Está en la página 1de 3

SEMINARIO MAYOR SAN JOSÉ

III FILOSOFÍA
FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN
Síntesis presentada por: Nicolás Farid Sierra Peña.

La religión y los presocráticos


Continuando con la descripción que se hace de las formas de superación del mito, ahora
estamos de cara a la ilustración filosófica que hacen los griegos acerca de sus creencias, así pues,
la reflexión sobre la religión en la Grecia antigua surge con rasgos nítidos en el mundo antiguo y
adquiere forma en la Ilustración que tiene lugar en la Jonia del siglo VI. Sin embargo, a pesar de
las claras características religiosas griegas, resulta difícil encontrar un equivalente exacto en esta
lengua para el término latino religio, ya que para los griegos lo que más se pude parecer a este
vocablo es la piedad, noción que hace referencia no a un estado de espíritu devoto sino a la
observación de los ritos y oraciones que exige el culto de la ciudad. Por ello, los griegos hablan
fácilmente de «cosas sagradas», o bien de «cosas divinas» donde la vivencia de lo divino es la
experiencia de una potencia superior.

El pensamiento griego de lo divino no se centra en el sujeto creyente, sino en el poder de lo


divino que rige el mundo, pero también en las fuerzas del destino, de la vida y de la creencia por
ello, esta cultura veía el mundo como divino y lo divino como mundo estableciendo una
distinción entre estas dos realidades. Dicha separación del mundo de los dioses y de los hombres
es esencial y así permanecerá para la filosofía griega de la religión, según la cual los dioses son
seres inmortales y bienaventurados, mientras que los mortales están sometidos a la muerte, como
pobres criaturas que se marchitan después de una breve floración. Esta superioridad de lo divino
se extiende no sólo a realidades físicas sino también a contextos psicológicos, éticos e
institucionales, por lo que esta concepción, de la dimensión divina y humano-terrenal preparó la
filosofía mediante dos disposiciones, la primera reside en que los dioses, los olímpicos sobre
todo, son responsables tanto del orden de la naturaleza como del orden del alma y del de la
ciudad, en donde la filosofía griega surgirá de este reconocimiento de un cosmos regido por la
razón, pero le dará un tono menos mitológico; la segunda parte de la separación entre el mundo
de los dioses y el mundo de los hombres, la cual se mantendrá para las doctrinas filosóficas
posteriores.
Antes de dar paso a la reflexión filosófica, la literatura poética fue la primera en dar pequeñas
pinceladas acerca de la vida de los dioses a tal punto de que poetas, como Píndaro, y algunos
autores trágicos, como Esquilo, Sófocles y Eurípides, no cesarán de recordar el abismo que
separa a los inmortales de los mortales. Esto tuvo trascendencia en la cultura y pensamientos
griegos a tal punto que permitiera a personajes, como Tales de Mileto, llegar a sostener que todo
estaba lleno de dioses, o como Hecateo, quien es tal vez el primer autor conocido que intentó
buscar una interpretación racional de los mitos. De este último acontecimiento surge una
corriente conocida como el Orfismo, movimiento religioso originado en la edad arcaica de la
cultura griega, según el cual el hombre posee una actitud mental de abnegación y seriedad en el
plano religioso proponiendo una ética de un nivel más bien elevado, donde se busque Superar lo
material y para alcanzar lo espiritual; no mirar hacia atrás –como Orfeo–, hacia lo corpóreo sino a
lo divino. Las altas nociones que proponía el orfismo venían, sin embargo, mezcladas con mitos
crudos de carácter increíble y pintoresco.

Basándose en la tradición órfica y mitológica de la época, Pitágoras, quien sostenía la


creencia de la transmigración de las almas o metempsychosis y en idea de que el alma es una
divinidad caída que ha sido encerrada en el cuerpo como en una tumba, por lo que el hombre
poseía dentro de sí una parte divina y no solamente lo corpóreo y material, piensa que el espíritu
del hombre puede limpiarse mediante el estudio racional del mundo que, que tiene como punto de
partida un principio matemático. De acuerdo con esta postura enseñó un modo de vivir en el que
la investigación de la naturaleza se convirtió en una religión, esta secta recibió el nombre de
pitagorismo.

Por otro lado, Heráclito, quien también era conocido como el «oscuro», intentaba pensar el
lógos, es decir, el «Uno» que siempre es, pero subraya que los hombres son incapaces de
comprenderlo, fundamentando este argumento en el devenir, en donde la divinidad posee el
entendimiento y, simplemente, el hombre carece de él. En contraposición Parménides, hablando
de forma poética, propone que la verdad se la revelada por una diosa; esta revelación de la verdad
acaba en una doctrina sobre el ser, que dice que el ser es y que el no-ser no es. De estos dos
pensadores se puede evidenciar que los filósofos podían apropiarse de su tradición religiosa con
una gran libertad, e incluso en ocasiones, en sus doctrinas no están sosteniendo estrictamente el
tema de los dioses, puesto que para algunos de ellos los dioses adquieren el carácter de una
simple figura retórica, como es el caso de Parménides.

Otros pensadores decidieron hacer una ardua critica a los poetas, especialmente, por haber
atribuido a los dioses propiedades demasiado humanas puesto que en la mayoría de los relatos
que existan sobre estos se narraban sucesos inmorales que estos cometían; un ejemplo de ello es
el incesto que comete Zeus con su hermana, e incluso, las diferentes transformaciones que este
hacía para poder serle infiel a su esposa Hera. Jenófanes es uno de ellos, y con esta crítica
establece una trascendencia radical entre lo divino y lo humano según lo cual, lo sagrado es algo
abstracto e indeterminado y lo terrenal es lo tangible. Con ello lo que hacen los griegos es pensar
en la búsqueda de un Dios perfecto, huyendo de los dioses imperfectos consignados en los mitos,
es por este argumento que Jenófanes se convierte en uno de los más importantes en la filosofía de
la religión, no solo griega sino también a nivel universal.

Con la trascendencia del postulado de Jenófanes, los sofistas irán aún más lejos en la critica a
los poetas, y teniendo como figura central a Protágoras se propone que no es posible saber si los
dioses existen, pues son muchas las cosas que nos impiden saberlo, entre ellas resaltan su
invisibilidad y la brevedad que posee la vida humana frente a la inmortalidad de los dioses. En
suma, la reflexión filosófica presocrática ha permitido a los griegos pensar en lo divino como
aquella entidad dotada de suprema perfección, no por algo los pitagóricos representaban el
mundo de los dioses con la figura geométrica de la esfera ya que esta no posee aristas que
determinen un principio o un fin, siendo esta el signo de la perfección. Por último, en los sofistas
no se puede admitir la presencia de un ateísmo doctrinal, sino más bien un agnosticismos ya que
no se afirma ni se niega la existencia de los dioses, antes bien, se pone en tela de juicio su
explicación racional puesto que hacen parte de una realidad tan superior a la cual el ser humano
no puede alcanzar.

También podría gustarte