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1.

El ser humano es un ser ético capaz de decidir obrar el bien o el mal, siendo consciente, al
volverse sobre sí mismo, de que lo que hace merece calificativo de bueno o malo.
El comportamiento ético de los hombres y mujeres implica la existencia de unas formas
determinadas básicas de relación y de interacción compartidas por todos, que no
dependen de la religión ni de la ideología.

2. La importancia de la moral ha sido puesta de relieve por grandes pensadores a lo largo de


la historia, Sócrates enseña que la ciencia más importante es la que estudia el bien y el
mal, ósea la ética, y afirma que cuando se esta se practica, toda la vida social cumple bien
su cometido.

3. Pilares de la moral:
 La libertad personal: por la que todo ser humano es capaz de elegir y
realizar actos buenos y malos.
 Las normas morales: indican al ser humano el camino de lo que debe
hacer.
 La conciencia: mediante la cual cada persona hace un juicio mental para
reconocer lo bueno y lo malo.
 Las fuentes de la moral: elementos que influyen a la hora de calificar la
dimensión moral de cada acto humano.
Estos son los pilares de la vida moral. En cuanto que son fundamentos se trata de
realidades objetivas, independientes de los cambios culturales o históricos.

4. El hombre a través de su vida va realizando actos, la repetición de los actos genera actos y
hábitos que determinan las actitudes. El hombre de este modo, viviendo se va formando
así mismo. El carácter como personalidad es obra del hombre, es su tarea moral, es el
resultado de su carácter moral para toda su vida, esto es a lo que definimos ética. Tener
una buena formación ética hará que se logre ser una mejor persona y ser mejor, significará
que puedan llegar a ser modelo para otras personas. Sí hacemos malas acciones puede
llevar a que las personas que te rodeen hagan malas cosas de manera que ser éticos no
solo te beneficiará a ti sino a lo demás.

5. La experiencia nos indica que la calificación de bueno o de lo malo deriva ante todo de la
propia naturaleza de cada acto, es decir, de que si mismo merezca ser considerado como
un acto recto.

6. El placer y la utilidad por sí mismo no hacen a las acciones buenas o malas, sino solo
placenteras o dolorosas, útiles o inútiles. Además, existen acciones a las que no cabe
aplicar ninguno de esos calificativos. Y, en todo caso es preciso reflexionar si se hace un
uso bueno o malo del placer; y qué sentido tiene la utilidad, pues puede suceder que una
acción que es útil para el interesado ocasione malas sin cuenta a otras personas.

7. Ley natural: el hombre ético es aquel que respeta una ley escrita en la propia naturaleza
del hombre, bien sea escita o ateniense, esclavo o libre, griego o bárbaro. La medida,
pues, del bien y del mal morales radica en la ley natural, que se llama así porque está
inscrita en la naturaleza del ser humano y cuya formulación más universal es hacer el bien
y evitar el mal.

8. La ley divina y natural muestra al hombre el camino que debe seguir para practicar el bien
y alcanzar su fin. La ley natural contiene los preceptos primeros y esenciales que rigen la
vida moral. Tiene por raíz la aspiración y la sumisión a Dios, fuente y juez de todo bien, así
como el sentido del prójimo en cuanto igual a sí mismo. Está expuesta, en sus principales
preceptos, en el Decálogo. Esta ley se llama natural no por referencia a la naturaleza de los
seres irracionales, sino porque la razón que la proclama pertenece propiamente a la
naturaleza humana.

9. Verdades morales objetivas:

 Ayudar a los que lo necesitan.


 Defender a alguien que roban en la calle.
 No permitir que le hagan bullying a las personas.

10. Con cierta frecuencia que la verdad moral universal y objetiva se supedita a nuestras
supuestas razones. Esto es lo que se conoce como relativismo moral, una postura que
consiste en negar la objetividad de la verdad moral y en equiparar la verdad a la opinión
de cada uno. En este caso, la verdad moral se destruye, pues el relativismo de la verdad
conduce a negarla, ya que esta no puede depender de opiniones subjetivas o de
consensos.

11. Porque con la razón y la fe el cristiano ve fortalecida e iluminada su razón.

12. No, porque las leyes naturales no se pueden cambiar y son indestructibles; debe actuar
con sabiduría y cuidarla.

13. La conciencia no crea los conceptos morales, sino que los asume de la norma moral que le
dicta más o menos así “haz esto que es bueno”, “evita aquello que es malo”. Son
autónomos e independientes. La conciencia es más fuerte y está en la mente y en el
corazón, por eso no podemos engañarnos.

14. Porque la conciencia nos ayuda a darnos cuenta de nuestros actos sean buenos o malos.
La conciencia recibe los conceptos de bien y de mal morales de la ley natural o de la ley
divina revelada, es decir, en último término Dios. La voz de Dios se manifiesta a través de
las normas morales.

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