo podía hacerse con los grabados. U na para form~r un texto, sino también su situación exacta sobre la página
imprenta podía imprimir una "declaración visual perfectamente repeti- y su relación espacial una con otra, el espacio mismo de una página im-
ble" con la misma facilidad de una forma compuesta de tipos. presa -el ''espacio blanco'', como se le conoce- adquirió una gran sig-
U na consecuencia de la nueva declaración visual perfectamente repe- nificación que conduce directamente al mundo moderno y post-moderno.
tible fue la ciencia moderna. La observación precisa no comienza con Los listados y las gráficas manuscritas analizadas por Goody (1977,
la ciencia moderna. Durante siglos, siempre ha sido esencial para la su- pp. 74-111 ), pueden situar las pa1abra,<; en relaciones espaciales específicas
pervivencia entre, por ejemplo, cazadores y artesanos de muchos tipos. unas con otras, pero si estas correspondencias resultan extremadamente
Lo distintiVo de la ciencia moderna es la unión de la observación y la complicadas, las complejidades no sobrevivirán a los caprichos de los su-
articulación verbal exactas: descripciones precisas de objetos y procesos cesivos copistas. La impresión puede reproducir, con toda exactitud y
complejos, cuidadosamente obscrvado.s. El hecho de disponer de graba- en cualquier cantidad, listas y gráficas indefinidamente complejas. En
dos técnicos fabricados (primero grabados de boj, y más tarde en lámi- las primeras etapas de la época de la impresión, aparecen gráficas
nas grabadas de metal, detalladas con exactitud aún mayor) facilitó esas enorrnemente intrincadas en la cnsefwnza de las materias académicas
descripciones precisas. Los grabados técnicos y la articulación verbal téc- (Ong, 1958b, pp. 80, 81, 202, etcétera).
nica se reforzaban y mejoraban mutuamente. El resultante mundo inte- El espacio tipográfico influye no sólo en la imaginación científica y
lectual enormemente visualizado era nuevo del todo. Los escritores filosófica, sino también en la literaria, que muestra algunas de las com-
antiguos y medievales son simplemente incapaces de producir descrip- plejas maneras como la psique percibe el espacio tipográfico. Georgc Her-
ciones de objetos complejos con palabras precisas, que en algo se aproxi- bert explota el espacio tipográfico para transmitir un significado en sus
men a las que aparecen después de la imprenta y que de hecho, maduran poemas "Easter Wings" y "The Altar", donde los versos, de variadas
principalmente en la época del Romanticismo, es decir, la de la Revolu- extensiones, dan forma visual a los poemas, que insinúan alas y un altar,
ción Industrial. La articulación verbal oral y la que conserva caracter"ís- respectivamente. En los manuscritos, este tipo de estructura visual sería só-
ticas orales dirige su atención hacia la acción, no hacia la apariencia visual lo incidentalmente viable. En Tristram Shandy ( 1760-1767), Laurcnce Ster-
de los objetos, las escenas o las personas {Fritschi, 1981, pp. 65-66; cfr. ne utiliza el espacio tipogl'áfico con deliberada extravagancia e incluye
Havelock, 1963, pp. 61-96). El tratado deVitruvio sobre la arquitectura páginas en blanco en su libro para indicar su renuencia a tratar un
es sumamente vago. Los tipos de exactitud a los que aspiraba la vieja tema y para invitar al lector a completarlo. En este caso, el espacio equi-
tradición retórica no eran del orden visual-vocal. Eisenstein(1979, p. 64) vale al silencio. Mucho más tarde, y con mayor refinamiento, Stéphane
sugiere cuán difícil resulta hoy en día imaginarse las primeras culturas, Mallarmé elabora su poema "Un Coup de dés" de manera que se im·
en las cuales muy pocas personas habían visto alguna vez una imagen prima con fuentes y tamaños de tipos diversos, con las líneas distribuidas
físicamente fiel de cualquier cosa. intencionalmente en toda la página como una especie de caída libre tipo-
El nuevo mundo intelectual, iniciado por la declaración visual perfec- gráfica, lo cual indica la intervención del azar cuando se lanzan los dados
tamente repetible y la descripción verbal correspondientemente exacta (el poema es reproducido y discutido en Bruns, 1974, pp. 115-138). El
de la realidad física, afectó no sólo a la ciencia sino también a la literatu- objetivo declarado por Mallarmé es "evitar la narración" y "espaciar"
ra. Ninguna prosa pre-romántica aporta la descripción minuciosa que la lectura del poema, de modo que la página, con sus espacios tipográfi-
se encuentra en los cuadernos de Gerard Manley Hopkins (1937), y nin- cos, y no la línea, constituya la unidad del verso. El Poema núm. 276
guna poesía ·pre-romántica trata con atención clínica, rigurosa y fiel, los ( 1968), sin título, de E. E. Cummings acerca del saltamontes, desinte-
gra las palabras del texto y las desparrama irregularmente en toda la pá-
fenómenos naturales que se hallan, por ejemplo, en la descripción hecha
i
..
'
gina, hasta que al Jin las letras se juntan :n la últi~ayalabra: gras~h~per; Las imágenes iconográficas están relacionadas con los caracteres "pesa-
todo ¡0 anterior para aludir al vuelo capnchoso y opucamente vcrugmo- dos" o simbólicos del discurso oral y se asocian con la retórica y las artes
so de un saltamontes, hasta que al final se acomoda cándidamente so~re de la memoria que necesita el control oral del conocimiento (Yates, 1966).
la hoja de hierba ante nosotros. El espacio bla~co re~ulta tan esenetal La impresión produjo diccionarios exhaustivos y fomentó el deseo de
para el poema de Cummings que es tot~lment.e 1mpostble leerlo en voz legislar lo "correcto·'' en el lenguaje. Este deseo surgió en gran parte de
alta. Los sonidos que las letras evocan tienen que e:t_ar presentes en la un concepto del lenguaje basado en el estudio del latín culto. Las len-
in 1 aginación, pero su manifestación no es sólo auditiva: e_st~blece una ~,ruas cultas "textualizan" la idea del lenguaje, haciéndolo parecer bási-
acción reCÍpJ."oca con el espacio visual y cinéticamente perobtdo a su al- camente como algo escrito. La impresión refuerza el sentido del lengua-
rededor. · ·' je como esencialmente textual. El texto impreso, no el escrito, es el texto
En cierto modo, la poesía concreta (Solt, 1970) lleva a su ~u 1~mac~on en su forma más plena y paradigmática.
la acción recíproca entre las palabras articuladas Y.~~ espaciO ttpogr_afi- La impresión estableció el clima eri el cual surgieron los diccionarios.
co. Presenta despliegues de letras o palabras exqmsttamente complica- 1,, Desde sus orígenes en el siglo XVIII hasta las últimas décadas, los diccio-
dos 0 exquisitamente sencillos algunos de los cuales pucd~n contemplarse narios del inglés comúnmente han tomado como norma del lenguaje só·
pero de ninguna manera leerse en voz alta.; emp~ro, mnguno de ellos lo el uso de los escritores que producen textos para la impresión (y no
puede asimilarse sin cierta conciencia del somdo articulado. l~cluso c~an de todos ellos). La usanza de todos los demás, si se aparta de este empleo
do la poesía concreta no puede ser leída en absoluto no es solo una t~a tipográfico, se ha considerado como "corrupta". El Webster's Third New
gen. La poesía concreta es un género menor, a me~ud<:> meran~cnte rnanoso lntemational Diáionary ( 1961) fue la pr~irnera obra lexicográfica importante
(hecho que vu<;lve tanto más necesaria una exphcactón del tmpulso que que rompió totalmente con este viejo convencionalismo tipográfico y que
la produce) • citó como fuentes del uso a personas que no escriben para la impresión;
Hartman (1981, p. :15) sugier-e un vínculo entre la poesm ~oncreta Y desde luego muchas personas, fOrmadas por la vieja idt:ología, descarta-
la actual logomaquia dejacques Derrida con el texto .. El lazo cterta~~n ron al punto este impresionante logro lexicográfico (Dykema, 1963) co-
te es real y merece más atención. La poesía concreta juega con la_dJalec- mo una traición al lenguaje "verdadero" o "puro".
tica de la palabra fija en el espacio, opuest_a a la palabra ·oral art1culad~ La impresión también fue un factor principal en el desarrollo del con·
que nunca puede inmovilizarse en el cspacw (todo texto es un pretexto), cepto de una vida personal privada que caracteriza a la sociedad moder·
es decir, juega con las limitaciones absol~t~s de 1~ textual, las cuales pa- na. Produjo libros más pequeños y portátiles que los comunes en una
radójicamente revClan también las rcstncctones mherentes a la p~labra cultura de manuscrito, preparando psicológicamente la escena para la
hablada. Éste es el terreno de Derrida, aunque se desplaza por el a s~ lectura a solas en un rincón tranquilo, y con el tiempo, para la lectura
propio paso deliberado. La poesía concreta n~ es el pr~ducto de la e_s_cr~~ del todo silenciosa. En la cultura de manuscrito y, por lo tanto, en los
tura sino de la tipografía, como ya se ha v¡sto. La deconstruccwn albores de la cultura de la impresión, la lectura tendía a ser una activi-
está ligada a la tipografía y no sólo a la escritura, como frecuentemente dad social, en la cual una persona leía a otras en un grupo. Como h;l
parecen su"poner sus defensores. señalado Steiner (1967, p. 383), la lectura en la intimidad requiere de
. un hogar lo bastante amplio para proporcionar aislamiCiüo y tranquili-
dad al individuo. (En la actualidad, los maestros de niños provenientes
EFECTOS MÁS DIFUSOS de zonas de miseria están plenamente convencidos de que a menudo la
principal razón de un mal desempeño escolar es que en una casa llena
Podemos enumerar interminablemente los efectos adicionales más o me- de gente no hay sitio donde un niño o una niña pueda estudiar conve-
.,
nos directos que lo impreso ha tenido sobre la cc~nomía intelec,tual o l_a nientemente.)
"mentalidad" de Occidente. Lo impreso con el uempo desplazo al anu- La impresión creó un nuevo sentido de la propiedad privada de las • '"'
guo arte de la retórica (de bases orales) del centro de l_a ed~:ación acadé- palabras. En una cultura oral primaria, las personas pueden guardar cier- .,·1
mica. Estimuló y posibilitó en gran escala la cuanuficaClon del saber, to sentido de derechos de propiedad sobre un poema, pero no es lo habi·
mediante el empleo del análisis matemático y de diagramas y gráficas. tual y por lo general resulta debilitado por la herencia común del saber
La impresión finalmente redujo el atractivo de la ~conografía en el ~a· popular, las fórmulas y los temas a los que recurre todo mundb". Con
nejo del conocimiento, pese al hecho de que las pnmeras fases de la ¡m- la escritura, empieza a desarrollarse el resentimiento contra el plagio.
presión hicieron circular ilustraciones iconográficas como nunca antes .. Martial (i. 53.9)~ el antiguo poeta latino, utiliza la palabraplagiqrius (tor·
LO IMPRESO. EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO LO IMPRESO. EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO 131
130
turador, saqueador y opresor) para alguien que se apropia lO es~rit~ por independiente. La impresión encierra el pensamiento en miles de copias
otro. Empero, no hay ninguna palabra latina específica con el significa- de una obra, con exactamente la misma composición visual y física. La
do único de plagiario o plagio. La tradición oral del lugar común toda- correspondencia verbal entre copias del mismo impreso puede verificar-
vía era fuerte. En los primeros días de la impresión, sin embargo, a se sin recurrir en absoluto al sonido, simplemente por medio de la vista:
menudo se procuraba un decreto real o pr.ivilegium que prohibier~ la re~n; un cotejador (himnan) sobrepone las pf1ginas correspondientes de dos
presión de un libro a cualquier otra I_J~rs~na que ~o ~uera el editor ong•- copias de un texto y señala con una luz intermitente las variaciones a
nal. Richard Pynson obtuvo tal prwdegwm de Ennquc VIII en 1518. quien revisa.
En 1557, se constituyó legalmente la Stationcrs' Company en Londres, pa- Se supone que el texto impreso representa las palabras de un autor
ra fiscalizar los derechos de 'tos autores e impresores o impresores y edi- en su forma definitiva o Hfinal" pues el medio natural de lo imp1·esO es
tores, y para el siglo xvm estaban tomando forma por toda Europa sólo lo concluido. Una vez que se prepara el linotipo o una plancha foto-
occidental las modernas leyes de propiedad literaria. La tipografía había litogr_áfica ~se imprime la hoja, el texto ya no acepta cambios (borradu-
convertido a la palabra en una mercancía. El antiguo mundo oral comu- ras, msercwnes) con la misma facilidad de los textos escritos. Por
nitario se había dividido en feudos francos reclamados por particulares. contraste, los manuscritos, con sus observaciones o comentarios al mar~
La tendencia de la conciencia humana hacia un mayor individualismo gen (que a menudo se integraban el texto en las copias subsiguientes),
había sido muy estimulada por la impresión. Por supuesto, las palabras sostenían, fuera de sus propios límites, un diálogo con el mundo y se
no eran del todo una propiedad privada. Hasta cierto punto segufan sien- identificaban más con la dinámica de intercambio de la expresión oral.
do compartidas. Los libros impresos hacían eco unos de otros, de buen ' Los lectores de manuscritos están menos apartados del autor, menos
o mal grado. Al ponerse en marcha la era electrónica, Joycc enfrentó • ausentes, que los lectores de quienes escriben para el texto impreso. La
plenamente las angustias de la influencia, y en Ulises y Finnegans' Wake tendencia hacia lo concluido o lo culminado, reforzada por la impresión,
emprendió premeditadamente la tarea de hacer ceo de .t?do. . a veces resulta extremadamente física. Las páginas de un periódico por
Al sacar las palabras del mundo del sonido -donde pnrnero tuvieron lo general están totalmente llenas -ciertas clases de material impreso
origen en el intercambio humano activo- y relegarlas .definitivamente se llaman "rellenos"-, y sus líneas de tipos por lo general están todas
a la superficie visual, y al explotar de otros modos el espacio visual para justificadas (es decir, todas exactamente del mismo ancho). El texto im-
el manejo del conocimien.to, la impresión alentó a los seres humanos a preso resulta curiosamente tolerante ante la inconclusión física. Puede
pensar cada vez más en sus propios recursos internos (conscientes e. in- A producir. la impresión, involuntaria y sutil pero muy real, de que
el matcnal tratado por el texto es, asimismo, completo o autónomo.
conscientes) como cosas, impersonales y religiosamente neutras. La 1m- .,,
presión ayudó a la mente a sentir que sus posesiones se guardaban en Lo impreso crea formas de arte verb3.les más estrechamente cerradas
sobre todo en la narración. Hasta la invención de la imprenta, la únic~
alguna especie de espacio mental inerte.
.. línea narrativa extensa elaborada de manera lineal era el teatro, que desde
la Antigüedad estaba controlado por la escritura. Las tragedias de Eurípi-
des emn textos escritos y luego aprendidos de memoria palabra por pala·
Lo IMPRESO Y LO CONCLUIDO: LA TNTl':RTEXTUALIDAD
bra para su presentación oral. Con la imprenta, ia trama compacta se
extiende a la narración larga, en la novela a partir de la época de Janc A u s-
¡
Lo impreso produce una sensación de finitud, de que lo que se encuen- l,
traen un texto está concluido, de que ha alcanzado un estado de consu- t \ ten en adelante, y alcanza su punto culminante en la historia de detf:ctivcs.
rnación. Esta consideración afecta las creaciones literarias y la obra Estas formas serán tratadas en el capítulo siguiente.
En la teoría literaria, la imprenta da origen en última instancia al for-
filosófica o científica analítica.
Antes de la impresión, la escritura misma alentaba cierto sentido de malismo y a la Nueva Crítica, con su profunda convicción de que toda
una conclusión intelectual. Mediante el aislamiento del pensamiento en obra de arte verbal se h.apa circunscrita en un mundo particular, un ''in)-
una superficie escrita, apartado de todo interlocutor, haciendo en este no verbal". Significativamente, un icono es algo que se ve, no se escu-
sentido la articulación autónoma e indiferente al ataque, la escritura pre- cha. La cultura de manuscrito consideró que las obras de arte verbal
senta el enunciado y el pensamiento como separados de todo lo demás, estaban más en contacto con el pleno oral, y nunca distinguieron de ma-
de alguna manera independientes, completos. Del mismo modo, la im· nera muy eficaz entre la poesía y la retórica. También en el capítulo si-
guicnt~ hablaremos más sobre el formalismo y la nueva crítica.
presión sitúa el enunciado y el pensamiento en una superficie,
di dos de todo lo demás, pero también va más lejos al indicar su cará•ct<:r J~ La imprenta da lugar en última instancia a la cuestión moderna de
132 LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO 133
la intertextualidad, la cual representa un asunto muy importante en los que procedían mediante frías definiciones y divisiones, las cuales condu-
círculos fenomenológicos y críticos de la actualidad (Hawkes, 1977, cían a rnás definiciones y mayores divisiones, hasta que se hubiera anali-
p. 144). La intertextualidad se refiere a un lugar común literario y psicoló- zado Y cscudrifiado la 1Íltima partícula del terna. Un libro de texto ramista
gico: es imposible crear un texto simplemente basándose en la experien- sobre un asunto dado n? sosten~a .un. intercambio reconocido con algo
cia vivida. Un novelista escribe una novela porque él o ella está que n~ fuera su tema mismo. NI s1quaera aparecían dificultades o "ad-
familiarizado( a) con este tipo de organización textual de la experiencia. ver~anos''. Un tema de estudio o ''arte'', al presentarse debidamente
La cultura de manuscrito daba por hecha la intcrtextualidad. Atada segu~ el método de Ramus, no entrañaba ninguna dificultad (según los
aún a la tradición de lugares comunes del antiguo mundo oral, creaba seguidores de Ramus): si se definía y dividía de la manera indicada to·
deliberadamente textos con base en otros textos, haciendo adaptaciones, dos los aspecto~ del arte resultaban plenamente evidentes y el arte e~ sí,
modificaciones y cuJniJarticndo las fórmulas y los temas comunes, ini· completo y autonomo. Ramus relegaba las dificultades y refutaciones de
cialmentc omles, a pesar de que los elaboraba como formas literarias nue- los adversarios a "disertaciones" (siholae) separadas sobre la dialéctica
vas, imposibles sin la escritura. La cultura de lo impreso, de suyo, tiene la retórica, la gramática, la aritmética y todo lo demás. Estas disertacio~
una disposición ntcntal distinta. Tiende a considerar una obra como "ce- nes se ubicaban fuera del "arte" autónomo. Además, el material en ca-
rrada'', apartada de otras, una unidad en sf misma. La cultura del texto da uno de los libros de texto ramistas podía presentarse en compendios
impreso dio origen a los conceptos románticos de "originalidad" y "es· o esquemas dicotómicos impresos, los cuales mostraban exactamente cómo
píritu creador", los cualt?s aislan una obra individual aún más de las otras el material se organizaba especialmente en sí y en la mente. Cada arte
y perciben sus orígenes y signific_ados como independientes de influen· en sí estaba completamente separado de otro, así como las casas con es·
cias exteriores, al menos en el caso ideal. En las últimas décadas, las doc· pacios abiertos entre ellas están separadas unas de otras, aunque las ar·
trinas sobre la intcrtcxtualidad surgieron para contrarrestar la estética
aislacionista de una cultura romántica del texw impreso ... y casi provo· "' t~s se mezclaban en el "uso"; es decir, al elaborar un pasaje dado de
discurso, se utilizaba simultáneamente la lógica, la gramática, la rctóri·
caron una conmoción. Eran aún más inquietantes porque los escritores ca y tal vez otras artes también (Ong, 1958b, pp. 30-31, 225-269 y 280).
modernos, angustiosamente con~cientes de la historia literaria y de la in- -~~ Un conelativo del concepto de lo concluido fomentado por lo impre-
tertextualidad de jacto de sus propias obras, están preoéupados de que so era el punto de vista fijo, el cual, según lo señala Marshall McLuhan
r~l vez no estén produciendo nada realmente nuevo o fresco, de que qui- (1962, pp, 126-127, 135-136), nació junto con la imprenta. Con el pun·
zá se encuentren totalmente bajo la "influencia" de los textos de otros. to de vista fiJO, era posible conservar un tono invariable a todo lo largo
La obra The Anxiery oj Injluence (1973), de Harold Bloom, trata esta an· d.e una lar~a composición en prosa . .El punto de vista fijo y el tono inva·
gustia del escritor moderno. Las culturas de manuscrito tenían pocas in· nable mamfestaban, por una parte, una distancia mayor entre el escri·
quietudes, si las tenían, sobre la influencia que pudieran recibir, y las tor y el lector y, por otra, una mayor comprensión tácita. El escritor podía
culturas orales virtualmente no recibían ninguna. emprender su propio camino confiadamente (mayor distancia, falta de
Lo impreso crea un sentido de lo concluido no sólo en las obras litera· f.- preocu~ación). No había necesidad de hacer de todo una especie de sáti·
rias, sino también en los tratados de análisis filosófico y científico. Con -j: ra ~e-?-~pea, una mezcla de varios puntos de vista y tonos para diversas
la imprenta apareció el catecismo y el "libro de texto", menos discursi· .;~,. senstbthdades. El escritor podía confiar en que el lector se adaptaría (ma·
vos y menos disputadores que la mayoría de las presentaciones anterio· ~¡ ,, yor entendimiento). Puede decirse que en este momento nace el "públi-
res de un tema académico dacio. Los catecismos y los libros de rexto expo· l-e co lector'': una considerable clientela de lectores, desconocidos perso-
nían "hechos" o sus equivalentes: enunciados llanos, fáciles de aprender de -~} '. nalmente para el autor pero capaces sin ninguna duda de habérselas con
memoria, que explicaban de manera clara y sucinta b situación de un ciertos puntos de vista más o menos establecidos.
. -~
campo dado. Por contraste, enunciados memorables de las culturas or~- {
les y de manuscrito aún .con rasgos de la tradición oral, tendían a ser _... ~
de tipo proverbial, por lo que presentaban no "hechos" sino reflexio· ·'
nes, a menudo de orden gnómico, que invitaban a la meditación ulterior-._,~· f
POST-TIPOGRAFÍA: LA ELECTRÓNICA '
1;
t
por las paradojas que encerraban. :J.,. t La transformáción electrónica de la expresión verbal ha profundizado
Petrus Ramus (1515-1572) produjo los paradigmas del género de los·) ~ el sometimiento, iniciado por la escritura e intensificado por lo impreso,
•
libros de texto: libros de texto virtualmente para todas las materias de }.YI' de la palabra al espacio, y ha conducido a la conciencia hasta una nueva
las artes (dialéctica o lógica, retórica, gramática, aritmética, etcétera),,--¡.. r era de oralidad secundaria. A pesar de que la relación completa entre
. ,,-~
1"' .
f.
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la palabra procesada electrónicamente y la polaridad entre oralidad y co- porque no se conocía ninguna otra posibilidad. En nuestra época de ora-
nocimiento de la escritura -materia de estudio del presente libro- cons- lidad secundaria tendemos, deliberada y sistemáticamente, a organizar-
tituye en sí un tema demasiado vastJ para ser considerado en su totalidad nos en grupo. El individuo considera que a él o a ella, como individuos,
aquí, es preciso establecer algunos puntos. debe interesarles todo lo social. A diferencia de los miembros de una cultura
Pese a Jo que a veces se dice, los aparatos electrónicos no están elimi- oral primaria, que tienden hacia lo externo porque han tenido poca
nando los libros impresos, sino que en realidad producen más. Las en- oportunidad de practicar la introspección, nosotros tendemos hacia lo
trevistas grabadas electrónicamente producen miles de libros y artículos externo porque hemos buscado el interior. En un sentido semejante, ahí
"hablados", los cuales nunca habrían llegado a ser textos impresos s1 donde la oralidad primaria estimula la espontane1dad porque no dispone
·no existiera la grabación. En este caso, el nuevo recurso refuerza el anti- del poder de reflexión analítica que aporta la escritura, la oralidad secun-
guo; pero, desde luego, lo transforma, porque propicia un nuevo estilo daria despierta la espontaneidad porque, a través de la reflexión analíti-
conscientemente informal, pues las generaciones de la era de la tipogra- ca, hemos deCidido que la espontaneidad es algo bueno. Planeamos
fía creen que el intercambio oral por lo general debiera ser informal (la '-~ cuidadosamente nuestros actos para asegurarnos de que sean del todo
generación oral opina que generalmente debiera ser formal; Ong, 1971, espontáneos.
pp. 82-91 ). Además, como ya se ha señalado anteriormente, la composi- El contraste entre la oratoria en el pasado y en el mundo ac.tual pone
ción con terminales de computadora está reemplazando las formas más claramente de relieve la diferencia entre la oralidad primaria y la secun-
antiguas de composición tipográfica; de modo que, en poco tiempo, casi daria. La radio y la televisión han llevado a importantes figuras pulí! ir-as,
todo material impreso se realizará, de una manera u otra, con ayuda de como oradores, a un público máS amplio de lo que nunca había sido po
equipo electrónico. Y, por supuesto, todo tipo de información, reunida sible antes de Jos modernos adelantos electrónicos. Por lo tanto, en cier-
o procesada electrónicamente, llega hasta la impresión para engrosar la to sentido la oralidad ha alcanzado un reconocimiento del que nunc~ antes
producción tipográfica. Finalmente, el procesamiento y la distribución había gozado. Sin embargo, no se trata de la antigua oralidad. La orato-
espacial de la palabra como secuencia, iniciados por la escritura y eleva- ria al estilo antiguo, proveniente de la oralidad primaria, ha desapareci-
dos a un nuevo orden de intensidad por la imprenta, son incrementados do para siempre. En los debates entre Lincoln y Douglas, en 1858, los corn-
todavía más por la computadora, la cual aumenta al máximo el sometí- .,_ batientes -pues eso es lo que clara y ¡·ealmente eran- se enfrentaron a
miento de la palabra al espacio y al movimiento local (electrónico), y per- menudo al aire libre, bajo el ardiente sol de verano de Illinois, ante públi-
fecciona la secuencia analítica al volverla virtualmente instantánea. cos de hasta 12 mil o 15 mil personas que también participan con-
Al mismo tiempo, con el teléfono, la radio, la televisión y varias cla- gran ardor (en Ottawa y Frecport, Illinois, respectivamente; Sparks, 1908,
ses de cintas sonoras, la tecnología electrónica nos ha conducido a la era pp. 137-138, 189-190), y cada uno hablaba durante hora y media. El
de la "oralidad secundaria". Esta nueva oralidad posee asombrosas si- primer orador disponía de una hora; el segundo, de una hora y media,
militudes con la antigua en cuanto a su mística de la participación, su y el primero, de otra media hora de refutación, todo ello sin equipo de
insistencia en un sentido comunitario, su concentración en el momento .,.· amplificación. La oralidad primaria se hada sentir en el estilo acumula-
presente, e incluso su empleo de fórmulas (Ong, 1971, pp. 284-303; 1977, tivo, redundante, cuidadosamente equilibrado y altamente agonístico,
pp. 16-4Y, 305-341). Pero en esencia se trata de una oralidad más deli- así como en la intensa acción recíproca entre el orador y el. auditorio.
berada y formal, basada permanentemente en el uso de la escritura y del Los polemistas quedaban roncos y fisicamentc exhaustos al final de cada
material impreso, los cuales resultan imprescindibles tanto para la fabri- encuentro. Los debates presidenciales que se realizan en la televisión hoy
cación y operación del equipo como para su uso. en día son completamente ajenos a este mundo oral más antiguo. El pú-
La oralidad secundaria es extraordinariamente parecida a la oralidad -~ · blico está ausente, invisible, inaudible. Los candidatos son acomodados
primaria, y también asombrosamente distinta de ella. Al igual que ésta, en pequeñas y estrechas cabinas, hacen breves prcscmaciones, y sostie- 1
la oralidad secundaria ha engendrado un fuerte sentido de grupo, pues nen con su oponente breves y agudas conversaciones en las cuales cual-
el escuchar palabras habladas convierte a los oyentes en un grupo, un· quier matiz agonístico es deliberadamente neutralizado. Los me~lios
verdadero público, así como la lectura de lextos escritos o impresos pro-
picia la intr·ospección en los individuos. Sin embargo, la oralidad
electrónicos no toleran una demostración de antagonismo abierto.' Pese
a su refinado áirc de espontaneidad, estos medios·son dominados por com- •
.,
t
secundaria origina un interés por los grupos inmensamente mayores que pleto por una tendencia hacia los espacios cerrados que es herencia de r
los de una cultura oral primaria: la "aldea global" de McLuhan. Ade- la imprenta: una muestra de hostilidad podría romper los límites esta-
l
más, antes de la escritura, en las culturas orales predominaba el grupo blecidos, el control riguroso. Los candidatos se adaptan a la psicología
136 LO IMPRESO, EL ESPACIO Y LO CONCLUIDO
137
138 MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA 139
en el tiempo y sujeta al tratamiento narrativo. La poesía lírica compren- tiende a ser breve, circunstancial o ambas cosas. Lo mismo sucede con
de una serie de sucesos en los cuqles se fija la voz de la lírica o con los las otras manifestaciones.
cuales está relacionada. Todo esto equivale a afirmar que el saber y el En una cultura de escritura o de imprenta, el texto físicamente englo-
discurso surgen de la experiencia humana y que la manera elemental de ba lo que contiene y hace posible la recuperación de cualquier especie
procesar verbalmente la experiencia humana es dando cuenta de ella más de organización del pensamiento en su totalidad. En las Culturas orales
o menos como realmente nace y existe, contenida en el flujo del tiempo. primarias, donde no hay texto, la narración sirve para unir el pcnsamit'nto
El desarrollo de una trama es una manera de enfrentarse a dicho flujo. de manera más extensa y permanente que los otros géneros.
A pesar de que se encuentra en todas las culturas, la narración resulta La narración misma tiene.su historia. Scholes y Kellogg (1966) exami-
en ciertos aspectos más ampliamente funcional en las culturas orales pri- nan y esquematizan algunas de las maneras en las cuales la narración
marias que en otras. En primer lugar, en una cultura oral primaria, co- se ha desarrollado en Occidente, a partir de algunos de sus antiguos orí-
mo lo señala Havelock ( 1978a; cfr. 1963), el saber no puede manejarse genes orales hasta el presente, con plena arenc1ón a los complejos fac-
en categorías complicadas, más o menos científicamente abstractas. Las tores sociales, psicológicos, estéticos y otros. Sin dejar de tomar
culturas orales no pueden generar tales categorías, y por lo tanto utili- en consideración las complejidades de la historia general de la narración,
zan historias de acción humana para guardar, organizar y comunicar la presente referencia simplemente señalará algunas diferencias promi-
mucho de lo que saben. La mayoría de las culturas orales, si no es que nentes que distinguen claramente la narrración en un marco cultural total-
todas, producen narraciones y series de narraciones de grandes dimen- mente oral de la narración por escrito, con particular atención al
siones, como las historias de las guerras troyanas entre los griegos, las funcionamiento de la memoria.
de coyotes entre varias poblaciones indígenas americanas, las de Anansi La retención y rememoración del conocimiento en la cultura oral pri-
(araña) en Belice y otras culturas del Caribe, con cierta herencia africa- maria, descritas en el capítulo 3, requieren estructuras y procedimient0s
na, las historias de Sunjata del antiguo Malí, las de Mwindo entre los intelectuales de un tipo que nos es bastante ajeno y al que con mucha
nyanga, y así sucesivamente. Por su extensión y complejidad de escenas frecuencia despreciamos. Uno de los lugares donde las estructuras y los
y acciones, las narraciones de este tipo a menudo se constituyen en las procedimientos mnemotécnicos orales se manifiestan de manera más es-
depositarias más amplias del saber popular de una cultura oral. pectacular es en su efecto sobre la trama narrativa, que en una cultura
En segundo lugar, la narración es de particular importancia en las oral no concuerda precisamente con la idea que tenemos de una trama
culturas orales primarias porque es capaz de reunir una gran cantidad típica. Las personas de las culturas escolarizadas y tipográficas de hoy
de conocimientos populares en manifestaciones relativamente sustancia- probablemente piensen en la narración ideada conscientemente como di-
les y extensas que resultan razonablemente perdurables, lo cual en una señada, en el caso típico, con una trama lineal culminante a menudo re-
cultura oral significa formas sujetas a la repetición. Las máximas, los presentada por diagrama como la consabida "pirámide de Frcytag" (o
acertijos, los proverbios y otras formas semejantes por supuesto resul- · ~ sea, una vertiente ascendente, seguida por un declive descendente); una
tan también perdurables, perO por lo general son breves. Las fórmulas acción ascendente acumula tensión, alcanza un pnnto culminante que
rituales, que pueden ser largas, la mayoría de las veces tienen un conte- a menudo consiste en un reconocimiento u otro incidente que causa una
nido especializado. Las genealogías, que llegan a ser relativamente ex- pmjuteia o vuelco de la acción, y que es seguida por un desenredo o de-
tensas, presentan sólo una información en sumo grado especializada. senlace, pues esta trama lineal climática común ha sido comparada con
Otras presentaciones verbales extensas en una cultura oral primaria tien- atar y desatar un nudo. Éste es el tipo de trama que Aristóteles halla
den a ser circunstanciales y sólo aparecen una vez. De tal modo, una en el drama (Poética, 145lb-1452b), un sitio significativo para tal trama,·
oración puede ser tan sustancial·y larga como una narración importan- . dado que el drama griego, aunque present<1•.fo oralmente, se co1~ponía
te, o la parte de una narración que se recitaría en una sesión; sin embar- ~. como un texto escrito, fue el primer génerr·, verbal en Occidente. y, du-
go, una oración no perdura; normalmente no se repite. Se dirige a una rante siglos, el único género verbal controlado completamente por la es-
situación particuar v en total ausencia de la escritura desaparece por · critura.
completo del escena'rio humano junto con la situación ~isma. La lírica · La antigua narración oral griega, la epopeya, no se trazaba de esta
11
!l
140 MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA
MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA 141
las vidas de las personas, aunque las vidas reales puedan proporcionar
m~ncra. En su Arte poética, Horacio establece que el poeta épico "se da
pnsa por llegar al desenlace y lleva a los oyentes a lo vivo de la acción" el material con el cual se construye tal trama, mediante la eliminación
inexorable de casi todos los incidentes, salvo unos cuantos, selectivamen-
\Jí,~eas 148~149). ~oracio se refiere principalmente a la desatención del poeta
eptco a la sccuencw temporal. El poeta refiere una situación y sólo mucho te puestos de relieve. El relato completo de todos los sucesos en la vida
más tar~~ explica, a menudo con detalles, cómo se produjo. Probablemen· =-1 entera de Otelo resultaría de lo más tedioso.
te tamb1cn se refiere a la concisión y el vigor de Homero (Brink, 1971 ,-; ·1. Es característico que J_os poetas orales tengan dificultades para dar co-
mienzo a una canción: la Teogonía de Hesíodo, en el límite entre la pn:-
pp. 221-222): Homero quiere llegar de inmediato, "adonde está la acción"' } 1
sentación oral y la composición escrita, hace tres intentos de abordar el
C~mo q~iera que sea, los poetas que sabían escribir Jlegaron a creer qu~
el m rnedzas res de Horacio hacía obligatorio el h_ysteron proteron en la epopeya. ~~
mismo material (Peabody, 1975, pp. 432-433). Los poetas orales por lo
común sumergían al lector z"n medias res no por una razón solemne de es-
D e tal manera, John Milton explica, en el "Argumento" para el Libro Pri-
tructura, sino por fuerza. No tenían opción ni alternativa. Después de
mero de El paraíso perdido, que, después de exponer' 'en breve el tema ente-
ro" del poema y e~hozar "la principal causa" de la caída de Adán ' "el \.{'":, ~~, escuchar tal vez a muchísimos cantantes entonando cientos de canciones
poema se precipita al centro de la acción''. -~~-t· de diversas extensiones sobre la guerra de Troya, Homero contaba con
un enorme repertorio de episodios para unir; pero, sin la escritura, no
Estas palabras de Milton muestran que desde el principio ejercía un ii. tenía modo alguno de organizarlos en un orden cronológico estricto. No
control sobre su tema y sobre las causas que impulsaban su acción como :.;, ·~·
había ninguna lista de los episodios y, sin la escritura, tampoco existía
no podía poseerlo ningún otro poeta oral. Milton se refiere a una trama •;·i-~
siquiera la posibilidad de concebir tallista. Si hubiera intentado avanzar
sumamente organizada, con un principio, una parte intermedia y un fin ·:_r.··:' ~~
en estricto orden cronológico, el poeta oral en cualquier ocasión dada
(~ristóteles, Poética, 1450b), en una secuencia que corresponde cronoló-
seguramente omitiría uno u otro Cpisodio en el sitio donde por orden cro-
g~eamente a la de los sucesos que está relatando. Con toda intención sec-
nológico debía encajar, y tendría que agregarlo más adelante. Si en la
ciona esta trama a fin de volver a reunir sus partes en una concepción
siguiente ocasión se acordara de colocar el episodio en el orden cronoló-
anacrónica ideada de manera consciente.
gico correcto, sin duda olvidaría otros o los ubicaría en una secuencia
En el pasado, la exégesis de la epopeya oral realizada por quienes co-
cronológica equivocada.
nocían la escritura generalmente consideró que los poetas épicos orales
Además, el material de una epopeya no es del tipo que por sí mismo
h~cía~, lo mismo, y l~s atri~uyó una desviación consciente de una orga- ~~~
produzca fácilmente una trama lineal climática. Si los episodios en la !liada
mzacwn que en realidad era imposible sin la escritura. Dicha exégesis ·
o la Odisea se reacomodaran en un estricto orden cronológico, el conjun-.
destila el mismo prejuicio caligráfico evidente en el término "literatura ~t<? _.
to tiene una progresión, pero no cuenta con la estrecha estructura climá-
oral". Así como la presentación oral es considerada una variante de la -/"'!f~ \t''
tica del drama típico. El diagrama de Whitman de la organización de
escritura, la trama de la epopeya oral es juzgada una variante de la tra- ~' ~ ".
m a elaborada al escribir para el teatro. Aristóteles ya pensaba de esta · :~: .'
la Ilíada (1965) insinúa cajas dentro de cajas, creadas por las repeticiones
temáticas, y no una pirámide de Freytag.
manera en s~ p,oettca. :~-¡' .., ..
' . (1447 - 1448 a, 145 la, y en otras partes), la cual, por "'
Lo que hacía a un buen poeta épico no era el dominio de una trama
razones obv1as, mamfiesta una mayor comprensión del drama, escrito ;¿{f·;· ·"
li?cal climática_ que ~esarmaba a fuerza de un truco sutil llamado a preci-
y actuado en su propia cultura caligráfica, que de la epopeya, producto -·~~
pitar al lector m medzas res. -Lo que constituía a un buen poeta épico era,
de una cultura oral primaria desaparecida hada mucho. ~)~·tJ.- ci: i·
entre otras cosas, desde luego, en primer lugar la aceptación tácita del j
De hecho, una cultura oral desconoce la trama linP.al climática y larga, ~~<~ 1
hecho de que la estructura episódica era la única manera, y la manera
de la extensión de una epopeya o una novela. No puede organizar ni la~-·;: j
del todo natural, de imaginarse y manejar una narración larga; y, en
narración más breve de la manera climática implacable y elaborada qu~ ':. '.~
segundo lugar, la posesión de una habilidad suprema para_el uso de es-
los lectores de la literatura de los ú~timos 200 años han aprendido a ~:r ~
cenas retrospectivas y otras técnicas episódicas. Comenzar a "la mitad
desear cada vez más y, .en décadas recientest a despreciar tímidamente. ·-·~-';f ~( ~-
de la acción" no es una táctica ideada conscientemente sino el modo ori-
No se le hace un favor a la composición oral cuando se le describe como :p:, ··1- ginal, natural e inevitable que tenía un poeta oral para abordar-una na-
una variante de una organización que no conoce y que es incapaz de con-_""';/>~
rración larga (los relatos muy breves posiblemente corresponda_n· a otra
cebir. Los "hechos" en medio de los cuales la acción debe empezar, sal-~:'f--· _· ~ _,/
categoría). Si tomamos a la trama lineal climática como el paradigma
vo en breves p7~ajes, ~~nca se disponen en un orden cronológico par~:-·.~'·.·~.~·~ :; .-~-·:.
de la trama, la epopeya no tiene ninguna. La trama rigurosa en la na-
c~ta_blccer una tr~ma . El concepto res de Horacio producto del cono-;· ·~t~~ '·~;-;.:
Cimiento de la escntura. No se encuentran tramas lineales climáticas en!." -·' ·.·t~ ~./
rración larga surge con la escritura.
1¡.~: t; ~:;·~,
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-:~:I ~~ .•• ,,,.
A _·J;w¡; ;)tit-\.
142 MEMORIA ORAL Y LfNEA NARRATIVA MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRAT1Vl\ 143
¿Por qué la trama climática larga surge sólo con la escritura y en el da (1975, pp. 172-179). "Un cantor efectúa no una transferencia de
drama, donde no hay narrador, y no penetra en la narración larga sino sus propios propósitos,sino una realización convencional de pensamiento
hasta más de 2 mil años después, con las novelas de la época de Janc tradicional para sus oyentes, incluyéndose a sí mismo" (1975, p. 176).
Austcn? Las primeras "novelas" en llamarse así eran todas más o me- El cantor no comunica "información" en nuestro sentido ordinario de
nos episódicas, aunque La princua dt Cüves ( 1678) de M me de la Fayette "una transferencia directa"· de datos del cantor al oyente. En principio
y unas cuantas más resultaban menos episódicas que la mayoría. La 'tra- el cantor está recordando de una manera curiosamente pública; recuerda no
ma lineal climática alcanza una forma plena en la historia detectivesca: un texto aprendido de memoria, porque tal cosa no existe, ni una serie lite-
la tensión inexorablemente ascendente, el descubrimiento y la inversión ral de palabras, sino los tema.:; y las fórmulas que ha oído cantar a otros.
exquisitamente logrados, el desenlace perfectamente resuelto. Los críme- De ellos se acuerda siempre de un modo diferente, según los cante o una
nes de la calle MorgueJ de Edgar Allan Poe, es considerado como el primer a su manera propia en una ocasión particular para un público en especial.
relato policiaco. ¿Por qué, hasta_ donde sabemos, toda narración larga "El canto es el recuerdo de lac; canciones cantadas" (1975. p. 216).
antes de principios del siglo XIX era más o menos episódica en todo el La epopeya oral (y, por extensión hipotética, otras manifestaciones
rnundó "(incluso La historia de Grnji, por lo demás .una obra adelantada de narración en las culturas orales) no tiene nada que ver con la imagi-
a su tiempo, de Lady Murasaki Shikibu)? ¿Por qué nadie había escrito nación creadora en el morlcmo sentido de este término, como es aplicado
un bien construido relato detectivesco antes de 1841? Algunas respues- a la composición escrita. "Nuestro propio placer en formar deli-
tas a estas preguntas -aunque desde luego no todas- pueden hallarse beradamente a partir de la imaginación nuevos conceptos, abstrac-
en una comprensión más profunda de la dinámica del cambio de la ora- ciones y pautas no debe atríbuirse al cantor tradicional" (1975, p. 216).
lidad a1 conocimiento de la escritura. Cuando un bardo agrega material nuevo, lo elabora a la manera tradi-
Bark.ley Peabody ha abierto nuevas perspectivas en la relación entre cional. El bardo siempre está atrapado en una situación no del todo bajo
la memoria y la trama en su reciente y extensa obra, The Wing~d Word: su control: estas personas, en esta ocasión, quieren que cante (1975,
A Study in the T~chm'que of Ancimt Gruk Oral Compoútion as Seen Principal/y p. 174). (Sabemos por la experiencia actual cómo un artista, inesperadamen-
through Hesiod's Works and Days (1975). Peabody no se basa sólo en la obra te instalado por un grupo para que actúe, por lo general dirá que no, lo cual
de Parry, Lord y Havelock, o en los estudios relacionados, sino también provocará renovadas invitaciones hasta que al fin establece una r,~ación
en los tratados de europeos anteriores, como Antaine Meiilet, Theodor adecuada con el público: "Está bien. Si insisten ... ") El canto oral (u
Bergk, Hermann Usener y Ulrich von Wilamowitz-Moellendorff, así co- otra narración) es el resultado de la acción recíproca entre el cantor, el
mo en cierta bibliografía cibernética y estructuralista. Sitúa la psicodi- público presente y los recuerdos del ejecutante de los cantos ya interpre-
nám ica de la poesía épica griega en la tradición indoeuropea y revela tados. Al trabajar con esta acción recíproca, el bardo re.sulta original y
vínculos estrechos entre la métrica griega, la métrica avestan, védica in- creador sobre bases bastante diferentes de las del escritor.
dia y otras sáncritas y las conexiones entre la evolución de la Jínea del Dado que nadie nunca había cantado los cantos de las guerras de Tro-
hexámetro y los procesos intelectuales. Este ámbito más amplio en el cual ya, por ejemplo, en una secuencia cronológica completa, ningún Home-
Peabody ubica sus conclusiones sugiere horizontes aún más vastos. Es ro podía imaginarse siquiera el presentarlas de ese mo~o. Los objetivos
muy probable que lo que él afirma respecto ~l sitio de la trama y asuntos de los bardos no se formulan desde el punto de vista de una trama global
afines en el antiguo canto narrativo griego resulte aplicable de diversas estricta. En la Zairc moderna (entonces la Repúblicá Democrática del
maneras a la narración oral en las culturas de tOdo el mundo. Efectiva- Congo), Candi Rureke se sorprendió al pedírsele que narrara todas las
mente, en sus abundantes notas, .Peabody de cuando en cuando hace re- historias del héroe nyanga Mwindo (Biebuyck y Mateenc, 1971, p. 14):
ferencia a tradiciones y prácticas indígenas americanas y a otras más nunca, protestó, había alguien presentado en una secuencia todos los epi-
distintas de las indoeuropeas. sodios de Mwindo. Ya sabemos cómo se consiguió esta interpretación
En parte explícita y. en parte implícitamente, Peabody hace resaltar de Rurcke. Como resultado de negociaciones previas con Biebuyck y Ma-
cierta incompatibilidad entre la trama lineal (la pirámide de Freytag) y teene, narró todas las historias de Mwindo, unas en prosa, otras en ver-
la memoria oral, lo que obras anteriores fueron incapaces de hacer. Pea- so, con un ocasional acompañamiento coral, ante un público (algo
body especifica que el "·pensamiento" o contenido real de la antigua poe- variable), durante doce días, mientras tres escribanos, dos nyariga Y un
sía épica oral griega radica en las tradicionales pautas formulaicas y de belga, anotaban sus palabras. Esto no es muy semejante a escribir una
estrofas que se recordaban, antes que en las intenciones conscientes del novela o un poema. La presentación de cada día fatigaba a Rurekc tanto
cantor para organizar o ''trazar'' la narración de cierta manera record a- psicológica como físicamente, y al cabo de los doce días quedó exhausto. 11
1
~r
MEMORIA ORAl. Y LÍNE.A NARRATIVA 1
144 MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA 145
El tratamiento profundo de Peabody de la memoria arroja nueva y esbozar un relato antes de escribirlo. A pesar de que la inspiración sigue
brillante luz sobre muchas de las características del pensamiento y la ex- derivándose de fuentes inconscientes, el escritor puede someter la inspi-
presión de fundamentos orales discutidas antes aquí, en el capítulo 3, ración inconsciente a un control consciente mucho mayor que el narra-
principalmente sobre su carácter aditivo y acumulativo, su conservadu- dor oral. El escritor tiene acceso a sus palabras escritas para la
rismo, su redundancia o exceso, y su economía de participación. rcconsidcración, revisión y demás manipulaciones, hasta que finalmen-
Por supuesto, la narración está relacionada con la secuencia de los te se dejan en libertad para efectuar su labor. Ante los ojos del autor,
sucesos en el tiempo, y por lo tanto en toda narración hay cierto tipo el texto despliega el principio, la parte intermedia y el final, de modo
de trazado narrativo. Como resultado de una secuencia de acontecimien- que el escritor considerará su obra como una unidad autónoma y discre-
tos, al fmal la situación es subsiguiente a lo que era al principio. Con to- ta, definida por su conclusión.
do, la memoria, al guiar al poeta oral, a menudo tiene poco que ver con Debido al mayor control consciente, la línea de acción crea estructu-
Ja rigurosa presentación lineal de los hechos en un orden cronológico. ras culminantes cada vez. más estrechas, en lugar de la antigua trama
El poeta quedará atrapado por la descripción del escudo del héroe y per- episódica oral. El antiguo drama griego, como ya se ha señalado antes,
derá por completo el hilo de la narración. En nuestra cultura tipográfica .fue la primera forma de arte verbal occidental controlada por completo
_y electrónica, hoy en día nos fascina la correspondencia exacta entre el por la escritura. Fue el primer -y durante siglos el único- género que
orden lineal de los elementos en el discurso y el orden de referencia, se apegaba estrechamente a la estructura piramidal de Freytag, Paradó-
el orden cronológico en e1 mundo aJ cual se refiere el discurso. Nos agrada jicamente, a pesar de que el drama se presentaba de manera oral, había·
que la secuencia en los enunciados verbales sea exactamente paralela a sido elaborado antes como texto escrito. Resulta significativo que la pre-
aquello que experimentamos o a aquello que organizamos para experi- sentación dramática carezca de una voz narrativa. El narrador se ha su-
mentarlo. Cuando la narración abandona o deforma este paralelismo, mergido por completo en el texto y desaparece bajo las voces de sus
como en Marienbad de Robbe-Grillet o Rayuela de Cortázar, el efecto es personajes. Como ya hemos señalado, en una cultura oral un narrador
muy elaborado y resulta perceptible la falta del paralelismo esperado. organizaba normal y naturalmente su material en secciones episódicas,
La narración oral no se ocupa mucho del paralelismo cronológico exac- y la eliminación de la voz narrativa parece haber sido esencial al princi- ·" ~
¡,¡•,
to entre la secuencia en la narración y la secuencia en los puntos de refe- pio para librar a la trama de tal distribución. No debcmo.s olvidar que 'li '
rencia fuera de ésta. Tal paralelismo sólo se vuelve un objet'ivo principal la estructura episódica era la manera natural de relatar una línea narra- 1·
cuando la mente interioriza el dominio de la escritura. Peabody señala tiva extensa, aunque sólo fuera porque la experiencia de la vida real se '
'
'
1
P.,l,
que Safo explotó este paralelismo desde sus primeras obras, lo cual da parece más a una serie de episodios que a una pirámide de Freytag. Una ~¡'
¡
a sus poemas su curiosa modernidad como relaciones sobre una expe- selectividad esmerada produce una trama muy apegada al modelo pira-
riencia personal vivida temporalmente (1975, p. 22). Desde luego, en midal, y esta selectividad es facilitada como nunca antes por la distancia
hi~
la época de Safo (ca. 600 ::t. de C.) la escritura ya estaba estructurando que la escritura establece entre la expresión y la vida real.
la psique griega. l"¡·•
¡- ' Fuera del drama, en la narración como tal, la voz original del narra- 1'
dor oral adaptó varias formas nuevas al volverse la voz silenciosa del es-
critor, conforme el distanciamiento efectuado por la escritura dio lugar ' ~:
LA CONCLUSIÓN DE LA TRAMA: DE LA NARRACIÓN DE VIAJES a diversas ficcionalizaciones del lector y de escritor sacados de su contex-
AL Rt<:LATO DETECTIVESCO to (Ong, 1977, pp, 53-81), Empero, hasta que la impresión apareció y
con el tiempo obró sus efectos más trascendentales, la subordinación de
Los efectos de la escritura y más tarde de la impresión sobre la elabora- la voz al episodio se mantuvo firme.
ción. de la trama en la narrativa son demasiado vastos para ser tratados Como ya se ha señalado, la imprenta fijó -tanto mecánica como
aquí en gran detalle. Sin ~mbargo, algunos de los efectos más genéricos filosóficamente-las palabras en el espacio y de este modo estableció un
se aclaran mediante la consideración del paso de la oralidad al conoci- sentido más firme de lo concluido de lo que podía hacerlo la escritura.
miento de la escritura. Al madurar la experiencia de trabajar con un texto El mundo de lo impreso engendró la novela, la cual con el tiempo efec-
como texto, su creador, de hecho ya un "autor", adquiere un sentido tuó la ruptura definitiva con la estructura episódica, aunque la novela
de expresión y organización notablemente distinto del que tiene el ora- tal vez no siempre haya obedecido a una organización que siguiera es-
dor que se dirige a un público presente. El "autor" puede leer las histo- trictamente el modelo climático de muchas obras de teatro. El novelista
rias de otros en la soledad, puede trabajar con apuntes, puede incluso se concentró más específicamente en un texto y menos con sus oyentes,
146 MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA
T MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA
punto culminante en la historia detectivesca, empezando por Los _cn'me- cu_ast-~etectivesca, .Hcnry James crea, en Los papeles de Aspern ( 1888), un
nes de la callr. Margue de Poe, publicado en 1841. En el relato detectivesco rmstenoso personaJe central cuya identidad entera está encerrada en un
ideal la acción ascendente se acumula inexorablemente hasta una ten- escondrijo de sus cartas inéditas, las cuales son quemadas al final de la
sión ~asi intolerable, el reconocimiento y el vuelco culminantes relajan historia, sin ser leídas por el hombre que había dedicado su vida a bus-
la tensión con brusquedad explosiva y el desenlace, desenreda todo por- carlas,. para descubrir qué clase de persona había sido jcffrcy Aspero
completo: cada detalle aislado de la historia resulta de la mayor irnp~r en reaJ1dad. junto con los papeles, el misterio de la persona de Aspcrn en
tancia y, hasta el punto culminante y el desenlace, eficazmente ~ngano la mente de su perseguidor se desvanece en el humo. La textualidad es
so. Las "novelas chinas de detectives", que comenzaron en el s1glo X VIl encarnada en esta historia fantástica. "La letra mata, mas el espíritu vi-
y alcanzaron su madurez en el XVIll y el XIX, ~~~parten_ los mater~alcs vifica" (2 Corintos, 3:6).
narrativos de Poe, pero nunca logran }a conc1s10n culmmante de este, El carácter reflexivo mismo de la escritura -reforzado por la lentitud
pues entreveran sus textos con "largos poemas, digresiones filosóficas, del proceso de escritura en comparación con la presentación oral, así co·
n~o. por el aislamiento del escritor en comparación con el orador- pro-
etc., etc." (Gulik, 1949, p. iii). . . •
Las tramas de las historias detectivescas son profundamente mteno- piCia el desarrollo de la conciencia a partir de lo inconsciente. El escritor
res, en el sentido de que un acabado completo por lo general se .consi- :i de relatos detectivescos resulta exquisitamente más consciente en su re·
gue, primero, en la mente de uno de los personajes y luego se d_Jfunde ~-f' flexión que uno de los narradores épicos de Peabody, como las mismas
al lector y a los otros personajes ficticios. Shcrlock Holmes lo .tema to_do teorías de Edgar Allan Poe hacen patente.
re:;uelto en \a mente antes que cualquier otro, incluyendo espccJalme~"ltc al / La escritura, como se ha visto, es en esencia una actividad que eleva '1
1'·
te al lector. Esto es típico del relato detectivesco en contraste con la s1mple ··.t . la conciencia. La historia cuya trama se organiza siguiendo estrictamen- '
historia de ce misterio", que no cuenta con una organización rematada te los cánones clásicos es tanto el resultado como el origen de un estado
de manera tan impecable. El giro de la narrativ;1 hacia la 'cintrospe~ción", .:-· sublimado de conciencia, y este hecho se expresa de manera simbólica
p~n 1 utilizar la exprcs~ón de Kahlcr (1973), aquí es ilustrada nnpre~ 1.·. · cuando, con la aparición de la trama perfectamente piramidal en el relato
sionantcmente por la diferencia con la antigua narración oral. El prota- detectivesco, la acción se concentra en la conciencia del protagonista:
el detective. En décadas recientes, conforme la cultura tipográfica ha si-
gonista del narrador oral, distingui?o ~íp~carn~nte por sus h~zañ~s
externas, es reemplazado por la conciencia m tenor del protagomsta ti-· do trasmutada en una cultura electrónica, la historia de trama esq~emá
tica ha perdido aceptación por demasiado 0 fácil" (es decir, por estar
pográlico. - · t.-·¡ ~emasiado ''trabajada" por la conciencia) para el autor y el lector. La
':~
No pocas veces la historia detectivesca muestra cierto vínculo directo l.
entre la trama y la textualidad. En El escarabajo de oro (1843), Edgar Allau · literatura de vanguardia está ahora obligada a descomponer o disimular
'il
.~1 ,.
));[
148 MEMORIA ORAL Y LÍNEA NARRATIVA ti MEMORIA ORAL Y LÍNEA NAR.RATI'IA 149
las tramas de sus narraciones. Sin embargo, los relatos sin trama de la
era electrónica no son narraciones episódicas. Forman variaciones im- "i Todos estos logros resultan inconcebibles en las culturas orales pri-
marias y de hecho surgen en un mundo dominado por la escritura, con
presionistas e imaginistas sobre las historias ~on tramas. que les precedieron. su impulso hacia la introspección minuciosamente especificada y los aná-
La trama nanativa lleva la huella de la escntura y la tipografía. Cuando se 1 lisis detalladamente elaborados de los estados interiores del alma y de
1
estructura según recuerdos y ecos, indicativos de la antigua narración oral sus relaciones consecutivas orientadas hacia el interior. Una explicación
primaria con su marcada confianza en lo sub-inconsciente (Pea~~y, 1975), .i más completa del surgimiento del personaje "redondo" debe incluir una
no puede sustraerse a hacerlo de una forma elaborada y academJca, como 1 concepción de cómo la escritura, y más tarde la imprenta, afectaron a
en La jalousie de Alain Robbc-Grillet o Ulysses de James Joyce. la antigua economía intelectual. Las primeras aproximaciones que tene-
mos al personaje redondo se encuentran en las tragedias griegas, el pri-
mer género verbal controlado enteramt:nte por la escritura. Éstas todayía
1 se ocupan de líderes esencialmente públicos antes que con los personajes
EL PERSONAJE "REDONDO", LA ESCRITURA Y LO IMPRESO
1 domésticos comunes que pueden prosperar en la novela; empero, el Edi-
El lector moderno comprende generalmente la "caracterización" eficaz . 1 po de Sófocles y, aún más, Penteo y Agavé así como Ifigenia y O restes,
_, 1
en la narrativa o en el teatro como la producción del personaje "redon- en las tragedias de Eurípides, son incomparablemente más complejos y pre-
do", para utilizar el término de E. M. Forster (1974, pp. 46-54), el pe~ ~' 1 sos de angustia interior que cuaiquiera de los personajes de Homero. Se-
sonaje que "posee lo incalculable de la vida". Opuesto al personaJe gún las perspectivas de la oralidad y la escritura, de lo que se trata aquj
"redondo" está el "plano", el tipo de figura que nunca asombra al lec- es de la creciente interiorización del mundo abierto por la escritura. Watt
tor sino antes bien lo deleita por actuar precisamente como se espera que (1967, p. 75) llama la atención hacia la "interiorización de la conferen-
lo haga. Ahora sabemos q~e el personaje "pesado" (o ''plano") se deri- cia" y los hábitos introspectivos que produjeron el interés por el perso-
va originalmente de la narración oral primaria, que no puede ofrecer per- naje humano que·ya se halla en Defoe, y atribuye esto a Jos antecedentes
sonajes de otro tipo. El personaje tipo, sirve tanto para o:ganizar la línea puritanos calvinistas del autor. Hay algo claramente calvinista enlama-
de la trama como para manejar los elementos no narrativos que se pre- nera como los personajes iAtrospcctivos de Defoe s~ relacionan con el mun-
sentan en la narración. Alrededor de la figura de Odisea (o., en otras cul- do secular. Sin embargo, la introspección y la interiorización cada vez
turas Brer Rabbit o la araña Anansi), es posible recurrir a la tradición mayores de la conciencia distiugucn la historia entera del ascetismo cris-
acum,ulada sobre el ingenio; en torno a la figura de Néstor, a la tradi- tiano, donde su intensificación está explícitamente vinculada con la es-
ción referente a la sabiduría, y así sucesivamente. critura, desde las Confesiones de San Agustín hasta la Autobiografía de Santa
Conforme el discurso avanza de la oralidad primaria a un control ca- Teresa de Lisieux (1873-1897). Miller y Johnson (1938, p. 461), citados
ligráfico y tipográfico cada vez mayor, el personaje plano, "pesado" por Watt, apuntan que "casi todo puritano letrado llevaba alguna espe-
0 personaje tipo cede ante figuras que_ se vuel:en más y ~ás "~e?on
cie de diario". El advenimiento de la impresión intensificó la introspec-
das", es decir, que se presentan, a pnmcra vtsta, como 1mprevtslbles ción propiciada por la escritura. La edad de la impresión se distin~uió
pero, en última instancia, coherentes desde el punto de vista de la co~ inmediatamente en círculos protestantes, por la promoción de la inter-
pleja estructura de carácter y motivación de las que se dota al personaJe pretación privada e individual de la Biblia, y en círculos católicos se ca-
redondo. La complejidad de la motivación y el desarrollo psicológico in- racterizó por el aumento de una frecuente confesión pri~ada de los
terno con el paso del tiempo hacen que el personaje redondo parezca una pecados, y, de manera co·ncomitante, por el hincapié en el examen de
"persona real". La aparición del personaje redondo de la novela estuvo conciencia. La influencia de la escritura y la impresión sobre el ascetis-
determinada por una gran cantidad de impulsos. Scholes y Kellogg (1966, mo cristiano cxije ser investigada.
p.p. 165-177) sugieren influencias tales como el impu_lso hacia la _in~eri_o Escribir y leer, como se ha visto, son actividades solitarias (aunque
rización en el Antiguo. Testamento y su intensificaciÓn en el cnstlams-. al principio la lectura se practicaba con bastante frecuencia de manera
mo la tradición dramática griega, las tradiciones ovidiana y agustiniana comunitaria). Incorporan a la psique en un pensamiento arduo, intcrio-
de la introspección, y la reflexión que se encuentra en los romances célti- rizado e individualizado de un tipo inaccesible para la gente que no co-
cos medievales y la tradición del amor cortés. Empero, también señalan noce la escritura. En los mundos privados que engendran, nace el 'interés
que la ramificación de los rasgos de carácter personales no fue perfeccio- por el personaje humano ''redondo''; profundamente interiorizado en
nada sólo cuando apareció la novela, con su sentido del tiempo no sim- su motivación, impulsado de manera misteriosa pero firme desde su in-
plemente como marco sino como elemento de la acción humana. terior. Después de su primera aparición (en el antiguo drama griego, con-
---.-----·----------------------------------------------~~-------------------------------------------------------
il
ALGUNOS TEOREMAS 153
pese a su importancia para el desarrollo de los géneros, la trama, la ca-
racterización, las relaciones entre escritor y lector (véase Iser, 1978) y
la relación entre la literatura y las estructuras sociales, intelectuales y psí~
quicas.
VII. ALGUNOS TEOREMAS
Los textos pueden representar todo tipo de ajustes distintos a las po·
laridadcs entre la oralidad y el conocimiento de la escritura. La cultura
EL ESTUDIO del contraste entre la oralidad y el conocimiento de la escri· de manuscrito en Occidente fue siempre marginalmente oral y, aun des~
tura es un asunto inconcluso en su mayor parte. Lo que en fechas re- pués de la imprenta, lo textual sólo alcanzó de manera paulatina el lugar
cientes se ha aprendido acerca de este contraste sigue expandiendo la que ocupa hoy en día en las culturas donde la mayor parte de .la lectura
comprensión no sólo del pasado oral, sino también d~l presente, lo cual s~ realiza en silencio. Todavía no hemos llegado a aceptar del todo el
libera nuestras mentes habituadas al texto y coloca baJO nuevas perspec- hecho de que, desde la Antigüedad hasta avanzado el siglo xvm muchos
tivas mucho de lo que desde hace tiempo nos ha sido familiar. _Aq~í ind~i textos literarios, incluso cuando estuvieran por escrito, por lo general es~
caré algunas de las nuevas perspectivas e h_ipótes_is en apanenc1a mas taban destinados a la recitación pública, originalmente llevada a cabo
interesantes, pero sólo algunas, pues resulta Imposible hacerlo de mane- por el autor mismo (Hadas, 1954, p. 40; Nelson, 1976-1977, p. 77): El
ra global o completa. Presentaré la cuestión en forma de teoremas~ afir- leer en voz alta ante la familia y ocros grupos pequeñoS era común toda~
maciones más o menos hipotéticas que de varias maneras se relac10nan vía a principios del siglo xx, hasta que la cultura electrónica reunió a
con lo que ya se ha explicado aquí acerca de la oralid~d y el :ar_nbio de tales grupos alrededor de los aparatos de radio y televisión, en lugar de,
ésta a la escritura. Si los capítulos precedentes han tcmdo un cxtto aun~ como se hacía antes, en torno a un miembro del grupo.
que sea moderado, el lector debiera ser capaz de lleva~ estos. teoremas La literatura medieval resulta particularmente fascinante en cuanto
más lejos así como de producir sus propios teoremas e htpótests comple~ a su relación con la oralidad, debido a las mayores presiones del conoci-
!
mentarias.
Algunos de estos teoremas atenderán e~pecialmen~~ a l~s ~~neras en
miento de la escritura sobre la psique medieval, producidas no sólo por
la importancia central del texto bíblico (los antiguos griegos y romanos
t
las cuales ciertas escuelas modernas de la mterpretac10n hterana y la fi~ 1 no tenían textos sagrados, y sus religiones prácticamente no cuentan con
losofía están enlazadas con el 'cambio de la oralidad y la escritura. La una teología formal), sino también por la cxtt·aña y nueva mezcla de ora- l.
mayoría de estas escuelas se tratan en Hawkes (~97':). Para convenien- 1 lidad (debates) y lo textual (comentarios sobre obras escritas) en las aca-
cia del lector, cuando sea posible se hará referencia dtrectament~ a ~aw
'· demias del medievo (Hajnal, 1954). Es probable que la mayoría de los
kes, en cuya obra pueden encontrarse las diversas fuentes pnmanas. 1 escritores medievales a través de Europa continuara la práctica clásica
f de escribir sus obras literarias para ser leídas en voz alta (Crosby, 1936;
Nelson, 1976-1977; Ahern, 1981). Esto ayudaba a determinar el estilo
LA HISTORIA I.ITERARIA
siempre retórico así como la índole de la trama y la caracterización.
La misma práctica persistió en grado notable a lo largo del Renaci~
l
La historia literaria ha empezado, pero apenas empezado, a expl_ot~r las
miento. William N el son ( 1976-1977, pp. 119-120) señala la revisión he- 1
cha por Alamanni de su Giran Cortese, originalmente un fracaso, para
posibilidades que le ofrecen los estudios sobre oralidad y conocu~1ento
hacerlo más episódico y, así, más idóneo para la lectura oral frente a gru-
de la escritura. Importantes estudios han dado a conocer una amph_a ga~
pos, como lo había sido el exitoso Orlando de Tasso. Nclson continúa y
ma de tradiciones específicas mediante el análisis de las presentaciones
propone que la misma motivación impulsó la revisión que Sir Philip Sid~
oraies primarias o los elementos orales en sus textos l_iterarios_. Foley
ney hizo a 0/d Arcadia, para adecuada a su presentación oral. También
{I980b) cita obras so?re el mito sumerio, los Salmos b~hcos, vanasyro~
indica ( 1976-1977, p. 117) que a lo largo del Renacimiento la práctica
duccioncs orales de Africa del Oeste y del Centro, la literatura medteval
de la lectura oral hace a los aurores expresarse "como si en realidad hu~
inglesa, francesa y germánic~ (véase Cur_schmann, 1967), la bylina rusa
biera gente ... escuchando" y no sólo "hipótesis" a las cuales normal~
y la prédica popular estadoumdense: Los hstados de Hay,mes (1973) agre-
mente se dirigen los autores actuales. De aquí el estilo de Ra_bclais y
gan estudios sobre las tradact?nes amu, turca y otras ~as. _Per~ la histo-
Thomas Nashe. Esta investigación de N el son es una de las más ricas en
ria literaria en general todavia procede con poca conctencla, st acaso la
el señalamiento de la dinámica entre la oralidad y el conocimiento de
tiene, de las polaridades entre oralidad y conocimiento de la escritura,
la escritura en la Iitera(ura inglesa, desde la Edad Media hasta el siglo XIX
152
154 ALGUNOS TEOREMAS ALGUNOS TEOREMAS 155
e insimJa cuánto queda todavía por hacer en el estudio de las polari- p~nsamiento y expresión, pero sin imitar conscientemente formas orales
dades entre oralidad y conocimiento de la escritura. ¿Quién ha evalua- anteriores, como lo hacía la epopeya "artística". Las baladas popula-
do ya Euphues de Lyly como obra para leerse en voz alta? res, com~ las de la frontera en inglés y escocés, se desarrollan al margen
El movimiento del Romanticismo advierte el principio del fin de la de la or~tdad. La novela constituye claramente un género impreso, pro-
antigua retórica basada en la oralidad (Ong, 1971 ), per~ ésta resue~a, fundamente interior, sin héroes y con "fuerte tendencia a la ironía. Las
a veces espectral, a veces torpemente, en el estilo de los pnmcros es~nto formas narrativas actuales, desprovistas de trama, son parte de la era
res estadounidenses como Hawthorne (Bayer, 1980), por no mcnc10nar electrónica, estructuradas tortuosamente de acuerdo con códigos abstru-
a los padres fundadores de los Estados U nidos de Arpérica, y reverbera sos (como computadoras). Y así sucesivamente. Éstas son algunas pau-
claramente en toda la historiografía de Thomas Babington Macaulay hasta t~s genéricas ?"enerales. En su mayor parte, no se sabe aún cuáles hayan
la de Winston Churchill. En estos escritores, la concepción teatral y el stdo las especificas. No obstante, su estudio y comprensión no sólo arro-
estilo semi-oratorio ponen de manifiesto las huellas de la tradición oral jará l~z sobre las formas de arte y pensamiento verbales del pasado, sino
aún persistentes en las escuelas públicas británicas. La historia literaria tambtcn sobre las del presente, y posiblemente incluso sobre las del futuro.
aún tiene que examinar todo lo relacionado con esto. Un gran hueco en nuestra comprensión de la influencia de las muje-
A través de los siglos, el cambio de la oralidad a través de la escritura res en el género y estilo literarios podría llenarse o taparse si analizamos
y de lo impreso hasta el procesamiento electrónico de la palabra ha afec- el ca~bio de la oralidad a la escritura y lo impreso. Aquí, un capítulo
tado profundamente y, de hecho, determinado de manera fundamental antenor apuntó que las primeras novelistas y otras escritoras por lo ge-
la evolución de los géneros artísticos verbales, así como simultáneamen- neral no observaron los rasgos de la tradiCión oral por el simple hecho
te, por supuesto, los estilos sucesivos de caracterización y trama. En el de que Jas muchachas por lo común no tenían acceso al entrenamiento
Occidente, por ejemplo, la epopeya ,·eprcscnta básica e irremediablemente 1 retórico de bases orales que los jóvenes recibían en la escuela. El estilo
una forma de arte oral. Las epopeyas escritas e impresas, las llamadas de las escritoras era claramente menos oral en un sentido formal que el
epopeyas ''artísticas'', son imitaciones elaboradas y arcaizantes de los 1 de los hombres; sin embargo, hasta donde yo sé, ningún estudio impor-
procedimientos requeridos por la psicodinámica de la narración oral; por ; 1
tante ha examinado las consecuencias de este hecho, que seguramente
ejemplo, el inicio de la obra in medias res, las descripciones' formulaicas i fueron ?xtensas. Indudablemente, los estilos no retóricos preferidos por
complicadas de la armadura y la conducta agonística, otro logro formu- 1 las e~cntoras ayudaron a hacer de la novela lo que es: más parecida a
lario de otro tema oral. Conforme la oralidad disminuye con la escritura 1 una conversación que una presentación desde un estrado. Steincr (1967,
y la impresión, la epopeya cambia irremediablemente de forma, pese a ' pp. _387-389) ha llamado la atención sobre los orígenes de la novela en
las mejores intenciones y esfuerzos del autor. El narrador de la 1/íada y la v1da mercantil. Esta vida conocía muy bien la escritura, pero su cono~
la Odisea está perdido en los hechos comunitarios orales: nunca aparece J;l cimiento de ella era vernáculo, no fundamentado en la retórica latina.
corno "yo". El escritor Virgilio inicia su Eneida con "Arma, virumque ca- ··~1
·.:·. Las e_scuelas de los disidentes, que daban preparación par~ el trabajo co-
¡,
merctal, fueron las primeras que admitieron mujeres en el salón de clases.
1
J.,.,
.~,
Raleigh, para presentar Tlu Faerie Queene, muestra que Spcnser realmen- 1 Varios tipos de huellas de la tradición oral, así como la "oralidad con
te pensaba estar componiendo una obra como la de Homero: pero la es- • 1 conocimiento de la escritura" de la cultura oral secundaria producida
critura y lo impreso habían determinado que no fuera así. Con el tiempo, ,, 1 por la radio y la televisión, aguardan un estudio a fondo (Ong, 1971,
la epopeya pierde incluso su credibilidad imaginaria: sus raíces en la eco- 1 pp. 284-303; 1977, pp. 53-81). Algunos de los trabajos más interesantes
nomía intelectual de la cultura oral se han secado. La (wica manera en sobre los contrastes entre oralidad y conocimiento de la escritura hoy en
la cual el siglo xv111 puede referirse seriamente a 1:=; epopeya es mofán~ ·' 1 día ~stán realizándose en estudios de la literatura actual en idioma inglés
dosc de ella por medio de parodias de epopeyas. Estas son producidas ' de Africa occidental (Fritschi, 1981).
por cientos. Más tarde., la epopeya de hecho desaparece. La continua- ,. E~ un nivel más práctico, muestra mayor comprensión de la psicodi-
ción por Kazantzaki de la Odisea constituye una forma literaria ajena. namica de la oralidad en relación con la de la escritura está mejorando
Los romances son prod_ucto de la cultura caligráfica, creaciones en un la enseñanz_a de la facultad de escribir, particularmente en culturaS que
nuevo genero escrito que se basa fundamentalmente en estilos orales de en la actualidad están avanzando rápidamente de una oralidad casi total
hacia el conocimiento de la escritura como e~ el caso de muchas· cultu-
ras africanas (Essien, 1978), y en sub~ulturas que conservan rasgos ora-
•Vi.rgilio. Eniidu (Mé.xico: Nuestrns Cl<'isicm, l9Ul), p. l les de las sociedades donde priva un alto conocimiento de la escritura
ALGUNOS TEOREMAS ALGUNOS TEOREMAS 157
156
(Farrell, I978a; 1978b), como por ejemplo las subculturas urbanas ne- el interés en la conclusión, el cua1 es producto de lo impreso. Nada muestra
gras o chicanas en los Estados Unidos. de manera má.s impresionante la afinidad estrecha, en su mayor parté
inconsciente, entre el movimiento romántico y la tecnología.
El for·malismo ruso, un poco más anterior (Hawkes, 1977, pp. 59·73),
LA NUF.VA CRÍTICA Y El. FUICVlt\LIStviO adoptó casi el mismo punto de vista de la nueva crítica, aunque las dos
escuelas evolucionaron de manera independiente. Los formalistas han
El cambio de la oralidad a la escritura esclarece el significado de la nue- dado gran importancia a la poesía como un lenguaje "puesto en el pri·
va crítica (Hawkes, 1977, pp. 151-156) como un ejemplo notable de pen- mer plano'', un lenguaje que llama la atención sobre las palabras mis-
samiento determinado por el texto. La nuc_va crític~ insistía en la mas en .su relación unas con otras dentro de la unidad acabada que es
autonomía de la obra individual de arte textual. Lo escrtto, corno se re- el poema, el cual tiene su propia existencia interior, autónoma. Los for-
cordará se ha llamado un "discurso autónurno" por contraste con la malistas restan importancia o eliminan de la crítica todo interés por el
expresiÓn oral, nunca autónoma sino siempre incorporada en una exis- ''mensaje'', ''fuentes" o ''historia'' del poema, o su relación con labio-
tencia no verbal. Los nuevos críticos han asimilado la obra de arte ver- grafía del autor. Evidentemente, su visión también está determinada por
bal al mundo de objetO visual de los textos antes que al mundo el texto y se concentran exclusiva (e irreflexivamente, en su mayor par-
oral-auditivo de los sucesos. Insisten en que el poema u otra obra litera- te) en los poemas compuestos por escrito.
ria se considere como un objeto, un ''icono verbal''. La afirmación de que la óptica de los nuevos críticos y los formalistas
Resulta difícil ver cómo este modelo visual-táctil de un poema u otra rusos está determinada por el texto no pretende desacreditarlos pues de
creación verbal pudiera aplicarse de manera eficaz a una presentación hecho estaban analizando poemas que eran creaciones textuales. Ade-
,. oral, que presuntamente podría ser un poema real. El so~i~o se resist.e más, dado el estado precedente de la crítica (que se había dedicado en
~;, . gran parte a la biografía y psicología del autor, sin atender al texto), se
a la reducción .a un ''objeto'' o ''icono'': es un acontecimiento conti-
nuo, como ya hemos explicado. Además, el divorcio entre el po~n:a y justificaba que hicieran hincapié en éste. La crítica anterior se había ori-
i· el contexto sería difícil de imaginar en una cultura oral donde la ongma- ginado en una tradición retórica que había conservado rasgos de la tra-
lidad de la obra poética consiste en la manera como este chntante o na- 1~· dición oral, y de hecho era inexperta en el trato del discurso autónomo,
rrador se relaciona con este público en este momento. Aunque por propiamente textual. Visto según las perspectivas esbozadas por los con-
supuesto es un suceso especial, en cierto rnoclo distinguible ele otras cla- trastes entre oralidad y escritura, el cambio de la crítica anterior al for-
ses de acontecimientos, en un marco particular su propósito o resultado ... }¡ malismo y la Nueva Crítica aparece por lo tanto como un cambio de una
rara vez o nunca es simplemente estético: la presentación de una e pope- ~ 1 mentalidad (retórica, contextual) que conserva rasgos orales a una men-
ya oral,.por ejemplo, también puede servir, simultáneamente, como un ·.~;~· ¡
1
talidad textual (no contextua!). Sin embargo, esta última era relativa-
acto de celebración, como paideia o educación para la juventud, como mente irreflexiva. Pues, aunque los textos son autónomos en comparación
fortalecedor de la identidad del grupo, como medio de hacer perdurar .,., 1 con la expresión oral, en última instancia ninguno puede existir inde·
'· todo tipo de conocimiento popular -histórico, biológico, zo~lo~ico,
'
so· ~'-•..•,,·.1 pendientemente del mundo no textual. Todo texto se construye a partir
ciológico, venatorio, náutico, religioso-, y mucho. más. Asi~Ismo •. el ts¡·.),. ¡ de un pretexto.
narrador por lo regular se identifica con los pcrsona.1es que cldmca e m- -~'~ :_ 1 Así pues, todos los textos tienen contrapuntos no textuales. Roland
terviene libremente con su público real, que mediante sus reacciones a :~}·~, Barthes (Hawkes, 1977, pp. 154-155) señala que toda interpretación de
su vez ayuda a dctc:rminar lo que aquél dice: la extensión y el estilo de ~.'· .1 un texto tiene que salirse de éste a fin de hacer referencia al lector: el
la narración. En su presentación de La epopeya de Mwindo, Candi Rureke 1_·_....•_·... 1 texto no tiene significado hasta que alguien lo lee, y para adquirir senti-
na sólo se dirige él mismo al público, sino incluso hace que el héroe, 'f' do debe ser interpretado, es decir, relacionado con el mundo del lector
Mwindo, hable a los escribanos que ponen por escrito la presentación· .'~..:,. (lo cual no quiere decir que deba ser leído de modo caprichoso o sin refe-
il
~"":\"
de Rurekc y les indica que se apresuren en su trabajo (Bicbuyck y M a· ·1it; rencia alguna al mundo del escritor). Es posible describir la situación l,
teene, 1971). Difícilmente puede Jlamársele icono a esto. Al final de la J:"~ de esta manera; puesto que todo tiempo dado se sitúa en la tota1idá.d del 11
epopeya, Rureke resume los mensajes para la vida real que, según él,' 't4- l tiempo, un texto, depositado por su autor en un tiempo dado, está rcla· 1
transmite el relato (1971, p. 144~. La búsque?a romántica d~ la "p~esía J1t_]·_. cionado ipso facio con todos los tiempos, ya que contiene implicaciones ¡¡¡ 1
pura", aislada de las preocupaciOnes de la vida real, se den va del m te· . .~·¡:. que sólo pueden desplegarse con el paso del tiempo y que resultan inac-
i'
rés por la expresión autónonl.a creada por la escritura y, aún más, por .'ii cesibles a la conciencia del autor o de los coetáneos de éste, aunque no 1
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'Hay cd. en esp. del FCE, México, 1961. las palabras habladas, que en sí mismas no trasmiten un mundo extra-
l,
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1
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-
,, 1 ALGUNOS TEOREMAS
162 ALGUNOS TEOREMAS l, 163
. - ' concebido y defendido textualmente. El que este fonocentrismo se tra-
mental de presencia como si fuera a través de un vidrio transparente. :' 1
La lengua es estructura, y su estructura no es la del mundo extra-mental. 1 duzca a un logocentrismo y una metafísica de la "presencia" resulta,
El resultado final para Derrida es que la literatura -y de hecho la len- 1 por lo menos, discutible. La doctrina platónica de las "ideas" sugiere
gua misma- no es en absoluto ''representativa'' o ''expresiva'' de algo 1 que no sucede así, dado que en ella la psique trata sólo con sombras o
que existe fuera de ella. Dado que no refiere a nada -como lo haría el 1
con las sombras de las sombras, no con las presencias de "ideas" verda-
tubo-, no se refiere, o no significa, nada. 1 deras.
Sin embargo, difícilmente resulta que, porque A no sea B, no es na-
. '' Tal vez las "ideas" de Platón eran la primera "gramatología". La
da. Cullcr (1975, pp. 241-254) trata la obra de muchos de los textualis- im_plicación de asociar el logocentrismo al fonocentrismo es que el
tas, como los he llamado aquí, o estructuralistas, como él los llama, y '1 pnmero, una especie de realismo ordinario, es fomentado principal-
muestra que, pese a que niegan que la literatura sea representativa o re- mente por atención a la primacía del sonido. Empero, el logocentrismo
' 1
ferencial, los estructuralistas (o textualistas) que han integrado el grupo 1
es fortalecido por la textualidad, se define más poco después de que el
Te! Qud en París (Barthes, Todorov, Sollers, Julia Kristeva, y otros) de texto caligráfico es reforzado por lo impreso, y alcanza su punto culmi-
hecho -e inevitablemente- utilizan el lenguaje de manera representa- nante en el siglo xvr, en el pensamiento del filósofo Yreformador fran-
1
tiva, pues "no quisieran pretender que sus análisis no son mejores que cés de la educación, Petras Ramus (Ong, J958b). En su dialéctica o lógica,
otros" (1975, p. 252). Ramus aportó un ejemplo casi insuperable de logocentrismo. E"n Ramus,
Por otra parte, quedan pocas dudas en el sentido de que hoy en día Method, and the Decay of Dialogue (1958b, pp. 203-204), no lo llamó logo-
muchas personas de hecho se basan en un modelo logocéntrico al consi- centrismo sino "epistemología corpuscular", correspondencia directa
derar los procesos intelectuales y de comunicación. Al señalar la diferen- '1 que identifica concepto, palabra y referente, y que de hecho nunca se
cia entre fonocentrismo y logocentrismo, Derrida hace una positiva ocupa siquiera de la palabra hablada sino que toma el texto impreso,
aportación en el mismo campo sacudido por Marshall McLuhan con su ;1 no la articulación oral, como punto de partida y modelo de pensamiento.
famoso lema: ''El medio es el mensaje.'' -~ •. Hasta donde yo sé, los textualistas no han hecho ninguna descripción
No obstante, el trabajo reciente sobre los contrastes entre oralidad y de los orígenes históricos específicos de lo que llaman logocentrismo. En
escritura, tratado en el presente libro, cot~1plica las 'raíces del fonocen- su reciente Saving the Text: Literature/Derrida/Philosophy (.1981, p. 35), Geof-
trismo y del logocentrismo más allá de la explicación de Jos textualistas, frey H. Hartman ha llamado la atención sobre la ausencia de cualquier
sobre todo en el caso de Platón. La relación de Platón con la oralidad era 1 explicación en Derrida del paso del mundo (de bases orales) de la 4 'imi-
del todo ambigua. Por un lado, en el Fedro y la Séptima Carta, considera ;· t 1 tación'' a1 mundo posterior (basado en lo impreso) de la ''diseminación''.
que la escritura es menos importante que el habla oral, y es por lo tanto ·j En ausencia de tal explicación, parece que la crítica textualista de la tex-
fonocéntrico. Por otro, cuando en la República desterró a los poetas, lo 1 tualidad, por brillante y hasta cierto grado útil que sea, aún está, curio-
hizo, como demuestra Havelock, porque representaban el antiguo mun 4
;¡ sament~, determinada por el texto. De hecho, es la ideología más
do mnemotécn _ico oral de la imitahción (acumulativ_o: rcd_~nd)antc, copido- ·f.¡'1 detcrmmada por el texto que todas las demás pues juega con las parado-
so, tradiciona 11sta, cálidamente umano, de partlclpacwn : un rnun o 1 jas de la textualidad sola y en aislamiento histórico, cmno si el texto cons-
opuesto al reino analítico, sobrio, c~acto, abstracto, visual e inmóvil de ·t/;¡· tituyera un sistema cerrado. La única manera de librarse de esa
las "ideas" que Platón perseguía. El no consideraba que su aversión a . ~~ determinación sería a través de una comprensión histórica de lo que era
los poetas fuera una antipatía contra la antigua economía intelectual oral, ::_ \1 la oralidad primaria, pues ésta es la ún:ica fuente verbal a partir de la
pero sí lo era, como ahora podemos percibir. Platón sentía este rechazo ~- 11 ;,u.al pudo surgir la textualidad. Según sugiere Hartman ( 1981, p. 66),
porque vivió en la época en que el alfabeto comenzaba a interiorizarse ;._~ 1 S1 en la actualidad el pensamiento es para nosotros textual, entonces
lo bastante para influir en el pensamiento griego, incluyendo el suyo, .' ~-; 1 debiéramos comprender la base ... Los textos son el doble fondo''. Yo,
la época en que comenzaron a aparecer los procesos de pensamienlo pa-· ·ir -~ diría (escribiría) que el texto es primordialmente un pretexto, aunque
cientemente analíticos, de grandes secuencias, como resultado de las ma- ,":~-JI esto no significa que S(!:a posible reducirlo a la oralidad.
neras como el conocimiento de la escritura le permitía a la mente procesar J¡1' ~
__ La '_'deconstrucción" de los textos literarios ha surgido de la obra: de
'ti:: textualistas como los mencionados aquí. A los dcconstruccionistas les agra-
1
los datos.
Paradójicamente, Platón pudo formular de manera clara y eficaz su ',l j l da señalar que "las lenguas, al menos nuestras lenguas occidentales, tanto
fonocentrismo, la preponderancia que dio a la oralidad por encima de ~( 11 ratifican la lógica como al mismo tiempo la ponen en tela de juicio" (Mi-
ller, .1979, p. 32). Esta proposición se comprueba demostrando que, si
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ALGUNOS TEOREMAS -:t· ALGUNOS TEOREMAS 165
1.64
se examinan todas las implicaciones en un poema, se verá que éste no
-·.-¡
..... ;
d~ Gr~?e, que gol~ierna tácitamente el discurso al establecer que la con-
es totalmentt; coherente en sí mismo. ' ' tnbucJor~ de un Sllj:to a u~a conversación debiera seguir la dirección acep-
Pero, ¿por qué debieran ser coherentes todas las implicaciones suge- tada del IntercambiO de discurso~ en el que se está participando, y entraña
.: ! su conc_epto de "implicación", que se refiere a varios tipos de cálculos
ridas por el lenguaje? ¿Qué lleva a uno a creer que la lengua puede _es-
tructurarse de tal manera que resulta perfectamente consecuente cons1go q_u~ aplicamo~ a fin de explicarnos lo que oímos. Es evidente que el prin-
mis1 1a, de tal modo que resulta un sistema cerrado? No existen sistemas 1 cipiO cooperat1vo y la implicación producirán en la comunicación oral efec-
cerr<Jdos, y nunca los ha habido. La pretensión de que la lógica es un 1 tos muy disti~tos de los que producen por escrito. Hasta donde yo sé,
sistema cerrado ha sido fomentada por la escritura y todavía más por 1 estos efectos diversos nunca se han analizado. De hacerlo, es muy posi-
lo impreso. Las culturas orales apenas tenían este tipo de ilusión, aun- ble que revelaran que prometer, responder, saludar, declarar, amena-
que tenían otras. No tenían ningún sentido de la len~ua .como "esu:uc- 1 zar, ?rdenar, protestar y otros actos del habla no significan exactamente
tura". No concebían la lengua por analogía con un eddic10 u otro objeto lo m1srno en una cultura oral que en una que conoce la escritura. Mu-
en el espacio. Para los antiguos griegos, el lenguaje y el pensamiento se '1 chas personas que saben leer y escribir y que conocen culturas con ras·
originaban en la memoria. Mnemosina, no Hefasto, es la ~udre de las gos o~alcs muy marcados opinan que así es:- juzgan a Jos pueblos orales,
musas. La arquitectura no tenía nada que ver con el lenguaje y el pensa- por eJemplo, como desentendidos del cumplimiento de promesas o en
miento. En el "estructuralismo" sí tiene que ver, por implicación ine- sus respuestas a preguntas.
vitable.. . . Sólo existe una indicación de la luz que los contrastes entre oralidad
La obra de los deconstruccionistas y otros textualistas antes menciO- Y~ escritura pudieran proyectar sobre los campos estudiados por las tea-
nados deriva su atractivo en parte de un conocimiento de la escritura nas de los actos del habla. La teoría de los actos del habla pudiera desa-
sin discriminación e históricamente irreflexivo. Lo que hay de cierto en rrollarse no sólo para analizar más la comunicación oral, sino también
esta obra a menudo puede representarse ele manera más fácil Y. cf!caz para examinar de manera más reflexiva la comunicación textual preci-
mediante un textualismo más enteramente crítico: no podemos elunmar samente como textual. Winifrcd B. Horner (.1979) ha iniciado la evolu-
los textos, que dan forma a nuestros procesos de pensamiento, ~e:o ~o ción en estos términos mediante la sugerencia de que escribir una
demos t~ntender sus debilidades. L 'écriture y la oralidad son "pnvilcg~a "composición" como un ejercicio académico constituye un tipo especial
das", c;tda una de su propi"a manera característica. Sin el textualism_o, 1 de acto que ella llama acto del texto.
no es posible siquiera identificar la oralidad; sin la oralidad, el tcxtuahs- Otro enfoque a la literatura que resulta particularmente atractivo pa-
mo es más bien abstruso y jugar con él puede resultar una forma de ocul- ra los contrastes entre oralidad y escritura es la crítica de la recepción
tismo, ofuscación compleja, lo cual liega a ser infinitamente excitante, de~ lector d~ Wolfgang Tser, Norman Holland, Stanley Fish, David Bleich,
incluso en las ocasiones cuando no es particularmente instructivo. M1chael R1ffatcrre y otros, incluyendo ajacques Derrida y Paul Ricoeur.
La crítica de la recepción del lector tiene un conocimiento profundo de
que la escritura y la lectura difieren de la comunicación oral, desde el
LA T!~ORÍA DE LOS ACTOS DE.L HAHLA Y LA RECEPCIÓN DEL LECTOR punto de vista de la ausencia: el lector normalmente está ausente cuan-
do el escritor escribe, y el escritor por lo común está ausente cuando el .i
Otros dos enfoques especializados de la literatura dan lugar. a un nuev? lector lee, mientras en la comunicación oral el que habla y el oyente se 1:
análisis desde el punto de vista de los constrastes entre oralidad Y cscn- encuentran en presencia uno del otro. También se opone enérgicamente 1
tura. U no de ellos se origina en la teoría de los actos del habla elabora?a .
por J. L. Austin, John R. Scarle y H. P. Grice, la c~al Mary LoUlSC _.
a la apoteosis que la Nueva Crítica hace del texto físico. ''La objetividad
del texto es una ilusión" (Fish_, 1972, p. 400). No obstante, hasta la fe- !
Pr:att ( 1977) utilizó recientemente para formular tentatlvamente una de-_ cha se ha hecho poco para comprender la reacción del lector desde el
finición del discurso literario como tal. La teoría de los actos del habla punto de vista de lo que ahora se sabe de la evolución de Jos procesos
Intelectuales, desde la oralidad primaria a través de la oralidad residual
1
distingue el acto de "locución" (el acto de producir un. enunciado,
estructura de palabras), el acto de "locución" (que expresa un hasta el conocimiento avanzado de la escritura. Los lectores cuyaS nor-
de influencia recíproca entre el emisor y el receptor; u. gr., prornere1·, mas y expectativas para el discurso formal son dominadas por una dis- ¡¡
saludar, declarar, jactarse y así sucesivamente) y el acto "peri<)C\Jtc)flo posición mental que conserva rasgos orales se relacionan con un textC>
(que produce efectos intencionales en el oyente, como por ejemplo de manera muy distinta de la de los lectores cuyo sentido del estilo es
mor, convicción o valor). La teoría implica el "principio cO·OF•cratiVO radicalmente textual. Las apóstrofes nerviosas de los novelistas del siglo xrx
·~
!
fía hegeliana y sus secuelas están llenas de problemas de oralidad y escri- de Franz Boas, The Mind nj Primitive Man ( 1922). Los términos '' primiti-
tura. El descubrimiento reflexivo más pleno del yo, del cual depende en vo'' y ''salv¿~e'', por no mencionar ''inferior'', están cargados de signi-
gran medida la fenOmenología de Hegel y otros, es el resultado no sólo '!-
ficado .. nadie le gusta que lo llamen primitivo o salvaje, ·y resulta
ele la escritura, sino también de la imprenta: sin estas tecnologías, la pri- !ran~udJzador aplicar estos términos a otra gente con el objeto de dife-
vatización moderna del yo y el agudo y doblemente reflexivo conocimiento renCiarnos: para mostrar lo que nosotros no somos. Los términos son
moderno de sí mismo resultan imposibles. '1 algo así como el término "'analfabeto''-; señalan de manera negativa un
Los teorernas de la oralidad y la escritura desafían al estudio bíblico ' estado an!erior de las cosas y ponen de relieve una carencia o deficiencia.
1 En la atención actual que se presta a las diferencias entre la oralidad
quizá más que otm campo cualquiera del saber, pues, a través de los si- '
glos, el estudio bíiJiico ha engendrado lo que sin duda constituye el con- y el conocimiento de la escritura, una comprensión más positiva de los
junto más extenso de comentarios textuales en el mundo. Desde la crítica estados de conciencia anteriores ha reemplazado, o está reemplazando,
de la forma de Hennann Gunkel (1862-1932), la erudicióll bíblica ha estos enfoques bien intencionados, pero en esencia limitados. En una se-
cobrado cada vez mayor conciencia de tales detalles como los elementos rie recientemente publicada de conferencias radiofónicas, L_évi-Strauss
oral-formulaicos en el texto (Culley, 1967). Sin embargo, como apunta mismo defiende _a }os "pueblos que habitual o erróneamente. llamamos
Werner Kelbcr (19RO, 1983), los estudios bíblicos -al igual que otras 'primitivos' " contra la consabida acusación de que sus mentes son de
investigaciones tcxtuaJcs- se inclinan inconscienlt~mente a interpretar la "un tipo más primitivo" o "fundamentalmente diferentes" (197Si,
economía intelectt'al y verbal de las culturas orales según su conocimiento pp. 15-16). Sugiere que el tém1ino "pr-imitivo" sea reemplazado por la ffa-
,., .. de la escritura, y proyectan la memoria oral como variante de la memo- se "sin escritura". No obstante "sin escritura" sigue siendo una valora-
ria escolarizada literal, y consideran lo que se conserva en la tradición ción negativa que indica un prejuicio caligráfico. Nosotros sugeriríamos
oral como una especie ele texto que sólo espera ser pueslO por escrito. utilizar el término "oral", menos denigrante y más positivo. La decla-
La próxima obra trascendental ele Kelber, 77!e Oral arzd the Written Cospel ración de Lévi-Strauss (1966, p. 245), citada a menudo, de que ''el pen-
[El evangelio oral y el evangelio escrito], formula por primera vez, de samiento salvaje totaliza", pasaría a ser "la mente oral totaliza".
frente, bajo la luz plena de los recientes estudios sobre oralidad y t~scri La oralidad no es un ideal, y nunca lo ha sido. Enfocarla de manera
tura, la pregunta, de qué era en realidad la tradición oral antes de la positiva no significa cnaltcccrla como un estado permanente para toda
aparición de los textos sinópticos escritos. Es posible tener conocimiento cultura. El conocimiento de la escritura abre posibilidades para la pala-
de que los textos poseen antecedentes orales sin tomar cabal conciencia bra y la existencia humana que resultarían inimaginables sin la escritu-
de lo que en efecto es la oralidad. O'Connor (1980) rompe aquí con la ra. Las cultura:-; orales hoy en día estiman sus tradiciones orales y se
tendencia dominante al analizar nuevamente la estructura del verso he~ atormentan por la pérdida de las mismas, pero nunca me he encontrado
breo desde el punto de vista de la psicodinámica realmente oral. Sin du- ni he oído de una cultura oral que no quisiera lograr lo más pronto posi-
da parece que una apreciación a fondo de los pmcesos intelectuales y ble el conocimiento de la escritura. (Desde luego, algunos individuos se
"-' comunicativos de la oralidad primaria pudiera abrir nuevas profundida- resisten a la escritura, pero en su mayor parte se les pierde de vista pron-
des de comprensión textual y doctrinal a los estudios bíblicos. to.) Sin embargo, la oralidad no es desdeñable. Puede producir creacio-
nes fuera del alcance de los que conocen la escritura; la Odisea es un buen
ejemplo. Asimismo, la oralidad nunca puede eliminarse por completo:
LA ORALll)AD, LA ESCRITURA Y EL SER HUMANO al leer un texto se le "oral iza". Tanto la oralidad como el surgimiento
··'· de la escritura a partir de la oralidad son necesarias para la evolución de
1 \,· Desde tiempo atrás, los pueblos civilizados se han comparado con los la conciencia.
'''primitivos'' o ''salvajes'', no sólo en la conversación de salón o en los Afirmar que un gran número de cambios en la psique y la cultura
cocteles, sino también en las obras históricas de gran profundidad y en están relacionados con el paso de la oralidad a la escritura no pretende
': establecer que esta última (o su secuela, la imprenta) sea la única causa
los estudios antropológicos. Uno de los trabajos antropológicos más im-
portantes de las décadas recientes, citado con frecuencia en estas pági- de todos los cambios. El vínculo no es cuestión de reduccionismo sino
nas, es EL pmsamiento saLvaje, de Claudc Lévi-Strauss (primera edición en de correlación. El cambio de la oralidad a la escritura está íntimamente
francés, La Pensée sauvage , 1962). También podríamos citar las obras an- relacionado con otros avances psíquicos y sociales que se agregan a los
teriores de Lucien Lévy-Bruhl, Lts Fonctions mmtales dans les sociétés injé- que hemos apuntado ya. Avances en la producción alimenticia, el co-
rieures (1910) y La Mentatitt primitiue (192:1), y en las conferencias Lowell mercio, la organización política, las instituciones religiosas_, las habilida-
:' ··~ .
des tecnológicas, las prácticas educativas, los medios de transporte, la que verbal.) Tengo que percibir algo en la mente del otro con lo cual
organización familiar y otros campos de la vida humana: todos desem- mi enunciado propio pueda relacionarse. La comunicación humana nunca
peñan sus papeles propios. Empero, la mayoría de estos logros, y de he- es unilateral. Siempre requerirá no sólo una reacción sino que se confi-
cho es probable que todos ellos, han sido afectados muy considerablemente gurará y obtendrá su contenido por una respuesta previa.
por el cambio de la oralidad al conocimiento de la escritura (y más allá Esto no quiere decir que esté seguro de cómo responderá el otro a lo
de ésta), así corno r:nuchos de ellos a su vez han influido en él. que digo. Sin embargo, debo ser capaz de conjeturar -al menos de ma-
nera tentativa- una posible gama de respuestas. En cierto modo, tengo
que encontrarme de antemano dentro de la mente del airo para poder
.Y J.
LOS "MEDIOS" CONTRA LA COMUNICACIÓN HUMANA
·•
'' entrar con mi mensaje, y él o ella deben estar dentro de la mía. Para
fonnular c~alquier cosa, debo ya tener ''en mente'' a otra persona u otras
Al estudiar la tecnologización de la palabra, la mayor parte de este libro personas. Esta es la paradoja de la comunicación humana. La comuni-
evita el término "medios". La razón es que puede dar una impresión cación es recíprocamente subjetiva. El modelo de medios no lo es. No
falsa de la naturaleza de la comunicación verbal, y de otra comunicación existe uri modelo adecuado en el universo físico para esta operación de
humana también. EJ pensar en un ''medio'' de comunicación o en ''me- conciencia, la cual es peculiarmente humana y señala la capacidad que
dios'' de comunicación sugiere que éste equivale a una transferencia tu- los seres humanos tienen para formar verdaderas comunidades de las
bular de unidades de material llamadas "información" de un lugar a cuales una persona hace partícipe -interior, subjetivamente- a otra.
otro. Mi mente es una caja. De ella saco una unidad de "información", La conformidad para aceptar el modelo de'' medios'' de la comunica
la codifico (es decir, la adapto al tamaño y la forma del tubo por el cual ción revela el acondicionamiento caligráfico. En primer lugar, las cul-
pasará) y la meto por un extremo del tubo (el medio, algo en medio de turas caligráficas consideran el habla como más específicamente
otras dos cosas). De un extremo del tubo, la "información" avanza al informativa que las culturas orales, donde el habla está más orientada
otro, donde alguien la decodifica {le devuelve su tamaño y forma debi-
dos) y la mete en su propio recipiente parecido a una caja, llamado "men-
... a la ejecución y es más una manera de hacer algo a alguien. En segundo,
el texto escrito parece ser, primafacie, un canal informativo de un solo
te". Este modelo obviamente tiene algo que ver con la comunicación sentido, pues ningün receptor real (lector, oyente) está presente cuando
humana, pero muy poco si se le examina de cerca, y deforma el acto los textos son creados. Empero, cuando se habla y cuando se escribe,
de comunicación hasta volverlo irreconocible. De aquí el irónico título algún receptor debe estar presente, de otro modo, el texto no se creará.
de IY1cLuhan: El medio es el masaje (no precisamente el ''mensaje"). Por lo tanto, aislado de personas 'reales, .el escritor inventa una perso-
En su sentido más elemental, la comunicación humana, verbal y de na o personas ficLicias. "El público del escritor siempre es imaginario"
otro tipo, difiere del modelo del ''medio'' en que, para llevarse a efecto, (Ong, 1977, pp. 54-81). Para un escritor, todo receptor rcaJ por lo general
exige retroalimentación anticipada. En el modelo del medio, el mensaje está auschtc (si, por accidente, un receptor está presente, la fOrmulación del
pasa de la posición de transmisor a la de receptor. En la comunicación mensaje mismo se hará como si la persona cstuvier·a de algún modo ausen-
humana rcal 1 el transmisor -antes de poder transmitir algo- no sólo te; si no fuera así, ¿para qué escribir?). La invención de los lectores es
ha de realizar esa función sino también la de receptor. lo que hace tan difícil la escritura. El proceso es complejo y se fraguó
Para hablar hay que dirigirse a otro u otros. Las personas en su juicio con muchas incertidumbres. Debo conOcer·Ja tradición -o, si se prefie-
no vagan por el bosque hablándole simplemente al viento. Incluso cuan- rc1 la intertextual_idad- en la que ubico mi obra con el objeto de poder
do se habla consigo mismo, es preciso simular que se trata de dos perso- crear para lectores reales papeles ficticios que puedan o quieran desem-
nas, pues lo que yo digo depende de la realidad o fantasía de la que creo peñar. No es fácil penetrar en las mentes de personas ausentes a lama-
estar hablando, es decir, de las posibles reacciones que puedo anticipar. yoría de las cuales no se conocerá jamás; pero no es imposible si nosotros
Por lo tanto, evito enviar exactamente el mismo mensaje a un adulto que y ellos conocemos la tradición literaria de la obra. Espero que en cierto
a un niño pequeño. Antes de empezar a hablar, de alguna manera tengo modo haya logrado captar lo suficiente la tradición para penetrar en las
que estar ya en comunicación con la mente a la que he de dirigirme. mentes de los lectores de este libro.
Puedo estar en contacto, qui?.ás, a través de relaciones pasadas, por un
intercambio de miradas, un entendimiento con una tercer persona que ,,
nos ha reunido a mí y a mi interlocutor, o por cualquiera de otras innu-
merables formas. (Las palabras son modificaciones de una situación más
~li
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172 ALGUNOS TEOREMAS ~1:
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ALGUNOS TEOREMAS 173
LA TENDENCIA HACIA LA INTROSPECCIÓN. L;\ CONCIENCIA y El. TEXTO J;! bién una mayor unidad. Intensifica el sentido del yo y propicia más ac-
·.;::; i ción recíproca consciente entre las personas. La escritura eleva la
'I"J': 1
Por lo menos desde la época de Hegel, nos hemos percatado cada vez :;J'
.:.-... conciencia.
La acción recíproca entre oralidad y conocimiento de la escritura se
más de que la conciencia humana evoluciona. Aunque ser humano sig-
nifica ser una persona y por lo tanto único e imposible de duplicar; los
E reOeja en las preocupaciones y aspiraciones humanas últimas. Todas las
avances en las investigaciones históricas han descubierto que la manera tradiciones religiosas del género humano poseen orígenes remotos en el
como una persona se percibe a sí misma en el cosmos ha evolucionado pasado oral y parece que todas conCeden gran importancia a la palabra
de manera uniforme a través de las épocas. Los estudios modernos sobre hablada. Sin embargo, las principales religiones del mundo también han
el cambio de la oralidad al conocimiento de la escritura y de las conse-
• sido intcriorizadas mediante la creación de textos sagrados: los Vedas,
;
cuencias de éste, el texto impreso y el procesamicnco ekctrónico de la la Biblia, d Corán. En la doctrina cristiana, las significativas-polarida-
articulación verbal ponen de manifiesto cada vez más algunos de los as- des entre oralidad y escritura son particularmente agudas, probablemente
pectos en los cuales esta evolución ha dependido de la escritura. más que en cualquier otra tradición religiosa, incluso la hebrea. Pues
La evolución de la conciencia a través de la historia humana' se carac- t:n la doctrina cristiana, la Segunda Persona del único Dios, C¡uc. redimió
teriza por la atención cada vez mayor que se presta al interior de un su- a la humanidad deJ pecado,.no sólo·se conoce como el Hijo sino también
jeto como alejado -aunque no necesariamente separado- ele las como el Verbo de Dios. En csta:CE:, .. Dios Padre tiene la palabra en su
estructuras comunitarias en las cuales cada persona se encuentra inevi- Hijo, quien no está por escrito. La Perso.na misma del Hijo se constituye
tablemente circunscrita. El conocimiento de sí mismo coexiste con la h~ como el Verbo del Padre. No obstante, la doctrina cristiana también pré-
~ ...,,¡" '·· i'
.,.. manidad: todo el que puede decir "yo" posee un agudo sen_tido de sí senta.como su esencia la·palabra.e~criw de Dios, la Biblia, la cual, de-
mismo. Sin embargo el poder de reflexión y de articulación acerca del '''¡i,, trás de sus'autores humanos, t·iene a Dios como autor, lo que no sucede
yo necesita tiempo para desarrollarse. Los progresos de corto plazo ma- con ningún otro escrito. ¿De qué modo están relacionados entre sí los
nifiestan su evolución. Las crisis en las obras de EÜrípides son menos cri- dos sentidos de la ~'palabr¡.¡" de Dios, así como con los seres huma-
sis de expectativas sociales y más de conciencia interna que las crisis en nos en la historia? Esta interrogante :;e aborda hoy en día con más inte-
las obras del trágico anterior: Esquilo. Los tratamientos a plazo más lar- rés que nuue<.l.
go manifiestan una evolución semejante en la cxplícit-a·prCqc'upación fi- De la misma manera, se plan lean muchísimas otras preguntas sobre
losófica con el yo, que se vuelve evidente en Kant, central en ·Fichte, lo f1UC ahora sabemos acerca de la oralidad y el conocimiento de la escri-
.sobresaliente en Kicrkcgaard, y preeminente en los exi.stencialistas·y pcr- tura. La dinámica de la oralidad y la escritura forman parte integral de '.,1
sonalistas del siglo XX. En The fnward Turn of Narrative p_.a tendencia de la evolución moderna de la conciencia hacia una mayor interiorización ·,¡:,., .
la narrativa hacia la introspección] (1973), Erith Xahler relata detalla- y una mayor apertura. 1·
damente cómo la narrativa en Occidente se preocupa cada' vez más por ,,
;j
las crisis internas, per3onales, y las vuelve su tema central. Los estados •;'¡
..
:.,
• ¡.
·' ..
BIBLIOGRAFÍA
Además de las obras citadas en el texto, esta bibliografía también e·numera algu-
nos títulos más que el lector puede considerar de particular utilidad.
La bibliografia no pretende cubrir cntcmmente la extensa documentación en to-
dos los campos donde la oralidad y el conocimiento de la escritura son temas de
· estudio (por ejemplo, las cultura.<; africanas), sino sólo enunu:rar algunas obras im-
portantes que pueden servir de introducción a cawpos más vastos. Mucha.<; obras
citadas aquí contienen bibliografías que tratán más específicamente algunos temas.
Las investigaciOnes más irnp011.antcs sobre los contrac;tes entre oralidad y escri-
tura se han realizado en inglés; grn.r.. parte del trabajo precursor ha sido realizado
por especialistas en Estados Unidos y Canadá. Esta bibliogmfia se concentra en las
obras de lengua inglesa, pero iilcluye unas cuantas en otros idiomas.
Para evitar el exceso, el material de este libro que puede verificarse fáci\mcn-
.te en fuentes usuales de referencia, como enciclopedias, por ejemplo, no está in-
cluido en el siguiente listado.
Algunas referencias incluyen un comcnta1·io cuando se ha ju?.gado necesario
hacerlo.
175
176
BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA 177
de él eran más bien ''determinantes de tipos distintos de comunicación'' que
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1 .
1 1
'1
1
ÍNDICE
Prefacio. 7
Reconocimientos. ..9
Introducción. 11
'i,.
V. Lo impreso, el espacw y lo concluido ......... .. . ........... 117
'¿
·':- El predominio del oído cede al de la vista, 117; El espacio y el significado
122; Efectos rná~ difusos, 128; Lo impreso y lo concluido: la intcxtualidad,
130; Post-tipografía: la electrónica, 133.
La primacía del trazado narrativo, 137; Las culturas narrativas y orales, 138;
La memoria y la línea narrativa, !39; La conclusión de la trama: de la
189
190 ÍNDICE
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