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“El interés público de la vida privada de Berlusconi”

Ángeles Jareño Leal


Universitat de València

Las fotos publicadas por el periódico El País sobre las fiestas


privadas que el Presidente del Consejo de Ministros de Italia, Silvio
Berlusconi, realiza en su villa de Cerdeña, pueden ser lícitas desde el punto
de vista jurídico en España, pues el reportaje fotográfico suministra una
noticia que tiene un claro “interés público”. Veamos las razones.

Si se tratara de las mismas fotos captadas con respecto a un


ciudadano corriente, podríamos hablar sin lugar a dudas de la realización
de un delito. El hecho de captar la imagen de una persona sin su
consentimiento, en un contexto de intimidad, y después reproducirla en los
medios, está castigado por el artículo 197 de nuestro Código penal. Se trata
de un precepto que protege el derecho a la intimidad que todos tenemos,
reconocido en el artículo 18 de la Constitución. De hecho, nótese que en el
reportaje se encubre el rostro del resto de los participantes en las fiestas o
reuniones, por tratarse de ciudadanos sin relevancia pública, o sin
relevancia política actual. Se trata, por ello, de personas cuya vida privada,
en todo caso, debe quedar fuera del conocimiento de los demás.

Sin embargo, Berlusconi no es un ciudadano corriente, sino la


segunda personalidad política de su país (la primera es el Presidente de la
República), un personaje público cuya vida privada puede llegar a
interesar, justificadamente, a los italianos. No se trata, por tanto, de
cualquier personaje público, como pueda ser una persona notable en el
mundo de la ciencia, o del arte, por ejemplo, en cuyo caso no estaría
justificada la intromisión en su vida privada. El presidente Berlusconi rige
en estos momentos el destino político de Italia, por decisión legítima de los
ciudadanos expresada en las urnas. Y ello lo ha conseguido con un
determinado programa político y con la defensa de determinadas ideas,
que alardea a veces de practicar con su propia conducta. Así, el actual Jefe
de Gobierno italiano ha preconizado insistentemente valores muy
conservadores en cuanto a la familia y la religión. Recordemos que ha
intentado, incluso, erigirse en un referente moral de determinadas ideas
religiosas, al oponerse férreamente a la eutanasia de una persona que se
encontraba en coma irreversible, la cual había sido solicitada por sus
propios padres y autorizada por los jueces. En este caso, recordemos
también, Berlusconi llegó a intentar una reforma legal urgente para
evitarlo, atropellando con tal procedimiento la esencia democrática en la
elaboración de las leyes, que requieren un debate y un consenso para su
aprobación. En definitiva, utilizando la ley para imponer a todos una
determinada moral particular.

Desde luego es muy difícil, y así debe ser, valorar el comportamiento


íntimo de una persona para llegar a concluir que su conducta es contraria a
la ética que predica. Al fin y al cabo se trata de juzgar la vida ajena,
escudriñando en la esfera de su intimidad. Sucede, sin embargo, que en
democracia el ejercicio del derecho a la intimidad de la máxima
personalidad política de un país puede estar “aminorado”, debido,
precisamente, al cargo ocupado. Por eso, si el comportamiento íntimo de tal
personalidad está en abierta contradicción con aquellos valores que
propaga, y que le han llevado al triunfo en las urnas, puede decirse que esta
engañando a los ciudadanos para que estos le otorguen legitimidad en el
poder. Así, estos mismos ciudadanos tienen derecho a conocer la
contradicción que existe cuando quien dirige su país predica unos valores
moral-religiosos para los demás, y aplica otros para sí mismo. Sólo
conociendo la verdad sobre la vida privada de su Jefe de Gobierno, podrán
emitir los ciudadanos un voto “informado”, que es el único realmente libre
en un sistema democrático.

En suma, desde el punto de vista jurídico existe un “interés público”


en conocer determinados aspectos de la vida privada de Berlusconi, y por
ello la información que proporciona el reportaje gráfico es un claro
ejercicio de democracia y del derecho a la libertad de expresión, en su
relación con el derecho a la información, recogidos en el artículo 20 de la
Constitución.

Quizás habrá quien oponga a lo anterior que tal interés público debe
existir sólo en Italia, el único lugar donde el voto puede castigar (o no) a
actual Presidente. Ello explicaría mal la publicación del reportaje en
España. Sin embargo, hay que tener presente que Berlusconi ha
imposibilitado de facto la publicación de las fotos en su país, negando con
ello una información a la que sus ciudadanos son acreedores. Y
precisamente ha sido un ciudadano italiano quien ha acudido a los medios
de información de otro país europeo, buscando ejercer, así, su libertad de
expresión y, sobre todo, buscando hacer real el derecho a la información de
sus conciudadanos. Con ello, el autor del reportaje ha conseguido el
ejercicio de un derecho fundamental dentro del ámbito del espacio europeo.

Por otro lado, parece que a los ciudadanos de la Unión no nos


resulta ajeno quién gobierna un país vecino, pues está demostrado que ello
influye en la política común. Es decir, que también en la vida cotidiana de
los ciudadanos españoles influye que Berlusconi sea Jefe de Gobierno del
país vecino ¿Y no se trataba de conseguir crear un espíritu de estas
características con la Unión Europea?

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