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Jesús Antonio Pardo León, crítico y magister de arte de la universidad Jorge Tadeo
14: revista de investigación en el campo del arte. El artículo está dividido en tres partes:
drogas en Colombia; Definición de los conceptos para el análisis estético, en el que el autor
Narcochic; por último tendremos el Estudio de caso, que centrará su atención sobre las
constante disputa han generado las condiciones optimas para que el negocio del tráfico de
drogas prospere y permee todos los ámbitos sociales del país. El auge del tráfico comienza
entre grupos ilegales de izquierda y derecha quienes finalmente verán en el comercio ilegal
de drogas un medio de financiamiento que terminará por incrementar aún más el conflicto.
Además de los pactos con grupos armados, la economía de las drogas encontrará la alianza
el narcotráfico monopolizará el territorio rural del país, ya que, con el fin de la Guerra fría y
de coca y amapola, lo que generará enfrentamientos por el control de la tierra y las rutas
entre los grupos armados, provocando el fenómeno del desplazamiento. Mientras que, en
las ciudades “la pobreza, el desempleo, la marginalidad y la violencia, son el entorno donde
la economía de las drogas en Colombia, sin embargo, me parece que debido a la limitación
que tiene (es un artículo que se enfocará en la estética artística del narcotráfico y no en la
problemática:
“Es durante la década de los noventas que el problema del narcotráfico es
Faciolince en 1994), con ejemplos como la película del director Víctor Gaviria
Al parecer Pardo León niega las expresiones artísticas sobre el narcotráfico que
aparecen antes de la década de los 90, novelas como La mala hierba (1980) de Juan
Gossain que después sería llevada a la televisión con el formato de telenovela (1982), la
novela Coca: historia de la mafia criolla (1977), etc, lo que en realidad evidencia la historia
cultural de nuestro país no es una cúspide de producciones en los 90, sino una visión
premonitoria de lo que sería la posterior cultura traqueta que alcanzaría su auge en esa
década con la aparición en la escena política de los narcotraficantes. Por otro lado, mientras
parece ocurrir lo mismo con otras artes. Sin embargo, el aporte de Pardo León está en el
campo de las artes plásticas, ya que visibiliza las obras o exposiciones artísticas
relacionadas al narcotráfico:
Fajardo, 2009a).(p.405)”
Pardo afirma que a principios de los 90 la cultura producida por el fenómeno del
narcotráfico se populariza y peor aún se naturaliza, a causa de, el uso de los mass media
para retratar la cultura del narcotráfico. Entonces la realidad presentada por los medios
empiezan a construir en la sociedad nuevas axiologías en las que las prácticas sociales
sociales; su función está en presentarse como una ética que establece ideales para
grupo, sus modos de ver el mundo y dar valor y sentido a los objetos de ese
mundo.” (p.406)
Colombia construye las formas sociales que le darán forma. Uno de estos
que buscan dar status y legitimar la violencia” (p. 407). Según el autor dentro de esta
artísticas que dan cuenta de los jóvenes sicarios que son seducidos por la economía
del dinero rápido y los excesos para convertirse en emisarios de la violencia y muerte
de los capos y por otro lado, lo Narcochic “los valores estéticos y éticos establecidos
Pardo no hace una distinción clara entre narcotráfico y sicaresca, que aunque
Héctor Abad presenta variaos problemas de definición, como haría notar el profesor
duda la propuesta de Abad de una Sicaresca que dialoga con la picaresca española y
los años ochenta: una realidad tan compleja y caótica como la situación política,
la violencia, “la caída de los valores tradicionales” y “los cambios culturales de las
últimas décadas en Colombia”. Sin embargo, Pardo y Rueda parecen olvidar el eje
central de la propuesta de Rodrigo D:la noción del no futuro, que nace en la cultura
punk de finales de los 70 y comienzo de los 80; no puedo negar que hay una
por la aparición del joven sicario de las comunas, pero en la película este elemento se
eje temático el narcotráfico. Hará mención de novelas como Sin tetas no hay paraíso
(2006) de Gustavo Bolívar o el Cartel de los sapos, sin embargo, para Pardo, estas
pretende denunciar, sino aprovecharse de este fenómeno para ganar audiencia, es así
como nace la Narcoestética que será una característica del Narcochic. Entonces,
plásticos y las obras que tratan la estética de las drogas, sin embargo, está dimensión
lamentable. Por otro lado, encuentro más desaciertos en el estudio de caso de Rodrigo
D y Sin tetas no hay paraíso, ya que, el autor las interpreta sobre el supuesto de lo
que son y no su contenido como tal lo que hace que malinterprete las producciones y