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Alfredo Leuco es un periodista argentino (cordobés).Desde 2010 conduce "Le Doy mi Palabra" por
la señal de cable Canal 26. Es columnista de Fernando Bravo en Radio Continental y escribe en el
Diario Perfil y La Nación ,ganó un Konex como "mejor analista político de la década".No es
un juego de palabras. Son las dos categorías que hay que analizar para poner ambos pies
sobre la tierra. Primero la Ley de Medios.
No es un juego de palabras. Son las dos categorías que hay que analizar para poner ambos
pies sobre la tierra. Primero la Ley de Medios. Perdón por la obviedad pero a veces con
gobiernos irrespetuosos de las instituciones hay que repetir verdades del compañero
Perogrullo: la ley es la ley y hay que respetarla y acatarla. Había que esperar que se
expidiera la Corte y se expidió con toda contundencia diciendo que es absolutamente
constitucional. Tema terminado. No se discute más. Se puede opinar, por supuesto, como
todo: me gusta, no me gusta. Pero es una ley constitucional.
Un apotegma de tribunales dice que el derecho es lo que los jueces dicen que es. Parece
mentira que haya que ratificar algo indiscutible como el respeto a la ley y a las decisiones
de la Corte. Pero hay que hacerlo porque estamos ante un gobierno que no cumplió con
varios fallos de la Corte.
Los K suelen mirar para otro lado y no darle ni cinco de bola a los fallos que no le gustan.
Los casos del procurador Eduardo Sosa y de los fallos a favor de la editorial Perfil y el
diario Río Negro en temas muy claros de discriminación publicitaria son un ejemplo
contundente. El gobierno no acata. Mete las decisiones que no le gustan en un cajón y las
dejan morir. Indisciplinarse frente a la Corte está mal y no importa quien lo haga. Pero si lo
hace el gobierno es mucho peor porque su ejemplo es nefasto.
Dicho esto de la ley de medios que está vigente quiero darle mi opinión de la otra ley no
escrita que es la más demoledora: la ley de miedos. Ya se lo dije muchas veces. Este
gobierno ejecutó un plan sistemático para controlar la información y meter miedo al
periodismo independiente. La intimidación de estado con el aparato oficial y para oficial ha
sido y sigue siendo feroz. Y esto no tiene nada que ver con la lucha contra los monopolios y
por la democratización de los medios. El combate de los Kirchner contra la opinión diversa
es muy anterior a su pelea con Clarín.
La ejercitan desde Santa Cruz y han castigado de todas las maneras posibles a medios y
periodistas independientes que no tienen nada que ver con Clarín. Le digo más. La lucha
contra la diversidad de opiniones se intensificó cuando Néstor Kirchner y Clarín eran
socios virtuales y formaban un concubinato que funcionaba bien. ¿Se acuerda? No le estoy
hablando de la prehistoria. Le doy dos datos bastante recientes: ¿Quién autorizó la fusión
entre Multicanal y Cablevisión entre gallos y medianoche? ¿Menem o Néstor? Otra: ¿Quien
prorrogó por diez años las licencias de los canales, entre ellos canal 13? ¿Carlos Menem o
Néstor Kirchner? El tema es que esos eran intentos del ex presidente de poner a Clarín a su
servicio y si eso hubiera ocurrido, minga ley de medios y democratización de la palabra y
epopeya igualitaria. No hay un empresario que haya cenado tantas veces en Olivos con
Néstor como Héctor Magnetto.
En ese momento era Dios, ahora es el Diablo. Por una pelea entre ambos por la propiedad
de Telecom se desata el choque de planetas. Es ahí cuando Kirchner le declara la guerra.
Cuando no logra poner de rodillas al grupo Clarín. Por eso sus argumentos son tan poco
creíbles. Por eso quienes siempre estuvimos contra todo tipo de monopolios, estatales y
privados, no nos tragamos el sapo.
Néstor solía decir: miren lo que hago y no escuchen lo que digo. Sabias palabras para
comprender su pragmatismo carente de ideología. Insisto, si Clarín se hubiera sumado al
proyecto K hoy Magnetto, en lugar de ser el cáncer culpable de todo lo malo que ocurre en
la Argentina, sería diez veces más poderoso y socio de Cristina.
Como Lázaro Báez, por ejemplo. Esta es la verdad. Lo cierto es que ahora el gobierno
cuenta con un instrumento como la ley de medios que en sus manos vengativas puede
convertirse en una hoja de ruta para profundizar su modelo anti periodismo. Hay que seguir
de cerca los movimientos que intentarán achicar al máximo la libertad de expresión. Y no
es que yo sea adivino. Si han apelado a todas las zancadillas y patoteadas posibles para
acallar voces y subsidiar al oligopolio de amigos sin tener la ley, se imaginan ahora. Es
como un cheque en blanco para que sigan pateando todos los tableros.
Para que vayan por todo. Para que intenten quedarse con todo. Hay que ver si la sociedad y
la lucha política se los permite. La ley es dura. Pero la realidad también. Hay que cuidar
como nunca la bandera de la libertad. Y no permitir que la ley de medios se transforme en
la ley de miedos.
Se viene una batalla realmente importante en lo que a política se refiere: la nueva ley de
Servicios de Comunicación Audiovisual es una ley que por la naturaleza de lo que intenta
ordenar generará intensos y altisonantes debates. En principio hay que reconocer el punto
de partida y éste es el siguiente: la ley que hasta el día de hoy rige la radiodifusión en
nuestro país fue diseñada por el régimen terrorista que usurpó el poder en el '76 y de
hecho lleva la firma de sus máximos exponentes. Esta ley y sus modificaciones
posteriores permitieron la constitución de grupos multimediáticos que concentran una gran
parte del mercado y mantienen un virtual monopolio de la información.
Como planteábamos en esta entrevista, "los multimedios son, en definitiva, empresas. Las
empresas tienen una estructura jerárquica vertical y las decisiones que se toman en la
cúpula bajan al resto de los empleados. La libertad de prensa en los hechos no significa
“la libertad de los periodistas de publicar lo que quieran sin condicionamientos” sino “la
libertad de los dueños de los medios de publicar lo que quieran”. El periodista que no
esté de acuerdo con la línea editorial de un determinado medio se tiene que ir".
Esto genera un virtual control sobre la opinión pública, y estas corporaciones no están
dispuestas a democratizarlo sin dar una dura pelea. Como señalara en su momento Joaquín
Morales Solá en una crítica al Gobierno "El problema consiste en que la prensa se le mete
en el medio. Innecesariamente, ha decidido competir con el periodismo por el control de la
opinión pública. Ese es el conflicto de fondo, que no carece de palabras injustas y de
agravios innobles." Por supuesto, "el periodismo" en este caso es un eufemismo de "los
grupos multimediáticos" ya que es sabido que "el periodismo" no es el que decide las
líneas editoriales sino los dueños de las empresas de comunicación.
El hecho de que estas empresas cuasimonopólicas controlen la opinión pública tiene mucho
que ver con los conflictos que se vienen por esta ley: los actores concentrados del
mercado de la información y las comunicaciones tienen un enorme poder de fijar la
agenda y manipular la opinión pública, se podría afirmar que incluso más poder que los
partidos opositores al Gobierno. De eso hablábamos en este post:
Otro punto que es importante resaltar sobre la ley que hoy presentó Cristina es que el hecho
de que un proyecto tan relevante sea discutido antes de llegar al parlamento en
universidades y foros a lo largo y ancho del país demuestra que hay una apertura a la
sociedad civil a opinar, debatir y buscar consensos. Muy a contramano de las editoriales
que a diario vemos en estos medios que, para desviar la atención, en lugar de hablar del
contenido del proyecto bombardean constantemente con frases vacías acerca de la amenaza
a la libertad de expresión que implicaría esta ley.
Desde aquí celebramos el hecho de que a casi 30 años de instaurada a la fuerza esta ley se
revise y modifique el marco legal en el que operan estas corporaciones. En una sociedad de
masas es indispensable garantizar la pluralizadad de voces. Las comunicaciones
concentradas implican un serio peligro para la democracia y es por eso que seguiremos
insistiendo con este tema pase lo que pase con esta ley.