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Título de la obra: Huérfana

Pseudónimo: Minnene

Al Diablo todo lo construido

Lo que corrompió el secreto

De la creación

Al diablo las palabras

Que en sol vejaban

Al peluquero

Oculto en la fascinación del pelo

Al diablo eso

Y que ocurra en tiempos menores

la voz que oyó

decir al muerto

no estoy tal cosa, sino enterrado

junto a Hefesto

el que hizo la mitad de las cruces.

Las demás las hizo el carpintero Pablo

en un taller que poco tiempo duró

antes de que se largase al río

creyéndose marinero

sobre una balsa de cartón

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para ir a parar

a un despoblado

pueblo caminando

entre el agua

que apenas le cubría los vellos

de la pantorrilla

Pablo

Sí, Pablo pronto estará muerto

Al lado

¿Y de dónde sacarán la cruz

Para que apoye la frente su madre?

Ahí tenemos a Pablo

Desamparado por completo

Flaco

Sosteniendo con las manos

El último trozo de su velero

Lo deslumbra la luz

Lo quema la tierra

Lo lleva a un sendero

Una mujer de arena

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Y lo lava con veneno

De escorpión

Hasta que se recupera

¿Quieres tú hcerme un favor?

Le pregunta

Y Pablo concede

Viendo el aguijón

Que sale de su cuerpo

Esa pequeña diosa

Necesita un hijo

Mitad humano

Por eso ordeña a Pablo

Con tanta dedicación

Lo necesita para llevar a cabo

La desertificación

Por eso exprime a Pablo

Como a una vaca

Hasta que una niña llega

Y lo deja entre las dunas

Y ella parte con su hija

la lleva en brazos

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le da pecho

y le sale espuma

la niña bebe de su reflejo

mil veces de un espejo

su panza se hincha

mil veces de un espejo

sube de las lagunas

de peces alucinados

se toma de sus escamas

salta entre las aletas

sudando

envuelta en agua

que sale de su cuerpo

sobre la espalda

de su madre que acelera el paso

que levanta nubes de arena

que entierra pueblos enteros

con bombas tan minúsculas

que nadie creería

estar siendo bombardeado

Van rumbo a la ciudad

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mientras se levanta Pablo

agobiado por las pústulas

da paso tras paso

entre lágrimas

y grita: ¡Camaradas! ¿Dónde están?

y busca su barco con las manos

y la arena se pega a su piel

lo va consumiendo

sus manos desaparecen

se vuelven dos remos

dos cerillos sin pólvora

que se desgastan hasta ser

un cuerpo sin extremidades

contorneándose como un gusano

pudriéndose en silencio

mientras su hija sale

a la superficie por un anzuelo

un aguijón

se retuerce entre el veneno

llorando la ausencia de su padre

en su taller

tiene un sueño entre las tablas:

ir cabalgando en el desierto.

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