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Michael Ian Black, expone la situación que muchos niños afrontan actualmente por estar
empeñados a un modelo anticuado sobre la masculinidad, en el cual, la hombría se calcula por
cualidades que por hoy no son de interés para muchos. Esto desencadena un descontrol emocional
para los jóvenes, aislando los sentimientos y creando un conflicto interno en ellos, posterior
mente, los niños tienden a tener confusiones acerca de su naturaleza, siendo que rasgos
significativos de la esencia de la hombría que se entendían anteriormente no son factores que los
definan y por lo tanto no son anhelados.
Michael, hace referencia a las mujeres como una idea de apoyo para sustentar alguna
posibilidad para una solución ante tal problema. Se enfoca en el empeño que a jugado las mujeres
en su modelo protestante para tener mayor presencia en la sociedad hoy en día. Lo que ha
resultado factible, ahora las mujeres son favorecidas gracias a sus movimientos éticos y por la
lucha de atributos sociales.
El autor también reconoce que él mismo no sabe hablar con su hijo pues alguna vez también
fue niño y no sabe cómo lo podría tomar, es de pensar, cuantas veces como comediante habría
dicho algún comentario en escenarios para generar risas en su público, comentarios que
degradarían a los hombres, por no decir “machistas” que nuevamente es otra palabra para algo
“mal visto”. Sin embargo, los niños se han quedado atrás. No ha surgido un movimiento
proporcional para ayudarlos a navegar hacia una expresión total de su género. Ya no es suficiente
“ser hombre”… ya ni siquiera sabemos que significa.
Argumentos y su clasificación
• “Yo creo en los niños. Creo en mi hijo. No obstante, a veces lo veo, con sus 16
años, tragándose su frustración, enterrando su preocupación, subiendo con fuertes
pisadas las escaleras sin decirnos qué pasa y quiero mostrarle cómo es ser vulnerable
y estar abierto, pero no puedo. Porque alguna vez fui un niño también.”
Argumento de analogía
• “Debe haber una manera de expandir lo que significa ser un hombre sin perder
nuestra masculinidad. No sé cómo abrirnos a la rica complejidad de nuestra
masculinidad. Creo que nos beneficiaríamos de la misma conversación que las chicas
y las mujeres han estado teniendo durante los últimos cincuenta años.”
Argumentos por ejemplos
• Hace unos días, publiqué una breve serie de mensajes acerca de estas ideas en
Twitter, a sabiendas de que recibiría respuestas de odio a cambio. Me llegaron
decenas de mensajes que impugnaban mi masculinidad; en los menos agresivos me
dijeron “niño de soya” (un insulto común entre la extrema derecha que vincula el
consumo de soya con el estrógeno).