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Sin precedente

En la crisis que estamos viviendo el aislamiento


individual salva vidas. Pero, entre países, el aislamiento
hará que los costos de la crisis sean aún mayores
Moisés Naím • 28 MAR 2020 - 23:18 CET

"Llegamos a los primeros 100.000 casos de infección por coronavirus en 67 días.


11 días después llegamos a otros 100.000, mientras que el tercer grupo de
100.000 infectados solo tardó 4 días en producirse. Después, en dos días
acumulamos otros 100.000 más". Esto le dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, el
director de la Organización Mundial de la Salud, a los líderes que participaron en
una reunión cumbre sobre el COVID-19.

Al día siguiente, el Congreso de Estados Unidos, logró superar su parálisis y


aprobó el paquete de medidas de ayuda económica más grande en la historia de
la humanidad. Mas de dos billones de dólares (trillions, en inglés) serán
entregados a individuos, gobiernos locales y empresas privadas con el fin de
paliar la devastación económica causada por las medidas necesarias para
enfrentar la pandemia. ¿Cuántos son dos billones? Antony Bugg-Levine lo explica
así: "Si durante 24 horas al día, por siete días, cada segundo añades un billete de
un dólar, aproximadamente en dos semanas tendrás un paquete con un millón de
dólares. Alcanzar los mil millones de dólares tardará 40 años y llegar a los dos
billones de dólares llevaría 80.000 años."

La magnitud de esta iniciativa económica es sorprendente. Pero más


sorprendente aun es que ni siquiera esta inusitada inyección de dinero es
suficiente para reactivar la economía de Estados Unidos. La mayoría de los
expertos anticipa que este año habrá una recesión económica. Esta recesión
causará números sin precedentes de despidos de trabajadores, de quiebras de
empresas y de desalojos de hogares y locales comerciales por falta de pago.

El pesimismo de los especialistas se debe, primordialmente, a los inevitables


rezagos y problemas en la distribución de los fondos aprobados por el gobierno,
así como a la continuada catástrofe sanitaria. Mientras no aparezcan una vacuna
y un tratamiento al coronavirus la economía seguirá débil. Ademas, es posible que
para muchos de los beneficiarios, el socorro financiero llegue tarde. El temor es
que un gran número de pequeñas y medianas empresas cuyos clientes se
esfumaron se vean forzadas a cerrar antes de que les llegue el auxilio financiero.

Estos clientes, que ya no compran, están ahora haciendo filas para cobrar su
seguro de paro. Hace tres semanas hubo en Estados Unidos 200.000 solicitudes
de ayuda económica por parte de personas que perdieron su trabajo. El número
más alto de estas solicitudes ocurrió en 1982 cuando 650.000 trabajadores
acudieron a cobrar ese seguro. La semana pasada el número fue de tres millones
trescientas mil personas, o dieciséis veces más que la semana anterior.

La economía estadounidense no es la única que está en problemas. China, por


ejemplo, está sufriendo la segunda contracción económica más severa que ha
tenido ese país desde los años 1970s. Su economía depende mucho de sus
exportaciones al resto del mundo y esa demanda ha caído dramáticamente. Un
gran número de países ya está, o pronto estará, enfrentado crisis económicas sin
precedentes.

La lucha contra el coronavirus es muy costosa y producirá inéditos aumentos en


el gasto público y los niveles de endeudamiento. Este impacto es aún más grave
en los países con grandes poblaciones, economías precarias y débiles sistemas
sanitarios. India, Nigeria, Pakistán, Brasil, Suráfrica, Bangladesh o México son
ejemplos de países pobres y poblados que sufrirán de fuertes crisis fiscales.

Es por esto que una pandemia que debe ser enfrentada con acciones locales
como el aislamiento de los individuos y la solidaridad social, también requiere
urgentemente de coordinación internacional. Los países deben ayudarse y actuar
en concierto en cuanto a sus políticas económicas, su coordinación financiera y
monetaria, endeudamiento asi como la eliminación de barreras al comercio de
medicinas, materiales y equipos hospitalarios, por ejemplo.

Hace falta actuar tanto localmente al nivel más individual posible como
globalmente al nivel más multilateral posible.

Esto es posible y el mundo ya lo ha hecho antes. En la grave crisis económica


mundial del 2007/2009 se reactivó el Grupo de los 20 (G20), una organización
formada en 1999 por dos decenas de países y que hasta entonces había sido
poco relevante. Los jefes de gobierno de los países integrantes se rotan el
liderazgo del Grupo y durante la crisis financiera que estalló en 2007 al entonces
primer ministro británico Gordon Brown le tocó actuar como líder del G20. Brown
y otros de sus colegas decidieron convertir al G20 en el centro de coordinación
económica del mundo. Si bien en las respuestas a la gran recesión se cometieron
errores, también es cierto que el G20 reactivado y activista contribuyó a que los
daños del enorme crash no resultaran aún más graves.

En la crisis que estamos viviendo el aislamiento individual salva vidas. Pero, entre
países, el aislamiento hará que los costos de la crisis sean aún mayores.

En esta pandemia sin precedentes hay precedentes que nos pueden ser muy
útiles.

Twitter @moisesnaim

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