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TRABAJO PRÁ CTICO N°1

Las concepciones de la Historia en el siglo XX. La teoría.


Autores:
 Aurell
 Bourdé-Martín
 Dosse
 Iggers
 Moreyra

Objetivos:

 Conocer los presupuestos teórico-metodológicos de las distintas corrientes historiográficas


del siglo XX hasta la actualidad.
 Identificar y caracterizar las continuidades, las rupturas y las mutaciones de los paradigmas
que subyacen a la labor historiográfica del siglo XX.

EL ORIGEN DE LA HISTORIA COMO DISCIPLINA CIENTÍFICA

En los albores del siglo XIX se produjo en el mundo occidental una ruptura generalizada con el
modo en el que hasta entonces se había venido investigando, escribiendo y enseñando la historia.
Lo decisivo era la transformación de la historia en una disciplina especializada.
El origen de la ciencia histórica coincide con el establecimiento de la historia como una asignatura
que se enseña y se estudia en las universidades. Para el origen de la ciencia histórica resulta decisiva
la moderna universidad alemana, cuyo prototipo es la universidad de Berlín, fundada en 1810.

EL HISTORICISMO CLÁSICO

Contexto histórico en el cual se desarrolla: un moderno orden social, en el que la sociedad burguesa
ha quedado integrada en un estado monárquico burocrático. Dentro de este marco surgió una
determinada concepción de la ciencia, el historicismo clásico.

Inicios del historicismo y principales características:


o Hasta entonces habían existido dos formas distintas de historiografía, una de orientación
erudita y otra, la literaria. Estas dos formas se iban fusionando a medida que la historia
dejaba de ser un género literario para convertirse en una disciplina especializada. No era
éste, sin embargo, un cambio abrupto. Consideran la historia como una ciencia, si bien
continúan convencidos de que la exposición histórica debe seguir unos criterios literarios.
o Para el historicismo clásico son de máxima importancia tanto la independencia del
pensamiento histórico (el objetivo no es la formulación de modelos de explicación
abstractos, sino la ‘comprensión’ de unidades de sentido individuales) como la confianza en
que el mundo histórico tenga un sentido (esto marca una diferencia muy importante con el
positivismo), por lo que la historia contendría la clave más importante para el acceso a la
cultura europea.
El máximo exponente del historicismo clásico: Leopold von Ranke. Para Ranke, la investigación
científica se hallaba vinculada al método crítico. Una condición previa para cualquier investigación
era la sólida formación en los métodos de la crítica filológica. “La rigurosa exposición del hecho era
el primer precepto”. El análisis historiográfico debe basarse en un análisis crítico de testimonios
oculares o documentos de la época fiables. Una formación escrupulosa en el examen crítico de
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las fuentes era una condición previa para ocuparse científicamente de la historia. Pero este
modo de ver las cosas excluía, a la vez, un positivismo factual que no fuera más allá de los hechos
en sí, pues para Ranke el hecho era algo sumamente complicado que sólo podía ser comprendido
dentro de un conjunto de significados. Por ello, la “misión” de la historia se orienta no sólo “hacia
la recopilación y articulación de los hechos”, sino también “hacia la comprensión de los mismos”.
Influencia del historicismo y de Ranke en Europa y América: el historicismo se expandió por toda
Europa y América, si bien con matices y diferencias con respecto a Alemania, se pueden generalizar
algunas características de la historia en todos los espacios. Por ejemplo, el elemento burgués
caracterizó la historiografía europea, la cientificidad de la historia corrió paralela a la su
institucionalización en las universidades, la crítica documental también fue algo en común, y la
ideologización implícita también. Ya en la primera mitad del siglo XIX surgieron, casi
simultáneamente con las grandes ediciones de fuentes alemanas, empresas similares en Francia e
Inglaterra y antes incluso en Italia. La reorganización de la universidad francesa después de 1870 se
atiene en muchos aspectos al patrón alemán.
Supuesto teórico-metodológico: Esta corriente desde el punto de vista temático privilegiaba, bajo la
influencia del nacionalismo burgués, la evolución administrativa y constitucional del estado-nación,
se contentaba con un análisis bidimensional de la política, sin profundizar en las fuerzas
subyacentes y se concentraba en las élites privilegiadas. La función del historiador se limitaba a
extraer hechos cuidadosamente reunidos y criticados que encadena en un orden cronológico. Se
creía que el uso del método crítico y la publicación de las fuentes eran condiciones suficientes de la
explicación histórica, olvidándose que en los datos aparecen los hechos pero que éstos son la
empiria y que precisamente la explicación histórica no es la acumulación de piezas de información
laxamente vinculada sino la construcción de una síntesis explicativa como respuesta conceptual al
interrogante histórico planteado. Y de esas ilusiones y pretensiones se derivaba su debilidad
explicativa: la historia acontecimental.
Crítica de la concepción científica de Ranke : Detrás de la apelación a la objetividad se escondía
una ideología que abarcaba a la sociedad, al estado y a la cultura y que precisamente impedía una
aproximación “objetiva”, es decir, imparcial, a la historia. Si bien significó un importante eslabón
en la conformación de la historia como disciplina al aportar la base empírica, descuidó el proceso de
conceptualización.
LA ESCUELA METÓDICA
Contexto histórico en el cual se desarrolla: Surge, se desarrolla y prolonga durante la Tercera
República en Francia (1870-1940). Los manuales escolares alaban el régimen republicano,
alimentan la propaganda nacionalista y aprueban la conquista colonial. Por tanto, esta corriente de
pensamiento funda una disciplina científica, y simultáneamente, segrega un discurso ideológico.
Dominó la enseñanza y la investigación hasta los años 40. Objetivo: formar a las nuevas
generaciones en el amor a la República, a fin de consolidar el soporte social del régimen. La ciencia
histórica, que pretende la imparcialidad, la objetividad, demuestra que es un discurso ideológico que
sirve a los intereses de un régimen político o manifiesta las aspiraciones de una comunidad
nacional.

Supuesto teórico-metodológico: Quiere imponer una investigación científica dejando de lado


cualquier especulación filosófica y pretendiendo la absoluta objetivad en el campo de la historia.
Procura lograr estos fines aplican técnicas rigurosas en lo que respecta al inventario de las fuentes,
la crítica de los documentos y la organización de las tareas profesionales.
“La historia sólo es la puesta en práctica de documentos.” La EM deja de lado el papel esencial de
las preguntas que el historiador plantea a sus fuentes, y recomienda la desaparición del propio
historiador detrás de los textos.

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 Fuentes: No piensan en los documentos no escritos: por ejemplo yacimientos
arqueológicos, que reflejan la vida económica, la estructura social o la organización
militar. La concepción muy estrecha del documento limita la ambición de la
disciplina. Al documento hay que realizarle una serie de operaciones analíticas: crítica
externa (heurística), es decir si se trata de un documento original, una copia o es falso,
indicar los firmantes, la fecha, etc., en una ficha. Luego realizar la crítica interna: analizar
el contenido del documento para interpretar lo que quiso decir el autor, analizar las
condiciones en las que fue elaborado, las intenciones de su elaboración, es decir la
hermeneútica que a veces obliga a recurrir al estudio lingüístico.
 Luego se debe dar paso a las operaciones sintéticas: comparar varios documentos para
establecer un hecho particular, reagrupar los hechos aislados en marcos generales, llenar
las lagunas a través de la deducción o por analogía, elegir entre la masa de los
acontecimientos pues es imposible un historia total y por último el historiador debe
arriesgar algunas interpretaciones pero evitando las conclusiones.
El objeto de estudio: El análisis de la obra de Ernest Lavisse muestra las características de esta
escuela. El objeto de estudio se centra en el estado-nación, periodización articulada en función de
los reinados, estudio sobre la elite, hechos políticos, militares y diplomáticos, tratando
tangencialmente hechos económicos y sociales. El tiempo se divide en grandes períodos
subdivididos en pequeños mientras que el relato encadena los acontecimientos respetando una
causalidad lineal, presentando por lo tanto un discurso ideológico al servicio del proyecto político,
en donde la consolidación del estado-nación es consecuencia de una sucesión de acontecimientos
en los que se destacan virtuosos héroes, se hace hincapié en el estudio de la Revolución Francesa
sin analizar por ejemplo el terror, los enfrentamientos políticos, etc., puesto que la misma es
considerada como una ruptura radical que hace emerger la soberanía de la nación, instaura el
respeto por la ley y la libertad de conciencia y de trabajo. Se seleccionan además los hechos de
guerra que muestran la defensa del territorio y Juana de Arco es vista como el símbolo de la
resistencia. Además se justifica la colonización que permite compensar la pérdida territorial por la
guerra contra Alemania, sustentándose además en la idea de la misión civilizadora.
Exponentes: A esta corriente pertenecen Langlois y Seignobos.

Críticas:
La escuela metódica, que aplicó al pie de la letra el programa de Ranke, hizo progresar
verdaderamente la historiografía en Francia. Pero, con fundamentos poco estables y graves
contradicciones, no tardó en ser atacada por todas partes.
El grupo de los Annales dirige a la historia tradicional cuatro reproches principales:
1. La historia historizante sólo presta atención a los documentos escritos, a los testimonios
voluntarios, mientras que los documentos no escritos y los testimonios involuntarios
informan igualmente acerca de las actividades humanas.
2. Pone el acento en el acontecimiento, el hecho singular, que sucede en un tiempo corto,
mientras que es más interesante conocer la vida de las sociedades, que se revela en los
hechos ordinarios, repetidos, que se desarrollan en un período de tiempo largo.
3. Privilegia los hechos políticos, diplomáticos y militares; y monosprecia, erróneamente los
hechos económicos, sociales y culturales.
4. Tiene temblorosas prudencias, teme comprometerse en un debate, raramente arriesga a una
interpretación y renuncia por anticipado a cualquier síntesis.

LA CRISIS DEL HISTORICISMO CLÁ SICO


Hacia el final del siglo XIX se acentúa una insatisfacción con el concepto de ciencia y con la
práctica científica que se había impuesto internacionalmente en la investigación histórica y en la
historiografía. En Alemania, Francia, Estados Unidos y en otros países se entabla una discusión
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acerca de los fundamentos de la investigación histórica y de la historiografía, los cuales se pretende
que correspondan a las nuevas condiciones sociales y políticas. Pero no existía ningún concepto de
ciencia homogénea que pudiera servir como alternativa a la práctica tradicional, aunque sí la
convicción de que habría que ampliar el objeto de la historia para acercar la sociedad y la cultura
al centro de la contemplación histórica, y de que la investigación histórica debería trabajar con un
concepto de ciencia que ofreciera unos criterios metódicos rigurosos no sólo para la investigación
de los hechos, sino también para el reconocimiento y la explicación de las interrelaciones históricas,
concepto que, enlazara la historia con la concepción de una ciencia social empírica.
En Francia fue la sociología la que conducía el combate contra la investigación universitaria
tradicional. La subordinación de la historia a la sociología fue aceptada por muy pocos historiadores
incluso en Francia, pero la ampliación del objeto de la historia a la sociedad, la economía y la
cultura, y el acercamiento de la historia a las ciencias sociales empíricas sí fueron tomadas más en
serio que en Alemania.
En oposición a la historia política tradicional, que pese a las variantes nacionales y políticas tenía
una idea homogénea de la temática y del método de la historia, en la nueva historia social había
tendencias muy distintas entre sí. Pero todas ellas tenían en común la idea procedente del
historicismo clásico según la cual la historia era una ciencia orientada hacia una realidad objetiva
que procedía de un modo estrictamente metódico.

LA HISTORIA COMO CIENCIA SOCIAL


Los cambios historiográficos son, en gran parte, respuestas a cambios contextuales de situaciones
concretas.
Durante el período de entreguerra y en especial como consecuencia de la crisis de 1929, la
economía invadió el campo de la política y nuevos problemas derivados de la situación de crisis
concentraron la atención de los estudiosos. Ello se reflejó en la preeminencia de una historia
económica para cuyo abordaje, los modelos lineales adolecían de insuficiencia explicativa.
Comenzó así a primar una historia estructural que tenía su anclaje en una concepción holista de
la realidad histórica, según la cual las estructuras eran entidades macro-reales con una organización
geográfica, económica y política independiente de la acción y de la conciencia de los individuos y
grupos. Esta concepción –influida por el pensamiento estructuralista en boga en las ciencias
sociales- puso el acento en la naturaleza relacional de las totalidades, en una natural orientación a
minimizar el rol del individuo y la acción propició, por ende, un holismo metodológico que
privilegiaba una aproximación al problema de la explicación desde el todo social.
Es la etapa del eclipse del acontecimiento, del auge de los paradigmas macrohistóricos y del
consiguiente enfoque sociológico de la explicación histórica, características reconocibles en la
historiografía francesa, en la tradición británica marxista, en la historiografía social norteamericana,
en la historia social de la política en Alemania.
Características de este enfoque de tinte sociologizante de la explicación histórica:
 Idea de la ciencia histórica que apunta a descubrir las condiciones y mecanismos
estructurales profundos y subyacentes por debajo de los fenómenos de corta duración. Un
intento totalizador que excave y extraiga los depósitos de las sociedades pasadas.
 Un deslizamiento del objeto de conocimiento desde el individuo agente al hecho social en su
conjunto. A la noción de acontecimiento, concebido como salto temporal, se opone la idea
de un tiempo social de concepción múltiple.
 El trabajo del historiador consiste en relacionar todos los aspectos de la vida en una síntesis
total de lo social.
En síntesis, este nuevo enfoque de la explicación, como alternativa al modelo historicista, se
caracterizó por privilegiar con exclusividad las relaciones, situaciones, procesos y desarrollos supra-
individuales en el estudio de devenir histórico. Desde el punto de vista estrictamente explicativo,
hay una preeminencia del enfoque estructural sobre la comprensión hermenéutica individualizadora.

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Desde el punto de vista temático, el prejuicio anti-institucional del nuevo paradigma, favoreció la
materia de estudio plebeya, la historia desde abajo, como el elemento constitutivo e integrador.
Los logros de este enfoque macro-social fueron significativos en tanto recuperaron la importancia
que las condiciones estructurales tenían como condicionantes de la agencia humana.
Sin embargo, al primar la categoría de la estructura, se relegó el tema básico del cambio y con ello
el descuido por las actitudes, decisiones y acciones de los actores históricos, importantes e
ineludibles factores de transformación. Y en el marco de ese estructuralismo extensivo, la
producción historiográfica adoleció de la falta de historia.

LA HISTORIA ECONÓMICA Y SOCIAL EN ALEMANIA.

El primer impulso para una historia social que se ocupara de los problemas desencadenados por la
industrialización fue la Nueva Escuela Histórica de Economía Nacional en Alemania.
Tomó del historicismo clásico la convicción de que la economía no era determinada por leyes
estrictas, universales y expresables en fórmulas matemáticas, si no que aquélla sólo podía ser
comprendida históricamente y dentro del marco de valores e instituciones de un pueblo. Adoptó dos
elementos más: la insistencia en el papel central del estado y los métodos de la crítica de fuentes.
Estos historiadores sociales y económicos ampliaban el objeto de la historia más allá de la
política para englobar en él también a la sociedad y a la economía, y sin embargo, adoptaron de los
historiadores políticos elementos sustanciales del concepto de ciencia. La cientificidad de su
historiografía seguía consistiendo en la evaluación crítica de las fuentes que servían de base a su
exposición. Se apoyaban en unas premisas teóricas y metódicas que nunca fueron explicitadas
de un modo crítico o sistemático.
Para las ciencias históricas fueron importantes Hintze y Weber, representantes de una corriente de
investigación que tiene su origen en la práctica científica de la Nueva Escuela Histórica de
Economía Nacional.

FRANCIA: LOS ANNALES.

Contexto en el cual se desarrolla: Al terminar el siglo XIX el predominio de la historia política fue
frecuentemente cuestionado. Contra el domino de la «escuela positiva» se erige una nueva
tendencia en la historiografía francesa, la cual se expresa en la década de 1930, en la revista
Annales. . Desde el comienzo del siglo XX empezaba a resultar visible en el terreno de la historia el
agotamiento de los viejos métodos de la erudición académica profesionalizada en el siglo XIX, con
sus pretensiones de objetividad científica, que enmascaraba el hecho de que su función real era la de
servir para la educación de las clases dominantes y para la producción de una visión de la historia
nacional que se pudiera difundir al conjunto de la población a través de las escuelas. Esta crisis se
agravaría después de la primera guerra mundial en el periodo de 1918 a 1939, cuando el mundo
cambió considerablemente y en la sociedad aparecieron nuevos problemas para los cuales los
historiadores académicos no tenían respuestas. La aparición de las masas en la vida colectiva minó
la vieja relevancia del saber académico y obligó su reforma. La historiográfica tradicional fue
incapaz de encontrar respuestas adecuadas a los cambios que se estaban produciendo.

Supuestos teórico-metodológicos: La nueva corriente menosprecia el acontecimiento y hace


hincapié en los períodos de larga duración, desplaza la atención de la vida política hacia la actividad
económica, la organización social y la psicología colectiva, y trata de aproximar a la historia a las
otras ciencias humanas. Plantea la necesidad de llevar adelante una fuerte interdisciplinariedad, para
combinar las técnicas empleadas por la geografía, etnografía, lingüística, demografía, la economía,
etc., el empleo del método comparativo.

Referentes primera generación: En 1929 comenzaba a publicarse en París “Annales de la historia


económica y social”, dirigida por Lucien Febvre y Marc Bloch. Los principios que los editores de
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la revista exponían iban en la línea de potenciar el campo de la historia económica y social, de
abrirse a las otras ciencias sociales y de romper los compartimientos especializados de los
historiadores que trabajan en periodos o temáticas concretos. Las ideas rectoras de los Annales son
la sustitución de la tradicional narración de los acontecimientos por una historia analítica
orientada por un problema. Se propicia la historia de toda la gama de las actividades humanas en
lugar de una historia primordialmente política, y para lograr esto, impulsan la colaboración con las
otras ciencias.

Principales cambios:
 La concepción de lo que es la historia y de quién la hace experimenta con ellos un cambio
fundamental. Pese a la variedad de enfoques metódicos e ideológicos, las obras de los
historiadores de los Annales presentan puntos en común: en ninguna de las obras tomadas
como referencia, existe un punto central o una institución central que pudiera servir como
hilo conductor de una historia, en la que las acciones de las personas desempeñan un papel
decisivo. El Estado y también la economía han quedado integradas en una consideración
global de la sociedad. Se amplía el objeto de estudio.

 También se modifica el concepto del tiempo. Ésta ya no es considerado como un


movimiento unidimensional del pasado al futuro. Ruptura con el concepto de un tiempo de
progresión lineal. En las obras de los historiadores de los Annales no existe un solo tiempo,
sino tiempos muy diversos. Junto con el concepto del tiempo se pierde la confianza en el
progreso y, la fe en la primacía de la moderna cultura occidental en la historia. No sólo es
que no hay ya un tiempo único que pueda servir como hilo conductor de una narración;
tampoco existe ya ningún punto único de referencia en torno al cual esa narración pueda
articularse.
 Los representantes de los Annales han subrayado repetidas veces que ellos no son una
“escuela” sino que más bien tienen en común una actitud que invita a buscar nuevos
métodos y enfoques de investigación, pero que no es ninguna doctrina. En las
publicaciones de los annales los enfoques son muy variados, si bien se mantienen dentro de
un discurso que excluye casi siempre las formas tradicionales de la historia política y
cultural narrativa.
 Disciplinas como la geografía, economía, antropología, se imbrican para ofrecer un análisis
histórico articulado, en oposición a la tradicional insistencia en el estado, la administración,
el derecho.
 Historia interpretativa o historia problema: lo importante es la interpretación, toda
investigación surge de la formulación de un problema para llegar a otro. Así el historiados es
un ser activo.
 Fuentes: recomienda utilizar también documentos no escritos.

Los Annales reflejan los cambios más relevantes en el pensamiento histórico del siglo XX. Las
estructuras figuran en primer plano, pero esas estructuras tienen siempre una dimensión mental,
sin la cual no existirían.
El concepto de mentalidad designa posturas que son mucho más difusas que las ideas y que a
diferencia de éstas, son propiedad de un grupo colectivo, no el resultado del pensamiento de
determinados individuos. En los 70, la historia de las mentalidades se asocia con una historia serial
en la que las largas secuencias de datos son procesadas electrónicamente. Es importante el intento
de penetrar hasta las estructuras de pensamiento ocultas en el subconsciente colectivo.

Temática: En los trabajos de los historiadores de los Annales de los últimos 80 años llaman la
atención dos cosas: el descuido de la historia posterior a 1789, y a la revolución industrial, y la
concentración en la época premoderna, en el Antiguo Régimen y en la Edad Media. Este abandono
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tiene que ver con el hecho de que las concepciones y los métodos se pueden aplicar mejor a las
sociedades relativamente estables que a aquellas que se hallan sujetas a rápidos cambios.

SEGUNDA GENERACIÓN: BRAUDEL Y EL ESTRUCTURALISMO

Contexto en el cual se desarrolla: El estructuralismo se divulgó por Occidente a partir de la Segunda


Guerra Mundial, afectando a las más diversas ciencias sociales. En un principio fue asociado a las
obras de Barthes en literatura, Lévi-Strauss en antropología y Braudel en Historia.
Años: A partir de los ’50. La presencia hegemónica de Braudel se prolongará hasta 1969, cuando se
produce una purga y se incorporan al equipo rector algunos historiadores más jóvenes como Le
Goff, Le Roy Ladurie y Ferro. Ellos serán quienes impulsarán un nuevo acercamiento a otras
ciencias sociales.
Referente en Historia: Fernand Braudel.
Supuesto teórico-metodológico: En la organización del plan de la primera gran obra de Braudel está
inscrita su misma concepción de la historia y del devenir del tiempo histórico.
En un primer plano se trata de la historia casi inmóvil, casi atemporal, de la relación entre el hombre
y el ambiente (tiempos de larga duración). En un segundo plano una historia de ritmos lentos, una
historia de las estructuras económicas, sociales y políticas (tiempos de media duración o
coyuntura). Por último, en el último plano, la historia del rápido movimiento de los
acontecimientos o historia tradicional.
Para Braudel el tiempo se mueve a diferentes velocidades. Hay un tiempo geográfico, un tiempo
social y, un tiempo individual, que se relacionan concomitantemente con un tiempo de larga, media
y corta duración.
En general Braudel permanece fiel a las orientaciones de Febvre y Bloch: preconiza la unidad de las
ciencias humanas, intenta construir una “historia total”, y mantiene la unión entre el pasado y el
presente.
Críticas: la crítica más importante que se hizo al estructuralismo es su determinismo, donde el
hombre queda aprisionado en su contexto físico y en su estructura mental.
Con todo, el estructuralismo braudeliano representa una sugerente renovación de las
tradicionales coordenadas historiográficas de tiempo y espacio. El concepto de estructura remite
a los elementos más estables de una organización social.

LA HISTORIA CUANTITATIVA
La historia cuantitativa es la utilización sistemática de fuentes y de métodos estadísticos en la
descripción y el análisis histórico. El método estadístico se extendió a todos los ámbitos, pero
lógicamente tuvo una mayor aceptación en la historia económica, donde la aplicación de la
cuantificación era más natural. La historia económica pasa a ser uno de los campos estrella,
especialmente centrada en la historia de los precios y de los ciclos de crecimiento y decadencia.
En Norteamérica, algunos historiadores pretendieron llevar hasta sus últimas consecuencias las
repercusiones de la aplicación del lenguaje de las ciencias experimentales a la disciplina histórica.
Se creó así la cliometría, que tuvo un escaso influjo más allá de las fronteras norteamericanas, pero
que ha quedado como una interesante muestra de la radicalidad de los ensayos cuantitativos,
serializados y computarizados de aquellos años.
Los estudios cuantitativos y demográficos implicaron también necesariamente una disminución del
alcance del campo analizado. Abundaron estudios locales, de modo que la historia regional se
consolidó como un verdadero y propio ámbito historiográfico. Se aplicó la historia serial al análisis
microscópico de los fenómenos sociales.

Contexto en el cual se desarrolla: al igual que en Alemania o en Francia, también en América la


discusión metodológica se inició, hacia el cambio de siglo, a partir de la convicción de que la
ciencia histórica tradicional en las universidades ya no correspondía a las exigencias científicas y
sociales de una moderna sociedad industrial democrática. La llamada revolución cuantitativa se
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desarrolla en el campo de la historiografía en los años 50, 60 y buena parte de los 70, coincidiendo
con la hegemonía del estructuralismo de la segunda generación de Annales y el materialismo
histórico de los historiadores ingleses.

Objetivos: especialmente en América hubo esfuerzos por modernizar la historiografía. Esto


significaba: ampliar el objeto de la historiografía, que hasta entonces había estado limitado al
estado y a las personalidades que lo sustentaban hacia una historiografía de enfoque amplio que
abarcara toda la población. Una historia puramente política basada en fuentes de archivo no era ya
suficiente. Las ciencias con las que se quería asociar la Nueva Historia eran las de la sociedad
moderna, ante todo la economía y la sociología.

Supuestos teórico-metodológicos: A diferencia de Europa, América es entendida como la sociedad


sin clases por excelencia. De acuerdo a estos historiadores, las grandes diferencias sociales han
quedado niveladas al amparo de una expansión económica de mercado capitalista. En el estadio de
desarrollo alcanzado, los conflictos ideológicos son cada vez más insignificantes. Al carácter
altamente racionalizado de la moderna sociedad industrial capitalista corresponde una
concepción racionalizada de la ciencia, es decir, a la que se puede acceder con métodos de
cuantificación. En la investigación histórica se introducen métodos cuantitativos. Las cifras han de
reforzar el carácter científico de la investigación.

Temática: Desde la década de los cincuenta, en EE.UU y en otros países se trabaja cada vez más
con la recién desarrollada tecnología de ordenadores y con métodos cuantitativos en campos como
la historia política, la demografía, procesos económicos, movilidad social, etc.
Después de la historia de los precios, la historia de las poblaciones fue la segunda gran conquista
del enfoque cuantitativo. La historia demográfica nació en la década del 50. El desarrollo de este
campo, por lo menos en Francia, fue el trabajo conjunto de demógrafos e historiadores. Henry fue
un representante de esta corriente.

Concepción de la historia: Los métodos cuantitativos pueden asociarse con un concepto de historia
que tenga en cuenta la singularidad de la actuación humana. Sobre todo, la investigación histórica
cuantitativa implica la dedicación a personas concretas, a la vez que el análisis del comportamiento
colectivo. Permiten reconstruir aspectos del mundo vital concreto de personas concretas en un
momento determinado de la historia y en un determinado ámbito cultural.
La investigación histórica basada en la estricta cuantificación trabaja con un concepto de
ciencia, para el cual la ciencia histórica únicamente obtiene su cientificidad por el hecho de que sus
afirmaciones pueden adoptar una forma matemática. Esto adquiere mayor relevancia en los años 60
y 70 con el perfeccionamiento del ordenador.

LA CIENCIA HISTÓRICA MARXISTA


Marx fue el fundador de lo que se conoce como “materialismo histórico”. Marx presentó el
transcurso de la historia mundial como el de un proceso predeterminado por leyes y condicionado
de un modo relativamente mecánico por la base económica.
Lo que hacía interesante al marxismo en Occidente era su postura crítica ante las relaciones que
imperan en una moderna sociedad industrial capitalismo y su compromiso político con los
socialmente perjudicados.
De su teoría se desprenden varios conceptos, que serán utilizados más adelante por diferentes
corrientes del marxismo.
 Fuerzas productivas (fuentes de energía, materias primas, maquinas, conocimientos
científicos y técnicos, a los trabajadores)
 Relaciones de producción (relaciones sociales y técnicas, las cuales incluyen la propiedad,
el poder y el control de las relaciones que gobiernan los recursos productivos de la sociedad,

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a veces codificados como leyes, formas de cooperación y de asociación, relaciones entre las
personas y los objetos de su trabajo, y las relaciones entre las clases sociales)
 Modo de producción (forma en que se organiza la actividad económica en una sociedad, es
decir, la producción de bienes y servicios, su distribución. Elementos del modo de
producción: elementos 1) el obrero que dispone de su fuerza de trabajo, 2) los medios de
producción y 3) el no obrero que se apropia de la plusvalía)

En la historiografía marxista de los países occidentales se formaron, después de la II Guerra


Mundial, dos corrientes principales: una estructuralista, y la otra, culturalista.

EL MARXISMO EXTRUCTURALISTA
Está estrechamente ligado a la doctrina marxista de la infraestructura, superestructura y estadios. El
problema que les interesa a los historiadores como Dobbs, Brenner, Wallerstein, es la transición
del feudalismo al capitalismo.
Para los estructuralistas las relaciones sociales objetivas son decisivas para el desarrollo de la
conciencia de clase.
Representante: Louis Althusser.

MARXISMO BRITÁNICO
Contexto en el cual se desarrolla: en la historiografía de posguerra merece una especial atención el
desarrollo de la escuela de los historiadores marxistas británicos. El materialismo histórico había
influido en Inglaterra desde muchos años antes. Los historiadores británicos anteriores de la II G.M.
conocían bien el marxismo, sin embargo, hasta 1945 esta tendencia nunca había cuajado en una
escuela verdaderamente historiográfica. Ésa fue la función que ejercieron el grupo de historiadores
del Partido Comunista Británico.

Representantes: Christopher Hill, Rodney Hilton, Eric Hobsbawm, Raymond Williams, Edward. P.
Thompson, Perry Anderson. Algunos de éstos fundaron una de las revistas de mayor trascendencia
en el panorama historiográfico del siglo XX: Pasado y Presente.

Temática: Su tendencia a la historia social y el análisis de los fenómenos revolucionarios encajó


bien en el intenso debate que había generado la industrialización británica. Los historiadores
marxistas británicos se propusieron afrontar el análisis de temas históricos de gran alcance, como el
paso de la antigüedad al feudalismo, la transición del feudalismo al capitalismo y el desarrollo
industrial.
En 1956 el grupo dio un importante giro metodológico. Sus trabajos pivotearon a partir de entonces
hacia una historia más cultural e intelectual, que propiamente se hizo económica.
El estudio de Thompson (El desarrollo de la clase obrera inglesa, 1963) sobre la clase obrera en
Inglaterra supuso un auténtico giro cultural para el marxismo. El historiador rechazó la dicotomía
estructura/ superestructura y se centró en “las mediaciones morales y culturales” y en el modo como
las experiencias materiales son aprehendidas de un modo cultural. La conciencia de clase era
descrita no ya como un elemento esencial de las relaciones de producción y la lucha de clases sino
más bien en sus manifestaciones más culturales. Su obra supuso la confirmación de la vía
culturalista del marxismo, que presta mayor atención a los aspectos intelectuales; en oposición a la
estructuralista, más preocupada por los estados de transición de las grandes etapas históricas.
Thompson introdujo la noción de cultura en el estudio de las concepciones del trabajo, y con ello
transformó radicalmente el punto de vista del análisis materialista. El historiador británico ofreció
un puente entre los estudios de historia social y los de historia cultural que ya nunca ha vuelto a ser
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interrumpido. Thompson demuestra que los individuos se transforman ellos mismos en clases
sociales, grupos conscientes de sus diferencias, sus especificidades y sus intereses, así como de sus
antagonismos y conflictos.
El giro cultural en el marxismo en los años 70 tendría su continuidad en el giro lingüístico que
afecto esta corriente a partir de los años 80.

Concepción de la historia: la historia es considerada “desde abajo”. A diferencia de la antropología


histórica y de la historia de las mentalidades, las cuales excluyen el contexto político y postulan una
conciencia colectiva y unos patrones de acción colectivos, los marxistas orientados hacia la cultura
continúan partiendo del carácter conflictivo de cualquier sociedad. Mientras Marx subraya la
pasividad de las bajas capas preproletarias, el marxismo culturalista destaca la participación activa y
las resistencias cotidianas de esas capas. La proyección culturalista del marxismo ha dado lugar a un
debate centrado en el concepto de agencia, que era el término utilizado por la historiografía
marxista inglesa para designar la participación activa de las clases bajas en su resistencia frente a
los dominantes. “Los hombres (hacen) su propia historia”, no son objetos pasivos de unas fuerzas
materiales, sino que son ellos los que participan en la configuración de sí mismos.
Se mantienen dos componentes decisivos de la tradición científica del marxismo: el presupuesto
de que las relaciones de producción y posesión son los puntos de partida del análisis social y la
convicción de que estas relaciones determinan la desigualdad social y el conflicto. Perseveran,
asimismo, en dos conceptos generales: en el concepto de clase y en el de cultura popular.
Por cultura popular Thompson entiende una cultura plebeya.
Y por clase, entiende una relación, no una cosa. Rechaza la idea ortodoxa que hace derivar la clase
de las fuerzas productivas objetivas, y ve el núcleo de la clase en la conciencia social.
Diferencia entre experiencia y conciencia. La experiencia de clase se halla en gran medida
determinada por las relaciones de producción del entorno en uno nace en contra de su voluntad. La
conciencia de clase es el modo en que se interpretan y transmiten culturalmente estas experiencias:
se encarna en tradiciones, sistemas de valores, ideas y formas institucionales.

La historiografía sufre una transformación muy contundente durante los 30 años que transcurren
desde el final de la II G.M. hasta la década del ’70.
El estructuralismo braudeliano, el marxismo de cuño anglosajón y la historia cuantitativa son las
corrientes predominantes. Aunque muy diversas en sus postulados y en sus metodologías, estas
corrientes coinciden en la búsqueda de un lenguaje científico para la historia, que sustituya la
narración tradicional. Ellas preconizan también la preeminencia de la historia económica y social,
que es la única capaz de dar una explicación verdaderamente integradora de la realidad histórica.
Ya a finales de los 70 empezó a experimentarse en los diferentes ámbitos de las Cs. Sociales una
apelación al retorno a un lenguaje narrativo, alejado de los códigos esquemáticos y científicos del
marxismo y el estructuralismo.
La historia de carácter eminentemente económico y serial dejara paso progresivamente a una
historia social, cultural y mental.

ANNALES: TERCERA GENERACIÓN (1968-1989)

 LA ANTROPOLOGÍA HISTÓRICA

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Organización interna de la revista: la dirección única –que ha marcado a la revista desde sus
comienzos- se ve sustituida por una dirección colegiada en 1969.
Representantes: Le Goff, Le Roy Ladurie, Revel.
Contexto en el cual se desarrolla: a partir de los años 70 cuando el boom y el crecimiento parecen
perder su impulso por mucho tiempo y dejan su sitio a una crisis mundial particularmente profunda
que sume al mundo industrializado en la recesión, el paro y la inflación. La crisis de la idea de
progreso ha acentuado el renacimiento de las culturas anteriores a la industrialización.
Objeto de estudio: la crisis modifica la perspectiva. Mientras en los años 50 la mirada se posaba en
los fundamentos del crecimiento, en los avatares técnicos; en los años ’70, la mirada social se
desplaza hacia los límites, las inercias, las permanencias de los sistemas sociales. Todo se convierte
en objeto de curiosidad para el historiador: los locos, las brujas, los desviados. El horizonte del
historiador se resuelve en un presente inmóvil, ya no hay devenir.
Características: La investigación se hace más personal, más local, se abandonan los grandes
tiempos, los momentos de cambio. Se hace foco en una memoria de lo cotidiano, de las gentes de a
pie.
Temática privilegiada: Edad Media- América Latina: Permanencias del Imperio inca dentro del
marco de la colonización- Fenómenos de aculturación en la parte andina de América Latina-
Representaciones simbólicas de las sociedades amerindias- Italia: el acento se pone en el mundo de
la tierra, de los campos.
Historia de las mentalidades: tiene por fundamento el nivel inconsciente de las prácticas sociales,
el pensamiento colectivo, y automático de una época o de un grupo social.
Rupturas: la tercera generación de Annales cambia su discurso al desarrollar una antropología
histórica.
 Abandono de los grandes espacios braudelianos.
 El reflujo de lo social y económico hacia lo simbólico y cultural.
 Nace una historia nueva, la historia sociocultural.
 El concepto de antropología histórica abandona una dimensión del Annales de los
comienzos: la historia-problema. Ahora: historia más descriptiva.
Supuestos teóricos-metodológicos: historia que ha pedido el hábito etnológico. “El gran libro de la
historia es un ensayo etnográfico acerca de las sociedades pasadas”. Esta historia etnológica o
antropología histórica acentúa la ralentización de la duración operada por Braudel. El tiempo es
humano pero tan inmóvil como la evolución geológica. La aproximación etnológica evacúa la
irrupción del acontecimiento a cambio de la permanencia, el calendario repetido de la gesta
cotidiana: el nacimiento, el bautismo, el matrimonio, la muerte. La historia analista se convierte
en la especialista de un tiempo inmóvil.
La difuminación de lo económico se salda con su recuperación en el interior del discurso
antropológico. “Pensar lo económico desde el punto de vista antropológico”. El nivel de las
mentalidades, de los comportamientos, beneficia las operaciones cuantitativas.
La cuestión del historiador es el cómo del funcionamiento más que el porqué del cambio. El acento
se pone sobre las continuidades. De ello resulta una disminución de las rupturas y un
desplazamiento de lo social hacia lo cultural. En el centro del discurso analista se encuentra una
descripción de la vida cotidiana, tanto material como mental, de las gentes corrientes de las
sociedades pasadas, que se parece a la historia positiva en su aspecto factual, sólo que en otro
campo, fuera de lo político. La repetición, el hábito, son sus bases esenciales.
La capacidad de cambio no se encuentra ya en lo social o en lo político, sino en lo cultural.

 UNA HISTORIA SERIAL

La escuela de los Annales ha llevado a cabo una verdadera deconstrucción de la historia, ya no es la


Historia, sino las Historias.

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Hay una ruptura fundamental con las ambiciones de Bloch, Febvre o Braudel. De Certeau afirma
que se debe renunciar a una historia global. La duración sufre un trabajo de deconstrucción: el
tiempo único se multiplica en temporalidades heterogéneas.
Bajo la influencia de la posible cuantificación del material histórico, gracias al ordenador, se ha
lanzado una nueva aproximación al tiempo histórico, la historial serial. Ésta nace de la posible
articulación en series de hechos pertenecientes a conjuntos homogéneos.
Para Foucault la historia debe renunciar a la elaboración de grandes síntesis e interesarse en la
fragmentación de los saberes. La historia no será ya la descripción de una evolución, ni la
localización de un progreso, sino el análisis de las transformaciones múltiples de la obra.
En adelante el problema es construir series, c/u de ellas constituye una entidad especifica con una
cronología propia. Lo importante es que la historia no considera un acontecimiento sin definir las
series de la que forma parte. El documento no es recibido pasivamente, sino que deviene en
monumentos a construir a partir de los cortes en el tejido documental de conjuntos, relaciones y de
unidades.
En el punto de partida de ésta historia serial estaba la historia económica, pero se ha abierto a otras
dimensiones de la historia humana. Las mentalidades, la psicología social, lo afectivo han entrado
de pleno derecho en el tratamiento serial.
Esta serialización, aun apoyándose en técnicas más científicas, como el ordenador, desemboca en
estudios puramente descriptivos. Según Le Roy Ladurie el historiador es como un minero de
fondo. Va a buscar al fondo del suelo los datos y los devuelve a la superficie para que otro
especialista los explote. Para De Certeau, el historiador no tiene como finalidad captar el centro,
sino el contorno de lo real.
Como no se puede contar todo, el historiador se acoge a un territorio restringido para poder
escribirlo en ecuaciones.
Asistimos al renacimiento de un neopositivismo. No en el sentido comtiano del término, que
buscaría la ley tras la repetición, sino a nivel de la escuela francesa de comienzos de siglo con su
fascinación por el hecho bruto, por lo factual como único punto de partida.
La marginalización del hombre es notoria en Le Roy Ladurie. La cuarta parte de su libro lleva el
título de “La historia sin los hombres”. Emprende así un punto de ruptura con relación al
Annales de 1930. Lleva a cabo un estudio del clima desde el año 1000, sin tener por objeto central
ni periférico al hombre. Elabora una periodización de las fluctuaciones climáticas en sí mismas sin
preocuparse por su incidencia en la sociedad.
“La serialidad ha empobrecido el trabajo histórico en lugar de enriquecerlo. La historia serial reduce
el proyecto histórico a dos niveles: borra las estructuras bajo la serie factual y, por otra parte, no
resuelve el problema del pasaje de una serie a otra. Se contenta con causalidades específicas de tal o
tal serie.

 UNA NUEVA CLAVE DEL TIEMPO

La Historia a través de Malthus.


La nueva historia retoma por su cuenta el modelo de análisis malthusiano. Le Roy Ladurie y
Chaunu son las dos figuras representativas de este pensamiento.
Paradigma que permite dar forma a la historia económica y especialmente, demográfico-rural: la
trama histórica se reduce a la existencia de un ecosistema implacable cuyas dos únicas variables
(recursos-población) marcan el curso y revelan las rupturas. El motor de la historia viene a ser esta
mecánica de las fluctuaciones multiseculares. En estas curvas multiseculares se elude la dimensión
social. El ecosistema impone al hombre constricciones inexorables. La sociedad se ve atrapada por
las redes de un ciclo agrario. Este ciclo impone al hombre no sólo su propio ritmo, sino que guía la
economía.
La historia económica y social pasa a ser la derivación directa de la historia demográfica, de
la cual se ha convertido en reflejo. La nueva historia aplica un proyecto mecanicista que

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empobrece al máximo la mirada historiadora. La historia puede ser así más fácilmente cuantificada.
Todo es visto a través del crecimiento demográfico.
Se revitalizaron unas fuentes escasamente utilizadas hasta entonces: los censos, los documentos
parroquiales donde se registran nacimientos, matrimonios y muertes, los inventarios de propiedad y
los capítulos matrimoniales. Se realizaron estudios detallados de los porcentajes de nacimientos y
muertes, de los matrimonios, de la estructura familiar, de las edades de los cónyuges, del número de
la descendencia y de las tendencias migratorias.
En “Los campesinos del Languedoc” Le Roy Ladurie toma como personaje central de su tesis un
ciclo agrario que se despliega del siglo XV hasta comienzos del XVIII. La concentración de tierras
en el siglo XV no es en absoluto un comienzo de capitalización, el germen de una nueva sociedad,
sino, simplemente, la inevitable reestructuración de la tierra que acompaña la contracción
demográfica de 1350 a 1450.
La demografía histórica nos propone una periodización de larga duración a partir de un objetivo
diacrónico sólo del equilibrio, con exclusión de otros parámetros de la evolución histórica.
Críticas: tratar a la población sin referirse a las condiciones de producción y de intercambio, a la
división social del trabajo, a los precios e ingresos…se convierte en una verdadera mistificación.
Malthus ha olvidado las posibilidades de la renovación tecnológica y las potencialidades de los
progresos económicos que permiten un crecimiento muy rápido de los recursos.

¿Lo mental fuera de lo social?


El territorio del historiador se desplazó hacia la exploración de la psiquis humana, a través de la
evolución de los comportamientos, de las sensibilidades y de las representaciones. Esta ampliación
se debe a la escuela de los Annales. La evolución de las mentalidades se ha convertido en el objeto
privilegiado de la nueva historia.
El nuevo historiador se contenta con transcribir la evolución de las representaciones y aquello que,
en lo real, las ha suscitado. La mirada es conducida a una larga duración que no excluye las
discontinuidades pero que raramente las integra en un conjunto social global. La serialidad se
aplica, como en las investigaciones de orden demográfico, al estudio de la muerte, de la fiesta, del
miedo, de la familia. Este modo de aproximación descansa sobre la idea según la cual la
naturaleza humana se revela en su carácter eterno.
Representante: Ernest Labrousse: estudio de las resistencias y aquellos que es irreductible al
cambio: las mentalidades.
La larga duración encontró una mansión ideal en las estructuras de lo mental.

DE LA CIENCIA SOCIAL HISTÓ RICA AL “GIRO LINGÜ ÍSTICO”.

EL RETORNO DE LA NARRATIVA

Hacia 1979, Lawrence Stone constata para los años 70 un cambio un cambio fundamental en lo que
respecta a la comprensión de la historia. Habla del “fin de la creencia de que sea posible una
explicación científica coherente de las transformaciones del pasado”.
Insistencia en la importancia de las acciones humanas y de la conciencia humana provoca un
retorno hacia una historiografía narrativa que se esfuerza por tener en cuenta los aspectos
subjetivos de la existencia humana.

Continuidad: de las corrientes sociocientíficas de la historiografía de los años de posguerra se


adoptan importantes temas y aspiraciones.
 Historia cuya atención no se centra ya en las elites, sino en las capas amplias de la
población. “La nueva historiografía narrativa se dedica, en contraste con la tradicional, casi
exclusivamente a los itinerarios vitales, los sentimientos y los modos de comportamiento de
los pobres e insignificantes” (Stone).

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 Al contar la historia de una persona o la de un acontecimiento dramático, no lo hace por esa
persona o ese acontecimiento en sí mismo, sino para arrojar luz sobre el modo de
funcionamiento de una cultura o de una sociedad del pasado. Para avanzar en la
comprensión de una cultura o una sociedad no rompe con los métodos y conceptos
sociocientíficos tradicionales, sino que los transforma. El mundo de los hombres es
considerado como más complejo de lo que era en la concepción positivista de la ciencia, y
por ello precisa de prácticas científicas que den cuenta de esa complejidad.

Cuestionamientos a los modelos anteriores:


La fe en el progreso y en la ciencia –en la que se fundamentaba no sólo la historia económica
cuantitativa de la Nueva Historia Económica sino también el marxismo- resultaba cada vez más
cuestionable en vista de los peligros y de la brutalidad que acarreaba el proceso de tecnificación en
el Primer y Tercer Mundo. Esto es importante para comprender por qué ni los modelos
sociocientíficos habituales ni el materialismo histórico fueron capaces de seguir convenciendo.
Ambos parten de concepciones macrohistóricas y macrosociales para las cuales el estado, el
mercado o la clase, constituyen conceptos centrales. En el trasfondo yace la fe firme en la
posibilidad y en la deseabilidad de un crecimiento científicamente controlado.
En estas concepciones macrosociales había poco espacio para aquellos grupos de la población
que hasta entonces habían quedado excluidos de un orden social patriarcal y jerárquico y con
los cuales tampoco el marxismo clásico se mostraba muy comprensivo: mujeres, minorías étnicas,
grupos sociales y culturales marginales, los cuales ahora reivindicaban una identidad y una historia
propias. A esto se añadía que, concentrada en los macroprocesos, la historiografía establecida
orientada a las ciencias sociales no tenía ningún interés por los aspectos existenciales de la
vida, aquellos que conforman la vida de cada día, con todas sus emociones y temores.

Nueva concepción: en la concepción de la “Nueva Historia Cultural” los aspectos existenciales de la


vida desempeñan, con frecuencia, un papel de primerísimo orden. Muchos de los nuevos
historiadores adoptan la concepción de que la historiografía posee una función emancipadora.
En la ciencia histórica de los años setenta, las ciencias sociales anteriores no solo desempeñan
un papel relevante, experimentaron incluso un nuevo auge. Pero los temas y, con ello, los
métodos de la historiografía social, cambiaron. El foco de atención se desplazó de las
estructuras y de los procesos hacia las culturas y los modos de vida, pero sin disolver
necesariamente la unión entre los dos polos. Una historiografía que se dedica más decididamente a
las experiencias existenciales del hombre medio precisa de métodos alternativos, capaces de
aproximarse más a la comprensión de este mundo, sin que por ello, en la práctica, renuncie a la
pretensión de cientificidad.
La “Nueva Historia Cultural” se muestra reacia al uso de teorías, no confía en una descripción
densa, etnológica, sino que combina en gran medida, procedimientos hermenéuticos y analíticos.

HISTORIA DE LA VIDA COTIDIANA, MICROHISTORIA Y ANTROPOLOGÍA


HISTÓRICA. LA PUESTA EN TELA DE JUICIO DE LA CIENCIA SOCIAL HISTÓRICA.

Contexto en el cual se desarrolla: la crítica a los modelos sociocientíficos de la historiografía que


surgió en los años setenta y ochenta en los países occidentales y también en los del socialismo
real, y que era cada vez más acentuada, refleja la estrecha relación que existía entre el pensamiento
histórico, la historiografía y las concepciones políticas y sociales de los historiadores e historiadoras
en cuestión.
Representantes: los más significativos representantes italianos de la nueva historia cultural y social
son Carlos Ginzburg y Carlo Poni.
Críticas a la historia social tradicional: los argumentos esgrimidos en contra de la historia social
tradicional son, ante todo, de naturaleza política y ética. Esta historia social presupondría un
proceso histórico mundial unitario que “se caracteriza por los distintivos de la modernización, la
14
industrialización y la urbanización, así como del estado nacional institucional y burocrático”. Pero
se habría pasado por alto el coste humano de este proceso. Estos procesos habrían tenido lugar a
espaldas del hombre. Lo que importaría ahora sería incluir en la historia a aquellos hombres
que hasta el momento han sido omitidos por ella. Para ello no se trataría tanto de las condiciones
materiales de la vida cotidiana, sino, antes bien, de cómo los hombres experimentan esas
condiciones. Lo que hasta ahora le ha faltado a la historia social es, en la opinión de sus críticos,
una idea adecuada y matizada de “cómo se puede aprehender y exponer la compleja relación mutua
que existe entre las estructuras globales y la praxis de los sujetos, entre las condiciones de vida, las
relaciones de producción y de dominación y las experiencias y los modos de comportamiento de los
afectados”.
Concepción de la historia: Esta insistencia en la subjetividad de muchas personas requiere una
concepción distinta de la historia que complemente los puntos de vista históricos centristas y
unilineales de la historia social. Reaccionaron respecto a la antigua historia social y al marxismo
tradicional los historiadores sociales y culturales en todos los países occidentales y exigieron una
historia “microhistórica” de la vida cotidiana.
Supuestos teórico-metodológicos: La nueva historia de la vida cotidiana o microhistoria está
interesada en la gente corriente. Una historia de la vida cotidiana y una historia cultural de las elites
habían existido desde hacía tiempo. Pero en la nueva historia de la vida cotidiana se trata
conscientemente de aquellos hombres que no llevaban las riendas del poder, se pretende, tal
como lo que formula E.P. Thompson, “salvar al calcetero pobre, al artesano anticuado de la
desmedida arrogancia de la posteridad”. Se renuncia a considerar al poder político como el
elemento constituyente de la historia. En lugar de una sola historia, ahora existen muchas historias:
los historiadores intentan librarse de una visión “etnocéntrica”, la cual identifica el progreso
occidental con la verdadera historia, pero que no tiene en cuenta las grandes pérdidas en valores
humanos que acompañaron a ese progreso. Se recalca que las culturas no tienen una historia
unitaria. La historia no arranca de un centro ni se mueve de forma unilineal en una sola dirección.
Por ello es posible una multiplicidad de historias, cada una de las cuales exige métodos específicos
para aprehender los aspectos cualitativos de las experiencias vitales.
Con la enorme ampliación del campo de trabajo por la nueva historia social y cultural, esta premisa
de una tradición cultural común que hace posible la comprensión histórica, ha dejado de ser algo
obvio.
Para la nueva historia de la vida cotidiana, la antropología cultural, se convertía cada vez más en
un modelo para la investigación histórica.
Pero la cuestión acerca de las reglas metodológicas que debiera seguir el análisis permanece abierta.
Kocka: “La mera reconstrucción de las experiencias no puede llevar a una reconstrucción
comprendiente de la historia”.
(1) Casi todos los representantes de la historia de la vida cotidiana y de la microhistoria aceptan que
haya un proceso de modernización (continuidad con marxismo y la historia sociocientífica). Éste es
para ellos más complejo y está lastrado por mayores costes, pero avanza irreversiblemente en una
dirección que es en gran medida idéntica a las “grandes transformaciones”, a la modernización, la
industrialización, la urbanización, la burocratización, etc. Una crítica cultural de larga tradición, que
se remonta al siglo XIX e incluso al siglo XVIII, comienza a tomar conciencia de las pérdidas que
ha acarreado el proceso de modernización. Los historiadores de la vida cotidiana y los
microhistoriadores se esfuerzan ahora por averiguar cómo los hombres han vivido y
experimentado este proceso. El marxismo y la ciencia social histórica carecen, según ellos, de una
“teoría matizada del sujeto”. Los historiadores de la vida cotidiana y los microhistoriadores
pretenden tenerla. Su deseo consiste en humanizar la historia, lo cual al mismo tiempo requiere
ampliar la historiografía, incluyendo en ella, además de los grandes procesos, la historia en un
espacio reducido, las vivencias y experiencias de personas concretas o de pequeños grupos de
personas, pero siempre dentro del marco de esos grandes procesos.
Ahora reciben un tratamiento histórico aquellas esferas de la vida que hasta el momento han
quedado al margen del acontecer histórico. Un papel importante lo desempeña la vida privada, la
15
cual ya había merecido la atención de los trabajos franceses del círculo de los Annales. Sin embargo
no se aceptan los métodos de cuantificación, utilizados en la Demografía Histórica o en la historia
serial. La obra de Le Roy Ladurie es un ejemplo de esta transición de una macrohistoria a una
microhistoria, de las estructuras a las experiencias y a los modos de vida.
(2) Existe un segundo aspecto en el que la historia de la vida cotidiana y la microhistoria enlazan
con ideas del marxismo y de la ciencia social histórica: el de que las sociedades se hallan
caracterizadas por los conflictos. El marxismo y también la ciencia social histórica consideran estos
conflictos como una disputa entre clases que se han formado en relación con el desarrollo de las
fuerzas productivas. Pero ya en los años sesenta y setenta, sin embargo, pensadores marxistas
destacaban de forma creciente los factores culturales y de conciencia, sin por ellos renunciar al
concepto de clase social y de lucha de clases.
La historia de la vida cotidiana y la microhistoria se han distanciado de las categorías
macrohistóricas “mercado” y “estado”, las cuales eran de importancia decisiva para el marxismo y
para las diversas formas de la ciencia social histórica, pero han adoptado la idea de que el poder y
la desigualdad social constituyen factores básicos de la historia. La atención no se centra ya en
los macroagregados “mercado” y “estado” sino en las experiencias cotidianas de las personas.
Lo que para el marxismo es la lucha de clases, para muchos historiadores de la vida cotidiana y
microhistoriadores es la resistencia. Ésta no se manifiesta tanto en disturbios espectaculares, sino
más bien en formas sutiles del comportamiento cotidiano.
La historia de la vida cotidiana y la antropología histórica quieren restringir la influencia de las
teorías, a fin de no violentar el objeto de la investigación. Para muchos historiadores de la vida
cotidiana y microhistoriadores, la “descripción densa” de Geertz brinda una clave para el
conocimiento. Exige que el investigador no se aproxime a su objeto con planteamientos guiados por
la teoría, sino que deje que el sujeto de su investigación hable por sí mismo. Ello recuerda a la
antigua hermenéutica del historicismo clásico alemán, pero se refiere a algo completamente distinto.
Diferencias con el historicismo: Pues el historicismo presupone que los sujetos que el historiador
quiere comprender tienen ideas y motivaciones, de las cuales son más o menos conscientes y que
por lo tanto pueden ser comprendidas. En cambio, los representantes de la Antropología Histórica
en general subrayan la calidad de extraño de cualquier objeto de investigación histórica. La
“descripción densa” resulta de la “necesidad de mantener presente, en forma de una reconstrucción
descriptiva y lo más completamente posible, aquello que en los textos de una cultura que se deben
investigar resulta extraño, nuevo, desconocido o difícil de interpretar. La “descripción densa” no
significa una renuncia a la interpretación sistemática, pero sí una renuncia a suscitar la falsa
apariencia de univocidad, coherencia y finalidad de una intervención interpretativa (Medick).
Es difícil reconstruir los procesos mentales de hombres que no pertenecían a las capas sociales altas
y que por ello no han dejado testimonio alguno de sí mismos. Los trabajos que lo intentan se apoyan
en su mayoría en sumarios judiciales, es decir, se ocupan de sucesos o personas extraordinarias.
Los trabajos de los historiadores de la vida cotidiana y los microhistoriadores, significan un
complemento y no un rechazo a los métodos sociocientíficos practicados por la ciencia social
histórica. Los estudios microhistóricos no descuidan en absoluto la interrelación entre la historia
regional o local y los grandes procesos del cambio económico, social y cultural, pero aportan una
imagen más matizada de estos procesos.

EL GIRO “LINGÜ ÍSTICO”. ¿EL FIN DE LA HISTORIA COMO CIENCIA?


Hay teorías acerca de una historiografía posmoderna, cuya partida es “el fin de la creencia de que
sea posible la explicación científica coherente de las transformaciones del pasado”. La idea
fundamental de la teoría historiográfica posmoderna consiste en negar que la historiografía
haga referencia la realidad, toda coherencia despierta sospechas. Así los “posmodernistas”
afirman que la historiografía no se diferencia de la poesía. Tampoco existe ningún criterio histórico-
científico de la verdad.
Este punto de vista, según el cual toda exposición histórica es invención, sobrepasa aquellas
reflexiones que reconocían las cualidades literarias de la exposición histórica, pero no dudaban de
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que, al mismo tiempo, permitía tomar conocimiento de las realidades humanas. Así, para Ranke, la
historia era ciencia y arte.
Existe por ello una diferencia entre aquella teoría que niega a la exposición histórica todo derecho
de considerarse como realista, y una historiografía que es consciente de la complejidad del
conocimiento histórico, pero que aun así parte del supuesto de que los hombres reales tuvieron
pensamientos y sentimientos reales, que los condujeron a realizar acciones reales que pueden ser
reconocidas y expuestas históricamente.
Dentro de la teoría moderna de la ciencia Thomas Kuhn defiende la opinión de que la ciencia no
puede ser comprendida como el reflejo de un mundo objetivo, pero no es poesía, sino un discurso
condicionado por factores históricos y culturales, entre hombres que se han puesto de acuerdo
sobre las reglas del discurso histórico.
Se dirige una crítica contra los conceptos ideológicos. El texto debe ser liberado de su autor.
Para la teoría lingüista eran básicas dos ideas: el lenguaje es un sistema autónomo y no es un medio
para comunicar sentido, sino que el sentido es una función del lenguaje. El hombre no se sirve del
lenguaje para transmitir pensamientos, sino que lo que el hombre piensa está condicionado
por el lenguaje. He aquí la idea central de la concepción estructuralista de la sociedad y de la
historia: el hombre se mueve en un marco de estructuras (en este caso, estructuras lingüísticas)
que no son determinadas por él, sino que lo determinan a él.
Se plantea la cuestión de si para una historiografía, para la cual el lenguaje constituye el
fundamento de todos los fenómenos sociales, existen todavía criterios científicos para la
representación del pasado. Según el punto de vista rigurosamente lingüístico de Saussure, el
lenguaje carece de toda referencia a la realidad o bien constituye en sí mismo la única realidad
existente. Esta teoría ha sido llevada a la postura (Barthes-Derrida) de que “no existe nada fuera del
texto” y de que, puesto que toda exposición histórica toma la forma de un texto lingüístico, la
relación de cualquier exposición histórica con la realidad es similar a la relación de un texto
puramente literario con la realidad.
La teoría posmoderna, cuestionando el moderno orden social y su cultura, ha desarrollado una
comprensión más compleja de la sociedad y de la historia, la cual coloca bajo el foco de la
historia a aquellos hombres y aspectos de la vida que no habían sido tenidos en cuenta. A este
orden de cosas pertenece también la idea de que el poder no procede exclusivamente de las
instituciones centrales, de las cuales la historia tradicional se ha ocupado ante todo, sino que se
manifiesta también en las relaciones cotidianas entre personas.
Se pasó de la raya en el momento en que no sólo mostró lo difícil que es comprender la realidad con
todas sus contradicciones, sino además negó de forma radical la existencia de toda realidad. La
ciencia histórica ha sido obligada por la teoría posmoderna a una mayor circunspección. Pero
no debe renunciar a su derecho a afirmar que reconstruye la vida real.

¿EL FIN DE LA ILUSTRACIÓN?


La duda radical de la posibilidad de una historia científica está estrechamente ligada al creciente
malestar provocado por la sociedad y la cultura modernas. Esta sociedad ha sido considerada como
el legado de la Ilustración. La Ilustración fue entendida originalmente como emancipación, como
una liberación que debía llevarse a cabo a través de la razón. Pero la crítica se orientó a que la razón
era un instrumento con el que los hombres no sólo dominan la naturaleza, sino también, de forma
creciente, a los hombres. En nombre de la razón, el mundo es cada vez más destruido y
deshumanizado.
Esta actitud crítica frente al mundo moderno determina una gran parte de la nueva historiografía
antropológico-cultural. Las nuevas tendencias rechazan las ideologías que pretenden arreglar el
mundo, las cuales, han conducido a los sistemas totalitarios del siglo XX. Una gran parte de la
nueva historia cultural quiere rescatar al “calcetero pobre” y al “artesano anticuado” de la
arrogancia de la posteridad. En este sentido, la nueva historiografía se ha comprometido con el
objetivo de un mundo más humano en el que hay lugar para las ideas ilustradas de una sociedad de
hombres autónomos.
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