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Rafael López Pedraza: un terapeuta psicopompo

Eduardo Carvallo
Bogotá, 2012

Resumen:
Podemos ver al Hades como la metáfora de los espacios más distantes, oscuros y
extraños de nuestro mundo inconsciente, al cual muy pocos tienen acceso. Al igual que a
Jung, a Rafael López Pedraza le tocó sumergirse en estos terrenos del Hades, y salir de
allí con las herramientas para mostrarnos con maestría como reconocer y vincularnos con
nuestra naturaleza psíquica. Sobre esa experiencia construyó la obra que nos lega.

Psicopompo ( ψυχοπομπός):
conductor de las almas entre
el Mundo sensible y el Inframundo.

Diciembre de 1994. Como se fue haciendo costumbre –porque así eran las cosas
con Rafael: se iban haciendo, no obedecían a ningún plan estructurado y mucho menos
controlado por la voluntad- pasé por su casa para darle el saludo de Navidad. Como
también era costumbre en esos años, me invitó a que descorchase una botella de vino
blanco y a que sirviese sendos vasos con mucho hielo. “Ven para que oigas esto” –me
dijo. En un viejo aparato de música colocó el CD que recién había grabado el
contrabajista cubano “Cachao” con la disquera Sony Music (Cachao Master Sessions Vol
1). En silencio comenzamos a oír los danzones, los mambos, los sones cubanos. De vez
en cuando, muy discretamente, Rafael marcaba el ritmo con los dedos de sus manos. A
medida que íbamos pasando de un ritmo a otro, nos sumergíamos cada vez más en las
letras y en el ambiente de la música. Cada uno en su propia experiencia. Volteé a
mirarlo. Estaba quieto en su gran silla de mimbre con la mirada fija en un punto lejano.

1
El rostro surcado por lágrimas. La música y quizás el vino, o ambos habían logrado
conectarlo emocionalmente.
Esta imagen del terapeuta emocionado, compartiendo un vaso de vino y una
música, que en el caso de él obviamente ponían al descubierto memorias personales,
sigue siendo para mí una espectacular enseñanza de humanidad y se acompaña de un
profundo sentimiento de agradecimiento. Creo que pocos han tenido la suerte de haber
compartido tantas conexiones del alma con su terapeuta como aquellos que tuvimos el
privilegio de ser acompañados por Rafael López Pedraza en nuestro proceso
psicoterapéutico.

Rafael López Pedraza nace el 21 de diciembre de 1920 en Santa Clara, capital de


una de las provincias de Cuba, en el seno de una familia compuesta de médicos,
ingenieros y artistas plásticos. 1
Acerca de su adolescencia, recordaba con entusiasmo los años que pasó
frecuentando una Habana donde la música y la sensualidad marcaban el paso de hermosas
y jóvenes mujeres. De esa época conservó a lo largo de toda su vida el disfrute por la
música y el baile, sobre todo por los ritmos caribeños y en particular los cubanos.
En 1949, a los 29 años, decide mudarse a Venezuela como representante del
laboratorio médico Labrapia. Desde su llegada a Caracas entra en contacto con un grupo
de jóvenes artistas e intelectuales venezolanos entre los que destacan el escritor Oswaldo
Trejo, los poetas Juan Sánchez Peláez, Rafael Cadenas y los artistas plásticos Wilfredo
Lam, Mateo Manaure y Oswaldo Vigas, quien será su amigo a lo largo de toda su vida.
Vigas lo describe como un hombre alto, bien parecido e intranquilo, que disfrutaba
mucho de la compañía de mujeres hermosas y que mantenía un profundo interés por la
pintura, la filosofía y la psicología.

1
Reconstruir los primeros añ os de la vida de Rafael Ló pez no ha sido tarea fá cil. Los datos fueron
proporcionados por sus amigos Oswaldo Vigas y Lisandro Ló pez Herrera, así como por él mismo en
conversaciones sostenidas poco tiempo antes de su muerte.

2
A los pocos años de su llegada, jugando fútbol, se fractura un tobillo, hecho que
lo obliga a mantenerse en reposo por espacio de seis meses. Durante este período se
detona una crisis emocional que lo llevará a iniciar su proceso terapéutico de la mano del
psiquiatra Fernando Rísquez. 2

Rafael, a lo largo de su vida, se refirió innumerables veces a este episodio de la


fractura. Lo leía como una desaceleración forzada; una expresión de los movimientos
complejos que se dan en la psique individual que van desde una tendencia natural al
aceleramiento, sobre todos en etapas tempranas de nuestra vida, a la necesidad de
mantenerse a velocidades donde pueda mantener su funcionalidad. Para él, este episodio
estaba enmarcado en el arquetipo Puer-Xénex cuyas dinámicas regulan nuestras
velocidades psíquicas a lo largo de la vida. La experiencia fue fuente de profundos
insights acerca de cómo las condiciones psicosomáticas, y en especial las crónicas, son
activadoras profundas del instinto de reflexión.
En 1962, a sus 42 años, y por recomendación de Rísquez –con quien además de
mantener una conexión terapéutica compartía sus intereses por la psicología-, viaja a
Londres para iniciar psicoterapia con Irene Claremont de Castillejo, una analista
junguiana que se había formado al lado de Emma Jung y Toni Wolff.
En menos de un año, impulsado por su terapeuta, quien lo estimula a entrar en un
contacto más profundo con la psicología junguiana, decide mudarse a Zurich donde
continúa su proceso psicoterapéutico con el analista James Hillman.
Para la época, Hillman era un joven y brillante analista que destacaba en la
Escuela de Zurich. Estaba muy influenciado por los planteamientos de Carl Meier quien,
al igual que Jung, fue un colaborador de Freud que posteriormente rompió filas con el
psicoanálisis. Meier fue el autor del libro Healing Dream and Ritual : Ancient Incubation
and Modern Psychotherapy (Meier, 1967), que será referencia permanente en el trabajo
terapéutico de López Pedraza.

2
Analista venezolano quien había regresado a Caracas en 1952, después de haber cursado sus estudios de
postgrado en el exterior donde conoció el pensamiento psicoanalítico y junguiano, lo que le permitió
desarrollar ideas novedosas sobre psicoterapia en Venezuela.

3
Rafael muchas veces comentó acerca de lo duro que fueron los primeros años. Se
encontraba permanentemente confrontado con emociones intensas enraizadas en su
propia naturaleza, que tendían a acelerarlo, y en sus complejidades familiares y
culturales, a las que había preferido tener a raya desde el exilio de su país natal. 3
Pudiésemos decir que en esta Zurich, en la que permaneció por 11 años, encontró la
velocidad apropiada para comenzar a registrar sus emociones y permitir que se activase el
instinto de reflexión. Allí se dio su más profundo movimiento psicoterapéutico.

Regresa de Europa en 1974, en compañía de su esposa Valerie Heron -también


analista junguiana y compañera de sus discusiones psicológicas 4- y se establece en
Caracas.
El siguiente comentario que López le hace a su amigo Vigas, poco tiempo
después de su llegada, pone de manifiesto el profundo cambio que se operó en Suiza en
relación no sólo con la aproximación a las dinámicas colectivas y a los complejos
culturales caraqueños, sino con la expresión de una actitud profundamente reflexiva y
valorativa sobre su cotidianidad y entorno inmediato: “Yo como que me vuelvo a ir. Lo
mío es la locura. Aquí lo que encuentro es la loquera”.
Este comentario dará paso a otras reflexiones que tendrá López-Pedraza acerca de
las dinámicas psíquicas de una parte del colectivo venezolano las cuales terminó
resumiendo en lo que él llamaba la "cultura de piñata". Con ella hacía referencia a las
piñatas, nombre con que se conocen las frecuentes reuniones que se hacen para celebrar
los cumpleaños de los niños y en las que los adultos inevitablemente terminan
discutiendo sobre eventos sociales y políticos y donde emergen las lecturas más insólitas,
superficales e inverosímiles acerca de complejas situaciones que afectan al colectivo
venezolano. Según él, esta “cultura de piñata” está basada en lo que la psicología
junguiana reconoce como psicología de cuentos de hadas, desde la cual se hace muy
3
Vigas comenta que desde su salida de Cuba, López regresó sólo en una ocasión.
4
Valerie, de origen inglés, nacida el 12 de octubre de 1926, estuvo previamente casada con el escritor
estadounidense James Patrick Donleavy, con quien tuvo 2 hijos: Philip y Karen. Murió en los Estados
Unidos el 4 de enero del 2013.

4
difícil reflexionar los aspectos sombríos que se esconden detrás de las dinámicas
colectivas, y se mantiene una tendencia a hacer interpretaciones superficiales y a buscar
soluciones simples y temporales a problemas complejos.

Comienza un prolífico trabajo de reflexión –que abarca el período entre 1976 y


1989–, cuyos resultados trasmite a través de sus seminarios en la Escuela de Letras de la
Universidad Central de Venezuela, de presentaciones en congresos internacionales,
conferencias y libros, por los que termina siendo reconocido internacionalmente como
una de las mentes más lúcidas en el terreno de la psicología contemporánea.

En 1977 publica su primera obra: Hermes y sus hijos. Este escrito representa, en
mi opinión, un homenaje que López hace al dios Hermes como guía de los procesos
psíquicos. Muchas veces, haciendo alusión a su proceso personal en Suiza, le oí decir:
“no me cabe la menor duda de que fue Hermes, y sólo él, quien me guió para llegar a
donde estoy”. En el libro encontramos las emociones que acompañan el proceso:
soledad, desesperación y angustia. López nos dice: “Hermes es un amigo en la
desesperación de nuestra soledad” (López-Pedraza, 1991).

A los años de instalarse en Venezuela, Rafael compra un apartamento con una


generosa vista sobre el Caribe en Macuto, un pequeño pueblo que data de la época de la
colonia, enclavado en el litoral venezolano. La cercanía con su residencia en Caracas le
permite constituir allí un pequeño refugio a donde acudía los fines de semana en busca de
lentitudes y conexiones más desde el alma. Se convirtió en uno de sus espacios
preferidos para incubar y escribir. De allí surgieron las ideas y borradores de la mayoría
de sus obras subsiguientes: Ansiedad cultural (1987); Anselm Kiefer. La psicología de
“Después de la catástrofe” (1998); Dionisos en exilio. Sobre la represión de la emoción
y el cuerpo (2000); Sobre héroes y poetas (2002); Eros y psique. Un cuento de Apuleyo
(2003); Artemisa e Hipólito: mito y tragedia (2005); 4 ensayos desde la psicoterapia
(2006) y; Emociones: una lista (2008).

5
La década del 2000 estuvo marcada por nuevos eventos que marcaron su mundo
emocional y que alimentaron la imaginería y las reflexiones de Rafael. La pérdida
-producto de un desastre natural que, literalmente, barrió con toda la franja costanera
ubicada al norte de Caracas- de su principal refugio psicológico: Macuto; y
posteriormente de otro de sus espacios preferidos de incubación: Pánaga 5 –éste producto
de la inseguridad que comenzaba a instalarse en todo el país-; así como los cambios
políticos que comenzaron a verse en Venezuela con mucha influencia del modelo castro-
comunista instalado en Cuba, comenzaron a repercutir en el sistema psico-biológico de
Rafael. Una serie de manifestaciones cardiovasculares lo obligaron a hacer un esfuerzo
heroico de autorregulación para recuperar el equilibrio perdido.
Esto no impidió que continuase con su trabajo psicoterapéutico y de escritura.
Con más lentitud siguió ordenando sus borradores y con la siempre mirada
“acompañante” de Valerie -su principal correctora e interlocutora-, y con el apoyo de un
equipo de profesionales interesados en recoger su pensamiento, logró, a pesar de las
dificultades, publicar sus últimos escritos. Quedaron por terminar dos libros: un libro
sobre Prometeo, el titán, y otro que compilaba su aproximación a la lectura de imágenes y
reflexiones sobre arte y psicología a través de la obra de cuatro grandes artistas: Miguel
Ángel, Caravaggio, Rubens y Velásquez.

Desde el 2005 -año en que la gran familia que consolidó desde el respeto, la
admiración y el afecto que le teníamos, le hicimos un homenaje en el marco de la
celebración de sus 85 años-, la muerte no dejó de estar presente en sus reflexiones,
enriqueciendo sus enseñanzas con un nuevo aspecto: la conciencia de muerte y la muerte
como emoción. “La agonía es quizás la última emoción que se siente. Sería una
bendición que esa emoción se pudiese acompañar de una imagen”.6

5
Nombre con que se conocía una finca en los alrededores de San Cristó bal (Edo. Tá chira), propiedad
de Otto Georgi, donde Rafael dictó má s de 18 seminarios vinculados con sus reflexiones. Allí se
activaba una diná mica profundamente psíquica en las reuniones que manteníamos durante todo un
fin de semana.
6
En relació n a esto comentaba que Bernini había pintado un cuadro que llevaba siempre consigo
porque quería que se lo pusiesen enfrente cuando entrara en agonía.

6
En el 2010 la Universidad Central de Venezuela le concede el título de Doctor
honoris causa en reconocimiento a sus invaluables aportes al pensamiento
contemporáneo, por los que termina siendo reconocido internacionalmente.

II

Rafael López Pedraza, entre muchas cosas, fue un maestro en aproximarnos al


terreno de la psique. Esto se dice muy fácil, pero la realidad es que aún hoy en día la
psique sigue siendo inasible y el terreno donde se manifiesta es indefinible. Invocarla y
pasearse por sus predios es un arte, y Rafael era un maestro en esas lides. Con él
aprendimos a diferenciar la experiencia yoica de la experiencia psíquica y comprender la
magnitud de esta diferencia. En su libro Ansiedad Cultural nos comenta:

Cambiar la perspectiva del Yo por una conciencia que abarque tanto el


monoteísmo como el politeísmo es, para mí, de importancia primordial. Y ese
cambio de punto de vista sólo se alcanza mediante un "caer en cuenta "…
Personalmente, se me hace difícil tener una visión de la psique a partir de la
oposición Yo/inconsciente. Me parece una oposición poco psicológica que hereda
esa tradición monoteísta de la identificación del Yo con el monoteísmo y, por
ende, punto de partida para la represión de lo que no es monoteísmo. Mientras
que la otra perspectiva que propongo: percatarnos de ambos, del monoteísmo y
del politeísmo, parece adaptarse mejor al estudio, a la discusión de los procesos
psíquicos y a la psicoterapia…A veces uno se pregunta si la palabra "psicología"
ha sido adecuadamente aplicada a los estudios que llevan ese nombre. Debemos
darnos cuenta de que estudiar la psique desde el punto de vista del Yo es más
absurdo de lo que se piensa. (López-Pedraza, 1987)

Esta aproximación a la psique nos ayuda a mantener la conciencia de la compleja


estructura de la misma y de los esfuerzos que nos toca hacer para reflexionarla. De aquí
surgieron insights que muchos años después discutimos en relación a la diferencia que
podemos reconocer entre la psicoterapia –que aprendimos de él- y otras aproximaciones
más racionales –más desde el “hacer desde la conciencia” buscando resultados
“positivos”- que consideramos deberían llamarse egoterapias (Carvallo, 2006)7.

7
Para una mayor profundizació n sobre el tema, ver el artículo Sobre Poder y psicoterapia. Ló pez
Pedraza. 4 ensayos desde la psicoterapia.

7
Rafael fue uno de esos creadores en quienes se conjugan, en forma congruente,
una particular actitud frente a la vida y su obra. Al igual que Jung, sus postulados
teóricos los obtiene de sus propias vivencias.
Decía: “La psicoterapia junguiana no se hace, la psicoterapia junguiana sucede.
Es un suceder y se da en la relación entre el psicoterapeuta y el paciente y depende de
mantenerse en lentitudes, en velocidades de incubación” . Para él, la psicoterapia se da a
través de la herida del terapeuta. Sólo desde esta herida, es que el terapeuta puede tener
presente el camino que ha transitado para aproximarse a su propia sombra y, desde allí, –
siguiendo la metáfora de Virgilio y Dante- acompañar al paciente en el descubrimiento de
sus terrenos sombríos y propiciar que aprenda de lo psíquico. Él, al igual que Jung, fue
un terapeuta psicopompo.
Desde esta postura no concebía la psicoterapia como una práctica para sentirse
mejor. El oír hablar acerca de normalidad o sanidad podía despertar en él las reacciones
más desagradables. Para él, las valoraciones son individuales y desde allí no podemos
hablar de algo mejor o algo peor sino de diferencias.
Su interés terapéutico básico era mantener la psique en movimiento: la
psicoterapia como movilizador psíquico, a través del valor creativo y terapéutico de la
imagen y su lectura.
Para él, las imágenes constituyen un sistema: las redes imaginativas donde se
aposentan y son contenidas las emociones. En el ejercicio de captar una imagen
arquetipal -la imagen de un aspecto simbólico enmarcado en nuestra cultura- se puede
activar el movimiento de una parálisis psíquica. De allí que comenzara a ser conocido
como quien acuñara una frase que identificaba esta aproximación a lo psíquico: “Stick to
the image”…¡quédese con esa imagen! Es un lema que invita a dejar que los atributos
movilizadores de la imagen arquetipal “hablen” a nuestra memoria emocional a través del
lenguaje psíquico de la analogía y la metáfora (López-Pedraza, 2000). Sus trabajos
Anselm Kiefer. La psicología de “Después de la catástrofe” y Lectura de una imagen:
Mujer con balanza de Vermeer son una muestra de la maestría de López en el trabajo de
lectura de imágenes.

8
Esta forma de acercarse a lo psíquico desde las imágenes la asociaba con una
frase del poeta cubano Lezama Lima: “la imagen, lo que hace posible lo imposible”, y
desde allí nos aproximaba al núcleo de una nueva psicopatología al vincular la
posibilidad de movimiento de la psique con la presencia de tres tipos de imágenes
diferentes: las posibles, las imposibles y las intolerables. “Puede ser que en la relación
psicoterapéutica se construya una imagen emocional que produzca transformaciones
psíquicas que se creían imposibles”, y en este sentido, Rafael tenía un don como hacedor
de imágenes generadoras de movimiento.

Esta visión tan particular es el resultado de la conjugación de una naturaleza con


una profunda curiosidad acerca de lo psíquico y de los años de experiencia clínica,
terapéutica y reflexiva de Zurich. El germen de la misma la encontramos en las bases
fundacionales, teóricas e históricas, de la Psicología arquetipal -propuesta de la cual es
co-fundador junto a James Hillman y Adolf Guggenbuhl-Craig. 8
Aunque enraizada en la psicología junguiana, esta nueva propuesta se distancia de
la línea clásica -basada más en el reconocimiento de los complejos, la búsqueda del Self y
del proceso de individuación- al poner el foco en la naturaleza arquetipal del ser humano.
Esta perspectiva, “desarma” el control ilusorio que mantiene el ego sobre nuestras vidas y
nos permite aproximamos a una forma de vivir donde nuestras actividades, vínculos y
emociones se dan guiadas por lo que pudiésemos llamar nuestra naturaleza arquetipal.
Es la activación de nuestro nivel arquetipal –entendiendo por arquetipos los
diferentes patrones naturales de comportamiento que están en estado potencial en nuestro
inconsciente colectivo (Jung, 1954)- lo que nos motoriza desde necesidades muy
específicas, y lo que determina tanto el escenario como los co-protagonistas que
necesitamos para que el drama de nuestra vida se desarrolle.
Esta aproximación al vivir, da sentido y coherencia a nuestro registro emocional y
permite el surgimiento y mantenimiento de una sensación de “estar donde nos toca estar”,
independientemente de si la vivencia es agradable o no, dolorosa o no. Esta experiencia
es lo que pudiésemos reconocer como “el contacto con nuestra alma”.

8
Para una mayor información acerca de este proceso, ver: Movimientos posjunguianos. Conversaciones
con Rafael López-Pedraza. Axel Capriles. Revista Venezolana de Psicología de los Arquetipos. No. 1.
Caracas: Altolitho, 2005

9
La psicología arquetipal nos pone en contacto con nuestra raíz politeísta, donde la
riqueza de la vida se da a partir de la expresión de múltiples dioses con necesidades y
exigencias diferentes. Propone la identificación de estos diferentes patrones y el ponernos
al servicio de los mismos renunciando y “sacrificando” el control y las exigencias de
nuestro ego. Desde esta perspectiva, nuestro entorno se “anima”, cobra vida y, actuando
por resonancia, se activa nuestro proceso interno de “hacer alma”, de reconocer nuestra
propia psique y permitir el desarrollo de la misma.
Las herramientas terapéuticas fundamentales de la psicología arquetipal son la
amplificación de nuestras características, comportamientos y funcionamiento –utilizando
como metáforas los patrones identificados en cada dios olímpico que la mitología griega
y el legado de los clásicos, base fundamental de nuestra cultura occidental, nos
proporcionan-; la interpretación de los sueños, que nos brinda los símbolos e imágenes
donde buscamos reconocer y hacer ver cómo y hacia dónde se mueve nuestra psique; y el
hacer “cultura psíquica”: reconocer los límites y formas que nos imponen nuestra
biología y nuestro carácter arquetipal. Esto permite devolverle la posibilidad a la psique
de aproximarse a las formas que implícitamente la autoregulan, sostienen y la guían.

En su primer libro, Hermes y sus hijos, reconocemos los diferentes


planteamientos que Rafael desarrollará a lo largo de sus otras obras, seminarios y
conferencias: el reconocimiento de lo arquetipal a través de las imágenes; el respeto a
nuestra naturaleza arquetipal y a sus formas; la activación emocional desde la imagen
-aspecto desde el cual acuñó su “Stick to the image”-; la conciencia del cuerpo como
guía en nuestro proceso; la incubación psíquica y el tempo psicológico propicio para que
se den los procesos; el movimiento psíquico y su importancia; el cuerpo psíquico,
(Carvallo, 2006, 2007; López-Pedraza, 2006); pero más allá de estas cosas, cabe destacar
el valor que le otorgaba a la naturaleza “psicopómpica” del terapeuta que lo vinculaba
con el dios. Hermes es reconocido como un dios psicopompo. En muchos mitos griegos,
Hermes es uno de los pocos dioses que era capaz de entrar y salir del Hades sin
problemas. Además de escoltar a los muertos, Hermes solía ayudar a los viajeros a tener
un viaje seguro y sin contratiempos. “Hermes fue quien, sin lugar a dudas, condujo mi

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proceso. Gracias a él aprendí todo lo que sé”. No en balde le dedica al dios su primera
obra como un profundo reconocimiento.
Otras obras donde desarrolla la aproximación arquetipal como marco de reflexión
y como herramienta del trabajo terapéutico son: Dionisos en exilio, Eros y psique. Un
cuento de Apuleyo y Artemisa e Hipólito: mito y tragedia.

Su segunda obra, Ansiedad Cultural, es una atrevida invitación a enfrentarnos a


un conflicto que está en la base de nuestra cultura occidental judeo-cristiana y a la
repercusión que el mismo tiene en nuestro psiquismo: la tensión entre la herencia
imaginativa y ritual de los panteones de diferentes dioses paganos enfrentada a la
exigencia de aceptar a un Dios único, que se hace acompañar de rígidos dogmas y ritos, y
la consecuente ansiedad que surge de este conflicto entre culturas.
En esta obra expone y reflexiona sobre los límites que el aspecto monoteísta de
nuestra cultura ha impuesto a los estudios de psicología y nos reta a “comenzar a
diferenciar y obtener un cuadro más claro (del aspecto dual) de la psique individual”.

Para Rafael la psicoterapia no podía concebirse sino como un proceso de


conexión con el cuerpo, con las emociones y con los instintos –aspectos que desarrolló
en Dionisos en el exilio. Sobre la represión de la emoción y el cuerpo, y Emociones: una
lista.
En su estilo metafórico, le gustaba remarcar el valor de la experiencia corporal
con la siguiente anécdota que adjudicaba al papa Juan Pablo II. El Papa, después de
haber visto unas danzas andaluzas frente a la Catedral de Sevilla, comentó: “San Agustín
dijo: “el que canta ora dos ves”, yo me pregunto: ¿cuántas veces orará el que baila?”
Esta conexión con el cuerpo favorecía la activación de lo que él llamaba cuerpo
psíquico. Después de muchos años podría decir que el cuerpo psíquico al que se refería,
es el registro constante de una experiencia llena de sentido y significado, que se da en el
aquí y en el ahora, y que es la expresión de una conexión emocional enmarcada en la
naturaleza arquetipal de cada uno de nosotros. Esta vivencia permite la “conciencia de
encarnación y la conciencia de muerte”.

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En muchas reuniones con Rafael hablábamos de cómo nuestra forma de percibir y
hacer experiencia de la vida está atravesada por dos ejes: la biografía -desde la cual se
van tejiendo los complejos-, y la naturaleza, nuestro patrón arquetipal. La naturaleza
arquetipal determina unos límites, formas y normas que actúan como un marco dentro de
las que se puede mover el drama de la vida. Este marco se vincula simbólicamente con
los mitos conocidos por nuestras culturas y nos proporcionan las imágenes que pueden
regular sus movimientos. El poeta venezolano Armando Rojas Guardia resume esta
realidad diciendo: “Los dioses resguardan una legalidad cósmica, la conciencia del
hombre intuye esa legalidad”.9

El interés en sus últimos años, estuvo enfocado en dos temas: el aspecto


autodestructivo de la naturaleza humana y la psicosis como expresión de la parálisis de la
psique.10
El primero lo veía como un instinto que aparece cuando no es posible responder
adecuadamente al reto de la historia y se consteliza una regresión destructiva tanto en el
individuo como en el colectivo. Las permanentes discusiones acerca de nuestra realidad
venezolana y los esfuerzos para aproximarnos a las complejidades del inconsciente
colectivo venezolano en la historia que estamos viviendo y reflexionar las extrañas
dinámicas que aparecían permanentemente e invadían todos los aspectos de nuestra
cotidianidad, fueron fuente inagotable para reconocer la afectación permanente de nuestro
aparato psicobiológico y la aparición de cantidad de enfermedades y comportamientos
bizarros. Para él, lo que permanece invisible a nuestra conciencia muchas veces sólo
puede emerger a la misma a partir de las tensiones que se generan y solamente a partir de
ese momento es que pueden ser reflexionadas. En otras palabras, es de la sombra, de ese
terreno de contenidos inconscientes, de donde podemos aprender nuestra psicología.
En relación a la psicosis, se entusiasmaba con la posibilidad de verla como algo
que se manifiesta permanentemente y de la cual ninguno está exento. Para Rafael, la
psicosis es el producto de un grado de parálisis de la psique cuya manifestación está
determinada por el nivel en el cual se da dicha parálisis. Ésta podía expresarse en tres
9
Este planteamiento lo ha desarrollado en sus diferentes seminarios sobre Tragedia griega.
10
Algunas de estas ideas las desarrolló en sus obras: Sobre héroes y poetas y 4 ensayos desde la
psicoterapia.

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niveles: como una repetición exagerada de nuestros complejos personales; como una
rigidez psíquica producto de identificaciones; o como una petrificación, derivada de una
posesión por contenidos de nuestro inconsciente o de la emergencia de alguna imagen
intolerable, que nos saca de nuestra dinámica psíquica. De estos estudios apareció su
aforismo: “Estudiar la historia de la cultura es estudiar la locura del ser humano”.

III

Diciembre del 2010. Habiendo ya cumplido sus 90 años, sostuvimos nuestro


último encuentro. Yo estaba mudándome para Bogotá y ambos sabíamos que, muy
probablemente, ésa sería la última vez que nos veríamos. Durante el almuerzo la
conversación giró sobre la muerte y, en particular, sobre su muerte. Me comentó cómo
había pensado disponer de sus cosas y dónde le gustaría que esparciesen sus cenizas.
Desde hacía tiempo –me dijo– no tenía un Gran sueño. Casi al despedirnos, me hizo un
comentario que me conmovió profundamente: "Ahora, a mis 90, las emociones que me
acompañan son alegría y tranquilidad". 
El 9 de enero de 2011, poco tiempo después de haberse despertado cerca del
amanecer, la humanidad de Rafael ya no lo sostiene más, dejando un profundo vacío y
silencio entre los que lo conocimos.

Eduardo Carvallo
Bogotá, mayo 2012

Capriles, Axel (2005). Movimientos posjunguianos. Conversaciones con Rafael López-


Pedraza. Revista Venezolana de Psicología de los Arquetipos. No. 1. Caracas: Altolitho,
C.A.

Carvallo, Eduardo (2006). Psicoterapia en tiempos de ansiedad. Revista Venezolana de


Psicología y los Arquetipos, No. 1 Caracas: Altolitho, C.A

13
Carvallo, Eduardo (2007). Cuerpo psíquico y cuerpo somático. Revista Venezolana de
Psicología y los Arquetipos. No. 2. Caracas: Altolitho, C.A.

Carvallo, Eduardo (2007). Cuerpo psíquico y cuerpo somático. Recuperado en abril 10,
2011 de http://www.adepac.org/P06-55.htm

Jung, Carl G. (1954). The archetypes and the collective unconscious. Bollingen series
XX. Princeton: Princeton University Press

López-Pedraza, Rafael (1977). Hermes and his children. Dallas: Spring publications.

López-Pedraza, Rafael (1987). Ansiedad cultural. Caracas: Cromotip.

López-Pedraza, Rafael (1998). Anselm Kiefer. La psicología de “Después de la


catástrofe”. Caracas: Festina Lente.

López-Pedraza, Rafael (2000). Dionisos en exilio. Sobre la represión de la emoción y el


cuerpo. Caracas: Festina Lente.

López-Pedraza, Rafael (2002). Sobre héroes y poetas. Caracas: Festina Lente.

López-Pedraza, Rafael (2003). Eros y psique. Un cuento de Apuleyo.


Caracas: Festina Lente.

López-Pedraza, Rafael (2005). Artemisa e Hipólito: mito y tragedia. Caracas: Festina


Lente.

López-Pedraza, Rafael (2006). 4 ensayos desde la psicoterapia. Caracas: Festina Lente.

López-Pedraza, Rafael (2008). Emociones: una lista. Caracas: Festina Lente.

Meier, Carl A. (1967). Healing Dream and Ritual: Ancient Incubation and Modern
Psychotherapy. Evanston: Northwestern University Press.

Samuels, Andrew (1990). Jung and the post junguians. New York: Routledge.

Eduardo Carvallo (Caracas, 1960 - )

Médico - psiquiatra (UCV, 1990). Analista junguiano (IAAP, 2001). Estuvo en análisis
con Rafael López Pedraza entre 1992 y el 2001 y participó de sus grupos de supervisión
hasta el año 2010. Ha ejercido como analista, supervisor y docente tanto de la SVAJ
como de los Grupos de analistas junguianos en formación de Colombia y Perú. Desde el

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2011, reside en la ciudad de Bogotá en donde mantiene su práctica como docente y como
analista individual y de colectivos en situación de vulnerabilidad.

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