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Sacrosanctum Concilium
Presbyterorum ordinis
11. "Las lecturas tomadas de la sagrada Escritura, con los cantos que
se intercalan, constituyen la parte principal de la liturgia de la
palabra; la homilía, la profesión de fe y la oración universal u
oración de los fieles, la desarrollan y concluyen".
b. EL SALMO RESPONSORIAL
19. El salmo responsorial, llamado también gradual, dado que es
"una parte integrante de la liturgia de la palabra", tiene gran
importancia litúrgica y pastoral. Por eso hay que instruir
constantemente a los fieles sobre el modo de escuchar la palabra de
Dios que nos habla en los salmos, y sobre el modo de convertir estos
salmos en oración de la Iglesia. Esto "se realizará más fácilmente si
se promueve con diligencia entre el clero un conocimiento más
profundo de los salmos, según el sentido con que se cantan en la
sagrada liturgia, y si se hace partícipes de ello a todos los fieles con
una catequesis oportuna".
También pueden ayudar unas breves moniciones en las que se
indique el porqué de aquel salmo determinado y de la respuesta, y su
relación con las lecturas.
f. LA PROFESIÓN DE FE
Ritual de la Penitencia
25. La homilía, a partir del texto de la Escritura, ha de ayudar a los
penitentes al examen de conciencia, a la aversión del pecado y a la
conversión a Dios. Así mismo debe recordar a los fieles que el
pecado es una acción contra Dios, contra la comunidad y el prójimo,
y también contra el mismo pecador. Por tanto, oportunamente se
pondrán en relieve:
a) La infinita misericordia de Dios, que es mayor que todas nuestras
iniquidades y por la cual siempre, una y otra vez, él nos vuelve a
llamar a sí.
b) La necesidad de la penitencia interna, por la que sinceramente nos
disponemos a reparar los daños del pecado.
c) El aspecto social de la gracia y del pecado, puesto que los actos
individuales repercuten de alguna manera en todo el cuerpo de la
Iglesia.
d) La necesidad de nuestra satisfacción, que recibe toda su fuerza de
la satisfacción de Cristo, y exige en primer lugar, además de las
obras penitenciales, el ejercicio del verdadero amor de Dios y del
prójimo.
26. Terminada la homilía, guárdese un tiempo suficiente de silencio
para examinar la conciencia y suscitar una verdadera contrición de
los pecados. El mismo presbítero, o un diácono u otro ministro,
puede ayudar a los fieles con breves fórmulas o con una plegaria
litánica, teniendo en cuenta tu condición, edad, etc.
Si parece oportuno, este examen de conciencia y exhortación a la
contrición puede sustituir a la homilía; pero, en tal caso, se debe
tomar claramente como punto de partida el texto de la Sagrada
Escritura leído anteriormente.
Ritual de Exequias
El nuevo ritual ofrece 5 modelos de Homilías exequiales,
Apéndice VII
Documento de Puebla
930. La homilía, como parte de la liturgia, es ocasión privilegiada
para exponer el misterio de Cristo en el aquí y ahora de la
comunidad, partiendo de los textos sagrados, relacionándolos con el
sacramento y aplicándolos a la vida concreta. Su preparación debe
ser esmerada y su duración proporcionada a las otras partes de la
celebración.
943. Procurar ofrecer a los Presidentes de las celebraciones litúrgicas
las condiciones aptas para mejorar su función y llegar a la
comunicación viva con la asamblea; poner especial esmero en la
preparación de la homilía que tiene tan gran valor evangelizador.
Catechesi Tradende
48. Homilía
La catequesis dentro del cuadro litúrgico y en la asamblea
litúrgica, respetando lo específico y el ritmo propio de este cuadro, la
homilía vuelve a recorrer el itinerario de fe propuesto por la
catequesis y lo conduce a su perfeccionamiento natural; impulsa a
los discípulos del Señor a emprender cada día su itinerario espiritual
en la verdad, la adoración y la acción de gracias. La pedagogía
catequética encuentra su fuente y su plenitud en la Eucaristía dentro
del horizonte completo del Año litúrgico.
La predicación centrada en los textos bíblicos, debe facilitar el
que los fieles se familiaricen con el conjunto de los misterios de la fe
y de las normas de la vida cristiana. Hay que prestar una gran
atención a la homilía, ni demasiado larga, ni demasiado breve,
siempre cuidadosamente preparada, sustanciosa y adaptada, y
reservada a los ministros autorizados. Esta homilía debe tener su
puesto en toda eucaristía dominical o festiva, y en la celebración de
los bautismos, de las liturgias penitenciales, de los matrimonios, de
los funerales.
Evangelii Nuntiandi
La mesa de la Palabra - 39
39. En la asamblea dominical, como en cada celebración
eucarística, el encuentro con el Resucitado se realiza mediante la
participación en la doble mesa de la Palabra y del Pan de vida. La
primera continúa ofreciendo la comprensión de la historia de la
salvación y, particularmente, la del misterio pascual que el mismo
Jesús resucitado dispensó a los discípulos: «está presente en su
palabra, pues es él mismo el que habla cuando se lee en la Iglesia la
Sagrada Escritura». En la segunda se hace real, sustancial y
duradera la presencia del Señor resucitado a través del memorial de
su pasión y resurrección, y se ofrece el Pan de vida que es prenda de
la gloria futura. El Concilio Vaticano II ha recordado que «la liturgia
de la palabra y la liturgia eucarística, están tan estrechamente unidas
entre sí, que constituyen un único acto de culto». El mismo Concilio
ha establecido que, «para que la mesa de la Palabra de Dios se
prepare con mayor abundancia para los fieles, ábranse con mayor
amplitud los tesoros bíblicos». Ha dispuesto, además, que en las
Misas de los domingos, así como en las de los días de precepto, no
se omita la homilía si no es por causa grave. Estas oportunas
disposiciones han tenido un eco fiel en la reforma litúrgica, a
propósito de la cual el Papa Pablo VI, al comentar la abundancia de
lecturas bíblicas que se ofrecen para los domingos y días festivos,
escribía: «Todo esto se ha ordenado con el fin de aumentar cada vez
más en los fieles el "hambre y sed de escuchar la palabra del Señor"
(cf. Am 8,11) que, bajo la guía del Espíritu Santo, impulse al pueblo
de la nueva alianza a la perfecta unidad de la Iglesia».
De las proposiciones en el Sínodo sobre la Eucaristía
Sacramentum Caritatis
Homilía
46. La necesidad de mejorar la calidad de la homilía está en relación
con la importancia de la Palabra de Dios. En efecto, ésta «es parte de
la acción litúrgica» (139); tiene el cometido de favorecer una mejor
comprensión y eficacia de la Palabra de Dios en la vida de los fieles.
Por eso los ministros ordenados han de «preparar la homilía con
esmero, basándose en un conocimiento adecuado de la Sagrada
Escritura» (140). Han de evitarse homilías genéricas o abstractas. En
particular, pido a los ministros un esfuerzo para que la homilía ponga
la Palabra de Dios proclamada en estrecha relación con la
celebración sacramental (141) y con la vida de la comunidad, de
modo que la Palabra de Dios sea realmente sustento y vigor de la
Iglesia (142). Se ha de tener presente, por tanto, la finalidad
catequética y exhortativa de la homilía. Es conveniente que,
partiendo del leccionario trienal, se prediquen a los fieles homilías
temáticas que, a lo largo del año litúrgico, traten los grandes temas
de la fe cristiana, según lo que el Magisterio propone en los cuatro
«pilares» del Catecismo y en su reciente Compendio: la profesión de
la fe, la celebración del misterio cristiano, la vida en Cristo y la
oración cristiana (143).