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NORMAS SOBRE LA CONCELEBRACIÓN1

Las siguientes normas, entresacadas de algunos números que se refieren a la Misa


concelebrada, se encuentran expresamente contenidas en la nueva Instrucción General del
Misal Romano (IGMR) y conviene recordarlas para ejercer más dignamente este ministerio
de la concelebración. Otras recomendaciones van más en la línea del carácter práctico de la
Liturgia.
199. Con la concelebración se manifiesta provechosamente la unidad del sacerdocio y del
sacrificio, como también de todo el pueblo de Dios.
206. Ninguno jamás pretenda tomar parte de una concelebración, ni sea admitido en ella,
una vez que la Misa ya haya empezado.
Por el significado y la importancia de la Presidencia litúrgica, los concelebrantes no deben
ponerse al mismo nivel del celebrante principal, ni en la sede, ni en el altar, sino un poco
atrás.
218. Las partes que dicen conjuntamente todos los concelebrantes y, especialmente, las
palabras de la consagración, las cuales todos están obligados a pronunciar, deben decirse
de tal modo que los concelebrantes las acompañen en voz baja y que la voz del celebrante
principal se escuche claramente. De esta manera las palabras serán comprendidas más
fácilmente por el pueblo. Lo más recomendable es pronunciarlas casi en secreto, apenas
que uno mismo se alcance a escuchar.
Nada aconsejable depositar sobre el altar el folleto de las Plegarias eucarísticas, puesto que
si hay convicción profunda, el altar no es un soporte, sino Cristo mismo, y sobre él se
depositan únicamente las ofrendas y el Misal.

De igual manera, mientras los concelebrantes tienen en sus manos el folleto y recitan la
Plegaria, es antiestético mantener en una mano el texto y alzar la otra. Lo mejor es sostener
con ambas manos el texto.

En todas las Plegarias eucarísticas hay partes que pronuncia solamente el celebrante
principal, otras que las dicen simultáneamente todos los concelebrantes y otras que
pronuncian uno, dos o más concelebrantes en voz alta.
La postura de la mano durante la epíclesis es en forma impositiva, es decir, extendida sobre
las ofrendas. En la narración de la institución y consagración, la mano se extiende de lado o
en forma indicativa. En la elevación miran la Hostia y el cáliz y luego se inclinan
profundamente (n. 227c).
235. Respecto a las otras Plegarias eucarísticas aprobadas por la Sede Apostólica,
obsérvense las normas determinadas para cada una de ellas.
236. La doxología final de la Plegaria eucarística es pronunciada solamente por el
sacerdote celebrante principal y, si se quiere, juntamente con los otros concelebrantes,
pero no por los fieles.

1
Tomado de: Plegarias eucarísticas para concelebración, Conferencia Episcopal de Colombia, 2008, p. 3-4.

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