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Campañas electorales.

Las campañas electorales son esfuerzos competitivos hechos por los candidatos y los partidos políticos
para ganar el apoyo de los electores en el periodo que precede a una elección. Los candidatos recurren a
una diversidad de técnicas para atraer votantes, desde comparecencias en público y mítines hasta el uso
de publicidad en los medios masivos de comunicación.
La campaña para ocupar un cargo público dura más que el periodo de campaña "oficial" especificado en
el calendario electoral, cuando los candidatos pueden recibir trato especial, normalmente en forma de
acceso a los medios públicos de comunicación o a los fondos públicos para efectos de campaña.
Las campañas en la era actual de los medios pueden costar cantidades enormes de dinero, lo cual
despierta dudas sobre la integridad con respecto a la recaudación y gasto de fondos y hace pensar que
quienes ganan las elecciones son los candidatos que gastan la mayor cantidad de dinero. Estas
cuestiones se discuten en Financiamiento de las Campañas.
Durante la campaña los candidatos buscan hacer llegar su mensaje y motivar a los electores para que
voten por ellos o por su partido. Hay varias cuestiones de campaña que afectan la libertad y la equidad
de la elección. Éstas incluyen la duración de la campaña, la capacidad para hacer una campaña
libremente, la neutralidad de los funcionarios electorales durante la campaña, la seguridad de los
participantes, y Acceso a los Medios.
Debido a estas cuestiones de integridad, la mayoría de los sistemas reglamenta ciertos aspectos del
proceso de la campaña. Sin embargo, algunos sistemas, tales como el danés, sólo establecen directrices

Calendarización
para el acceso equitativo con los medios y no han establecido reglas para limitar la cantidad de dinero o
el tiempo que tengan que emplear en las campañas electorales.

El calendario electoral estipula fechas para la campaña "oficial", generalmente el mes antes de la
jornada electoral. La campaña real para ocupar un cargo puede empezar mucho antes, pero los
beneficios para el candidato, tales como financiamiento público, por lo regular sólo están disponibles
durante el periodo oficial de la campaña. La duración de la campaña puede afectar la capacidad de los
partidos y de los candidatos para hacer públicos sus mensajes.

Los periodos cortos de campaña tienden a beneficiar a los partidos establecidos y a los políticos en
ejercicio que los electores ya conocen. Los periodos más largos de campaña dan a los partidos menos
conocidos y a los candidatos más tiempo para prepararse e informar al electorado sobre sus
plataformas y posturas, pero también necesitan más recursos para sostener la campaña durante un
periodo más prolongado.

Las campañas más largas también pueden afectar negativamente la cantidad de votantes que se
presentan en las urnas puesto que los electores pueden aburrirse de una campaña electoral que parece
no tener fin. Esto sucede especialmente en los Estados Unidos, donde las campañas activas para la
postulación de un partido político a la presidencia pueden comenzar más de dos años antes de la
elección presidencial real.
Libertad de hacer campaña
La capacidad de participar libremente en la campaña electoral es una cuestión clave en la integridad
de la elección. Los candidatos deben poder circular libremente entre sus simpatizantes y hacer
públicas sus plataformas políticas. Los electores deben poder asistir a los mítines y a otros eventos
políticos sin interferencia y sin miedo. Deben contar con libre acceso a la información política para que
puedan tomar una decisión informada cuando voten. Una campaña libre y justa depende de la libertad
de prensa, de discurso, de reunión y de asociación.

La libertad de asociarse con fines políticos es un requisito básico para la integridad. Los electores
deben poder reunirse para discutir sobre los candidatos y otros temas electorales. Los partidos
políticos deben poderse reunir y planear sus campañas electorales con sus simpatizantes. El derecho
de asociación no está restringido salvo para las reuniones organizadas con fines ilegales, tales como
promover disturbios públicos para alterar o manipular el proceso.

La libertad para hacer campaña también se refiere a la libertad de movimiento. Los candidatos deben
poder hacer campaña en cualquier lugar del país. En países con problemas de seguridad, esto puede
significar un conflicto para la aplicación de la ley. Sin embargo, hay que evitar las restricciones
arbitrarias del movimiento de los candidatos y sus simpatizantes que pudieran interferir con su
capacidad legal para hacer una campaña.

Circulación libre y justa de información electoral


La libre circulación de la información es otro factor básico de la integridad. La prensa debe poder
publicar y distribuir información sin censura o manipulación de su cobertura. La prensa que abusa de
sus derechos al publicar información difamatoria o falsa debe rendir cuentas por esta conducta
inadecuada. En la mayoría de los países esto se lleva a cabo en un tribunal, después de publicar la
información.

Proteger el libre flujo de información es responsabilidad del gobierno, que tiene la opción de aprobar
leyes que protejan la libertad de expresión, hacer esfuerzos especiales para investigar las amenazas
contra los medios y hacer comparecer a los responsables ante la justicia. Una prensa libre no se siente
intimidada cuando cubre una elección ni tiene que autocensurarse debido al miedo.

El gobierno y el sistema público de radiodifusión pueden establecer estándares para ayudar a asegurar
la circulación libre y equitativa de información. Según el artículo 19:

Los estándares de transmisión por radio o televisión que se aplican a la campaña electoral deben
impedir los abusos graves de los derechos humanos como parte de un esfuerzo para que los medios
promuevan la transición hacia la democracia. La incapacidad del gobierno para proteger a los medios o
para responsabilizarlos por los abusos mencionados socava el potencial de elecciones libres y
equitativas.

Durante la campaña, el sistema público de radiodifusión tiene la responsabilidad de asegurar que se


brinde una cobertura equitativa y justa del proceso. Artículo 19, una ONG encargada de asegurar la
libertad de expresión, ha desarrollado lineamientos para la transmisión de la cobertura de las
campañas electorales en democracias en transición. Estas directrices incluyen:

• informar a los electores sobre cuestiones electorales relevantes, incluyendo la


distribución de la información de educación electoral;

• brindar cobertura electoral imparcial y equilibrada;

• no censurar artículos y materiales electorales a menos que constituyan un incentivo claro


y directo para la violencia o el odio;

• ofrecer cobertura noticiosa imparcial, exacta y equilibrada, así como programación de


temas actuales;

• ofrecer a los partidos y candidatos tiempo al aire para que tengan programas de acceso
directo sobre una base libre y no discriminatoria; y

• brindar tiempos iguales a ambas partes en un voto de referéndum.


Otro conflicto potencial para la integridad consiste en la cantidad de dinero necesaria para difundir la
información. En los países desarrollados, las campañas se han centrado cada vez más en el uso de los
anuncios de televisión. El costo de estos anuncios ha elevado el de las campañas electorales a tal
punto que en algunos países sólo la gente adinerada o la que cuenta con el apoyo financiero de los
principales grupos de interés puede contender y ganar un cargo nacional o estatal.

Cada sistema aborda temas de equidad que surgen de los costos de la publicidad política de
diferentes formas. En países como Dinamarca, los anuncios hechos por los partidos políticos no se
permiten en la radio nacional o regional ni en los canales de televisión.  En Sudáfrica, el material
impreso con la intención de influir sobre el resultado de una elección debe estar claramente marcado
con el nombre completo y la dirección del impresor y del publicador, quien debe comenzar el artículo
con la palabra "anuncio". En Irlanda, se ofrece correo libre a los candidatos para que envíen una carta a
todos los electores registrados.  Otros sistemas ofrecen financiamiento público para propósitos de

Calidad de la campaña
campaña. Para mayor información sobre estos temas, ver Financiamiento Público de las Campañas .

La calidad de una campaña política se convierte en un conflicto si en ella se recurre a tácticas poco
éticas para desacreditar a otros candidatos o para perturbar el proceso.
El contenido y la calidad de los anuncios televisivos se han convertido en temas álgidos en varios
países. La Alianza de ONG's para mejorar las campañas asegura: "las campañas políticas sientan las
bases para la relación más importante en cualquier democracia -la que existe entre los ciudadanos y
los líderes. Especialmente en una cultura política individualista como la nuestra, es la campaña misma
quien debe atraer a los ciudadanos a la arena pública. Nuestras campañas los alejan."   Algunos grupos
de interés público (ver Organizaciones no Gubernamentales ) están haciendo esfuerzos para mejorar la
calidad de las campañas electorales, y para alentar a los medios a transmitir debates entre candidatos
más sustanciales.
Neutralidad de los funcionarios electorales
Las campañas electorales están diseñadas para ser eventos públicos ruidosos que usan símbolos
patrióticos o de otro tipo para ganar el apoyo de los electores. Puede ser difícil que un administrador
electoral permanezca neutral durante el periodo de campaña. Sin embargo, los administradores de las
elecciones tienen que mantenerse neutrales e imparciales cuando ofrecen sus servicios y al cumplir
con sus responsabilidades. No deben usar su cargo, recursos o posición para ayudar a la campaña de
un partido o un candidato o para tratar de influir en el resultado de la votación. (Para mayor
información sobre la neutralidad de los administradores electorales, ver  Proceso Justo y
Equitativo y Comportamiento Ético .)
Esta restricción se aplica normalmente a los funcionarios gubernamentales y a sus recursos. Para
asegurar que existan condiciones equitativas, los recursos, la postura y la influencia del gobierno no se
destinan a ayudar a algún candidato en especial. Se supone que los funcionarios deben permanecer
neutrales durante el proceso. En algunos países, los gobiernos limitan sus actividades previas a la
elección para que éstas no sean percibidas como apoyo para algún candidato o partido. Por ejemplo,
antes de una elección, Filipinas prohíbe la designación o contratación de nuevos empleados, la
creación de nuevos puestos; los ascensos o aumentos de sueldo o privilegios; el destino de fondos
públicos para obras públicas; nuevos servicios sociales o construcción de obras públicas; la entrega de
materiales para obras públicas y la emisión de fondos del erario.
Puede ser difícil para los funcionarios gubernamentales diferenciar entre los intereses partidistas y los
de los funcionarios públicos. Por ejemplo, en los Estados Unidos, se considera al presidente del país
como el miembro principal de su partido político y se espera que participe activamente en la campaña
para los candidatos de su partido. Sin embargo, se supone que esto debe hacerse dentro del contexto
de su filiación partidista, y no en su capacidad oficial como presidente. Tampoco debe recurrir al uso
de recursos de su cargo para ayudar a promover campañas.

Encuesta de opinión pública


Los partidos políticos, los candidatos y los medios de comunicación usan las encuestas de opinión
pública como parámetro para medir el apoyo electoral para cada candidato, partido y postura. Sirven
también para definir el curso de las campañas y para elaborar mensajes para los electores. En la
mayoría de los sistemas, se permite llevar a cabo estas encuestas sin interferencia política y sin
restricciones irracionales. Cuando se publican los resultados, también se especifica la metodología
empleada para que los usuarios puedan determinar la precisión de los datos. Esto incluye
normalmente el margen de error, el tamaño de la muestra y la información demográfica de quienes
respondieron (edad, ubicación, género, ocupación, etc).

El momento en que se hace pública la información de la encuesta puede ser un conflicto potencial de
integridad porque puede afectar el resultado de la elección. Los resultados pueden influenciar a los
electores indecisos y fomentar la simpatía por ciertos candidatos o posturas. Un elector puede pensar
que la elección ya está decidida, por lo cual no tiene sentido votar, o votar contra lo que piensa la
mayoría. En países con gran cantidad de zonas horarias se puede predecir al ganador de una elección
presidencial antes de que se desarrolle la encuesta en algunas regiones, lo cual puede incidir
negativamente en la cantidad de votantes que van a las urnas y en las elecciones electorales en las
últimas áreas de votación.

Esto fue por ejemplo un problema en las elecciones presidenciales del año 2000 en los Estados
Unidos, donde los medios estadounidenses anunciaron al ganador del estado de Florida antes de que
las mesas de votación cerraran en las regiones centrales y del oeste del país. Debido al funcionamiento
del sistema de colegio electoral, la victoria en Florida era crucial para obtener el voto del colegio
electoral. Además, sus proyecciones fueron inexactas y después las alteraron pocos minutos antes de
que se cerraran las mesas de votación en el oeste.

A fin de abordar estas cuestiones, algunos sistemas prohíben la publicación de las encuestas hacia el
final. Estas reglamentaciones varían desde México, donde es un delito publicar información que
prediga quién ganará la elección desde los 8 días precedentes a la elección hasta la jornada
electoral, hasta Sudáfrica, donde no se permite la publicación de los resultados de las encuestas sino
hasta después de que hayan cerrado las mesas de votación, o hasta Dinamarca, donde no hay

Seguridad
restricciones a este respecto.

La capacidad de hacer campaña en una atmósfera libre de miedo e intimidación es otro componente
esencial de una elección libre y justa. Los candidatos deben poder desplazarse libremente y reunirse
con los electores sin temer por su seguridad física o por la de sus simpatizantes. Los votantes deben
poder desplazarse y asistir a los mítines de campaña sin temor. Los monitores, los observadores y la
prensa necesitan poder cubrir el proceso y publicar sus informes sin temor a la intimidación o a las
posibles represalias.
El ambiente de la seguridad afecta los resultados electorales. Según John Sanderson y Michael Maley,
"Si la actividad de los partidos de la oposición se reprime debido a un clima de miedo - si estos
partidos no se pueden reclutar, organizarse, establecer oficinas y dialogar con los electores, o sólo
pueden hacerlo en periodos limitados o en ciertas partes del país, la consecuencia inevitable será un
ambiente electoral prejuiciado a favor del grupo en el poder, a consecuencia de lo cual lo más probable
es que disminuya la cantidad de votos a favor de la oposición".
Hay inquietudes con respecto a la seguridad en muchos países. En diciembre de 1999, el presidente de
Sri Lanka resultó lastimado durante un ataque bomba suicida en un mitin de campaña. Catorce
personas murieron y más de 105 resultaron heridas. Ese mismo día, una segunda explosión mató a
siete y lastimó a cuarenta en un mitin del principal partido de la oposición.
Asegurar un clima electoral en el cual los electores se sientan en libertad de votar es una cuestión
significativa de la integridad. Si los electores resultan intimidados durante el periodo preelectoral, su
conducta se modificará el día de la elección. Según afirman John Sanderson y Michael Maley:

Cuando los individuos, las autoridades o los partidos políticos desean manipular el resultado de una
elección, no es necesario coaccionar o intimidar a cada uno de los electores, o ejercer una influencia
inadecuada en los eventos de las mesas de votación. De hecho, en una elección con observadores
internacionales, sería contraproducente hacerlo, ya que sería demasiado obvio y podría atraer la
desaprobación de la comunidad internacional. Sólo hay que influir sobre la cantidad suficiente de
electores para alterar el resultado electoral.

Campaña electoral
El término “campaña electoral” puede definirse como el conjunto de actividades organizativas y de
comunicación que los candidatos y los partidos políticos llevan a cabo con el objetivo de atraer votos.
La campaña electoral suele comenzar efectivamente una vez que se anuncian oficialmente las
candidaturas. Este período se caracteriza por la intensificación de las actividades de campaña de los
candidatos y partidos políticos.
Se trata de un período fundamental para las elecciones democráticas que descansa sobre los
derechos fundamentales de la libertad de expresión, asociación, reunión pacífica y movimiento. El
derecho internacional reconoce la importancia de las campañas:

El derecho internacional contempla la necesidad de la libre comunicación de


información e ideas entre los candidatos y sus simpatizantes, del mismo modo que
reconoce la necesidad de los candidatos, los partidos y sus simpatizantes de debatir
asuntos públicos, criticar y oponerse unos a otros, publicar material y anunciar sus ideas
políticas. Asimismo, los votantes tienen derecho a acceder a la información sobre los
candidatos a los que van a votar.
 
Dicho esto, es importante admitir que, en circunstancias específicas, el Estado podría aplicar
restricciones a los candidatos y sus simpatizantes, así como a su libertad de expresión (cuando,
mediante tal expresión, se pretende violar o socavar otros derechos establecidos, o cuando se incita al
odio religioso, racial o nacional) y sus derechos de asociación y reunión (por ejemplo, en los casos en
los que se encuentre en peligro la seguridad nacional, la seguridad, el orden y la salud públicos o la
moralidad, o para proteger los derechos y libertades de otras personas).  Su responsabilidad consiste
en velar por que cualquier restricción se establece conforme a derecho, es razonable en una sociedad
democrática, se aplica de manera uniforme y, además, se reconoce el derecho a recurrir de manera
oportuna ante el poder judicial u otro organismo independiente.
A continuación, se analizan algunos de los principales elementos de las campañas electorales:

Los actores de la campaña electoral


En sentido estricto, las campañas políticas solo pueden llevarlas a cabo los partidos políticos
constituidos legalmente y los candidatos proclamados de manera oficial. Pese a ello, otras
organizaciones —como los sindicatos, las agrupaciones empresariales, los grupos de ciudadanos, los medios
de comunicación e incluso personas famosas sin relación alguna con el ámbito político — suelen expresar
públicamente su apoyo a un candidato en particular y animar a los ciudadanos a que voten por esa
persona. Esto significa que, en la práctica, participan en las actividades de la campaña electoral. En los
sistemas democráticos no es posible imponer restricciones a la libertad de expresión que impidan que
tales grupos e individuos emitan declaraciones públicas, sobre todo teniendo presente que en unas
elecciones se convoca a los ciudadanos para que expresen su opinión. No obstante, existen
disposiciones jurídicas que regulan la conducta de los candidatos y los partidos políticos durante las
campañas electorales y determinan, entre otros aspectos, los actores electorales a los que se otorgará
financiamiento público o ayudas para cubrir los gastos de su campaña electoral.

Asimismo, el marco legislativo debe garantizar que ninguna persona desarrolla actividades de
campaña electoral sirviéndose de su posición profesional o política para influir sobre los votantes de
manera que se infrinja el principio ético de igualdad. Es más, los miembros de instituciones y
organismos que participan en el proceso electoral (organismos de administración electoral, el poder
judicial, etcétera) o que pudieran ejercer una influencia indebida en la opinión de los votantes (como el
ejército o la policía) deben, igualmente, mantener una posición neutral y no han de tomar parte en
actos de campaña electoral. Estas restricciones de los derechos fundamentales pueden justificarse
legalmente, siempre y cuando se encuentren detalladas y predefinidas en la constitución o la ley y su
objetivo sea garantizar unas elecciones democráticas. En consecuencia, la infracción de tales normas
debe acarrear sanciones penales, disciplinarias o electorales.

Plazos
En las campañas electorales, que normalmente se circunscriben a un período determinado, participan
partidos y candidatos elegidos de manera formal y oficial. Por lo general, la campaña electoral
comienza cuando las autoridades competentes la proclaman y termina un día antes de los comicios. El
objetivo de las leyes electorales en este sentido es restringir los actos de campaña —incluida la
retransmisión de anuncios políticos— fuera del período de campaña electoral, que suele extenderse
entre dos y cuatro semanas, aunque existen excepciones de plazos más largos. Es el caso, por
ejemplo, de México, donde la campaña electoral presidencial dura más de cuatro meses, con el
consiguiente gasto excesivo, entre otros aspectos.

Sin embargo, las prohibiciones son más problemáticas cuando afectan a los períodos anteriores a la
proclamación formal de candidaturas, que empieza con la convocatoria de las elecciones. En ese caso,
surge un conflicto entre las normas que regulan las prohibiciones y la libertad de palabra, así como las
funciones constitucionales de los partidos políticos. Por ello, en las jurisdicciones donde dichas
prohibiciones son expresas, las normas se suelen interpretar de forma muy restringida y se relacionan
principalmente con la prohibición de solicitar el voto, más que con la ejecución de otros actos de
campaña que no constituyen una solicitud del voto válido.

El marco jurídico suele contemplar un “período de reflexión” antes del inicio de la votación durante el
cual se prohíbe cualquier acto electoral. Este período, normalmente de veinticuatro horas como mínimo
—en algunos casos, de varios días—, tiene como objetivo limitar los actos de campaña electoral cuando
empiezan las operaciones principales de votación y, de ese modo, dejar espacio para que los votantes
reflexionen y decidan su voto. Con miras a celebrar unas elecciones libres y justas, uno de los
elementos más importantes es que la campaña electoral transcurra conforme a las normas
mencionadas anteriormente, con lo que se garantiza que las preferencias de los votantes formadas de
manera libre se expresan durante la jornada de votación. El grado de igualdad de oportunidades para
todos los candidatos y la neutralidad del gobierno en las campañas electorales depende en gran
medida del nivel de desarrollo democrático de cada país y, en última instancia, de los mecanismos
existentes para la protección de los derechos fundamentales y la separación de poderes.

A veces, no obstante, cuando está en juego la sucesión de poder, se suelen utilizar los mecanismos del
poder público en beneficio de quienes lo ostentan. Por ello, se debe prestar especial atención al papel
de los organismos electorales y el poder judicial para garantizar la plena realización de la igualdad de
oportunidades.
En resumen, las elecciones son un medio para que la voluntad popular se plasme en un gobierno
representativo. A tal efecto, es necesario que todos los partidos y candidatos sean libres para
transmitir su mensaje político a los votantes, abordar temas políticos y proponer soluciones, durante el
período de campaña. Este período debe estar claramente definido; comenzar tras la presentación de
los partidos y el anuncio de los candidatos, y concluir antes de la jornada de votación.

El apoyo en especie a las campañas políticas


El Estado suele proporcionar a los candidatos y los partidos apoyos de distinta naturaleza para que
lleven a cabo sus campañas electorales. Con ello se pretende fomentar una campaña en condiciones
de igualdad y evitar el derroche de los recursos de los partidos políticos. En consecuencia, el marco
jurídico debe incluir disposiciones que abarquen tanto el financiamiento público de los partidos
políticos, como el límite máximo de los gastos de campaña (estos aspectos se tratan en la sección
siguiente). El Estado puede facilitar una variedad de recursos en especie para las campañas políticas,
pero, al hacerlo, es importante velar por que “[n]o se favorezca a ningún partido o candidato
(especialmente, al partido gobernante), ni financieramente ni de ningún otro modo, a través de la
disponibilidad o el uso de recursos públicos”.
El apoyo en especie a las campañas electorales de los partidos y candidatos suele incluir los tipos de
recursos siguientes:

Recursos públicos materiales y humanos


El marco jurídico debe dejar claro que los recursos públicos no se pueden emplear en la campaña de
tal modo que inclinen la balanza a favor de un candidato o partido político.

Los espacios y edificios públicos, por ejemplo, pueden utilizarse para hacer campaña y para la
colocación de carteles o representaciones de los distintos candidatos. Pero, cuando se usan los
recursos del Estado —como los edificios públicos para eventos de campaña— de manera no razonable
para favorecer a un candidato o partido político, se socava el principio de justicia. Desde un punto de vista
democrático, este espacio debe asignarse en condiciones de igualdad o conforme a criterios
previamente establecidos que sean razonables y objetivos, por ejemplo, de manera proporcional a los
votos obtenidos por los partidos en las elecciones más recientes. Debe aplicarse el mismo enfoque a
otros recursos materiales, como los vehículos o espacios de oficinas, cuando su uso esté permitido.
Los organismos de administración electoral deben encargarse de estas actividades, o supervisarlas,
con el objeto de garantizar la igualdad de oportunidades para todos los candidatos y partidos.
En lo que respecta a los recursos humanos, el marco jurídico debe especificar claramente en qué
medida los funcionarios públicos pueden participar en la campaña política y, como mínimo, requerir
una separación total entre sus funciones en el ámbito público y como partidarios de una campaña
política. Asimismo, debe asegurarse que los funcionarios no sufren intimidación o coacción para que
apoyen a un candidato o partido en particular por temor a perder su empleo.
Si bien es cierto que prohibir el uso de recursos públicos en las contribuciones a los partidos políticos
(salvo que sea a través de programas de financiamiento político directo) es una tendencia a escala
mundial registrada en 94 de los 110 países de los que se dispone de datos, la eficacia de estas
prohibiciones es un tema que requiere mayor estudio.
Tiempo de retransmisión en los medios de comunicación públicos
Teniendo en cuenta que las campañas electorales se efectúan con una frecuencia cada vez mayor a
través de los medios de comunicación, la asignación de espacio en estos tiene una importancia
considerable. Por ello, es fundamental que el marco jurídico incluya la asignación de tiempo de
retransmisión en los medios de comunicación controlados por el Estado. Al hacerlo, se deben respetar
los principios siguientes:

• Tiempo de difusión gratuito para todos los candidatos.

• En condiciones ideales, la imparcialidad de los medios debería abarcar tanto el espacio


de emisión reservado a los candidatos como el resto de programas. Los organismos de
administración electoral deben supervisar que la cobertura es equitativa.

•  Pluralismo político, de modo que no se excluya a ningún candidato del acceso a los
medios.

• Prohibir o limitar rigurosamente el tiempo de emisión de pago que no se dedica a


programas de noticias.

• Asignar el tiempo conforme a criterios objetivos previamente definidos.

El 69 por ciento de los países a escala mundial, incluidos un gran número de países africanos,
proporcionan a los partidos políticos acceso gratuito o subvencionado a los medios de comunicación.
En cuanto a los medios privados, la legislación electoral normalmente incluye dos tipos de
disposiciones. La primera se dirige a los candidatos y, por lo general, establece un límite a las
cantidades que pueden gastar en este tipo de actividades. La segunda se dirige a los medios de
comunicación y prohíbe las prácticas discriminatorias en materia de precios, y la exclusión de
candidatos de la publicidad electoral o su inclusión.

Copia de las listas electorales actualizadas


Otro tipo de contribución pública, o método de financiamiento público indirecto, es facilitar a los
candidatos una copia del censo o de la lista electoral actualizada. Esto permite a los partidos y
candidatos, por un lado, llevar a cabo una campaña personalizada y, por otro, gestionar y supervisar la
participación de los votantes en los comicios. En algunos países, ha surgido un problema relativo a la
protección del uso de los datos personales y valiosos del censo de ciudadanos con fines autorizados
exclusivamente. Como resultado, se ha dado el caso de que varios grupos económicos se han
organizado con el único propósito de presentar una candidatura y obtener esos documentos con datos
de valor. La respuesta normativa ha sido penalizar el uso de esos documentos con fines no electorales,
y la introducción de reglas que controlan el mantenimiento de los archivos de información que obtiene
cada grupo político. De ese modo, será más fácil efectuar un seguimiento de las personas o entidades
que utilizan tales datos con fines comerciales, y exigir responsabilidades.

Correo electoral
Además del apoyo público mencionado anteriormente, los candidatos y partidos políticos pueden
enviar material para la votación o papeletas de votación por correo a precio reducido, e incluso de
manera gratuita. En algunos casos, los candidatos y partidos políticos pueden obtener el reembolso
del gasto en material impreso de la campaña electoral mediante la concesión de una cantidad de
dinero por los envíos efectuados.

Otras garantías jurídicas


La campaña electoral comprende un período de tiempo relativamente breve. Esto significa que
cualquier controversia jurídica que surja entre los contendientes debe resolverse de manera rápida y
definitiva, de lo contrario, podría perjudicar al proceso electoral. Este es el motivo principal de que se
atribuyan poderes de decisión tan amplios a los organismos electorales y de que se establezcan
procedimientos de resolución agilizados. No obstante, el control final de tales decisiones plantea un
nuevo problema, ya que la ausencia de revisión judicial constituye una excepción a la estructura
tradicional del control judicial e, incluso, al concepto de la separación de poderes, pero, para que sea
eficaz, las peticiones deben resolverse en un plazo breve.

  Libertad para hacer campaña


 “La campaña como parte de un proceso electoral auténtico requiere que se disfrute de una serie de
derechos y libertades conexos como la libertad de expresión, asociación, reunión y movimiento”.  Para
que estos principios internacionales tengan vigencia, el marco jurídico nacional debe establecer el
derecho a hacer campaña de manera abierta y justa.
Es fundamental que “[e]l marco jur determine en un lenguaje claro los tipos de conducta y
comportamiento que están prohibidos durante la campaña electoral”. El propósito no es limitar la
libertad de expresión, asociación y reunión pacífica, sino más bien prohibir aquellos comportamientos
que podrían representar una amenaza para estas libertades fundamentales consagradas en el derecho
internacional. En ocasiones, además de contar con estatutos, los actores políticos elaboran códigos de
conducta —normalmente con la asistencia del órgano electoral—. No obstante, del mismo modo que con las
disposiciones legislativas, los códigos de conducta “[n]o deben ser indebidamente restrictivos y han de
brindar la oportunidad de hacer campaña de manera activa y abierta, sin interferencias”.
A veces será necesario recurrir a las fuerzas del orden para garantizar tanto la libertad de hacer
campaña, como la aplicación de límites razonables, por ejemplo, cuando las manifestaciones se tornan
violentas. Pese a ello, “[a]unque las autoridades son responsables de facilitar un entorno seguro para
las actividades electorales, no debe abusarse de los temas de seguridad para recortar derechos
fundamentales”. La principal obligación de los organismos de seguridad del Estado debe ser actuar de
manera neutra y proteger a los ciudadanos de la violencia relacionada con las elecciones, de la
intimidación y la coacción. Asimismo, es necesario un mecanismo de reparación judicial pertinente y
eficaz que se ocupe de los casos de vulneración de derechos o aplicación de restricciones no
razonables.
Además de las sanciones legales y los mecanismos de cumplimiento de la ley, es preferible que el
marco jurídico incorpore también un mecanismo más flexible, por ejemplo, un comité asesor
coordinado por el organismos de administración electoral que permita “intercambiar puntos de vista
entre las partes interesadas o expresar quejas relativas a la violación de disposiciones o códigos de
conducta, con vistas a disponer de un enfoque común para la resolución de las controversias y
contener la violencia en las elecciones”.

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