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Pedro Vusković

Los instrumentos estadísticos


del análisis económico

I NSTITUTO POLITÉCNICO N ACIONAL


— MÉXICO—
DIRECTORIO
LIC. MIGUEL ÁNGEL CORREA JASSO
Director General
LIC. JAIME A. VALVERDE ARCINIEGA
Secretario General
DR. JOSÉ ENRIQUE VILLA RIVERA
Secretario Académico
DR. BONIFACIO EFRÉN PARADA ARIAS
Secretario de Apoyo Académico
DRA. MARÍA DE LA LUZ PANIAGUA JIMÉNEZ Se-
cretaria de Extensión y Difusión
LIC. RICARDO HERNÁNDEZ RAMÍREZ
Secretario Técnico
LIC. FRANCISCO GUTIÉRREZ VELÁZQUEZ Secreta-
rio Ejecutivo de la Comisión de Operación y Fomento de
Actividades Académicas
ING. MANUEL QUINTERO QUINTERO
Secretario Ejecutivo del Patronato de
Obras e Instalaciones
DR. ADOLFO MARTÍNEZ PALOMO
Director General del Centro de Investigación y
Estudios Avanzados
ING. JULIO DI BELLA ROLDAN
Director de XE-IPN-TV Canal 11

Los instrumentos estadísticos


del análisis económico

Primera edición: Centro de Investigación


y Docencia Económica, A.C. 1984
Segunda edición: Instituto Politécnico Nacional 1986
Primera reimpresión: Instituto Politécnico Nacional 2002

D.R. © 2002 INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL


Dirección de Publicaciones
Tresguerras 27, 06040 México DF

ISBN 978-968-29-0907-8

Impreso en México / Printed in México


Presentación
Cumpliendo con el propósito de unir los esfuerzos que las
diferentes entidades del sector educativo oficial realizan en la
actividad editorial, el Instituto Politécnico Nacional y el
Centro de Investigación y Docencia Económica al publicar la
presente obra, formalizan el convenio de coedición de una
serie de textos que permitirán aprovechar las ventajas de
coordinar propósitos y recursos. En este caso publicamos un
libro que ya tiene amplia aceptación: "Los instrumentos
estadísticos del análisis económico" de Pedro Vusković, que
es de consulta obligada para los especialistas en estadística y
como lo explica el mismo autor, para entender y conocer los
conceptos numéricos de la economía sin profundizar en su
origen, pero dándoles su correcta comprensión.
La publicación de la obra de este autor chileno bastante
conocido por su trayectoria como funcionario en el régimen
de Salvador Allende, reconocido maestro, investigador y
actualmente director del Instituto de Estudios Económicos de
América Latina del CIDE, es el resultado de un largo trabajo
de equipo que las dos casas de estudios culminan con la
publicación de la misma, en el afán de enfrentar y superar los
problemas por los que atraviesa la industria editorial.
Este libro es el primero de una serie en la que se incluirán
trabajos de Antonio Sacristán Colas, Carlos Perzabal y Jorge
Barestein, entre otros. Todos ellos distinguidos economistas,
docentes, e investigadores. Se trata de un esfuerzo que sin
duda llamará la atención del público lector.
ÍNDICE

I. EL SIGNIFICADO DE LOS INSTRUMENTOS ESTADÍSTICOS 5

II. LA MEDICIÓN DE LOS ACERVOS PRODUCTIVOS 23

1. Indicadores estadísticos sobre la fuerza de trabajo, 23; 2. Eva-


luación estadística de los recursos naturales, 34; 3. Las mediciones
estadísticas del capital, 41

III. LAS MEDICIONES Y CUENTAS DEL PRODUCTO Y EL


INGRESO 49

1. Las mediciones del producto y el ingreso, 49; 2. Las cuentas


nacionales, 62; 3. Cambios en el tiempo y comparabilidad inter-
nacional, 80; 4. Otras cuentas complementarias, 92

IV. INDICADORES DE LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO Y


EL NIVEL DE VIDA 101

1. Las mediciones estadísticas de la distribución del ingreso, 101;


2. Indicadores de nivel de vida, 118

V. LAS RELACIONES INTERSECTORIALES EN EL SISTEMA


ECONÓMICO 129

1. Estructura sectorial y flujos "intermedios", 129; 2. El diseño


y la operatoria del modelo de insumo-producto, 135; 3. Alter-
nativas de utilización y problemas estadísticos de la construcción
del modelo, 155; 4. El esfuerzo estadístico de México en materia
de insumo-producto, 163
I. EL SIGNIFICADO DE LOS INSTRUMENTOS
ESTADÍSTICOS*

1. Estas páginas procuran asumir unos contenidos, niveles y


formas de presentación que se corresponden con los requeri-
mientos de una categoría definida de destinatarios: la de quie-
nes están interesados en comprender y manejar las categorías
estadísticas fundamentales como instrumento para el análisis
económico y social. Así pues, se dirigen más al usuario de la
información que a los encargados de producir la información
básica o a los responsables de proponer los diseños estadísti-
cos correspondientes.
La aclaración tiene un propósito y una justificación, porque
es un hecho que las categorías estadísticas y las cifras en que
se expresan son objeto de frecuente aprensión, incluso entre
quienes trabajan en el área de las ciencias sociales y entre quie-
nes tienen funciones de responsabilidad en la conducción de
las políticas económicas y sociales. Muchas de esas categorías
y cifras -como las que tienen que ver con el ingreso nacional,
con las tasas de crecimiento económico y con los indicadores
del nivel de vida— se han incorporado entre tanto al lenguaje

* El presente texto constituye el primero de una serie que se propone recoger


materiales docentes de la Maestría de Economía y Política Internacional en el
área que comprende instrumentos básicos, estadísticas de comercio exterior y
programación del sector externo.
Los materiales de esta versión fueron utilizados en el curso dictado en 1981
en el Propedéutico de la referida Maestría. Recogen además lo esencial del conte-
nido de otros textos del autor que —bajo los títulos de "contabilidad social" y
"el modelo de insumo-producto"— han circulado profusamente como notas mi-
meografiadas a lo largo de varios años.
5
6 Pedro Vusković

de uso cotidiano, más allá de quienes están vinculados directa-


mente a las actividades correspondientes de especialización.
Pero aun así, abundan todavía actitudes de resistencia, sub-
estimación o menosprecio por los esfuerzos de medición esta-
dística y las expresiones cuantitativas resultantes.
2. Es común que se desconozcan los órdenes de magnitud
de fenómenos o categorías que son objeto de referencia per-
manente, con el riesgo consiguiente de tener un grave error en
la apreciación y evaluación de tales fenómenos. Esto puede
tener consecuencias nocivas en diversos planos: de ese modo,
no se pondera debidamente la importancia relativa de los fenó-
menos en consideración; se favorecen proclividades dogmáti-
cas en su interpretación; no se enriquecen las formulaciones
teóricas que buscan expresarlos, ni se atiende suficientemente
a lo que pueden ser sus rasgos específicos.
Hay sin embargo mucho de innecesario en esas disposicio-
nes de resistencia al manejo de "lo cuantitativo"; y tal vez no
poca responsabilidad, en el arraigo de prejuicios y actitudes
negativas, radique en la naturaleza de los propios instrumen-
tos más convencionales de enseñanza y divulgación de los
conceptos y las técnicas correspondientes. En efecto, muchos
de estos instrumentos están orientados a la formación de las
calificaciones necesarias para desempeñarse en el plano de ri-
gor matemático que se requiere en tareas que suponen domi-
nio de los fundamentos teóricos y de los métodos de utiliza-
ción de técnicas estadísticas avanzadas. Otros, atienden a pro-
pósitos de formación profesional en funciones de elaboración
de información estadística en distintos campos, con los re-
querimientos correspondientes de conocimientos pormeno-
rizados en el "oficio" de la construcción de las referencias
estadísticas básicas. En cambio, parecieran ser relativamente
escasos los que se proponen contribuir específicamente a la
habilitación para utilizar la información estadística disponible,
o para demandar la que se necesite en el análisis de los fenó-
menos que constituyan su ámbito propio de interés.
3. Esta última condición de usuario, más que diseñador o
constructor de la base de información estadística, es la que se
tiene en cuenta en estas notas. Y, por lo mismo, se busca abor
dar el tratamiento de su contenido sin más complejidad o
abstracción matemática que la estrictamente indispensable.
I. Significado de los instrumentos estadísticos 7

El campo de aplicación que se tiene en cuenta es el del aná-


lisis económico y social; o, más propiamente, los aspectos
económicos del análisis social. Con ese propósito, se seleccio-
nan las categorías e instrumentos estadísticos de uso más fre-
cuente que satisfagan las necesidades básicas del análisis eco-
nómico en su sentido más amplio; es decir, el instrumental
estadístico indispensable para la descripción del sistema econó-
mico, en sus dimensiones, estructuras, tendencias y dinámicas
de funcionamiento, así como para la sustentación de políticas:
definiciones "estratégicas", política económica, planificación.
Así definida el área de interés, se aproxima mucho a las de-
finiciones y esquemas de la "contabilidad social": las cuentas
del producto y del ingreso y cuentas complementarias. Pero
desborda el ámbito estricto de éstas, a fin de comprender tam-
bién las mediciones relativas a los recursos productivos y a la
distribución del producto y su utilización referidas a distintos
estratos sociales (indicadores de la distribución del ingreso y
los niveles de vida).
4. Acaso sea útil una ilustración inmediata del tipo de indi-
cadores que se examinará, refiriéndolos a algunos enunciados
globales que son objeto de interés permanente. Su transcrip-
ción puede servir, además, para reiterar ese valor descriptivo
irremplazable que tiene la referencia a la dimensión cuantita-
tiva de los fenómenos sociales; es decir, para reafirmar la im-
portancia de la capacidad descriptiva que puede tener el orde-
namiento de unas cuantas "grandes cifras" sobre los fenómenos
o procesos que interesen.
Por ejemplo, si se quisiera caracterizar al mundo contem-
poráneo, desde el ángulo predominantemente económico, po-
drían proponerse, entre muchos otros, algunos indicadores
como los siguientes:

a) Relativos a la población y el ingreso

Las cifras del Cuadro 1 dan cuenta del tamaño de la población


y de los niveles correspondientes del producto según grandes
agrupaciones de países.
Las cifras contenidas en dicho cuadro coinciden, además,
con las utilizadas antes por el Movimiento de Países No Alinea-
CUADRO 1
Estimaciones sobre la población y el producto mundiales en 1976,
por grandes agrupaciones de países.
(Los datos básicos corresponden a estimaciones de Herbert Block,
asesor de la Secretaría de Estado de Estados Unidos, en
Perspectivas Económicas, publicación trimestral de la
International Communication Agency, Estados Unidos,
núm.24,1978)

Población: 4146 000 000 Producto ¡dólares): 6 865 000 000 000
(Producto por persona: 1 596 dólares)
Porcientos de Porcientos del
población total producto total

Países capitalistas 18.7% 63.3%


desarrollados

(Estados Unidos) 5.2 24.9

Países socialistas 9.3 17.7


desarrollados

(URSS) 6.2 12.5

Países capitalistas 46.9 14.8


subdesanollados

(India) 15.1 2.4


Países socialistas 25.0 4.2
subdesanollados

(China) 22.9 3.6

dos en su denuncia de que "el Tercer Mundo, que comprende


un 70% de la población mundial, subsiste con sólo un 30% del
ingreso mundial", complementada con la afirmación de que
"en el decenio actual (de los años setenta) el ingreso anual me-
dio por habitante será de 3 500 dólares en los países desarro-
llados, mientras que en los países en vías de desarrollo no será
más que 265 dólares", y el cálculo de que "dentro de los 2 600
millones de habitantes del mundo en vías de desarrollo[...]
900 millones tienen un ingreso diario inferior a 30 centavos
I. Significado de los instrumentos estadísticos 9

(de dólar)". (En la Declaración Económica de la IV Conferencia


de Países No Alineados, Argel, septiembre de 1973).

b) Sobre la fuerza de trabajo y el empleo


Las cifras del Cuadro 2 recogen indicaciones globales sobre
la dimensión de la fuerza de trabajo en 1970.

CUADRO 2

Estimaciones sobre la población y la fuerza de trabajo mundiales en 1970,


por grandes agrupaciones de países (OIT, Programa
Mundial del Empleo, Memoria del Director General, 1969)

Países Países América


Mundo industrializados subdesarrollados Latina

Población total (millones) 3 597 1110 2 487 283


Fuerza de trabajo (millones) 1509 498 1012 92
Tasas de participación (%) 40.2 44.8 40.7 32.6

Otros antecedentes complementarios podrían sintetizarse


en formulaciones como las siguientes:
[...] los menores de veinte años representan 50% de la población en las
regiones en vías de desarrollo y sólo 27% en las naciones más desarro-
lladas [.. .]". (OIT, Programa Mundial del Empleo, Memoria del Director
General, 1969). "En el Tercer Mundo, 300 millones de personas estaban
desempleadas o subempleadas a mediados de la década de los setenta [...].
Habrá que crear 1 000 millones de puestos de trabajo en el próximo
cuarto de siglo [...] (OIT, Meeting Basic Need, Conclusions of the World
Employment Conference, 1976).

c) Caracterización de las condiciones de vida


Las siguientes constituyen algunas anotaciones suficiente-
mente elocuentes, aunque utilizan apenas unos cuantos de
los indicadores estadísticos más generales a este respecto:
10 Pedro Vusković

De los 2 600 millones de habitantes del mundo en vías de desarrollo,


más de 800 millones son analfabetos, casi mil millones sufren de la insu-
ficiente nutrición o hambre [...]". (En la Declaración Económica de la IV
Conferencia de Países No Alineados, Argel, septiembre de 1973). [...] la
población de los países en desarrollo debe pasar, según las previsiones,
de 2.1 mil millones de habitantes en 1975 a 3.5 mil millones en el año
2000 y aunque el porcentaje de víctimas de la pobreza absoluta se
mantuviese incambiado, su número pasaría de 770 millones en 1975 a 1
300 millones en el año 2000.
Aun en el caso de un éxito completo de los programas de desarrollo
preparados por el Banco Mundial, este número sería todavía de 715 mi-
llones de personas en 1985 y 600 millones a fin de siglo (en Los obs-
táculos al desarrollo de un programa alimentario mundial dentro de un
nuevo orden económico internacional, Centro de Investigaciones sobre
América Latina y el Tercer Mundo (CETRAL), París, diciembre de 1978,
mimeo).

d) Sobre las transnacionales y los grados de


concentración económica

Como ilustración del tipo de indicadores estadísticos que po-


drían emplearse en la caracterización de estos procesos, se
transcriben a continuación dos evaluaciones significativas:
[...] aumento dramático de su importancia en la política económica mun-
dial. Para todos los sectores de la economía mundial, el número de cor-
poraciones multinacionales es de alrededor de 1 200, con más de la mi-
tad que tienen su matriz en Estados Unidos. En el sector industrial [...] las
Naciones Unidas identifican alrededor de 650, que entre ellas controlan
el 50% del comercio no agrícola entre los países no socialistas[...] (Ro-
ñal d Muller). En 1971, la producción en el extranjero de los diferentes
capitalismos nacionales (330 mil millones de dólares) es mayor que las
exportaciones mundiales (311 mil millones de dólares). Sobre un PNB
del mundo capitalista superior a los 2 millones de millones de dólares
en 1971, las 650 principales empresas industriales del mundo realizan
un total igual a 773 mil millones de dólares. Para los Estados Unidos,
siempre en 1971, la producción internacional controlada por las empre-
sas norteamericanas en el extranjero se calcula, por lo menos, en 172
mil millones de dólares, es decir cuatro veces el valor de las exportacio-
nes norteamericanas realizadas en el mismo año [...]. Las empresas multi-
nacionales tenían, al fin del año 1971, 268 mil millones de dólares en
liquidez de corto plazo, es decir dos veces el total de todas las reservas
(oro y divisas) a disposición de los diferentes bancos centrales de las
naciones capitalistas y de las instituciones monetarias internaciona-
les!...] (Christian Palloix, El imperialismo y el modo de acumulación
I. Significado de los instrumentos estadísticos 11

internacional del capital. Ensayo de un enfoque del neoimperialismo,


mimeo, 1977, en el Seminario sobre "Teoría Económica y Política de
Desarrollo", CIDE, México, septiembre de 1977).

Y una última verificación sugerente: cuatro grandes agen-


cias -Agence France Press (Francia), Reuter (Reino Unido),
Associated Press y United Press (Estados Unidos) —tienen casi
el monopolio de la circulación mundial de noticias. Cada una
tiene oficinas en más de 100 países y difunde un promedio de
1.5 a 17 millones de palabras por día.
5. Otra observación introductoria que conviene dejar regis-
trada desde ahora se refiere a la supuesta "neutralidad" que
caracterizaría de modo general a las categorías estadísticas.
En efecto, la elaboración y el análisis estadísticos, en su ám-
bito estricto, proyectan con frecuencia la imagen de corres-
ponder a criterios rigurosamente técnicos, no afectados por
consideraciones ideológicas, neutros desde el punto de vista
de las interpretaciones políticas. Sin embargo, no es precisa-
mente así.
En el análisis social, se manifiestan interpretaciones distin-
tas y hasta antagónicas, que diferencian todo un sistema de
conceptos y categorías de análisis y que a su vez no pueden de-
jar de reflejarse en los instrumentos y mediciones estadísticas.
De modo esquemático, las versiones extremas de esa dife-
renciación pueden identificarse, de una parte, en las formula-
ciones "neoclásicas", y de otra, en el análisis marxista; y unas
proposiciones "intermedias" que recogen aspectos parciales
de aquellas dos. Entre ellas, difieren también los ámbitos más
destacados de preocupación y las ponderaciones que se atri-
buyen a diferentes fenómenos y procesos, lo cual se refleja
finalmente en las categorías y en las mediciones consiguientes.
Por ejemplo, si se trata de las relaciones económicas externas,
en una perspectiva se destacan las categorías "universalistas":
la "comunidad internacional", las relaciones entre "naciones";
en la otra, se destacarán las contradicciones, entre naciones y
más aún entre clases en el interior de ellas, y las relaciones de
dominación y explotación más que los procesos de "coopera-
ción". Si se trata de las dinámicas internas, en un caso se ha-
blará de expansión de la capacidad productiva, de niveles y
tasas de inversión, de propensiones a ahorrar, de productividad
12 Pedro Vusković

y eficiencia de los factores, de dualismo, heterogeneidad estruc-


tural y modernización; en el otro, de acumulación y repro-
ducción del sistema, de tasas de plusvalía y ganancia, de des-
arrollo de las fuerzas productivas, de relaciones sociales de
producción y de modos de producción dominantes.
Ante tales diferenciaciones, ni siquiera la referencia estadís-
tica de base puede constituirse en un "escenario común". Ten-
derá permanentemente a diferenciarse la definición y selección
de indicadores básicos, su jerarquización, su agrupamiento o
consolidación. Tras la apariencia de "neutralidad técnica" de
los instrumentos propiamente estadísticos, se constata cómo
muchos de ellos son necesariamente reflejo de una concepción
social determinada, y de una "teoría" que responde a ella.
Por ejemplo, en relación con los conceptos estadísticos del
producto y el ingreso, que buscan resumir en una medición
sintética los resultados del proceso productivo en determinado
periodo, se plantea el problema de qué comprender en tales
mediciones, qué incluir y qué excluir.
Desde un ángulo, el criterio central de definición es el del
mercado, el de las transacciones que tienen lugar en él: se mide
lo que es objeto de transacción en el mercado (o que puede
asimilarse convencionalmente a tales transacciones, bajo la
forma de "transacciones imputadas"). Son las mediciones em-
pleadas generalmente en los países capitalistas, y las recogidas
en las recomendaciones estadísticas de la ONU, en correspon-
dencia con una determinada concepción teórica.
Desde una perspectiva teórica marxista, lo que se privilegia
es el trabajo humano; y las inclusiones y exclusiones se definen
en la calificación de trabajo productivo e improductivo (lo
cual lleva a la exclusión de una variedad de servicios, aproxi-
mándose más a una medición de la producción material, y a
un "agregado" no directamente comparable, relativamente
menor).
La diferenciación señalada podría traducirse en diferencias
muy significativas de evaluación si se las refiriera, de modo
general, a las economías de América Latina. Y no sólo dife-
rencias en los niveles, sino también en las velocidades de cam-
bio, en los ritmos de crecimiento, en la misma medida en que
ha sido característico, en las mediciones del producto y el
ingreso, un crecimiento considerablemente mayor délos servi-
I. Significado de los instrumentos estadísticos 13

cios —donde es más fuerte la ponderación del trabajo no pro-


ductivo— en comparación con la expansión de la producción
material.
Aún más, a partir de estas mismas consideraciones la crítica
a las mediciones en uso que se ajustan a las recomendaciones
de la Oficina de Estadística de las Naciones Unidas no se limi-
tan a las que provienen del análisis marxista.*
A lo largo del texto se procurará, al menos en relación con
aquellos temas en que sea particularmente importante hacerlo,
presentar algunas ilustraciones sobre las expresiones distintas
que suele asumir el instrumental estadístico según el ángulo
esencial de análisis. Entre tanto, el sentido inmediato de estas
consideraciones no es otro que el de realzar la necesidad de una
actitud de justificada reserva frente al instrumental estadístico
de que suele disponerse para el análisis social. Sobre todo,
porque con frecuencia la información estadística disponible
condiciona la dirección, el contenido y los alcances de los
análisis. Ampliar y enriquecer la base de referencia estadística
se constituye así en una condición para abordar otros ángulos
de análisis. Entre tanto, las críticas a determinados enfoques
analíticos difícilmente llegan al grado de ofrecer proposicio-
nes alternativas, en la medida en que no pueden sustentarse
en una base distinta de información.
6. De modo general, orienta la selección de contenidos de
este texto el propósito de que sea útil particularmente en el
análisis de los problemas de desarrollo.
* Por ejemplo, resultan a este respecto muy sugerentes formulaciones hechas
reiteradamente por el Dr. Antonio Sacristán, como las contenidas en su texto so-
bre México buscando de nuevo su camino (CIDE, mimeo, 1978), en el que se leen
conceptos como los siguientes:
[...] el salario real y demás remuneraciones del trabajo apenas han crecido, como
lo demuestra el bajo crecimiento del ingreso percápita en los sectores primario y
secundario, y en cambio el crecimiento del percápita y del ingreso en el sector
terciario (comercio, banca y servicios). En este sentido, el crecimiento económico
medido por el incremento del ingreso corriente deflacionado por los índices de
alza de los precios, ha de ser más aparente que real [...]
[...]la creciente y acumulativa tasa de endeudamiento e inversión externos, pone
de manifiesto la insuficiencia de la producción física respecto al consumo y a la
acumulación en bienes de capital. La proporción de este excedente económico
negativo respecto al ingreso global, nos daría una tasa del 25% aproximadamente___
Es decir, el valor total del producto real puede estimarse en los 3/4 del ingreso
nominal. Por este cómputo se advierte que la economía mexicana no ha tenido
dividendo neto, acumulación de capital o crecimiento global del producto por
hombre empleado [...).
14 Pedro Vusković

El concepto mismo de "desarrollo", más allá de su identifi-


cación con el simple "crecimiento", motiva por lo tanto parte
de la amplitud que se procura alcanzar. En efecto, se ha gene-
ralizado suficientemente la necesidad de reconocer en el con-
cepto de "desarrollo" un proceso complejo, en el que tiene
que considerarse:

a) los cambios reales en el flujo real de bienes y servicios


que genera el sistema económico (la tasa de crecimiento del
producto o ingreso);
b) la evolución de las condiciones materiales de vida del
conjunto de la población correspondiente (además de creci-
miento, distribución);
c) la conformación del sistema económico (en sus relacio-
nes, proporciones, estructuras) desde el punto de vista de su
capacidad para dar continuidad a su crecimiento y a sus cam-
bios.
Así se objetaría la calificación de "desarrollo" a procesos
de crecimiento global que sin embargo concentraran en estra-
tos determinados el grueso de sus resultados, sin ascenso en
las condiciones de vida de las mayorías. O a procesos que, con
expansión y distribución, no habilitaran el sistema para garan-
tizar su crecimiento ulterior (por ejemplo, la explotación inten-
siva de un recurso no renovable sin modificar significativamente
la estructura productiva).
No hay un indicador estadístico simple para ese proceso
complejo que involucra a la vez expansión económica global,
mejoramiento extendido en la condición material de vida, cam-
bios en la estructura productiva y en la disposición de equipa-
miento productivo y habilitación creciente para el aprovecha-
miento más eficaz de los recursos actual o potencialmente
disponibles. Mucho menos desde que esa complejidad desborda
las fronteras de lo estrictamente económico, para reconocer
en el desarrollo un proceso social, y en consecuencia político.
7. En términos más específicos, el propósito de este texto
será revisar desde el ángulo de los conceptos y las mediciones
estadísticas las categorías fundamentales que definen un esque-
ma simplificado del proceso productivo o circuito económico,
como el adjunto:
Se trata pues, en primer lugar, de los instrumentos estadís-
ticos que tienen que ver con los recursos productivos que em-
plea y combina el sistema económico: la fuerza de trabajo, los
recursos naturales, y el equipamiento productivo —el capital-
acumulado, los cuales constituyen unos acervos, susceptibles
de mediciones "instantáneas", es decir, referidas a una fecha
determinada.
En segundo lugar, se trata de las mediciones estadísticas
del proceso productivo mismo, tanto en lo que respecta a los
procesos que tienen lugar en el interior del aparato productivo
—las transacciones o flujos "intermedios"— como con los resul-
tados últimos del proceso: el flujo de producción "final". Y ter-
cero con los destinos del flujo final: la remuneración de los fac-
tores productivos -el ingreso y su distribución-, la asignación a
finalidades de consumo y de formación de capital, y las con-
diciones de vida que permite sustentar.
Las categorías estadísticas relacionadas con la fuerza de tra-
bajo están contenidas en lo esencial en el análisis demográ-
16 Pedro Vusković

fleo, cuyo dominio constituye por sí mismo una especialidad.


Las relativas a recursos naturales, tal vez las menos sistema-
tizadas como tales en los textos convencionales, se refieren
principalmente a las mediciones de dotación y reservas de
recursos. Los recursos de capital motivan mediciones y clasi-
ficaciones estadísticas sobre la "riqueza tangible y renovable"
o "capital fijo" que se ha acumulado en el sistema económico,
al igual que las existencias y sus variaciones. Así, mientras los
factores productivos constituyen tres tipos de acervos, el pro-
ceso productivo que generan constituye un flujo, cuya medi-
ción no puede ser instantánea como la de los acervos, sino que
tiene que referirse a unos periodos determinados (con frecuen-
cia, a periodos anuales). El resultado final del proceso produc-
tivo se mide usualmente en términos de los flujos de producto
e ingreso, algunas de cuyas clasificaciones y relaciones más im-
portantes se sistematizan en las cuentas nacionales (o cuentas
sociales). Además, el proceso de producción motiva un com-
plejo de relaciones entre unidades productivas, susceptibles de
agruparse en unos sectores de actividad, que se definen princi-
palmente por su grado de homogeneidad técnica; y el registro
estadístico sistemático de tales relaciones configura los es-
quemas de relaciones interindustriales o modelos de insumo-
producto, o en una versión menos agregada, los balances de
materiales que constituyen instrumentos importantes de la
planificación socialista.
Por último, la asignación o destino de ese flujo de bienes y
servicios finales motiva las categorías estadísticas que tienen
que ver con la inversión y el proceso de acumulación, así como
con la distribución del ingreso y los indicadores del nivel de
vida. En suma, el contenido quedará referido a un conjunto
de conceptos estadísticos relativos a la población y la fuerza
de trabajo; indicadores sobre los acervos materiales; los recur-
sos naturales y el capital acumulado; la medición de los flujos
de bienes y servicios finales: los conceptos del producto y el
ingreso (a precios corrientes y aprecios constantes), las cuen-
tas nacionales, los indicadores sobre la distribución del ingreso
y los indicadores sobre niveles de vida; y la medición de los
flujos intermedios, en términos de los cuadros de relaciones
interindustriales y de los instrumentos estadísticos que ofrece
el modelo de insumo-producto.
I. Significado de los instrumentos estadísticos 17

8. Por último, conviene incluir en estas anotaciones intro-


ductorias unas referencias a las fuentes básicas de información
estadística y a algunos de los desarrollos tecnológicos que es-
tán teniendo lugar en este ámbito.
En la estadística económica y social, como en otros cam-
pos, cabe distinguir entre la información primaria, constituida
por los datos tal como se los toma de la realidad, y las elabo-
raciones estadísticas que se construyen a partir de ella. Por
ejemplo, con referencia a las transacciones económicas exter-
nas, la información primaria consistiría en el registro de todas
las operaciones de compra y venta, de cobro y pago, en y
hacia el exterior; y con base en ella, podrían elaborarse índi-
ces de comercio exterior (de volumen físico y de precios de
importaciones y exportaciones, o de relación de precios del
intercambio exterior) o cuadros de síntesis como el que se
expresa en la balanza de pagos.
De modo general, la información primaria proviene de cen-
sos, de encuestas y de registros administrativos (entendidos en
su sentido más amplio y comprendidos tanto los públicos
como los privados). Constituye un volumen enorme de datos,
inmanejable para los efectos del análisis hasta que se los ela-
bora computando los grandes agregados y la diversidad de
indicadores estadísticos que se construye a partir de aquellos
datos básicos. Entre los últimos destacan, para los fines del
análisis global, económico y social, las mediciones del produc-
to y el ingreso y las cuentas nacionales correspondientes.
En México, por ejemplo, se constata en los últimos tiempos
un esfuerzo de dimensión singular en América Latina para dar un
gran impulso a la base de información estadística de carácter
económico y social, y muy particularmente a la organizada en
las cuentas nacionales. Sobre las fuentes de información emplea-
das, se lee en un folleto de divulgación publicado recientemente
(El ABC de las cuentas nacionales, Secretaría de Programación
y Presupuesto, Coordinación General de los Servicios Nacio-
nales de Estadística, Geografía e Informática, México, abril
de 1981):
Debido a la diversidad de fenómenos que constituyen el objeto de estu-
dio del Sistema de Cuentas Nacionales, se requiere contar con grandes
volúmenes de información, por lo demás muy detallada, que se produce
en un sinnúmero de entidades y organismos de los sectores público,
18 Pedro Vusković

privado y social, y que comprendan toda la gama posible de fuentes


generadoras de estadísticas, como son los censos, encuestas y registros
administrativos.
Por este motivo, a continuación se mencionan solamente las fuentes que
revisten mayor importancia. Dentro de éstas destacan los censos econó-
micos de frecuencia quinquenal —que sirvieron de base a las matrices de
insumo-producto de 1970 y 1975—, el Censo General de Población y
Vivienda para 1970, las encuestas industriales y sobre los ingresos y gas-
tos de los hogares levantados por la Dirección General de Estadística [...]
El Banco de México, S. A., fue otra de las fuentes más relevantes, en
especial por la información que genera referente a la balanza de pagos
del país, índices de precios, índices de volumen de producción industrial
y por los datos de su encuesta sobre acervos y formación de capital
1960-1965 [...]
En la información producida con base en registros administrativos fue
donde se dio la mayor diversificación de fuentes y donde se obtuvieron
datos de la gran mayoría de Secretarías y Departamentos del Gobierno
Federal y de los principales organismos y empresas del sector público,
así como de diversas cámaras y asociaciones de empresas industriales y
de servicios.
Toda la información obtenida de las fuentes citadas hubo de ser com-
plementada, en muchas ocasiones, con investigaciones específicas efec-
tuadas por el personal de la Dirección General de Estadística [...]

Otras publicaciones del mismo origen (véase Los censos na-


cionales, febrero de 1981) destacan la importancia de los
censos, ofrecen una reseña de los que se han efectuado en el
país y dan cuenta de las tareas que involucran y de las formas
en que se las aborda. He aquí unos extractos sobre esos temas
tomados de la referida publicación:
La preocupación del hombre por conocer el medio físico en que vive, los
productos que de él obtiene y la cantidad de habitantes que configuran
una estructura social dada se remonta a épocas muy antiguas. En tanto
sujeto organizado socialmente, el individuo ha responsabilizado normal-
mente al Estado para realizar labores de cuantificación de los recursos
humanos y materiales de la sociedad en cuestión. Los antecedentes más
remotos sobre estos recuentos se encuentran en las culturas persa y
romana [...]
También en el México prehispánico existen antecedentes de estas labo-
res; así, de la cultura azteca se tienen elocuentes testimonios, en códices
y monumentos, de actividades similares, básicamente para la fijación de
tributos o impuestos, a través de la realización de un padrón de habi-
tantes [...]
[...]un censo es una enumeración directa y simultánea de todas las
unidades incluidas en un campo de observación definido, a través del
I. Significado de los instrumentos estadísticos 19

cual es posible obtener información del país como un todo y comparar


sus partes entre sí en un momento dado. Esta característica de los cen-
sos, el recuento exhaustivo, demanda grandes recursos para su realización,
no sólo humanos sino particularmente de importantes medios económi-
cos, motivos que obligan a establecer determinadas periodicidades para
su ejecución, las cuales oscilan generalmente entre cinco y diez años [...]
En México se cuenta con una tradición censal que se remonta a la época
colonial; en efecto, durante los años de 1790 y 1791, se hizo en el país
el primer intento oficial de levantamiento de un Censo de Población,
ordenado por el virrey Juan Vicente Güemes Pacheco de Padilla, quien
gobernó la Nueva España de 1789 a 1794. A este censo se le conoce
como el 'censo condenado' puesto que sufrió los rigores de la Inquisi-
ción al coartar ésta la divulgación de sus resultados; y hasta 1977, en
que la Secretaría de Programación y Presupuesto dispuso su publicación,
no se había generalizado el conocimiento de este valioso testimonio his-
tórico de nuestro pasado.
Posteriormente, en 1808, el barón Alejandro de Humboldt realizó las
llamadas 'Tablas Geográficas Políticas de Nueva España'[...] En las Tablas
se encuentran datos valiosos sobre la superficie, población, agricultura,
fábricas, comercio, minas, rentas y fuerza militar, que privaban en las
postrimerías coloniales; igualmente se emiten en ellas ciertos juicios
políticos que, jurrto con los datos fríos, sirvieron de marco analítico
para los independentistas de 1810.
El primer censo realizado en el México independiente fue el de 1895 y
se dedicó al aspecto de población. Salvo en 1920, época de la lucha
armada, se han efectuado los censos con la periodicidad establecida, en
nuestro caso particular de diez años, para los censos de población y
vivienda, y a partir de 1930 se han llevado a cabo los censos agropecua-
rios —también cada diez años— y los censos económicos, con periodicidad
de cinco años.
En la actualidad corresponde a la Coordinación General de los Servicios
Nacionales de Estadística, Geografía e Informática, de la Secretaría de
Programación y Presupuesto, la preparación, levantamiento y difusión
de los censos del país [...]
[...] Las labores que componen el levantamiento de un censo pueden
distribuirse en cuatro grandes etapas, que son las de preparación, levan-
tamiento, procesamiento de los datos y divulgación de los resultados.
La primera etapa se inicia con el diseño conceptual; de ésta se recogen
las recomendaciones de organismos internacionales en materia censal, el
primer paso para la formulación de los objetivos, temas, conceptos, defi-
niciones, clasificaciones, cuestionario, tabulaciones e identificación de
la unidad de observación censal, acciones en cuya realización siempre se
debe tener presente que el censo desempeña un papel de gran importan-
cia en el desarrollo de nuestro sistema de Estadísticas Demográficas y
Sociales.
A partir del diseño conceptual, responsabilidad directa de la dependen-
cia encargada del levantamiento censal, se inicia una etapa de consulta
con diversas instituciones de educación superior, científicas y técnicas,
20 Pedro Vusković

así como con investigadores especializados en los temas que cubren los
censos con el objeto de tener una panorámica lo más amplia posible de
todas las necesidades de información y auscultación siempre necesaria,
con la que, además de lograrse la participación de otros sectores, se enri-
quecen los planteamientos originales. Cumplido este paso, se realizan
labores de crítica y análisis, donde se hacen compatibles los requerimientos
planteados con la factibilidad operativa de poder llevarlos a la práctica.
Posteriormente se realizan pruebas de campo del cuestionario censal,
para comprobar por la vía empírica -y ya no de trabajo de gabinete-,
sus bondades y eficacia formal y conceptual, a fin de enriquecer tam-
bién por este medio, el diseño conceptual. Las tareas de análisis y las
pruebas de campo requieren, asimismo, de la experiencia y estudio de
los otros mecanismos de captación, encuestas y registros administrati-
vos, principalmente, para ver desde un punto de vista metodológico, qué
carencias e inconsistencias presentan éstos para la captación de los fenó-
menos que observan y, de ser posible, satisfacerlas a través del levanta-
miento censal. Desde este punto de vista y dado que el censo es un ins-
trumento de medición que se aplica generalmente una sola vez cada
diez años, si bien a veces puede suplir deficiencias de otros métodos, no
lo podrá hacer permanentemente, por lo cual su aportación en la defini-
ción de marcos muéstrales es fundamental para desarrollar programas de
encuestas —continuas o únicas— respecto a temas que por su peculiari-
dad no son objeto del censo o, que siéndolo, es recomendable un segui-
miento más constante del fenómeno.
Así pues, los censos tienen una potencialidad que debe encararse a partir
de sus primeras etapas; es decir, es en la instancia conceptual donde ha
de hacerse el acopio de todas las experiencias precedentes y donde hay
que proyectar estos conocimientos a futuros trabajos estadísticos que
vengan a superar cualitativamente todo el acervo estadístico nacional.
Esto es válido para cualquier tipo de censos, sean los económicos, el
agropecuario y forestal o el de población y vivienda. Mención aparte
merece el caso de las tabulaciones. Es en ellas donde quedarán plasma-
dos los datos, una vez que se haya concluido el procesamiento de la
información. Seleccionados los conceptos y temas, objetos del cuestio-
nario censal, éstos habrán de estructurarse en programas de tabulacio-
nes los cuales, entre otras cosas, han de permitir la compa-rabilidad de
censos anteriores y los cruzamientos de datos que posibiliten una mayor
profundización de los fenómenos a estudiarse. Dichos programas son la
base para formular los programas de cómputo mediante los que se pro-
cesará la información captada.
Por su parte, la actualización o elaboración de directorios es una activi-
dad que permite el conocimiento de los establecimientos o unidades
sujetos a censo, lo cual da una idea aproximada del universo por censar;
esta actividad, relacionada con la revisión del "Catálogo Mexicano de
Actividades Económicas" —en este caso concreto, pueden detectarse
omisiones o nuevas actividades—, constituyen un instrumento muy útil
para trabajos posteriores, en particular para determinadas encuestas de
tipo económico.
I. Significado de los instrumentos estadísticos 21

Dentro de la etapa de preparación destaca la realización del censo piloto


que representa la comprobación empírica antes del levantamiento cen-
sal y que permite determinar, entre otros aspectos, cuan comprensibles
resultarán para la población las preguntas incluidas y si las respuestas
dadas no adolecen de sesgos por una mala formulación del cuestionario,
así como la accesibilidad del lenguaje, o sea que a través de esta compro-
bación empírica se puede calificar la eficiencia de toda la estructura or-
ganizativa para el levantamiento del censo.
La siguiente fase es la del levantamiento que abarca, en lo referente al
censo de población, el lapso para la enumeración de viviendas y edificios,
el día fijado para el levantamiento y el periodo adicional para censar a
la fracción poblacional que no fue entrevistada en la fecha señalada. Por
su parte, en los otros censos —los de carácter económico—, esta etapa
abarca desde la identificación de las unidades productivas hasta el pe-
riodo de levantamiento, que en este caso varía de dos a tres meses debido
a la naturaleza misma de estos censos, que obtienen datos de las unida-
des citadas y sobre los recursos de que disponen. En ambos casos esta
etapa incluye la realización de la encuesta de cobertura que permite
estimar la porción de habitantes o establecimientos que no fueron entre-
vistados.
La tercera etapa engloba las actividades relacionadas con el procesa-
miento electrónico; entre ellas figura preponderantemente la elaboración
de los programas de cómputo; dados los actuales avances tecnológicos,
es posible una mayor rapidez en la obtención de los resultados, así como
reducir al mínimo los errores humanos. Igualmente, al almacenarse la
información en base de datos, se pueden lograr rápidamente cruces de
ella, respecto a determinados requerimientos.
Finalmente, la tarea censal concluye con la divulgación de los resultados
a través de diferentes medios de difusión que se ajustan a las caracterís-
ticas y a las necesidades de los usuarios.
9. En el manejo de los volúmenes de información que sugie-
ren las anotaciones anteriores, así como en la identificación
de fuentes de información, son decisivos los desarrollos tec-
nológicos que están teniendo lugar en los últimos tiempos.
En verdad, los avances técnicos extraordinariamente rápidos de
las computadoras y particularmente los aumentos impresio-
nantes de su capacidad de "almacenamiento", así como de los
medios de comunicación, representan una revolución completa
en el manejo y el acceso a la información.
En los últimos años se han constituido cientos de "bancos
de datos", en los que se reúne la información más completa
sobre los más variados temas y se la mantiene permanente-
mente actualizada, almacenándose allí millones y millones de
referencias. A su vez, estos bancos se conectan a redes de ser-
vicios de información abiertos a cualquier usuario sobre la base
22 Pedro Vuskovié

del pago de las tarifas correspondientes. Cualquier interesado


puede así tener acceso a esa masa gigantesca de información,
para obtener respuestas sobre cifras estadísticas, referencias
periodísticas o listados bibliográficos sobre el tema de su inte-
rés. En México, por ejemplo, el Consejo Nacional de Ciencia
y Tecnología creó el Servicio de Consulta a Bancos de Infor-
mación (SECOBI), como canal de acceso a los principales cen-
tros de acopio internacional de información.

SECOBI facilita el acceso a la información almacenada en más de 100


bancos de información, nacionales e internacionales, que contienen cerca
de veinte millones de referencias y son actualizados permanentemente,
creciendo aproximadamente en 3 000 referencias mensuales. Básica-
mente, proporciona información bibliográfica; sin embargo, cuenta
también con algunos bancos especializados en áreas estadísticas y otros
de información periodística[...] SECOBI también proporciona el acceso
al New York Times Information Bank, que es un banco que contiene
información periodística desde 1969 hasta la fecha;se actualiza constan-
temente y cuenta con 1 400 000 referencias aproximadamente[...] pro-
porciona información proveniente del propio New York Times y de 70
publicaciones adicionales. (Del folleto informativo "Servicio de Consulta
a Bancos de Información SECOBI, del Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología (CONACYT), México, 1979.)
II. LA MEDICIÓN DE LOS ACERVOS PRODUCTIVOS

1. INDICADORES ESTADÍSTICOS SOBRE


LA FUERZA DE TRABAJO

10. El análisis estadístico de la fuerza de trabajo requiere si-


tuarse, en lo fundamental, en el marco más amplio de la pobla-
ción total y las dinámicas demográficas.
Incluso más allá de este propósito específico, conviene dete-
nerse primero en esos aspectos más generales, puesto que la
variable demográfica es una referencia que está siempre pre-
sente en el análisis económico. De hecho, el crecimiento de la
población se constituye en un factor comparativo para apre-
ciar la evolución de la producción (en qué medida hay aumento
de la producción y del producto por persona); su composición
y sus cambios son determinantes del tamaño de la fuerza de
trabajo como recurso productivo básico; y en definitiva la
población es la destinataria del esfuerzo de producción y des-
arrollo. De ahí que cualquier análisis retrospectivo o cualquier
consideración perspectiva -de decisión o de pronóstico- ten-
ga que incorporar algún grado de análisis sobre la estructura
y la dinámica demográficas.
Desde el punto de vista estadístico, los indicadores más
generales corresponden al tamaño y a la tasa de crecimiento
de la población global. El primero se sustenta en los censos
que se efectúan periódicamente (por ejemplo, como sucede
en muchos casos, cada diez años), en estimaciones del creci-
miento intercensal y en investigaciones por muestreo. Por su
parte, el crecimiento demográfico global queda determinado
estadísticamente por el crecimiento natural de la población
23
24 Pedro Vusković

(ambos expresados usualmente en tanto por ciento o tanto por


mil de la población total existente) y los saldos migratorios de
los movimientos migratorios externos.
Las tasas de crecimiento natural de la población han con-
figurado un rasgo distintivo en la evolución de América Latina,
inscribiendo en este siglo la experiencia de una tasa de creci-
miento demográfico sin precedente histórico. Así, las dinámi-
cas demográficas de la región han sido muy distintas de las que
caracterizaron la evolución de las naciones más adelantadas en
sus fases iniciales de desarrollo capitalista e industrialización,
configurando en América Latina el hecho sin precedentes de
unas poblaciones que duplican su tamaño en tiempos relativa-
mente cortos.
En esas tendencias, el factor determinante ha sido el des-
censo muy rápido de las tasas de mortalidad, antes de que se
creen condiciones socioeconómicas de significación compara-
ble para el descenso de las tasas de natalidad. Los movimien-
tos migratorios, a su vez, han llegado a alcanzar dimensiones
significativas en algunos países.
11. Particularmente en los análisis que buscan situarse en pers-
pectivas históricas relativamente largas, la consideración de
los movimientos migratorios puede ser muy importante. Tales
movimientos han marcado además fases de signo distinto en
su orientación predominante, con significación también dife-
rente para los países de la región.
a) En fases tempranas del desarrollo capitalista, los grandes
movimientos migratorios tuvieron lugar desde las grandes na-
ciones al mundo subdesarrollado, como una forma de "pro-
yección exterior" de esas naciones y motivados además por su
insuficiente capacidad de absorción de fuerza de trabajo en
una etapa de desarrollos tecnológicos relativamente muy gran-
des.
Para los países receptores, esa inmigración representaba la
aportación de un recurso humano calificado, portador de una
experiencia económica distinta y más avanzada; y en algunos
países latinoamericanos llegó a alcanzar una importancia rela-
tiva excepcionalmente grande: en la Argentina, por ejemplo,
los trabajadores inmigrantes llegaron a representar en un mo-
mento más de la mitad del total de la población activa.
II. Medición de los acervos productivos 25

b) Posteriormente, se revirtió el sentido de la migración;


desde países menos desarrollados hacia las naciones más ade-
lantadas.
En estas últimas, los trabajadores migrantes se constituye-
ron en un factor muy importante de la expansión capitalista,
a la que aportaban el triple beneficio económico de percibir
salarios más bajos, aceptar trabajos "descalificados" en las as-
piraciones de los trabajadores nacionales, y liberar parcial-
mente a los países receptores del "costo de reproducción"
de esa cuota de la fuerza de trabajo. En el capitalismo euro-
peo, las principales fuentes de emigración de mano de obra
fueron Argelia, Portugal, España, Turquía y Yugoslavia, y su
dimensión absoluta muy considerable.
Estados Unidos, por su parte, ofrece el caso más destacado
de la conformación de una fuerza de trabajo constituida por
inmigrantes que sustenta el grueso de su desarrollo industrial,
expresión además del papel desempeñado por la inmigración
en todo su desarrollo nacional. En efecto, entre 1820 y 1926
la inmigración en Estados Unidos alcanzó a 47.6 millones de
personas, con una evolución en la que se advierten grandes fa-
ses expansivas y de contención, en correspondencia con los
ciclos de largo plazo de la actividad económica.
Hasta la primera década de este siglo, la casi totalidad de la
inmigración provenía de países europeos. Desde la década de
1850 hasta 1930 adquiere ponderación creciente significativa
la emigración canadiense. La procedente de las Indias Occi-
dentales alcanza relevancia desde la primera década de este
siglo. Y la procedente de México adquirió niveles muy impor-
tantes en las décadas de 1910 y 1920, se interrumpió prácti-
camente a partir de los años treinta y retoma fuerza en la pos-
guerra, sin dejar de mostrar variaciones muy pronunciadas.
c) Finalmente, una fase más reciente caracteriza una nueva
reversión del sentido de los movimientos migratorios interna-
cionales de fuerza de trabajo, tal vez apenas en su inicio.
El "redespliegue industrial" y los cambios que se insinúan
con dimensión creciente en los patrones vigentes de la división
internacional del trabajo, apuntan en esa dirección. Y las mis-
mas tendencias parecen encontrar expresión concreta en la
modificación de las leyes migratorias que con sentido restric-
tivo ha tenido lugar en los últimos años en todos los grandes
26 Pedro Vusković

países capitalistas, en la suspensión de nuevos ingresos de traba-


jadores migrantes e incluso en los incentivos acordados para
la "repatriación" de los trabajadores extranjeros radicados en
ellos.
12. En todo caso, el factor decisivo está constituido por el
crecimiento natural de las propias poblaciones.
A su vez, las altas tasas de natalidad, elemento decisivo en
esas pautas demográficas, están influidas tanto por la compo-
sición de la población según edades como por los índices de
fecundidad: se definen unos coeficientes de fecundidad por
edades, como relación entre el número de nacimientos y el
número de mujeres en el tramo de edad correspondientes, y
una tasa global de fecundidad. A su vez, la fecundidad depende
de las condiciones generales de vida de la población y, dentro
de ciertos límites, de la definición y eficacia de unas políticas de
población: control de la natalidad, planificación familiar, cam-
pañas de divulgación del uso de anticonceptivos y disponibili-
dad de los mismos, etcétera.
Las tasas de mortalidad y de morbilidad, a su vez, dependen
en parte de las "acciones de salud", es decir, de la extensión
y calidad de los servicios preventivos y curativos, determina-
dos por la disponibilidad relativa de personal médico y facili-
dades hospitalarias, campañas de vacunación, obras de sanea-
miento ambiental; y parcialmente también de la condición
general de vida de la población, en términos de alimentación,
vivienda, vestuario. La incidencia de estos últimos factores
explica esa trayectoria comprobada en muchos países latino-
americanos en las últimas décadas, que muestra una fase de
rápida disminución de las tasas de mortalidad y luego avances
adicionales mucho más lentos: en la primera se reflejan los es-
fuerzos por acrecentar, extender y mejorar los servicios de
salud mientras la última muestra el ámbito limitado de resul-
tado de esos esfuerzos en tanto no mejoren las condiciones
generales de vida.
La "dinámica demográfica" asume así rasgos distintos se-
gún los niveles de desarrollo global de la sociedad correspon-
diente, lo que e? decisivo para las proyecciones o pronósticos
sobre la población futura. En América Latina, por lo menos
hasta hace poco, las pautas demográficas quedaban impuestas
principalmente por las tasas de mortalidad, como el factor
II. Medición de los acervos productivos 27

más móvil, mientras eran muy lentos los cambios en las tasas
de natalidad; en cambio, en las sociedades más desarrolladas
la ponderación de esos factores era exactamente la inversa.
Las tasas de mortalidad son determinantes de la vida me-
dia o esperanza de vida al nacer, concepto estadístico que se
define como el número promedio de años de edad de los que
fallecen en determinado periodo (generalmente un año) y
que se utiliza muy frecuentemente como indicador sintético
de los niveles generales de salud de una población. De igual
modo, es usual el empleo del concepto tasas de mortalidad
infantil, que expresan el número de niños que mueren antes
de cumplir su primer año por cada mil nacidos vivos. Ambos
indicadores ponen de manifiesto diferencias muy considera-
bles entre las naciones más desarrolladas y las más subdesarro-
lladas.
La composición de la población por edades constituye otro
indicador estadístico muy importante, ya que influye en varios
sentidos. Desde luego, en la propia dinámica demográfica, en
tanto es probable que una población más "joven" tienda a
crecer más rápidamente, y con características que pueden
persistir por mucho tiempo: por ejemplo, una disminución de
la tasa global de crecimiento tendería a disminuir la propor-
ción de menores y aumentar la proporción de mujeres en edad
fértil, lo que impulsaría una nueva aceleración del crecimiento
global a menos que mediara una baja compensatoria de la fe-
cundidad. La composición por edades es determinante asimis-
mo de las proporciones de población dependiente, es decir,
de la relación entre, por un lado, los menores de cierta edad
(15 años) y los mayores de otra (60 o 65 años) y, por el otro,
la población de los tramos intermedios.
A esta última caracterización suele atribuirse una relación
directa con el "bienestar" en tanto vendría a representar de
algún modo una relación entre "productores" activos y "con-
sumidores" pasivos. En igual sentido, la proporción de meno-
res significa una demanda de determinados servicios, como
los educativos, muy alta en relación con la población en edad
activa, lo que impone un esfuerzo proporcionalmente mucho
mayor precisamente a las sociedades subdesarrolladas. Y tiene
también consecuencias desde el punto de vista de la fuerza de
trabajo y su relación con la población total.
28 Pedro Vusković

Otro aspecto importante de las características demográficas


para los efectos del análisis económico se refiere a la distribu-
ción urbano-rural de la población. Los indicadores estadísticos
son muy simples, pero demandan definiciones convencionales
homogéneas sobre lo que debe considerarse como "centro ur-
bano" (por ejemplo, pueblos con población superior a 5 mil
habitantes). Como es sabido, América Latina en conjunto ha
mostrado unos grados de urbanización que se consideran exce-
sivos frente a los niveles de desarrollo económico que se ha
alcanzado, ha pasado desde hace algún tiempo a ser una socie-
dad predominantemente urbana (más de la mitad de la pobla-
ción total vive en centros calificados como urbanos), y agrega
la concentración predominante en uno o unos pocos grandes
centros urbanos. Hasta hace poco, el factor principal de ese
proceso de desarrollo urbano eran las migraciones rural-urba-
nas, que alcanzaron una dimensión extraordinaria; pero con
los grados de urbanización alcanzados las migraciones cuentan
relativamente menos frente a la reproducción de las propias
poblaciones urbanas.
13. La dinámica demográfica, caracterizada por indicadores
estadísticos como los que se acaba de señalar, es determinante
de la dimensión y reproducción de los recursos laborales, de
la fuerza de trabajo.
Las definiciones estadísticas de esta última suelen confun-
dirse en una variedad de denominaciones: población apta para
el trabajo, población en edad activa, población potencialmente
activa. En términos más precisos, se define a la población ac-
tiva como aquella incorporada normalmente a la fuerza de
trabajo activa, diferenciándola de la potencialmente activa al
modificar ésta según unas tasas de participación femenina y
unas tasas de participación de menores en la fuerza de trabajo.
De modo general, las primeras equivalen, en las sociedades sub-
desarrolladas, a menos de la mitad de las que registran las na-
ciones desarrolladas, de modo que representan un enorme po-
tencial de fuerza de trabajo adicional; en las últimas, en cam-
bio, la situación es la inversa: en los países subdesarrolla-dos
hay una proporción relativamente muy alta de niños incorpo-
rados a la fuerza de trabajo, hasta el punto de que su absor-
ción en el sistema escolar liberaría puestos de trabajo en un
número suficiente para absorber una cuota significativa
II. Medición de los acervos productivos 29

de trabajadores adultos actualmente desempleados o subem-


pleados.
Las proporciones de la población activa que corresponden
a quienes no están trabajando efectivamente en determinada
fecha o periodo definen las tasas de desocupación o desem-
pleo. Por lo general, los índices oficiales a este respecto se
calculan a partir de criterios restrictivos, que en lo esencial
consideran solamente a los trabajadores que estuvieron ocu-
pados y perdieron su empleo (en determinado periodo ante-
rior a la encuesta o el censo correspondiente), a los que suele
agregarse una categoría de quienes "buscan trabajo por pri-
mera vez" (entendiendo por tales a quienes están activamente
procurando un empleo). En ocasiones, se distingue dentro de
la definición general de desempleo el que corresponde a situa-
ciones de desocupación estacional, derivada principalmente
de los ciclos agrícolas.
Recientemente, ha venido aceptándose de modo cada vez
más generalizado la necesidad de reconocer una categoría esta-
dística de subempleo (o desempleo disfrazado). Pero no hay
uniformidad en los términos precisos de su definición, sugi-
riéndose una variedad de criterios: por ejemplo, el hecho de
que la función que se realiza carezca de verdadera utilidad o
"productividad" social; o la exigüidad de los ingresos que per-
ciben tales trabajadores; o la consideración de que si fueran
retirados del empleo no se afectarían los niveles globales de
producción (de ahí la expresión usual de "mano de obra redun-
dante").
Otras categorías estadísticas completan los requerimientos
básicos del análisis. Entre ellas, las que se refieren a la clasifi-
cación de la fuerza de trabajo, es decir, su clasificación según
niveles profesionales, que suele motivar conclusiones sobre el
grado de "subcalificación" y sus consecuencias para el proceso
de desarrollo, o de "sobrecalificación" de al menos algunos
estratos de la fuerza de trabajo (situación no del todo ajena a
la de varios países latinoamericanos, después de un esfuerzo de
extensión de los servicios educacionales que no siempre ha en-
contrado correspondencia con el plano general de desarrollo).
La estructura ocupacional caracteriza la distribución y cla-
sificación de la población ocupada según distintos criterios.
Uno se refiere a su distribución por sectores de actividad eco-
30 Pedro Vusković

nómica, la que relacionada con los orígenes sectoriales del


producto determina unos niveles de productividad sectorial,
fuertemente diferenciados en las economías latinoamericanas
y de modo general en las economías subdesarrolladas. Suelen
proponerse asimismo unas clasificaciones según estratos de
productividad, a nivel de la economía en su conjunto y en el
interior de los sectores, caracterizados por su grado de "moder-
nidad" y cuyas diferencias sustentan los planteamientos sobre
la "heterogeneidad estructural" de las economías subdesarro-
lladas.
Se definen, por último, unas categorías ocupacionales aten-
diendo a criterios económicos y sociales. Es así frecuente el
uso de clasificaciones que distinguen, por ejemplo, entre las
categorías de empleadores, trabajadores por cuenta propia y
asalariados, y dentro de éstos entre obreros, empleados, pro-
letariado agrícola, etc. El perfil ocupacional que definen estas
clasificaciones aporta una caracterización importante del sis-
tema económico; y sus cambios sugieren igualmente transfor-
maciones significativas.
14. Unas citas que tocan distintos aspectos de los tratados en
esta sección pueden ser útiles como ilustración del uso de es-
tas categorías estadísticas en el análisis económico-social y en
la planificación:

a) Dos párrafos sobre las proyecciones demográficas y de


la fuerza de trabajo que sirven de antecedentes para las tareas
de planificación en la Unión Soviética:

El pronóstico de la cantidad de población en unas perspectivas a largo


plazo integra la base de determinación de los posibles recursos laborales,
de los cuales podrá disponer el país en el futuro. Un importante signifi-
cado en relación con esto, lo tiene el estudio de la correlación entre toda
la población y la población en edad apta para el trabajo[...] se calcula
como correlación del número de los que alcanzan la edad apta para el
trabajo en cada 100 personas y de los que mueren o sobrepasan los lími-
tes de la edad apta para el trabajo [...] (Vadim N. Kirichenko, Las bases
científicas del pronóstico económico, tomo III, Cuba, Editorial de Cien-
cias Sociales, 1980).
[...]Para elaborar los planes científicamente fundados del desarrollo
social y económico para un largo periodo, resulta insuficiente saber cómo
variará la cantidad total de la población, su número en edad laboral y en
edad de retiro, la cantidad de niños en edad preescolar y escolar, etcé-
II. Medición de los acervos productivos 31

tera. En la actualidad se manifiesta una necesidad creciente en los cálcu-


los perspectivos de los índices que caracterizan la estructura económica,
familiar, y principalmente profesional, de la población[...] (V. P. Pis-
nukov y V. S. Smichenko, Algunas cuestiones acerca* del pronóstico
demográfico, Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, 1978).

b) Unas anotaciones sobre la participación femenina y de


menores en la fuerza de trabajo de Brasil:

[...] [en Brasil] la composición de la clase obrera se ha modificado pro-


fundamente en estos últimos años. Muchas más mujeres entraron a la
actividad económica (17.9% de la población activa en 1960, 29.2% en
1976). Asimismo, un número creciente de niños y adolescentes ejercen
actividades remuneradas. En 1960, 29.8% de la población entre los 10
y los 19 años ocupaba un puesto de trabajo; en 1973 ese porcentaje
aumentó a 38.9% y en 1976 era todavía de 34.8% [...]la incorpora-
ción de las mujeres y de los adolescentes al mercado de trabajo sigue
siendo un medio para compensar parcialmente el deterioro de los ingre-
sos familiares, provocado en los últimos años por la erosión del salario
mínimo[...](Julia Juruna, "Brasil en la prueba de la liberalización", en
Le Monde Diplomatique en español, febrero de 1980).

c) Algunas observaciones sobre cambios en la composición


de la fuerza de trabajo y la participación de los "trabajadores
por cuenta propia" particularmente sobre Argentina en perio
dos recientes:
En octubre de 1974, un total de 567 763 personas, es decir el 15.5% de
la población económicamente activa de la Capital Federal y el Gran Bue-
nos Aires, trabajaban por cuenta propia. Tres años más tarde, en octubre
de 1977, eran 707 222 personas, el 19.3% de la población económica-
mente activa del área citada, las que integraban la franja de trabajadores
independientes.
El abrupto crecimiento de la cifra en un país cuya tendencia histórica
se ubica en no más del 13o 14% de "cuenta-propia" sobre la población
activa, está revelando fuertes cambios en la economía [...] [...]este fe-
nómeno, en nuestro país, asume características netamente opuestas a
las del resto de América Latina, y también diferentes de muchas de las
economías más desarrolladas. Por ejemplo, mientras en la Argentina se
advierte un nivel del 19.3% -la cifra se refiere al Gran Buenos Aires y
quizás haya crecido durante 1978— se puede decir que sólo un 10% de
ese sector gana menos del salario mínimo [...] En promedio, los "cuenta-
propia" en la Argentina ganan un 25% más que los asalariados en relación
de dependencia [...]
[... ] En Brasil [... ] un 18% de la población activa pertenece a este sec-
tor. Pero, de ese segmento, un 20% gana menos que los que reciben el
32 Pedro Vusković

salario mínimo. En México, los cuenta-propia integran el 21% de la


población ocupada y, entre ellos, el 23% gana menos que los que ab-
sorven el salario mínimo. En El Salvador, las cifras se ubican entre el
19 y el 30% y en Paraguay, la cifra de C. P. llega al 33%, casi la mitad
de los cuales gana menos del salario mínimo [...] [...] Estados Unidos
tiene no más de un 3% de trabajadores independientes, y algo similar
ocurre en Suecia. En cambio, Francia e Italia tienen porcentajes eleva-
dos de "cuentapropistas" [...] (Del diario Clarín, Buenos Aires, 23 de
septiembre de 1979).

d) Finalmente, se transcriben a continuación, con más am-


plitud, unos extractos de un documento de la CEP AL que toca
diversos aspectos del análisis demográfico y la fuerza de tra-
bajo:
Desde el punto de vista de la situación demográfica, América Latina se
encuentra en una posición intermedia entre las regiones más desarrolla-
das y menos desarrolladas del mundo[...] La tasa global de fecundidad
de la región, que fue de 5.3 entre 1970 y 1975, era significativamente
inferior a la de otras regiones en desarrollo como África y el sur de Asia
(6.3 y 6.0 respectivamente), pero todavía duplicaba con creces la tasa
de las regiones más desarrolladas. En ese mismo periodo la esperanza de
vida al nacer alcanzó a cerca de 62 años, superando ampliamente a las
de África y el sur de Asia (45 y 48 años, respectivamente) pero todavía
era diez años inferior a las de América del Norte y Europa. Entre 1950 y
1975 América Latina fue la región del mundo en la cual la población
creció más rápidamente. En sólo 25 años ésta se duplicó, mientras que
la población mundial no alcanzó a crecer en un 60% y la de las regio-
nes más desarrolladas poco más del 30%. Como consecuencia de esas
tendencias, el porcentaje de la población mundial que residía en América
Latina aumentó paulatinamente, de 6.6 en 1950 a 8.1 en 1975[...]
[...]la proporción de población urbana para el conjunto de América
Latina ya superaba el 40% en 1950 y continuó aumentando rápidamente
de tal modo que en 1970 alcanzó a 58%. Se estima que en 1975 ya su-
peró el 61% [...]
[...] la población económicamente activa del conjunto de los veinte paí-
ses de América Latina, aumentó cada vez más rápidamente, pasando de
55 millones en 1950 a cerca de 99 millones en 1975 [...] creció más
lentamente que la población total y la población de edades activas du-
rante los dos primeros decenios del periodo, pero se estima que después
de 1970 ha ido aumentando a un ritmo más rápido que la población
total, casi tan rápido como la población de 15 a 64 años [...] [...] el ritmo
de crecimiento de la población total alcanzó su máximo a mediados del
decenio de 1960 y está comenzando a descender lentamente. No obs-
tante, el ritmo de crecimiento de la población latinoamericana se man-
tendrá por sobre el de la población mundial [...]
II. Medición de los acervos productivos 33

[...] dos grandes consecuencias no modificables en el mediano plazo y


que constituyen grandes desafíos para los gobiernos de la región. La pri-
mera es el aumento de la fuerza de trabajo. Las tasas de crecimiento
demográfico en las décadas pasadas y la estructura por edad de la pobla-
ción conducirán a que la población en edades activas crezca a una tasa
anual de alrededor del 2.9% de aquí alano 2000,haciendo que de cerca
de 170 millones en 1975 llegue a más de 345 millones hacia fines del
siglo. De acuerdo con estimaciones recientes la población económica-
mente activa del conjunto de los veinte países aumentaría de cerca de
99 a más de 199 millones entre 1975 y el año 2000, esto es, más rápida-
mente que la población total pero con un ritmo algo más lento que la
población de edades activas[...] La segunda gran consecuencia de las
tendencias demográficas es el carácter urbano que tendrán todos los
países de la región dentro de unos veinte años[...] dos tercios o más de
la población de la mayor parte de ellos residirá en ciudades para esa fe-
cha [...]
El gran desafío que enfrentan en este momento los países de la región
es cómo regular el proceso de concentración urbana y metropolización,
para evitar o atenuar los problemas del deterioro urbano (insuficiencia
de servicios, congestión, contaminación, etc.), así como la concentra-
ción de recursos necesarios para solucionarlos[...] Los diagnósticos del
problema del empleo han cambiado radicalmente en los dos últimos
decenios, y a lo largo del actual ha aumentado apreciablemente su im-
portancia con relación a la de otros aspectos del proceso de desarrollo.
En el pasado, las preocupaciones se centraban a menudo en el problema
del desempleo abierto. En la actualidad, se analizan con cuidado las cifras
de desempleo de la región [...] los perfiles del problema han variado,
particularmente en lo que respecta a la forma en que los distintos secto-
res de la población se ven afectados por la subutiliza-ción de la mano de
obra. Los análisis contemporáneos también destacan las cuestiones más
generales de la pobreza, la desigualdad y la privación que experimentan
quienes sufren problemas de empleo [...] [...] Aproximadamente 27% de
la fuerza laboral está subutilizado. Sólo un quinto de esta subutilización
total puede atribuirse al desempleo abierto, mientras que el 80% restan-
te obedece a distintas formas de sub-empleo [...] El subempleo urbano y
rural comparten alrededor de la mitad de esta clase de subutilización de
la mano de obra, la que, en términos generales, constituye un 35 o 40%
del total de la fuerza laboral subutili-zada en la región. Cerca del 60% del
desempleo y subempleo de América Latina se encuentra en las zonas
urbanas, donde la mayoría de los afectados está más bien en situación
de subempleo que de desempleo [...] La estrecha relación que existe
entre la pobreza urbana y el subempleo queda de manifiesto a partir de
los datos disponibles que indican que alrededor de un tercio de la fuer-
za de trabajo que se dedica a actividades no agrícolas percibe ingresos
inferiores al promedio, aproximación razonable del subempleo medido
de acuerdo con el ingreso. Asimismo, los datos parciales correspon-
dientes a algunas zonas urbanas indican que, en promedio, aproxima-
damente la misma proporción gana menos
34 Pedro Vusković

que el salario mínimo legal [...]


[...] casi todos los analistas del problema del empleo coinciden en que
para los próximos 10 o 15 años los niveles de subutilización de la mano
de obra continuarán siendo elevados[...]
El cambio más importante es la tendencia constante hacia una fuerza de
trabajo predominantemente urbana con una vasta concentración en las
zonas metropolitanas. Sin embargo, la fuente de este incremento será tal
vez muy diferente. A partir de los años cincuenta una parte importante
de la expansión de la fuerza de trabajo urbana se ha debido a la llegada de
migrantes procedentes de las zonas rurales.
En cambio, durante la década de 1970 hay indicios de que los nuevos
migrantes tienen menor importancia relativa: en la rápida expansión
que aún prosigue dominan cada vez más los nuevos postulantes de ori-
gen urbano. Las expectativas de este último grupo parecen ser diferen-
tes [...] en ese caso, el papel tradicional del sector informal como antesala
del mercado laboral urbano no servirá para ofrecer un empleo aceptable
a estos nuevos postulantes a la fuerza de trabajo. En consecuencia, las
presiones por tener acceso a oportunidades de empleo adecuadas pueden
adoptar formas a intensidades diferentes en los años venideros [...]
[...] las posibles consecuencias de cambios radicales en la participación
femenina para las tendencias de empleo de largo plazo serán muy impor-
tantes [...] en las condiciones actuales que reinan en el mercado del tra-
bajo y en el orden social una mayor participación de la mujer podría
significar mayor competencia por ocupaciones mal remuneradas que
ahora desempeñan hombres, aumentando así el desempleo visible y de-
primiendo quizás los ingresos de las capas más pobres porque la posibi-
lidad es que muchas mujeres remplacen a los hombres con salarios más
bajos [...]"
(Párrafos extractados del documento El desarrollo económico y social
y las relaciones económicas externas de América Latina, vol. I, CEP AL,
1979).

2. EVALUACIÓN ESTADÍSTICA DE LOS


RECURSOS NATURALES
15. Es poco frecuente que se encuentre en los textos de uso
generalizado una presentación sistematizada sobre indicadores
estadísticos relativos a (os recursos naturales. Su definición y
las mediciones consiguientes han provenido más bien de los
análisis particularizados de cada área, pero no han llegado a
hacerse "convencionales" en la misma medida que otros indi-
cadores estadísticos.
Un conjunto de técnicas de reconocimiento y evaluación,
a las que se ha prestado atención creciente, contribuye entre
II. Medición de los acervos productivos 35

tanto a mejorar considerablemente la disponibilidad de infor-


mación básica. Por otra parte, en la medida en que las políti-
cas —y eventualmente los planes— económicos tienen que tener
cada vez más en cuenta las potencialidades de nuevos desarro-
llos, se tiende también a acrecentar el interés por este tipo de
informaciones. Una expresión elocuente de ello, referida en
particular a México, se encuentra en los extractos que se re-
producen a continuación. Su contenido sirve a la vez como
descripción de las técnicas de investigación correspondientes
y del tipo de conocimientos que hacen accesibles.

Para impulsar el desarrollo socioeconómico de un país es necesario el


conocimiento de sus recursos y la buena administración de los mismos.
En nuestro país, la Dirección General de Geografía del Territorio Nacio-
nal (DIGGTNAL) es la institución encargada de realizar el inventario de
los recursos naturales y potenciales. Para llevar a cabo esta labor es nece-
sario el uso de técnicas especializadas en las disciplinas de: Fotograme-
tría, Geodesia, Fotointerpretación, Cartografía, Percepción Remota,
etcétera.
La información generada es representada en documentos cartográficos,
gráficas, folletos, etc. Esta información es rica y abundante, por lo cual
se hace recomendable el uso de los dispositivos electrónicos de cómputo,
los cuales se caracterizan por su versatilidad y rapidez en el procesamiento
de grandes volúmenes de datos [.,.]
[...] Dada una región cualquiera que se desee introducir al sistema se la
considerará como el universo físico; este universo físico se puede descri-
bir cualitativa y cuantitativamente en alguna de sus características, por
ejemplo: la química del suelo, los tipos de roca, la geomorfología, las
clases de vegetación, la magnetometría, la energía reflejada, etc.; cada
una de estas características se asociarán como temas [...] Así, el univer-
so físico queda descrito en diferentes temas dependiendo de los estudios
que se quieran realizar en el mismo [...] (Ernesto Bribiesca, "Descrip-
ción de un sistema para procesamiento de información geográfica, en
Revista de Estadística y Geografía, vol. 1, núm. 3, México, Secretaría
de Programación y Presupuesto, 1980).
Como parte del conocimiento del medio ambiente en que se desenvuelve
una sociedad es necesario levantar información sobre los recursos natu-
rales para reconocerlos y evaluarlos [...] Dentro de los recursos naturales
debemos evaluar los recursos renovables (agua, suelo, vegetación, etcé-
tera) y los no renovables (minerales) así como sus relaciones con el pai-
saje (ubicación geográfica y clima, para citar algunos). Es necesario
ubicar estos recursos cartográficamente; así se tendrá la información
necesaria para conocer el espacio físico en el que se desarrolla la comu-
nidad.
36 Pedio Vusković

Actualmente la Coordinación General de los Servicios Nacionales de


Estadística, Geografía e Informática, a través de la Dirección General de
Geografía del Territorio Nacional (DGGTN) está realizando el inventa-
río de los recursos naturales de manera sistemática y a nivel nacional. Los
mapas que se elaboran abarcan diversos temas con diferentes fines [...]
En esta dependencia se desarrollan estudios de cuatro subsistemas: el de
condiciones físicas, que enmarca a la información topográfica y climá-
tica; el de asentamientos humanos, integrado por la carta de uso y apti-
tud del suelo urbano, cédulas de información y fotomosaicos, entre
otros; el de actividades económicas, que contiene información para el
desarrollo de actividades humanas en sus aspectos económicos y socia-
les; y el de recursos naturales. Este último subsistema proporciona infor-
mación acerca de la localizador) y magnitud de los recursos geológicos
e hidrológicos, el uso actual del suelo y los tipos de vegetación que hay
en el territorio nacional, así como sobre las características morfológi-
cas, físicas y químicas de los suelos. Forma parte de este subsistema la
carta edafológica [...]en sus escalas de representación 1: 1 000 000,
1: 250 000 y 1: 50 000[...]
[...] edafología [...] es el estudio de los suelos. Podemos definir suelo
como la capa más superficial de la corteza terrestre, en la cual encuen-
tra soporte la cubierta vegetal. Es necesario conocer sus características,
ya que éstas proporcionan información muy valiosa para su manejo en
actividades agrícolas, pecuarias, forestales y de ingeniería civil, entre
otras[ . . . ] (Guías para ¡a interpretación de Cartografía.Edafología,México,
Secretaría de Programación y Presupuesto, Coordinación General de los
Servicios Nacionales de Estadísticas, Geografía e Informática, 1981).
Todos los recursos naturales ocupan un lugar en la Tierra, y es posible
ubicar geográficamente a través de mapas o cartas en donde se podrán
medir, cuantificar y analizar. La ubicación y representación de los cita-
dos recursos ofrece la posibilidad de entender su origen, su magnitud,
su distribución y la relación que existe entre ellos. Aunque hay múlti-
ples formas de representar esta información, una de ellas y quizá la que
ofrece mayores ventajas, es la cartografía [...] [...] cuatro subsistemas
[...] reúnen información sobre condiciones físicas, recursos naturales,
asentamientos humanos y actividades económicas. El subsistema de con-
diciones físicas cuenta con información actualizada sobre aspectos topo-
gráficos —o sea sobre las medidas y configuración del terreno, curso de
los ríos, forma y altura de las montañas y obras realizadas por el hom-
bre-, geodésicos -medidas del planeta como apoyo a la topografía y cli-
máticos.
El subsistema de recursos naturales proporciona información acerca de
la localización y magnitud de los recursos geológicos e hidrológicos, el
uso actual del suelo y los tipos de vegetación del país, así como sobre las
características morfológicas, físicas y químicas de los suelos. El subsis-
tema de asentamientos humanos proporciona información relativa a la
población de zonas urbanas, a través de las cartas de uso del suelo ur-
bano, aptitud del suelo urbano, cédulas de información, foto-mosaicos,
etcétera.
II. Medición de los acervos productivos 37

El subsistema de actividades económicas cuenta con información básica


para el desarrollo de actividades humanas, en sus aspectos económico y
social.
La carta geológica [...] forma parte del subsistema de recursos naturales,
y su campo específico son las manifestaciones superficiales de la corteza
terrestre (litosfera), es decir, los afloramientos o manifestaciones super-
ficiales de roca y sus estructuras, las concentraciones minerales y, en
general, las relaciones entre todos los elementos superficiales de dicha
corteza [...]
La geología es la ciencia que se ocupa del estudio de la tierra, de su cons-
titución, origen y desarrollo, y de los procesos que ocurren en ella, sobre
todo en su corteza pétrea. Es un conjunto ordenado de conocimientos
sobre el planeta y sobre los recursos naturales que de él se pueden obte-
ner [...] (Guias para la interpretación de cartografía. Geología, México,
Secretaría de Programación y Presupuesto, Coordinación General de los
Servicios Nacionales de Estadística, Geografía e Informática, 1980). La
fotografía aérea constituye una herramienta de gran utilidad para el
desarrollo de las disciplinas que requieren el conocimiento de los recur-
sos naturales y humanos con que cuenta el país, ya que representa la
materia prima que sirve de base para la elaboración de cartas y mapas.
A través de la fotografía aérea se puede obtener información, entre otros
aspectos, sobre la forma y dimensiones del territorio nacional, la locali-
zación de los recursos naturales, de las obras de infraestructura y de los
centros de población [...] (Secretaría de Programación y Prespuesto,
México, Información sobre información, Fotografía Aérea II, noviem-
bre de 1980).

16. En términos más específicos, los indicadores estadísticos


que informan sobre los recursos de tierra, parten de la medición
de la superficie territorial, clasificada a su vez en tierras fértiles
y tierras estériles y distinguiendo dentro de la primera la super-
ficie forestal y lo que corresponde a tierra agrícola.
En la superficie forestal se identifica la existencia de espe-
cies forestales determinadas, cuya medición se cumple por lo
general mediante técnicas estadísticas de muestreo. El periodo
de reproducción de las especies constituye por su parte el an-
tecedente necesario para fijar unas tasas de explotación y refo-
restación que aseguren la preservación de las especies (en
América Latina, con una dotación significativa de recursos
forestales, ha sido impresionante el proceso de agotamiento
de ellos como resultado de una explotación irracional, que ha
disminuido severamente las superficies forestales y ha tenido
consecuencias adversas en varios ámbitos, incluidos cambios
de clima).
38 Pedro Vusković

La superficie agrícola se clasifica según unos patrones defi-


nidos de calidad de los suelos. Se definen asimismo indicado-
res sobre la utilización de las tierras aptas y sobre la degrada-
ción progresiva que suele sufrir este recurso: pérdidas de ferti-
lidad, erosión por efectos del agua y el viento, consecuencia
de prácticas inadecuadas de cultivo y deterioro de su protec-
ción forestal. Las diferenciaciones entre superficies de riego
y superficies de temporal agregan otra clasificación impor-
tante, así como el régimen de lluvias, expresado en las medi-
ciones de pluviosidad.
He aquíuna ilustración, referente a México, de la utilización
de este tipo de indicadores:
La distribución espacial de las lluvias determina que el 31 % del territo-
rio nacional se clasifique como desértico y árido, un 36% semiárido y
un 33% subhúmedo y húmedo, presentándose incluso en las zonas
húmedas del sureste déficits hídricos estacionales [...] [...]el 80% de la
población se encuentra radicada por encima de los 550 metros sobre
el nivel del mar, en áreas que coinciden con las de mayor concentración
industrial y donde sólo se encuentra el 20% de los recursos hídricos del
país, lo que implica competencia entre usos alternativos y costos cre-
cientes[...] (PROCAP, "Política de riego", noviembre de 1980, mimeo.)

De modo general, las dotaciones de aguas de ríos y lagos


constituyen otro recurso básico. Los indicadores estadísticos
correspondientes se definen frecuentemente con base en su
diversidad de utilizaciones: como fuentes de aprovisionamien-
to de agua dulce (por ejemplo, capacidad de suministro en
metros cúbicos por segundo u otras unidades similares), como
fuente de energía hidroeléctrica, como potencial pesquero e
incluso como vía de transporte (kilómetros de navegabilidad
de los ríos según tamaño de las embarcaciones).
El litoral marítimo es igualmente significativo —desde el
punto de vista de la pesca—, para el transporte, como poten-
cial para eventuales nuevas fuentes de energía, y también, cre-
cientemente, por los depósitos minerales de los fondos mari-
nos.
El propio medio ambiente, en su sentido más general, apa-
rece reclamando crecientemente su consideración como un
"recurso económico". En verdad, no sólo por su aportación
positiva, sino por lo que representa cada vez más como exigen-
II. Medición de los acervos productivos 39

cia de gastos permanentes para su preservación y mejoramiento.


De su deterioro dan cuenta, entre otros, los índices de conta-
minación, cuyos niveles motivan evaluaciones de significación
económica cada vez más impresionantes, como lo sugiere la
siguiente cita:

En su informe anual de 1973, el Federal Council of Enviromental Qua-


lity estimó que el total de la inversión pública y privada en equipo para
enfrentar la polución del aire y del agua de modo de cumplir con las
normas federales alcanzarían a 65 mil millones de dólares en el periodo
1972-1981 [...]la última proyección para el periodo 1975-1984, llega
a 127 mil millones, de los cuales 65 mil millones corresponden a polu-
ción del agua. Pero un cuadro muy distinto surgió recientemente de un
informe de la National Commission on Water Quality [...] concluyó que
los gastos de capital necesarios, públicos y privados, se situarían entre
los 160 y 170 mil millones [...] sin incluir costos de operación y man-
tenimiento [...] Si los costos para satisfacer las normas respecto a la
polución del aire se han subestimado en la misma medida que los del
agua, los costos totales para combatir la polución se situaría en el rango
de los "trülones" de dólares a mediados de los ochenta, comparable a
los gastos de defensa o educación. (De un artículo de Tom Alexander,
"It's time for new approaches to control", en la revista Fortune, no-
viembre de 1976.)

17. Los recursos minerales constituyen otro componente fun-


damental de los recursos naturales en el proceso productivo,
con la característica adicional de constituir unos recursos
típicamente "no renovables".
Las evaluaciones cuantitativas utilizan, entre otras, referen-
cias como las siguientes: el volumen físico de las reservas (por
ejemplo, en millones de toneladas) y su distribución regional;
la clasificación de tales reservas en potenciales o probables
y reservas probadas; con frecuencia, se ilustra su dimensión
mediante cálculos de los periodos de utilización que estarían
cubiertos con las reservas conocidas; las tasas de extracción
que pueden sostenerse razonablemente; y a veces, indicacio-
nes sobre los gastos de exploración o valoraciones hipotéticas
de lo que valdrían las reservas conocidas a los precios vigentes
de mercado.
Como se ha dicho, a diferencia de otras áreas de interés para
el análisis económico, la información cuantitativa sobre los
recursos naturales no proviene en lo esencial de investigacio-
nes estadísticas propiamente dichas, sino más bien de investí-
40 Pedro Vusković

gaciones técnicas especializadas (como ocurre con la aerofoto-


grametría y otras técnicas complementarias).
Los párrafos que se extractan a continuación ilustran sobre
el empleo de indicadores como los que se han reseñado, a la
vez que sugieren la relevancia singular de este tipo de antece-
dentes:
[...] las naciones bilaterales, en proporción a su tamaño, se beneficiarán
más de las extensiones territoriales que la mayoría del mundo en des-
arrollo [...] A pesar de estas circunstancias geográficas, la mayoría de
las naciones bilaterales no se han pronunciado en favor de la extensión
de la jurisdicción nacional de las aguas territoriales [...] La minería de
alta mar y la extracción de petróleo mar adentro demandarán [...] enor-
mes cantidades de capital. Estas industrias no sólo se expandirán rápida-
mente [...] sino que los costos de capital por unidad de producto serán
altos y crecientes [...] (De "Un nuevo régimen para los océanos", Informe
del Grupo Trilateral sobre los Océanos al Comité Ejecutivo de la Comi-
sión Trilateral.)
La mayor parte de la superficie lunar es más conocida que la superficie
terrestre bajo el mar. Pero el fondo del mar se ha convertido hoy en el
tema de una de las controversias más amargas [...] en las relaciones
internacionales. En el fondo del Océano hay depósitos minerales lo sufi-
cientemente grandes para abastecer a toda la humanidad durante años
y hasta siglos venideros. Hay suficiente cobre para abastecer al mundo
entero por 6 000 años, mientras que en la tierra sólo hay reservas para
40 años; suficiente níquel para 150 000 años frente a 100; y aluminio
para 20 000 años frente a 100 [...]
[...] algunas de las compañías metalúrgicas y de energía más grandes del
mundo han formado sociedades para extraer metales del mar [...] han
gastado más de 100 millones de dólares en exploración y pruebas. Ahora
quieren iniciar la minería oceánica a nivel comercial [...] Hoy, cuatro de
los metales encontrados en los nodulos —cobre, níquel, manganeso y
cobalto— se consideran de interés comercial [...] Según estudios, los
economistas fijarán su atención en el níquel [...] dos compañías podrían
minar para 1985, el 40% de lo que utilizan los Estados Unidos. La Ken-
necott Copper Corporation, por ejemplo, anticipa una producción de
40 a 45 millones de kilogramos de níquel al año [...] Lejos de ser último
recurso, minar el fondo del océano tiene ciertas ventajas sobre la minería
en tierra. Un depósito de nodulos de manganeso puede encontrarse sin
necesidad de perforar ni detonar explosivos; cada nodulo que va a mi-
narse durante un proyecto de 20 años, puede ser fotografiado y contado
con cámaras de vistas fijas y de televisión antes de que se ordene una
sola pieza de maquinaria [...] ¿Quién controlará el fondo del mar —
una zona más grande que todos los continentes juntos— y quién se
beneficiará de esto? Estas preguntas han confundido a más de seis juntas
de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Derecho Marítimo.
(William Wertenbaker, "Recursos del
II. Medición de los acervos productivos 41

mar", The New York Times Magazine, reproducido en Horizontes USA


26, International Communication Agency de Estados Unidos.)

Y finalmente, unos cálculos hipotéticos sobre la dimensión


del "patrimonio minero" de Chile:

[...] el patrimonio minero de Chile se estima hoy, a precios vigentes en


el mercado internacional para minerales y metales, en unos 260 000
millones de dólares [...]
[...] esa suma, por su cuantía, podría proveer unos 25 años del Producto
Nacional Bruto y unos 100 años del Presupuesto de la Nación [...] [...]
en términos percápita, cada chileno sería dueño de un patrimonio mine-
ral equivalente a unos 25 000 dólares, suma que invertida debidamente
en infraestructura y en actividades productoras de bienes y servicios,
podría duplicar y triplicar el ingreso percápita del año 1977[...] [...]
en los próximos 25 a 30 años, Chile debe extraer minerales, metales y
productos en metálicos por un valor agregado del orden de los 70 000
millones de dólares, que es una suma equivalente a toda la producción
minera del país desde la época de la Conquista hasta hoy [...] (Revista
Recursos minerales, Centro de Investigaciones Mineras y Metalúrgicas,
síntesis en "Documentos Económicos", Santiago, Chile, noviembre de
1978.)

3. LAS MEDICIONES ESTADÍSTICAS DEL CAPITAL


18. El concepto de capital está siempre presente en el análisis
económico, en las consideraciones sobre el desarrollo, en las
proyecciones y pronósticos, en las decisiones de planificación
y política económica. En cualquiera de esas áreas, habrá refe-
rencias constantes a la formación de capital, a la acumulación
de capital, a la composición del capital, a la productividad del
capital; y constituye asimismo una de las variables fundamen-
tales de cualquier "modelo" de crecimiento o de decisión eco-
nómica.
No obstante todo ello, la definición más estricta del con-
cepto es relativamente ambigua y requiere de calificaciones
adicionales. Una expresión acaso extrema pero muy elocuente
de las apreciaciones críticas a ese respecto es la contenida en
la siguiente cita:

[...] la economía no dispone de una definición clara para una palabra


que usa constantemente -la palabra "capital". Los economistas, por
42 Pedro Vusković

ejemplo, están siempre hablando de la productividad del capital. ¿Pero


qué es lo que entienden por capital?
Algo que sí no entienden por esta palabra es la incorporación física del
trabajo y de los recursos utilizados tales como una pala o una computa-
dora. Estos son bienes de capital que, desde luego, son inapreciables para
la producción. Examinemos una pala por un momento. Una pala puede
multiplicar por diez la capacidad productiva de un trabajador. Pero,
¿acaso es la pala en sí —la cosa inerte— productiva? ¿Es posible que cual-
quier "cosa" sea productiva, sin importar en qué medida aumenta la
capacidad de trabajo de una persona? ¿Acaso la pala cavará, si no es
manejada por el hombre? ¿Acaso "funcionará" una computadora sin
ingenieros, mecánicos y operadores? De tal manera que, cuando habla-
mos de palas, no estamos hablando de la productividad del "capital",
sino de la forma en que los bienes de capital, que están hechos de trabajo
y de recursos, aumentan la productividad del trabajo humano. ¿Y qué
decir del rendimiento del capital? ¿Acaso el constructor de la pala
obtendrá un rendimiento (llamado utilidad) de la productividad de sus
palas? [...] las palas en sí no tienen productividad [...] ¿Es entonces el
capital una especie de fondo de dinero, del cual surgen palas (o compu-
tadoras)? ¿Pero es acaso "productiva" esta clase de fondo de dinero?
¿Qué es lo que produce? ¿Qué es este fondo en realidad, sino una de-
manda de trabajo y de recursos? Por consiguiente el capital sigue sien-
do un concepto misterioso, casi metafísico, para los economistas. Marx
decía que el capital era la forma que adoptaba el poder de clase en un
mundo de relaciones monetizadas y mercantilizadas; pero la mayoría de
los economistas no lee a Marx [...] (Heilbroner, en La nueva econo-
mía).

Así como subsisten imprecisiones en el entendimiento con-


ceptual, se reconoce también que los avances son relativamente
menores a los que se registran sobre otras categorías estadísti-
cas en lo que hace a definiciones estadísticas uniformes y so-
bre todo a las mediciones prácticas del capital. La ambigüedad
en los enunciados es frecuente: capital nacional, capital exis-
tente, acervo total de capital, etc.; y el esfuerzo estadístico ha
sido incomparablemente menor al que se ha desplegado, por
ejemplo, en relación con las mediciones del producto y el
ingreso.
Con frecuencia se atribuye al concepto una amplitud que
lo hace equivalente a la agregación de todos los factores
que conforman el patrimonio global de las entidades del sis-
tema económico, incluido del equipamiento productivo, otros
bienes duraderos, la propiedad de activos no reproducibles,
los activos propiamente monetarios (tendencia de dinero,
depósitos), bienes intangibles como patentes y marcas, y otros
II. Medición de los acervos productivos 43

activos financieros como acciones, bonos y similares. Para mu-


chos fines, interesa más, sin embargo, un concepto más limi-
tado, que se circunscriba a las expresiones reales del capital,
es decir, que excluya las expresiones estrictamente financieras
del concepto.
En este último sentido, lo más próximo a una aceptación
convencional es la definición del total de capital existente,
constituido a su vez por las existencias de productos de toda
índole y por lo que suele denominarse riqueza tangible y reno-
vable, concepto que se identifica con el de capital fijo y que
puede definirse como el valor de todos los bienes de produc-
ción sujetos a depreciación que existen en la economía en un
momento dado y que cumplen con la doble condición de ser
tangibles y renovables. En virtud de tal definición, el capital
fijo incluiría las maquinarias y equipos, las construcciones, las
obras básicas (de transporte, de energía, de riego), la masa
ganadera, las plantaciones; en cambio, no incluiría el valor de
la tierra (activo no renovable), o valoraciones de patentes o
good will (activos intangibles). Además, como se busca una
definición del capital como recurso productivo, no se incluye
por lo general el equipo familiar de bienes de consumo dura-
dero (automóviles, refrigeradores, otros aparatos electrodomés-
ticos), pero sí se incluye la vivienda.
En las categorías del análisis marxista, se diferencia en el
concepto de capital el de capital circulante, referido a los re-
cursos financieros que se emplean en el pago de la fuerza de
trabajo y de las materias primas y productos intermedios que
constituyen "irisumos corrientes" en el proceso productivo,
y de capital constante, referido a los medios (físicos) de pro-
ducción así como el capital variable, que se invierte en la com-
pra de fuerza de trabajo. Se definen asimismo otros conceptos
como capital comercial, capital ficticio, capital industrial, ca-
pital fijo, capital financiero.
19. Especialmente para fines de planificación y de decisión
económica, interesan aquellas definiciones del concepto de
capital que lo identifican con equipo productivo. En tal caso,
el concepto incluye la idea de un conjunto de activos físicos,
cuyos componentes pueden expresarse también en unidades
físicas (número de telares, kilómetros de carreteras...), pero
cuya agregación supone valoración, es decir, la suma del va-
44 Pedro Vusković

lor de todos esos activos. Esa expresión en términos de valor


permite asimismo relacionar el monto del capital con el va-
lor del flujo de producción que contribuye a generar, definién-
dose así las mediciones estadísticas de la relación producto-
capital (producto generado en determinado periodo por unidad
de capital existente en determinada fecha) y la inversa relación
capital-producto, que se las considera además como indicacio-
nes de la "productividad del capital".
Se admite generalmente que estas relaciones exhiben ten-
dencias definidas en un proceso de desarrollo: a largo plazo,
la relación producto-capital tiende a descender, en la medida
en que el sistema económico se "tecnifica", emplea más capi-
tal por unidad de producto, a la vez que genera más producto
por persona ocupada; es decir, tiende a descender la "produc-
tividad" del capital y aumentar la productividad de la mano
de obra. Desde otro ángulo, según el nivel de tales relaciones,
los cotejos entre sectores (o unidades productivas) llevan a
caracterizar actividades más y menos intensivas de capital, y
la condición recíproca en términos de menos y más intensivas
de mano de obra.
Aquellos supuestos sobre las tendencias de largo plazo no
significan sin embago una evolución lineal de la "productivi-
dad del capital", puesto que en ella influyen también otros
factores, técnicos y económicos. Los factores técnicos son
muy ostensibles a nivel de un sector o unidad determinada y
se manifiestan en forma de límites prácticos en la divisibilidad
del capital entendido como activos fijos específicos: mientras
más indivisibles sean, mayores son las discontinuidades en las
escalas de la capacidad productiva y su incapacidad de adap-
tarse estrictamente a las variaciones en los niveles de produc-
ción requeridos. Y por otro lado, en el plano más general, hay
factores económicos y sociales que repercuten en los grados
de utilización efectiva del capital disponible. De ahí la presen-
cia permanente de unos márgenes de capacidad ociosa, que
significan un relativo desperdicio del capital, así como —en
determinadas condiciones— la posibilidad de sostener transi-
toriamente crecimientos significativos del producto sin una
correspondencia en la capacidad productiva instalada, median-
te mejor aprovechamiento de la ya existente.
La incorporación en cada periodo de nuevos bienes de capi-
II. Medición de los acervos productivos 45

tal y el aumento de las existencias de productos constituyen


la inversión bruta del periodo correspondiente. Si se descuenta
de ella una valoración del "desgaste" del acervo de capital, es
decir, una valoración de su depreciación, la medición estadís-
tica resultante corresponde a la inversión neta del mismo pe-
riodo. El tiempo de esas referencias (por lo general, periodos
anuales) no se corresponde sin embargo con los tiempos de
producción o construcción de los activos físicos correspon-
dientes; es decir, hay unos "tiempos de acumulación" hasta
completarlos activos o el complejo de activos para un proceso
determinado de producción, a los que se denomina periodo
de maduración de las inversiones. Visto desde otro ángulo, sig-
nifica que en un sistema económico habrá siempre un cierto
volumen de obras en curso; y que los esfuerzos de inversión
del presente no se traducirán en producto efectivo sino en un
futuro variable según el tipo de las iniciativas de inversión
correspondientes.
Otras mediciones complementarias tienen que ver con clasi-
ficaciones del capital, desde diversos ángulos; por ejemplo,
para diferenciar entre capital productivo (que genera un flujo
de producción) y capital improductivo (como es el caso de la
vivienda), o entre capital de infraestructura (obras viales y otras
similares) y directamente productivo (maquinaria y equipo),
o la distribución del capital por sectores de actividad econó-
mica.
20. A los problemas de definición que se ha mencionado se
agregan, con mayor razón, las dificultades prácticas de la medi-
ción estadística. En efecto, puesto que la existencia de capital
en un momento dado es resultado de la acumulación de inver-
siones efectuadas a lo largo del tiempo, comprendiendo periodos
prolongados, su valoración en una fecha determinada plantea
problemas diversos y complejos; por ejemplo: ¿a qué precios
valorar? o ¿qué valor actual considerar?
Convencionalmente, se propone que la medición refleje un
valor depreciado de los activos fijos y que se lo refiera además
a los costos de reposición de tales activos. En un nivel más es-
pecífico, se propone que la depreciación se aproxime tanto
como sea posible a un concepto de depreciación real, es decir,
que se corresponda con los periodos de vida útil de los activos
respectivos, más que a los valores y tasas de la depreciación
46 Pedro Vusković

contable (basados en las tasas de depreciación autorizadas le-


galmente para distintos tipos de activos con finalidades tribu-
tarias, las que además suelen cumplir un propósito de estímulo
a la reinversión de ganancias como ocurre con los criterios de
"depreciación acelerada"). En la práctica, los trabajos de medi-
ción estadística del capital se organizan según dos métodos
básicos:

a) Una modalidad asume la forma de inventario físico de


los activos existentes en una fecha determinada (es decir, un
censo de tales activos), una valoración de cada tipo de activos
según sus costos (precios) correspondientes de reposición, y
una deducción de la depreciación real estimada (basada en una
estimación de la proporción de vida útil ya cumplida).
Así por ejemplo, como ilustración numérica:
Núm. de unidades de... 1 000
Precio actual de reposición 10
Valor a precios de reposición 10 000
Proporción de vida útil cumplida 50%
Valor depreciado y a costo de reposición 5 000
Refiriendo el concepto al conjunto del sistema económico,
se comprobaría que con niveles de inversión relativamente
constantes (en términos absolutos), la proporción de vida útil
cumplida por el conjunto del capital productivo se aproxima-
ría a la mitad; con niveles crecientes de acumulación de capi-
tal, esa proporción sería tanto menor, en la fecha de medición,
cuanto más rápido haya crecido la inversión.
b) El otro método consiste en elaborar una estimación indi
recta, acumulando el valor de las inversiones efectuadas en el
pasado, considerando para cada año una proporción que se
corresponda con la estimación del periodo de vida útil del
conjunto de los activos correspondientes, y eventualmente un
ajuste para considerar - a través de un índice de precios la
desvalorización de la moneda en la que se expresan esos valo-
res, con un índice tan próximo como sea posible a la represen-
tación de los precios del mismo tipo de activos. La siguiente
es una ilustración numérica del procedimiento, en sus térmi-
nos más simplificados:
Inversión anual % del valor actual Valor índice de Valor depre-
(millones de (vida útil: 20 años) depreciado precios ciado a a
pesos) precios de
1979
1960 1000 5% 60 10.0 600
1961 1200

1978 10 000 95 9 500 90.0 8 550


1979 15 000 100 15 000 100.0 15 000
Σ
(al 31 Capital existente de
diciembre de 1979)

De modo general, es este último el método que se sigue en


las estimaciones disponibles sobre el acervo de capital en la
economía mexicana, según las siguientes definiciones:

El consumo de capital fijo para cada año se calculó como una parte pro-
porcional (depreciación lineal) del stock o acervo de capital valuado a
precios de reposición de acuerdo con la vida económica esperada de
los activos fijos. Los cálculos se hicieron a partir de una aproximación
al método de inventarios perpetuos cuyos elementos esenciales son: la
acumulación de las inversiones anuales correspondientes a un periodo
suficientemente largo; supuestos de vida útil promedio por tipo de acti-
vos e información de precios para expresar los valores en precios de re-
posición para el año de estudio [...] Los supuestos de vida útil que se
manejaron fueron de 15 años para la maquinaria y equipo, y 50 años pa-
ra las construcciones [...] ("Estadísticas de la Oficina de Cuentas de
Producción 1960-1976", Banco de, México, S. A., Subdirección de Inves-
tigación Económica y Bancaria, 1977).

El solo enunciado de los métodos de cálculo descritos su-


giere la complejidad de los problemas prácticos de la medición
estadística que se agregan a los de definición básica de los mis-
mos conceptos. No es pues de extrañar que en muchos análisis
económicos no se presenten cifras sobre el capital acumulado:
se muestra regularmente la medición del flujo anual de bienes
de capital, es decir, la formación bruta de capital fijo en el pe-
riodo correspondiente, pero no la medición del acervo de
capital acumulado. De igual modo, las evaluaciones sobre el
grado de aprovechamiento de la capacidad productiva son muy
imprecisas y tienen un significado más bien cualitativo. Pero
no obstante todo ello, la expresión cuantitativa -aunque sea
48 Pedro Vusković

a partir de una hipótesis razonable sobre órdenes de magnitud-


resulta insoslayable cuando se trata de analizar perspectivas
de evolución futura, ya sea con fines de pronóstico o, con ma-
yor razón, cuando forma parte de tareas de planificación.
III. LAS MEDICIONES Y CUENTAS DEL
PRODUCTO Y EL INGRESO

1. LAS MEDICIONES DEL


PRODUCTO Y EL INGRESO

21. Una vez reseñados los conceptos estadísticos que tienen


que ver con los acervos de factores productivos, corresponde
examinar los que se refieren al flujo de bienes y servicios que
genera la combinación de esos recursos.
En efecto, el empleo de los factores productivos en el pro-
ceso de producción tiene por propósito y conduce a la gene-
ración de ese flujo con el que se busca satisfacer necesidades
de la población (consumo) y los requerimientos de reproduc-
ción del propio sistema (inversión, acumulación).
Considerado en la escala de una economía nacional, el flujo
de bienes y servicios es susceptible de medirse, en el mismo sen-
tido en que lo registra y mide la contabilidad de una empresa.

Así como los individuos llevan una contabilidad —aunque no sea escrita-
de sus principales datos de ingreso, gasto e inversión; de la misma manera
en que las empresas registran contablemente sus operaciones diarias, con
objeto de disponer de la información que les permita conocer su si-
tuación en una fecha determinada y cuantificar sus operaciones realizadas
en un año; en forma similar en que las instituciones públicas y las priva-
das que no tienen fines lucrativos llevan también un control detallado
de sus movimientos, el país también contabiliza las cifras que reflejan su
situación y evolución económica [...] La contabilidad nacional es, en
resumen, el instrumento mediante el cual la Nación registra contable-
mente sus principales movimientos económicos [...] (Secretaría de Pro-
gramación y Presupuesto, El ABC de las Cuentas Nacionales, México,
abril de 1981).
49
50 Pedro Vusković

Se trata pues, en este caso, de la contabilidad de la nación,


de la contabilidad social, es decir, de la que concierne al con-
junto de una sociedad. Contabilidad que asume una mecánica
de registros similar a la privada, aunque obviamente son distin-
tos los criterios sustantivos que define.
Desde el punto de vista estadístico, el requerimiento primero
y más general es ofrecer unas mediciones sintéticas de ese flujo,
capaces de expresarlos resultados globales del proceso produc-
tivo en determinado periodo y permitir su cotejo con iguales
resultados en otros países o en otros sistemas económicos. Ta-
les indicadores serían así susceptibles de emplearse tanto con
propósitos de descripción como de comparación.
El problema inicial que se plantea proviene de que el flujo
resultante del proceso productivo está constituido por una
amplísima gama de bienes y servicios de naturaleza y caracte-
rísticas también muy diversas; una heterogeneidad que no per-
mite su agregación en unidades físicas y hace indispensable
definir una forma de homogeneizarlos para esos fines de agre-
gación.
El criterio inmediatamente accesible es el de considerar los
valores de esos bienes y servicios; es decir, la determinación
de una medición sintética, en valor, del resultado global de la
actividad económica en un periodo determinado (generalmen-
te un año).
Si bien es ese ciertamente el criterio de aplicación más exten-
dida, no es sin embargo el único posible, ni deja de ser objeto
de reservas e impugnaciones. Así por ejemplo, se sugiere la in-
terrogante de "[...] ¿qué sentido objetivo podría dar una co-
lección de objetos con etiquetas de precios adheridos a ellos,
tales como la colección que llamamos PNB? Ciertamente, el
Producto Nacional Bruto constituye una colección de algo.
¿Qué es ese algo? [...]" (Heilbroner, en La nueva economía).
Y por otra parte, se adelantan investigaciones encaminadas a
proponer bases fundamentalmente diferentes, como la que
vendría a ofrecer una contabilidad social en tiempos de trabajo
(de cuyo avance dan cuenta publicaciones como la de Michel
Hollard, Compatibilités sociales en temps de travail, Francia,
Presses Universitaires de Grenoble, 1978). 22. Aceptado con-
vencionalmente el criterio de la agregación en términos de
valores, una primera aproximación a esa medi-
III. Mediciones y cuentas del producto 51

ción sintética la daría la suma del valor de todos los bienes y


servicios producidos (según se lo computa generalmente a par-
tir de las informaciones básicas procedentes de los diversos sec-
tores de actividad económica y clasificadas según los mismos),
es decir, un monto agregado del valor bruto de la producción.
Así por ejemplo, como ilustración numérica:

Valor de la producción de la agricultura (A): 100


Valor de la producción industrial (I): 150
Valor de producción en los sectores de servicios (S): 140
Total del valor bruto de la producción (VBP): 390

Tal medición suscita sin embargo cuando menos dos reser-


vas, y las necesidades consiguientes de esclarecimiento.
La primera tiene que ver con las definiciones sobre qué debe
incluirse en la medición de esa corriente de bienes y servicios;
cuestión que a su vez implica tanto unos criterios básicos, de
alcance social y político, como algunas precisiones puramente
convencionales. Es así como en una economía socialista se in-
cluyen la producción material y los servicios productivos, y se
excluyen los servicios que se califica como improductivos (ca-
lificación que no se corresponde con la "utilidad social" de
ellos, sino con la dependencia de sus posibilidades y desarrollos
respecto de los avances en la producción material y la elevación
de la productividad del trabajo). En una economía capitalista,
en cambio, el criterio central es incluir todos los bienes y ser-
vicios que son objeto de transacción en el mercado; entendido
además el concepto de "transacciones" en un sentido muy
amplio, de modo que se incluyan tanto las transacciones efec-
tivas como otras imputadas, las bilaterales (en que hay una
contraprestación) y también las unilaterales (en lasque no hay
una contrapartida equivalente, como ocurre con las donacio-
nes). Este criterio, acogido en las definiciones contenidas en
las recomendaciones correspondientes de las Naciones Unidas,
facilita la adopción generalizada en el mundo capitalista de
algunas convenciones sobre ámbitos más particularizados; por
ejemplo, la producción de autoconsumo (se conviene en su in-
clusión, con valores imputados según los precios de la produc-
ción comercializada), el uso de inmuebles propios para fines
52 Pedro Vusković

de vivienda (se incluye un "ingreso imputado", equivalente al


que sería el pago de arrendamiento), o el trabajo de familiares
(no se incluye una equivalencia en valor, ni siquiera como im-
putación, a menos que sea formalmente remunerado).
La segunda reserva se refiere a la duplicación de valores que
implica la medición de los valores de producción en todas las
fases del proceso productivo, independientemente del carácter
intermedio o final de tales producciones (es decir, si son toda-
vía objeto de transformación ulterior en el proceso productivo
o corresponden ya a formas "finales" para el consumo, la in-
versión o las exportaciones). En tanto se hace así, las fases
sucesivas de transformación de un producto motivan la acumu-
lación de sus valores en cada fase (por ejemplo, el valor del trigo,
el valor de la harina y el valor del pan), con resultados varia-
bles además según la organización de las producciones corres-
pondientes, más o menos especializada o más o menos integra-
da verticalmente.
De ahí la necesidad de procurar una medición sin duplica-
ciones de esos valores.
23. En esencia, esa medición sin duplicaciones -es decir, el
valor sin duplicaciones del flujo de bienes y servicios generados
por el sistema económico en un periodo determinado— se co-
rresponde con los conceptos del producto y el ingreso. Así
definidos, el producto y el ingreso constituyen mediciones
susceptibles de calcularse conforme a distintos procedimientos
de cómputo, cuyos resultados se asocian a su vez a distintos
significados de los mismos conceptos, según se resume en los
párrafos siguientes.
a) Una primera forma de cómputo, puesto que se trata de
evitar duplicaciones, consiste en descontar de cada valor de pro-
ducción el valor de las materias primas (es decir, de los insu-
mos corrientes) que se han utilizado en el proceso productivo.
De este modo, lo que se mide en cada caso es el valor agregado,
y a la suma de tales valores se denomina valor agregado bruto
o producto bruto.
En la práctica estadística, los cómputos se efectúan por sec-
tores de actividad económica y la tabulación final resultante
muestra el origen sectorial (la composición sectorial o estruc-
tura sectorial) del producto.
III. Mediciones y cuentas del producto 53

He aquí la ilustración numérica correspondiente:


Sector A: Valor bruto de la producción (VBP)
Menos:
Semillas Fertilizantes
Servicios diversos Valor
agregado (VA)
Sector I: Valor bruto de la producción (VBP)
Menos:
Materias primas agrícolas
Manufacturas intermedias
Servicios diversos
Valor agregado (VA)

Sector S: Valor bruto de la producción


Menos:
Uso de manufacturas intermedias
Valor agregado (VA)

Total de la economía:
Valor agregado en el sector A Valor agregado en el
sector I Valor agregado en el sector S Valor agregado
bruto o producto bruto
b) Una segunda forma de cómputo se fundamenta en el
hecho de que, puesto que según el procedimiento anterior se
descuentan en cada fase los productos o servicios intermedios,
el valor total resultante tiene que coincidir con una valoración
directa de los bienes y servicios finales. Se trata pues de sumar
los valores brutos de producción de todos los bienes y servi-
cios de uso final, prescindiendo por completo de los inter-
medios.
El resultado global será el mismo; pero no habrá necesaria-
mente coincidencia en los valores clasificados por sectores de
actividad económica: en el caso anterior, se trataba del aporte
de cada sector a la generación del producto, mientras ahora lo
54 Pedro Vusković

que se mide es la contribución de cada sector a la disponibili-


dad de bienes y servicios de uso final. Así pues, coincidiendo
en los valores totales, la tabulación resultante de este segundo
procedimiento lo que muestra es el origen sectorial de los bie-
nes y servicios finales.
La ilustración numérica asumiría ahora la siguiente forma:

Sector A: Valor bruto de la producción


Menos:
Ventas intermedias al propio
sector A
Ventas intermedias al sector I
Ventas finales

Sector I: Valor bruto de la producción Me-


nos:
Ventas intermedias al sector A
Ventas intermedias al propio
sector I
Ventas intermedias al sector S
Ventas finales

Sector S: Valor bruto de la producción


Menos:
Ventas intermedias al sector A
Ventas intermedias al sector I
Ventas finales
Total de la economía:
Bienes y servicios finales del sector A
Bienes y servicios finales del sector I
Bienes y servicios finales del sector S
Total de bienes y servicios de uso final

Así pues, no hay coincidencia ni relación directa necesaria


entre el aporte de cada sector a la generación del producto y
su contribución a la disponibilidad de bienes y servicios de uso
final. La importancia relativa de cada sector resultará ser dis-
tinta según se la aprecie desde uno u otro ángulo (determina-
III. Mediciones y cuentas del producto 55

dos sectores, como algunas ramas de la industria química por


ejemplo, pueden ser productores predominantemente de pro-
ductos intermedios, y como tales generar una cuota significati-
va del producto bruto, con escasísima o ninguna contribución
a la disponibilidad de bienes de uso final; y en otros sectores,
se dan relaciones inversas).
Cabe señalar, además, respecto de este procedimiento y este
significado de las mediciones resultantes, que el carácter final
de un bien o servicio no está determinado por su naturaleza
intrínseca, sino por la función concreta que cumpla en el pro-
ceso productivo. De ahí que una proporción de determinado
bien puede tener un carácter intermedio (por ejemplo, el azú-
car comprada por la industria de bebidas) y otra proporción del
mismo un carácter final (el azúcar para consumo directo);
del mismo modo que bienes caracterizadamente "intermedios"
(por ejemplo, el carbón) adquieren la condición de bien final
cuando son dedicados a la exportación (teniendo en cuenta
que las tres finalidades a que pueden aplicarse los flujos finales
son las de consumo, inversión y exportaciones).
c) Existe todavía un tercer procedimiento de cálculo, que
si bien conduce en lo esencial al mismo valor global, aporta
otras informaciones complementarias y otra significación de
las mediciones. En efecto, puesto que se define el producto
como suma de los valores agregados, su monto global es equi-
valente a los componentes del valor agregado y podría compu-
társelo igualmente sumándolos; es decir, determinarlo como
suma de salarios, ganancias, intereses, depreciaciones, e impues-
tos indirectos.
Se trata pues de su equivalencia con el concepto de remu-
neraciones percibidas por los factores productivos, cuyo méto-
do de cómputo conduce a un desglose que permite caracterizar
los rasgos de la distribución del ingreso (más propiamente, de
la distribución funcional del ingreso).
Estos procedimientos diversos para la medición del mismo
concepto agregado facilitan visualizar el funcionamiento del
sistema económico como constituido por dos circuitos equiva-
lentes que tienen lugar en el curso del proceso productivo: una
corriente real, de flujo de bienes y servicios (concretos, sus-
ceptibles de expresarse en unidades físicas), que conduce a las
mediciones del producto; y la contrapartida financiera de cada
56 Pedro Vusković

fase de ese proceso real, la corriente financiera, que se expresa


en las mediciones del ingreso.
24. A partir de las definiciones generales que se han dado so-
bre el producto y el ingreso, se deduce una serie de conceptos
derivados más precisos, según incluyan o no determinados
componentes y según la naturaleza de los valores que se mide.
Es toda una familia de conceptos del producto y el ingreso,
que si bien no agrega nuevos conceptos básicos ni fundamen-
tación distinta a la descrita, añade precisión respecto de distin-
tos niveles de esos conceptos que se adecúan mejor a determi-
nadas finalidades del análisis.
Se trata en lo esencial, de tres tipos de precisiones y ajustes,
conforme se los describe a continuación.
i) Según la forma en que se trata la depreciación de los acti-
vos que se utilizan en el proceso productivo. En el cómputo
descrito del valor agregado, se descuentan los insumos corrien-
tes, entre los cuales no se incluye el desgaste de los bienes de
capital (construcciones, instalaciones, equipos), cuya conside-
ración lleva a diferenciar los conceptos de bruto y neto, según
se deduzcan o no unos valores correspondientes a esa depre-
ciación del capital empleado (de ahí las expresiones de pro-
ducto bruto y producto neto).
ü) Según la fase del proceso de producción en la que se
miden los valores de los bienes y servicios correspondientes. En
efecto, las informaciones básicas pueden estar referidas a me-
diciones a nivel del productor y a sus precios de venta corres-
pondientes, o al nivel del comprador y sus respectivos precios
de compra, lo que entre otras cosas se corresponde con la in-
clusión o exclusión de los impuestos indirectos. En definitiva,
el tratamiento estadístico de los impuestos indirectos, con la
corrección en sentido contrario por el monto de los subsidios,
conduce a otro ángulo de diferenciación en el concepto de
producto: la medición en valores a precios de mercado (inclui-
dos los impuestos indirectos y deducidos los subsidios) y la
medición en valores según costo de factores (incluidos los subsi-
dios y excluidos los impuestos indirectos). De modo general,
el primero se corresponde con los resultados del método de
cómputo que se basa en deducir los insumos del valor bruto
de la producción; el segundo, con el método de cómputo que
se basa en la suma de los componentes del valor agregado, es
III. Mediciones y cuentas del producto 57

decir, la remuneración de los factores.


iii) Según el ámbito nacional o geográfico que se tenga en
cuenta en las mediciones. Si se mide el flujo generado en un
ámbito territorial determinado, independientemente de si la
propiedad de los medios de producción es de residentes o no
residentes, la medición corresponde a los conceptos de pro-
ducto e ingreso geográfico, interno o territorial (cualquiera de
las tres denominaciones utilizada indistintamente). Si se hacen
ajustes en el sentido de deducir las transferencias de ingresos
percibidas en el territorio nacional que efectúan perceptores
extranjeros y de sumar las de perceptores nacionales por ingre-
sos generados en el exterior, las mediciones corresponden al
producto o ingreso nacional.
Así es como se define toda esa familia de conceptos del
producto y el ingreso a que se ha hecho referencia. En la gene-
ralidad de las economías subdesarrolladas, el valor más alto
correspondería al producto interno bruto a precios de mercado,
y el más bajo al producto nacional neto a costo de factores,
definición esta última más precisa de lo que comúnmente se
denomina ingreso nacional.
Las siguientes expresiones ilustran sobre algunas de las rela-
ciones entre los conceptos definidos:

La siguiente es otra forma de presentación del mismo es-


quema de relaciones (prescindiendo como en lo anterior de la
58 Pedro Vusković

diferenciación entre nacional e interno, que sería aplicable a


cada uno de los cuatro conceptos que allí se definen):

DEPRECIACIÓN

Deducida Incluida

IMPUESTOS Deducidos Producto neto al Producto bruto a


INDIRECTOS costo de factores precios de mercado
menos
SUBSIDIOS incluidos Producto neto a Producto bruto a
precios de mercado precios de mercado

25. A partir de estos conceptos básicos del producto y el in-


greso, se definen otros complementarios, de utilización tam-
bién muy frecuente en el análisis económico.
Así, si del producto bruto se deduce la parte que se destina
a la exportación de bienes y servicios y se agregan las importa-
ciones, la medición resultante corresponde a los bienes y ser-
vicios disponibles, iguales a su vez a la suma del consumo y la
inversión (bruta). Desde un ángulo similar, se definen los con-
ceptos de oferta global, igual al producto bruto más las impor-
taciones; y de demanda global, igual a la suma del consumo,
la inversión bruta y las exportaciones.
Es decir:
Producto bruto
– Exportaciones de bienes y servicios
+ Importaciones de bienes y servicios
= Bienes y servicios disponibles = Consumo + Inversión

y de otra parte,
Oferta global = PB + Importaciones
Demanda global = Consumo + Inversión + Exportaciones
donde:
Inversión bruta = Inversión neta + Depreciación
De manera similar, a partir del concepto de ingreso global
se diferencian los del ingreso público e ingreso privado, y de
III. Mediciones y cuentas del producto 59

este último se derivan los de ingreso personal e ingreso perso-


nal disponible, conforme a los siguientes ajustes:

En síntesis, los componentes principales del conjunto de


conceptos que se ha definido podrían ilustrarse en la siguien-
te forma:
60 Pedro Vusković

26. Esta "familia" de conceptos constituye lo que, junto a


otros, se denominan con frecuencia agregados macroeconómi-
cos. Se ha generalizado su empleo en el análisis económico y,
por lo mismo, se ha extendido también el esfuerzo estadístico
para disponer de las mediciones correspondientes. Así, por
ejemplo, las siguientes citas dan cuenta de su evolución en el
caso de México:

Las estimaciones, en México, de agregados macroeconómicos, se remonta


hasta el año de 1921. Esto ha permitido disponer de series de tiempo,
que reconociendo diversa cobertura, aportan datos de carácter anual
hasta 1979.
Sólo desde 1950 se cuenta con series homogéneas y recurrentes, elabo-
radas por el Banco de México, S. A., las que son revisadas periódicamente.
En periodos previos a esta fecha, las investigaciones realizadas obedecie-
ron a necesidades específicas inmediatas o a inquietudes puntuales de
organismos, sin lograr tener, por estas razones, una verdadera continuidad.
[...] Trabajos pioneros sobre estimaciones del ingreso nacional fueron
elaborados por la Dirección General de Estadística para los años de 1929
y 1939 y posteriormente para una serie de similares características, para
el periodo 1929 a 1974.
Estudios sobre la economía de México, realizados en el periodo de pos-
guerra, motivaron la elaboración de diversas estimaciones sobre la evolu-
ción del producto bruto nacional [...]
La mayoría de los agregados macroeconómicos comentados [...] fueron,
posteriormente, revisados y actualizados en publicaciones periódicas del
Banco de México, S. A. Las estimaciones adelantadas por la institución
sobre la evolución del producto interno bruto del año, se dan a conocer
regularmente en los Informes Anuales de la misma (Sistema de Cuentas
Nacionales de México, tomo I, Resumen General, Secretaría de Progra-
mación y Presupuesto, Banco de México, S. A. y Programa de las Nacio-
nes Unidas para el Desarrollo, México, enero de 1981).

Para el mismo país, la siguiente ilustración gráfica da cuenta


de la magnitud de los conceptos más importantes y sus rela-
ciones recíprocas en un año reciente (reproducida de Sistema
de Cuentas Nacionales de México, Secretaría de Programación
y Presupuesto, Coordinación General de los Servicios Nacio-
nales de Estadística, Geografía e Informática, México, marzo
de 1981):
62 Pedro Vusković

2. LAS CUENTAS NACIONALES

27. El proceso de cómputo del producto y el ingreso —cuales-


quiera sean los métodos que se adopten— supone una recopi-
lación muy amplia de informaciones básicas, muchas de las
cuales se pierden en el proceso estadístico de resumirlas en los
grandes agregados. En cambio, una parte al menos de ese des-
glose, en lo que tiene de más relevante, se preserva cuando esa
información se organiza en las cuentas nacionales (o cuentas
sociales: cuentas de la nación o de la sociedad).
Las "cuentas" contienen pues información complementaria
a la que representan las mediciones agregadas del producto y
el ingreso globales, seleccionando aquellas que ofrecen mayor
interés para los fines de la descripción y el análisis económi-
cos. A estos efectos, se identifican una categoría de entidades
económicas, convencionalmente: empresas (productores), fa-
milias (consumidores), gobierno (sector público), resto del
mundo (sector externo); y unas funciones económicas, resu-
midas convencionalmente en producción, consumo y forma-
ción de capital.
Las cuentas tienen por propósito registrar las transacciones,
con el crédito y el débito correspondiente a cada una de las
entidades que participan en la transacción, y en cada entidad
identificando una cuenta para cada una de las funciones que
se definen.
En este sentido, se asimilan al procedimiento de registro de
una contabilidad comercial corriente: cada anotación motiva
dos registros, el crédito en una cuenta tiene su contrapartida
de débito en otra; las cuentas individuales registran saldos,
pero en su agregación hay necesariamente igualdad entre cré-
ditos y débitos; y los saldos en las cuentas de cada entidad re-
presentan ahorro (positivo o negativo, es decir, ahorro o des-
ahorro), con cuyo monto agregado se financia la formación
bruta de capital (o sea, la inversión bruta del periodo).
Así, los siguientes podrían constituir algunos registros tí-
picos:

• el monto de salarios pagados constituye un crédito para la


cuenta de las familias y un débito para la de las empresas;
• la compra-venta de bienes de capital producidos interna-
III. Mediciones y cuentas del producto 63

mente: a la vez un crédito de las empresas (en su cuenta "pro-


ducción") y un débito de la misma entidad empresas (en su
cuenta de formación de capital).

A partir de estos criterios básicos, se pueden definir diversas


variantes, diferenciadas según la identificación de entidades,
los criterios de agrupación y aun las formas del registro (por
ejemplo, en cuentas separadas o en una presentación bajo for-
ma de matriz, en que una sola anotación se lea como crédito
de una entidad, por ejemplo en sentido horizontal, y como
débito de otra, por ejemplo en sentido vertical). 28. El es-
quema inicial de cuentas propuesto por Richard Stone se basa-
ba precisamente en esa definición de las cuatro entidades y las
tres actividades o funciones mencionadas.
Respecto del procedimiento de registro, se lo aprecia en el
esquema simplificado adjunto, en que se consideran sólo dos
entidades —empresas y familias— y en cada una de ellas las
cuentas de producción, utilización de ingresos y capital. Así,
una venta de bienes y servicios se registra como crédito en la
cuenta producción de las empresas y como débito en la cuenta
utilización de ingresos de las familias si se trata de bienes de
consumo, o de la misma cuenta producción de las empresas si
se trata de bienes intermedios, y de la cuenta capital de las
empresas si se trata de bienes de capital. Además de las com-
pras de bienes intermedios, las empresas tienen que pagar re-
muneraciones a los factores que ocupan: el registro correspon-
diente figura como débito en la cuenta producción de las
empresas y crédito en la cuenta producción de las familias.
Si las empresas distribuyen utilidades, éstas se registrarán
como débito en la cuenta utilización de ingresos de las empre-
sas y como crédito en la cuenta utilización de ingresos de las
familias.
Una transferencia de ahorros de las familias a las empresas,
figurará como débito en la cuenta capital de las primeras y
como crédito en la cuenta capital de las últimas.
El saldo de la cuenta producción de las empresas representa
los beneficios (D) y se transfiere como crédito a la cuenta uti-
lización de ingresos de las mismas empresas. Igual cosa ocurre
con el saldo de la cuenta producción de las familias, que repre-
senta ingresos.
III. Mediciones y cuentas del producto 65

Los saldos de las cuentas de utilización de ingresos de las


empresas y las familias representan ahorros y se transfieren
como crédito a las respectivas cuentas de capital, con lo que
se cuadran todas las cuentas.
Si se consolidan las cuentas respectivas de las dos entidades,
en la "cuenta consolidada de la producción" se cancelarán las
compras y ventas de bienes intermedios, y los pagos a factores
con las remuneraciones, de modo que sólo mostrará en el cré-
dito las ventas de bienes finales, y en el débito los beneficios
de las empresas más los ingresos de las familias.
Al consolidar las cuentas de utilización de ingresos, se can-
celarán los registros correspondientes a distribución de utilida-
des. En el débito quedarán sólo las compras de bienes y servi-
cios de consumo; y en el crédito, los beneficios e ingresos,
mientras el saldo representará el ahorro.
Finalmente, al consolidar las cuentas de capital se cancela-
rán las transferencias de capital. En el débito quedarán las
compras de bienes de capital y en el crédito el ahorro de las
empresas y el ahorro de las familias.
En un esquema como éste, la cuenta consolidada de la pro-
ducción representa, en último término, la medición del produc-
to e ingreso. El crédito muestra el producto en términos reales:
valor de los bienes finales; y el débito muestra la contrapartida
financiera: los pagos a factores productivos. Estos últimos
constituyen el crédito de la cuenta utilización de ingresos,
mientras el débito de la misma muestra la forma como se ha
distribuido el ingreso entre consumo e inversión. Finalmente,
la cuenta consolidada de capital recoge en el crédito el ahorro
que proviene de la cuenta utilización de ingresos, es decir, el
financiamiento de la inversión, mientras en el débito muestra
la formación de capital en términos reales: las compras de bie-
nes de capital. Si se admite que toda la actividad de produc-
ción se concentra en las empresas, puede prescindirse de la
cuenta producción de las familias, y dejar sólo una cuenta de
producción e ingreso de las empresas. De igual modo, si el
consumo corresponde sólo a las entidades familiares, puede
prescindirse de la cuenta utilización de ingresos de las empre-
sas, con lo que todo el esquema se reduce a cinco cuentas: de
producción e ingreso de las empresas, de capital de las empre-
sas, de utilización de ingresos de las familias, de capital de las
familias y una cuenta consolidada de capital.
66 Pedro Vusković

Si bien un esquema de esta naturaleza se inspira principal-


mente en el registro de las transacciones financieras, es claro
el paralelismo que significa entre el aspecto real y financiero
de las transacciones que se tienen en cuenta, como lo ilustra
la gráfica adjunta.

Las comentes reales y financieras en los registros


de la contabilidad nacional

29. Como se ha dicho, a partir de la clasificación de entidades -


empresas, familias, gobierno, resto del mundo- y la distin-
III. Mediciones y cuentas del producto 67

ción de las funciones fundamentales —producción, utilización


de ingresos y formación de capital— pueden formularse distin-
tas formas de presentación.
En la práctica, es frecuente el agrupamiento y consolidación
de las transacciones en un número de "cuentas básicas", como
las siguientes:
Cuenta del ingreso y del producto nacionales
Cuenta del ingreso y gasto de las familias Cuenta
del ingreso y gasto del gobierno general Cuenta del
resto del mundo Cuenta de ahorro e inversión

Alternativamente, pudiera considerarse a la cuenta del in-


greso y producto nacionales como simple resultado de la con-
solidación de las cuentas de las entidades correspondientes, y
remplazaría por cuentas de producción e ingreso de las empre-
sas, del estado patrimonial de las mismas, y de producción e
ingresos del gobierno general, operando así con un esquema
de siete cuentas.
La cuenta del ingreso y producto nacionales registra en el
crédito toda la corriente real de bienes y servicios (el produc-
to), y en el débito la corriente de ingresos financieros que cons-
tituye su contrapartida (el ingreso). El primero corresponde a
los ingresos recibidos por las entidades productoras, mientras
como débitos o "cargos" se registran sus gastos corrientes.
Puede aceptarse una consolidación de las transacciones de
bienes de utilización intermedia, que constituyen a la vez ingre-
sos y gastos de las entidades productoras. Las exportaciones
se registrarán como crédito, mientras las importaciones consti-
tuyen un gasto, un débito, que convencionalmente se registran
también en el crédito, con signo negativo, de modo que el cré-
dito de la cuenta no hace sino reflejar la ecuación:
Consumo de las familias
+ Consumo del gobierno
+ Inversión bruta
+ Exportaciones
– Importaciones
= Producto bruto interno
68 Pedio Vusković

El siguiente cuadro muestra una ilustración numérica de


estos registros. La inversión bruta comprende, por definición,
tanto los bienes de capital propiamente, tales como las varia-
ciones de existencia de cualquier tipo de bienes (aunque se
trate de bienes intermedios o de consumo); pero teniendo en
cuenta que el significado económico de unos y otros es muy
diferente, conviene registrarlos por separado. Finalmente, la
deducción de los ingresos netos de factores pagados al resto
del mundo permite registrar las cuantía del Producto Bruto
Nacional (a precios de mercado).
El débito comenzará por registrar los gastos en remuneración
del trabajo, los que se pueden considerar formados por sueldos
y jornales y por los aportes patronales al seguro social. Por su
parte, la remuneración y utilidades totales del empresario y
del capital quedarán formados en la práctica por una serie de
componentes, entre ellos: ingreso de empresas no constituidas
en sociedades de capital, utilidades no distribuidas (ahorro de
sociedades de capital), impuestos directos de sociedades de ca-
pital, dividendos repartidos por éstas, otras transferencias de
éstas a las familias, intereses pagados a las familias, alquileres
y rentas netas pagados a familias, e ingresos del gobierno gene-
ral de sus propiedades y empresas.

Una ilustración de la cuenta del ingreso


y producto nacionales

Sueldos y jornales 300 Consumo de las familias 425


Aportes patronales al seg. social 10 Consumo del gobierno 73
ingr. de empresas no sociedades
de capital 115 Inversión bruta fija 110
Utilidades no distribuidas 12 Aumento de existencias 11
Impts. directos (socs. de cap.) 7 Exportaciones 56
Dividendos distribuidos 16 Importaciones -47
Transferencias a familias 1
Intereses pagados a familias 10 PRODUCTO BRUTO INTERNO 628
Alquileres y rentas netas 30
Ingresos del gob. de propiedades Ingresos netos de factores pagados
y empresas 2 al resto del mundo -10
INGRESO NACIONAL 500 PRODUCTO BRUTO NACIONAL 618
Depreciación de activos fijos 63
Impuestos indirectos 60
Subsidios -5
INGRESO BRUTO NACIONAL 618
III. Mediciones y cuentas del producto 69

Además, se acostumbra deducir de los rubros anteriores lo


que corresponde a intereses de la deuda pública (interna) pa-
gados por el gobierno, que en rigor no pueden considerarse
como ingreso generado en el periodo.
La suma de las partidas mencionadas corresponde al total
del ingreso nacional que, ajustado por la provisión de reservas
de depreciación, impuestos indirectos y subsidios, determina
la cuantía del Ingreso Bruto Nacional (a precios de mercado),
equivalente al PBN, con lo cual crédito y débito de la cuenta
muestran sumas iguales.
La cuenta de ingresos y gastos de las familias recibe, en el
lado del crédito, todos los ingresos de factores originados en
la producción más las transferencias del gobierno; los únicos
que se excluyen son los ingresos que no se distribuyen: reser-
vas de depreciación, utilidades no distribuidas y otras reservas.
En la práctica, resulta imposible precisar la parte distribuida y
la no distribuida en sociedades de personas, alta proporción
de las explotaciones agrícolas, actividades artesanales, etc.;por
eso, se conviene en registrar como crédito la totalidad délos
ingresos de empresas no constituidas en sociedades de capital,
incluidos los que se derivan del ejercicio de profesiones libera-
les. Son pues rubros típicos del crédito de esta cuenta: la re-
muneración de asalariados (en empresas, gobierno o servicio
doméstico, incluidas las remuneraciones provenientes del exte-
rior), con cifras que pueden ser imputadas por concepto de
bonificaciones o remuneraciones en especie; los ingresos per-
cibidos en granjas, profesiones liberales y sociedades no de
capital, los que, en consecuencia, comprenden remuneraciones
de propietarios, profesionales y trabajadores independientes;
los alquileres netos (incluso imputados), intereses y dividendos
(de propietarios y accionistas); y las transferencias del gobier-
no por concepto de jubilaciones, pensiones, etc. Un aspecto
sobre el que no hay criterio uniforme es el tratamiento de las
contribuciones sociales patronales, que pueden consignarse en
el crédito de esta cuenta y luego en el débito junto con los
aportes personales, como transferencia de las familias al gobier-
no, o bien pasarse directamente a esta última cuenta. En el
débito de la cuenta del ingreso y producto nacionales han que-
dado registradas por los menos seis transacciones que consti-
tuyen créditos de la cuenta ingresos y gastos de las familias:
70 Pedro Vusković

los sueldos y jornales, los ingresos de empresas no constituidas


en sociedades de capital, los dividendos distribuidos, los alqui-
leres y rentas netas, los intereses y las «transferencias de socie-
dades de capital (por ejemplo, donaciones). Si a ellos se agregan
las transferencias corrientes del gobierno general (pensiones,
etc.) se tendrá el total de ingresos corrientes de las familias,
como lo ilustra el cuadro siguiente.

Una ilustración de la Cuenta de ingresos y


gastos de familias
Consumo 425 Sueldos y jornales 300
Aportes personales al seguro Ingresos de sociedades no de
social 5 capital 115
Impuestos directos 8 Dividendos 16
Transferencias corrientes Alquileres y rentas netas 30
al gobierno 1 Intereses 10
Ahorro 53 Transferencias corrientes de
capital 1
Transferencias corrientes del
gobierno 20
UTILIZACIÓN DE INGRESOS
CORRIENTES 492 INGRESOS CORRIENTES 492

El débito de la cuenta, por su parte, registra el uso que hacen


las familias de ese ingreso. En el ejemplo, sólo una transacción
aparece en el crédito de la cuenta del ingreso y producto na-
cionales: la del consumo de las familias; entre otras transaccio-
nes típicas pueden añadirse: los aportes personales al seguro
social, el pago de impuestos directos y otras transferencias co-
rrientes al gobierno.
La diferencia entre ingresos y gastos corrientes constituye
el ahorro de las familias, que por convención se registra siem-
pre en el débito de la cuenta, con signo positivo si los ingresos
son superiores a los gastos o con signo negativo si ocurre lo
contrario (véase el mismo cuadro).
Algunos criterios generalmente aceptados pueden conside-
rarse discutibles —por ejemplo, las contribuciones sociales
podrían considerarse como ahorro de las familias, en particu-
lar la parte que en muchos esquemas de seguridad social es
III. Mediciones y cuentas del producto 71

recuperable. En otro sentido, lo que registra la cuenta son las


compras de bienes de consumo y no el consumo efectivo de
las familias; pero no se tiene en cuenta variaciones de existen-
cias, que en el caso de las empresas se conceptúan como inver-
sión bruta, aunque se incluyen bienes de consumo duraderos
(con excepción de las viviendas). Tampoco se toman en cuenta
en el producto o ingreso real los servicios que proporcionan
esos bienes duraderos, lo que podría constituir un elemento
de inexactitud en comparaciones cronológicas o internacio-
nales.
La cuenta de ingresos y gastos del gobierno general registra
las transacciones que responden a funciones típicas del gobier-
no, excluidas las empresas públicas, cuya actividad queda in-
corporada a las cuentas del producto o ingreso nacionales. El
crédito de la cuenta registra las transacciones que significan
ingresos del gobierno, mientras el débito muestra la forma en
que se las ha utilizado.
Las transacciones correspondientes al ejemplo que se viene
utilizando han quedado ya registradas en las cuentas anteriores.
De este modo, el crédito de la cuenta del gobierno registra la
contrapartida de las anotaciones correspondientes del crédito
de la cuenta del producto o ingresos nacionales y la cuenta de
ingresos y gastos de las familias, y los mismo ocurre con el
crédito de la misma (véase el siguiente cuadro).

Una ilustración de la Cuenta de ingresos y


gastos del gobierno general

Consumo del gobierno 73 Ingresos de propiedades y


empresas del gobierno 2
Subsidios 5 Impuestos directos sociedades
de capital 7
Transferencias corrientes a
familias 20 Impuestos indirectos 60
Intereses deuda pública 3 Transferencias corrientes de
familias 1
Ahorro 8 Aportes patronales al seg. social 10
Aportes personales al seg. social 5
UTILIZACIÓN DE INGRESOS
CORRIENTES 93 INGRESOS CORRIENTES 93
72 Pedro Vusković

El consumo del gobierno comprende tanto las compras de


bienes corrientes (insumos) como los pagos gubernamentales
de sueldo y salarios.
Los intereses de la deuda pública se transfieren del débito
de la cuenta del producto o ingresos nacionales, donde figura
con signo negativo, al débito de la cuenta del gobierno, pero
aquí con signo positivo.
Al igual que en el caso de las familias, la diferencia entre
ingresos y gastos representa el ahorro, o superávit corriente,
del gobierno. Por convención, se le registra siempre en el dé-
bito de la cuenta, con signo positivo o negativo según se trate
de superávit efectivo o déficit.
Tema sujeto a discusión es que usualmente no se imputa
como gastos del gobierno la depreciación de los bienes de ca-
pital con que opera, aunque las inversiones en bienes durade-
ros del gobierno quedan incluidas en el total de la formación
bruta de capital.
La cuenta del resto del mundo ha quedado ya definida por
los registros anteriores, puesto que no incorpora otras transac-
ciones independientes. En el crédito recibe las importaciones
(registradas con signo negativo en el crédito de la cuenta del
ingreso y producto nacionales) y los ingresos netos de factores
residentes en el exterior, con el signo que le corresponde; en
el débito, se registran las exportaciones. Además, se conviene
en registrar siempre en el débito el saldo de balance de la cuen-
ta, con el signo correspondiente, que viene a corresponder al
ahorro del exterior. En el cuadro siguiente se anotan las cifras
correspondientes al mismo ejemplo numérico.
La cuenta de ahorro e inversión recoge como créditos todas
las partidas que figuran como débitos en cuentas anteriores y
constituyen ahorros de las entidades del sistema, mientras en
el débito registra la formación bruta de capital, que figura
como crédito en la cuenta del ingreso y producto nacionales.
Por definición, las sumas de crédito y débito deben ser iguales,
toda vez que en el débito se incluyen las variaciones de exis-
tencia y en el crédito se consigna también el ahorro externo.
En el siguiente cuadro se anotan las cifras correspondientes
al mismo ejemplo numérico.
III. Mediciones y cuentas del producto 73

Una ilustración de la Cuenta del resto del mundo

30. Conviene complementar la reseña metodológica que se


acaba de hacer con la ilustración de su aplicación a una reali-
dad nacional específica, a cuyos efectos resulta especialmente
pertinente la referencia a los trabajos de México en este cam-
po. En los materiales de divulgación del organismo oficial res-
ponsable, se definen las cuentas nacionales en los siguientes
términos:
El Sistema de Cuentas Nacionales constituye la estructura conceptual-
mente organizada en que se inserta la información estadística de que dis-
pone el país. En él se utiliza el principio de la partida doble, que consiste
en que cualquier operación que se lleve a cabo debe anotarse en dos par-
tes, ya que lo que para algún sector es gasto, para otro es ingreso. Esto
se deriva del principio lógico de que cualquier acción genera una reacción
con igual intensidad y en sentido contrario.
Esto hace que las Cuentas Nacionales sean una forma especial de presen-
tar la estadística de un país, que implica un esfuerzo de congruencia de
todos los datos. Obviamente, como en la contabilidad mercantil, en el
caso de las Cuentas Nacionales se tiene que atender a una serie de reglas
ya definidas, para que conforme a ellas se ordene la información y se
cuide su coherencia.
Los sistemas de contabilidad económica nacional constituyen,hasta aho-
ra, el esfuerzo más avanzado que se ha llevado a cabo para registrar, bajo
74 Pedro Vusković

criterios adecuados, las innumerables transacciones económicas que tie-


nen lugar durante un periodo determinado entre las empresas, las fami-
lias y el gobierno dentro del territorio de un país y con el resto del mundo.
(£7 ABC de las cuentas nacionales, Secretaría de Programación y Presu-
puesto, México, abril de 1981).

Respecto del propósito del cómputo de las Cuentas, se dice


en la misma publicación:
Las Cuentas Nacionales permiten conocer la estructura y forma en que
está operando la economía: qué se produce, cuánto se produce, para
quién o para qué se produce, a qué se destina el ingreso, esto es, qué y
cuánto se consume, cuánto se ahorra y cuánto se invierte. Al conocer la
magnitud del ingreso del país, las Cuentas Nacionales nos proporcionan
elementos necesarios para asignar con mejor eficacia los recursos eco-
nómicos disponibles, ya que posibilitan medir el esfuerzo de ahorro
que lleva a cabo la sociedad en su conjunto, el consumo que realiza y el
grado en que se fortalece el aparato productor de bienes y servicios co-
mo consecuencia de la formación de capital. El conocimiento de la es-
tructura de la economía y su comportamiento resulta fundamental para
la toma de decisiones y para la programación de actividades de los sec-
tores público, privado y social del país, así como para evaluar el efecto de
esas acciones y decisiones. Si consideramos que las Cuentas Nacionales
permiten, además, conocer las múltiples relaciones económicas que se
efectúan entre las personas, las empresas, el gobierno y las instituciones
sin fines lucrativos, a través de ellas se podrán tomar acciones y decisiones
con mayor gi ado de certeza.

Hasta hace algunos años, la información elaborada consti-


tuía "un sistema simplificado de cuentas nacionales para el
periodo 1960-1976, mediante la combinación de datos que
permitiese ubicar la mayor parte de la estadística disponible
[...] se presentan cuatro cuentas consolidadas de la Nación [...]
la del Producto y Gasto Interno Bruto, la del Ingreso Nacional
Disponible, la del Financiamiento Bruto de Capital y la Cuenta
del Exterior" (Estadísticas de la Oficina de Cuentas de Pro-
ducción 1960-1976, Banco de México, S. A., Subdirección de
Investigación Económica y Bancaria, 1977).
En la nota metodológica que inicia la publicación que se
acaba de citar, se leen explicaciones como las que se extractan
enseguida :

La integración de las cuentas nacionales consolidadas se hizo a partir de


las series de Producto Interno Bruto y de los principales componentes
de gasto interno [...]
III. Mediciones y cuentas del producto 75

En forma adicionarse realizaron cálculos especiales de algunos agregados


para los que no existe información completa y sistemática como son los
referentes a los componentes del valor agregado: remuneración de asala-
riados, asignaciones pala depreciación, impuestos indirectos y subsidios,
excedente de explotación. Por otra parte, en el renglón de gastos se hizo
un cálculo de la variación de existencias [...] Las estimaciones se hicie-
ron a nivel global tomando como base los valores del cuadro de insumo-
producto de 1960 y las cifras registradas en los censos económicos y de
población de 1970, que sirvieron de punto de apoyo a las proyecciones
realizadas con estadísticas complementarias a los cálculos corrientes del
Producto Interno Bruto [...]
En la cuenta de Producto y Gasto Interno Brutos se presentan los ingre-
sos que componen el producto interno bruto a precios de mercado y
como contrapartida los gastos correspondientes a este producto. El
producto interno bruto se estima mediante el método de la producción,
que consiste en restar al valor de la producción bruta el monto de los
consumos intermedios. El cálculo de estos agregados se hace para 46
ramas de actividad económica, mediante la extrapolación de los niveles
del cuadro de insumo-producto de 1960 con sus respectivos índices de
valor.
Por lo que se refiere a los ingresos que componen el valor agregado (las
remuneraciones a los asalariados, las asignaciones para depreciación, los
impuestos indirectos y subsidios y los componentes del excedente de
explotación) la estadística básica es insuficiente para implementar las
estimaciones por tipo de actividad [...]
Ingreso nacional disponible y sus asignaciones. La parte correspondiente
al Ingreso Nacional Disponible, se integró considerando los agregados ya
definidos en la primera de las cuentas (remuneraciones a trabajadores,
excedentes de explotación e impuestos indirectos netos de subsidios),
mismos que se complementaron con los correspondientes a la cuenta del
exterior que representan un pago a los factores productivos como son:
remuneración a los empleados recibida del resto del mundo, renta neta
de la propiedad de la empresa recibida del resto del mundo y otras trans-
ferencias corrientes recibidas del resto del mundo. Por el lado de la
cuenta complementaria de la cuenta, que son las asignaciones del Ingre-
so Nacional Disponible, sólo se hizo necesario obtener el nivel corres-
pondiente al ahorro, mismo al que se llega por diferencia con el total
obtenido en la determinación del Ingreso Nacional Disponible, con la
suma del gasto final de las administraciones públicas y el gasto privado de
consumo final que se definieron para la primera de las cuentas. Financia-
miento de la Formación Bruta de Capital. Esta cuenta se integró por sim-
ple asignación de los niveles correspondientes, tanto a la acumulación
bruta como a su financiamiento, ya que todos sus elementos quedan
definidos en las cuentas restantes.
Se registra la formación bruta de capital, con especificaciones de la que
corresponde a capital fijo y a la variación de existencias y como contra-
partida se muestra su financiamiento, diferenciando el que proviene de
76 Pedro Vusković

las asignaciones para consumo de capital y el que aporta la formación


neta de capital efectuada.
Cuenta del exterior. Los diferentes conceptos que se presentan en la
publicación englobados en esta cuenta, corresponden a la reclasificación
de partidas de la Balanza de Pagos [...]
El progreso constante de los esfuerzos en esta materia llevó
a que poco tiempo después se describiera en los siguientes tér-
minos la forma en que se integra el sistema de cuentas nacio-
nales del país vigente en la actualidad (en El ABC de las cuentas
nacionales):
Las Cuentas Nacionales de México para el periodo 1970-1978 están in-
tegradas por:
a) La serie de Cuentas Consolidadas de la Nación;
b) La Cuenta de Producción, Consumo y Acumulación de Capital por
rama de actividad; y
c) La Matriz de Insumo Producto para 1975 (que complementa y actua-
liza a la publicada previamente para 1970).
A su vez, la serie de Cuentas Consolidadas de la Nación está integrada
por cuatro cuentas que son fundamentales:
1. Cuenta de Producto y Gasto Interno Bruto;
2. Cuenta de Ingreso Nacional Disponible y su Asignación;
3. Cuenta de Acumulación y Financiamiento del Capital; y
4. Cuenta de Transacciones con el Exterior.
Las cuentas de producción, consumo y acumulación se constituyeron
para 353 actividades económicas. A partir de ellas se logró una consoli-
dación de 195 actividades y otra de 72 actividades que son las que se
identificaron en la Matriz de Insumo Producto. A su vez, las 72 ramas se
agrupan en nueve grandes divisiones para facilitar el análisis general de
la economía.
La cuenta del producto y gasto interno bruto se refiere al destino que se
da a los bienes y servicios para atender las necesidades derivadas del con-
sumo de las familias y del gobierno; la ampliación y reposición de cons-
trucciones e instalaciones, maquinaria y equipo de trabajo;la ampliación
o reducción de existencias y de la exportación. Las importaciones se res-
tan con el fin de conocer exclusivamente el esfuerzo productivo llevado
a cabo dentro de las fronteras del país. Por otra parte, a la izquierda, se
presenta la forma en que se distribuye el resultado del esfuerzo nacional,
representado por el producto interno bruto, entre el trabajo, el capital,
la propiedad, el empresario y el gobierno.
Cuenta de Producto y Gasto Interno Bruto

Remuneración de asalariados Gasto de consumo final de las


administraciones públicas
III. Mediciones y cuentas del producto 77

Excedente de explotación Gasto privado de consumo final

Consumo de capital f«o Variación de existencias

Impuestos indirectos Formación bruta de capital fijo

Menos: subsidios Exportaciones de bienes y servicios


Menos: Importaciones de bienes y
servicios
Producto Interno Bruto Gasto Interno Bruto

La cuenta del ingreso nacional disponible, en la parte de la derecha, pre-


senta la forma en que se integra dicho ingreso a partir de los pagos a los
factores de la producción como resultado de su esfuerzo productivo, que
aparecen en la cuenta del producto y gasto interno bruto, y de los flujos
netos (ingresos menos erogaciones) que provienen del resto del mundo
por remuneraciones a los asalariados; pagos a la propiedad (intereses,
regalías, rentas, dividendos y similares) y transferencias corrientes (dona-
tivos y ayudas, por ejemplo).
También esta cuenta muestra del lado izquierdo, ia forma en que este
ingreso se utiliza en consumo y ahorro.

Cuenta de Ingreso Nacional Disponible y su Asignación


Gastos de consumo final de las Remuneraciones de asalariados
administracciones públicas
Remuneraciones de asalariados
Gasto privado de consumo final procedentes del resto del mundo,
netas
Ahorro Excedente de explotación

Renta de la propiedad y de la em-


presa procedente del resto del
mundo, neta
Impuestos indirectos

Menos: subsidios

Otras transferencias corrientes


procedentes del resto del mundo,
netas
Asignación del Ingreso Disponible Ingreso Disponible
78 Pedro Vusković

La Cuenta de acumulación y financiamiento del capital registra la acumu-


lación de existencias, tanto de materias primas como de bienes de consu-
mo y de capital, así como las ampliaciones y reposiciones de estos últimos,
que se están utilizando en la producción de bienes y servicios. Muestra
también la forma en que se financia la acumulación de capital, mediante
el ahorro y las reservas para depreciación de activos fijos, y registra los
financiamientos otorgados o recibidos del resto del mundo.

Cuenta de Acumulación y Financiamiento de Capital


Variación de existencias Ahorro
Formación bruta de capital fijo Consumo de capital fijo

Préstamo neto al resto del mundo


Acumulación bruta de capital Financiamiento de la acumulación
bruta
La cuenta de transacciones corrientes con el exterior es el resultado de
las operaciones corrientes del país con el resto del mundo. Por un lado,
la cuenta muestra los ingresos que se obtienen por las exportaciones de
bienes y servicios, la remuneración de asalariados, los pagos a la propie-
dad y transferencias corrientes y, por otro, las erogaciones que se hicie-
ron para importar bienes y servicios, pagar a trabajadores del exterior,
cubrir pagos a la propiedad y hacer transferencias corrientes. La diferen-
cia entre los ingresos y las erogaciones permite ver el déficit o superávit
del país en cuenta corriente. Esta cuenta guarda una relación estrecha
con la balanza de pagos del país que es el medio que se utiliza para cuan-
tificar la disponibilidad de divisas del país para hacer frente a sus com-
promisos con el exterior.
Cuenta de Transacciones Corrientes con el Exterior
Exportación de bienes y servicios Importaciones de bienes y servicios
Remuneración de asalariados Remuneración de asalariados
procedentes del resto del mundo pagada al resto del mundo
Renta de la propiedad y de la Renta de la propiedad y de la
empresa empresa pagada al resto del
mundo
Otras transferencias corrientes Otras transferencias corrientes al
procedentes del resto del mundo resto del mundo
Excedente de la nación por
transacciones corrientes
Ingresos Corrientes Utilización de los Ingresos
Corrientes
III. Mediciones y cuentas del producto
79

Por último, en otra publicación sobre la materia se da cuenta


en los siguientes términos sobre las informaciones estadísticas
primarias que sirven de base a la elaboración de las cuentas
nacionales:
En la producción de estadísticas básicas en México, no se ha prestado la
debida atención a la obtención de información requerida para la elabo-
ración de cuentas nacionales. Los datos estadísticos, en principio, son
recogidos, tabulados y analizados con diferentes procedimientos, sirvien-
do a distintos propósitos. Esta situación comienza a modificarse a medida
que se van poniendo en marcha los planes de trabajo de la Coordinación
General de los Servicios Nacionales de Estadística, Geografía e Informá-
tica al ser incorporado, por esta dependencia oficial, el sistema de cuentas
nacionales como instrumento orientador de este proceso de transforma-
ción [...]
Entre las fuentes estadísticas básicas más importantes, destacan los cen-
sos económicos de frecuencia quinquenal como los de 1970 y 1975, los
que sirvieron de base a las respectivas matrices de insumo-producto, así
como el censo de población y vivienda para 1970, siendo este último el
tipo de relevamiento que el país realiza cada diez años. Se contó también
con series continuas anuales de producción agropecuaria, minera y manu-
facturera así como de algunos sectores que prestan servicios, lo que
permitió disponer de datos relativamente recientes, abundantes y acepta-
blemente confiables, sobre corrientes reales y de ingresos de la econo-
mía. Estos últimos, se complementaron con encuestas de ingresos y
gastos de los hogares que fueron realizadas durante el periodo y que
arrojaron luz sobre su nivel y composición. Por otra parte, se dispuso
de abundante información relativa al gobierno y sus empresas y las esta-
dísticas tributarias; aun reconociendo en ellas los problemas derivados
de la subdeclaración y evasión de impuestos, fueron convenientemente
depuradas y utilizadas, convirtiéndose de esta forma en un importante y
complementario elemento de juicio.
También se dio un uso intensivo a las series sobre comercio exterior, ge-
neradas por la Dirección General de Estadística y el Banco de México,
S. A., a cuyo cargo se encuentra la elaboración de la balanza de pagos
del país [...]
Existen estadísticas continuas de ocupación que no pudieron aprovechar-
se totalmente en estos cálculos, pues no se ajustan a los requerimientos
de los mismos, pero se prevé integrarlas en futuras estimaciones de po-
blación ocupada y económicamente activa, consistentes con las series de
cuentas, una vez que se disponga de los datos del Censo de Población y
Vivienda de 1980, ya realizado.
En lo que se refiere a salarios pagados, se contó con datos de los míni-
mos fijados oficialmente, que cubren diversas actividades especializadas
y zonas del país, así como de los salarios medios pagados por las empresas
públicas y privadas, las que proporcionaron este tipo de información de
manera directa.
80 Pedro Vusković

Entre las estadísticas utilizadas, merecen citarse las obtenidas a partir de


la encuesta del Banco de México, S. A., sobre "Acervos y formación
de capital" con datos relativos al periodo 1960-1975. El método emplea-
do en esta oportunidad fue el de muestreo entre 1 574 empresas públicas
y privadas [...]
[...] buena parte del material informativo disponible sobre la actividad
económica de los sectores primarios, se centra en cifras sobre producción
y precios anuales. Existe además una encuesta industrial anual llevada a
cabo por la Dirección General de Estadística, la que cubre aproximada-
mente el 50% de la actividad manufacturera y equivale a un censo redu-
cido por lo extenso del cuestionario empleado [...] La misma fuente
proporciona mensualmente datos actualizados para una muestra similar
a la anterior, pero con un detalle menor de información, estando los mis-
mos limitados básicamente a la producción, los precios y salarios y la
ocupación.
Se recurrió también a información de cámaras y asociaciones industria-
les y de servicio, así como a una abundante, aunque no siempre homogé-
nea, información estadística elaborada en oficinas gubernamentales [...]
[...] Se encuestaron en total más de 600 establecimientos fabriles, los
que proporcionaron información para el periodo 1975-1978 sobre ven-
tas, producción, materias primas, ocupación y salarios [...] En materia
de precios, el Banco de México, S. A. proporcionó todos los índices sim-
ples que componen los índices mensuales de precios mayoristas y al con-
sumidor [...] (Sistema de Cuentas Nacionales de México, tomo I, Re-
sumen General, Secretaría de Programación y Presupuesto, Banco de
México, S. A., y Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo,
México, enero de 1981).

3. CAMBIOS EN EL TIEMPO Y COMPARABILIDAD


INTERNACIONAL
31. Tal como se ha expuesto, las mediciones del flujo produc-
tivo en un año determinado ofrecen una base de información
que da cuenta principalmente de niveles y estructuras cuya
significación directa es más bien limitada. De hecho, la utilidad
analítica de tales informaciones adquiere importancia en la
medida en que puede sustentar unos análisis comparativos: de
comparación con otros periodos, es decir, de evolución en el
tiempo; o de comparación con otros sistemas económicos, es
decir, de comparabilidad internacional.
Lo primero abre el tema de los ajustes necesarios de las me-
diciones descritas, que se expresan en forma de valores a los
III. Mediciones y cuentas del producto 81

precios vigentes en cada periodo de medición estadística, de


modo que puedan reflejar las variaciones en términos reales,
corregido el efecto de los cambios en el nivel de precios, que
desvirtuaría el sentido de las comparaciones. Tales ajustes es-
tadísticos dan origen así a dos conceptos: producto bruto (o
ingreso nacional) a precios corrientes, y producto bruto
(o ingreso nacional) a precios constantes.
Por su parte, la comparación internacional —además de las
diferencias en las bases mismas de medición— abre el tema de
la conversión de mediciones efectuadas en distintas monedas
y en situaciones que respondan a diferentes sistemas de pre-
cios, a una unidad monetaria común y a unos términos com-
parables de valoración. Los problemas estadísticos que ello
plantea se resumen principalmente en la determinación de
unos tipos de cambio de paridad de poder de compra y en las
alternativas de ponderación para su cálculo. 32. De modo ge-
neral, los métodos estadísticos para la determinación del pro-
ducto o ingreso a precios constantes a partir de las medicio-
nes a precios corrientes, pueden resumirse en tres tipos de
procedimientos:

i) La deflación de las cifras globales del producto o ingreso


por un índice general de precios.
He aquí una ilustración numérica del procedimiento:

_____________________________________ Periodo 1 Periodo 2

Producto bruto a precios corrientes 275 315


índice general de precios (costo de la vida,
precios por mayor) 100 110
Producto bruto a precios constantes del
Periodo 1 275 286.4

ii) La deflación de las cifras sectoriales del producto a pre-


cios corrientes por índices de precios particulares para cada
sector.
Así, ampliando la misma ilustración numérica:
Sector PB a precios índices de PB a precios
corrientes precios constantes
AI Per.l Per. 2 Per.l Per. 2 Per.l Per. 2
S 75 70 85 90 100 115 75 70 735
130 140 100 105 130 85.7
100 108 129.6

TOTAL 275 315 275 2892

Además, la confrontación de las cifras resultantes para el


PB a precios constantes con los originales del mismo a precios
corrientes permite calcular lo que se suele llamar deflactor
implícito del producto (o ingreso).
En el ejemplo numérico:
Periodo 1 Periodo 2
PB a precios corrientes 275 315
PB a precios constantes 275 298.2

Deflactor implícito 100 1085

El deflactor implícito viene a ser así un promedio pondera-


do de los índices de precios sectoriales, con ponderaciones
que se corresponden con la aportación de cada sector a la gene-
ración del producto global.
iii) Selección del periodo de referencia y utilización de ín-
dices sectoriales de quantum para la estimación de otros pe-
riodos.
Con la misma ilustración numérica:
PB Índices de quantum PB (a precios del Per. 1)
Sectores Periodo 1 Periodo 1 Periodo 2_______ Periodo 2_____

A 75 100 95 712
I 70 100 120 84 .0
S 130 100 102 132.6
TOTAL 275 287.8

Se observará que un método de esta naturaleza permite obte-


ner estimaciones del producto a precios constantes para perio-
III. Mediciones y cuentas del producto 83

dos en que no hay cálculos del producto a precios corrientes,


toda vez que se disponga de la información sobre la composi-
ción sectorial del producto en un año de referencia y de los
índices sectoriales de quantum correspondientes.
Es importante anotar también que los dos primeros métodos
obedecen al mismo criterio general —deflación de cifras mone-
tarias por índices de precios— mientras el último parte de una
base diferente. En la selección del método para fines de análisis
es necesario tener en cuenta, por una parte, el carácter y la
disponibilidad de la información básica; y, por otra, unas consi-
deraciones conceptuales, que pueden hacer aconsejable combi-
nar en un análisis de conjunto los resultados de los distintos
procedimientos.
Las consideraciones sobre la información de base llevan a
que en algunos países se prefiera el método de deflación, prin-
cipalmente por las dificultades para definir índices apropiados
de quantum para algunos sectores, sobre todo de la producción
de servicios; en otros, se prefiere la utilización de índices de
quantum, principalmente para periodos en que las variaciones
de precios han sido muy acentuadas y en que en consecuencia,
cualquier margen de error en su medición puede conducir a
resultados muy poco confiables.
Sobre la segunda consideración apuntada, hay razones con-
ceptuales para esperar resultados diferentes cuando se defla-
ciona por un índice general de precios en comparación con los
cálculos que se basan en la deflación por índices de precios
especiales para cada sector o cuando se utilizan índices de
quantum; en cambio, las diferencias en estos dos últimos casos
son atribuibles sólo a deficiencias de los instrumentos estadís-
ticos.
En rigor, cuando se deflaciona por un índice general de pre-
cios, lo que se está midiendo son las variaciones en términos
reales de la capacidad adquisitiva, es decir, el ingreso real de
los factores productivos empleados en el sector. En cambio,
con índices de quantum —o bien, lo que en muchos casos de-
biera conceptualmente resultar equivalente, con índices espe-
ciales de precios para cada sector— lo que se mide es el volumen
real de bienes y servicios producidos, el aporte real de cada
sector al conjunto del producto (con los problemas inherentes
al significado de esto último cuando se trata de los sectores
84 Pedro Vusković

de servicios, que obligan a recurrir a ciertos arbitrios: por


ejemplo, un índice de quantum para el sector comercio podría
asociarse a las variaciones del volumen de bienes nacionales e
importados que se han transado; para el gobierno, al número
de funcionarios que ocupa).
La diferencia de resultados en la aplicación de los dos crite-
rios básicos será tanto mayor cuanto más grandes hayan sido
las variaciones ocurridas en los precios relativos. En función
de éstas, puede incluso darse el caso de que aumente el ingreso
real de un sector -es decir, la capacidad adquisitiva de los facto-
res productivos que allí se emplean- aunque no se registrasen
variaciones en el quantum de su producción, es decir, en la
magnitud de su aporte real a la economía. 33. De hecho, la
medición simultánea con los dos métodos descritos permite
cuantificar las transferencias implícitas de ingreso de un sec-
tor a otro de la economía que involucran los cambios en los
precios relativos. Unos procesos que suelen ser muy significa-
tivos a los efectos del análisis económico y que se ponen de
manifiesto, por ejemplo, en las relaciones entre la agricultura y
la industria (los precios relativos de los productos agrícolas), o
entre sectores de exportación y de producción para el con-
sumo nacional (relación entre el tipo de cambio y el nivel de
los precios internos), o entre usuarios y propietarios de deter-
minados activos (por ejemplo, en condiciones de control sobre
el arrendamiento de viviendas).
Puesto que las pérdidas de un sector son ganancias de otro,
en el nivel de la economía en conjunto estas transferencias
quedarían canceladas. No ocurre así, sin embargo, en la medi-
da en que se registre una transferencia similar entre la econo-
mía nacional y el "sector externo" correspondiente (es decir,
las otras economías nacionales con las que mantiene relación
económica); y las ganancias o pérdidas derivadas de las varia-
ciones de los precios en ese intercambio exterior serán distri-
buidas o absorbidas en distintas proporciones por los diferentes
sectores de actividad económica interna.
Se trata de un caso particularmente importante de transfe-
rencias implícitas de ingresos, esta vez de la economía en con-
junto en su relación con el "resto del mundo", a través de las
fluctuaciones de la relación de precios del intercambio exterior
(o términos de intercambio). Así, en un periodo dado, cierto
III. Mediciones y cuentas del producto 85

volumen de exportaciones se intercambia por un volumen dado


de importaciones; en un periodo siguiente, el mismo quantum
de exportaciones puede permitir adquirir más o menos en el
exterior, según las variaciones que experimenten los precios
relativos de exportaciones o importaciones. Se define enton-
ces la relación:

Términos de = Índice de precios de las exportaciones


intercambio
Índice de precios de las importaciones

En otras palabras, la medición del producto bruto representa


una cuantificación de los resultados del esfuerzo productivo
interno, pero ese esfuerzo puede significar mayor o menor
quantum de bienes y servicios disponibles para la comunidad
según las variaciones que ocurran en la relación de intercambio.
Consideraciones de esta naturaleza estuvieron muy presen-
tes, por ejemplo, en diversos estudios de la CEP AL, en los
que se empleó una diferenciación entre conceptos de producto
bruto e ingreso bruto según la expresión:

PB — efecto de la relación de intercambio = IB

Como ilustración del método para calcular el efecto de la


relación de intercambio, considérese por vía de ejemplo las si-
guientes cifras:

Periodo 1 Periodo 2
PB (a precios constantes del periodo 1) 275 287.8
Índice de quantum de las exportaciones 100 120
Quantum de exportaciones (exportaciones
a precios constantes del periodo 1) 50 60
Índice de precios de las exportaciones
Índice de precios de las importaciones 100 120
Índice de la relación de precios del 100 150
intercambio 100 80
Al producto del quantum de las exportaciones por el índice
de la relación de intercambio se le llamó en aquellos estudios
poder de compra de las exportaciones.
86 Pedro Vusković

Para el periodo base el poder de compra coincidirá por defi-


nición con el valor de las exportaciones (50); en cambio, para
el periodo 2 se tendrá:
Poder de compra de exportaciones = 60 X 80 = 48
Si la relación de intercambio no se hubiera modificado, el
poder de compra habría coincidido también con el quantum
de exportaciones (60), lo que permite cuantificar el efecto de
la relación de intercambio como una diferencia entre los con-
ceptos:
poder de compra de exportaciones 48
quantum de exportaciones 60
efecto de la relación de intercambio - 12
es decir, se registraría una pérdida de ingreso como consecuen-
cia de la disminución de la relación de precios del intercambio
exterior.
También por definición, para el periodo base los conceptos
de producto bruto e ingreso bruto serán iguales; para el perio-
do siguiente, en cambio, se tendrá:
producto bruto 287.8
efecto de la relación de intercambio -12.0
ingreso bruto 275.8
De lo anterior se deduce que el concepto de ingreso bruto
es esencialmente relativo, puesto que depende de la relación
de intercambio, que siempre se expresa con respecto a deter-
minado periodo base. Además de las reservas inherentes a los
índices básicos, el método descrito para calcular el efecto de
la relación de intercambio lleva implícita la presunción deque
el quantum de exportaciones se intercambia en el mismo pe-
riodo por importaciones, sin que, por ejemplo, se acumulen
reservas de medios de pago internacionales. También la medi-
ción de los cambios en los bienes y servicios disponibles requiere
algunas consideraciones adicionales cuando se las quiere ex-
presar en términos reales. En efecto, antes se definió:
PB — Exportaciones + Importaciones = Bienes y Servicios disponibles
III. Mediciones y cuentas del producto 87

Pero desde el punto de vista de los bienes y servicios dispo-


nibles, no basta considerar el quantum de la exportación y la
importación de bienes; hay que tener en cuenta también el
efecto de la relación de precios del intercambio y el saldo en
el movimiento de capitales.
Como se trata de cambios reales, este último debe estar ex-
presado en precios constantes del periodo base, para lo cual —
y en vista de que con relación a este concepto no puede ha-
blarse propiamente de quantum— se suele deflacionar el saldo
a precios corrientes por el índice de precios de las importa-
ciones.
En suma, se definen las relaciones:

Se observará que la definición:

Índice de precios de
Poder de compra de Quantum de las exportaciones
las exportaciones exportaciones Índice de precios de
las importaciones

es equivalente a:

Poder de compra de Valor corriente de las exportaciones


las exportaciones Índice de precios de las importaciones

es decir, a la deflación del valor de las exportaciones de cada


año por los precios de las importaciones.
Para fines de análisis se utilizan además dos conceptos adi-
cionales: capacidad total de pagos en el exterior y capacidad
para importar, los que quedan definidos por las siguientes re-
laciones (a precios constantes):
88 Pedro Vusković

34. Los párrafos siguientes (extractados de Sistema de Cuentas


Nacionales de México, tomo I, Resumen general, publicación
conjunta de la Secretaría de Programación y Presupuesto, el
Banco de México, S. A., y el Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo) ilustran con relación a un sistema nacional
determinado las definiciones, criterios y procedimientos que
se han adoptado a los efectos de elaborar las estimaciones a
precios constantes:

Para permitir comparaciones que no estén afectadas por las fluctuaciones


de los precios, es necesario expresar los agregados a precios de un año
determinado.
Las variables así manifestadas son de tanta utilidad como las cuentas a
precios corrientes, pues permiten el análisis de la evolución real de la
producción y los flujos de bienes y servicios, en tanto que aquéllas apor-
tan información sobre flujos, principalmente de tipo monetario. Los
cálculos pueden realizarse valuando anualmente las cantidades de los
distintos bienes y servicios de producción, consumo o inversión, por
los precios que se registraron en un año determinado, al que se denomina
año base. También se pueden obtener idénticos resultados deflactando
las partidas en valores corrientes con índices de precios apropiados, es
decir, que deben tener una estrecha relación con aquéllas. Una última
posibilidad de cálculo se refiere a la deflación de los flujos monetarios
por medio de índices de precios que reflejen los bienes y servicios que se
pueden adquirir mediante esos flujos [...] No existen dificultades mayo-
res en valorizar a precios constantes la producción y el destino de los
bienes y servicios, pero se presentan, en cambio, serios problemas de
índole estadística y conceptual cuando se trata de hacer lo mismo con
las restantes partidas que integran el sistema de cuentas consolidadas.
Aun cuando se pudiera determinar a precios constantes el volumen de los
servicios prestados por los factores que intervienen en la producción:
mano de obra, participación empresaria, uso del capital e incluso los
impuestos netos, su valuación total, aplicando la tasa de remuneración del
año base, no sería equivalente a la diferencia entre la producción bruta
y el consumo intermedio [...]
III. Mediciones y cuentas del producto 89

La imposibilidad de hecho para establecer un sistema completo de cuen-


tas a precios constantes que proporcione una cobertura precisa de todos
sus agregados, motivó que los trabajos efectuados en este campo se cir-
cunscribieran a la medición de la producción bruta y del producto interno
bruto, así como de los componentes de la oferta y la demanda. También
pueden efectuarse cálculos del ingreso bruto real, mediante la medición
de la ganancia del intercambio comercial internacional, con base en el
empleo de las técnicas aplicadas por la CEPAL. En este sentido, es cono-
cida la existencia de diversos métodos en los que se emplean distintos
factores de deflación para evaluar estos flujos de renta real, sin que exis-
ta un pronunciamiento acerca de cuál es el más adecuado de todos para
cumplir debidamente con tal finalidad.

35. El otro elemento comparativo importante a los fines del


análisis -junto al examinado sobre los cambios en el tiempo—
se refiere al cotejo de los grandes agregados con los correspon-
dientes a otros sistemas económicos. De hecho, la comparación
internacional es uno de los campos de más frecuente utilización
de estas mediciones. Tal propósito suscita sin embargo diversos
problemas y requiere tener en cuenta más de una reserva o
cautela.
La comparación supone, como es obvio, una unidad común;
es decir, la "conversión" a una misma moneda. La respuesta
más simple y directa para ello podría consistir en la utilización
como factor de conversión del tipo de cambio vigente en las
transacciones del comercio exterior, con lo cual las cifras co-
rrespondientes a distintos países podrían expresarse todas en
la moneda de cualquiera de ellos. Pero ese procedimiento re-
sulta ser por lo general muy insatisfactorio, por diversas con-
sideraciones.
En ocasiones, opera más de un tipo de cambio, según la na-
turaleza de las transacciones comerciales, ante lo cual habría
que definir criterios de elección entre ellos. Por otra parte, la
adecuación de una relación cambiaría para efectos de comercio
exterior no se corresponde necesariamente con su idoneidad
para fines comparativos de ingreso. Las mismas políticas de
comercio exterior pueden producir efectos de sobrevaluación
o subvaluación de la moneda nacional por largos periodos. En
suma, un conjunto de factores que cuestionan la propiedad para
estos propósitos de los tipos de cambio oficiales, que además
suelen acompañarse de la vigencia -legal o ilegal— de otras
tasas de cambio no oficiales.
90 Pedro Vusković

Estas consideraciones sustentan el criterio de que a los fines


de la comparación internacional de los niveles del producto y
el ingreso se definan unos tipos de cambio de paridad de poder
de compra, en sustitución de los vigentes para las transacciones
comerciales. Se trataría así de determinar unas relaciones de
equivalencia entre las monedas, como expresión del número
de unidades monetarias de cada país con las que se compraría
en cada uno de los países un mismo "surtido" de productos;
y, en consecuencia, de una referencia idónea a los fines de
comparar las mediciones respectivas del producto.
Un concepto fácilmente comprensible; pero cuya determi-
nación estadística práctica resulta ser bastante más compleja.
De ahí que, en algunos casos, se proponga la utilización de es-
timaciones indirectas, a partir de la selección de una base
"normal" de referencia, en la que se supone que el cambio
vigente para efectos de comercio exterior representaba también
una aproximación razonable a la relación de poder de compra,
y la proyección de ese tipo de cambio a otros periodos teniendo
en cuenta las variaciones de los precios internos en las dos
economías que se compara. Así, el tipo de cambio de paridad
entre la moneda del país (A) y la del país (B), estimada para
un año cualquiera i, a partir de la relación en un periodo base
o, sería:

T.C. paridad A/B = T.C. en año o x Índice de precios (A) n/o


en periodo n Índice de precios (B) n/o
Desde luego, una estimación indirecta de esta naturaleza
queda sujeta a todas las reservas estadísticas que merezcan el
supuesto de "normalidad" del periodo base y la representati-
vidad de los índices de precios de cada país. De ahí el empeño
frecuente por una determinación más directa.
El procedimiento, en este último caso, consiste en lo esen-
cial en definir una "canasta" de bienes y servicios, valorarla a
los precios vigentes de mercado en cada uno de los países que
se compara, y estimar así el tipo de cambio de paridad como
la relación entre los valores correspondientes. Se busca así una
aproximación más rigurosa, que no parte de un tipo de cambio
seleccionado para cualquier periodo, sino que el tipo de cam-
III. Mediciones y cuentas del producto 91

bio paia cada periodo es el resultado de una comparación de


valores. A su vez, el procedimiento para el cálculo de estos va-
lores consiste de modo general en desdoblar tanto como sea
posible los componentes del producto en sus correspondientes
cantidades y precios, de modo que las primeras (que vienen a
ser equivalentes al contenido de "la canasta") puedan valorarse
indistintamente a los precios de uno y otro país. Precisamente
de allí derivan las dificultades para una respuesta estadística
precisa. En parte, porque esos componentes de cantidad tienen
que corresponder necesariamente a una muestra y no al uni-
verso de bienes y servicios, con los problemas consiguientes
de representatividad de esa muestra; pero sobre todo porque
esos componentes de cantidad -esos "contenidos de la canas-
ta"- son diferentes para cada economía: sería igualmente va-
ledero tomar los de una o los de la otra, y los resultados numé-
ricos no serían los mismos. Dicho de otro modo: en ia compa-
ción habrá siempre dos conjuntos posibles de factores de pon-
deración y por lo tanto dos respuestas en la determinación del
tipo de cambio de paridad de poder de compra (con igual fun-
damento, lo que en términos prácticos suele llevar a que se
adopte en definitiva un promedio de ellas).
Esas diferencias resultantes serán tanto mayores cuanto más
distintos sean los sistemas económicos que se comparan en lo
que se refiere a estructura de la economía y composición del
producto generado, así como en las estructuras de precios re-
lativos que registren cada uno de ellos. Cuestión que no tiene
una solución estadística absoluta y que el análisis tiene por
tanto que aceptar como tal, bajo los términos de cautela en las
conclusiones analíticas que derivan de ello.
En particular, es importante tener en cuenta la necesidad de
estas reservas estadísticas cuando se extiende el análisis desde
los grandes agregados a otras categorías parciales. Así, por
ejemplo, la comparación entre dos sistemas económicos de los
coeficientes de inversión (definidos como relación porcentual
entre el valor de la inversión bruta y el total del producto bru-
to), no obstante que se trata de relaciones ya independientes
de las respectivas monedas nacionales, puede ser equívoca: un
coeficiente determinado para una economía en la que los bie-
nes de capital son relativamente caros (en comparación con
los bienes de consumo) tendría un significado real menor que
92 Pedro Vuskovié

el mismo coeficiente en una economía en laque esa relación


de precios fuera la inversa (bienes de inversión relativamente
baratos en comparación con los bienes y servicios de consumo).

4. OTRAS CUENTAS COMPLEMENTARIAS


36. Las cifras de las cuentas nacionales, según se ha descrito,
permiten identificar varios de los rasgos esenciales de un sis
tema económico: sobre el grado relativo o la intensidad de su
desarrollo, sus estructuras productivas, los términos de su de
pendencia externa, la significación de su proceso de acumula
ción, etc. Pero no obstante esa amplitud de información, los
límites de su contenido quedan definidos en lo esencial por
la relación directa con los flujos del producto y el ingreso y la
exclusión consiguiente de otras informaciones, que sin embargo
incluyen algunas muy importantes a los fines del análisis eco
nómico.
De ahí la conveniencia de considerar unas cuentas comple-
mentarias, encaminadas precisamente a preservar y presentar
informaciones básicas sobre otras áreas de interés especial. Es
el caso de dos ámbitos de particular importancia: la necesidad
de un registro más pormenorizado de las transacciones econó-
micas externas, que asume convencionalmente la forma de las
cuentas de balanza de pagos; y la de un registro más amplio
de las transacciones financieras, de modo que se incluyan otras
que no se corresponden directamente con el flujo producti-
vo, que asume convencionalmente la forma de unos esquemas
de flujos financieros (o de fuentes y usos de fondos).
37. La balanza de pagos constituye la fuente principal de in
formación básica para los registros que permiten construir la
cuenta del sector externo del sistema de cuentas nacionales, y
a la vez una cuenta complementaria de ellas, que recoje un
detalle considerablemente mayor de las transacciones econó-
micas externas.
Las definiciones de la balanza de pagos que se proponen
suelen expresarse tanto en términos generales como en formas
más precisas. Por ejemplo, de modo general: "la balanza de
pagos de un país puede definirse, tentativamente, como el re-
gistro sistemático de las transacciones económicas ocurridas
III. Mediciones y cuentas del producto 93

durante un periodo determinado entre los residentes del país


y los residentes del resto del mundo". O bien, en términos más
rigurosos: "La balanza de pagos es un sistema de cuentas que
comprende un periodo dado y cuyo propósito es registrar sis-
temáticamente: a) las corrientes de recursos reales, incluyendo
los servicios de los factores de producción originales entre la
economía interna y el resto del mundo; b) los cambior en los
activos y pasivos sobre el extranjero de un país derivados de
transacciones económicas, y c) los pagos de transferencias que
constituyen la contrapartida de recursos reales o de créditos
financieros que la economía interna suministra a, o recibe del
resto del mundo sin ningún quid pro quo" (Manual de la Ba-
lanza de Pagos, Fondo Monetario Internacional).
Aunque los principios del registro son similares a los de las
cuentas nacionales, el cómputo de la balanza de pagos plantea
diversos problemas particulares que lo constituyen en un cam-
po de necesaria especialización estadística. A continuación se
reseña, con propósitos ilustrativos, algunos de esos problemas
específicos.

i) Sobre la definición de "residentes":


El "resto del mundo" se usa para expresar el conjunto de extran-
jeros, en la misma forma que "economía interna" se usa para
definir el conjunto de residentes: ninguno de ambos términos
implica la acepción territorial. Por lo tanto, la balanza de pagos
puede definirse optativamente como "un registro sistemático
de las transacciones entre la economía interna y el resto del
mundo" (extractos del Manual).
En otras palabras, los registros de la balanza de pagos se
corresponderían directamente con la definición nacional del
producto y del ingreso y no con su expresión geográfica, lo
cual no excluye la necesidad de definir con mayor precisión
las diversas categorías de residentes. Así, se requiere precisar
el significado de la categoría individuos residentes (definicio-
nes, por ejemplo, sobre miembros de personal diplomático,
estudiantes, etc.); y la categoría instituciones residentes (orga-
nismos gubernamentales, organismos internacionales, defini-
ciones sobre empresas extranjeras, sucursales y subsidiarias).
94 Pedro Vusković

ii) Transacciones imputadas:


A este respecto, las definiciones contenidas en el Manual reco-
nocen que: "Al igual que las otras cuentas sociales, la balanza
de pagos incluye (aunque en menor escala) cierto número de
transacciones imputadas [...]"
Un caso extremo que ilustra estas imputaciones es el relativo
a edificios de las embajadas: "como regla general, los activos
situados en un país se incluyen, en las cuentas nacionales, en
el cómputo de la formación interna de capital [...] cuando di-
chos activos pertenecen a no residentes, se considera que existe
una deuda financiera en cuenta de capital [...] Las ganancias
no distribuidas de las empresas de inversión directa consti-
tuyen un caso especial de transacciones imputadas. Las utili-
dades de las sucursales de dichas empresas, situadas en un
país distinto del de la casa matriz, se incluyen en la balanza
de pagos. Es necesario hacerlo, ya sea que se verifique o no
una transferencia real de utilidades de un país a otro, porque
las ganancias de las sucursales se abonan automáticamente a
la casa matriz [...]"

iii) Criterios de valuación:


De acuerdo con el Manual, "la base de la valuación es f.o.b.
aduana fronteriza del país exportador, tanto para las exporta-
ciones como para las importaciones [... J [lo cual] permite la
compensación de datos entre los países copartícipes en el in-
tercambio comercial".
iv) El tratamiento de las transacciones de oro:
Los problemas a este respecto surgen por la doble condición
del oro como mercancía y como medio de pago. La decisión
convencional se define en los siguientes términos:
Las reservas internacionales pueden mantenerse ya sea en oro o en divi-
sas extranjeras; por consiguiente, el oro que se encuentra en manos de
instituciones monetarias se considera en la balanza de pagos como si fuese
activo sobre el extranjero. En circunstancias normales, el oro en manos
de entidades privadas, como minas e industrias del oro, se asemeja a una
mercancía, aunque ocasionalmente podría ser atesorado por razones si-
III. Mediciones y cuentas del producto 95

muarés a aquellas que causan las fugas de capital. Convencionalmente, sin


embargo, la clasificación de las transacciones de oro en la balanza de pagos se
basa enteramente en un criterio institucional. Todas las transacciones en oro
efectuadas por las instituciones monetarias, ya sea con otros residentes o con
extranjeros, se registran en la cuenta de capital como cambios en las tenen-
cias de oro monetario y, todas las transacciones en oro realizadas por los
sectores no monetarios, ya sea con los sectores monetarios o con extranjeros,
se registran en la cuenta de bienes y servicios como si se tratase de oro no
monetario, el cual se asemeja a una mercancía [...]

Los cuadros finales en que se expresan los registros de ba-


lanza de pagos suelen presentarse con dos columnas, para los
créditos y débitos, y dividirse en tres partes: la primera, con
los registros que corresponden a Bienes y Servicios y Pagos
de Transferencia; la segunda, para los registros correspondien-
tes a Movimiento de Capital y Oro Monetario; y la tercera,
como conciliación de las anteriores. En presentaciones más re-
sumidas y simplificadas, suelen mostrarse (con signo positivo
o negativo, según corresponda y en sustitución de las colum-
nas de crédito y débito, los valores de las exportaciones (f.o.b.),
de las importaciones (c.i.f.) y de otros servicios netos, cuyo
saldo determina el balance comercial; este último, corregido
según el monto de los pagos netos de utilidades e intereses
determina el balance en cuenta corriente, y a su vez éste, mo-
dificado según el movimiento neto de capitales determina el
balance de pagos antes de la compensación. Por ejemplo, como
ilustración numérica de esa presentación simplificada, las ci-
fras siguientes corresponden a la balanza de pagos del conjunto
de América Latina para 1974, con valores expresados en mi-
llones de dólares (tomadas de CEPAL, El desarrollo latino-
americano y la coyuntura internacional, mimeo, febrero de
1975):
Exportaciones (f.o.b.) 44 030
Importaciones (c.i.f.) —43 110
Otros servicios netos 1614
Balance comercial 2 534
Pagos netos de utilidades e intereses — 9 240
Balance en cuenta corriente — 6 706
Movimiento neto de capitales 9 794
Balance de pagos antes de la compensación 3 088
96 Pedio Vusković

En el Manual, las partidas principales que se definen son las si-


guientes:
I. Parte. A. Bienes y Servicios: 1. Mercancías; 2. Oro no mo-
netario; 3. Fletesy Seguros;4. Transportes diversos; 5.
Viajes; 6. Ingresos provenientes de inversiones; 7.
Transacciones del gobierno no incluidas en otras parti-
das; 8. Servicios diversos. B. Pagos de transferencia: 9.
De carácter privado; 10. Gobierno central.
II. Parte. C. Capital y Oro Monetario: 11. Privado a largo plazo;
12. Privado a corto plazo; 13. Gobiernos locales; 14.
Gobierno central; 15. Instituciones monetarias centra-
les; 16. Instituciones monetarias diversas.
III. Parte. Partidas de conciliación (con indicación de créditos
y débitos): 17. Bienes y Servicios; 18. Pagos de trans-
ferencia; 19. Activos sobre el extranjero y oro mo-
netario; 20. Pasivos sobre el extranjero; 21. Total de
transacciones netas; 22. Errores y omisiones; 23. Tota-
les.
Finalmente, como ilustración de una presentación más por-
menorizada de los componentes de la balanza de pagos, se recoge
en el cuadro siguiente una presentación de la CEP AL sobre la ba-
lanza de pagos de México con cifras preliminares para 1980
(tomado de Notas para el Estudio Económico de América Lati-
na, 1980, CEP AL, mimeo, abril de 1981):

México: Balance de pagos (Mi-


llones de dólares)

Saldo de la cuenta comente - 6 597


Exportaciones de bienes y servicios 23 571
Bienes f .o.b. 16 152
Servicios 7 419
Maquila 773
Transportes diversos 450
Viajes 5 331
Turismo 1670
Transacciones fronterizas 3 661
Otros servicios 865
Importaciones de bienes y servicios 25 596
Bienes f.o.b. 18 634
Servicios 6 962
Transportes y seguros 1 714
Viajes 4 067
Turismo 1011
Transacciones fronterizas 3 056
Otros servicios 1 181
Pagos netos de utilidades e intereses 4 839
Utilidades (neto) - 518
Intereses 5 357
Transferencias 267
Financiamiento neto extemo 6 597
Capital de largo plazo 6 182
Inversión extranjera directa 953
Pasivos con el exterior de i.e.d. (neto) 1096
Sector público (neto) 4 059
Disposiciones 7 771
Amortizaciones - 3 723
Créditos concedidos al exterior (neto) 11
Sector privado nacional (neto) 74
Pasivos con el exterior (neto) 191
Operaciones con valores (neto) - 117
Capital a corto plazo 2 359
Pasivos (neto) 4 422
Sector público (neto) 68
Sector privado (neto) 4 354
Activos (neto) - 2 063
Derechos Especiales de Giro 74
Errores y omisiones - 867
Reservas (- aumento) - 1 151

Fuente: CEPAL, sobre la base de datos del Banco de México, S. A.

38. Como se ha señalado, las cuentas del producto y el ingreso


incorporan sólo aquellos flujos financieros que constituyen
contrapartidas del flujo real. En consecuencia, no tienen en
cuenta aquellas transacciones propiamente financieras que no
representan generación de producto o ingreso. Es el caso, entre
otros, de las transacciones de valores mobiliarios -acciones,
bonos, etc.—; de la compra-venta de activos usados, o de re-
cursos productivos que no forman parte del capital existente
(la tierra, por ejemplo, o algunos "intangibles"); de los depósi-
tos, préstamos y crédito en general.
98 Pedro Vusković

Sin embargo, las transacciones de esta naturaleza forman


parte muy importante de los procesos de financiamiento del
funcionamiento y la reproducción del sistema. Las cuentas
del producto identifican los orígenes según entidades del aho-
rro neto, así como la magnitud global de las inversiones; pero
no permiten reconstruir su "trayectoria": cómo es que los
ahorros de las distintas entidades llegan a traducirse en inver-
sión real, cuáles son las "instancias intermedias" a través de las
cuales se enlazan los flujos financieros del ahorro con los flu-
jos reales de la inversión.
A este propósito obedecen otras cuentas complementarias,
conocidas bajo las denominaciones de esquemas de flujos de
fondos o de fuentes y usos de fondos.
Su punto de partida es la cuenta de ahorro e inversión que
forma parte de la contabilidad del producto y el ingreso, con
sus saldos correspondientes. Y su objetivo inmediato es ampliar
el registro con las informaciones sobre la utilización que cada
entidad hace de esos saldos y las modalidades principales que
asumen las transferencias financieras, lo que hace necesario
incorporar como entidad separada al sistema bancario (en su
conjunto o, en modelos más desagregados, separando banco
central y bancos comerciales).
No obstante numerosos tecnicismos del registro estadístico,
los principios básicos son simples. De modo general, los aho-
rros pueden aplicarse a dos finalidades: comprar activos o can-
celar obligaciones. Por su parte, las inversiones —como contra-
partida de los ahorros- constituyen unos activos que pueden
adquirirse de dos modos: cediendo otros activos equivalentes
o incurriendo en obligaciones.
En estas definiciones, los conceptos básicos de activos y
obligaciones tienen alcances a la vez muy amplios y precisos.
El concepto de activos se refiere tanto a activos reales (equi-
pos, edificios) como a activos financieros (dinero, depósitos,
acciones); en tanto que las obligaciones son siempre obligacio-
nes financieras.
Los activos financieros y las obligaciones constituyen los
instrumentos financieros. Y tales instrumentos representarán
siempre un activo para una entidad y una obligación para otra.
Por ejemplo: el dinero circulante constituye un activo finan-
ciero para quien lo posee y una obligación para la entidad
III. Mediciones y cuentas del producto 99

monetaria que lo emite; las acciones de una sociedad anónima,


un activo para sus tenedores y una obligación para la empresa
correspondiente.
Estos principios sirven de base a la construcción de las cuen-
tas financieras, que en lo esencial se proponen identificar las
fuentes de recursos financieros y los usos de los mismos; las
primeras, representadas de modo general por el ahorro y por
aumentos de las obligaciones, y los usos, por los aumentos de
activos o la disminución de obligaciones. Además, los mismos
principios son susceptibles de expresarse en una diversidad de
esquemas, según los propósitos que se tenga y los niveles
de que se trate.
Así, en el plano de la unidad productiva, asumen la forma
de una cuenta de flujos de fondos de las empresas. Su objetivo
es dar cuenta de la forma en que la empresa correspondiente
obtiene recursos financieros y la aplicación que hace de los
mismos. Sus fuentes de recursos suelen clasificarse en internas
-principalmente ganancias no distribuidas, reservas de depre-
ciación y otras reservas- y externas a la empresa -principal-
mente préstamos bancarios, otras formas de endeudamiento,
colocación de bonos y otras obligaciones. Y entre los usos de
fondos destacan particularmente la inversión bruta (adquisi-
ción de activos físicos productivos), los saldos en depósitos,
suscripción de bonos del gobierno y otras operaciones finan-
cieras similares.
En el plano más global, de la economía en su conjunto,
unos esquemas similares constituyen referencias estadísticas
muy importantes para el análisis del ciclo completo de los
excedentes económicos: dónde se generan y quiénes los oca-
sionan, quiénes se apropian de ellos, y quiénes los emplean y
con qué finalidades. La intermediación financiera desempeña,
en efecto, un papel decisivo en la cadena generación/apropia-
ción/uso del excedente, cuya identificación constituye un ele-
mento muy importante del análisis económico y un antece-
dente fundamental para la definición de políticas.
También en un plano global, se construyen esquemas simi-
lares para la descripción del funcionamiento monetario del
sistema económico; en particular, el tipo de acciones econó-
micas que representan expansión de los medios de pagos en
sus diversos componentes (dinero, crédito, otras formas) y las
100 Pedro Vusković

que tienen por resultado absorción de los mismos. Como ilus-


tración de éstos, se transcribe el cuadro siguiente relativo al
balance monetario de la economía mexicana en años recientes
(tomado de México: Notas para el Estudio Económico de
América Latina, 1980, CEP AL, mimeo, abril de 1981).

México: Balance Monetario


Ilustración de un esquema descriptivo de los flujos monetarios

Saldos a fines de año en


miles de millones de pesos
1977 1978 1979 1980a
Dinero 196 260 346 461
Efectivo en poder del público 89 115 150 200
Depósitos en cuenta corriente 107 145 196 261
Factores de expansión 927 1 140 1 513 2 053
Reservas internacionales netas 39 52 70 92
Crédito interno 868 1096 1443 1961
Gobiernob 368 410 539 703
Instituciones públicas 201 241 290 377
Sector privado 319 445 614 881
Factores de absorción 731 888 1167 1592
Moneda nacional 345 472 629 924
Cuasidineroc 116 165 232
Instrumentos a plazod 237 297 429
Obligaciones diversas 119 169 263
Moneda extranjera 422 461 591 753
Cuasidineroe 26 38 53
Instrumentos a plazod 61 102 138
Obligaciones externas de largo plazo 316 380 478
Otras obligaciones 58 71 84
Otras cuentas netas -36 -45 -53 -85
a
Cifras preliminares.
b
Incluye el Gobierno Federal, los gobiernos estatales y municipales y el Departa-
mento del Distrito Federal.
c
Incluye instrumentos a plazo inferior a tres meses.
d
Incluye instrumentos a plazo de tres meses o más.
e
Incluye instrumentos a plazo inferior a tres meses, además de cuenta de cheques
en moneda extranjera.
Fuente: CEPAL, sobre la base de cifras del banco de México, S. A.
IV. INDICADORES DE LA DISTRIBUCIÓN
DEL INGRESO Y EL NIVEL DE VIDA

1. LAS MEDICIONES ESTADÍSTICAS DE LA


DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO

39. Los instrumentos estadísticos reseñados contribuyen a-


sustentar el análisis de la disponibilidad de factores producti-
vos, del proceso de producción que ellos generan y del flujo
de bienes finales en que culmina ese proceso.
Entre muchas otras aplicaciones, esos instrumentos permi-
ten evaluar la eficacia técnica del funcionamiento del siste-
ma económico. Pero resultan insuficientes para la evaluación
aún más importante de su eficacia social; es decir, a quiénes
sirve y con qué propósitos.
A estos últimos requerimientos del análisis responden los
indicadores estadísticos que tienen que ver con la distribución
del ingreso y con las condiciones de vida de la población. Se
trata de aspectos muy importantes no sólo por su significación
social, sino también por su contenido económico estricto, en
tanto la distribución envuelve a su vez efectos sobre los térmi-
nos de funcionamiento del sistema. Una doble perspectiva —de
resultado y de condicionante— que acrecienta el interés que
ofrecen los análisis de la distribución del ingreso y sus conse-
cuencias.
De hecho, el esfuerzo estadístico encaminado a establecer
mediciones de la distribución del ingreso ha venido amplián-
dose progresivamente, hasta constituirse en un complemento
indispensable de las cuentas nacionales. En su momento, la
consideración de los rasgos distributivos y sus tendencias mo-
tivó la diferenciación entre los conceptos de "crecimiento" y
101
102 Pedro Vusković

"desarrollo" (sugiriéndose que podían darse situaciones de


"crecimiento" que no llevaran consigo "desarrollo", en tanto
no se acompañaran de procesos de diseminación de los frutos
del crecimiento a las amplias capas de la población); y ha se-
guido sustentando otros ámbitos de análisis, incluidas sus rela-
ciones con las estructuras productivas y la propia dinámica de
la expansión económica.
Por su parte, el proceso estadístico en el campo de la medi-
ción de las condiciones de vida ha recibido nuevos impulsos
desde que se extendieron los conceptos de "extrema pobreza"
y "necesidades básicas" como categorías analíticas en la discu-
sión de las políticas nacionales e internacionales.
El instrumental estadístico y la disposición consiguiente de
información básica se han enriquecido en consonancia con el
interés atribuido a esos análisis. Así, es frecuente que se em-
plee hoy día una variedad de indicadores de la distribución del
ingreso que ilustran sobre su grado de concentración global, o
según categorías de "perceptores" de ingreso, o según niveles
u otros criterios.
El empleo de unos u otros depende del tipo de sociedad de
que se trate -particularmente por la necesidad de emplear cri-
terios básicos distintos según se trate de economías capitalistas
o socialistas— y de la finalidad específica del análisis corres-
pondiente. Con frecuencia, la selección no es excluyente y de
hecho los diversos indicadores se complementan ofreciendo
información adicional desde otros ángulos de consideración.
40. Las mediciones requieren además que se precisen algu-
nas categorías básicas de referencia, tanto respecto de los per-
ceptores como de las fuentes de ingreso que serán tenidas en
cuenta. En efecto, las cifras básicas pueden referirse a los indi-
viduos o a la familia como la unidad perceptora; y los ingresos
que se tomen en cuenta pueden incluir o excluir una variedad
de componentes.
Una buena ilustración del tipo de precisiones necesarias se
encuentra en los siguientes extractos de un texto sobre la dis-
tribución del ingreso en Argentina (se trata de la investigación
"Income Distribution in a Developing Country; the Argentinian
case", de Enrique, M. Ganuza, Universidad de Estocolmo, De-
partamento de Economía, julio de 1974, mimeo.):
IV. Indicadores de la distribución del ingreso 103

Debemos formular algunas reservas sobre la información estadística que


hemos utilizado. Analizamos la distribución del ingreso disponible. Esto
implica que, en relación con el producto interno bruto, no hemos con-
siderado la depreciación, las ganancias no distribuidas, los impuestos di-
rectos de las empresas, ni los ingresos de factores productivos radicados
en el exterior; de otra parte, no hemos tenido en cuenta las transferen-
cias del sector público a los particulares.
Por otro lado, las cifras se refieren a los ingresos corrientes, lo que quiere
decir que no hemos reconocido ni ganancias ni pérdidas de capital. Hay
opiniones diferentes sobre la importancia relativa de estos factores; pero
teniendo en cuenta el proceso inflacionario y la estructura de tenencia
de la tierra de la economía argentina, parece razonable presumir que el
análisis adolecerá por ello de ciertas deficiencias.
Las ganancias retenidas por las sociedades anónimas no se han compu-
tado.
Ésta es una omisión importante debido a la importancia creciente
tanto de las sociedades anónimas como de las ganancias que ellas retie-
nen.
Los ingresos no monetarios, ingresos en especie, fueron estimados
sólo para el sector agrícola; fue imposible obtener información para otros
sectores.
Tampoco fue posible tener estimaciones sobre las rentas de la pro-
piedad. En un país como Argentina este hecho implica una subvalora-
ción considerable de la posición de los grupos de más alto ingreso. La
depreciación se computó sobre la base de los costos originales, lo cual
implica, en una economía altamente inflacionaria, una subvaluación de
los costos reales de producción.
Por último, fue imposible estimar la disponibilidad de préstamos, fac-
tor de la mayor importancia cuando se considera la oferta total de fon-
dos para los empresarios. Los cambios en la disponibilidad de préstamos
representan cambios en el libre manejo de los ingresos propios y, de este
modo, constituyen también un factor a considerar en el análisis de la
distribución del ingreso [...]

Además, el análisis se refiere separadamente a la "distribu-


ción del ingreso considerando a la familia como unidad de
análisis" y a la "distribución del ingreso considerando a los
perceptores individuales como unidad de análisis". Diferencia-
ción respecto a la cual se concluye en el mismo trabajo que
"las desigualdades en la distribución del ingreso se acentúan
aún más cuando el análisis se refiere a los individuos en lugar
de referirse a las familias como la unidad básica de ingreso"
(situación que se explica probablemente porque en el caso de
las familias más pobres tiende a ser mayor el número de miem-
bros del grupo familiar que procuran obtener algún ingreso
adicional al del jefe de familia).
104 Pedro Vusković

en una sola medición el grado de concentración en la distri-


bución del ingreso, es decir, el grado de desigualdad en el con-
junto de la sociedad.
De modo general, en las economías capitalistas la medida
de distribución de esta naturaleza de uso más frecuente es el
coeficiente de Gini. Su base estadística radica en una compa-
ración entre lo que constituiría una situación hipotética extre-
ma de "igualdad perfecta", en la que todos los perceptores
tuvieran el mismo ingreso, y la situación real de una sociedad
determinada en un periodo determinado. A estos efectos, se
supone un ordenamiento de los perceptores desde los más po-
bres hasta los más ricos y la medición del porcentaje del ingreso
total que perciben determinados porcentajes acumulados de
perceptores: en la situación de igualdad perfecta, esa relación
quedaría representada por una recta entre los extremos de cero
perceptores y cero ingreso y del 100% de los perceptores con
el 100% del ingreso (la linea de equidistríbución); en la situa-
ción real, la relación tiende a asumir la forma de la función
conocida como curva de Lorenz, por debajo de la recta (véase
la Gráfica adjunta). De este modo, se determina el coeficiente
de Gini como cociente entre el área que queda entre la curva
de Lorenz y la diagonal (área A de la Gráfica) y el área total
bajo la diagonal que definiría igualdad perfecta (área A más
área B de la Gráfica).
100

Proporción
del ingreso

distribución real

0 25 50 75 100
Proporción de receptores
IV. Indicadores de la distribución del ingreso 105

Así definido, el valor numérico del coeficiente de Gini ten-


derá a cero a medida que la distribución del ingreso se aproxi-
ma a una situación de "igualdad perfecta", y su límite superior
es 1, valor al que tiende a aproximarse a medida que la distri-
bución se hace más concentrada.
Por su misma globalidad, una medición de esta naturaleza
no da cuenta de los rasgos determinantes de la desigualdad; y
un mismo coeficiente puede corresponder a características
marcadamente diferentes. De igual modo, estas mediciones de
la desigualdad y de la participación en el ingreso no pueden
usarse como indicación de si "los pobres se están haciendo
más pobres" o "los ricos se están haciendo más ricos". A lo
más, las proporciones detalladas de ingreso indican si los seg-
mentos correspondientes de la distribución han ganado o per-
dido en relación con otros segmentos. Por ejemplo, "la pro-
porción recibida por el tramo inferior al 10% de las familias
en un país determinado puede caer de 6 a 4%, pero el nivel
absoluto de ingreso de esas familias puede al mismo tiempo
haberse duplicado" (Richard Weisskoff, "Income Distribu-
tion and economic growth in Puerto Rico, Argentina and Mé-
xico, en Income Distribution in Latín America, selección de
Alejandro Foxley, Cambridge University Press, 1975).
Dicho de manera muy general, la curva de Lorenz (o Pareto)
vendría a corresponderse, desde este ángulo particular de la
distribución del ingreso, con los rasgos de una sociedad en la
que hay muchos pobres muy pobres y pocos ricos muy ricos.
Una situación que puede asimilársela, efectivamente, a una
sociedad capitalista; pero que no respondería igualmente a
una sociedad socialista, que más bien se caracterizaría por la
existencia de pocos pobres muy pobres y pocos ricos muy ri-
cos, mientras la mayor parte de la población se situaría en los
tramos intemedios de ingreso.
De ahí que mediciones como la definida por el coeficiente
de Gini no sean aplicables a una economía socialista, cuya si-
tuación distributiva quedaría mejor descrita asociando la in-
formación básica a una curva normal. Los siguientes párrafos,
referentes a este ámbito de análisis estadístico en la Unión So-
viética, dan cuenta efectivamente de las categorías estadísticas
que allí se emplean, a la vez que informan sobre la atención
que se viene prestando a este tema en los países socialistas:
106 Pedro Vusković

La información sobre la distribución de la población según el nivel de


los ingresos permite evaluar el grado de diferenciación de los ingresos,
poner de manifiesto la cantidad y las partes de los grupos bajos o alta-
mente remunerados de la población, de los trabajadores de bajo o alto
salario por su trabajo, y asimismo de la posibilidad, con conocimiento
del asunto, de tomar decisiones acerca de importantes medidas socioeco-
nómicas, así como el aumento de las magnitudes mínimas de los pagos
por el trabajo, del mínimo de los retiros, pensiones, etc. En muchos ca-
sos, los datos sobre la distribución de la población, según el nivel de los
ingresos, se presenta como el punto de partida de la elaboración de los mo-
delos de planificación del consumo y de la demanda, de la determinación
de la cantidad de dinero necesaria para la circulación, etc. Además, al
problema del modelaje de la distribución de los ingresos en estos últimos
años se le dedica, entre otros, una gran atención [. ..] Los datos de ba-
lances completamente confiables tan sólo existen acerca de la distribu-
ción de los obreros y empleados según los tamaños de sus sueldos o sa-
larios, cuya fuente es la contabilidad en masa realizada generalmente una
vez cada dos años. La estadística presupuestal suministra anualmente los
materiales acerca de la distribución de los obreros de la industria y de
los Koljosianos según el nivel del ingreso individual conjunto. Pero estos
materiales no son suficientemente representativos. Dos investigaciones
selectivas, más amplias, de los ingresos de los obreros y empleados de
ramas no agropecuarias, fueron realizadas en los años 1958 y 1967, pero
pueden contribuir poco para complementar la estadística presupuestal.
Además, aun para formar una información de balance sobre la distribución
de los ingresos, se necesitaría efectuar un gran trabajo de investigación de
contabilidad y experimental [...]
[...] el primer problema que es necesario resolver en la elaboración del
modelo estadístico-matemático de la distribución de los ingresos es la
elección de la forma de la curva de distribución [...] [.. .] El conocido
economista polaco O. Lange, generalizando los trabajos de muchos esta-
distas y econometristas, incluida una serie de investigaciones realizadas
en países socialistas, señaló el hecho de que en un grupo social uniforme
debe existir la tendencia a la distribución de los ingresos según la ley
normal o logarítmicamente normal, y destaca así que la regularidad de
los ingresos se vuelve predominante en la sociedad socialista.
La premisa de O. Lange ha sido comprobada por nosotros sobre nume-
rosos materiales [...] La comprobación ha demostrado una buena con-
cordancia de las series empíricas de distribución investigadas con la ley
logarítmicamente normal de distribución [. ..] El significado del criterio
señalado (en el caso dado del criterio de Pearson — X2 ) consiste en que
cuanto más se acerca su magnitud a uno, tanto mayor es la concordancia
de las series empírica y teórica. Altos significados de X2 confirman, en
nuestro caso, la premisa formulada más arriba sobre el hecho de que la
distribución de los obreros y empleados en la URSS, según el pago por
el trabajo, está supeditada a la ley logarítmicamente normal [...] [...] En
el capitalismo, la distribución, según el costo de la fuerza de
IV. Indicadores de la distribución del ingreso 107

trabajo y según el capital, que presuponen la existencia de ingresos no


laborales y la posibilidad de la apropiación por parte de individuos de
enormes masas de plusvalía, conduce a una diferenciación muy grande
de los ingresos.
La serie de distribución a la población, según el nivel de ingresos, se ca-
racteriza así por la concentración de un gran número de individuos (fa-
milias) con bajos ingresos en su parte izquierda y un pequeño número
de individuos con ingresos extraordinariamente altos en la parte derecha.
Esta parte de la serie, en su forma analítica, puede expresarse aproxima-
damente por la hipótesis del tipo y = A x-∞, la cual ha recibido el nombre
de "curva de Pareto", por el nombre del economista italiano que descu-
brió la correspondiente regularidad.
Bajo las condiciones del socialismo se elimina la posibilidad de la obten-
ción de ingresos no laborales, lo cual limita, de una manera bastante sig-
nificativa, los marcos de diferenciación de los ingresos. El principio so-
cialista de la distribución según la cantidad y calidad del trabajo conduce
inevitablemente al hecho de que la distribución de la población según el
nivel de ingresos, desde el punto de vista de las características estadístico-
matemáticas, tiene una tendencia general hacia la ley logarítmicamente
normal de distribución [....]
[. ..] En nuestras condiciones, cuando la distribución de los ingresos tie-
ne una asimetría del lado derecho, el modo es más pequeño que la me-
diana, la que a su vez es más pequeña que la promedio. De ahí resulta
que el ingreso modal, en primer lugar, sea un ingreso más alto del que
tienen ingresos estables más de la mitad de la población y, en segundo
lugar, es el más extendido, el más típico ingreso por su magnitud. Pre-
cisamente por esto, él puede reconocerse como el ingreso que corresponde
a las necesidades requeridas [. ..] (Vadim N. Kirichenko, ¿ai bases cientí-
ficas del pronóstico económico, tomo III, La Habana, Cuba, Editorial de
Ciencias Sociales, 1980).

42. Otras mediciones, menos agregadas, se proponen caracte-


rizar la distribución del ingreso atendiendo a las proporciones
de reparto del ingreso total según determinadas categorías de
perceptores. La más usual de ellas se refiere a la distribución
funcional del ingreso: entre remuneración del capital y remu-
neración del trabajo, entre propietarios-empresarios y asala-
riados (referida desde luego a sociedades capitalistas).
Como ilustración del significado de la distribución "funcio-
nal", y de modo general de la naturaleza de los análisis sobre
la distribución del ingreso, resulta apropiado recoger extractos
de unas anotaciones metodológicas introductorias contenidas
en un trabajo reciente de Gerardo Aceituno ("La distribución
del ingreso en Chile: 1973-1977", inédito, borrador para dis-
ensión):
108 Pedro Vusković

El análisis de la distribución del ingreso se puede plantear a diferentes


niveles de abstracción. Una gruesa separación entre tales niveles nos lleva
a distinguir entre totalidades sociales "abstractas" -modo de produc-
ción, modo de producción capitalista— y totalidades sociales "concretas" -
formación social, coyuntura social.
A nivel de Modo de Producción, el problema de la distribución alcanza
lo que constituye su contenido fundamental: la naturaleza de la división
del producto, resultado éste del proceso de trabajo, entre consumo so-
cialmente necesario y excedente, tal que permite la reproducción de la
base económica, de las relaciones sociales de producción y de la super-
estructura que en última instancia se le corresponde. A nivel de un Modo
de Producción particular, i. e. el Capitalista, el carácter específico de las
relaciones sociales de producción, en particular la conversión de la fuerza
de trabajo en mercancía, determinan que la forma que asume el proble-
ma de la división del producto sea la distribución del valor creado. El
cual resulta del proceso de producción, entendido como un proceso de
trabajo y en forma simultánea como un proceso de valorización. Y que
se reparte entre el valor creado por la fuerza de trabajo para sí, capital
variable, y el valor creado por la fuerza de trabajo para el capitalista,
plusvalía. La distribución del valor queda entonces adecuadamente re-
presentada a través de la denominada "tasa de plusvalía", o la relación
de plusvalía a capital variable. La naturaleza de dicha relación resulta de
las relaciones sociales de producción y distribución capitalistas, y su
magnitud cuantitativa está determinada en lo mediato por el desarrollo
de las fuerzas productivas y en lo inmediato por la lucha de clases, entre
capitalistas y asalariados, para el nivel de abstracción postulado. A me-
nor nivel de abstracción, i. e. aquel ligado a totalidades sociales concre-
tas, Formación Social Capitalista, Coyuntura Social Capitalista, la
forma que asume el problema de la distribución del valor o la percepción
inmediata que de él hacemos y por lo tanto aparencial es el de la distri-
bución del ingreso. Las categorías funcionales que participan en dicha
distribución son ganancias y salarios. Categorías que nos brindan las
Cuentas Nacionales y que constituyen una transfiguración de los con-
ceptos de plusvalía y capital variable [. . .]
Al interior de una Formación Social de Capitalismo atrasado, la distribu-
ción del ingreso expresa movimientos tendenciales de largo plazo, deter-
minados por el desarrollo de las fuerzas productivas y más específica-
mente por las modalidades que va asumiendo el patrón de desarrollo y
acumulación capitalistas. Sin embargo, toda vez que [. ..] las condicio-
nes estructurales posibilitan que un determinado conjunto de clases, o
fracciones de clases, puedan implementar desde el poder, o sea utilizando
los mecanismos del Estado, un conjunto de políticas económicas que las
beneficie en primera instancia (M. Peralta, Etapas de acumulación y
alianzas de clases en Argentina, Siglo XXI Editores), entonces la distri-
bución del ingreso no constituye un mero residuo mecánico en la base
económica, sino que a la vez es objeto de manipulación por las relaciones
de poder establecidas [....] [. . .] la importancia de analizar la distribu-
ción del ingreso [. . .] radica
IV. Indicadores de la distribución del ingreso 109

en que tal distribución del ingreso es consecuencia de la intervención


del Aparato del Estado, a través de un determinado papel instrumental
de política económica, sobre el funcionamiento de la economía. En tal
sentido es un adecuado reflejo del régimen político imperante y délos
intereses de clase que se corresponden con la particular alianza de frac-
ciones de clases sobre el cual se sustenta. De otra parte [. . .] determina
las modalidades de proceso de producción y reproducción, vale decir,
las formas que asume el proceso de acumulación del capital en su con-
junto. En síntesis se constituye en el hilo conductor entre la coyuntura
económica y la coyuntura política.

De modo similar al anterior, se define también una distribu-


ción sectorial del ingreso, que informa sobre cómo se reparte
el ingreso total entre los factores productivos empleados en
los distintos sectores de actividad económica.
En los análisis correspondientes, es frecuente que se asimi-
len esas cuotas de participación sectorial a las diferencias en
los niveles de productividad de la mano de obra entre los mis-
mos sectores, sin desconocer una incidencia —relativamente
menor- de la estructura de precios relativos y sus cambios.
Hasta hace algún tiempo, en los trabajos analíticos sobre las
economías latinoamericanas se suponía que los grados de des-
igualdad eran mayores en la distribución del ingreso rural que
en la del ingreso urbano, con lo cual se esperaba una tendencia
automática al mejoramiento de la distribución global en la
medida que las actividades urbanas cobraran mayor importan-
cia relativa. Las investigaciones empíricas posteriores mostra-
ron sin embargo: i) que las diferencias sustanciales de produc-
tividad se registran no sólo entre sectores, sino también entre
estratos en el interior de cada sector (incluidas actividades ur-
banas, como la manufactura artesanal, que a veces registran
"productividades" incluso inferiores a la agricultura); y ii) que
el reparto entre factores productivos en algunas actividades
urbanas pueden ser más desigual que en las propias activida-
des rurales.
En cualquier caso, un "cruce" de la distribución funcional
con la sectorial puede ser muy significativo; y las mismas con-
sideraciones pueden extenderse a expresiones de la distribución
regional del ingreso.
Las mediciones de la desigualdad global y de la distribución
funcional y regional del ingreso se complementan, enrique-
ciendo notoriamente las posibilidades del análisis, mediante
110 Pedro Vusković

las mediciones estadísticas de la distribución del ingreso por


niveles.
Los extractos que se presentan a continuación sintetizan
bien la fundamentación de esta forma de caracterizar la dis-
tribución del ingreso y constituyen a la vez una ilustración su-
gerente del tipo de consideraciones que puede sustentarse en
estas mediciones:

Las medidas clásicas de la distribución del ingreso, con toda su conve-


niencia y concisión, no hacen justicia a la amplitud y riqueza de la in-
formación que subyace en su construcción [. . .] son demasiado incom-
pletas y parciales [....] Una técnica de medición complementaria que
nos permite examinar el perfil descriptivo de todo el arreglo de la dis-
tribución es la comparación de las porciones del ingreso recibidas por
porciones iguales sucesivas de perceptores [...]
El efecto de la redistribución del ingreso en favor de las clases bajas
puede demostrarse simplemente con un experimento mental de trans-
ferencia directa del ingreso desde el 5% superior. ¿Cuánto debería dis-
minuir la participación en el ingreso —el nivel de vida— de ese 5% supe-
rior para que el nivel de vida del 40% se duplicara? En el caso del Perú
(1961) el 40% inferior recibe el 8% del ingreso, mientras que el 5% su-
perior recibe el 40%. La duplicación de la participación de la clase infe-
rior, para llegar al 16% del ingreso, reduciría sólo en 20% la participación
del estrato superior [...] (Richard Weisskoff y Adolfo Figueroa, "Exa-
men de las pirámides sociales: un estudio comparativo de la distribución
del ingreso en América Latina, en El Trimestre Económico, núm. 176).

Ejercicios similares se encuentran con mucha frecuencia en


los análisis del desarrollo latinoamericano, vinculados a veces
a las tasas de ahorro e inversión con los ingresos de los estratos
superiores de la distribución.
Convencionalmente, el ordenamiento referido se expresa
en términos de deciles de población, familias o perceptores,
así como de una variedad de subdivisiones o agrupaciones de
ellos: por ejemplo, el 5% de ingresos más altos, el 20% más
pobre, el 50% más pobre de la población, el 10% inmediata-
mente por debajo del 5% superior, los tramos intermedios que
agrupan al 70% de la población (excluido el 20% más pobre y
el 10% más rico).
Tales agrupaciones y subdivisiones facilitan una caracteriza-
ción más precisa de la distribución y su cotejo con otras situa-
ciones. O bien, con otra finalidad, ayudan a relacionar las ca-
IV. Indicadores de la distribución del ingreso 111

racterísticas de la distribución del ingreso con las estructuras


productivas (y los "mercados" para determinadas líneas de
producción).
Los siguientes extractos de uno de los estudios más cono-
cidos de la CEP AL en esta materia son especialmente ilustra-
tivos a esos respectos:
[...] La distribución del ingreso en los países industrializados de Occi-
dente puede describirse así: los ingresos mínimos son muy bajos, aun
excluyendo la cifra anormalmente baja registrada en Francia. En térmi-
nos relativos, sólo constituyen entre la décima y la quinta parte del pro-
medio nacional;en términos absolutos son mucho más altos en los Esta-
dos Unidos y en el Reino Unido que en otros países, pero en los demás
países industrializados no son mucho más altos que en América Latina.
De este mínimo bajo, sin embargo, el ingreso se eleva con rapidez. Excep-
tuando el Reino Unido, donde el mínimo es relativamente alto, el in-
greso medio en el segundo decil es el doble o más del mínimo. El incre-
mento relativo entre un decil y el siguiente tiende luego a declinar en los
países industrializados, hasta aumentar de nuevo marcadamente en la
cumbre. En el tramo intermedio de la distribución los aumentos son, por
término medio, de menos de 30%, y en el grupo inmediatamente inferior
al tramo más alto (los deciles octavo y noveno) alcanzan a poco más de
20%. El aumento en la cumbre es grande: el ingreso medio en el decil
más alto tiende a doblar el del decil inmediatamente inferior. Existen,
por lo tanto, dos puntos focales de desigualdad en la distribución del
ingreso en los países industrializados. Los del tramo inferior son muy
pobres, no sólo respecto del promedio nacional sino también por compa-
ración con el ingreso percibido por los que están inmediatamente sobre
ellos en la escala. Segundo, los que se hallan en el tramo superior tienen
ingresos altos, tanto eñ relación con el promedio nacional como con los
ingresos de los que se hallan en los tramos inmediatamente inferiores a
ellos. La desigualdad en la amplia gama entre los dos extremos es mu-
cho menor. En América Latina la distribución es diferente. En términos
relativos los ingresos mínimos tienden a ser algo más altos, aunque son
más bajos en términos absolutos. Luego, los ingresos se elevan con algu-
na lentitud desde el mínimo. Aunque el aumento relativo es más grande
que en los deciles intermedios de la distribución, no se observa el alza
acusada desde el mínimo que caracteriza a los países industrializados.
En los deciles intermedios la tasa de incremento también es menor que
en los países industrializados. Pero en el grupo inmediatamente inferior
al tramo más alto, los ingresos comienzan a elevarse con mucha mayor
rapidez: aproximadamente un 40% de incremento entre un decil y otro,
es decir, el doble de la tasa que se observa para el mismo grupo en los
países industrializados. En la cumbre, el incremento es altísimo: en los
países industrializados el ingreso medio del decil más alto dobla al
del decil precedente, pero por término medio, en América Latina lo
triplica por lo menos.
112 Pedro Vusković

Así, en América Latina hay un solo foco de desigualdad, el que se halla


hacia la cumbre de la escala. En todos los tramos bajos y medios de la
distribución los ingresos se elevan con relativa lentitud. Pero, a partir
del séptimo decil, el alza se hace progresivamente más acusada, y la des-
igualdad llega a su punto máximo en el ingreso relativamente muy alto
de 5% que se halla en la cumbre de la distribución. (El ingreso medio de
dicho grupo casi triplica el de los grupos que se hallan en la mitad infe-
rior del decil más alto.)
Estas diferencias tienen grandes alcances sociales, políticos y económi-
cos, algunos de los cuales conviene señalar aquí. El significado de las di-
ferencias en la parte inferior de la distribución se aclara cuando se des-
criben los grupos sociales y económicos incluidos en este tramo. En los
países industrializados el grupo de ingresos muy bajos está formado,
principalmente, por lo que podrían llamarse "casos especiales". En ellos
predominan los ancianos, pero también hay desempleados transitorios,
enfermos, trabajadores muy jóvenes, etc. En Europa occidental casi la
mitad de los incluidos en el 1o y 2° deciles no son miembros activos de
la fuerza de trabajo. Si se consideran los ingresos familiares, los dos gru-
pos más numerosos en el tramo inferior de la distribución son los ancia-
nos y las familias .encabezadas por mujeres. El aumento muy rápido
desde el ingreso mínimo en los países industrializados refleja primordial-
mente el paso de estos casos especiales a los miembros normales de la
fuerza de trabajo. Incluso los ingresos más bajos percibidos por los miem-
bros activos y con jornada completa de la fuerza de trabajo tienden a ser
marcadamente más altos que el ingreso mínimo.
En América Latina, en cambio, el ingreso mínimo representa los ingre-
sos bajos percibidos por miembros activos de la fuerza de trabajo, prin-
cipalmente en las zonas rurales, pero también en algunos grandes grupos
urbanos. Estos grupos incluyen una proporción considerable de la pobla-
ción en la mayor parte de América Latina, de modo que no hay inte-
rrupción de continuidad, no habiendo paso de una a otra agrupación
económica en la parte inferior de la distribución. De ahí que no haya
alza acusada desde el nivel mínimo del ingreso. Cabe subrayar dos efec-
tos de esta situación. Primero, en los países industrializados la percep-
ción de un ingreso muy bajo no constituye, por lo general, una situación
permanente. En muchos casos, los individuos han percibido ingresos
muy superiores en años anteriores, y suelen tener ahorros o haber acu-
mulado bienes de consumo duraderos o semiduraderos, que elevan su
nivel real de vida por encima de lo que indica su ingreso. En el peor de
los casos, perciben el nivel mínimo de ingreso sólo durante un periodo
de su vida, y sus hijos probablemente podrán aspirar a ingresos mucho
más altos.
No sucede así en América Latina. Los ingresos bajos generalmente re-
flejan una situación difícil de modificar para el individuo y probable-
mente también para sus hijos. Como tal, la falta de bienestar real es
mucho mayor que la que se experimenta con niveles mínimos de ingreso
en los países industrializados.
IV. Indicadores de la distribución del ingreso 113

Segundo, ya que la mayoría de las personas que forman los grupos de


ingresos muy bajos en los países industrializados son "casos especiales",
se las puede ayudar mediante programas de seguridad social o de bie-
nestar social: pensiones, prestaciones en casos de cesantía, enfermedad
y accidente, subsidios a mujeres con personas a cargo, etc. Pero como
en América Latina los muy pobres, generalmente, no son "casos espe-
ciales", la adopción de este tipo de programas hará poco o nada por ele-
var los niveles mínimos de ingreso. La mayoría de los que se hallan en
los tramos inferiores son miembros activos de la fuerza de trabajo y, por
lo tanto, no se hacen acreedores a prestaciones de esa índole. El grueso
de la población latinoamericana incluida en los tramos intermedios de la
distribución presenta dos rasgos distintivos: los ingresos de estos tramos
se elevan con relativa lentitud, y el grupo en su conjunto percibe una
parte mucho menor del ingreso total que el mismo grupo en los países
industrializados. Estas dos características tienen repercusiones económi-
cas de importancia.
La principal es la menor proporción del ingreso total que perciben estos
grupos, ya que limita las posibilidades de crear los mercados masivos
inherentes a niveles más altos de desarrollo [. ..]
Los mercados masivos sólo pueden existir para los productos que con-
sumen un gran número de personas (o para los bienes intermedios con
que se fabrican productos de este tipo). No pueden basarse en un número
pequeño de personas de ingresos más altos, ya que, a medida que los in-
gresos se elevan, los gastos tienden a diversificarse, en lugar de ampliarse
las compras de determinados artículos. Por esta razón, los mercados ma-
sivos casi nunca se apoyan en el grupo de ingresos altos, sino en el poder
de compra de la masa de la población.
Merece destacarse que esta dificultad persiste incluso al considerar a
América Latina en su conjunto. Suponiendo que se pudiese proporcio-
nar un solo mercado latinoamericano de tamaño global semejante al del
Reino Unido, por ejemplo, el mercado masivo potencial seguiría siendo
mucho menor. En el Reino Unido poco más de 50% del ingreso total se
halla en manos del 60% intermedio de la población, mientras que en Amé-
rica Latina este grupo sólo dispone aproximadamente de 35% del total.
[...] la gran discrepancia entre los niveles de ingreso en la cumbre de la
escala y en el resto de la población latinoamericana bien puede [...] no
alentar el ahorro. El ingreso medio del 5% de ingresos más altos es 10 a
15 veces más grande que el de las personas que se hallan en el punto
medio de la distribución, y casi 3 veces mayor que el del 5% inmediata-
mente inferior al tramo más alto. Con diferencias tan enormes, quizás
sea más probable que las modalidades de consumo se basen en estánda-
res diferentes y guarden poca relación entre sí. Y esto es lo que sucede.
Los grupos de ingresos bajos y medianos tienen modalidades de consumo
basadas en las costumbres y condiciones nacionales. El grupo en la cum-
bre toma en gran parte sus modalidades de consumo de los estándares
que prevalecen en los países industrializados avanzados. Así, el hecho de
que la desigualdad dé al grupo de ingresos altos muchos más ingresos que
a los grupos inferiores en la escala, no fomenta mucho
114 Pedro Vusković

el ahorro, ya que sus modalidades de consumo no tienen un nexo estre-


cho con las de los grupos de ingresos inferiores. El consumo del grupo
de ingresos más altos se ciñe a los estándares de los países industrializa-
dos, y los grupos latinoamericanos de ingresos altos no tienen ingresos
especialmente altos frente a los ingresos elevados de los países industria-
lizados [...]
Las repercusiones sociales de la concentración del ingreso tienen más
importancia. Las enormes diferencias de ingreso entre los que se hallan
en la cumbre de la escala y la masa de la población contribuyen mucho
a establecer marcadas diferencias de clase. Los que se hallan en la cumbre
pueden vivir en forma totalmente distinta de la que está al alcance del
grueso de la población. Se señaló antes que las modalidades de consumo
del grupo de ingresos más altos no se basan en estándares nacionales. A
esto se agrega que la gran disparidad de ingresos fomenta el uso de servi-
cios personales directos. El ingreso del 5% de ingresos más altos es (en
promedio) 15 veces superior al del tramo intermedio inferior de la dis-
tribución, y 25 veces superior al de la quinta parte más pobre de la po-
blación . Ésto permite que se mantengan servicios personales en mucho
mayor escala que en los países industrializados [...] [.. .] Existe alguna
variación de un país a otro, pero en general la posición relativa del 60%
intermedio de la población en América Latina es considerablemente
menos favorable de lo que indicaría el promedio nacional por sí solo, en
tanto que la posición relativa del 5% de ingresos más altos es mucho
mejor (véase la Gráfica VIII). Evidentemente, esto se debe a las dife-
rencias entre las distribuciones en América Latina y en los países indus-
trializados examinadas anteriormente [...] La variación de estos porcen-
tajes en cada país es considerable. En Argentina, por ejemplo, el 60%
intermedio de la población tiene un ingreso medio inferior a la mitad del
ingreso medio del mismo grupo en el Reino Unido, en tanto que el ingre-
so medio del 5% de ingresos más altos de Argentina equivale a 90% del
ingreso medio del 5% de ingresos más altos del Reino Unido. Por lo tan-
to, decir que el ingreso personal medio en Argentina es un 55% del in-
greso personal medio en el Reino Unido no refleja en absoluto las posi-
ciones de estos dos grupos de tanta importancia (CEPAL, La distribución
del ingreso en América Latina, Naciones Unidas, Nueva York, 1970).

43. Finalmente, otro ángulo también muy relevante desde el


cual evaluar las situaciones distributivas se refiere a la distribu-
ción del ingreso según categorías socioeconómicas.
Como se ha dicho con razón, "la mayoría de los estudios
empíricos de la distribución del ingreso han tratado de resu-
mir en forma numérica toda la organización social de un país
en un solo índice (como el coeficiente de Gini), o mediante
una sola curva (como la curva de Lorenz). Estas medidas dis-
tributivas, a pesar de ser importantes, sólo nos dicen una parte
IV. Indicadores de la distribución del ingreso 115

de la historia: el grado total de concentración y la distancia


existente, en términos monetarios, entre los deciles superiores
y los inferiores. Para retornar a la ciencia social, estas "cuentas
monetarias" deben transformarse en "cuentas sociales". De-
seamos saber quiénes se encuentran en la cima y quiénes en la
base de la pirámide de ingresos" (Weisskoff y Figueroa, op.
cit.).

CHILE: RASGOS DE LA DISTRIBUCIÓN


DEL INGRESO EN 1967

A: Distribución de la población perceptiva de ingresos por


estrato de ingreso y categoría ocupacional
(porcentajes)

Estrato de Trabajadores por


ingreso Empleadores cuenta propia Empleados Obreros

50% más pobre 2.7 52 4 11 1 72 7


30% intermedio 14.4 30.0 43.0 23.4
20% más rico 82.9 17.6 45.9 3.9

Total 100.0 100.0 100.0 100.0

B: Categoría ocupacional de los principales estratos de ingreso


(porcentajes)

Estrato de Trabajadores por


ingreso Empleadores cuenta propia Empleados Obreros Total
50% más pobre 0.1 24.1 5.7 70.1 100.0
30% intermedio 0.7 23.4 37.8 38.1 100.0
20% más rico 6.6 21.2 62.4 9.8 100.0

Convencionalmente, se definen para estos efectos unas cuan-


tas grandes categorías socioeconómicas: empleadores, trabaja-
dores por cuenta propia, asalariados [.. .]
116 Pedro Vusković

Esta forma de caracterización viene a constituir así una


suerte de desagregación de la distribución funcional del ingre-
so, acrecentando notoriamente las posibilidades del análisis
de su significado. De hecho, la mayor amplitud de análisis se
encuentra en las relaciones que pueden establecerse -mediante
tabulaciones cruzadas- entre los distintos conceptos que se
ha venido exponiendo. Así, por ejemplo, las cifras del Cuadro
adjunto, referidas a la sociedad chilena en 1967, relacionan
estratos de ingresos y categorías ocupacionales, ordenadas bajo
dos presentaciones que en conjunto sugieren unas conclu-
siones que no dejan de ser sorprendentes. Por su parte, los si-
guientes extractos dan cuenta de una "lectura" también muy
sugerente de las cifras disponibles para México, consideradas
desde el ángulo de la distribución del ingreso por niveles y se-
gún la condición rural o urbana de los grupos de población
correspondientes:

[. . .] puntos de interés: i) el 20% más pobre de la población (deciles


totales I y II) está compuesto, en su mayoría, por familias rurales y,
sólo en una pequeña proporción, por familias urbanas: dentro de estos
dos deciles de ingreso total se ubican el 34.8% de todas las familias ru-
rales, pero sólo el 10% de las familias urbanas [.. .] 2) En el otro extre-
mo de la distribución, es decir, en el 20% de la población de mayores
ingresos [.. .] la situación es claramente inversa: dentro de este grupo
están el 30.2% de las familias urbanas y solamente el 5.4% de las familias
rurales [...] 3) En los deciles medios de ingreso total tenemos una com-
posición rural-urbana claramente diferenciada [...] [.. .] clasificación
de los deciles totales por sector económico [...] el sector agrícola es
claramente el de menores ingresos, ya que los dos primeros deciles de
ingreso total se componen, en su mayoría, por familias agrícolas. A su
vez, podemos ver que casi el 90% de las familias agrícolas se encuentran
dentro de los primeros seis deciles de ingreso total y solamente el último
quintil agrícola se encuentra ubicado dentro del 20% de la población de
mayores ingresos [...]
[...] los campesinos de infrasubsistencia y subsistencia, así como los jor-
naleros agrícolas, conforman los primeros siete deciles rurales [...] los
empresarios agrícolas y pecuarios están agrupados en el quintil más alto de
ingreso agrícola [...]
[...] la evolución de la participación porcentual de cada decil en el ingreso
rural y urbano manifiesta los siguientes movimientos: 2) La participación de
los primeros seis deciles rurales decrece entre 19S8 y 1970 y, en cambio, la
participación de los tres deciles más altos aumenta considerablemente. Esto
parece mostrar una tendencia a la concentración de ingresos rurales [...] el
ingreso promedio del sector rural, que es 2.S4 veces mayor que el de 20%
más pobre de ese sector en 1958, pasa a ser
IV. Indicadores de la distribución del ingreso 117

3.63 veces mayor en 1970 y, cié ser 2.16 veces mayor que el 40% más
pobre, pasa a ser 2.70 veces mayor durante el mismo periodo. Por otra
parte, el ingreso del decil rural más alto [. . .] pasa, de ser 7.83 veces más
alto que el 20% más pobre de la población rural en 1958, a ser 11.14 ve-
ces más alto en 1970 [. . .] Para 1977 las tendencias se mantienen [. . .]
la tendencia a la concentración de ingresos rurales siguió, aunque con
menor fuerza [...] entre 1958 y 1977 [. . .] el 20% de las familias más
pobres (deciles I y II) comprendió cada vez una mayor proporción de
familias rurales (de 28.9% en 1958 a 50% en 1977) y un incremento
mucho menor en la proporción de familias urbanas (de 10% en 1958 a
19.6% en 1977). Esto significaría que las familias rurales de menores in-
gresos sufrieron un empobrecimiento relativamente mayor al de las ur-
banas con el tiempo [. . .] (Eugenio Rovzar, "Análisis de las tendencias
en la distribución del ingleso en México, 1958-1977", en Economía
Mexicana, núm. 3, México, C1DE, 1981).

44. Cabría tener en cuenta todavía una última consideración


a los efectos de un análisis riguroso de la distribución del in-
greso. Se trata de que, en conjunto, las mediciones descritas
se refieren directamente a las mediciones del ingreso monetario
(incluidas algunas imputaciones que vienen a ser equivalentes
a la percepción de un ingreso monetario, corno ocurre con
algunas producciones de autoconsumo, o con la renta que pu-
diera imputarse a quienes habitanuna vivienda de su propiedad);
pero no tienen en cuenta otras formas de ingreso no monetario,
que vendrían a completar una suerte de ingreso real. Es el
caso, en particular, de la provisión de servicios públicos gra-
tuitos o bonificados (educación, salud, vivienda) y otras for-
mas de consumo social que no dependen directamente del
nivel del ingreso monetario que se perciba.
La significación de estas formas de ingreso no monetario
suele ser relevante, más aún desde que, en la experiencia de
desarrollo de la mayoría de los países latinoamericanos, la
extensión de los consumos sociales ha tenido el propósito de
ejercer un efecto compensador ante la persistencia de tenden-
cias regresivas en la distribución del ingreso monetario. Como
al mismo tiempo las capas sociales más desfavorecidas partici-
pan en proporciones relativamente menores en el financiamien-
to de esos gastos sociales, la consideración de estos factores
lleva usualmente a atenuar los grados de desigualdad que que-
dan de manifiesto en la referencia de las mediciones más con-
vencionales.
118 Pedro Vusković

2. INDICADORES DE NIVEL DE VIDA

45. Diversos factores han venido acrecentando los requerimien-


tos de disposición, en el plano de la información estadística
básica, de definiciones conceptuales y mediciones concretas
de indicadores de nivel de vida.
En parte, tales requerimientos provienen de la insuficiencia
o inadecuación de los instrumentos estadísticos globales: por
ejemplo, las cifras del ingreso medio, y aun algunos de los indi-
cadores sobre su distribución. La propia evolución económica
y social de los países subdesarrollados en las últimas décadas
ha hecho más manifiesta esa insuficiencia: si bien con frecuen-
cia han aumentado considerablemente las magnitudes del in-
greso global, han persistido situaciones en extremo negativas
desde el punto de vista de las condiciones básicas de vida de
amplios contingentes de población, grandes sectores "margi-
nales". La erradicación de tales situaciones se ha constituido
en objetivo central de programas internacionales o nacionales,
que a su vez han motivado mucha mayor atención a la "cuan-
tificación" de esos "déficit" sociales tan flagrantes.
En segundo lugar, y como derivación de lo anterior, se ha
abierto un amplio debate sobre los "estilos de desarrollo", la
condición de "extrema pobreza" y las definiciones sobre "ne-
cesidades básicas", conceptos incorporados hoy día a las preo-
cupaciones diarias sobre las cuestiones del desarrollo. Y que
se ha colocado también en un plano de controversia ideológica
que motiva diferencias profundas de entendimiento no obs-
tante la coincidencia en el uso de la nueva terminología que
se incorpora.
Y tercero, como un proceso de vigencia más larga, está lo
que han sido requerimientos estadísticos sobre la condición
de vida que se derivaron de los intentos de formulación y apli-
cación de programas específicos, en los marcos de las primeras
experiencias de planificación y de la adopción de las técnicas
de presupuestos por programas. Tanto en un caso como en el
otro ha sido indispensable el esfuerzo de definición y medición
estadística de los correspondientes "indicadores".
Una ilustración sugerente del primer plano de preocupacio-
nes se encuentra en los trabajos que se han asociado a las pro-
puestas de las Naciones Unidas sobre las "décadas del desarrollo"
IV. Indicadores de la distribución del ingreso 119

y a las evaluaciones de sus resultados concretos. Es el caso,


entre otros, del estudio de la CEP AL bajo el título El desarro-
llo latinoamericano y la coyuntura económica internacional -
Segunda evaluación regional de la estrategia internacional de
desarrollo, publicado en 1975, del que se transcriben los si-
guientes extractos:

A comienzos de los años setenta la Estrategia Internacional de Desarro-


llo confrontó un orden internacional y procesos nacionales de desarrollo
en muchos sentidos inaceptables, particularmente por la polarización de
la riqueza y de la pobreza entre países, y entre grupos dentro de los paí-
ses [...]
De un tiempo a esta parte ha resultado evidente que la mayoría de las
medidas de redistribución del ingreso —expansión de los servicios públi-
cos, seguridad social, legislación sobre salario mínimo, etc.—, redistribu-
yen el ingreso sobre todo entre los grupos de los estratos medios y me-
dios bajos, sin quitarles casi nada a los estratos más altos. En consecuen-
cia, en los debates internacionales, la "pobreza masiva" o la "pobreza
extrema" ha pasado a primer plano como un problema distinto que exige
medidas públicas urgentes, aparte las políticas de desarrollo global y de
distribución del ingreso [...]
[...] si bien el consumo se ha diversificado en la mayoría de los casos y
en la mayoría de los estratos sociales, no hay indicaciones generales de
que hayan mejorado apreciablemente, parala mayoría de ingresos bajos,
los dos componentes esenciales del nivel de vida: la alimentación y la
vivienda [...]
[. ..] los servicios sociales indudablemente están haciendo un aporte real
al bienestar del hombre, están.mejorando la calidad del elemento huma-
no, y están generando nuevas oportunidades y también nuevas restric-
ciones para la política de desarrollo [...]
En la expansión de los servicios sociales, la educación ha estado a la
cabeza, tanto en lo que se refiere a la proporción de recursos absorvi-
dos, como a la importancia y complejidad de sus efectos en las socieda-
des. La expansión de los servicios de salud ha sido importante también
en casi todos los países, como lo indican la disminución general de la
mortalidad infantil y el aumento de la esperanza de vida al nacer, en
ausencia de un mejoramiento del consumo de alimentos y de la vivienda
suficiente para influir en estas tasas [...]
[. . .] debido a las serias dificultades existentes para resumir los diferen-
tes aspectos del concepto de desarrollo en un promedio representativo
de las actividades o posiciones de toda una organización social, se ha
preferido utilizar un conjunto de indicadores, evitando la definición de
un índice sintético general [.. .]
[...] si bien es cierto que puede denominarse indicador, en sentido am-
plio, cualquier característica observada de un fenómeno, cabe aplicar el
término en sentido más estricto a aquellas características observadas
que son susceptibles de expresión numérica. Estas observaciones pueden
120 Pedro Vusković

ser indicadores simples ó datos elementales (por ejemplo, el número de


personas que viven en un área determinada), como indicadores derivados,
o sea, construidos con datos elementales a través de un mayor o menor
proceso de cálculos, como el producto bruto o la esperanza de vida f. ..]
Es obvio que la definición del conjunto de indicadores es función de la
disponibilidad de información básica, pero también es cierto que la ge-
neración de información básica es un proceso sujeto a continua evalua-
ción y reordenamiento. La definición de indicadores, la identificación
de áreas de interés y el uso de los sistemas estadísticos como estructura
para guiar la captación de los datos básicos es probablemente una de las
maneras más eficientes para determinar prioridades en los planes de es-
tadísticas [...]

46. Como en otros planos, el avance estadístico —la definición


de conceptos y categorías, la propuesta de indicadores especí-
ficos, la recopilación de la información básica correspondien-
te— se vincula estrechamente a la utilización analítica de sus
resultados. En este sentido, la demanda de mediciones sobre
las condiciones de vida proviene de diversas fuentes e incluso
de las controversias que se plantean en el plano sustantivo.
El mismo concepto de necesidades básicas asume así con-
tenidos distintos y significación ideológica diferente, como
queda reflejado en las citas siguientes del informe de conclu-
siones de un seminario sobre "tecnología y necesidades bási-
cas":
No obstante la persistencia insoslayable del criterio de la rentabilidad
como base de la lógica capitalista, la referencia a las necesidades huma-
nas básicas se ha vuelto obligatoria en las discusiones sobre tecnología
[...] los problemas apremiantes de la mayoría de la humanidad son de
hecho problemas relacionados con la insatisfacción de esas necesidades
básicas. Pero en este terreno los lenguajes y concepciones se diferencian
notoriamente [. . .]
El lenguaje ideológico sobre la tecnología define las necesidades básicas
a partir de la subsistencia (consumo de alimentos para vivir), y les agre
ga escalonadamente condiciones mínimas para ir mejorando y hacer
más soportable, más "humana", esta subsistencia: salud, vivienda, edu
cación. Esta jerarquización a partir de los alimentos y no del trabajo para
todos, sirve para ocultar ideológicamente la cuestión sobre si habrá o no
empleo para todos [...] Se trata, pues, de una óptica fundamentalmente
providencialista que busca eliminar o desjerarquizar el problema de la
dignidad humana.
m lenguaje de ios pueblos de las naciones dependientes se estructura a
partir del derecho al trabajo [...] El derecho al pan y al techo, igual-
mente fundamentales, derivan del y son mediatizados por el derecho al
trabajo digno [...] Este lenguaje se refiere a los derechos fundamentales
a la vida y no a la mera subsistencia o mera reproducción de la fuerza de
trabajo, e incluye en esos derechos básicos todos aquellos que están im-
plicados en el deiecho fundamental a la vida humana: salud, educación,
paz, seguridad.
Define la libertad a partir de la justicia [...] es un programa concreto
de prioridades que sirven de fuentes de criterios para definir una estra-
tegia de desarrrollo correspondiente y un proyecto nuevo de sociedad
[...] más que de necesidades humanas básicas, se trata, en esta óptica,
de derechos humanos fundamentales cuyo incumplimiento va mucho
más allá de un lamentable accidente de mal funcionamiento de la eco-
nomía [...]
[...] la incapacidad de los proyectos desarrollistas de satisfacer esas ne-
cesidades básicas, la percepción conciente de éstas como derechos fun-
damentales, la visión clara respecto del incumplimiento creciente de la
satisfacción de esas necesidades y la consecuente violación de. esos de-
rechos, implica una visión política, y no sólo técnica, de los proyectos
o planes de solución propuestos, tanto en el plano internacional como
en el plano nacional [. ..]
[...] [la] satisfacción de las necesidades básicas constituye un criterio
que está en conflicto con el criterio de la rentabilidad [...] Implica en
consecuencia, referirse a una sustitución del mercado capitalista por re-
laciones económicas de nuevo tipo. De esto se deriva que la postulación
de un estilo de desarrollo de otro tipo debe reconocer desde nuestra pers-
pectiva, como prioridad impostergable, las necesidades de la mayoría de
la población. Para ello se requieren profundos cambios en materia de
tecnología vinculados a la producción de bienes masivos y el consiguien-
te desarrollo y reorientación de la producción de bienes de capital para
aumentar la eficiencia en los procesos productivos correspondientes
a aquellos bienes [...] (De Tecnología y necesidades básicas, Consejo
Mundial de Iglesias y Asociación de Economistas del Tercer Mundo,
Editorial Universitaria Centroamericana, 1979.)
47. Mientras en las economías capitalistas el debate se sitúa
en un plano tan amplio de diferenciación como el que sugieren
los párrafos que se acaban de citar, en las sociedades socialis-
tas las preocupaciones están más circunscritas a la definición
de las "normas" sobre satisfacción de necesidades básicas y a
los aspectos operativos de la planificación en relación con ellas.
Los extractos siguientes (tomados de la obra citada de Kiri-
chenko), sintetizan la concepción de nivel de vida que se tiene
122 Pedro Vusković

en cuenta en la planificación soviética; la distinción que se


hace entre necesidades objetivas y subjetivas; la clasificación
de los componentes de las necesidades de la población; y muy
especialmente, el papel del presupuesto nacional de consumo
como instrumento para la planificación de la atención a las
necesidades básicas en la URSS:
[. ..] en el campo de los procesos del aumento del bienestar popular hay
que destacar tres aspectos: en primer lugar, las elaboraciones preplani-
ficadas; en segundo lugar, la definición de los indicadores individuales y
de los elementos del plan, los cuales reflejan los procesos que no pueden
ser dirigidos o que lo pueden ser tan sólo en una medida muy limitada
[...]; y en tercer lugar, la determinación, en el proceso de realización
del plan, de las perspectivas de su cumplimiento [...] El nivel de vida se
juzga con mayor frecuencia según el nivel de consumo. Sin embargo, el
consumo depende de muchos factores, y los volúmenes aumentados del
consumo no siempre son un índice de un nivel de vida más alto. Asi-
mismo, en la evaluación del nivel de vida, los indicadores del volumen
del consumo deben completarse con indicadores del grado de satisfac-
ción de las necesidades de las personas [. . .] [. . .] El nivel de vida de-
pende de muchas circunstancias, ante todo, del nivel de desarrollo de la
producción social, de la ausencia o existencia de la explotación del
hombre por el hombre y del grado de ésta, del bienestar de los trabaja-
dores en el trabajo, de las condiciones de trabajo, así como de las con-
diciones climatológicas naturale's y de toda una serie de otros factores
sociales y naturales. El nivel de vida se caracteriza por el volumen y
estructura del consumo de los bienes materiales, por el nivel de los ingre-
sos de la población, por el aseguramiento de viviendas y servicios en las
instituciones docentes, por la protección a la salud, a la cultura; de em-
presas de servicios domésticos, por el desarrollo del bienestar social, por
la cantidad de tiempo libre, y por las condiciones del descanso [. ..]
Como indicador básico del nivel de vida, en estadísticay en planificación,
aparecen los ingresos reales de la población. Ellos reflejan el volumen y
dinámica de aquella parte del ingreso nacional que para el periodo dado
(año) son directamente absorbidos por la población y son utilizados por
ella para el consumo y la acumulación efectuados en su propia econo-
mía [. . .]
[. . .] en el complejo sistema de las necesidades sociales, en sus diversos
niveles y en los diferentes eslabones, descubrimos diferentes combina-
ciones de sus orígenes objetivo y subjetivo.
Por ejemplo, absolutamente objetiva es la necesidad del organismo hu-
mano de las sustancias alimenticias, sales minerales, vitaminas y calorías.-
Pero la selección conjunta de los productos en los que están contenidas,
es en gran medida un asunto de hábitos y de gusto [. ..] Puede proponerse
la siguiente clasificación de las necesidades de la población [. . .]: la
necesidad de alimentos, de calzado y de vivienda; de
IV. Indicadores de la distribución del ingreso 123

reposo, de protección de la salud, de educación y adquisición de cono-


cimientos, de educación de los hijos y de la juventud, del transporte y
de comunicación con otras personas, del descanso cultural (de la orga-
nización del ocio, del entretenimiento y diversiones) [...] La práctica de
la planificación en nuestro país [. . .] ha elaborado un instrumento para
el reflejo de la necesidad social efectiva de bienes de consumo. Ese
instrumento, por su sentido económico, es el presupuesto nacional de
consumo. Elaborado hace 10-11 años y aplicado entonces en los cálcu-
los de planificación. La necesidad de introducción de rectificaciones en el
presupuesto nacional de consumo anteriormente elaborado, fue condicio-
nada, en particular, por la realización de investigaciones científicas adicio-
nales (por ejemplo, los trabajos del Instituto de Alimentación en la esfera
del estudio de las necesidades humanas de alimentos), así como por el
desarrollo de la producción y la cultura, algunas representaciones sobre
la estructura nacional del consumo cambiadas y de las formas de satis-
facción de necesidades individuales de la población.
a) Los gastos para los productos alimenticios se determinaban a base de
las normas fisiológicas del consumo de productos alimenticios, preci
sados por el Instituto de Alimentación de la AMN de la URSS en
1968. La precisión de las normativas fisiológicas para estos años se
realizó, en primer lugar, según la línea de profundización de los co
nocimientos sobre las necesidades del organismo de sustancias alimen
ticias, de vitaminas y sobre las calidades de los productos más impor
tantes de la alimentación (carne, azúcar, papas, pan y otros).
b) En segundo lugar, como resultados de la elaboración de nuevas pro
yecciones de la estructura de la población por sexo y edades y por
profesiones.
c) En los gastos para la ropa, la ropa interior y el calzado se han preci
sado normas de consumo de artículos tejidos y de telas de lana, en
relación con las nuevas tendencias en el desarrollo de la demanda de
la población y con las alteraciones en la producción de estos tipos
de mercancías.
d) Han sido precisadas las proyecciones de aseguramiento nacional de la
población con mercancías para fines culturales y de la vida diaria y
hogareña, así como de fines económicos (los aparatos de televisión,
los refrigeradores, los medios individuales de transporte, las lavadoras,
etc.), al considerar amplias posibilidades en la producción de diversas
muestras, tipos y marcas de estas mercancías, el logro del asegura
miento racional con viviendas y toda una serie de otros factores.
e) Se han realizado los cálculos complementarios para la determinación
de los gastos para la costura de la población y las reparaciones de la
ropa: de la ropa interior, del calzado, de la técnica hogareña y del
transporte individual, así como de los gastos de la población para el
servicio y cuidado de los automóviles particulares con la consideración
de la creciente demanda de estos tipos de servicios y el aumento de
su calidad [. . .]
f) Se han precisado las normativas- del consumo de viviendas y comu-
nales, de los servicios de espectáculos, de los servicios de transporte
y de comunicaciones.
124 Pedro Vusković

En relación con la fragmentación del logro del nivel racional y de la es-


tructura del consumo en dos etapas, los cálculos de la parte individual
del presupuesto correspondiente al consumo por cuenta de los ingresos
individuales, y del aseguramiento racional con servicios gratuitos, por
cuenta de los fondos sociales de consumo, se realizaban aparte [. ..] La
magnitud del presupuesto individual [. . .j representa una evaluación
monetaria de los bienes materiales y servicios retribuibles utilizados
individualmente [. . .]
El aseguramiento de servicios gratuitos se determinaba a partir de la
premisa sobre la necesidad de satisfacción de las necesidades básicas de
la población sobre servicios de salud, de la educación y de las institu-
ciones culturales [.'..]

48. Desde diversos ángulos tiende en definitiva a definirse un


conjunto de "satisfactores básicos" que responden a las diver-
sas interpretaciones del problema. En el plano de las definicio-
nes y mediciones estadísticas, los avances que se registran de
modo general en la región latinoamericana han estado susten-
tados por los requerimientos concretos que han planteado los
enunciados de "políticas sociales": la incorporación persisten-
te de modalidades de "presupuesto por programas" en la con-
formación de los presupuestos públicos.
En el curso de esos empeños se ha venido extendiendo la
adopción de un conjunto de indicadores, promoviendo la re-
copilación de la información básica correspondiente y siste-
matizando de manera cada vez más constante la disponibilidad
de los índices.
En México se han alcanzado en este sentido avances nota-
bles. En particular, se justifica recoger con cierta extensión
extractos de "un estudio preliminar y un documento de tra-
bajo para contribuir a la definición de metas de mediano plazo
en materia de bienestar" de la Secretaría de Programación y
Presupuesto, cuyo texto da cuenta de la valoración que se ha
llegado a hacer de esfuerzos de desarrollo encaminados espe-
cíficamente a asegurar los "mínimos de bienestar"; su relación
con las situaciones de empleo; los componentes principales y
su complementariedad; algunas indicaciones sobre niveles
cuantitativos y el cotejo de ellos entre economías subdesarro-
lladas y desarrolladas así como algunos índices referidos en
particular a México; y una síntesis de los principales indicado-
res en materias de vivienda, salud y educación:
IV. Indicadores de la distribución del ingreso 125

[...] Durante decenios se mantuvo en forma implícita la suposición de


que el crecimiento sostenido a largo plazo aseguraba automáticamente
los objetivos de bienestar social y de distribución del ingreso [...] En
la actualidad, los desequilibrios entre los distintos sectores de la pobla-
ción de acuerdo con sus condiciones de vida, la fuente y estabilidad de
sus ingresos, su distribución espacial y las oportunidades de mejorar con
base en la educación o capacitación recibidas, presentan una magnitud
tal que la formulación de una nueva estrategia de desarrollo debe partir
de su reconocimiento y orientarse a su solución como objetivo prioritario.
El enfoque de mínimos de bienestar intenta rebasar el planteamiento de
medidas que ataquen indirectamente la pobreza, señalando que, en algu-
nas ocasiones, determinadas políticas redistributivas o de gasto público
son muy poco eficaces para alterar el cuadro de las carencias más gene-
ralizadas, y terminan por beneficiar a quienes ya están en una situación
productiva y participativa aventajada [...]
Nuevos empleos incrementan la demanda de satisfactores básicos y la es-
tructura productiva debe estar preparada para enfrentar esa demanda [...]
[...] Hay que recordar que los mínimos de bienestar se deben concebir
como una serie de niveles que varían en el tiempo, a medida que se cu-
bren las deficiencias más urgentes, y en el espacio, de acuerdo con espe-
cificidades regionales [. . .]
La satisfacción de los mínimos de bienestar de la mayoría de la pobla-
ción está íntimamente asociada a la cuestión ocupacional. El derecho
a empleos productivos y bien remunerados y la seguridad en el trabajo
son elementos estratégicos para lograr niveles adecuados de bienestar
social [...]
[. ..] por mínimos de bienestar se entiende un conjunto de requerimien-
tos del orden material, social y político que deberán ser satisfechos para
que la población tenga acceso a la igualdad de seguridades, dentro de las
disponibilidades de recursos y las posibilidades de cambio en el desarrollo
global.
[. ..] normas medias de mínimos de bienestar, fijadas convencionalmente
para servir de referencia previa a la identificación específica de mínimos
para cada grupo social [.. .] Se evalúan los faltantes en términos de ali-
mentación, educación, salud y vivienda [. ..]
[Un] aspecto importante es la complementariedad de las necesidades y
por lo tanto de sus satisfactores [...] por ejemplo, que la alimentación
es un aspecto fundamental para lograr y mantener la salud, y ésta no se
puede entender sin una educación adecuada [...] [...] las disponibilida-
des medias de energía (calorías y proteínas) para los países de eco-
nomía desarrollada durante 1969-1972, oscilan entre 2 SSO y 3 260
calorías y 79.1 a 108.1 gramos de proteína por persona, mientras que en
los países en vías de desarrollo se tienen entre 2 080 y 2 530 calorías y
56.0 a 69.3 gramos de proteínas por persona [...] para el año de 1970 se
estima que los porcentajes de personas con suministros de proteínas y
energías insuficientes en los desarrollados era de 3% en tanto que en las
regiones en desarrollo era de 25% [.. .]
126 Pedro Vusković

[. ..] Las recomendaciones dietéticas se definen como expresiones nu-


méricas casi siempre en forma de promedio diario de las cantidades que
se consideran necesarias de cada nutrimiento para mantener la salud.
Las recomendaciones están en función del conocimiento actual de la
fisiología de los nutrimientos; se dan para personas sanas y son diferentes
para cada grupo de edad, peso, sexo, ocupación, región, clima, etc. [...]
[.. .] La FAO propone para los países en desarrollo un mínimo de
2 600 calorías y 75 gramos de proteínas al día; de estos últimos 25 son
de origen animal [. . .]
Actualmente en México se producen cerca de 30 millones de toneladas
de alimentos y 10 de otros productos. Estas cifras son relativamente altas
para la población actual, pero el 30% de la población más pobre dispone
del 10% de los productos agrícolas, en tanto que el 15% mejor situado
consume directa e indirectamente el 50% de dicha producción. Los bajos
niveles de ingreso de la población rural colocaron al 40% de las familias
que vivían primordialmente de la agricultura (con 37% de la población
en ese sector) por debajo de un mínimo nutricional aceptado, compara-
dos con el 26% de las familias no agrícolas (con 23% de la población en
ese sector) [...]
[. . .] La base censal de 1970 señaló que en 1.1 millones de viviendas
(13% del total) en la semana que se tomó bajo estudio, no se consumió
carne, pescado, leche, ni huevos. En la encuesta de ingresos y gastos de
1969 se mostró que las familias con menos de 1 000 pesos tenían pro-
blemas de nutrición —65% de su ingreso se dedica a la alimentación—;
esas familias constituían 4.3 millones de familias o 22.6 millones de per-
sonas que representaban el 49% del total de la población del país [...]
Vivienda
La vivienda se puede definir como el espacio necesario e integrado que
todo ser humano requiere para su desenvolvimiento personal y familiar
[...,] se define como el mínimo de necesidad de vivienda aquella que
cuenta con dos cuartos dormitorios; pisos de materiales diferentes a la
tierra, baño y zona de servicios dotados con agua potable y alcantari-
llado. Se estima que dicha vivienda debe ocupar una superficie no menor
de 45m2 [.'..]
[. . .] los mínimos habitacionales deberán estar acordes a las condiciones
físico-climatológicas de las diferentes regiones del país [. ..] Los ele-
mentos que se pueden considerar para determinar las necesidades de
vivienda de la población del país son: el índice de hacinamiento (número
de habitantes por vivienda), la situación de los materiales con que está
construida y el número de familias que carecen de ella. De acuerdo con
los datos del censo de 1970, en el país existía un déficit total de 5.7 mi-
llones de viviendas, que significan un 69.9% de las viviendas existentes
en ese año. De los 8.7 millones de viviendas registrados, 2.5 debían re-
ponerse por deterioro, en 1.7 existía un elevado índice de hacinamiento
y 1.5 millones correspondían a las viviendas requeridas por las familias
que carecían de ellas [. . .] el 39% del total de viviendas carecía de agua,
IV. Indicadores de la distribución del ingreso 127

el 58% no contaba con drenaje y el 41% tenía pisos de tierra. [. ..]


Salud
La determinación de los índices de salud, al ser el resultado de factores
físico-climáticos, así como de factores socioeconómicos y culturales,
presenta serios problemas para su medición. Dadas estas limitaciones se
utilizan indicadores que expresan el impacto de estos factores en la salud
del individuo; los principales son la mortalidad y la morbilidad comple-
mentadas con otros que manifiestan las condiciones ambientales en que
la población se desarrolla [. ..]
La disponibilidad de agua y las condiciones del medio ambiente son dos
de los elementos más importantes para la salud. Con respecto a la dispo-
nibilidad de agua, se ha calculado que en 1976 el 46% de la población
contaba con aguaintradomiciliaria; el 18% con agua entubada en hidran-
tes y sólo 26% contaba con alcantarillado [...]
En los últimos años se ha observado que los índices de mortalidad gene-
ral han venido disminuyendo [. ..] No obstante [...] las principales cau-
sas de defunción son todavía propias de un país en vías de desarrollo,
como es el caso de las enfermedades infecciosas [...] La medición de la
morbilidad en el país sigue presentando problemas debido a que los re-
gistros son incompletos, principalmente en el caso de los pacientes que
no se atienden ni se internan en los hospitales [. ..] las principales causas
de la morbilidad son las enfermedades infecciosas (sobresaliendo las
gastroenteritis), las enfermedades diarreicas y las enfermedades respira-
torias. Entre los logros en los programas de salud de los últimos treinta
años, se cuenta la casi total erradicación de la viruela, peste, cólera,
fiebre amarilla, así como una reducción considerable del tifo exantemá-
tico, mal del pinto y paludismo [.. .] [...] todo miembro de la comuni-
dad, sin exclusión de ninguna naturaleza, deberá tener garantizada la
oportunidad de prevenir y combatir las enfermedades. Para ello se
requiere que:
a) a toda la población de uno a cuatro años se le proporcione alimenta-
ción completa en leche, consulta pediátrica y la aplicación tópica de
flúor.
b) por lo menos el 80% de la población de 1 a 14 años deberá recibir las
vacunas Sabin, DPT, antisarampión, BCG y antitifoídica. En el caso
de las embarazadas se deberá aplicar el toxoide tetánico al 100% de
la población.
c) a la población de 5 a 14 años se le oriente y capacite en hábitos hi-
giénicos, prevención de accidentes y riesgos contra la salud; además
se le proporcione atención pediátrica y odontológica.
d) la población materna reciba capacitación en desarrollo del niño, con-
sulta para determinar cáncer cérvico uterino y mamario [...]
e) todos los adultos reciben atención preventiva y promocional, así co-
mo atención médica curativa [. ..]
En 1970 el 40% de la población rural, 8.3 millones de personas y 8.5
millones de la urbana no contaban con servicio alguno de salud. En ese
año el gasto per cápita en salud fue de 170.94 pesos corrientes y en 1974
casi se duplicó [.. .] Para 1978 se ha estimado que 37% de la población
del país, 24 362 000 personas, no tienen acceso a los servicios de salud.
128 Pedro Vusković

Para ver cuáles son las desigualdades en la distribución de los servicios


de salud por grupos sociales, se pueden utilizar como indicadores el pre-
supuesto y el número de médicos de cada institución [. . .] entre el nú-
mero de habitantes que atienden.
Se establecen mínimos educativos como elementos de carácter opera-
cional para determinar metas por alcanzar en el tiempo [...] estos mí-
nimos se presentan en tres niveles:
a) Mínimo de primer nivel: dotación de los elementos de escritura, lec-
tura y operaciones aritméticas básicas a la población analfabeta, esti-
mada en 7 millones de personas en la actualidad.
b) Mínimo de segundo nivel: universalización de la enseñanza primaria
a todos los niños de 6 a 14 años de edad, lo que implica:
i) Reducir o eliminar el analfabetismo funcional i'í)
Universalizar la primaria completa [. ..]
c) Mínimo de tercer nivel [. ..] garantizar a quienes terminan su primaria
completa tengan acceso a niveles educativos superiores o puedan re-
cibir capacitación tecnológica u ocupacional [...] (De "Los mínimos
de bienestar en los objetivos de desarrollo: análisis y perspectivas
1978-1982", Dirección General de Política Económica y Social, Se-
cretaría de Programación y Presupuesto, México, junio de 1978, ver-
sión mimeografiada.)
V. LAS RELACIONES INTERSECTORIALES EN EL
SISTEMA ECONÓMICO

1. ESTRUCTURA SECTORIAL Y FLUJOS


"INTERMEDIOS"
49. Los agregados finales que motivan las cuentas del producto
y el ingreso entregan información fundamental sobre los resul-
tados últimos del proceso económico, así como sobre algunos
de los más importantes rasgos estructurales del sistema (por
ejemplo, la estructura sectorial de la economía, según la parti-
cipación relativa de los distintos sectores de actividad econó-
mica en el producto global; o según los componentes interno
y externo déla oferta y demanda globales;etc.). Pero, en cam-
bio, informan de manera muy insuficiente sobre el funciona-
miento del sistema: cómo se articulan entre sí los diferentes
sectores, qué procesos intermedios son necesarios para que se
generen las corrientes finales del consumo, las exportaciones
y la formación de capital. De hecho, la misma definición del
producto, como una suma de los valores de la producción sin
duplicaciones, supone la exclusión de las transacciones inter-
medias, las que representan sin embargo una parte esencial del
funcionamiento del sistema. Toda modificación de los "agre-
gados finales" (del consumo, de las exportaciones, de la pro-
ducción de bienes de inversión) supone cambios en las "tran-
sacciones intermedias" entre los distintos sectores de actividad:
para cumplir con su aportación de la demanda final cada sector
necesita que otros sectores le suministren las materias primas
y los bienes o servicios intermedios que requiere esa produc-
ción; y, a su vez, tiene que suministrar productos intermedios
a otros sectores para que ellos, por su parte, cumplan con sus
producciones finales.
129
130 Pedro Vusković

El flujo global de producción está constituido así por la suma


de las producciones finales (la demanda final) y las produccio-
nes intermedias (las demandas intersectoriales). Dos compo-
nentes cuya naturaleza es distinta en su esencia: de modo
general, se puede considerar que las demandas finales son au-
tónomas, en el sentido de que sus cambios provienen de obje-
tivos y decisiones que representan el ejercicio de una volun-
tad no condicionada por leyes internas del propio sistema
económico (por ejemplo, la decisión de incrementar el abas-
tecimiento de alimentos); en cambio, las demandas inter-
medias son inducidas, en el sentido de que sus cambios no son
sino consecuencia —y requisito— de los cambios que se busca
alcanzar en las demandas finales (para un sector determinado,
no sólo los cambios en su propia demanda final, sino también
en las de todos los otros sectores, en tanto tenga que suminis-
trarles materias primas que les sean indispensables para alcan-
zar sus correspondientes niveles de producción).
Así, los distintos sectores de actividad económica se articu-
lan entre sí bajo una diversidad de relaciones, que se expresan
en una compleja red de relaciones de interdependencia. Una
variación en los niveles de actividad de cualquiera de ellos ter-
mina por ocasionar, directa o indirectamente, variaciones en
los niveles de actividad de todos los otros. 50. Buena parte de
esas relaciones son de carácter técnico, definidas por el "perfil
de insumos" de cada sector, y determinan el complejo de rela-
ciones estructurales en el sistema económico, cuya manifes-
tación específica dependerá de la clasificación sectorial que se
esté empleando.
A su vez, esas relaciones técnicas permiten, entre otras, dos
órdenes de consideraciones. Primero, en relación con el diag-
nóstico, de descripción del presente y análisis de las tenden-
cias del pasado, de manera que permita identificar hasta dónde
el proceso productivo se ha desenvuelto sin tensiones estructu-
rales o hasta dónde se han presentado escollos que han impedi-
do la generación de un producto mayor (es decir, los conoci-
dos "cuellos de botella"). Y segundo, como instrumento de
previsión económica del futuro, en el sentido de que permite
anticipar qué expansiones serían necesarias de cada sector de
actividad para que pudieran satisfacerse determinadas deman-
das finales.
V. Relaciones inteisectoriales 131

De ahí la importancia de registrar esas interrelaciones, en


términos de un cuadro estructural que dé cuenta precisamente
de esas relaciones entre los sectores productivos. En las econo-
mías socialistas, es frecuente que ese registro asuma la forma
de una serie de balances de materiales, que contienen el perfil
de los insumos (en unidades físicas) de las distintas proce-
dencias que son necesarios para producir una unidad de un
producto determinado. En las economías capitalistas, el regis-
tro en valores permite la construcción de un cuadro integrado
de relaciones interindustriales (conocido también bajo la deno-
minación de modelo o esquema de insumo-producto).
Los siguientes extractos ilustran sobre el papel que se les
atribuye a los balances de materiales en la planificación socia-
lista y algunos de los balances específicos que se emplean:

[...] El reflejo de las variaciones de las proporciones económico-sociales


en la estructura de ramas de la economía, ha sido estudiado y aclarado
suficientemente en la literatura económica [...] parece más acertado
detenerse de manera relativamente detallada en el contenido de los pro-
cesos intersectoriales de la formación de la estructura de la economía.
El papel de los procesos intersectoriales en el logro del completo apro-
vechamiento de los recursos y en la formación de las proporciones de
ramas, puede caracterizarse de modo bastante completo si examinamos
de manera consecuente, bajo un- punto de vista apropiado, los nudos
básicos de las mutuas interrelaciones e interacciones de las ramas indivi-
duales [...]
[...] La proporción entre la producción de maquinarias y la construcción
es uno de los aspectos básicos en la formación de la estructura de la eco-
nomía [...] El contenido de los procesos de la interacción mutua en el
desarrollo de la construcción de maquinaria y la siderurgia o metalurgia
de metales ferrosos [...] Las proporciones entre la construcción y la
industria de los materiales de construcción [...] Las proporciones entre
la metalurgia de metales ferrosos y la industria de los materiales de cons-
trucción y la industria forestal [...] Las proporciones entre la industria
química y la metalurgia de los metales ferrosos [...] (Vadrm N. Kirichenko,
Las bases científicas del pronóstico económico, tomo II, Editorial de
Ciencias Sociales, Cuba, 1980).

Por su parte, los párrafos siguientes constituyen unos enun-


ciados que sugieren la amplitud de aplicaciones que hace posi-
bles la disposición de un cuadro de relaciones interindustriales:
Una matriz de insumo-producto proporciona información sobre las rela-
ciones existentes éntrelos sectores productivos déla economía. Por ello,
132 Pedro Vusković

constituye un instrumento de utilidad para el análisis de las condiciones


económicas y la evaluación de soluciones alternativas de política econó-
mica. Asimismo, representa un mecanismo para evaluar y mejorar las
estadísticas nacionales, ya que su elaboración implica sucesivas compro-
baciones de la información disponible (Secretaría de Programación y
Presupuesto, La matriz de insumo-producto como instrumento de aná-
lisis y programación económica, México, 1980).
La matriz de insumo-producto que es parte integrante del Sistema de
Cuentas Nacionales, muestra las relaciones que existen entre los distin-
tos sectores de la economía. Por ejemplo, permite conocer las adquisi-
ciones que un sector hace de los otros sectores, así como lo que les pro-
vee.
Como herramienta de análisis económico, una matriz de insumo-pro-
ducto es de gran utilidad. Permite apreciar, por ejemplo, la estructura
de costos de una determinada rama o identificar a los demandantes de
los bienes y servicios producidos en toda la economía. Es, sin embargo,
como instrumento de planeación, en donde los usos de una matriz de
insumo-producto son mayores. Su empleo permite responder a múltiples
interrogantes, veamos: ¿qué repercusiones se esperarían en la produc-
ción del conjunto de sectores si se quiere aumentar la producción de
cierto tipo de bienes o servicios?
¿Cuál sería el impacto de un aumento en los precios de los productos
de una rama industrial, sobre el nivel general de precios? ¿Qué requeri-
mientos de importación motivaría la expansión de las exportaciones de
una rama industrial determinada?
Ante alterantivas de producción, ¿qué efectos sobre el empleo en la eco-
nomía pueden esperarse?
¿Qué niveles de producción debe alcanzar cada sector para cumplir con
las metas propuestas de consumo de la población? Las matrices de in-
sumo-producto sirven también para examinar las repercusiones que en
la producción de bienes y servicios de la economía tienen, por ejemplo,
los programas y proyectos de inversión pública y privada; también per-
miten conocer el impacto de los cambios tecnológicos en el proceso de
producción de bienes y servicios. Por otra parte, posibilitan examinar,
por separado o en conjunto, las repercusiones de los incrementos en
salarios, impuestos indirectos y subsidios. Todo ello permite detectar a
tiempo los posibles cuellos de botella que pudieran obstaculizar el
desarrollo económico futuro [...] (Secretaría de Programación y Pre-
supuesto, El ABC de las cuentas nacionales, México, abril de 1981).

Con tal amplitud de aplicaciones potenciales, se explica


que la construcción de matrices de insumo-producto haya
llegado a considerarse en América Latina como parte integrante
del esfuerzo regular de cómputo de la contabilidad nacional.
El empeño se constituye así en una contribución muy impor-
tante a las bases de información disponibles para el análisis
V. Relaciones intersectoriales 133

económico, para fines de planificación, y para el diseño y la


discusión de alternativas globales o específicas de política eco-
nómica.
51. Los esfuerzos de esta naturaleza reconocen antecedentes
muy remotos. Así, han transcurrido más de dos siglos desde
que Francois Quesnay llamara la atención en su Tableau Éco-
nomique acerca de la importancia de considerar la interdepen-
dencia existente entre distintos sectores de la actividad eco-
nómica. Los trabajos posteriores de Walras —encaminados
principalmente al examen de las condiciones de equilibrio
general- centraron de nuevo la atención sobre problemas de
esta índole. Más tarde, los trabajos del profesor Wassily Leon-
tief cristalizaron esas nociones generales en lo que hoy se cono-
ce como método de insumo-producto o análisis de relaciones
interindustriales.
Desde la construcción de los primeros cuadros sobre la
economía de Estados Unidos para los años 1919 y 1929 se
han logrado notables progresos, no sólo en cuanto a la forma
de abordar las dificultades prácticas que plantea la construc-
ción del modelo, sino principalmente en lo que concierne a sus
aplicaciones a una creciente variedad de problemas. Las pri-
meras de orden práctico estuvieron estrechamente vinculadas
con las cuestiones que planteaba la movilización económica
para fines bélicos durante la Segunda Guerra Mundial, y des-
pués con la posible incidencia que sobre los niveles de empleo
podría tener la suspensión de actividades que se destinaban a
abastecer las necesidades de ciertos materiales de guerra. Con
posterioridad, se ha intentado utilizar el modelo como instru-
mento de análisis en trabajos orientados principalmente hacia
la consideración de problemas más generales del desarrollo
económico, la cuantificación de las necesidades de inversión
y su distribución para el logro de determinados objetivos,
análisis regionales, etcétera.
Los principios básicos del esquema pueden resumirse en
unos cuantos párrafos, partiendo de la consideración de que
lo que en definitiva se propone el modelo es ilustrar la natu-
raleza de la interrelación que existe entre los diversos sectores
de la economía, en la que difícilmente se conciben modifica-
ciones de alguna actividad que no exijan, de una manera directa
o indirecta, variaciones de otras actividades. Así, por ejemplo,
134 Pedio Vusković

planteada la necesidad de incrementar la producción de un


artículo manufacturado cualquiera, a fin de satisfacer una ma-
yor demanda del mismo, no bastará con aumentar dicha pro-
ducción en esa magnitud, pues la industria afectada necesitará
también aumentar sus compras de aquellas materias primas y
productos intermedios que son necesarios para esa mayor
producción; por lo tanto, este crecimiento de los "insumos"
de esa actividad exigiría un aumento en la producción de las
industrias que le suministran esas materias primas. Respecto
de ello, puede razonablemente admitirse que las mayores nece-
sidades de materias primas que surgirían en tal situación son
directamente proporcionales al incremento en la producción
de la industria afectada;en otras palabras, dependen del incre-
mento de producción destinada a abastecer la mayor demanda
de los consumidores y ciertos coeficientes que se suponen
constantes. Así, pues, estos coeficientes —a los que se llama
convencionalmente "coeficientes técnicos de insumo-produc-
to"— no son otra cosa que un reflejo de la estructura de costos
de cada industria, es decir, indican la magnitud de las com-
pras de materias primas que son necesarias para producir una
unidad de un bien determinado.
De acuerdo con lo anterior, si se quiere satisfacer un au-
mento de la demanda de un producto cualquiera, los coefi-
cientes de insumo-producto permitirían determinar en cuánto
tendría que aumentar la producción no sólo de la industria
correspondiente, sino también de todos los otros sectores de
la economía que le proporcionan los bienes o servicios que
requiere para desplegar su actividad productiva. El conjunto
de modificaciones resultantes podría de este modo conside-
rarse como una consecuencia directa del crecimiento de la
demanda de que se trate.
Pero esto no sería todo. La mayor producción de los otros
sectores destinada a proporcionar las materias primas y servi-
cios que requiere la industria afectada, exige a su vez el abas-
tecimiento de una variedad de materias primas y productos
intermedios que forman los insumos de estos sectores, lo que
de nuevo repercutirá sobre las necesidades de producción. La
interdependencia existente entre las distintas actividades eco-
nómicas da origen así a una cadena de reacciones, que cada
vez puede ir comprometiendo nuevos sectores, si bien la mag-
V. Relaciones intersectoriales 135

nitud misma de los efectos va siendo progresivamente más


débil. He aquí la esencia del problema: cómo poder cuantifi-
car ya no sólo los efectos directos sino también todos los
efectos indirectos que puede tener el incremento en la activi-
dad de un sector determinado. O, planteándolo en otra forma,
¿en qué medida tendría que aumentar la producción de todos
y cada uno de los sectores de la economía para que pueda te-
ner lugar una expansión de cierta magnitud en una industria
determinada?
A esta pregunta contesta el modelo mediante los "coeficien-
tes de requisitos directos e indirectos por unidad de demanda
final". Así como los coeficientes de insumo-producto permiten
cuantificar las mayores necesidades de materias primas y pro-
ductos intermedios que demandaría de modo directo la expan-
sión de una industria cualquiera, los coeficientes de requisitos
directos e indirectos hacen posible determinar todas las reper-
cusiones que tendría sobre las necesidades de producción de
cada sector un aumento en la actividad de cualquier industria
destinado a satisfacer una mayor demanda de la comunidad.
En este último caso, no se estarán tomando en cuenta sólo los
efectos directos de ese incremento en la demanda, sino toda
la cadena de reacciones a que antes se ha hecho referencia.

2. EL DISEÑO Y LA OPERATORIA DEL


MODELO DE INSUMO-PRODUCTO
52. En términos prácticos, el primer paso consiste en el regis-
tro estadístico y en el ordenamiento de la información corres-
pondiente, para un año determinado de referencia básica, de
los valores absolutos de las transacciones intersectoriales, in-
cluidos los destinos de la producción de cada sector (registra-
dos en sentido horizontal) y los pagos que cada sector ha de-
bido efectuar para cumplir su proceso productivo (en sentido
vertical).
Se configura así un cuadro de doble entrada, cuyo diseño
asume la forma general que se ilustra en el Cuadro siguiente y
en el que se identifican tres áreas principales: lo que corres-
ponde a las transacciones intermedias, usualmente la mayor
en términos del número de registros y que conforma propia-
136 Pedro Vusković

mente el instrumento de insumo-producto; la que registra los


componentes y sectores de origen de la demanda final; y la
que recoge la composición del valor agregado bruto corres-
pondiente a cada sector.
Como ilustración de la forma en que se llenarían los casi-
lleros correspondientes, considérese el mismo ejemplo numé-
rico simplificado que se empleó en los capítulos anteriores.
Con esas cifras hipotéticas se ilustraba el cómputo del producto
(geográfico) bruto a precios de mercado como suma de los
valores agregados por ramas de actividad económica, partiendo
del valor bruto de la producción y deduciendo los pagos efec-
tuados a otros sectores por conceptos de compras de materias
primas y productos intermedios o por otros servicios. Así, ad-
mitido que la producción total de bienes y servicios pudiera
agruparse en sólo tres sectores (agricultura, industria y servi-
cios) se tendría:

Agricultura
Valor bruto de la producción 100
Menos: Semillas 5
Abonos 10
Servicios 25
Valor agregado 75

Industria
Valor bruto de la producción 150
Menos: Materias primas agrícolas 30
Productos intermedios
manufacturados 40
Servicios 10 80
Valor agregado 70

Servicios
Valor bruto de la producción 140
Menos: Productos intermedios
manufacturados 10
Valor agregado 130
138 Pedro Vusković

El valor total y la composición sectorial del producto bru-


to estarían dados entonces por:

Agricultura 75
Industria 70
Servicios 130
Producto bruto total 275

Puede observarse cómo, a través del cálculo, se ha evitado


toda duplicación. De este modo, por ejemplo, se ha excluido
de la producción industrial el valor de las materias primas pro-
venientes de la agricultura, que ya estaban computadas en el
valor bruto de la producción de este último sector. En otras
palabras, se reitera el concepto de que el producto bruto re-
presenta una medición del valor de los bienes finales, es decir,
de aquellos bienes no sujetos ya a transformaciones ulteriores.
Las mismas cifras podrían ordenarse clasificando la produc-
ción bruta de cada sector en la parte vendida a otros sectores
-ventas a demanda intermedia- y la parte de la producción
vendida fuera de los sectores productivos— ventas a demanda
final —como bienes de consumo o inversión:

Agricultura
Valor bruto de la producción 100
Ventas intermedias: A la propia
agricultura
(semillas) 5
A la industria 10. 11
Ventas finales 65
Industria
Valor bruto de la producción 150
Ventas intermedias: a la agricul-
tura (abonos) 10
A la propia
industria 40
A servicios 10 60
Ventas finales 90
Servicios
Valor bruto de la producción 140
Ventas intermedias: A la agricul-
tura 10
A la industria 20
Ventas finales 120
Total de ventas finales
Agricultura 65
Industria 90
Servicios 120
Total 275

Se recordará que la igualdad entre producto bruto y valor


de los bienes finales se cumple sólo en un sentido agregado,
pero no en el nivel sectorial. En efecto, la contribución relativa
de un sector al producto bruto puede ser muy importante,
aunque sea escasa su contribución a la disponibilidad de bienes
finales, como ocurriría en el caso de una actividad dedicada
principalmente a la producción de bienes intermedios, que en
definitiva se terminan de elaborar por otros sectores.
En cambio, la finalidad de un modelo de insumo-producto
es considerar explícitamente las transacciones intersectoriales,
que quedan eliminadas en el cálculo de los agregados del pro-
ducto, los bienes finales. Sobre la base del mismo ejemplo
ilustrativo podría así construirse una matriz de insumo-pro-
ducto, en la que se incluiría un registro completo de esas tran-
sacciones.
Con fines de simplificación, se está suponiendo hasta el
momento una economía cerrada, sin comercio exterior.
Como puede observarse, un cuadro de insumo-producto
constituye en último término un registro de todas las trans-
acciones efectuadas en la economía durante un cierto periodo,
comprendidas tanto las que han tenido lugar entre los sectores
productivos como las ventas a sectores de demanda final.
El registro mismo se efectúa en forma de un cuadro de do-
ble entrada, en cuyas filas (en sentido horizontal) se indica la
distribución de la producción —o sea las ventas— de cada sec-
V. Relaciones intersectoriales 141

tor; en cambio, en las columnas (en sentido vertical) quedan


indicados los insumos —o compras— de cada sector. Por su-
puesto, las sumas totales en uno y otro sentido deberán coin-
cidir, puesto que las ventas de un sector determinado consti-
tuyen compras efectuadas por otro sector. Si se añaden a los
insumos los pagos efectuados a los factores productivos (o
sea el valor agregado o producto bruto) y se toman en cuenta
las ventas finales, la igualdad tendrá que cumplirse también
entre las sumas de la columna y fila correspondiente a cada
sector, que en ambos casos igualarán a la producción bruta.
Finalmente, por la propia definición del producto bruto, la
suma de los valores agregados deberá coincidir con la suma de
las ventas finales.
53. Generalizando el ejemplo que acaba de examinarse, se
puede describir un cuadro de insumo-producto en la siguiente
forma:

En términos más generales. representan las ventas de


una industria cualquiera a una industria o bien, considerado
desde el punto de vista de los msumos, las compras de una
industria cualquiera proveniente de una industria cualquiera
representa la demanda fina! para productos provenientes
de una industria cualquiera y finalmente, simboliza el va-
142 Pedro Vusković

lor bruto de la producción de cualquiera de los sectores inclui-


dos en el modelo.
Es evidente que un cuadro de esta naturaleza tiene un con-
siderable interés en sí mismo, por las informaciones de tipo
descriptivo que recoge en forma resumida: disponibilidad de
los distintos tipos de productos, clasificados por industrias
de origen; distribución de la producción bruta entre bienes
finales e intermedios; estructura de costos de los diferentes
sectores e interdependencia de los mismos, etc. Pero no es
esta finalidad descriptiva la más importante: la mayor utilidad
del modelo radica en que —al ofrecer una cuantificación de las
interrelaciones de los diversos sectores de la economía— per-
mite examinar las repercusiones que sobre cada uno de esos
sectores tendría una modificación cualquiera de la demanda
final. Se comprenderá mejor la afirmación si se tiene en cuenta
el carácter de lo que se ha calificado como demanda inter-
media —es decir, de las transacciones que tienen lugar entre
los sectores productivos—, y como demanda final, constituida
por aquellos bienes no sujetos ya a transformaciones ulterior-
res (bienes de consumo, bienes de capital y productos de ex-
portación). En lo que atañe a los bienes de consumo, su de-
manda puede modificarse a consecuencia de cambios en el
ingreso por habitante, de variaciones en la distribución del
mismo, de alteraciones en los precios relativos, etc.; en cual-
quier caso, admitida una hipótesis determinada sobre las va-
riaciones de esos factores, es posible anticipar su probable in-
cidencia sobre la demanda de cada bien mediante la utilización
de los correspondientes coeficientes de elasticidad-ingreso o
elasticidad-precio de esa demanda, u otros medios de natu-
raleza similar. Algo semejante ocurre con los bienes finales
destinados a la inversión, cuyas necesidades futuras pueden
estimarse a base délos planes de mecanización agrícola, de los
proyectos específicos para la creación o ampliación de deter-
minadas industrias, de la utilización de relaciones producto-
capital para los distintos sectores, etcétera. Por último, las
variaciones de la demanda final de exportaciones pueden esti-
marse sobre la base de las condiciones imperantes en los mer-
cados externos y los recursos de que dispone el país para in-
crementar esa producción.
Es, en esencia, lo que se hace al aplicar las técnicas conven-
V. Relaciones intersectoriales 143

dónales de análisis y proyecciones del desarrollo económico,


cuando se parte de hipótesis sobre el posible ritmo de creci-
miento futuro del ingreso por habitante, se examinan luego
las modificaciones que tal aumento podría determinar en la
parte de la demanda final que corresponde a bienes de consumo,
se analizan las perspectivas de crecimiento de las industrias
productoras de bienes de capital y se formulan proyecciones
relativas a las exportaciones y la capacidad para importar. En
suma, se utilizan criterios objetivos que permiten estimar las
necesidades de producción de los diversos tipos de bienes que
integran la demanda final a consecuencia de un determinado
crecimiento del ingreso por habitante. Por lo mismo, puede
considerarse que la demanda final es en cierto sentido una
demanda autónoma. En cambio, no ocurre lo mismo con las
demandas intermedias, que son esencialmente derivadas, y de-
pendientes de los niveles de aquéllas. En efecto, a menos que
ocurran cambios tecnológicos, no se concibe una modificación
de las transacciones interindustriales sino como resultado de
cambios en la demanda final. Y es precisamente a la necesidad
de cuantificar las modificaciones que tendrían que experimen-
tar las demandas intermedias como resultado de un cambio en
la demanda final, a lo que responde un modelo de insumo-pro-
ducto. Puesto que la suma de la demanda intermedia y la de-
manda final es igual a la producción bruta, lo anterior no es
sino otra manera de decir que lo que procura el modelo es per-
mitir una cuantificación de la producción bruta que tendría
que alcanzarse en cada sector para poder satisfacer una de-
manda final dada. En otras palabras, el modelo de insumo-
producto tiende a ilustrar la forma en que tiene que modificar-
se todo el flujo de transacciones interindustriales —y, por lo
tanto, los niveles de producción bruta— para hacer frente a un
cambio dado del nivel o composición de la demanda final, así
como a proporcionar los intrumentos de cálculo que permi-
tan cuantificar esas modificaciones.
54. Con tal propósito, el modelo tiene necesariamente que
admitir ciertos supuestos básicos. El más importante de ellos
es que una determinada producción requiere proporciones es-
pecíficas de insumos; en otras palabras, se supone que no
ocurrirán cambios tecnológicos que afecten la estructura pro-
ductiva de los diversos sectores, tales como la sustitución de
Pedro Vusković

ciertos insumos por otros diferentes. Aún más, con propósitos


de simplificación se supone también que la relación funcional
entre insumos y producción bruta es de carácter lineal, es de-
cir, que todos los insumos correspondientes a cada uno de los
sectores tendrán que variar en la misma proporción en que se
modifique la producción bruta de ese sector. Esta última con-
dición podría indicarse mediante la expresión:

es decir, que las compras que una industria cualquiera debe


efectuar de productos intermedios provenientes de un sector
cualquiera son iguales a la producción bruta de la industria
multiplicada por un coeticiente que se supone constante. Los
coeficientes de esta índole reciben el nombre de "coeficientes
técnicos" o "coeficientes de insumo-producto".
Cabe anotar que los cambios tecnológicos a que se hace re-
ferencia se limitan a los que afectan a la composición de los
insumos físicos y corrientes de los diversos sectores, pero no
necesariamente a los equipos o técnicas utilizados en la pro-
ducción (es decir, a la composición del valor agregado).
En términos generales, podría ilustrarse una matriz de coe-
ficientes técnicos en la siguiente forma:
Compras de bienes Sectores de activi-
intermedios
dad 1 2 3 4
Ventas de bienes
intermedios

Sectores de actividad
146 Pedro Vusković

aumento de 20 unidades en la demanda final de productos


agrícolas. Por supuesto, el efecto inmediato sería que la pro-
ducción bruta de la agricultura tendría que aumentar en un
monto igual al de esta mayor demanda final. Pero ello no se-
ría todo, ya que para producir estas 20 unidades adicionales
la agricultura requeriría insumos provenientes del mismo sec-
tor iguales a una unidad (20 -demanda final— multiplicado
por 0.05 -coeficiente técnico respectivo—), así como de dos
unidades de productos manufacturados y dos unidades de ser-
vicios. A su vez, la nueva unidad de producción agrícola re-
queriría insumos adicionales de la propia agricultura, la indus-
tria y los servicios; y también, la producción de los tres sectores
tendría que ampliarse para satisfacer los insumos que requeri-
rían las dos nuevas unidades de producción de la industria y
de los servicios; y así sucesivamente.
Las siguientes cifras muestran un detalle de las primeras
etapas del cálculo de los aumentos requeridos en la producción
bruta de cada uno de los sectores para satisfacer la mayor de-
manda final de 20 unidades de productos agrícolas:

AUMENTOS NECESARIOS EN LA
PRODUCCIÓN BRUTA

Efectos derivados
Efecto Primera Segunda etapa Tercera
inmediato etapa etapa
Agricultura 20 1 0.05 + 0.40 = 0.45 ……….

Industria - 2 0.10 + 0.53+0.14 = 0.77 ……….


Servicios - 2 0.10 + 0.13 =0.23 ……….

Los nuevos incrementos que se obtendrían en cada una de


las etapas siguientes serían cada vez más pequeños, de modo
que correspondería continuar el cálculo sólo hasta que su mag-
nitud resulte significativa.
56. El ejemplo numérico anterior sugiere la complejidad del
problema, especialmente si se piensa en los términos en que
se plantearía al trabajar con una matriz que contenga un nú-
mero relativamente grande de sectores, y en que se admitan
variaciones de la demanda final de cada uno de ellos. Por lo
V. Relaciones intersectoriales 145

De acuerdo con la definición anterior, los coeficientes téc-


nicos se obtienen como cociente entre cada insumo y el valor
bruto de la producción del sector respectivo. En otras palabras,
un coeficiente técnico representa el monto de las compras de
productos intermedios que tiene que efectuar un sector pro-
veniente de otro sector determinado, para producir una uni-
dad. Según los símbolos utilizados, esta condición puede resu-
mirse en la expresión

En último término, los coeficientes técnicos de insumo-


producto reflejan, pues, la estructura de costos de cada indus-
tria y, en consecuencia, dependen' de los insumos y de la pro-
ducción bruta de cada sector, sin estar relacionados directa-
mente con la demanda final de productos provenientes del
mismo. En el Cuadro siguiente se incluyen los coeficientes de
insumo-producto que resultarían para el ejemplo numérico
presentado en párrafos anteriores:

MATRIZ DE COEFICIENTES TÉCNICOS O DE


INSUMO-PRODUCTO

Necesidades de
insumos por unidad
de producción bruta Agricultura industria Servicios

Procedencia
de los insumos
Agricultura
Industria
Servicios

A partir de tales coeficientes, pueden calcularse en pasos


sucesivos los efectos de una modificación de la demanda final
sobre los niveles de producción bruta de los distintos sectores.
Supóngase, por ejemplo, que el único cambio consista en un
V. Relaciones intersectoriales 147

tanto, resulta imprescindible operar sobre la base de una solu-


ción de orden más general.
De acuerdo con las definiciones precedentes, podría expre-
sarse la producción bruta de un sector cualquiera en función
de la demanda final de ese sector y de los coeficientes técni-
cos de insumo-producto y las producciones brutas de todos
los demás sectores. En otras palabras, la producción bruta de
un sector cualquiera es igual a sus ventas a demanda final más
sus ventas a otros sectores productivos, que a su vez dependen
de las producciones brutas de los mismos y de los coeficientes
técnicos. Para un sector cualquiera K, esto podría expresarse
en términos algebraicos en la forma que sigue:

Si se suponen conocidos los coeficientes técnicos de insumo-


producto y se admite una hipótesis cualquiera sobre la demanda
final de cada uno de los sectores, se podría formar un sistema
de ecuaciones, cuya resolución permitiría obtener los valo-
res de la producción bruta de cada sector que serían necesa-
rios para satisfacer al mismo tiempo esas demandas finales y
los insumos correspondientes. En efecto, despejando las de-
mandas finales, el sistema de ecuaciones sería el siguiente:

En el sistema serían conocidos todos los coeficientes y se


adoptarían hipótesis sobre las demandas finales
Las ecuaciones del sistema permitirían entonces encon-
trar el valor de las incógnitas: los valores brutos de la pro-
ducción
Estaría así resuelto el problema fundamental: fijada una va-
riación de la demanda final, podrían cuantificarse sus reper-
cusiones sobre la producción bruta de cada uno de los sectores;
148 Pedro Vusković

calculadas éstas, se podría a su vez -utilizando la matriz de


coeficientes técnicos— determinar todas las transacciones
interindustriales que serían necesarias. Pero desde el punto de
vista práctico, cualquier supuesto diferente sobre las deman-
das finales exigiría la resolución de un nuevo sistema de ecua-
ciones.
Puesto que lo que se determina en forma autónoma son las
demandas finales, lo que se requiere prácticamente no es llegar
a relacionar —como se ha hecho hasta ahora— la producción
bruta de un sector con su propia demanda final y con las pro-
ducciones brutas de los demás sectores, sino con las deman-
das finales de todos los sectores. Esto puede hacerse mediante
la operación matemática de invertir la matriz de coeficientes
técnicos, con lo que se llegaría finalmente al siguiente conjunto
de ecuaciones:

Como puede observarse, el valor bruto de la producción de


cada sector aparece expresado esta vez en función de las deman-
das finales de todos los sectores y de ciertos coeficientes-
que pueden simbolizarse por que se obtienen mediante
la inversión de la matriz mencionada. Conocidos estos coefi-
cientes, se podría formular cualquier hipótesis sobre la demanda
final y calcular con gran sencillez la producción bruta que se-
ría necesario alcanzar en cada sector para satisfacerla. Esto
quiere decir que tales coeficientes toman en cuenta no sólo
las necesidades de producción para satisfacerla demanda final,
sino también toda la cadena de reacciones que ello determina
en las transacciones intersectoriales; de ahí que se les designe
como coeficientes de requisitos directos e indirectos por uni-
dad de demanda final.
Se identifica así una serie de operaciones prácticas que re-
queriría la aplicación del modelo. Una primera etapa tendría
V. Relaciones intersectoriales 149

que comprender las diversas fases de la preparación y elabora-


ción de los antecedentes básicos: a) la construcción —referida
a un periodo para el que se disponga de las informaciones
estadísticas necesarias— del cuadro inicial de relaciones inter-
industriales; b) el cómputo de los coeficientes técnicos de
insumo-producto; y c)la inversión de la matriz que conduce
al cuadro de coeficientes de requisitos directos e indirectos
por unidad de demanda final.
La segunda etapa comprendería ya la utilización misma
del modelo y los cálculos que habría que efectuar dependerían
naturalmente de las finalidades específicas que se persigan en
el análisis. Admítase con fines puramente ilustrativos que el
propósito —como ocurriría en el caso de la técnica de progra-
mación— consista en examinar todas las repercusiones que
tendría una modificación sustancial del nivel y composición
de la demanda final originada en una variación del nivel de
ingreso por habitante. En tal caso, sería necesario: a) precisar
los nuevos valores de la demanda final para cada uno de los
sectores, utilizando los criterios objetivos que corresponda
(coeficientes de elasticidad-ingreso, relaciones producto-capi-
tal, etc.); b) utilizar esos nuevos valores de la demanda final y
el cuadro de coeficientes de requisitos directos e indirectos
por unidad de demanda final para determinar el valor bruto
de la producción de cada sector, y c) utilizar los nuevos valo-
res brutos de la producción por sectores y el cuadro de coefi-
cientes técnicos de insumo-producto para determinar el monto
de todas y cada una de las transacciones intersectoriales que
tendrían que tener lugar para que existiera la necesaria com-
patibilidad con los nuevos niveles y composición de la produc-
ción bruta y la demanda final.

56. La ilustración numérica de un cálculo aproximado de los


coeficientes de requisitos directos e indirectos por unidad de
demanda final contribuye a reflejar mejor la naturaleza de las
interrelaciones sectoriales.
Para ello, conviene tomar como punto de partida el signifi-
cado de los coeficientes de requisitos directos e indirectos: lo
que en definitiva se quiere expresar mediante estos coeficien-
tes, son las necesidades de producción bruta de cada sector
para satisfacer una unidad de demanda final; las repercusiones
150 Pedro Vusković

que tendría cualquier otro valor de la demanda final podrían


de este modo calcularse por simple multiplicación de esa
nueva demanda final por los coeficientes respectivos. El pro-
cedimiento de inversión de la matriz a que se ha hecho refe-
rencia constituye una solución simultánea y precisa del pro-
blema; pero no excluye el valor didáctico de una solución que
permita llegar a resultados similares en forma aproximada y
procediendo por etapas, en las que sucesivamente se vaya su-
poniendo igual a la unidad la demanda final de cada uno de los
sectores.
El método de cálculo consistiría en tal caso en una serie de
aproximaciones sucesivas, en forma similar al ejemplo men-
cionado en páginas anteriores al describir los efectos que ten-
dría un incremento de 20 unidades en la demanda final de
productos agrícolas. El razonamiento sería el siguiente:

a) si la demanda final de un primer sector es igual a la uni


dad, la exigencia inmediata de producción de ese sector será 1;
b) para producir 1, el sector respectivo debe insumir bienes
provenientes de este y de los otros sectores, cuyo valor será
igual a la magnitud de los respectivos coeficientes técnicos de
insumo-producto;
c) lo anterior significa incrementos de la producción bruta
de todos los sectores, lo que, a su vez, exige nuevos insumos,
etcétera.
El proceso se continúa de esta manera hasta que los nuevos
incrementos de las producciones brutas sean despreciables
comparados con las sumas acumuladas. Esto sucede con gran
rapidez, además que los diferentes términos que se van agre-
gando pueden asimilarse a los de una progresión geométrica
decreciente, ya que los coeficientes técnicos de insumo-pro-
ducto son todos mucho menores que la unidad. El cálculo
puede limitarse así a tres o cuatro etapas, estimando el residuo
como si se tratara de una progresión geométrica decreciente.
Hasta ese momento, se habría determinado las necesidades
de producción de cada sector para satisfacer una unidad de
demanda final del primero de ellos, es decir, se habría calcu-
lado toda una columna de coeficientes de requisitos directos
e indirectos. Pero las necesidades de producción no sólo pro-
V. Relaciones intersectoriales 151

vienen de las exigencias de la demanda final de ese primer sec-


tor, sino también de las demandas finales de los demás sectores;
por lo tanto, procedería repetir iguales cálculos considerando
una demanda final de una unidad para el segundo sector, lo
que luego se haría en idéntica forma para cada uno de los sec-
tores restantes, hasta completar todo el cuadro de coeficien-
tes de requisitos directos e indirectos por unidad de demanda
final.
La justificación del procedimiento es clara: puesto que la
producción bruta de un sector cualquiera es función de las
demandas finales de todos los sectores y de los coeficientes
de requisitos directos e indirectos por unidad de demanda fi-
nal, para un sector cualquiera puede anotarse la igualdad:

Si se procede por etapas y se desea en una primera fase cuan-


tificar las repercusiones que tendría el abastecimiento de una
unidad de demanda final sólo para uno de los sectores (por
ejemplo, para un sector cualquiera K) las necesidades de pro-
ducción estarían dadas por

ya que se ha admitido que 1 y para las otras demandas


finales no se ha supuesto todavía valor alguno. Puesto que

esto afectaría a toda una columna de coeficientes, es decir,


que se registrarían simultáneamente igualdades de la forma:
152 Pedro Vusković

En otras palabras, puede afirmarse que un coeficiente de


requisitos directos e indirectos cualquiera es igual a la produc-
ción bruta del sector respectivo cuando la demanda final que
le corresponde es igual a la unidad y las demandas finales de
los otros sectores son nulas; conclusión en que se apoya, en
definitiva, el procedimiento. Sólo restaría por considerar la
forma en que —después de efectuados los cálculos descritos
para 3 o 4 etapas— podría estimarse todo el residuo no calcu-
lado directamente, como si se tratara de una progresión geo-
métrica decreciente. A estos efectos, desígnese a los aumen-
tos de producción bruta que se obtienen en cada una de las
etapas descritas por

y supóngase que los cálculos se hayan efectuado hasta la ené-


sima etapa. La presunción de que los incrementos sucesivos
se ajusten a una progresión geométrica decreciente permitiría
estimar la suma de los infinitos términos no calculados —que
se designará por/?— mediante la siguiente expresión:

Examínese ahora una aplicación del método al ejemplo


numérico empleado en párrafos anteriores. Se procedería
ante todo a calcular la primera columna de coeficientes de
requisitos directos e indirectos, para lo cual se supondría una
demanda final de uno para la agricultura y de cero para la
industria y servicios. He aquí el desarrollo correspondiente
hasta una tercera etapa, así como la estimación del residuo
(cifras en términos de millonésimos):
En forma similar habría que proceder para el cómputo de
la segunda columna de coeficientes, suponiendo esta vez igual
a la unidad la demanda final de la industria, y nulas las deman-
das finales de agricultura y servicios:
154 Pedro Vusković

Finalmente, suponiendo igual a la unidad la demanda final


de servicios y nulas las demandas finales de agricultura e indus-
tria, se obtendría la tercera columna de coeficientes:

Se estaría entonces en condiciones de resumir los resultados


obtenidos en la siguiente matriz de coeficientes de requisitos
directos e indirectos por unidad de demanda final:

Se completaría así el cálculo de los instrumentos que pro-


porciona el modelo. Su utilización, con miras a determinarlos
valores de producción necesarios para determinadas demandas
finales, implica recorrer el camino inverso. Así, como ilustra-
ción, podría partirse con el mismo juego de demandas finales
del cuadro inicial, determinar los valores de la producción
bruta que se obtendrían usando la matriz de coeficientes de
requisitos directos e indirectos por unidad de demanda final
V. Relaciones intersectoriales 155

y comparar estos resultados con las cifras efectivas de produc-


ción bruta disponibles de antemano. Estas operaciones se de-
tallan en los siguientes cálculos:

1
Producto de la demanda final por los coeficientes de requisitos directos e indirectos.

3. ALTERNATIVAS DE UTILIZACIÓN Y
PROBLEMAS ESTADÍSTICOS DE LA
CONSTRUCCIÓN DEL MODELO

57. No obstante la relativa simplicidad de su diseño, la cons-


trucción estadística del cuadro básico de relaciones interindus-
triales ofrece algunas alternativas y dificultades, además de
las que tienen que ver con la disponibilidad de la información
básica imprescindible.
Una de ellas, en un plano bastante general, se refiere a la
valoración de las transacciones, determinante a su vez de la
identificación que se haga de los sectores de origen de los insu-
mos y producciones correspondientes. En efecto, no obstante
el principio obvio de que el valor de una compra reconoce
como contrapartida uno idéntico como valor de venta, los va-
lores absolutos dependen de cómo se identifican las entidades
compradoras y vendedoras. Así, el valor de un insumo indus-
trial utilizado por la agricultura puede medirse según lo recibi-
do en fábrica por el productor industrial, o según el gasto que
representa para el usuario agrícola hasta disponer del insumo en
su predio. Si se emplea la primera referencia como valor de la
transacción entre la agricultura y la industria, habrá que regis-
trar separadamente los costos y márgenes de transporte y co-
mercialización como ventas de servicios que suministran a la
agricultura los sectores de transporte y comercio (en cier-
156 Pedro Vusković

tos casos, habría que considerar también en términos similares


las diferencias que pudieran corresponder a impuestos indirec-
tos). El segundo criterio, por su parte, significaría imputar a
la industria un valor superior al de su venta efectiva, que debe-
ría compensarse atribuyéndole como insumo suyo los gastos
de comercio y transporte.
Esta diferenciación define la alternativa de la construcción
estadística del cuadro de relaciones interindustriales según
precios de productor o precios de comprador.
Conceptualmente, es tan válido un criterio como el otro. Lo
importante es que se señale expresamente su condición, a fin
de que se interpreten debidamente las informaciones que que-
dan contenidas en la matriz básica; y lo más frecuente es que
la elección quede determinada más que nada por las caracte-
rísticas de la información básica de que se disponga.

58. Otros problemas de naturaleza similar, aunque más com-


plejos en su significado, tienen que ver con el tratamiento que
se da a las importaciones en la configuración del modelo.
En las investigaciones originales sobre insumo-producto
aplicadas a la economía norteamericana y en otras efectuadas
con posterioridad con referencia también a economías capita-
listas desarrolladas, se ha optado por clasificar las importacio-
nes según industrias de origen y sumar su valor a la producción
interna de las respectivas industrias. De este modo, el cuadro
muestra ?n sentido horizontal la distribución de la disponibi-
lidad de cada tipo de productos, antes que la producción de
los mismos; y en consecuenica, los insumos efectuados por un
sector cualquiera pueden estar constituidos por productos
nacionales o importados, o por proporciones variables de uno
y otro. Y es sobre la base de estas cifras, en que ya se han
sumado producción e importaciones, que se calculan la matriz
de coeficientes técnicos de insumo-producto y la de coeficien-
tes de requisitos directos e indirectos por unidad de demanda
final.
Cabe preguntarse hasta qué punto resulta adecuada una so-
lución de esta naturaleza al tratarse de un país subdesarro-
llado, caracterizado en general por una alta importancia rela-
tiva de las importaciones en la disponibilidad total de los diver-
sos tipos de productos. Porque de hecho, al utilizar coeficien-
V. Relaciones intersectoriales 157

tes de requisitos directos c indirectos por unidad de demanda


final, se está admitiendo una interdependencia necesaria entre
demanda intermedia y demanda final, sin que se conciban mo-
dificaciones de una sin variaciones de la otra; pero esta inter-
dependencia se daría en sentido estricto sólo en una economía
en que las importaciones representaran un porcentaje muy
bajo déla producción nacional (o aun, para algunos efectos, de
una economía en que la importancia relativa de las im-
portaciones fuese alta, pero con escasas posibilidades de susti-
tución). En cambio, en muchísimos casos sería perfectamente
concebible una modificación apreciable de la demanda final
que, abastecida mediante importaciones, no tuviera práctica-
mente ningún efecto sobre la demanda intermedia (excepto
sobre la de algunos servicios); como también sería concebible
una política de sustitución de importaciones de bienes inter-
medios que podría alterar por completo todas las demandas
intermedias, aunque la demanda final no variara en absoluto
(al menos de modo inmediato). Todo lo cual sugiere la necesi-
dad de una consideración de las importaciones en forma más
explícita de manera que en las filas (horizontales) del cuadro
correspondientes a cada uno de los sectores se registraran
separadamente las transacciones -intermedias y finales— de
productos nacionales, de productos importados y los totales
correspondientes. Se trata de una cuestión que va más allá de
una alteración puramente formal en la presentación del cua-
dro de insumo-producto. En verdad, si se admitiera que puede
modificarse la demanda final sin que se alteren las transaccio-
nes interindustriales, y se mantengan en consecuencia los nive-
les de producción bruta -como ocurriría si el incremento de
la demanda final se abastece mediante importaciones—, des-
aparecería la utilidad de los coeficientes de requisitos directos
e indirectos por unidad de demanda final. En un caso como
éste, todas las transacciones ocurridas entre los sectores han
tenido por objeto no satisfacer toda la demanda final, sino
sólo aquella parte que corresponde a productos nacionales. Se
deduciría de esto la primera conclusión importante: al utilizar
el modelo no basta con establecer como punto de partida un
cierto nivel y composición de la demanda final total, sino
también de la parte que se espera satisfacer con producción
interna; y luego, para deducir las necesidades de producción
158 Pedro Vusković

bruta que debe corresponder a estas demandas finales, es pre-


ciso utilizar coeficientes de requisitos directos e indirectos por
unidad de demanda final de productos nacionales.
Todavía no es todo. Supóngase que para satisfacer cierta
demanda final de productos nacionales el sector respectivo
requiriese de insumos en su totalidad abastecidos mediante
importaciones; en tal caso, el incremento de la demanda inter-
media de este insumo no tendría efecto indirecto alguno y la
mayor producción bruta de este sector no tendría por qué
determinar variaciones en la producción bruta de los demás
sectores. Se deduciría así una segunda conclusión: que es
necesario operar sobre la base de coeficientes de requisitos
directos e indirectos de productos nacionales por unidad de
demanda final de productos nacionales.
Todo esto agrega mayor complejidad al proceso, como es
natural. Desde luego, no bastaría con determinar una matriz
de coeficientes técnicos de insumo-producto considerando
los insumos-totales, sino que sería necesario calcular también
una matriz similar para los insumos de productos nacionales y
otra para los insumos de productos importados. La inversión
de la segunda permitiría obtener el cuadro de coeficientes de
requisitos directos e indirectos en la forma definida en el
párrafo anterior. La última, por su parte, ofrece un gran inte-
rés, ya que —una vez determinados los nuevos niveles de pro-
ducción bruta— haría factible cuantificar las mayores necesi-
dades de importación de bienes intermedios requeridos como
insumos para lograr esa producción.
Cabe señalar que tampoco quedan resueltas dificultades
semejantes cuando se adopta el criterio, de aplicación práctica
muy frecuente, de registrar todas las importaciones en una
sola línea, como si se tratara de un sector más de actividad
económica.
Finalmente, hay que registrar también el hecho de que,
tanto en unas soluciones como en las otras, se plantean pro-
blemas acerca de la forma más adecuada de valorar las impor-
taciones. En efecto, en este aspecto el problema es más com-
plejo que el de decidir entre "precios recibidos por el produc-
tor" o "precios pagados por el consumidor", como es el caso
cuando se trata de la producción interna. El precio con que
llegan finalmente las importaciones a manos del consumidor
V. Relaciones intersectoriales 159

—sea éste un consumidor final o un productor que las adquiere


como insumo— está formado al menos por cuatro elementos:
el valor a precios de fábrica en el país de origen, gastos en el
exterior (seguros, fletes, etc.), derechos aduaneros y gastos de
distribución en el país.
En estas condiciones, surge el problema de cuáles de esos
elementos debieran tomarse en cuenta al computar el insumo
importado efectuado por un sector cualquiera, por ejemplo
de materias primas agrícolas. No sería propio considerar el
monto total pagado por el sector respectivo como un insumo
importado proveniente, por ejemplo, de la agricultura, ya que
se estaría atribuyendo a este origen valores —como los gastos
en el exterior o derechos aduaneros que representan en reali-
dad pagos a otros sectores, sobre todo si se tiene presente que
la cuantía de estos recargos puede llegar a ser considerable.
Una solución eventual puede consistir en clasificar por indus-
trias de origen sólo valores correspondientes a estimaciones
de valoración a precios de fábrica en el país de origen, y por
lo tanto sobre esa base computar los cuadros de coeficientes
derivados. Los otros recargos se considerarían en forma sepa-
rada, en un caso con la finalidad de determinar el valor agre-
gado por sectores y, en el otro, de calcular el gasto total en
bienes finales.
Una solución de esta naturaleza parece también la más ade-
cuada como medio de cuantificar la incidencia de las importa-
ciones por sectores de origen, y por lo tanto de precisar los
montos posibles de sustitución por producción interna. Hay
que tener presente, sin embargo, que en la medida en que se
utilicen los antecedentes así elaborados para apreciar los efec-
tos de una sustitución, se estará admitiendo implícitamente
que los costos de producción en el país serán similares a los
imperantes en el país que abastece en la actualidad. 59. Los
anteriores constituyen ejemplos, si bien de importancia gene-
ralizada, de los numerosos problemas estadísticos que se plan-
tean incluso en niveles muy específicos. De modo similar, ca-
bría mencionar otros, como los que tienen que ver con los
procedimientos más idóneos para efectuar ajustes y actua-
lizaciones de las matrices de insumo-producto que tengan en
cuenta cambios tecnológicos y modificaciones en los precios
relativos, que vendrían a modificar los coeficientes técnicos y
160 Pedro Vusković

en consecuencia también los de requisitos directos e indirec-


tos.
En igual sentido, la construcción de los cuadros básicos ex-
presados a precios constantes de un año determinado abre
otro ámbito muy importante de investigación estadística en
materia de insumo-producto.
En otro plano, es indispensable reconocer que los concep-
tos de insumo-producto, no obstante su carácter predominan-
temente instrumental y técnico, no escapan del todo a las
consecuencias que derivan de concepciones sociales y políticas
globales, independientemente de que por lo general éstas no
se hagan explícitas. Si bien no llegan a afectar la formulación
esencial del modelo, pueden diferenciar notoriamente las for-
mas concretas que éste asuma: un amplio tema de trabajo, no
cubierto sistemáticamente, y sob're el cual cabría registrar al
menos unos enunciados ilustrativos. El propio propósito de
caracterización estructural que anima al modelo adquiere sig-
nificación distinta según el sistema social y los grados de des-
arrollo económico de la sociedad a que se refiere. Así, en una
economía capitalista madura, las preocupaciones por el "equi-
librio estructural" responden generalmente a consideraciones
de corto plazo, de armonización de los flujos corrientes, mucho
más que a unas de largo plazo y de grandes proporciones.
Una economía socialista, por su parte, busca atender a esos
problemas apoyándose principalmente en el instrumento de
los balances de materiales —de modo general más selectivos y
a la vez más detallados—; pero centra su preocupación no sólo
en las proporciones sectoriales convencionales, sino de modo
más amplio entre los "departamentos" de la producción de
bienes de consumo y de bienes de producción. Es decir, en
uno y otro caso se ponderan de modo distinto las relaciones
que tienen que ver con el funcionamiento del sistema respecto
de las determinantes de la reproducción del mismo. 60. Por lo
general, la construcción de matrices de insumo-producto en
América Latina ha recogido los criterios más convencionales
definidos con relación a economías capitalistas desarrolladas,
tanto en la configuración propia de los cuadros como en las
expectativas de su utilización con propósitos de análisis. Y,
con frecuencia, quienes trabajan en la elaboración estadística
no participan suficientemente en las fases de utili-
V. Relaciones intersectoriales 161

zación analíticas, o tienen escasa relación con los "usuarios"


principales de estos instrumentos.
Por una u otra razón, los problemas de adecuación de los
instrumentos de insumo-producto a las realidades económicas
específicas latinoamericanas pueden ser muy importantes. Y
ello tanto en el plano de la adecuación general de los esquemas
de contabilidad social de los que forman parte, como de las
características particulares y propias de las matrices de insumo-
producto como tales. A lo primero se ha hecho referencia en
los capítulos correspondientes de estas notas. Su intención fue
señalar cómo la base "técnica" (e ideológica) del sistema glo-
bal de cuentas nacionales -propuesto desde el capitalismo
desarrollado y hecho suyo por los organismos pertinentes de
las Naciones Unidas— arranca de los conceptos de mercado,
de las transacciones que tienen lugar en él, de la valoración
monetaria de tales transacciones y de la significación de los
agregados globales de las mismas. Se relegan en cambio, como
cuestiones secundarias, el carácter (productivo o improduc-
tivo) de esas "operaciones de mercado"; la naturaleza de las
finalidades a que sirven o de las demandas a que responden, y
el acceso que tengan distintos grupos o estratos sociales, así
como los elementos definitorios de los patrones de acumula-
ción de capital que en última instancia son determinantes de
los flujos que se venden en el mercado. No es de extrañar, por
lo mismo, como indicación indirecta de lo inadecuado de ta-
les bases de medición estadística para la realidad específica del
subdesarrollo latinoamericano, la contradicción que se observa
frecuentemente en los análisis entre la situación relativamente
más favorable que sugieren los indicadores cuantitativos glo-
bales y la mucho más negativa que sugieren otras valoraciones
de la realidad económica y social.
Problemas similares se reflejan igualmente en el diseño de
las matrices de insumo-producto, particularmente en los crite-
rios de desagregación sectorial y en la definición de las colum-
nas de demanda final. En efecto, de su referencia originaria y
todavía predominante a las economías capitalistas desarrolla-
das se "heredan" algunos rasgos que debieran ser objeto de
reconsideración al referirlas a las economías latinoamericanas.
Los criterios de clasificación sectorial son esencialmente
"técnicos", en el sentido de que procuran adoptar categorías
162 Pedro Vusković

sectoriales de la mayor homogeneidad técnica posible, susten-


tadas en la consideración de que así se asegura el significado
propio de los "coeficientes técnicos" que se deducen de la ma-
triz básica. En cambio, es muy escasa la incorporación de cri-
terios de desagregación sectorial que tengan más en cuenta la
expresión económica de diferenciaciones sociales e institucio-
nales; por ejemplo, subclasificaciones del sector agrícola según
formas predominantes de propiedad de la tierra (agricultura
latifundaria, empresa agrícola, minifundio, explotaciones colec-
tivas o cooperativas), o del sector industrial según tamaño y
posición en el mercado de las unidades productivas (gran indus-
tria monopólica, pequeña empresa, artesanía, o, desde otro
ángulo, de propiedad nacional o extranjera).
Incluso en casos en que se lleva la desagregación sectorial a
niveles muy específicos, es frecuente que se mantengan altos
grados de globalidad en las categorías de demanda final: el
desglose sectorial de sus componentes contrasta con el carác-
ter extremadamente agregado de sus definiciones (el consumo,
por ejemplo, sin referirlo a una diversidad de estratos socioeco-
nómicos que se diferencian profundamente en sus niveles y
patrones de vida).
Se señaló anteriormente lo insatisfactorio que resulta el
tratamiento que suele darse al "sector externo". Cabría agre-
gar consideraciones similares a propósito del "sector público",
incluidas las alternativas de su tratamiento como un "sector"
al que se le reconoce identidad propia o el desdoblamiento de
su actividad según los sectores de actividad en que participe.
61. Entre tanto, algunos de estos factores, que inciden sobre
el diseño de los instrumentos de insumo-producto, tienden a
acrecentar su gravitación antes que a disminuirla, en las ten-
dencias actuales tanto de los patrones internos de desarrollo
de los sistemas económicos latinoamericanos como de los tér-
minos de su inserción en la economía capitalista internacional.
Se agudizan los procesos de concentración'y centralización
del capital, diferenciando cada vez más los estratos monopóli-
cos. Se acelera la dinámica de la "extranjerización", en un marco
de internacionalización creciente del conjunto de la vida eco-
nómica del sistema capitalista mundial. La misma internacio-
nalización lleva a que los conceptos de procesos productivos
se sobrepongan a las clasificaciones convencionales de ramas
V. Relaciones intersectoriales 163

industríales, conformando unas estructuras industriales muy


diferentes alas experiencias "clásicas". Se revierten tendencias
que marcaban una declinación persistente de la participación
relativa de las importaciones y se impulsan deliberadamente
nuevas "reconversiones exportadoras".
Las contradicciones y conflictos consiguientes extreman las
grandes opciones económicas y sociales. Pierden credibilidad,
interpretaciones y propuestas que llegaron a ser predominan-
tes. Se abre amplio debate sobre los "estilos de desarrollo" y
se extiende el empleo de nuevos conceptos, como los de "ex-
trema pobreza" y "necesidades básicas" (independientemente
de que se les atribuya significados distintos y hasta contradic-
torios). Y en consonancia con ello, se reclama la necesidad de
revisar los instrumentos estadísticos en los que ha de susten-
tarse el análisis de tales opciones. El reclamo alcanza sin duda
a las matrices de insumo-producto, a las que se atribuye un
papel potencialmente muy importante. Reconocido su aporte
tradicional a la consideración de los "equilibrios estructurales",
se busca que ayuden también a enriquecer los análisis más allá
del cuadro estricto de las relaciones interindustriales, en una
fase en que las necesidades del análisis desbordan cada vez más
los ámbitos "estructuralistas". Lo cual supone probablemente
un esfuerzo adicional orientado por lo menos en tres direccio-
nes: hacia unos desdoblamientos sectoriales que superen los
criterios estrictos de "homogeneidad técnica" a que han obe-
decido en el pasado; hacia una desagregación mayor de los
componentes de la demanda final, que se haga cargo de las
pronunciadas diferenciaciones socioeconómicas existentes; y
hacia una ampliación de los contenidos de las "líneas de valor
agregado", que faciliten un análisis más riguroso de las dota-
ciones sectoriales de capital, del empleo y de la distribución
del ingreso.

4. EL ESFUERZO ESTADÍSTICO DE MÉXICO EN


MATERIA DE INSUMO-PRODUCTO

62. En el sentido señalado, es sin duda muy importante reco-


ger la experiencia que viene acumulándose en México. Lo ya
hecho, lo que está en curso de realización y los propósitos
164 Pedio Vusković

definidos, configuran un esfuerzo de dimensión singular, que


justifica concluir que es aquí donde se adelanta la realización
latinoamericana más completa en esta materia.
A ello contribuye la extensión que vienen cobrando los
propósitos de planificación, manifiestos ya —entre otras expre-
siones— en los avances de ía programación presupuestaria, los
planes de desarrollo urbano, el plan industrial, el plan global
y los esfuerzos de planificación en el sector agropecuario. Una
amplia tarea que coincide además con la necesidad actualizada
de la sociedad mexicana de discutir las grandes opciones estra-
tégicas de su desarrollo futuro.
En verdad, se ha tratado de un esfuerzo muy amplio e intenso
en todo el campo de la información básica. Y, como parte del
mismo, avances notorios en la disposición de los instrumentos
estadísticos de insumo-producto, cuya trayectoria queda resu-
mida en los siguientes párrafos:

En materia de insumo-producto, el Banco de México, S. A. elaboró para


el año de 1950 una matriz de 32 sectores, valuada a precios de produc-
tor, lo que en su época representó un trabajo de características muy
avanzadas. Desde dicho año, el Banco publicó también periódicamente
datos sobre el producto interno bruto a un nivel más agregado. Sobre la
base délos censos económicos y de población de 1960,1a citada institu-
ción elaboró una nueva matriz de insumo-producto, referida a dicho
año, también valuada a precios de productor, identificando 45 sectores
de actividad económica [...]
[...] en junio ds 1969, la institución mencionad? publica series para el
periodo 1950-1967, del producto interno bruto a precios corrientes y
constantes de 1960, de acervos y formación de capital por tipo de acti-
vidad, e integra un sistema de cuentas nacionales de características muy
similares a las recomendadas por Naciones Unidas en la actualidad, cons-
tituyéndose este trabajo en una avanzada en la materia. Esta tarea incor-
poró los anteriores datos para la década de los cincuenta, estandarizándo-
los sobre la base de los 45 sectores de actividad de la matriz de 1960, la
que fue utilizada, además, como fundamento del año base de los cálcu-
los.
En el año 1975 la Dirección General de Estadística, dependiente enton-
ces de la Secretaría de Industria y Comercio, integra un grupo de trabajo
con el objetivo de aprovechar los resultados de los censos económicos
relevados para 1970 en la elaboración de una nueva matriz de insumo-
producto, que sirviera a la vez de marco de referencia para el mejora-
miento de las estadísticas básicas, y a la renovación del sistema de medi-
ción de agregados macroeconómicos.
V. Relaciones intersectoriales 165

A mediados de 1977, se logra la valiosa colaboración del Banco de México,


S. A., y, desde comienzos de 1978, la asesoría técnica del Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el respaldo de la CEP AL.
La propia Dirección General de Estadística aporta, en esa oportunidad,
nuevos recursos humanos y materiales para fortalecer el equipo, todo lo
cual culmina exitosamente a fines de 1978 con la publicación de la ma-
triz de insumo-producto para 1970, de 72 ramas de actividad económica,
respaldada por información abundante sobre la producción del año [...]
[...] la labor del equipo a cargo de estos cálculos de cuentas nacionales
no se ha limitado a producir estas informaciones, sino que también viene
cooperando intensamente en el diseño y mejoramiento de estadísticas
básicas y de los censos de población y económicos de 1980, a cargo de
la Dirección General de Estadística, para asegurar, en el futuro próximo,
un flujo más adecuado y oportuno de datos [...] (Sistema de cuentas
nacionales de México, tomo I, Resumen General, Secretaría de Progra-
mación y Presupuesto, Banco de México, S. A., y Programa de las Na-
ciones Unidas para el Desarrollo, México, enero de 1981).

Por su parte, la información siguiente amplía la descripción


de los alcances del trabajo más reciente y las elaboraciones
estadísticas complementarias de que se ha llegado a disponer:

[...] La matriz de insumo-producto elaborada para 1975 [...] distingue


72 tipos de actividad económica, 5 tipos de demanda final, 3 compo-
nentes de valor agregado y el componente de importación de bienes y
servicios [...]
Una vez que se construyó la matriz insumo-producto que contiene los
valores absolutos de las transacciones ocurridas en 1975 se generaron
dos matrices adicionales: a) la matriz de coeficientes técnicos de insumo-
producto [...] b) la matriz de coeficientes de requisitos directos e indi-
rectos por unidad de demanda final [...]
Para dotar de mayor capacidad de respuesta a la matriz de insumo-pro-
ducto de 1975, se elaboraron una serie de matrices y submatrices comple-
mentarias, tales como la de importaciones, insumos industriales, impues-
tos indirectos, consumo del gobierno y servicios médicos y educativos,
que desagregan la información de primera importancia [...] Dado que la
matriz de insumo-producto refleja la estructura económica del país, no
requiere ser elaborada cada año, pues los cambios de ésta se realizan en
periodos más largos; por eso, se procura construirlas para los años en que
se dispone de información abundante. Para cubrir los años intermedios
se recurre a una técnica que-permite estimar la matriz de insumo-
producto considerando los cambios más relevantes en los niveles de pro-
ducción y en las relaciones sectoriales [.,.] (Secretaría de Programación
y Presupuesto, El ABC de las Cuentas Nacionales, México, abril de
1981).
Impreso en los Talleres Gráficos de la
Dirección de Publicaciones del
INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL
Tresguerras 27, Centro Histórico, México, DF
Junio de 2002. Edición: 1 000 ejemplares

DISEÑO DE PORTADA: Wilfrido Heredia Díaz


SUPERVISIÓN: Manuel Toral Azuela
Delfino Rivera Belman
PRODUCCIÓN: Alicia Lepre Larrosa
DIVISIÓN EDITORIAL: Jesús Espinosa Morales
DIRECTOR: Arturo Salcido Beltrán

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