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El Criminólogo Nils Christie, estableció en 1986 (Herrera Moreno, 2009; Tamarit y Pereda

2013), el retrato-robot de esta víctima ideal, estableciendo seis criterios o ejes:


1. Se trata de una persona débil en comparación con el agresor.
2. Virtuosidad. La víctima está ocupada en sus asuntos ordinarios, cotidianos y legítimos.
3. Inocencia. La víctima no contribuye a la victimización, no es culpable de lo sucedido.
4. Victimización puntual y por azar. La víctima no tiene relación con el agresor. Raramente es
una persona conocida. El incidente es aislado y no es una manifestación de desequilibrio
estructural o sistémico.
5. El agresor es claramente culpable, es inequívocamente grande y malvado.
6. Víctima no amenazadora. Es decir, tiene las suficientes dosis de poder, influencia o
simpatía para obtener el estatus de víctima sin amenazar a determinados intereses sociales
contrarios.

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