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Miércoles

Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,24-29):

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. 
Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» 
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en
el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. 
Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.» 
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi
costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» 
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!» 
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»

Fredy Cabrera, cmf


Queridos hermanos y hermanas:

Celebramos la vida del apóstol Tomás a quien fácilmente identificamos por su incredulidad
frente a la resurrección de Jesús. Descubrimos que, más allá de la duda, su proceso de
madurez dentro de la comunidad y su apertura a la misión lo convirtieron en testigo del
Jesús vencedor de la muerte. Santo Tomás, llamado el gemelo, nos invita a confiar más en
el Dios que siempre actúa en lo imperceptible y lo pequeño. Estamos llamados a ser
testigos de la presencia del resucitado en las acciones, a veces insignificantes, de
nuestras comunidades, como el trabajo que realizan las CEB´s en América Latina al
servicio del Reino de Dios o en los cambios que han comenzado a generarse en las
familias a favor del cuidado del medio ambiente.   

Con imágenes propias de una construcción (piedra, templo, edificio) San Pablo busca
recordar que la misión de los seguidores de Jesús (piedras vivas) está en ser «morada de
Dios» que da cobijo y salva de la intemperie. Obviamente, la exhortación no pedía a la
naciente Iglesia trabajar en la edificación de templos gloriosos de piedra sino más bien en
el fortalecimiento de las comunidades y sus líderes. Desde la definición «Iglesia,
comunidad de comunidades» se ha intentado visibilizar el trabajo que se realiza desde las
bases, desde lo pequeño, como «la semilla de mostaza» propuesta por Jesús. Sin esta
vuelta a los orígenes humildes de las primeras comunidades, será más fácil perder la
esperanza y dudar de nuestra misión en el mundo. Somos herederos de grandes
estructuras eclesiales, muchas de ellas sin pueblo, convertidas en museos y algo más,
pero sin la capacidad de ayudarnos al verdadero encuentro con el Dios de Jesús. Sin una
sincera pastoral de acompañamiento a las pequeñas comunidades o comunidades
familiares, seguiremos teniendo a muchos Tomás sin ojos para ver al Dios encarnado y
presente, no en edificios sino en los corazones.
El evangelio del día de ayer nos invitó a reconocer que los fuertes vientos que sacuden
nuestra vida personal y comunitaria son una oportunidad para renovarnos.  Siempre será
un paso hacia la madurez reconocer con humildad nuestros desaciertos y la falta de
fidelidad al evangelio de Jesús. Frente a esto es normal que nos asalte el miedo y la
incertidumbre, pero aprendamos como Tomás a adentrarnos en el misterio de Dios y
seamos testigos, como él, de la «vida» que resurge. Tener puesta nuestra confianza en
Jesús resucitado nos dará la oportunidad de afianzarnos en la fe y ubicarnos en la
dirección correcta: el Reino de Dios.

¿cómo suscitar en nuestras comunidades esa pastoral de acompañamiento cercano y


sincero que nos ayude a superar el estancamiento y la incredulidad?

Palabra del Señor

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