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Eduardo Carvallo
Bogotá, 2012
Resumen:
Podemos ver al Hades como la metáfora de los espacios más distantes, oscuros y
extraños de nuestro mundo inconsciente, al cual muy pocos tienen acceso. Al igual que a
Jung, a Rafael López Pedraza le tocó sumergirse en estos terrenos del Hades, y salir de
allí con las herramientas para mostrarnos con maestría como reconocer y vincularnos con
nuestra naturaleza psíquica. Sobre esa experiencia construyó la obra que nos lega.
Psicopompo ( ψυχοπομπός):
conductor de las almas entre
el Mundo sensible y el Inframundo.
Diciembre de 1994. Como se fue haciendo costumbre –porque así eran las cosas
con Rafael: se iban haciendo, no obedecían a ningún plan estructurado y mucho menos
controlado por la voluntad- pasé por su casa para darle el saludo de Navidad. Como
también era costumbre en esos años, me invitó a que descorchase una botella de vino
blanco y a que sirviese sendos vasos con mucho hielo. “Ven para que oigas esto” –me
dijo. En un viejo aparato de música colocó el CD que recién había grabado el
contrabajista cubano “Cachao” con la disquera Sony Music (Cachao Master Sessions Vol
1). En silencio comenzamos a oír los danzones, los mambos, los sones cubanos. De vez
en cuando, muy discretamente, Rafael marcaba el ritmo con los dedos de sus manos. A
medida que íbamos pasando de un ritmo a otro, nos sumergíamos cada vez más en las
letras y en el ambiente de la música. Cada uno en su propia experiencia. Volteé a
mirarlo. Estaba quieto en su gran silla de mimbre con la mirada fija en un punto lejano.
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El rostro surcado por lágrimas. La música y quizás el vino, o ambos habían logrado
conectarlo emocionalmente.
Esta imagen del terapeuta emocionado, compartiendo un vaso de vino y una
música, que en el caso de él obviamente ponían al descubierto memorias personales,
sigue siendo para mí una espectacular enseñanza de humanidad y se acompaña de un
profundo sentimiento de agradecimiento. Creo que pocos han tenido la suerte de haber
compartido tantas conexiones del alma con su terapeuta como aquellos que tuvimos el
privilegio de ser acompañados por Rafael López Pedraza en nuestro proceso
psicoterapéutico.
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Reconstruir los primeros añ os de la vida de Rafael Ló pez no ha sido tarea fá cil. Los datos fueron
proporcionados por sus amigos Oswaldo Vigas y Lisandro Ló pez Herrera, así como por él mismo en
conversaciones sostenidas poco tiempo antes de su muerte.
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A los pocos años de su llegada, jugando fútbol, se fractura un tobillo, hecho que
lo obliga a mantenerse en reposo por espacio de seis meses. Durante este período se
detona una crisis emocional que lo llevará a iniciar su proceso terapéutico de la mano del
psiquiatra Fernando Rísquez. 2
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Analista venezolano quien había regresado a Caracas en 1952, después de haber cursado sus estudios de
postgrado en el exterior donde conoció el pensamiento psicoanalítico y junguiano, lo que le permitió
desarrollar ideas novedosas sobre psicoterapia en Venezuela.
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Rafael muchas veces comentó acerca de lo duro que fueron los primeros años. Se
encontraba permanentemente confrontado con emociones intensas enraizadas en su
propia naturaleza, que tendían a acelerarlo, y en sus complejidades familiares y
culturales, a las que había preferido tener a raya desde el exilio de su país natal. 3
Pudiésemos decir que en esta Zurich, en la que permaneció por 11 años, encontró la
velocidad apropiada para comenzar a registrar sus emociones y permitir que se activase el
instinto de reflexión. Allí se dio su más profundo movimiento psicoterapéutico.
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difícil reflexionar los aspectos sombríos que se esconden detrás de las dinámicas
colectivas, y se mantiene una tendencia a hacer interpretaciones superficiales y a buscar
soluciones simples y temporales a problemas complejos.
En 1977 publica su primera obra: Hermes y sus hijos. Este escrito representa, en
mi opinión, un homenaje que López hace al dios Hermes como guía de los procesos
psíquicos. Muchas veces, haciendo alusión a su proceso personal en Suiza, le oí decir:
“no me cabe la menor duda de que fue Hermes, y sólo él, quien me guió para llegar a
donde estoy”. En el libro encontramos las emociones que acompañan el proceso:
soledad, desesperación y angustia. López nos dice: “Hermes es un amigo en la
desesperación de nuestra soledad” (López-Pedraza, 1991).
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La década del 2000 estuvo marcada por nuevos eventos que marcaron su mundo
emocional y que alimentaron la imaginería y las reflexiones de Rafael. La pérdida
-producto de un desastre natural que, literalmente, barrió con toda la franja costanera
ubicada al norte de Caracas- de su principal refugio psicológico: Macuto; y
posteriormente de otro de sus espacios preferidos de incubación: Pánaga 5 –éste producto
de la inseguridad que comenzaba a instalarse en todo el país-; así como los cambios
políticos que comenzaron a verse en Venezuela con mucha influencia del modelo castro-
comunista instalado en Cuba, comenzaron a repercutir en el sistema psico-biológico de
Rafael. Una serie de manifestaciones cardiovasculares lo obligaron a hacer un esfuerzo
heroico de autorregulación para recuperar el equilibrio perdido.
Esto no impidió que continuase con su trabajo psicoterapéutico y de escritura.
Con más lentitud siguió ordenando sus borradores y con la siempre mirada
“acompañante” de Valerie -su principal correctora e interlocutora-, y con el apoyo de un
equipo de profesionales interesados en recoger su pensamiento, logró, a pesar de las
dificultades, publicar sus últimos escritos. Quedaron por terminar dos libros: un libro
sobre Prometeo, el titán, y otro que compilaba su aproximación a la lectura de imágenes y
reflexiones sobre arte y psicología a través de la obra de cuatro grandes artistas: Miguel
Ángel, Caravaggio, Rubens y Velásquez.
Desde el 2005 -año en que la gran familia que consolidó desde el respeto, la
admiración y el afecto que le teníamos, le hicimos un homenaje en el marco de la
celebración de sus 85 años-, la muerte no dejó de estar presente en sus reflexiones,
enriqueciendo sus enseñanzas con un nuevo aspecto: la conciencia de muerte y la muerte
como emoción. “La agonía es quizás la última emoción que se siente. Sería una
bendición que esa emoción se pudiese acompañar de una imagen”.6
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Nombre con que se conocía una finca en los alrededores de San Cristó bal (Edo. Tá chira), propiedad
de Otto Georgi, donde Rafael dictó má s de 18 seminarios vinculados con sus reflexiones. Allí se
activaba una diná mica profundamente psíquica en las reuniones que manteníamos durante todo un
fin de semana.
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En relació n a esto comentaba que Bernini había pintado un cuadro que llevaba siempre consigo
porque quería que se lo pusiesen enfrente cuando entrara en agonía.
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En el 2010 la Universidad Central de Venezuela le concede el título de Doctor
honoris causa en reconocimiento a sus invaluables aportes al pensamiento
contemporáneo, por los que termina siendo reconocido internacionalmente.
II
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Para una mayor profundizació n sobre el tema, ver el artículo Sobre Poder y psicoterapia. Ló pez
Pedraza. 4 ensayos desde la psicoterapia.
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Rafael fue uno de esos creadores en quienes se conjugan, en forma congruente,
una particular actitud frente a la vida y su obra. Al igual que Jung, sus postulados
teóricos los obtiene de sus propias vivencias.
Decía: “La psicoterapia junguiana no se hace, la psicoterapia junguiana sucede.
Es un suceder y se da en la relación entre el psicoterapeuta y el paciente y depende de
mantenerse en lentitudes, en velocidades de incubación” . Para él, la psicoterapia se da a
través de la herida del terapeuta. Sólo desde esta herida, es que el terapeuta puede tener
presente el camino que ha transitado para aproximarse a su propia sombra y, desde allí, –
siguiendo la metáfora de Virgilio y Dante- acompañar al paciente en el descubrimiento de
sus terrenos sombríos y propiciar que aprenda de lo psíquico. Él, al igual que Jung, fue
un terapeuta psicopompo.
Desde esta postura no concebía la psicoterapia como una práctica para sentirse
mejor. El oír hablar acerca de normalidad o sanidad podía despertar en él las reacciones
más desagradables. Para él, las valoraciones son individuales y desde allí no podemos
hablar de algo mejor o algo peor sino de diferencias.
Su interés terapéutico básico era mantener la psique en movimiento: la
psicoterapia como movilizador psíquico, a través del valor creativo y terapéutico de la
imagen y su lectura.
Para él, las imágenes constituyen un sistema: las redes imaginativas donde se
aposentan y son contenidas las emociones. En el ejercicio de captar una imagen
arquetipal -la imagen de un aspecto simbólico enmarcado en nuestra cultura- se puede
activar el movimiento de una parálisis psíquica. De allí que comenzara a ser conocido
como quien acuñara una frase que identificaba esta aproximación a lo psíquico: “Stick to
the image”…¡quédese con esa imagen! Es un lema que invita a dejar que los atributos
movilizadores de la imagen arquetipal “hablen” a nuestra memoria emocional a través del
lenguaje psíquico de la analogía y la metáfora (López-Pedraza, 2000). Sus trabajos
Anselm Kiefer. La psicología de “Después de la catástrofe” y Lectura de una imagen:
Mujer con balanza de Vermeer son una muestra de la maestría de López en el trabajo de
lectura de imágenes.
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Esta forma de acercarse a lo psíquico desde las imágenes la asociaba con una
frase del poeta cubano Lezama Lima: “la imagen, lo que hace posible lo imposible”, y
desde allí nos aproximaba al núcleo de una nueva psicopatología al vincular la
posibilidad de movimiento de la psique con la presencia de tres tipos de imágenes
diferentes: las posibles, las imposibles y las intolerables. “Puede ser que en la relación
psicoterapéutica se construya una imagen emocional que produzca transformaciones
psíquicas que se creían imposibles”, y en este sentido, Rafael tenía un don como hacedor
de imágenes generadoras de movimiento.
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Para una mayor información acerca de este proceso, ver: Movimientos posjunguianos. Conversaciones
con Rafael López-Pedraza. Axel Capriles. Revista Venezolana de Psicología de los Arquetipos. No. 1.
Caracas: Altolitho, 2005
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La psicología arquetipal nos pone en contacto con nuestra raíz politeísta, donde la
riqueza de la vida se da a partir de la expresión de múltiples dioses con necesidades y
exigencias diferentes. Propone la identificación de estos diferentes patrones y el ponernos
al servicio de los mismos renunciando y “sacrificando” el control y las exigencias de
nuestro ego. Desde esta perspectiva, nuestro entorno se “anima”, cobra vida y, actuando
por resonancia, se activa nuestro proceso interno de “hacer alma”, de reconocer nuestra
propia psique y permitir el desarrollo de la misma.
Las herramientas terapéuticas fundamentales de la psicología arquetipal son la
amplificación de nuestras características, comportamientos y funcionamiento –utilizando
como metáforas los patrones identificados en cada dios olímpico que la mitología griega
y el legado de los clásicos, base fundamental de nuestra cultura occidental, nos
proporcionan-; la interpretación de los sueños, que nos brinda los símbolos e imágenes
donde buscamos reconocer y hacer ver cómo y hacia dónde se mueve nuestra psique; y el
hacer “cultura psíquica”: reconocer los límites y formas que nos imponen nuestra
biología y nuestro carácter arquetipal. Esto permite devolverle la posibilidad a la psique
de aproximarse a las formas que implícitamente la autoregulan, sostienen y la guían.
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proceso. Gracias a él aprendí todo lo que sé”. No en balde le dedica al dios su primera
obra como un profundo reconocimiento.
Otras obras donde desarrolla la aproximación arquetipal como marco de reflexión
y como herramienta del trabajo terapéutico son: Dionisos en exilio, Eros y psique. Un
cuento de Apuleyo y Artemisa e Hipólito: mito y tragedia.
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En muchas reuniones con Rafael hablábamos de cómo nuestra forma de percibir y
hacer experiencia de la vida está atravesada por dos ejes: la biografía -desde la cual se
van tejiendo los complejos-, y la naturaleza, nuestro patrón arquetipal. La naturaleza
arquetipal determina unos límites, formas y normas que actúan como un marco dentro de
las que se puede mover el drama de la vida. Este marco se vincula simbólicamente con
los mitos conocidos por nuestras culturas y nos proporcionan las imágenes que pueden
regular sus movimientos. El poeta venezolano Armando Rojas Guardia resume esta
realidad diciendo: “Los dioses resguardan una legalidad cósmica, la conciencia del
hombre intuye esa legalidad”.9
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niveles: como una repetición exagerada de nuestros complejos personales; como una
rigidez psíquica producto de identificaciones; o como una petrificación, derivada de una
posesión por contenidos de nuestro inconsciente o de la emergencia de alguna imagen
intolerable, que nos saca de nuestra dinámica psíquica. De estos estudios apareció su
aforismo: “Estudiar la historia de la cultura es estudiar la locura del ser humano”.
III
Eduardo Carvallo
Bogotá, mayo 2012
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Carvallo, Eduardo (2007). Cuerpo psíquico y cuerpo somático. Revista Venezolana de
Psicología y los Arquetipos. No. 2. Caracas: Altolitho, C.A.
Carvallo, Eduardo (2007). Cuerpo psíquico y cuerpo somático. Recuperado en abril 10,
2011 de http://www.adepac.org/P06-55.htm
Jung, Carl G. (1954). The archetypes and the collective unconscious. Bollingen series
XX. Princeton: Princeton University Press
López-Pedraza, Rafael (1977). Hermes and his children. Dallas: Spring publications.
Meier, Carl A. (1967). Healing Dream and Ritual: Ancient Incubation and Modern
Psychotherapy. Evanston: Northwestern University Press.
Samuels, Andrew (1990). Jung and the post junguians. New York: Routledge.
Médico - psiquiatra (UCV, 1990). Analista junguiano (IAAP, 2001). Estuvo en análisis
con Rafael López Pedraza entre 1992 y el 2001 y participó de sus grupos de supervisión
hasta el año 2010. Ha ejercido como analista, supervisor y docente tanto de la SVAJ
como de los Grupos de analistas junguianos en formación de Colombia y Perú. Desde el
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2011, reside en la ciudad de Bogotá en donde mantiene su práctica como docente y como
analista individual y de colectivos en situación de vulnerabilidad.
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