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Economia Popular Un Fenomeno de Interculturalidad PDF
Economia Popular Un Fenomeno de Interculturalidad PDF
Quiero comenzar con la historia de una amiga muy cercana. Sus abuelos eran de Guaqui,
una comunidad cerca del lago Titicaca. Ya viviendo en la ciudad de La Paz, la abuela se
puso a vender lo que el abuelo confeccionaba como costurero, en un puesto de la Tumusla.
Con el tiempo y la entrada indiscriminada del contrabando, lo poco que vendían ya no
alcanzaba. Poco a poco, la producción a pequeña escala dejó de ser negocio. Entonces la
abuela comenzó a vender los insumos para costura: cierres, hilos, botones, agujas,
repuestos para las maquinas. De a poco y con mucho trabajo, llegaron a importar telas.
Alguno de los cinco hijos de esta pareja se quedó en el negocio de importación y venta al
por mayor. Una de las hijas es pediatra. Los otros cuatro tienen diferentes negocios de
importación: computadoras, línea blanca, incluso telas, como antaño sus abuelos. Otro
más ya tiene su empresa de chapería en el Alto.
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“El uso del adjetivo “popular” en relación a la economía y en relación a los actores con los que hemos
trabajado se debe a las múltiples formas e autoidentificación de estos actores, aunque también revela nuestra
dificultad para encontrar un término que exprese esta multiformidad”. (Tassi, 2012, p.33).
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“Salman Rushdie habla de la “sensibilidad migrante” como esa suspicacia que tienen hacia la realidad
aquellos que por alguna razón han migrado de sus lugares de origen hacia otra parte teniendo que tejer una
nueva trama de existencia. Hay una posición intersticial en el que migra, en el que viaja. El hecho es
Economía Popular, economía chola
Desde la conquista y posterior colonia, las elites de poder (por medio del Estado), han
diseñado estrategias para deteriorar o restringir la participación indígena en la economía
formal, asegurándose de que no tuvieran acceso al poder político, y a la vez impidiendo
que los comerciantes invirtieran en actividades productivas para proteger así los
monopolios y oligarquías locales (Tassi, 2012, p. 32).
asumirse como migrantes y poetas, de esto se trata, el viaje del etnógrafo como el del migrante es mucho
más que un desplazamiento, se trata de viajes de conocimiento, de desprendimiento y de incertidumbre,
inestabilidad que hace posible esa “sensibilidad del que se mueve” y accede a la poética de cada instante”.
(Tovar, 2015).
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Ch´ixi “esa mezcla rara que somos… Espacio intermedio donde el choque de contrarios, crea una zona de
incertidumbre, un espacio de fricción y malestar, que no permite la pacificación ni la unidad. Esta franja
intermedia no es por lo tanto, una simbiosis o fusión de contrarios; tampoco es una hibridación. Y ni siquiera
es una identidad”. (Rivera, 2018, p. 78).
son ni lo uno ni lo otro, invisibilizan o subsumen lo que no puede ser regularizado,
controlado a partir de sus lógicas sociales y de mercado.
A partir del 1952 se liberó la comercialización de productos rurales (la migración del
campo a las ciudades fue masiva, y es quizás también la razón por la que hubo mayor
intercambio de productos entonces). El mercado se abrió a una economía informal
protagonizada por estos nuevos grupos sociales de migración indígena, en respuesta a
toda esa invisibilización por parte del estado blancoide. Las necesidades económicas de
estos grupos -para costear el vivir cotidiano de sus familias en la ciudad- hacen que estas
redes de parentesco y formas de comercio, ligados a las comunidades indígenas, revivan,
permitiendo así la revitalización de una cierta identidad, por mucho tiempo negada.
Es así que la economía popular viene a ser la relación particular de estas comunidades
indígenas en y con el capitalismo global. Sus prácticas culturales y religiosas se entretejen
con redes de comercio y estrategias económicas colectivas, de pequeños emprendedores
-que generalmente son familiares o que se relacionan entre sí, mediante el padrinazgo-
que van tejiendo otro tipo de relaciones tanto económicas, como afectivas. Estos actores
económicos, que a la vez son familiares cercanos y de confianza, migran a otros centros
de comercio (Bolivia, Chile, Brasil, China) formando canales comerciales directos, a la
vez que lazos con nuevas familias de estos países por medio de matrimonios y
compadrazgos. La idea del “control vertical” de un máximo de pisos ecológicos de Jhon
Murra,4 aplicada a estos casos, puede enriquecer nuestra mirada.
Podemos ver cómo este nuevo sistema económico de intercambio pudo abrir nuevos
espacios para pensar en una “interculturalidad positiva” (Albó, 2003, p.38) y que ha
significado una gambeta al modelo neoliberal. Las relaciones económicas entre China y
Bolivia en estos niveles de economía informal, han adquirido un tinte de entendimiento
horizontal, teniendo que acomodarse la industria China a pedidos bastante dirigidos hacia
el mercado local, y en cantidades menores a las antes impuestas por los monopolios
europeos o gringos. Además, a raíz de la creación de estos nuevos canales de intercambio,
varios músicos asiáticos se han visto maravillados por los instrumentos andinos y la gran
diversidad de su folklore. Otro ejemplo muy vivo es la entrada del Gran Poder que se ha
vuelto un referente de identidad para este mestizaje/cholaje, convirtiéndose en patrimonio
cultural (Molano, 2007). Así también existen otras fiestas patronales, donde se evidencia
un sincretismo religioso y pues la fiesta entendida como TAYPI “como centro, como eje
articulador, de diversos elementos del hacer y sentir de estas comunidades y sus
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Control vertical o territorialidad discontinua, es el control económico simultáneo por parte de diferentes
comunidades indígenas sobre diferentes “islas” situadas a grandes distancias del centro de poder (pero aun
vinculadas a este) en diferentes pisos ecológicos, de esta manera podían cubrir las necesidades básicas
colectivas de una manera autosuficiente. Estos espacios compartidos, “islas”, eran multiétnicos. (Murra,
1975).
habitantes ya sea en su lugar o en sus nodos migratorios… es el espacio donde se
evidencia el prestigio, la movilidad social y la acumulación frente a los demás”.
(Hinojosa, Guaygua 2015, p. 150). La fiesta, los prestes, se convierten así en espacios
interculturales por excelencia, donde se revitalizan prácticas como el AYNI 5 y en los que
se recupera de alguna manera cierta memoria colectiva.
Esta bonanza económica y acceso a tecnología moderna que gozan estos nuevos actores
económicos han revitalizado la creación de nuevos emprendimientos locales e
independientes en el país. Estas familias han reinvertido potenciando el “know how”
local, generando un efectos económico multiplicador.6
Estos fenómenos son muy complejos y debemos tenerlo en cuenta. Por esto mismo
podemos hablar también de una cierta “interculturalidad negativa”, que a la vez se va
gestando dentro de estas nuevas relaciones económicas culturales (Albó, 2003, p.38). La
emergencia de una nueva burguesía chola, como una nueva clase social empoderada
económica y socialmente, mantiene los rasgos de desigualdad y dominación del régimen
neoliberal. El “vivir bien” ha sido captado por la idiosincrasia occidental de consumo,
midiendo el valor de las personas en cuanto a lo que tienen y lo que pueden comprar, y
no así en el bienestar individual y colectivo de los cuerpos que habitan determinado
espacio. Es así que estos nuevos actores económicos son tan explotadores como cualquier
verdadero capitalista, valiéndose de estos padrinazgos para mantener la fidelidad de sus
subalternos a pesar de los sueldos precarios y las relaciones de poder.
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“En los prestes se pregunta si han traído “cariño o cumplido” y se anota en un cuaderno la con cuanto se
está iniciando o devolviendo un circuito de ayni (generalmente son cajas de cerveza). Así quedan asentados
los compromisos de reciprocidad diferida, los derechos y deberes quedan tácitamente concertados, en un ir
y venir de bienes y parabienes” (Rivera, 2018, p.65).
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“El sistema económico popular no solo aprovecha la bonanza que la actual coyuntura económica ha
logrado generar, sino que la ancla, la proyecta y la canaliza en las direcciones de su propio proyecto,
alimentando formas endógenas de apropiación… fuera del radar de la institucionalidad oficial lo que
permite fortalecer el sistema productivo local evitando las trabas de los estándares internacionales,
permitiendo el acceso a productos y tecnologías de cuyo consumo el país entero ha sido postergado”.
(Arbona, Canedo, Medeiros & Tassi, 2015, p.113).
sostenible, donde no se tenga que destruir para generar ganancia. Este nuevo sistema
económico no respeta la diferencia cultural de pequeños grupos indígenas que aún viven
y conviven con la naturaleza que les circunda. Siendo aún una forma de invisibilizar y
disminuir a esta otra alteridad.
Para terminar este ensayo tomaremos los conceptos de cultura e identidad de German
Guaygua y Beatriz Castillo desde donde hemos estado haciendo estas indagaciones:
Entendemos aquí por cultura la dimensión simbólica expresiva de todas las prácticas e
instituciones sociales. O, de modo más descriptivo, el universo de informaciones, valores
y creencias que dan sentido a nuestras acciones y al que recurrimos para entender el
mundo. Frecuentemente este universo de sentido se expresa a través de símbolos, esto es,
a través de un sistema de significantes que lo representan y evocan. Los significados
selectiva y distintivamente internalizados por los individuos, por un grupo o por una
colectividad (cultura subjetiva) generan identidades individuales y colectivas. (Guaygua
y Castillo, 2008, p.119).
Este juego, este ir y venir entre lo tradicional y lo moderno, entre el campo y la ciudad,
esta diáspora familiar para controlar fronteras y mercados, ha ido generando nuevas
identidades en nuestro país. No podemos (creo que nunca pudimos) hablar de una sola
identidad indígena o nacional que nos defina, ya que confluyen muchos espacios
diferentes que debe habitar una sola persona en diferentes circunstancias. Como escribiera
Jaime Mendoza:
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Las nuevas generaciones se ven urgidas de reconectarse con la Pachamama ante los ecocidios, de
participar en rituales que están retomando fuerza: la Ch´alla, la K´hoa y celebrar las fiestas de las abuelas
como todos santos, las ñatitas, el carnaval y las alasitas.
Es así que el TAYPI CH´IXI (Rivera, 2018) se enuncia como el espacio donde lo indígena
y lo occidental se entretejen, donde estas fuerzas contradictorias coexisten, sin eliminarse
entre sí, donde el conflicto y la complementariedad de culturas, subjetividades y lenguajes
se van urdiendo entre tensiones y van confeccionando el tejido complejo que es la
persona. Somos todo, sin dejar de ser una: “la identidad cultural no existe sin la memoria”.
(Molano, 2007, p. 74).
Entendemos por identidad la representación que tienen los agentes (individuos o grupos)
de su posición social y sus relaciones con otros agentes (individuos o grupos) que ocupan
la misma posición o posiciones diferenciadas en el mismo espacio. En cuanto a la
representación de un “si mismo” de un “nosotros” socialmente situados, la identidad es
esencialmente distintiva, relativamente duradera y tiene que ser socialmente reconocida.
(Guaygua, Castillo, 2008, p.120).
Para pensar esta difícil balanza, en la que personajes como mi amiga, estudiante de
literatura y ex traductora de comerciantes en China, tenemos inserto en el propio cuerpo
este eterno conflicto, me uno al llamado de Silvia Rivera y la metáfora del Ch´ixi, como
una fuerza descolonizadora del mestizaje que nos sirve para “admitir la permanente lucha
en nuestra subjetividad entre lo indio y lo europeo” (Rivera, 2018) como utopía de otra
forma de habitar en el mundo, no negando ni lo uno ni lo otro.
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La globalización puede ser definida como la intensificación a escala mundial de las relaciones sociales
que enlazan entre sí a localidades muy distantes, de tal modo que lo que ocurre localmente está determinado
por acontecimientos que ocurren a muchas millas de distancia y viceversa (Giddens, 1999)
Es en los cuerpos donde tiene que ocurrir la transformación, la reconstrucción, la
conciencia de esta lucha entre los opuestos que nos ha dado el encuentro son el otro, con
la otra. Es en el cuerpo donde habita la memoria. Somos femenino y masculino, somos
tradición y modernidad y quien sabe qué cosas más. Transformar el desarrollo, el
capitalismo, nuestros consumos, repensar espacios donde la cultura pueda habitar con la
natura, es un asunto de responsabilidad que nos exige dejar de victimizarnos. Practicar la
descolonización está en el hacer diario y continuo: porque lo personal es político. Esta
acción solo se dará en instancias de conciencia de quiénes somos. El autodefinirnos y ser
Ch´ixis puede ser un gran comienzo para una real y profunda interculturalidad y así poder
tejernos en nuestras diferencias.
Bibliografía
Guaygua, Ch.G., Castillo, H.B. (2008) Identidades y religión: Fiesta, culto y ritual en la
construcción de redes sociales en la ciudad de El Alto. La Paz, Bolivia: Instituto Superior
Ecuménico Andino de Teología (ISEAT).
Molano, L., O. (2007) Identidad cultural un concepto que evoluciona. Revista Opera, (7),
69-84. Bogotá, Colombia: Universidad Externado de Colombia.
Tassi, N. (2012). La Otra Cara del Mercado. Economías populares en la arena Global. La
Paz, Bolivia: Instituto Superior Ecuménico Andino de Teología (ISEAT).
Tassi, N., Hinojosa, A., Canaviri, R. (2015) Economía Popular en Bolivia. Tres miradas.
La Paz, Bolivia: Centro de Investigaciones Sociales (CIS).
Tovar, A., P. (2015, 16 de mayo) Documentación poética. Iberoamérica Social.
Recuperado de: https://iberoamericasocial.com.
Walsh, C. (2005). ¿Qué es la interculturalidad y cuál es su significado e importancia en
el proceso educativo? En: la interculturalidad en la educación. Lima, Perú: Ministerio
de Educación.