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Hidroxicloroquina
Los antimaláricos han sido ampliamente empleados en el tratamiento de las Enfermedades Autoinmunes
Sistémicas, especialmente en lupus eritematoso sistémico y artritis reumatoide. El primero en emplearse
fue la quinina, hace ya casi 100 años, para el tratamiento del LES. Actualmente se emplean
hidroxicloroquina, cloroquina y quinacrina.
Las quinolinas han sido el elemento fundamental del tratamiento antipalúdico y, además tienen algunas
particularidades farmacológicas relevantes. Es característica la variabilidad interindividual en la absorción,
la cual se realiza en el tubo digestivo, zonas intramusculares y subcutáneas. Se distribuyen ampliamente
en el tejido muscular, hígado, bazo, riñones, pulmones, células de la sangre, glándulas pituitaria y
suprarrenal y tejidos que contienen melanina. Se metabolizan en el hígado y se excretan por vía renal. La
vida media de eliminación de la hidroxicloroquina es de 30 a 50 días y el tiempo que demora en comenzar
a hacer su efecto antiinflamatorio es de 4 a 6 semanas, mientras que el tiempo en llegar a concentraciones
estables en sangre se estima entre 4 y 6 meses. Debido a la unión extensa a los tejidos, se necesita una
dosis de carga para lograr concentraciones plasmáticas eficaces. Después de la administración parenteral,
la entrada rápida en la circulación sanguínea junto con la salida lenta de este compartimiento puede dar
por resultado concentraciones altas transitorias que pueden ser letales. De ahí que se administre la
cloroquina parenteral en forma lenta mediante una venoclisis constante o dividida en dosis pequeñas por
vía subcutánea o intramuscular.
La seguridad del tratamiento con Hidroxicloroquina ha sido largamente analizada. Los efectos adversos
más recuentes son leves, incluyendo molestias gastrointestinales, prurito acuógeno y pigmentación
cutánea. Suelen aparecer al inicio y mejorar con el mantenimiento del tratamiento, excepcionalmente
determinan su interrupción. El efecto adverso más temido es su potencial daño oftalmológico,
específicamente a nivel de la retina, que suele culminar en una maculopatía irreversible en “ojo de buey”,
la cual se puede manifestar con escasos síntomas o bien con escotomas, nictalopía (dificultad para ver
con escasa luz) y pérdida de la agudeza visual. Existen recomendaciones para el control de consumidores
de hidroxicloroquina los cuales se citan en el siguiente cuadro más abajo.
A nivel cardiovascular se han reportado trastornos de la conducción y falla cardiaca por antimaláricos,
pero ambas complicaciones son muy poco frecuentes con el uso de hidroxicloroquina.
Cabe destacar que el fármaco es seguro durante el embarazo y lactancia. Su interrupción es riesgosa para
la gestación, por lo que debe mantenerse durante todo el período grávido-puerperal.
Investigadores chinos que informaron tratar a más de 100 pacientes con cloroquina promocionaron sus
beneficios, pero los datos subyacentes a la afirmación no han sido publicados. En general, más de 20
estudios de COVID-19 en China utilizaron cloroquina o hidroxicloroquina, señala la OMS, pero sus
resultados han sido difíciles de obtener.
Investigadores en Francia han publicado un estudio en el que trataron a 20 pacientes con COVID-19 con
hidroxicloroquina. Llegaron a la conclusión de que el medicamento redujo significativamente la carga viral
en los hisopos nasales. Pero no fue un ensayo controlado aleatorio y no informó resultados clínicos como
muertes. Otra Investigación China enuncia que “la hidroxicloroquina no reduciría la portación viral del
COVID-19”. Analizando de manera objetiva dicho estudio, no se logra comprender cómo han llegado a
dicha conclusión con un valor de p 0,53, ya que esos resultados no serían estadísticamente significativos.
Al llegar a este punto comprendemos que hay perspectivas enfrentadas frente al uso de la
hidroxicloroquina como un tratamiento posible ante la pandemia de COVID-19.
Fue sino hasta el día 30 de marzo de 2020 que la FDA autorizó a los profesionales de la salud a utilizar el
fármaco en pacientes adolescentes y adultos hospitalizados con clínica compatible con COVID-19.
Lo más esperanzador de todo que se informa acerca de este último tratamiento es una publicación
francesa, que se realizó en algunos hospitales con pacientes internados a partir del 16 de marzo. Los
hospitales que no qusieron participar del protocolo se utilizaron como grupo control. El protocolo trataba
a todos los internados con hidroxicloroquina, y dependiendo de su presentación clínica, se adicionaba
azitromicina. El grupo control solo fue tratado con Hidroxicloroquina. El resultado fue una eficiencia
significativa de la combinación de ambos fármacos frente a la monoterapia. Dichos resultados son
prometedores y abren la posibilidad de una estrategia internacional para los tomadores de decisiones
para combatir esta infección viral emergente en tiempo real.
Por último y no menos importante, cabe destacar que la gran mayoría de ensayos clínicos están realizados
frente a una población de pacientes muy pequeña, lo cual no permitiría transpolar los datos a la población
en general. De todas maneras, son posibles soluciones sanitarias a tener en cuenta.
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