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ESCUELA JUDICIAL
“RODRIGO LARA BONILLA”
AUTOR:
ALEJANDRO DAVID APONTE CARDONA
ESCUELA JUDICIAL
“RODRIGO LARA BONILLA”
COVENCIONES
PRESENTACIÓN
I. JUSTIFICACIÓN
II. RESUMEN
III. OBJETIVOS
Unidad 1
b) El principio de oportunidad
c) Confusiones idiomáticas
Actividades pedagógicas
Autoevaluación
Jurisprudencia
Bibliografía
Unidad 2
Objetivos específicos
El principio de lesividad
Actividades pedagógicas
Autoevaluación
Jurisprudencia
Bibliografía
Unidad 3
Objetivo general
Objetivos específicos
Actividades pedagógicas
Autoevaluación
Jurisprudencia
Bibliografía
ANEXO 1
NEXO 2
ANEXO 3
O Objetivo general
oe Objetivos específicos
ap Actividades pedagógicas
ae Autoevaluación
j Jurisprudencia
b Bibliografía
PRESENTACIÓN
El tema ya ha sido tratado por diversos autores en el caso colombiano, incluso ya, a
instancia de la sala administrativa del Consejo Superior de la Judicatura y de la Escuela
Judicial “Rodrigo Lara Bonilla”, dentro del conjunto de módulos producidos por el
programa de formación institucional al final del año 2005, se elaboró un módulo
especializado sobre el tema. Éste, además, se elaboró, por el mismo autor, Darío
Bazzani, teniendo en cuenta los temas propuestos por él en el marco del texto producido
en conjunto con diversos autores, entre ellos, el autor del presente módulo, publicado a
finales de 2004, con el título de “Reflexiones sobre el nuevo sistema procesal penal. Los
grandes desafíos del Juez Penal colombiano” (Consejo Superior de la Judicatura, Escuela
judicial “Rodrigo Lara Bonilla”, Bogotá, diciembre de 2004).
oe
• Plantear un concepto amplio de Política Criminal, que
permita a los operadores judiciales comprender las
tensiones en las que se ve envuelto el sistema penal en un
contexto social problemático como el colombiano y el
papel que el principio de oportunidad está llamado a
cumplir ante dicha realidad.
1
INVESTIGAR Y ACUSAR Y PRINCIPIO
DE OPORTUNIDAD: DOS FIGURAS
Unidad DIFERENTES EN SUS ORÍGENES Y
TRADICIONES
Objetivo general de la unidad
Proporcionar a los operadores judiciales herramientas teóricas
o
que les permitan comprender los contextos y tradiciones en los
que se originan instituciones como el principio de oportunidad y
la discrecionalidad para acusar, así como las consecuencias
prácticas que se derivan de la forma como se conciban estas
figuras, haciendo énfasis en la importancia de la oportunidad
como herramienta de uso diario y fundamental para la
materialización de los fines político-criminales y procesales de
un sistema penal como el colombiano.
o
• Establecer las diferencias entre el concepto de “oportunidad”
y de “discrecionalidad”, con el fin de propiciar una mejor
apropiación de estas figuras por parte de los operadores,
resaltando las bondades del principio de oportunidad.
Es lugar común iniciar el estudio del principio de oportunidad, haciendo referencia a las
tensiones entre legalidad y excepcionalidad. Ello, con fundamento, en el caso
colombiano, en lo establecido en el artículo 322 de la Ley 906 de 2004 que regula el
principio y que establece lo siguiente: “La Fiscalía General de la Nación está obligada a
perseguir a los autores y partícipes en los hechos que revistan características de una
conducta punible que llegue a su conocimiento, excepto por la aplicación del principio
de oportunidad, en los términos y condiciones previstos en este código”. (Nótese que el
principio tiene fundamento constitucional, así sea para concebir su excepcionalidad. Ello
tiene consecuencias fundamentales desde el punto de vista del control sobre el principio
y, de manera general, sobre las formas que asume la persecución penal del delito y el
ejercicio de ius puniendi). Luego, el artículo 323 hace relación al principio y, además
con ello, establece las bases para una conceptualización del mismo: “La Fiscalía General
de la Nación podrá suspender, interrumpir, o renunciar a la persecución penal, en los
casos que establece este código para la aplicación del principio de oportunidad”. (Se
reseña aquí la redacción inicial de la norma, pera entender el origen inicial de su
regulación y los aspectos que le son propios).
Éste se configura entonces como una herramienta de uso privilegiado para todo el
sistema judicial, con el propósito de que, en virtud de supuestos político-criminales y
dogmáticos regulados y conforme a ámbitos de discrecionalidad reglada, el ente
investigador, con el control judicial, pueda suspender, interrumpir o renunciar
directamente a la persecución penal; todo ello, además, de acuerdo con disposiciones
constitucionales y legales relacionadas con el ejercicio del ius puniendi estatal.
De igual manera, ello se percibe en el caso alemán, por ejemplo, cuando el principio
general conforme al parágrafo 152 de la Ordenanza procesal alemana hace relación a la
1
Adrián Marchisio, Principio de oportunidad, Ministerio Público y política criminal, Ad-Hoc, Buenos Aires,
2008, p. 241.
2
Ibidem, p. 251.
Fiscalía General y a su función de persecución del delito; también, como en nuestro
caso, a partir de la noción de obligatoriedad, salvo aquellas posibilidades en que, de
manera excepcional, se pueda no perseguir el delito por diversas circunstancias o
causales (parágrafos 153 y 153a). La doctrina, en ese país, también inicia el estudio de
la figura a partir de las “tensiones entre el principio de legalidad y el principio de
oportunidad”. En un texto reciente, dichas tensiones son concebidas en el marco general
3
de las normas que regulan la suspensión de la investigación o archivos de una causa.
3
Se trata del texto, Ralf Rose, Der Rechtsschutz des Beschuldigten gegen die Einstellung des
Strafverfahrens nach der Oportunitätsvorschriften der Strafprozessordnung, Peter Lang, Frankfurt, entre
otras, 2006. Es muy interesante el hecho de que este trabajo relativamente reciente, aborde el tema del
principio de oportunidad, no sólo en el contexto de diversas normas que restringen la acción de persecución
penal estatal, sino que, como lo dice el autor en la introducción, el texto esté “dedicado a la protección del
procesado”, es decir, está concebido el principio, desde la perspectiva del procesado y sus derechos y no,
necesariamente, desde la mera perspectiva estatal de persecución o no de una conducta.
4
Jacobo López Barja, Tratado de Derecho Procesal Penal, Ediciones Aranzadi, Navarra, 2005, p. 340.
excepcional, induce o desinhibe a los operadores, tanto a la Fiscalía General de la
Nación como a los jueces –en su función de control- para que lo aprovechen con todo su
potencial. Esta es la concepción que aquí se asume, posición que ya había sido
entrevista, aunque con acentos diferentes, por autores que se aproximaron al estudio de
este principio: “La hipótesis es evidente y clara, es decir, se levanta el velo de la
arrogante legalidad y del tradicional ius puniendi, para dar paso a una justicia histórica,
a una justicia y a un aparato de justicia que se aviene a las necesidades del momento y
que se regula por medio de la política criminal y que una vez regulada, ya no puede
tildarse al principio de oportunidad como contrario o antónimo del principio de
legalidad, sino que debe entenderse como un instrumento del principio de legalidad que
5
da respuesta a las necesidades de la sociedad a la cual se aplica.”
7
Jacobo López Barja, Op. Cit., p. 341.
cuestión, es pertinente hacer una breve referencia sobre el surgimiento de estas figuras
en el derecho comparado.
Por último, usualmente en los países de derecho anglosajón, el papel del juez,
respecto a la discrecionalidad para acusar del Fiscal, es más pasivo, puesto que
se evidencia una diferencia tajante entre el juez y el acusador en virtud de la
cual no existe necesariamente un control judicial de las decisiones de los fiscales
8
Sobre este asunto ver: Daniel D. Ntanda Nsereko, Prosecutoral Discretion Before Nationsl Courts and
International Tribunal, Guest Lecture Series of the Office of the Prosecutor, ICC, en: http://www.icc-
cpi.int/Menus/ICC/Structure+of+the+Court/Office+of+the+Prosecutor/Network+with+Partners/Guest+Le
ctures/, p. 4; y Carolina Aristizábal González, Alcance del Principio de Oportunidad en la Nueva
Legislación Procesal Colombiana, Tesis para Optar para el Título de Abogado, Pontificia Universidad
Javeriana, Facultad de Ciencias Jurídicas, en:
http://www.javeriana.edu.co/biblos/tesis/derecho/dere7/DEFINITIVA/TESIS%2045.pdf, p. 14.
9
Daniel D. Ntanda Nsereko, Op. Cit., p. 4.
10
al decidir sobre el ejercicio de la acción penal. Así, y de manera general
haciendo referencia a los poderes del ente investigador en el contexto de los
tribunales internacionales y cuando se hace alusión a los “actores en los procesos
y a sus roles”, respecto del prosecutor, se dice que “cada investigador decide
sobre el inicio de la investigación, la conducta a seguir en la misma y en sí sobre
la investigación misma del crimen”. Se acentúa lo que es la regla en el derecho
anglosajón: “De acuerdo con el principio adversarial, el investigador a nivel
internacional, goza de un enorme nivel de independencia, y un bajo nivel de
supervisión judicial”.11
10
Ibidem, p. 7.
11
Los autores alertan, desde luego, sobre las discusiones que, sobre todo en la perspectiva de las relaciones
entre derecho internacional y derecho interno, ha tenido los alcances y límites de la prosecutorial
discretion, es decir de la discrecionalidad a la cual nos referimos. Así, “la cuestión sobre la discrecionalidad
en la investigación y acusación, incluido sus límites y el control judicial, ha sido un tema de gran debate,
particularmente a nivel de derecho interno”. Robert Cryer, Hakan Friman, Darryl Robinson, Elizabeth
Wilmdhurst, An Introduction to International Criminal Law and Procedure, Cambridge, 2008, p. 374.
12
Gerhard Werle, Principles of International Criminal Law, Aser Press, 2005, p. 183. La versión española,
lleva como título: Tratado de derecho penal internacional, Tirant lo blanch, Valencia, 2005, p. 302.
procedibilidad” que afectan o condicionan la “procedencia de la persecución
penal”).13
b) El principio de oportunidad
13
Ibidem, p. 302.
14
Daniel D. Ntanda Nsereko, Op. Cit., p. 7.
15
Carolina Aristizábal González, Op. Cit., p. 20.
salidas estratégicas para descartar la acusación obligatoria en un número
limitado de causas que ellos justificaron por razones de conveniencia o de
oportunidad social […]. Pero debe llamarse la atención sobre el hecho de que a
raíz de esta salida procesal por razones de conveniencia o de oportunidad, nació
a la vida del derecho procesal europeo la figura del ‘principio de oportunidad’,
que recientemente fue introducido con el mismo nombre en la Constitución
Política y el nuevo Código de Procedimiento Penal colombiano.16
c) Confusiones idiomáticas
16
Carolina Aristizábal González, Op. Cit., p. 18.
misma que radica entre el sistema de derecho anglosajón y el sistema de derecho
continental.17
Ahora bien, por razones prácticas, pragmáticas y dado que pueden ser desde
luego conceptos concebidos como análogos, se pueden utilizar más o menos
indistintamente y así lo vienen haciendo diversos autores, pero para entender
dinámicas complejas de derecho comparado, de culturas jurídicas diversas y sus
implicaciones en nuestra cultura, se deben preservar las diferencias. El autor de
este módulo considera que el conocimiento riguroso de las figuras, sus orígenes,
etc., más allá desde luego del uso práctico que las figuras en abstracto puedan
tener, constituye un aporte para ellos y un derecho de los operadores, fiscales,
jueces, defensores públicos, y tanto más si se trata de ejercicios ubicados en el
contexto de políticas de formación. Además, ello se sitúa en contravía de
aquellas visiones que, por ejemplo en relación con la teoría del delito o la
dogmática, insinúan que no importa la rigurosidad dogmático-conceptual cuando
se aplica en concreto una figura. A más de lo anterior, se parte de la base de
que, al reconocer las diferencias, se pueden aprovechar mejor las figuras.
17
Ibidem, p. 17.
1.2.3 ¿Acaso mejor el binomio obligatoriedad-discrecionalidad que
legalidad-oportunidad?
18
Luis María Díez-Picazo, El poder de acusar, Ariel S.A, Barcelona, 2000, p. 13.
19
Ibidem, p. 13.
‘discrecionalidad’ proporcionan mayor precisión conceptual y neutralidad
20
valorativa”.
20
Ibidem, p. 13.
21
Ibidem, p. 13.
Consejo Superior de la Judicatura y de la Escuela Judicial, en el año 2005, y
conciente por ejemplo de las dificultades de los operadores y de la comunidad
jurídica en general, para matizar y comprender los alcances de nociones como
bloque de constitucionalidad, por ejemplo, en qué casos qué instrumento se
debe usar y con qué consecuencias, y conciente en general de las dificultades
que a todos nos surgen para abordar dinámicas de derecho internacional de los
derechos humanos, derecho internacional humanitario y derecho penal
internacional, observa que es cada vez más importante concebir las figuras, tal
como ellas son, en el contexto de sus tradiciones. En cualquier caso, además, es
siempre menester trabajar los conceptos como verdaderas categorías con
implicaciones sistémicas y no como meras palabras. En este sentido y para volver
a la diferencia que se ha planteado, se deben evitar confusiones cuando se dice,
por ejemplo, que el “principio de oportunidad no es exótico; se encuentra
regulado como facultad propia y discrecional del fiscal en la Corte Penal
Internacional, que actúa como estándar internacional, pues es el sistema
procesal ratificado por Colombia”.22
22
Augusto Ibáñez Guzmán, ponencia presentada al XXV Congreso Colombiano de derecho procesal,
Universidad Libre, 2004, pp. 150-151.
de la acción penal, por entender que el caso no redunda en interés de la
justicia”.23
23
Juan Luis Gómez Colomer, “la investigación del crimen en el proceso penal ante la Corte Penal
Internacional”, en: Gómez Colomer, González Cussac, Cardona lloréns (Coordinadores), La Corte Penal
Internacional (un estudio interdisciplinar), Tirant lo blanch, Valencia, 2003, p. 322.
24
Otros autores, como Oscar Julián Guerrero por ejemplo, de la misma forma que el autor de este módulo,
es claro al considerar siempre como punto de partida la diferencia entre discrecionalidad para acusar y
principio de oportunidad. También, en el caso de la Corte Penal Internacional, hace referencia al hecho de
que se trata más de discrecionalidad. Ello, incluso, por un hecho que parece elemental: en el caso de que el
fiscal de la Corte, decida que el posible enjuiciamiento no redundaría en interés de la justicia, ello no
implica que el caso, justo porque se trata de una Corte complementaria y residual, no se juzgue en el
Estado correspondiente; o sea, las consecuencias no son las mismas que aquellas previstas cuando se aplica
el principio de oportunidad. Parecen más bien, criterios de selección –como en tribunales ad-hoc a los cuales
se hará referencia, para investigar y acusar. Reflexiones con Óscar Julián Guerrero, autor de otro módulo en
este mismo proyecto conjunto, en el contexto de elaboración de este módulo.
25
Las reflexiones del autor se recogen de manera general, en, Héctor Olásolo, Corte Penal Internacional.
¿Donde investigar? Tirant Lo Blanch, Valencia, 2003.
Ahora bien y volviendo a la cita previa que, además, hacía referencia a una
especie de estándar, no sólo se trata de no equiparar discrecionalidad con
oportunidad, sino y sobre todo en este caso, se trata de evitar que dicha
equiparación converja en una especie de estándar internacional sin contenido,
sin concreción. Es decir, aunque se entiende el esfuerzo del autor por evitar con
buen juicio el mero “procedimentalismo”, el esfuerzo puede ser
contraproducente, en la medida en que se mezclan tradiciones diferentes con
diferentes sustentos históricos y argumentativos y se deduce de ello un estándar
procesal. El hecho es muy concreto: mientras la prosecutorial discrection
anglosajona es la regla, en nuestro caso, la oportunidad es la excepción (más allá
desde luego de nuestra conclusión sobre la necesidad de matizar esta
característica).
26
Winfried Hassemer, Crítica al derecho penal de hoy, Ad-Hoc, Buenos Aires, 1995.
27
Luis María Díez-Picazo, op.Cit., p. 13.
Nótese bien, además, que la noción de oportunidad surge aquí casi más como un
criterio de discrecionalidad. La conclusión parece mero pragmatismo, pero debe
entenderse en el sentido de la diferencia con aquella discrecionalidad técnico-
interpretativa de supuestos jurídicos, para dar respuesta a supuestos fácticos.
Así, allí donde existe la discrecionalidad política, ella “consiste en la posibilidad
de ejercer la acción penal según criterios extrajurídicos”. Extrajurídicos, en el
sentido en que no son meramente dogmáticos, de tal forma, que “este tipo de
discrecionalidad implica, por tanto, un juicio de pura conveniencia en virtud del
cual se decide si el ejercicio de la acción penal es apropiado con respecto a
ciertos fines políticos”. Pero, ¿quién define estos intereses políticos, cómo se
definen éstos, quién o quiénes entran a hacerlo? ¿Le corresponde siempre al
Fiscal General o a los fiscales de cada caso? ¿Y sus relaciones con el poder
ejecutivo? Se trata de cuestiones de fondo y que tienen que ver con la política
como tal y con la política criminal.
Se trata de una cuestión sutil, pero llena de sentido y que le otorga claridad a los
fiscales y jueces, particularmente para diferenciar bien, cuando éstos últimos
hacen uso necesario de una discrecionalidad técnica, interpretativa, insalvable y,
cuando, por vía en el caso colombiano de una oportunidad reglada, se trata de
una discrecionalidad ligada a motivos o decisiones político-criminales. Como se
verá en la próxima unidad, el juez es también un hacedor de política criminal y,
más aún, de política social, cuando se trata de las relaciones entre política
criminal y política social. Incluso la aplicación misma del principio de
proporcionalidad, tal como viene siendo trabajada de manera fundamental
especialmente por los jueces de control de garantías, entraña desde luego, un
ejercicio de discrecionalidad. Pero eso debe ser en todo caso técnica, en este
sentido toda la dogmática de ponderación y un uso regulado y disciplinado, con
auto-restricciones del constitucionalismo y de la teoría de la argumentación,
están al servicio de la decisión técnica del juez.
28
Ibidem, p. 16.
b) Discrecionalidad técnica y oportunidad reglada en virtud de las
causales que rigen la aplicación del principio
Lo interesante es, en este caso, tener siempre presente que, como sucede en
Colombia, cuando una figura como el principio de oportunidad tiene rango
constitucional, ello le otorga más complejidad al manejo de la misma, porque la
convierte directa y justamente en un tema de especial relevancia en el contexto
de la Carta Fundamental y no sólo a nivel legal. De allí el celo con que la Corte,
a pesar de admitir expresamente la noción de discrecionalidad, establece la
limitación de la misma, no sólo en la existencia de causales expresas, sino
también respecto de la claridad de las causales mismas. En este sentido operaría
29
Corte Constitucional, Sentencia No. C-673 del 30 de Junio de 2005, M.P. Clara Inés Vargas.
30
“Al respecto la Corte considera, que hacer depender la aplicación del principio de oportunidad de una
investigación, en cuento dificulte, obstaculice o impida al titular de la acción orientar sus esfuerzos de
investigación hacia otra de mayor relevancia o trascendencia para la sociedad, resulta de esta manera una
norma completamente ambigua, indeterminada y oscura… La advertida imprecisión de la norma acusada,
imposibilita por su parte el ejercicio de un adecuado y real control por parte del juez de garantías, al no
contar con criterios objetivos que le permitan establecer si la aplicación del principio de oportunidad en el
caso se ajustó a los límites previstos en la Constitución y la ley. Es decir, ése diseño normativo vago e
indeterminado de la causal acusada, le impide al juez de control de legalidad establecer si el fiscal, al
aplicar el principio de oportunidad en el caso particular, dispuso arbitrariamente de la acción penal, o si
resultaba desproporcionado su ejercicio previa la ponderación de los derechos constitucionales en conflicto,
en razón de los deberes de respeto y protección que enmarcan la actividad del Estado”.
una excepcionalidad dentro de la legalidad, para decirlo de esta manera. Es,
como se verá a continuación, un tema de ingeniería u organización constitucional
en función del ejercicio del ius puniendi.
31
Ibidem, p. 33.
32
El autor del módulo, remite a los operadores a la lectura de este trabajo muy pedagógico y claro, y a la
perspectiva comparada que en él se asume. Véanse, a propósito, pp. 35 y ss.
persecución penal, es en sí mismo un tema de relevancia constitucional. Desde el
origen mismo de la Fiscalía General de la Nación, se discutió acerca de su
carácter situado a medio camino entre lo judicial y lo administrativo, el carácter
jerárquico en el trabajo de sus agentes, etc. Es un tema que debe seguirse
pensando e investigando.33 En este escenario, debe pensarse siempre, por
ejemplo, en las relaciones entre el poder ejecutivo y el ente investigador, en las
variables que entran en juego en el proceso de nombramiento del fiscal general
y, al mismo tiempo, en los procesos de selección de los fiscales y en su
organización interna. De suyo, un hecho central es la organización interna que ha
dispuesto la Fiscalía General para la aplicación del principio, el uso de las
causales, quiénes y cómo las sustentan, el fiscal coordinador y las directrices que
ha establecido, etc. Se trata de un tema fundamental.
Son relaciones y tensiones que exigen, además, indagar siempre sobre aquellos
hechos que inciden en las propuestas político-criminales que impulsa la misma
Fiscalía. Aquí surge un asunto interesante: la Fiscalía no es en sí misma un órgano
legislativo, pero ella presenta propuestas de reforma y muy comprehensivas, se
trata de verdaderos códigos. Así, no sólo ejecuta decisiones político-criminales
una vez que el legislador ha establecido criterios macro de actuación de la ley,
33
Es por esta razón, por el carácter ambiguo, por decirlo así, que tiene el ente investigador, que un autor
como Mestre, con argumentos muy interesantes, sustenta su concepción del principio de oportunidad,
partiendo del hecho de que la Fiscalía General asume funciones eminentemente administrativas, a pesar de
hallarse situada, desde el punto de vista orgánico, dentro de la rama judicial. De allí deriva el autor una
serie de consecuencias y de premisas, más ligadas a la aplicación del principio por razones de conveniencia
política, etc. Ver, José Fernando Mestre, op. Cit., pp. 49 y ss.
sino que interviene directa y decididamente en los procesos de elaboración de la
misma ley. Esto le otorga un inmenso poder y, se trata, también y desde luego,
de un tema fundamental desde la perspectiva constitucional, desde la
perspectiva misma de la separación de las ramas o instituciones del poder
público.
Actividades pedagógicas
Para el desarrollo de las siguientes actividades es importante que
el dicente tenga en cuenta las consideraciones que a
continuación se enuncian y que constituyen el punto de partida
de las reflexiones planteadas a lo largo de esta unidad:
p
contrario o antónimo del principio de legalidad, sino que
debe entenderse como un instrumento que dentro del
contexto de la legalidad permite dar respuesta a las
necesidades de la sociedad a la cual se aplica.
2. El uso adecuado del principio de oportunidad sirve para
emendar, en alguna medida, por lo menos en casos
concretos, las formas de selectividad propias de
sociedades tan desiguales, en las que los pequeños
delincuentes tienden a ser siempre los “clientes” del
sistema penal, mientras los grandes escapan a su
aplicación.
Actividad 1:
Elabore un mapa conceptual en donde ubique el principio de
oportunidad tal y como fue regulado en Colombia y su relación
con la “oportunidad” propia del contexto europeo-continental y
con la “discrecionalidad para acusar” propia del ámbito
anglosajón. (Tenga en cuenta los criterios jurisprudenciales
sentados por la Corte Constitucional – Ver anexo).
Actividad 2:
¿Entender el principio de oportunidad como manifestación de una
facultad discrecional reglada equivale a concebirlo como una
figura de aplicación excepcional?
Actividad 3:
Reflexione sobre las implicaciones prácticas que tendría para la
administración de justicia en Colombia, que el principio de
oportunidad fuera concebido por los distintos operadores
judiciales como una figura de aplicación excepcional.
Actividad 4:
Plantee un caso de aplicación del principio de oportunidad e
identifique qué diferencias habría tanto en la argumentación de
la Fiscalía como en el control ejercido por el juez de control de
garantías, de entenderse esta facultad como simple
manifestación de discrecionalidad o como una facultad que debe
ejercerse dentro del marco de la legalidad.
Autoevaluación
Desarrolle las siguientes preguntas sobre el caso que a
continuación se describe:
Supuestos fácticos
El 21 de Marzo de 2008 agentes de la Policía Nacional que se
ae
encontraban haciendo labores de patrullaje en la Carrera 15 con
Calle 72, observaron al procesado Ricardo Armenio Rubio
comercializando en la calle CD´s en formato DVD, que por sus
características no se asemejaban a los originales, por lo cual se
le dio captura e incautó el material (137 CD´s). En la URI a la que
fue conducido se practicó el estudio técnico pericial a los
elementos incautados concluyendo que los discos carecían de los
estándares de calidad establecidos por los productores de la
industria legalmente constituida.
En la audiencia de formulación de imputación se imputó el delito
de “defraudación de derechos patrimoniales de autor” sin que el
procesado aceptara los cargos. Posteriormente se realizó un
preacuerdo con la fiscalía, pero al mismo tiempo el imputado con
su defensor se pusieron en contacto con la víctima para tratar de
llegar a un acuerdo de reparación. Efectivamente, el señor Rubio
llegó a un acuerdo con la empresa APDIF (Asociación para la
Protección de los Derechos Intelectuales de Videogramas y
Fonogramas) consignándole en su cuenta bancaria la suma de
$150.000; en consecuencia el representante legal de APDIF
manifestó por escrito al fiscal instructor del caso que habían sido
reparados integralmente los perjuicios causados con la conducta
del procesado y que en este sentido desistía de la intención de
cualquier acción en su contra.
El fiscal instructor del caso solicitó aprobación del fiscal
delegado ante el Tribunal Superior de Distrito Judicial para
renunciar al ejercicio de la acción penal en aplicación del
principio de oportunidad causal primera, sin embrago este último
conceptuó que para evitar la reincidencia del procesado en esta
conducta, el principio de oportunidad en este caso debía ser
aplicado a través de la causal octava procediendo entonces la
suspensión de procedimiento a aprueba por un término de seis
meses.
El fiscal instructor estando en desacuerdo con esta posición
solicitó audiencia preliminar ante juez en función de control de
garantías y presentó las dos posturas insistiendo en su punto.
Jurisprudencia
j Corte Constitucional:
Objetivos específicos
• Identificar las relaciones que existen entre la política criminal
y los principios constitucionales, así como las consecuencias de
dicha relación para el derecho penal sustancial y procesal.
o
concretas ante la posible aplicación del principio de
oportunidad.
34
Claus Roxin, “Sinn und Grenzen staatlicher Strafe”, en: JuS, 6. Año, 1966, cuaderno 10, pp. 377-387.
encuentra en los principios de la Constitución. Por tanto, un concepto de bien jurídico
vinculante político-criminalmente sólo se puede derivar de los cometidos, plasmados en
la ley fundamental, del Estado de derecho basado en la libertad del individuo”.35
Nótese, desde el título del texto del 66 y luego en la conclusión de su síntesis en el
Tratado, que en ellos se enfatiza de manera clara la noción de límite: sentido y límite
de la sanción de una parte; de otra parte: bien jurídico, protección penal y Carta
Política basada en la protección de la libertad como límite de la actuación estatal.
La misma idea es compartida por Franco Bricola en un esfuerzo por pensar las categorías
del derecho penal en función de la Carta Política. En efecto, su Teoria Generale del
Reato -su “Teoría general del delito”- fue pensada en función de la Constitución
Política. De hecho, a su llegada a la universidad de Bolonia, Bricola fue profesor de
derecho constitucional y es uno de los autores pioneros en pensar una renovación de las
categorías de la teoría del delito desde el punto de vista constitucional. El autor
concibe entonces, “que la Constitución atribuye un valor del todo preeminente a la
libertad personal”. En consecuencia, “puede afirmarse hoy con una mayor conciencia
constitucional, que la sanción penal sólo puede ser adoptada en presencia de la
violación de un bien que, a pesar de que pueda no tener un grado de respeto similar al
valor sacrificado de la libertad personal, esté dotado al menos de relevancia
constitucional”.36
Para Bricola, se trata de hallar en la Carta, de la misma forma que lo hace Roxin, el
marco para derivar bienes jurídicos, al mismo tiempo que se subraya la noción de
libertad como bien constitucional y la proporcionalidad implícita como exigencia
fundamental para la deducción de bienes jurídicos de la misma Carta. Se trata desde
luego, además, del uso de la noción de proporcionalidad para ser medido el impacto de
cualquier decisión de política criminal, sobre el valor constitucional de la libertad.
Nuestro juez constitucional ha desarrollado una vasta jurisprudencia resaltando el
principio de proporcionalidad en un sentido material. Por ejemplo, dice la Corte: “En
materia penal, esta Corporación ha señalado que la facultad del legislador penal para
limitar los derechos de las personas, si bien es amplia en razón de la configuración de la
35
Claus Roxin, Derecho Penal. Parte General. Fundamentos. La estructura de la teoría del delito, Civitas,
Madrid, 1999, p. 55.
36
Franco Bricola, “Teoria Generale del Reato”, en: Novissimo Digesto Italiano, XIX., 1974, p. 15.
política criminal, está restringida por normas constitucionales que está obligado a
respetar. Dentro de tales límites se destacan no sólo el respeto al núcleo esencial de los
derechos sino de los principios de necesidad, no discriminación, racionalidad mínima y
37
proporcionalidad”.
Si, como es el caso de esta lectura pionera de Bricola, la protección de bienes jurídicos
o, en todo caso, de objetos de protección del derecho penal, debe armonizarse siempre
y debe ser proporcional con el desmedro que sufre la libertad, significa que las
decisiones político-criminales, el catálogo de objetos de protección, el listado de delitos
contenidos en la legislación o legislaciones penales, debe tener necesariamente un
contenido constitucional afincado sobre ese juicio inicial de proporcionalidad. Éste
constituye una versión depurada y sofisticada hoy, con las herramientas del nuevo
constitucionalismo, de los antiguos esfuerzos por pensar la pena en un sentido
proporcional, de otorgar mínima racionalidad al castigo penal, desde el inicio mismo de
la producción normativa y luego con aquellas otros presupuestos que son también
decisiones político-criminales: aumento de penas a delitos existentes, cambio de
jurisdicción o de competencia para ciertos delitos, criminalización o descriminalizacion
de conductas, inclusión a exclusión de agravantes, creación de estatutos especiales para
sujetos especiales de protección como los menores, las mujeres, etc. (Véase por
ejemplo, la reciente Ley 1257 de diciembre de 2008, por medio de la cual, en el
contexto de la prevención y sanción de actos de violencia contra las mujeres, incluye,
para citar este caso, una circunstancia especial de agravación punitiva, adicionando el
artículo 135 del Código Penal sobre homicidio en persona protegida, de tal forma que se
aumenta la pena cuando dicho homicidio “se cometiera contra una mujer por el hecho
de ser mujer”. Una norma interesante, pero y esto vale como reflexión para lo que se
estudiará a continuación, no existe un apoyo argumentativo sólido para justificar esta
inclusión, no se hace referencia a datos de ninguna índole, a nociones de “enfoque
diferencial”, etc.).
38
Hans-Heinrich Jescheck, Tratado de Derecho Penal. Parte General, cuarta edición completamente
corregida y ampliada, traducción de José Luis Manzanares Samaniego, Comares, Granada, p. 18.
investigaciones empíricas. Lo que quiere decir, además, que el sistema de justicia penal
debe comprometer a centros de investigación, universidades, institutos especializados, a
llevar a cabo estos ejercicios, de tal manera que las decisiones de política criminal –
como al contrario ha sido la tradición del país- no consistan en la mera reacción
puramente coyuntural a fenómenos delincuenciales no medidos con verdadera
cientificidad.
39
Sobre las tensiones entre garantismo y eficientismo, entre razón valorativa y mera razón instrumental, en
una lógica de acción meramente criminalizante y en el contexto del derecho penal de enemigo en el caso
colombiano, permítase la remisión del libro escrito por el autor de este módulo, Guerra y derecho penal de
enemigo. Reflexión crítica sobre el eficientismo penal de enemigo. Primera reimpresión, Editorial Ibáñez,
Bogotá, abril de 2009. De otra parte, siempre, en este contexto, se debe tener presente el magnífico
esfuerzo de Ferrajoli para darle una base epistemológica, filosófica, dogmática y en referencia a decisiones
político-criminales al garantismo penal: Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, Editorial Trotta,
Madrid, 1995. Además, se deben tener en cuenta, igualmente siempre, las propuesta del programa de
derecho penal mínimo sostenido por Alessandro Baratta, quien leyó los principios penales fundamentales en
clave político-criminal y quien avanzó significativamente en un proyecto, en su momento casi
revolucionario, de un auténtico derecho penal de la Constitución. Este programa de derecho penal mínimo,
se expresa en un texto fundamental para nuestra reflexión posterior sobre política social: Alessandro
Baratta, “la política criminal entre la política de seguridad y la política social en países con grandes
conflictos sociales y políticos“, en: Ciencias Jurídicas, Memorias. Foro de Política criminal, Universidad
Javeriana, facultad de ciencias jurídicas, Bogotá, 1998, p. 25 y ss.
además, la necesidad de ubicar la política criminal en el marco general de la ciencia del
40
derecho penal.
En tercer lugar, el autor hace referencia concreta a aquello que hemos subrayado en
función del principio de proporcionalidad y su origen en el derecho penal material y
coloca el principio de libertad como principio rector respecto del cual se debe cumplir el
ejercicio, u hoy, en dogmática penal-constitucional, el test de proporcionalidad. Y
finalmente y en cuarto lugar, avanzando con ello aún más respecto de concepciones más
restringidas de política criminal, Jescheck destaca el aspecto procesal. No sólo se trata
así de la realización del derecho material, sino de los mismos postulados legales y
constitucionales que condicionan la política criminal. Como se ve, en esta secuencia de
conceptos, tal como hemos desagregado la noción del autor citado, se tiene un mapa
general del tema que nos ocupa. Este mapa tendrá más contenido con el estudio de los
principios, no sólo en Jescheck, sino en diversos autores y en producción jurisprudencial.
Así, a partir de una relativización del mero pragmatismo o de la prelación del interés
político coyuntural, el autor citado, concibe los principios, a partir de la constatación de
que “no todo lo que parece conveniente es asimismo justo. Y “como criterio de la
justicia en política criminal”, destaca el autor los tres siguientes principios que se
sintetizan así:
40
Se cita aquí el texto clásico de Roxin, Política criminal y sistema del derecho penal, editado por
Hammurabi, en la colección de “claves del derecho penal”, No. 2. Buenos Aires, 2006. Por su parte, el texto
de Heinz Zipf, se intitula: Introducción a la política criminal, Edersa, Madrid, 1979.
41
Hans-Heinrich Jescheck, Op. Cit., p. 19.
responsabilidad penal, en un autor como Roxin, deduciendo de ellos múltiples
consecuencias. Para Jescheck, finalmente y como lo es para nuestro caso, el principio de
culpabilidad tiene rango constitucional. Así, la apuesta en nuestro derecho penal
material y procesal, por un derecho penal del acto y no de autor, es una apuesta desde
los fundamentos constitucionales de dichos ámbitos normativos.
En esta dirección y teniendo en cuenta que es cada vez más importante situar la
dignidad como límite último de políticas criminalizantes que permitirían por ejemplo la
tortura en casos de terrorismo, etc., el autor del presente módulo concibe el principio
de dignificación del ciudadano. Éste se considera ligado a la apuesto por un derecho
42
Ibidem, p. 23.
penal mínimo, auténticamente subsidiario, con carácter fragmentario y no-expansivo.
Este principio de dignificación ha tenido, tanto en el derecho material como en el
derecho procesal, un valor esencial de límite y de autorregulación de la acción penal.
Desde el punto de vista del derecho penal sustancial, el propósito humanizante del
legislador -más allá de contradicciones propias de políticas criminalizantes que han
acompañado la legislación penal colombiana-, puede observarse en artículos como el 34
del Código Penal en su segundo inciso, que hace relación a la no necesidad de la pena en
la comisión de conductas culposas cuando éstas acarrean consecuencias contra personas
situadas en ámbitos familiares de quien las cometen; también en circunstancias de
menor punibilidad como la establecida en el numeral 8 del artículo 54, que se refiere a
“la indigencia o falta de ilustración, en cuanto hayan influido en la ejecución de la
conducta punible”. O, igualmente, en el artículo 56 que, pese a su escaso uso, es un
artículo excepcional para que el juez de conocimiento, exprese un juicio auténtico de
solidaridad social y de humanización de la sanción penal, en tanto que la norma prevé
una rebaja de la pena para “quien realice la conducta punible bajo la influencia de
profundas situaciones de marginalidad, ignorancia o pobreza extremas, en cuanto hayan
influido directamente en la ejecución de la conducta punible y no tengan la entidad
suficiente para excluir la responsabilidad…”. (Es una causal especial que permite,
además y tal como se hará aquí, conectar directamente, en el contexto más general de
la responsabilidad penal, la culpabilidad con los fines y el sentido de la pena; la
conexión entre culpabilidad y punibilidad).
El autor de este módulo, agregaría a este catálogo ya citado desde Jescheck, el principio
de fragmentariedad del sistema penal; él está implícito desde luego en los grupos de
principios citados, pero se subraya no sólo su impacto, en sede de legalidad, sino y sobre
todo, se destaca el hecho de que el carácter fragmentario del derecho penal, indica una
43
Eugenio Raúl Zaffaroni, Alejandro Plagia y Alejandro Slokar, Derecho Penal. Parte General, Ediar, Buenos
Aires, 2002, p. 126 y ss.
44
Maximiliano Rusconi, Derecho Penal. Parte General, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2007, p. 53 y ss.
separación entre moral y derecho penal que se hace cada vez más relevante, frente al
avance criminalizante de ámbitos complejos en que se mezclan la moral, la ética y el
derecho: agresiones sexuales contra menores, consumo mínimo de drogas, el no resuelto
aún problema del aborto, etc. Así, de acuerdo con el principio, ello significa que, en
relación con el derecho penal, se hace necesario distinguir entre aquello que es
“penalmente relevante” y aquello que es “penalmente irrelevante”. Es decir: “no todo
45
hecho ilícito, constituye un ilícito penalmente relevante”.
Ello supone que el derecho penal debe legar a otros ordenamientos jurídicos la
regulación de ciertas conductas que no tienen relevancia para el mismo: el derecho
penal no puede tener una pretensión de totalización y de intervención en todas las
esferas sociales y, menos aún, la pretensión de intervenir específicamente en el ámbito
de la moral. Así advierte Maiwald, quien rescata la noción de fragmentariedad del
derecho penal como un valor deseado, en contraste con interpretaciones tradicionales
que lo concebían como un defecto en la metodología seguida por el legislador: “sin
embargo hoy en día estamos acostumbrados a entender el sentido del ‘carácter
fragmentario’, de una manera totalmente diferente a la exigencia totalizante hecha al
legislador penal”.46
45
Udo Ebert, Strafrecht Allgemeiner Teil, 2a ed., Heidelberg, 1994, p. 2.
46
Manfred Maiwald, “Zum fragmentarischen Charakter des Strafrechts“, en: Schröder, Friedrich-Christian/
Zipf, Heinz (editores), Festschrift für Reinhart Maurach zum 70. Geburtstag, Karlsruhe, 1972, p. 9.
Una de las características más delicadas de aquello que se llama el “derecho penal
simbólico”, es decir, aquel que está conformado por normas que se sabe de antemano
que no resolverán ningún problema, pero que se erigen o se sustentan en su carácter
meramente simbólico para aquietar el llamado social de la comunidad en búsqueda de la
seguridad, es el hecho de actuar no donde los problemas se originan, sino donde ellos se
manifiestan. El caso de la “lucha contra el terrorismo” o contra el narcotráfico es
ejemplo de ello. También sería el caso del derecho penal ligado a la trata de personas,
al contrabando de hidrocarburos, a la mendicidad, etc.
Este último principio nos lleva a una cuestión fundamental para un juez que hace un
control no meramente mecánico del principio de oportunidad: se trata de tener
conciencia de las tensiones entre política criminal y política social. Y, dentro de estas
tensiones, entre política penal y política social.
Pero la cuestión que se acaba de aclarar, conduce a un aspecto todavía más interesante
y complejo que tiene que ver con las relaciones entre política criminal y política social.
Se trata de un tema general, desde luego, pero aquí se hará relación a él en función de
la posible actuación del juez de garantías como juez constitucional, cuando adelanta el
control sobre la aplicación del principio de oportunidad. Se trata de la criminalización
de la política social, cuando es el caso de problemas de carácter económico, social y
político, como es el caso del narcotráfico y de aquellos problemas que se acaban de
enunciar.
En estos casos, la política social es absorbida por la mera política penal, por la política
criminal con una prelación en ella de la mera política criminalizante. Por eso siempre es
necesario hacer esta diferencia: una noción más compleja de política criminal, debe
involucrar, en consonancia con lo expuesto hasta ahora, políticas preventivas, decisiones
que acentúan la prevención del delito, actuar sobre las causas y no sobre las meras
consecuencias. Prevención es también política criminal y ello, a su vez, es más
consistente con la armonía entre las políticas públicas. A propósito, en un excelente
trabajo dedicado a las tensiones generadas entre la política social y la política criminal,
Alessandro Baratta, teniendo en cuenta experiencias empíricas de prevención de la
criminalidad, como la Nouvelle Prévention, en el caso francés o experiencias de trabajo
social con distintos actores en Bolonia, problematiza lugares comunes relacionados con
la aplicación de políticas públicas y busca respuestas en políticas de prevención más
consistentes.47
Frente al caso que nos ocupa, es relevante la hipótesis del autor según la cual existe una
perversidad inherente a modelos tradicionales de implementación de políticas públicas
en las que las personas que son sujetos de la acción del Estado no lo son porque sean
sujetos de derechos, sino porque representan una amenaza para otras personas. De esta
forma se tergiversa el principio de la obligación, existente per se, que tiene un Estado
de aplicar la política social y, al contrario, es la potencialidad que tiene un sujeto de
convertirse en criminal y, por tanto, la potencialidad de la amenaza, la razón para
aplicar la política social.
47
Alessandro Baratta, “la política criminal entre la política de seguridad y la política social en países con
grandes conflictos sociales y políticos“, en: Ciencias Jurídicas, Memorias. Foro de Política criminal,
Universidad Javeriana, facultad de ciencias jurídicas, Bogotá, 1998, p. 25 y ss. (Se trata de un texto
fundamental, considerado por muchos, además, como un verdadero testamento del Prof. Baratta y en el
cual el autor ilustra sus últimos tránsitos doctrinales y políticos, todos ellos conservando hasta el final, una
coherencia doctrinal y humana encomiable).
finalidad (subjetiva) de los programas de acción no es la seguridad de sus derechos, sino
48
la seguridad de sus potenciales víctimas.”
De esta manera, más con el propósito de proteger ciertas personas, y no para “promover
el disfrute de sus derechos civiles, económicos y sociales, en los sujetos socialmente en
desventaja, la política social se transforma (usando un concepto de la nueva prevención)
en prevención social de la criminalidad. Sujetos vulnerados o vulnerables que sufren
lesiones (actuales) de derechos por parte del Estado y de la sociedad, como son las
lesiones a los derechos económicos, sociales (derechos débiles) se transforman en
potenciales infractores de derechos fuertes de sujetos socialmente más protegidos. En
ese momento se está en presencia de una superposición de la política criminal a la
49
política social, de una criminalización de la política social”. (El tema de la ley de
víctimas, “enterrada” a instancias del Parlamento, literalmente, y de la manera más
reprochable por el presidente de la República, el día 18 de junio de 2008, a la cual se
hará referencia en la próxima unidad, es un tema que puede bien analizarse en esta
perspectiva: la visión contra toda dignificación de la víctimas, por parte del poder
ejecutivo, en el sentido de considerar que su reparación se debe ofrecer casi como
dádiva, por solidaridad, por caridad y no por obligación, tanto más tratándose de
víctimas producidas por agentes estatales o con su aquiescencia, se coloca en esta
perspectiva de perversión en las políticas públicas. En este caso, entre políticas de
reparación como obligación frente a sujetos de derechos y políticas de asistencia,
propias de Estados indolentes).
Algunas de las normas del Código Penal vigente pueden ilustrar lo expuesto. Es el caso
del artículo 188 A, que castiga la mendicidad, fenómeno hoy abordado en el contexto
más amplio de la trata de personas. En relación con la norma, que prevé el castigo para
quien esclavice y trafique a partir de la mendicidad, surge una pregunta fundamental:
si se protege a los menores para que no sean explotados, ¿se los protege porque ellos
son sujetos de derechos o porque constituyen una incomodidad para la sociedad? ¿Se los
protege porque el Estado reconoce que son personas con derechos y que debe prestarles
su apoyo, o se los protege porque, además de ser una incomodidad, son delincuentes
potenciales? Es decir, ¿se los protege en función de sí mismos o de sus potenciales
48
Ibidem, p. 31.
49
Ibidem, p. 32
víctimas? De igual manera: si se protege a una prostituta, por ejemplo, para que no sea
esclavizada o tratada, ¿se lo hace porque ella es en sí un sujeto de derechos, o porque
es una incomodidad para la sociedad y porque se mueve en escenarios de criminalidad
latente? (en las discusiones actuales sobre el menor delincuente, en la posibles
respuestas a ello, en un ambiente generalizado de histeria punitiva, de inflación
legislativa penal, este tema se torna fundamental).
50
Felix Herzog, Nullum Crimen Sine Periculo Sociali oder Strafrecht als Fortzetzung der Sozialpolitik mit
anderen Mitteln, en: Klau Lüderssen (editor), Modernes Strafrecht und Ultima-ratio-Prinzip, Frankfurt
entre otras, 1990, p. 105.
51
Ibidem, p. 106.
52
que se amenace la subjetividad del delincuente”. Agrega el autor citado: el
delincuente es “subsumido en un contexto de riesgo de ‘inseguridad social’ mediante
violencia políticamente motivada, como factor de riesgo. Entonces, bajo esta
suscripción, según una expresión de Castel, aparecen sobre el tapete ‘políticas
preventivas”. Ellas, en realidad, deconstruyen al individuo concreto de la intervención y
construyen una combinación de todos los factores creadores de riesgo”.53 Allí se produce
lo que Baratta denomina la criminalización de la política social. Herzog agrega,
finalmente: “Tal derecho penal pierde sus límites y avanza, en el proyecto de un Estado
de bienestar y seguridad, como la mera continuación de la política social y la política
54
interna, a través de los medios propios de la violencia institucional”.
Pero la pregunta que surge es la siguiente: ¿y qué papel juega en este escenario el juez
penal de control de garantías, que es, quien controla la aplicación del principio de
oportunidad? ¿Desde luego, qué papel juega el fiscal en este juego complejo? ¿Puede el
juez penal entonces, hacer política social cuando, por ejemplo, observa que existe una
perversión y la política social es absorbida por la mera política penal o criminalizante?
Se trata de una cuestión de fondo. Para ello se debe ante todo partir de un hecho
central: el juez no es desde luego un agente administrativo que le corresponde llevar a
cabo decisiones de política social, pero el tema sí le interesa fundamentalmente:
causales del principio de oportunidad están directamente relacionadas con esta tensión,
la causal séptima por ejemplo; además, las discusiones sobre antijuridicidad material
también pasan por aquí y, en todo caso, las discusiones sobre los fines de la pena y sobre
si se aplica el principio de oportunidad o al contrario, debe ser la preclusión la que se
aplica, necesariamente se relacionan con este tema complejo. (Se hace referencia al
papel del juez, pues a éste es dirigido el módulo, pero se sobreentiende que la reflexión
cubre al fiscal y a todos los actores del proceso en general, incluidos los agentes del
52
Ibidem, p. 106.
53
Ibidem, p. 107. Agrega así el autor: “El derecho penal, según el programa de la prevención de riesgos
sociales, criminaliza ampliamente el estadio previo a verdaderos daños a los bienes jurídicos, y así se libera
del concepto propio del derecho penal en el Estado de derecho, es decir, de un derecho penal del acto, y se
relaciona más con el concepto reaccionario del derecho penal de autor, al generar un derecho penal de la
totalidad. Es un modelo que busca, ante todo, limitar situaciones generadoras de riesgo”. Ibidem, p. 107.
54
Ibidem, pp. 107 y s.
Ministerio Público, cuando sea el caso, por ejemplo. Tanto más éstos, dada la función
especial que tiene la Procuraduría General de la Nación). Un caso claro en este sentido,
utilizado por el autor de este módulo en diversos talleres con jueces y fiscales, fue el
caso ventilado y abordado de manera consistente por todos los actores del proceso, en
la Distrito Judicial de Bogotá, en Audiencia de Control de Legalidad sobre la Aplicación
del Principio de Oportunidad celebrada el 3 de Noviembre de 2005.
El juez del caso, con mucho criterio, precisó que con la aplicación del principio de
oportunidad, se “pretende flexibilizar el rigor de la ley penal”; además, indicó que el
propósito de esa audiencia era que el juez revisara la legalidad material y formal de la
decisión de la Fiscalía de dar aplicación al principio de oportunidad, cuando implica
renuncia del ejercicio de la acción penal, todo esto, en desarrollo de la política criminal
del Estado, la cual a consideración del juez quedó establecida en las causales
consagradas en el artículo 324 del CPP. El juez, declaró ajustada la aplicación del
principio por parte de la Fiscalía.
Ahora bien, en razón a que la comisión de un delito puede generar, a pesar de que su
persecución puede implicar un costo elevado para la administración de justicia,
consecuencias concretas para la víctima y por eso se ha hecho alusión aquí a la causal
14, en la reforma que se discutió en el Parlamento colombiano sobre el principio de
oportunidad, a dicha causal se le ha agregado lo siguiente: “Cuando la persecución penal
55
Ralf Dahrendorf, Law and Order, The Hamlyn Lectures, Stevens, London, 1985, p. 68-69.
56
Ibidem, p. 69.
de un delito comporte problemas sociales más significativos, siempre y cuando exista y
se produzca una solución alternativa adecuada a los intereses de las víctimas. Quedan
excluidos en todo caso los jefes, organizaciones, promotores, y financiadores del delito.
(Subrayado fuera del texto).
Pero además, lo expuesto coincide con un dato muy interesante que ha constado el
autor de este módulo con jueces de control de garantías, en entrevistas adelantadas
para la elaboración de este trabajo. Es el caso de la invocación, interesante, que hacen
los fiscales de la causal octava del artículo 324 que hace referencia a la “suspensión del
procedimiento a prueba en el marco de la justicia restaurativa”, siempre y cuando se
cumplan las condiciones impuestas en el contexto de la oportunidad reglada o
condicionada. Así, casos como la inasistencia alimentaria, que desde siempre se ha
objetado que siga este problema siendo considerado como un problema de política
penal, y que debería ser abordado más en al ámbito de la política social, se han resuelto
por esta vía: se cumplen las condiciones impuestas por la causal y no se avanza con
procesos penales inútiles.
Esto se puede constatar en las estadísticas que realiza la Fiscalía General de la Nación y
que publica en sus informes de gestión. Por ejemplo, en el Informe de Gestión 2006-
2007, se aprecia que entre el primero de Julio de 2006 y el treinta de Junio de 2007, en
las fases I, II y III de implementación del sistema procesal penal acusatorio, el principio
de oportunidad fue aplicado en virtud de la causal 8ª a 9 casos de violencia intrafamiliar
y a 42 casos de inasistencia alimentaria,57 mientras que en el Informe de Gestión 2007-
2008, se da cuenta de la aplicación del principio de oportunidad por esta misma causal
57
Fiscalía General de la Nación, Informe de Gestión 2006-2007, p.176.
en 181 casos de violencia intrafamiliar y 82 casos de inasistencia alimentaria.58
Encontramos también, y esto resulta igualmente ilustrativo, que durante el periodo
comprendido entre el primero de Julio de 2006 y el treinta de Junio de 2007, la causal
8ª se aplicó en las fases I, II y III en 173 casos, ocupando así el tercer lugar entre las
causales más aplicadas, después de la causal 13 que ocupó el segundo lugar (200 casos) y
de la causal 1ª (949 casos) la cual ocupó el primer lugar, vale anotar que en la aplicación
de la esta causal la reparación integral a la víctima también ocupa un lugar central.59
58
Fiscalía General de la Nación, Informe de Gestión 2007-2008, p. 49.
59
Fiscalía General de la Nación, Informe de Gestión 2006-2007, p.176.
depende de la gestión de los jueces y de las personas involucradas en la administración
del sistema”.60 Así, decisiones político criminales, tomadas por el legislador dentro del
marco constitucional, incluso con la participación del ejecutivo a través de la iniciativa
legislativa, son sobre todo elementos abstractos que determinan líneas generales de
acción, las cuales requieren estar mediadas por la actividad judicial para poder
concretarse en la realidad cotidiana del derecho.61 Los fiscales y jueces participan
entonces en la configuración de la política criminal del Estado, al tomar decisiones y
adelantar valoraciones sobre contextos fácticos específicos, a la luz de normas
preestablecidas y de carácter general.
Por todo lo expuesto, se insiste una vez más, antes de caer en la trampa de anteponer
erróneamente legalidad y oportunidad, y ver ésta como excepcional, como sinónimo de
poco posible o de temor en la aplicación, los fiscales y jueces deben ver en este
principio una herramienta privilegiada para cumplir con los mismos objetivos del sistema
penal acusatorio, por no hablar, desde luego, de objetivos que tienen que ver más con la
función de fondo que cumple un juez de garantías y un juez penal en general, en un
Estado social de derecho.
Si, como se ha dicho tantas veces desde la misma discusión legislativa en torno al nuevo
sistema, el telos del sistema -no como expresión del pragmatismo anglosajón
instrumental- sino atendiendo a las verdaderas oportunidades de actuación y de
funcionamiento del sistema, debe evacuar un porcentaje muy importantes de casos para
llegar al juicio oral y público con aquello que sea verdaderamente más grave y
complejo, el principio de oportunidad es una herramienta realmente central para este
propósito.
No es de segunda mano, es casi o lo puede ser, una herramienta de cierre del sistema o
de entrada condicionada y, en todo caso, a nuestro juicio, puede ser una herramienta
más adecuada para los fines del sistema, que la constelación de negociaciones o de
60
Adrián Marchisio, op.Cit., p. 427.
61
Ibidem, p. 430.
allanamientos a cargos, muchas veces, éste por ejemplo, contaminado de malas
actuaciones de abogados irresponsables que aconsejan a clientes de bajos recursos o
aquejados por situaciones de ignorancia, aceptar cargos sin ser efectivamente
responsables. Ello, sin que el autor se oponga, desde luego, a los acuerdos y
negociaciones, tanto más con los límites que la jurisprudencia les ha definido. Pero se
enfatiza el hecho de la realidad social en la cual se mueve la norma penal: la
selectividad perversa inherente a sociedades desiguales, se puede equilibrar por parte
de operadores concientes de su papel social, con la aplicación del principio de
oportunidad como herramienta de selectividad o selección regulada y controlada.
Hay otro caso típico que revela no sólo las tensiones entre política criminal y política
social, sino que revela la tensión y contradicción inveterada entre derecho y realidad
social: el caso de la defraudación de derechos patrimoniales cuando las cantidades de
los productos que se defraudan son mínimas: un puñado de cds denominados “piratas” y
cuando la persona vive de ellos, por ejemplo. Son casos que tienen lugar por centenares
y, al respecto, no se discute aquí el impacto –lo mismo en el caso de la piratería en la
literatura- que ello causa a las empresas y a los artistas, pero de nuevo cabe la
siguiente pregunta en este contexto: ¿Cuáles son los verdaderos alcances del derecho
penal en estas circunstancias? ¿Son todos los casos iguales?
No lo son: una cosa es el gran traficante, el pirata mayor, por decirlo así, y otra cosa
son los pequeños vendedores ambulantes que comercian pocos elementos. Y aquí
también se ha aplicado el principio de oportunidad, lo cual debe seguir sucediendo así.
Una narración que puede causar hilaridad, pero que ilustra las verdaderas escenas del
derecho vivo, puede allegarse aquí: en la ciudad de Buenaventura, en un ejercicio
relacionado con el sistema acusatorio, fiscales y jueces refirieron al autor de este
escrito que allí opera lo siguiente: cuando se trata de un número menor de 20 cds por
ejemplo, el sistema judicial hace caso omiso, digamos, y a partir de un número mayor
actúa, todo en respeto de las realidades de esa ciudad –que son las de medio país. Se
trata, por decirlo así, de una especie de oportunidad no reglada o de selectividad de
facto que se rinde ante los dictados de realidades complejas. Por eso, en un sentido
institucional, para no hacer malabares, los operadores deben y pueden usar la
oportunidad reglada como oportunidad para hacer auténtico derecho vivo.
Para cerrar este tema, debe hacerse relación a una reciente sentencia de la Sala Penal
de la Corte, a la cual, por vía de casación, llegó un caso de estos a la corporación. La
primera cuestión se relaciona con el desgaste inaudito del juez penal de mayor jerarquía
que, teniendo casos de la llamada “parapolítica” por ejemplo, que es el órgano de
cierre en lo penal, que está aquejado por enormes problemas de todo tipo y debe
solucionarlos, no debería ocuparse de pequeños comerciantes ilegales en un país pobre
(sin desconocer, se repite, el impacto de la “piratería” sobre la producción intelectual,
musical, literaria). Deben existir filtros en el sistema que propicien auténticas soluciones
ajustadas a las realidades del país.
El caso es el siguiente: una persona fue condenada en primera instancia a ocho meses de
prisión por el delito de violación a los derechos patrimoniales de autor. El sindicado
condenado, estaba vendiendo, en plena vía pública, en el mes de noviembre de 2006,
dos libros falsificados o “piratas”, como se dice popularmente. La sentencia fue apelada
y el Tribunal Superior de Bogotá revocó la sentencia de primera instancia y absolvió a la
persona. El caso llegó, como se dice, por vía de casación a la Sala Penal de la Corte. En
el caso se discutió, desde el principio, la posibilidad de la preclusión, en función de la
posible atipicidad de la conducta, ligada ésta, al escaso o nulo menoscabo del bien
jurídico. Pero, con razón, el juez negó la preclusión y, con buen criterio, hizo relación,
justamente, en el contexto en el que se redacta este módulo, a la posibilidad mejor de
aplicar el principio de oportunidad. Y tenía razón el juez: la atipicidad no es un tema
relacionado con la falta de antijuridicidad material; es un error dogmático insoslayable.
Pero lo interesante, para nuestro estudio, es que, tal como se verá más adelante,
cuando no se aplica el principio de oportunidad y se decide más por la preclusión, tanto
más si ésta no se sustenta de manera coherente, se corre el riesgo de que el juez no la
conceda y el sindicado se somete al proceso y se expone a una condena, quedando el
sistema penal expuesto a dar curso a casos que podrían bien resolverse de otra manera.
Esto es lo que ocurrió en este caso. Así, una vez asumió el estudio del caso el Tribunal
Superior de Bogotá, apelada la sentencia, le halló la razón a la defensa, “en el sentido de
que la conducta objeto de debate había carecido de relevancia jurídica y social, pues a
pesar de que había sido por lo menos formalmente típica, no superaba el análisis de la
antijuridicidad, debido a que en razón de su irrisoria cuantía e insignificante cantidad, no
afectó los derechos de las editoriales ni de los autores y, por consiguiente, hubo un desvalor
de la acción, mas no del resultado, razón por la cual no fue vulnerado el bien jurídico que la
norma pretende proteger”. 62
Por su parte, en sede de casación, la Sala penal se ocupa del tema de la antijuridicidad
material, del principio de lesividad, de la afectación real o no del bien jurídico, del
significado de dicha afectación en el contexto de un Estado social de derecho, de los fines
de la pena, todos temas centrales para los operadores en función del tema del cual se ocupa
este módulo. Así, la Sala no se restringe tan sólo a enunciar postulados generales, sino que
ahonda en los principios y se detiene, con rigor, en los argumentos. Reconoce, tal como aquí
se ha aclarado, la gravedad del problema de la falsificación de las obras literarias, tema
complejo de hecho, pero con sumo criterio, encuentra que “el problema no se resuelve,
entonces, persiguiendo a los últimos eslabones de la cadena, a quienes no siempre podrá
catalogárseles como miembros de la organización criminal (en la medida en que también
podrían ser objeto de instrumentalización o de explotación económica por parte de dichas
maquinarias) y cuyas acciones se hallarán, por lo general, en la frontera de lo que es
socialmente relevante y lo que no lo es”. La Sala adelanta, además, un análisis importante
del principio de oportunidad y hace un llamado, en este sentido, tal como se advertirá en este
estudio cuando se trabajen las tensiones entre oportunidad y preclusión, “a los operadores de
la norma para que funcione el principio de oportunidad como mecanismo idóneo que evite el
adelantamiento de investigaciones por conductas en las que no se haya afectado de manera
significativa el bien jurídico”.
62
Corte Suprema de Justicia, Sala Penal, sentencia con radicado No. 31362 del 13 de mayo de 2009, MP.
Julio Socha Salamanca.
momento: “Frente a esa gama de posibilidades de justicia mejor, la Corte exhorta a los
funcionarios judiciales, especialmente de la Fiscalía General de la Nación, a hacerlos
operantes de manera que los grandes esfuerzos institucionales se concentren en los
asuntos que realmente sean trascendentes, para evitar así el daño que en la sociedad
genera el delito”. La Sala entonces, con mucho criterio, aprovecha un caso del cual deberían
ocuparse los operadores de instancia de manera rápida y eficaz, para adentrarse en el estudio
de cuestiones fundamentales. Al final decide: “como ninguno de los criterios del demandante
está llamado a prosperar, la Sala no casará la sentencia impugnada”.63
63
El caso no fue, no obstante, pacífico, ya que dio lugar a tres salvamentos de voto, que también se fundan
en argumentos sólidos y que hacen relación a la política criminal de un Estado. Por ejemplo, el magistrado
Jesid Ramírez Batidas dijo: “Dejar en la impunidad un comportamiento como el juzgado autoriza a todas las
personas que comercializan las denominadas obras ‘piratas’, a continuar con su ilícita labor y representa un grave
desestímulo para autores y editoriales que nada pueden hacer ante la desprotección que los deja la
jurisprudencia que no comparto”. Pero, se trata mejor de entender la complejidad de la noción misma de política
criminal, que se liga a la prevención y no sólo a la penalización. Además, se trata no de actuar donde los
problemas se manifiestan, sino donde ellos verdaderamente se originan. En este sentido, es muy rescatable la
providencia de la Sala Penal.
Es en ese contexto que debe pensarse, ciertamente, la tensión que puede originarse
entre esa forma de pensar o concebir la legalidad y la política criminal. Los ejemplos
anteriormente enunciados lo reflejan. Pero, además, la tensión surge a partir de la
flexibilidad inherente a la política criminal, tal como ocurre con toda política pública.
La política criminal, como conjunto de acciones dentro de una estrategia general de
prevención, investigación, persecución y castigo de conductas delictivas, es movible,
compleja e implica opciones y decisiones, así como recursos para ponerlas en juego. No
siempre existe ni mucho menos una relación equivalente entre la legalidad a ultranza o
el legalismo que aquí se critica y la justicia.
Por eso, con razón, un autor citado -aunque ello puede conducir a críticas cuando se
trata de terrenos complejos como el de la justicia transicional por ejemplo-, haciendo
relación a quienes critican, por principio, cualquier uso de discrecionalidad, advierte
que podrían llegar ellos a “ignorar los irreparables daños que a veces pueden derivarse
de hacer justicia a toda costa (fiat iustitia, pereat mundos). La razonablidad exige,
incluso desde un punto de vista axiológico, buscar la ponderación y hallar soluciones
64
intermedias.” Así, de igual forma y con extrema lucidez, Dahrendorf, quien defendía
la autonomía funcional del derecho, advierte, no obstante y tal como se ha visto
respecto de la política social y económica, que la aplicación rigurosa de una visión
específica de la legalidad, no puede resolver el problema de la criminalidad. Al
contrario, el puro legalismo puede verse convertido en mero “darwinismo social”.65 Es
decir, el uso ciego de la norma, en países como el nuestro, en los cuales se legisla tantas
veces a despecho de las realidades, o donde se legisla en función del centro y lejos de la
periferia, o donde las leyes son marginales, el uso, paradójico de la Ley, con mayúscula,
se hace para desconocer el derecho. El legalismo como mero formalismo vacío no es el
derecho, menos la justicia en un sentido material jurídico-constitucional.
Es una cultura que debe ser sobrepasada, que debe ser redefinida; la ley contra el
derecho es una ecuación que debe ser superada y la reflexión sobre una discrecionalidad
64
Luis María Díez Picazo, op.Cit., p. 28.
65
Esta conclusión del autor, está enmarcada en el estudio sobre la “lucha por el contrato social” que,
justamente, a partir de una concepción vacía de la ley, puramente formal, llega a ocultar las verdaderas
tensiones y diferencias sociales que, desde luego, van más allá del mero enunciado formal de la ley. Ralf
Dahrendorf, op. Cit., pp. 81 y ss.
reglada, técnica y que cuando es política, sea también acertada y razonable, debe
apoyar a los operadores en este ejercicio de aplicación del principio de oportunidad. Se
trata, en todo caso, y tal como se advirtió desde el principio respecto de la entrada en
vigencia del sistema penal acusatorio, para que éste funcione, de un auténtico cambio
de mentalidad en los operadores jurídicos; se trata de un tema eminentemente cultural.
En una jornada de trabajo con jueces y operadores celebrada a principios del año 2005,
en una ciudad capital diferente de Bogotá, a instancia de jornadas de trabajo
propiciadas por la Escuela Judicial “Rodrigo Lara Bonilla”, algunos operadores se
encontraban perplejos porque, algún profesor les había comentado que “con el nuevo
sistema penal acusatorio se acababa la dogmática”. Y, según este profesor, a su vez,
algún fiscal norteamericano había sugerido que el pragmatismo anglosajón “duro”
terminaba con la dogmática en el nuevo proceso penal. Además, en el mismo contexto
de trabajos sobre principio de oportunidad, se ha dicho que el principio se disuelve en
pura política criminal y que éste no debe confundirse o “contaminarse” con la
dogmática. Bien, desde luego que la primera afirmación es ella misma pura política o
politiquería, pero sí se debe tener en cuenta que diversos reproches a la dogmática se
han generado en virtud de lo que debe llamarse una sobredogmatización inútil que ha
llevado en muchos casos al sinsentido, a una circularidad sin salida, a una especie de
hedonismo o solipsismo insustancial, a una lucha tonta entre escuelas que más parecen
religiones y cuya aparente cientificidad es más un ejercicio perplejo de intolerancia.
Pero ello no tiene nada que ver con la dogmática en sí misma y con su valor garantista y
garantizador; no tiene que ver con la teoría del delito que, precisamente, tiene valor
indiscutible en la aplicación del principio de oportunidad. Causales fundamentales que lo
regulan, sólo tienen sentido en perspectiva sustancial y de acuerdo con premisas
dogmáticas, mientras que éstas, a su vez, se juegan su consistencia frente a decisiones
de política-criminal. Es así como se entiende aquí la dogmática, no como premisas vacías
que encubren propuestas sólo concebidas en la tópica, o como categorías
funcionalizadas y amoldadas a la política de turno; se entiende más como “programas de
decisión”, como categorías, variables, conceptos que a lo largo de una evolución muy
compleja, han probado su capacidad para resolver casos, sencillos y difíciles y que son
puestas a prueba a diario en la práctica judicial. Para hablar con Luhmann, por ejemplo,
se trata de verdaderas conquistas de los sistemas jurídicos, como herramientas de
reducción de complejidad. Es por ello que todos los operadores, fiscales y jueces y entre
ellos, incluidos desde luego los jueces de control de garantías, deben ser aplicados,
ordenados, juiciosos en la instrucción dogmática; es en los operadores donde se puede y
debe darse la armonía entre política criminal y dogmática jurídico penal y jurídico
procesal.
Para no hacer dogmática de la dogmática, se subraya aquí el hecho de que las premisas
dogmáticas constituyen variables de decisión, “programa de decisión”, como dice Niklas
Luhman, que anticipan, apoyan hacia el futuro al operador para que éste pueda
enfrentar adecuadamente un caso; pero no son valores previos al derecho, ni absolutos;
han probado su consistencia en el propio desarrollo diario del sistema, por ejemplo del
sistema penal, para resolver problemas y casos concretos, pero todos los días se juegan
su peso y carácter de acuerdo con los nuevos dilemas de complejidad (por ejemplo, para
citar un caso de actualidad, la autoría mediata en estructuras de poder o en
organizaciones de poder ilegales, es una figura dogmática que cada vez se impone más
en escenarios de violaciones masivas de derechos humanos, como lo demuestra la
sentencia reciente contra el expresidente Fujimori. No obstante, diversos casos en
nuestro país se siguen resolviendo con base en la coautoría impropia, figura extraña que
no consulta ya las nuevas realidades. En este sentido el desarrollo del derecho vivo y la
presión de las realidades, hará que en algún momento, sobre todo a instancia de la Sala
Penal de la Corte, esta teoría se asuma en su dimensión político-criminal y dogmática.
66
Así se podría convertir en un nuevo programa de decisión frente a casos específicos).
Una de las exigencias que desde un primer momento se le presentó a fiscales y jueces,
respecto de la aplicación del principio de oportunidad, fue la decisión de optar por la
aplicación de este principio o por solicitar la preclusión. Se trata de un tema
66
Se cita aquí el texto complejo y lleno de cuestiones sugerentes, de Niklas Lumann: Sistema jurídico y
dogmática penal, Centro de estudios constitucionales, Madrid, 1983.
fundamental y es a partir de éste que se aborda en el presente módulo las relaciones
entre teoría del delito –derecho penal material– y principio de oportunidad. Incluso, hay
algunos casos en que los jueces de garantías han asumido una función pedagógica sobre
este punto.
Un caso que fue trabajado en el primer Conversatorio Nacional del Sistema Penal
Acusatorio, a instancia del Consejo Superior de la Judicatura y la Escuela Judicial, en la
mesa de trabajo sobre principio de oportunidad, revela o ilustra lo expuesto. Se trató
de lo siguiente: un juez de conocimiento recibió una solicitud de “extinción de la acción
penal con base en la aplicación del principio de oportunidad”.67 Es decir, se le pedía al
juez, una vez se había adelantado previamente una audiencia de control de aplicación
del principio, que diera curso formal a la extinción de la acción penal. El juez, como era
lógico, estableció que ya existía cosa juzgada, pues “el juez de control de garantías ya
se había pronunciado sobre su legalidad”.
Como se ve, se creyó que el juez de conocimiento procedía a culminar lo que habría
iniciado el juez de garantías. Es un ejemplo, además, de cómo se iban ajustando en un
primer momento, en éste y en numerosos casos más, los temas en el nuevo sistema
acusatorio. La confusión entre las dos figuras era latente. El tema central aquí es la
existencia del hecho punible y, para ello, desde luego, es necesario acudir a la teoría
del delito. No sólo para saber en estricto sentido cuándo puede existir un delito, sino y
esto todavía más interesante, cuándo, a pesar de que una conducta pueda ser típica, no
es antijurídica, o siendo típica y antijurídica no es culpable, o cuando sea típica,
antijurídica y culpable, no se ve como necesaria la aplicación de una sanción penal. Ello
lleva al análisis, en primer lugar, de aquellas causales denominadas sustanciales.
El punto de partida para asumir el estudio de estas causales ya tiene un sentido crítico,
en la medida en que se puede pensar que “al intentarse plasmar criterios político
criminales como causales para la procedencia del principio de oportunidad, en varios
67
Caso con radicado No. 1100160028200502729, audiencia celebrada el 15 de marzo de 2005. Publicada en:
Conversatorio Nacional. Sistema Penal Acusatorio, Consejo Superior de la Judicatura, Escuela Judicial
“Rodrigo Lara Bonilla”, Bogotá, mayo de 2006, pp. 237-238.
casos se terminó haciendo referencia a elementos que hoy en día pertenecen a la teoría
del delito y que contribuyen a definir cuando se está en presencia o no de una conducta
punible. Se trata de algunas de las “causales sustanciales”, las cuales llevan a que la
FGN, al preguntarse por la posibilidad de aplicar esta figura, termine cuestionando la
responsabilidad penal misma del procesado, de manera que se llega a la paradoja de
tener que reconocer la imposibilidad de la acusación por inexistencia de alguna de las
categorías dogmáticas que integran la estructura del delito, al dar por cumplidos los
elementos que según el artículo 324 posibilitarían la aplicación del principio de
oportunidad, el cual supone que los hechos ´revistan las características de una conducta
68
punible`.”.
Se trata de una situación entrevista por diversos autores quienes abordaron el tema
cuando éste apenas comenzaba a dilucidarse en el país, y que, como Carlos Arturo
Gómez, sugieren que, cuando se trate de estas situaciones, el sistema judicial debe
optar por la preclusión. Se mirará el tema en detalle y se propondrán algunas soluciones,
reconociendo desde el principio que se trata de una posición muy coherente, seguida
además, por diversos operadores. No obstante, el autor de este módulo, en su ejercicio
de acompañamiento al sistema judicial como consultor, ha detectado un hecho central:
algunos jueces, con argumentos muy sólidos y siguiendo esta línea argumentativa, han
negado el control de legalidad sobre la aplicación del principio cuando reconocieron que
más que una causal dirigida a interrumpir la investigación o a no continuarla, se trataba
de la inexistencia de un delito y, por ello, en su control abogaron más por la preclusión.
Sin embargo, cuando el caso fue llevado al juez de conocimiento, el juez no concedió la
preclusión y la persona siguió sometida a un proceso con todas las consecuencias que
ello trae consigo. (Recuérdese, a propósito, el caso de las obras literarias falsificadas y
que dieron lugar al reciente pronunciamiento de la Sala Penal de la Corte Suprema de
Justicia). Por esa razón, se propone aquí que, incluso cuando por ejemplo por carencia
de antijuridicidad material una conducta no sea realmente lesiva de bienes jurídicos y
que, por eso mismo, al no ser realmente antijurídica, deba optarse mejor por la
preclusión, puede el fiscal abogar por la aplicación del principio de oportunidad en todo
caso como una herramienta loable y consistente para los fines político-criminales de no
68
Gustavo Cote Barco, “Política criminal y principio de oportunidad”, versión en mimeógrafo, Bogotá,
marzo de 2009. p. 15.
sancionar por la comisión de conductas formalmente antijurídicas, pero materialmente
insignificantes.
• El principio de lesividad
Este último autor, Roxin, acentúa aquí el carácter subsidiario y fragmentario del
derecho penal como sistema, justamente subsidiario, de protección de bienes jurídicos.
No se debe pasar por alto eso sí y tal como lo señala Zaffaroni, que hay extrema carga
valorativa en la noción de antijuridicidad material y que ella puede servir también, y
desde luego es contrario ello a lo que aquí se postula, para que, a nombre de dicha
antijuridicidad con sentido material, se deduzcan hipótesis arbitrarias de una especie de
un “injusto supralegal”. Pero, como se dice, aquí no se trata de eso. En cualquier caso,
el profesor argentino aboga por depurar el concepto y que éste, al lado de
construcciones complejas como la “tipicidad conglobante”, sea realmente concebido en
69
Hans-Heinrich Jescheck, op. Cit., p. 210.
70
Ibidem, p. 210.
71
Claus Roxin, op.Cit., p. 558.
el contexto más genérico y ajustado a la protección constitucional del principio de
lesividad.72
Ahora bien, debe decirse que el acento material radica en la lesión de bienes objeto de
protección. Nuestro ordenamiento abre las puertas, además, a la inclusión de los
denominados delitos de peligro, insalvables en normatividades actuales: el artículo 11
del Código Penal dispone que “para que una conducta típica sea punible se requiere que
lesione o ponga efectivamente en peligro, sin justa causa, el bien jurídicamente
tutelado por la ley penal”. Agrega, por su parte, Roxin: “La importancia práctica de la
antijuridicidad material es triple: permite realizar graduaciones del injusto y
aprovecharlas dogmáticamente, proporciona medios auxiliares de interpretación para la
teoría del tipo y del error y para solucionar otros problemas dogmáticos y hace posible
formular los principios en los que se basan las causales de exclusión del injusto y
73
determinar su alcance”.
72
Eugenio Raúl Zaffaroni, op. Cit., p. 599.
73
Claus Roxin, op.Cit., p. 559.
74
Ibidem, p. 559.
Autores nuestros, de la mano de una lectura constitucional del derecho penal y
ahondando en la distinción entre el desvalor de acción y el desvalor del resultado –
véanse a propósito las referencias claras y pedagógicas de Jescheck en el Tratado que
venimos citando- como Carlos Arturo Gómez, lleva hasta el final su consideración para
descartar como delitos aquellas acciones carentes, realmente, de antijuridicidad
material. La consecuencia es la siguiente: en estos casos, se debe optar por la
preclusión. Ello, en la medida en que lo relevante para el injusto, según el autor, sería
el desvalor de resultado, de manera que la antijuridicidad formal no es suficiente para
la existencia del delito, pues la dimensión material de dicha categoría se hace
indispensable, como momento en que se debe constatar que la situación deseada por el
legislador se vio alterada en razón de la conducta, es decir, que tuvo lugar la efectiva
lesión a un bien jurídico penalmente tutelado.75
De esta forma, y según el autor citado, “… la norma penal entendida como norma
objetiva de valoración, tiene como motivo político-criminal la protección de bienes
jurídicos. El principio de lesividad adquiere significativa importancia trascendiendo al
ámbito de la teoría del delito, comprometiendo en consecuencia la esencia, contenido y
significado de las categorías y subcategorías dogmáticas”, mientras que la norma
entendida como norma subjetiva de determinación, “puede o no tener como motivo
político-criminal la protección de bienes jurídicos, teniendo como fundamento el
imperativismo (…)., así, el principio de lesividad es un mero referente político-criminal y
ninguna incidencia definitiva tiene para la esencia, contenido y significado de las
categorías y subcategorías dogmáticas”.76
También diversos operadores han optado por las mismas consideraciones. Por ejemplo,
en un caso en el cual una persona hurtó 11.750 pesos, ella fue capturada, devolvió el
dinero, e incluso a pesar de la tipificación de hurto agravado por tratase de un sitio
despoblado, el fiscal alegó la causal primera, mientras que la juez de control de
garantías, aludiendo a la necesaria existencia del delito, viendo que la conducta carecía
de antijuridicidad material, consideró que no existía dicho delito, que la existencia de la
75
Carlos Arturo Gómez, Estudios de Dogmática en el Nuevo Código Penal, Giro Editores, Bogotá, 2005, pp.
218-222.
76
Ibidem, p. 238.
antijuridicidad material era requisito para la existencia misma de la conducta y, que, en
77
este caso, debía optarse por la preclusión.
Pero otros jueces no lo conciben así y, luego de la solicitud del fiscal, en función de la
carencia de antijuridicidad de la conducta, declaran ajustado legal y
constitucionalmente la aplicación del principio. Las causales que pueden relacionarse
con el injusto son las causales 10, 11 o 14, pero y esto es muy importante, por vía de la
causal 1, por el énfasis en la efectiva reparación, también surge discusión sobre el
injusto y, también, sobre fines de la sanción penal.
77
Audiencia de control de legalidad sobre la aplicación del principio de oportunidad, celebrada el día 10 de
mayo de 2005. Caso tomado del observatorio de jurisprudencia del Sistema Penal Acusatorio, dirigido en su
primera etapa, hasta diciembre de 2006, por el autor de este módulo.
78
Dice la corte: “El Legislador supedita dicha posibilidad a dos precisos requisitos, a saber i) que la
afectación al bien jurídico funcional resulte poco significativa -es decir que la afectación de la
administración pública o de la eficaz y recta impartición de justicia sea leve, valoración que deberá
efectuar en concreto la Fiscalía, y el juez de garantías encargado de realizar el respectivo análisis de
antijuricidad y proporcionalidad con ocasión del control de legalidad respectivo- y ii) que la infracción al
deber funcional tenga o haya tenido como respuesta adecuada el reproche y la sanción disciplinarios -es
decir que en relación con la misma conducta se configure una falta disciplinaria que dé o haya dado lugar a
la imposición de la sanción respectiva. En relación con esta última condición cabe precisar que en la
medida en que la disposición se refiere expresamente al “deber funcional” ha de entenderse que se alude
en este caso a hipótesis en que los servidores públicos o los particulares que cumplan funciones públicas y
como tal estén sometidos a la potestad disciplinaria incurran en conductas respecto de las cuales quepa
junto con la imposición de la sanción penal endilgarles responsabilidad disciplinaria por el incumplimiento
de dichos deberes funcionales”. Corte Constitucional, sentencia No. C-988 de 2006.
reseñado que así lo conciben, la cuestión de la levedad del daño causado, hace que la
conducta misma no sea delito y que, en consecuencia, bastaría con la sanción
disciplinaria. Para otros autores, para evitar la discusión dogmática y con buena
prevención por el dogmatismo intrascendente y que todo lo complica, conciben que no
se trata tanto de una discusión dogmática, sino de una propuesta de política criminal o
de política a secas. Se hace alusión a la “referencia política de la causal”.
Así, respecto de la causal, se dice que “su redacción es muy sustancial, pero su finalidad
es claramente política… se presenta cuando hubo respuesta del Estado por intermedio
de la función disciplinaria o es posible que ésta exista y la conducta no es tan grave”,
para sostener posteriormente que “La referencia política de la causal es evidente y está
relacionada con el cumplimiento alternativo de los fines de la pena…”.79 Para otros, en
cambio, “este requisito exige una valoración desde el prisma de la afectación al bien
jurídico; en los ejemplos traídos a colación, de un peculado por uso indebido y de un
prevaricato por omisión, hemos considerado que en efecto se produce la afectación al
bien jurídico pero que ésta es poco relevante”.80 Es decir, la discusión se da bajo la
óptica de la existencia efectiva del delito.
Para el autor de este módulo, tal como se afirmó desde un comienzo y aunque la salida
hacia la preclusión puede parecer más convincente y deseable, sobre todo por el
79
José Mestre, La Discrecionalidad para Acusar. Aspectos generales relacionados con el principio de
oportunidad y reflexiones en torno a su reglamentación en Colombia, Pontificia Universidad Javeriana,
Bogotá, 2007, pp. 289-290. Una cita del autor puede sintetizar su opinión que, como se ve, se distancia
radicalmente de autores como Carlos Arturo Gómez o Jorge Perdomo, es pragmática y es interesante:
“Cuando la supuesta discrecionalidad de la Fiscalía está referida a la tipicidad y la antijuridicidad de la
conducta investigada, se entremezclan cuestiones sustanciales de dogmática penal y aspectos de
conveniencia e importancia política del asunto, generando una confusión que afecta tanto a la Fiscalía como
a los jueces de control y a todos los sujetos interesados… no se debe confundir la selectividad por razones
políticas con la valoración jurídica de la situación, pues se trata de dimensiones diferentes que requieren
espacios de apreciación separados y la causal comete el error de unificarlos”. Ibídem, pp. 291-292. El tema
no obstante, se puede abordar de manera más consistente, a partir por ejemplo de las diferencias entre
discrecionalidad técnica o interpretativa y discrecionalidad política, tal como se presentó esta diferencia en
la primera unidad o capítulo del módulo.
80
Juan Carlos Forero, Aproximación al Estudio del Principio de Oportunidad, Grupo Editorial Ibáñez,
Bogotá, 2006, p. 185.
aspecto problemático de la presunción de inocencia, puede aplicarse consistentemente
el principio de oportunidad en aquellos casos en los que, por ejemplo, la antijuridicidad
material o lesividad de la conducta no es tan clara. Tal como se ha dicho desde un
principio, si el tema importante es el aspecto cultural -la poca tradición de
discrecionalidad en los operadores-, el principio de oportunidad definitivamente
constituye una herramienta fundamental para hacer justicia material y, el hecho de que
un fiscal o un juez consideren que la carencia de antijuridicidad material conduce más
al principio de oportunidad que a la preclusión, no puede obstaculizar o impedir que
aquella figura de todos sus rendimientos. Lo que se debe evitar, eso sí, son casos en que
se opte por la preclusión y no por la aplicación del principio de oportunidad y el juez de
conocimiento no la conceda; éste sería un gran contrasentido.81
Se agrega, finalmente y respecto de esta causal, que frente a ella se ha propuesto una
leve reforma, en el contexto de la reforma que cursó en el Parlamento sobre el principio
de oportunidad y que coincidió exactamente con el momento en que se redactaba este
módulo. (En el próximo capítulo se dará cuenta de ella de manera extensa, pero se
reseñan en este capítulo, aquellos aspectos de dicha reforma que se relacionan
directamente con los temas planteados. Se advierte, además, tal como se ha dicho
previamente, que se trabajó en el módulo con base en el texto aprobado en la comisión
1ª de la Cámara, al mismo tiempo que se hace mención al texto final aprobado según sea
el caso. Así, se conserva en el estudio, la secuencia de la discusión y los cambios de
último momento). De esta forma, en lo que atañe a la causal que se estudia, y siendo
en la reforma finalmente aprobada, la causal No. 9, se dice: “En los casos de atentados
contra bienes jurídicos de la administración pública o de la recta administración de
justicia, cuando la afectación al bien jurídico funcional resulte poco significativa y la
infracción al deber funcional tenga o haya tenido como respuesta adecuada el reproche
institucional y la sanción disciplinaria correspondientes”. (Subrayado fuera del texto).
81
Recuérdese, a propósito, la cita que en el primer capítulo se hizo del autor alemán, Ralf Ros, en el
sentido en que éste aborda el estudio del principio de oportunidad, tanto desde la perspectiva de la
protección de los derechos del sindicado, como desde la perspectiva general de todas las formas de
suspensión de la investigación o de renuncia a la persecución penal. Se trata de una perspectiva muy
consistente.
reforma, buscando aclarar conceptos propios de la teoría del delito. Así, la reforma, en
la causal 15, expresa lo siguiente: “Cuando la conducta se realice excediendo una causal
de justificación, si la desproporción significa un menor valor jurídico y social explicable
en el ámbito de la culpabilidad”.
Por su parte, en relación con la causal No. 11, sobre el objeto material y su grado de
deterioro, ésta ha sido entendida por numerosos operadores y por la Corte
Constitucional en su examen inicial, como referida, también, a los delitos bagatela
(Sentencia No. C-095 de 2007); algunos autores la sitúan igualmente en el contexto de la
antijuridicidad material, pues se entiende que la vulneración del patrimonio, en estas
condiciones mínimas, no tendría lugar efectivamente.82
De acuerdo con ello, podría pensarse, a su vez, que los juicios de cantidad y de relación,
pueden llevar a situaciones en las que existiendo afectación al bien jurídico, ésta no sea
82
José Mestre, op. Cit., p. 291.
83
Carlos Arturo Gómez, El Principio de la Antijuridicidad Material, Giro Editores, Bogotá, 2005, pp. 139-
140.
lo suficientemente importante, sin que por esto se pueda afirmar su insignificancia, lo
cual abre la puerta para la aplicación del principio de oportunidad cuando de graduar el
injusto se trata. En consecuencia, existirían casos en los que por la insignificancia del
daño, no habría delito por ausencia de antijuridicidad material, y existirían otros, en los
que el daño no es lo suficientemente grave y, sin embargo, no se excluye la
antijuridicidad material; las causales del principio de oportunidad relacionadas con el
injusto, como la que aquí se comenta, tendrían aplicación en estos últimos casos.84
(Respecto de esta causal, no se debe pasar por alto, en todo caso, el tema mismo de la
víctima; la insignificancia ciertamente consistente desde el punto de vista social y penal
respecto de un bien, debe armonizarse con la situación particular de la víctima dueña
del mismo bien. Para ella, su bien puede tener gran significado que no es puramente
económico).
De otra parte, en relación con la causal No. 14, el desafío radica no sólo en aspectos que
se han tratado, sino en la noción misma de bienes colectivos. También puede concebirse
esta causal en el contexto de la discusión sobre mínima afectación o insignificancia y,
como lo conciben algunos autores, podría graduarse –con la metodología seguida- el
grado del injusto y optar los operadores por la vía que corresponde. El ejercicio de
discrecionalidad reglado, por decirlo así, operaría en este contexto.
84
“En cuanto se trata de del juicio de “cantidad”, aunque limitado a los delitos contra el patrimonio
económico, está presente en la causal No. 11 del artículo 324 del Código de Procedimiento Penal cuando se
refiere al ‘alto grado de deterioro’ del 2objeto material’ visto ‘su titular’. Pero nótese que aquí no sólo
juega el juicio de cantidad, sino que el mismo debe analizarse en conjunto desde la perspectiva del titular
del bien jurídico ofendido. Nos encamina tal causal hacia la consolidación del juicio de relación, pero sin la
aptitud suficiente como para excluir la antijuridicidad material”. Carlos Arturo Gómez La Oportunidad
como Principio Complementario del Proceso Penal, Procuraduría General de la Nación, Bogotá, 2006, pp.
127-128.
es un tema que en última instancia, le da sentido y no lo deja al mero pragmatismo
insustancial y arbitrariedad posible de algún operador, a la escogencia de ciertas
causales y su fundamentación: se trata de los fines de la pena. Con esta alusión más
genérica, por decirlo así, se entienden temas relacionados con la culpabilidad, con el
juicio de reproche, con la responsabilidad penal y con el sentido último de la sanción
penal.
Lo primero que se debe aclarar, es que la legislación penal destaca tres principios
fundamentes de la sanción penal: proporcionalidad, razonablidad y necesidad. Respecto
del principio de proporcionalidad, se vuelve con ello al inicio de nuestra exposición: el
juicio de proporcionalidad es una herramienta de trabajo única, fundamental para
jueces y fiscales; cruza el ámbito sustancial y el ámbito procesal y es puro derecho
constitucioinal aplicado. En el ámbito procesal de hecho y sobre todo en las audiencias
preliminares, es la herramienta principal de trabajo de los jueces. Por su parte, la
necesidad de la pena, es un principio fundamental y fundante y al cual nos referiremos
en detalle más adelante, mientras que el principio de razonabilidad, es el juicio de
evaluación final en el cual entra en juego la noción de utilidad o inutilidad de la pena, el
sentido de la misma, etc.
85
Para una ampliación del tema, permítase la remisión al trabajo de Alejandro Aponte, La nueva regulación
de la punibilidad: del juez como garante de los derechos fundamentales”, en: Memorias. Jornadas de
reflexión sobre el sistema penal colombiano, Procuraduría General de la Nación, Bogotá, diciembre de
2001, pp. 87-102.
en el artículo 34 y se exige, en todo caso, en el artículo 61 del Código Penal como
motivación de la sanción penal, cuando se le pide al juez, no sólo una motivación
cuantitativa de la sanción penal en la sentencia, sino una motivación cualitativa.
Es un principio fundamental que se liga a todo lo expuesto hasta aquí y que no sólo tiene
que ver con la punibilidad, sino que trae consigo el juicio de reproche y, por ende la
culpabilidad. Esto, si se tiene en cuenta, además, como lo hace Roxin por ejemplo con
coherencia, que la categoría de la culpabilidad se comprende en el contexto más
general de la responsabilidad. Ello tiene expresión en nuestra propia normatividad
penal, si se tiene en cuenta, además, por ejemplo, lo dispuesto en el segundo inciso del
artículo 34, que se refiere a como “en los eventos de los delitos culposos o con penas no
privativas de la libertad, cuando las consecuencias de la conducta han alcanzado
exclusivamente al autor o a sus ascendientes, descendientes, cónyuge, compañero o
compañera permanente, hermano, adoptante o adoptivo, o pariente hasta el segundo
grado de afinidad, se podrá prescindir de la imposición de la sanción penal cuando ella
no resulte necesaria”. (Cursivas fuera de texto).
Así mismo, el antiguo parágrafo del artículo 125 sobre el aborto, decía que en
circunstancias extremas, el “funcionario judicial podrá prescindir de la pena cuando ella
no resulte necesaria en el caso concreto”. Es decir y la norma sirve como ejemplo,
aunque hoy está fuera del orden jurídico, en las dos normas se trata de casos concretos
en los cuales la conducta es típica, antijurídica y culpable, pero se puede prescindir de
la pena en caso de que ella no resulte necesaria, siendo entonces la necesidad, un
principio fundamental que engloba la proporcionalidad y el juicio general de
razonabilidad.
Pero, además, esa noción de necesidad, y de los fines de la pena leídos en clave
constitucional, limitativa y garantista, tiene implicaciones directas en la misma
culpabilidad. Por ejemplo, en el caso de la figura dogmática del estado de necesidad
excluyente de la culpabilidad, la tesis diferenciadora, que lo distingue del estado de
necesidad justificante, no sólo encontró bases en el tránsito de un concepto psicológico
de la culpabilidad, a un concepto normativo de la misma, sino que encontró bases
sustanciales en la pregunta por los fines de la pena. Adoptando principios del derecho
civil, como es el hecho de que a nadie se le puede exigir lo imposible y, sobre todo,
pensando en la tesis según la cual es completamente inútil castigar a un individuo en
casos de la llamada “comunidad de peligro” por ejemplo, por acciones que cualquiera
otro hubiera cometido en su misma situación, la dogmática penal ajustó las razones para
adoptar la figura y desplazarla al ámbito de la culpabilidad. Ésta es pensada entonces en
el contexto del sentido de la pena, de su necesidad, de su racionalidad.
Así, el trípode compuesto por culpabilidad, punibilidad –no tanto en un sentido técnico
sino en un sentido material de principios- y responsabilidad, sirven para pensar causales
de aplicación del principio de oportunidad, cuando se refiere al juicio del reproche o a
la imputación subjetiva culposa, entre otros casos. Así, para citar el caso de un delito
culposo: o bien el caso se instruye, continúa y al final se prescinde de la pena por
innecesaria o, con los mismos argumentos, se aplica el principio de oportunidad en el
caso por ejemplo de la causal 12. (Hoy, causal 11 con la reforma).
86
Gustavo Cote Barco, op. Cit., 2009. p. 27.
87
Claus Roxin, Política criminal y estructura del delito, PPU, Barcelona, 1992, p. 48.
En este sentido es interesante observar la aplicación que han tenido las denominadas
“causales sustanciales”, algunas de ellas en un número relativamente alto de casos,
mientras que otras no lo han sido tanto, al tiempo que se constata cómo mediante la
aplicación del principio de oportunidad se han solucionado, en una proporción
importante, situaciones en donde se discute la existencia de delitos comúnmente
relacionados con problemas sociales y con la delincuencia de bagatela. Así por ejemplo,
en el Informe de Gestión 2006-2007 de la Fiscalía General de la Nación, entre el
primero de Julio de 2006 y el treinta de Junio de 2007, en las fases I, II y III de
implementación del “nuevo” sistema, se reportan 200 casos en los que se ha aplicado la
causal 13, relacionada con la culpabilidad mínima, siendo esta la segunda causal de
mayor aplicación durante dicho periodo, pero así mismo, las causales 10ª (2 casos), 11 (6
casos) y 14 (18 casos), todas relacionadas con la antijuridicidad material de la conducta,
aparecen en los últimos lugares como las causales menos aplicadas.88
88
Fiscalía General de la Nación, Informe de Gestión 2006-2007, p. 175.
89
Fiscalía General de la Nación, Informe de Gestión 2007-2009, p. 49.
2.4.3 Hacia la erradicación de las penas inútiles
La causal 13 (hoy 12), refleja de manera bien clara lo que se ha dicho aquí; ella se
refiere expresamente a la procedencia del principio, cuando el reproche de culpabilidad
sea de tan secundaria consideración que haga de la sanción penal una respuesta
innecesaria y sin utilidad social”. Si se toma la perspectiva de la utilidad social, en
función por ejemplo de los fines preventivos de la pena –a los cuales el Código Penal
asocia, además, el principio de necesidad- entonces, ¿qué mensaje se da a la sociedad
cuando se castiga a una persona de manera innecesaria e inútil socialmente? El mensaje
se torna contradictorio, igual que, como ya se anotó, es desde todo punto
contraproducente, poner en funcionamiento el sistema penal, “cuando la persecución
penal de un delito comporte problemas sociales más significativos…”.
En este sentido, el legislador obró con buen juicio y criterio, cuando eliminó, al final del
debate, de las funciones de la pena, la retribución justa y, además, ejemplar. El
legislador eliminó el supuesto carácter ejemplar o ejemplarizante de la pena. Con ello,
no existiría límite: la pena ejemplarizante lo es en el medida en que es ilimitada, sus
efectos simbólicos se exacerban, responden a demandas criminalizastes alentadas por
discursos expansionistas y choca con los principios político-criminales. La causal 13
comentada, al mismo tiempo que otras causales, no tendría sentido, pues en última
instancia, la “retribución ejemplar”, contradice el principio de necesidad de la pena.
(Esto es importante tenerlo siempre presente, pues los operadores se ven enfrentados
cada vez más y de manera reiterada, a discursos con ecos en los medios, en los cuales se
les pide “sanciones ejemplares”).
Por esa razón, el tema cultural, al cual se ha hecho referencia, se torna más complejo:
no sólo se trata del hecho de que los operadores, aferrados todavía a un concepto
excesivamente formal de legalidad, no hagan uso del principio de oportunidad, sino que
se trata también de estar expuestos a discursos eficientistas relacionados con las penas
ejemplares, con las políticas criminalizantes, etc. Los operadores no son ajenos a ello.
Por esa razón, una visión más comprehensiva de los fenómenos, en la cual se hagan
balances entre política criminal y mera política penal, entre política criminal y política
social, que dé cuenta de temas dogmáticos y de teoría del delito que son incuestionables
tener en cuenta para una correcta aplicación de estas causales. Entonces, no se trata de
que “ha desaparecido la teoría del delito en el nuevo sistema penal acusatorio”, al
contrario, lo que sucede es que las exigencias de dominio de la dogmática y la técnica
jurídico penal sustancial y procesal, se ha sofisticado más, hoy son en todo sentido
mayores las exigencias. De esta forma, se logra una consistencia en los operadores,
objetivo central también de este módulo, entre el uso correcto de la dogmática
sustancial y procesal, el ajuste de la discrecionalidad técnica y aún política a los
postulados político-criminales, regidos éstos, a su vez, por los principios
constitucionales.
Actividades pedagógicas
Para el desarrollo de las siguientes actividades es importante que
el dicente tenga en cuenta las consideraciones que a
continuación se enuncian y que constituyen el punto de partida
de las reflexiones planteadas a lo largo de esta unidad:
ap
serie de principios que la limitan y fundamentan, de
manera que cualquier decisión que se tome en orden a
configurarla o desarrollarla debe dar cuenta de ellos,
especialmente de los siguientes: Principio de
culpabilidad, principio de Estado de derecho, principio de
humanidad, principio de proporcionalidad y principio de
diferenciación.
3. El juez no es desde luego un agente administrativo al que
le corresponde llevar a cabo decisiones de política social,
pero el tema sí le interesa fundamentalmente: causales
del principio de oportunidad están directamente
relacionadas la tensión entre política criminal y política
social.
Actividad 1:
Elabore un mapa conceptual en donde se ilustre la forma como se
interrelacionan los principios que deben orientar la política
criminal, señalando consecuencias concretas para el sistema
penal colombiano.
Actividad 2:
Teniendo en cuenta las tensiones que en el sistema penal surgen
entre la política criminal y la política social, reflexione sobre los
siguientes interrogantes y plantee un caso en donde ilustre su
posición al respecto: ¿Qué papel juega ante estas tensiones un
juez penal de control de garantías, al controlar la aplicación del
Principio de Oportunidad?, ¿qué papel juega el fiscal?, ¿puede el
juez penal hacer política social cuando por ejemplo observa que
existe una perversión y la política social es absorbida por la mera
política penal o criminalizante?
Actividad 3:
Sintetice el concepto de política criminal de acuerdo con las
reflexiones planteadas en el texto y precise el papel que en
consecuencia está llamado a cumplir el principio de oportunidad.
Autoevaluación
Desarrolle los siguientes puntos a partir del caso que a
continuación se expone:
Supuestos fácticos
El día 20 de Octubre de 2007 alrededor de las 5:30 de la tarde,
miembros del Cuerpo Elite de Hidrocarburos No.1 Lebrija de la
Policía Nacional, se encontraban realizando labores de patrullaje
y control en la vía Bucaramanga-Cúcuta. A la altura del Kilómetro
30, interceptaron el vehículo de placas COA-119 el cual era
conducido por el indiciado Juan Manuel Moreno López, al
ae
registrarlo, los agentes hallaron en la parte trasera del interior
del automóvil, un tanque metálico hechizo que contenía 35
galones de hidrocarburo gas motor color rojizo, cuyas
características correspondían a combustible de procedencia
venezolana.
Tesis de la fiscalía
Solicita se apruebe la aplicación del principio de oportunidad
para renunciar a continuar con la acción penal, por el delito de
favorecimiento al contrabando de hidrocarburos o sus derivados,
con fundamento en la causal 13 del artículo 324 de la Ley 906 de
2004. A pesar de que la conducta es típica, Juan Manuel Moreno
López es una persona para quien se advierte la sanción de orden
penal resulta innecesaria, en atención a la poca cantidad del
elemento incautado (35 galones de combustible gas motor) y a
que además carece de antecedentes penales por el mismo delito,
por lo cual se puede entender que la afectación al bien jurídico
no tiene mayor trascendencia social y que por lo tanto resulta
viable declinar o renunciar a la persecución penal de la
conducta.
Significa lo anterior, que en principio respondería por el delito
cometido en este caso, pero al estar autorizada por la ley la
posesión de hasta 20 galones, el indiciado respondería por la
conducta delictiva por poseer tan solo quince (15) galones en
exceso. Además se evidencia, que no es persona transportadora
ni comercializadora del combustible, sino que por sus
condiciones socioeconómicas lo compra y utiliza en su vehículo
para movilizarse.
Jurisprudencia
Corte Constitucional:
Bibliografía
b
Alessandro Baratta, “la política criminal entre la política de
seguridad y la política social en países con grandes conflictos
sociales y políticos“, en: Ciencias Jurídicas, Memorias. Foro de
Política criminal, Universidad Javeriana, facultad de ciencias
jurídicas, Bogotá, 1998.
o
el ámbito del derecho penal internacional, con el fin de facilitar
la comprensión de la forma como esta figura opera en la práctica
y cómo ella puede enriquecer la discusión interna sobre la
aplicación del principio de oportunidad a sujetos relacionados
con el conflicto armado y a fenómenos de delincuencia
organizada.
Objetivos específicos
• Reconocer que los operadores judiciales tienen la posibilidad
de aprender de la tradición anglosajona para realizar una
interpretación y aplicación creativa de herramientas procesales
como el principio de oportunidad.
• Comprender la utilidad de herramientas procesales como el
o
principio de oportunidad en escenarios especialmente complejos
de conflictividad social y política.
• Analizar la aplicación del principio de oportunidad en el
contexto de la ley de justicia y paz, resaltando la importancia de
diferenciar los mecanismos de justicia transicional de la lucha
contra el crimen organizado.
• Explicar la importancia de concebir la eficiencia del sistema
penal dentro de un marco legal ponderado que evite caer en un
eficientismo instrumental que no reconozca matices y que actúe
de manera indiferenciada.
3.1 EL DERECHO PENAL INTERNACIONAL Y LA DISCRECIONALIDAD
Es, como se vio desde el comienzo de este módulo, en el escenario de la justicia penal
internacional donde mejor se observa una aplicación concreta de figuras basadas en el
concepto de discrecionalidad. Por esa razón, se hará relación a dicho modelo de justicia
penal en este tercer capítulo o unidad, con el propósito de ilustrar concretamente cómo
opera esta facultad en la práctica. El acápite se adelanta, además, como contexto
general para entender aspectos sustanciales relacionados con la reforma introducida por
el legislador al principio de oportunidad, mediante la Ley 1312 de 2009. Esta ley, tienen
como uno de sus puntos más interesantes y polémicos, la aplicación de dicho principio a
aquellos desmovilizados que, en el marco general del proceso de Justicia y Paz, no les
sea aplicada la Ley 975 de 2005, por el hecho de estar comprometidos tan sólo en la
comisión del delito de concierto para delinquir.
Recuérdese por ejemplo, que ya a inicios del año 2008, el fiscal general de la Nación,
adelantó una propuesta muy interesante que no tuvo mucha acogida inicialmente, pero
que abrió la discusión en torno a temas fundamentales: se trató de la posible aplicación
del principio, a aquellos terstaferros de miembros de grupos paramilitares que guarden y
oculten bienes de éstos, de tal manera que, a cambio de su información sobre lo bienes,
recibieran como contraprestación la aplicación del principio, todo ello con el propósito
inteligente de allegar recursos para la efectiva reparación de las víctimas (como se sabe,
el tema de los bienes y su recuperación efectiva, ha sido un tema crítico y central en la
dinámica diaria de aplicación de la Ley de Justicia y Paz). Se trató y se trata ahora con
la reforma, de estrategias de persecución de delitos, propiciada o adelantada por la
Fiscalía, en el marco general de lo que debe denominarse persecución penal nacional de
crímenes internacionales. (Todo ello más allá de la confusión ligada u originada, como se
estudiará críticamente, entre dicha persecución y el mero ejercicio eficientista de
desactivación a toda costa de bandas criminales). De hecho, en la reforma que ha hecho
curso en el Parlamento, se retomó el tema de los testaferros.
Para entender mejor lo expuesto y el sentido de este capítulo, se hará referencia a los
criterios de selección adoptados por diversos tribunales internacionales, como expresión
misma de cómo opera en la práctica la discrecionalidad. Se trata, además, de
situaciones que ilustran de hecho, y le dan sentido, a aquello que se ha trabajado en
este módulo como discrecionalidad política.
A manera de ejemplo, en el caso del Estatuto creado para la formación del tribunal
especial para el caso de Sierra Leona (el cual también es un acuerdo entre Sierra Leona
y Las Naciones Unidas) se dice, en el artículo 1°, que dicho tribunal especial tendrá el
poder para procesar a las personas que tuvieron la mayor responsabilidad (“persons who
bear the greatest responsibility”) por serias violaciones al derecho internacional
humanitario y violaciones graves a la ley de Sierra Leona. El artículo agrega que, dentro
de las personas que podrán ser procesadas, están incluidas, aquellos líderes que
habiendo cometido esos crímenes, han amenazado con el establecimiento y la
implementación del proceso de paz en sierra Leona.
De otro lado, la Corte Penal Internacional se refirió al respecto, afirmando que las
personas que van a ser procesadas en la Corte Penal, van a estar limitadas única y
exclusivamente a los crímenes más graves y serios cometidas por ellas, así como
también, se trata de perseguir, penalmente, a quienes tengan la mayor responsabilidad
sobre los hechos cometidos. En palabras de la Corte: “prosecution by states and by the
Court may be limited to the most serious crimes and the most responsible perpetrators
(targeted prosecution)”. De hecho, en un documento de política o estrategia de
persecución encargado a especialistas por parte de la Corte y en al apartado que
corresponde a “quién debe ser castigado”, se dice que “debido a la naturaleza global y
permanente de la Fiscalía, ésta se puede ver enfrentada a varias situaciones en un
momento dado, situaciones en las cuales podrán existir un sinnúmero de víctimas y
posibles autores de los crímenes. Por esta razón, la Fiscalía deberá diseñar estrategias
que tengan en cuenta la naturaleza global de la Corte, permitiendo de esta forma que se
pueda manejar una variedad de situaciones al tiempo, incluso contando con fondos y
90
recursos insuficientes y limitados”.
Lo primero que se debe aclarar, respecto de la reforma, es que ella tiene un acento
específico y es el hecho u objetivo grande o comprehensivo, de lucha contra la
criminalidad. La Fiscalía General, en informes que se han citado previamente que
contienen cifras, ha hallado que algunas causales, como la primera o la octava, con la
restricciones comentadas, se vienen aplicando; no obstante, causales que están dirigidas
al desmantelamientos de bandas criminales, a la lucha contra el crimen organizado, no
se aplican, los fiscales y jueces son más reacios a ellos y, por eso, la reforma tiene este
acento. No es una reforma por ejemplo que se detenga en ajustes a causales concebidas
en la lógica de la teoría del delito, todo lo que se ha analizado en el capítulo
precedente. De hecho, además, las más arduas discusiones que han tenido lugar en la
comunidad jurídica del país, respecto del principio de oportunidad, por lo menos
públicamente, tiene relación a la lucha contra el crimen organizado y al tema de los
desmovilizados en el contexto de la Ley de Justicia y Paz, tal como lo recoge además la
reforma que se estudia.
La otra observación general que es necesario hacer es que, dicho acento enunciado,
hace que se confunden situaciones completamente diferentes, como es el hecho de
luchar contra la criminalidad organizada y el hecho de tener lugar propuestas de
reforma situadas en la lógica de la justicia transicional o, en todo caso, en la lógica del
derecho penal internacional, como es el caso de las iniciativas relaciones con el proceso
de Justicia y Paz.
93
Fiscalía General de la Nación, Informe de Gestión 2006-2007, p. 175.
instrumental de la noción de eficiencia, o con un uso retórico de la misma, en
detrimento de los derechos y garantías. Esto se debe evitar, ello niega los principios
político-criminales que condicionan, en todo caso, la aplicación práctica del principio de
oportunidad y que condicional, igualmente, el ejercicio de discrecionalidad política, tal
como aquí se ha estudiado.
No quiere ello decir que la reforma esté necesariamente ubicada toda en esta
perspectiva eficientista, lo que se quiere destacar y ello vale en general para toda la
discusión que aquí se adelanta sobre el principio de oportunidad, es que se debe evitar
el mero pragmatismo instrumental, la mera vocación eficientista, y rescatar, como se ha
planteado, esta figura como una herramienta privilegiada para fiscales y jueces, para
solucionar problemas, para darle sentido al sistema penal acusatorio, para hacer justicia
material. No obstante, debe dejarse planteada aquí, la tensión siempre presente y más a
nivel de política criminal, entre aquello que se puede denominar garantismo y aquello
que cabe denominar eficientismo, entre una visión garantista del sistema penal y el
mero eficientismo pragmático y desnudo. Es, de hecho, una tensión que está planteada
en el mismo artículo 10 del Código de Procedimiento Penal, cuando establece desde el
principio, que “la actuación procesal se desarrollará teniendo en cuenta el respeto a los
derechos fundamentales de las personas que intervienen en ella y la necesidad de lograr
la eficacia del ejercicio de la justicia”.
Una tercera cuestión central de la reforma, es que ella introduce un concepto más
comprehensivo de oportunidad, destacando su carácter constitucional, relativizando por
así decirlo, su carácter excepcional –trabaja el concepto de “no obstante que existe
fundamento para la persecución penal”-, ajustándolo a la política criminal, al carácter
reglado del principio y al papel del juez en su control. Dice así el segundo inciso del
artículo 1 de la Ley 1312 del 9 de julio de 2009: “El principio de oportunidad es la
facultad constitucional que le permite a la Fiscalía General de la Nación, no obstante
que existe fundamento para adelantar la persecución penal, suspenderla, interrumpirla
o renunciar a ella, por razones de política criminal, según las causales taxativamente
definidas en la ley, con sujeción a la reglamentación expedida por el Fiscal General de
la Nación y sometido a control de legalidad ante el Juez de Garantías”.
Tal como se he dicho anteriormente, la primera propuesta que en el marco de esta Ley
adelantó el fiscal general, se relaciona con el tema del testaferrato y la posible
aplicación del principio para aquellos que, teniendo bienes pertenecientes a jefes
paramilitares, indicaran el paradero de dichos bienes y propicien con ellos una posible
reparación de las víctimas. En el año 2008 el fiscal general había hecho ya relación a
esta posibilidad, pero no fue bien recibida, sobre todo por el hecho de tratarse del
narcotráfico, como delito subyacente al testaferrato. No obstante, el desarrollo del
proceso de Justicia y Paz ha hecho que, en función de la recuperación efectiva de los
bienes, la comunidad jurídica haya encontrado sentido en la propuesta. En esta
dirección, entonces, en texto aprobado en la comisión 1ª. de la Cámara, la causal 16,
del artículo 324 del Código de Procedimiento Penal, quedaría así:
“Cuando quien haya prestado su nombre para adquirir o poseer bienes derivados de la
actividad de un grupo organizado al margen de la ley o del narcotráfico, los entregue al
fondo para Reparación de Víctimas siempre que no se trate de jefes, cabecillas,
determinadores, organizadores promotores o directores de la respectiva organización”.
(Este mismo articulado se preservó en el texto final de la reforma y corresponde a la
causal 16 del artículo 324 reformado, de acuerdo con el artículo 2 de la Ley 1312 de
2009).
Ahora bien, las tensiones entre verdad, justicia y reparación que se generan, a nivel
político-criminal, en escenarios de comisión de crímenes internacionales, se extreman
cuando se trata de la segunda vertiente de reforma legislativa relacionada con el
proceso de Justicia y Paz: la aplicación del principio de oportunidad a desmovilizados de
grupos irregulares o al margen de la ley, en el caso concreto, de aquellos desmovilizados
de los grupos de autodefensas y cuya situación no ha sido regulada legalmente. Así, de
acuerdo con la Ley 1312, la causal 17 establece que se aplicará el principio,
Para los efectos de este numeral, el fiscal presentará la solicitud para la celebración de
audiencias individuales o colectivas para la aplicación del principio de oportunidad.
Extiéndase esta causal a situaciones ocurridas a partir de la vigencia del Acto Legislativo
No. 3 de 2002.
Para la aplicación de esta causal, el desmovilizado deberá firmar una declaración bajo la
gravedad de juramento en la que afirme no haber cometido un delito diferente a los
establecidos en esta causal, so pena de perder el beneficio dispuesto en este artículo de
conformidad con el Código penal”.
La causal debe armonizarse, desde luego, con lo establecido en los parágrafos que la
rigen. Así, entonces, dispone el parágrafo 1.
“En los casos de tráfico de estupefacientes y otras infracciones previstas en el capítulo
segundo del título XIII del Código Penal, terrorismo, financiación de terrorismo, y
administración de recursos relacionados con actividades terroristas, solo se podrá aplicar
el principio de oportunidad, cuando se den las causales cuarta o quinta del presente
artículo, siempre que no se trate de jefes, cabecillas, determinadores, organizadores
promotores o directores de organizaciones delictivas.
Es desde luego, un tema en extremo polémico, por esta razón, una organización tan
activa desde hace años en el país en temas tan delicados, ha llamado la atención sobre
este punto, recalcando, y vale más ello para el aspecto concreto del tratamiento a los
desmovilizados, que la sola pertenencia al grupo, nos lleva al contexto de la comisión
per se de crímenes internacionales. En el texto se hace relación a la comisión de
“delitos derivados de graves violaciones de derechos humanos”.94 Más allá de que este
punto sea discutible, lo importante es, ya en función de la aplicación del principio de
oportunidad, que es Ley en todo caso, que éste sea realmente condicionado, que se
cumplan las condiciones de no comisión de delitos y que, si el aparato judicial
colombiano encuentra que se han cometido crímenes internacionales por parte de
algunos de los destinatarios del principio, se proceda en consecuencia.
Pero lo que sucede es que a ello llevó el desorden de los legisladores, el tiempo que se
perdió en malabares bochornosos como el conocido referendo hecho a la medida del
actual presidente; la desorganización y falta de conciencia del legislativo, llevó a esa
mala coincidencia, porque se trata de cuestiones diferentes, desde luego ligadas, pero
diferentes y era necesario, en todo caso, frente a los desafíos de Justicia y Paz, darle
salida al tema de los desmovilizados. Sólo como comentario, se debe agregar, además y
respecto de la Ley de víctimas, que ésta no ha sido aceptada por las organizaciones, que
94
Comisión colombiana de juristas, “¿Cómo renunciar a 19 problemas?”. Texto presentado al Parlamento, a
instancia del texto aprobado en la comisión 1 de la Cámara, mayo de 2009. En esta perspectiva y de acuerdo
con lo expuesto por la Comisión, no se podría aplicar el principio de oportunidad y se deberían impulsar otro
tipo de procesos para sancionar a los desmovilizados.
ha enfrentado al ejecutivo que persiste en negar el carácter de víctimas a víctimas de
funcionarios estatales, de agentes del Estado y ello ha llevado a una confrontación
permanente. Es esa una de las razones por la cual, en un acción incomprensible y que
alerta nuevamente sobre la escasa independencia del órgano legislativo, el presidente
ordenó, a sus congresistas, literalmente, “enterrar” la ley. Al contrario, se debe
trabajar en todos los ámbitos y ser coherente en decisiones político-criminales: los
costos de cierta impunidad que puede acarrear la aplicación del principio de
oportunidad, deben armonizarse con logros, por parte de un Estado generoso consistente
con realidades innegables, todo ello en función de las víctimas.
95
Jorge Fernando Perdomo, “el principio de oportunidad frente a la Ley de Justicia y Paz”, en: Diego
González M., Jorge F. Perdomo y Cielo Mariño R, Reparación judicial, principio de oportunidad e infancia
en la Ley de Justicia y Paz, GTZ, Bogotá, pp. 77-126.
momento lo siguiente: “No se podrá aplicar el principio de oportunidad en
investigaciones o acusaciones por hechos constitutivos de graves infracciones al Derecho
Internacional Humanitario, delitos de lesa humanidad, crímenes de guerra o genocidio,
tráfico de estupefacientes y otras infracciones previstas en el capítulo segundo del título
XIII del Código Penal, terrorismo, financiación del terrorismo y administración de
recursos relacionados con actividades terroristas, ni cuando tratándose de conductas
96
dolosas la víctima sea un menor de dieciocho (18) años”. (Subrayado fuera del texto).
A propósito del tema que se ha tratado y de manera general, debe decirse que en el
país, en sus avatares terribles de guerra y derecho, las amnistías, los indultos, diversas
figuras procesales, han sido utilizados para propiciar desmovilizaciones, acuerdos de
paz, integración de actores armados a la vida civil, etc. Y hoy la imaginación jurídica
del país, se arriesga con la utilización de un principio tan interesante y lo pone a jugar
en la lógica –muy propia de la situación colombiana- de guerra y derecho, de guerra y
política.
No se trata del objetivo de desvertebrar bandas criminales y de alentar la delación; se
trata, en este caso heterodoxo, de buscar mecanismos para desentrabar el proceso de
reinserción de miembros del más bajo rango o nivel dentro de las organizaciones
criminales ligadas a escenarios macabros de violencia política y social. Y el asunto se
vuelve más complejo, si se entiende, para evitar cualquier ingenuidad al respecto, que
96
Se trata del “Informe de ponencia para segundo debate al proyecto de ley no. 342 / 2008 Cámara 261 /
2008 Senado ‘por medio de la cual se reforma la ley 906 de 2004 en lo relacionado con el principio de
oportunidad’, del congresista Roy Barreras.
cuando se habla de miembros de menor rango –llámese por ejemplo los “patrulleros”- no
se quiere decir que no se trata de ejecutores materiales. De hecho podrían serlo, lo que
sucede es que no existen contra ellos investigaciones o cargos en concreto y por eso la
norma aclara que se pierde “el beneficio” si se descubre la comisión de un delito, tanto
más, si se trata de un crimen internacional. (Además, hay un hecho que es innegable y
que ilustra los aspectos sociológicos más relevantes que subyacen al tema al cual se
hace referencia: en una mayoría de casos, ni siquiera se conocían los nombres o los
orígenes de los desmovilizados rasos, no se tenía de ellos información alguna, no tenían
ni siquiera registro civil de nacimiento. La primera y enorme tarea que ha desarrollado
la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía, fue la identificación de decenas de los
denominados “patrulleros rasos”).
De otra parte, pero en esta misma lógica de aplicación de la Ley a los más responsables,
en la medida en que se puede pensar que quienes detentan poder político y quienes de
diversas formas se han beneficiado de la privatización y paraestatalidad paramilitar
como dirigentes políticos, hacen parte de aquellos verdaderamente responsables de
diversos crímenes, desde el informe de la Cámara, respecto de la Ley expedida, se
estableció claramente que “no se aplicará el principio de oportunidad al investigado,
acusado o enjuiciado vinculado al proceso penal por haber accedido a su cargo, curul o
denominación pública con el apoyo o colaboración de grupos al margen de la ley o del
narcotráfico”. (Se trata hoy, del parágrafo 4 del numeral 17, causal que se estudia, y
que corresponde al artículo 2 de la Ley 1312 de 2009, que reformó el artículo 324 del
código de procedimiento penal).
Las realidades nacionales se mezclan con postulados que son hoy internacionales. Así, en
argumentos presentados desde un principio por la Fiscalía y avalados por algunos
parlamentarios, se dijo: “De igual manera, esta aplicación del principio de oportunidad
poseería especial incidencia en el tema del conflicto armado, dado que se tendría la
prueba razonable para que numerosos jefes de grupos armados al margen de la ley o de
organizaciones criminales fueran vinculados a investigaciones por este tipo de delitos y
se lograría determinar quiénes son los líderes, auspiciadores y promotores de estos
grupos, el modus operandi, rutas, relaciones, entre otros datos, ya que operaría de una
manera efectiva la colaboración con la justicia, de acuerdo con los numerales 5 y 6 del
artículo 324 de la Ley 906 de 2004, con las excepciones mencionadas, como es que no se
aplique a los jefes, directores, organizadores, promotores, determinadores o
cabecillas.” (Aquí el contexto es el del desmantelamiento de grupos irregulares, pero
sirve de referencia, sobre todo por la aceptación del conflicto armado interno, hecho sin
el cual no se puede entender el impacto concreto de las causales que se estudian).
Para ahondar en el tema que nos ocupa, se debe agregar que, respecto de la situación
de los desmovilizados, en el informe de ponencia para primer debate al proyecto de ley
no. 342 / 2008 de la Cámara, y a partir de lo que se considera como “política criminal
ligada a procesos de paz y a procesos de justicia transicional, se dijo: “El marco jurídico
dentro del cual se ha desarrollado la política criminal del Estado de cara al conflicto
armado colombiano y a la necesidad de reglamentar la desmovilización de los grupos
armados al margen de la ley, corresponde con la implementación de la denominada
justicia transicional, entendida ésta como la rama de la justicia que permite que las
sociedades puedan enfrentar el legado de violencia generalizada y sistemática de
derechos humanos”.
Se trata de un nuevo lenguaje, ligado a procesos muy recientes, propios de la década del
2000, en que se comenzó a discutir el denominado “proyecto de alternatividad penal” –
año 2003- y que se consolida con la expedición de la Ley 975 de 2005 y, sobre todo, con
la consolidación, en la discusión nacional, de la triada, Verdad, Justicia y Reparación.
(Ello, desde luego, sin desconocer el impulso que se dio a este tema, desde finales de la
década del 90 y principios del nuevo siglo, por parte de Sistema Interamericano de
Derechos Humanos y de innumerables organizaciones de derechos humanos).
“Es cierto que en el texto sancionado y promulgado de la Ley 975 de 2005 se había
previsto que los comportamientos desarrollados por los miembros de los grupos
paramilitares o de autodefensa, que interfirieran con el normal funcionamiento del
orden constitucional y legal, debían ser considerados como delito de sedición, es decir,
como ataque al orden constitucional y legal vigente.
(…)
“…Si bien en la misma sentencia de control de constitucionalidad se dijo que a las
decisiones tomadas se les aplican las reglas generales sobre efecto inmediato de las
decisiones de la Corte Constitucional, y se advirtió que la providencia carecía de efectos
retroactivos, las razones de todo orden que impiden la reclamada aplicación del
artículo 71 de la Ley 975 de 2005 exponen conforme a la siguiente secuencia:
97
El tema es desde luego complejo y la propia conceptualización lo es aún más. Pero aquí en el informe de
la Cámara se usa una expresión convencional y comprehensiva. Luego, hay que mirar las características del
caso colombiano, por ejemplo el hecho de que no se trata tanto, desde el punto de vista del derecho penal
o de mecanismos de derecho penal, de fórmulas de “superación del pasado conflictivo”, expresión acuñada
en Alemania, “vergangenheitsbewältigung” para acentuar el hecho de la posible superación del pasado,
mientras que en nuestro caso sería más, de mecanismos posibles de “superación” de un presente conflictivo.
V.1. Razones de orden sustancial sobre la imposibilidad de equiparar el concierto para
delinquir con la sedición:
De acuerdo con ello, en el informe de ponencia para primer debate al proyecto de ley
no. 342 / 2008 Cámara, se concluyó: “Al tenor de lo manifestado por la H. Corte
Suprema de justicia, es menester del legislativo no solo adoptar un marco normativo con
el cual pueda darse una salida jurídica a la problemática de miles de desmovilizados de
grupos al margen de la ley, sino que tal marco jurídico goce del pleno respeto y
protección de las garantías constitucionales a los derechos humanos y el compromiso
del Estado Colombiano con la búsqueda de la justicia, la verdad y la reparación de las
víctimas del conflicto”.
La situación concreta que se originó es la siguiente: Cerca de 19.000 desmovilizados, que
no eran propiamente sujetos de la Ley de Justicia y Paz, quedaron en “el limbo”, como
se suele decir, ya que ninguna de las dos normatividades existente podría aplicárseles y
ello, además, tendría consecuencias lógicas desde el punto de vista del desarrollo del
proceso de desmovilización abierto con estos actores y, particularmente, respecto del
destino de las políticas ligadas a aquello que en el contexto de la justicia transicional, se
denominada DDR (Desmovilización, desarme y rearme).
Había que pensar en una solución para esta situación. Ello, desde luego y así se aborda
en este escrito, con absoluto respecto por la decisión de la Sala Penal de la Corte, y
rechazando, además, la histeria con la que fue atacada la Sala por el poder ejecutivo en
su momento, por ocasión de una sentencia muy interesante y compleja y que ahonda,
como se dice, en el concepto de delito político en el país, en la tradición en el
tratamiento de los delitos de rebelión y sedición, como conductas centrales en el marco
del delito político.
Es decir, una cosa es el uso del principio, en una lógica de búsqueda de paz y en una
lógica de justicia transicional y en el marco general del conflicto armado interno y la
violencia política y social, y otra cosa es la mera desactivación de bandas criminales. Si
no se diferencia, todo se convierte en un tema global de lucha contra el crimen
organizado, de lucha contra el terrorismo, mientras que el tema central que ocupa la
reforma en el aspecto concreto que estamos trabajando, que es el de la persecución de
crímenes internacionales y la reparación a las víctimas en la búsqueda de vías para la
paz, pasa a un segundo plano. Además, esta confusión se traslada al plano internacional
ya que, en relación con delitos de narcotráfico y terrorismo, se hace alusión a
“estándares internacionales”, cuando esta noción se viene utilizando, más
acertadamente, respecto de crímenes internacionales, es decir de violaciones graves a
los derechos humanos y crímenes de guerra.
Así, se dijo en el informe de ponencia para primer debate al proyecto de ley no. 342 /
2008 de la Cámara, que “es por ello que frente al delito en particular, es necesario
adicionar como excluyente de la aplicación del principio de oportunidad los delitos de
narcotráfico y terrorismo, conforme a la política criminal del Estado, al cumplimiento de
los estándares internacionales y de fallos de tribunales internacionales que sobre el
particular hoy son exigibles al Estado Colombiano”. Pero como se dice, estándares y
fallos hacen relación más a crímenes internacionales y el narcotráfico y el terrorismo no
lo son, tal como previamente se ha advertido. El uso descontextualizado de las nociones
de estándares internacionales y de fallos internacionales, crea mayor confusión y los
operadores se encuentran luego sin herramientas para aplicar normas o decisiones
internacionales al caso concreto. En cualquier caso, en términos de justicia transicional,
está alusión de los legisladores ponentes es incorrecta.
Luego, se agregó en el informe de la Cámara: “De cara a la justicia transicional,
teniendo en cuenta el informe de la Fiscalía General de la Nación, presentado dentro del
marco del Foro ‘Camino Jurídico aplicable a los procesos de Paz y Desmovilización
Presentes y Futuros’, llevado a cabo el pasado 9 de octubre en el Congreso de la
República, a la fecha existen 31.804 miembros desmovilizados de grupos al margen de la
ley, de los cuales 3.538 han sido postulados a la ley de justicia y paz por el gobierno
nacional, y 28.100 desmovilizados han sido escuchados en versión libre, diligencias de la
cuales han resultado 10.749 resoluciones inhibitorias de las que actualmente se han
apelado 205. En igual sentido la Fiscalía General de la Nación llama la atención en la
necesidad de buscar solución para los desmovilizados de grupos al margen de la ley a
quienes, en virtud y cumplimiento del fallo de la Corte Suprema, no se les puede aplicar
los beneficios contenidos en la ley 782 de 2002. (Desmovilizados AUC)”.
En ese sentido se agrega: “De igual manera, y frente al parágrafo del artículo 326, se
propone una nueva redacción a fin de hacerlo aún más coherente con el control judicial
de aplicación del principio de oportunidad a cargo del juez de garantías, siendo más
viable establecer que una vez haya vencido el periodo de prueba y verificado el
cumplimiento de las condiciones determinadas para el imputado o acusado, el fiscal no
ordenará, sino que deberá solicitar el archivo definitivo de la actuación de acuerdo al
control judicial que de tal beneficio reglamenta el artículo 327 de la misma ley.
(…) En tal sentido se propone adicionar el artículo 4º del proyecto de ley en los
siguientes términos:
(...) Las anteriores proposiciones se fundan en las obligaciones que le asisten al Estado
Colombiano frente a delitos objeto de política criminal y frente a graves violaciones de
los derechos humanos o infracciones del derecho internacional humanitario, tal y como
lo ha ratificado la Corte Interamericana de Derechos humanos y que según la disposición
constitucional del artículo 93 hacen parte del bloque de constitucionalidad.”
Se agrega, finalmente, que si bien gran parte de la reforma está dirigida a uno de los
objetivos que alienta la aplicación del principio de oportunidad, que es, en lógica
político-criminal, apoyar acciones de desmantelamiento de bandas criminales, de
“colaboración eficaz con la justicia”, de desactivación de empresas criminales,
ofreciendo como constraprestación la oportunidad reglada, ello debe hacerse de manera
más coherente, más fundamentada, evitando caer en argumentos retóricos e
indiferenciados. Deben evitarse argumentos o práctica meramente eficientistas.
Además, de hecho, el tema de uso del principio en esta vía o con esta perspectiva, es
complejo, el Estado no debe y no puede caer en lógicas de apoyo a la delación, de
comercio con información, en fin, no debe usar acciones que, por más paradójico que
ello sea, puedan parecerse a las acciones que emplean las mismas mafias que desea
combatir. No es causalidad, además y como lo ha reconocido la misma Fiscalía, que de
todas las causales que posibilitan la aplicación del principio de oportunidad, éstas sean
justamente las menos utilizadas. Y no se trataría de una razón meramente cultural;
habría que indagar en los operadores, acerca de las renuencias en ellos o la falta de
convicción en los métodos para luchar contra el crimen organizado. No existiría
confianza en estos métodos.
Así, y de manera general, la lógica que ha acompañado al legislador y la discusión que se
ha generado alrededor de la reforma, sirve de manera fundamental para que los
operadores perciban cómo se utiliza el principio de oportunidad; ello, no sólo, como se
ha estudiado en el segundo capítulo, respecto de dilemas que presenta la teoría del
delito o respecto de las tensiones entre política criminal y dogmática penal, sino
también, respecto de dilemas muy propios del caso colombiano, que exigen decisiones
político-criminales, en el contexto de las relaciones entre guerra y derecho, entre
guerra y política; decisiones en el ámbito del conflicto social y político que ha vivido el
país durante décadas. En este contexto, el operador judicial, tanto más si su tarea es
ejercer control en la aplicación del principio de oportunidad, se convierte en un actor
privilegiado en el ámbito de la aplicación práctica del principio en función de estos
procesos complejos ligados a la situación del país. Con la reforma se abre un espectro
muy interesante de actuación de todo el sistema judicial, en este sentido todos los
actores del proceso deben refinar y sofisticar sus herramientas de interpretación
respecto del principio de oportunidad, respecto de los alcances y límites de la
discrecionalidad, de los avatares de la política criminal y de su sujeción a los principios
constitucionales.
Actividades pedagógicas
Para el desarrollo de las siguientes actividades es importante que
el dicente tenga en cuenta las consideraciones que a
continuación se enuncian y que constituyen el punto de partida
de las reflexiones planteadas a lo largo de esta unidad:
ap
continental, no quiere decir en ningún caso que los
operadores judiciales no puedan aprender de aquella
tradición; al contrario, fruto de este aprendizaje, y más
con relación al criterio de selección de casos o
priorización de los mismos como es preferible llamarlo, es
que, en el contexto de Justicia y Paz por ejemplo, se
acudió a la figura de las “imputaciones parciales”, como
herramienta para desentrabar procesos que, dadas sus
dimensiones insospechadas, la cantidad de crímenes
confesados y la masividad de los hechos narrados,
amenazan con colapsar.
2. La búsqueda de la eficiencia del sistema penal es siempre
loable y fundamental, sin embargo fácilmente se puede
confundir con el mero eficientismo, o sea, con la
prevalencia de los medios sobre los fines, con un uso
instrumental de la noción de eficiencia, o con un uso
retórico.
3. El uso descontextualizado de nociones tales como:
estándares internacionales, fallos internacionales, justicia
transicional, etc., crea confusión y conduce a que los
operadores se encuentren luego sin herramientas para
aplicar normas o decisiones internacionales a casos
concretos.
Actividad 1:
Realice un análisis comparativo entre los criterios de selección
utilizados por tribunales internacionales y las causales de
aplicación del principio de oportunidad en Colombia.
Actividad 2:
Explique cuáles principios de los explicados en la Unidad anterior
y que deben orientar la formulación de la política criminal, son
relevantes para la aplicación del principio de oportunidad a ex
integrantes de grupos armados ilegales y cómo deberían
manifestarse en este contexto en la labor ejercida por el juez en
función de control de garantías. (Ver anexo sobre reforma al
artículo 324 de la Ley 906 de 2004).
Actividad 3:
Proponga un caso de aplicación del principio de oportunidad a un
miembro o miembros de un grupo armado ilegal, haciendo énfasis
en la forma como debería argumentar la fiscalía la procedencia
de esta figura. (Ver anexo sobre reforma al artículo 324 de la Ley
906 de 2004).
Autoevaluación
Desarrolle las siguientes preguntas teniendo en cuenta el
siguiente caso:
ae Supuestos fácticos
Pedro León Mora Sierra alias “el mico”, Manuel José Contreras
Contreras alias “la araña” y Carlos Pérez Mojica alias “ternura”,
fueron miembros de las autodefensas campesinas del Magdalena
Medio comandadas por Ramón Isaza Arango. Estas personas
ingresaron a la organización en el año de 1997 y para el momento
de la desmovilización pertenecían al frente Isaza Héroes del
Prodigio. Desde 1997 hasta el año 2006 realizaron a cabo labores
de “patrullaje” en la zona en donde operaba el frente al cual
pertenecían y participaron en varias ocasiones en combates con
miembros del grupo guerrillero ELN (Ejército de Liberación
Nacional).
Jurisprudencia
Corte Constitucional:
Sentencia C-575, 25 de Julio de 2006, M.P. Alvaro Tafur Galvis.
Sentencia C-370, 18 de Mayo de 2006, M.P. Manuel José Cepeda
j
Espinosa y otros.
Sentencia C-095, 14 de Febrero de 2007, M.P. Marco Gerardo
Monroy Cabra.
Sentencia C-209, 21 de Marzo de 2007, M.P. Manuel José Cepeda
Espinosa.
Corte Suprema de Justicia – Sala de Casación Penal:
Sentencia del 11 de Julio de 2007, expediente 26945, M.P. Yesid
Ramírez Bastidas y otro.
Bibliografía
Comisión colombiana de juristas, “¿Cómo renunciar a 19
Otros documentos:
A continuación se presenta una reseña de tres de las más importantes obras que en el
ámbito nacional se han escrito sobre Principio de Oportunidad, con el fin de ilustrar las
discusiones que en nuestro medio se han generado entorno de la naturaleza de esta
figura y su relación con el principio de legalidad. Es importante aquí llamar la atención
sobre la diferencia de orientación de cada uno de éstos autores, al parecer la tesis de
PERDOMO es justamente la contraria a la tesis de MESTRE, puesto que aquel reclama la
fundamentación dogmática del principio de oportunidad, mientras que justamente éste
propugna por reconocer los matices políticos de la figura, deslindándolos de la
dogmática jurídico-penal.
El modelo diseñado en la ley 906 de 2004 está mucho más cercano a la forma como se ha
concebido el principio de oportunidad en los sistemas continentales, que de la manera
como ha sido concebido en el contexto anglosajón. No obstante esta es una discusión
que resulta un “estéril conflicto teórico”, si de lo que se trata, es de proporcionar cierta
precisión dogmática en el entendimiento del principio de oportunidad en el contexto
normativo colombiano. (PERDOMO, Pág. 15)
Se recurre a algunos temas propios del derecho penal sustancial, para explicar desde
este punto de vista el sentido que para el sistema penal tiene el principio de legalidad.
La idea, repetimos, es justamente aclarar los fundamentos de la regla -legalidad-, para
pasar entonces a reflexionar sobre el fundamento de la excepción -oportunidad-.Así
pues, se explica el principio de legalidad desde el mandato “nulla poena sine lege” y la
potestad punitiva del Estado, para afirmar que como contrapartida del poder que los
ciudadanos han depositado en el Estado para sancionar la vulneración del ordenamiento
jurídico, surge para el ente estatal la obligación de ejercer de manera cierta y unívoca
dicho poder. Así, “El Estado está obligado a mantener el derecho y a restablecer la
justicia en cada caso concreto… a través del ejercicio del poder punitivo…”, “El Estado
está obligado, por así decirlo, a ejercer el derecho que él ha monopolizado. El principio
de legalidad se convierte entonces en una garantía para la confianza de los ciudadanos
en el correcto ejercicio de la justicia”. (PERDOMO, Pág. 28).
Adicionalmente se recurre a la teoría del bien jurídico: Aquí el autor realiza una breve
reconstrucción del debate sobre este concepto como elemento llamado a limitar y
conducir el ejercicio del poder punitivo del Estado, mencionando especialmente a
BIRBAUM y a la teoría personal del bien jurídico desde el planteamiento de HASSEMER. Al
respecto el autor sostiene que: “Si se observa la misión del derecho penal en la
protección de estos bienes parece comprensible que el Estado dirija toda la acción
punitiva a lograr su eficaz protección. La legalidad asegura la aplicación correcta del
derecho material en el proceso y, de esta forma, la protección de los bienes jurídicos
recepcionados por el legislador en las normas del derecho penal material” (PERDOMO,
Pág. 29). No obstante sostiene que con el debate sobre la protección de bienes jurídicos
como finalidad del derecho penal, queda en evidencia cómo se ha sobre exigido este
concepto, puesto que cada vez se formula con mayor abstracción y amplitud quedando
este realmente en un segundo plano, y concluye que: “…desde su objetivo esta teoría no
ofrece la fundamentación que se busca en materia procesal penal para el principio de
legalidad… si se intenta realizar una clasificación de bienes jurídicos y, sin importar el
método utilizado, se llega a la conclusión de que existen unos “bienes” superiores,
podría verse allí una fundamentación para el principio de legalidad en materia procesal
penal. Sin embargo, si se observa la misión de la norma ya no sólo en la penalización de
las lesiones a bienes jurídicos sino también en su evitación hacia el futuro, toda decisión
de no persecución penal que relativice una norma penal cualquiera pondrá en evidencia
su carácter simbólico, algo que entonces no podrá ser aceptado por la teoría de la
protección de bienes jurídicos”. (PERDOMO, Pág. 32).
Sin embargo el autor resalta la posición de ERB, pues considera que conduce a entender
los principios de oportunidad y legalidad de forma complementaria, en donde en un
primer momento se tienen los conceptos jurídicos generales que en el proceso penal se
traducen en la obligación de la persecución penal, al tiempo que deben realizarse en un
segundo momento valoraciones frente al caso concreto para obtener una decisión justa.
“Contra este punto de vista se manifestó ERB decididamente. Para este autor, aun
cuando expresiones como la del “interés general” determinen la aplicación del principio
de oportunidad y, por lo tanto, queden abiertas a la interpretación y discrecionalidad
del aplicador del derecho, no se puede hablar en ningún momento de que exista un
ámbito sin vinculación jurídica para éste. La arbitrariedad no es parte integrante de la
oportunidad; por el contrario, criterios como el del “interés público” no excluyen la
existencia de una vinculación tal, que es al fin de cuentas la que permite hacer
compatible la oportunidad con la legalidad y con los principios fundamentales del Estado
de derecho; sería tanto como elevar el arbitrio como principio jurídico”. (PERDOMO,
Pág. 45-46).
PERDOMO toma posición en este debate, citando a DELGADO BARRIO, haciendo
referencia a la distinción entre discrecionalidad y a los denominados “conceptos
jurídicos indeterminados”. La discrecionalidad implica una pluralidad de opciones
jurídicamente indiferentes, por lo tanto posibles, mientras que los conceptos jurídicos
indeterminados conllevan una única solución aunque difícil de fijar. Así pues: “Aplicado
al principio de oportunidad esto significa que no se puede elegir con criterios de
oportunidad, sino que existe la necesidad de encontrar la única solución justa”
(PERDOMO, Pág. 48).
“Por esto, no puede aceptarse que los órganos encargados del ejercicio de la potestad
punitiva del Estado tengan un poder discrecional absoluto; en materia procesal penal no
puede haber discrecionalidad así entendida… tal como está delineada la aplicación del
principio de oportunidad en el ordenamiento procesal creemos que es posible una
práctica judicial-discrecional (entonces también racional-razonable) uniforme y
previsible que diste claramente del simple arbitrio del aplicador del derecho ”
(PERDOMO, Pág. 48-49).
Esta práctica judicial-discrecional del principio-excepción, y considerando la estrecha
relación que existe entre el derecho penal y la constitución, implica tener en cuenta la
ponderación de principios. “El aplicador del derecho ya no tendrá solamente que operar
con el modelo lógico formal haciendo el ejercicio de subsunción entre el supuesto de
hecho y la norma, sino que también tendrá que incorporar en su actividad la lógica de lo
razonable…” (PERDOMO, Pág. 50)
Así pues, tratándose del principio de oportunidad, habrá que tener en cuenta en cada
caso ante qué tipo de normas se está, reglas o principios, para proceder a realizar
juicios de proporcionalidad sobre la limitación de los derechos que resultan restringidos
o afectados con la renuncia a la persecución penal. De esta manera para garantizar la
adecuada protección de los derechos fundamentales, “los beneficios que en un caso
concreto implique la renuncia al ejercicio de la acción penal deberán justificar los
perjuicios que ello cause…” (PERDOMO, Pág. 52).
Posteriormente, GÓMEZ esboza una serie de críticas que en otras latitudes se han
formulado al principio de oportunidad, pero anotando que no todas ellas son igualmente
aplicables al sistema colombiano; en este sentido hace referencia a MONTERO AROCA,
quien afirma que esta institución lejos de constituir un avance de la civilización,
conlleva a la renuncia de varias conquistas, ya que la oportunidad implica reducir el
poder de la rama judicial como rama independiente, en pro del aumento de la esfera de
poder de un órgano subordinado al ejecutivo, como lo es el ente acusador, de esta
manera, la aplicación de toda la parte general y sustancial del derecho penal resulta
condicionada por lo dispuesto en una norma procesal. (GOMEZ, Pág. 12)
De la misma manera cita a FERRAJOLI, para quien la oportunidad tiene el gran peligro de
constituirse en una forma de romper con el principio de igualdad ante la ley en perjuicio
de los más débiles, por lo que no debería ser posible que la aplicación de la ley dependa
de valoraciones ético-políticas discrecionales. Otra referencia importante es la de RUIZ
VADILLO, para quien el fin de descongestión del sistema penal puede lograrse sin tanto
riesgo a través de la descriminalización de conductas, evitando así los peligros de
inseguridad e injusticia que la oportunidad trae consigo. Incluso hace referencia a
HASSEMER, para quien la aplicación selectiva y oportunista de la ley sustancial a largo
plazo puede conducir al debilitamiento de la misma, permitiendo que poderes sociales,
económicos y políticos imperen sobre la aplicación igualitaria de la ley, poniendo en
peligro incluso la división de poderes. (GOMEZ, Pág. 13).
“El principio de legalidad, según orientaciones modernas, puede ser complementado por
virtud del principio de oportunidad. De hecho, un importante autor señala que el
“principio de oportunidad no se opone al principio de legalidad, pues los criterios de
oportunidad, por el hecho de constituir excepciones que, discrecionalmente, podrán ser
aplicadas por los fiscales, son tan legales como cualquier otra institución procesal
vigente. Su oposición es, en todo caso, contra el principio de obligatoriedad del ejercicio
de la acción penal y no contra el principio de legalidad”. No obstante, según el autor, la
doctrina mayoritaria presenta al principio de oportunidad como una excepción al
principio de legalidad, siendo este una constante en Latinoamérica, lo cual resulta
erróneo, puesto que los principios por definición no pueden tener excepciones, como si
ocurre con las reglas. En este sentido GÓMEZ insiste en que no puede perderse de vista
que es la misma Carta Política la que califica al principio de oportunidad como tal; así
entonces, si de acuerdo con la jurisprudencia constitucional los principios cumplen una
función de integración y dado “su carácter relativo y su naturaleza no cuatificable”, no
pueden ser excepcionados en tanto resulta imposible que se establecer relaciones
jerárquicas entre los mismos. (GÓMEZ, Pág. 39-40).
El autor menciona entonces, dos modelos conceptuales del principio de oportunidad,
uno “abierto” y otro “cerrado”, el primero de ellos corresponde a los ordenamientos
jurídicos en donde el ejercicio de la acción penal es entendida como un poder
discrecional, mientras que el segundo corresponde a los ordenamientos jurídicos en los
que se establecen causales expresas que permiten al ente acusador abstenerse de
ejercer la pretensión punitiva del Estado; en este punto es importante resaltar, que de
acuerdo con GÓMEZ, en los países de América Latina, particularmente en Colombia, en
donde se ha acogido el sistema o concepto cerrado (reglado) del principio de
oportunidad, se tiende a creer erróneamente, como producto de un temor infundado en
la figura, que su aplicación debe ser excepcional, lo que evidentemente entra en
contradicción con su principal función, como es la de proporcionar herramientas que
hagan al sistema penal más eficiente y menos congestionado. “Requiere ello, al menos
en el ámbito colombiano, una profunda reflexión y apertura, pues un sistema cerrado
del principio de oportunidad no debe equivaler a mecanismo excepcional, sino, como lo
hemos venido planteando, al entendimiento del principio de oportunidad en el marco de
una noción de complementariedad respecto del principio fundante de legalidad”.
(GÓMEZ, Pág. 49).
Este libro orienta el estudio del principio de oportunidad como una manifestación del
poder discrecional del ente acusador, resaltando el carácter político más que jurídico de
la figura, lo cual se constituye en una constante en toda la obra.
El autor presenta en las siguientes palabras su posición: “Si bien algunos de los textos y
sentencias publicados matizan o discuten la calidad discrecional y política de la función
de la Fiscalía en el momento de tomar la decisión de aplicar el principio de oportunidad
y otros se oponen o critican esta postura, este libro, particularmente en su primera
parte, procura ser claro y convincente en relación con el carácter discrecional de la
aplicación del principio de oportunidad y con la estirpe política en la que se inscribe
dicha discrecionalidad, por oposición a aquella visión sustancialista que aproxima el
concepto de principio de oportunidad y su importancia a la realización de cuestiones
más cercanas al derecho penal general, que a variables de política criminal no
susceptibles de ser incluidas con acierto en normas generales y abstractas. Es decir, en
lo que sigue, se entiende al principio de oportunidad como una cuestión programática y
no como una cuestión dogmática jurídica”.
Con este propósito, el texto se articula en dos partes: 1. “… en la primera parte del libro
se abordan los aspectos generales de la discrecionalidad para acusar desde tres puntos
de vista. En primer lugar, desde la función de la Fiscalía, teniendo en cuenta su carácter
no jurisdiccional sino relativo a la ejecución de la política criminal… En segundo lugar,
desde la naturaleza de las funciones discrecionales en los estados sociales y
democráticos de derecho, enmarcados en los principios de legalidad y de igualdad… Por
último, desde el punto de vista del derecho comparado, presentando diferentes modelos
para el análisis respectivo…” (MESTRE, Pág. 23) 2. En la segunda parte, el autor se ocupa
del estudio objetivo de los elementos y de la aplicación de las normas vigentes.
“La Constitución Política Colombiana, después de la reforma de que fue objeto en el año
2002, contempla una Fiscalía General de la Nación cuya función se aleja de los poderes
jurisdiccionales… para dar paso a un órgano ejecutor de la política criminal, que lleva a
cabo la persecución penal bajo criterios de interés público definidos legalmente y
precisados jerárquicamente por el Fiscal General de la Nación… De cualquier manera,
tampoco debe incurrirse en la incomprensión legislativa y/o doctrinal de afirmar que la
función de la Fiscalía es hacer, o peor, administrar justicia”. (MESTRE, Pág. 49-50)
MESTRE explica que las funciones procesales que ejerce la FGN no tienen carácter
jurisdiccional, para lo cual se remite a la Teoría General del Proceso, con esto, enumera
las funciones que tradicionalmente se han reconocido sí son de este tipo, mostrando
cómo, justamente con el Acto Legislativo 03 de 2002 y la ley 906 de 2004, se le retiraron
éstas facultades a la fiscalía y se radicaron en cabeza de los jueces penales. Se hace
referencia entonces a las funciones de decisión, instrumentalización o documentación y
de coerción. “…debe ahondarse con total claridad acerca de la calidad no jurisdiccional
de estas funciones de la Fiscalía General de la Nación. Desde su creación en Colombia…
la Fiscalía había tenido una clara connotación judicial que comenzó a formar parte de su
esencia y a considerarse como el eje de su fuerza y eficacia. La reforma constitucional
del año 2002 intentó cambiar esa visión y le dio a la Fiscalía su actual concepción, que
renueva las calidades de los fiscales y les otorga funciones principalmente
administrativas… las funciones judiciales propias del sistema inquisitivo o mixto fueron
retiradas casi en su totalidad y el cambio normativo fue radical…” (MESTRE, Pág. 54). Se
aclara también en el texto que la Fiscalía aunque está llamada a cumplir funciones
administrativas, siendo la titular de la pretensión penal, requiere de un importante
margen de autonomía, por lo cual se mantiene por fuera de la rama ejecutiva, sin
embrago se advierte que tal independencia se predica de la Fiscalía como institución y
no de los fiscales individualmente considerados, ya que a nivel interno, el ente acusador
se encuentra regido por los principios de “unidad de gestión” y “jerarquía”, lo que hace
que opere un verdadero sistema de delegación.
En segundo lugar, MESTRE precisa qué debe entenderse por política criminal y la
relación de éste concepto con las funciones de la FGN, resaltando que “… la Fiscalía no
es un simple conjunto de personas que cumplen con la función de investigar y acusar al
interior de los procesos penales… tiene una serie de finalidades y funciones políticas que
cumplir, las cuales determinan el desarrollo de sus actividades concretas… en desarrollo
de lo anterior debe seguir los lineamientos generales expuestos por las autoridades
competentes y que constituyen lo que se ha denominado la política criminal del Estado”.
(MESTRE, Pág. 65).
De tal suerte, el autor precisa que “…la política criminal no se refiere simplemente a la
definición de qué es un crimen mediante la tipificación de conductas delictivas y la
descripción de los elementos y modos de cada una de esas conductas. También excede
la especificación de procedimientos precisos para lograr las condenas, con todo lo que
ello implica. Desde hace tiempo se han estudiado también como elementos de política
criminal los principios de la dogmática penal que razonabilizan la aplicación de las
normas penales sustanciales e informan la actuación de los sujetos del proceso penal.
Sin embargo, la política criminal también supera estas definiciones dogmáticas y se
inserta en la discusión pragmática de la efectividad de los instrumentos diseñados y de
la adaptabilidad de dichos instrumentos a las realidades sociales y a las finalidades del
Estado”. (MESTRE, Pág. 69).
La pregunta que queda entonces y que el autor efectivamente se plantea, es ¿cuál debe
ser el margen de acción de los ejecutores de la política criminal para el desarrollo de las
cuestiones de segundo nivel?, aclarando que actualmente “…un modelo de Estado que
anuncia su carácter instrumental para alcanzar una serie de finalidades sociales y
políticas… debe contar con mecanismos que permitan a los ejecutores dar alcance y
hacer un mejor uso de los instrumentos generados con el proceso legislativo.”, lo cual
dependerá de los estipulado, bien en la Constitución o en la propia ley. (MESTRE, Pág.
74).
Aquí el autor aclara que en principio, la potestad discrecional para acusar de la Fiscalía,
supone que exista algún grado de posibilidad de éxito, en el ejercicio de la pretensión
penal, es decir que la investigación debería afianzar la hipótesis de que el investigado
incurrió en una conducta punible; no obstante, afirma que la aplicación del principio de
oportunidad no se opone teóricamente a la inexistencia del delito, ya que su aplicación
puede darse antes de que se esclarezcan las categorías dogmáticas o del
perfeccionamiento de la investigación, “salvo que la ley disponga lo contrario como
desafortunadamente ocurrió en Colombia…”.
En todo caso MESTRE sostiene que “No es aplicación del principio de oportunidad cuando
la Fiscalía considera que no se presentan los elementos configuradores del delito o
cuando considera que no tiene pruebas para lograr una condena y, por tanto, no acusa…
el principio de oportunidad está referido principalmente a temas de discrecionalidad
política stricto sensu, pues se trata de que la Fiscalía, al tomar la decisión de acusar o
no, valores los aspectos y consecuencias que esa decisión implica respecto de la política
criminal del Estado”. (MESTRE, Pág. 92).
Adicionalmente han sido objeto de estudio por parte de la Corte Constitucional, las
facultades de reglamentación que la Ley 906 de 2004 mediante los artículos 330 y 527 ha
conferido al Fiscal General de la Nación en materia de principio de oportunidad y
mediación (C-979 de 2006). Finalmente y en cuarto lugar, la Corte se ha pronunciado en
diversas oportunidades sobre la participación de las víctimas y la forma como resultan
98
Además de los pronunciamientos que en este escrito se reseñan, la Corte Constitucional también hizo
referencia al principio de oportunidad en la sentencia C-648 de 2006 con ponencia de Manuel José Cepeda
Espinosa, sin embrago por tratarse de un problema jurídico de forma que atiende al trámite legislativo del
parágrafo 3º del artículo 324 de la Ley 906 de 2004 y no haberse abordado discusiones de fondo, no se
mencionará en lo que sigue del texto.
limitados o garantizados sus derechos con la aplicación del principio de oportunidad (C-
095 de 2007, C-209 de 2007).
La Corte Constitucional en las sentencias C-673 de 2005, C-095 de 2007 y C-988 de 2006
resolvió sobre la constitucionalidad de varias de las causales contempladas en el artículo
324 de la Ley 906 de 2004. En las dos primeras, aunque con resultados paradógicamente
encontrados, la Corte analizó cargos que sustentaban la inconstitucionalidad de las
numerales demandados en la amplitud de los términos en que fueron redactados,
mientras que en la tercera la Corte analizó si existe un deber de protección a través del
derecho penal de ciertos intereses, que se derive de la Constitución y que pueda resultar
menoscabado por la aplicación del principio de oportunidad; en los tres casos la Corte
Constitucional orientó sus argumentos teniendo en cuenta su jurisprudencia sobre la
potestad de configuración del legislador, como potestad que ofrece un margen amplio
para que mediante el debate legislativo se tomen decisiones de política criminal, pero
limitada por el respeto de los derechos y garantías constitucionales, en especial por los
principios de necesidad, razonabilidad y proporcionalidad.
En la sentencia C-673 del 30 de Junio de 2005, con ponencia de Clara Inés Vargas, la
Corte aborda el problema de si el numeral 16 del artículo 324 de la Ley 906 de 2004
resulta contrario al artículo 250 de la Constitución Nacional, debido a la amplitud de los
términos en que se encuentra redactado.99 La Corte decide declarar inexequible la
norma demandada puesto que el principio de oportunidad tal y como se consagró en el
ordenamiento jurídico colombiano (principio de oportunidad reglado) es de aplicación
excepcional y de acuerdo con el artículo 250 de la Constitución Nacional, debe aplicarse
únicamente “en los casos que establezca la ley”, por lo que las causales, para ajustarse
a lo dispuesto en la Constitución, “deben ser definidas por el legislador de manera clara
y precisa, de suerte que la facultad discrecional de aplicación no se convierta en una
posibilidad de aplicación arbitraria”.100
La Corte considera que las expresiones que a continuación se subrayan abren la puerta
para que el fiscal realice valoraciones meramente subjetivas y personales, además
dificultan la labor del juez de control de garantías, pues no le ofrecen ningún parámetro
objetivo para determinar si el fiscal realizó un ejercicio adecuado de ponderación entre
los intereses encontrados en la aplicación del principio de oportunidad:102 “cuando la
99
“16. Cuando la persecución penal del delito cometido por el imputado, como autor o partícipe, dificulte,
obstaculice o impida al titular de la acción orientar sus esfuerzos de investigación hacia hechos delictivos de
mayor relevancia o trascendencia para la sociedad, cometidos por él mismo o por otras personas”. “El
ciudadano alega que el numeral 16 del artículo 324 del nuevo C.P.P., vulnera el artículo 250 Superior, por
cuanto el principio de oportunidad debe encontrarse debidamente reglado, de manera taxativa, aplicarse de
acuerdo a reglas claras y de fácil encuadramiento, fijadas en el ámbito de “una política criminal que aún no
existe”. Agrega que “es inconstitucional porque transgrede el ámbito de lo reglado para pasar a un ámbito
de discrecionalidad absoluta, ya que se habla de aplicar el principio de oportunidad a una persona que haya
cometido un delito que dificulte la labor de un fiscal al investigar otra conducta, dificultad que
determinará el fiscal a su arbitrio, sin necesidad de basarse en la ley”. Adicionalmente sostiene que la
disposición acusada rompe “el principio-valor de la igualdad ante la ley y el derecho de toda persona al
acceso a la administración de justicia”.” Corte Constitucional, sentencia C-673 del 30 de Junio de 2005,
M.P. Clara Inés Vargas.
100
Ibíd.
101
Ibíd.
102
“Al respecto la Corte considera, que hacer depender la aplicación del principio de oportunidad de una
investigación, en cuento dificulte, obstaculice o impida al titular de la acción orientar sus esfuerzos de
investigación hacia otra de mayor relevancia o trascendencia para la sociedad, resulta de esta manera una
norma completamente ambigua, indeterminada y oscura… La advertida imprecisión de la norma acusada,
imposibilita por su parte el ejercicio de un adecuado y real control por parte del juez de garantías, al no
contar con criterios objetivos que le permitan establecer si la aplicación del principio de oportunidad en el
caso se ajustó a los límites previstos en la Constitución y la ley. Es decir, ése diseño normativo vago e
indeterminado de la causal acusada, le impide al juez de control de legalidad establecer si el fiscal, al
persecución penal del delito cometido por el imputado, como autor o partícipe,
dificulte, obstaculice o impida al titular de la acción orientar sus esfuerzos de
investigación hacia hechos delictivos de mayor relevancia o trascendencia para la
sociedad, cometidos por él mismo o por otras personas”.
En cuanto a la finalidad: “…un examen atento de los antecedentes legislativos del nuevo
C.P.P., en materia de principio de oportunidad, evidencia que partiendo del texto del
Acto Legislativo 03 de 2002, fue la voluntad del legislador ( i ) diseñar un modelo
acusatorio propio con aplicación del principio de oportunidad reglado; ( ii ) antes que ser
concebido como un simple mecanismo de descongestión de la justicia penal, se buscó
con aquél racionalizar la ejecución de la política criminal del Estado; ( iii ) se
establecieron diversos límites normativos y controles materiales judiciales concretos y
efectivos al ejercicio de dicho principio, en el sentido de que no quedase su aplicación
al completo arbitrio de la Fiscalía General de la Nación; ( iv ) fue la voluntad del
Congreso de la República que el principio de oportunidad se aplicase no solo para los
delitos “bagatela” sino que también se constituyo un instrumento para combatir el
crimen organizado; y ( vi ) las víctimas fuesen tenidas en cuenta al momento de adoptar
una decisión en la materia”.104
En la sentencia C-095 del 14 de Febrero de 2007, con ponencia de Marco Gerardo
Monroy Cabra, se demandan los numerales 4, 5, 6, 9, 11, 12, 15 y los parágrafos
1 (parcial) y 3, del artículo 324 de la Ley 906 de 2004. El demandante en esta
sentencia presenta una serie de cargos genéricos frente a todas las disposiciones
demandadas y posteriormente realiza anotaciones puntuales sobre cada una de
ellas, por esta razón la Corte Constitucional, igualmente primero realiza una
serie de consideraciones genéricas y luego si se refiere en particular a la
constitucionalidad o no de cada disposición.
103
Ibíd.
104
Ibíd.
105
“…entonces la demanda que recientemente esta Corporación declaró inexequible el numeral 16 del
artículo 324 de la Ley 906 de 2004105, que establecía una causal muy general para la aplicación del principio
ordenamientos el principio de oportunidad procede en unos pocos supuestos que
atienden a la necesidad de racionalizar el sistema penal (el país que más causales
contempla es Alemania con cuatro), contrario a lo que ocurre en Colombia en donde se
contempla gran cantidad de causales (17, pero una ya declarada inconstitucional).
En esta sentencia, al igual que en la C-673 la Corte para fundamentar su fallo realiza
una serie de consideraciones sobre las características del principio de oportunidad,
teniendo en cuenta su consagración constitucional, en este sentido aborda el estudio de
sus características constitucionales y del límite de las facultades legislativas en el diseño
de las causales para su aplicación. La Corte afirma entonces que la adopción del
principio de oportunidad obedeció a la necesidad de reconocer la incapacidad del
sistema penal de cumplir estrictamente las exigencias del principio de legalidad,106 para
lo cual trae a colación una serie de estadísticas que se expusieron en la exposición de
motivos de la Ley 906 de 2004 para explicar este punto: “De acuerdo con estadísticas de
la Dirección Nacional de Fiscalías, en el año 2000 ingresaron a la Fiscalía por asignación
589.403 investigaciones previas, salieron 605.563 y quedó un acumulado de 308.575 para
el mes de enero siguiente; para el año de 2001 ingresaron 747.427 (158.024 más que el
año anterior, equivalentes al 26.81%), salieron 659.180 y, a pesar de que se superó el
número de asuntos despachados en la antecedente anualidad, quedó un acumulado de
396.396 (87.821 más, equivalentes al 22.15%); para el año 2002 ingresaron 913.911, lo
cual significa un aumento de 165.789 (22.18% más), salieron 822.550, es decir, se
evacuaron 163.370 asuntos más que el año anterior, pero, a pesar del trabajo
significativo, ya se computa un acumulado de 484.651 (88.255 más que el año anterior,
que equivale al 22.26%)”.107
de oportunidad, pues estimó que tal tipo de causales deben ser claras y precisas so pena de desconocer el
artículo 250 superior que establece el principio de legalidad y sólo permite aplicar criterios de oportunidad
de forma excepcional. Además, la Corte sostuvo en esa ocasión que las causales equívocas y ambiguas
hacían imposible el control del juez de garantías, e impedían que los ciudadanos tuvieran certeza acerca de
los casos en que el Estado suspendería, interrumpiría o renunciaría al ejercicio de la acción penal. Al
parecer del demandante, esos mismos vicios se presentan en los numerales cuya inconstitucionalidad solicita
declarar…” Corte Constitucional, sentencia C-095 del 14 de Febrero de 2007, M.P. Marco Gerardo Monroy
Cabra.
106
Para esto se cita ampliamente la exposición de motivos de la Ley 906 de 2004 llamando la atención sobre
el argumento económico que allí se esgrimió: “cobra renovado vigor el argumento económico, pues no basta
la represión formalmente dispuesta para todos los hechos con trazas de delito, cuando en la realidad no
alcanzan las potencialidades físicas ni los recursos para perseguir inclusive conductas de importancia
reducida, lo cual significa que "de hecho" muchas investigaciones tengan que esperar un turno en los
anaqueles y, a veces, el único que les llega es el de la prescripción de la acción penal, no por negligencia de
los funcionarios sino porque a lo imposible nadie está obligado”. Ibíd.
107
Ibíd.
Por otro lado, la Corte resalta el carácter excepcional y reglado del principio de
oportunidad en los términos explicados en la sentencia C-673 de 2005, para entrar a
determinar los límites del legislador al momento de diseñar las causales de aplicación
excepcional del principio de oportunidad. El primer límite que la Corte señala está
determinado por la finalidad misma de la figura, la cual en últimas responde a la
necesidad de “racionalizar la utilización del aparato estatal en la labor de persecución
penal”, evitando el desgaste del sistema penal frente a hechos que carecen de
significación social y procurando así mayor eficiencia en la persecución de la
criminalidad de alto impacto.
108
Ibíd.
posibles eventos que pueden llegar a tener lugar y sugerir la eventual aplicación del
principio de oportunidad.109
Así las cosas y habiendo estudiado nuevamente los antecedentes de la ley 906 de 2004
(exposición de motivos y debates legislativos), la Corte afirma que el constituyente
secundario finalmente aceptó la incorporación del principio de oportunidad dentro del
sistema procesal penal colombiano, bajo la condición, por un lado, de que el legislador
estableciera previamente los casos estrictos y taxativos en que procedería, por otro, que
estuviera sometido al control judicial en donde se verificaría el ejercicio de dicha
facultad discrecional dentro de los límites fijados por el legislador.
109
“6.2.3.2. La Corte ha dicho que la discrecionalidad hace referencia a atribuciones en las cuales la ley
deja librada la evaluación de ciertos asuntos al criterio de los funcionarios competentes para aplicar una
norma. No obstante, también ha reconocido que la discrecionalidad no se opone a que la ley establezca
limitaciones de naturaleza objetiva, es decir independientes de la valoración personal o subjetiva, de la
apreciación o del juicio del funcionario llamado a ejercer la competencia. Así pues, es posible establecer
límites objetivos, claros y precisos a las facultades discrecionales de los funcionarios. Ciertamente, el
legislador puede fijar limitaciones que implican que en el momento de aplicación de la ley el funcionario
vea restringidas sus facultades valorativas. No obstante, tales facultades de valoración deben ser
reconocidas en algún grado a los operadores jurídicos. Lo anterior obedece a la naturaleza misma del juicio
que necesariamente debe hacer el funcionario, en este caso el fiscal, cuando evalúa la aplicabilidad de la
ley a un caso concreto. En este momento se enfrenta a la comparación entre las circunstancias
abstractamente previstas en la ley, y la situación que se presenta de facto. Aunque las previsiones
abstractas de la ley se revistan de precisión y claridad, siempre será necesaria la labor de subsumir el caso
concreto dentro de las previsiones generales contenidas en ella, es decir, llevar a cabo una operación
mediante la cual el funcionario que la aplica considera si el caso particular responde o puede ser sometido a
la norma general prevista en la ley. Ahora bien, aun cuando la norma legal sea clara y precisa en grado
sumo, la infinita posibilidad de circunstancias que rodean las conductas humanas regulables resulta
imposible de prever en fórmulas legales generales, impersonales y abstractas. Dicho de otro modo, la
necesaria generalidad y abstracción de la ley, incluso cuando ella es clara y precisa en la descripción de las
circunstancias en que es llamada a operar, exige lógicamente reconocer cierto grado de discrecionalidad al
operador jurídico llamado a aplicarla”. Ibíd.
Frente al parágrafo 3º, la Corte declara la inconstitucionalidad de la expresión “de
acuerdo con lo dispuesto en el estatuto de Roma”, dándole la razón al demandante, ya
que pueden darse violaciones al derecho internacional humanitario y a los derechos
humanos que no cumplan con todos los requisitos para poder ser de competencia de la
Corte Penal Internacional y por esta razón serían objeto del principio de oportunidad, lo
cual quebranta los compromisos internacionales del Estado y desconoce los derechos de
las víctimas de crímenes graves.
En este sentido, los temas debatidos han sido tres: 1. En qué casos de aplicación
del principio de oportunidad es necesario el control judicial, 2. Qué alcance
tiene la controversia probatoria que puede tener lugar durante la audiencia de
control y 3. Si debe existir la posibilidad de segunda instancia una vez el juez de
control de garantías ha tomado una decisión. A continuación se hará referencia a
los dos primeros ya que al tercero se aludirá en el punto 4. Que versa sobre la
participación de las víctimas en la aplicación del principio de oportunidad.
“…encuentra la Corte que en efecto, la expresión demandada, “siempre que con ésta se
extinga la acción penal” que forma parte del artículo 327 del C.P.P., al condicionar el
control judicial obligatorio y automático del principio de oportunidad a tal exigencia,
restringe el ámbito de aplicación de este control que explícitamente prevé el artículo
250 de la Constitución. Tal expresión, en cuanto reduce el principio de oportunidad a
uno solo (la renuncia), de los tres supuestos procesales (renuncia, interrupción y
suspensión) a través de los cuales actúa, desconoce las reglas jurisprudenciales trazadas
por esta Corte en el sentido que la oportunidad reglada opera a través de la renuncia, la
suspensión y la interrupción de la acción penal (Cfr. Sentencia C- 673 de 2005).
Adicionalmente, las consecuencias que se derivan de la expresión demandada, en cuanto
restringen el ámbito del control judicial sobre el principio de oportunidad, son extrañas
111
Corte Constitucional, sentencia C-979 del 26 de Septiembre de 2005, M.P. Jaime Córdoba Triviño.
a los antecedentes legislativos de la reforma constitucional que demarcan una clara
preocupación del constituyente secundario de rodear la aplicación del principio de
oportunidad de controles judiciales que lo preservaran de eventuales desequilibrios en
que se pudiera incurrir en su aplicación. Finalmente, despojar de control jurisdiccional
las decisiones de la Fiscalía, que como la suspensión del procedimiento a prueba,
comporta afectación de derechos fundamentales, vulnera la primacía y garantía de
protección que a estos valores confiere el orden constitucional (Arts. 2° y 5°), así como
el derecho a acceder a la administración de justicia en condiciones de igualdad (Arts. 13
y 228), por que se crearía la posibilidad que unas decisiones que afectan derechos
fundamentales estuviesen amparadas por el control judicial, en tanto que otras que
involucran la misma situación estuviesen sustraídas de tal control”.112
En las sentencias C-1154 del 15 de Noviembre de 2005 y C-210 del 21 de Marzo de 2007,
con ponencias de Manuel José Cepeda Espinosa y Marco Gerardo Monroy Cabra,
respectivamente, la Corte se pronunció sobre el alcance del debate probatorio que
puede tener lugar en la audiencia de control de legalidad de la aplicación del principio
de oportunidad; aunque la Corte se declaró inhibida por ineptitud sustantiva de la
demanda en ambos casos, en lo referido al principio de oportunidad, realiza algunas
precisiones de fondo que resultan relevantes.
Sin embrago es importante señalar, que la Corte en todo caso resalta el hecho de que la
norma evidentemente exige un mínimo de soporte probatorio, que fundamente la
aplicación del principio de oportunidad por parte de la fiscalía, en esta medida, queda
abierta la pregunta sobre el nivel de sustento probatorio que debe tener el fiscal al
momento de aplicar el principio de oportunidad y hasta donde llega el rol de juez de
control de garantías frente a dicha carga, lo que será materia de examen en otra
providencia.
“Artículo 527. Directrices. El Fiscal General de la Nación elaborará un manual que fije
las directrices del funcionamiento de la mediación, particularmente en la capacitación y
evaluación de los mediadores y las reglas de conducta que regirán el funcionamiento de
la mediación y, en general, los programas de justicia restaurativa.”
En palabras de la Corte el problema jurídico en este caso radica en: “Definir si las
facultades reglamentarias que se atribuye en los artículos 330 y 527 de la Ley 906 de
2004 al Fiscal General de la Nación para expedir un reglamento interno en materia de
principio de oportunidad, y para elaborar un manual que fije las directrices de
funcionamiento de la mediación y de los programas de justicia restaurativa, constituyen
una invasión a la potestad reglamentaria que el artículo 189.11 adscribe al Presidente de
la República, en materia de leyes, y un desbordamiento del marco de actuación que los
artículos 249, 250 y 251 de la Carta, y la Ley Estatutaria de la Administración de
Justicia, establecen para el Fiscal General de la Nación”.113
Los artículos 330 y 527 de la Ley 906 de 2004 son declarados exequibles por la Corte
Constitucional, teniendo en cuenta las características y limites tanto legales como
constitucionales en que debe desarrollarse la potestad reglamentaria en ellos contenida;
adicionalmente resalta la Corte que la expedición del reglamento sobre el principio de
oportunidad y del manual de justicia restaurativa desarrollan importantes principios
constitucionales:
“(i) Los poderes de reglamentación que los artículos demandados radican en el Fiscal
General de la Nación en materia de reglamentación de la aplicación del principio de
oportunidad y fijación de criterios para el funcionamiento de los mecanismos de justicia
restaurativa, se derivan de la autonomía limitada que la Constitución establece a favor
del ente investigador; (ii) más que una potestad, lo que las normas demandadas
establecen es un deber de reglamentación de estas importantes materias; (iii) el deber
de reglamentación adscrito al Fiscal General debe ser de alcance general y con un
espectro de aplicación restringido al ámbito interno de la entidad; (iv) en tanto que
operativo e interno el reglamento o el manual no puede limitar a actores externos,
particularmente al juez de control de garantía; (v) el deber de reglamentación del fiscal
está limitado por las finalidades que la Constitución y la ley asignan a las instituciones
cuya aplicación regula; (vi) el reglamento y el manual que expida el Fiscal General de la
Nación debe desarrollar los criterios de política criminal trazados por la Constitución y la
ley penal; (vii) el reglamento y manual así expedidos, cumplen un papel de
autolimitación del Fiscal General de la Nación, quien queda vinculado a su propio
reglamento; (viii) a través de los deberes de reglamentación de carácter general e
interno se promueven valores constitucionales como los principios de competencia
113
Corte Constitucional, sentencia C-979 del 26 de Septiembre de 2005, M.P. Jaime Córdoba Triviño.
preferente del Fiscal General de la Nación y unidad de gestión y jerarquía (Art.251.3), el
principio de igualdad (Art.13 CP) y la protección de las víctimas (Art.251.6/7)”.114
Queda claro entonces que tanto el artículo 330 como el 527 hacen referencia a una
potestad reglamentaria que no vincula a autoridades o agentes diferentes a los
funcionarios de la Fiscalía General de la Nación, se trata de fijar las pautas
institucionales para el desarrollo práctico tanto del principio de oportunidad como de la
mediación, en este sentido el Fiscal General de la Nación y por tanto sus delegados
quedan atados a su propio reglamento, lo cual constituirá un elementos más a tener en
cuenta por parte del juez de control de garantías al momento de determinar la legalidad
de la aplicación del principio de oportunidad. Adicionalmente es claro que tanto el
reglamento sobre principio de oportunidad como el manual de mediación, deben dar
absoluta cuanta de los principios y derechos constitucionales que pueden resultar
afectados con estas figuras como de los preceptos constitucionales sobre el sistema
procesal penal de tendencia acusatoria.
Dos han sido los pronunciamientos en los que de manera más sistemática se ha
desarrollado este tema. La sentencia C-095 de 2007 -ya mencionada- y la
sentencia C-209 del 21 de Marzo de 2007. (La sentencia C-342 del 9 de Mayo de
2007 aborda el mismo problema que en la C-209 razón por la cual resuelve
estarse a los resuelto en esta última).
Habíamos dicho que en la sentencia C-095 se formulaban una serie de cargos específicos
a varias de las causales contempladas en el artículo 324 de la Ley 906 de 2004 al tiempo
que se hacían varios reproches genéricos. Uno de los cargos genéricos consistió en
afirmar que las causales demandadas negaban el derecho de las víctimas a tener un
mecanismo de tutela judicial efectivo y el acceso a la justicia. En esta oportunidad la
Corte Constitucional sostuvo que el principio de oportunidad no implica el
desconocimiento de los derechos de las víctimas, de hecho explica que así como a la
114
Ibíd.
fiscalía corresponde en los casos excepcionales previstos por el legislador decidir sobre
la aplicación del principio de oportunidad, también corresponde según los numerales 1 y
7 del mismo artículo 250: ““Velar por la protección de las víctimas” (C.P. Artículo
250, numeral 7) y también “Solicitar al juez que ejerza las funciones de control de
garantías las medidas necesarias que aseguren … la protección de la comunidad, en
especial, de las víctimas.” (C.P. Artículo 250, numeral 1).”115 De manera que la fiscalía
general de la nación debe tener especial cuidado al momento de ejercer sus funciones,
pues deberá siempre y en todos los casos ponderar dos intereses trascendentales: por un
lado racionalizar el ejercicio de la acción penal, por otro, procurar la reparación
integral y protección de las víctimas.
En palabras de la Corte: “Así pues, a la hora de diseñar las causales de aplicación del
principio de oportunidad penal, el Congreso de la República tiene que tener en cuenta
que, tanto de la Constitución como de los compromisos internacionales de Colombia,
emanan obligaciones en materia de protección de los derechos de las víctimas de los
delitos. Estos mandatos constitucionales y estas obligaciones internacionales relativos al
los derechos de las víctimas tienen que ser ponderados con los intereses estatales de
racionalización de la persecución penal, que subyacen bajo la consagración
constitucional del principio de oportunidad penal. Ciertamente, una interpretación
sistemática de la Carta implica aceptar que la conciliación entre los principios de
celeridad y eficacia en la administración de justicia no puede dejar de lado la
protección de los derechos fundamentales, que obran simultáneamente como límites al
diseño legal de las causales y también a la aplicación misma del principio de
oportunidad”.116
115
Ibíd.
116
Ibíd.
117
“En efecto, el literal f) del artículo 11 de dicha Ley expresamente prevé que el Estado garantizará el
acceso de las víctimas a la administración de justicia, y que en desarrollo de lo anterior, las víctimas
Por otro lado, la sentencia C-209 de 2007 declaró la inexequibilidad de la expresión “y
contra esta determinación no cabe recuso alguno” contenida en el artículo 327 de la Ley
906 de 2004, con esto aclaró la Corte que la decisión del juez de control de garantías al
examinar la legalidad de la aplicación del principio de oportunidad debe tener una
segunda instancia a la que puedan acudir las víctimas del delito. Adicionalmente la
Corte declaró la exequibilidad por los cargos formulados en esta demanda del artículo
324.
tendrán derecho a “que se consideren sus intereses al adoptar una decisión discrecional sobre el ejercicio
de la persecución del injusto”. En similar sentido, el artículo 328 de la misma Ley señala que “ en la
aplicación del principio de oportunidad el fiscal deberá tener en cuenta los intereses de las víctimas. Para
estos efectos deberá oír a las que se hayan hecho presentes en la actuación”. Y de manera más general, el
artículo 22 ibídem consagra como principio general que irradia toda la interpretación de las normas de
procedimiento penal, el siguiente, relativo al derecho de las víctimas a obtener la reparación de los
perjuicios sufridos:“Artículo 22. Restablecimiento del derecho. Cuando sea procedente, la Fiscalía General
de la Nación y los jueces deberán adoptar las medidas necesarias para hacer cesar los efectos producidos
por el delito y las cosas vuelvan al estado anterior, si ello fuere posible, de modo que se restablezcan los
derechos quebrantados, independientemente de la responsabilidad penal”.” Ibíd.
118
Corte Constitucional, sentencia C-209 del 21 de Marzo de 2007, MP Manuel José Cepeda Espinosa. En esta
sentencia se aborda el estudio de la constitucionalidad de diferentes normas del Código de Procedimiento
Penal, en donde parece condicionarse la participación de la víctima a la intermediación de la fiscalía y se
niega la posibilidad de solicitud, práctica y controversia directa de pruebas, tanto anticipadas como en el
juicio oral y otras etapas procesales.
119
Ibíd.
indicar la ausencia de debate probatorio, encuentra la Corte que el contenido del
artículo desvirtúa esta conclusión, como quiera que el texto mismo del artículo 327
prevé que la víctima y el Ministerio Publico “podrán controvertir la prueba aducida.”
Aun cuando la redacción del artículo no es la más afortunada, debe entenderse que el
legislador empleó esta expresión no para señalar la ausencia total de debate sino porque
dentro de la estructura del sistema acusatorio por su naturaleza oral y adversarial, la
práctica y controversia de pruebas, propiamente dicha, ocurre en la etapa de juicio, en
virtud de los principios de inmediación y concentración.
120
Numerales 6 y 7, Art. 250 CP, y literales f y g del artículo 11 de la Ley 906 de 2004.
ANEXO 3
EVOLUCIÓN TRAMITE LEGISLATIVO PROYECTO DE LEY 261 DE 2008
(SENADO) – 342 DE 2008 (CÁMARA)
“POR MEDIO DE LA CUAL SE REFORMA LA LEY 906 DE 2004 EN LO
RELACIONADO CON EL PRINCIPIO DE
OPORTUNIDAD”
Ley 906 de 2004 Propuesta FGN Texto aprobado, Texto aprobado, Texto conciliado
Plenaria Senado, Comisión 1ª Cámara y
18 de Junio de Cámara Senado
2008
Artículo 323. Artículo 323. Artículo 323. Artículo 323. Artículo 323.
Aplicación del Aplicación del Aplicación del Aplicación del Aplicación del
principio de principio de Principio de principio de Principio de
oportunidad. La oportunidad. La Oportunidad. La oportunidad. La Oportunidad. La
Fiscalía General Fiscalía General Fiscalía General Fiscalía General Fiscalía General
de la Nación de la de la Nación, en de la Nación, en de la Nación, en
podrá suspender, Nación, en la la investigación la investigación la investigación
interrumpir o investigación o o en el juicio, o en el juicio, o en el juicio,
renunciar a la en el juicio hasta antes de hasta antes de hasta antes de
persecución podrá suspender, la audiencia de
la audiencia de la audiencia de
penal, en los interrumpir o juzgamiento,
juzgamiento, juzgamiento,
casos que renunciar a la podrá suspender,
podrá suspender, podrá suspender,
establece este persecución interrumpir o
interrumpir o interrumpir o
código para la penal, en los renunciar a la
aplicación del casos que renunciar a la renunciar a la persecución
principio de establece este persecución persecución penal, en los
oportunidad. código para la penal, en los penal, en los casos que
aplicación del casos que casos que establece este
principio de establece este establece este código para la
oportunidad. código para la código para la aplicación del
aplicación del aplicación del principio de
principio de principio de oportunidad.
oportunidad. oportunidad.
El principio de
El principio de oportunidad es
oportunidad es la facultad
la facultad constitucional
constitucional que le permite
que le permite a a la Fiscalía
la Fiscalía General de la
General de la Nación, no
Nación, no obstante que
existe
obstante que
fundamento
existe
para adelantar
fundamento
la persecución
para adelantar
penal,
la persecución suspenderla,
penal, interrumpirla o
suspenderla, renunciar a
interrumpirla o ella, por
renunciar a ella, razones de
por razones de política
política criminal, según
criminal, según las causales
las causales taxativamente
taxativamente definidas en la
definidas en la ley, con
ley, con sujeción sujeción a la
reglamentación
a la
expedida por el
reglamentación
Fiscal General
expedida por el
de la Nación y
Fiscal General
sometido a
de la Nación y control de
sometido a legalidad ante
control de el Juez de
legalidad ante Garantías.
el Juez de
Garantías.
Artículo 324. Artículo 324. Artículo 324. Artículo 324. Artículo 324.
Causales. El Causales. El Causales. El Causales. El Causales. El
principio de principio de principio de principio de principio de
oportunidad se oportunidad se oportunidad se oportunidad se oportunidad se
aplicará en los aplicará en los aplicará en los aplicará en los aplicará en los
siguientes casos: siguientes casos: siguientes casos: siguientes casos: siguientes
casos:
1. Cuando se 1. Cuando se 1.Cuando se 1.Cuando se
trate de delito trate de delitos trate de delito trate de delito 1. Cuando se
sancionado con sancionado con sancionado con sancionado con tratare de
pena privativa de pena privativa de pena privativa de pena privativa de delitos
la libertad que no la libertad que no la libertad cuyo la libertad cuyo sancionados con
exceda en su exceda en su máximo no máximo no pena privativa
máximo de seis máximo de seis exceda de seis exceda de seis de la libertad
(6) años y se haya (6) años y se haya (6) años, o tenga (6) años, o tenga cuyo máximo
reparado reparado como principal como principal señalado en la
integralmente a integralmente a la de multa, la de multa, Ley no exceda
la víctima, de la siempre que se siempre que se de seis (6) años o
conocerse esta, y víctima, de haya reparado haya reparado con pena
además, pueda conocerse esta, y integralmente a integralmente a principal de
determinarse de además, pueda la víctima, si se la víctima, si se multa, siempre
manera objetiva determinarse de le conoce o está le conoce o está que se haya
la ausencia o manera objetiva, individualizada. individualizada. reparado
decadencia del la Si la víctima no Si la víctima no integralmente a
interés del Estado ausencia o se conoce, o no se conoce, o no la víctima
en el ejercicio de decadencia del esta esta conocida o
la interés del Estado individualizada, individualizada, individualizada;
correspondiente en el ejercicio de oído el concepto oído el concepto si esto último
acción penal. la del ministerio del ministerio no sucediere, el
correspondiente público, se público, se funcionario
2. Cuando la acción penal. fijará caución fijará caución competente
persona fuere de garantía de de garantía de fijará la
entregada en 2. Cuando la la reparación. la reparación. caución
extradición a persona fuere El principio de El principio de pertinente a
causa de la entregada en oportunidad se oportunidad se título de
misma conducta extradición a aplicará el aplicará el garantía de la
punible. causa de la concurso de concurso de reparación, una
misma conducta conductas conductas vez oído el
3. Cuando la punible. punibles, punibles, concepto del
persona fuere siempre que siempre que Ministerio
entregada a la 3. Cuando la individualmente individualmente Público.
Corte Penal persona fuere cumplan con los cumplan con los Esta causal es
Internacional a entregada a la límites y límites y aplicable,
causa de la Corte Penal calidades calidades igualmente, en
misma conducta Internacional a punitivas del punitivas del los eventos de
punible. causa de la inciso anterior. inciso anterior. concurso de
Tratándose de misma conducta conductas
otra conducta punible. 2. Cuando la 2.Cuando la punibles
punible solo Tratándose de persona fuere persona fuere siempre y
procede la otra conducta entregada en entregada en cuando, de
suspensión o la punible solo extradición a extradición a forma
interrupción de la procede la causa de la causa de la individual, se
persecución suspensión o la misma conducta misma conducta cumpla con los
penal. interrupción de la punible. punible. límites y las
persecución calidades
4. Cuando la penal. 3. Cuando la 3.Cuando la señaladas en el
persona fuere persona fuere persona fuere inciso anterior.
entregada en 4. Cuando la entregada en entregada en
extradición a persona fuere extradición a extradición a 2. Cuando a
causa de otra entregada en causa de otra causa de otra causa de la
conducta punible extradición a conducta punible conducta punible misma conducta
y la sanción a la causa de otra y la sanción a la y la sanción a la punible la
que pudiera conducta que pudiera que pudiera persona fuere
llevar la punible y la llevar la llevar la entregada
persecución en sanción a la que persecución en persecución en en extradición a
Colombia carezca pudiera llevar la Colombia carezca Colombia carezca otra potencia.
de importancia al persecución en de importancia al de importancia al
lado de la sanción Colombia carezca lado de la lado de la 3. Cuando la
que le hubiera de sanción que le sanción que le persona fuere
sido impuesta con importancia al hubiera sido hubiera sido entregada en
efectos de cosa lado de la sanción impuesta con impuesta con extradición a
juzgada contra él que le hubiera efectos de cosa efectos de cosa causa de otra
en el extranjero. sido impuesta con juzgada contra él juzgada contra él conducta
efectos de cosa en el extranjero. en el extranjero. punible y la
5. Cuando el juzgada contra él (La causal 3ª (La causal 3ª sanción
imputado en el extranjero. original de la ley original de la ley imponible en
colabore 906 y que se 906 y que se Colombia
eficazmente para 5. Cuando el mantenía en el mantenía en el carezca de
evitar que imputado o proyecto, sobre proyecto, sobre importancia
continúe el delito acusado colabore Corte P. Int., Corte P. Int., comparada con
o se realicen eficazmente para aquí se elimina). aquí se elimina). la impuesta en
otros, o aporte evitar que el extranjero,
información continúe el 4. Cuando el 4.Cuando el con efectos de
esencial para la delito o se imputado o imputado o cosa juzgada.
desarticulación realicen otros, o acusado, hasta acusado, hasta
de bandas de aporte antes de antes de 4. Cuando el
delincuencia información iniciarse la iniciarse la imputado o
organizada. esencial para la audiencia de audiencia de acusado, hasta
desarticulación juzgamiento, juzgamiento, antes de
6. Cuando el de bandas de colabore colabore iniciarse la
imputado sirva delincuencia eficazmente para eficazmente para audiencia de
como testigo organizada. evitar que el evitar que el juzgamiento,
principal de cargo delito continúe delito continúe colabore
contra los demás 6. Cuando el ejecutándose, o ejecutándose, o eficazmente
intervinientes, y imputado o que se realicen que se realicen para evitar que
su declaración en acusado sirva otros, o cuando otros, o cuando el delito
la causa contra como testigo suministre suministre continúe
ellos se haga bajo principal de cargo información información ejecutándose, o
inmunidad total o contra los eficaz para la eficaz para la que se realicen
parcial. En este demás desarticulación desarticulación otros, o cuando
caso los efectos intervinientes, y de bandas de de bandas de suministre
de la aplicación su declaración en delincuencia delincuencia información
del principio de la causa contra organizada. organizada. eficaz para la
oportunidad ellos se haga bajo desarticulación
serán revocados inmunidad total o 5. Cuando el 5.Cuando el de bandas de
si la persona parcial. En este imputado o imputado o delincuencia
beneficiada con caso, los efectos acusado, hasta acusado, hasta organizada.
el mismo de la aplicación antes de antes de
incumple con la del principio de iniciarse la iniciarse la 5. Cuando el
obligación que la oportunidad audiencia de audiencia de imputado o
motivó. serán revocados juzgamiento, se juzgamiento, se acusado, hasta
si la persona compromete a compromete a antes de
7. Cuando el beneficiada con servir como servir como iniciarse la
imputado haya el mismo testigo de cargo testigo de cargo audiencia de
sufrido, a incumple con contra los demás contra los demás juzgamiento, se
consecuencia de la obligación que procesados, bajo procesados, bajo compromete a
la conducta la motivó. inmunidad total inmunidad total servir como
culposa, daño o parcial. o parcial. testigo de cargo
físico o moral 7. Cuando el En este evento En este evento contra los demás
grave que haga imputado o los efectos de la los efectos de la procesados, bajo
desproporcionada acusado haya aplicación del aplicación del inmunidad total
la aplicación de sufrido, a principio de principio de o parcial.
una sanción o consecuencia de oportunidad oportunidad En este evento
implique la conducta quedarán en quedarán en los efectos de la
desconocimiento culposa, daño suspenso suspenso aplicación del
del principio de físico o moral respecto del respecto del principio de
humanización de grave que haga procesado procesado oportunidad
la sanción desproporcionada testigo hasta testigo hasta quedarán en
punitiva. la aplicación de cuando cumpla cuando cumpla suspenso
una sanción o con el con el respecto del
8. Cuando implique compromiso de compromiso de procesado
proceda la desconocimiento declarar. Si declarar. Si testigo hasta
suspensión del del principio de concluida la concluida la cuando cumpla
procedimiento a humanización de audiencia de audiencia de con el
prueba en el la juzgamiento no juzgamiento no compromiso de
marco de la sanción punitiva. lo hubiere lo hubiere declarar. Si
justicia hecho, se hecho, se concluida la
restaurativa y 8. Cuando revocará el revocará el audiencia de
como proceda la beneficio. beneficio. juzgamiento no
consecuencia de suspensión del lo hubiere
este se cumpla procedimiento a 6. Cuando el 6.Cuando el hecho, se
con las prueba en el imputado o imputado o revocará el
condiciones marco de la acusado, hasta acusado, hasta beneficio.
impuestas. justicia antes de antes de
restaurativa y iniciarse la iniciarse la 6. Cuando el
9. Cuando la como audiencia de audiencia de imputado o
realización del consecuencia de juzgamiento, juzgamiento, acusado, hasta
procedimiento este se cumpla haya sufrido, a haya sufrido, a antes de
implique riesgo o con las consecuencia de consecuencia de iniciarse la
amenaza graves a condiciones la conducta la conducta audiencia de
la seguridad impuestas. culposa, daño culposa, daño juzgamiento,
exterior del físico o moral físico o moral haya sufrido, a
Estado. 9. Cuando la grave que haga grave que haga consecuencia de
realización del desproporcionada desproporcionada la conducta
10. Cuando en procedimiento la aplicación de la aplicación de culposa, daño
atentados contra implique riesgo o una sanción o una sanción o físico o moral
bienes jurídicos amenaza graves a implique implique grave que haga
de la la desconocimiento desconocimiento desproporcionad
administración seguridad del principio de del principio de a la aplicación
pública o recta exterior del humanización de humanización de de una
impartición de Estado. la sanción la sanción sanción o
justicia, la punitiva”. punitiva. implique
afectación al bien 10. Cuando en desconocimiento
jurídico funcional atentados contra 7. Cuando 7.Cuando del principio de
resulte poco bienes jurídicos proceda la proceda la humanización de
significativa y la de la suspensión del suspensión del la sanción.
infracción al administración procedimiento a procedimiento a
deber funcional pública o recta prueba en el prueba en el 7. Cuando
tenga o haya administración de marco de la marco de la proceda la
tenido como justicia, la justicia justicia suspensión del
respuesta afectación al bien restaurativa y restaurativa y procedimiento a
adecuada el jurídico funcional como como prueba en el
reproche y la resulte poco consecuencia de consecuencia de marco de la
sanción significativa y la este se cumpla este se cumpla justicia
disciplinarios. infracción al con las con las restaurativa y
deber funcional condiciones condiciones como
11. Cuando en tenga o haya impuestas. impuestas. consecuencia de
delitos contra el tenido como este se cumpla
patrimonio respuesta 8. Cuando la 8.Cuando la con las
económico, el adecuada el realización del realización del condiciones
objeto material reproche y la procedimiento procedimiento impuestas.
se encuentre en sanción implique riesgo o implique riesgo o
tan alto grado de disciplinarios. amenaza graves amenaza graves 8. Cuando la
deterioro a la seguridad a la seguridad realización del
respecto de su 11. Cuando en exterior del exterior del procedimiento
titular, que la delitos contra el Estado. Estado. implique riesgo o
genérica patrimonio amenaza graves
protección económico, el 9. En los casos de 9.En los casos de a la seguridad
brindada por la objeto material atentados contra atentados contra exterior del
ley haga más se encuentre bienes jurídicos bienes jurídicos Estado.
costosa su en tan alto grado de la de la
persecución de deterioro administración administración 9. En los casos
penal y comporte respecto de su pública o de la pública o de la de atentados
un reducido y titular, que la recta recta contra bienes
aleatorio genérica administración administración jurídicos de la
beneficio. protección de justicia, de justicia, administración
brindada por la cuando la cuando la pública o de la
12. Cuando la ley haga más afectación al afectación al recta
imputación costosa su bien jurídico bien jurídico administración
subjetiva sea persecución funcional resulte funcional resulte de justicia,
culposa y los penal y comporte poco significativa poco significativa cuando la
factores que la un reducido y y la infracción al y la infracción al afectación al
determinan aleatorio deber funcional deber funcional bien
califiquen la beneficio. tenga o haya tenga o haya jurídico
conducta como tenido como tenido como funcional resulte
de mermada 12. Cuando la respuesta respuesta poco
significación imputación adecuada el adecuada el significativa y la
jurídica y social. subjetiva sea reproche reproche infracción al
culposa y los institucional y la institucional y la deber funcional
13. Cuando el factores que la sanción sanción tenga o haya
juicio de determinan disciplinaria disciplinaria tenido como
reproche de califiquen la correspondientes correspondientes respuesta
culpabilidad sea conducta como ” ” adecuada el
de tan secundaria de mermada reproche
consideración significación 10. En delitos 10.En delitos institucional y
que haga de la jurídica y social. contra el contra el la
sanción penal una patrimonio patrimonio sanción
respuesta 13. Cuando el económico, económico, disciplinaria
innecesaria y sin juicio de cuando el objeto cuando el objeto correspondientes
utilidad social. reproche de material se material se .
culpabilidad sea encuentre en tal encuentre en tal
14. Cuando se de tan secundaria alto grado de alto grado de 10. En delitos
afecten consideración deterioro deterioro contra el
mínimamente que haga de la respecto de su respecto de su patrimonio
bienes colectivos, sanción penal una titular, que la titular, que la económico,
siempre y cuando respuesta genérica genérica cuando el objeto
se dé la innecesaria y sin protección protección material se
reparación utilidad social. brindada por la brindada por la encuentre en tal
integral y pueda ley haga más ley haga más alto grado de
deducirse que el 14. Cuando se costosa su costosa su deterioro
hecho no volverá afecten persecución persecución respecto de su
a presentarse. mínimamente penal y comporte penal y comporte titular, que la
bienes colectivos, un reducido y un reducido y genérica
15. Cuando la siempre y cuando aleatorio aleatorio protección
persecución se dé la beneficio. beneficio. brindada por la
penal de un reparación ley haga más
delito comporte integral y pueda 11. Cuando la 11.Cuando la costosa su
problemas deducirse que el imputación imputación persecución
sociales más hecho no volverá subjetiva sea subjetiva sea penal y
significativos, a presentarse. culposa y los culposa y los comporte un
siempre y cuando factores, que la factores, que la reducido y
exista y se 15. Cuando la determinan determinan aleatorio
produzca una persecución califiquen la califiquen la beneficio.
solución penal de un conducta como conducta como
alternativa delito comporte de mermada de mermada 11. Cuando la
adecuada a los problemas significación significación imputación
intereses de las sociales más jurídica y social. jurídica y social. subjetiva sea
víctimas. significativos, culposa y los
siempre y cuando 12. Cuando el 12.Cuando el factores, que la
16. <Numeral exista y se juicio de juicio de determinan
INEXEQUIBLE>. produzca una reproche de reproche de califiquen la
Cuando la solución culpabilidad sea culpabilidad sea conducta como
persecución alternativa de tan de tan de mermada
penal del delito adecuada a los secundaria secundaria significación
cometido por el intereses de las consideración consideración jurídica y
imputado, como víctimas. que haga de la que haga de la social.
autor o partícipe, sanción penal sanción penal
dificulte, 16. Cuando la una respuesta una respuesta 12. Cuando el
obstaculice o persecución innecesaria y sin innecesaria y sin juicio de
impida al titular penal del delito utilidad social. utilidad social. reproche de
de la acción cometido por el culpabilidad sea
orientar sus imputado, como 13. Cuando se 13.Cuando se de tan
esfuerzos de autor o afecten afecten secundaria
investigación partícipe, mínimamente mínimamente consideración
hacia hechos dificulte, bienes bienes que haga de la
delictivos de obstaculice o colectivos, colectivos, sanción penal
mayor relevancia impida al titular siempre y cuando siempre y cuando una respuesta
o trascendencia de la acción se dé la se dé la innecesaria y sin
para la sociedad, orientar sus reparación reparación utilidad social.
cometidos por él esfuerzos integral y pueda integral y pueda
mismo o por otras de investigación deducirse que el deducirse que el 13. Cuando se
personas. hacia hechos hecho no volverá hecho no volverá afecten
delictivos de a presentarse. a presentarse. mínimamente
17. Cuando los mayor relevancia bienes
condicionamiento o trascendencia 14. Cuando la 14.Cuando la colectivos,
s fácticos o para persecución persecución siempre y
síquicos de la la sociedad, penal de un penal de un cuando se dé la
conducta cometidos por él delito comporte delito comporte reparación
permitan mismo o por problemas problemas integral y pueda
considerar el otras personas. sociales más sociales más deducirse que el
exceso en la (Inexequible significativos, significativos, hecho no volverá
justificante como Sentencia C- siempre y cuando siempre y cuando a presentarse.
representativo de 673/05) exista y se exista y se
menor valor produzca una produzca una 14. Cuando la
jurídico o social 17. Cuando los solución solución persecución
por explicarse el condicionamiento alternativa alternativa penal de un
mismo en la s fácticos o adecuada a los adecuada a los delito comporte
culpa. síquicos de la intereses de las intereses de las problemas
conducta víctimas. víctimas. sociales más
PARÁGRAFO 1o. permitan Quedan Quedan significativos,
En los casos considerar el excluidos en excluidos en siempre y
previstos en los exceso en la todo caso los todo caso los cuando exista y
numerales 15 y justificante como jefes, jefes, se produzca una
16, no podrá representativo de organizaciones, organizaciones, solución
aplicarse el menor valor promotores, y promotores, y alternativa
principio de jurídico o social financiadores financiadores adecuada a los
oportunidad a los por explicarse el del delito. del delito. intereses de las
jefes, mismo en la víctimas.
organizadores o culpa. 15. Cuando la 15.Cuando la Quedan
promotores, o a conducta se conducta se excluidos en
quienes hayan PARÁGRAFO 1o. realice realice todo caso los
suministrado En los casos excediendo una excediendo una jefes,
elementos para previstos en los causal de causal de organizaciones,
su realización. numerales 15 y justificación, si justificación, si promotores, y
16, no podrá la desproporción la desproporción financiadores
PARÁGRAFO 2o. aplicarse significa un significa un del delito.
La aplicación del el principio de menor valor menor valor
principio de oportunidad a los jurídico y social jurídico y social 15. Cuando la
oportunidad jefes, explicable en el explicable en el conducta se
respecto de organizadores o ámbito de la ámbito de la realice
delitos promotores, o a culpabilidad. culpabilidad. excediendo una
sancionados con quienes hayan causal de
pena privativa de suministrado 16. Cuando 16.Cuando quien justificación, si
la libertad que elementos para quien haya haya prestado la
exceda de seis (6) su realización. prestado su su nombre para desproporción
años será nombre para adquirir o significa un
proferida por el PARÁGRAFO 2º. adquirir o poseer bienes menor valor
Fiscal General de En los delitos de poseer bienes derivados de la jurídico y social
la Nación o el tráfico de derivados de la actividad de un explicable en el
delegado especial estupefacientes actividad de un grupo ámbito de la
que designe para y otras grupo organizado al culpabilidad.
tal efecto. infracciones organizado al margen de la ley
previstos en el margen de la ley o del 16. Cuando
PARÁGRAFO 3o. Capítulo o del narcotráfico, quien haya
<Aparte tachado Segundo del narcotráfico, los entregue al prestado su
INEXEQUIBLE. Título XIII del los entregue al fondo para nombre para
Parágrafo Código Penal, fondo para Reparación de adquirir o
modificado por el terrorismo Reparación de Víctimas poseer bienes
artículo 25 de la (artículo Víctimas siempre que no derivados de la
Ley 1121 de 343), y siempre que no se trate de actividad de un
2006. El nuevo financiación del se trate de jefes, grupo
texto es el terrorismo y jefes, cabecillas, organizado al
siguiente:> En administración cabecillas, determinadores, margen de la
ningún caso el de recursos determinadores, organizadores ley o del
fiscal podrá hacer relacionados con organizadores promotores o narcotráfico,
uso del principio actividades promotores o directores de la los entregue al
de oportunidad terroristas directores de la respectiva fondo para
cuando se trate (artículo 345), respectiva organización. Reparación de
de hechos que se deberá tener organización. Víctimas
puedan significar en cuenta: (La causal 16, siempre
violaciones a) Solo se (La causal 16, declarada que no se trate
graves al Derecho aplicará el declarada inexequible por de jefes,
Internacional principio de inexequible por la Corte cabecillas,
Humanitario, oportunidad en la Corte Constitucional, determinadores
crímenes de lesa los casos de los Constitucional, que al parecer , organizadores
humanidad o numerales 5 y 6 que al parecer se incluía de promotores o
genocidio de del se incluía de nuevo en el directores de la
acuerdo con lo artículo 324 de nuevo en el proyecto, aquí respectiva
dispuesto en el este Código. proyecto, aquí desaparece). organización.
Estatuto de b) No se aplicará desaparece).
Roma, y delitos el principio de Parágrafo 1º. En 17. Al
de narcotráfico, oportunidad al Parágrafo 1º. En los casos de desmovilizado
terrorismo y determinador, los casos de tráfico de de un grupo
financiación del director, tráfico de stupefacientes y armado
terrorismo y cabecilla, jefe, estupefacientes otras organizado al
administración de organizador o y otras infracciones margen de la
recursos promotor. infracciones previstas en el ley que en los
relacionados con previstas en el capítulo términos de la
actividades PARÁGRAFO 3º. capítulo segundo del normatividad
terroristas. La aplicación del segundo del título XIII del vigente haya
principio de título XIII del Código Penal, manifestado
oportunidad Código Penal, terrorismo, con actos
respecto de terrorismo, financiación de inequívocos su
delitos financiación de terrorismo, y propósito de
sancionados con terrorismo, y administración reintegrarse a
pena privativa de administración de recursos la sociedad,
la libertad cuyo de recursos relacionados siempre que no
máximo exceda relacionados con actividades haya sido
de seis (6) años con actividades terroristas, solo postulado por el
de terroristas, solo se podrá aplicar Gobierno
prisión, será se podrá aplicar el principio de Nacional al
proferida por el el principio de oportunidad, procedimiento y
Fiscal General de oportunidad, cuando se den beneficios
la Nación o el cuando se den las causales establecidos en
delegado especial las causales cuarta o quinta la ley 975 de
que cuarta o quinta del presente 2005 y no
designe para tal del presente artículo, cursen en su
efecto. artículo, siempre que no contra
siempre que no se trate de investigaciones
PARÁGRAFO 4º. se trate de jefes, por delitos
Modificado Ley jefes, cabecillas, cometidos antes
1121/2006, cabecillas, determinadores, o después de su
artículo 25. En determinadores, organizadores desmovilización
ningún caso el organizadores promotores o con excepción
Fiscal promotores o directores de de la
podrá hacer uso directores de organizaciones pertenencia a la
del principio de organizaciones delictivas. organización
oportunidad delictivas. criminal, que
cuando se trate Parágrafo 2º. para efectos de
de hechos que Parágrafo 2º. No se podrá esta ley incluye
puedan No se podrá aplicar el la utilización
significar aplicar el principio de ilegal de
violaciones principio de oportunidad en uniformes e
graves al oportunidad en investigaciones insignias y el
Derecho investigaciones o acusaciones porte ilegal de
Internacional o acusaciones por hechos armas y
Humanitario, por hechos constitutivos de municiones.
crímenes de lesa constitutivos de graves
humanidad o graves infracciones al Para los efectos
genocidio. infracciones al Derecho de este
Derecho Internacional numeral, el
Internacional Humanitario, fiscal
Humanitario, delitos de lesa presentará la
delitos de lesa humanidad, solicitud para
humanidad, crímenes de la
crímenes de guerra o celebración de
guerra o genocidio, ni audiencias
genocidio, ni cuando individuales o
cuando tratándose de colectivas para
tratándose de conductas la aplicación
conductas dolosas la del principio de
dolosas la víctima sea un oportunidad.
víctima sea un menor de
menor de dieciocho (18) Extiéndase esta
dieciocho (18) años”. causal a
años”. situaciones
Parágrafo 3º. La ocurridas a
Parágrafo 3º. La aplicación del partir de la
aplicación del principio de vigencia del
principio de oportunidad en Acto Legislativo
oportunidad en los casos de No. 3 de 2002.
los casos de delitos Para la
delitos sancionados con aplicación de
sancionados con pena privativa de esta causal, el
pena privativa de la libertad cuyo desmovilizado
la libertad cuyo límite máximo deberá firmar
límite máximo exceda de seis una
exceda de seis (6) años de declaración
(6) años de prisión será bajo la
prisión será proferida por el gravedad de
proferida por el Fiscal General de juramento en la
Fiscal General de la Nación o por que afirme no
la Nación o por quien el delegue haber cometido
quien el delegue de manera un delito
de manera especial para el diferente a los
especial para el efecto. establecidos en
efecto. esta causal, so
Parágrafo 4. No pena de perder
se aplicará el el beneficio
principio de dispuesto en
oportunidad al este artículo de
investigado, conformidad
acusado o con el Código
enjuiciado Penal.
vinculado al
proceso penal Parágrafo 1º.
por haber En los casos de
accedido a su tráfico de
cargo, curul o estupefacientes
denominación y otras
pública con el infracciones
apoyo o previstas en el
colaboración de capítulo
grupos al segundo del
margen de la ley título XIII del
o del Código Penal,
narcotráfico. terrorismo,
financiación de
17.Al terrorismo, y
desmovilizado administración
de un grupo de recursos
armado relacionados
organizado al con
margen de la ley actividades
que en los terroristas, solo
términos de la se podrá aplicar
normatividad el principio de
vigente haya oportunidad,
manifestado con cuando se
actos den las causales
inequívocos su cuarta o quinta
propósito de del presente
reintegrarse a artículo,
la sociedad, siempre que no
siempre que no se trate de
haya sido jefes,
postulado por el cabecillas,
Gobierno determinadores
Nacional al , organizadores
procedimiento y promotores o
beneficios directores de
establecidos en organizaciones
la ley 975 de delictivas.
2005 y no
cursen en su Parágrafo 2º. La
contra aplicación del
investigaciones principio de
por delitos oportunidad en
cometidos antes los casos de
o después de su delitos
desmovilización sancionados con
con excepción pena privativa
de la de la libertad
pertenencia a la cuyo límite
organización máximo exceda
criminal, que de seis
para efectos de (6) años de
esta ley incluye prisión será
la utilización proferida por el
ilegal de Fiscal General de
uniformes e la Nación o por
insignias y el quien el delegue
porte ilegal de de manera
armas y especial para el
municiones. efecto.
Parágrafo 3º.
No se podrá
aplicar el
principio de
oportunidad en
investigaciones
o
acusaciones por
hechos
constitutivos de
graves
infracciones al
Derecho
Internacional
Humanitario,
delitos de lesa
humanidad,
crímenes de
guerra o
genocidio, ni
cuando
tratándose de
conductas
dolosas la
víctima sea un
menor de
dieciocho (18)
años.
Parágrafo 4°.
No se aplicará
el principio de
oportunidad al
investigado,
acusado o
enjuiciado
vinculado al
proceso penal
por haber
accedido o
permanecido en
su cargo, curul
o denominación
pública con el
apoyo o
colaboración de
grupos al
margen de la
ley o del
narcotráfico.
Artículo 325. Artículo 325. Artículo 325. Artículo 325. Artículo 325.
Suspensión del Suspensión del Suspensión del Suspensión del Suspensión del
procedimiento a procedimiento a procedimiento a procedimiento a procedimiento a
prueba. El prueba: El prueba: El prueba: prueba: El
imputado podrá imputado o imputado o El imputado o imputado o
solicitar la acusado acusado, hasta acusado, hasta acusado, hasta
suspensión del podrá solicitar la antes de la antes de la antes de la
procedimiento a suspensión del audiencia de audiencia de audiencia de
prueba mediante procedimiento a juzgamiento, juzgamiento, juzgamiento,
solicitud oral en prueba mediante podrá solicitar la podrá solicitar la podrá solicitar la
la que manifieste solicitud oral en suspensión del suspensión del suspensión del
un plan de la que manifieste procedimiento a procedimiento a procedimiento a
reparación del un plan de prueba, de la prueba, de la prueba, de la
daño y las reparación del misma forma en misma forma en misma forma en
condiciones que daño y las que lo pueden que lo pueden que lo
estaría dispuesto condiciones que hacer las hacer las pueden hacer
a cumplir. estaría dispuesto personas personas las personas
a simplemente simplemente simplemente
El plan podrá cumplir. imputadas, imputadas, imputadas,
consistir en la mediante mediante mediante
mediación con las El plan podrá solicitud oral en solicitud oral en solicitud oral
víctimas, en los consistir en la la que manifieste la que manifieste en la que
casos en que esta mediación con las un plan de un plan de manifieste un
sea procedente, víctimas, en los reparación del reparación del plan de
la reparación casos en que esta daño y las daño y las reparación del
integral de los sea condiciones que condiciones que daño y las
daños causados a procedente, la estaría dispuesto estaría dispuesto condiciones que
las víctimas o la reparación a cumplir. a cumplir. estaría dispuesto
reparación integral de los a cumplir.
simbólica, en la daños causados a El plan podrá El plan podrá
forma inmediata las víctimas o la consistir en la consistir en la El plan podrá
o a plazos, en el reparación mediación con mediación con consistir en la
marco de la simbólica, en la las víctimas, en las víctimas, en mediación con
justicia forma inmediata los casos en que los casos en que las víctimas, en
restaurativa. o a plazos, en el esta sea esta sea los casos en que
marco de la procedente, la procedente, la esta sea
Presentada la justicia reparación reparación procedente, la
solicitud, el fiscal restaurativa. integral de los integral de los reparación
consultará a la daños causados a daños causados a integral de los
víctima y Presentada la las víctimas o la las víctimas o la daños causados a
resolverá de solicitud, el reparación reparación las víctimas o la
inmediato Fiscal consultará simbólica, en la simbólica, en la reparación
mediante a la víctima y forma inmediata forma inmediata simbólica, en la
decisión que resolverá de o a plazos, en el o a plazos, en el forma inmediata
fijará las inmediato marco de la marco de la o a plazos, en el
condiciones bajo mediante justicia justicia marco de la
las cuales se decisión que restaurativa. restaurativa. justicia
suspende el fijará las restaurativa.
procedimiento, y condiciones bajo Presentada la Presentada la
aprobará o las cuales se solicitud, el solicitud, el Presentada la
modificará el suspende el Fiscal consultará Fiscal consultará solicitud,
plan de procedimiento, y a la víctima y a la víctima y individual o
reparación aprobará o resolverá de resolverá de colectiva, el
propuesto por el modificará el inmediato inmediato Fiscal consultará
imputado, plan de mediante mediante a la
conforme a los reparación decisión que decisión que víctima y
principios de propuesto por el fijará las fijará las resolverá de
justicia imputado, condiciones bajo condiciones bajo inmediato
restaurativa conforme a los las cuales se las cuales se mediante
establecidos en principios de suspende el suspende el decisión que
este código. justicia procedimiento, y procedimiento, y fijará las
restaurativa aprobará o aprobará o condiciones bajo
Si el establecida en modificará el modificará el las cuales se
procedimiento se este Código. plan de plan de suspende el
reanuda con reparación reparación procedimiento, y
posterioridad, la Si el propuesto por el propuesto por el aprobará o
admisión de los procedimiento se imputado, imputado, modificará el
hechos por parte reanuda con conforme a los conforme a los plan de
del imputado no posterioridad, la principios de principios de reparación
se podrá utilizar admisión de los justicia justicia propuesto por el
como prueba de hechos por parte restaurativa restaurativa imputado,
culpabilidad. del imputado no establecida en establecida en conforme a los
se podrá utilizar este Código. este Código. principios de
PARÁGRAFO. El como prueba de justicia
fiscal podrá culpabilidad. Si el Si el restaurativa
suspender el procedimiento se procedimiento se establecida en
procedimiento a PARÁGRAFO. El reanuda con reanuda con este Código.
prueba cuando Fiscal podrá posterioridad, la posterioridad, la
para el suspender el admisión de los admisión de los Si el
cumplimiento de procedimiento a hechos por parte hechos por parte procedimiento se
la finalidad del prueba cuando del imputado no del imputado no reanuda con
principio de para el se podrá utilizar se podrá utilizar posterioridad, la
oportunidad cumplimiento de como prueba de como prueba de admisión de los
estime la finalidad del culpabilidad. culpabilidad. hechos por
conveniente principio de parte del
hacerlo antes de oportunidad Parágrafo. El PARÁGRAFO. El imputado no se
decidir sobre la estime Fiscal podrá Fiscal podrá podrá utilizar
eventual renuncia conveniente suspender el suspender el como prueba de
al ejercicio de la hacerlo procedimiento a procedimiento a culpabilidad.
acción penal. antes de decidir prueba cuando prueba cuando
sobre la eventual para el para el Parágrafo. El
renuncia al cumplimiento de cumplimiento de Fiscal podrá
ejercicio de la la finalidad del la finalidad del suspender el
acción penal. principio de principio de procedimiento a
oportunidad oportunidad prueba cuando
estime estime para el
conveniente conveniente cumplimiento de
hacerlo antes de hacerlo antes de la finalidad del
decidir sobre la decidir sobre la principio de
eventual eventual oportunidad
renuncia al renuncia al estime
ejercicio de la ejercicio de la conveniente
acción penal. acción penal. hacerlo antes de
decidir sobre la
eventual
renuncia al
ejercicio
de la acción
penal.
Artículo 326. Artículo 326. Artículo 326. Artículo 326. Artículo 326.
Condiciones a Condiciones a Condiciones a Condiciones a Condiciones a
cumplir durante cumplir durante cumplir durante cumplir durante cumplir durante
el período de el período de el período de el período de el período de
prueba. El fiscal prueba. El fiscal prueba. El Fiscal prueba. El Fiscal prueba. El Fiscal
fijará el período fijará el período fijará el período fijará el período fijará el período
de prueba, el de prueba, el de prueba, el de prueba, el de prueba, el
cual no podrá ser cual no podrá ser cual no podrá ser cual no podrá ser cual no podrá ser
superior a tres (3) superior a tres (3) superior a tres superior a tres superior a tres
años, y años, y (3) años, y (3) años, y
(3) años, y
determinará una determinará una determinará una determinará una
determinará una
o varias de las o o varias de las o varias de las
o varias de las
condiciones que varias de las condiciones que condiciones que
condiciones que
deberá cumplir el condiciones que deberán cumplir deberán cumplir
imputado, entre deberán cumplir deberán cumplir el imputado o el imputado o
las siguientes: el imputado o el imputado o acusado hasta acusado hasta
acusado, entre acusado hasta antes de la antes de la
1. Residir en un las antes de la Audiencia de Audiencia de
lugar siguientes: Audiencia de juzgamiento, juzgamiento,
determinado e juzgamiento, entre las entre las
informar al fiscal a) Residir en un entre las siguientes: siguientes:
del conocimiento lugar siguientes:
cualquier cambio determinado e a)Residir en un a) Residir en un
del mismo. informar al fiscal a)Residir en un lugar lugar
del conocimiento lugar determinado e determinado e
2. Participar en cualquier determinado e informar al Fiscal informar al
programas cambio del informar al Fiscal del conocimiento Fiscal del
especiales de mismo. del conocimiento cualquier cambio conocimiento
tratamiento con cualquier cambio del mismo. cualquier cambio
el fin de superar b) Participar en del mismo. del mismo.
problemas de programas b)Participar en
dependencia a especiales de programas b) Participar en
b)Participar en
drogas o bebidas tratamiento con especiales de programas
programas
alcohólicas. el fin de superar tratamiento con especiales de
problemas especiales de el fin de superar tratamiento con
3. Prestar de dependencia a tratamiento con problemas de el fin de superar
servicios a favor drogas o bebidas el fin de superar dependencia a problemas de
de instituciones alcohólicas. problemas de drogas o bebidas dependencia a
que se dediquen dependencia a alcohólicas. drogas o bebidas
al trabajo social a c) Prestar drogas o bebidas alcohólicas.
favor de la servicios a favor alcohólicas. c)Prestar
comunidad. de instituciones servicios a favor c) Prestar
que se dediquen c)Prestar de instituciones servicios a favor
4. Someterse a un al trabajo social a servicios a favor que se dediquen de instituciones
tratamiento favor de de instituciones al trabajo social que se dediquen
médico o la comunicad. que se dediquen a favor de la al trabajo social
psicológico. al trabajo social comunidad. a favor de la
d) Someterse a a favor de la comunidad.
5. No poseer o un tratamiento comunidad. d)Someterse a un
portar armas de médico o tratamiento d) Someterse a
fuego. psicológico. médico o un tratamiento
d)Someterse a un psicológico. médico o
6. No conducir e) No poseer o tratamiento psicológico.
vehículos portar armas de médico o e)No poseer o
automotores, fuego. psicológico. portar armas de e) No poseer o
naves o fuego. portar armas de
aeronaves. f) No conducir e)No poseer o fuego.
vehículos portar armas de f)No conducir
7. La reparación automotores, fuego. vehículos f) No conducir
integral a las naves o automotores, vehículos
víctimas, de aeronaves. f)No conducir naves o automotores,
conformidad con vehículos aeronaves naves o
los mecanismos g) La reparación aeronaves
automotores,
establecidos en la integral a las g)La reparación
naves o
ley. víctimas, de integral a las g) La reparación
aeronaves
conformidad con víctimas, de integral a las
8. La realización los mecanismos conformidad con víctimas, de
de actividades en establecidos en la g)La reparación los mecanismos conformidad con
favor de la ley. integral a las establecidos en los mecanismos
recuperación de víctimas, de la ley. establecidos en
las víctimas. h) La realización conformidad con la ley.
de actividades a los mecanismos h)La realización
9. La favor de la establecidos en de actividades a h) La realización
colaboración recuperación de la ley. favor de la de actividades a
activa y efectiva las víctimas. recuperación de favor de la
en el tratamiento h)La realización las víctimas. recuperación de
sicológico para la i) La colaboración de actividades a las víctimas.
recuperación de activa y efectiva favor de la i)La colaboración
las víctimas, en el tratamiento activa y efectiva i) La
recuperación de
siempre y cuando psicológico para las víctimas. en el tratamiento colaboración
medie su la recuperación psicológico para activa y efectiva
consentimiento. de las víctimas, i)La colaboración la recuperación en el
siempre y cuando activa y efectiva de las víctimas, tratamiento
10. La medie su en el tratamiento siempre y cuando psicológico para
manifestación consentimiento. medie su la recuperación
psicológico para
pública de consentimiento. de las víctimas,
la recuperación
arrepentimiento j) La siempre y
de las víctimas,
por el hecho que manifestación j)La cuando medie su
siempre y cuando
se le imputa. pública de manifestación consentimiento.
arrepentimiento medie su pública de
11. La obligación por el hecho que consentimiento. arrepentimiento j) La
de observar se le imputa. por el hecho que manifestación
buena conducta j)La se le imputa. pública de
individual, k) La obligación manifestación arrepentimiento
familiar y social. de observar pública de k)La obligación por el hecho que
buena conducta arrepentimiento de observar se le imputa.
12. La dejación individual, por el hecho que buena conducta
efectiva de las familiar y social. se le imputa. individual, k) La obligación
armas y la familiar y social. de observar
manifestación l) La dejación k)La obligación buena conducta
expresa de no efectiva de las de observar l)La dejación individual,
participar en armas y la buena conducta efectiva de las familiar y social.
actos delictuales. manifestación individual, armas y la
expresa de no familiar y social. manifestación l) La dejación
Durante el participar en expresa de no efectiva de las
período de actos delictuales. l)La dejación participar en armas y la
prueba el efectiva de las actos delictuales. manifestación
imputado deberá PARAGRAFO. armas y la expresa de no
someterse a la Durante el manifestación ll)La participar en
vigilancia que el período de expresa de no cooperación actos
fiscal determine prueba el participar en activa y delictuales.
sin menoscabo de imputado o actos delictuales. efectiva para
su dignidad. acusado deberá evitar la m) La
someterse a la Parágrafo. continuidad en cooperación
Vencido el vigilancia que el Durante el la ejecución del activa y
período de fiscal determine período de delito, la efectiva para
prueba y sin menoscabo de prueba el comisión de evitar la
verificado el su dignidad. imputado o otros delitos y continuidad en
cumplimiento de acusado, hasta la la ejecución
las condiciones, Vencido el antes de la desarticulación del delito, la
el fiscal ordenará periodo Audiencia de de bandas comisión de
el archivo de prueba y juzgamiento, criminales, otros delitos y
definitivo de la verificado el deberá redes de la
actuación. cumplimiento de someterse a la narcotráfico, desarticulación
las condiciones, vigilancia que el grupos al de bandas
el fiscal ordenará fiscal determine margen de la criminales,
el archivo sin menoscabo de ley, o aquellas redes de
definitivo de la su dignidad. organizaciones narcotráfico,
actuación. vinculadas con grupos al
Vencido el los delitos a los margen de la
período de que hace ley, o aquellas
prueba y referencia el organizaciones
verificado el parágrafo 2º del vinculadas con
cumplimiento de artículo 324. los delitos a los
las condiciones,
el fiscal ordenará que hace
el archivo PARÁGRAFO. referencia el
definitivo de la Durante el parágrafo 2º
actuación. periodo de del artículo
prueba el 324.
imputado o
acusado hasta Parágrafo.
antes de la Durante el
audiencia periodo de
deberá prueba el
someterse a la imputado o
vigilancia que el acusado hasta
fiscal determine antes de la
sin menoscabo de audiencia
su dignidad. deberá
someterse a la
Vencido el vigilancia que el
periodo de fiscal determine
prueba y sin menoscabo
verificado el de su dignidad.
cumplimiento de
las condiciones, Vencido el
el fiscal periodo de
solicitará el prueba y
archivo definitivo verificado el
de la actuación cumplimiento de
de acuerdo a lo las condiciones,
reglamentado el fiscal
en el artículo solicitará el
siguiente. archivo
definitivo de la
actuación de
acuerdo a lo
reglamentado
en el artículo
siguiente.
Artículo 327. Artículo 327. Artículo 327. Artículo 327. Artículo 327.
Control judicial Control judicial Control judicial Control judicial Control judicial
en la aplicación en la aplicación en la aplicación en la aplicación en la aplicación
del principio de del principio de del principio de del principio de del principio de
oportunidad. oportunidad. El oportunidad. El oportunidad. El oportunidad. El
<Aparte tachado juez juez de control juez de control juez de control
INEXEQUIBLE> El de control de de garantías de garantías de garantías
juez de control garantías deberá deberá efectuar deberá efectuar deberá efectuar
de garantías efectuar el el control de el control de el control de
deberá efectuar control de legalidad legalidad legalidad de las
el control de legalidad respectivo dentro respectivo dentro solicitudes
legalidad respectivo dentro de los cinco (5) de los cinco (5) individuales o
respectivo, de los días siguientes a días siguientes a colectivas
dentro de los cinco (5) días la determinación la determinación respectivas
cinco (5) días siguientes a la de la Fiscalía de de la Fiscalía de dentro de los
siguientes a la determinación de dar aplicación al dar aplicación al cinco (5) días
determinación de la Fiscalía de dar principio de principio de siguientes a la
la Fiscalía de dar aplicación al oportunidad. oportunidad. determinación
aplicación al principio de la Fiscalía de
principio de de oportunidad. Dicho control Dicho control dar aplicación al
oportunidad, Dicho control será obligatorio y será obligatorio y principio de
siempre que con será obligatorio y automático y se automático y se oportunidad.
esta se extinga la automático y se realizará en realizará en
acción penal. realizará en audiencia audiencia Dicho control
Dicho control audiencia especial en la especial en la será obligatorio
será obligatorio y especial en la que la víctima y que la víctima y y automático y
automático y se que la víctima y el Ministerio el Ministerio se realizará en
realizará en el Ministerio Público podrán Público podrán audiencia
audiencia Público podrán controvertir la controvertir la especial en la
especial en la controvertir la prueba aducida prueba aducida que la víctima y
que la víctima y prueba aducida por la Fiscalía por la Fiscalía el Ministerio
el Ministerio por la General de la General de la Público podrán
Público podrán Fiscalía General Nación para Nación para controvertir la
controvertir la de la Nación para sustentar la sustentar la prueba aducida
prueba aducida sustentar la decisión. El juez decisión. El juez por la Fiscalía
por la Fiscalía decisión. El juez resolverá de resolverá de General de la
General de la resolverá de plano. plano. Nación para
Nación para plano. sustentar la
sustentar la La aplicación del La aplicación del La aplicación del decisión. El juez
decisión. El juez principio de principio de principio de resolverá de
resolverá de oportunidad y los oportunidad y los oportunidad y los plano.
plano y contra preacuerdos de preacuerdos de preacuerdos de
esta los posibles los posibles los posibles La aplicación del
determinación no imputados o imputados o imputados o principio de
procede recurso acusados y la acusados y la acusados y la oportunidad y los
alguno. Fiscalía, no podrá Fiscalía, no Fiscalía, no preacuerdos de
La aplicación del comprometer la podrá podrá los posibles
principio de presunción de comprometer la comprometer la imputados o
oportunidad y los inocencia y solo presunción de presunción de acusados y la
preacuerdos de procederán si hay inocencia y solo inocencia y solo Fiscalía, no
los posibles un mínimo de procederán si hay procederán si hay podrá
imputados y la prueba que un mínimo de un mínimo de comprometer la
Fiscalía, no permita inferir la prueba que prueba que presunción de
podrán autoría o permita inferir la permita inferir la inocencia y solo
comprometer la participación en autoría o autoría o procederán si
presunción de la conducta y su participación en participación en hay un mínimo
inocencia y solo tipicidad. la conducta y su la conducta y su de prueba que
procederán si hay tipicidad. tipicidad. permita inferir la
un mínimo de autoría o
prueba que participación en
permita inferir la la conducta y su
autoría o tipicidad.
participación en
la conducta y su
tipicidad.