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Carlos Miñana PDF
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53-76
Resumen
Abstract
The study gives a detailed account of the historical evolution of educational research
in Colombia since the 50s. Beginnings of research in that country have been marked
by the interest of international organizations which require reliable information to
guide their intervention in education as well as give account of their investment.
The article also refers to the birth of social sciences and its impact on educational
research, the role of teachers as researchers and finishes with the pedagogical research
in universities. The author concludes with the need to establish the theoretical boun-
daries of the “teaching practices” concept so as to achieve an effective articulation
of them with issues inside and outside the classroom.
Key words: educational research, teachers, university professors, teaching
practices
En un país como Colombia en el que sólo hasta hace muy poco se está universalizando
la educación básica –y esto gracias a la presión de los organismos internacionales–, los
inicios de la investigación sobre educación en el país han estado marcados, de un lado,
por los intereses de dichos organismos para producir información confiable que orientara
su intervención y que diera cuenta del impacto de las inversiones realizadas.
Las nuevas tecnologías de planeación que se aplicaron en la reconstrucción europea
después de la Segunda Guerra (Plan Marshall, 1947-1952) y su éxito fulgurante ali-
mentaron también la idea de que los países pobres denominados “tercermundistas”, con
una intervención planificada y ayuda internacional, podían alcanzar niveles de bienestar
apreciables en muy poco tiempo. El modelo en América Latina se replicó con el plan
“Alianza para el Progreso”. La educación pública se reorientó hacia el incremento de la
productividad y la competitividad, retomando las ideas de los economistas de la teoría
del “capital humano”. En Colombia los primeros estudios fueron de tipo macroeconó-
mico y de planificación educativa con abundante uso de cifras basadas en indicadores
básicos (cobertura, deserción…). Funcionarios, economistas e ingenieros ocuparon la
oficina de Planeación Nacional, organismo técnico donde hasta hoy se realizan estudios
orientados a legitimar y facilitar la puesta en práctica de las decisiones provenientes de
diferentes organismos y bancos internacionales.
Este modelo que funcionaba con una lógica de input-output o insumo-producto se
trasladó casi mecánicamente al ámbito curricular y al aula con la denominada “tecnolo-
gía educativa” y la “instrucción programada”, basadas en la psicología conductista. La
estrategia de mejoramiento cualitativo de la educación desde este enfoque se denominó
1 Dadas las dificultades para tener acceso a la numerosa literatura gris (pues sólo un porcentaje muy
bajo se puede consultar en línea o aparece en las bases de datos), a los escasos medios de difusión
académica, a su poco estable periodicidad y a su deficiente circulación, este escrito privilegia la
producción académica del centro del país y de las universidades de la capital. Pido excusas por
las omisiones involuntarias. No obstante, se consultaron los catálogos en línea de las bibliotecas
universitarias de las universidades (públicas y privadas) más prestigiosas del país (UN, UPN,
Andes y Javeriana en Bogotá, U. del Valle en Cali, U. de Antioquia en Medellín, U. del Norte en
Barranquilla, UIS en Bucaramanga, U. del Cauca en Popayán), de la Biblioteca Nacional y de
la Biblioteca Luis Ángel Arango, los RAE (Resúmenes Analíticos en Educación) de los últimos
veinte años producidos por la Universidad Pedagógica Nacional, y se ojearon todas las tesis de
maestría y doctorado (y algunas de pregrado) de los últimos diez años de la Universidad Pedagógica
Nacional –UPN– y del CINDE. Asimismo, se consultaron los anaqueles de las bibliotecas de la
UPN y de la U. Nacional de Colombia. Igualmente se revisaron estados del arte publicados –y
algunos inéditos– sobre la investigación educativa en el país y en la capital (Díaz Villa, 1993)
(Tamayo Valencia, 1999) (Henao Willes, 2000) (Miñana Blasco, 2002) (Camargo Abello et al.,
2006) (Córdoba Aldana, 2006).
2 Por ejemplo: 1. Creación del ambiente de ‘orden’ en la clase, 2. Corrección de tareas, 3. Desarrollo
del tema central de la lección, 4. Consignación en cuadernos, 5. Repaso del tema (p. 64).
3 Rodrigo Parra recibió el premio Andrés Bello de la OEA de investigación en educación (1990) y
su obra en el campo educativo –más de 1600 páginas– fue reeditada a manera de obras completas
(Parra Sandoval, 1996).
para ser maestro y, por otro lado, han concentrado la labor del docente en el salón de
clase, aumentando el número de horas/clase y el número de estudiantes por salón.
Asimismo, el maestro ha perdido autonomía y flexibilidad curricular presionado por
la evaluación por estándares y competencias. Adicionalmente, la universalización
de la educación y el ingreso de niños y jóvenes poco interesados en las actividades
académicas e incluso con rechazo al mundo escolar, implica que ahora el docente se
dedique a actividades más “pastorales”, de “trabajo social”, que a la enseñanza de las
asignaturas y contenidos curriculares tradicionales.
Algo similar ha pasado en el mundo de la etnoeducación y la educación indíge-
na. Las luchas indígenas de los años 70 condujeron a la creación de la Organización
Nacional Indígena de Colombia, a asumir el control de la educación en sus territorios
por vías de hecho y, finalmente, al reconocimiento constitucional (1991) de sus dere-
chos étnicos y a manejar la educación en forma relativamente autónoma, incluyendo
la selección del profesorado bilingüe (Decreto 804, 1994). Las investigaciones en este
campo, realizadas casi siempre en forma cooperativa entre asesores e investigadores
externos e investigadores indígenas, han denunciado el impacto de las escuelas misio-
neras en las comunidades, han descrito las formas de socialización tradicional de los
niños en contraste con la socialización escolar, han realizado estudios de etnociencia,
de etnolingüística y bilingüismo, y estudios aplicados en apoyo a proyectos específicos
de “etnoeducación”5 bajo el control de las mismas comunidades... Una publicación que
ilustra todos estos procesos (Bolaños, Ramos, Rappaport, & Miñana Blasco, 2004),
financiada una vez más por una ONG internacional (Terre des Hommes), contrasta la
labor de la “escuela oficial” en manos de los misioneros con las nuevas prácticas que
emergieron o que se adaptaron a las nuevas necesidades: las “fichas” o la pedagogía de
la pregunta, las “guías” o el inicio del saber pedagógico del maestro, los encuentros, el
Cabildo Escolar, el diario escolar, las bases culturales de la didáctica propia, música,
bailes y sociodramas, el juego y el dibujo. Igualmente hay un capítulo sobre los procesos
de producción de las cartillas y los materiales educativos en forma participativa con los
docentes y la comunidad, así como las nuevas prácticas de evaluación. Este trabajo,
a pesar de reconocer cierta autonomía de las dinámicas escolares, insiste en que las
innovaciones pedagógicas de este proceso colectivo de treinta años no surgieron de
un interés propiamente pedagógico, sino de una propuesta política, de la construcción
En los últimos diez años, y ligado a los procesos anteriormente esbozados y a las
propuestas de investigación-acción, se ha producido un giro importante en la orien-
tación de la formación de los nuevos docentes hacia la investigación. Como resultado
de ello hay un incremento en el volumen y en la calidad de los trabajos de grado (en
los años 80 no era necesario un trabajo final para graduarse). La inmensa mayoría
de ellos se orientan a la construcción (y a veces puesta en práctica y evaluación) de
propuestas pedagógicas más o menos instrumentales para la enseñanza de algo en
concreto (el coseno, la historia medieval, el cuento, la cooperación…). Algunos de
estos trabajos (especialmente los de ciencias, tecnología e informática) no ocultan su
enfoque positivista y experimental. Desde la perspectiva que nos interesa, es decir,
estudios con cierta base empírica sobre la práctica del docente, es muy poco lo que
se halló. Un ejemplo significativo de este tipo de producción (Becerra Saavedra,
Téllez Moreno & Ortiz Bareño, 2005) presenta una adecuada contextualización local
y de la educación rural y preescolar, y describe las actividades de las maestras de
dos escuelas públicas multigrado que deben atender a grupos numerosos de niños y
niñas (41 en una escuela y 32 en la otra) de grados Transición (Preescolar) y Primero
de primaria simultáneamente. Adopta la perspectiva teórica del modelo ecológico de
Doyle y se concentra en describir la estructura de la participación y la estructura de
las tareas en el aula.
Identifica:
– Rutinas: rezos y canciones.
– Actividades formales (planeadas, con objetivos, basadas en contenidos): memorizar,
procedimientos, comprensión, opinar, descubrimiento.
6 Se han creado recientemente en Colombia –desde 1996 el primero– dos doctorados interinstitucionales
en educación en los que participan varias de las universidades públicas del país, pero son todavía
muy pocos los graduados. Se revisaron todas las tesis consignadas en la biblioteca de la UPN pero
no se encontró ninguna que aportara significativamente a la práctica de enseñanza desde una base
empírica. Únicamente una tesis, tomando como corpus 99 observaciones de clase de tres profesores,
realiza un trabajo epistemológico y hermenéutico sobre las concepciones de la física del profesor a
partir de su práctica (no de entrevistas) (Perafán Echeverry, 2003).
7 Según la base de datos de COLCIENCIAS (ver la página web), en el país existía un total de 478
grupos adscritos al Programa de Estudios Científicos de la Educación en 2007. De ellos, 162 con
la educación como tema principal, y 316 como tema secundario. Sin embargo sólo 61 presentaban
una producción sostenida (clasificados en categoría A).
8 Cuento, dictado, copia de texto, copia de tablero, separación de palabras por sílabas, sustantivos, uso
del diccionario, ortografía, texto libre, gramática, introducción a la literatura universal, etc.
de carácter más académico. Si bien cada vez es más frecuente que este tipo de trabajos
sean publicados en las páginas web institucionales, se trae aquí como ejemplo una in-
vestigación sobre el uso de audiovisuales y nuevas tecnologías en la escuela que logra
establecer las estructuras básicas de las actividades audiovisuales tal como se realizan en
colegios bogotanos (tanto públicos como privados) a partir de la observación de una serie
de actividades en contextos “naturales” y en situaciones parcialmente “provocadas” o
inducidas –experimentales– por los investigadores (Rodríguez & Miñana Blasco, 1999).
Esta estructura depende de los recursos disponibles y de su accesibilidad, de la cultura
audiovisual de la maestra, de la asignatura y el nivel educativo en la que se realiza la au-
diovisualización. De modo muy general siempre incluye a) una Introducción-Presentación
a la que sigue b) la Audiovisualización, c) una Actividad sobre lo visualizado y d) Otras
actividades diferidas. En la práctica muchas veces –por las restricciones de los horarios
escolares– ni siquiera se logra concluir la audiovisualización, por lo que la actividad
propuesta para los estudiantes y el foro se convierte en una “tarea” para realizar en la
casa. Una fase de preparación rara vez existe y es frecuente que los mismos maestros
no hayan visto la película previamente. Los investigadores encontraron que la mayoría
de las veces los videos o películas entran al aula con una función distensionadora o
recreativa, más que propiamente académica o curricular. En segundo lugar los audio-
visuales son usados instrumentalmente como reemplazo del profesor para introducir
o desarrollar una temática. Con mucha menos frecuencia son utilizados como punto
de partida de una discusión, foro o debate, y mucho menos para abordar el lenguaje
audiovisual propiamente dicho. Por otro lado, la investigación mostró también cómo
una minoría de profesores desarrollan actividades creativas a partir de los audiovisuales
reconociendo las especificidades y potencialidades de este lenguaje, e incluso están
produciendo videos con los estudiantes. El estudio cuestiona la idea de que los audiovi-
suales y las nuevas tecnologías per se cambien las relaciones pedagógicas y la enseñanza,
mostrando cómo en realidad cada maestro “domestica” el audiovisual, adaptándolo
con su acción y poniéndolo al servicio al tipo de práctica de enseñanza que pretende.
En cuanto a los avances teóricos que se han dado en Colombia para conceptualizar
las prácticas de enseñanza, hay que anotar que éstos han estado poco vinculados a los
trabajos empíricos. En primer lugar es necesario mencionar al grupo de investigación
denominado “Historia de la práctica pedagógica en Colombia”, a partir de un proyecto
iniciado a finales de los 70 y al cual se fueron vinculando investigadores de diferentes
lugares del país, en especial de la Universidad de Antioquia (Medellín), la Universidad
Pedagógica Nacional (Bogotá) y la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja
(Zuluaga et al., 2003).9 Su propuesta teórica se ancla en Foucault y en los clásicos de
9 Este grupo, conformado principalmente por historiadores de la educación y liderado en su inicio por
la profesora Olga Lucía Zuluaga, se ha convertido en uno de los más influyentes en el país, no sólo
por su producción académica sino por haber constituido una estrategia de poder desde la academia
(obteniendo financiación, liderando comités editoriales, departamentos de educación y facultades,
ONG y comités sindicales, e incluso ocupando altos puestos en el gobierno en el campo educativo).
Igualmente, fue uno de los grupos académicos que impulsó el Movimiento Pedagógico del magisterio
a comienzos de los 80 en su enfrentamiento a la tecnología educativa, y recientemente la Expedición
Pedagógica para hacer frente a las propuestas neoliberales.
Conclusiones y perspectivas
(para evitar caer en perspectivas demasiado instrumentales). Por otro lado, el concepto
debe ser suficientemente específico como para poder dar cuenta de las interacciones
en el aula (para evitar caer en perspectivas demasiado generales y donde el contexto
extraescolar explica todo lo que sucede en el aula). La dispersión conceptual que se
refleja también en los thesauros de las bases de datos latinoamericanas y de la misma
UNESCO no contribuye a consolidar este campo de investigación.
Aunque no se ha realizado un estudio estadístico, se puede afirmar que ni siquiera
un 1% de las investigaciones publicadas o producidas en el medio académico colom-
biano toman como objeto de estudio la práctica de enseñanza del docente en el aula,
siendo que es allí donde los estudiantes y maestras pasan el 90% de su tiempo en la
escuela. Al igual que ha señalado Lenoir (2006) en el panorama internacional, siguen
proliferando “consejos, recomendaciones y prescripciones”, pero hay pocos estudios
sobre las prácticas reales. Tampoco hay grupos de investigación consolidados y con
tradición dedicados a ello. Vale la pena preguntarse el porqué. Una primera hipótesis
tiene que ver con el rechazo de la academia colombiana en estos últimos veinticinco
años a las perspectivas instrumentales de la enseñanza. Fue el rechazo al conductismo
de la “tecnología educativa” y del “diseño instruccional” y la búsqueda de un nuevo
estatuto teórico para la pedagogía que no se redujera a la didáctica y a su función ins-
trumental, la que llevó a construir un concepto de la práctica pedagógica tan complejo
y abarcador en el que observar lo que sucedía al interior del aula era secundario. Por
otra parte, los académicos más involucrados con el concepto de práctica pedagógica se
han dedicado a la historia de la educación en Colombia, lo cual también los ha alejado
de la observación y el estudio de las interacciones cotidianas en el aula.
Adicionalmente, la gran mayoría de investigaciones que han entrado a detallar la
vida del aula –sociológicas y antropológicas– han dotado de contexto a la problemá-
tica de la enseñanza, aunque han terminado culpabilizando a los maestros del fracaso
escolar y de las “fracturas” de la escuela. No obstante, tampoco han producido ni una
propuesta teórica, ni una ruta suficientemente sustentadas y convincentes para el cambio
de dichas prácticas.
El estudio de las prácticas de enseñanza reales, existentes en el día a día de la
escuela colombiana, ha quedado abandonado al voluntarismo y esfuerzo de las maestras
y maestros implicados en dichas prácticas, animados y empoderados por consignas lan-
zadas desde la academia como “recuperar el saber del maestro”, pero sin contar con las
condiciones institucionales, financieras, laborales y académicas para ello, produciendo
como resultado con frecuencia meras cacofonías, ecos lejanos distorsionados de las
mismas prácticas o autoelogios.
Pareciera, finalmente, abrirse paso una propuesta –tal vez la más viable dadas
las actuales condiciones colombianas– que se fundamenta en el trabajo colaborativo
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