Está en la página 1de 3

Elena Fortún

[Sendero Fortún]

Texto y dirección: María Folguera (inspirado en la obra de Elena Fortún)

Reparto: Julia de Castro, Montse Diez, Irene Martín Guillén, Ana Mayo, Luis
Moreno y Javier Pérez-Acebrón.
CDN

Sala El Mirlo Blanco, Teatro Valle-Inclán

Hay veces que uno va al teatro y ve un montaje interesante, o un actor que le


impresiona, o un texto que le hace pensar. Raras veces, puede ir al teatro y encontrarse
lo que puede ser un pequeño milagro, aunque su formato no sea el de una gran
producción. Con María Folguera suele ocurrir que nos acerquemos a este punto, sin que
eso quiera decir que vamos a asistir a un esfuerzo por convencernos que tenemos ante
nosotros la perfección materializada o que se nos va a epartar con imágenes vacías. Pero
sinceramente, ¿a quién le interesa ese tipo de perfección? La inteligencia, la
sensibilidad, la humanidad, la imaginación, la inquietud, el deseo de jugar, el afán de ir
más allá, de lograr algo no visto antes, eso interesa mucho más.
Aquí, en este biotopic sobre la vida de Elena Fortún, bajo la apariencia de un pequeño
montaje sobre bases canónicas y tradicionales, podemos encontrar un juego de miradas
y de fascinaciones. La mirada de una autora, la de una directora, la de unos actores, la
de unos personajes, que se buscan cada uno a sí mismo y entre ellos para preguntarse
sobre las cosas pequeñas de la vida, las pequeñas alegrías, los pequeños deseos, los
vicios propios y callados, las neurosis escondidas, las anormalidades que nos
conforman, las represiones impuestas por la sociedad que nos dañan y sobre todo, esas
relaciones que se dan entre nosotros y que nos causan pequeñas heridas que nos hacen
derramar una lágrima y una gota de sangre: la vida.
Elena Fortún forma un díptico con Celia en la revolución, también dirigida por María
Folguera, aunque con texto de Alba Quinta, hace unos meses representada en este
mismo teatro, en la sala grande. Pero también continúa el trabajo de Folguera sobre la
vida, con sus pequeños esfuerzos, logros irregulares, heridas íntimas, de otras mujeres
escritoras y luchadoras, inmersas en un decurso histórico en el que lo que más interesa
sin embargo es la experiencia vital, la relación con el ahora. Teresa de Ávila en La
guerra según Santa Teresa y Catalina de Siena en El amor y el trabajo. De alguna
manera, en estos tres montajes Folguera abre los ojos ante sus personajes, mujeres en la
encrucijada, dispuestas con total delicadeza en la pletina de un pequeño microscopio,
para intentar encontrar ese detalle que los cuente, ese detalle que también cuenta a la
autora y que se nos revela.
Técnicamente, destacar el estupendo dominio del espacio. Si en Celia en la revolución
tenía rasgos épicos y conformaba una geografía, aquí adquiere aspectos íntimos y
configura recuerdos. En el espacio tan limitado de lo que es apenas una sala de
conferencias, se reconstruye una sala de teatro de cámara, como era la misma Mirlo
Blanco de los Baroja. Pero además, es un espacio rico y plástico, que va cobrando
diferentes significaciones, pero todas marcadas con precisión. De alguna manera, este
espacio es el del interior de una mujer que, pese a llevar sus cabellos recubiertos de una
patina dorada, como el resto de la compañía (barniz del tiempo del recuerdo), es una
mujer viva, con sus angustias, sus errores y su imposible búsqueda de la felicidad.
Tenemos el concepto del grupo de actores como compañía: no son actores al servicio de
sus papeles, sino un grupo orgánico —pese a las grandes diferencias que pueda haber
entre ellos—que se apoyan entre sí, juegan entre ellos, forman un continuo, una
armonía. En ellos (en ellas) se juega la sororidad, el encuentro y el relevo generacional;
y finalmente la transmisión de lo vivido a través de los textos (fascinante el juego
metafórico de las telas y los libros, que son cenefas de bordado, hasta acabar en eso que
calló Elena Fortún, sus dos manuscritos inéditos, paños por descubrir, texturas que
transmitir de mujer a mujer).
De alguna manera, Elena Fortún es una canción, resultado de la unión de las voces de
todos los actores, que confluyen en la del personaje principal. Y que a su vez, recoge en
ella todas estas voces. Por ello, es tan importante ese trabajo actoral, unitario y a la vez
muy diverso: la atracción extraña de Irene Martín Guillén; la presencia de Julia de
Castro como el personaje que Fortún no podrá ser; el último segundo de la inocencia de
Ana Mayo; el juego del poder, a la vez cercano y lejano, de Luis Moreno; la indefensión
prepotente y la gran humanidad de Javier Pérez-Acebrón; y todo esto, recogido y
añadido en la delicada y muy construida interpretación de Elena Fortún por parte de
Montse Diez, un trabajo asombroso y matizadísimo, que se aprovecha de la cercanía
para transmitirnos más registros de un personaje que al final se queda en el secreto y en
el silencio.
Cuando acabó la función hubo aplausos cálidos, hubo algún bravo. Pero hubo algo más
precioso: alguna lágrima de agradecimiento entre alguna de las mujeres del público.
RAÚL HERNÁNDEZ GARRIDO

https://www.youtube.com/watch?v=nfuaiNrflRk

Resumen

Elena Fortún contó a través de sus personajes los grandes cambios culturales y sociales
en España. De 1927 a 1951, la autora escribió la odisea de Celia entre el desarraigo, la
represión y la construcción de una identidad propia, las aventuras de Cuchifritín y Mila
y las trastadas de Matonkikí. Y artículos, cuentos, obras de teatro, cartas y novelas.

Elena Fortún sobrevivió a la guerra en Madrid, al exilio en Buenos Aires, a la censura,


pero, ante todo, sobrevivió a los secretos de su vida. Elena Fortún es el nombre artístico
de una mujer, Encarnación Aragoneses (1886-1952), que hizo su propio camino y a
veces se arrepintió. Que perdura en miles de lectoras y que sorprende hoy a través de
manuscritos encontrados y textos inéditos. Elena Fortún olvidada y reivindicada, leída y
releída, incomprendida y sobreentendida. Esta es la historia de una gran narradora y sus
amistades, su amor, su dolor… y su palabra, su clara y oculta palabra.

En torno a Elena, saltos temporales, metaficción, personas y personajes. Un pequeño


teatro como metáfora del esfuerzo cotidiano por sostener una identidad adulta
-inevitablemente falsa y fallida, desde la perspectiva fortuniana-. Un juego de entradas y
salidas, de mecanismos de ocultación, armario y biombo que deja escapar el secreto por
sus rendijas. Elena rompe y recompone el armario, y al final solo queda la posibilidad
de contarlo. Y, si todavía es pronto para contarlo, dejar un reguero de señales que
permitan llegar al cuento escondido.
Escribo a partir de la obra de Elena Fortún y de su correspondencia, pero también sobre
la investigación de Marisol Dorao, Nuria Capdevila-Argüelles y Maria Jesús Fraga.
Ellas han conseguido preservar su legado, defender la riqueza y complejidad de una
precursora imprescindible. A ellas dedicamos esta puesta en escena.

MARÍA FOLGUERA

Equipo artístico

 Reparto: Julia de Castro, Montse Diez, Irene Martín Guillén, Ana Mayo, Luis
Moreno y Javier Pérez-Acebrón.
 Equipo artístico: María Folguera (Texto inspirado en la obra de Elena Fortún y
dirección), Mónica Teijeiro (Escenografía), Rubén Martín Vayá (Iluminación), Sofía
Nieto Recio-Carmen17 (Vestuario), Guillermo Domercq (Asesor musical) y Eva Luna
García-Mauriño (Ayudante de dirección).

Producción Centro Dramático Nacional.

Horarios y pases

Sala El Mirlo Blanco, Teatro Valle-Inclán

Plazuela de Ana Diosdado s/n (Plaza de Lavapiés), 28012 Madrid

 De martes a domingo a las 18 h.

Información

 Sala El Mirlo Blanco, Teatro Valle-Inclán

Fecha: del 18 de febrero al 8 de marzo de 2020

Horario: de martes a domingo a las 18h.

Encuentro con el equipo artístico: martes 3 de marzo tras la representación

Iniciado el espectáculo, no se permitirá el acceso a la sala excepto en las


pausas, si las hubiere

También podría gustarte