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LA CLASE POLITICA* Predominio de una clase dirigente sobre toda la sociedad Entre las tendencias y hechos constantes que se encuentran en todos los organismos pol iti- cos, UNO €S tan Obvio que es obvio a toda manifestacién: en todas las sociedades, co- menzando desde aquellas _ mediocremente desarrolladas y que apenas han arribado a lo primordial de la civilizacién, terminando por las mas numerosas y mas cultas, existen dos clases de personas, una de fos gobernantes Y la otra de los gobernados. La primera, que es siempre la menos numerosa, realiza todas las funciones politicas, monopoliza el poder y goza de las ventajas que ello trae consigo; mientras que la segunda, mds numerosa, es dirigida y regulada por la primera, de un modo més 0 menos legal, ya mas o menos arbitrario y violento, y ella la proveé, al menos aparente- mente, de los medios materiales de subsistencia y de aquellos que para la vitalidad det orga: nismo politico son necesarios, En la vida préctica todas reconocemos la existencia de esta clase dirigente o clase pol/ 7 Este onsiye ob ta rupitoduecion det cap. 17 de la abra Elementi di Scienza Poliview sw (wanes Most, et inate 1808 Gaetano Mosca tica, como en otra parte decidimos definirla.’ Sabernos que en nuestro pais** la direccién de /a cosa publica esté en manos de una mi- noria de personas influyentes, a la cual la mayoria concede, voluntaria o involuntaria- mente a direccion, y que lo mismo sucede en fos paises vecinos, y no sabemos de un mundo organizado en forma diferente, en el cual to- dos, igualmente y sin alguna jerarquia, estén sujetos @ uno solo o todos en igualdad diri giendo fa cosa politica, Si en teoria razona- mos diferentemente, es en parte debido a los hdbitos arraigados en nuestro pensamiento y en parte a la exagerada importancia que da- mos a dos fendmenos sociales, cuya aparien- cia es superior a ja realidad. El primero de estos fenémenos consiste en el hecho que en cada organismo politico hay siempre una persona que es la cabeza de la jerarquia de toda clase politica y que dirige aquello que se llama el timén de! Estado, Esta persona no siempre es aquella que empuiia legalmente el poder supremo; a veces, junto de el rey o del emperador hereditarios, hay un primer ministro 0 mayordomo més pode: Toso; otras veces, en lugar del presidente electo, gobernard el hombre politico mas 1 Moses, Tearica del Governo Parlamentare, 03. 1 ++ Miasca se rotinrea Halia, (N.el E. a8 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA influyente que procuré su eleccién, Bajo circunstancias especiales, puede haber, en lu- gar de una sola persona, dos o tres que de- sempefian las funciones de suprema direccién. El segundo fenémeno se explica con un hecho que es de facil percepci6n: cualquiera que sea e! tipo de organizacién social, las pre- siones provenientes del descontento de las masas que son gobernadas, de las pasiones con las que son agitadas, ejercen una cierta in- fluencia sobre la accién de la clase politica. Pero el hombre que esté a la cabeza del Estado ciertamente no podré gobernar sin el apoyo de una clase numerosa para que sus Ordenes sean seguidas y respetadas, y si él puede hacer sentir el peso de su potencia en uno ©, al parecer, varios individuos de esa clase, no puede en verdad desplazarto por completo o destruir otra clase, sin la cual su accién estarfa completamente paralizada. Por otra parte, aceptando que el desconten- to de las masas lograra deponer a la clase dirigente, debera necesariamente formarse, como mas tarde mostraremos, en el seno de las masas mismas, otra minoria organizada que desempefie el oficio de clase dirigente. Por el contrario, cualquier organizacién o cualquier estructura social, serd destruida, Lo que puede constituir la verdadera supe- rioridad de la clase politica, como objeto de investigacién cientifica, es la importancia preponderante que su constitucién variable tiene al determinar el tipo politico y el grado de civilizacién de tos diferentes pueblos. Estando de acuerdo con la manera de clasifi- car formas de gobierno, que atin esta en boga, Turquia y Rusia son del todo monarquias ab- solutas, Inglaterra e Italia monarquias consti- tucionales y Francia y Estados Unidos, se encuentran en la categoria de repiblicas. Esta clasificacién esté basada sobre el hecho que, en los dos primeros paises mencionados, la cabeza del Estado es hereditario y nominal- mente omnipotente, mientras que en los dos segundos, siendo hereditario, tiene facultades y atribuciones limitadas; en los dos ultimos es elegido. La clasificacion es obviamente super- ficial. Hay poco de comin en las formas como Rusia y Turqu/a son pol/ticamente controla- dos asi como de diferencia en el grado de civilizaci6n y organizacién de las clases pol cas de ambos paises, Siguiendo este criterio, encontramos que ‘el régimen de Italia mondr- quica es més andlogo al de la Francia republi- cana, que al de Inglaterra, igualmente monér- quica. Y hay diferencias importantes entre las organizaciones pol iticas de los Estados Unidos y Francia, aunque ambos paises son repiiblicas. Como antes hemos sugerido, las formas ha- bituadas de pensar estén opuestas, v siguen oponiéndose en este punto, al progreso cientifico. La clasificacién ya mencionada, que divide @ los gobiernos en monarquias ab- solutas, monaquias limitadas y repiblicas, fue establecida por Montesquieu al intentar rem: plazar las categorias cldsicas de Aristoteles, quien dividié a los gobiernos en monarquias, aristocracias y democracias. Lo que Aristéte- tes llamé una democracia era sencillamente una aristocrdcia mas amplia, y el mismo Aris- toteles pudo observar en que cada Estado griego, fuéra aristocrdtico 0 democrdtico, habia~siempre una o pocas personas que tenian une influencia preponderante. De Polibio a Montesquieu muchos autores han perfeccionado la clasificacién aristotélica desarrollando la teorfa de los gobiernos ESTUDIOS a9 mezclados, Mas tarde, \a corriente democratica moderna, que tuvo su inicio en Rousseau, declara que la mayorfa de los ciudadanos en un Estado puede y debe participar en su vida politica; la teoria de soberania popular, a pesar de que la ciencia moderna nos ha de- mostrado la coexistencia en cade organismo politico de los principios democréticos, monérquicos y aristocrdticos, sigue prevale- ciendo en muchas mentes. No nos detendremos a refutar esta teoria, puesto que es el trabajo presente lo que pretende demostrar en su totalidad. Ademés, serie dificil destruir en unas cuantas paginas todo un sistema de ideas que se han arraigado firmemente en la mente humana; como acertadamente escribié Las Casas en La Vida de Cristobal Colén: es mu- cho mas diffcil no aprender que aprender. Prevalencia de la minoria organizada sobre la mayoria Pensamos que puede ser itil, sin embargo, responder a una objecién, la cual parece muy facil desde nuestro punto de vista: Si es facil comprender que un solo individuo no puede mandar a una masa, sin tener una minoria que lo sostenga, es mucho més dificil negar, como un hecho constante y natural, que las minorias gobiernan a las mayorfas y no éstas a aquellas. Pero este es uno de los puntos, como tantos que se dan en todas fas otras ciencias, en el cual la primera impresién de las cosas es contraria alo que son en realidad. De hecho es fatal la prevalencia de una mino- fa organizada, que obedece a un nico im- pulso, sobre la mayor fa desorganizada, que se encuentra en una situacién que lamaremos pasiva. La fuerza de esta minorfa es irresisti- ble frente a cada individuo de la mayoria, el cual se encuentra aislado ante Ia totalidad de la minorfa organizada; al mismo tiempo se puede decir que ella se encuentra organizada por la razén de ser minorfa, Cien hombres actuando uniformemente en concierto y entendiéndose unos con otros, triunfarén sobre mil que no estén de acuerdo y que, por tanto, pueden ser tratados de uno en uno; al mismo tiempo, seré més facil para (os prime- ros actuar en concierto y tener una compren: sién mutua, porque son cien y no mil, De este hecho se recaba facilmente la consecuen: cia que, cuanto mas grande es una comunidad politica, menor serd la proporcién de la mino- rfa_gobernante respecto a a mayorfa gober- nada y tanto mds dificil para esta mayoria ser organizarse por reaccién contra aquelia. Pero, ademés de \a gran ventaja, que pro- viene de la organizacién, las minorias gober- nantes generalmente estén constituidas de manera que los individuos, que las forman, se distinguen de la masa de los gobernados por ciertas cualidades, que les dan superioridad material, intelectual y hasta moral; son tam- bién herederos de las individuos que pcseye- ron tales cualidades. En otras palabras, deben tener cualquier atributo, verdadero oaparente, que sea fuertemente apreciado y de mucho valor en la sociedad en la que viven. Las fuerzas politicas y el valor militar En la sociedad primitiva, que esté en el primer estado de su organizacién, el valor militar es Ja cualidad que més facilmente abre el acceso a la clase politica dirigente, La guerra, que en las sociedades de civilizacién avanzada es un estado exepcional, puede ser considerada como normal en aquellas que estén en el ini cio de su desarrollo y en las cuales los indi duos que muestran las mejores aptitudes en a REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA la guerra con facilidad obtienen supremacia sobre sus compafieros: los més velientes se convierten en jefes. | hecho es constante, pero las formas que puede asumir, en cada caso, son muy diversas. Normatmente el dominio de la clase querrera sobre una multitud pacifica se suele atribuir a una superposicién de razas, a la conquista que un pueblo belicoso hace de otro relativamente no belicoso. En ocasiones, tal es realmente el caso: tenemos ejemplos en India después de las invasiones, en el Imperio Romano después de las invasiones germanicas, y en México después de la conquista azteca; pero mds frecuentemente, en ciertas condiciones socia- les, advertimos formarse una clase guerrera dominante donde no hay traza alguna de una conquista extranjera, Mientras que una horda viva exclusivamente de la caceria, todos los individuos pueden facilmente convertirse en guerreros y se alzardn los lideres que tendrén naturalmente el predominio de la tribu, mas no habrd la formacion de una clase belicosa que explote y tutele, al mismo tiempo, a otra clase que est4 dedicada a labores pacificas. Pero a medida que va rebasando el estado de caceria y entra al agricola y pastoril, luego junto con un enorme incremento de poblacidn y una mayor estabilidad de la costumbre, puede nacer la division més o menso definiti- vamente en dos clases: una consagrada exclu- sivamente a la labor agricola, la otra a la querra. En este caso, es inevitable que la iltima adquiera poco a poco tal preponderancia sobre la primera, para poderla impunemente oprimir. Polonia ofrece un ejemplo caracteristico da la transformacion gradual de la clase guerre- ra en clase absolutamente dominante. Origi- nalmente tos Polacos tenfan la misma orga- nizaci6n de comunas rurales, como prevalecia entre los pueblos esclavos donde no habia distinci6n alguna entre guerrero y agriculto: res, © sea, entre nobles y campesinos. Pero, después de que los polacos se establecieron en las extensas planicies donde fluyen el Vistula y el Niemen, comanzando a desarro- llarse la agricultura y al mismo tiempo conti- nuando la necesidad de querrear contra vecinos belicosos, los jefes de as tribus o waiewodes se circundaron de un cierto nume- ro de individuos selectos, cuya ocupacién especial era la de las armas. Estos guerreros estaban distribuidos entre las varias comuni- dades rurales y estaban exentos de deberes del campo, pero recibfan su porcién de los productos de la tierra, a los cuales, coro los otros miembros de la comunidad, tenian derecho, En esos primeros tiempos su posicién no era considerada muy deseable y los mora- dores del campo algunas veces renunciaban a la exencién del trabajo agricola, a fin de evitar ir a la guerra; pero, gradualmente, como este orden de cosas se hace estable, una clase se habitud al manejo de las armas y a la organi- zacion militar, mientras la otra se afanaba en el uso del arado y de la pala; los guerreros devinieron en nobles y patrones, mientras que los campesinos, otrora compafieros y hermanos, se convirtieron en villanos y sier- vos. Pronto los belicosos sefiores multiplicaron sus exigencias al punto que la parte que tomaban como miembros de la comunidad, se alargé hasta comprender todo el producto de fa comunidad misma, menos lo que era absolutamente necesario para la subsistencia de los cultivadores; y cuando estos trataron de escapar a tales abusos, fueron constrefiidos por fuerza a quedar atados a la tierra, asu- miendo su situacién todas les caracter sticas ESTUDIOS "1 de una verdadera y real servidumbre de la gleba. En el curso de esta evolucion, alrededor del afio 1333, el Rey Casimiro el Grande traté en vano de detener la insolencia insopor- table de los guerreros y, cuando los campesi nos venian a quejarse de los nobles, se limitaba a preguntarles si no tenian piedras y palos. Més tarde, en 1537, la noblesa forz6 a todos los burgueses de las ciudades @ vender sus tierras, de manera que las propiedades de éstos no podia pertenecer sino a los nobles; al mismo tiempo, ejerci6 presién sobre el Rey para abrir negociaciones con Roma, con el fin de que en adelante solamente ios nobles fue- ran admitidos al sacerdocio en Polonia, valién: dose de ello para excluir absolutamente de los cargos honorificos y el status social a burgue- ses y campesinos.” Evolucién andloga encontramos en Rusia Los guerreros, que formaban la droujina o sea el séquito de los antiguos Kniaz 0 principes descendientes de Rurik, obtenian para vivir una parte del producto dei mir 0 comunidades turales de las campesinas rurales. Poco a poco esia parte crecié y, puesto que ia tierra abun- daba y los trabajadores escaseaban porque los campesinos preferfan emigrar, el zar Boris Godounov, a fines del siglo XVI, did el dere- cho a los nobles a retener por la fuerza a los campesinos en sus tierras, dando as/ origen a la servidumbre de la gleba, Sin embargo, las fuerzas armadas en Rusia nunca estuvieron compuestas exclusivamente de nobles: los moujiks 0 siervos iban a la guerra como sol- 2 Mickiewics, Slaves, cap. IV. p. 376-80: Histoire Populaire de Pologne. I dados rasos de los miembros de la drojina y después, a fines del siglo XVI, Ivan el Terri- ble constituyd, mediante los strelitzes, un cuerpo de tropa profesional, que sobrevivid hasta que Pedro el Grande lo sustituy6 con regimientos organizados de acuerdo con ef tipo europeo-occidental, en los cuales los antiguos miembros de la droujina mezciados con extranjeros formaron ei cuerpo de oficia- les, mientras que los moujiks integraron por entero en contingente de soldados rasos.? En general, en todas los pueblos que han entrado recientemente al estadio agricola y relativamente civilizado, encontramos cons- tante el hecho que la clase por exelencia militar corresponde a la politica dominante. En ocasiones el uso de las armas est reserva- do exclusivamente a esta clase, como sucedid en la India y en Polonia. Mas comunmente sucede que los miembros de ia clase goberna- da pueden ser eventualmente enrolados, pero siempre como soidados rasos y en cuerpos de menor respeto; asi, en Grecia, en la época de las guerras médicas, los ciudadanos pertene- cientes a las clases mas ricas e influyentes constituyeron el cuerpo selecto de caballeria y de los hospitales y los menos ricos comba- tian como operadores de catapultas 0 como honderos, en tanto que los esclavos, 0 sea las masas de los trabajadores, fueron casi comple- tamente exentados del manejo de las armas. Organizacién perfectamente andloga encantra- mos en la Roma republicana al final de ia Spoca de las guerras pinicas, inclusive a fines del gobierno de Mario, en la Galia en tiempos de Julio César, en la Europa latina y germéni 3 Leroy, Beaulieu, Llempire des Tears et les Russes, vol. 1. 338, 92 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA ca en la Edad Media, en Rusia, conforme aca- bamos de explicar y entre otros muchos pueblos, César sefiala repetidamente que la columna vertical de los ejércitos Galos estaba constituida por caballeras reclutados de entre la nobleza. Sus Edui, por ejemplo, no pudie- ron resistir mas a Ariovisto, después de que la mayor parte de su caballeria habia sido ani- quilada en batalla, La riqueza Como en Rusia y en Polonia, como en a India y en la Europa medieval, en todas partes, la clase guerrera dominante adquiere casi en exclusividad la propiedad de la tierra, que en los paises no muy civilizados es {a principal fuente de la produccién y la riqueza. A medi- da que fa civilizacién va progresando, el valor de las tierras va aumentando. Con el creci- miento de la poblacién suele crecer, al menos en cierta época, la rentabilidad en el sentido Ricardiano, en gran parte porque se crean grandes centros de consumo que son o fueron constituidos en las capitales y otras grandes ciudades antiguas y modernas, Eventualmente, si otras circunstancias concuerdan, puede de- venir una transformacién social muy impor- tante; la cualidad més caracteristica de la clase “dominante, mas que el valor militar, viene a ser la riqueza: los gobernantes son los ricos, no los fuertes. La principal condicién necesaria para que esta transformacion se produzca, es la siguien- te: ocurre que la organizacién social se per- fecciona y se concentra, de modo que la pro- teccion de la fuerza publica es considerable- mente més eficaz que aquella de la fuerza privada, En otras palabras, que la propie- dad privada sea suficientemente tutelada por la fuerza practica y real de las leyes, de modo que resulte supertlua la del propietario mismo. Esto se obtiene mediante una serie de gradue- Jes mutaciones en la estructura social que tiene por efecto cambiar el tipo de organizacion politica, que nosotros conocemos por Estado Feudal, en otro tipo esencialmemte diferente, que para nosotros seré dominado Estado Burocrdtico. Por ahora podemos decir que la evolucién a la cual hemos hecho referencia normalmente se facilita mucho por el progre- so de costumbres pacificas, por ciertos habi- tos morales que le sociedad humana contrae a medida que avanza la civilizacién. Una vez efectuada esta transformacién, es cierto que, como el poder politico ha produ- cido la riqueza, también la riqueza produce el poder. En una sociedad ya un tanto madura, en la cual la fuerza individual es tenida bajo freno por la de la colectividad si los podero- sos son ordinariamente los ricos, de otra parte, basta ser rico para convertirse en poderoso. Y en verdad, es inevitable que, cuando esta prohibida la lucha a mano armada, mientras €s permitido hacerlo con libras y peniques, los mejores puestos son ineviteblemente conquistados por quienes estén mejor pro- vistos de libras y peniques. Hay en verdad Estados de una civilizacion muy avanzada que estén organizados sobre la base de principios morales de una indole tal, que parece excluir esta preponderancia de riqueza a la que hemos aludido. Pero este es uno de tantos casos en los cuales los princi- pios tedricos no tienen sino una aplicacién limitada en la realidad de las cosas, En os Estados Unidos de América, por ejemplo, todos los poderes influyen directa o indirecta- mente en las elecciones populares y, el sufra- ESTUDIOS 93 gio es, en casi todos los Estados, universal; atin més, la democracia prevalece no sblo en las instituciones, sino hasta cierto punto también en las costumbres, y hay una cierta repuganancia de los ricos a entregarse ordina- riamente a la vida publica y una cierta repug- nancia de los pobres a escoger a los ricos para los cargos electivos. Pero esto no evita que el rico sea siempre més influyente que el pobre, puesto que puede utilizar la presion sobre los politicos que controlan fa adminis: vracién publica; no evita que las elecciones se hayan af compas de (os détares; que legis: laturas locales completas y numerosas fraccio- nes del Congreso no resista la influencia de las poderosas corporaciones ferroviarias y de los grandes valores de las finanzas.* Aunque en la China e! gobierno no habia aceptado ei principio de elcciones populares, estaba fundado sobre una base esencialmente igualitaria; los grados académicos abrieron el acceso a ios cargos publicos y estos grados se confirieron por examenes, implicando un aparente resguardo contra la familia o la ri- queza. De acuerdo con algunos autores, sélo peluqueros y ciertas clases de marinas inclu: yendo a sus hijos, fueron impedidos del derecho de competencia a los diversos grados dei mandarinato.* Pero, aunque la clase adine- rada de China era menos numerosa, menos rica, menos poderosa que la de Estados Unidos de América del presente, no es menos cierto que ha sabido notablemente moditicar la escrupuiosa aplicacién de este sistema, No 3610 fue {a indulgencia de los examinadores, 4 Janes, Le Instituzioni Politiche © Sociali degli Stati Uniti D’America, parte II, cap. X 5 Rousset, A TRAVERS LA CHINE, con frecuencia comprada con dinero, sino e! gobierno mismo que en ocasiones vendia los grados académicos y permitia a las personas ignorantes, con frecuencia del estrato social mas bajo, ocupar puestos publicos.® En relaci6n con este argumento, debemos afirmar que, en todos paises det mundo, otros medios de influencia social, como la notorie- dad, gran cultura, conocimiento especiatizado, alto rango en la jerarquia ectesidstica, adminis- xrativa y militar, se adquieren siempre mucho mas faécilmente por {os ricos que por los po- bres. Los primeros, invariablemente, tienen un camino més corto gue recorrer, una via no- tabiemente mas breve que la de los segundos, sin considerar que el trecho del camino, que el rico tiene dispensado, es frecuentemente el mas aspero y dificil, Las creencias religiosas y la cultura cientifica En las sociedades en las cuales ias creencias religiosas son muy fuertes y los ministros del culto forman una clase especial, se constituye casi siempre una aristocracia sacerdotal, que obtiene casi siempre una parte mas 0 menos grande de la riqueza y de! poder politico. Te- nemos ejemplos conspicuos de este hecho en cierta época del antiguo Egipto, en la India brahménica y la Europa medieval. Con fre cuencia ios sacerdotes, que no slo desempefian oficios religiosos, poseen el conocimiento legal y cientifico, y representan la clase inte- lectual mas elevada. Conciente o inconciente- mente, las jerarquias sacerdotales con frecuen- cia manifiestan una tendencia a monopolizar el conocimiento y obstaculizen la difusion de G Mos y Sans, Le Chine et Jes Puiesances chretiennes, Vol. I pp, 332.334; Hus. Empire Chinois 4 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA los métados y los procedimientos que hacen posible y facil ef aprendizaje. Se puede en verdad sospechar que a esta tendencia se debe, al menos en parte, la muy lenta difusion del alfabeto demético en el antiguo Egipto, infi- nitamente més simple y facil que la escritura jeroglifica. Los druidas en Galia conocian el alfabeto griego, pero no permitian que el copioso caudal de su literatura fuera escrito, obligando a sus alumnos al aprendizaje de memoria, Al mismo punto de vista puede ser atribuido el tenaz y frecuente uso de las len- guas muertas, que encontramos en la antigua Caldea, en a India y en la Europa medieval. Algunas veces, en fin, como era el caso en ta India, las clases mas bajas han sido expl tamente prohibidas de adquirir los conoci- mientos de {os libros sagrados. La nocién sagrada y la cultura verdadera- mente cientifica, exentas de cualquier aureola sagrada o religiosa se convierten en fuerzas politicas importantes sdlo en un estado muy avanzado de civilizacién y, solo entonces se abre el acceso a la clase gobernante para aque- Hos que 10 poseen. Pero en este caso, hay que tener presente que no es tanto el conocimiento en si el que tiene valor politico, como las aplicaciones précticas que se pueden hacer del mismo para provecho del pUblico o del Estado. Algunas veces no se requiere sino poseer los procesos mecénicos indispensable para la adquisicion de una cultura superior porque es mas fécil’ constatar y mesurar la pericia que un candidato ha podido adquirir. Asi, en ciertas épocas de! antiguo Egipto, la profesién de escriba conducia a los cargos pUblicos y al poder, tal vez porque aprender la escritura jeroglifica requeria largo y paciente estudio; en la China moderna, el conocimien- to de los numerosos caracteres en la escritura china a formado la base de la cultura del mandarin.” En la Europa del presente y en América, la clase que aplica los avances de la ciencia mo- derna a la guerra, a la administracion piiblica, a las obras y a la sanidad publica, ocupa una posicién politicamente relevante y, en nuestro mundo occidental, como en la antigua Roma, absolutamente privilegiada es la condicién de los abogados que conocen la legislacién complicada, comin a todos los pueblos de la antiguedad civilizada, méxime aquellas nociones juridicas que acopian aquel género de elocuencia que més encuentra el gusto de tos propios contemporaneos. No faltan ejemplos en los cuales vemos que, a la fracci6n mds encumbrada de la clase politica, la larga practica de regir el organismo civil y militar de la comunidad hace nacer y desarroliar un verdadero arte de gobierno, superior al tosco empirismo y a todo aquello que sugiere la mera experiencia individual. En tales circunstancias se constituyen aristocra- cias de funcionarios, como el Senado romano, el veneciano y, hasta cierto punto, la aristo- cracia Inglesa, misma que han inspirado la admiracién a John Stuart Mill, y que cierta- mente han desarrollado gobiernos que se distinguieron por politicas cuidadosamente consideradas y por la gran firmeza y sagacidad en su ejecucién, Este arte ciertamente no es 1a Ciencia Politica, pero ha precursado sin duda la aplicacién de algunos de sus postulados: sin embargo, en relacién con esto, sobre alguna afirmacién de que cierta clase de personas 7 Esto era vordad hasta hace unos cuantos affos, cuando el examen de un mandar(a versaba sobre discipline literaris ehistorica ESTUDIOS 95 han estado durante largo tiempo en’ posesion de las funciones pol iticas, creemos que su co- Nocimiento no habia servido més como crite- rio ordinario para abrir el acceso a las mises, cuando su posicién social no omitiera la ex clusividad de los cargos publicos. El grado de dominio del arte de gobernar que un individuo ostenta es, salvo casos excepcionales, una cualidad muy dificil de constatar, si la persona no ha dada una de- mostracion préctica de poseerlo. La influencia dela herencia en la clase politica En ciertos paises encontramos castas heredi- tarias; la clase gobernante esté definitivamente restringida a un cierto numero de familias y el nacimiento es el Unico criterio que deter- mina la entrada a la clase o la exclusion de la misma. Los ejemplos de estas castas heredita- rias son muy comunes y no hay précticamente ningtin pais de antigua civilizacién que, en una época determinada de su historia, no las haya tenido. Encontramos noblezas heredita- rias durante ciertos periodos en la China, en el antiguo Egipto, en fa India, en la Grecia anterior a las guerras médicas, en la Roma antigua, entre los esclavos, entre los latinos y los germans de la Edad Media, en México en la época de la conquista de América y en Japén hasta hace pocos afios atrds A este propésito debemos considerar dos observaciones: la primera es que todas las clases pol iticas tienden a convertirse de hecho en hereditarias: Todas las fuerzas politicas poseen como cualidad, lo que en fisica se lama la fuerza de inercia, la tendencia a per- manecer en un puntéy en el estado en el cual se encuentran. El valor militar y ta ci- queza facilmente, por tradicién moral y mate: rial, se mantienen en ciertas familias; la préc- tica de los grandes cargos, los habitos y la aptitud al tratar los asuntos de importancia se adquieren més facilmente cuando desde pequetio se tiene con ello familiaridad. Aun cuando los grados académicos, la cultura cientifica, las aptitudes especiales probadas por medio de examenes y de concursos, abren al camino a los cargos pUblicos, no se destruye la ventaja especial a favor de algunos, a quienes los franceses definen como la ven- taja de positions deja prises, y en realidad, aunque los examenes y concursos sean te6ri- camente abiertos @ todos, la mayoria nunca tiene los recursos para poder sufragar los gestos de una larga preparacion y otros muchos se encuentran sin las relaciones y los Parentescos por los cuales un individuo es puesto de sitbito en la via buona y se evita ios titubeos y los tropiezos que son inevitables cuando se entra a un ambiente desconocido, en el cual no se tiene guia ni apoyo, El principio democrético de eleccién por un sufragio de bases amplias pareceria a pri- mera vista estar en contradiccién con la ten- dencia hacia la estabilidad de la clase politica, tal como lo habemos asentado. Pero cabe observar que los candidatos tienen éxito en las elecciones democraticas casi siempre son aquellos que las fuerzas politicas que hemos ya enunciado y que con mucha frecuencia son hereditarias. En los parlamentos inglés, francés ¢ italiano, vemos frecuentemente a los hijos, los nietos, los hermanos, los sobrinos los yernos y los parientes de diputados y ex-diputados. La segunda observacién consiste en esto: que, cuando vemos en un pais establecerse 96 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA una casta hereditaria que monipoliza el poder politico, se puede estar seguro que un status de jure tue precedido por un status de facto. Antes de proclamar su derecho exclusivo y hereditario al poder, las familias 0 castas poderosas debieron tener bien sblido en sus manos el bastén del mando, debiendo mono- polizar absolutamente todas las fuerzas poli- ticas de la época y del pueblo en el cual se afirmaron; de otra forma una pretensién de éste género hubiera suscitado protestas y luchas sangrientas. De acuerdo con esto, diremos que las aris: tocracias hereditarias con frecuencia han argumentado orgenes sobrenaturales o por lo menos diferentes y superiores a aquellos de las clases gobernadas. Tales pretensiones se expli- can como un hecho social muy importante, es decir, que toda clase gobernante tiende a justi- ficar su poder de hecho apoyéndolo en un principio moral de orden general. Reciente- mente la misma clase de pretension se ha presentado con el apoyo de un investimiento cientifico, Algunos escritores, desarrollando y amplificando la teoria de Darwin, creen que las clases superiores representan un grado mas elevado, la evolucién social y que esas clases son por constitucién orgénics mejor que las interiores; Gumplowiez, ya citado, va mas alld y_sostiene netamente el concepto de las divi siones de los pueblos en clases profesionales, fundado en los paises de moderna civilizacion sobre una heterogeneidad.§ £s muy notorio en Ia historia, cémo las cualidades, lo mismo que los defectos especia- 8 Der Rassenkampl, Este concepto se receba de todo e! espiritu de la obra, nero esté explicitamente formulado en el libro 1, Cap, XXII les, unos y los otras muy acentuados, han mostrado que las artistocracias han permane- cido perfectamente cerradas y normalmente han tenido, por tanto, un espiritu muy exclu- sivo. E! antiguo patriarcado romano y las modernas noblezas inglesa y alemana, dan una pronta idea del tipo a que nos referimos, Pero al tratar este hecho, con las teor{as que tienden a exagerar su significado, siempre se puede obtener la misma objecién: que los individuos que pertenecen a estas aristocracias deben sus cualidades especiales no tanto a la sangre que fluye en sus venas, cuanto por la muy particu- iar educacién que han recibido y que ha desarrollado en ellos ciertas tendencias intelectuales y morales, a preferencia de otras, Entre todos los factores que figuran en la jerarquizacién social, la superioridad intelec- tual es la que menos relaci6n tiene con la herencia. Los hijos de hombres con gran inteligencia frecuentemente tienen mediocres talentos. Esaes la razén por la cual las aristocra- cias hereditarias nunca han defendido su gobierno solamente sobre la base de una superioridad intelectual, sino més bien cimen- tadas en las superioridades de cardcter y riqueza Se dice que puede ser suficiente explicar la peculiaridad de {as aptitudes meramente intelectuales, mas no aquellas de cardcter moral, como fuente de la fuerza de voluntad, ei valor, el orgullo y la energla de caracter Pero la verdad es que la posicion social, la wradicién de familia, los habitos de la clase en la cual vivirnos, contribuyen al mayor o menor desarrollo de las cualidades mencionadas, més de lo que comunmente se cree, Asi, observan- do atentamente a los individuos que han cambiado de posicién social, sea para bien o ESTUDIOS a7 para mal, y que se encuentran en consecuencia en un ambiente diferente de aquel al que estaban acostumbrados, podemos facilmente afirmar que sus aptitudes intelectuales se han modificado mucho menos sensiblemente que las morales. Independientemente de fa mayor amplitud de visién que el estudio y el conaci miento aportan @ cualquiera que no sea abso- lutamente un estépido, todo individuo, sea un simple secretario 0 se convierta en ministro, que alcance el rango de sargento o el de general, sea millonario 0 pordiosero, se mantiene inevitablemente en el nivel intelec- tual que (a naturaleza le ha dado. Aun més, con los cambios de la posicién social y de la riqueza, podemos faci|mente ver al orgulloso devenir en humilde y laservidumbre cambiarse en arrogancia; un cardcter franco y enérgico, constrefiido por la necesidad, aprende a mentir © por lo menos a disimular ; y quien se arraiga largamente en simular y mentir, puede adoptar una franqueza sedicente e inflexibilidad de cardcter. Es pura verdad que quien de lo alto viene a lo bajo, frecuentemente adquiere fuerza de resignacién, de sacrificio y de iniciativa; como es verdad también, en quien de lo bajo se alza a lo alto se conserva el sentimiento de la justicia y de la equidad. En suma, si se muta, para bien o para mal, debe ser excepcional mente temperada aquel individuo que, cambiando notablemente de posicién social, conserve inalterable el propio caracter. Decia Mirabeau que para cualquier hombre, una gran elevacidn en a escala social produce una crisis, que cura los males que tiene y fe crea algunos que antes no tenia.’ 9 Correspondence entre le comte de mirabeau et le comte i la Marck, vol. \\ p. 228 El valor guerrero, la energia en el ataque, la capacidad de resistencia, son cualidades que, normaly extensamente, son condiciones creidas como monopolio de as clases superio- res, Ciertamente grande puede ser la diferencia natural y, !o diremos asi, innata, entre un individuo y otro; pero, mas que nada, son las tradiciones y el habituamiento a los ambientes lo que mantienen en lo ato, en Io bajo o en medio, a cualquier categoria numerosa de seres humanos, Cuando generaimente nos famitiarizamos con el peligro o mejor, entances con cierto peligro, las personas con tas cuales convivimos hablan de éi con indiferencia y permanecen caimadas e imperturbables delante del mismo. De hecho muchos alpinistas y marineros, que son por naturaleza timidos, afrontan impavidos los peligros de los abismos y fos relativos ai mar, y as‘ las poblaciones y las clases acostumbrades a la guerra mantienen las virtudes militares en su més alto nivel. Tan veridico €s que aun las poblaciones y clases sociales ordinariamente ajenas a las armas, adquieren répidamente las. virtudes militares porque losindividuosque is integran son incorporados a ciertos nucleos donde el valor y el atrevimiento son tradicionales; por- que son, si cabe la metafora, fundidos en crisoles humanos fuertemente empapados de aquellos sentimientos de modo que es posible transmitirselos, Mahoma II reclut6 sus terribies janizarios principalmente entre nifios que habian robado a los degenerados griegos de Bizancio; el tan despreciado labriego eaipcio, desacostumbrado por largos siglos a la querra y habituado a permanecer humilde ¢ indtil bajo el bastén de los opresores, ‘lego a ser buen soldado cuando Nehemet-Ali lo mezcl6 con los regimientos turcos y albaneses. La nobleza francesa siempre ha gozado de repu 98 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA, tacién por su britlante valor, pero a fines del siglo dieciocho esta cualidad no era igual mente atribuida a la burguesia del mismo pais; sin embargo, las guerras de fa Republica y del Imperio. demostraron ampliamente que la naturaleza habia sido igualmente prédiga de vator para todos los habitantes de Francia y que tanto la plebe como ia burguesia suminis- traron buenos soldados, que hasta entonces se creian privilegio exclusivo de los nobles como excelentes oficiales. Del resto de las afirmacio: nes de Gumpiowicz acerca de la diferenciacion de las clases sociales que dependen maxima mente de la variedad étnica, merecen por Io menos ser probadas: en contra de estas afir maciones muchos hechos se pueden aducir facilmente; son tan obvios: frecuentemente las ramas de una misma familia pertenecen a clases sociales muy diferentes, Periodos-de estabilidad y renovacién de la clase politica Finalmente, estando adheridos a la idea de aquellos que sostienen la fuerza exclusiva del principio hereditario en la formacion de la clase politica, deberiamos ser tlevados a una conclusion similar a la que habsamos anotado en la primera parte de nuestro trabajo: la his- toria politica de la humanidad deberia ser mucho mas simple de lo que es. Si verdadera: mente ta clase politica perteneciera a una raza diferente o si sus cualidades de dominacion se transmitieran principalmente por medio de la herencia orgénica, no se entenderia por qué, una vez formada esta clase, ella podria decaer © perder el poder. Las cualidades peculiares de la raza son sumamente tenaces y, adhiriéndo: nos a la teoria de la evolucion, ias aptitudes adquiridas por los padres son innatas en sus hijos y con la sucesian de generaciones se va siempre afinando. Por tanto, los descendientes de los dominadores debieron convertirse siempre en més aptos para el dominio y las otras clases debieron mas y més ver remotas sus posibilidades de medirse con ellos y susti- tuirlos. Ahora la més comtin experiencia basta para estar seguros que las cosas no van precisa mente asi. Nosotros vemos que apenas se desajustan las fuerzas politicas, si nuevas fuerzes nacen, si las antiguas pierden importancia 0 si se pro- duce un cambio en su distribucién, cambia también la manera como la clase politica esta formada. Si una nueva fuente de la riqueza se desarrolla en una sociedad, si la importancia practica de los conocimientas crece, si la anti qua religion decae o nace una nueva, si una nueva corriente de ideas se difunde, simultd- neamente ocurren fuertes dislocaciones en ta clase gobernante. Se puede decir asi, que toda la humanidad civilizada se resume en la lucha entre la tendencia que tienen los elementos dominantes que monopolizan el poder politico y transmiten hereditariamente la posesion a sus sucesores, y la tendencia que existe contra la dislocacion de estas fuerzas y la afirmacion de fuerzas nuevas que producen un continue fermento de endésmosis entre las clases altas y algunas fracciones de las clases bajas. Las clases politicas decaen inevitablemente cuando no pueden mds ejercer la cualidad por la cual arribaron al poder o éste perdié su importancia en los ambientes en los cuales viven: asi deca Yo la aristocracia romana cuando ya no fue mas ta fuente exclusiva de los altos oficiales det ejército, de los administradores de {a republica, de los gobernadores de las provincias; asi decay6 la veneciana cuando sus patricios no comandaron més las gaieras y ya no pasaron ESTUDIOS 99 més la mayor parte de sus vidas navegando, comerciando y combatiendo. En ta naturaleza inorgdnica tenemos el ejemplo del aire, en el cual la tendencia hacia la inmovilidad, producida por la fuerza de inercia, esta continuamente combatido por la tendencias al cambio, consecuencia de la desi- gualdad en la distribucién del calor. Las dos tendencia, prevaleciendo por turnos en las diversas regiones de nuestro pianeta, van pro duciendo ahora 'a calma, ahora el viento, ahora la tormenta, Sin pretender encontrar alguna analogia sustancial entre este ejemplo y los fenémenos sociales, solo citéndose como facil parangon formal, observamos que, en la socie- dad humana, prevalece ahora la tendencia que produce la clausura, la inmovilidad, la cristali- zacién, por asi decirlo, de la clase politica, aquéllo que tiene por consecuencia su mas 0 menos répida renovacion Las sociedades del Oriente, que nosotros consideramos estacionerias, en realidad no |o han siempre gstado, porque de otra forma, como ya lo hemos sefialado, no habrian podido hacer los progresos de los cualesnos han dejado irrefutables testimonios. Es mucha mas exacto decir que {legamos a conocerlos cuando estaban en un periodo de cristalizacian de sus fuerzas y clases politicas. Lo mismo ocurre en aquella sociedad que comunmente llamamos decrépi. ta, en la cual las creencias religiosas, la cultura cientifica, los métodos de produccién y distri- bucion de la riqueze no han tenido por siglos algan cambio radical, y que no han sido per- turbados en su curso cotidiano por infiltra- ciones materiales e intelectuales de elementos extranjeros, En esta sociedad, las fuerzas pol - ticas son siempre las mismas, la clase que las posee mantiene el poder indisputado, se perpetua en ciertas familias y ia inclinacion a la inmobilidad se generaliza hacia todos sus estratos sociales Es asi que en la India vemos el régimen de las castas estabilizarse rigurosamente después de que fue sofocado el Budismo. Asi vemos que en el antiguo Egipto los griegos encontra ron castas hereditarias, pero sabemos que en los periodos de esplendor y renovacidn de (a civilizacién egipcia la herencia de los oficios y las condiciones sociales no existia. Poseemos un documento egipcio que resume la vida de un alto oficial del ejército que vivio durante el period de la expulsion de ios Hiksos y que habia empezado su carrera como un simple soldado, Otros documentos muestran casos en los cuales el mismo individuo servia sucesiva- mente en el ejército, en la administraci6n civil y en el sacerdocio.® Pero el ejemplo mas conocido y quiza mas importante de una sociedad que tiende a cris- talizarse, la tenemos en el periado de la historia romana que por costumbre es llamado et Bajo Imperio y en el cual, después de algunos siglos de inmobilidad social casi completa, observa- mos la més neta separacion entre dos clases una de grandes propietarios e importantes funcionarios, la otra de siervos, colonos, ple- beyos; y |o que es més notable, la estabilidad fluia més de ta costumbre que de Ia ley y la herencia de |os oficios y de las condiciones sociales fue en aquella época rapidamente generatizada.'! 10 Lenorrant, Masnero. Brash. 11 Momimsen e Marquardt, Manuel des antiquites romaines; Fustol die Coulanges, Nouvelles Recherches Sur Quelques Problemes O'Histoire. 100 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA Mas puede suceder ai contrario, y sucede algunas veces en la historia de las naciones, que el comercio con pueblos extranjeros, la necesidad de emigrar, los descubrimientos, las guerras, crean nueva pobreza y riqueza nueva, difundiendo conocimientos ya antes conoci dos, produciendo infiltraciones de nuevas corrientes morales, intelectuales y religiosas. Puede acontecer que, por lenta elaboracién interna 0 por efecto de esta infiltracion o por ambas causas, surja une ciencia nueva o retorne en uso los resultados de la antigua que habia estado olvidada, 0 que las nuevas ideas o las, nuevas creencias alteren las costumbres sobre las cuales se fundaba la obediencia de la masa, La clase politica puede también ser aniquilada y destruida en todo o en parte por invasiones extranjeras 0, cuando se producen las circuns- tancias antes mencionadas, pueden entonces ser desalojadas por el impacto de nuevos estra- tos sociales fortalecidos por nuevas fuerzas politicas. Es natural entonces que advenga un periodo de renovacién o, si se prefiere definirlo asi, de revolucion, durante el cual las energias individuales tienen un juego libre y algunos indiviues mas apasionados, més activos, mas intrépidos y astutos, pueden desde la base de la escala social abrirse la via hacia los grados més elevados. Este movimiento, una vez iniciado, no se puede todo y de momento refrenar; el ejem- plo de los individuos que, partiendo de nada han alcanzado posiciones prominentes, esti- mulan nuevas ambiciones, nuevas avaricias, nuevas energias, y el renovamiento molecualar de la clase politica se mantiene activo hasta que un largo periodo de estabilidad social vuelve a apaciguarto, Casi no necesaitamos citar ejemplos con tales periodos de renova- cidn, porque en nuestra época seria superfluo Recordaremos, por tanto, que en los patses de reciente colonizacién el fendmeno de la répida renovacién de tas clases pol iticas es muy frecuente y muy impresionante, Cuando la vida social comienza en tales paises no hay una clase dirigente y, durante el periodo en el cual se constituye, es natural que el ingreso a ia misma resulta més facil. El monopolio de la tierra y de otros medios de produccién viene a ser, si no del todo imposibles, en cierto moda dificil, Tal es el por qué, cuando menos du- rante cierta época, ios griegos ofrecian un amplio escape para todas las energias y em- presas de la Hélade; tal es el por qué en los Estados Unidos de América, donde la coloni- zacién de las nuevas tierras ha durado por todo el siglo diecinueve y las nuevas industrias estuvieron continuamente surgiendo, los se/f- made-men eran entoces muy frecuentes, se ha contribuido a mantener la ilusion de que la democracia es una realidad. Ahora, suponiendo que del estado febril una sociedad va pasando al de la calma, puesto que las tendencias psicoldgicas del hombre son siempre las mismas, aquellos que son parte de la clase politica van adquiriendo un espiri- tu de cuerpo y, por tanto, el arte de monopoli- zar en su ventaja las cualidades y asptitudes necesarias para acceder al poder y para mantenerlo; al final, con el tiempo, se forma la fuerza conservadora por excelencia, la fuerza de la costumbre, por la cual los muchos se resignen a ester en la base y los miembros de cierta familia o clase privilegiada adquieren ta conviccién que para ellos es casi un derecho absoluto el estar en lo alto y en el mando, Un fildntropo estaria seguramente tentado a indagar si la humanidad es més feliz o menos infeliz, cuando se encuentra en un periodo de calma y cristalizacién social, en el que todo ESTUDIOS 101 mundo debe casi fatalmente permanecer en el grado de la jerarquia social, en et cual nacid, 0 cuando atraviesa el perido perfectamente opuesto de renovacidn y revolucion que per- mite a todos aspirar a los grados mas excelsos Y a algunos, incluso, ocuparios. Una simple indagacién seria dificil, y debiéramos tener con ella respuestas de muchas condiciones y excepciones y, necesariamente, éstas serian siempre influenciadas por el gusto individual del observador. Por ello nosotros nos guarda mos bien de darla; mucho més, aunque pudieramos obtener un resultado indiscutible y seguro. Aquello que los fildsofos y los tedlo- gos llaman libre albedrio, 0 sea la opcién esponténea de las individuos, ha tenido hasta ahora, y tal vez para siempre, poco o casi nula intluencia en apresurar el fin o el princi- pio de uno de los periodos histéricos mencio- nados. curiosos detalles tecnicos que entorpecen su funcionamiento” Los argumentos précticos y las disertaciones legales en America —afiade— se parecen a los de ejecutores testamentarios que hacen ejecutar un testamento mal redac tado; el sentido de sus discursos es razonable, pero no pueden hacerlo comprender comple: tamente sin defenderlo con sencillez, porque est enredado en los viejos términos de un testamente viejo. “Pero la consecuencia més importante es que hemos recurrido, sin darnos cuenta de la significacién politica de nuestros actos, a medios extraconstitucionales para modificar el sisterna federal en las partes en que el equilibrio de los poderes era demasiado delicado para servir a usos practicos en que ese sistema no convenia al principio esencial de su creacion, es decir, al gobierno por el pueblo por medio de sus representantes en el Congreso”

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