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Objetivo:
Manejo de bases metodológicas para la apropiación y difusión del conocimiento de la DSI, su
aplicación en la Pastoral Social, mediante el desarrollo de prácticas específicas.
Veo que se trata de hacer una propuesta más práctica que teórica.
Considero que la lectura, y relecturas, que vamos haciendo del PGP ya nos dicen por dónde ir. Con
toda certeza creo que lo estamos estudiando. No voy a presentar tanto esos aspectos sino otros
que pudieran ayudarnos, desde mi limitado punto de vista y experiencia, a aterrizar. Espero su
comprensión si comienzo desde puntos muy básicos.
De acuerdo a la fe que has recibido, ¿cómo entiendes la doctrina social de la Iglesia?
Según tu experiencia de vida, en general, ¿qué entiendes por política?
ACTUAMOS COMO PUEBLO REDIMIDO POR JESUCRISTO, BAJO LA MIRADA AMOROSA DE SANTA
MARÍA DE GUADALUPE
En este punto destaco que el Acontecimiento Guadalupano está mucho más allá, trasciende a la
mera devoción a la virgen de Guadalupe. Se trata de la Lectura del Evangelio, que es mensaje
universal de salvación en Cristo y que ilumina todo lo que acontece en México al momento de la
presencia de María de Guadalupe.
Ella nos traduce a nuestra lengua y cultura la Palabra de Dios pero no sólo para nosotros, sino que,
a partir de nosotros, para todo el mundo. El hecho del mestizaje no es sólo un encuentro de razas,
de culturas, es la expresión del ideal de la humanidad querida por Dios desde siempre.
Ante esto, México no puede mirarse sólo a sí mismo, porque está llamado a ser para el mundo un
signo del querer de Dios. La Iglesia que camina en México tiene, pues, esa grave responsabilidad
de descubrir el proyecto salvífico de Dios expresado en este acontecimiento guadalupano.
La misericordia de Dios conlleva, para quienes queremos recibirla y proclamarla, todo un sentido de
reconciliación, de construcción de paz, para edificar la Casita.
“172. Proclamamos con certeza y hacemos nuestra la frase de San Ireneo: La gloria de Dios es el
hombre vivo; la vida del hombre es contemplar a Dios. Al contemplar a Jesucristo, verdadero Dios y
verdadero hombre, descubrimos en todo ser humano redimido por Él, la belleza, la grandeza y la
dignidad de su ser.
Ante innumerables embates de esta nueva época por mutilar, distorsionar, cambiar y ensombrecer
la imagen del ser humano, la Iglesia está llamada a proclamar que toda persona tiene un valor en
sí misma, independientemente de su condición social, económica, política o religiosa y que por su
naturaleza es libre y trascendente, con la capacidad para relacionarse con los demás y con la
naturaleza.
Señalamos además con claridad, que sólo Dios es dueño de la vida, desde su concepción hasta la
muerte natural, por lo que urgimos para que también el Estado, sea garante de todo derecho
humano, procurando los medios necesarios para que toda persona se realice en plenitud.
173. Nuestro Señor Jesucristo, en su camino de Redención, ha venido para que el hombre tenga
vida y la tenga en abundancia (cfr. Jn 10,10). Son muchas las limitaciones y los atropellos que se
cometen en contra de la vida humana y hay situaciones dolorosas en nuestro país que imposibilitan
que mucha gente viva con el mínimo de consideración humana y que se le reconozca su dignidad,
impidiendo que esa vida plena que Cristo ha venido a traer, se haga realidad en ellos. En el centro
de esta realidad se encuentra la fuerza del Reino de Dios, que como cristianos nos lleva a construir
las bases de una sociedad donde se reconozca, se valore y se construya integralmente la dignidad
de la persona”.
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OPCIÓN POR UNA IGLESIA QUE ANUNCIA Y CONSTRUYE LA DIGNIDAD HUMANA.
Compromisos Pastorales.
a. Destacar en los espacios eclesiales de evangelización y catequesis, una formación
antropológica cristiana de manera integral y sistemática, presentando con claridad la
persona de Jesucristo, como modelo de hombre, desde una perspectiva kerigmática.
b. Generar espacios de encuentro, diálogo y trabajo con otros actores de la sociedad, para
colaborar en la reconstrucción de la dignidad de las personas y el tejido social de nuestro
c. país.
d. Vivir los valores del Reino y fortalecer el protagonismo del laico, sujeto de la
evangelización, así como su sentido de pertenencia y participación en la comunidad
cristiana.
e. Atender especialmente a las necesidades materiales y espirituales de la familia, base
fundamental de la sociedad y de la Iglesia, para que cumpla su misión de educar en los
valores humanos y cristianos.
174. El corazón del Reino de Dios es el “Shalom”, la paz. Esta palabra bíblica tan rica y expresiva,
comprende mucho más que la ausencia de guerra y de violencia; en ella se alcanza todo el
bienestar y concordia que Dios proporciona a sus hijos para una sana armonía con Él, con los
demás hermanos, consigo mismo y con la naturaleza. Para nosotros los creyentes la paz es una
Persona, es el Don de amor de Dios por excelencia, es Jesucristo mismo (cfr. Ef 2,14) que, en su
misterio de Redención, ha venido a restaurar nuestra imagen de hijos de Dios en Él y a reconciliar
consigo todos los pueblos. Así, cuando hablamos de una tarea y compromiso de la Iglesia por la
paz, no sólo pensamos en los actos de violencia contra la vida humana y todas las injusticias que la
provocan, sino que queremos poner en el centro de nuestra vida a Jesús y su Reino de Vida para
que crezca y se establezca, pues la paz es una tarea y un compromiso para todas las personas, que
ha de ser acogida en la vida de cada día.
175. La necesidad inaplazable por construir una paz firme y duradera en nuestro país, reclama que
la Iglesia pueda sentarse a la mesa con muchos otros invitados: organizaciones ciudadanas,
confesiones religiosas, autoridades civiles, entidades educativas, sectores políticos y medios de
comunicación, entre otros, para que juntos, y aportando lo que les es
propio a cada uno, podamos reconstruir el tejido social de nuestro país. Creemos que es urgente
trabajar por la paz de nuestros pueblos y llegar a compromisos concretos. Como sociedad mexicana
es necesario combatir todas aquellas situaciones de corrupción, impunidad e ilegalidad que generan
violencia y restablecer las condiciones de justicia, igualdad y solidaridad que construyen la paz.
OPCIÓN POR UNA IGLESIA COMPROMETIDA CON LA PAZ Y LAS CAUSAS SOCIALES.
Compromisos Pastorales
a. Incorporar la Doctrina Social de la Iglesia como un eje transversal en la formación de los
agentes de pastoral, en las catequesis ordinarias y pre-sacramentales de todos los fieles
cristianos.
b. Impulsar y reconstruir el sentido comunitario de nuestras comunidades, para que toda
persona se involucre y participe en las causas sociales de la sociedad.
c. Dialogar y colaborar con la sociedad civil y con los organismos nacionales e internacionales
para construir la paz.
d. Apoyar y acompañar las causas indígenas en el cuidado y protección de sus riquezas
naturales, de su territorio y su cultura.
e. Apoyar la fundación de centros de Derechos Humanos en las comunidades cristianas, de
manera que se fortalezca el Estado de derecho en nuestro país.
f. Recibir con caridad, acompañar, defender los derechos e integrar a los hermanos y
hermanas migrantes que transiten o deseen permanecer con nosotros.
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g. Fomentar el sentido de responsabilidad civil de los ciudadanos.
176. Todo el Pueblo de Dios en su conjunto, estamos llamados, por el bautismo, a trabajar por la
reconstrucción de la paz, a ejercer nuestro sentido profético ante esta situación, no sólo al anunciar
con el testimonio el proyecto de Dios, sino denunciando con valor las injusticias y atropellos que se
cometen, dejando de lado temores y egoísmos, muchas veces aún a costa de la propia vida, como
ha sucedido con periodistas, defensores de los derechos humanos, líderes sociales, laicos y
sacerdotes.
F. OPCIÓN POR UNA IGLESIA QUE COMPARTE CON LOS ADOLESCENTES Y JÓVENES, LA TAREA
DE HACER UN PAÍS LLENO DE ESPERANZA, ALEGRÍA Y VIDA PLENA.
187. Al igual que al Papa Francisco, a los Obispos de México nos alegra constatar que en los
adolescentes y jóvenes de nuestra patria se descubre la vitalidad, la alegría y el espíritu festivo del
pueblo mexicano, que tanto nos orgullece. Cuántos sueños y esperanzas encierran sus corazones
que ponen alas a una patria que quiere elevarse sobre sus problemas y dejar atrás esta niebla que
por momentos oscurece su camino. Cuántas ilusiones y buenos deseos existen en su interior para
renovar y fortalecer a esta Iglesia que por momentos parece que los fuertes vientos la estremecen.
En los adolescentes y jóvenes, encontramos el motivo y la fuerza para trabajar con, y por ellos, por
una sociedad llena de esperanza, alegría y una vida que los lleve a su realización plena.
188. Los Obispos reconocemos que, en los adolescentes y jóvenes, nuestro país y la Iglesia de
México, tienen una gran riqueza y una gran esperanza. Valoramos la importancia de su presencia y
la fuerza de su entusiasmo en estos momentos históricos de la humanidad y de nuestro país.
Queremos expresar nuestro compromiso con cercanía, confianza y diálogo mutuo, para
reconocerlos como protagonistas de una transformación social y sujetos de una nueva etapa en la
evangelización en nuestras comunidades juveniles, desde un proyecto de vida, orientado hacia su
propia santidad. Sabemos que muchos jóvenes de México expresan su respeto por los valores
evangélicos y un gran deseo de conocer más profundamente a Cristo; que aprecian el
acompañamiento cercano de sus pastores y que participan con alegría y un gran entusiasmo,
pidiendo ser tomados en cuenta con responsabilidades dentro de la Iglesia.
Compromisos Pastorales
a. Promover iniciativas de educación y desarrollo humano integral de los adolescentes y
jóvenes en nuestras parroquias, en espacios donde se sientan atendidos y acompañados,
con el esfuerzo y la participación de los mismos jóvenes y de las familias.
b. Instrumentar iniciativas pastorales para acercarnos a los adolescentes y jóvenes en sus
diversas realidades y ambientes: campesino, indígena, estudiantil, obrero, migrante,
urbano y como jóvenes adultos, con una disposición a la escucha y al diálogo, ayudando a
fortalecer su proyecto de vida.
c. Acompañar y promover encuentros con Jesucristo Vivo, desde un proyecto de pastoral de
adolescentes y jóvenes con sentido kerigmático, acorde a los lenguajes, signos y ritmos de
nuestro tiempo, que desemboque en una cultura vocacional.
d. Favorecer iniciativas de evangelización y trabajo misionero de los jóvenes hacia los mismos
jóvenes, utilizando las nuevas tecnologías y su original creatividad para generar redes en el
anuncio del Evangelio y descubrir el sentido de su vida y su misión en la sociedad y la
Iglesia.
e. Realizar proyectos pastorales encaminados a acompañar y ayudar a los jóvenes en riesgo
de: violencia, narcotráfico, prostitución, trata de personas, etc., con ambientes más sanos
que les ayude a desarrollar su espíritu juvenil.
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De manera sencilla podemos decir que se trata de una serie de principios que fundamentan un
pensamiento, una ideología, consignados por escrito y hechos públicos. Es la propuesta formal de
un grupo u organización que busca un quehacer en la vida, en la sociedad.
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En el Cuadro anexo vemos las Encíclicas sociales de los Papas desde León XIII hasta San Juan
Pablo II, pero está toda la enseñanza de Francisco -mensajes, discursos, Encíclicas- que tienen el
sentido del compromiso social que la Iglesia tiene en este Siglo XXI y el cambio de Época.
Podemos mirar ahí un proceso que se va dando desde el sentido de la autoridad, la libertad, la
justicia social y laboral, la caridad, las doctrinas sociales con fundamento ateo, la dignidad humana,
la participación del trabajador en la empresa, la relación obrero-patrón, el desarrollo de los pueblos
en la justicia y la paz, la unidad de los cristianos hacia la solidaridad social, la antropología cristiana,
del pluralismo político al desarrollo por la paz.
El Papa Francisco, recordando muchos de estos temas, ha puesto la atención en el cuidado de la
casa común, en la acogida a los pobres, no sólo migrantes, sino para iniciar una nueva cultura del
encuentro acogiendo, protegiendo, capacitando e incorporando a los más pobres en la vida social.
¿Qué es la política?
Como sabemos, política viene de ciudad. Y no es que se refiera tanto a la ciudad sino al
orden, la organización de la ciudad. Por eso es que política tiene más el sentido de organización de
los ciudadanos en la ciudad. La organización es una tendencia propia de la persona humana en lo
individual, lo grupal, lo comunitario y en lo social.
La persona, al darse cuenta de sus actividades a realizar, que se propone, busca organizarse. Esto
implica la libertad, la decisión personal que puede ser de lo más simple a lo más complejo y pide un
discernimiento en donde entra la realidad compleja de cada uno y del ambiente, así como de lo que
se propone hacer.
En el proceso de discernimiento, nos abrimos a una mediación, que en la fe es la Palabra de Dios y
otros elementos, como documentos pastorales o litúrgicos. Es la meditación.
Después viene un tercer paso, que consisten en la identificación con Dios, o con el Padre, o el Hijo,
o el Espíritu Santo, y que nos lleva a comprender y vivir lo que hemos discernido, hasta el punto de
llevarlo a la vida.
Estos mismos elementos de libertad, discernimiento, opción y decisión individual, pasan al ámbito
del equipo, grupo, la comunidad, la sociedad toda. En estos ámbitos surge la interacción de roles,
de servicios, surge la autoridad, junto con la necesidad de comunión, organización, dirección o
sentido de la vida. Aquí se incrustan debilidades de dependencia y deseo de poder, el conflicto
entre autonomía y control, de seguridad y presión.
La política es, por tanto, participar en la construcción de la comunidad que vive en la ciudad y que
busca su vivir con dignidad su desarrollo integral como individuos, como familia, como regiones
sociopolíticas, como Nación.
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Podemos decir que si en la fe hay providencialismo, en la vida política no está ausente. Uno
referido a Dios, el poder superior, otro referido al gobierno.
Parece que aumenta la intención de participación por la conciencia de los ciudadanos que va
madurando, una de cuyas manifestaciones es la presencia de organizaciones civiles que hacen
propuestas tanto a la autoridad como a la sociedad toda procurando el bien común.
Sin embargo la brecha entre ciudadanía y servidores públicos elegidos sigue acusando gran
distancia y esta falta de actuación responsable por parte de los partidos.
Ante este “encuentro de diálogo” que intentamos entre DSI y Política, consideramos la urgencia de
algunos pasos:
Ver la realidad a fondo, fríamente, para estar ciertos de manejar datos objetivos, situaciones que
de por sí aparecen respecto a la realidad social en México y las posibilidades que la política puede
ofrecer no tanto para solucionar algunas situaciones, sino para elevar el sentido de la dignidad
humana, su derecho a una existencia libre y solidaria. Destacar no sólo los aspectos de debilidades
o de amenazas. Ver también las fortalezas y oportunidades. No obstante centrar la acción sobre
una realidad concreta.
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De acuerdo a la experiencia de esta Dimensión Episcopal de Fe y Compromiso Social, el primer
punto de acción es la atención a víctimas. De ahí caminar, en un proceso de vida y de construcción
de paz, hacia elementos de influencia en la transformación social.
Un tema común de diálogo entre DSI y Política lo encuadramos en la relación Fe-DH, ya que es el
espacio para dialogar sobre el sentido de la vida humana, la dignidad de la persona y su derecho la
vida del Reino.
Procurar que cada parroquia, colegio y centro de evangelización en general, llegue a ser un
verdadero centro de escucha.
Desde dentro de la Iglesia, siguiendo la experiencia de vida de Juan Crisóstomo, y de otros padres
de la Iglesia, del proceso que hemos visto en las Encíclicas sociales, está el urgente llamado que
nos hacemos a nosotros mismos: recomenzar desde Cristo.
Urgen procesos de verdadera reiniciación cristiana para vivir un encuentro con Cristo que nos lleve
a una conversión profunda para encarnarnos con Él en las realidades que vivimos.
Mi postura respecto al proceso de iniciación es seguir el orden: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
Decimos que la vida cristiana consiste en actualizar nuestro Bautismo. Y así como sacamos de su
oscuridad la presencia del Espíritu Santo en la Iglesia y atendemos con cuidado la preparación,
celebración y acompañamiento de confirmandos, así necesitamos hacerlo con quienes participarán
en la Eucaristía, que nos lleva a la construcción del Reino desde la vida de comunidad evangelizada
y evangelizadora, en un compromiso social.
Si no damos a los novios que van a celebrar su Sacramento del Matrimonio, la oportunidad de
encontrarse con Cristo en un verdadero catecumenado, no hablaremos de matrimonios católicos
vividos a plenitud o de una seria pastoral familiar.
Si no hacemos una seria Pastoral Juvenil con sentido catecumenal, no levantaremos procesos que
culminen en una auténtica pastoral vocacional.
Con todo esto, estoy proponiendo que la DSI entre en el contexto de la pastoral ordinaria y que
revisemos la formación de los agentes -ordenados y seglares- para que tenga un sentido más
integral, que lleve a una vida de fe que supere la separación con el compromiso social.
Una pastoral con sentido catecumenal desemboca en una Iglesia misionera que lleva en su pastoral
ordinaria el encuentro con Cristo y la conciencia de atender a los pobres, participar en los desafíos
del cambio de época, suscitar líderes que participen en los distintos campos de la política, la
economía, la salud, la educación…
Y esta pastoral propicia que cada parroquia sea un verdadero centro de escucha a víctimas, al
existir agente dispuestos al discernimiento y el don de consejo.
Que San Juan Diego interceda por nosotros para que el Espíritu Santo nos dé el don de la valentía y
del discernimiento para acoger plenamente el Evangelio y anunciarlo.
Que nuestra Madre de Guadalupe nos acompañe y nos guíe para participar en su obediencia al
Padre para mostrar y dar a Jesucristo, único Salvador del mundo construyendo la casita para toda
la humanidad.