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2-4 AÑOS

¿Qué debe enseñar un jardín infantil?


Durante esta época los niños aprenden desde el juego y la interacción con otros. 
Lo más importante es que en el jardín despierten y exploren la creatividad de tu pequeño y
que lo incentiven a interesarse por las ciencias básicas y el arte.
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Por: Abcdelbebe.com
marzo 14 de 2019 , 10:53 a.m.

Si luego del primer día de clases, usted va por su hijo al jardín y le entregan un listado de
tareas de pre-matemáticas, pre sociales y hasta pre escritura, no se asuste. Su bebé no creció
durante la jornada de clases; tampoco los maestros están abusando de sus capacidades.

Tenga en cuenta que, según los expertos, la capacidad cerebral del niño se desarrolla casi
un 70 por ciento antes de los dos años de edad. De ahí que los centros de educación inicial
organicen un currículo que se supondría ‘muy avanzado’ ─y que no lo es─ para un bebé en
nivel maternal (0 a 1 año), caminadores (1 a 2 años), párvulos (2 a 3 años) o un niño en pre
jardín y jardín.

Y es que los pequeños no reciben complejas cátedras de cinco horas, sentados en un


pupitre. Mucho menos pasan la mañana frente a un televisor o encerrados en un corral
mientras llega la hora de la lonchera. Juegan e interactúan con sus compañeros, mientras
identifican nociones básicas de matemáticas, términos del lenguaje, letras, colores, e
incluso aprenden a cocinar; todo esto atravesado por la parte socio afectiva.

“El juego es la principal herramienta para trabajar las dimensiones del desarrollo humano
(corporal, cognitiva, afectiva, comunicativa, ética, estética, actitudinal y valorativa). Por
eso el jardín o centro de educación inicial se vale de actividades placenteras para el menor”,
comenta Graciela Rodríguez Poveda, vicepresidenta de la Organización Mundial de
Educación Preescolar para América Latina.

Así lo dictamina el Decreto 2247 de Septiembre 11 de 1997 de la Secretaría de Educación


Distrital, según el cual los procesos curriculares se desarrollan mediante la ejecución de
proyectos lúdico-pedagógicos y actividades que tengan en cuenta la integración de tales
dimensiones, respetando los ritmos de aprendizaje.

“Al trabajar estas dimensiones o áreas, la educación del niño debe ser aprehendida como un
proceso y no como un producto. Si entra al jardín y el interés de la profesora es que el
menor lea y escriba, sin importar si entiende o no, es verlo como producto. Y como
proceso, es que a través de la metodología empleada se desarrollen el pensamiento y los
talentos, sin importar si lee o no”, agrega la presidenta de la Asociación Colombiana de
Jardines Infantiles, Jardinco, Ruth Domínguez.

De este modo, no es descabellado que un niño de 3 años llegue a la casa saludando en


inglés o indicando las vocales que hay en los logotipos de la bolsa del supermercado. Las
nuevas metodologías de enseñanza incluyen lúdicas con materiales próximos a ellos y que
también pueden encontrar en casa, para que allí se refuerce lo aprendido.

Actividades apropiadas dentro del currículo


La educación inicial es el período anterior a la educación formal que recibe el niño de 0 a 5
años, en un espacio físico y con unas dinámicas diferentes al ‘colegio grande’. A través de
la metodología del juego, facilita el aprendizaje del menor cuando ingrese a la educación
escolarizada.

“No se puede limitar a adiestrar al niño para ingresar al colegio; tampoco anticiparse un
programa escolar que no es propio para la edad. El pequeño tiene derecho a completar su
etapa pre-escolar en el jardín infantil. Mandarlo antes al colegio grande es como matricular
a un muchacho en la universidad, sin terminar el bachillerato”, explican Mariluces Amaya
y Beatriz Restrepo Franco, del jardín infantil Por un mañana.

En la educación inicial no hay asignaturas, sino áreas del desarrollo humano; por ser
formación desescolariazada, no se pierde ni repite nivel. Tampoco se adjudica nota (la
calificación es cualitativa), por la diferencia en los ritmos de aprendizaje.

Los expertos recomiendan las actividades lúdicas que potencien y desarrollen las
dimensiones comunicativa, socioafectiva, corporal y estética, a través de proyectos
mensuales o anuales, que incluyan los intereses del niño.

Los ejercicios deben incluir túneles y escaleras, según el nivel de desarrollo del niño, para
la motricidad gruesa. Y el modelado de acrilla o plastilina, para trabajar la motricidad fina.

Son de igual importancia las dramatizaciones y juegos de roles, en donde se amplía el


vocabulario y se aprenden actitudes y comportamientos básicos como saludos y buenos
modales; literatura infantil, para incentivar la imaginación, pre matemáticas, pre lenguaje y
pre sociales, para que se familiaricen con nociones y conceptos básicos de estas áreas que
verán en la educación básica, secundaria y universitaria.

“Por ejemplo, hay quienes juegan a la visita en que se toma té. Los niños aprenden a
saludar, a comportarse en la mesa, a tomar del pocillo, a servir, etc.”, cuenta Graciela
Rodríguez.

‘Mi hijo es muy pequeño, ¡no puede sumar!’

Algunos padres no consideran apropiado que su hijo aprenda nociones de matemáticas o de


idioma extranjero en el jardín infantil. Sin embargo, las metodologías allí empleadas
permiten que los niños tengan un primer contacto con lo que verán a futuro.

“Con los niños de hasta 3 años se hacen lúdicas que desarrollan el aspecto psicomotriz. Hay
talleres en gimnasio, toman clases de culinaria para trabajar la motricidad fina, pues
desgranan arvejas y fortalecen dedos, que sirve como preparación para el uso del lápiz y los
colores”, dice Luz Elena Guzmán, directora pedagógica del centro de desarrollo infantil
Paso a paso.
Adicionalmente, con este grupo de niños se realizan actividades musicales, como mímicas
o danzas “que permiten que expresen sus emociones y facilitan el desarrollo del lenguaje; el
ritmo va ligado a la prosodia; y la velocidad de la música, a la del habla”, agrega Guzmán.

A partir de los 3 años, comienza el trabajo de educación inicial para introducir a los niños
en aspectos más escolares. Por ejemplo, pre matemáticas y pre escritura. “El desarrollo de
estas áreas incluye actividades de juego y reconocimiento del entorno, para que el trabajo
sea de experiencia sensorial y no amarrado a un libro”, comenta la educadora especial
Nidia Garzón, del jardín infantil Las Abejitas.

Algunos jardines, en pre matemáticas, introducen a los niños en juegos de lógica o


rompecabezas, para que se familiaricen con tamaños, orden, seriaciones y clasificaciones.
Otros, prefieren los días temáticos para incluir todos las áreas en un solo juego de roles.

Desde los 18 meses, los niños juegan con números. “Con cubos de armar, aprender a
contar, identifican colores, hacen secuencias (primero el cubo amarillo, luego el rojo y así
sucesivamente). Con el tiempo, reconocen el número de cada cubo y aprender a contar
hasta diez”, explica Juliana de Mier, psicóloga educativa del jardín Kids explorers.

“Prematemáticas no es aprender a sumar y restar. Trabajamos un proyecto mensual, por


ejemplo, las profesiones. Un día es el panadero. Las maestras se disfrazan amasan y hacen
galletas con los niños (trabajan motricidad fina con el amasado y modelado), socializan
para los más pequeños y entre todos cuentan los ingredientes empleados en la receta. Los
niños conocen los números, amplían el vocabulario y aprenden el conteo mecánico”,
explica Estella Eslava, directora del centro de educación inicial Chiquitines.

También, “los niños aprenden –de acuerdo con Garzón– la parte de conteo a través de
experiencias, por ejemplo en la piscina de pelotas, en donde cuentan, reconocen la forma
geométrica y los colores”.

Leer y escribir, lejos de los libros

La educación inicial (de 0 a 3 años) incentiva el amor por la lectura, sin necesidad de que
los niños lean de un texto y escriban sobre un papel. “Sin saber leer ni escribir –de acuerdo
con Rodríguez– ellos manejan nociones de lenguaje; hablan, escuchan y cantan; a veces
plasman algo en el papel, pues las actividades son de hacer y no de sentarse a tomar una
cátedra”.

Las alternativas empleadas por algunos centros de educación inicial y jardines infantiles
van desde lectura oral de cuentos e historias (realizada por la maestra), hasta escritura en
los ‘garabatos del niño’, pasando por la lectura de imágenes.

Según Luz Elena Guzmán, “así los niños no sepan las letras, escriben cartas o recetas en el
taller de culinaria. Hacen sus garabatos y luego le dicen a la maestra lo que significa para
ellos. Ella nunca dice que ahí no está escrito eso, sino que los felicita y a continuación les
señala la escritura correcta. El ejercicio se hace con palabras sencillas y de uso cotidiano”.
Como la actividad se repite en varios talleres, “ellos imitan y asocian; dicen: ‘mira
podemos usar para banano la misma letra de balón’”, agrega Guzmán.

La lectura de imágenes es otro mecanismo pedagógico. La maestra les muestra las


ilustraciones de un libro de cuentos y los niños describen la escena. De igual manera, no
hay que olvidar la lectura de logotipos de marcas reconocidas y de establecimientos
comerciales de la ciudad.

“Como los niños escogen uno, de acuerdo con sus gustos ya sea de la caja de jugo, de unas
papas o del supermercado al que va con sus papás, el ejercicio facilita el aprendizaje. Se
desglosan las letras y colores que componen el logo que encuentra en el contexto en que se
desenvuelve el menor”, explica Nidia Garzón.

Es importante que los maestros preescolares impulsen la movilidad y fortaleza de la mano


del niño. “Primero, se trabaja la disociación, es decir, que el niño entienda que el brazo es
diferente de la mano. Él realiza en pliegos de papel círculos y planas, y cada vez se reduce
el tamaño del papel”, comenta Juliana de Mier.

De esta forma, en el último nivel, antes de ingresar al colegio grande, el menor sabe escribir
su nombre y las vocales en hojas tamaño carta.

Propuestas adicionales

Algunos jardines cuentan con actividades opcionales como natación, tenis y golfito (para
trabajar la parte muscular y la coordinación) o inglés, a partir de los 3 años.

“Los niños de 2 años tienen un primer contacto con canciones y palabras bácsicas en inglés,
por ejemplo, las partes del cuerpo. Con ellos se realizan talleres para trabajar la escucha, y
no la parte oral del menor”, explica Estella Eslava, directora del centro de educación inicial
Chiquitines.

Así, los niños entienden los comandos empleados por la profesora: siéntate (sit down),
párate (stand up), lleva (carry) y trae (bring), entre otros. “Y a los niños de 5 años, que ya
emplean los comandos –por escucharlo tantas veces de la profesora–, se les enseñan frases
estandarizadas como: teacher, how do you do? (¿profesora: cómo está?)”, agrega Eslava.

No obstante, es necesario que los maestros de preescolar refuercen primero la lengua


materna. Cuando haya certeza de que el niño la maneja, es hora de introducirlo a una
segunda lengua.

Las clases de sistemas también son opcionales, en algunos jardines. Emplean los
computadores convencionales, en mesas bajitas para los niños. Incluyen juegos didácticos
para ejercitar la lógica y las asociaciones de colores, formas y nombres.

Y los experimentos también son válidos en el currículo de los jardines. Algunos maestros
aprovechan el carácter curioso de los niños y hacen talleres de exploración científica. Por
ejemplo, toman flores, las miran a través de una lupa e identifican las texturas. O reconocen
el funcionamiento de un volcán, con bicarbonato y vinagre.

También se sumergen en la piscina, en traje de baño, con una serie de juguetes y objetos,
para ver cuáles flotan y la maestra les explica por qué.

Rocío del Pilar Bolívar


Redactora ABC del Bebé

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