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AMLO el político y Chomsky el académico, de acuerdo /Víctor Flores

Olea
Gran sorpresa, y gusto, el encuentro entre el filósofo estadounidense Noam Chomsky, de
prestigio mundial, y Andrés Manuel López Obrador, quien ganó arrolladoramente la
presidencia de México el 1 de julio de 2018, y que ha estado bajo el fuego lento de sus
opositores de la derecha. Sorpresa por ese encuentro inadvertido y seguramente cultivado
por el primer mandatario de la nación. En todo caso, encuentro que subraya la raíz
universitaria del político mexicano y que silencia los adjetivos que se le han endilgado, y
que ahora pone en ridículo en el intercambio que tuvo lugar en Hermosillo, Sonora.
Para la mayoría de los lectores no hace falta recordar que Noam Chomsky es uno de los
pensadores más rigurosos de este tiempo en el campo de la linguística pero que se ha
distinguido también por sus incisivos análisis políticos. Chomsky ha formulado lo que
podríamos llamar las “condiciones mínimas de un nuevo orden internacional” con base en
algunos principios esenciales como el de la distribución equitativa de la riqueza y la
eliminación de las concentraciones de poder. Noam Chomsky es un socialista que no
permite lo nombren tal, por el repudio en ese país hacia los socialistas ( y más aún los
marxistas), lo cual hubiera impedido que le otorgaran los reconocimientos académicos que
ha obtenido. Resulta excepcional, pero nos encontramos otra vez con el país que ha
aportado tantas libertades al mundo y que en el campo de la política, sobre todo del
socialismo, se mantiene intransigente en no designar por su nombre ciertas realidades. ¿Por
esa razón el socialismo no ha encarnado en Estados Unidos en agrupaciones, partidos
políticos o movimientos sociales amplios? ¿Por eso únicamente admite la designación en
individuos o personas dispuestos ha tolerarla? 
Dice Chomsky, el profesor de la Universidad de Harvard, Pensylvania y ahora de Arizona
sobre Trump: “Es un hombre muy hábil para el engaño, tiene actitudes muy totalitarias y
eso le ha servido para controlar a sus seguidores, que tienen fe en su dios” (Trump). Dijo
además el lingüista estadunidense en un evento celebrado en la Ciudad de México: “Trump
es un gobernante habilidoso y demagogo que ha sabido conectar con los “medios
legítimos” de una parte de su sociedad, “como antes lo hicieron Hitler o Mussolini” en sus
respectivas sociedades. El analista señaló que Trump ha conseguido que una parte de los
estadounidenses sientan que es el único político que les da voz y defiende sus tradiciones y
cultura”.
Chomsky enfatizó que el inquilino de la Casa Blanca ha construido un enemigo externo —
los mexicanos, los asiáticos, los inmigrantes— de acuerdo con la misma lógica que “Hitler
hizo con los judíos, aunque obviamente ni los judíos iban a destruir Alemania ni los
migrantes lo van a hacer con EE.UU.”,Por tanto, Trump es un fenómeno que refleja el
momento en que se encuentra EE.UU. después de décadas de medidas de gobierno que han
concentrado el poder político y económico en unas pocas manos, deformando la capacidad
de las instituciones para servir a sus ciudadanos. En una ocasión, Chomsky consideró la
elección del magnate neoyorquino como presidente de EE.UU. como una amenaza para la
supervivencia de la especie humana e incluso dijo  que “el Partido Republicano, con
Trump en el Despacho Oval, representa un mayor peligro que Corea del Norte y el grupo
terrorista EIIi”.
En una conversación, con base de mensajes electrónicos que tuvo Chomsky con el también
profesor de filosofía George Yancy, este último afirmó: “En este momento político de la
posverdad y dado el creciente autoritarismo del que estamos siendo testigos en el gobierno
de Trump, ¿qué papel público crees que la filosofía profesional puede desempeñar al
abordar esta situación de manera crítica?”, Noam Chomsky repuso: “Tenemos que ser un
poco cautelosos para no tratar de matar a un mosquito con una bomba atómica. Lo que
hemos visto en relación con el momento “posverdad” es tan absolutamente absurdo que la
manera más adecuada de enfrentarlo bien podría ser ridiculizándolo. Por ejemplo, el
comentario reciente de Stephen Colbert resulta pertinente: la respuesta de la legislatura
republicana de Carolina del Norte a un estudio científico que pronosticaba un aumento
amenazante en los niveles del mar fue prohibir a las agencias locales y estatales desarrollar
documentos de planeación para abordar el problema, y la respuesta de Colbert fue: “Esta
solución es brillante. Si tu ciencia te da un resultado que no te gusta, promulga una ley que
diga que el resultado es ilegal. Problema resuelto”.
No podemos perder de vista que Andrés Manuel López Obrador, titular del Ejecutivo en
México, tiene un gran desafío al tener que enfrentarse, a título de igualdad con el presidente
de Estados Unidos, quien es calificado por un buen número de ciudadanos de ese país en
términos despectivos, incluso violentos. Mantener plena la dignidad de México, para no
hablar de la exigencia de que se respete en todos los casos la soberanía, no es, como
podemos imaginarlo, un desafío sencillo. Sin embargo, a ello esta obligado AMLO como
presidente de México: tarea que seguramente cumplirá a cabalidad en su sexenio. Tarea no
fácil, decíamos, por tratarse la contraparte de un sujeto prepotente y de instintos
autoritarios, e incluso desequilibrado emocionalmente, como ya lo han dicho otros y
probado él mismo con toda claridad.

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