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Mitomanías,

MARIO CHÁVEZ CARMONA


Buenos Aires Poetry, 2019.
72p. ; 20x13 cm.
ISBN 978-987-4197-47-4
1. Poesía Chilena

©Mario Chávez Carmona. Reservados todos los derechos.


Primera edición.

Editorial ©Buenos Aires Poetry.


Colección ©Pippa Passes dirigida por Juan Arabia.
Diseño editorial ©Camila Evia.

BUENOS AIRES POETRY


Salta 350 5º F / C1074AAH / Ciudad de Buenos Aires
editorial@buenosairespoetry.com
www.buenosairespoetry.com

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3
4
Índice

09 ....................... Primera parte:


El abandono de Europa

28 ....................... Segunda parte:


Reliquias de Eneas

50 ....................... Tercera parte:


Elena sobre el muro

71 ....................... Sobre el autor

5
M A R I O C H ÁV E Z C A R M O N A

Mitoma ní a s

7
8

EL ABANDONO DE EUROPA

I. Invocaos

Del mar viene todo


en un golpe del Caos se ondean las olas
a posar la ribera

Qué estulticia divina


florecer un toro de las entrañas
que teme al ponto
y la pezuña
no encaja en la forma del pulso
la musculatura odiosa
contrae la fuerza
de un amor deshuesado

dicen las bocas desnudas


acerca el argüir de guerra
rapto en modo
el crimen
doncella que sueña
un espectro informe
como esposo sereno

Todas olas aladas
que aglutinan los labios en dulces culpas
los recovecos del mar dan forma
a través de dioses que crean
en la acción del olvido
la tierra también se olvidó
de posarse
en la nada

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II. Osamentas

oh incólume
sin el embargo del llanto
no obsta ser de antes
ah desde sí
con mostrado
desencuentros alzar
las olas dejan un
puñado de osamentas
verbales
Europa no tiene
idea qué hacer
con ello
mira el espacio azaroso
que une los restos
contempla allí en el fondo
lo absurdo y
su ojo

III. Sueño de Europa

cual baba de mar


flota en la orilla
se hunde y sequía
colando el deseo
verde izquierdo
en la arena del sueño

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arena de playa
se extiende en desierto
unas montañas
circundan la piedra
deshojada y quieta
siendo impura
el aire la mueve
y el gesto rocoso
corrige un templo

en una ocasión
dos mujeres rabiosas
llamaban
a Europa
agarran su tripa
con intención
de desprender el útero sacro

cada harpía implume


quiso una parte
para fundar
vacuidades

nunca fue dividida

todos los santos y malditos


dioses
saben que Europa no pudo elegir
el capricho de confundir

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el sueño y el mar venenoso

como quien camina a la hoguera
marchó lentamente
hacia el portal del tramonto
queriendo morir en el sueño
y así despertarse
insana y salva

sobrevivo solamente
porque en los rincones de mi alma
resuenan las voces de esos templos

IV. Torpe Zeus

por el contrario
el ufano demiurgo
olvidó despertarla
frustrando su huida
hizo llover
licuando su cuerpo
en jalea real
substancia del llanto
del que se inclina
a creer
este dios siempre se piensa
un amante experto
pero también

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se quema en la luz
y falla su cuerpo
ama iracundo
es dios y bestia

castrador
del tiempo
para dar
nacimientos

¡un toro en el mar!


intervención bruta
querer rimar
lo divino y lo nuestro

pero abre un momento


exacto sigilo

cuando fenece el tiempo


y nace el espacio
y el milagro eclosiona
en medio del blanco

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V. Europa amada

Europa navegó sobre el toro


dormida aún
sin velas e
impulsivamente
buscó los astros
de la agobiante cúpula del sueño
sin
astrolabios
que besaran coz ordenadas
entre los tormentosos
pasajes
del fresco
-odio esta
nauseabunda
existencia-

solo le quedan
las ruinas
de algunos recuerdos
unos templos sin muros
incapaces
de consolar
con ecos

náufraga

de acidia
y soledad
entre la estulticia taurina
y el hueco
azar
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VI. El abandono

Cadmo mientras vas


te das cuenta
de la cruenta orden que
desborda el camino

Recordaste alguna vez
te contaron la historia
los primeros hombres
expulsados de
sus tierras
en la narración
la espada de fuego
giró los contornos
de la amada morada
el giro abrasó la entrada
y ningún hombre volvió
a vivir en la armonía animal

pero tu fe te sugiere
que los dioses
huyeron del mundo
dejando a los hombres
de materia innoble
aunque benevolentes
dibujaron estrellas
que ordenan sus vidas
el hombre se rindió
a vivir entre la

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taciturna tierra y
la tediosa cúpula
una cerca de animales repleta
que orienta
la fluidez de consistencias

mientras caminas
confundes historias

tu padre te ha dicho
no puedes volver sin Europa
tú que no eres culpable
debes cargar con ambos castigos
sin retorno a casa
errando el mundo -sin revés ni derecho-

sintiendo el aroma que viene del


agua del pétalo hoja del barro
la piedra de bosques de cosas
oxidado aroma de la ausencia
de padres y dioses
Vas a Delfos
hablas con la estatua
de Apolo
y su llano silencio
elucubra en
tu resonancia
los que abandonan
equivocan la
posibilidad

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una corneja
aterriza en la estatua
impulsada por su demencia
repite lo que alguna vez escuchó
-donde se siente tu buey
fundarás la ciudad-

la bestia a fuerza bruta


le abría el camino
no transitado

alguien sin duda


en algún momento
creerá en ti
como objeto de fe
fundará cultos
de santas serpientes
cuyos rituales de iniciación
será cambiar de piel
abandonando a Europa

desconocidos montes y campos saluda


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VII. Cadmo peregrino

¿De qué fuente emana la duda?


¿la punta filosa
que pende por extremo de la pregunta
encuentra destino
en el error
voluntario
de las adversidades
del pozo carente
de rostro?

¿el ojo flota en el árbol?


¿en cuál densidad
acuosa trovamos
nombre de
honores la preposición enclaustro?

¿asmático modo
anega el pavor
soportable del santo
y serpentino Cadmo?
¿víboras
mezcladas de semen
castigo prende
los reyes
sin verbos?

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¿a qué se teme
sobre la lluvia
frota de agallas ¿cuántas
vencidas? lunas sisea
el melancólico
¿por qué ha de ser grito
el arrastre escamoso del cuerno?
so pena logos aturdido?

¿rapto de hermandad
penetra los cielos?
¿cuántos peldaños
suma el vino
de pena asumida?

¿nuestra hermana está sobre el toro?


¿por qué no veo figuras celestes?

¿a dónde lleva
el disparo vital
la caída sobre los lares del desencuentro?

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VIII. Oración

Impúdico lector
¿ qué significa el espasmo
de tus ojos brillantes ?
me desespera verlos
las ganas de encontrarle engranaje
al canto de entonces
me hierve la sangre
¿sabes qué cosa haría una corneja?
Se posaría en tu cabeza
y te comería los ojos
y lamento que en este punto
no puedas ver la sangre
brotar de un golpe
escurre un jugoso hedor
brillante como el óxido del bronce
cuya fuente es un lago estancado
de la fría ilusión
el agua que ahí habita
está ampliamente rancia
son aguas verdosas del Leteo
donde tu acidioso ánimo
flota insipiente

así es como murió Cadmo


ciego por estar ya cegado
y tú sigues su ejemplo
pero él fue santo
y tú un sucio lector

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que deja su charco
de sangre invisible
sobre el poema abierto

santo Cadmo
que eres serpiente
para arrastrar a Harmonía contigo
ten piedad de nosotros
los invidentes

IX. Vacuidad

vaca cuidad
tus pasos
te guía un ave
que devora ojos

deberes ahora
ansia bestial
de prolongar el germen
del vientre
encerrado en el cerco
de las constelaciones

fortuitamente la pezuña inserida en la fangosa


cuesta
retiembla la fibra presunta
baila encastrado el arrostro

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mezquina salvedad
en las patas petulantes
pudelan las tráqueas
de cóncava obnubila
incisión que
navegada los mena
si meros melenas oh
entre
las engañas
parra farfullo can
del limita Sión
ritma caudales
bifurco o sopor
inviable escrito
¿¡Ea!? ajeno son
dormitando
las pestañas
del filón
transparente
cables dad ultra
encadenado cuerpo pensante de tristeza se arroja al
enemigo más cercano para liberar
los cantares más límpidos del
hogar rupestre
la vaca enajenada iba

subiendo el risco
pero salió de la descripción
y exhausta se sentó
tu cuerpo se sostiene en
el vacío

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la corneja construyó un nido entremedio
de sus cuernos
puso dos huevos -del color de los ojos del lector-
que comenzó a empollar
con el fin de fundar
nuestras ciudades con el vapor negro del habla

X. Las viñas a la orilla de los ríos

Hace tiempo
seguí una vaca con una campana
me llevó por un barranco y caí por un estero
era débil entonces y tenía memoria
arrastrado encaucé al
cruce de dos ríos aguas turbias fangosas y densas
pero en un valle un árbol de hojas carmines
daba racimos de uvas
eran viñas bañadas
cuando me bauticé en el mediterráneo
supe que sus nombres eran el
Leteo y el Helicón
los mitógrafos no saben sobre esto
y me avergüenzo de contarlo
para refrescar la memoria debo plegar
la hoja en blanco y esperar
la nostalgia produzca un eco
contra el dolor telúrico
de la biblioteca

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Orfeo le canta a los animales
las grandes gestas de
dioses y héroes
así las aves escuchan historias fantásticas
y van cantando por el mundo con
lenguaje transparente

cada pájaro canta historias cortadas


cada volátil silba tonalidades de cuentos
la corneja que Cadmo escuchó solo sabía su parte

pero olvidé de recordarles Orfeo


está descuartizado
por eso canta solo fragmentos
y puede que nuestro deber
sea remembrarlo

puedo recordar una canción:


el vino es tuyo, que la herida agrave
para los hijos convierte
tú en urnas de moral cuajas la tristeza
voacé la uva
das a la bacía

la canción canta las viñas


y al ser cantadas existen
no prueben ese vino
hace olvidar y crear al mismo tiempo
mientras se diluye en
las muertes

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cuando yo lo bebí
canté acerca de una isla
y llegué a ella con dificultades
sobre un toro marino
que se sentó marcando
el juego de fundar ciudades
llena de deliciosas flores
suculentos sabores
me han hecho olvidar
mis naufragios

luego Odiseo
visitó mi ruina
y de un golpe
se llevó a mis amigos

ahora soy el único habitante


lotófago de esta isla
y cada día bebo
hasta las turbias
aguas de los floreros
que saben a mate a ajenjo junto a vestidos
de Ofelia flotante
sobre el Ganges

entre el éxtasis y mi abandono


sólo me queda la sombra de
las viñas a la orilla de los ríos

y siempre una campana suena
a lo lejos

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XI. Genialogía

Creo en mi genealogía nadapoderosa

De esa genealogía vengo


del ser sin casa ni padres
ni familia ni dioses
que arrojado al mundo
descifra las claves
del canto de aves
siniestras y sigue
el camino de bestias
sagradas que fundan
ciudades y charcos
descansando sobre
el blanco entregado
soy un bruto animal
un ternero cegado
por el canto de Orfeo
que deja palabras
en todas las almas
esparcidas do quiera
incapaz de imitar
que solo res crea
por la acción agraciada
de abandonar
y olvidar la
historia de nuestras
raíces sin tierra.

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27

R E LIQUIA S DE ENEA S

I. Humo

de brasas
festín ídem
Del furioso piedades vencidas

por
salir

a danzar estrecho
en la hez
en ascuas

superior éxtasis es
ver el furioso ingreso
del fuego
podrías Eneas decir
dónde se origina tal
piedad
qué rincón extraviado de alma apreciamos
en ello
claramente ignoro una instancia

un trozo de mí se ha esfumado
entre las cenizas

de los
libros los bueyes
quemados en sacrificio
huelen igual
que el fantasma de
mi madre
despidiéndose
de su
cuerpo

piadosa
dais

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a deidades
fogoso oh cara
enormidad
el desprenderse
del espíritu
¡la latinidad
que va a la merma
era la forma
edad que escurre
empolvada en el aire librada por las hojas
secas o marchitas
donaire
estólido
respetuosamente
flaqueado y
ven


!

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II. Embarcación

Como matriarca ordeno portar


quienes puedan ser útiles:
el hijo la mujer el timonero
pero por sobre todo navegante
no dejen al más viejo
al débil padre que olvidó el caminar
por sí solo y requiere de pueriles asistencias
para hacer lo indigno y banal
en el cerco de lo humano

tu padre es el más bendito


porque al perder la vista
observa memorias de otras épocas

pasea por calles a cuyas perspectivas


nunca llegarán tus ojos
y se regocija con el ardor aún latente
de sus desamores

sangre que eres de ese viejo


nunca accederás a su misterio
conserva al anciano porque él
está saliendo del círculo terrenal

es hombre y humareda

las historias que puede contarte


están llenas de lagunas

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la perfección del hombre está
en alcanzar ese estado de olvido defectuoso
para narrar cómo es que las ciudades
se fundaron en un tiempo fuera de sí

ciudades que se erigen en medio


del utópico esfuerzo
de imaginar el mundo
ahora nublado
allí donde no para de llover
y donde no hay ramas
que las palomas puedan coger
para armar sus humildes nidos

hoy la piedra de esa ciudad


se fragmentó por el fuego
y carbonizadas están las hospederías

¡construyan sus nuevos hogares


violentamente sin orden
y lleven con ustedes
el arte de la cartografía
de los extravíos!

vuestro angustiado barco


sopesa el pesar de sus almas
el vapor de la mía
solo sofoca

31
III. Reliquia

Que la sombra agobia el gesto


velero carnoso
cuál movimiento
queda bien golpe airoso
formas bajan al llegar

Probablemente un Dios perdido


envidia las huellas que dejo
en el husmear del tiempo
socorre el peligro

viviremos en soledades fulgentes


sobre mis manos que tapan
los atardeceres de colores carentes
hoy penden sus nombres

como el jugo desgrana el poro


desde la pérgola al centro del terreno
agujero sin beber hoces de verbos

de todo aquél movimiento encerrado


en los muros de la ciudad
me queda un vago suspiro
voluntaria pérdida del hálito

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Todo gesto que hay del amor
impulsa los cuerpos hacia sus versos

empujón del viento que moldea en una


caricia los consuelos después
de sufrir la muerte perpleja

voy al ajuste del quehacer y a la


costumbre de pensar como hombre
y al olvidar bestialmente el animal disidente

Y así los civiles


sean opiáceos reflejos del dolor
luego de entumirse

Y todos sus errores periferia amorosa


porosa vergüenza ajena se esconde
en la frustración
del devenir oculto sin fondo

Todas esas ciudades


fundadas caóticamente
desde el mar hacia el norte

Y nosotros hemos carecido del caos que explota la utopía

Descendientes solares quizás


pudimos tener en casa
los astros ocultos de un
cielo que especula la vida siguiente

33
Perdón por gozar las heridas bastardas
por desencajar la frase del llanto
por alzar mis oídos al vuelo del agua bendita
por donar el privilegio de las viles serenidades
perdón por desollar las plumas fogosas
por caer a pie nublado
desmembrar la membresía floreciente

el avance retrasado del paso
separa por favor
los perdones ruego
porque no hay otra
posibilidad que
abrir las direcciones

misérrimo perdón merezco


por nacer en el instante en
que surgió un -y en- pantano fatuo

Amo la vacuidad del


conjuro la calzada muerte me lleve despedido de
mis restos y el perdón me
guíe al mal sereno
del siniestro sollozo helénico

Adiós adiós
ciudad adiós
recuerdos erguidos en el espejismo
adiós a los amores inmóviles
adiós por fin a la impiedad fresca adiós

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reliquias que fluyen mi
pena goteando
el terreno
baldío
de mis
sienes

IV. Argos llorando

Vigilar la quietud es un oficio horroroso


del pie en la calle que persigue
el fierro de la ocurrencia
perdida liberada y separada
vigilancia a dónde queda el punto
del miembro harinoso del gusto
impío que cierra en la
exposición luminosa
de la perdición

escenario
imposible
de coger con el ojo
el ígneo
párpado
cierra
el ingreso
paradisíaco

35
del muro abierto
digna cortina
deja entrever
piadosamente
el recuadro de un Dios
terrenal y cualidad de los
paladares que
recoge la raíz

en

impotencia de
ser arboleda
ramaje
nido
amor

Argos hermoso
tú que eres omnividente
no se te permite divisar
el camino mortuorio
donde tu ausencia
de cuerpo recaiga
en una
especie
de piedra
que siente
desprecio
por el
recuerdo

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yo que te aprecio
he esculpido este cenotafio
donde puedes albergar
por siempre todos los llantos
inviables al arrullo
no fue acaso
tu falta de extraño vigilar que
asfixió fijación alguna
por el entorno
codiciado

Dignificación era
táctil ahora
permanecerá en esa labor

nosotros deberíamos amarte


porque nos empeñamos
en imaginar
los rostros de los dioses
cuyos ojos son astros
pies tierras
sus brazos y sus fuerzas
ríos y árboles
y flores
y reinos
que proyectan
el valor supremo
del perdón
mientras tú has sido la custodia
que mira y guarda

37
en el corazón memorable
e insonoro
eco

Argos no llores por impiedad


nosotros somos
peores
esas lumínicas verdades
emitidas por suspicacia divina
fluyen como todas las ciudades
que hemos perdido
estamos un poco cansados
de fundar la imagen
luxada de la adicción

escribiente no llores
por la presión del imperfecto respirar
mezquino
llora por tener ojos en tus manos
capaces de donar las
reliquias a los nuevos
hombres cuyos hijos
verán el horizonte pulcro

ojos que no
traicionan la mirada
del amante

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De golpe
como la flor se abre
los ojos revientan
en plumas
salta a la vista de
la membrana

Hoy
así los pavos reales
han perdido su palacio y
carecen de nido
pero han aprendido a llorar
a cántaros los cánticos
de un inmundo
enmudecido

rocoso Hermes que asesinó el vocablo acuoso


la hermética palabra
anegó la mejor versión
de mi piedad

V. Argonautas

Mareados inexpertos esculpen la idea en madera


la leña condenada al fuego se resiste en la onda
la esperanza licuada
itera la marcha del céfiro sediento

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concretamente
concentrado espeluznante
desconocer del bravío
puente

el timón desgastado de la palma colgante


que desenfrena la palabra
humeante la tierra y
el humo son el mismo brillo

los días menean


el paso fugaz y la vela apagada del barco genera
[olivos dulces del Ser
enrarecido
la cosa es en sí la rareza del etéreo beso
asiduo y triste
al perder la sombra de los hombres
ama en las aguas sin ninfas
ya ha comenzado a recordar
cómo es la edad de los metales ardientes
cuya luz refleja los rostros bellos
de un pétalo seco caído
del cadáver

lamedores del sentido


que aquí
se emite
es vivir desgracias
producidas por la libertad
y la autodestrucción

40
del libro que al abrirse
aniquila al marinero conspicuo
un timón fatal y destroza
su rostro con ansia
de desaparecer de
las fotos

arrepentimientos y larvas
agujerean el cariño franco

ormentosos vocablos caen del tronco


las manos que tornan
por acidez y vinagres

acaba el interno tan inconstante


como el fortuito mar
se encuentra en mis brazos
curiosamente hemos
aprendido a amar incluidos
el caos brutal
de las lenguas traducidas por vanidosos
académicos

marabú es marabúes
ahora solo se comen los suculentos
huesos
logré soñar panales y enjalmas
mordiscos de moscas
mansardas
colmenas en las
almohadas

41
sin querer me he convertido
en el quejumbroso olor del marinero
que sabe perderse por los pacíficos
laberintos marinos y
yo qué sé de perdición
señalo que nunca
hubo marineros tan
ufanos que
pacíficamente guerrean
en

las rodillas
del Océano

gestar épicas es
brutalmente desconocido
en estos tiempos
y siempre
porque no hay
valentía que sepa
mosquear las presas podridas
del blanco
miedo
fuimos
arrojados
al temporal caliente
y sólido

coge la uña desprendida del dedo ferviente


y líquido dolor tendremos

42
que soportar en las olas
sin paz a mar abierto y encerrada pasión
navegamos sobre todos
los llantos que el pavo real ha
dejado
después de sufrir su traición ahora
todas las aguas misteriosas son
Ia inasible
sutileza
sobre la cual surca la culpa de
nuestra embarcación

navegamos sin timoneros sin timón sin héroes sin más


[sin funda sin vestidos sin armas
sinestesia silenciosa sicaria

VI. Constelación de Mocha Dick

hipertérrimo
gélido
término

ábrenos
insólitos
pórticos

cédenos
rítmicos

43
céfiros
déjales
íntegros
apéndices

Hubiésemos sido
aquellos héroes que nunca lograron
vencer a Moby Dick

somos la tripulación estólida


vencida por nuestros antepasados
han olvidado darnos
la morosa instrucción de guiar
el revés del seso

de todas partes hubiéramos


encontrado el intrépido
y lerdo abolengo

Tripulación que desgaja


la santidad de la infancia
soñada dondequiera que esté
esa vivencia que aún
sostiene la raigambre

somos no obstante
la tribulación de
las islas del sur
fracaso íntimo
del claustro pélvico

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y de nuestra cintura
hemos perdido el vigor y
el extremo
que ahora pende entre
los dientes zafiros
del monstruo anónimo
ninguna muleta reemplazará
el sinfónico
tránsito

de la cadencia recóndita
agridulce vindicta
sintieron mis volátiles
piernas
que aprendieron
a ausentar
el paso

Moby Dick devoró las huellas


impresas en la angustia
hemos perdido
totalmente el sonido
humano

no podemos ser más


eso algo o aquello
que pueda llegar a ser
nombrado

marineros encontrados fortuitamente

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sin origen
que renuncian a
la esperanza
de caminar
como hombres
se nos cayó la máscara
implantada en los pies azules

estas nuevas tierras


no tienen concavidad
humareda humo humus
ingrávido grado
de su humo
anís hado

Afrodita pía diosa madre


elevó por mérito del monstruo
morticilio al cielo
y allí descansa
enfurecida la constelación
que nos indica
el tiempo en que
hay que cultivar
y dejar de navegar
por estos infinitos
suplicios acérrimos
de estos ritmos

46
VII. Alabanzas

Pío padre fraterno


señala el perdón oído
y la forma del abandono
donado insonoro y frío

Pío padre tierno


escamoso poder del desierto
concede los perdones pedidos
a los nigromantes que olvidan
a navegar por los mares
del denuedo hervido

pío pon la luna


a merced del sueño
suma la esperanza hambruna
famélico dolor del celo
ten piedad de aquellos
caminantes acuosos
arrojadizos y metálicos

ten piedad de cada uno de nosotros


que nos arrastramos
por el fangoso miedo
de perder la tierra
y de navegar por los hirientes
pontos del fluir eterno

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Ten piedad de los despiertos
que tarde o temprano
entrarán en el sueño
y solo pocas señales celestes
les indicarán el camino
del talud postrero

VIII. Himeneo

Novio feliz
ahora eres familia de Afrodita
aquella que dio vida al héroe
salvado del certero golpe
que nubló su vista a su favor
para amar y dejar a la suicida
que lo guió tras la cerda blanca
posees el valor pío de la diva

tal como suplicabas estás amando


a una bella esposa
honesta mujer
que deja lágrimas frondosas
libres al destino
como el Himen sagrado
vuelve al estado fluyente
y flameante piedad

48
novio alegre y virtuoso
marinero de océanos salvajes
ya posees a la novia
latina y troyana
reliquia herida
de la ciudad
fundida y olvidada
de ser fundada

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ELEN A S OBRE EL MURO

I. Piedad

Cuál es la obligación que me ordenas


sabes que no puedo ver las cosas divinas
ni navegar por los mares

se ha acabado este viaje


y el vértigo me castiga como un remordimiento

de todas las imágenes vistas


me queda una mezcla de colores y aromas
una polifonía desenfocada
y desafinada espera

visiones repulsivas
que por no concretarse en recuerdos
enciende la ira de mis entrañas
y odio mis propias manos
que gestaron la acción

la inseguridad del recuerdo


me obliga a mentir las dimensiones
y las distancias
ignoro porque no he escrito nada
y vacilan mis ojos en el ensueño

sé que hay una obligación enorme


escuché por revelación que era formar algo
darle un sentido a las quimeras

50
es tanto el miedo que llevo encima
que los músculos de mi mano no contraen
el arte de la esgrima
y al recordarlo me fatiga la edad
dudo si debo aniquilar a un hombre
dudo si debo eludir una ofensa

espero inocentemente la intervención de los dioses

mi duda liberó de la blanca muerte a mis enemigos


y mi duda me condenó al desprecio de mis obliga-
ciones

quizás he perdido la brújula de la mesura


confundo pesadillas con la guerra cotidiana
y la miel con las ideas vacuas del día

me hago llamar Eneas -si tomo conciencia-


y mis reliquias fluyen
en una desenfrenada duda

yo no sé matar no sé cómo se muere


¿cuál será la acción
que debería devenir de mis palabras
para desembocar en una muerte propia?

y yo que no logro amar demasiado esta vida


no soy capaz de estar presente por entero
quizás desde un inicio
dudo si estoy viviendo

51
II. Esputo de Apolo

Aquella estatua de Apolo


profética y parlante
a través de las cornejas que saltan en su testa
siempre se encuentra manchada
de blancos excrementos de aves.

Aquellos labios formados


son decorados con heces.
¿Podría Cadmo observar que aquel hecho tan banal
era un despertar del mito?

Cadmo en ese entonces


ignoraba que en un futuro
Casandra quiso ser más lista que Apolo
prometiéndole su virginidad por el arte de la profecía
pero sencillamente la palabra que falta a ella misma
se retuerce como una larva agonizante
y sin piedad alguna
Apolo esputó en su boca
escupo y excremento agridulce
que fermenta el espíritu de estas mitomanías.

El escupo de Apolo es ferviente ósculo


que salvaje se introduce en su boca sangrante,
las gotas de blasfemia y divinidad
fornican en su lengua
y en el intento de hablar,
la mezcla ocupa lugar entre

52
la disposición y el significado.
El escupo a fin de cuentas
divide sus palabras.
Absurda flema amarilla
que toma los miserables tintes
de la verde locura:

La amarga peste desciende hasta sus pulmones.


Un esforzado jadeo intenta exhalar
el alma hervida.
Dolorosamente el aire antípoda del éter
busca su salida por la faringe,
pero el hedor quema sus cuerdas vocales,
dejando rastrojos de desafinadas quejas.

¡Ah! El vocablo se detiene en la lengua


cuya vibración golpea torpemente el paladar
los dientes quiebran lo restante
pulverizándose en vidrio.

La palabra se fragmenta
como si fuese un jarrón de terracota
encontrado destrozado en las reliquias del mar
y las piezas incoherentes toman su camino individual
sobre el blanco
y en la brecha de esos restos
surge un espacio vacío
un campo totalmente
desierto

53
donde Casandra divisa florecer su infancia y virginidad
prometida
allí donde hay musgo y sauces
y flores de estramonio
paisajes que contempla sin descanso

el cielo está cubierto de un ocaso gris


y un enjambre de aves de mal agüero
se burlan al cantar el ronquido del lamento.
Féminas aladas,
sus confidentes harpías
anidan sobre su pelo
y desgarran las ramas
y aplastan sus huevos.

Casandra aturdida del saber,


sapiente de la destrucción venidera,
busca un camino de retorno
que la lleve a revertir el tiempo
y besar con sinceridad los labios gélidos de la estatua.
Se da vuelta en su visión y se adentra
de nuevo en la mala yerba fría de su famélica coprofagia.

Tiembla de dolor al pronunciar


y expulsa de su boca
un hálito inmundo
el garabato brota
intentando ser coherente
y delicado se deshace
con el devenir del viento.

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¡Ah! Virginidad infecunda
que encierras tu propia imagen no pronunciada.
Esputada Casandra, no eres más
que una vana palabra.

III. Virgen Elena

Un huevo blanco
esconde ciertos misterios
en su interior cohabita
lo siniestro junto a la belleza
una viscosidad que circunda
los cuerpos de las hermanas
asesinas pacíficas
que arengan a los hombres.

Elena, qué has absorbido,


cómo te has adueñado por natura
de lo que codiciamos:
un poco de divinidad
para hacerle frente a las visiones
con amena serenidad.

Desde tu concepción has visto estos muros


que separan las virtudes de los hombres,
en cuya distancia la inspiración del valor
de reconquistar lo perdido
se enciende

55
-al igual que mis alas
se queman por sí solas
con la vislumbre.

¿Cómo podría alcanzar la cadencia


con desplumadas palabras?-
en este estado
bípedo pseudoracional
tan solo me limito
a mirar los vacíos en
algunas pocas virtudes femeninas

decentemente los vellos amarillos


crecen en una corona de plumas
sin falsos ojos, alas ciegas sobre el cráneo
se lucen en la cresta indeleble

y no estás quieta
te mueves por el espacio
prescindiendo del tiempo
la honestidad que arrulla en tu piel
le da curso a tu desplazamiento irrepetible
¡Cada tierra posee celeridades!
Cómo no detenerse en el honesto cúmulo
de todo movimiento, así
la ciudad está abierta a tu merced.

Medida que viene de nacimiento


mas con arte y astucia
la prudente sintonía equilibra

56
e inserta
cualidades suaves como las plumas
que protegen y adornan la imagen
que entreveo
a través de tus murallas rotas,
existiendo en la fractura
de mi vista.

Pronto
el cascarón semidivino
eclosionará a la mitad
tu parte humana yace ausente de tus formas.
Quedarás sola en el aire.

Virgen y sincera piedad


ha reducido mis oídos en conceptos líquidos
y entre aire y agua
voy sintiendo la
elocuente negación
y aparentemente aquí nos encontramos
frente a frente
en medio de un lago
inmerso en las selvas del sur
rodeado de bosques y niebla
y allí en solitario
un cisne se lamenta.

Con este canto


se inaugura tu beatitud
siendo testigo
de tu propia muerte.

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IV. Beata Elena

Declaro haber presenciado tal soledad


que espira humedales y brisas,
neblinas que adolecen y avanzan de todos los vientos.
Me encuentro abismado en la selva húmeda
toda dirección se expone y me enclaustra.
Atisbos sombríos serpentean el vacío gris,
formas que desconozco.
¡Oh maldita sea! ¡por qué he de tener
la intuición que colma mi ignorancia!
¿Por qué he de recordar añejas historias?
¿Por qué estas nubes se asemejan tanto
al auxilio de mi madre?
Afrodita que me brindó tierna calígine
para amar a Dido apartado del mundo.

Escondido comencé a maquinar tu suicidio


el fracaso de tu continente
tuvo inicio en mi lujuria e ironía.

Las nubes sirvieron como cobijo húmedo


pero se alzan lentamente sobre nuestras cabezas
tú que aún no feneces, sabes que mi ida es inminente.
Yo observo otro tipo de mujer
que reúne las virtudes inefables de los colores
sobre la cual se fundan las lenguas resucitadas
las leyes vegetales y el regocijo terrenal,
mujer que se alza sobre las nubes blancas
y se ilumina de lo inexplicable.

58
A lo largo de nuestra historia
sucios trabajadores la han llamado con diferentes nom-
bres.
Pido prestado alguno de ellos
porque por mi parte
debo cargar con las ruinas de un idioma.

Lo siento.
Debo partir de tus tierras.
Amo a esa beatitud que iza sus vestidos
en las alturas de mi tedio.
Las constelaciones giran alrededor de ella.

Mis visiones irrevocables


siguen mis suplicios.
Y es cierto ese lamento parisino,
tal beatitud es manoseada
por insolentes enanos
deseo vuestra inexistencia
y amo lo restante de esos fluidos.
¿Por qué me miráis así?
lanzaste gotas viscosas
sobre el rostro de este
mudito misérrimo.

Aquí me tienes.
En el falleciente intento
de apreciar el vacío
de las columnas griegas de tus piernas.

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- “¿No amaste a Dido por no ser beata?
¿Te adjudicas el fracaso de un continente?
Si tan solo eres un triste flâneur
de una arquitectura
roída por el desencanto.”

V. Ley de hospitalidad

En otra época
yo viví en lujosos palacios,
celestes columnas que albergaban la concordia,
las ideas nubosas eran mi morada
y mi hogar era un nido de serenos tapices.

Crédulo invité a un sinnúmero de rostros hermosos,


me permití amar ánimas desnudas,
la palabra dirigía las coordenadas
y danzaba vibrando libre en el aire.

Las murallas comprendían el aparecimiento


de las corrientes de aire convertidas en música
para que Elena goce del recreo
de la historia y poesía.
Comprendió a su vez
que todo consistía en las rupturas
y sin temor
se arrojó al vacío de la memoria
de todos los hombres que escuchaban mis cuentos.

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En el ambiente susurraban juramentos,
voces tangibles de mi
Verbo grecolatinoamericano
que confuso se contagió
de las aberrantes ideas
que servían de morada:
romper toda ley
origina las leyendas.

Así fue como


un sacrílego silencio irrumpió en mi casa
la hospitalidad de la caterva
que prometieron antaño
se volcó en el olvido.
Desalojaron las pertenencias de todas mis memorias
toda juerga se licuó en desaparecimiento.
Raptada Elena
fue a parar en un muro inalcanzable.

Sumiso a estos verbos,


ahora vago en las habitaciones manchadas
que han dejado la mugre de gestos perdidos.
Cuántas cosas acaecieron,
cuántas copas libamos,
mientras la palabra giraba dichosa y ferviente
en el aire remoto.
Si es que algo me queda
son modales inocentes
de la constante negación de lo ocurrido.
Quizás debería agradecer

61
pero no puedo evitar confesar que
yo he regalado todas las reliquias
a ingratos oyentes
y aún así los huéspedes traidores entraron
ignorando el arrastre de mis sombras
y se llevaron todos mis libros.
Por ello os miento,
porque no puedo recordar más
que la tristeza de mis carnes.

VI. Himeneo infernal

Desciendo por las escalas


y encuentro un estante de madera.
Recuerdo que hace tiempo
se posaba una estatuilla egipcia
junto a libros de astrología
y ciencias naturales.

Esta habitación estaba decorada con brillantes colores


los años han enmohecido las paredes,
temblores deformaron los muebles
y las lluvias arruinaron la pintura.

Qué habrá sido de las cortinas viejas y oscuras


que eran traspasadas por una tenue luz.
Un efecto de mosaico destrozado
por la pedrada de un niño.

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Las gárgolas regurgitan la lluvia en las cornisas.
-En esos tiempos no sabía del talento de mis ojos-
La estatuilla era una diosa o una virgen
las banquillas de la iglesia me parecían pulcras,
aunque el agua bendita estaba manoseada
por los visitantes y huéspedes.

Varias veces recé ante la estatua


por la impotencia de describir
los misterios de estas luces
y la espera hizo germinar
una rama en la figura
y fue tanta mi observación
que comencé a amar la inercia.

Sin buscarlo amo una nueva escurridiza idea


que se deforma en el acto de proferir.
Deseo esos dientes amarillentos de la estatua
y la imperfección del tallado.
Me he vuelto demasiado banal,
un modo de olvidar lentamente la presencia.

En la nostalgia de este lugar


me he unido a la sombra de esta imagen
himeneo trascendente que surgió como un cauce
hoy son aguas densas y apestosas
que desembocan en la pila de la actual agua maldita.

Los materiales de tu cuerpo


son innobles y ridículos

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castigo supongo por vivir
junto a una regicida.

Traidora, ¿realmente crees que eres la esposa infernal


que está atrapada en gigantes y agobiantes mansiones?

Es de noche
y las gárgolas salen a volar
divulgando tus memorias.

VII. Elena sobre el muro

Paso a otra estancia


el vacío solo desnuda
los carentes pétalos de las ventiscas
no recuerdo qué hubo
quizás nunca entré completamente
solo se encuentra una extraña muralla
allí se ve en la lontananza
cuando de las grietas debería emerger alguna forma
originada por el deslizamiento de mis ecos
yo solo logro ver una muralla insignificante
profunda y alargada
que amplía la distancia hasta extenderse
en un inmóvil campo de batalla
hay guerras universales que comienzan
en el fuero adolorido del Hombre
y tras el intercambio de sables

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se divisa la misma muralla blanca
siempre insuperable
grietas que desgranan el vocabulario
hasta dar con un círculo andrajoso
como si entre destellos y amnesias
un clavo sostuviera un ánfora griega
artesanal detalle de los mitos
que dibujan figuras eróticas:
una mujer anciana y despreciable
desborda los límites de su objeción
y sirve de umbral para inquietos
mancebos por atrás y adelante
phorneia menesterosa
íconos incomprensibles para los hombres de estos tiempos
cuánta sacra sapiencia encierran esas poses
hoy banales videntes
y lectores devorados
solo logran asir parte del morbo exquisito,
cuyo placer es puro machacado convencimiento.

Podemos amar lo despreciable


cuando supera con creces los denuedos
y queremos la inmediatez del acaecimiento
que se mueve hacia dentro revolviéndose
retuerce el deleite
se opaca la monstruosidad

Honestamente reconozco que actúas


la mentira se desborda de la cópula
temperaturas y deformaciones

65
son genuflexiones que abofetean mi furor
la vía incorrecta de pasar a lo activo
y la ira que inspiras es catártica

Prudentemente afirmo
sus desmesuradas artes sexuales
quebrantes de la suavidad
leyendas lamidas de boca en boca
que se inmiscuyen en las partes infames
agotamiento de las posibilidades
de todo lo aberrante
Contronatura de la elocuencia
brutalidad que engloba toda percepción
vocablos sin sentido
intuición faltante que sostiene
la infraestructura de las pseudociencias
palabrerías caprichosas que deshacen
las moléculas de todas cosas
Solo con la pronunciación de tus analfabetas profecías
he dado con las formas perdidas.

Culpable de mi fruición
por tus extravíos amatorios.
Se desgaja lo erótico hoja a hoja
y va quedando tan solo un vicio desollado.
Prosigo confundido porque creo
que podrías llamarte Mesalina
pero así de desnuda no lucen
tus joyas imperiales
tus modos de esposar seis veces

66
a furtivos ciudadanos
se frustraron en la algarabía
de órgicas ferias.
Confuso aún insisto en llamarte hetera
¿Acaso podrías enseñarme las artes
que me faltan para abrazar la esperanza?
Si crees en la pura causa del impulso
la confusión degrada tus honores
ya no logro discernir la diferencia, el peso
y los matices de tus títulos dorados
furcia o lumia equilibran
la balanza de mi desprecio
no puedo llamarte de una forma más banal
podrías no merecerlo
de ser así algo de divinidad
estaría descolgada de tus diáfanos vestidos
y claramente no puedes mezclarte
con la población de meretrices y eunucos:
auténtica economía de estas ciudades.

En esta distancia
que separa mi abandono
de la muralla lejana
se fundan las urbes
desde la impudicia.

Al menos por un instante


he olvidado que soy
un ser arrojado al mundo
que choca pertinaz
contra el muro.

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VII. Resignación

Los muros de las habitaciones vacías


a través de mis defectuosos recuerdos
ofrecen visiones oníricas que flotan
sobre invisibles pilares de los aires
y me resigno a que todos mis viajes
me lleven a reasignar mis equívocos.

He ido aprendiendo la urbanidad


de lo ficticio que requiere
de mi frustración para sedimentarse
en los abismos.
Cuando he hablado
las palabras huyeron de su origen
y en descanso de esta casa saqueada,
he de dejarme llevar por la pérdida
de la razón voluntaria
por la serenidad de mi alma
y he de ser un animal indomesticable
para oír todos los cantos
y traslúcidas tonadas.

Por ello quise seguir a todas las aves


que van contando historias
desde que son creaturas.
Hice lo utópico para comprenderlas,
las perseguí y emigré junto a ellas
por todos los cielos,
perdiendo de vista

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todas las estaciones.
Permanecer fuera del tiempo.

Una bandada olvida todos sus fragmentos.


Ya no hay leyendas que narrar
y desesperadamente buscan a quien seguir
para mantener suspendido el vuelo.
El coloquio de los pájaros
se atiene a la declaración de los testigos,
que hoy ordena a escoltar
al enigmático martín pescador.
Directamente
en picada al agua
se mezclan con los espíritus.
Aves que anidan bajo el mar
entre troncos de algas
y moran las profundidades
donde huevos fluorescentes
alumbran escenarios fatídicos
de ciudades inundadas.
Ágoras, casas y cenotafios.
Todo es calado por el agua
entretanto luminosidades
ciñen el cuerpo femenino
en desuso de una estatua
deprimida sobre el ara.

Hemos huido de nuestros orígenes


y hemos regresado al mar
como un demiurgo inocente
se anega en su sueño.

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70
Sobre el autor

M
Not ario Chávez Carmona (Viña del Mar, 1990) es un
poeta, traductor, crítico y académico chileno. Estudió
Licenciatura en Letras en la Universidad Andrés
Bello y Culture Moderne Comparate en la Università
degli Studi di Torino. Sus trabajos han sido realizados
en Pisa, Turín y Milán. Sus principales temas son
la mitología, la fundación y la obra de Godofredo
Iommi Marini. Mitomanías es su primera obra poética.

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M ayo, 2 0 1 9
Impreso en Buenos Aires,

Buenos Aires Poetr y


w w w. b u e n o s a i r e s p o e t r y. c o m

buenosaires
poetry

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