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PASTA DE COCA

 Colombia produce el 80 por ciento o más de la cocaína del mundo, y en su mercado internacional
el país enfrenta una competencia mucho menor que en exportaciones como las de café y flores,
donde ha sido un productor y exportador exitoso, pero también debe enfrentar una fuerte
competencia.

¿POR QUÉ COLOMBIA?

Al respecto, es necesario recordar que a finales del siglo XIX y durante buena parte de la primera
mitad del siglo XX, la coca se cultivó en diferentes países de manera legal y la cocaína se usó para
fines médicos. En varios países europeos con buenas industrias farmacéuticas era legal importar
desde sus colonias (Indonesia, Malasia, Sri Lanka y el sur de la India) las hojas de coca o la pasta
básica llamada en ese entonces cocaína bruta.

A principios del siglo XX, el mayor exportador de hojas de coca fue Indonesia, a donde los
holandeses trasplantaron la planta desde Surinam. Los japoneses cultivaron en Taiwán y, como es
bien conocido, Bolivia y Perú tuvieron grandes plantíos de coca que abastecían el mambeo en
esos países y en el norte de Argentina y Chile.

A finales de los años treinta, anticipando una escasez de cocaína medicinal ante una nueva posible
guerra mundial, Harry Anslinger, el director de la Oficina de Federal de Narcóticos, antecesora de
la DEA, desarrolló cultivos pilotos en Puerto Rico y Guam.

Mientras la cocaína fue legal, su producción no excedió a 20 o 30 toneladas. Su máximo se obtuvo


antes de los años treinta y decayó con el desarrollo de sustitutos no adictivos. Durante los años
cuarenta no pasó de cinco toneladas. Perú intentó desarrollar la producción de la cocaína y,
finalmente, lo logró a finales de esa década.

Sin embargo, para entonces el uso medicinal de la cocaína había disminuido mucho y Perú acabó
su producción en 1950. Actualmente, la demanda global para usos médicos de la cocaína no
supera los 130 kilos por año, mientras que la producción de cocaína ilegal es mayor a 1.200
toneladas.

Esta evidencia muestra que Colombia no tiene una ventaja comparativa especial en la producción
de coca, la cual se puede cultivar en muchas zonas tropicales húmedas, y también muestra que
muchos países que cultivaron coca y produjeron pasta básica, y que hoy cuentan con los recursos
tecnológicos para refinar cocaína, no lo hacen.

Mientras tanto, Colombia, que no exportó una hoja de coca o un gramo de cocaína cuando eran
legales, lleva por lo menos 40 años atrapada en el negocio del narcotráfico de cocaína, sin que la
sociedad y el Gobierno vean formas de salir.

Entre más controles estatales o sociales existan, será mayor el riesgo, y esto afectará su
rentabilidad, e incluso la probabilidad de que este tipo de actividades se puedan desarrollar. Más
aun, se puede llegar al caso, dependiendo del grado de controles existentes dentro de
determinados grupos sociales, en que se considere que a pesar de que exista una demanda, no
necesariamente se debe responder con una oferta. Por consiguiente, es imprescindible que el
Gobierno y los estudiosos colombianos analicen el desarrollo de los países que, pudiendo cultivar
coca y producir cocaína, no lo hacen.

Mientras Colombia se mantenga en el círculo vicioso que implica explicar el problema de las
drogas con base en la necesidad de responder a una demanda, no podrá encontrar soluciones
realistas, y terminará dependiendo siempre del vaivén de la política dictada por los países
consumidores, que en la política mundial son mucho más poderosos y organizados.

 La mayoría de esa producción ilegal es exportada, principalmente hacia Estados Unidos y


Europa.

¿Dónde está la coca?

Cauca, Nariño, Valle, Antioquia y Bolívar presentan la mayor densidad de siembra por kilómetro
cuadrado.

Al menos nueve departamentos muestran esa tendencia. En Nariño, Putumayo, Meta, Chocó y
Amazonas, se logró una reducción de más de 11.000 hectáreas. Sin embargo, en Norte de
Santander, Bolívar y Cauca, hubo un incremento de 9.000 hectáreas concentradas. 

Ahora bien, prácticamente el 5 por ciento del territorio concentra el 62 por ciento del problema. Los
nucleos de mayor densidad de siembra por kilómetro cuadrado están ubicados en: El Tambo,
Argelia (Cauca); El Charco, cuenca alta del río Telembí (Nariño); Anchicayá (Valle del Cauca);
Tarazá, Valdivia (Antioquia) y San Pablo (Bolívar). 
De acuerdo con el informe presentado por la UNODC, el 47 por ciento de la coca que inunda los
campos del país se encuentra en zonas de manejo especial. Es decir: Parques
Nacionales, Resguardos Indígenas y Consejos Comunitarios. La presencia de cultivos en
estos territorios pasó del 44 por ciento en 2006 al 65 por ciento en 2010 y se contrajo al 47 por
ciento en 2018. 

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