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Todos los personajes son obra y propiedad de Desirée Arjona Peña, pertenecientes a la trilogía
Only.
Este documento electrónico es un capítulo exclusivo y gratuito de la autora para los fans. Está
totalmente prohibida su venta o alquiler. Todos los derechos reservados. No está permitida la
reproducción total o parcial de cualquier parte de la obra, sin el permiso de la autora, Desirée
Arjona Peña. Si has descargado o leído, este documento de una web que no sea Flota con un
libro, te partiremos la cara. Bueno, no, es broma, pero el niño Jesús se enfadará contigo.
Advertencia:
Contiene algunas escenas sexualmente explícitas y lenguaje adulto que podría ser considerado
ofensivo para algunos lectores y no es recomendable para personas sensibles.
Contiene spoilers del libro Only one step, Only two thing y Only three wishes. Las siguientes
páginas transcurren después del tercer y último libro de la trilogía, Only Three Wishes, así que
si no has leído la saga entera, no sigas, ya que: 1. No te vas a enterar de nada, y 2. ¡Te vas a
spoilear!
Cuando Henry se tomó su zumo, su bacon y sus huevos recién hechos, se sentó a ver los
deportes con Nike al lado, sin querer ver lo que Jake estaría organizando en las habitaciones,
prefería no hacerlo porque si no se pondría como loco, pero entre soportar ver su casa
invadida y vivir con Jake, ganaba lo segundo, aunque sabía que le costaría adaptarse. Con la
taza de café medio llena Henry acudió por fin al despacho encontrando a Jake sentado en el
suelo con varias pilas de CDs a su lado y cara de frustración. Jake no lo sabía, pero cuando
estaba concentrado se le ponía una expresión muy sexy a opinión de Henry, no era la primera
vez que se quedaba contemplándole mientras componía esa cara, la misma que ponía cuando
escribía canciones y tocaba algo nuevo.
—¿Te estas divirtiendo, Woods? —le preguntó Jake malhumorado desde el suelo.
Mierda, el cabrón le había pillado, maldijo Henry dando un respingo.
—Llevas un buen rato mirándome y riéndote —Jake se levantó del suelo, caminando hasta el
escritorio—. Si al menos hago que te entretengas, podrías ayudarme.
El moreno acompañó esta última frase con una gran sonrisa. El muy puñetero sabía cómo jugar
sucio.
—Rivers, ya he tenido bastante trabajo, no voy a hacer el tuyo —contestó, mientras intentaba
no centrarse en el cuerpo del moreno y seguir en su postura digna. Se giró para marcharse
pero algo le detuvo.
Una mano sujetó la muñeca del rubio. Unos dedos fuertes y cálidos, que le agarraban con
decisión, como si fueran su dueño. Henry giró la cabeza, encontrándose con una mirada
oscura. Jake estaba muy cerca, demasiado cerca.
—Pues entonces, si no quieres nada de mí… —susurró con lentitud—, deja de mirarme como si
lo desearas.
Henry mandó a la mierda todo su autocontrol, ni tan siquiera pensó que estaba intentado
mostrarse molesto, todo eso le daba igual. Colocó una palma en la nuca de Jake y sin darle
tiempo a que reaccionara le besó como siempre había deseado hacerlo. Bebió de su boca con
sabor a vainilla, acarició sus labios con los suyos, rozó con fiereza la lengua del moreno. La
ropa entre los dos era una molestia, necesitaba tocarle más, sentir el tacto de sus firmes
glúteos entre sus manos, quitarle la ropa, lamerle por todos los rincones de su cuerpo, morder
la piel morena, que los ojos marrones se nublaran de lujuria.
—¿No querías que ordenara? —preguntó Jake separando sus bocas y sonriendo con malicia.
—Eres un cabrón retorcido —susurró Henry en los labios de Jake.
—Para nada —dijo Jake dándose la vuelta para recoger los CDs que había dejado en el suelo.
Henry se mojó los labios con la lengua.
—¿Cómo piensas colocar tu “estudio”? —preguntó con algo de burla en la última palabra—.
No parece que hayas avanzado mucho.
Jake se encogió de hombros dejando los discos sobre unas cajas.
—Mmmm, no sé, pondré las dos estanterías que tenía en casa en esa pared —dijo señalando
la pared de su izquierda—. El sillón ahí, tal vez el puf aquí, son cómodos para tocar, la mesa al
fondo, y las guitarras y los amplificadores donde pille.
—¿Donde pille? —inquirió Henry antes de suspirar—. Supongo que es un milagro que sepas
donde vas a poner las estanterías. Y que sean los únicos muebles decentes —dijo mirando con
animadversión el sillón de Jake.
—Uh, te equivocas —contestó Jake tomando a Henry de la cintura—. La mesa es muy
resistente.
Jake agarró a Henry y le obligó a sentarse en la mesa. Los labios de Jake fueron directos al
cuello de Henry mientras le acariciaba con sus manos la espalda baja. Henry elevó la cabeza
dejando espacio para que la boca de Jake le cubriera toda la piel de su cuello. Suspiró antes de
hablar.
—El piso va a estar así por dos semanas, ¿verdad? —preguntó ya sin ganas de resistirse y de
decirle al moreno que arreglara sus cosas.
—Depende, si tú y tu cuerpo estáis por aquí para distraerme, seguramente —dijo antes de
tomar la camiseta de Henry y tirar de ella hasta quitársela.
Henry le imitó y también le quitó la suya, pero el moreno le tomaba ventaja y ya le estaba
arrebatando los pantalones. Jake los dejó tirados con el resto de sus cosas por la habitación.
Cuando Henry empezó a notar la mano de Jake bajo su ropa interior suspiró con fuerza. Besó
de nuevo a Jake, notando con su lengua el pendiente que tenía el moreno en la suya. Por
mucho que intentara comportarse como un adulto, con Jake siempre se sentía con diecisiete
años.
—Ah —gimió Henry al notar sus ganas de explotar.
Tomó la muñeca de Jake para apartar su mano, y llevó las suyas al botón del pantalón del
moreno. Jake obligó a Henry a tumbarse en la mesa, y le desnudó completamente. Se subió
junto a él y por un momento temió que no aguantara el peso de los dos, pero se mantuvo
firme. Jake acarició el muslo derecho del rubio, el tacto con su simple piel le enloquecía. Sus
dedos siguieron rozando cada centímetro de ésta. Henry se quedó quieto, con las piernas
ligeramente abiertas, el brazo izquierdo sobre su cabeza y el otro acariciando la cabellera del
moreno. Sin perder ni un segundo, las manos del moreno volvieron a rozar los muslos de
Henry. Se colocó encima de su cuerpo y lamió sus pezones. Jake los mordió, saboreándolos,
tirando de la piel hasta puntearlos. Cuando se sintió satisfecho, comenzó a lamerle el pecho,
dejando un largo trazo de saliva por él. Jake se sorprendió cuando comenzó a escuchar los
gemidos de Henry. Levantó la cabeza y con la lengua acariciando la piel, le miró. La cara de
Henry estaba sumida en un intenso placer.
—No seas retorcido —dijo Henry, levantando las caderas—. Me estás matando.
Jake sonrió con picardía, y sin contestar nada, prosiguió con la lengua llegando hasta la base
del miembro y continuó lamiendo hasta acabar en el glande, donde tomó con avaricia las gotas
que iban resbalando. Jake pasaba su lengua, besaba y tomaba todo de él. Colocó sus manos en
la pelvis de Henry para que no se moviera y fuera él el que le follara con su boca.
—¡Jake! —gimoteó Henry—. Para… no me quiero correr… ah. ¡Joder! ¡Jake!
—¿No te quieres correr, Piolín? —preguntó Jake con aquella sonrisa petulante liberando el
miembro de Henry, para a continuación comenzar a masturbarle.
—Quiero que me lo hagas con todas tus fuerzas para ver si tu birria de mesa es
verdaderamente resistente. ¿Crees que lo podrás hacer?
Jake tomó las palabras de Henry como lo que eran, una provocación. Esta vez fue Henry el que
sonrió con arrogancia, y Jake se la devolvió, por supuesto que lo podía hacer, otra cosa era que
su mesa lo aguantara. Henry atrajo a Jake hacia él y le mordisqueó la oreja, la mejilla y el
cuello, mientras Jake trataba de bajarse los pantalones y la ropa interior por debajo de la
pantorrilla. Cuando lo consiguió, se incorporó y de rodillas entre las piernas del rubio, pudo
observar el cuerpo de Henry, con una mirada impaciente, mojado en sudor y saliva. Sostuvo el
muslo derecho de Henry, se humedeció los dedos con su boca e introdujo uno en su entrada y
enseguida otro dedo se unió al anterior, rotando y dilatando el estrecho canal. Henry
continuaba quieto, aferrándose con fuerza al pecho de Jake, dejando en él marcas rojas. Sus
ojos azules estaban oscurecidos por el placer, y su erección mojada en saliva y en liquido
preseminal, todavía más firme que antes.
—Me pasaría los días así, Piolín —prosiguió Jake también jadeando—. Cada minuto… de esta
manera.
Jake dejó de prepararle, se agarró a los muslos de Henry y con decisión se metió de golpe.
—¡Ah! —gritó Henry ahogadamente.
Enterrado por completo y sin moverse aún, preguntó:
—¿Qué tal? —dijo con las caderas quietas, disfrutando como nunca. Se acercó al cuello de
Henry para hablarle en susurros—. ¿Me muevo o prefieres que la saque para que vuelva a
meterla hasta el fondo?
Henry obligó a Jake a mirarle y antes de besarle le contestó:
—¿Tú qué crees?
Jake se retiró, quedándose parado unos instantes. Apretó aún más los muslos con las manos y
volvió a introducirse de una estocada. Con fuerza, continuó penetrándolo, una y otra vez,
empujando y chocando contra sus nalgas con fiereza. La mesa comenzó a sonar y a
estremecerse con ellos. Estaba siendo un polvo agresivo, cada vez que se metía lo hacía con
más vigor, aferrándose con intensidad a los muslos, buscando la dirección correcta para darle
justo en el punto perfecto en cada invasión.
—¡Ah! Dios… Jake…. Jake… sigue. ¡Sigue!
El rostro de Henry estaba cubierto de una capa de sudor, igual que su pecho y el resto de él.
Seguramente a Henry le quedaría alguna marca al día siguiente, pero Jake estaba extasiado,
con Henry debajo, abierto y entregado, necesitado de él y no podía dejar de pensar en que
quería que Henry le sintiera a la mañana siguiente. Las palmas le resbalan por la humedad,
pero no dejaría de sostenerle. La mesa crujía bajo ellos, y se había desplazado de su sitio
inicial. Henry juraría que la mesa se iba a partir en dos por culpa de Jake. Las manos de Henry
se movían por la espalda del moreno, su pelo, sus glúteos, su pecho, su boca, no podían parar
quietas. Notaba sus piernas temblar con cada golpe que Jake le propinaba con su pelvis. Jake
notó que estaba llegando a su límite, por lo que agarró la dureza de Henry para hacerle
terminar con él. El rubio terminó entre los dos, con dos embestidas más, haciendo que Jake se
sintiera más apretado, y culminó uniéndose a los jadeos de Henry. Satisfecho y agotado, Jake
soltó las piernas de Henry y se dejó caer a su lado.
—Eso ha sido… —pronunció Henry aun con la respiración acelerada.
—Increíble. Te dije que aguantaría —continuó Jake soltando una carcajada—. ¿Te he hecho
daño? —preguntó Jake acariciando el pecho de Henry.
—¡Qué me vas a hacer daño! —dijo Henry ofendido, dando un manotazo a Jake e
incorporándose—. Voy a la ducha, que debo de oler a gato muerto. ¿Vienes?
—Ni de coña hueles a gato muerto —replicó Jake también poniéndose en pie—. ¿Seguro que
quieres que me duche contigo?
Henry rió.
—¿Tienes miedo de que te haga lo mismo a ti o qué?
—No sé si podré repetir sin que me dé un paro cardiaco —reconoció Jake, aunque no se opuso
cuando Henry le tomó de la cintura y comenzó a conducirle hacia el baño.
—Lo haré con delicadeza, tranquilo.
—Que te den —soltó Jake cuando entraron en el baño.
No tuvieron que quitarse nada porque ya estaban desnudos. Jake fue empujado por Henry y
entró el primero, dando su espalda con los azulejos color oscuro. Prácticamente estaban
fusionados uno con el otro, disfrutando de estar tan unidos, con el agua cálida fluyendo
encima de ellos, sin separarse, mientras la excitación continuaba subiendo conforme más se
tocaban ambos cuerpos.
—Pon tus manos en la pared, Jake —le susurró en la boca.
Jake sonrió e hizo lo que el rubio le mandó.
—Hazlo de una vez—dijo Jake con impaciencia, con las palmas ya apoyadas en el mármol, las
piernas más abiertas, el agua de la ducha cayendo encima de él y las nalgas a la disposición de
Henry.
La expresión de goce de Jake fue arrolladora. Tal y como le había prometido estaba siendo
delicado, comenzó a entrar poco a poco, disfrutando del momento, disfrutando de estar
enterrándose dentro de él, disfrutando del placer no sólo de estar haciéndolo, sino también de
comprobar cómo Jake le exigía y le demandaba más.
Se agarró a su pecho, apretándose todavía más a él, pegado a las posaderas del moreno. El
momento perfecto.
—¿La sientes, Jake? —preguntó mordisqueándole el cuello—. Dime.
—Sí… —respondió empujándose contra la pared, oprimiéndose más contra el cuerpo de
Henry—. Siento… oh, joder… la siento tan dura… tan caliente… Muévete, Henry.
Ante esas palabras, Henry cogió a las caderas del moreno, quedándose este con la espalda algo
doblada, sosteniéndose en el mármol.
—Joder, te ves tan bien, Jake. Así deberías estar siempre —dijo, saliendo e introduciéndose de
nuevo al segundo, con embestidas ahora más seguidas, moviéndose de forma incesante,
apretando los dedos contra las estrechas caderas del moreno.
—Más fuerte, Henry. Más —le pidió, arqueando la espalda—. Tócame, no seas cabrón, y
tócame.
—Eres insaciable eh —aseguró Henry sonriendo.
Con una mano, le incorporó quedándose de nuevo con el torso del moreno pegado a su pecho,
con la otra le agarró el miembro, acariciándoselo, mientras el sexo del rubio continuaba
golpeándole en aquel punto.
—Así Henry, así… se siente jodidamente bien… —gimoteó Jake, con la cabeza apoyada en el
cuello del rubio, el rostro rojo por completo, los ojos oscurecidos, y una expresión de goce más
allá de lo inimaginable.
Henry aumentó más el ritmo, tanto de la palma que masturbaba al moreno, como de las
penetraciones. Más fuerte, más rápido, no podía aguantar más. Necesitaba acabar dentro de
ese canal tan estrecho, tan caliente, tan apretado y también quería que Jake disfrutara como
nunca antes lo había hecho.
—Estoy a punto… —dijo el moreno con la respiración sofocada. Henry sintió cómo las nalgas se
contraían, ciñéndose todavía más a él.
—Hazlo Jake, quiero verte. Grita mi nombre, grítalo mientras te corres —exclamó, clavándole
los dientes en el cuello, introduciéndose sin parar.
—¡Joder! ¡Henry! —bramó, liberándose.
El rubio observó el rostro de Jake, cómo había cerrado los parpados en el instante que había
dicho su nombre, como sus deliciosos labios habían sollozado esa palabra justo en el momento
que había tenido el orgasmo, haciendo que el moreno se apretara todavía más. Sin poder
soportarlo, se ciñó más a él, dando unas cuantas estocadas, deleitándose en esa expresión, y
liberando al fin su semilla en el interior de Jake.
Pasados unos segundos, Henry dejó de sostener a Jake y éste, al fin, se dio la vuelta.
—Hoy pasamos todo el día durmiendo. ¿Queda claro? —preguntó Jake agotado, más como
una orden que como una sugerencia.
Henry rió mientras intentaba respirar.
—Lo que tú quieras. Te lo has ganado —dijo antes de besar con delicadeza a Jake.
El moreno asintió antes de meterse directamente bajo el agua. Henry cogió el gel y dejó caer
un poco en sus manos antes de comenzar a pasarlas por Jake. Jake se había lavado el pelo
entre caricias de Henry y cuando dejó el agua libre para el rubio escuchó su móvil sonar. Jake
abrió el cristal de la ducha y salió poniéndose una toalla bajo el torso.
—Serán los pesados de tus amigos —se quejó Henry comenzando a enjabonarse el pelo.
Jake salió a la habitación y encontró su móvil en la cama. Vio por la ventana que estaba
cayendo una buena, eso le vendría genial para su plan de quedarse durmiendo todo el día.
Cogió el móvil sin tan siquiera mirar quién llamaba, pero enseguida lo supo.
—Jake.
—Hola, Shorty —contestó, y no se había dado cuenta de que aún estaba cansado hasta que se
escuchó hablar.
—¿Qué coño te pasa? ¿Vienes de correr la maratón?
—No, es que… estaba sacando a Nike y he tenido que volver a casa pitando porque ha
empezado a caer el diluvio universal —mintió Jake.
—Lleva horas lloviendo —replicó Shorty sin creerse ni una palabra—. Oye que yo también follo
y esas cosas, no me voy a escandalizar —se quejó. Jake ladeó los ojos porque sabía que si
hubiera dicho la verdad Shorty se habría quejado del exceso de información—. ¿Ya te has
instalado? ¿Woods te ha dejado poner tus cosas?
—Me ha dejado una habitación solo para mí.
—¡¿No te deja dormir con él?!
—¡No, coño! —exclamó Jake—. ¡Como estudio! Para componer y eso.
—Como se enrolla —se limitó a decir su amigo—. Pues genial, porque Claire me ha dicho que
te pregunte disimuladamente si vais a usar no sé qué del despacho.
—¿El qué?
—Espera que no me acuerdo —dijo antes de apartarse un poco del teléfono y comenzando a
gritar—. ¡Claire! ¡¿Cómo se llama el mueble que te quieres quedar?!
—¡¿A eso le llamas disimuladamente?! —escuchó gruñir a Claire—. ¡Diván!
—Vale, perdona —dijo Shorty antes de volver a dirigirse a Jake—. Diván.
Jake se quedó igual.
—No sé qué es.
—¿Qué es, Claire?
Claire, desde su piso, se preguntó si realmente le había compensado su plan para que su
hermano no se enterara de que quería quedarse con el mueble, tal vez hubiera tardado menos
pidiéndoselo directamente a él.
—¡Es lo que usan los psicólogos con sus pacientes! —explicó frustrada.
—Ah, vale, vale. ¿La has oído? —preguntó Shorty a Jake.
—Sí, ya. La hamaca esa negra, ¿no? —preguntó ya sabiendo a qué se referían. Aquella silla
larga que Henry tenía más de adorno que otra cosa.
—Digo yo —dijo Shorty encogiéndose de hombros.
—No creo que lo usemos. Al menos Henry no ha dicho nada.
Hubo una pausa en la que Shorty informó a Claire.
—Dice Claire que le preguntes disimuladamente a Henry.
—Vale, espera —dijo, aunque no le gustaba el papel de recadero. Se asomó al baño y abrió el
cristal de la ducha, donde Henry se enjuagaba el pelo—. Henry, dice Claire que si se puede
quedar con la hamaca negra esa que tenías en el despacho.
—Tío, te he dicho disimuladamente —le reprendió Shorty al teléfono.
Henry se mojó la cara antes de mirar a Jake.
—¿El diván?
—Sí.
—Que se compre ella uno —respondió.
—Si nosotros no lo vamos a usar —contestó Jake.
—Eso lo dirás tú —le espetó Henry—. Vale novecientos dólares.
—Serás capaz de sentarte ahí todos los días para no dárselo.
—Soy capaz —coincidió Henry.
Jake bufó antes de salir del baño y decir a Shorty:
—Dice que os lo podéis quedar.
—¡Jake! —gritó Henry.
—Vale, gracias tío. Me pasaré esta semana.
—Muy bien. Nos vemos —dijo antes de colgar. Tiró el teléfono y fue hasta la cocina para
servirse un buen vaso de agua, cuando volvió a escuchar el móvil—. Joder —dijo echando a
correr a por él. Casi se le derrama el agua, y se le cae la toalla del cuerpo—. ¿Qué?
Cuando habló, volvió a sonar cansado, debería empezar a hacer ejercicio como decía Henry.
—Pichoncito, ¿qué hacías? —le dijo la voz de Chris al otro lado.
—Follar —se decidió a decir esta vez.
—Bien por ti —se limitó a decir Chris antes de ir a lo que le interesaba—. Escucha, esta noche
cena en mi casa.
—¿Hoy? Es la primera noche de Henry y yo en el piso —dijo Jake quitándose la toalla y
buscando en su caja algo que ponerse.
—Claro, como si fuera la primera vez que duermes allí —repuso Chris.
—Estoy molido.
Jake alcanzó sus pantalones de chándal, los únicos que tenía, aunque claro, él los usaba para
dormir.
—Eso con una siesta se te pasa.
—En serio, Chris —dijo Jake en un suspiro.
—Jake, es por mi cumpleaños —dijo Chris con voz apresurada.
Jake entrecerró sus ojos.
—Tu cumpleaños es dentro de una semana.
—Por eso he puesto un “por” entre el “es” y el “mi” —contestó Chris como si Jake fuera
tonto—. Dentro de dos semanas tengo mucho trabajo para veros.
Jake resopló con fuerza.
—Bueno, pero es algo tranquilo, solo nosotros, ¿no?
—¡Claro, hombre!
—Está bien —decidió por fin.
—¡Genial! Hasta esta noche.
—Hasta esta noche —dijo Jake, aunque Chris ya había colgado.
En ese momento, Henry salía de la ducha con una toalla bajo el torso y con otra se secaba el
pelo.
—¿Vienen a por el diván esta noche? Además de gorrones, impacientes.
—Este era Chris —explicó Jake—. Quiere que vayamos a cenar esta noche a su casa.
—¿Y qué ha sido de tu plan de dormir todo el día? —preguntó Henry comenzando a vestirse
en su ropero.
—Ya, eso le he dicho, pero dice que es por su cumpleaños. Será algo tranquilo —dijo Jake
tumbándose en la cama—. Supongo que querrá cenar con nosotros esta semana para irse de
loca por ahí el siguiente fin de semana con sus amigos.
—Bueno, si es así, entonces bien. Con tal de que no me invite a la misma vez que a los otros.
—Vale, pues me duermo ya —dijo Jake atrapando una de las almohadas en un abrazo.
—¿Ya? ¿No vas a comer ni nada?
—Picaré algo cuando me levante, tengo que recobrar energías —se limitó a decir.
Ni siquiera llegó a ver a Henry completamente vestido, pues en cuanto cerró los ojos se quedó
dormido.
Henry podía contar las actividades que hacía Jake al día con una sola mano: dormir, follar y
comer. A veces añadía tocar y cantar, y ahí tenía los cinco dedos. Mientras que él en las tres
horas que Jake llevaba dormido había podido pedir su comida, hacer varias series de flexiones
y abdominales, comer, pasear a Nike, arreglar dos problemas de la oficina, y ver la televisión
un rato. Y aquel mendrugo, al que solía llamar novio, seguía aún durmiendo. Miró su reloj en la
muñeca y se decidió a despertarle. Fue hasta la habitación encontrando al moreno en una
postura diferente a la que le había dejado, al menos algo se había movido. Estaba de espaldas,
con un brazo colgando. Henry se acercó a él y le pellizcó la dura espalda.
—¡Ah! ¡Joder! —se quejó viendo que Henry estaba de pie a su lado, y que seguramente era el
causante de ese dolor.
—Llevas tres horas durmiendo. Levántate ya.
—¿Tres horas? —inquirió Jake antes de volver a cerrar los ojos—. Me da tiempo a dormir otras
dos.
Henry llevó sus ojos al cielo antes de arrimarse a Jake, y subirse a la cama sobre él.
—¿Por qué no aprovechamos mejor estas dos horas? —preguntó antes de lamer la oreja al
moreno.
Éste sintió un escalofrío.
—¿En qué¿ ¿En chuparme la oreja? —Jake se dio la vuelta haciendo que la espalda de Henry
diera con el colchón y le atrapó entre sus brazos. En realidad, eso era lo que quería haber
hecho durante toda la tarde y la noche, estar con Henry en la cama simplemente comiéndole a
besos. Sin embargo, tenían otros planes—. Oye, ¿no deberíamos comprar un regalo a Chris?
Con algo de fastidio, Henry perdió los labios de Jake.
—Podemos pasarnos a comprar una colonia antes de ir.
Jake bufó y se levantó de la cama, tomando la mano de Henry y tirando de él para que también
se pusiera en pie.
—Mira que eres soso con los regalos —dijo Jake acercándose al lavabo para echarse agua en la
cara.
—Perdona, pero, ¿y esas entradas que te regalé?
Henry abrió su armario y seleccionó un vaquero, una camiseta, una camisa y una chaqueta.
—Las escogió Allie —replicó Jake antes de agacharse para coger ropa de su caja—. Y me da
grima cada vez que pienso en ello.
—Pues no te oí quejarte cuando estabas allí —dijo mientras se quitaba sus pantalones y
comenzaba a ponerse los otros—. Ni tampoco te oí quejarte cuando fue Chris el que escogió tu
regalo de navidad.
Jake se puso su ropa interior mientras Henry iba hasta el baño para echarse desodorante.
—Las intenciones de Chris eran buenas, las de Allie no —se limitó a decir Jake enfundándose el
primer vaquero que vio.
Henry salió del baño.
—Ilumíname. ¿Qué malas intenciones tenía Allie diciéndome un regalo que te iba a gustar?
—Veamos —fingió meditar Jake—, ¿tal vez fingir ser dulce e inocente para luego meterse en
tu cama?
—Allie nunca ha fingido ser dulce e inocente que yo sepa —repuso Henry abrochándose la
camisa—. Yo siempre supe que era todo lo contrario. Tal vez por eso me gustó.
La camiseta de Jake casi se raja cuando escuchó aquello.
—¿Quieres que lo primero que haga como tu compañero de piso sea mandarte al sofá?
—Solo bromeo —dijo Henry colocándose el cuello de la camisa—. Pero ya que hablas de fingir
ser dulce e inocente, supongo que te acordarás de Sarah.
Jake, sentado en la cama, habiendo acabado de ponerse sus zapatillas, se levantó de golpe.
—Genial. Seis años después y aún seguimos discutiendo por esto.
—Ni estoy discutiendo, ni he sacado yo el tema —dijo Henry acabando también de ponerse el
calzado.
—Ya, pero, ¿por qué será que Allie sigue en nuestras vidas, y Sarah no? —inquirió Jake
alcanzando su chaqueta de cuero.
—No lo sé, será porque todo el mundo la prefiere —dijo sabiendo muy bien que era verdad,
agarró su frasco de colonia y dejó caer un par de gotas en su cuello—. Si no pregúntaselo a tu
amigo el friki —junto a la puerta, Jake frunció el ceño solo de pensar en que ahora era David el
causante de tener a Allie hasta en la sopa. Entonces, Henry miró de arriba abajo a Jake—. ¿Vas
a ir así?
—¿A comprar? Por supuesto.
—¿Y al cumpleaños? —preguntó Henry poniéndose su chaqueta, cogiendo las llaves y la
cartera.
—También voy a ir así —se limitó a decir Jake mientras salían al rellano—. ¿Todavía no te has
dado cuenta que una de las cosas que te enamoró de mí fue esto?
Llamaron al ascensor y llegó al segundo. Ambos entraron.
—Mira, si te digo la verdad, sigo sin saber qué pudo hacer que me enamorara de ti.
Jake pegó a Henry contra la pared del ascensor.
—Pero lo estás —dijo Jake sobre los labios de Henry justo en el momento en que las puertas se
cerraron.
Jake cogió la mano de Henry mientras éste farfullaba sobre una gran injusticia a un jugador de
no sé qué. Debía ser una gran injusticia para que Henry lo hablara, eso, o que realmente solo le
importaban las injusticias si el fútbol estaba de por medio.
—Ahí están las colonias —anunció Henry dirigiéndose hacia allí directamente.
Jake resopló.
—¿Pues no he dicho ya que ese regalo me parece aburrido?
Para Jake todo regalo que no hiciera al receptor saltar de alegría, emocionarse, sonrojarse, o
enfadarse, era aburrido. Una colonia no iba a emocionar a nadie, y sonrojarse mucho menos.
—Es práctico, útil y necesario —enumeró Henry ojeando las colonias, aunque Jake sospechaba
que más bien lo que le pasaba era que no quería pensar más de la cuenta.
—Es decir, aburrido —aclaró Jake.
A Henry parecieron darle lo mismo los comentarios de Jake, porque se limitó a meter las
manos en los bolsillo de su chaqueta.
—Te dejo elegirla, pero nada de colonias de cantantes. Y también podemos comprarle un polo,
un jersey…
Aquello fue el colmo para Jake.
—Venga, un jersey, porque la colonia no era lo suficientemente sosa —dijo con toda la ironía
que fue capaz de componer.
Esta vez Henry si se mostró algo ofendido.
—Yo quería regalarle el abono deportivo, pero él se adelantó.
Jake resopló.
—Si le compramos un jersey, que sea divertido —concedió con aquella condición—. Madre
mía, empiezo a sonar como la madre de Shorty.
—¿Cómo cojones es un jersey divertido? —preguntó Henry con escepticismo.
—Con alguna frase —explicó Jake—. De esas con juegos de palabras, o…
Henry se llevó una mano al estómago.
—¡Madre mía, qué divertido! —exclamó con sarcasmo, pues su expresión no decía lo mismo.
Jake entrecerró sus ojos.
—Al menos mis ideas no son las de alguien que tiene cincuenta años —le espetó el moreno.
—No claro, las tuyas son de alguien de doce —repuso Henry.
—Él siempre nos hace regalos interesantes, divertidos y originales. Y nosotros le compramos
una colonia —dijo Jake señalando con desprecio los frascos a su alrededor.
—¡Muy bien! ¡Vale! ¿Y qué propones? —exigió saber pensando en los típicos regalos que les
solía hacer Chris—. ¿Un disfraz? ¿Una cita a ciegas? ¿Una cesta con productos de un sex shop?
—Pues mira, no están mal tus ideas —dijo Jake algo sorprendido.
Y aunque no era esa precisamente la intención de Henry, alzó la barbilla en un gesto
arrogante.
—Mis ideas son siempre… —comenzó a decir, pero se calló al pasar una idea por su mente.
De pronto, sin más, soltó una risa que podía perfectamente competir con la del villano de
cualquier película. Jake le miró sin comprender.
—¿Te has tragado a la bruja de Blancanieves? —inquirió.
—Se me ha ocurrido una idea interesante, divertida y original. Y para más gusto tuyo, barata.
A Jake todo aquello le parecía demasiado bonito para ser verdad, y más viniendo de la cabecita
de su novio.
—¿El qué?
Henry le pasó un brazo por los hombros a Jake, y se inclinó hacia él como si estuviera a punto
de comentar la siguiente jugada con su equipo de fútbol.
—Le compramos la colonia y el jersey.
Jake ladeó sus ojos.
—Qué pesadito estás con la colonia y el jer…
—Y un trío.
Debía haber escuchar mal.
—¡¿Que, qué?! —exclamó, y por poco le escucha toda la tienda.
Henry le pellizcó para que se callara.
—Mira, vamos a estar solos, así que le damos un sobre bonito. Él pensará que son unas
entradas, pero cuando lo abra pondrá que su regalo es un trío con nosotros. Le vacilamos un
poco, se pondrá hecho un manojo de nervios, pondrá muchas excusas, nosotros nos reímos, le
decimos que es broma, y se ríe él.
Jake se quedó callado unos segundo meditando las palabras de Henry, y entonces, soltó una
carcajada a la que inmediatamente se unió la de la Henry. Sin embargo, Jake dejó de reír de
pronto.
—Es una crueldad —apuntó.
—No lo es, es divertido —dijo Henry sin dejar de sonreír.
—Es que a ti solo te parecen divertidas las crueldades —contestó Jake muy seguro de ello—.
Pero Chris no es que sea precisamente un santo con nosotros, así que vale, me gusta.
Henry sonrió satisfecho antes de darle una palmada en la espalda al moreno.
—Elige la estúpida colonia, voy a buscar el jersey. Ahora vengo y buscamos la tarjeta.
Una parte de Jake le decía que todo aquello podía ser como una de esas bromas que le
gustaba hacer a Henry con sus amigos, de mal gusto, por otra parte pensaba que a lo mejor era
más bien como las que se hacían él y sus amigos, “putadas con cariño” las llamaban. Llevaban
una bolsa con el frasco de colonia y el jersey envueltos, y un bonito sobre donde habían escrito
su extraña broma. Henry y él se carcajeaban en el coche mientras Jake escribía con su bonita
letra en la tarjeta. Aún estaban riéndose en el ascensor mientras subían al piso de Chris.
—No la cagues con la risa tonta —le advirtió Henry saliendo del ascensor.
Jake le miró ofendido.
—Perdona, pero soy muy bueno fingiendo.
Los pies de Henry se pararon en seco mirando a Jake con enfado.
—¿Qué quieres decir?
—Me refiero a las bromas, idiota —le tranquilizó con una risotada—. Y soy buen actor, por eso
me cogieron para la obra del instituto.
Henry bufó cuando estuvieron ante la puerta de Chris.
—Creo recordar que era porque a la tonta de Julianne Wilkerson le parecías guapo —repuso
Henry al llamar.
—Eso era un plus —dijo Jake justo antes de que la puerta se abriera—. ¡Hola!
Chris sonrió a ambos y se dejó abrazar, o más bien se dejó palmear la espalda por Henry.
—Feliz cumpleaños, bastante adelantado —dijo Henry pasándole la bolsa de los regalos.
—Mi cumpleaños debería ser como la Navidad, que durara todo el mes —dijo Chris sin una
pizca de broma en la voz—. Pasad, voy a guardar los regalos con el resto.
Jake y Henry siguieron a Chris hasta el salón sonriendo para sí.
—¿Te han traído…? —comenzó a decir Jake cuando entró en el salón. Allí estaban todos los
amigos de Chris, los que conocían, Marcus, Ethan y Bram, y otros cuantos que les sonaban
pero no conseguían poner un lugar, un nombre o una situación—. Hola…
Jake miró a Henry alarmado esperando que éste le devolviese la mirada, pero estaba
demasiado ocupado en mirar a todos los presentes con horror.
—¡Hola, chicos! —saludó Marcus.
—¿Qué hacéis vosotros aquí? —preguntó Henry sin ningún reparo.
Bram se encogió de hombros.
—Lo mismo que vosotros.
—Qué maleducado es Chris, anda, dadme los abrigos que los llevo con los demás —dijo Ethan
acercándose a ellos, y sin preguntar comenzó a deslizarles las chaquetas por los hombros,
dejando allí a Jake y Henry con una cara totalmente azorada, mirando hacia la habitación de
Chris con horror.
Ethan abrió el cuarto de Chris y entró.
—Madre mía, cómo huelen tus amigos —dijo antes de encontrarse con Chris hurgando en una
de las bolsa de los recién llegados—. ¿Qué haces?
Ethan dejó los abrigos en la cama y se acercó a Chris, que con unas tijeras y una barra de
pegamento preparada en la mano, intentaba abrir con cuidado el envoltorio de uno de los
regalos.
—Miro sus regalos antes de abrirlos delante de todos para estar avisado y poder fingir mejor si
no me gustan —se limitó a decir Chris sin ningún atisbo de vergüenza en su voz.
Ethan abrió la boca ofendido.
—¿Eso has hecho con el mío?
—Sí, pero tus dos noches de hotel me han gustado —dijo Chris quitándole importancia—.
¿Qué te parece Patrick? Una colonia —dijo esto un último con sequedad.
Patrick era el nuevo chico de Chris, a este le conoció en su oficina, por lo que estaba siendo
mucho más cuidadoso de lo que solía ser normalmente. Era un chico bastante normal, le
gustaban los deportes, jugar al béisbol con sus amigos, tomar cervezas en un bar, y era gay
abiertamente.
—Está bueno y parece divertido, no como ese tal Murray —opinó Ethan recordando a Murray,
el tío con mejor culo del mundo, pero también el más soso.
Chris le sonrió conforme con la respuesta mientras abría una esquina de otro de los regalos.
—¡¿Un jersey?! —inquirió con desdén.
—Tus amigos están para comérselos, pero no tienen ni idea de hacerte regalos —dijo Ethan
con una pequeña risa.
—Al menos es de marca —se consoló Chris intentando ocultar con sus herramientas que había
abierto el regalo.
Chris volvió a meter la mano en la bolsa y sacó un sobre. Metió las tijeras por el hueco que
dejaba la solapa para despegarlo con cuidado.
—La típica tarjeta que regalaría mi tía —dijo Ethan al ver a Chris sacar del sobre una tarjeta
donde ponía “Feliz Cumpleaños”. Chris opinó lo mismo, hasta que la abrió y leyó su interior. Su
expresión fue tal, que Ethan preguntó con gravedad—. ¿Qué pasa? —quiso saber, pero Chris,
en vez de contestar, con aquella expresión de shock, dio la vuelta a la tarjeta y se la enseñó a
su amigo. Ethan leyó el interior antes de abrir los ojos de par en par—. ¡¿Qué dices?!
—¿Por qué tardáis tanto? —preguntó alguien a sus espaldas. Bram acababa de entrar en la
habitación—. Marcus está poniendo de los nervios a…
—El dúo bombón le ha regalado un trío a Chris —contó Ethan enseguida.
—¡Ethan! —exclamó Chris, aunque no sabía por qué, él mismo lo hubiera contado un segundo
después.
—¡¿Qué?! ¿Para esta noche? —preguntó Bram acercándose igual de alucinado.
—No creo… ¡O sí! —pensó mejor Chris—. Jake me insistió mucho en que esta noche
estuviéramos los tres solos. Yo le mentí para que vinieran, claro. ¿Creéis que venían
preparados para eso?
—Obviamente sí —opinó Bram.
—Sus chaquetas huelen muy bien, eso es que se han estado arreglando mucho para esta
noche —apuntó Ethan.
Chris se acercó a dichas chaquetas y las olió.
—Siempre huelen así —dijo antes de agitar la cabeza—. ¡Mira lo que me estás haciendo hacer!
—¿Y qué hacemos, Chris? —preguntó Bram de manera comprensiva—. ¿Nos vamos?
—¡No os puedo echar, sabrán que he abierto el regalo!
—A lo mejor al vernos han pensado en esperar a que nos vayamos y quedarse a dormir.
—Pero Chris, ¿tú no habías traído al Patrick ese?
—¡Mierda! —maldijo Chris, no se había acordado de Patrick hasta que Bram le nombró.
—No puedes echarle, ya le has invitado, y está claro que pensará quedarse esta noche aquí
contigo.
—¿De verdad le estás diciendo eso? —inquirió Ethan fulminando con la mirada a Bram—.
¡Esos dos son el Santo Grial de los hombres! ¡Y se le están sirviendo en bandeja! ¡Y en pack!
¡Que le den a Patrick!
Bram no rebatió ese punto de vista, pero sabía que Chris no quería dar una mala impresión a
Patrick, no porque significara algo demasiado especial, sino porque trabajaban juntos. Ya le
había dicho Bram en varias ocasiones que tirarse a alguien del trabajo era mala idea, aunque
Patrick estaba bastante bueno, pero nada comparado a los otros dos, que encima, como decía
Ethan, se ofrecían en pack.
—¿Qué vas a hacer? —le preguntó.
—De momento guarda esto —le dijo Ethan señalando el sobre.
Chris asintió, y se apresuró a pegar de nuevo el sobre con la tarjeta dentro como si no hubiera
ocurrido nada.
—¿Pero qué hago? —preguntó con el ceño fruncido, pero con una pequeña sonrisa en los
labios.
—Echar a Patrick después de la cena —contestó Ethan.
—¡Es obvio que lo voy a hacer! —exclamó Chris—. Digo con los otros dos.
—¿Cómo que qué vas a hacer? No es el primer trío que haces, ya sabes cómo funcionan.
—Estos dos no han hecho un trío en su vida —aseguró Chris metiendo la bolsa con los regalos
en el armario.
—¿Quién mejor para iniciarles que tú? —preguntó Ethan con una pícara sonrisa.
Bram escrutó con la mirada a Chris.
—¿Te preocupa la friend-zone?
Chris hizo una pequeña mueca mientras se encogía de hombros. Los ojos de Ethan se abrieron
de par en par, totalmente incrédulos.
—¡Chris, esos dos nunca han estado en tu friend-zone!
—Un poco sí, ¿no?
—¡Te has liado con los dos!
—Solo fue un beso, con uno de coña, y al otro le paré.
—Héroe —se limitó a decir Ethan.
—Lo estaba haciendo por despecho —recordó Bram.
—Olvídate de eso. Si están en la friend-zone significa que no piensas nunca en ellos de esa
manera. ¿Piensas en ellos así? —inquirió Ethan, a lo que Chris contestó con una pícara
sonrisa—. ¡Pues ya está! Tú nunca te enrollarías con uno de ellos a espaldas del otro, ni
tampoco si rompieran, pero esta no es la misma situación.
—Sí, en eso tiene razón Ethan —coincidió Bram.
—Tienes razón —concedió Chris muy entusiasmado—. Aunque me sigue pareciendo todo muy
raro —dijo arreglándose el pelo y la ropa mientras se miraba al espejo—. ¿Qué tal estoy?
Ethan y Bram le miraron de arriba a abajo antes de componer una mueca.
—Un poco soso, ponte algo más provocador y que se les caiga la baba desde ya —opinó Bram.
—Sí, ve abriendo apetito —dijo Ethan mientras sonreía. Chris se acercó a su armario y cogió
algo más insinuante—. ¿Cuál es el pasivo?
—Te lo he dicho cientos de veces, son versátiles —contestó Chris comenzando a cambiarse, y
una inevitable imagen le surgió en la mente y no pudo evitar sentir un escalofrío.
—Lo digo para saber qué papel vas a tener tú.
—Es mi cumpleaños, yo voy en medio —dijo sin la menor duda, y otro escalofrío le embargó,
más intenso que el anterior, y por la mirada de sus compañeros, pensó que tal vez ellos
también lo habían sentido.
—Sí, pero, ¿a qué lado quieres a cada uno? —preguntó Ethan soltando una risa, justo en el
momento en el que se abrió la puerta.
Henry entró en la habitación con aire enfadado.
—¿Por qué tardáis tanto?
Los tres se giraron repentinamente hacia la puerta.
—Qué susto —soltó Ethan con una mano en el pecho.
—Me estaba cambiando —se apresuró a decir Chris y miró de soslayo los regalos, que por
suerte había dejado antes en el armario.
Ethan y Bram aprovecharon la intrusión de Henry en la habitación para poder contemplarle
bien, y ambos pensaron en la suerte que tenía su amigo Chris.
—Pues sal de una vez, Jake empieza a estar muy incómodo, así que imagina cómo estoy yo —
gruñó Henry.
—Como un tren —susurró Bram a Ethan.
—¿Qué? —inquirió Henry de pronto.
—Nada. Vamos —se apresuró a decir Chris empujando hacia fuera a sus amigos. Henry miró
con desagrado a los dos chicos cuando pasaron por su lado, y cuando se quedó solo con Chris
en el marco de la puerta, Chris habló—: Oye, ya sé que le dije a Jake que íbamos a estar solos…
—Sí, eso, porque menuda trola nos soltaste —dijo Henry—. Pensábamos que sería algo de los
tres.
Chris alzó ambas cejas antes ladear una sonrisa con algo de disculpa en la mirada. En otro
momento no se hubiera sentido mal, se hubiera reído de la parejita más bien, sin embargo,
esta vez sí que sentía haber invitado al resto y no haber reservado aquella noche para Jake y
Henry.
—No sabía que queríais que estuviéramos solos.
Henry miró a Chris como si aquello fuera lo más tonto que había dicho en su vida, pues claro
que querían estar solos, ¿desde cuándo ellos dos estaban cómodos con los amigos de Chris, los
cuales no dejaban de mirarles, bromear con demasiada confianza y lanzarles tantas indirectas?
—Estaríamos más cómodos, ¿no te parece? —inquirió Henry.
La respuesta de Henry hizo sonrojarse un poco a Chris, que se sintió bastante idiota teniendo
en cuanta que era siempre él el que hacía sonrojarse a Henry. Intentó guardar la compostura,
al menos todo lo que le permitía la escena, pues Chris nunca imaginó tener una charla tan
insinuante con su amigo.
—Mucho más —coincidió Chris sonriendo y mordiéndose levemente el labio—. Creo que no
tardarán mucho en irse.
—¿Como cuánto? Porque Jake lleva quejándose todo el día diciendo que no puede más —dijo
Henry recordando lo cansado que estaba Jake a pesar de la siesta, pero se le escapó una
sonrisa insinuante al recordar que él era la razón de su cansancio—. Que no le culpo, claro.
La piel de Chris se erizó al pensar en las palabras de Henry. ¿Qué Jake no podía más? ¿Tantas
ganas tenía el moreno de todo aquello? Sí que era cierto que Jake siempre se había mostrado
algo interesado en todo aquello de los tríos y los juegos. Aun recordaba cómo le había
agradecido que convenciera a Henry para comprarse aquella ropa por Navidad. Solo de
imaginarse a un Jake ansioso le daban ganas de echar a patadas a todos los presentes. ¿Y esa
sonrisa insinuante que le estaba lanzando Henry? Le iba a dar un ataque al corazón.
—¿Está impaciente? —preguntó Chris.
—Impaciente estoy yo, que sabes que soy de mecha corta —replicó Henry de pronto, sabiendo
que él tenía muchas más ganas de librarse de los amigos de Chris que Jake. La sonrisa de Chris
se amplió aún más, y Henry se percató de que se estaba mordiendo los labios. Iba a
preguntarle por qué narices le miraba así, cuando recordó por qué había ido principalmente a
la habitación—. Voy al baño un segundo, uso el de tu cuarto, ¿vale?
Chris asintió.
—Sin problemas.
Henry entró en el baño, cerró la puerta, y esperó a que Chris volviera al salón. Entonces se
apresuró a abrir el armario y a coger la bolsa de sus regalos. Sintió un gran alivio al ver allí el
sobre cerrado. Lo cogió y se lo guardó en el bolsillo. Desde luego la broma iba a perder mucho
la gracia si estaban todos los amigos de Chris allí. Sería un total error. Henry volvió al salón y
enseguida lanzó a Jake una mirada de éxito con la que le decía que la misión estaba cumplida.
Jake también respiró aliviado. Ya no estaba tan convencido de que aquella “broma” fuera a ser
tan graciosa, y menos delante de todo el mundo, que más bien iban a quedar como unos
capullos. Si es que sabía que no tenía que hacer caso de las bromas de Henry.
Chris estaba impaciente. Ethan y Bram sabían lo que le ocurría, y que quería que se marcharan,
pero el resto no, y Patrick mucho menos. Ethan había dicho ya en un par de ocasiones que
estaba cansado, y Bram había cenado con velocidad para acabar cuanto antes, pero el resto no
parecían estar muy por la labor. Marcus, por ejemplo, había traído bebida y se encargaba de
que todos tuvieran sus vasos llenos, así que era imposible que terminara la fiesta. Lynn, Scott y
Harvey parecían estar muy animados como para marcharse ya. Y Patrick seguía siendo un
problema. Marcus les había puesto a Jake y Henry copas en la mano y se las rellenaba sin
parar, y ambos pensaron que si iban a tener que aguantar todo aquello, mejor con algo de
alcohol en el cuerpo, por lo que Henry dejó de tener el ceño fruncido y su sonrisa apareció, y la
de Jake se amplió, lo que provocó que Lynn, Scott, Harvey y Marcus tuvieran menos ganas de
irse.
—¿Cuánto lleváis juntos? —les preguntó Scott cuando se enteró de la desgraciada noticia de
que esos dos eran pareja.
—Bastante —se limitó a decir Jake con una sonrisa, pues no sabía si contar desde el principio o
desde que volvieron.
—¿Y cómo os conocisteis?
—En el instituto —respondió Henry aquella vez, y sonó bastante orgulloso de ello, o eso le
pareció a Jake.
Ethan hizo un gesto entonces a Marcus y ambos se marcharon a la cocina.
—¡Vaya! Sí que viene de atrás —dijo Scott impresionado—. Debéis de ser de esas parejas
perfectas que nunca discuten.
Jake y Henry se miraron y se sonrieron.
—Sí, de esas precisamente —dijo Jake sin dejar de sonreír y pasó su brazo por la cintura de
Henry.
—¡¿Qué?! —escucharon de pronto la voz de Marcus desde la cocina.
Jake miró confuso a Chris, pero éste se limitó a encogerse de hombros con una sonrisa
inocente. Acto seguido aparecieron como si nada, Marcus con una extraña expresión en el
rostro, que miró directamente a Chris con asombro. Lynn miró también confuso a Marcus.
—¿A qué ha venido eso? —preguntó sin comprender nada.
—¿Eh? Oh, a nada —contestó Marcus bebiendo un trago de su copa—. Ethan me ha contado
que toda la comida es baja en calorías, ¿os lo podéis creer?
—¿La pizza también? —preguntó Jake incrédulo.
—Sí.
—Bueno —dijo Scott intentando volver a tener la atención de la pareja—, pues cuando habéis
entrado nunca hubiera dicho que erais pareja.
—Me gusta a pesar de eso —mintió Henry como siempre solía hacer.
Jake ladeó sus ojos. No sabía cuántas veces más iba a seguir Henry con aquella mentira, pues
cada vez que estaban a solas, Jake se daba más cuenta de lo sexy que le parecía a Henry su
look.
—Está mintiendo —intervino Chris uniéndose a ellos.
Jake sonrió a Chris, agradecía que su amigo calara a Henry tanto como él.
—Pues estaba pensando en hacerme un nuevo piercing en el labio.
—¿Ah sí? —preguntó Henry entre interesado y molesto—. No me lo habías dicho.
—Porque te querría sorprender como con el de lengua —rió Chris.
Jake sacó la lengua mostrando el pendiente que llevaba. Cada vez que Henry lo veía tenía que
reconocer que era una maldita bendición a la vista y al tacto.
—Y porque diría que no me lo haga, aunque sé que se hace el duro —opinó Jake.
—Es porque estropea tu bonita sonrisa —se limitó a decir Henry.
Chris sonrió a la pareja pensando en lo monos que se veían siempre desde fuera, y estaba
seguro de que Scott y los demás pensaban lo mismo.
—¿Ha sido eso un halago? —preguntó Jake entre risas con ambas cejas levantadas—. ¿Te voy
a tener que quitar la copa?
—¿Crees que solo soy cariñoso cuando bebo? —dijo Henry entre ofendido y divertido.
—En público desde luego —le aseguró sabiendo que Henry podía ser un verdadero encanto,
pero solo y exclusivamente cuando estaban a solas, y si los planetas se alineaban.
—Voy a por algo más de bebida —dijo Chris de pronto—. ¿Vosotros queréis algo tortolitos?
—Sí, tráele algo más a Henry —dijo Jake haciendo que el rubio le golpeara en el brazo.
—Quieres emborracharme, eh.
Chris encontró a Ethan y a Bram en su cocina picando hielo.
—Oye Chris, le he dicho a Marcus lo que ocurre, pero parece que se está haciendo el loco
porque no hace nada por ayudarme a echar a la gente. Me da que se ha puesto celoso.
—Oye chicos, olvidémoslo —dijo Chris de pronto.
—¿Cómo? —preguntó Bram sin comprender.
—No va a pasar nada. Me he dado cuenta de que sí que están en mi friend-zone.
Ethan y Bram se lanzaron una mirada antes de preguntar:
—¿Lo dices en serio?
—Sí —dijo Chris totalmente en serio, echándose más alcohol en su copa—. He estado tan
presente un su loca relación que creo que me sería imposible meterme ahí. Aunque solo sea
un polvo… y seguramente el mejor polvo de la vida —dijo casi en un suspiro haciendo reír a sus
amigos—. Son demasiado amigos míos, y sé de buena tinta lo que pasa entre los dos. A saber
qué saldría de ahí.
—¿Les vas a rechazar entonces? —quiso saber Ethan totalmente sorprendido.
—No creo que haga falta, me limitaré a no abrir hoy los regalos, y si alguna vez me preguntan,
solo haré como que no vi la tarjeta. Que conociéndoles, no lo harán.
Bram lanzó a Chris una mirada impresionada.
—Chris, ¿te das cuenta?
—¿De qué?
—Estás madurando —dijo haciendo que Chris bufara y ladeara los ojos. Bram se acercó y le
pasó un dedo por el pecho—. Cumplir años te sienta bien.
—¿Qué pasa? ¿De tanto hablar de tríos quieres quedarte a dormir con Patrick y conmigo, o
qué? —bromeó, pero con una insinuante mirada.
Ambos rieron y se apartaron el uno del otro.
—Sigo pensando que eres un héroe, o alguien muy tonto —opinó Ethan saliendo de la cocina
junto a ellos.
Jake y Henry estaban justo donde los había dejado Chris.
—¿Os dejo una habitación o algo? —preguntó éste viendo lo acaramelados que estaban los
dos, nadie diría que habían pasado todo el día juntos.
—Oye Chris, ¿ese es el Patrick del trabajo? —preguntó Jake ignorando su comentario.
—Sí, ese es. ¿Qué os parece?
—Parece muy normal —dijo Jake observándole.
Chris entrecerró los ojos.
—¿Eso es un cumplido?
—Por supuesto.
—A mí me ha caído muy bien —confesó Henry—. Me recuerda un poco a Chace.
—A mí también —coincidió Chris, pero con un tono totalmente distinto al de Henry.
Jake soltó una carcajada, pero Henry frunció el ceño.
—¿Por eso te gusta? —inquirió.
—Chris, pero si el cara culo es cero morbo —opinó Jake con desagrado.
—Chace es mi mejor amigo —soltó Henry de pronto—. ¿Si piensas que es cero morbo, es que
también piensas que lo soy yo?
—¿Eso significa que a ti Shorty te pone mucho, Piolín?
—Olvida lo que he dicho —rectificó Henry haciendo sonreír a Jake y llevándose un beso.
—Aquí se respira puro amor —dijo Marcus uniéndose a ellos junto a Ethan—. ¿Sabéis qué me
parece curioso?
—¿El qué? —preguntó Chris, pero sin prestar demasiada atención.
—Siempre he pensado que vosotros erais totalmente exclusivos, pero supongo que Chris es la
gran excepción, ¿no?
Chris y Ethan giraron sus cabezas hacia Marcus como un rayo. ¿Qué acababa de decir?
—¿Qué quieres decir? —preguntó Jake sin saber a qué se refería aquel tío con eso.
—¿Qué haces? —exigió saber Chris a Marcus en un hilo de voz.
Ethan le puso una mano en el hombro a Marcus.
—Marcus, cállate, has bebido mucho.
—No voy a decir nada de eso, tranquilo —dijo entonces Marcus—. Estoy hablando de otra
cosa. Es que, no es que no tenga a mi amigo Chris en alta estima, pero me extraña que con lo
posesivos que sois el uno con el otro…
—¿Posesivos? —inquirió Henry sin creer lo que estaba escuchando.
—Debió gustaros un montón liaros con Chris las otras veces, ¿no?
Los ojos, tanto de Henry, como de Chris, como de Ethan, casi se salieron de sus cuencas.
—Nosotros no nos hemos liado con Chris —aclaró Jake—. Bueno, yo una vez le besé, pero era
totalmente de coña.
—Tú puede, pero tu novio se enrolló con él el año pasado. Casi folláis en aquel baño, ¿no?
Henry se quedó completamente paralizado entonces, al igual que Chris. Jake soltó una
pequeña risa, como si aquello fuera lo más ridículo del mundo. Chris, que seguía mirando a
Marcus, miró entonces a Jake y luego al rubio. Henry pensó que no podía tener tan mala
suerte. Estaba tan en shock que lo único que fue capaz de decir, con la expresión llena de furia
inmóvil, fue:
—¿De qué coño va tu amigo, Chris?
Al escuchar aquello, Jake dejó de sonreír poco a poco.
—¿Es en serio? —preguntó esperando escuchar inmediatamente que por supuesto que no,
pero nadie respondió, todos estaban callados con la mirada totalmente anonadada.
Miró a Chris y éste bajó la mirada, y después a Henry, que tenía expresión tanto de miedo,
como de enfado.
—Te lo puedo explicar —dijo el rubio haciendo que Jake clavara sus ojos en él con la boca
totalmente desencajada.
—Esa es la peor frase que me podías haber dicho en estos momentos, Henry —dijo antes de
marcharse sin decir nada más.
—¡Jake! —le llamó Henry, y se dispuso a ir tras de él, pero antes miró a Marcus—. Más te vale
que no te hayas ido cuando vuelva.
Marcus se acojonó bastante, y por eso no se atrevió a volver a abrir la boca hasta que Henry
no salió tras de Jake.
—Qué susceptibles, nadie diría que esta noche ibais a hacer un…
—Cierra la boca de una vez si no quieres que te la selle de un puñetazo, Marcus —le soltó Chris
antes de seguir a Henry y Jake.
Marcus tampoco se esperaba eso.
—Marcus tío, no les conoces —dijo Ethan—. Ese ataque de celos no ha venido a nada.
Marcus se encogió de hombros.
—Solo he dicho la verdad.
Henry sacó las llaves de su coche cuando estuvieron junto a él. Después de todo aquello la
fiesta había decaído un poco, aunque no lo sentían por Chris, pues se había quedado muy bien
acompañado de Patrick.
—Creo que van a dejar de invitarnos a las fiestas si seguimos así —dijo Jake abriendo la puerta
del copiloto.
—Esta vez no hemos empezado nosotros, y lo sabes.
—Es verdad, pero tenía miedo de que empezaras a soltarle a alguien que su novio estaba
enamorado de nosotros o algo así —bromeó Jake.
Henry miró al cielo.
—¿No vas a olvidar eso nunca?
—¿Viste la cara que se me quedó? ¡Pues claro que no voy a olvidar eso nunca! —exclamó Jake
antes de entrar en el coche—. ¿Te imaginas la que podíamos haber liado si Chris hubiera visto
nuestra tarjeta delante de todos? Nos hubiera matado si se entera el Patrick ese —Henry, al
acordarse de la tarjeta, se llevó la mano al bolsillo de su pantalón trasero, pero allí no estaba.
Jake vio su expresión de horror—. ¿Qué pasa?
—La tarjeta, estaba en mi bolsillo, y ya no está.
—¿Crees que se te ha caído arriba? —preguntó Jake con preocupación.
Y la mirada de su novio le indicó que era lo más probable. Ambos subieron como una bala de
nuevo al piso de Chris. No tendría importancia si no fuera porque la tarjeta estaba firmada por
los dos. Jake llamó a la puerta sin demora, pero con quien se toparon fue con Patrick.
—Hola, chicos. Chris está en la ducha. ¿Se os ha olvidado algo?
—De hecho, sí —dijo Henry con la respiración entrecortada de la prisa que se habían dado en
subir—. ¿Has visto algún sobre rojo por ahí tirado?
—¿Este? —preguntó Patrick sacando de pronto de su bolsillo el sobre abierto—. Me he
tomado la libertad de abrirlo.
Jake y Henry le miraron con espanto.
—Oye tío, era una broma que tenemos entre los tres, no iba en serio —se apresuró a decir
Jake.
—Más os vale, porque me gusta mucho Chris, y no me gustaría pensar que vosotros dos,
guapitos, andáis detrás de él.
A Henry se le cambió la expresión entonces. ¿Pero quién se creía ese tío para hablarles de esa
manera?
—Perdona chaval, pero nosotros….
Jake se apresuró a cerrarle la boca.
—¡Vale, tío! Sin problemas. Nosotros respetamos mucho las relaciones de Chris. De saber que
lo vuestro iba enserio, jamás le hubiéramos puesto algo así. Así que, que os vaya bien —Patrick
les mantuvo la mirada un segundo hasta que decidió cerrar la puerta. Jake fulminó a Henry con
la mirada—. ¿Qué ibas a decir ya por esa boca tuya?
—Nada.
Pero Jake sabía muy bien lo que iba a decirle. Se metieron en el ascensor y Jake resopló con
cansancio, como si aquel día hubiera sido demasiado intenso para su pobre salud. Aun así,
Henry se acercó a él y Jake le rodeó la cintura con sus brazos.
—¿Sabes lo bueno?
—¿Qué al final le hemos regalado a Chris los regalos sosos que tú querías? —inquirió Jake.
Henry negó con la cabeza.
—Que ahora no tengo que dejarte en tu casa, porque vives conmigo.
Jake soltó una risotada.
—No flipes, Henry, ambos sabemos que viviera contigo o no, la noche la íbamos a pasar juntos
—Henry sonrió y se dispuso a besar a Jake, pero éste le detuvo—. Por cierto, si por algún
casual se te pasa por la cabeza hacerme uno de tus “regalos divertidos”, no te molestes.
—Ya tengo pensado tu siguiente regalo.
Jake alzó una ceja.
—¿Ah sí?
Henry asintió.
—El piercing del labio.
Jake sonrió de aquella manera tan hipnotizante, y se apresuró a morder el labio del rubio y
besarle fuertemente con pasión.