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Por Fabiana Chirino O.

TRABAJO FINAL 

“GÉNERO, REMESAS Y DESARROLLO HUMANO” 
Análisis sobre la relación entre el manejo de las remesas, los cambios en los roles de 
género y el desarrollo humano de las familias de personas emigrantes 

ÍNDICE
INTRODUCCIÓN........................................................................................................................................................2 
1.  GÉNERO Y MIGRACIÓN: CAMBIOS EN LOS ROLES ............................................................. 3 

2.  USO Y CONTROL DE LAS REMESAS EN BOLIVIA ............................................................... 5 

3.  EL DESTINO “HUMANO Y PRODUCTIVO” DE LAS REMESAS............................................ 6 

4.  LAS BUENAS/ MALAS PRÁCTICAS Y SUS EFECTOS ........................................................... 8 

5.  REMESAS Y DESARROLLO HUMANO - SOCIAL................................................................. 9 

BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................................................................11 

 
Por Fabiana Chirino O.

INTRODUCCIÓN
 

En la migración transnacional las diferencias de género y relaciones de poder se


hacen evidentes cuando los resultados de las investigaciones demuestran que las
percepciones frente a las decisiones de migrar y los beneficios de la migración, son
distintas si la persona que emigra es hombre, mujer, padre, madre, hija o hijo de
familia.

El presente estudio se constituye en una reflexión teórica acerca de la relación entre


el uso y manejo de las remesas, las trasformaciones en los roles de género y el
desarrollo de la familia y comunidad en Bolivia, basada en diversos trabajos
investigativos sobre migración y desarrollo. Esto, porque interesa reflexionar sobre
las visibilizadas diferencias entre las características de los proyectos migratorios de
los hombres y mujeres, el destino de las remesas, el uso que le dan a las mismas, y
la incidencia de este “gasto” o “inversión” en la mejora de la calidad de vida de
estas familias. La reflexión gira en torno al caso de Bolivia, y sirve de base a un
estudio posterior donde los datos empíricos permitan corroborar estas reflexiones
a modo de hipótesis.

Analizar si el uso de las remesas está o no supeditado a una serie de controles


familiares asociados al proyecto migratorio, permiten comprender los roles de los
hombres y mujeres no solo en la construcción del proyecto migratorio, sino
también en el destino de las remesas derivado de ella. Para ello retomo a Herrera
(2002) quien señala que las mujeres que se quedan a cargo del cuidado de la
familia incrementan sus niveles de dependencia frente a los ingresos provenientes
del esposo migrante puesto que por “una serie de factores culturales y sociales no
tienen la libertad de decisión sobre estos recursos” (Herrera; 2002:4).

Finalmente se analiza el empoderamiento que supone para la mujer que emigra,


asumir el rol de proveedora principal del hogar, lo que no necesariamente
implican una transformación sustantiva los roles de género y relaciones de poder
dentro de las familias y comunidades de origen. Esto porque “la construcción de
relaciones equitativas entre hombres y mujeres implica un trabajo social que se enfrenta con
representaciones sociales avaladas por lo que se denomina sentido común, no muy fáciles de
erradicar” (Balbuena; 2003: 5).
 
En este sentido, el documento está dividido en 5 acápites, el primero referido a la
relación entre género y emigración, el segundo describe el uso, manejo y control de
las remesas, el tercer apartado gira en torno al destino de las remesas, a las
características de los remitentes y al uso productivo que se les da. El cuarto

 
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capítulo aborda lo que se define buenas o malas prácticas que inciden en el


desarrollo de las familias y comunidades a nivel económico y humano. Mientras
que el quinto y último acápite presenta una reflexión general donde se articulan la
noción de género, el manejo de remesas y su apuesta por el desarrollo humano
 
1. GÉNERO Y MIGRACIÓN: CAMBIOS EN LOS ROLES

Se denomina como género a la construcción social y cultural que clasifica las


características asignadas a los sujetos del entramado social, organizando con ello la
distribución de funciones sociales, culturales, políticas, psicológicas, jurídicas y
económicas que orienta y sitúa a los sujetos de una sociedad en su identificación
con determinados roles que los caracterizan socialmente.

De tal modo que la condición de género hace referencia al modelo que se construye
de lo que es lo femenino y lo masculino en sociedad. “Se trata, socialmente - dice
Marcela Lagarde - de una condición histórica” (Lagarde; 1994:13). Es un modelo
abstracto que define lo que es femenino o masculino, contextualizado en un lugar
geográfico de procedencia, en un momento histórico, por lo tanto, la condición de
género es el “conjunto de características de vida asignadas a los cuerpos sexuados que
organizan y estructuran a las personas más allá de su voluntad y su conciencia” (Lagarde;
1992:7). Ese modelo abstracto se trasmite como roles que se aprenden en el proceso
de socialización que “marca una diferencia clara entre las expectativas conductuales,
obligaciones y derechos de hombres y mujeres por el hecho de ser de un sexo u otro”
(Schulmeyer; 1996:13).

En una investigación realizada en la ciudad de Santa Cruz, Bolivia por Marión


Schulmeyer (1996), se observa que las diferencias de los roles que expresan los
niños mediante sus dibujos, están claramente marcadas entre hombres y mujeres.
Narra la investigadora que “muchos niños dibujan a sus padres llegando del trabajo,
saliendo a trabajar o descansando porque es como los conocen, y dibujan a sus madres
lavando platos, cocinando, con bebés, por la misma razón” (Schulmeyer; 1996:34). Lo que
da cuente de una construcción identitaria asociada a la funcionalidad de los roles
“En este sistema hay implícita una funcionalidad” (Lagarde; 1992:6), que organiza lo
femenino y lo masculino en relación a diferentes roles que se distribuyen de
acuerdo al cuerpo sexuado.

En este sentido, la identidad de género, no solo marca la manera de percibirse a sí


mismo y a los demás, sino que clasifica a las personas dentro de categorías fijas,
donde el “género femenino tendrá como roles fundamentales los de esposa y madre y
estará bajo protección y autoridad de los varones e la familia” (Fuller; 1993:18), es por
ello que en la emigración de la mujer se movilizan este tipo de referentes

 
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identificatorios, produciéndose sentimientos de culpa que denotan el conflicto que


implica estar cumpliendo un rol de proveedora de bienes para la familia,
desatendiendo su rol establecido como cuidadora de los hijos y de la organización
del ámbito familiar.

Las mujeres que emigran perturban la visión tradicional del rol femenino de ser
madre. Esto se evidenció en la Investigación cualitativa Huellas Migratorias: del
duelo en la familia de los emigrantes (Chirino, F. Jáuregui, M. Jordán, N, y
Hollweg, K; 2010 donde las entrevistas grupales realizadas con niños y
adolescentes muestran expresiones que aluden a que el padre no los cuida como la
madre, lo cual se expresa como denuncia, queja y expectación a la vez, ante la
vivencia de un trastocamiento de los roles tradicionales que se movilizan al interior
de las familias de estos niños. Se escucha un desajuste alrededor de los roles
tradicionales, que se reacomodan a partir de los estereotipos de género que todavía
parecen influyen como parámetros convencionales que determinan el pensar y
accionar dentro de las familias.

María Cristina Carrillo señala que “por lo general, cuando los hijos se quedan al cuidado
de la madre se evidencian cambios en la familia pero no perciben un trastrocamiento de
la estructura familiar” (Carrillo; 2005: 367), lo cual significa que mientras el migrante
laboral masculino continúa desempeñando a distancia el mismo rol de proveedor
establecido por los roles de género, la migración de las mujeres conduce a la
reestructuración de los hogares, tanto en términos de su composición como de su
funcionamiento. Es más, según María Bolivia Rothe “cuando migra el varón, la mujer
sigue responsabilizándose de la organización familiar, mientras que la emigración de la
mujer hace que la responsabilidad sobre los hijos recaiga en otra mujer, ya sea la abuela,
una tía o tutora de los niños” (Rothe 2007: 32), lo que da cuenta de que la emigración
de la mujer no implica una concepción nueva de lo que se tiene establecido como
roles femenino y masculino, ya que se mantienen y reproducen los patrones de
desigualdad de género. Desde lejos la mujer - madre sigue siendo la responsable
de los hijos, el hogar y la administración del mismo.

Investigaciones actuales (Wagner; 2006, Pedone; 2006. Carrillo; 2005. Herrera; 2002)
han señalado que las migraciones transnacionales, sobre todo de las mujeres que
tienen hijos es mucho más compleja que las estigmatizaciones generalizadas que se
hacen socialmente. Es cierto que la migración de la madre, como de otro familiar,
significa un cambio en las relaciones sociales y emocionales pero esto no lleva
necesariamente a traumas (Carrillo; 2005). Son cambios abruptos, muy difíciles
sobre todo al inicio, pero después de esta fase no siempre vienen problemas graves
y además, estos no necesariamente están ligados a la separación de la pareja
parental. Más bien, en muchas ocasiones es motivo de “expectativas, presión sobre los

 
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niños para que tengan un mejor rendimiento escolar, de ser mejores hijos, ya que “su madre
(o sus padres) se está(n) sacrificando en España” (Wagner 2006:337)

2. USO Y CONTROL DE LAS REMESAS EN BOLIVIA


 

En el caso de la migración transnacional las diferencias de género y relaciones de


poder se hacen evidentes cuando los resultados de las investigaciones demuestran
que las percepciones frente a las decisiones de migrar y frente a los beneficios de la
migración son distintas si la persona que migra es hombre, mujer, padre, madre,
hija o hijo de familia. Cuando el uso y control de las remesas por parte de las
mujeres está supeditado a una serie de controles familiares en donde se sigue
ejerciendo y reproduciendo el rol masculino a nombre de la familia. Por ejemplo,
Herrera (2002) señala que las mujeres que se quedan a cargo del cuidado de la
familia no disminuyen sino más bien incrementan sus niveles de dependencia
frente a los ingresos provenientes del esposo migrante puesto que por “una serie de
factores culturales y sociales no tienen la libertad de decisión sobre estos recursos”
(Herrera; 2002:4).

Sin embargo, como un estudio de la CEPAL (2004) muestra, en la mayoría de los


países persiste una determinación de roles en la familia que expresa la
subordinación de mujeres, lo que genera una contradicción con el discurso que
admite un cambio importante en los papeles desempeñados por ambos sexos en
relación con el trabajo, la familia y el cuidado de los niños. Lo que quiere decir que
si bien la emigración de la mujer le ha generado un empoderamiento en su
creciente participación laboral, aún no se observan cambios estructurales en el
plano de las relaciones de género en el interior de la familia, manteniéndose la
responsabilidad de la mujer sobre la educación de los hijos y el trabajo doméstico.

Patricia Balbuena señala que el empoderamiento que supone para la mujer que
emigra, asumir el rol de proveedora principal del hogar, no necesariamente
implican una transformación sustantiva los roles de género y relaciones de poder
dentro de las familias y comunidades de origen. Esto porque “la construcción de
relaciones equitativas entre hombres y mujeres implica un trabajo social que se enfrenta con
representaciones sociales avaladas por lo que se denomina sentido común, no muy fáciles de
erradicar” (Balbuena; 2003: 5). Lo que implica que el mayor acceso al ámbito laboral
y público, no es condición suficiente para lograr cambios estructurales en los roles
sociales asignados a la mujeres, como tampoco de las relaciones de poder que
muchas veces la ubican en un lugar de sumisión a partir de la culpabilización de
no responder a los múltiples roles que ahora le toca cumplir: de proveedora,

 
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madre, esposa, ciudadana. Al respecto Heike Wagner (2006) señala “Culpándolas de


ser malas madres, se las culpa también de sus decisiones de cambiar y mejorar sus vidas y,
con esto, de romper lógicas patriarcales y establecer nuevas “normalidades” de ser familia,
de maternidad y de roles de género” (Wagner; 2006: 13).
 

3. EL DESTINO “HUMANO Y PRODUCTIVO” DE LAS REMESAS

El estudio realizado por FOMIN sobre remesas, aporta con interesantes datos sobre
las características de los emisores de remesas de tres países: Estados Unidos,
España y Japón, señalando que es muy destacable el predominio de EE.UU. como
país emisor de remesas a la región, especialmente a Centroamérica y el Caribe, así
como el importante papel de Europa en algunos países de Sudamérica,
especialmente los Andinos. Mientras que las remesas recibidas desde Japón,
inciden en países como Brasil y, en menor medida, Perú. Nicaragua, Haití y Bolivia
destacan en su papel de receptores de remesas intra-regionales (Fomin-Bid; 2009).

En cuanto al género de los remitentes de remesas, se destaca que la mayoría de los


emisores son varones, 52% en Estados Unidos, 55% en España y 43% mujeres. Si
bien la diferencia entre el envío de remesas por parte de hombre y mujeres no es
significativo, los datos cuantitativos dan cuenta de que la administración de estos
recursos privados recae en la mayoría de los casos sobre mujeres.

Santillan y Ulfe (2006) en su estudio sobre desarrollo, Género y Remesas financiado


por la CEPAL distinguen las remesas individuales/Familiares de las colectivas,
señalando que ambas pueden ser económicas y sociales. En cuanto a las remesas
individuales / familiares económicas, son ganancias laborales, enviadas desde un
individuo a otro individuo, o de familia a familia, a través de canales formales o
informales, cruzando una o más fronteras internacionales. Mientras que las
remesas sociales son las ideas, comportamientos, identidades, y capital social que
fluye entre el país anfitrión e impulsor, y entre individuos y grupos. En cuanto a
las remesas colectivas económicas, son aquellas enviadas colectivamente de una
organización a otra organización o contraparte comunitaria, para propósitos
caritativos o filantrópicos en las comunidades de origen. Estos pueden ser
enviados a través de canales formales o informales y usualmente cruzan una o más
fronteras internacionales. Lo que en muchos casos implica una remesa colectiva
social definida como ideas que pueden viajar independientemente de remesas
monetarias o materiales, o pueden ser transmitidas a través del intercambio de
dinero y bienes.

 
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En cuanto al uso de las remesas, Andrade-Eekhoff (2003:21) acuñan el término “uso


productivo”, para indicar el uso que las familias receptoras hacen de las de remesas y como
este uso incide en la mejora de su calidad de vida: es decir incide en el desarrollo
económico, social y humano. En este contexto, el uso que en la mayoría de los países
latinoamericanos se les da a las remesas está “principalmente en servicios, alimentación,
Educación (que los niños estudien en la escuela) y salud” (Santillan y Ulfe; 2006: 24).

En el caso de la emigración en Bolivia, el uso de las remesas está asociado al


objetivo de la migración o proyecto migratorio, que en la mayoría de los casos es la
adquisición de la casa propia. Por otro lado las remesas tienen como destino la
consolidación de micro emprendimientos, como fuentes de trabajo para que el
emigrante tenga ingresos económicos al regresar al lugar de origen. Así lo indica
Isabel (23 años), a quien encontramos atendiendo el negocio de su hermano: “Claro,
mandaba, es él (mi hermano), el que puso esto (se refiere al punto Internet en que nos
encontramos) y ahora también lo ayudamos” (EF7.A) adolescente participante de la
investigación Huellas Migratorias en la ciudad de Santa Cruz.

Parte del objetivo de la emigración, en algunos casos, es consolidar un negocio que


asegure la entrada permanente de dinero a la familia, y no tener que partir
nuevamente en busca de trabajo. Candy (14 años) nos comenta los planes de su
papá, por los que continúa trabajando en España: “Por ahora él (el papá) quiere
comprar una vagoneta, está ahorrando en una cuenta que tiene con su hermana, y ahí está
juntando para esa vagoneta que él quiere. Cuando él la compre dice que se va a venir. Él
quiere conseguir dos (vehículos), una vagoneta y un taxi. Un auto para poner de taxi que lo
maneje uno de mis primos, que casi la mayoría es taxista. Quiere entregarle a uno para que
de eso viva” (EF4.C).

El destino de las remesas está también asociada a la administración del dinero


enviado por los emigrantes, señalándose una diferencia cuando quien envía el
dinero es la madre, la inversión productiva esta casi siempre referida al hogar y al
desarrollo humano de la familia: salud, educación, casa propia, es decir
satisfacción de necesidades de seguridad. Mientras que los varones suelen invertir
en negocios o emprendimientos que garanticen proveer a la familia de recursos
económicos: compra de un auto para trabajar como transporte, compra de tierras,
compra de ganado, compra de maquinaria, o instalación de negocios.

Si bien en Bolivia no existe un estudio cuantitativo del destino de las remesas, se


puede tomar el caso de el Salvador, donde un estudio de Montes (1990) muestra
que el 81,7% de remesas eran utilizadas para satisfacer las necesidades básicas del
hogar, con 42% para comida, 11,6% para vestimenta y zapatos, 11,9% para
medicina, y 16,2% para vivienda y educación. Sólo el 9,2% de remesas fueron
invertidas en empresas productivas como la compra de tierras y la apertura de una

 
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tienda (Montes, 1990; citado en Baker-Cristales, 2004). Por su parte Orellana Merlos
(1992), señala que 68,5% de las remesas recibidas por familias salvadoreñas fueron
utilizados para comida y otras necesidades del hogar. Mientras que Sarah Mahler
(2001) menciona varios estudios más recientes que también han demostrado que
las remesas se utilizan directamente para sostener las necesidades de
supervivencia de la familia, lo cual crea una relación de dependencia para los
receptores de remesas.

4. LAS BUENAS/ MALAS PRÁCTICAS Y SUS EFECTOS


 
Las remesas desempeñan un papel esencial en los países de América Latina, como
fuente de ingresos de importancia cada vez mayor para un porcentaje amplio de la
población y como palanca para el desarrollo.

El creciente aumento de las remesas en estos países ha generado el creciente interés


de autoridades, organismos internacionales, académicos e instituciones privadas
en el estudio del fenómeno migratorio, flujo de remesas y sus implicaciones para el
desarrollo. Este interés creciente se explica por diversos motivos:

a) El notable aumento de su volumen, reflejo del auge paralelo de los


movimientos migratorios en la región
b) La significativa magnitud que representan como fuente de divisas, que
supera en determinados países receptores, en términos absolutos, los
ingresos por otros rubros tradicionales, como la inversión extranjera directa,
la ayuda oficial al desarrollo e incluso las exportaciones
c) El impacto directo e indirecto sobre variables macroeconómicas clave, desde
el tipo de cambio y la inflación hasta la balanza de pagos y las reservas de
divisas
d) La ampliación de la tipología y variedad de los canales utilizados para su
envío y recepción, que ha abierto nuevas oportunidades de negocio a una
mayor gama de entidades financieras y ha contribuido a ampliar las
alternativas para los usuarios, emisores y receptores
e) Su potencial efecto catalizador de la inclusión financiera que puede, por
tanto, multiplicar su impacto sobre el desarrollo (Fomin – Bid; 2009: 22).

Frente a lo cual las buenas existen medida que a nivel internacional y nacional se
podrían abordad para promover buenas prácticas en el uso y manejo de las
remesas. El FOMIN, dependiente del Banco Interamericano de Desarrollo plantea
que son tres los ejes de acción para promover un buen uso de las remesas, lo
incidiría en el desarrollo económico y social de las familias y comunidades:

 
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• Documentación de la creciente importancia de las remesas para la región:


Implica el conocimiento de la dimensión y las características de estos flujos,
su motivación y los canales de transmisión, al tiempo que se ha impulsado
la adopción de estándares mínimos y principios internacionales
generalmente aceptados para su medición.

• Reducción de los costes de envío: promoción de competencia y fomento


de la incorporación de nuevas tecnologías: impulsando un sustancial
aumento de la competencia y una mejora de la transparencia para abaratar
los gastos de envío de las remesas.

• Apalancamiento del impacto de las remesas en el desarrollo: Una


proporción importante de las remesas ayudan a mantener a las familias que
las reciben por encima de la línea de pobreza; otra parte significativa de las
remesas es ahorrada o invertida. Implica potenciar el impacto de las
remesas sobre el desarrollo de los países receptores, mediante una estrategia
activa de inclusión financiera (Fomin-Bid; 2009: 33).

5. REMESAS Y DESARROLLO HUMANO - SOCIAL

En cuanto a las propuestas para un desarrollo humano, el Consejo Económico y


Social de las Naciones Unidas el (ECOSOC) crearon UN-INSTRAW (United
Nations International Research and Training Institute for the Advancement of
Women), Instituto de Investigación Internacional y entrenamiento para el Avance
de Mujeres de las Naciones Unidas Entrenando, plantea que las migraciones, y por
ello el envío, uso e impacto de las remesas, son procesos de género.

Entre las principales conclusiones de sus estudios es distintos países del mundo,
señala que las migraciones internacionales se están feminizando. Esta feminización
sólo puede comprenderse en el contexto de la fase actual de desarrollo del
capitalismo global, caracterizada por una división internacional del trabajo en la
que las brechas de clase, género y etnia operan con más fuerza que nunca. Por lo
que una de las características principales del actual fenómeno migratorio es su
dinámica transnacional. “Son muchas las personas migrantes que continúan
participando de forma activa en la vida social, económica y política de sus lugares de origen,
lo que implica participar de redes e interacciones que trascienden las fronteras” (un-
instraw.org; 2010: 1).

Esto implica pensar los hogares y las redes migratorias como dos unidades de
análisis claves para comprender la dimensión de género presente en las remesas.

 
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En las que se pueden evidenciar desigualdades de género, que hacen que la


experiencia migratoria sea muy diferente para hombres y mujeres. “La decisión de
migrar, las redes empleadas o la inserción laboral en el país de acogida, por nombrar sólo
unos pocos, son hechos que no escapan a las divisiones de género” (un-instraw.org; 2010:
2).

Como consecuencia, la cantidad de dinero que se remesa, la elección de la persona


receptora o el canal que se emplea para enviarlo están igualmente marcados por el
género. En este sentido, las mujeres migrantes no sólo están contribuyendo al
bienestar material de sus hogares, sino también al desarrollo de sus comunidades
de origen. Esta contribución puede ser un efecto indirecto de las remesas
inversiones productivas que generan empleo, por ejemplo o un efecto directo
asociaciones de migrantes que financian proyectos sociales y de infraestructura,
por ejemplo.

Un aspecto fundamental para poder pensar en un desarrollo humano y social a


partir del uso de las remesas es tomar en cuenta que los procesos de toma de
decisión sobre el empleo del dinero de las remesas, qué miembros del hogar se
benefician de ellas y sus efectos a medio y largo plazo sobre la estructura familiar
no son ajenos a las divisiones de género. Por lo cual los obstáculos que las mujeres
-sobre todo las mujeres pobres de áreas rurales- enfrentan para acceder al sistema
financiero, al crédito y a la propiedad de la tierra y otros bienes, así como para
participar en el mercado laboral y en las actividades generadoras de ingresos,
limitan en gran medida su capacidad para beneficiarse de la entrada de remesas en
las comunidades.

En este contexto, se reconoce que las remesas son un potencial elemento de


desarrollo, en la medida en que además del crecimiento económico fomenten
también la igualdad de género. De modo que cualquier medida o política
destinada a aprovechar el potencial de las remesas para el desarrollo local debe
estar informada por un análisis riguroso de cuáles son las relaciones y dinámicas
de género que atraviesan ese contexto particular (un-instraw.org; 2009:4).

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Por Fabiana Chirino O.

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