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Comunicaciones y Sociedad Civil
Comunicaciones y Sociedad Civil
Articulo (español)
Sumario
El mundo ha cambiado
El caso de Colombia
Educacion y Comunicacion
El mundo ha cambiado
En América Latina, en los años 70 y 80, allí donde habían dictaduras militares,
la palabra ciudadana estaba bloqueada; sin embargo, la gente, los
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conglomerados sociales tuvieron que poner su imaginación a funcionar y aquí,
en Chile, como en Argentina, en Brasil y en Bolivia, especialmente, seguí muy
de cerca toda esa riqueza de contra información-en medios que iban desde el
volante hasta el cassette de video-y que de alguna manera permitía que
continuara viva una cierta memoria, une solidaridad y una forma de resistir a
esa negación de la palabra publica, a esa negación de la palabra publica, a esa
negación de la palabra ciudadana.
Lo anterior tiene que ver con tres cosas. Uno, con el carácter de confrontación
con el poder que tuvo toda esa riqueza de experiencias de comunicación, lo
que lo dio une "vocación" por quedarse en los márgenes o en las brechas de la
comunicación hegemónica. Dos, lo anterior potencia también una visión
dicotómica entre una "comunicación verdadera", ligada a lo micro, y una
"comunicación falsa", la de los medios masivos. Esta visión maniquea-en la
que lo alternativo, micro y marginal era dialógico, educativo y verdadero,
mientras que lo masivo y hegemónico era todo falso, pura manipulación y
alienación-minó también la posibilidad de un proyecto realmente alternativo
en tiempos de democracia. Y tercero, la mayoría de las izquierdas en América
Latina siguieron con una concepción muy instrumental de los medios, sin
asumir su carácter de estratégicos, en tanto hoy por la escena mediática no
solo pasa la política oficial, sino que pasan modos de reconocimiento
ciudadano, posibilidades de profundización de la democracia, etcetera. De
alguna manera, la izquierda-y estoy haciendo una caricatura-pienso que solo
se podría cambiar el sentido de la comunicación cuando se cambiara de
dueños, es decir, cuando hiciéramos la revolución ya no serian las clases
dominantes sino los sectores populares los dueños de los medios. Incluso
todavía hay en los grupos de izquierda una desconfianza a invertir tiempo,
energía intelectual y imaginación en el campo de los medios.
Por otro lado, las organizaciones de la Sociedad Civil siguen siendo muy
débiles en nuestros países. En las ONGs, en las universidades, en todo tipo de
organización social, hay todavía una falta de visión acerca de ese escenario
estratégico que es el desafío de aspirar a la hegemonía en la construcción de
sentido colectivo que son los medios. Tal vez este falta de visión tiene que
ver-y es delicado decirlo-con aquel momento político importante en los años
setenta y ochenta que fue el impulso de Políticas Nacionales de
Comunicaciones, caracterizadas por una concepción no democrática: ya que
en el fondo era tomarse los medios para ampliar las voces. Esa concepción no
asumía que la democracia no es solo cambiar el mundo, sino que por sobre
todo es cambiar la vida. Hubo una concepción predominantemente estatista
ilustrada en aquellas políticas nacionales: en lo sustantivo se trataba de leyes.
Esas políticas nacionales no tuvieron en cuenta la necesidad de negociar con el
ámbito del mercado ni tampoco tuvieron para nada en cuenta a la sociedad
civil. De tal manera que se escribieron las leyes, pero en ningún país
realmente funcionaron-salvo en Perú donde el gobierno militar expropia los
medios, se los quita a sus dueños y se los entrega a una serie de asociaciones
de la sociedad civil, aunque con un fuerte control estatal, y claro que
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evidentemente cuando acaba ese régimen militar son devueltos a sus dueños
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Y la otra función, con todas las contradicciones que esto plantea en América
Latina, es convertirnos en interlocutores del Estado para salvaguardar ciertos
intereses colectivos primarios. Hay que abandonar aquella visión
fundamentalmente maniquea y de confrontación con el Estado, para empezar
hoy a ayudar al Estado en un momento muy difícil del Estado. El Estado hoy
no solo se ve empequeñecido, sino que además se ve desconcertado,
desubicado, en muchos casos incluso con una incapacidad de gobernar, con
une ingobernabilidad muy grande, como ocurre en Colombia. Nos tenemos
que constituir en verdaderos interlocutores en la defensa de unos
intereses colectivos mínimos por encima del interés privado. En esta
explosión de los medios tecnológicos - en esta posibilidad de una FM muy
barata que se puede tener en un barrio, en este mundo del video domestico e
institucional, en este mundo de Internet - hay ambigüedad: pues hay
tentaciones "orwelianas": pero también significa gestar una nueva esfera
publica internacional - ahí esta el clásico ejemplo de los zapatistas y
Internet - y a nivel nacional el impulso de diversas experiencias de
democratización comunicacional desde la ciudadanía.
El caso de Colombia
Hasta ahora Colombia ha sido el único país que ha tenido une regulación
mixta de la TV: el Estado periódicamente saca a licitación a privados que
actúan como diversos programadores. Esto ha permitido que el interés
puramente comercial tuviera que negociarse con ciertos intereses colectivos.
Sin embargo, hoy nos encontramos con que en 6 u 8 meses mas variara el
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panorama televisivo del país. Están en licitación 2 canales de TV que ya se
sabe serán adquiridos por grandes grupos económicos. Y también, al menos
hemos logrado, vía la participación y presión de la sociedad civil, la
posibilidad de que existan en el futuro canales locales, municipales y
ciudadanos.
Educación y Comunicación
El gran desafío actual es que estamos ante une segunda alfabetización. Hoy
la gente no puede ser únicamente alfabetizada para leer libros, tienen que ser
alfabetizada para analizar noticieros, para leer teleseries, para manejar el
computador - no solo para escribir cartas - sino que para asumir toda la
potencialidad que hay en esa ruptura que introduce el hipertexto, que
ciertamente es otra escritura. Haría hincapié en que sobre todo la escuela
publica debe hacerse cargo realmente de esta alfabetización, pues de lo
contrario la escuela va a profundizar en la exclusión social, en la división
social; porque los hijos de clase media alta y alta tienen en su casa los aparatos
con los que están haciendo la alfabetización, pero los sectores populares no
tienen eso. Entonces, si la escuela no proporciona esta segunda
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"alfabetización", los hijos de los sectores populares se van a encontrar con una
sociedad en la cual el desfase es cada vez mayor y la posibilidad de encontrar
trabajo será mucho mas problemática, ya que la destreza mental que exigen las
nuevas condiciones de trabajo no solo las da el libro sino también estas otras
tecnologías.