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FLORINDA Y EL TURPIAL

Un cierto día en un lugar muy lejano llamado Florentín, se encontraba una cabaña donde
toda su estructura tenia nacidas diferentes flores y de distintos colores, convirtiéndolas en
una cabaña de flores. Allí habitaba Florinda una niña en cuerpo de mujer donde no
envejecía pero sus habilidades y pensamientos eran infantiles. Florinda tenía un
acompañante, era su amigo de toda la vida, un hermoso turpial, todas las mañana la
acompañaba a regar las flores de su cabaña, no solo hacia eso también la llenaba a ella de
esperanza, amor y ternura. A Florinda le gustaba ver el brillante amarillo de sus plumas,
eran parecidos al amarillo del sol.
Pasaron unos días y comenzó el invierno y las flores se taparon de la densa nieve, Florinda
entristecían porque sus flores no estaba, al ver el turpial la tristeza de su amiga decidió vivir
con ella para alegrar su corazón, le cantaba linda melodías, aunque por momento
funcionada, Florinda continuaba triste. Cerca de allí vivía un hombre grajero, el en su
granja tenía un enorme vivero, en el invierno lo protegía con grandes carpas, y sus flores
permanecían hermosas. Ese día el turpial tratando de alegrar a Florinda, el ave pasó por la
casa del granjero y percibió una deliciosa fragancia a flores entre ellas las margaritas que
era la flor preferida de Florinda. El turpial entro a la casa de Florinda y con lindas melodías
la invito a salir de su casa dirigiéndose a la casa del granjero. Al llegar a la granja Florinda
se dio cuenta de las fragancias de las margaritas y se preguntó - ¿cómo es posible percibir
este aroma si es invierno?, ellas toco a la puesta del granjero y motivada le pregunto -
¿tiene usted flores sembradas aquí?, entonces le respondió – ¡a que se debe tu pregunta! Y
ella dijo. Soy amante a las flores y su olor me trajo hacia aquí. Me gustaría saber ¿cómo
mantienes las flores vivas en el invierno? Entonces el granjero le dijo. – ven y te muestro, y
la dirigió hacia su gran vivero, al entrar se sorprendió por la cantidad de hermosas flores
que allí habían y la forma en como él las tenía cuidada. El granjero le explico paso a paso
como él tenía sus flores en el vivero.
Florinda Salió de ese lugar alegre, pues ya sabía de qué manera cuidaría sus flores.
Al llegar el verano con su amigo el turpial, Florinda creo su propio vivero con ayuda de su
amigo el turpial y las flores que nacían en su casa las trasplanto al lugar donde construyo su
vivero.
El granjero y Florinda se convirtieron en muy buenos amigos y el turpial se convirtió en el
protector y cuidador de las flores.

Rosiris María Guerrero Castillo.

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