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Nota de autor;
Jorge Andrés Grajales Gallego, primero filosofía, Seminario Conciliar Inmaculada
Concepción de María santísima; Pbro. Walter Castro Basto, Dosquebradas.
Este ensayo corresponde a la materia antropología filosófica.
La correspondencia en relación con este artículo debe dirigirse a Jorge Andrés Grajales,
Primero Filosofía, Seminario Conciliar Inmaculada Concepción de María Santísima,
Dosquebradas, La Badea. Dirección electrónica: jorgeandresgrajalesgallego@gmail.com
Las relaciones, influencers en la pregunta existencial del hombre.
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Dicho de un primate: Que se caracteriza por su aspecto antropomorfo y por no tener cola, y a cuya familia
pertenecen el hombre y otras especies como el chimpancé, el gorila y el orangután (https://dle.rae.es/srv/search?
m=30&w=homínido)
Las relaciones, influencers en la pregunta existencial del hombre.
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Por tanto, entonces, el hombre andará sumergido en una cantidad de preguntas; andará
navegando por el mar de la incertidumbre y quizás de la desilusión por considerarse nada más
y nada menos que un ser misterioso y quizás contradictorio, pues, ha visto que todos los
acontecimientos de su vida han ido cambiando sobremanera y se encuentran hasta el tope de
los interrogantes.
En línea con ello, se puede decir ahora que el hombre es víctima de un invento
reciente, que se halla en vías de desaparecer. Ya Foucault en el año 1971 nos comunicaba el
fúnebre anuncio de que el hombre ha muerto (Beorlegui, 2009, p.40) y seguramente seguirá
muriendo, pues, su concepto ha ido cambiando rotundamente y ya no es considerado como
aquel ser que necesita comunión con otros, sino que en su raciocinio puede delimitar su vida
y su razón de ser.
Pero ante una línea de pensamiento como esta, se podría tener en cuenta que “todo
depende esta vez de saber que la grandeza del hombre surge de su miseria…” (Buber, 1982,
p.33) y precisamente es allí donde a través de los golpes y batallas que va encontrando y
enfrentando la figura del que realmente es la presencia viva de un Absoluto. Es pues, natural
ese temor de atreverse a contradecir y buscar la verdadera sabiduría que lleva al encuentro
definitivo con la propiedad del ser y con aquel sentido enigmático que le da un tinte de
propiedad al hombre porque las variables y factores de la vida van cambiando a la medida en
que él mismo puede indagar y contestar.
Como menciona Buber, 1982, el fuerte individualismo de cada época muestra ahora
que hay una corriente contraria a ello y que le da otro fundamento al existir del hombre, el
colectivismo que es la “última barrera que el hombre ha puesto para perjudicar el encuentro
consigo mismo” p.81. Esto es, que, si el hombre mantenía una preocupación excesiva por
descubrir la respuesta a su interrogante, su pasión y forma de vida individual dejará
lentamente de primar en él, y su vida, tomará otro sentido más común y compartido. Pero
hay un gran problema en este pensamiento de colectivismo e individualidad, pues visto así, el
colectivismo puede convertir al hombre en un instrumento, objeto y herramienta para
convertir otra clase de realidades según conveniencias y estructuras de beneficio, cuando en
realidad lo que importa siempre es dejar que el ‘sujeto’ intervenga con su cualidad por
excelencia, la de ser ‘alguien’ y no simplemente ‘algo’. (Gevaert,2008, p.60)
Es entonces en la sociedad, donde el hombre realmente encuentra su sentido y
fundamento, es en el compartir con los otros donde hace que él descubra su razón de estar y
convivir con otros seres que de una u otra manera le aportan a su crecimiento integral y
racional. “Ser con los demás y para los demás pertenece al núcleo de la existencia humana: la
relación con los otros sujetos constituye y forma parte de la definición del hombre”
(Gevaert,2008, p.44).
El hecho no es necesariamente ser partícipes de cualidades accidentales en los otros
con quienes se comparte de la existencia y relación, sino satisfacer la necesidad que propone
el desaposento y la incertidumbre de la que se hablaba al principio. Pues, el significado de ser
con los demás radica sencillamente en el orientar la existencia hacia estos otros, el estar en
Las relaciones, influencers en la pregunta existencial del hombre.
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comunión y responder a la llamada que estos hacen para mostrarse como alguien ante otro
sujeto, para cumplir los prototipos de vida y construcción de mundo.
Así pues, la existencia personal se desarrolla solamente cuando hay un contacto
directo y frecuente con aquel sujeto que quiere mostrar realmente su existencia y presencia en
el mundo. “Por eso, ser en relación con los demás seres humanos es considerado una verdad
fundante del hombre” (Gevaert,2008, p.44) y que seguramente, despliega otra serie de
actitudes que siguen la línea de integralidad del hombre.
La persona no es pues un ser cerrado y aislado que en algunas situaciones puede
ponerse en contacto con otros, sino que siempre de maneras diferentes, está inserta a la
comunión con otros (Gevaert,2008, p. 60) pues, dicho de esta manera, el ‘otro’ es el
complemento del ‘yo’.
Cuando nos referíamos a la integralidad del hombre, se quería comprender que él es
un sujeto en trascendencia y formación, queriendo decir con ello, que el hombre se va
haciendo lentamente y a la medida en que su razón le permita redescubrir los otros enigmas
que van desvelando sus actitudes y encuentros con los otros. En esta integralidad, se podría
hablar de una sensibilidad ante la humanidad y el sentido de ella, pues este ha sido uno de los
puntos claves para descubrir al menos -no toda- su existencia y sentido.
En esa misma integralidad, es importante reconocer la necesidad del hombre como
persona que se encuentra abierta al Absoluto, queriendo decir con ello, que en él aparece una
novedad -incluso sin quererse- de que es un ser espiritual. La estructura que se ha venido
manifestando es la de un sujeto que busca la respuesta a esta pregunta existencial en su vida,
que luego cuestiona algunas de las cosas que a su alrededor encuentra, y que de cierta manera
el complemento de su existencia está en los otros, es decir, que se va forjando una idea social.
Un hombre que ha sido dotado de inteligencia y voluntad aparece ahora dotado de una
característica espiritual que en primer lugar lo lleva a adentrarse de alguna manera en el ser
en cuanto ser, en un querer ir más allá de lo que hasta ahora ha conquistado y convencido, en
que aquel Absoluto lo lleva a una sed insaciable de conocer e indagar mucho más en su
misterio, de escudriñar aquellos campos inexplorados. Todo ello, lleva a afirmar que la
misión de la persona es su propia realización teniendo presente que le ha sido dada la
participación del Absoluto (Dios). (Lucas, 2008, p. 272)
Es fundamental reconocer que, aunque es un hombre que existe con y para los demás
y que fundamenta su existencia en y con ellos, en algún momento, sus relaciones no van a
significar más que crisis y desasosiego en el sentido de que las diferencias y las relaciones
intrapersonales van llevando un derrotero que egocéntricamente va buscando un bien propio
y subjetivo: el de ser en sí y querer llegar a una plenitud.
Dice Edith Stein: “El mundo del hombre es un mundo social, en el que cada uno
desempeña su papel determinado, y frecuentemente incluso más que un papel” (2007, p.35);
con relación a ello, ¿cuál será entonces el papel determinante del hombre participado por lo
Absoluto, y de aquel ser social por naturaleza?
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Es precisamente, el de saber comportarse con aquellos seres con los que da plenitud a
su existir y caminar, es ser consciente de que a pesar de que tiene un modo de ser propio e
individual, es partidario de que es creador de historia, de cultura y de buenas relaciones. Es
tener en cuenta de que su vida es entonces “una vida en comunidad y un proceso
recíprocamente condicionado” (Stein, 2007, p.36)
Con esta concepción, se dice entonces que el hombre, como creador de cultura “tiene
que hacerse, pues, su mundo, en el que pueda sentirse seguro, como en su casa.” (Beorlegui,
2009, p.410). De esta manera, se entiende pues, que es él quien construye en primer lugar su
integralidad, y en segundo lugar su campo de crecimiento, es decir, el mundo; en
consecuencia, se convierte en un ser que debe actuar ya sea en defensa de sus derechos, o en
responsabilidad con sus deberes para con la sociedad de la que hace parte.
Sin duda alguna, aparece lo que va a terminar de integrar al menos una parte
fundamental del hombre, la libertad. Precisamente, entendida como la “convicción
individualizada que conlleva al ejercicio racional de los pensamientos, no arbitraria, no
insensible de la naturaleza humana, sino como autodeterminación positiva de actuar de una u
otra forma” [ CITATION Lui12 \l 9226 ], en otras palabras, como el acto de hacer una u otra cosa
bajo el propio dominio y determinación e incluso, con toda disposición para decidir.
En línea con ello, es pertinente hacer mención del ‘libre albedrío’ como aquel
“proceso que nosotros mismos hemos de realizar y desarrollar activamente y desde nuestro
propio ser” (Coreth, 1980, p.136) para actuar y deliberar qué es aquello que hace bien o
perjudica nuestra existencia. Así, dice Guillén, sabremos que la preocupación del hombre por
definirse y verse cuestionado es por saber que lo único que posee es su vida, que se halla
instalado como ser viviente y que cada experiencia marcará para bien, o para mal, el curso de
su existencia. (2006, p.26)
Finalmente, el hombre, es un ser creado y existente, sólo y únicamente para las
relaciones, ya como se ha visto, necesita obligatoriamente compartir y participar su existencia
con otros seres. Recordando las palabras de Martin Buber: “Únicamente en la relación viva
podremos reconocer inmediatamente la esencia peculiar del hombre.” (1982, p. 150)
recordamos que el mundo del hombre entonces es la sociedad -no perdiendo de vista su
propio mundo, su ser, su esencia- y en sus manos está el seguir dando respuestas a los
muchos interrogantes que el mundo y su razón le van tendiendo en aquel tapete de la
discusión y del caminar. El mundo del hombre es la sociedad, las relaciones humanas, la
comunión con los ‘otros’ que en su adversidad se encuentran alienados y sumamente
enrutados por aquella superfluidad y desenfreno del sinsentido y del egocentrismo. Una
sociedad que clama a voz en grito liberación y justicia por los mismos comportamientos
inconscientes de aquellos a los que simplemente no les importó lo que son y pudieron llegar a
ser. Así entonces, ¿Cuál es el otro interrogante del hombre que quiere encontrar su sentido y
tarea en el mundo-sociedad?
“El mundo del hombre es un mundo espiritual pluriforme, constituido por personas
individuales y por comunidades, por formas sociales y por obras del espíritu. En él está el
Las relaciones, influencers en la pregunta existencial del hombre.
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Referencias
Beorlegui, C. (2009). Nosotros: urdimbre solidaria y responsable. Bilbao: Editorial Deusto
Buber, M (1982). ¿Qué es el hombre? Bogotá: Editorial Maser
Guillén, G. V. (2006). Pensar sobre nosotros mismos. Bogotá: Editorial San Pablo
Stein, E. (2007). La estructura de la persona humana. Madrid: Editorial Estudios y ensayos BAC