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Andreas Nieuwenhuyse
Existen varios estudios que indican que muchas pasturas de la región sufren de procesos de
degradación. En este texto se utiliza el término “pastura degradada” para señalar que una
pastura no se encuentra en buenas condiciones y que produce menos forraje que lo se
considera “normal” o “adecuado” según el potencial que tiene el sitio donde se encuentra la
pastura.
En Centroamérica creemos que se pueden distinguir dos condiciones de sitio comunes que
no son aptos para el uso ganadero:
Dependiendo de factores del terreno (la pendiente, la textura del suelo, la estabilidad de los
agregados del suelo, el contenido de materia orgánica del suelo) y del clima (la intensidad
de las lluvias, la presencia de una época seca que reduce temporalmente la cobertura
vegetal) estos terrenos tienen mayor o menor aptitud para la ganadería, porque el pisoteo
del ganado puede favorecer una mayor erosión. El proceso de erosión funciona de la
siguiente manera:
En caso de pendientes mayores al 10%, el ganado bovino tiende a pastorear paralelo a las
curvas de nivel. Cuando el suelo esta húmedo, las patas de los animales resbalan un poco,
moviéndose pequeñas cantidades de suelo hacia abajo. A mediano plazo este proceso forma
las llamadas terracitas de vaca. Las partes planas de estas terracitas son donde el ganado
camino preferiblemente, causando un suelo más compactado que en el resto de la
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pendiente. A su vez, es común encontrar menos vegetación en las partes planas de estas
terracitas. Ambos factores causan que la erosión laminar es común en ellos, agravándose en
épocas muy lluviosas, cuando el peso de los animales sobre el suelo saturado de agua pueda
generar pequeños deslaves de las terracitas.
El grado en que este tipo de terrenos con las pendientes ya señalados son afectados por el
proceso mencionado depende de los factores mencionados. Por ejemplo, sitios
particularmente vulnerables a sufrir erosión son aquellos que tienen una litología o
inclinación de la roca madre que genera erosión aun bajo pendientes no muy fuertes.
Ejemplos son: lutitas o esquistos, que son rocas estratificadas e inclinadas, muchas veces
quebradizas que se deslizan con gran facilidad. Otros ejemplos son rocas de macizos donde
la infiltración del agua de las lluvias es muy reducida. Durante fuertes lluvias el suelo que
cubre estas rocas se saturan con agua y pueden deslizarse. Un ejemplo se pudo observar
recientemente en el cerro Munsun ubicado en el municipio de Río Blanco, Matagalpa,
Nicaragua, que esta constituido por rocas volcánica maciza y donde se observan muchos
deslizamientos, aun bajo bosque.
En todos los casos donde se presenta erosión, la degradación de las pasturas por la erosión
equivale a la degradación de la tierra y reduce a largo plazo el potencial productivo de estos
sitios.
I. B. Sitios con condiciones de suelo que causan un crecimiento de los pastos tan reducido
que difícilmente pueden ser económicamente viables en el contexto Centroamericano.
Ejemplos son suelos muy poco profundos (menos de 20 cm. de suelo) o suelos muy ácidos
(con un pH en agua < 4,5). En estas condiciones los pastos deseados siempre tendrán un
crecimiento y vigor reducido y es probable que dominen especies poco consumidas por el
ganado como Axonopus compressus (en suelos ácidos y climas húmedos) o Stipa spp (en
suelos muy poco profundos en climas con época seca como por ejemplo en las tobas
volcánicas alrededor de Liberia, Guanacaste, Costa Rica).
II. Pastos bien establecidos en sitios aptos para la ganadería, pero que pierden
cobertura y vigor con el tiempo.
En todo Centroamérica hay muchos sitios aptos para la ganadería. Sin embargo, en estos
sitios, aun cuando las pasturas fueron bien establecidas con especies forrajeras aptas para
las condiciones del sitio, es común observar pasturas con una alta cobertura de malezas y/o
con pastos con un vigor reducido. Creemos que estas expresiones de la degradación son una
consecuencia de dos factores, que generalmente se combinan: Sobrepastoreo y una
Limitada Disponibilidad de Nutrientes. Pensamos que muchas veces este tipo de
degradación funciona de la siguiente manera:
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Cuando se establece una pastura nueva, es común que cierta cantidad de nutrientes se
acumulen en el suelo. Esta se debe a:
Por otra parte, es común en la región dejar crecer el pasto nuevo durante varios meses
(frecuentemente unos 3 meses o más) para lograr una buena cobertura del suelo. Durante
este periodo, el pasto acumula una gran cantidad de nutrientes en su follaje y raíces.
Cuando se comienza a pastorear el potrero nuevo, los animales consumen una parte del
pasto. Una pequeña parte de los nutrientes (generalmente menos que el 20%) se queda en
los animales, el resto lo regresan al suelo en forma de orina y heces. Por otra parte, mucho
del material no consumido se muere por el pisoteo y queda en el suelo como hojarasca.
Además, muchas raíces mueren y empiezan a descomponerse dentro del suelo.
Entonces, después de unos pastoreos, gran parte de los nutrientes que se acumularon en la
pastura nueva han regresado al suelo en forma de hojarasca y heces. Una parte se encuentra
“encerrada” en componentes recalcitrantes de la hojarasca y en la materia orgánica del
suelo, los cuales no se descomponen rápidamente.
Otra parte de los nutrientes en el suelo, en la hojarasca y en las heces y orina de los
animales se pierden del ecosistema debido a procesos de lavado con agua de la lluvia
(lixiviación) y perdidas por volatilización.
reduce hasta el punto donde se establece un “equilibrio” entre los nutrientes que ingresan en
el sistema y los que se pierden.
Sin embargo, cuando no se ajusta la carga animal a la reducción en el crecimiento del pasto,
se sobrepastorea, habrá manchas con suelo desnudo y muy probablemente malezas
empiezan a invadir la pastura nueva. Esta invasión reduce aun más la disponibilidad de
forraje y requiere de un ajuste nuevo en la carga animal para evitar que este proceso de
degradación siga.
Por lo tanto, es importante reconocer que aun dentro de una misma finca, pasturas estables
y bien manejadas pueden necesitar de un manejo muy diferente, de acuerdo a las
condiciones del sitio y de la época.
Por ejemplo, en el valle del río Aguan en Honduras los terrenos aluviales que son usados
para la ganadería son muy productivos. Aun sin uso de fertilizantes u otras enmiendas, el
periodo de descanso de pasturas de Brachiaria decumbens después de cada pastoreo es de
unos 21 días, mientras pasturas de Panicum maximum es de unos 28 días. Después del
descanso, el pasto ha alcanzado una altura y cobertura que permite una nueva entrada de los
animales.
La situación en los cerros que rodean el valle del Aguan es diferente. Los suelos son menos
profundos y menos fértiles. Sin embargo, los productores han aprendido que se debe ajustar
la carga animal y el periodo de descanso a estas condiciones: en la comunidad de la Hoya,
donde los potreros han sido establecidos en sitios con pendientes muy fuertes (>30%) los
productores dan hasta 6 semanas de descanso al Brachiaria decumbens y hasta 10 semanas
al Panicum maximum. De esta manera han sido capaces de mantener sus pasturas en buenas
condiciones, aun en condiciones ambientales poco favorables.
Para evitar la degradación de pasturas, por lo tanto, es fundamental que los productores
entiendan estos procesos y sean capaces de ajustar constantemente el manejo de sus
pasturas y su hato a las condiciones de pastura observadas. Este es uno de los temas de
capacitación que el Proyecto CATIE–NORUEGA / Pasturas Degradas ha trabajado con
grupos de productores y técnicos durante los últimos años en Nicaragua, Honduras y
Guatemala.