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Se trata más que de recibir, de dar: denos la vida motivos para hacerlo, eso que a ti o a mí nos

gustaría. Eso que te dé la vida, lo que te impulse, acéptalo, mas dáselo tú, generosamente, a los
demás. Recuerda que a todos les gustaría tener tan sólo una esperanza para decir un sí que afirme
la vida, para confirmar lo vivido sin haber huido de la realidad. Oírnos con atención para no repetir,
eso nos enseña la historia. Seremos jóvenes, espero, cuando la fortuna nos escuche afirmar el
deseo, la voluntad de asumir decididamente que amamos vivir. Que al término del día tengas motivos
para agradecer lo que haz recibido de la vida, a sí mismo compártelo generosamente y dáselo tú a
quienes amas.

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Conversando con maestros oaxaqueños, a la sombra de una iglesia Barroca, rememoramos los años
pasados haciendo hincapié en los cambios, los que no han tenido el tiempo ni el tino de recapitular la
historia. La vida del Estado de Oaxaca continúa sobre la base que la gente ha construido y, de todo
ello, lo que ha logrado resistir y tenerse en pie. Oaxaca tiene la historia de una continua y prolongada
lucha popular, pero también la de un caciquismo que renace de sus cenizas. La tradición del priismo
continúa, aun después de haberse ido Ulises Ruíz Ortíz, terminando su mandato sin haber huido de
las protestas, apuntalado por el poder del Estado mexicano.
Es el principio de autoridad el que defendió el Estado al intervenir impidiendo el renacimiento
de la democracia, que era reclamo popular. La supuesta transición electoral que vino después fue
cómo poner la Iglesia católica en manos de Lutero. Es una democracia tutelada, un pálido remedio
de los valores modernos construidos desde la filosofía del renacimiento, cuando a la Iglesia se le
fueron debilitando los argumentos para tener al mundo aquietado, y el ser humano de vasallo, pasó a
ser ciudadano.

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Sabíamos que César estaba en sus funciones como senador, cuando nos enteramos del problema,
ya que era un asunto público: lo podían cesar en sus funciones por mal uso de fondos. Sobretodo
porque su mujer era la secretaria de Hacienda. Era bien sabido que esa secretaria estaba muy mal
administrada, como sobreviviendo —término nada adecuado para una institución del Estado—. Todo
el asunto se publicó en un periódico nacional: sabían que la secretaria tenía muchas pérdidas;
parecía un espectáculo televisivo, como si fuera fútbol. Lo cesaron a él, pero no se fue solo a la
cárcel, sino también ella tuvo que permanecer tras las rejas. Al parecer terminó tan sólo en un asunto
policiaco, ni aunque se adecúen la palabras, eso dejará de ser lo que es, un fraude.

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