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El economista político Bernard Mandeville, en 1714 publica una obra titulada “La

fábula de las abejas”, que cuenta con un fragmento denominado como: “El panal Rumoroso”,
en el cual, mediante una analogía de una colmena que se puede reflejar en una sociedad
humana. Como en la mayoría de sociedades de la actualidad, estaba regida por un Estado
(reina) y por unas leyes, que los súbditos o gente del común le rendía pleitesía por lo que
representaba, de esta misma forma, existían abejas más ostentosas que otras, y por lo tanto
se hacía presente una desigualdad inminente en cada asociación de seres vivos.
Esta sociedad de abejas, bajo los estatutos que se regía, es muy bien representada por
lo que se expresa en la letra E de la fábula, una agrupación llena de abejas avariciosas, sin
muestras de saciarse, unas abejas llenas de hipocresía y engaños entre ellas mismas, que no
dudan en señalar y juzgar a un culpable, siendo conscientes que cada una está llena hasta el
aguijón de falacias. Pero que a su vez están cubiertas bajo el manto de una supuesta Justicia,
que se llena la boca manifestando equidad, mas solo es una entidad adicional al sinnúmero
de corporaciones corruptas que existen en la colmena, y que no duda en aplicar todo el peso
de la ley sobre ciertos individuos del clero por su estado económico, ya que la Justicia no
duda en estar parcializada cuando recibe un estímulo de las abejas más ricas.
Sin embargo, este fragmento ya mencionado, hace hincapié en un aspecto muy
importante y es que a pesar que la colmena en su interior estaba llena de actitudes deplorables,
estas eran ese motor para que todo el conjunto de insectos fuera visto como el Edén.
Cualquier persona en su sano juicio refutaría esta afirmación, pero así es, existió un momento
en el que un dios se “apiadó” de las desigualdades entre abejas y decidió erradicar cada acto
de impureza que fuera en contra de la honradez de la sociedad, de este modo, desaparecen
usureros, estafadores, opresores y hasta los holgazanes. En primera instancia todo pinta bien,
afuera cada mal ¿Qué podría fallar?, pero no contaban con que todo oficio perdería su razón
de ser, creando seres conformistas al punto de abandonar su espectacular hogar por la
inmundicia más grande, así es como, la medicina fue peor que la enfermedad.
En conclusión, me parece bastante radical el hecho que el autor de la fábula concluya
que la búsqueda de una sociedad honrada sea algo estúpido, es favorable que cada individuo
relacionado con cualquier asociación cuenta con una retribución, ya sea en poder o
monetariamente porque cada abeja del panal debe cumplir con su trabajo, pero las que
cuenten con una mayor eficiencia al ejecutar su trabajo deben adquirir mejores beneficios
respecto a los demás, y por tanto hace algo lógico la división en clases, solo que es muy
diferente que una oprima a la otra. Pero a la vez, opino que la humanidad, prácticamente
desde que existe, se ha visto envuelta sobre una desigualdad inmensa que no tiene
justificación alguna, teniendo en cuenta las mínimas oportunidades, con las que cuentan las
personas, por eso mismo, no me parece descabellado el pensar que si algún día, cualquier
Dios decide quitar todo mal de nuestra alma, este mundo pueda mejorar y mantenernos de
esa manera, sabiendo que, como sociedad desigual hemos convivido miles de años, y los
resultados no han sido un paraíso precisamente o puede que para ciertas personas si, de este
modo el poder vivir otra vida no me parece una mala propuesta.
Diego Esteban Soto Canchón-Universidad Militar Nueva Granada

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