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Este artículo analiza los hallazgos de muchos años de indagación e investigación sobre las
transformaciones de los estudiantes a nivel de secundaria y de universidad. Otras
investigaciones que han servido de base a la conceptualización desarrollada en este
artículo son: investigaciones de pregrado y maestría desde la perspectiva de la Psicología
Cultural, elaboradas entre 2005 y en la línea de investigación Enseñanza, aprendizaje y
cultura, del grupo de investigación Cultura y Desarrollo Humano que dirige la autora
principal de este artículo.
Nuestro trabajo docente con varias generaciones de estudiantes en la Universidad del Valle,
así como la intensificación en la exploración que hemos adelantado de las dificultades
estudiantiles - realizada como equipo de Universidad y Culturas durante 6 años, y como
grupo de investigación Cultura y Desarrollo Humano en la línea “Enseñanza, Aprendizaje y
Culturas” a partir del 2003 -, nos ha permitido contrastar los cambios en la preparación de
los jóvenes que ingresan para iniciar estudios universitarios, analizar sus dificultades, e
igualmente detectar grandes transformaciones en su manera de asumir su oficio principal: el
1
Profesora titular del Instituto de Psicología, Directora del grupo de investigación Cultura y Desarrollo
Humano, y Coordinadora de Universidad y Culturas. Este escrito, producido en 2010, no lo
publicamos, porque decidimos ampliarlo y convertirlo en libro, que se iba a publicar durante el
movimiento estudiantil del 2011. Pero no fue publicado, porque la directora del Programa Editorial no
estaba de acuerdo con el título: “¿Porqué fracasan los estudiantes universitarios?”. Desde su visión,
esto no era cierto!
2
Psicóloga, profesora de los cursos de Vida Universitaria, y asistente de investigación en Universidad
y Culturas.
3
Paivi Tynjälä, elaborando ideas de Vermunt, 1998; Trigwell & Prosser, 1996; Dysthe, 1996, en Writing as
a learning tool (2001).
trabajo intelectual con discursos disciplinarios, orales o escritos, a fin de apropiárselos para
pensar y actuar desde ellos. Trabajo que designamos con un nombre genérico: aprendizaje.
Para quienes nos hemos formado en las ciencias sociales, está claro desde hace varias
décadas, que muchas habilidades no son producto de los “dones” sino de las oportunidades
sociales (es decir, son posteriores al nacimiento). La vieja máxima: Lo que natura non da,
Salamanca non presta, precisamente alude a la creencia aún existente, de que algunos
niños sí “son inteligentes” y podrán llegar lejos por la vía de los estudios, mientras otros no
lo son y de nada vale que los profesores se esfuercen por ellos. La suposición de que existe
un solo tipo de inteligencia, y que ésta se adquiere por herencia biológica, aún domina las
creencias de buena parte de profesores universitarios -que nunca se formaron para ser
docentes-, y determina sus prácticas excluyentes. Quienes nos hemos formado en la
sociología de la educación heredera de Bourdieu, también en la psicología cultural que
2
proviene de Vygotsky y Bruner, y en el psicoanálisis que explica la complejidad de la
formación del psiquismo en la interacción social – mediante identificaciones con quienes
más amamos pero también con quienes más odiamos; marcada por deseos y miedos
inconscientes –, sabemos que son las experiencias a partir de nacimiento y las
oportunidades que nos brinda o no nuestro medio social [familiar, escolar, barrial], las que
nos modelan culturalmente.
4
“Trayectorias académicas de 60 estudiantes, que ingresaron por condición de excepción étnica,
matriculados en los cursos del Plan Nivelatorio Piloto de Cálculo I y II”. Informe de Arboleda-
Cabanillas, Universidad y Culturas, 2011.
3
Las familias de sectores populares anhelan tener un hijo doctor, pero la deficiente
escolaridad recibida y la inexistencia de modelos de vida cercanos que ejerzan oficios
basados en el trabajo intelectual, crea expectativas inalcanzables: no bastan “las ganas”
para permanecer en la universidad y graduarse. Quien no ha aprendido a ser estudiante, ni
a desarrollar interés en el conocimiento, buscará solamente obtener notas aprobatorias,
esperando conseguir luego, sin mucho esfuerzo, un diploma de doctor. Esta actitud – que se
expresa en carencia de adecuados hábitos de estudio, en pasividad frente al aprendizaje en
clase, en confundir la libertad con la autonomía, y no responsabilizarse de su propia
formación – es causa muy importante de fracaso para la mayor parte de quienes desertan.
Muchos jóvenes pasan de sentirse victoriosos - por haber logrado ingresar a la universidad
pública – a vivirse derrotados dos o tres semestres después. Doce años de escolaridad los
prepararon para graduarse como bachilleres y pasar el examen de Estado (ICFES o SABER
11) sin aprender en qué consiste estudiar, ni qué se requiere para asumir autónomamente 5
la formación en la carrera. No saben aprender en el medio académico y su actitud es una
curiosa mezcla de omnipotencia- “querer es poder”- y de impotencia: para qué luchar si lo
normal es ¡perder y volver a perder!
Sending young people from disadvantaged backgrounds through faulty systems based on
false promises does not represent social justice.
5
Distinto a asumirla “automáticamente”, como si fuera la continuación de la escolaridad
previa.
4
Enviar a muchachos provenientes de medios desfavorecidos, a enrolarse en sistemas que
no forman, con base en falsas promesas, no representa justicia social.
Côté y Allahar. p. 65
Bishop es muy claro al explicar cómo la enseñanza de las matemáticas y las ciencias, al ser
usada como mecanismo de enculturación occidental, no desarrolló las simbolizaciones y
estructuras de éstas, sino que enfatizó en los valores que les están asociados; de allí que
en muchas regiones del mundo su enseñanza haya resultado poco pertinente para las
necesidades de la población local. Su análisis, sobre el imperialismo cultural de las
matemáticas occidentales, nos ayuda a comprender por qué se sostiene el mito de las
matemáticas como saber objetivo por excelencia: se le reconoce valor universal porque su
mayor atributo es el “racionalismo”; y como los seres humanos fuimos dotados de razón, por
haber sido hechos a imagen y semejanza del dios creador, la razón es el más excelso
atributo. Igualmente se valora su ‘objetivismo’, “una manera de percibir el mundo como si
estuviera compuesto de objetos diferenciados, susceptibles de ser extraídos y abstraídos de
sus contextos. Para poder generalizar (y universalizar), la descontextualización está en el
corazón de las matemáticas y las ciencias occidentales. Por último, “…los valores de
control…y el análisis racional de los problemas alimentan el valor de progreso racional”. El
uso de las matemáticas “como conceptos y técnicas directamente aplicables, o,
5
indirectamente a través de la ciencia y la tecnología, como medios de control del entorno
físico y social, se sustenta en valores como “el progreso”, lo que a su vez les confiere poder
y control.
No obstante, como los seres humanos no somos eminentemente racionales, esta pretendida
racionalidad promueve en los aprendices muy diversos efectos. Algunos renuncian a los
valores conservacionistas de su cultura de origen (no fundada en el “progreso”, ni en la
destrucción del entorno físico, que posibilitan las matemáticas aplicadas - ingenieros de
minas, ingenieros forestales, ingenieros de energía atómica, etc.-, y se convierten a las
tendencias desarrollistas. Otros, aprenden que las matemáticas sólo producen operaciones
neutras, no analizables éticamente, y se dedican a manejar financieramente la economía
mundial y a destruirla sin preocupación6. Una gran parte aprende desde niños a temer las
matemáticas, pues no comprenden su lenguaje frío y exacto, y lo llenan de sentido con sus
creaciones imaginarias, lo que les bloquea el aprendizaje. Y quienes llegan a la universidad,
sin haber tenido esos temores en su escolaridad previa, descubren que las matemáticas
universitarias les resultan ajenas a su posibilidad de comprensión, y tratan
desesperadamente de dominar al menos los algoritmos.
Los tres ejemplos nos muestran que la apropiación del conocimiento matemático implica
transformaciones en la persona - el objeto afecta al sujeto - en su visión del mundo, en sus
relaciones sociales, en su relación con el entorno, en su percepción de sí mismo como
sujeto que aprende. Estos ejemplos de las matemáticas como “objeto de estudio” pueden y
deben profundizarse para demostrar que el objeto de conocimiento no es neutro, ni afecta
solamente “las competencias”, o las operaciones mentales. Por esta razón, los profesores
mismos, al enseñar, están exhibiendo los cambios que el aprendizaje y ejercicio de su oficio
produjeron en ellos; sólo que no son conscientes de que su relación con el objeto que
enseñan también se transmite a sus estudiantes, para bien y para mal. Como también
promueven identificaciones con su manera de ser profesor, de explicar, de evaluar, de
reconocer o no la existencia de sus alumnos en cuanto personas.
6
Ver la película-documental Inside job sobre la crisis financiera del 2008, dirigida por Charles H.
Fergusson (2010).
6
matemáticas con sus estudiantes, así como los diversos tipos de relaciones que establecen
ellos con las matemáticas como disciplina que enseñan7.
7
Su página web ofrece un gran acervo de artículos, documentos y reflexiones sobre los problemas
del aprendizaje y la enseñanza, enfocados desde la psicología, el psicoanálisis y la pedagogía
http://www.pedagopsy.eu/ Tiene sección en español, en la cual colaboramos:
http://www.pedagopsy.eu/ensenanza.htm ,y también en inglés.
8
Paivi Tynjälä, retomando a Marton, Dall’Alba, y Beaty (1993), en Writing as a learning tool (2001).
7
En estas, “el aprendizaje es visto como adquisición de algo “ya hecho” que existe “ahí
afuera” esperando ser recogido y almacenado en la memoria de alguien. De esta manera,
aprender es llegar a ser capaz de reproducir conocimiento que otra persona ha creado”.
Resulta así que proponer a alguien aprendizajes bajo alguna de las tres primeras
concepciones, implicaría -por parte de los estudiantes- que deben introducir en su mente
ideas ajenas, para luego reproducirlas u operar con ellas. Por supuesto que esto exige
esfuerzos grandes y dedicación Por ejemplo, para el caso de las matemáticas, los
estudiantes repiten y repiten muchos ejercicios del mismo estilo, para poder mecanizar el
procedimiento y luego, bajo la situación de examen, poderlos hacer sin fallar. También exige
trasnochos, revisando todo lo que explicó el profesor y eventualmente el texto guía. Algunos
8
incluso se dedican a aprender de memoria las fórmulas. Es un aprendizaje duro, pues la
memoria debe hacer un trabajo difícil: recordar lo que no se ha comprendido, aquello que se
entendió a medias, o simplemente no se logró comprender.
Por el contrario, las tres últimas concepciones corrientes sobre aprendizaje – aquellas que
implican comprender, captar el significado que el nuevo conocimiento aporta-, dan cuenta de
transformaciones en las redes neuronales; algo así como una reorganización de éstas, por
cuanto se deben establecer nuevas conexiones entre lo que antes se pensaba y lo que
ahora se vislumbra de otra manera. Para estas concepciones, el trabajo de aprendizaje no
está ya ligado a la memoria, a la mecanización y repetición de procedimientos, sino a
dejarse retar por los nuevos conocimientos, poniendo a prueba las ideas sostenidas, y
atreviéndose a abandonar las posiciones seguras del pensamiento y las actitudes
compartidas con sus pares e incluso con la familia.
A fin de comprender el porqué del alarmante fracaso de tantos estudiantes tan pronto
ingresan a la universidad, a lo largo de estos años de intervención en Universidad y Culturas
hemos ido construyendo un marco contextual normativo e institucional que nos permita
conocer las tendencias que han marcado los últimos 15 años del sistema educativo 9. Esto
nos exigió hacer una revisión sobre las normas del MEN que en los últimos años han
transformado el sistema escolar en Colombia:
* Ley 115 de 1994. La Ley General de Educación se propuso como un avance en cuanto al
sentido que debía tener la Educación. “Objeto de la ley: La educación es un proceso de
formación permanente, personal, cultural y social que se fundamenta en una concepción
9
Si bien la Ley 115 que inició los cambios es de 1994, esta empezó a transformar las prácticas de
enseñanza y aprendizaje en 1996, cuando los profesores en los colegios debieron construir “logros”
para implementar una evaluación cualitativa. Si bien se trataba del paso de la “evaluación de
resultados” a la de “procesos”, los maestros y profesores nunca lo entendieron ni supieron aplicar,
porque no se les formó en lo que este tipo de evaluación implica y exige. Por eso contamos 23 años,
entre 1996 y 2019.
9
integral de la persona…” 10. Esta Ley introdujo cambios en el sistema de evaluación escolar,
al eliminar la calificación numérica, sumativa, y proponer la evaluación cualitativa de
procesos. Como no se propuso una reflexión y transformación de lo que maestros y colegios
comprendían como aprendizaje, estos siguieron con sus viejas creencias sobre el
aprendizaje como ‘captar y retener lo que el profesor o el libro de texto transmitían, y
expresarlo en la lección o el examen, o aplicarlo cuando fuera necesario’ 11. Las prácticas de
evaluación por tanto no cambiaron, ni se comprendió qué significaba hacer el seguimiento
del “proceso de aprendizaje”. Este se convirtió en proveer mayores oportunidades a los
escolares de lograr los aprendizajes del programa, en algún momento del año escolar.
Podían así asistir 2 semanas adicionales al colegio (luego de finalizadas las clases), para
“hacer la recuperación” y presentar un trabajo al final del mismo. Se recuperaba así, sin
esfuerzo lo que no se había aprendido en un proceso continuo a lo largo del año escolar.
* El Decreto 230, o de “promoción automática” del 2002. Impuesto para aumentar las
tasas de retención en el sistema, llevó a pasar al año superior como buenos estudiantes a
quienes no habían hecho los aprendizajes exigidos. Los profesores perdieron todo apoyo
institucional para exigir aprendizajes. Además, la evaluación por logros, exigida por el
Ministerio de Educación a los colegios a inicios de los 90, produjo en muchos colegios y en
sus docentes una desorientación respecto a qué exigir como indicador de aprendizaje; si ya
no se trataba de medir numéricamente (calificar) el conocimiento, ¿cómo crear indicadores y
descriptores para cada asignatura y cada año escolar? 12 El resultado de este cambio -mal
asimilado por el sistema escolar-, se vio pronto: los escolares ya no se preocupaban por
estudiar a lo largo del año, pues sabían que al final, en las dos “semanas de recuperación”,
10
www.col.ops-oms.org/.../EDUCACION/EL11594.HTM
11
Los efectos de esta ley, así como de la interpretación y aplicación de sus reglamentaciones, por
parte de rectores de colegio y profesores, me fue advertida en el 2008 gracias a las indagaciones
sobre el tema de Diego Basante, estudiante de la maestría en Psicología Cultural, asistente de
docencia de nuestro grupo de investigación.
12
Haber participado en este proceso, asesorando a profesores de secundaria de un colegio bilingüe,
nos mostró que pasar de la evaluación cuantitativa a la cualitativa no era fácil para los profesores;
ellos funcionaban en términos de categorías excluyentes: bueno/malo, sabe/no sabe, pero no podían
crear indicadores de los distintos aspectos que se integran en el aprendizaje de un tema, ni
descriptores del continuo en el cual se mueve la apropiación de conocimientos.
10
aprobarían la mayoría de los logros pendientes; por tanto, ya no se requería formar en los
estudiantes hábitos de trabajo intelectual a lo largo del año. La promoción automática no
hizo sino coronar este sistema, y convertir la escolaridad en un camino cada vez menos
exigente y formador.
11
800 estudiantes, a recibir 1.60014. Con el agravante de que el dinero que el gobierno aportó,
no constituía base para presupuesto, sino que se daba una sola vez, como premio al
cumplimiento de la meta trazada por el MEN. Por tanto, no fue posible crear condiciones
para que esta población adicional tuviera las condiciones necesarias para el aprendizaje, el
estudio, una vida digna. No se construyó ni un solo salón de clases, ni baños, ni nuevos
puestos para cafeterías. Las colas para ingresar a almorzar a la cafetería pasaron a ser de
hora y media a dos horas; los salones de clase no daban abasto y cada inicio de semestre
era el problema de no tener aún salón asignado. Fue necesario aumentar inmensamente los
profesores contratistas hora cátedra para atender a esta nueva población.
Este fue sólo uno de los aumentos de cobertura sin condiciones para sostener la calidad de
la enseñanza: previamente se habían creado varios programas de Tecnología, vespertinos,
que utilizan los salones a partir de las 6 de la tarde, creando problemas con los cursos del
diurno que se extendían hasta las 7 pm. Los estudiantes de estas tecnologías no pueden
hasta ahora disfrutar de vida universitaria, pues en la noche la universidad está sola y no
presta servicios.
Por último, hace dos años, otra bolsa concursable del gobierno Uribe llevó a multiplicar, sin
estudios previos, los ingresos masivos de estudiantes en programas de las sedes
regionales. Los problemas no se hicieron esperar, y estas sedes han debido atender, sin
recursos profesorales adecuados una población que en algunas carreras se triplicó.
En todos estos casos ha sido evidente que el aumento no planificado de cobertura, y sin
recursos para sostener la calidad, sólo produce condiciones de enseñanza que no permiten
sostener la calidad anterior.
12
investigar las dificultades que enfrentan los estudiantes en general, al ingresar a la
Universidad, y ofrece cursos de Vida Universitaria I y II para los estudiantes que reconocen
tener dificultades que estos cursos les pueden ayudar a enfrentar. Veamos en mayor detalle
las razones de estos cambios que afectan a la mayor parte de la población estudiantil que
nuestra universidad acoge.
Esto se relaciona con el hecho de que los padres de familia de estratos 2 y 3, consideran
una ganancia ingresar a sus niños a primero de primaria a los 5 años; con lo cual estos se
gradúan de bachilleres a los 15 o 16. Entretanto, los colegios de estratos 5 y 6 exigen 3
años de pre-escolar, para los que existen edades mínimas de ingreso, por lo que sus
escolares se gradúan a los 17 o 18 años. Parecería que los padres de sectores populares
han hecho un ahorro. Sin embargo, basta conversar con algunos de sus maestros para
comprender que no es así: “Nos da pesar con esos niños tan pequeñitos, ya terminando
primaria con 9 años o en bachillerato a los 10, y uno les exige menos”. Otros agregan:
“Cuando el grupo es de niños muy pequeños yo no puedo explicar igual, pues no me
siguen”. Es decir, que terminan graduados, pero con criterios de aprobación diferentes a los
que sí cumplen con la edad acostumbrada.
La evaluación por logros, exigida por el Ministerio de Educación a los colegios a inicios de
los 90, produjo en muchos colegios y en sus docentes una desorientación respecto a qué
exigir como indicador de aprendizaje; si ya no se trataba de medir numéricamente (calificar)
el conocimiento, ¿cómo crear indicadores y descriptores para cada asignatura y cada año
escolar?16 El resultado de este cambio mal asimilado por el sistema escolar se vio pronto:
15
Por ejemplo, durante el año 2008, ingresó un estudiante de 14 años al programa de Estudios
Políticos y Resolución de Conflictos, según datos del actual Estudio Longitudinal de Seguimiento a
Estudiantes que ingresaron durante el 2008-II a la Universidad del Valle. Y en el 2009 ingresó una
joven de igual edad a Medicina, quien no había finalizado la secundaria, pero había aprobado el
examen ICFES con un puntaje que le permitió ganar el cupo (datos de Registro Académico).
16
Haber participado en este proceso, asesorando a profesores de secundaria de un colegio bilingüe,
nos mostró que pasar de la evaluación cuantitativa a la cualitativa no era fácil para los profesores;
ellos funcionaban en términos de categorías excluyentes: bueno/malo, sabe/no sabe, pero no podían
13
los escolares ya no se preocupaban por estudiar a lo largo del año, pues sabían que al final,
en las dos “semanas de recuperación”, aprobarían la mayoría de los logros pendientes; por
tanto, ya no se requería formar en los estudiantes hábitos de trabajo intelectual a lo largo del
año. La promoción automática no hizo sino coronar este sistema, y convertir la escolaridad
en un camino cada vez menos exigente y formador.
14
cotidianas sean las que se evaluarán, sino cierta forma de responder preguntas en formatos
especiales, que por supuesto exigen elegir la respuesta correcta, reconocerla, no producirla.
Colegios y cursos de Pre-ICFES preparan para el examen y una vez presentado este, se
acaba la exigencia y ni siquiera la asistencia al colegio resulta obligatoria.
Hasta ahora, luego de 10 años, no ha habido una evaluación de qué mide ni cómo mide el
examen de competencias. Sólo se sabe que los puntajes altos (comunes en el anterior
examen) han disminuido enormemente, y los bajos han aumentado. El rango de puntajes
medios es tan grande, que cubre la mayor parte de la población que lo presenta. Y es con
base en esta medición que estamos recibiendo a nuestros estudiantes a la Universidad del
Valle desde el año 2000. Lo cual coincide con el hecho de que luego de la crisis financiera
del año 98 muchos estudiantes de clase media alta se fueron de la universidad hacia las
universidades privadas, y ya no volvieron a ingresar jóvenes de esa clase.
La prueba ICFES, con sus puntajes estandarizados, había dado lugar a que cada carrera
estableciera el puntaje mínimo necesario no sólo para ingresar sino para permanecer. Con
la nueva prueba, cuyos componentes por áreas evalúan fundamentalmente competencias -
a veces enfatizando razonamiento, en otras habilidades -, las direcciones y comités de
programas de pregrado no sabían qué puntajes exigir en cada área como puntaje mínimo de
ingreso. Y aún no tienen referentes claros respecto a qué puntajes mínimos deben exigir en
los diversos componentes de la prueba, para garantizar el ingreso de quienes sí podrán
comprender y apropiarse de las enseñanzas del primer año de universidad. Los puntajes
que se han usado desde el 2000 obedecen a cálculos tentativos, pero no a un estudio que
muestre que el puntaje mínimo elegido para cada componente, y los porcentajes con los
cuales se calcula, garantizan el ingreso de estudiantes que sí han desarrollado “lo que se
necesita” para funcionar como estudiantes de cada carrera. Como los comités de programa
siguen interpretando la prueba ICFES como un examen que de todas maneras mide
conocimientos, y precisamente los que se necesitan para seguir los estudios de nivel
universitario, proponen puntajes tentativos en cada componente de la prueba. A veces
tienden a subir el puntaje mínimo, para mejorar el nivel de quienes ingresan – preocupados
porque no son buenos estudiantes -, pero luego lo bajan de nuevo, porque los candidatos no
tienen ese mejor puntaje. Es decir, que desde hace dos décadas se selecciona a quienes
pueden ingresar, pero los puntajes exigidos no nos indican si estos son quienes podrán
permanecer.
15
El cuadro anterior17 ilustra las equivalencias entre los puntajes ICFES de los años 90 (que
evaluaba conocimientos) y del examen ICFES de competencias que se aplicó del 2000 en
adelante:
En la medición que ha hecho el CEDE para el MEN, los puntajes de ingreso a las IES
demuestran que los bachilleres colombianos cada vez obtienen puntajes ICFES más bajos;
es decir, que lo que aprenden en secundaria no les sirve ni para responder bien el ICFES
-aunque se dediquen fundamentalmente a eso-. Dice el CEDE:
“Desde 1998-1 hasta 2001-1, el mayor porcentaje de alumnos que ingresaron a primer
semestre tuvieron un puntaje alto en el ICFES, pero en adelante este lugar lo tomaron los
alumnos con puntaje medio hasta 2004-1, ya que en 2004-2 fueron los alumnos con bajo
puntaje quienes accedieron en mayor proporción a las instituciones de educación superior
del país”.
17
Esta tabla fue construida por el proyecto Universidad y Culturas, en la investigación Capital
Académico de estudiantes que ingresan con puntajes altos, medios y bajos en las pruebas de ICFES
después de analizar el sistema de clasificación de categorías de los años 90, y hacer las
equivalencias correspondientes con la nueva clasificación del año 2000 en adelante.
16
no sistematizada ni analizada; no forjan hábitos del estudio, ni menos las rutinas de reflexión
y análisis exigidas en los estudios de nivel superior.
Si bien los mejores egresados de estos colegios pueden aprobar el examen de ingreso, no
están preparados para las exigencias de razonamiento, elaboración de ideas a partir de
conocimientos previos, comprensión analítica y producción de textos, que una universidad
pública de alto nivel exige desde el primer semestre. A esto se añade que por lo general son
los primeros de su familia en llegar a la universidad, por lo que no han estado familiarizados
con profesionales, ni con personas que se dedican al trabajo intelectual – lo cual va a ser su
oficio en los años de universidad.
Toda esta problemática se revierte en una gran deserción por parte de un porcentaje muy
alto de estudiantes, especialmente en el ciclo básico18. El Estudio de Deserción en la
Universidad del Valle (Escobar, 2006) deja ver claramente que la deserción ha aumentando
inmensamente en las Facultades que hicieron mayor ampliación de cobertura en el 2003.
Pues el aumento de cobertura fue entendido básicamente como ampliar los cupos de
ingreso, y no se hizo previamente:
18
Según datos del Informe de Deserción del 2006, del total de estudiantes que desertaron entre el
2000 y mediados del 2006, el 64.7% desertó en ciclo básico.
17
- Un estudio sobre las necesidades de acompañamiento y formación en habilidades
académicas de estudiantes que ingresarían con puntajes menores.
- Formación de los profesores que atenderían a grupos más numerosos, conformados por
estudiantes con menores habilidades académicas y conocimientos escolares más precarios.
- Un plan para atender los desniveles que se presentarían entre estudiantes con una
formación previa muy diversa.
De la misma manera, las políticas de inclusión étnica – para indígenas (1993) y para
afrodescendientes (2003) – no obedecieron a estudios concienzudos, ni a una reflexión
basada en argumentos académicos sobre las implicaciones (para los estudiantes así
admitidos y para la Universidad) de recibir a estudiantes cuyas competencias no
corresponden a las exigencias de los programas académicos.
o Cursos de español, y de cálculo –para las carreras que lo exigen-, diseñados desde
una nueva perspectiva ontológica y metodológica pueden aportar elementos para
19
Consultar Informe sobre “Trayectorias Académicas de estudiantes, que ingresaron por condición
de excepción étnica, matriculados en el Plan Nivelatorio 2006-07 implementado por Universidad y
Culturas 2005- 2007” Elaborado por Liliana Arboleda, próximamente estará disponible en página web
del proyecto.
18
construir unas mejores condiciones de aprendizaje y permanencia para la población
estudiantil que desde su ingreso está en grave riesgo de fracaso académico.
Estas maneras de aprender las hemos registrado, sistematizado y analizado a partir de dos
fuentes:
A) La indagación a través de una encuesta amplia sobre percepción de sus habilidades
académicas, efectuada con estudiantes de 4 carreras de ingenierías de dos universidades –
Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito (de Bogotá) y Universidad del Valle (de
Cali)20. Indagación que fue uno de los elementos diagnósticos 21 para la construcción del
curso virtual La Aventura del Aprendizaje: ¡cómo aprender para transformar!
B) El acompañamiento y las intervenciones con estudiantes de diversas carreras de la
Universidad del Valle en los últimos 6 años, en actividades desarrolladas por el proyecto
Universidad y Culturas. De manera especial hemos logrado captar qué entienden por
estudiar y aprender, y cómo ponen en práctica estas nociones, con los estudiantes de Vida
Universitaria I y II, que desde Universidad y Culturas ofrecemos como cursos electivos a
estudiantes de todas las carreras.
19
toda su trayectoria escolar (Ceballos, 2010). Retomamos en particular lo que les significó
enfrentarse al reto de estudiar a nivel universitario en una carrera de ingeniería.
Los cursos Vida Universitaria I y II, diseñados para preparar a los estudiantes a las
exigencias que les hace la Universidad desde el primer día de clase, nos han permitido,
desde hace 5 semestres, indagar a fondo con los estudiantes cuáles son sus prácticas
cotidianas -para preparar clases, para atender las clases, para estudiar y para preparar
exámenes-, y en qué se fundan. Son cursos que promueven la confianza entre todos, a fin
de explorar con la guía del docente lo que les ocurre y apoyándose entre estudiantes para
hacer los cambios necesarios. Debido a este clima de confianza, los estudiantes se atreven
a hablar sin reservas acerca de cómo han vivido su vida universitaria. El nivel I es para
estudiantes de semestres 1 y 2. El nivel II es para estudiantes en mitad de carrera que
quieren mejorar su relación con la lectura y la escritura y desarrollar nuevas habilidades en
estas.
Consiste en retener ideas, datos y fórmulas que los profesores han destacado como
importantes. No exige comprensión, sólo retener las ideas básicas y usarlas para preguntas
simples, tipo prueba ICFES. No requiere un trabajo especial de preparación de clases, ni
20
dedicación de estudio para exámenes; sólo prestar atención a lo que los profesores señalan
como importante, y ejercitarse haciendo algunos ejercicios.
Dado que no exige usar un conocimiento sobre el contenido de la pregunta, y por tanto, se
puede responder correctamente sin saber sobre el tema, consideramos que es un nivel
inferior al de adquisición y reproducción de conocimiento. Proponemos esta modalidad de
aprendizaje como una novedad introducida en Colombia por la educación basada en
competencias, y desarrollada especialmente en la preparación que se hace a los futuros
bachilleres para presentar con éxito el examen de Estado ICFES, ahora llamado Saber 11.
La prueba de que esto no es una habilidad extraña que han desarrollado los bachilleres que
ingresan a la Universidad del Valle, la encontramos en los resultados recientemente
publicados respecto a las habilidades de lectura digital que caracterizaron a los escolares
que presentaron en el 2009 la prueba PISA22.
Las tareas en este nivel requieren que el lector localice e interprete información bien
definida, en contextos habituales para él. Se puede requerir que navegue por varios sitios
web pero con una guía explícita. Los textos pueden ser de distinto formato e incluyen
ejemplos de categorías claramente definidas.
22
Fuente: www.edu.xunta.es/web/system/.../informe-espanol-pisa-era-2009.2.pdf
Para los demás países de la OCDE que presentaron la prueba, los resultados fueron del 60.8 % en
las categorías 1 , 2 y 3 sumadas.
21
La tareas en este nivel requieren que el lector integre información procedente de varios
sitios web a través de información bien definida, o que genere categorías simples cuando
esta información no esté guiada. Cuando se necesita hacer una valoración sólo se pide
recabar un tipo de información fácilmente accesible.
Son prácticas que los escolares desarrollaron bajo la “promoción automática”, cuando los
profesores no podían exigir mayor cosa a sus estudiantes, pues el decreto 230 los obligaba
a pasarlos al siguiente año escolar, aunque no supieran ni hubieran producido el mínimo
exigido.
Muchos primíparos lo siguen usando en la universidad porque nadie les ha modelado lo que
sería un tipo de aprendizaje de mayor nivel, ni los jóvenes entienden qué se espera de ellos.
22
Escuchemos un testimonio: Juan Pablo, 2º Semestre de Ingeniería de Electrónica23
“Al principio en primer semestre para mí era extraño todo, las clases, los temas, los
profesores, los horarios, la independencia que uno tiene aquí. Por ejemplo se me
hacía muy extraño que aquí nadie te revisa los cuadernos, ni se preocupa porque no
copies nada en el cuaderno o no entres a una clase. Personalmente yo no copio nada;
¿para qué? si todo está en internet o en los libros; además las clases que yo tomo, la
mayoría son de números y no de teoría, así que NO HAY NADA QUE COPIAR. De
pronto, una que otra fórmula para aplicarla a los ejercicios pero nada más. Pero lo que
más me costaba en las primeras clases era enfocar la mente en lo que estaba
escuchando y al mismo tiempo copia;, por eso decidí mejor poner atención y no tomar
notas, pues tenía que yo mismo construir la idea que iba copiar; porque los profesores
ya no dictan ni copian en el tablero lo que uno tiene que pasar al cuaderno, entonces
mientras copiaba perdía el hilo del tema y por ultimo perdía el interés, porque yo no
entendía nada. Además los temas son muy difíciles y necesitan ser escuchados
detenidamente; pero es muy fácil distraerse cuando no entiende. Luego uno estudia
con el libro o busca en internet el tema y lo baja, no es necesario más. Cuando se
vuelva a necesitar algo se busca el tema más adelante con un click ya está todo
resuelto. “Internet es un milagro”. Por ejemplo, yo me pregunto para qué cambiar
cosas que no se pueden cambiar, y que están bien redactadas y elaboradas por
internet. Así es con los conceptos como la gravedad y las leyes físicas, que son las
mismas en todas partes, y eso ya está definido en todos los libros de la misma
manera; entonces ¿para qué me voy a matar elaborando trabajos que ya están
escritos y listos en internet? No tiene sentido cambiarlos. Uno puede copiar de
internet, yo no veo problema con eso; en el colegio siempre lo hacíamos y los
profesores nunca nos calificaban mal por eso, pues se cumplía con la tarea, se había
investigado el tema y se había organizado un trabajo; para mí el problema es si no se
lee y uno no se informa del tema; eso es lo que está mal. Pero no es fraude, porque la
idea es bajar la información y leerla. Los profesores deberían reconocer al menos el
interés por buscar en internet la tarea y por “investigar” el tema. Pero lo bueno de estar
estudiando una carrera en la que casi no hay que leer- pues la mayoría de los cursos
son aplicados-, es que sólo debes resolver ejercicios matemáticos o físicos y no más.
Basta con aprenderse la mecánica del asunto, hacer algunos de los ejercicios de libro
y ¡ya esta!”
23
El caso es uno de los tantos que llegan a Vida Universitaria I. A partir de su escrito sobre el tema,
“mi aprendizaje en la universidad”, amplió sus apreciaciones en una asesoría, y fueron retomadas por
la docente del curso. Con ellas se amplió la información y se construyó el testimonio. El nombre del
estudiante ha sido cambiado. El caso hace parte de la documentación del trabajo de grado de Aura
María Ceballos, 2010.
23
Solamente después de varios graves fracasos en primer semestre, algunos empiezan a
preguntar a compañeros con mayor experiencia, qué deben hacer. Es allí cuando aparece el
2º tipo de aprendizaje, que nos atrevemos a afirmar es el más usado actualmente en las
universidades colombianas.
Aprendizaje estratégico
Este es el nombre que da Ken Bain (2007) al tipo de aprendizaje que producen los
estudiantes cuando sus profesores no logran interesarlos en el conocimiento, por lo actúan
por motivación extrínseca: la calificación aprobatoria. En nuestro medio, los estudiantes lo
definen como “apuntarle” a lo que el profesor del curso considera importante y que por tanto
exige como el aprendizaje a lograr, bien sea en exposiciones, trabajos escritos o exámenes.
Para conocer qué quiere el profesor que “yo aprenda” y lograr una buena nota aprobatoria,
resulta indispensable conocer él qué acostumbra calificar bien, cómo le gustan los trabajos
(extenderse en explicaciones y ejemplos, o ser conciso, hacer muchas citas, etc.); qué
pregunta en los parciales (para lo cual se debe pedir en los grupos de estudio de cada
carrera que le permitan a uno fotocopiar los parciales que ese profesor ha hecho en los
últimos años, y (ojalá) cómo se resuelven. Las declaraciones de Álvaro, al terminar primer
semestre de Ingeniería Agrícola en 200824 indican cómo aprenden rápidamente los jóvenes
a adaptarse a sus profesores:
“…los estudiantes hacemos lo que nos piden, cumplimos con las tareas tal y como no
las exigen, así que somos responsables. Muchos profesores lo que quieren es un
trabajo bonito, que sea voluminoso, que pese - así este lleno de cháchara-; finalmente
a ellos no les importa si uno entendió o no; lo importante es que lo que pidieron
aparezca en el trabajo. Que sea bajado de internet, copiado del compañero o de
cualquier forma, ellos no van a leerlo; sólo chulean títulos y ya. Yo pienso que si se
sacan buenas, lo demás no es tan importante, porque en la universidad lo que te da
reconocimiento son las notas: sepas mucho o poco, vayas o no vayas a clase, lo que
importa es llegar a la meta, graduarse. Por ejemplo tuvimos una clase que era muy
mala, porque el profesor hablaba y hablaba, frente a unas diapositivas que no decían
24
Este estudiante fue uno de los 10 casos a quienes se hizo acompañamiento en la investigación
sobre Capital Académico del proyecto Universidad y Culturas (2009-2010). En este acompañamiento
a estos casos, la asistente de investigación, Aura María Ceballos, asistía a las clases que ellos
tomaban, anotaba la manera como seguían la clase en general los estudiantes, las estrategias
usadas por el profesor, el tipo de interacción. Así mismo, se hacían reuniones informales después de
las clases para recoger sus impresiones y comentarios sobre éstas. En el seguimiento posterior de
estos casos, que hizo Aura María Ceballos para su trabajo de grado en Psicología, los jóvenes
participantes tuvieron oportunidad de participar en la escritura y re-elaboración de su caso.
24
nada del otro mundo y que no eran complicadas de entender. No es necesaria la
presencia en la clase para aprender cosas nuevas, solo íbamos para registrarnos en la
asistencia porque tenía un porcentaje para la nota final, y normalmente en esa clase
no se hacían talleres prácticos que perjudicaran la nota”. En últimas, mis compañeros
y yo, decidimos no volver a ese curso, pues ya sabíamos cómo era la habilitación,
porque habíamos hablado con estudiantes de semestres superiores quienes nos
contaron que la habilitación siempre era igual y que se trataba simplemente de
aprenderse 10 árboles con sus respectivos componentes y funciones. Así que nos
relajamos y decidimos habilitar y para ironía de la vida pasamos esa materia con una
nota más alta que la de muchos compañeros que se mataron haciendo herbarios y
asoleándose en la huerta.”
Los estudiantes que acuden a este tipo de aprendizaje ya aprendieron “con los fracasos”
que las prácticas usadas en el colegio no sirven. Cualquier estudiante de cursos avanzados
puede aconsejarle qué hacer para no seguir fracasando. Le aconsejarán empezar a estudiar
3 días antes del parcial y no la noche previa; ejercitarse resolviendo muchos ejercicios del
tipo que aparece en los parciales.
Para este tipo de aprendizaje son útiles los chancucos y otros tipos de ayudas que permitan
aprobar.
Los dos tipos de aprendizajes expuestos hasta aquí, son usados por los estudiantes para
mejorar sus resultados, sin cambiar mayormente su proceso de aprendizaje, ni menos aún
transformarse personalmente. Ambos son estrategias de supervivencia frente a una
escolaridad que aburre, que no se entiende, y que se toma como un camino hacia el éxito;
es decir un camino hacia lograr un diploma que permita “ser doctor”.
En ambos tipos de aprendizaje, el estudiante considera que lo que aprenda depende del
profesor – de que explique claramente e indique qué es importante. Su posición como
aprendiz es pasiva: como el pajarito “abre el pico para esperar que lo alimenten”. Se queja si
el profesor no lo hace a tiempo. La responsabilidad y actividad está en el profesor; el
estudiante se vive como un receptor pasivo.
Estos estudiantes se alegran cuando no hay clases, limitan sus búsquedas al mínimo
indispensable. Y más importante aún: el estudio es para ellos un medio para ascender
socialmente, pero les aburre estudiar; más aún les aburre leer y sobre todo, no quieren que
25
se les exija pensar. Son estudiantes porque la presión familiar y la importancia del rol social
de universitario les sostiene en algo que no disfrutan: ser estudiantes. Desconocen que su
interés por la nota y no por el conocimiento, está en contradicción con el rol académico:
pensar, conocer, leer, reflexionar.
Ellos logran “aprender” sin renunciar a su mundo personal previo, y a la visión de la vida que
éste les dio. Esta modalidad es corriente en jóvenes que, luego de cursar toda la carrera en
la universidad, siguen sosteniendo relaciones basadas en la concepciones machistas, en
valoraciones puramente arribistas del estudio y de su paso por la universidad.
Este tipo de aprendizaje puede servir para cursar toda la carrera y graduarse
decorosamente. Es muy útil para jóvenes que a lo largo de su escolaridad nunca entraron en
relación con un profesor que los incitara a pensar, que los cuestionara en su pasividad y los
confrontara. Jóvenes cuya familia les dio el estudio pero no les pudo dar el amor por el
conocimiento, ni el anhelo de poner su saber al servicio de su país.
Otros tipos de aprendizaje, escasos en las universidades hoy en día, exigen que empiece a
surgir en el estudiante el deseo de dominar un saber, de no contentarse con aprender para
el profesor. La ruptura con las prácticas previas no surge de ‘esfuerzos por aprender’
(trasnocho, obligarse a leer largos textos sin entenderlos, o a resolver muchos ejercicios del
mismo tipo), sino del anhelo de comprender; de la emoción al captar algo que antes no se
entendía.
Juan Camilo, otro de los jóvenes del estudio sobre Capital académico, dice al finalizar su
primer semestre de ingeniería:
26
Para mí entrar a la universidad ha implicado mucho más estudio; demasiados
sacrificios como cambiar mis costumbres, como lo que tenía, lo que venía del colegio,
que era algo más relajado. Como buen estudiante colombiano, se estudia a lo último y
cosas así; esto ha implicado que ahorita tengo que coger otro ritmo
Ahora también pasa que uno le coge como mucho aprecio a las personas, no sólo a
los compañeros sino también a algunos profesores, por la forma en la que te dan las
cosas. Para mí eso siempre es muy importante, porque me motiva. Si yo tengo una
persona al frente que es difícil de entenderle, y aparte de todo la clase es mala, no
sé… como que no; pero si te saben explicar y te transmiten ganas por lo que dictan,
vos sentís como que esto es “bacano”, entonces a vos te daban ganas de hacer las
cosas.
Aprendizaje significativo
Lo que ese profesor presenta, y representa, no es un saber para aprobar la materia, sino un
saber para pensar e interpretar de otra manera lo que hasta allí creía. El estudiante se
interesa, quiere saber más, quiere comprender eso que el profesor dice y hace; quiere
razonar con los argumentos que el profesor razona; ya no quiere repetir. Quiere pensar de
otra manera. Empieza a ver el mundo de otra manera y su propia carrera como otra manera
de estar en el mundo.
27
Eliana, quien desde que ingresó a la universidad ha sido aconsejada por su hermano mayor
(estudiante que finaliza una tecnología), respecto a cómo aprovechar de la manera la
oportunidad de formarse, expresa así su experiencia cuando ya está en 3º semestre:
“Cuando uno es primíparo, lo más importante para uno es poder cumplir con todas las
tareas, y sacar buenas notas. Uno todo el tiempo está preocupado por esas cosas,
pero llega un momento en que te pones a pensar que no tiene sentido pasar y pasar
materias sin entender ni saber para qué sirven. Ahora para mi estudiar no consiste
solo en aprobar materias, ni en acumular créditos, pues la experiencia que tuve con mi
curso de cálculo, que perdí en primer semestre fue muy diciente y me mostró que no
estaba lo suficientemente preparada para la universidad y que algo tenía que hacer.
En el siguiente semestre matricule Cálculo I, y además asistí a otro curso de Cálculo,
aunque no estuviera matriculada. Como no entendía los contenidos de la materia con
uno de los profesores, ir al otro curso me permitía no solo entender, sino contrastar los
diferentes aplicaciones y usos del cálculo en áreas aplicadas; además le entendía
mejor al profesor al cual no tenía que entregarle trabajos y no sé si era por eso que se
me despejaba la mente (Risas). A lo largo del semestre asistí a ambos cursos hasta el
final, haciendo incluso los ejercicios de los dos, tenía hasta doble cuaderno y dos
carpetas con los talleres de cada curso. Al final saqué muy buena nota, pero fue lo que
menos me importaba, porque puedo decir que disfrutaba los cursos, porque podía
hacer cosas que mis compañeros no; tenía una visión distinta de la materia y gané
mucho más al final, porque sé que quede con muy buenas bases. Y ahora que estoy
viendo Cálculo II, para mí es muy fácil porque tengo buenos fundamentos en el nivel I.
Ahora he aprendido a aprovechar espacios como la biblioteca para estudiar los temas
o conceptos vistos en cada clase, hago los ejercicios con anticipación, y los que no
entiendo los llevo a los talleres para que me expliquen. También planifico cada noche
las actividades que voy a realizar al día siguiente. En primer semestre, no hacía estas
actividades25.”
Aprendizaje en profundidad
25
Eliana es otro de los casos de Ingeniería Agrícola del proyecto de Capital académico, en
seguimiento desde primer semestre.
28
fondo”, como aquellos que han escrito teorías y que nos han permitido identificarnos con su
pasión de saber.
Podríamos ahora preguntarnos si las universidades y sus profesores han tomado conciencia
de la grave situación de tantos jóvenes admitidos, que no pueden responder a los
aprendizajes exigidos por los programas curriculares de las carreras, ni a los programas de
los cursos básicos. No se necesita hacer una investigación para responder. Hemos recogido
suficientes indicios para afirmar que, si bien algunos directivos se inquietan y buena parte de
los profesores se lamentan, no hay una verdadera preocupación por el papel que están
cumpliendo las universidades al admitir a tantos jóvenes que no podrán permanecer y que
necesariamente saldrán habiendo fracasado en un empeño para que el que no estaban
listos.
29
los bachilleres para transformar su destino. Nuestra experiencia nos ha demostrado que sí
se puede interesar a los jóvenes en el conocimiento, que sí es posible transformar su
pasividad y ausencia de hábitos de estudios en pasión por aprender y disfrute al
transformarse en estudiantes de excelencia.
Para concluir
Resulta de gran interés retornar ahora al epígrafe con el que iniciamos nuestra reflexión. La
primera parte la hemos revisado extensamente: La forma en la cual los estudiantes
entienden el aprendizaje afecta la manera como se aproximan a sus tareas de aprendizaje y
al estudio en general.
La frase que la concluye, exige que nos detengamos un momento: y la forma como los
profesores entienden y conceptualizan el aprendizaje afecta la manera como ellos enseñan
y apoyan el aprendizaje de sus estudiantes.
Estos dos planteamientos se encajan el uno en el otro, pues no existe estudiante sin maestro, ni
pueden diferir radicalmente las concepciones y prácticas del profesor de lo que tienen que hacer
sus estudiantes para que él apruebe su aprendizaje. Nuestras historias personales nos han
dejado una lección: cuando un estudiante no acepta las modalidades de enseñanza de un
profesor, porque le impiden pensar, o porque le obligan a aprender sin disfrute, buscará la
manera de esquivarlo, de transformar de alguna manera el “juego de éste” para poder aprender
con mayor libertad. Esta íntima imbricación entre cómo quiere el profesor que sus estudiantes
aprendan, y cómo aceptan o no los estudiantes estas condiciones del aprendizaje es la razón
que nos llevó a escribir sobre el aprendizaje en su modalidad subjetiva y objetiva. Queríamos así
esquivar el problema que surge cuando se investigan “los estudiantes” sin analizar al tiempo qué
quieren de ellos sus profesores, ni cómo tratan de lograrlo.
En 2006 - 2007, cuando en la Universidad del Valle ofrecimos, desde el Plan Piloto, los cursos de
Calculo I y II para estudiantes indígenas y afrodescendientes, nos fue posible hacer un
seguimiento continuo de las clases. Gracias a los registros en video y a los informes escritos que
hacía el comunicador social sobre los estudiantes y sus interacciones con el profesor,
empezamos a dimensionar el inmenso peso de “la mala educación”. La mitad de los 60
estudiantes del grupo nunca pudo aceptar que el profesor les exigiera pensar, aportar formas de
analizar y resolver los problemas reales que les proponía (situaciones didácticas). Le pedían
30
continuamente que les explicara lo que debían hacer, que les diera magistrales, que les mostrara
cómo resolver las situaciones.
Para ellos, este Ph. D. 26 en didáctica de las matemáticas - que se esforzaba inmensamente en
escribirles guías semanales, en crearles problemas que debían resolver y entregar
semanalmente como tarea, que preparaba cada clase con situaciones que les obligaran a pensar
para resolverlas y los hacía participar y discutir entre ellos en clase -, no correspondía a su noción
y experiencias previas de buen profesor. Por el contrario, los desconcertaba y rompía el contrato
pedagógico con el que habían funcionado a lo largo de toda su escolaridad. Y lo rompía de dos
maneras: a) les exigía dedicar muchas horas semanalmente a preparar las guías y a desarrollar
cuidadosamente la tarea -que les era revisada, corregida y anotada en su procedimiento, y no
simplemente revisando el resultado-; y esto con el fin de crearles hábitos de estudio. b) les
obligaba a tomar una posición activa como aprendices, en lugar de simples receptores y copistas.
La mitad del grupo que sí aceptó el reto – aunque no con entusiasmo, sino abandonando con
dolor la vieja costumbre de estudiar solo para exámenes, así como la actitud de pasividad a la
espera de que el profesor piense por ellos - fue transformándose a lo largo del año entero que
duró la experiencia (12 meses) en interés real por razonar matemáticamente y en compromiso
con su proceso de aprendizaje. Hasta el punto de que, al final de ese período formativo,
rechazaban que el profesor auxiliar (que llegó por unos días como reemplazo), les diera las
definiciones. Le pedían que no lo hiciera, que los dejara pensar y encontrarlas por sí mismos.
Buena parte de estos jóvenes está actualmente terminando su carrera de ingeniería, sin rezago,
sin fracasos académicos ni bajos rendimientos. Y varios han recibido diversos estímulos
académicos a lo largo de su carrera. El primero ya se graduó de Ingeniería Civil en sólo 9
semestres – cuando el promedio son 13 o 14 semestres – y su trabajo de grado fue laureado. La
trayectoria de estos jóvenes rompió el record de fracaso que acompañaba a otros estudiantes
como ellos - provenientes de resguardos y comunidades lejanas -, y les permitió encabezar el
record de buen rendimiento. Esta experiencia nos demuestra que sí es posible cambiar las
concepciones y prácticas de aprendizaje cuando el profesor se empeña en transformar a sus
alumnos para convertirlos en estudiantes universitarios27.
Esperamos que el curso virtual que hemos creado para transformar las concepciones y
prácticas de enseñanza de profesores universitarios de matemáticas – La aventura del
26
El profesor César Augusto Delgado.
27
Esta experiencia fue recogida y analizada en el video Cruces de miradas al construir
conocimiento en el aula (Gómez y Delgado: 2009). Datos precisos sobre la trayectoria de los
60 estudiantes se encuentra en el informe de Universidad y Culturas sobre esta experiencia
(Arboleda-Cabanillas, 2011).
31
aprendizaje: cómo aprender para transformar – haga posible que muchos profesores tomen
el relevo del profesor Augusto y permitan que la misión de formar a las nuevas
generaciones, que él les delega, continúe con ellos.
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