Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En primer lugar, la aceptación del daño moral contractual muestra una cierta convicción
en cuanto a que la indemnización no puede reducirse a los daños materiales. La Corte
Suprema ha esgrimido el derecho a la integridad síquica para justificar la indemnización
del daño moral contractual. En el mismo sentido la Corte de apelaciones de Concepción
afirmó que el incumplimiento, por la compañía de seguros, de su obligación contractual ha
debido causar al acreedor, además de los perjuicios materiales, sorpresa, molestias y
preocupaciones. Para la jurisprudencia el incumplimiento contractual puede ser fuente de
un daño moral. Aquél que comete un hecho ilícito o un incumplimiento contractual, cuyo
resultado directo y necesario es un daño, está obligado a la reparación del daño material y
moral. En otra sentencia, la Corte Suprema indemniza el daño moral a los contratantes de
un servicio de transporte teleférico que se paralizó durante tres horas. El mismo tribunal
reconoce la indemnización del daño moral contra una empresa de suministro de sangre
echando mano a la teoría de la estipulación a favor de otro.17 Estas decisiones dejan ver
que la jurisprudencia, al menos en lo relativo al daño moral, no restringen la función de la
responsabilidad contractual al simple pago por equivalencia.
Es cierto que los fallos citados no son más que eso, sentencias de diversos tribunales
chilenos que no necesariamente representan una jurisprudencia en el sentido técnico de
esta palabra. Por lo demás en Chile es difícil hablar de jurisprudencia, pues la Corte
Suprema no cumple a cabalidad el rol de tribunal de casación. Creo eso sí, que la
jurisprudencia debiera orientarse en el sentido de los fallos citados, de tal manera de
reconocer una verdadera función de reparación a la responsabilidad contractual.
Cuando la obligación contractual no ha sido cumplida debe admitirse a favor del acreedor
la elección del cumplimiento forzado o de manera autónoma la indemnización de los
perjuicios. De manera usual se esgrime como argumento para privilegiar la ejecución en
naturaleza la fuerza obligatoria del contrato. Sin embargo resulta paradójico que sea el
deudor, el causante de la violación del vínculo contractual, quien pueda escudarse en la
fuerza obligatoria para hacer pervivir el contrato. Así el principio de la fuerza obligatoria
del contrato sería un obstáculo al reconocimiento de una responsabilidad contractual
autónoma. El acreedor se vería forzado a demandar la ejecución del contrato, aunque ya
no le interese o el beneficio esperado se haya esfumado. Aquí se presenta la cuestión de
saber si existe una preeminencia de la ejecución forzada del contrato por sobre la acción
indemnizatoria.
En primer lugar hay que señalar que la elección se discute a propósito del valor del
crédito, siendo siempre indemnizables los daños consecutivos al incumplimiento. En otros
términos, es evidente que la ejecución en naturaleza no impide el derecho del acreedor
para reclamar los daños distintos al valor de la prestación incumplida. La ejecución forzada
no constituye un obstáculo a la reparación de daños diversos a la prestación. Así por
ejemplo el daño moral. Esto es lógico, pues la ejecución forzada no siempre satisface de
manera íntegra al acreedor. Con frecuencia debe tenerse en cuenta el daño moral o por el
retardo o aún otro tipo de consecuencias pecuniarias. Esto queda claro de la lectura del
artículo 1489 del Código civil que permite al acreedor diligente exigir la ejecución forzada
o la resolución del contrato bilateral y además la indemnización de los perjuicios.
Una parte importante de la doctrina nacional señala que el acreedor debe conformarse,
mientras sea posible, con la ejecución forzada del contrato. Se trataría incluso de una
condición de la responsabilidad contractual.20 Sin embargo el análisis de las obligaciones
contractuales conduce a una opinión distinta.
Hay que partir descartando que la opción a favor del acreedor involucre todo tipo de
obligaciones. En el derecho chileno la discusión sobre la autonomía de la acción
indemnizatoria se restringe a las obligaciones de dar y en cierta medida a las obligaciones
de no hacer.
En relación a las obligaciones de hacer, la mayoría por cierto, el artículo 1553 del Código
civil reconoce al acreedor la elección entre la ejecución forzada, el cumplimiento por un
tercero con cargo al deudor y, por último, la indemnización de perjuicios. Así entonces el
acreedor de cuna obligación de hacer puede demandar según su conveniencia la
indemnización de perjuicios con independencia de la viabilidad de una ejecución forzada.
Además, según señalé, debe tenerse en cuenta el artículo 1489 del Código civil. Este
reconoce la opción al acreedor en los contratos bilaterales para exigir la ejecución forzada
o la resolución del contrato, con independencia de la indemnización de los perjuicios
consecutivos al incumplimiento. Por lo tanto en todos los contratos sinalagmáticos la
acción indemnizatoria puede acompañar la resolución del contrato, siendo, por tanto,
independiente de la ejecución forzada.
Siguiendo la tradición romana, el Código civil chileno acoge la distinción entre el título y el
modo. La transferencia de la propiedad se verifica a través de algún modo de adquirir el
dominio, siendo la obligación de transferir el dominio una genuina obligación de dar. En
cuanto al incumplimiento de una obligación de dar la mayoría de los autores nacionales
afirma que el acreedor está obligado a agotar todos los medios para alcanzar la ejecución
forzada de la obligación. En esta concepción se plasma el carácter accesorio de la
responsabilidad contractual. En esta posición hay que excluir aquellas obligaciones
insertas en contratos bilaterales, pues, según señalé, corresponde aplicar el artículo 1489
del Código civil. También deben apartarse las obligaciones monetarias, cuyo régimen
especial está previsto en el artículo 1559 del mismo Código. El debate aparece, entonces,
bastante restrictivo, incluso sin importancia práctica, sobre todo si se considera que las
obligaciones de dar son más bien escasas.
El deudor para ser responsable debe haber incumplido una obligación de naturaleza
contractual. Dicho incumplimiento puede acompañarse de la culpa si nos encontramos
ante una obligación de medios o tratarse de una responsabilidad objetiva si la obligación
es de resultado. Por su parte, las obligaciones contractuales pueden emanar de la propia
voluntad de las partes cuando así lo explicitan en el propio contrato. En segundo término
pueden estar previstas en la ley –derecho dispositivo- en ausencia de una manifiesta
voluntad de los contratantes. Por último, las obligaciones contractuales podrían generarse
a partir de una interpretación objetiva del contrato por los jueces. Acá cabe recordar las
obligaciones de información y de seguridad que han ido adquiriendo una especial
relevancia en la práctica jurisprudencial.
No analizaré en detalle los tipos de obligaciones contractuales, aunque, según dije, tiene
especial relevancia la naturaleza de la obligación para definir si se trata de una
responsabilidad por culpa u objetiva. Si bien este análisis no es compartido en la doctrina
nacional me parece el más apropiado para explicar la responsabilidad contractual.
En cuanto a la culpa, Bello siguió la influencia de Pothier. El Código civil chileno en su
artículo 44 admite la distinción de tres grados de culpa. A partir del contenido del artículo
44 se puede arribar a una cierta noción de la culpa contractual.
El título XXXV del libro IV dedicado a los Delitos y Cuasidelitos no contiene ninguna
definición de la culpa, aunque, siguiendo el Code, le reconoce el carácter de fundamento
principal de la responsabilidad civil. Esta omisión ha significado dilucidar si la definición
propuesta por el ya citado artículo 44 se aplica también al terreno extracontractual. En el
derecho chileno se asume la identidad de la culpa contractual y la culpa extracontractual.
Se considera la definición de culpa del artículo 44 de aplicación general, aunque, al mismo
tiempo, se señala que la culpa extracontractual no admitiría graduación. A partir del
adagio latino « in lege aquilia et culpa levissima venit » se pretende que la culpa del
agente del daño en el terreno extracontractual sin importar la intensidad puede generar
responsabilidad civil. Bastaría una « poussière de faute », la culpa levissima, para reclamar
la indemnización respectiva. Esta posición parece extrema como regla general. No puede
exigirse a los sujetos de derecho que conviven en sociedad tener un cuidado extremos en
cada uno de sus actos. Distinto es que en ciertas actividades que involucren per se un
riesgo para otros pueda exigírseles una responsabilidad más estricta. Esto ha ocurrido por
ejemplo con la responsabilidad del empresario, ya sea directa o por el hecho de sus
dependientes.
Sin embargo la propia definición de la culpa leve propuesta en el artículo 44 aclara las
dudas. El texto afirma que « culpa o descuido, sin otra calificación, significa culpa o
descuido leve ». En consecuencia cada vez que se utilice la expresión culpa o negligencia a
secas debe entenderse culpa leve, aún fuera del ámbito contractual. Además, el título del
parágrafo en que se encuentra ubicado el artículo 44 “definición de varias palabras de uso
frecuente en las leyes” confirma el carácter general de la disposición.30
El Código civil chileno recoge la denominada prestación de culpas. El artículo 1547 dispone
la intensidad de la diligencia en la ejecución de la obligación contractual a cargo del
deudor según el beneficio que le reporta el contrato. Si el contrato beneficia sólo al
acreedor, el deudor responde de culpa grave. Por el contrario si el beneficio es nada más
para el deudor responde de culpa levísima. Por último las partes responden de culpa leve
cuando el contrato beneficia a ambas partes del contrato. El artículo 1547 encuentra su
fuente en la obra de Pothier. BELLO tomó partido por la interpretación romanista del
problema, lo que significa la consagración de la distinción tripartita de culpas bajo el
criterio utilitas contrahentium en el artículo 1547 del Código civil.35 Sin embargo, si bien
la teoría de prestación de culpas aparece como una construcción sistemática sin reproche,
además ingeniosa, según las palabras de Carbonnier, su aplicación estricta es bastante
ilusoria. Las críticas a esta teoría son bastante conocidas. El dominio de las sutilezas que
involucra distinguir entre los diversos tipos de diligencia según la utilidad del contrato
complica la labor de los jueces. A pesar de la importancia que se le asigna en los manuales
uno puede dudar acerca de su utilidad práctica. Parece más simple consagrar un solo
modelo al cual debiera ajustarse el deudor, salvo que las partes lo modifiquen en virtud de
la libertad contractual.
En el Código civil chileno se consagra una regla particular que contempla una presunción
de culpa a partir del incumplimiento contractual. A partir del artículo 1547 inciso 3º la
doctrina y jurisprudencia ha entendido que existe una presunción de culpa en contra del
deudor. Por consiguiente el acreedor sólo debe probar la existencia de la obligación y
afirmar el incumplimiento para colocar al deudor en situación de aportar la prueba de su
diligencia o la exclusión de responsabilidad por caso fortuito o fuerza mayor.
La jurisprudencia reconoce sin excepción esta presunción de culpa. Por ejemplo la Corte
de apelaciones de Santiago ha señalado que «el incumplimiento de la obligación o su
ejecución imperfecta se presume culpable y el artículo 1547 coloca a la carga del deudor
la prueba de la diligencia o cuidado ».
Esta regla permite una protección importante para el acreedor al liberarlo de la carga de
la prueba de la culpa.
Otro problema que tuvo una amplia difusión en Chile ha sido la discusión sobre la
procedencia de indemnizar el daño moral por incumplimiento contractual. La
jurisprudencia de espalda a la doctrina mayoritaria rechazaba la indemnización del daño
moral en sede contractual haciendo una interpretación exegética del artículo 1556. Este
precepto contempla los rubros de daños a indemnizar por incumplimiento de obligaciones
contractuales mencionando el daño emergente y el lucro cesante. Sin embargo hoy la
jurisprudencia de la Corte Suprema acepta la indemnización del daño moral contractual. A
partir de una sentencia de 1994 la Corte Suprema citando argumentos constitucionales
procedió a admitir la indemnización del daño moral por incumplimiento de un contrato de
cuenta corriente.
Los bienes de consumo, ingresos y riquezas se reparten en tanto que son recursos escasos
que generan una brecha entre los diferentes grupos sociales. A la lógica de la apropiación
se le impone su contrario, la negación. Por ese motivo, los daños colaterales del consumo
excesivo y no sustentable son negados, puestos en duda o censurados por los grupos
privilegiados que sustentan dichas prácticas y finalmente por toda la población. No
obstante, en tanto efectos reales, la globalización y generalización de las
responsabilidades exime a quienes tienen control directo de los medios y modos de
producción. En otros términos, se concreta una unidad entre víctima y victimario. Al
respecto, Beck explica que en la clásica sociedad de clases, los grupos basaban sus
distinciones en el estilo social al cual estaban atados desde su ingreso a la sociedad, los
riesgos eran, entonces, conocidos y experimentados por los propios medios; por el
contrario, en la sociedad del riesgo, éstos se encuentran dados por medios externos al
sujeto, como pueden ser el campo científico o el periodismo. En parte, el ciudadano
comienza a perder una importante porción de su soberanía cognitiva; así, surgen los
conocidos expertos del riesgo, quienes junto a las estructuras económicas ejercen una
explotación comercial con miras a nuevos mecanismos de seguridad.
Para acreedor la obligación es un crédito, para el deudor, supone una deuda ( von thur,
tratado de las obligaciones, ed. reus 1934)
2465 CC
ELEMENTOS DE LA OBLIGACIÓN
Cuál es el elemento central de una obligación?. Para dar respuesta a esto existen hoy dos
doctrinas:
A.- “el deber del deudor de observar un determinado comportamiento” así: si incumple,
nace una segunda “obligación”, la de indemnizar. (Fundamento ético)
a.- posible
c.- debe ser determinada 1499 (se puede definir sin nueva convención …)
FUENTES DE LA OBLIGACIÓN.
Esta materia la trata el Código Civil Chileno en sus arts. 578, 2284 y 1437, siendo
originalmente o tradicionalmente: el contrato, el cuasicontrato, el delito, el cuasidelito y la
ley.
En Chile, domina la idea que no se acepta, salvo casos especiales (632) pues Bello siguió
en esto a Pothier. Mayoritariamente la Jurisprudencia ha declarado que sólo Existen las
fuentes del 1437, pero hay fallos que admiten la posibilidad: pagaré (RDJ T 85 secc. 1 p.
104) en otras materias, la ley 19.496, que contempla hipótesis de actos unilaterales que
debn ser respetados por su ejecutor, VG el Artículo 12 de dicha ley en cuanto dispone que
todo proveedor de bienes o servicios estará obligado a respetar los términos, condiciones
y modalidades conforme a las cuales se hubiere ofrecido o convenido con el consumidor la
entrega del bien o la prestación del servicio.
El deudor debe incumplir una obligación emanada del contrato. El contrato debe
ser válido. Si es nulo, efecto retroactivo de la nulidad el contrato desaparece. Art. 1687.
A diferencia de derecho penal, acá sólo interesa la conducta culposa cuando se produce
daño. No existe definición legal de daño, el CC sólo los clasifica en el art. 1556. Algunos
sostienen que es la “lesión a un interés jurídicamente reconocido”, otros que es el
perjuicio o daño es el detrimento, menoscabo o lesión que sufre el acreedor en su
perdona o bienes (Ramos Pazos).
Sea cual fuere el concepto que prefiera, es clásica la clasificación de los perjuicios según el
objeto en que recaiga:
El ART. 1556 CC, contempla como ITEMS a indemnizar el DAÑO EMERGENTE Y LUCRO
CESANTE. Además, el daño debe ser consecuencia inmediata o directa de no haberse
cumplido la obligación o de haberse demorado su cumplimiento, (ART. 1558)
RELACIÓN DE CAUSALIDAD
Para que se genere RC debe existir relación de causalidad entre incumplimiento y daño.
Por ello, SÓLO SE INDEMNIZAN LOS DAÑOS DIRECTOS.
La doctrina ha expresado que el daño es directo cuando “es una consecuencia cierta y
necesaria del hecho ilícito”[1]. Por oposición, el daño es indirecto cuando entre éste y el
hecho doloso o culpable han intervenido causas extrañas, que impiden que pueda ser
razonablemente atribuido a este último[2].
DAÑO
CLÁUSULA PENAL
ART. 1559 CC: “EL ACREEDOR NO TIENE NECESIDAD DE JUSTIFICAR PERJUICIOS CUANDO
SÓLO COBRA INTERESES; BASTA EL HECHO DEL RETARDO
Daño moral
el artículo 1556, que por su carácter general resulta igualmente aplicable al ámbito
extracontractual[1], establece que la indemnización de perjuicios comprende el daño e-
mergente y el lucro cesante. En un desarrollo extra legem (que, en verdad en contra
legem si se atiende a la norma del artículo 2331 del Código Civil), la jurisprudencia ha
ampliado la reparación al daño moral. Para ello se buscó tempranamente refugio en el
artículo 2329 del Código Civil que extiende la reparación a todo daño que pueda
imputarse a dolo o negligencia de otra persona.
[1] Esta es la opinión de Alessandri, op. cit. [nota 1], pág. 547, ratificada por la
jurisprudencia. Así, la Corte Suprema ha señalado que “toda indemnización de perjuicios
comprende, según el artículo 1556 del Código Civil, el daño emergente y el lucro
cesante...” (23 de agosto de 1912, RDJ, Tomo XI, sec. 1ª, pág. 188). En el mismo sentido se
pronuncian, entre otras, las siguientes sentencias: Corte Suprema, 26 de noviembre de
1970 (RDJ, Tomo LVII, sec. 1ª, pág. 535); y, Corte de Apelaciones de Chillán (5 de octubre
de 1970, RDJ, Tomo LXVII, sec. 2ª, pág. 85).
DAÑO MORAL
CONCEPTO
ART. 1556 CC
ART. 2329 CC
El daño moral puede ser definido como el dolor, pesar o molestia que sufre una persona
en su sensibilidad física, en sus sentimientos o afectos o en su calidad de vida[1].
[1] Alessandri, op. cit. [nota 1], pág. 220, quien sigue a Henri, Léon y Jean Mazeaud,
entre otros autores franceses. En un sentido similar se pronuncia Meza Barros, op. cit.
[nota 97], pág. 249.
Daño moral
De ahí entonces que la indemnización del daño moral se identifique en general con la
expresión latina pretium doloris o “precio del dolor”[1].
[1] Alessandri, ibídem. Este concepto de daño moral, ha sido ampliamente recogido
por la jurisprudencia nacional. Así, la Corte Suprema, en sentencia de fecha 10 de agosto
de 1971, ha señalado que “debe entenderse que el daño moral existe cuando se ocasiona
a alguien un mal, un perjuicio o una aflicción en lo relativo a sus facultades espirituales,
vale decir, cuando se ocasiona a una persona un dolor o aflicción en sus sentimientos”
(RDJ, Tomo LXVIII, sec. 4ª, pág. 168). Por su parte, la Corte de Apelaciones de Santiago, en
sentencia de 22 de noviembre de 1944, confirmada por la Corte Suprema [cas. fondo] sin
referirse expresamente a este punto, señaló que “tal daño se produce siempre que un
hecho externo afecte a la integridad física o moral de un individuo o de aquellos que se
encuentran ligados por los lazos de la sangre que crean un conjunto de afectos
recíprocos” (RDJ, Tomo XLV, sec. 1ª, pág. 526). La misma Corte, en sentencia de 3 de junio
de 1973, señaló: “El daño moral consiste en el dolor, la aflicción, el pesar que causa en los
sentimientos o afectos el hecho ilícito, ya sea en la víctima o en sus parientes más
próximos” (RDJ, Tomo LXX, sec. 4ª, pág. 65). Sobre este concepto de daño moral pueden
consultarse además, las siguientes sentencias: Corte de Apelaciones de Santiago, 28 de
diciembre de 1961 (RDJ, Tomo LXVIII, sec. 4ª, pág. 374); Corte de Apelaciones de Temuco,
29 de junio de 1972 (RDJ, Tomo LXIX, sec. 4ª, pág. 66); Corte Suprema, 5 de diciembre de
1979 (Fallos del Mes N°253, sent. 1, pág. 462); Corte de Apelaciones de Santiago, 10 de
marzo de 1981 (RDJ, Tomo LXXVIII, sec. 2ª, pág. 36); Corte Suprema, 15 de diciembre de
1983 (RDJ, Tomo LXXX, sec. 1ª, pág. 128); Corte de Apelaciones de Santiago, 21 de marzo
de 1984 (RDJ, Tomo LXXXI, sec. 4ª, pág. 35); Corte de Apelaciones de Santiago, 16 de
agosto de 1984 (RDJ, Tomo LXXXI, sec. 4ª, pág. 140); Corte de Apelaciones de Valparaíso,
de 28 de noviembre de 1988 (Gaceta Jurídica N°101, sent. 2ª, pág. 48); Corte de
Apelaciones de San Miguel, 8 de agosto de 1989 (RDJ, Tomo LXXXVI, sec. 4ª, pág. 73); y,
Corte de Apelaciones de Santiago, 12 de septiembre de 1994 (RDJ, Tomo XCI, sec. 2ª, pág.
88).
Daño moral
Con todo, la noción de daño moral entendido como el dolor (en un sentido amplio) o las
molestias ocasionadas en la sensibilidad física del individuo, no está exenta de críticas,
entre otras razones, porque excluiría las demás manifestaciones de esta especie de daño,
como los perjuicios estéticos o la alteración de las condiciones de vida, de amplio
reconocimiento en el derecho comparado.
Daño moral
Por ello, resulta más fácil definir el daño moral en términos negativos, como todo
menoscabo no susceptible de avaluación pecuniaria, esto es, como sinónimo de daño no
patrimonial[1]. (BARROS)
[1] Una aproximación jurisprudencial a este concepto puede verse en una sentencia
reciente que se refiere al daño moral como “atentados en contra de derechos
personalísimos del ser humano que no tienen un contenido económico” (Corte de
Apelaciones de Santiago, 1 de julio de 1997, RDJ, Tomo XCIV, sec. 2ª, pág. 79).
DAÑO MORAL
Sin embargo hoy la jurisprudencia de la Corte Suprema acepta la indemnización del daño
moral contractual. A partir de una sentencia de 1994 la Corte Suprema citando
argumentos constitucionales procedió a admitir la indemnización del daño moral por
incumplimiento de un contrato de cuenta corriente.
1.- Doctrina clásica (autores franceses pre - código napoleónico: Pothier, Demoulin).
“patrimonialidad de prestaciones”
Al igual que en otros ordenamientos que generalmente han alcanzado en estas materias
un mayor y más acelerado grado de evolución, la jurisprudencia chilena comienza
reconociendo la reparación del daño moral que deriva del incumplimiento contractual en
ciertas áreas, donde la injusticia de la aplicación restrictiva del artículo 1556 del Código
Civil decantaba resultados palmariamente injustos (7). Paradigmáticamente, en el
territorio nacional fueron casos relacionados con el contrato de transporte los que
motivaron las primeras sentencias que, a mediados del siglo pasado, concedieron la
reparación este tipo de daño por incumplimiento contractual. Básicamente los juzgadores
se percataron de la desigualdad de trato que suponía que al transeúnte involucrado en el
accidente se le reparara íntegramente el daño (incluyendo el moral), mientras que al
pasajero, por el solo hecho de tener un contrato de transporte, se le limitaba la
reparación, indemnizándole tan solo del daño emergente y el lucro cesante (8).
Daño moral
Daño moral
FALLOS RELEVANTES
En el considerando segundo de la sentencia citada se señala: “Que, por otra parte y, sin
perjuicio de lo declarado por los testigos indicados en el motivo 17° del fallo de primera
instancia, debe tenerse en consideración que es un hecho notorio que cualquier persona
normal de la posición del actor, que se vea sometida al descrédito público al aparecer
erróneamente en una publicación mercantil como deudora morosa, experimenta un
sufrimiento o daño moral, el que corresponde sea indemnizado con una suma de dinero
que el tribunal regulará prudencialmente”
[1] Publicada en la Gaceta N° 194, páginas 71 y 72
IMPUTABILIDAD
DOLO-CULPA
CASO FORTUITO
AUSENCIA DE CULPA
CASO FORTUITO
RELACIÓN DE CAUSALIDAD
IMPUTABILIDAD
REQUISITO INDEPENDIENTE
CASO FORTUITO O FUERZA MAYOR
IMPUTABILIDAD
HECHO IRRESISTIBLE
IMPUTABILIDAD
ACUERDO DE LAS PARTES, OBLIGACIONES DE GARANTÍA, ART. 1547 CC INCISO FINAL, ART.
1673 CC
CASO FORTUITO SOBREVIENE POR CULPA DEL DEUDOR. CULPA QUE MOTIVA EL CASO
FORTUITO NO EL INCUMPLIMIENTO
IMPUTABILIDAD
ART. 1679 CC
IMPUTABILIDAD
TEORÍA DE LA IMPREVISIÓN
AUSENCIA DE CULPA
PREVISIBILIDAD
IMPUTABILIDAD
EQUIVALE AL DOLO
IMPUTABILIDAD
CULPA LEVE
IMPUTABILIDAD
CULPA LEVÍSIMA
EXTRAORDINARIA PRUDENCIA
IMPUTABILIDAD
PRIMA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD, ART. 1547 INC. FINAL. CULPA GRAVE FUTURA NO
PUEDE CONDONARSE
LA CULPA SE PRESUME
IMPUTABILIDAD
DOLO
DOLO, EFECTOS
AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD
IMPUTABILIDAD
EQUPARACIÓN NO ES TOTAL
Nexo causal
Para establecer la responsabilidad civil del agente o agentes del daño resulta
causa extranjera que interrumpe el vínculo causal. Por ende, es necesario referirse a las
Nexo causal
Para que un hecho doloso o culpable genere responsabilidad, es necesario que entre éste
y el daño exista una relación o vínculo de causalidad.
Teorías
Tradicionalmente, la doctrina y jurisprudencia han estimado suficiente para dar por
acreditada la causalidad que el hecho sea una condición necesaria del daño, sin el cual
éste no se habría producido, aunque concurrieren otras causas
Esta doctrina se conoce como de la equivalencia de las condiciones o condictio sine qua
non. Todas las causas son equivalentes, en la medida que individualmente sean condición
necesaria para la ocurrencia del resultado dañoso. Así, un daño tendrá tantas causas como
hechos hayan concurrido para su ocurrencia. Para determinar si un hecho es condición
necesaria basta intentar su supresión hipotética. Si eliminado mentalmente el hecho, el
daño no se produce, de ello se sigue que tal hecho es causa necesaria de ese daño. Al
revés, si suprimido el hecho, el daño igualmente se habría producido, la causalidad no
puede darse por establecida
CAUSA ADECUADA
Según la doctrina de la causa adecuada, la atribución de un daño supone que el hecho del
autor sea generalmente apropiado para producir esas consecuencias dañosas. Si desde la
perspectiva de un observador objetivo, la ocurrencia del daño es una consecuencia
verosímil del hecho, entonces se puede dar por establecida una relación de causa
adecuada (y el daño, en nuestro lenguaje, resulta ser directo) y habrá lugar a la
responsabilidad. La causa no es adecuada cuando responde a factores intervinientes que
resultan casuales, porque según el curso natural de los acontecimientos con posterioridad
al hecho resultan objetivamente inverosímiles en la perspectiva de un observador
imparcial
contrato de cuenta corriente con el Banco Sudamex. Con posterioridad, entre enero y
agosto de 2002 el referido Banco entregó al sr. Marcelo Astengo diversos talonarios de
cheques de la cuenta corriente de la sra. Pérez. Luego, el sr. Astengo falsificó al menos 36
autorizado por la sra. Pérez para retirar talonarios de cheques, salvo que se hiciera “contra
entrega del correspondiente formulario de solicitud firmado por los titulares”. Existe una
disconformidad existe con respecto a las firmas registradas en órdenes de pagos que no
que experimentó un daño moral que lesiona su honor, su crédito, su prestigio, su buen
La sentencia de primera instancia precisa que “la falta de diligencia a que estaba
obligado el banco, vale decir su incumplimiento contractual, fue la causa directa del daño
moral sufrido por la cuenta correntista”.1Y el considerando 15º del fallo de primera
instancia puntualiza que “las causas que motivan un daño pueden ser varias y a veces
sucesivas pero lo que importa es que todas ellas hayan contribuido en forma directa y
necesaria a generarlo, de modo que si alguna hubiere fallado, con certeza, no se habría
puede excusarse por el hecho de que otra causa, además de su conducta culpable, haya
extracontractual del autor del hecho ilícito y la responsabilidad contractual del Banco
Nexo causal
EQUIVALENCIA DE LAS CONDICIONES
Los partidarios de esta teoría estiman que el hecho dañoso, como todos los hechos,
presenta diversos factores que pueden tener relación con la acción u omisión del hombre
o con circunstancias externas. Se considera que cada uno de estos
realización del resultado, debe ser considerado como una de las causas del daño. No
procede realizar ninguna selección o descarte entre las condiciones necesarias para la
producción del perjuicio, ya que si alguna hubiere faltado, el daño no se habría verificado.
En consecuencia, para considerar un hecho u omisión la causa del daño, basta que haya
sido alguna de las condiciones sine qua non del resultado. Por cierto, se descartan las
condiciones irrelevantes que si bien dicen relación con algunos aspectos particulares del
daño, no determinan el acaecimiento del daño ni su extensión. Para muchos en esta parte
del elemento causal sólo interviene el aspecto naturalístico, o sea una causalidad material
o,
más propiamente una cuestión meramente fáctica que escapa al recurso de casación en el
fondo
Críticas
Lleva a injusticias
Demasiado naturalista
Problema de prueba
Nace en Alemania
Sólo considera causa aquellos hechos que contienen posibilidad objetiva de producir el
resultado dañino
MORA
ART. 1538 CC, HÁYASE O NO ESTIPULADO UN TÉRMINO DENTRO DEL CUAL DEBA
CUMPLIRSE LA OBLIGACIÓN PRINCIPAL, EL DEUDOR NO INCURRE EN LA PENA SINO
CUANDO SE HA CONSTITUIDO EN MORA
MORA
MORA
REQUISITOS
RETARDO EN EL CUMPLIMIENTO
MORA
TRES TIPOS:
Judicial
Contractual expresa
Contractual tácita
REGLA GENERAL
MORA
SE EXCLUYE CONDICIÓN
MORA
MORA
ART. 1548 CC, ART. 1552 CC, ART. 1680 CC, ART. 1827 CC
CLAUSULAS DE IRRESPONSABILIDAD
CONCEPTO.
¿SON VÁLIDAS?
CLAUSULAS DE IRRESPONSABILIDAD
Puede convenirse:
que el deudor responda de un grado mayor o menor de culpa que el que le corresponde
según art. 1558
DOLO FUTURO
1465
ORDEN PUBLICO
LIMITES
CLAUSULAS DE IRRESPONSABILIDAD
DOLO: Las cláusulas de este tipo no pueden excluir jamás el dolo directo, por
prohibirlo expresamente el artículo 1465 del Código Civil. En lo que respecta a la culpa
grave, en cambio, en principio no hay dificultades para que sea materia de una cláusula de
exoneración de responsabilidad, siempre que ésta se refiera a ella en forma específica.
Puede ocurrir que alguien esté dispuesto a aceptar el daño debido al extremo descuido de
otro. No hay razón de orden público o buenas costumbres que impida esa convención.
(BARROS)
c.- La carga.
OBLIGACIÓN
d) VÍNCULO JURÍDICO
OBLIGACIÓN
ES TRANSITORIA
ES EXCEPCIONAL
OBLIGACIÓN
OBLIGACIÓN
EL DEBITO ( DEBITUM)
LA RESPONSABILIDAD (OBLIGATIO)
DEBITO /RESPONSABILIDAD
Obligaciones de medio/resultado
Es una clasificación de las obligaciones concebida por el tratadista francés Jean Demogue,
quien el año 1928, estudiando los temas de la responsabilidad contractual, propuso la
idea de distinguir en cuanto al objeto de la obligación estas dos categorías: obligación de
resultados y obligación de medios.
La clasificación tiene base legal en Francia, dado que el Código Civil francés presenta los
siguientes artículos, ambos en relación con la materia
Obligaciones de medio/resultado
El artículo 1137 expresa que la obligación de velar por la conservación de la cosa, sea que
la convención tenga por objeto sólo la utilidad de una de las partes, sea que tenga por
objeto la utilidad de ambas, impone al que tiene esa obligación el deber de aportar todos
los cuidados de un buen padre de familia (obligación de medios).
El artículo 1147 ordena que el deudor será obligado, si ha lugar, al pago de daños y
perjuicios e intereses, sea en razón de la inejecución de la obligación, sea en razón del
retardo en su cumplimiento, siempre que no justifique que la inejecución proviene de una
causa extraña que no le es imputable, aunque no haya mala fe de su parte (de resultado).
Obligaciones de medio/resultado
Según Demogue, las obligaciones resultado son aquellas en que el deudor se compromete
a obtener un resultado determinado, a conseguir el fin perseguido por el acreedor.
Obligaciones de medio/resultado
Serían obligaciones de medio aquellas en que el deudor promete observar una conducta
determinada, obrar con determinada prudencia y diligencia a fin de tratar de obtener el
resultado que persigue el acreedor, pero no que éste se logre, como la del médico que
atiende a un enfermo, la del abogado que defiende un juicio, la del que está encargado de
la custodia de una cosa; ni el médico, ni el abogado, ni el depositario se obligan a sanar al
enfermo, ganar el juicio o restituir la cosa intacta, sino a hacer todo lo necesario para que,
en el primer caso el enfermo mejore, en el segundo el juicio se gane, y en el último la cosa
se conserve en buen estado.
Obligaciones de medio/resultado
En las obligaciones de resultado bastaría su inejecución para dar por establecida la culpa
del deudor, y a éste incumbiría probar su irresponsabilidad, pero en las obligaciones de
medio, sería el acreedor quien debería probar la culpa, o sea, que el deudor no tomó las
precauciones ni empleó la diligencia a que el contrato lo obligaba
Obligaciones de medio/resultado
Criado del Río señala que en España, al igual que en Francia e Italia, puede hablarse de dos
tipos de obligaciones, que pueden derivarse de un contrato: las obligaciones de resultados
en que el contrato exige unos resultados determinados; y las obligaciones de medios en
que el contrato no exige un resultado determinado, sino el aportar todos los medios
necesarios para que el resultado sea el mejor posible. Este es el tipo de contrato que se
establece en la relación médico-enfermo.
Generalidades
¿se aplica?
Obligaciones de medio/resultado
Alessandri:
Obligaciones de medio/resultado
Abeliuk
Sin embargo, concluye explicando que entre nosotros la distinción no resulta aplicable,
pues la disposición del artículo 1547 del Código Civil presume la culpa sin hacer
diferencias.
Stitchkin señala que la distinción no tiene asidero legal en nuestro derecho de modo que
todo incumplimiento de un contrato se presumirá culpable, cualquiera que sea la
naturaleza de la obligación contraída, salvo que la ley disponga expresamente lo contrario
Atender a paciente
Llevar un juicio
Pagar un precio
Obligaciones de medio/resultado
la prueba de la culpa
En la de medio: acreedor alega que deudor fue negligente (NC), y deudor que fue diligente
(C), es el segundo el que debe probar cumplimiento.
En la de resultado: acreedor alega que resultado no se produjo (NC), y deudor que sí, (C),
el deudor debe probar que resultado se produjo.
Voltaire sostenía que “un médico promete cuidados y no la recuperación; hace sus
esfuerzos y por ello se le paga
RG
Sin duda, resulta difícil soslayar los términos generales del 1547. A pesar de ello, y aun
cuando no se aceptare formalmente la distinción entre obligaciones de medios y de
resultado, es evidente que existen ciertas obligaciones que por su misma naturaleza
exigen un juicio de valor para apreciar su cumplimiento o incumplimiento, como es el caso
precisamente del acto médico, pues al fundarse la profesión médica en una ciencia
aproximativa, interviniendo un elemento aleatorio en su ejecución, no es suficiente para
dar lugar a la responsabilidad que se acredite que no se sanó al enfermo
TESIS TAPIA
Una obligación de resultado, como se indicó, exige del médico la obtención de una
prestación, transformándose en una especie de garante de su obtención, y acreditándose
su incumplimiento por el sólo hecho de no obtener el fin perseguido. Frente a estas
obligaciones el profesional no puede eludir su responsabilidad probando su diligencia o la
existencia de un error de conducta inevitable, no quedándole otra excusa que acreditar
una causa inimputable (una causa adecuada de los daños externa, imprevisible e
irresistible, como la fuerza mayor). Teóricamente, como concluyeron los hermanos
Mazeaud, la culpa también existe en una obligación de resultado: el deudor se había
comprometido a la obtención de un objeto preciso y su sola inejecución constituye una
prueba del incumplimiento culpable. Pero en términos prácticos, no existen diferencias
entre crear una obligación de resultado a cargo del médico y hacerlo responsable
extracontractualmente de manera “estricta” de los daños que derivan del incumplimiento.
Una cuestión debe aclararse: las obligaciones de resultado a cargo del médico son
eminentemente excepcionales. La intervención de un fuerte elemento aleatorio en la
prestación médica (la posibilidad que tiene el paciente de recuperar la salud) excluye
como regla general toda garantía de resultado, puesto que no puede entenderse que el
médico se compromete a algo que va más allá de su alcance.
TESIS TAPIA
TESIS TAPIA
La voluntad de las partes puede conferir a la obligación del médico el alcance de una
obligación de resultado. Un caso típico es el cirujano plástico que promete la obtención de
un determinado resultado “geométrico” facial, apoyándose para ello en croquis.
TAPIA RODRIGUEZ
TAPIA RODRIGUEZ
(ii) Obligación de resultado por los materiales y productos. Usualmente, en el acto médico
se utilizan materiales (bisturí, mesa de operación, prótesis, etc.) y productos de salud
(medicamentos), y su empleo adecuado forma parte del cumplimiento de la obligación
principal medios del médico. Pero ¿qué ocurre si el médico utiliza productos vencidos o
instala una prótesis defectuosa? Inspirándose en las disposiciones que sancionan los vicios
ocultos de la cosa vendida (arts. 1857 y s. del Código Civil), se hace garante al médico por
la normalidad (ausencia de vicios) de los materiales y productos empleados, sujetándolo a
una obligación de seguridad de resultado a su respecto.95 Evidentemente, si los
materiales y productos se encuentran en un estado de experimentación, conociendo y
aceptando el paciente su utilización, el médico sólo será obligado al deber general de
prudencia y diligencia en su instalación o administración. En un ámbito cercano al médico,
luego de los contagios por sangre contaminada con SIDA, en Francia se hace responsable a
los centros de transfusión sanguínea de una obligación de resultado en cuanto a la
inocuidad de la sangre que suministran; aunque las clínicas, imposibilitadas de controlar
minuciosamente la calidad de la misma, siguen sujetas a una obligación de medios a su
respecto.96 Por lo demás, estas reglas son consistentes con las normas comparadas que
crean una responsabilidad estricta por los daños causados por productos defectuosos
TAPIA RODRIGUEZ
(iii) Obligación de resultado por exámenes y análisis simples. Los diagnósticos y exámenes
médicos están sujetos a la interpretación que debe hacer el profesional acerca de su
alcance y posibles efectos, y en esto se someten a la regla general de la obligación de
medios. Pero existen exámenes o análisis de laboratorio que no presentan ningún
elemento aleatorio, que no necesitan interpretación y sobre los cuales el paciente puede
esperar legítimamente un resultado exento de errores (ej. la determinación del grupo
sanguíneo). Así, en el derecho comparado se ha impuesto a cargo de los laboratorios
médicos una obligación de resultado, comprometiendo su responsabilidad por el sólo
hecho de entregar un resultado erróneo de un examen simple.98 Así también lo ha
resuelto recientemente la Corte Suprema, al condenar a un laboratorio médico a
indemnizar a un cliente que contrató sus servicios para efectuarse un test de SIDA y a
quien informó erróneamente que su sangre estaba contaminada con el VIH, en
circunstancias de que tres años más tarde se comprobó que nunca había sido portador de
ese virus.99 La sentencia de instancia había declarado que por tratarse del SIDA, el
laboratorio debió extremar los cuidados en la identificación de la muestra, exigiendo
incluso gestiones que iban más allá de los deberes legales vigentes a esa fecha; lo que
muestra que una prueba de la diligencia resultaba prácticamente imposible. En este
aspecto, por tanto, la obligación de tomar y etiquetar correctamente una muestra de
sangre parece claramente ser, en opinión de la Corte Suprema, una obligación de
resultado cuya mera infracción es suficiente prueba del incumplimiento culpable del
contrato
Obligaciones de medio/resultado
Críticas
i) En última instancia todas las obligaciones apuntan a un resultado, sólo que en las
denominadas obligaciones de medio el resultado se presenta más estrecho.
iii) Por otra parte, toda obligación de medio supone al menos uno o más resultados
intermedios (por ejemplo, la del abogado de contestar la demanda en tiempo y forma) y
así, la obligación llamada de medio, no sería más que una sucesión de obligaciones de
resultado[1].
Al respecto debe contestarse que si bien es cierto que las partes al contratar siempre
tiene en cuenta un resultado, no hay inconveniente en excluirlo de la obligación, con lo
que se sálvale inconveniente terminológico que detecta dicha crítica.
Críticas
Toda Obligación Supone el Empleo de Ciertos Medios
Al respecto puede contestarse que lo anterior, no obstante prima facie puede parecer
lógicamente correcto no es tal, toda vez que una prestación puede incluir un sin fin de
medios y a la vez un resultado, lo que implica que no obstante realizar todos los actos
intermedios diligentemente, mientras no se obtenga el resultado descrito, no podrá
hablarse de cumplimiento.