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Universidad Nacional del Nordeste

Facultad de Humanidades
Departamento de Letras

Didáctica I
Primer trabajo práctico
¿Cómo enseñarían un tema?

Alumna: María Emilia García Loza (Profesorado en Letras).


Fecha de entrega: jueves 4 de abril, 2019.

Para enseñar un tema, por lo general, el profesor debe programar previamente su clase
teniendo en cuenta los contenidos, la distribución del tiempo, el sistema de evaluación. Esta
planificación puede ser más o menos rígida y su forma de llevar adelante la clase más o menos
improvisada dependiendo de sus intenciones y de su enfoque a la hora de transmitir
conocimientos. Tal como permiten comprender los textos de Alcalá y Davini, la didáctica es
una disciplina en constante desarrollo que admite múltiples enfoques; estos no solo responden a
diferentes contextos -desde una mirada diacrónica de la didáctica, en tanto disciplina- sino
también a las diferentes situaciones de enseñanza.
Por ejemplo, una de las cuestiones señaladas por ambas autoras es la crítica a la
educación Tradicional; por su racionalismo, su visión conservadora del conocimiento; la idea de
que la educación trasmite verdades en donde los contenidos están conformados por listas de
temas, que se expresan de modo jerarquizado (ALCALÁ: 2002, p.17). Sin embargo, a pesar que
desde la teoría este sistema es ampliamente criticado, en la práctica todavía subyace y esto se
debe a que la institución escolar se forja sobre la base de estos principios. La educación formal
exige seguir ciertos parámetros que limitan a todo profesor a la hora de programar sus clases.
Como plantea Davini (2009: pp.20-23) la enseñanza es una interacción regulada, en donde el
sistema de relaciones se desarrolla en un ambiente que a su vez va a regular el desarrollo de las
actividades e influir en los resultados (DAVINI, 2009:22) Lo cual implica el ambiente, los
materiales, la interacción y la participación de los actores. Teniendo en cuenta esto, es evidente
que la misma disposición de los bancos en la gran mayoría de las instituciones ya condiciona al
maestro a tomar el lugar del púlpito y desde allí afrontar el desarrollo de los temas, los cuales
muchas veces vienen impuestos por el ministerio de educación que va a pautar qué contenidos y
operaciones un alumno de determinado nivel escolar debe aprender; por la misma escuela pues
muchas instituciones se encargan de diagramar su currículo o por los mismos materiales de
estudio, por ejemplo si se utiliza un manual en cual ya se acuerda de antemano los temas que el
profesor debe desarrollar y muchas veces hasta cómo evaluar. Por otro lado, también existen
escuelas que no siguen estos lineamientos. La Escuela Nueva y sus corrientes pedagógicas van
poco a poco, insertándose en las instituciones.
Es por esto que a la hora de plantearme cómo prepararía una clase creo que uno de los
puntos de partida sería observar el contexto, teniendo en cuenta la institución, sus
condicionamientos materiales; así como también los actores con los que se va a desarrollar la
actividad de aprendizaje: cantidad de alumnos, sus características como ser la edad, el sexo, su
situación socio-económica; dónde está situada la escuela, qué particularidades presenta; cómo
es el aula, con qué recursos cuenta, etc. Estas cuestiones condicionan tanto el contenido como la
manera de transmitirlo. Si, por ejemplo, está pautado desde el currículo que se debe enseñar el
Martín Fierro, será muy diferente la planificación de esa clase para una escuela rural, que para
una escuela de la ciudad.
También es importante tener en cuenta los objetivos. Por ejemplo, si se busca lograr que
los chicos aprendan ciertas operaciones cognitivas concretas, como ser el análisis de oraciones,
probablemente se utilice un enfoque tecnicista a la hora de evaluar; en donde “Los alumnos que
realicen correctamente las actividades habrán asimilado de manera irreversible las metas de
aprendizaje.” (ALCALÁ 2002, p. 21). Para esto existen, sin embargo, formas alternativas al
mero hecho de poner un puntaje para evaluar; como ser: que se pase al frente a realizar el
análisis y entre los mismos alumnos se vayan corrigiendo; o que luego de un momento en que
cada uno haya realizado el ejercicio de manera individual, se ponga en común en el pizarrón y
que cada uno pueda autoevaluarse. Tal como permiten ver ambas autoras, los diferentes
enfoques son complementarios y cuando planificamos una clase y nos planteamos cómo enseñar
todas estas perspectivas se integran para de manera recíproca.
Pienso que una buena forma de enseñar un tema es presentándolo de manera breve,
dejando un momento para el debate y para la construcción de los conceptos en conjunto con los
alumnos; estos pueden participar aportando sus conocimientos previos, su subjetividad y
originalidad; lo que da un cierto carácter de improvisación que enriquece el conocimiento y
hace que cada clase sea única. Luego es interesante que se realice una actividad, a través de la
cual se pueda incorporar el conocimiento y finalmente realizar una evaluación. Sin embargo,
todo esto se deberá sujetar al contexto y al tema; a veces se utilizan recursos diversos como ver
un video, leer algo en voz alta, etc. En algunas ocasiones se deben explicar contenidos de
manera más ajustada, y no hay tanto espacio para el debate; por ejemplo, si estamos
aprendiendo clases de palabras, se podrá participar aportando ejemplos, etc. pero es necesario
que el profesor explique ese contenido. Mientras que si vamos a reflexionar acerca de qué es la
literatura, tal vez exista más espacio para el debate.

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