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Qué es Conciencia:

Como conciencia se define el conocimiento que un individuo tiene de sus


pensamientos, sus sentimientos y sus actos. Como tal, la palabra proviene del
latín conscientĭa, y esta a su vez del calco del griego συνείδησις (syneídesis),
compuesta por el prefijo συν- (syn-), que significa ‘con’, y είδησις (eídesis), que
traduce ‘conocimiento’, es decir: con conocimiento.
La conciencia es la capacidad propia de los seres humanos de reconocerse a sí
mismos, de tener conocimiento y percepción de su propia existencia y de su
entorno. En este sentido, la conciencia está asociada a la actividad mental que
implica un dominio por parte del propio individuo sobre sus sentidos. Así,
una persona consciente es aquella que tiene conocimiento de lo que ocurre
consigo y en su entorno, mientras que la inconsciencia supone que la persona no
sea capaz de percibir lo que le sucede ni lo que pasa a su alrededor.
Por otro lado, conciencia también tiene una connotación en cuanto sentido del
deber, como reflexión sobre la conducta y sobre los propios actos. De allí que
también tenga un carácter ético, pues permite distinguir al individuo entre aquello
que está bien y lo que está mal, de modo que a la hora de obrar pueda conducirse
de acuerdo a sus valores morales.

¿Conciencia o consciencia?
¿Cuándo escribir conciencia y cuándo consciencia? La duda sobre si estas
palabras son intercambiables en todos los casos es común, no obstante, hay
contextos donde esto no es posible. Por ejemplo, cuando queremos emplearlas en
un sentido moral, aludiendo a la capacidad de discernimiento entre lo bueno y lo
malo, entre lo correcto y lo incorrecto, lo aceptado es emplear la
forma conciencia: “Después de lo que hizo el presidente, su conciencia no lo va a
dejar en paz”. Por otro lado, cuando se usa con el sentido de percepción o
conocimiento, pueden utilizarse ambas formas, aunque se aconseja el empleo de
la escritura más simple conciencia: “Él conduce como si no tuviera conciencia de
los riesgos”.

Conciencia moral
La conciencia moral es aquella que nos señala si las acciones o actitudes que
tomamos son correctas o incorrectas. Como tal, la conciencia moral está
sustentada en el conjunto de valores morales que ostenta el individuo. Son los
valores los que orientan el comportamiento y las acciones de las personas, siendo
que quien se rige por ellos procura obrar bien, correctamente, de conformidad con
sus principios. La ausencia de valores, por el contrario, implica un vacío de
conciencia según el cual el individuo no se sentirá impelido a actuar de tal o cual
manera. Por su parte, aquel que, a pesar de actuar a conciencia, obra malamente,
empieza a experimentar aquello que llamamos cargo de conciencia.

Conciencia histórica
La conciencia histórica es aquella que permite a un individuo percibirse a sí
mismo incurso en un devenir colectivo, partícipe de un momento particular en el
tiempo y en la historia de una sociedad. Como tal, la conciencia histórica dota a
la persona de la capacidad de comprender que todo lo que acontece en la
actualidad es resultado de un conjunto de acciones llevadas a cabo en el pasado.
En este sentido, el individuo con conciencia histórica es también capaz de darse
cuenta de que sus propios actos y los de los otros que con él cohabiten en su
tiempo tendrán consecuencias en el futuro en las vidas de otras personas.

Conciencia en Psicología
Para la Psicología, como conciencia se denomina el acto mediante el cual una
persona es capaz de percibirse a sí misma en el mundo. En este sentido, la
conciencia implica el hecho en sí de un individuo darse cuenta de aquello que
ocurre a su alrededor, fuera del Yo, como resultado de un conjunto de reflexiones
sobre las propias acciones y las realidades presentes en su entorno.
Pregunta: "¿Qué es la conciencia?"

Respuesta: La conciencia se define como aquella parte de la psiquis humana que


provoca angustia mental y sentimientos de culpa cuando la violamos, y
sentimientos de placer y bienestar cuando nuestras acciones, pensamientos y
palabras están en conformidad con nuestros sistemas de valores. La palabra
griega traducida "conciencia" en todas las referencias del Nuevo Testamento es
suneidēsis, que significa "conocimiento moral" o "conciencia moral". La
conciencia reacciona cuando las acciones, pensamientos y palabras de uno se
ajustan a, o son contrarios a, una norma del bien y del mal.

No hay ningún término hebreo del Antiguo Testamento equivalente a suneidēsis


en el Nuevo Testamento. La falta de una palabra hebrea para "conciencia" puede
deberse a la cosmovisión judía, que era comunal en lugar de individual. El
hebreo se consideraba como un miembro de una comunidad de pacto que se
relaciona corporativamente con Dios y Sus leyes, en lugar de cómo un individuo.
En otras palabras, el hebreo estaba confiado en su propia posición ante Dios si la
nación hebrea en su conjunto estaba en buen compañerismo con Él.

El concepto del Nuevo Testamento de la conciencia es más individual en


naturaleza e implica tres verdades importantes. En primer lugar, la conciencia es
una capacidad dada por Dios a los seres humanos para el ejercicio de la
autoevaluación. Pablo se refiere varias veces a su propia conciencia de ser
"buena" o "sin ofensa" (Hechos 23:1; 24:16; 1 Corintios 4:4). Pablo examinó sus
propias palabras y hechos y los encontró conforme con su moral y sistema de
valores, que fueron, por supuesto, basados en los estándares de Dios. Su
conciencia verificaba la integridad de su corazón.

En segundo lugar, el Nuevo Testamento presenta la conciencia como testigo a


algo. Pablo dice que los Gentiles tienen conciencias que testimonian la presencia
de la ley de Dios escrita en sus corazones, aunque no tenían la Ley Mosaico
(Romanos 2:14-15). También apela a su propia conciencia como un testigo que él
dice la verdad (Romanos 9:1) y que se ha conducido en santidad y sinceridad en
sus relaciones con los hombres (2 Corintios 1:12). También dice que su conciencia
le dice que sus acciones son evidentes tanto a Dios como el testigo de las
conciencias de otros hombres (2 Corintios 5:11).

En tercer lugar, la conciencia es un servidor del sistema de valores del individuo.


Un sistema de valor inmaduro o débil produce una conciencia débil, mientras que
un sistema de valores plenamente informado produce un fuerte sentido del bien
y del mal. En la vida cristiana, la conciencia puede ser impulsada por una falta
de comprensión de las verdades de las Escrituras y puede producir sentimientos
de culpa y vergüenza desproporcionados en relación con los problemas actuales.
La maduración en la fe fortalece la conciencia.

Esta última función de la conciencia es lo que Pablo aborda en sus instrucciones


con respecto a comer alimento sacrificado a los ídolos. Él hace el argumento
que, puesto que los ídolos no son dioses reales, no importa si la comida ha sido
sacrificado a ellos o no. Pero algunos en la iglesia de Corinto eran débiles en su
comprensión y creían que esos dioses realmente existieron. Estos creyentes
inmaduros estaban horrorizados ante la idea de comer comida sacrificada a los
dioses, porque sus conciencias fueron informadas por los prejuicios erróneos y
vistas supersticiosas. Por lo tanto, Pablo alienta a los más maduros en su
comprensión a no ejercer su libertad de comer si esto causaría la conciencia de
sus hermanos más débiles a condenar sus acciones. La lección aquí es que, si
nuestras conciencias son claras debido a la comprensión y la fe madura, no
debemos causar aquellos con las conciencias más débiles a tropezar mediante el
ejercicio de la libertad que viene con una conciencia más fuerte.

Otra referencia a la conciencia en el Nuevo Testamento es una conciencia que es


"cauterizada" o hecha insensible como si había sido cauterizada con un hierro
caliente (1 Timoteo 4:1-2). Tal conciencia es endurecida y callosa, que ya no
siente nada. El individuo con una conciencia cauterizada ya no escucha sus
impresiones, y él puede pecar con abandono, engañándose a sí mismo pensando
que todo está bien con su alma y tratar a los demás insensiblemente y sin
compasión.

Como cristianos, debemos mantener nuestra conciencia clara por obedecer a Dios
y mantener nuestra relación con Él de buena reputación. Hacemos esto mediante
la aplicación de Su palabra, renovando y ablandando nuestros corazones
continuamente. Consideramos a aquellos cuyas conciencias son débiles,
tratándolos con compasión y amor cristiano.

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