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SEMINARIO TEOLÓGICO ADVENTISTA DE VENEZUELA

TB 445 – Profetas del Antiguo Testamento II


Guía de Estudio

EL JUICIO INVESTIGADOR DE JUDÁ, EZEQUIEL 1-10.1 2


William H. Shea

Aunque mucho ha sido escrito sobre la eminente visión de Ezequiel registrada en el primer
capítulo de su libro, esta es aún pobremente entendida. Además de los méritos de intentar
comprender este pasaje más plenamente, sugiero que cuando se comprenda mejor, arrojará luz
adicional sobre las visiones de la corte celestial referidas por otros profetas. Una tercera razón para
realizar un estudio de las visones tempranas de Ezequiel es que, al evaluar la visión apocalíptica
del juicio investigador tal como es descrita en la visión de la corte celestial de Daniel 7, es bueno
tomar en cuenta la visión análoga del juicio final de Judá. Esta escena es un espejo, en el
microcosmos del Templo de Jerusalén, de lo que está pasando en la escala macro cósmica en la
sesión del posterior juicio a ser cumplido en el Templo Celestial.

EL VIAJE DE DIOS
El ministerio profético de Ezequiel comenzó cuando la mano de Yahweh vino sobre él cuando
estaba en la rivera del río Quebar. Esto fue el quinto día del cuarto mes del quinto año del exilio, o
julio del -592 cuando se hace el cálculo con el calendario de otoño a otoño, el cual favorezco al
interpretar las fechas de Ezequiel (Ezequiel 1.1-3). Para comprender los mensajes de Ezequiel a
Judá registrados en los primeros veinticuatro capítulos de su libro, es importante tomar en cuenta
el compacto espacio de tiempo en el cual estos mensajes están comprimidos. El sitio de Jerusalén
comenzó en enero del 588, solo tres años y medio después del llamado de Ezequiel aquí referido
y la ciudad cayó ante los babilonios en julio del 586, después de dos años y medio. Luego de más
de tres siglos de existencia de Judá como reino autónomo, estos mensajes son fechados en los
últimos días del reino. Estos mensajes son la última advertencia de Dios a su pueblo. Solo cuando
este aspecto cronológico del ministerio de Ezequiel es tomado en cuenta, puede su mensaje ser
puesto en su correcta perspectiva.
Al referirse a su llamado al ministerio profético, Ezequiel dice que los cielos se abrieron ante
él y él vio visiones3 de Dios. Esta visión es descrita en detalle. Esta descripción no es tomada tanto
como una descripción de Dios como de los seres y objetos que Ezequiel vio con él. Muchos
eruditos han avanzado ingenuamente estudiando los detalles de la visión. Aquí solo necesitamos
notar los aspectos esenciales de la visión, los cuales han sido descuidados por los comentadores

1
William H. Shea, en The Sanctuary and The Atonement”, Arnold V. Wallenkampf, Editor. Washington, D.C. Review and Herald Publishing
Association, 1981 páginas 283 - 289.
2
Es importante tomar en cuenta las fechas de las visiones de Ezequiel en paralelo con Daniel: El capítulo 1 de Ezequiel está fechado el 31
de julio del -593, el capítulo 8 el 17 de septiembre del -592, catorce meses. Daniel 7 está fechado en -550, Daniel 8 -548, Daniel 9 -538, Daniel 10 -
536. Véase al respecto: Thiele, Edwin R. (1983). The mysterious numbers of the Hebrew kings, Grand Rapids, MI. Kregel Publications, páginas 184.
3
mar'ah {mar-aw'}. visión 11, lente 1; 12. 1) visión. 1a) modo de revelación. 2) espejo. De: mar'eh {mar-eh'}. apariencia 35, vista 18, aspecto
11, visión 11, favorecido 7, mirar 4, + misceláneas 15; 103. La presencia de Dios que vio el profeta, estaba allí. Fue una Teofanía.

1
que al tratar con un asunto tan intrincado, han tenido dificultades para ver el bosque a causa de
los arboles.
En el escenario de esta visión Ezequiel vio un gran torbellino viniendo del norte. Esta nube de
tormenta es descrita en términos más naturales: "Y miré, y he aquí venía del norte un viento
tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en
medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente". (Ezequiel 1:4). La dirección de la cual
viene la nube es significativa: el norte, y será discutida después. El primer aspecto en resaltar en la
visión es la apariencia de cuatro seres vivientes (versos 5-14). Aunque estos seres vivientes son
identificados en Ezequiel 10 son Querubines, es importante notar las razones por las cuales no se
usa el termino aquí en el capítulo 1. Estos seres reaparecerán en torno al trono de Dios en
Apocalipsis 4. Aunque hay diferencias menores en las descripciones hechas por Ezequiel y Juan, es
evidente que ambos hombres vieron los mismos seres. En ambos pasajes usan el mismo
vocabulario: seres vivientes.
Dejando a un lado los símbolos involucrados en la apariencia de los cuatro seres vivientes,
hay tres aspectos básicos acerca de ellos que debemos notar. Ellos tienen alas (versos 6, 8, 11, 14).
Estas alas son usadas para volar; así vemos a estos seres en la visión: versos 9, 12, 14. Tercero, algo
semejante a antorchas con lenguas de fuego se veían allí, verso 13. El significado del fuego es
aclarado en el capítulo 10. Más importante en el presente contexto, sin embargo, es la descripción
de su intensa actividad; ellos están en movimiento, están yendo a algún lugar. Antes que
elaboremos a donde se dirigían, debemos notar que llevaban con ellos.
La siguiente sección de la visión describe cuatro ruedas, una para cada ser viviente (versos
17, 19-21). Las ruedas son usadas para el movimiento, en particular sobre el terreno de tiempo en
tiempo (versos 19, 21). Lo importante de este pasaje es de nuevo la intensa descripción de
movimiento. Las ruedas estaban yendo a un lugar también.
La siguiente sección de la visión describe el firmamento que estaba esparcido sobre las
cabezas y alas de los cuatro seres vivientes (versos 22-25). Este firmamento estaba en movimiento
también pues los seres vivientes viajan con él, verso 24 y lo comandan, verso 25. El firmamento
sirve al propósito de llevar el trono de Dios, verso 26. La sección final de la visión, versos 26 - 28,
describe a Dios mismo quien está sentado sobre el trono. Él es descrito con la apariencia de forma
de hombre, pero la mayor parte de la descripción se dedica a su gloria. La gloria que lo rodea y
emana de él es descrita como "de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en
derredor", verso 27. Estos son los mismos elementos vistos en el torbellino al principio, verso 4.
Así es evidente que lo que emana radiantemente desde la nube, no es nada menos que la gloria
de Dios. "Tal" es, nos dice Ezequiel, la apariencia de la gloria del Señor, verso 28. Como resultado
de la revelación de la gloria de Dios a él, Ezequiel cayó sobre su rostro al tiempo que oía una voz
que le dio su encargo como profeta del pueblo de Dios.
En el corazón de esta visión está la persona de Dios y su gloria. Su persona y su gloria están
circunscriptas en términos de locación pues Él está sentado en su trono. Su trono es soportado
por la expansión que es llevada por los seres vivientes y ellos se apoyan en las ruedas. Las ruedas,
los seres vivientes y la expansión están en movimiento y ese movimiento es resaltado en todo el
pasaje. El trono de Dios debe acompañar al firmamento que lo sostiene así que el trono de Dios
está también en movimiento. Dios va a alguna parte y ese es el énfasis de la visión. Dios está
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conduciendo su carroza celestial hacia un destino en particular. Los comentadores han enfatizado
que está es una visión de la gloria de Dios, lo cual es cierto, pero solo incidentalmente han notado
la movilización involucrada. Dios y su gloria no están oscilando hacia delante y hacia atrás en el
vacío. Su movimiento es intencional y direccional. Es él quien ordena a las ruedas y a los seres
vivientes que sigan la dirección en la cual quiere que el firmamento y su trono vayan.
La pregunta ahora es a dónde Dios y su trono se dirigen cuando Ezequiel los contempla a
orillas del río Quebar. Para responder esta pregunta debemos volver al verso 4. Allí se declara que
la carroza de Dios proviene del norte. Desde el punto de vista de Ezequiel una tormenta que
viniese desde el norte podría estar viajando hacia el sur este a los judíos exiliados en Babilonia o
hacia el sur oeste a Jerusalén y Judá. El registro de la visión no nos dice la dirección en que Dios
está viajando. Es claro, a partir de los capítulos 9 y 10, que Dios estaba viajando hacia el sur oeste
a Jerusalén. Es esos últimos capítulos se dice que Dios está partiendo del templo luego de haber
estado allí por un tiempo. El punto principal de la visión del capítulo 1 es que Dios está de transito
en su carroza celestial hacia el sitio de su residencia terrenal; su templo en Jerusalén.

EL JUICIO DE DIOS
Los dos capítulos que contienen el llamado y comisión del profeta, Ezequiel 2, 3, son
seguidos por tres capítulos que contienen una serie de reclamos relativos a las transgresiones de
Judá y profecías de su juicio. Las profecías de juicio son declaradas en palabras de sitio, hambruna,
exilio de la población y desolación de la tierra. Los reclamos por los pecados inician con una
declaración general del rechazamiento por parte del pueblo de Dios y sus estatutos y ordenanzas,
Ezequiel 5:6. Continua con reclamos definidos de idolatría, (capítulo 6), y de violencia, orgullo,
injusticia y crímenes sangrientos en la sociedad, (capítulo 7). Culmina con una visión de la idolatría
que había corrompido los propios recintos del Templo de Yahweh, (capítulo 8).
La visión de Ezequiel de la corrupción cuádruple de los recintos del templo está fechada en
el mes sexto del sexto año del exilio. Esto es septiembre del año -591, (Ezequiel 8:1). Al comparar
la fecha del viaje de Yahweh en el capítulo 1 con la fecha de 8:1 vemos que Dios había estado ya,
para ese entonces, catorce meses en su templo. El período de tiempo que Yahweh había estado en
su templo, suscita dos preguntas. ¿Por qué vino a este lugar primero? ¿Qué hizo mientras estuvo
allí?. La primera pregunta se hace relevante si recordamos que la presencia de Dios ya estaba
representada en su templo por la gloria de la Shekinah, que reposaba sobre el propiciatorio en el
arca del pacto ubicada en el lugar santísimo.
Si la presencia de Yahweh estaba representada en el templo de esta manera, ¿Por qué tenía
Dios que venir a su templo de la manera que lo contempla Ezequiel? La respuesta evidente es que
Dios venía a hacer una labor especial allí. La visión peculiar acerca de su advenimiento a su
templo, coloca un énfasis especial sobre la naturaleza de esa obra. Los mensajes dados al profeta
en los capítulos que cubren la brecha entre las visiones de los capítulos 1 y 8, evidencian que esa
labor era una labor de juicio. En otras palabras, Yahweh se sentó en su templo a juzgar a su pueblo
por cerca de catorce meses. Esto de acuerdo a las fechas de estos capítulos conectadas con las
visiones, el contenido de estas y la naturaleza de los mensajes dados a Ezequiel entre las dos
visiones.

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La continuación de esta visión en el capítulo 9 provee apoyo adicional a la idea de que
Yahweh se residenció en su templo para juzgar a su pueblo. El resultado de la labor judicial se ve
en este capítulo. El resultado es que Judá, que profesaba servir a su Dios, es dividido en dos clases:
aquellos que realmente sirvieron a Dios, evidenciado por su actitud al clamar y gemir a causa de
las abominaciones hechas en la tierra, y aquellos que no sirvieron a Dios. Evidenciado esto último
porque ellos son los responsables de estas abominaciones. La división entre estos dos grupos
debía ser hecha por el ángel que es presentado como un escriba. El ángel fue instruido para pasar
por en medio de la ciudad y marcar una Tau, en las frentes de aquellos que pertenecieran al
primer grupo, (Ezequiel 9:4). Los comentadores han hecho diversas sugerencias con relación al
significado del simbolismo de esta marca. La más extensa y reciente revisión del significado de la
Tau como marca es el útil estudio de J. Finegan, "Crosses in the Dead Sea Scrolls," publicada en el
número de noviembre - diciembre de la Biblical Archeology Review.
En este caso particular el uso de la letra Tau como una marca especial, deriva su importancia
de que es la última letra del alfabeto hebreo. Al marcar a estos sujetos con esta letra, el ángel los
marca como los últimos de los justos, de otra manera, el remanente justo que seria salvado de la
destrucción que sobre vendría a Jerusalén y Judá. Este significado del simbolismo es evidente a
partir de la labor subsecuente del ángel destructor que habría de pasar por en medio de la ciudad
degollando a las personas que no tuviesen esta marca. Históricamente esta profecía se cumplió
cuando el ejército de Nabucodonosor sitió y conquistó Jerusalén unos pocos años luego de que la
visión había sido dada. La otra parte del juicio es un juicio sobre la ciudad. En este caso la ciudad
sería quemada con el fuego que los seres vivientes traían consigo, (Ezequiel 1:3; 10:2). Este juicio
fue llevado a cabo históricamente por el ejercito de Nabucodonosor, (2 Reyes 25:9).
Así se hizo una distinción entre dos clases de personas en Judá en este tiempo: los justos y
los impíos. El remanente a ser salvado y aquellos que no son del remanente y no serán salvados.
La implicación de esta división es que la distinción hecha entre estos dos grupos de personas fue
trazada por Dios mientras estaba sentado en su trono, en su templo, juzgando a su pueblo. Por lo
tanto la ejecución de sentencia mencionada aquí, era el resultado de las decisiones tomadas
mientras el juicio estaba en sesión en el templo, y que precedió a la ejecución de la sentencia. Este
juicio de los habitantes de Judá, fue investigativo pues se alcanzó una decisión en cada uno de los
casos durante la sesión del juicio. Una división había sido trazada entre estas dos clases de
personas como resultado de la investigación de sus casos llevada a cabo durante la sesión del
juicio.

LA PARTIDA DE DIOS
Cuando se hubo tomado una decisión con relación a cada caso, ya no hubo razón para la
permanencia de Dios en su templo. Durante la visión de la corrupción idolátrica del templo en el
capítulo 8, Yahweh hace una pregunta: "Me dijo entonces: Hijo de hombre, ¿no ves lo que éstos
hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario?",
Ezequiel 8:6. Así, la partida de Dios de su santuario no fue un acto arbitrario de su parte; su pueblo
le había alejado de su santuario. El escenario de Ezequiel 9 - 11, es la partida de Yahweh de su
santuario.

4
Ezequiel ve el trono de Dios en el firmamento con los seres vivientes, a quienes ahora llama
querubines, Ezequiel 10:1. La carroza de Dios está vacía, esperando que Yahweh tome su posición
en su trono. La descripción del movimiento de Dios desde su templo es descrita tres veces:
Ezequiel 9:3; 10:4; 10:18. El sonido de las alas de los querubines se oye después, 10:5 y las ruedas
se ponen en movimiento, 10:13: La carroza se moviliza otra vez porque ahora Yahweh parte de su
templo.
Ezequiel es enfático al aclarar que los seres vivientes que había visto primero son
identificados ahora con los querubines. Con la excepción de la referencia a los querubines
guardando las puertas del jardín del Edén, Génesis 3.24; los querubines generalmente están
conectados con los modelos representativos colocados a los lados del Arca del pacto en el lugar
santísimo del santuario y templo. Cuando estos seres vienen con la carroza de Dios en el capítulo
1, son identificados solo como seres vivientes (celestiales). Ahora son identificados con los
querubines que estaban presentes en este punto del santuario terrenal. Así estos seres vivientes
vienen a ser la animación de las formas inanimadas y representativas del templo. La identificación
de estos seres vivientes con sus representaciones terrenales en el templo y su partida de allí, es
otra manera de declarar enfáticamente que el templo de Yahweh ha sido abandonado. Aún los
originales de los modelos de los querubines a los lados del arca se van.
La carroza divina es vista primero en el umbral de la puerta del templo: "Entonces la gloria de
Jehová se elevó de encima del querubín al umbral de la puerta; y la casa fue llena de la nube, y el
atrio se llenó del resplandor de la gloria de Jehová", (Ezequiel 10:4). Luego se mueve a la puerta
este del recinto del templo: "Y alzando los querubines sus alas, se levantaron de la tierra delante
de mis ojos; cuando ellos salieron, también las ruedas se alzaron al lado de ellos; y se pararon a la
entrada de la puerta oriental de la casa de Jehová, y la gloria del Dios de Israel estaba por encima
sobre ellos", (Ezequiel 10:19). Finalmente cruzó el valle del Cedrón, para descansar un momento
flotando sobre el Monte de las Olivas. Yahweh ha terminado el juicio de su pueblo; ahora de retira
de su casa, su pueblo y de su ciudad:

"Después alzaron los querubines sus alas, y las ruedas en pos de ellos; y la gloria del
Dios de Israel estaba sobre ellos. Y la gloria de Jehová se elevó de en medio de la ciudad, y
se puso sobre el monte que está al oriente de la ciudad. Luego me levantó el Espíritu y me
volvió a llevar en visión del Espíritu de Dios a la tierra de los caldeos, a los cautivos. Y se fue
de mí la visión que había visto. Y hablé a los cautivos todas las cosas que Jehová me había
mostrado."

La visión que cubre los capítulos 9 al 11 es reciproca de la visión dada en el capítulo 1. En el


capítulo uno Dios viene a su templo para una labor de juicio. En los capítulos 9 - 11, esa labor está
completada y Él se retira del templo y de la ciudad. Cuando Dios se retira del templo, no toma la
misma dirección por donde vino; él vino por el norte, Ezequiel 1:4. Esa era la dirección por donde
venían los ejércitos de Babilonia, agentes terrenales de la ejecución de su juicio. Dios partió por el
este (Ezequiel 10:19; 11:23), la dirección en que se encontraba su pueblo exiliado que regresaría a
su tierra y su ciudad de acuerdo con las profecías que siguen en el libro de Ezequiel.

5
LAS EXPECTATIVAS DE DIOS
Una visión de Dios y su gloria relacionada con esta aparece en otro pasaje de la Escritura. En
el capítulo 10 de Daniel. Daniel ha estado orando y ayunando por un problema durante tres
semanas (Daniel 10:3), y Gabriel y Miguel han estado luchando con Ciro, presuntamente acerca del
mismo problema, durante el mismo período de 21 días (10:13). Puesto que esta visión le fue dada
a Daniel al final de tres semanas completas, debe haberla recibido en sábado. La visión que recibe
Daniel, de acuerdo con Daniel 10:5-7, fue una visión de Dios y su gloria. Fue dada en términos
similares a aquellos empleados en Ezequiel 1 - 10. En el caso de Daniel, este no vio a Dios yendo o
viniendo de su templo; Él estaba aún en el este.

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