Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
produce, por una parte, el refinamiento de las necesidades y de sus medios; por
otra, un salvajismo bestial, una plena, brutal y abstracta simplicidad de las
necesidades, o mejor, simplemente se reproduce a sí mismo en sentido opuesto.
Incluso la necesidad del aire libre deja de ser en el obrero una necesidad; el
hombre retorna a la caverna, envenenada ahora por la mefítica pestilencia de la
civilización y que habita sólo de manera precaria, como una posesión ajena que
puede escapársele cualquier día, de la que puede ser arrojado cualquier día si no
paga. Tiene que pagar por esa casa mortuoria. La luminosa morada que
Prometeo señala, según Esquilo, como uno de los grandes dones con los que ha
convertido a los salvajes en hombres no existe para el obrero. La luz, el aire, la
más elemental limpieza animal, deja de ser una necesidad para el hombre. La
basura, esta corrupción y podredumbre del hombre, la cloaca de la civilización
(esto hay que entenderlo literalmente) se convierte para él en un elemento vital. El
completo y antínatural abandono, la naturaleza podrida, se convierten en su
elemento vital. Sus sentidos dejan de existir no ya en su forma humana, ni
siquiera en una forma deshumanizada, ni siquiera en una forma animal36.
60
obra. Esta abundancia de fuerza de trabajo disponible impide en los momentos de
desarrollo el aumento de los salarios y actúa como cámara de compensación en
los momentos de crisis.
Es una forma de solidaridad entre personas sobre las que pesa un destino común.
Una forma semejante de solidaridad, en la crisis, mancomuna a obreros y a
pequeños tenderos que les venden a crédito 41
Pero la vida de las grandes ciudades prepara también un futuro diferente para
quienes sufren la condición de explotados indefensos. Un hombre nuevo se gesta
en la condición urbana donde las masas -llegadas recientemente a la ciudad-
parecen ineptas, socialmente desorganizadas, moralmente débiles y sin objetivo
fijo.
61
poseedores, produce, todavía más rápidamente, el desarrollo de los obreros. Los
obreros comienzan a sentirse una clase en su conjunto y advierten que, aunque
sean individualmente débiles, unidos constituyen una fuerza. La separación de la
burguesía, la diferente instrucción, sus distintas condiciones de vida vienen a dar
a los trabajadores ideas y percepciones propias; los obreros toman conciencia de
su opresión y adquieren una importancia social y política. Las grandes ciudades
son el foco del movimiento obrero; en ellas los obreros han comenzado, en primer
lugar, a reflexionar sobre su condición y a combatirla; en ellas aparece el contraste
entre la burguesía y el proletariado; de ellas han salido las uniones obreras, el
cartismo y el socialismo.
Las grandes ciudades padecen la enfermedad del cuerpo social, enfermedad que
presenta en el campo una forma crónica y que en ellas se transforma en aguda,
con lo que surge a la luz la verdadera naturaleza del mal y el medio apropiado
para curarla.
Se delinea aquí un discurso sobre las condiciones que convierten a la clase obrera
en una clase per se, un discurso que se articulará y se desarrollará más
ampliamente en el Manifiesto.
La ciudad se concibe como una fase necesaria en la historia del capital; la ciudad,
centro de desarrollo de las fuerzas productivas y sede propulsora de la sociedad
entera, se caracteriza, en la lectura marxiana de este proceso de reestructuración
62