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Retrato

Si alguien se propusiera hacer un retrato de Franca - sin vacilar -


elegiría al restaurante Tío Curzio como fondo de aquella figura. Porque ella
forma parte de esas paredes, y éstas a su vez, forman parte de ella. Otro
método para fotografiarla, podría consistir en preguntarse a “sus clientes”
-como ella los llama - quién es Franca; ante ésta opción, sin dudas
obtendríamos una imagen nítida de ella, porque Franca dedicó toda su vida al
cliente y éste lo sabe.

Si el cliente viene a darnos vida –Franca sonríe inteligentemente-


entonces, se la damos primero nosotros.

Franca Guerra de Benedetti nació en Sant’angelo In Vado, provincia de


Pésaro (región de Le Marche, Italia) el 22 de abril de 1922; un año después y
en el mismo lugar, que Curzio Benedetti, quién sería su marido y que nació el
4 de noviembre de 1921. La historia de Franca comienza en aquel pueblo y ahí
transcurrirá su niñez, su adolescencia y también su madurez; porque es ahí
mismo, donde conoce al hombre de su vida y donde –el 14 de septiembre de
1942- se une en nupcias para formar una familia.

- Sant’angelo In Vado – Franca confiesa- me acompañará toda la vida,


ahí aprendí, en esencia, lo que soy. Mi padre y mi abuela me enseñaron
los principios básicos: voluntad de trabajo, disciplina, amor y respeto,
y eso es Sant’angelo In Vado, el lugar donde están mis raíces, mi
infancia, mis tradiciones y una costumbre milenaria, repleta de
sabiduría, que nunca olvidaré.

En la década del 40’, Franca tendrá que vivir los pesares de la II


mundial (1939 - 1945), teniendo que separase de su marido y viviendo las
imágenes atroces de esta sangrienta guerra. Al respeto comenta Franca:
Realmente haber vivido la guerra fue una experiencia muy triste para mí,
pasamos de vivir en un mundo con un orden preestablecido, a otro, de

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disputas políticas, casi anárquico – Franca hace una pasusa y concluye –
después de la guerra, yo sentía que Italia ya no era, ni sería la misma.
Por lo antedicho, en 1947, la familia Benedetti –por esa entonces con un
hijo, Mario- decidirán embarcarse en busca de nuevos rumbos. Será
Argentina, concretamente Mar del Plata, el lugar que el destino les tenía
reservado, y, después de cuarenta días en un buque carguero llamado Andrea
Gritti, llegan a estas tierras.

- A veces pienso, ya en mi vejez, que estaría mejor en Italia, pero sé que


es una ilusión, acá tengo a mis hijos, mis nietos, mis bisnietos, mis
clientes y si estuviera allá, los extrañaría. Porque uno se acostumbra a
vivir con dos patrias y a sufrir por dos patrias –Franca se detiene y
luego continúa- es una historia sin fin, pongo el caso de mi hermano,
él cuando estaba acá extrañaba nuestro pueblo, una vez allá, nunca
dejo de sufrir por estar lejos de Argentina.

Ya en la Argentina, en 1949, tendrán a su segundo hijo, Williams, quién


se constituye en el signo del amor y afianzamiento del matrimonio en estos
climas. En la década del 50’, darán sus primeros pasos comerciales, primero
con un negocio de venta de pastas, y luego, con una serie de hoteles que los
hará reconocidos dentro de éste rubro. En la década del 60’, el destino y una
desgracia comercial, hace que el matrimonio empieza de nuevo y en un nuevo
rubro: la gastronomía. Rubro que no abandonaran nunca y cuyo producto final
–fundado en 1965- es el restaurante Tío Curzio.
La década del 70’ los encontrará con viento en popa; pero, en
noviembre de 1974, la muerte de Curzio obligará a la familia a seguir adelante
y a hacer crecer a “un chico que tiene que ser grande”. Porque esas fueron las
últimas palabras de Curzio, y -como dice Franca- “Nadie puede decir que no
se cumplieron, Tío Curzio es uno de los lugares más importantes y
tradicionales de Mar del Plata.”
Esta es la historia a grandes rasgos y estos son algunos de sus hitos –los
más importantes- de la vida de Franca y que cruzarán el relato que vamos a
contar. También podemos agregar –dentro de esta lista- su relación con su
hermano Gino, su amistad con Lilian Sancisi, o Luisa e Italia a quienes
conoció en la Argentina y con quienes construyó una amistad basada en la
lealtad y el afecto.

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“Amigas del corazón. Las conocí aquí en la Argentina -nos dice Franca
de Luisa e Italia-, son italianas, la misma edad, pero nos unió el mismo
idioma y la misma forma de pensar.
Algo siempre presente en su relato, es su profundo agradecimiento a
sus familiares: Pepina y Eliseo Benedetti, quienes les enseñaron a dar sus
primeros pasos en estos climas. “Pepina, –aclara Franca- fue la que nos
acompañó, no sólo con su presencia, sino con su trabajo incansable en la
gastronomía del local. A ella, hermana del corazón, mi agradecimiento y
amor”.
Pero dejemos estos datos para más adelante y centrémonos en el
individuo, en sus rasgos, en sus pensamientos y en las razones por las cuáles
vamos a contar esta historia. Franca piensa y contesta: Mi historia de vida,
quiero dejársela a mis hijos, a mis nietos, a mis bisnietos. Y porque no, a mis
clientes, que han sido un gran amor para mí y a los que les he dedicado mi
vida –Franca hace una pausa y luego continúa - En mi historia encontrarán
las voces de mi padre, de mi abuela; en fin, de mi familia y de mi pueblo, y las
enseñanzas que en ella viven son ejemplo de cómo triunfar en la vida siendo
una persona honrada y respetuosa.
Franca es una mujer de carácter fuerte, muy disciplinada para el trabajo
y con una habilidad sorprendente para la economía. Según ella misma -cuando
intenta explicar su forma de ser- afirma que estas características ya estaban en
su educación familiar, y se resumen a un “espíritu sacrificado” para el trabajo,
y en una disciplina estricta con respecto al “ahorro”.

- Mi padre me daba un peso por semana, ni un cuarto más, y si me


quejaba me decía: “acaso le falta algo a usted, le falta comida o ropa”
–Franca hace una pausa y comenta- y con esa misma educación yo
eduque a mis hijos, porque el ahorro es la base toda economía.

Pero también se podría retratar una Franca más intima, que –junto a su
amiga Lilian- canta tradicionales canciones de Italia; y cuando lo hacen,
sueñan y reviven otros tiempos y otra geografía. En estas oportunidades,
juntas, da la impresión que el tiempo no ha pasado; y si las viera un espectador
neutral, diría que parecen dos niñas cantando, alegres, como dentro de un
juego infantil.
Otra forma –si la buscáramos- de conocerla, de acercarnos a ella, podría
consistir en transcribir, sus pensamientos y dichos, ya que en ellos podemos
visualizar el rostro de quién los dice:

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- Mi filosofía de vida hace que deseche todo lo malo y que solo me quede
con lo bueno. Si un día estoy mal, decido cambiar, doy vuelta la hoja y
sigo.

- No creo haberle hecho daño a nadie, y si lo he hecho, lo hice sin


querer. Cuando me han hecho daño a mí, siempre he sabido perdonar

- Para mantenerse bien en una sociedad comercial, el número es impar


y tres es mucho –Franca me mira- este es un de los tantos y sabios,
consejo de mi padre.

En este libro de entrevistas hablaremos de todas estas cosas; pero


volviendo a la suposición del principio, si alguien se propusiera hacer un
retrato de Franca, elegiría a Tío Curzio como fondo de aquella figura. Sin
vacilar, la retrataría entre las mesas, dirigiendo y enseñando a sus mozos: “La
bandeja se agarra así” o “nunca se pasa el plato por delante del comensal”.
O tal vez, la registraría adivinando las necesidades de los clientes –
como lo ha hecho toda su vida-, porque “si un cliente se da vuelta es porque
necesita algo” y entonces Franca se levanta para preguntarle que necesita.
O quizás, tan sólo bastaría con buscar el momento justo, en el que ella –
como lo hace todos los días- les cuenta a sus clientes su vida, simplemente,
como lo hace ahora (a los ochenta años) sentada en una de estas mesas,
mientras verifica y disfruta del correcto funcionar de Tío Curzio.

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Sant’angelo In Vado

Hay un antes y un después de la guerra. Un “antes...” lleno de recuerdos


de una Italia segura, de un pueblo donde nacer, crecer y morir transcurría en
un mismo lugar, entre caras conocidas y aromas íntimos. Pero hay un
“después...” de construcciones destruidas, de pobreza extrema. Franca traza
esta barrera con una nostalgia que no sólo la aleja geográficamente de su tierra
natal, sino también temporalmente.
Sant’angelo In Vado es un poblado de 4000 habitantes perteneciente a
la provincia de Pésaro, en la región de Le Marche 1, a unos 70 Km del Mar
Adriático. Es una zona típicamente agrícola y sobre esta base se centraba su
economía. Estos trazos dejan entrever la gran fe religiosa por la proximidad
con Roma y su sistema de relaciones que como luego dirá Franca se basaba en
la palabra.
Como un paraíso perdido es el Sant’angelo In Vado de Franca. Un
pueblo donde están sus raíces: sus padres, sus hermanos; en fin, su tierra.
Atrás quedó ese paraíso, pero en ella -en su manera de arrastrar las palabras y
en las historias que cuentan- aún subsisten fragmentos de esa Italia.
Franca hace un silencio y contesta: “¿Cómo era? Era como una
familia”. Después lo que se llamó progreso trajo el auto, el turismo interno,
los programas de alfabetización; en fin, la velocidad de la modernidad rodeaba
el mundo e iba desdibujando aquella imagen tranquila que Franca recuerda
ahora y cifra en una frase: “cada cosa es un símbolo y cada símbolo una
alegría, a veces, algo triste”. Sant’angelo In Vado es uno de esos símbolos
que condensan esta historia que intentamos contar.
El proceso mundial de burocratización -en Italia impulsado por
Mussolini- también atentaría contra esa forma rural de relaciones basadas en
la palabra. El mundo se llenaría de papeles, papeles para comprar y para
vender, papeles para viajar. Papeles y papeles para todo.

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Le Marche (en castellano, La Marca), región de Italia que incluye las provincias de
Pésaro y Urbino, Ancona, Macerata y Ascoli Piceno (todas reciben el nombre de sus
capitales). Las Marcas es, principalmente, una región agrícola en la que se cultiva trigo,
maíz, frutas, y en especial uvas para la elaboración de vino. Las principales industrias son
la papelera y la textil sedera. En el siglo III a.C., las Marcas cayeron bajo control de Roma.
Desde el siglo VIII d.C. hasta 1860, cuando se convirtió en parte del Reino de Cerdeña, las
Marcas pertenecieron a los Estados Pontificios. En 1861 pasó a formar parte del Reino de
Italia. Extensión, 9.693 Km2; población (1991), 1.446.751 habitantes..

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- Mi Padre era Mediador entre el que compraba y el que vendía. Cuando
estos se ponían de acuerdo se tomaban las manos, mi padre ponía la
suya encima y operación cerrada y sellada, porque la palabra era
sagrada –Franca se sonríe y vuelve al presente- no como ahora que ni
los papeles tienen valor.

En esa tierra del pasado, el padre de Franca fue administrador de


tierras de cultivo, además tenía su propia tierra que trabajaba con esfuerzo. El
sistema de trabajo que se utilizaba era el de arrendamiento y la función que le
correspondía al padre de Franca era supervisar y garantizar los intereses de las
partes. Para graficar ese mundo, no hay mejor imagen que la que Franca nos
relata:

- Las mujeres se levantaban a las 5 de la mañana sobre un cielo


sembrado. Se ponían un sombrero blanco, y cantando alegremente, se
disponían a la tarea de cosechar trigo. Tarea que se denominaba
“Mietitura” y que consistía en ir realizando paquetes que se ubicaban
en fila. Luego, esto se llamaba “Batitura”, una máquina separaba la
paja del trigo. Por fin se realizaba el “día de gloria” para celebrar la
cosecha y todas las familias se reunían a almorzar.

En un momento de la conversación Franca dice: “El mundo cambió, yo


no” y en estas palabras encierra el verdadero valor de la tierra natal. En su
tierra y junto a su padre aprendió que “respeto”, “amor” y “dignidad” son los
basamentos de toda vida, y eso es Sant’angelo In Vado, porque cuando uno le
pregunta:

- Franca ¿De donde aprendió esa voluntad de hierro que la acompañó


toda la vida?

- De mi padre, de mi pueblo – contesta y sonríe- es una cultura milenaria


y eso lo ve usted en toda Europa.

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Una cultura que como apunta Franca no solo tiene miles de años sino
que reúne las voces de los hombres y su experiencia. Investigaciones actuales 2
han descubierto una casa de 35.000 años en las puertas del pueblo de
Casuccio, ésta ha permitido reconstruir el modo de vida de esos pueblos y ver
esa raíz fuerte que es la base de todo gran pueblo, esa inteligencia milenaria
que la necesidad y la voluntad de vivir le exige a toda vida. Porque una cultura
es eso: una herramienta de vida que reúne las voces del pasado y las devuelve
al presente en forma de sabiduría.
Esa sabiduría es la que entrevemos en las construcciones antiguas y que
el actual descubrimiento ha permitido visualizar. Las casas se construían
mirando al río y muy cerca de él para facilitar las tareas sanitarias, de riego y
consumo; además, las zonas elegidas son “los altos” que le aseguraba cierta
protección. Todos estos conocimientos se deben a los esfuerzos de la
Superintendencia de Ancona que provee los fondos conjuntamente con la
comuna de Sant’angelo In Vado. Esfuerzo que demuestran el interés del
pueblo por no olvidar sus orígenes, por sentirse uno, en continuidad con su
pasado.
Pero más allá de estas investigaciones científicas, el pueblo de Franca
siempre se preocupó por su pasado, porque a éste, lo sentían como una forma
de presente y también de futuro, prueba de esto es la frase que escuchamos
hace instantes de la boca de Franca “el mundo cambió, yo no” y cuando dice
esto está diciendo esta historia de su pueblo: su personalidad se formó en
aquellos climas, con los consejos de su padre y su abuela y eso es lo que no
cambió y acompañará toda su vida.
Franca hace una pasusa y dice:

- Tiene dos ojos para ver, dos orejas para escuchar y una boca para que
consulte al cerebro antes de hablar – se ríe y concluye- consejos de mi
padre.

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En las puertas del pueblo de Casuccio fue descubierta una casa de 35.000 años. Se
encontró mientras se realizaba un trabajo de ampliación a la altura del puente de Víboras.
Lo más llamativo fue un tipo de choza que estaba echa de palos clavados en la tierra
entrelazados y recubierto de arcilla. Es importante destacar al referirnos al hallazgo
arqueológico que hay restos de cerámica, puntas de flecha y otra pertenecías que son de
gran importancia como documento y un importante avance para investigaciones futuras. El
conocimiento de Sant’angelo In Vado se debe a la gran labor periodística de “Campanon”
que en el año 2003 cumplió sus primeros 50 años de ininterrumpidos con el lector. Este
medio de difusión llega a la Argentina para la colectividad Santangiolesi que siempre está
ávida del conocimiento de su pueblo que no quieren olvidar sus orígenes

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Luego se acuerda de otros: nunca creas que sos la mejor, ya que el día
que estés convencido de ello, no serás nada, y de otro, mantén la línea del
poco pero bueno”, y de otro, Jamás tengas resentimiento y serás feliz, y luego
de otro, Ama al prójimo y te amarás a ti mismo, hasta que uno intuye que la
lista es infinita y un poco ella misma, es producto de esta sabiduría. Al fin
reflexiona: “Yo siempre recuerdo los consejos de mi padre, que intente
siempre tener presente como aquel: no te pongas del lado de los chismes, si
no los escuchas, nunca tendrás enemigos”
Porque para Franca en esto consistió su educación –un poco alejados de
lo que hoy entendemos por educación- el concepto de educación que tiene es
un concepto que abarca al hombre en su totalidad, donde enseñar y aprender
significan consecutivamente, enseñar y aprender a vivir. En este sentido
recuerda:

- Recuerdo cuando mi padre me enseñaba a caminar a la cinco de la


mañana porque era el mejor oxigeno – su mirada parece perderse en el
recuerdo y luego regresa – también me hacía tomar aceite de bacalao
camino a la escuela. Llevábamos una botella y debíamos terminarla
antes de la mitad del camino. A Gino, mi hermano, no le causaba
gracia el complejo vitamínico que era considerado como lo mejor que
yo le hacía tomar. Cuando me tocaba a mí, no tomaba nada, me daba
vuelta y la cuchara vacía.

Pero el aire de la modernidad bañaba todo y la generación de Franca


también conoció los cambios que el mundo imponía: la educación sistemática
y estatalizada, la novedad de la gimnasia y del conocerse a sí mismo, las
vacaciones en el mar o en la montaña, el andar en auto y el conocer el mundo
a través de las enciclopedias. El mundo se globalizaba y entre esas dos tierras
quedaban las generaciones que tenían el corazón en las viejas tradiciones y en
la velocidad de los cambios.

- Al terminar la primaria el deseo de mi padre era que yo continuara


estudiando, lo hice durante un año –Franca hace una pausa- pero yo
no quería estudiar, no había nacido para eso, y la abandoné. Mi
padre se angustió un poco y el director se lamento porque yo era
muy buena alumna, sobre todo en redacción.

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Después de dejar el secundario, empieza una nueva etapa en la vida de
Franca, comienza a trabajar con una modista y a recorrer el camino de la
moda. Al respecto dice Franca: “cuando me casé tuve que dejar esta
actividad, pero fue fundamental en mi vida. Luego, ya en la Argentina,
cuando tuve necesidad, me ingeniaba para dar vuelta los puños y el cuello de
una camisa para que parezca nueva. Vea, de ahí aprendí que el saber no
ocupa lugar.” Otro recuerdo de esta etapa es cuando tuvo la osadía de hacerle
un traje a Curzio utilizando una tela azul fantasía. En este sentido Franca
comenta: “Aprendí, en esa época, que el clásico moderno es lo mejor para
todas las edades”.

En resumidas cuentas, Sant’angelo In Vado es la patria que –junto a


ésta- la acompañara toda la vida. En ella aprendió a escuchar de la boca de su
padre, ahí conoció al gran amor de su vida: Curzio Benedetti. En fin, allí
aprendió a amar, y también a pelear por la vida, porque desde aquellos
orígenes hasta hoy, no ha dejado de hacerlo.

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Curzio Benedetti, el amor

Toda historia es una historia de amor, también es una historia de


encuentros y desencuentros, de apuestas y ruletas. Franca sonríe y contesta:
“Curzio era el más lindo del pueblo, y me lo quedé yo. A veces hoy lo miro y
digo: ¡qué lindo que eres, Curzio!”. Éste fue el encuentro, pero también
tuvieron que padecer desencuentros, entre ellos, el ocasionado por la guerra.
En este capítulo hablaremos de esto, de Curzio, de Franca, de su amor y lo que
hicieron para seguir amándose.
En un pueblo chico siempre hay un preferido y Curzio Benedetti era ese
al que todas las mujeres aspiraban. Belleza que como remarca Franca, lo
acompañará toda su vida.

- Curzio siempre fue muy lindo, tanto que yo todo los días me
preguntaba que debo hacer hoy para no perderlo –Franca hace una
pasusa y suelta una tierna carcajada- Un día Curzio me dijo: “el día
que sea celosa, voy a mirar a otra”. Entonces, aprendí y cuando
veía una mujer hermosa le decía: “mirá que linda que es esa mujer”
y se la señalaba.

Esta picardía retrata una pareja que no sólo se formó bajo el cimiento
del respeto mutuo sino que conservó por años esa chispa indispensable que
mantiene vivo al amor. Franca busca una palabra para definir su matrimonio y
la encuentra: “culto, nosotros hicimos un culto del matrimonio. Éramos tal
para cual y además nos complementábamos perfectamente: él era un artista,
creativo como pocos, yo entendía mucho de economía y administración”.

En otro momento de la conversación Franca comenta:

- claro que –Franca se ríe- muchas veces mi carácter administrativo


chocaba con su mirada artística que no pensaba en gastos. Juntos,
él desde lo artístico y yo desde lo económico, hacíamos una pareja
muy práctica, sin embargo, cuando mi mirada administrativa era
inflexible, él me decía: “Franca, sos la gota china –y señalándose la

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cabeza le decía- me hiciste un agujero acá” -entonces ella se ríe y
explica- las mujeres somos constantes y astutas, el hombre, en
cambio, es más bueno e inocente.

Pero volvamos a Italia, el matrimonio conformado por Curzio Benedetti


y Franca Guerra se consolidó en nupcias el 14 de septiembre 1942. En pocos
años, el destino pondría a prueba su amor, la guerra3 había alistaba a Curzio de
manera obligatoria y le asignaba un puesto en la Central Telefónica de la Alta
Italia que funcionaba en el límite con Yugoslavia.
La Italia de Mussolini participa en la Segunda Guerra Mundial
conformando lo que se denominó el “eje” (junto a Alemania y Japón) El de 10
Junio de 1940 Italia declaró la guerra a Francia y a Gran Bretaña e invadió el
territorio de la primera a través de los Alpes, pero suspendió las hostilidades
ante la firma de un armisticio. Sin embargo -ese mismo año- el 29 de octubre,
la Italia fascista justifica su alianza con Alemania declarando la guerra a
Grecia.
En estas circunstancias, Curzio había pedido -al ejército- un permiso
especial para casarse; el cual le fue otorgado y le permitía realizar la
ceremonia, y a su vez, quedarse un mes en su pueblo. Una vez de vuelta, el
matrimonio se extraña tanto que vuelven a pedir un permiso especial; en este
caso: que Franca pueda viajar hasta el puesto en el que se encontraba su
marido.
El permiso –otra vez- fue concedido y el comandante, de estado civil
soltero, les cedió su departamento. Para el matrimonio –a pesar de estar en
guerra- estas estadías significaron toda una luna de miel. Al respecto dice
Franca: el lugar era hermoso, y por esa entonces, las cosas estaban bastante
tranquilas, pero –Franca cambia su mirada- habían pasado unos veinte días,
el comandante llama a Curzio y le ordena que me envíe de regreso a casa,
que han depuesto a Mussolini y que la cosa se iba a poner peligrosa.
Entonces me separé de Curzio y es el día de hoy que no me acuerdo como es
que volví.
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El gran conflicto bélico que se extendió desde 1939 a 1945 –la lucha más sangrienta y
costosa librada hasta entonces- se conoce históricamente con el nombre de Segunda Guerra
Mundial. Entre sus causas fundamentales podemos citar: las vengativas disposiciones de la
paz de Versalles (1919), el fracaso de la Sociedad de las Naciones en su función de evitar
futuras luchas internacionales, la gran crisis económica iniciada en 1929, que desprestigió a
las democracias y favoreció el surgimiento de dictaduras, el auge del militarismo y del
sentimiento nacionalista en los pueblos y con esto el agresivo imperialismo de Alemania e
Italia –con sus gobiernos totalitarios- y también Japón.

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El diez de Julio de 1943 los aliados (EE.UU., Gran Bretaña y Francia)
desembarcan en Sicilia y ocupan la ciudad de Siracusa. Esto promovió que el
Gran Consejo Fascista deponga a Mussolini, el cual fue apresado por orden
del Rey Víctor Manuel III; quién además, nombró primer ministro al mariscal
Pedro Badoglio, ante tal actitud, los alemanes ocuparan Roma y todo el norte
de la península, dispuestos a resistir. Mussolini –rescatado por paracaidistas
germanos- formó un nuevo gobierno, opuesto al del rey Víctor Manuel III.
La entrada en escena de los aliados trajo gran confusión y la Italia se
dividiría en partidos que apoyarán a una u otra de las partes. Curzio -que solo
añoraba la paz- creía que la guerra había concluido. En esta situación de
confusión se reporta y pide indicaciones, una voz fría le informa que no debe
abandonar su puesto y así lo hace. Cuando la situación se aclara, Curzio no
tuvo motivos para estar contento, ni tampoco para decir -con tono de alivio-
por fin llegaron, un comando de militares lo lleva con un grupo de
compatriotas donde le preguntan de qué lado está.
¿Qué respondió Curzio? Que estaba a favor o en contra de Mussolini.
Franca no recuerda que contestó, lo cierto es que fue llevado inmediatamente
a un ferrocarril con destino a Alemania. No sabemos que pasó por la cabeza
de Curzio, pero sin dudas pensó en su familia, en Franca y tomo la decisión.

- ¿Y si saltamos del tren? – le dice a un amigo

- ¿Estas loco? – le responde su amigo y nervioso continua- si


saltamos nos van a matar

- Por eso, yo quiero morir en mi tierra.

Curzio lo tenía decidido y saltó del tren. Corrió desesperadamente


perseguido por una metralla. Una bala le da en la pierna pero escapa, llega a
un bosque y se desmaya, el esfuerzo lo ha tendido y ahora yace en el piso. Al
despertar tendrá que recuperar la noción del tiempo y del espacio, tendrá que
padecer dolores, cambiar la ropa de militar, y por fin, retomar el camino de
regreso a su pueblo.
La odisea era difícil -por no decir imposible- pero hubo una señal que le
ayudaría a continuar. En una de esas noches difíciles que tuvo que pasar, el
destino lo enfrentaría a una situación límite. Curzio esta a punto de caerse de
un precipicio, aterrorizado se sostiene de una rama. Pero recuerda, el destino
quiso que el día de la desgracia sea el aniversario de su casamiento y eso le

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viene a la memoria. Entonces la sangre bulle, siente ganas de pelear y pelea.
Por la cabeza de Curzio pasan imágenes como en un calidoscopio: su familia,
Franca, su pueblo y se levanta.

- Si pude saltar de un tren, también podré llegar a mi pueblo.

Cuando llegó -dos meses después- estaba irreconocible, los pies


ampollados envueltos en trapos, su ropa destrozada y múltiples heridas
debidas a la caminata feroz que incluía mucho de deriva y de miedo atroz de
ser recapturado. Entonces, cuando por fin llega, pone la cabeza sobre la mesa
y se pone a llorar.

- Entonces –reflexiona Franca - Curzio había realizado una gran


prueba de valor y amor. Supe en ese momento que nada nos
separaría.

Pero la odisea aún no había terminado. La Guerra durará hasta 29 de


abril de 1945 e Italia era el tablero de ajedrez en el que los aliados por un lado
-encabezados por el rey- y el eje por el otro –bajo la imagen de Mussolini-
jugaban su partida. Entre ellos, víctimas de este tironeo, gente como Curzio o
Franca, solo anhelaban la paz.

- A nosotros nunca nos importó la política, Curzio era Demócrata


Cristiano por influencia de un hermano cura. Yo y como dice un
dicho de mi padre: “donde hay multitudes, escapa” –Franca
comenta y luego reflexiona- nosotros anhelábamos la paz y esto fue
uno de los motivos radicales por lo que luego decidiremos venir a
Argentina.

Los cierto es que durante esos años de incertidumbre, el matrimonio


Benedetti tuvo que mantenerse alerta y a salvo de los comandos (tanto del eje
como de los aliados) Para esto -y como la región de Sant’angelo In Vado es
montañosa- se valían de esta posición estratégica y subidos a la colina de San
Pietro podían vigilar; si aparecían sabanas blancas había que esconderse, pues,

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estas significaban que venían soldados reclutando gente para la guerra. En
estas situaciones, Curzio se escondía en los bosques hasta que pasaba el
peligro, y esto sucedía, cuando las sábanas se iban retirando.

- Si habremos pasado momentos de zozobra –la mirada de Franca se


vuelve triste y nos trae esta triste postal de la guerra- Nunca olvidaré
el bombardeo al pueblo de Urbania, situado a 10 Km del nuestro, de
unos 5000 habitantes. Era el día del patrono del pueblo y ese día
vimos como el cielo se oscureció de tantos aviones que lo rondaban,
hasta que dos aviones del escuadrón se separaron del resto y
empezaron con el bombardeo. Fue horrible, centenares de muertos.
La gente de nuestro pueblo corrió a ayudar a los heridos. Yo
pensaba que tal vez el ataque podría seguir en nuestro pueblo, así
que determinamos ir a vivir a San Pietro, donde estaríamos seguros.

Hay un momento de silencio, lo que acaba de contar Franca es una


verdadera postal del infierno y nos quedamos mirándonos. Al fin ella levanta
la cabeza y cierra el relato.

- Realmente haber vivido la guerra fue una experiencia muy triste


para mí – Franca vuelve a hacer una pasusa y a bajar la mirada –
Italia ya no era, ni sería la misma.

En contraste con la guerra, la historia de amor de Curzio y Franca


continuó y en 1945 –junto con la paz- nacía su primer hijo, Mario. La guerra
los había separado pero ellos volvían encontrarse, con la vida por delante, con
ganas de pelear y otra vez pelearán.

- ¿Cómo era el amor? En esos años el amor tenía mucho de cortesía,


no como ahora, Curzio se ponía del lado de la calle para
protegerme y esas cosas, esos detalles corteses te aferraban a la
persona amada –Franca reflexiona y aconseja– ahora, los jóvenes
deberían probarlo.

Y la conversación sigue:

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- El amor nos acompañó toda la vida –Franca se dispone ha contar
una anécdota- Curzio quería que les crezcan unas rosas, acá, en Tio
Curzio y no crecían. Sembraba y sembraba, pero no crecían.
Cuando él murió, usted puede creer, viene mi hijo Mario y me dice:
“ha crecido una rosa”.

- ¿De qué color, Mario? –le pregunto ansiosa

- Roja –Franca se sonríe- Una Rosa Roja

Una leyenda griega dice que en la antigüedad hombre y mujer eran una
sola cosa, juntos podían trepar los cielos e inclusive desafiar a los dioses, estos
temerosos por su inmenso poder, decidieron separarlos. Por esto -concluye la
leyenda- el amor es ese viejo retorno a la unidad que le devuelve al hombre
ese poder infinito de conectar el cielo con la tierra. Entonces, cuando Franca
cuenta la historia de la rosa, esa extraña comunión se produce y nada, ni la
muerte, pueden separar a dos personas que se aman.

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“Gino, Mi Hermano”

Gino Guerra tenía apenas 16 años cuando entro como voluntario en el


ejercito. Sin saberlo el destino lo enfrentaría a una situación extrema; en
realidad a otra, porque Gino ya sabía lo dura que puede ser la vida desde su
nacimiento, cuando su madre perdió la vida al darlo a luz.

- Gino fue mi otro gran amor – comenta Franca - yo fui, por nuestra
historia, un poco la madre, él veía en mi esa imagen fuerte que uno ve
en una madre.

Gino pasó sus primeros cuatro años al cuidado de una Ama de Leche.
Mientras, en casa de los Guerra, la abuela se hacía cargo de los cuidados de
Franca y los quehaceres domésticos. El padre de Franca volvió a casarse un
año después de la vuelta de Gino a su hogar y las cosas no resultaron fáciles.
Al respecto, Franca comenta: “Me costó mucho adaptarme a la pérdida de mi
madre, sentía cierta nostalgia que se contraponía al placer que me daba
compartir la mesa de una amiga donde encontraba lo que yo necesitaba: una
familia unida. Esa nostalgia que sentía era una manera de extrañar a mi
madre, pero la vida es así – y luego continúa- Con los años reflexioné que mi
padre había iniciado una nueva relación pensando en eso, en rearmar la
familia”
La relación con la madrastra nunca será buena y en los primeros años,
cuando Gino es devuelto al hogar -no aceptando esta nueva situación- se
escapaba con su madre de crianza.“Por eso –apunta Franca- Cuando yo me
casé, Gino se alistó como voluntario en el Ejercito, porque no soportaba esta
situación familiar.
1942 es el año en que Gino entra de voluntario en el ejército y en
aquellos años sucederá la anécdota que vamos a contar. Gino era apenas un
muchacho, aunque en esa época un muchacho de 16 años era todo un hombre.
La muerte de Mussolini trajo gran confusión; sobre Italia las fuerzas del eje y
la de los aliados pujaban por ganar territorio. Gino se hace Partisano y apoya a
Estados Unidos, pensando –dice con tono nostálgico Franca- que “así iba a
estar mejor”. Pero su elección le costó la cárcel y por muy poco, la muerte.

- Gino quería la paz por eso se pone del lado de Estados Unidos. En esa
época escaseaban las especias, el aceite, la sal; inclusive se había

16
formado un “mercado negro” que vendía estos elementos a un precio
muy caro.

Los últimos años de la guerra, encuentran una Italia tironeada. Por un


lado, el eje mantenía bajo su control el territorio. Por el otro, los aliados –
sobre todo Estados Unidos- avanzaban y en un mismo territorio se chocaban
ambas fuerzas. La estrategia de estos últimos era tener células de operaciones
en los bosques, entre ellos, los Italianos que estaban de su lado y que se los
llamo –como anticipamos- “Partisanos”

- En esa situación, los aliados, desde el aire y con aviones, les


proporcionaban a los Partisanos, con paracaídas que descendían hasta
los bosques, los alimentos necesarios para su subsistencia –y más
adelante reflexiona- La guerra había trastocado todo, nosotros por
ejemplo nos habíamos ido a vivir a la montaña de San Pietro para
resguardarnos.

Los Alemanes -para contrarrestar el avance estadounidense- rastrillaban


periódicamente los bosques, con el fin de desarmar las células partisanas. En
uno de estos operativos, es atrapado Gino Guerra. Franca se encontraba en la
montaña de San Pietro cuando se entera que había detenido a un Partisano.
Ella estaba embarazada y algo siente en sus entrañas, un mensaje en su interior
y no se equivoca, el detenido es su hermano.
Decide bajar al pueblo a comprobar su intuición, la voluntad la mueve y
la angustia le recorre el cuerpo. En un momento, cuando está a punto de llegar
al valle, aparecen dos aviones y descargan una bomba que explota muy cerca.
No entiende, no sabe que pasa, pero conoce el lugar y sabe que hay un Iglesia
cerca. Pero el objetivo de Franca llegar al cuartel (hoy plaza Mar del Plata) a
donde tienen a su hermano y nada -ni las bombas que explotan cerca- la iban
ha detener.
Franca llega agotada pero convencida que peleará -hasta con su vida-
por salvar a su hermano. Los soldados la reconocen de inmediato por su
parecido con Gino, por sus gestos y por su fisonomía. Después un soldado
exclama: “vino a pedir justicia”.
Ella sabe que para salvar a su hermano debe hablar con la persona de
mayor escalafón, entonces, les preguntas a esos soldados quién es el
responsable del comando. Uno de ellos le brinda la información solicitada y le
indica, con señas, un hombre que se dirige en moto al hotel.

17
La distancia es de doscientos metros, ella corre detrás de la moto con el
fin de alcanzar al comandante antes de que entre en el hotel. Franca llega
agitada, su embarazo avanzado y la hipersensibilidad que significa llevar un
hijo en las entrañas, le da un tono de dramatismo a la escena.

- ¡Señor! ¡Señor! ¿Qué haría usted si fuese su hermano? – ella le


pregunta al comandante agarrándole sus dos piernas. Él permanece en
la moto, la mira y le pone una mano en la cabeza.

- Solo sé que mis soldados corrieron el mismo riesgo – Le responde el


comandante en tono frío.

El tiempo se detiene. Pasan mil cosas por la cabeza de Franca. Hace una
pausa y piensa que decir. Piensa que decir que salve a su hermano. Sólo se le
ocurre un tímido, pero firme.

- ¿Puedo verlo? – Le suplica al comandante.

Algo en la mirada del comandante le da una pequeña esperanza. Este le


concede el pedido y se deja lleva hasta la casa donde está su hermano, ubicada
enfrente de la iglesia Santa Catterina. Franca no sabe que esta por ver una de
las escenas más tristes de su vida, entonces, escucha golpes y los gritos de
Gino pidiendo piedad, pidiendo que lo maten de una vez. El comandante entra
y en Alemán dice que él no dio la orden de que lo golpearan. Por fin Franca
puede hablar con su hermano y éste le dice: “es mejor que me maten”
La orden era que se fusilara a todo Partisano armado con bomba en
mano y vestido a lo Garibaldino4, con la amenaza explicita, que si un
prisionero escapaba sería ajusticiada su familia. Entonces Franca le pide a su
hermano que no se escape, que aguarde, que ella ha hablado con el corazón
con el comandante y él lo tendrá en cuenta. Y lo tiene en cuenta -a pesar de

4
El principal distintivo de esta forma de vestir era un pañuelo rojo en el cuello y boina de
paño. Esta forma de vestir toma su nombre por Giuseppe Garibaldi (1807-1882),
revolucionario nacionalista italiano y líder de la lucha por la unificación e independencia de
Italia. Esta vestimenta -en la época de la guerra- condenaba y cristalizaba valores como
independencia y unificación en una Italia dividida.

18
tener la orden de fusilamiento- al recibir la orden de retirada, lo llama a Gino y
le dice: Disfrázate de viejo y cruza el río, y que Dios te bendiga.

- Así – comenta Franca- mi hermano Gino salvo su vida. En cambio, el


comandante fue fusilado por no cumplir con una orden.

Esta anécdota de la guerra nos brinda una pauta de la unión que existió
siempre entre Gino y Franca. Luego compartirán otra experiencia
intransferible, la de inmigrar. Al respecto comenta Franca:

- Con mi hermano éramos tan unidos, que dos años después de que yo
vine a la Argentina, el también vino –Franca hunde su mirada en lo más
profundo de su ser y dice- después extrañaba nuestra tierra natal y
decidió volver.

Porque la historia de Gino es la de un hombre que supo poner el


corazón en dos patrias y vivió bajo ésta tensión toda su vida. Estuvo radicado
veinte años en la Argentina y en ese tiempo nunca dejo de extrañar Italia. Pero
una vez allá, nunca dejó de extrañar Argentina.
Gino Guerra inmigró a la Argentina en 1949 y tuvo que ganarse un
lugar en la sociedad marplatense. Su historia de inmigrante tiene mucho de
sacrificio, de voluntad y de espíritu de superación. Cuando llega empieza
trabajando de lavacopas en el hotel “Scafidi”. En la década del 50’ se insertará
en el mundo comercial y con algo de “suerte” -como dice el mismo- y mucho
de sacrificio sin dudas, logrará triunfar en éste campo. Sin embargo hay algo
en su corazón que lo llama y así lo explica Gino:

- Todo inmigrante piensa siempre en su tierra, le parece que le falta


algo. Estando bien hasta econonómicamente; porque si no tiene boleto
de retorno tiene menos problemas, pero cuando llega a una situación
económica mejorada, entonces va, ve a los paisanos, ve los parientes,
entonces... siente que su tierra lo llama.

19
A principios de la década del 70’, Gino –como él dice- siente el llamado
de su tierra natal y decide volver. Unos años antes intercalaba seis meses acá y
seis meses allá, pero decide que su vuelta sea definitiva y el regreso significó
un nuevo desarraigo, porque si bien su patria natal era Italia, Argentina había
calado hondo en su corazón y también la sentía su patria.

- Yo le dije a mis hijos si querían quedarse en Argentina –comenta Gino-


¿Sabe que me contestó mi hijo varón? Me dijo: “no papá, yo no quiero
vivir como vivís vos que en definitiva no estas bien ni aquí ni allá”.

Gino logra rearmar su vida en Italia, con su carácter constante y su


voluntad de hierro se inserta en el mercado hotelero en la provincia de Pésaro,
sin embargo la historia del inmigrante se repite y descubrirá que tener dos
patrias significa que siempre falte una.

20
El Inmigrante

Los motivos por el cuál una persona decide dejar su tierra pueden
variar; sin embargo, la experiencia es la misma para casi todos, una triste
historia que requiere mucho de voluntad y espíritu de sacrificio. La familia
Benedetti –Franca, Curzio y su hijo Mario- llegan a la Argentina en 1947,
partida que históricamente se denominó “segunda inmigración”. El motivo
principal que los movía era el de labrar un futuro mejor, lejos de cierto clima
anárquico que significó la pos-guerra.

- Existía un país que no conocíamos –reflexiona Franca - una Italia


subyacente que la guerra hizo emerger. La pos-guerra fue tiempo de
transformación social y cultural, surgieron en esa época pujas políticas
que atentaron contra el orden preestablecido al que estábamos
acostumbrados a vivir.

Sant’angelo In Vado y Mar del Plata son dos puntos lejanos; sin
embargo no hay familia de aquel pueblo que no tenga algún familiar, o
conocido, en ésta ciudad. Esto encuentra su explicación; en primer lugar,
porque la idiosincrasia misma del pueblo hace que la población joven emigre
en busca de un porvenir mejor. “Nosotros –le comentó una vez el intendente
del pueblo a Franca- siempre somos 4000, ni más ni menos”. En segunda
instancia, la ley Argentina de aquellos tiempos, exigía al inmigrante un
contrato de trabajo que era proporcionado –habitualmente- por algún paisano
Italiano que había inmigrado a principio de siglo o después de la primera
guerra.
En este sentido, Eliseo y Pepina Benedetti -ambos hermanos de Curzio-
serán el contacto a la hora de decidir el destino. Eliseo, hermano mayor de
Curzio, había venido a Argentino en el primer cuarto de siglo por pedido de
un Tío que no podía tener hijos. Eliseo emigró el año de nacimiento de Curzio
-cuando apenas tenía 16 años- y si bien el desarraigo fue muy duro, cuando
Franca y Curzio vinieron a éste país, se había asentando perfectamente en la
sociedad marplatense, siendo un importante eslabón de la hotelería de esta
ciudad5.
5
Eliseo Benedetti fue una personalidad importante dentro de la sociedad marplatense,
destacándose en el rubro hotelería, en el cuál, llegó a presidir sus más importantes

21
- Eliseo, su esposa y Pepina nos enseñaron la fortaleza que se necesita
para trabajar duro; años más tarde tomaremos de sus comercios el
modelo para nuestros emprendimientos comerciales. Para nosotros
aquellos años eran años de lucha, de sacrificio para poder volver a
nuestro pueblo, a nuestra raíz – y luego concluirá- pero cuando uno se
da cuenta ya tiene también raíces acá, y entonces, se tienen dos patrias.

Un anhelo común de todo inmigrante, incluso cuando parte, es volver a la


tierra natal. En este sentido, la nostalgia y la fantasía de regreso acompañan
toda la vida del inmigrante. A respecto, la anécdota que cuenta Franca nos
puede servir como referencia.

- En Italia, nuestra familia estaba bien económicamente. Cuando


llegamos a Argentina no sólo tuvimos que empezar de nuevo sino que
tuvimos que empezar de abajo; tanto, que en 1949 cuando llega mi
hermano Gino, viendo la situación en que nos encontrábamos me decía
que él me iba llevar de vuelta a Italia –y concluye- pobre Gino, ¿Cómo
lo iba a hacer?

Lo cierto es que los inmigrantes venían sin pasaje de vuelta, inclusive,


debían pagar -con su trabajo- el pasaje con el que habían venido. Dirá Gino,
hermano de Franca: “no sólo esto, sino que el inmigrante siempre pensará en
su tierra y en ayudar a su familia. Por eso el inmigrante no sólo debía
trabajar para sí, sino que, peso que juntaba, lo mandaba a su familia
Italiana”.

instituciones: la “Asociación de Hoteles” y “Club Urquiza”. Por otro lado, fue el impulsor
de la construcción de varios hoteles, entre ellos, el “Benedetti”, el “L’ette”.Además, fue
propietario del hotel “Mar del Plata” y del hotel “Virrey”

22
Franca se entristece y responde: “¿Qué dejamos allá? Todo.” Porque
recién en 1962 Franca pudo volver a su pueblo y reencontradse con su familia.
Y cuando llegó el momento de despedirse algo había en la mirada del padre
de Franca, un tierno reproche, tal vez no se iban a volver a ver y así fue, esa
fue la última vez que ella verá a su padre. También la familia de Curzio
quedará en el pueblo, que, como hoy siente y reflexiona Franca: “allá dejé a
dos familias, porque, cuando conocí a Curzio, mi suegra se convirtió en mi
madre y su familia en la mía”.

- ¿Qué como era la familia Benedetti? –Franca responde- eran una gran
Familia. La madre de Curzio se llamaba Clementina y yo la adoraba.
El padre se llamaba Nellusco y era un bohemio, con un gran carácter.

Porque, después del casamiento, Franca se constituye en un integrante


más de la familia Benedetti. Una anécdota nos puede servir como ejemplo del
clima cordial en que vivían: “Clementina no le gustaba que saliéramos de
noche, pero nosotros queríamos salir, entonces Curzio se enojaba pero yo le
decía que esperáramos a que se durmiera y así lo hacíamos –Franca se ríe y
concluye- si es tan fácil hacer feliz a una persona, porque no hacerlo”. Esta
tierna anécdota, con mucho de sabiduría sobre la vida, sirve como referencia
de esas pequeñas cosas que un individuo debe dejar atrás a la hora de dejar su
tierra.
Pero la decisión estaba tomada y en busca de un porvenir mejor, el
matrimonio y su hijo de dos años, partieron en el año 1947. La gente de
Sant’angelo In Vado se reunió para despedirlos y en su honor tocaron música,
brindándoles, el apoyo necesario para el largo viaje que iban a emprender. El
viaje durará 40 días y lo realizarán en un barco carguero que se detenía en
todos los puertos; a pesar de que los pasajeros, recién empezaron a
desembarcar en San Pablo.
El matrimonio Benedetti y su hijo, Mario, llegaron a Mar del Plata 6 en
invierno, circunstancia que los enfrentaba a una ciudad vacía, con hermosas
6
Mar del Plata se fundó en 1874 aunque Juan de Garay exploró sus costas hacia el
1581. La ciudad fue construida en la 'belle époque' a imagen de los balnearios europeos
(Pedro Luro, un francés de origen vasco y Patricio Peralta Ramos, un rico estanciero de la
zona fueron en el siglo XIX sus principales artífices), estilo que conserva pese a que a
partir de 1950 el turismo social de masas cambió ediliciamente el casco céntrico.
Población (1991), 519.707 habitantes, los cuales llegan a quintuplicarse en la época
estival.

23
casas y bellos jardines. Porque, Mar del Plata -de antes del 50’- era una ciudad
de veraneo para la alta aristocracia de Buenos Aires. De esta manera, en
invierno la ciudad quedaba semivacía y las casas en manos de cuidadores. Al
respecto comenta Franca: “Al lado de la casa principal, estaba la casa del
casero. Colón era una calle de chalet con amplios jardines, por eso también
inmigraban muchos jardineros”
Pero la década del 50’ es tiempo de cambios en la ciudad, los planes de
turismos, impulsados por el gobierno peronista, darán nuevo impulso y en
pocos años Mar del Plata será la ciudad de los edificios, de vacaciones para
todos. Este hecho hará que se reactive la construcción y el comercio. Como
dice Franca: “en pocos años Mar del Plata cambió muchísimo, pasó de ser la
cuidad encuadrada del ferrocarril hasta la costa y de Colón a Luro, para ser
una ciudad gigantesca”
Entonces, la Argentina de mediados de siglo los esperaba con el
General Perón al poder, con sus políticas sociales y su apertura a la clase
obrera. Recordemos además, que el inmigrante, desde los comienzos de la
nación Argentina, fue pensado como la solución al gran problema argentino:
la falta de población. En este sentido, la frase de Alberdi “Gobernar es
poblar” cristaliza un país que en su proyecto de futuro incluía sangre
extranjera como el engranaje del progreso.
Este enfoque global explica la gran corriente inmigratoria de fines del
XIX hasta mediado del siglo XX. Este proceso significo el fin de los que se
denominaba “La Gran Aldea” y dio origen a la Argentina moderna, en la cual
el inmigrante es un elemento fundamental, aportando alrededor de 85.000
inmigrantes por año, en su mayoría de origen Italiano y español.
A pesar de este hecho favorable, las historias individuales de cada uno
de los inmigrantes es una historia dura, de sacrificio y sobre todo de coraje,
porque muchos no aguantaron la situación real y decidieron volver. Y la
situación real era que el que llegaba tenía que empezar de nuevo y de abajo.
Al respecto comenta Franca: “Muchos no quieren contar a sus hijos aquellos
años, fueron años de lucha y no tienen porque avergonzar a nadie; al
contrario, tendrían que servir como legado para las generaciones más
jóvenes”
A pesar del trago amargo que significaba encontrarse en una tierra
desconocida, muchos fueron los motivos para seguir adelante, entre ellos
podemos nombrar el tesón y el orgullo del matrimonio. Pero también, la
venida a la Argentina significó reencuentros; en primer lugar, el de Curzio con
su hermano que no conocía; en segundo lugar, el de Franca con Lilian Sancisi,
amiga de la infancia con la que había compartido la escuela y que había
inmigrado diez años antes. Juntas –en aquellos duros tiempos- recordaban su

24
tierra cantando canciones en Italiano y conversando sobre esos juveniles años;
porque si el inmigrante se aleja de su tierra, nunca deja de estar en ella, en sus
recuerdos, en sus ansias y deseos. En este sentido, Lilian es la cómplice intima
con la que aquellos años y aquella geografía subsisten en el presente. Por eso,
aún hoy siguen escribiendo cartas y grabando canciones que mandan a las
viejas amistades del pueblo.
Entonces, este capítulo es esto; es aquí y allá, un lugar intermedio que
acompaña toda la vida del inmigrante, porque y como afirma Franca: “Ahora
pienso que estaría mejor allá, pero sé que es una ilusión, acá tengo a mis
hijos, mis nietos, mis clientes y si estuviera allá, los extrañaría. En esta misma
línea, una reflexión del hermano de Franca, puede cerrar la idea: “Los
hombres son como las platas, si se los arranca y se los trasplanta en otro
lugar, pelearán por reconstruir sus raíces, pero su raíz esta allá y lo llama” y
podríamos agregar que esa raíz siempre lo acompañara como un miembro
fantasma, como una ausencia presente que la amputación no pudo borrar

- Para finalizar, Franca ¿Qué le enseñó a usted la Argentina?

- Argentina nos enseñó cosas que no conocíamos, entre ellas, aprender


lo que somos, quienes somos y que la vida es sacrificio y trabajo.
También aprendimos a pelear y así pudimos construir nuestro hogar,
nuevas amistades; en fin, nuestro futuro.

25
Los Primeros Años...

Franca le colocaba diarios debajo de la camisa para cubrirlo del frío del
invierno. Curzio llevaba una ollita de arroz con albóndigas que ella le
preparaba, y en bicicleta, se dirija al trabajo. Curzio nunca había trabajado de
peón de albañil y eso lo angustiaba; generando en su mente de recién venido,
fuertes ansias de regreso. Sin embargo, su fuerza de voluntad y el carácter
fuerte de Franca, serán el sostén para sobrellevar aquellos primeros y duros
años.

- Curzio, por su esfuerzo, humildad y esmero, se ganó la simpatía del


capataz, quién le pagaba de más el jornal. Lo cierto es que él era muy
activo en su trabajo e intentaba hacer la mayor cantidad de horas
extras posibles –Franca se detiene y luego continúa- Claro, que este
hecho le costó cierta antipatía de algunos de los compañeros del
trabajo.

El matrimonio y su hijo, Mario, llegaron a Mar del Plata en invierno de


1947; y se instalarán – gracias a la mano de un jardinero paisano de apellido
Curzi- en un chalet ubicado en Colón entre Corriente y Entre Ríos, dónde
cumplían la función de Caseros de invierno. Al respecto comenta Franca:
“éramos caseros a cambio de vivienda, luz y gas. Nuestra educación, respeto
y agradecimiento, hacía que solo tuviéramos una lamparita y que cuidáramos
los gastos como si fueran nuestros.”
La Mar de Plata que encuentra el matrimonio a su llegada es una ciudad
que se ésta haciendo7; por un lado, una ciudad en la que invierte la aristocracia
porteña, construyendo grandes chalet de vacaciones; por el otro, una ciudad
7
El estallido de la Primera Guerra (1914 - 1918) impidió por cuatro años que la elite
argentina veraneara en Dauville, Niza o Biarritz, favoreciendo el turismo en Mar del Plata;
y generando –en la década siguiente- grandes inversiones que significaron casas lujosas y
obras como el golf club. Luego, con el correr de las décadas, se producirá un proceso de
democratización y la ampliación a otros sectores sociales implicará –sobre todo del período
comprendido de 1945 a 1955- otros tipos de construcciones como los edificios y sistema
hotelero.

26
que empieza ha hacer del turismo -en general- el engranaje principal de su
motor8. Esto explica, la importancia que tenía la construcción en aquellos años
y la posibilidad que este rubro le brindará a Curzio.
Por otro lado, el concepto mismo de “vacaciones” empieza a mutar, si
en el siglo XIX y principios de XX, sólo era un privilegio de las clases altas y
significaba un viaje de descanso, de una familia, a una residencia de su
propiedad, el devenir del siglo hará que el concepto se amplié incorporando
otros sectores y nuevas modalidades de turismo, como lo es el turista
ambulante. Esta situación explica el nacimiento y gran desarrollo del sector
hotelero en los años que Franca y su familia arriban a Mar del Plata.
“Cuando llegamos, arribamos a una cuidad vacía” Esta respuesta de
Franca se une con lo anterior y traza una de las principales características de la
ciudad, porque Mar del Plata estaba configurada como lugar de veraneo y el
matrimonio llega en invierno. Había dos Mar del Plata, la de verano, llena de
gente y la de invierno, vacía, de atrás de telón que se preparaba para el verano
siguiente. Esta es la imagen que relata Franca y que sin dudas hizo más duros
los primeros meses de adaptación.
Entonces, mientras Curzio trabajaba de peón de albañil, Franca
realizaba tareas de sirvienta y lavandera de ropa de hotel. Sin embargo y a
pesar del gran esfuerzo que el matrimonio realizaba, aquellos años fueron
tiempo de volver a empezar y no estuvieron exentos de problemas serios, entre
ellos podemos mencionar, la enfermedad que sufrió Curzio y que requirió una
internación en el hospital Italiano de Buenos Aires.
La enfermedad que sufrió Curzio fue ocasionada, en gran medida, por la
gran presión que debía soportar de parte de sus compañeros, que no aceptaban
el excesivo voluntarismo con que afrontaba el trabajo y la inevitable
comparación que el capataz hacía con él. Esta circunstancia no fue fácil y
necesitaron para solventar los elevados gastos de la internación un préstamo
que otorgó un paisano italiano, en el cual Curzio, se comprometía a trabajar
-una vez repuesto- para saldar la deuda.
Frases como “empezar es duro” o “nadie te regala nada” cifran
aquel mundo del recién venido en dónde las oportunidades hay que ganárselas
con el esfuerzo cotidiano. En este sentido, aquellos años le exigían al
8
En 1940 el diario La Nación identificaba a Mar del Plata como un lugar democrático,
cuando afirmaba: "Mar del Plata se ha convertido en un balneario abierto a todas las
posibilidades". Era común ver fotografías de confraternización social en las playas o
casinos. En contraste con las visiones de los ricos también se reportaban las visitas de
caridad de las señoras aristocráticas en los barrios pobres -en especial la barriada del
Puerto- como un entretenimiento más del balneario. (Elisa Pastoriza)

27
inmigrante un atrevimiento doble, teniendo -en muchos casos- que realizar
varios trabajos para poder elevar el nivel de vida. En este sentido, Franca
debía duplicarse, cumplido su tarea de empleada, de ama de casa, de madre y
hasta de sostén familiar. Curzio, a su vez, efectuaba varios trabajos; los días de
semana, realizaba tareas de peón de albañil; los fines de semana, trabajaba
como ayudante de mozo (Comis) en el hotel Royal.

- Muchos inmigrantes no querían contarles a sus hijos estas historias de


los primeros años, preferían olvidarlas. En aquellos años se ocultaban
muchas cosas, se mandaban cartas a Italia y no se contaban algunos de
los pesares que teníamos que padecer -Franca reflexiona- era
comprensible, pero cuando la situación económica mejoraba se iba a
Italia y se gastaban fortunas. Nosotros siempre preferimos contar a
nuestros hijos aquellos primeros años, por que en ellos, está la base de
una vida: espíritu de lucha, voluntad, respeto y ganas de progresar.

A pesar de éstas circunstancias desfavorables, también había tiempo


para el arte; porque –y como afirma Franca- Curzio era sobre todo un
“artista” y los domingos que no trabajaba, se dedicaba largas horas a la
pintura. Cuadros que luego vendía en la casa “Tiribellia”. Según Franca, estas
cualidades artísticas le venían de parte de la familia materna; en este sentido,
un tío apellidado Romanin -que vivió varios años en esta ciudad- pintó la
capilla Stella Maris antes de regresar a Italia.
1949 es un año de buenas noticias; por un lado nace Williams, el
segundo hijo del matrimonio, signo del amor y del progresivo afianzamiento
del matrimonio en estas tierras; por el otro lado, se produce el reencuentro de
Franca con su hermano.

28
Una anécdota de Gino y aquellos años, nos puede servir como ejemplo
del espíritu de lucha y la mentalidad que se necesitaba para lograra afianzarse
en estos climas. Gino trabajaba como peón de cocina en el hotel Scafidi, pero
tenía ganas de progresar; entonces lee en el diario “La Capital” que una
confitería precisaba mozos. La cola para cubrir el puesto era de dos cuadras,
pero él es el elegido.
Cuando le preguntan, él dice que conoce el oficio, pero la misma primer
noche, esto se desmiente: se caen algunas bandejas y es despedido. Cuando
llega a su casa, abraza a su hermana Franca y llora toda la noche; porque el
llanto –comenta Franca- “de impotencia, de ganas de ser alguien,
acompañaba muchas noches del recién venido y lo ayudaba a juntar fuerzas
para la mañana siguiente.”
La situación no fue simple ni fácil, pero los esfuerzos dirigidos hacia
una misma dirección y el ahorro -a cargo de Franca- les permitía ir juntando
dinero para apostar a un futuro mejor. En este sentido, la década del 50’
significa el inicio de la faz comercial, con un negocio de venta de pastas que
les permitirá hacer sus primeras armas en este rubro.

- Los primeros años significan eso y encierran una gran enseñanza que
nosotros siempre intentamos enseñamos a nuestros hijos y es que: “el
ahorro y la economía son la base de toda fortuna”.

La compra del negocio fue realizada con un fondo de comercio en la


que participaba Gino Guerra (hermano de Franca) y el emprendimiento
significó todo un desafío. El local –ex verdulería- fue transformado en
fiambrería y posteriormente, en venta de pastas. La ubicación del inmueble era
Colón entre Funes y Olazábal y desde lejos se podían divisar los colores
llamativos –naranja los marcos y negro las puertas- con los que,
inteligentemente, intentaban llamar la atención del público.

29
- Compramos una hornalla que se trasportaba, sobre esta hacíamos el
matahambre; sin embargo, cuando necesitábamos funcionaba como un
horno rectangular para hacer pizzetas –Franca se sonríe- la verdad
teníamos que arreglarnos con lo que teníamos, no había muchas
comodidades. De noche trabajábamos para hacer los capelletis y de
día vendíamos, casi no teníamos tiempo. Gino y Curzio –Franca ahora
se ríe- trabajaban día y noche; por eso, para no dormirse, se turnaban
para tomar aire.

En esa época no se hablaba de marketing, sin embargo la necesidad y la


inteligencia de la familia Benedetti, son un ejemplo de lo que hoy llamaríamos
marketing. El comercio no funcionaba, entonces, deciden regalar la pasta por
el barrio, como una forma de publicidad y de hacerse clientela.
En resumidas cuentas, el esfuerzo dará resultados y el comercio
empieza a levantar. Las ventas suben y apenas pasada una temporada, le
ofrecen comprar la llave del comercio y lo venden. La venta de la llave del
local será la primer cosecha de la voluntad invertida y será el primer paso –
dado con el pié derecho - de los Benedetti en su faz comercial. Porque –
comenta Franca- nuestra primera empresa comercial estuvo hecha a pulmón:
los trabajos de refacción y pintura estuvieron a cargo de Curzio y Gino, estas
cosas nos hicieron ahorrar mucho dinero e hicieron que la venta sea muy
redituable.
Pero este era recién el primer paso, la primer batalla, pero no será la
única ni la última. En el próximo capítulo veremos como palabras como
“voluntad”, “respeto” y “espíritu de ahorro” sobre todo, siguen siendo el eje y
el método para construir el andamiaje necesario que cualquier hombre necesita
entablar con la sociedad en la que vive y en el mundo en que proyecta sus
sueños.

30
La Faz Hotelera

Con los asientos de la venta del negocio de pastas, más un préstamo del
Banco Provincia; la familia Benedetti, Gino y un socio más, alquilan el fondo
de comercio de un hotel ubicado en la calle San Martín entre La Rioja e
Hipólito Irigoyen, al lado de la tradicional confitería “Montserrat”. Hotel que
llamarán “Metauro” en homenaje a un río de Sant’angelo In Vado (su tierra
natal).
Bajo el lema: mejor cantar que pensar, en el Hotel “Metauro”, todas las
noches se cantaba a la hora de la cena. Esta costumbre; además de incomodar
a los vecinos que más de una vez dispararon tiros al aire, era una manera de
condimentar los alimentos. Porque Curzio –en esa entonces inexperto- era el
improvisado chef del hotel.

- Cantábamos siempre, era la única manera de irradiar alegría para que


la clientela estuviera contenta; Curzio organizaba show que divertían
mucho a la gente. Pero al lado vivía un médico –Franca hace una pausa
y suelta una tierna carcajada- y para apaciguar nuestra alegría
“Tana”, tiraba tiros al aire.

31
En realidad; la empresa era todo un desafío, las instalaciones consistían
en una casa vieja de seis habitaciones -que en breve- debía transformarse en
hotel. En este sentido, los conocimientos de albañilería que había adquirido
Curzio y la gran mano de Gino, serán el ingeniero que pondrá a punto el
inmueble. Las dos habitaciones del frente se convirtieron en una y sobre ésta
se montó una heladería; mientras tanto, en la parte trasera –sobre un inmenso
patio- se construyeron quince habitaciones, anexas a las ya existentes, ahora,
convertidas en salón comedor.
Sin dudas, el emprendimiento tenía mucho de osadía y de compromiso–
porque- para su realización se había requerido de créditos y había que cumplir
con éstos, religiosamente. “No podía no funcionar -afirma Franca- las
instalaciones necesarias para la heladería, por ejemplo, la habíamos
comprado a crédito, en Siam, y esas cosas había que pagarlas a tiempo.
Lo cierto es que aquellos años requerían mucho de voluntad de trabajo y
mucho inteligencia comercial; porque ante el imperativo: no puede fallar, los
mismos propietarios –Franca o Gino- publicitaban sus servicios en las
estaciones terminales (de ómnibus o de trenes), sin faltar –muchas veces- el
pedido de un favor a un taxista amigo, al que se le pedía que recomendara el
hotel.

- ¿Dónde dormíamos? – Franca se ríe de mi pregunta y contesta- donde


podíamos. Teníamos que pagar deudas y si la habitación la requería un
cliente, se la dábamos. Todo estaba al servicio del cliente – ahora el
tono de Franca toma un matiz humorístico- tanto, que la habitación que
habíamos hecho para nosotros tenía un cartel que decía “escritorio”.

Porque la habitación que se había construido -para que durmiera el


matrimonio- era tan pequeña que por cuestiones de espacio se accedía por una
ventana y no por una puerta. Claro que el gran ingenio comercial de los
Benedetti, hacía que esa habitación sea un simulado “escritorio”, que sin
dudas -en la mente del cliente- elevaba el prestigio del inmueble.
Esta visión comercial –con procedimientos que hoy llamaríamos
marketing- encuentra innumerables ejemplos, como la manera especial que
habían encontrado para servir los helados, dándoles una forma irresistible -a la
vista- y siempre cuidando la calidad. Esta manera de pensar lo comercial
centrándose en el cliente, en sus necesidades y demandas, es sin dudas, el
secreto y el eje de aquellos emprendimientos.

32
Si por un lado, es evidente el profesionalismo con que la familia llevaba
a cabo sus emprendimientos; también había mucho de artesanal, que iba desde
las remodelaciones y la atención –realizada por los mismo dueños- hasta
anécdotas cómicas, como cuando Franca va a pedir que se le otorgarán plazas
del turismo social.
En tal oportunidad, un empleado estatal le exigía un plano del inmueble,
ante tal requerimiento, Franca se ríe y le dice: Mire, no tengo. Pero se lo
puedo dibujar y se lo dibujo. Entonces, el hotel “Metauro” ya contaba con
contingentes del turismo -que se llamo- social y que enviaba grupos de turistas
cada quince días. Al respecto comenta Franca: “nuestros servicios eran muy
buenos, teníamos un libro que la gente nos pedía firmar cuando se iba, y así,
teníamos como documento de nuestra calidad de servicios al mismo usuario
cuando venía el inspector estatal”
Lo que se llamó “turismo social” tenia como objetivo abrir el balneario
a nuevos contingentes. Democratizarlo, convertir el 'veraneo' en 'turismo',
entendiendo al primero como practicado preferente y casi exclusivamente por
las familias y los hombres de holgados recursos. Porque, los años peronistas
consolidaron el proceso abierto9. La ciudad estaba cambiando: la Mar del Plata
del Casino de Bustillo crecía demográficamente -en 1947 se contaban con
alrededor de 123 mil habitantes- y se hacía más heterogénea y plural. La
simple vista de las cifras de turistas ingresados en los veraneos, lo registran:
de los 65 mil turistas en 1930, se trepa a 380 mil diez años después, y al
millón, en 1950.
La masiva concurrencia de gente a los veranos marplatenses hace que
en 1949 se eleva el número de hoteles, llegando a 825, de los cuales 300 son
nuevos y refaccionados, mientras que –por otro lado- crece y se transforma el
transporte urbano e interurbano. En éste marco favorable, se inserta el
emprendimiento de la familia Benedetti y serán, como lo comenta Franca,
años de aprendizaje que los acompañarán toda la vida.

9
La consigna del 'turismo para el pueblo' fue introducida en la Argentina por el gobierno
peronista como parte integrante de su programa reivindicativo, sin embargo, como se ha
señalado, hubo indicios en las décadas precedentes. En los años veinte, con el ascenso al
poder comunal de los socialistas, comienza a hablarse de quitar al veraneo su sesgo
exclusivista y de modificar la índole social del migrante estival, tendencia acentuada con
los conservadores. Lo novedoso del peronismo fue darle un marco legal más preciso. En
este sentido, el gobierno nacional sancionó el decreto de Personería Gremial
(23.852\45,2/10/45), cuya importancia (respecto al tema turístico) radicó en que permitió a
los gremios con personería crear instituciones para el servicio social y manejar un mayor
caudal de fondos. (Elisa Pastoriza)

33
- La experiencia que adquirimos en esos años fue fundamental para el
futuro, Curzio hizo sus primeros pasos en la gastronomía. Mi hermano
Gino y yo nos dedicábamos a la limpieza del hotel y a la atención en
general.

Sin embargo, las obligaciones contraídas eran tan importantes que para
costearla, Franca también trabajaba en “La Compañía General de Tierras” 10,
donde se desempeñaba como encargada de la atención de la Agrupación.
Esta empresa contaba con alrededor de 30 a 40 empleados, que se encargaban
de vender café -todas las mañanas y tardes- en Mar del Plata.
La década del 50’ –por esta rápida ampliación de la infraestructura que
transformó Mar del Plata- es propicia para aquellos visionarios que apuestan y
trabajan; entonces, la historia se vuelve a repetir y – apenas pasados unos
meses- aparece un comprador del hotel y lo venden. El matrimonio daba otro
paso firme, pero el camino continuaba y enseguida surge un proyecto para
seguir dentro del rubro.
El nuevo hotel se llamará “Francamar” y estará ubicado en la calle San
Martín entre Catamarca y La Rioja. Este emprendimiento ya no contará con la
participación de Gino, que abriéndose de la sociedad, seguirá en el rubro con
una pensión llamada –igual que su hija- Ester
La Formula comercial sigue siendo la misma, con la ayuda de créditos
(en éste caso también de Banco Provincia); la familia Benedetti, genera de la
nada, proyecto que luego se hacen viables. El método consistía en transformar
viejos inmuebles en flamantes hoteles. Para esto era fundamental los
conocimientos y la creatividad de Curzio -que en éste última caso- sobre la
infraestructura de un inmueble, que, antiguamente habían sido dos clínicas,
logra reciclarlos para convertirlo en un importante hotel.

- Fue éste hotel –Franca lo subraya con la mirada- el que impulsó nuestro
reconocimiento, por nuestra política con el cliente y por nuestro
esfuerzo. Con respecto a lo primero, había un proverbio que yo
siempre decía: si se ha encontrado bien en su estadía, dígalo afuera, si
no se ha encontrado bien, dígalo ahora. Con respecto a lo segundo, yo
misma repartía tarjetas de publicidad entre los negocios, o entre los
taxis o en la misma estación de trenes.
10
La Compañía General De Tierras fue una empresa importante dentro de la sociedad
marplatense, quién tuvo la responsabilidad de otear importantes barrios como “Bosque
Alegre” y “Santa Clara del Mar”.

34
La familia Benedetti –en la década del 50- supo aprovechar las ventajas
de una ciudad que estaba en crecimiento, aportando su creatividad y su
voluntad de trabajo, lograron ganarse el respeto dentro de la sociedad
marplatense y una fiel cartera de clientes, que –como afirma Franca- “luego
nos acompañara y seguirá en todos nuestros emprendimientos”.
En resumidas cuentas, el hotel “Francamar” atenderá al público durante
dos años; luego será refundado –previas remodelaciones- y reabrirá sus
puertas bajo el nombre de “Firenze”. En ésta nueva fase, el hotel permanecerá
abierto seis años, llegando ha ser un importante eslabón de sistema hotelero de
la ciudad.
En este capítulo hemos hablado de la primera fase comercial de la
familia Benedetti; de su paso por el rubro hotelería y de la década del 50’, en
la que lograron afianzarse como comerciantes honrados y de respeto. Pero la
década del 50’ termina y con ella, ocurre una desgracia comercial –ocasionada
con el socio del matrimonio- que vuelve atrás todo el camino andado. A
respecto comenta Franca: “Mucha gente piensa que nuestra vida comercial
fue fácil, si en el 47’ (cuando inmigramos) tuvimos que empezar de nuevo; en
el 60’, también tuvimos que volver a empezar.”
En el próximo capítulo hablaremos de esto, del nuevo recomenzar de la
familia Benedetti, de su porfiada voluntad que los mantendrá en pie y los hará
seguir mirando al futuro con ojos desafiantes.

35
Volver a Empezar

El saber no ocupa lugar, este dicho popular -que repite Franca en más
de una oportunidad- nos puede servir como punto de partida para este
capítulo. Porque la década del 60’ significa para la familia Benedetti, un
volver a empezar que concluirá con el gran sueño de su vida: el restaurante
Tío Curzio. Una desgracia comercial causada por un tercero, hizo que la
situación económica del matrimonio regrese a cero, como en aquellos –ya
narrados- primeros años. Sin embargo, el tiempo ha pasado, han ganado
experiencia y respeto dentro de la sociedad marplatense; y esto, les permitirá
sentarse a conversar con los directivos del “Club Pueyrredon”11.

- Nosotros, por nuestra forma correcta de manejarnos comercialmente,


nos habíamos ganado el respeto de mucha gente y esto nos permitió
que el doctor Tarantino, en esa entonces, presidente del Club
Pueyrredon, se sentara a escucharnos y tomara nuestra propuesta en
serio.

11
El Club Pueyrredon es uno de los más tradicionales y prestigiosos de la ciudad. Allá por
la década del 60’ estaba presidido por el doctor Tarantino como presidente y el Señor
Oteiza como vicepresidente.

36
El proyecto consistía en convertir, un viejo gimnasio del club, en un
respetado restaurante a la carta. Pero el matrimonio carecía de capital, así que
-la historia se repite y como es una característica de todos los
emprendimientos del matrimonio- se comprometen, como paga del alquiler, a
remodelar el lugar y a ofrecer un descuento considerable a los socios de la
entidad.
Las gestiones se ponen en marcha, y en breve, como afirma Franca: “la
creatividad de Curzio, había convertido a aquel viejo gimnasio en un coqueto
restaurante”. El negocio empieza a funcionar; sin embargo, Franca se
multiplicaba –para recaudar fondos- y también trabajaba con su hermano en
un comercio que éste tenía en Rivadavia y Santiago de Estero, donde
funcionaba un “Superservis”.

- El restaurante del club tenía a Curzio como encargado de la cocina –


Franca lo recuerda nítidamente- y el servicio de atención estaba a
cargo de un grupo de mujeres que yo comandaba; para esto, a las 11
de la mañana, yo dejaba mi puesto de cajera del Superservis, y
corriendo, me dirigía al restaurante del club.

El Superservis – uno de los primeros servicios rápidos de la ciudad- era


toda una apuesta visionaria en la Mar del Plata de los 60’. El negocio
intentaba dar un paso de modernidad para la ciudad, y ofrecía al cliente,
nuevas comodidades; en este sentido, con ideas extraídas -a imagen y
semejanza- de los Supersevis europeos. De esta manera, la modalidad
“autoservicio” determinaba que la gente se sirviera sola, exceptuando el
sándwich de lomo, que se preparaba en el momento.
En esta apuesta al futuro; Gino Guerra también inauguró el primer café
al paso, llamado “Supercrem”. Este se encontraba enfrente de “Superservis” y
contaba con la primera máquina de “café exprés” importada de Italia. El café
al paso era una novedad y en una primera instancia –por cuestiones de
tradición- se constituyó en un lugar exclusivo para hombres. Al respecto
comenta Franca- “en esa época, las mujeres preferían tomar el café sentadas,
no se animaban a entra al café al paso, en cambio, se reunían en distintas
confiterías céntricas, donde tomaban café de filtro –Franca se ríe- pero
sentadas”.
Esta visión -precisa y clara- acerca de cómo hacer negocios, sumado a
una fuerte voluntad de trabajo, es otra vez la fórmula -como cuando apostaron

37
a la hotelería- la que hará levantar a la familia Benedetti de las cenizas; y así,
uno podía ver al mismo Curzio, promocionando sus servicios gastronomitos,
con un pianito, y en alguna de las galerías del centro de Mar del Plata,
cantando el siguiente slogan:

A la hora de almorzar, al General Pueyrredon


A la hora de cenar, al General Pueyrredon
Esta en el edificio de la televisión
Donde mejor se come, al General Pueyrredon

También, gracias a su don para la animación, podíamos ver sus


publicidades en televisión; que canjeaba por la locución de otros comerciales;
que realizaba con la creatividad que lo caracterizaba.
Por otro lado, un hecho fortuito vendrá en ayuda del matrimonio. Un
empleado que se desempeñaba de mozo los fines de semana en el restaurante,
y que además, trabajaba –los días de semana- en el “Banco Hipotecario”, les
comenta la posibilidad de tomar las responsabilidades de un crédito que un
hombre había asumido (con este mismo Banco) y que no podía cumplir.
Curzio duda, en su cabeza esta el sueño de la casa propia, pero la
responsabilidad es grande –y previo a consultarlo con Franca- la toma.
Las pautas del crédito determinaban que al pagar la décima cuota, el
banco desembolsaba -al usuario- 1.000.000 de pesos en efectivo. Entonces,
Curzio pone manos a la obra; y mientras Franca queda como encargada del
restaurante, él –junto a dos peones que contratará- se dispone a diseñar y
llevar a cabo la casa de sus sueños.
Al respecto comenta Franca:

- Con su esfuerzo y tesón, él convirtió lo que iba a ser una casita (por el
presupuesto lo digo) en una hermosa propiedad. A mí, todo lo de la
casa me gustaba, era muy colorida sobre todo –Franca hace una pausa
y luego reflexiona- Porque, para Curzio, no existía la palabra
imposible; él con su talento y su espíritu de lucha, lograba todo lo que
se proponía.

Pero el matrimonio no va ha poder disfrutar mucho tiempo del


inmueble. Una mujer se enamora de la casa y empieza a hacer elevadas

38
ofertas, que va subiendo hasta que el monto ofrecido es muy superior al valor
real de la misma. Entonces deciden venderla, previo acuerdo, de que el
matrimonio contará con seis meses para mudarse del inmueble. “Un poco me
enoje con Curzio –Franca se sonríe- fue como darle un dulce a un chico y
luego quitárselo. Porque esa casa era el sueño de mi vida”
Como Mar del Plata no era tan grande; y de alguna manera, se conocían
las operaciones importantes, la familia Benedetti, empiezan a recibir múltiples
ofertas. Pero Curzio, ya tenía algo en mente, como él mismo lo dice en la
historia que escribió de Tío Curzio: “Cierto día –uno de esos tantos- en que
paseaba mi nostalgia por la costa, divagando... perdida mi mirada en el
inmenso Atlántico... de pronto, un cártel llamó mi atención... me encontraba
en el Boulevard Marítimo y Colón... y admiré la hermosa arquitectura de esas
construcciones, contemplé cómo se amalgamaba con la armonía panorámica
costera... Y todo mi sentir ancestral de lo bello, afloró en este hijo de
Santangelo ” (el relato continúa) 12
Esta belleza que relata Curzio en su escrito, era obra de un ingeniero
Italiano, apellidado Baldassarini, y su estilo despertaba –en sus mente de
inmígrate- grandes recuerdos de la belleza de su tierra natal. Alula
Baldassarrini13 fue uno de los ingenieros más importantes de la ciudad,
realizando alrededor de 900 obras; entre ellas, la Villa Regina, la residencia de
Ortiz Basualdo (hoy museo Juan Carlos Castanigno) y muchas construcciones
ubicadas en la zona Stella Maris, Playa Grande y Los Troncos.
El proceso de democratización, de apertura, movilizó a las familias
aristocráticas, que se mudaron a lugares periféricos de la ciudad; sectores que
se llamaran “Tierra del Fuego”, por su lejanía de la zona céntrica. Así, a partir

12
Esta historia escrita por el mismo Curzio Benedetti se incorporó en los menús y era un
intento de explicar a su clientela, la historia de la fundación del comercio. En esta edición
se anexará el texto completo al final de éste libro.
13
Alula Baldarassarini, ingeniero Italiano, llego a nuestro país en 1915. Mar del Plata le
debe alrededor de 900 obras de una importancia vital para la ciudad, en ellas, podemos
observar un estilo que se caracteriza por piedras en el frente; otras veces -con periodos del
estito medieval- duros maderos a la vista, con ventanas pequeñas, escalinatas de piedra
irregulares, con césped en las juntas. Pero también, se pude vislumbrar el estilo Anglo-
Normando con amplios techos y fuertes maderos de lapacho. Por sus obras, Baldarassarini
recibió, en 1928, el primer premio de este año otorgado por un jurado especialista. Entre
sus construcciones más famosas se encuentran: La Villa Regina –propiedad, en esa
entonces, del Presidente de la República Marcelo de Alvear- la residencia de Ortiz
Basualdo –hoy Juan Carlos Castagnino- y otras, como la importante residencia ubicada en
Castelli y el Boulevard, o la ubicada en Paunero y Bolivar.

39
de éste proceso de intento alejamiento de parte de la aristocracia del centro de
la ciudad, surgen las casa que bordean el Bulevar Marítimo.
Por otro lado, hasta 1950, la avenida Colón era una calle silenciosa con
edificios bajos y algunas quintas. Pero, la promulgación de la Ley de
Propiedad Horizontal –dictada en el primer año de esta década- traerá como
consecuencia innumerables rascacielos, sobre todo, en ésta importante
avenida.
Este fenómeno que transformará el estilo de la ciudad, dándole una
apariencia más moderna, sacrificará antiguas construcciones, para
remplazarlas por enormes edificios. Este afán progresistas, entonces, actuará
como una topadora que derribará todo lo que se le pone delante y tendrá como
consecuencia irreparable, que la ciudad pierda muchas de sus tradicionales
construcciones del principio de siglo.
En este sentido, la casa que luego será el inmueble de restaurante Tío
Curzio estaba en la mira de uno de esos arquitectos progresistas. En este
sentido –sigue el texto de Curzio- “De pronto, comprendí que yo debía hacer
algo –“algo”- por esta ciudad que tanto nos había dado... Sí!!! Debía
impedir –al menos-, que esta casa cayera bajo la piqueta demoledora, en aras
del progreso!!! Y volvió a bullir en mi sangre ese algo más que traía en mi
pobre equipaje de entonces... Y, volví a la lucha!!!
Entonces, la extraordinaria venta que la familia Benedetti hizo de su
casa, les permitió contar con el capital necesario para negociar con los dueños
de lo que hoy es Tío Curzio, la familia Delfino.
Las negociaciones comenzaron y fueron difíciles, los dueños de la casa
tenían una oferta superior a la que podían ofrecer Franca y Curzio; sin
embargo, el otro proyecto, tenía como fin construir un edificio en su lugar y
eso no convencía a los propietarios, que pretendían que quedara intacta la casa
de sus antepasados. En este sentido, que la familia Benedetti tuviera como
intención mantener la construcción, fue el motivo principal que inclinó la
balanza a su favor.
En este capitulo hemos recorrido parte de la década de 60’ de la Familia
Benedetti; etapa, por un lado difícil, ya que tuvieron que afrontar un nuevo
reinicio de su vida comercial. Aunque -por el otro- etapa soñada, ya que sus
esfuerzos incansables se verá reflejado en alcanzar Tío Curzio, emblema de
aquellos difíciles años y signo del porvenir. En el próximo capítulo
hablaremos de esto último, de cómo y una vez más, Franca y Curzio
transforman sus sueños en realidades inminentes.

40
Tío Curzio

Tío Curzio está donde Colón se zambulle en el Mar, este slogan


publicitario -confeccionado por el mismo Curzio- era la carta de presentación
con la que los medios anunciaban la inauguración de lo que será uno de los
más importantes y tradicionales restaurante de Mar del Plata.

- Muchos pensaban que era una locura, ya que Tío Curzio estaba fuera
del área comercial. En esa época, por las noches no había luz en las
calles del boulevard y además, Tío Curzio, quedaba lejos de centro,
pero –Franca se emociona- la relación con nuestros clientes siempre
fue de mutua fidelidad, y nos siguieron hasta acá.

Mientras Franca seguía a cargo del restaurante del club Pueyrredon,


empiezan las obras de remodelación –que en breve- transformará aquella
tradicional casa, obra -como anticipamos- de Alula Baldassarini en un
prestigioso inmueble comercial. Las remodelaciones -respetando la línea
arquitectónica- consintieron: por un lado, en tareas de ampliación del local; y
por el otro, en trabajos de cobertura de zonas abiertas. En este sentido, se
edifico sobre lo que eran el jardín y los balcones existentes se cerraron.

41
El bautismo de Tío Curzio fue realizado por un sacerdote de la iglesia
San José, quién hizo la bendición del local, costumbre que luego se mantuvo
durante largos años.
Esta iglesia era espacial para el matrimonio, en ella se encontraba una
réplica de la Virgen patrona de Sant’angelo In Vado, la Virgen del Pianto.
Esta virgen había sido traída por un hermano cura de Curzio, Williams
Benedetti, en 1960, y contaba con la bendición del Papa.

- Nosotros, en Italia, nos casamos frente a la Virgen, y por eso, era tan
importante para nuestra vida –Franca hace una pausa y luego continúa-
por eso a los 25 años de casados contrajimos segundas nupcias, otra
vez frente a la Virgen del Pianto..

El nombre: “Tío Curzio” –como lo subraya Franca- fue en homenaje a


un tío fallecido en la II Guerra Mundial; y la idea de homenajearlo fue de
Alicia y Teresa Benedetti, consecutivamente, una sobrina de Curzio y su
madre.
Al abrir sus puertas, en 1965, Tío Curzio ofrecía a sus clientes
exquisitos almuerzos y cenas, siendo –como afirma Franca- los “capelletis a
mano” el plato preferido de la casa. También, se servía el té por las tardes,
servicio que con los años se dejó de practicar por la incorporación de la cena –
show que requería de mucho tiempo de organización. Esta última modalidad
también se constituirá en la especialidad de la casa, porque –como repite
Franca en más de una oportunidad- “Las cena-show era conducida por
Curzio, y él tenia un talento increíble para la animación. Si Curzio estaba al
micrófono, era seguro que el cliente se divertía y se iba contento a su casa.”
Cuando el local abre sus puertas, las remodelaciones aún no habían
concluido, de noche se ponía una tela negra y de día se seguía con las
refacciones. “Usted puede creer –Comenta Franca- el servicio era tan bueno
que los clientes ni advertían esa tela negra.”
Lo cierto es que la relación con la clientela siempre se basó en un
estricto manifiesto, el lema era que “el cliente debe salir contento” y estaba
prohibido decir “ no hay señor”.
Al respecto, una anécdota nos puede servir de anclaje del papel
protagónico que Tío Curzio siempre le dio al cliente: Una vez, Curzio llama
desesperado al Club Pueyrredon -restaurante que dirigía Franca- pidiéndole
un filet y le explica: un cliente me ha pedido pescado y no tenemos. Entonces,
Curzio toma el auto y se dirige al Club Pueyrredon; donde Franca tendrá

42
preparado lo necesario para preparar el plato, pero en el camino es detenido
por un agente de tránsito, que no aceptando explicaciones, lo lleva a la
municipalidad ( donde funcionaba el centro de tránsito).
En semejantes circunstancias, Curzio vuelve a llamar a Franca; y esta
(todavía con el pescado en la mano) se dirige urgente hasta el establecimiento
en que tiene detenido a su marido. Una vez resulto el inconveniente, el filet
esta en la mesa, pero el cliente ofendido, rechazará el plato. El mozo le cuenta
a Curzio la actitud del cliente. Ante tal situación, Curzio decide explicarle
amablemente al cliente los motivos de la demora. Entonces, el cliente sonríe al
oír la odisea que le cuentan y pide, por favor, que le traigan de vuelta el filet.

- Si se es, ante todo respetuoso con el prójimo – Franca reflexiona


alegremente sobre el hecho - errores y dificultades como estas, son
parte de todo aprendizaje y perfeccionamiento. En la vida siempre hay
que estar dispuesto a aprender algo nuevo, esta actitud hizo que
mejoráramos día a día nuestros servicios, y alcanzáramos la excelencia
que nos caracteriza.

En aquellos años, el diseño de Tío Curzio contaba con la existencia de


varios salones y antesalas; como lo era el Salón de “La Amistad”, que,
improvisado en lo que era el garaje, servía -los días de mucha demanda- como
antesala de espera.
De esta manera, se tendía en el garaje una alfombra roja y se colocaba
un mueble con forma de media luna. Al respecto dice Franca: en él, nunca
faltaban las rosas y lucía una extraordinaria reproducción del Éxodo. Esta
Sala cumplía la función de antesala y se recibía al cliente de manera
sorprendente: a las mujeres con una rosa, a los hombres con una habano; y
luego a ambos, con una mesa de quesos.
Otro de los pasajes -antes de llegar al salón comedor- era la antesala
“Imperial”, decorada con estatuas de Julio Cesar, Augusto y otros
emperadores romanos. En esta también el cliente era invitado a alguna
degustación antes de arribar a la sala principal, donde se servía la cena.
En secreto de Tío Curzio – como nos revela Franca- “era la calidad y
los números programas de actividades. Porque el cliente además de almorzar
o cenar, se divertía”.
A dos años de la inauguración, Curzio que “siempre intentaba darle
algo más al cliente”, se le ocurre la idea de construir –en la entrada- una
cascada, réplica de la existente en su pueblo. Para la construcción se trajeron

43
cantos rodados de la ciudad de Tandil y en solo tres meses, la cascada era todo
un atractivo de Mar del Plata.
La cascada era encendida a las 22 hs y permanecía activa hasta las 2 de
la mañana. Franca nos comenta el por qué de la cascada: “la idea de Curzio
era darse una alegría propia y embellecer el lugar. Buscaba además, que el
cliente notara la preocupación y estima que le teníamos. Realmente y no
exagero, el cliente para nosotros siempre fue el número uno”
Desde los primeros años y para los tiempos de carnaval, Tío Curzio
elegirá a la reina y las princesas del lugar, constituyéndose en un evento de
gran importante para los clientes, que, en una especie de congreso -ellos
mismos- dictaminaban el veredicto, que para las ganadoras significaba:
medallitas de oro y algún premio donación de alguno de los clientes.
Esta metodología, hizo que Tío Curzio se constituyera en uno de los
lugares más tradicionales de Mar del Plata; en él, empezaron a realizarse las
famosas fiestas de egresados, conducidas por el mismo Curzio y de gran
repercusión entre los egresados. Además, por los flamantes salones del local,
se empiezan a organizar congresos, fiestas de colectividades, agasajos,
casamientos y bautismo.

- Nuestras propuestas eran novedosas, había noches en que Curzio no


dormía pensando cosas que significaran aire fresco para Mar del Plata
–Franca reflexiona- claro que los tiempos eran otros, había un poder
adquisitivo de la clase media muy importante y eso explica que las
buenas ideas eran recompensadas..

Pasados algunos años, Tío Curzio se constituye en uno de los más


importantes restaurantes de categoría internacional de la cuidad; al respecto
podemos mencionar, que su nombre aparecía en la importante guía
gastronómica “Filcar”. Por otro lado y como comenta Franca: “Por nuestro
comercio han pasado altas figuras, nacionales e internacionales. Por
ejemplo, en un festival de cine, figuras como Victorio Gassman 14 y Alberto
Sordi15 (entre otros) eligieron a Tío Curzio por nuestro prestigio”
14
Gassman, Vittorio, actor de teatro, cine y televisión italiano, nació en Génova, hijo de
padre austriaco y madre italiana. De su carrera internacional destacan sus trabajos en
Guerra y paz (1956) de King Vidor, en Un día de boda (1978) y en Quinteto (1979), ambas
de Robert Altman.
15
Sordi, Alberto, actor y director de cine italiano. Nacido en Roma, comenzó su carrera
como actor de revistas y espectáculos de variedades. Si bien tuvo algunos fracasos en su
carrera, Federico Fellini dio un vuelco a su carrera, gracias a los papeles protagonistas en

44
Otro de los motivos por los cuales es recordada aquellos años
inaugurales, era el tradicional baile titulado “La Vuelta al Mundo”, idea de
Curzio y que consistía en un viaje imaginario a través del mundo, a partir de la
música típica de cada país. Así, el despegue se producía en Buenos Aires con
un tango, y de esta manera se seguía por todo el mundo, hasta que en un
momento se anunciaba un incendio y corriendo entraba un asistente con un
matafuegos.

- El baile tenía mucho éxito y la gente se divertía, pero – Franca no


puede evitar reírse y cuenta la siguiente anécdota - un día el matafuego
le voló el peluquín a un importante banquero de la ciudad. El hecho no
pasó a mayores, pero el hombre pasó una vergüenza... que no volvió
por un tiempo.

Los Concursos de baile, de tango o de Vals, también tenían su sello


propio, en los cuales se entregaban importantes premios. Aunque, a veces, las
consignas no eran para nada convencionales. En este sentido, podemos
recordar el juego del globo, que consistía en que una pareja debía cuidar su
globo, y su vez, romper el de los de los demás. Ganaba la pareja que lograba
resistir los ataques de las demás parejas y terminar con sus globos.
Si las consignas eran extrañas, los premios también era sorprendentes,
como el insólito e inmenso zapallo, que se llevaba en más de una oportunidad,
alguno de los tantos ganadores de los concursos. Porque, otro de los secretos
del comercio consistía en eso, en lo imprevisto que de un momento a otro
sorprendía a la clientela.
Una de las innovaciones más glamorosas –producida en 1974- fue la
invención de la “Moda Show”, creación de Juan Di Paolo. Los desfiles eran
conducidos por el conocido Jorge Zanier y contaban con modelos de alto
renombre como lo eran Karin Pistarini, Elsa Falaschini o la misma Geraldine
entre otras, que en 1973 había obtenido un importante reconocimiento en el
mundo de la moda.
Pero sin dudas, uno de los acontecimientos más importantes en que
participará Tío Curzio, fueron los festejos del centenario de la ciudad. Estos,
acontecidos el 10 febrero de 1974, significaron para la familia Benedetti
“todo un acto de agradecimiento para la ciudad que nos adopto”. En tal
ocasión, Curzio diseño una carroza con un mundo que llevaba la inscripción:
Mar del Plata, el sol del mundo, esta idea estaba basada –en el ya comentado
Lo sceicco bianco (El jeque blanco, 1952) y en I vitelloni (Los inútiles, 1953).

45
Baile- “La Vuelta al Mundo” y se complementaba con dos reinas que lucían
gorras de cocinero. Además, se preparó una torta de 100 kilogramos que se
obsequiaba a todos lo que pasaran por la puerta del local, porciones que eran
acompañadas con existo Champagne. Esta buena idea –comenta Franca entre
rizas- “provocó un congestionamiento de tránsito, ya que, todo el mundo
quería recibir su porción y las treinta personas que estaban a cargo de
distribuirlas, no daban abasto.
En éste capítulo sólo hemos esbozado, sintéticamente, algunos de
momentos claves de Tío Curzio, si debiéramos extendernos, la lista de
anécdotas e innovaciones sería interminable. Sin embargo, en el poco
recorrido que hemos hecho, podemos comprender el espíritu de Tío Curzio,
siempre apostando a lo nuevo y a la calidad de servicios.
Si la idea nueva, “la innovación constante” –como afirma Franca- era el
potente motor que alimentaba el emprendimiento, también la incorporación de
la última tecnología se constituía en una obligación insoslayable. Al respecto:
Tío Curzio fue uno de los primeros lugares en tener un órgano electrónico y
un micrófono inalámbrico (entre otras cosas).

- Cuando conseguimos el micrófono inalámbrico –recuerda Franca-


Curzio inauguró la noche de una manera especial: sentado en el
bulevar, ante el asombro de los comensales, empezó la tarea de todas
las noches: “hola, buenas noches, hola”, “acá” y la gente no sabían
de dónde provenía la voz. Luego poco a poco, se paró, se fue
acercando. Esa noche fue fantástica –concluye Franca- los clientes
pensaban que hablaba el hombre invisible, cuando por fin vieron
entrar a Curzio, los aplausos no pararon.

Como se hace evidente, Tío Curzio apostaba a ser mucho más que un
restaurante, y esa era su política. En pocos años se constituyó en un espacio
social de encuentro y esparcimiento.

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Últimos Trazos

Esta historia está llegando a su fin, en ella, se ha narrado de


cuerpo entero, a Franca Guerra de Benedetti. Para esta tarea, tuvimos en
cuenta sus hitos, sus anécdotas y sus más reservados sentimientos. Al fin de
este recorrido, podemos afirmar que se ha narrado la vida extraordinaria de
una mujer y su mundo singular. Ahora, solo nos resta intentar unos últimos
trazos que concluyan su fisonomía y su incansable filosofía sobre la vida.

- Franca –le pregunto mirando desde el ventanal de Tío Curzio- ¿Le


gusta el mar?

- Claro, pero usted puede creerlo, a pesar de esta privilegiada vista –


Franca señala el mar- en mis años de trabajo, no tenía tiempo para
mirarlo ni disfrutarlo. Así es la vida, en aquellos años, no tenía tiempo
para pensar, ahora –Franca se ríe- tengo demasiado.

Porque la historia de Franca y su marido, Curzio, es la historia de dos


inmigrantes que supieron ganarle al destino con voluntad y trabajo. Sus vidas
son ejemplo de esta actitud de lucha, realizando -en muchas oportunidades-
varios trabajos al mismo tiempo para poder cumplir con los compromisos
asumidos, o simplemente, para triunfar en los caminos elegidos.

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En este sentido, de aquellos primeros años que contamos páginas atrás,
nos queda una anécdota que puede servirnos de ejemplo. Por el año 48’ se
estaba filmando en nuestra ciudad la película “Tierra del fuego”. Los actores y
la producción estaban instalados en el hotel “Nuevo Ostende”, propiedad de
unos parientes del matrimonio. Alguien comenta en el hotel que para rodar
una escena necesitan de una casa de madera. De alguna manera, tal rumor
llega a los oídos de Curzio. Él lo comenta con Franca y se postula para el
trabajo.

- Curzio no sabía nada de carpintería –Franca comenta y luego


reflexiona- pero esa era la fortaleza que traíamos de Italia. Habló con
un carpintero que lo asesoró como debía realizar el trabajo y lo hizo.
La producción quedo contenta y nosotros contamos con una entrada
extra importante.

Porque hablar de Curzio es hablar de Franca e viceversa, ya que ambos,


funcionaban como una verdadera unidad; en la cuál según nos informa Franca:
“yo significaba la economía y el sostén; él arte y creatividad”. Sin embargo,
Franca tuvo que padecer, en 1974, la pérdida de su marido y en tales
circunstancias, nos encontramos con una mujer fuerte que debe asumir las
responsabilidades –ya sin su amado- y lo hace sin vacilar.
Al respecto, tal experiencia se constituye como un verdadero ejemplo de
fortaleza. Porque, cuando Curzio muere, Tío Curzio –siguiendo un pedido
explicito de aquel - no cerró ni un solo día sus puertas; y cuando un cliente le
preguntaba por él, ella –ocultando su profundo dolor- contestaba “Ya viene
señor, ya viene”, luego se retiraba al baño y lloraba. Se secaba las lágrimas y
volvía a su puesto de trabajo. Porque la responsabilidad comercial continuaba
y cuando un cliente se retiraba, Franca le preguntaba –como es tradicional en
ella- como había sido atendido.

- ¿Y sabe que me contestaban? –Franca me pregunta- algo falta señora,


pero la atención sigue siendo excelente como siempre.

Y más adelante reflexiona.

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- El que no vive para servir, no sirve para vivir –Franca dice esta sabia
frase y luego reflexiona- El cliente es un gran amor de mi vida y no lo
podíamos dejar sin nuestros servicios. Había que seguir adelante y
cumpliendo las ultimas palabras de Curzio, teníamos que hacer de este
chico (Tío Curzio) un grande.

Porque Franca, es una mujer que siempre afronto su destino de acuerdo


a sus convicciones, a pesar de lo doloroso que éste significará para ella. Una
tarde de 1968, en su regreso –de vista- a su amado Sant’angelo In Vado, se
encuentra en la puerta de su casa paterna y debe despedirse. Ella ha asumido
que su destino esta en la argentina y debe volver, su padre la mira entristecido.
Ella siente, lo presiente en sus entrañas, que tal vez sea la última vez que vea a
su amado padre. Franca siente ese dolor y se despide. Y esa fue la última vez
que vio a su padre.

- Yo soy una mujer que puedo estar mal un día, pero me lo propongo,
doy vuelta la página y si mis obligaciones indican que tengo que
seguir, sigo.

Y más adelante reflexiona.

- Mucho de lo que soy, se lo debo a mi educación, a mi padre, a mi


abuela. El resto a mi amado Curzio y a la misma vida. Estas
enseñanzas de vida, de voluntad, de coraje y de respeto donde conviven
tantas voces de mi pasado, quiero dejárselas a mis hijos y nietos, y
también a mis clientes, que han sido protagonistas principales de mi
vida. Ellos han sido mi dos grandes amores: mi familia uno y el cliente
el otro.

Otra manera de hablar de Franca, es desde lo cotidiano, desde su trato


diario, con sus repetidos: “tesoro”, o el gracioso “viejito”, que hace sonar con
un sonido en “k” (viekito) que le da una dimensión casi humorística a sus
parlamentos. En líneas generales, Franca es una mujer amable y respetuosa.
Hoy en día, uno la puede ver entre las paredes de Tío Curzio, con una actitud

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muy activa, dando indicaciones, hablando con los clientes o preocupándose
por sus necesidades.

- Yo me mantengo, como decía mi padre, en la línea de lo poco pero


bueno, por eso, siempre digo lo justo, estoy hablando con una familia o
un matrimonio y de repente digo: “Me retiro a pensar” porque como
dice un dicho de mi padre: “tiene dos ojos para ver, dos orejas para
escuchar y una boca para que consulte al cerebro antes de hablar”.

La voz de las personas que han trabajado junto a ella, también pueden
servirnos como referencia para hablar de Franca. Una vez –nos cuenta- allá
por los años del Club Pueyrredon, nos se acostumbraba cobrar adelantos para
el alquiler de servicios, entonces sucedió, que un matrimonio terminada su
fiesta de casamiento, le dicen a Franca que no tienen efectivo para pagar los
gastos, a cambio, ofrecen el vestido de la novia. Sin otra opción, Franca lo
acepta y lo guarda. En otra oportunidad, una de las mozas que componían el
staff de Club Pueyrredon se estaba por casar, Franca recordó la escena del
vestido y decidió brindárselo como regalo de boda.

- Es una historia conmovedora –Franca se emociona- muchos años más


tarde recibí una carta de una chica que me decía que yo no la conocía
pero gracias a ese vestido, ella se había podido casar, era la hija de
aquella mujer –Ahora se ríe y concluye- ese vestido al final fue un
hecho importante en mi vida, se casaron tres personas, aquel
matrimonio, la mujer que trabajaba con nosotros y su hija. Realmente
me emocionó mucho recibir la carta de esa criatura.

Coraje y Sabiduría son sinónimos en la vida de Franca y se constituye


en una verdadera filosofía. En éste sentido, también su humildad y respeto al
prójimo, son valores fundamentales que estructuran su carácter. Como
ejemplo, podemos contar otra anécdota. El taxista que siempre transportaba a
Franca, no sabía que ella era dueña de Tío Curzio, un día, al llegar a destino,
le pregunta.

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- ¿Usted sabe quienes son los dueños de Tío Curzio?

- Yo, señor, soy una de las fundadoras – ella le responde, con orgullo en
su interior y con una sonrisa.

Con esta fotografía tierna de una persona que no ha dejado de pelar


durante toda su vida, elegiremos cerrar esta narración. Pero a esta sonrisa de
Franca, le agregaremos a su eterno compañero. Porque una vez, ya comprada
la propiedad donde se construiría Tío Curzio; ella y él, se cruzaban al bulevar
marítimo y -mirando esa hermosa casa – se preguntaban:

- ¿Quienes son los dueños de tan hermosa casa?

Entonces se abrazaban y sintiéndose las personas más afortunadas del


mundo se besaban. Luego tiernamente se respondían

- ¡Nuestra, Curzio!
- ¡Nuestra Franca!

Porque Tío Curzio significaba muchos años de sacrificios, e implicaba –


en aquellos inicios- el desafío más esperado, un lugar en el que el matrimonio
volcará sus sueños y expectativas. Un lugar que empezaba a ser real, y que los
años y la esmerada dedicación –ahora continuado por sus hijos- lo han
transformado en lo que es hoy: uno de los lugares más tradicionales y
respetados de Mar del Plata.
Cuando me dispongo a cerrar esta serie de entrevistas y estoy a punto de
apagar mi grabador, a Franca le viene otro recuerdo a la mente, una última
imagen que cristaliza a la perfección la esta historia que intentamos contar. El
recuerdo se refiere a aquellas interminables noches de cena –show.

Al respecto recuerda Franca:

- Cuando por fin se levantaba la última copa, yo abrazaba a Curzio y le


decía: “eres una campeón, un campeón de la vida”. Entonces él me
miraba; en su mirada tierna estaba implícita toda nuestra historia: los

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años trascurridos, nuestro amor y los esfuerzos realizados –entonces
Franca remata- Él me miraba de ese modo y luego me decía: “yo sin
vos no hubiera sido nada, Franca” y me abrazaba fuerte, apretando
sus dedos con ternura.

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