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Saber leer otros lenguajes

Luis Bernardo Peña Borrero1

El verbo leer ha estado asociado toda la vida con los textos escritos. El diccionario
todavía lo define como “pasar la vista por lo escrito o impreso, haciéndose cargo del
valor y significación de los caracteres empleados.” Enseñar a leer significa iniciar al niño
en la lectura alfabética, esto es lo que quiere decir literalmente alfabetizar. Decimos que
un niño es capaz de leer cuando empieza a comprender el código escrito y a expresarse
mediante él, y cuando nos referimos a alguien como un lector o una lectora queremos
significar que tiene un contacto cotidiano con los libros; consecuentemente, un no lector
es el que no lee o lee muy pocos textos escritos. Los educadores estamos preocupados
porque los jóvenes no leen o porque no leen lo que nosotros quisiéramos que leyeran y
que dediquen, en cambio, tanto tiempo al cine, a la televisión, a la música rock o al
computador. Y puesto que creemos que la lectura es lectura de libros exclusivamente, los
hemos dado de baja como lectores y hemos terminado por declarar a los medios de
comunicación y a las nuevas tecnologías medios como enemigos número uno del libro y
la lectura.

Pero hoy están ocurriendo muchos cambios que nos obligan a revisar esta idea que
tenemos de la lectura. ¿Por qué no, en lugar de seguirla limitando a lo escrito, pensar en
una concepción de lectura que abarque también otros lenguajes? Esto nos cambiaría por
completo el panorama desolador de la que ha dado en llamarse “la crisis de la lectura”: de
pronto esa crisis no tendría sólo signo negativo; de pronto habría muchas más cosas por
leer y muchos más lectores de los que creemos. Los que hasta ahora hemos visto como
enemigos pasarían a ser nuestros aliados y la lectura, en lugar de ir en descenso como se
nos ha dicho, podría incluso encontrarse en plena expansión.

Pienso que, más que al fin de la lectura, estamos asistiendo a una profunda mutación de
las formas de leer. Esta mutación obedece, por un lado, a transformaciones históricas que
han venido reconfigurando desde hace tiempo todos los órdenes de la cultura, no sólo la
cultura escrita. Los avances recientes en las tecnologías digitales han servido como
catalizadores para precipitar esta crisis, que no es una crisis de la lectura, sino más bien
de una manera particular de leer. Y no todo lo que esta crisis moviliza atenta
necesariamente contra la cultura escrita; de hecho puede contribuir a enriquecerla. Más
que a la agonía del lenguaje escrito, estamos asistiendo al surgimiento de nuevas modos
de escribir y de leer.

Las nuevas tecnologías configuran nuevos lenguajes

1
Este artículo fue publicado originalmente en la revista Alegría de Enseñar, no. 40, julio –
septiembre de 1999, pp. 12 – 20.

1
Las nuevas tecnologías de la comunicación tienen mucho que ver con esta redefinición
del verbo leer. No me interesa tanto hablar aquí de la capacidad que tienen estas
tecnologías para transportar información, acortar las distancias o manipular la opinión
pública (ya se ha hablado mucho sobre estos aspectos). Me parece mucho más interesante
explorar cómo el desarrollo de nuevos medios de comunicación trae consigo la aparición
de nuevos lenguajes, de nuevas formas de representación y modos diferentes de sentir, de
ver y de decir.

Si queremos comprender a profundidad el impacto de los medios de comunicación,


tenemos que ir más allá de su función instrumental. Más que instrumentos que sirven para
facilitar o acelerar la comunicación, los medios son, ante todo, configuradores de nuevos
lenguajes. Quisiera hacer énfasis en el plural, porque siempre hemos hablado de
lenguaje, en singular, y para referirnos exclusivamente al lenguaje de las palabras. Las
modernas tecnologías de la comunicación siguen utilizando el código verbal, aunque
integrado con otros, como en el caso del computador, que combina las imágenes, la
palabra escrita y el sonido para constituir con ellos una nueva forma híbrida de lenguaje.

Cada medio tiene un lenguaje propio para representar el mundo. Pero más que una simple
copia de la realidad, esta representación es una forma particular de ver y de comprender.
Los medios no sólo comunican los hechos sino que los crean. Cuando en un noticiero
vemos el espectáculo desolador de la devolución de unos rehenes por la guerrilla en Cali,
o el linchamiento de un zapatero en las calles de Chinchiná, la televisión no está
simplemente mostrándonos lo que pasó, está dándonos una versión particular de esos
hechos, un punto de vista, una mirada que está muy lejos de ser neutra. El mismo hecho,
lo sabemos como televidentes, aparece muy diferente cuando es contado por distintos
noticieros. Un partido de fútbol no es lo mismo transmitido por radio que por televisión y
jamás podrá reemplazar la vivencia de estar en el estadio.

Mucho de lo que es importante saber hoy día, muchos de los relatos que le interesan a la
gente y que le dan sentido a sus vidas, circulan hoy a través de estos nuevos medios de
comunicación. De ahí el gran atractivo que ejercen, sobre todo entre los más jóvenes. A
través de estos nuevos lenguajes, se están diciendo cosas diferentes, se tocan temas de los
que antes no se podía hablar públicamente, se muestran facetas desconocidas de un
mundo que ya creíamos haber descubierto del todo. Los noticieros, las telenovelas, la
Internet, han llevado hasta la intimidad de los hogares temas que, hasta hace poco, nunca
eran tratados en familia o no eran aptos para menores. Canales como Discovery, National
Geographic, o People and Arts han puesto los conocimientos que estaban reservados para
unos pocos en manos de los niños, de los analfabetos y de las personas que no tuvieron la
oportunidad de estudiar; a través de ellos, hemos recibido un curso acelerado sobre el
Himalaya, el universo que está más allá de la órbita terrestre, la historia del hombre, el
comportamiento de los animales, las ciudades y las culturas de otras partes del mundo.
Muchas personas encuentran en estos nuevos lenguajes dimensiones de sentido que antes
no estaban presentes en sus vidas.

En la esfera del lenguaje, uno de los cambios más drásticos que ha traído consigo esta
revolución en las tecnologías de la comunicación ha sido el redescubrimiento de la

2
imagen. La televisión volvió a poner en primer plano este lenguaje que la humanidad
utilizó por milenios, pero que había sido desplazado de ese lugar por el advenimiento de
la escritura y de la imprenta. No hay que olvidar que las primeras escrituras son llamadas
pictográficas, precisamente porque eran dibujos simplificados de las cosas que
representan. Desde sus mismos orígenes, el arte de hacer libros estuvo también asociado
con la imagen; así lo testimonian los manuscritos medievales, en los que las formas
caligráficas y los dibujos forman un todo con el texto, y toda la historia del libro a partir
del siglo XV, íntimamente ligada a la del grabado y la fotografía. Incluso hoy día es cada
vez más raro encontrar un texto impreso en el que las palabras no estén entremezcladas
con las imágenes. Basta comparar los libros de texto actuales con aquellos en los que
estudiamos no hace muchos años, para darnos cuenta de que una de las mayores
diferencias entre unos y otros está en la utilización de la imagen como forma de
mediación pedagógica.

La escuela no puede seguir siendo indiferente ante la pluralidad y heterogeneidad de


textos, relatos y escrituras (orales, visuales, musicales, audiovisuales y telemáticas) que
hoy circulan, de estos nuevos saberes y lógicas que se escapan al control del maestro y
que constituyen un poderoso medio de socialización, de transmisión de valores, pautas de
comportamiento y estilos de vida. 2 En su proyecto educativo, la escuela debería
incorporar como objeto de estudio los relatos y las estéticas audiovisuales y no limitar el
uso de los medios a su función instrumental, es decir, a su utilización como simples
ayudas del proceso pedagógico. “Para muchas escuelas, afirma Martín-Barbero la
presencia de la videograbadora o del computador forma parte del conjunto de gestos que
es indispensable hacer para que el rostro, o mejor la fachada, de la educación cambie
dejando el resto igual. Son gestos dirigidos más hacia afuera que hacia adentro, es el
prestigio del colegio lo que se vería comprometido con la ausencia de ciertas tecnologías
comportadoras en sí mismas de un status moderno y por tanto modernizador.”

La lectura en la nueva galaxia

Esta revolución en las tecnologías de la comunicación está produciendo un cambio de


paradigma de la lectura que implica una transformación de los textos, los contextos, los
públicos y los modos de leer.

En primer lugar, con el surgimiento de estas nuevas formas de representación, tenemos


ahora no sólo más, sino nuevas y diversas cosas que leer. Dominado durante mucho
tiempo por la escritura, el espacio textual se ha expandido para contener textos escritos en
otros lenguajes. Estos mensajes que circulan a través de las nuevas tecnologías han
entrado a formar parte del vasto repertorio que hoy constituye una oferta diferente de

2
Martín-Barbero, Jesús, “Nuevos modos de leer”, en Magazín Dominical, El Espectador, no. 474,
mayo 24, 1992, p. 19-22. El Profesor Martín-Barbero, investigador de la Universidad del Valle,
desarrolla más ampliamente estos planteamientos en su texto “Des-centramiento del libro y
estallido de la lectura”, incluido en Lectura y nuevas tecnologías, Memorias del Tercer Congreso
Nacional de Lectura, Santafé de Bogotá, Fundalectura, 1997, p. 153-167.

3
lectura. La noción de texto, circunscrita por mucho tiempo a los textos escritos, se ha
extendido también a los otros lenguajes: una telenovela o un noticiero, un concierto de
rock o de música clásica, una canción, una ceremonia religiosa o un evento deportivo,
deben ser considerados también como textos, es decir, sistemas de signos que se le
presentan al lector como objetos de lectura.

El universo de los lectores también se expande. Si ver cine o televisión, o navegar por
Internet son consideradas nuevas formas de lectura, sus actores tienen también todo el
derecho a ser reconocidos como lectores. Además de lectores de libros, hay ahora lectores
de lenguajes virtuales, lectores de imágenes diagnósticas, lectores de hipertextos, de
videojuegos, de pantallas... Aparece un nuevo tipo de lector, un lector polivalente, capaz
de moverse como pez en el agua por todas estas lecturas, del mismo modo que el que
habla varios idiomas puede pasar de uno a otro sin darse cuenta y explotar lo mejor de
cada uno de ellos para expresarse.

Surgen, así mismo, lectores que antes permanecían marginados de la lectura por su
condición de analfabetos, es decir, por no tener acceso al código escrito. El lenguaje
audiovisual les ha permitido a estas personas no solamente tener acceso a expresiones de
la cultura que antes estaban reservadas para una elite sino compartir nuevas
sensibilidades, nuevos relatos y formas de sociabilidad.

Los nuevos lectores nos están revelando también nuevas competencias lectoras. En un
artículo titulado “Descifrando los códigos de la televisión: el niño como antropólogo”,
Howard Gardner, investigador de la Universidad de Harvard, muestra cómo, cuando un
niño ve televisión, lejos de ser un receptor pasivo, está realizando un acto de lectura muy
complejo, en el que tiene que aprender a leer el lenguaje visual utilizado por la televisión
(como los planos o el montaje), descifrar las reglas que diferencian la televisión
comercial de la pública, las motivaciones que están detrás de los anuncios comerciales,
analizar el carácter de los distintos canales, los programas en vivo de los pregrabados.
“Estas tareas afirma Gardner intimidarían hasta al más eximio etnógrafo.”3 En otros
campos, las personas que interactúan a diario con el computador tienen que desarrollar
una gran velocidad de lectura y una gran concentración para manejar varios programas
simultáneamente. En la ciencia médica, los avances que se han hecho hoy día en la
tecnología de las “imágenes diagnósticas” suponen una competencia muy avanzada de
parte del que las lee, para interpretar correctamente el lenguaje de las imágenes que
proyectan los escáner o los dispositivos para hacer ecografías.

Las nuevas tecnologías determinan también formas muy diferentes de leer. A diferencia
de los caracteres de la página impresa, la imagen demanda lecturas mucho más globales,
más totalizantes. Los medios audiovisuales nos obligan a hacer una lectura sumamente
rápida de fragmentos que duran muy pocos segundos en la retina y con los que el lector
tiene que ir construyendo el cuadro total. En la televisión o en el cine, el tiempo no se
3
Howard Gardner es el mismo autor que conocemos en educación sobre todo por su teoría sobre
las inteligencias múltiples. El artículo al que nos referimos está incluido en su libro Arte, Mente y
Cerebro, un estudio fascinante sobre la creatividad humana.

4
despliega de una manera lineal, es decir, del pasado al presente y al futuro, sino que está
saltando permanentemente en estas tres dimensiones.

Gracias a la mayor oferta de canales, del control remoto y la posibilidad que ya tienen
algunos televisores de dividir la pantalla en varios recuadros, hemos ido aprendiendo una
forma de leer completamente novedosa, que consiste en saltar de un canal a otro para
seguir simultáneamente varios programas que versan sobre asuntos completamente
diferentes. Sobra decir que ésta es una manera de leer que no tiene nada que ver con la
que utilizamos los que hemos sido sobre todo lectores de libros. Los adultos hemos
terminado por aprenderla (aunque con alguna torpeza); los más jóvenes, en cambio, la
dominan y se sienten totalmente a gusto con esa forma de leer que obedece a reglas muy
diferentes a las de la lectura de libros.

¿Leer o navegar?

Las nuevas tecnologías están cambiando los modos de escribir. El hipertexto es una
nueva forma de escritura que reemplaza la lógica lineal por una estructura en forma de
red, y que da lugar a una lectura eminentemente interactiva. La tecnología de la imprenta
impone una escritura y una lectura lineales: el libro tiene principio y fin, está dividido en
capítulos que tienen una secuencia prefijada por el autor, se leen de arriba abajo y de
izquierda a derecha, línea por línea, palabra por palabra. La encuadernación y la
paginación son una garantía de que este orden se cumpla en la lectura. En el hipertexto,
en cambio, en lugar de seguir un sólo trayecto de lectura, el lector está ante múltiples
opciones; puede comenzar por cualquier punto y saltar de texto en texto, lo mismo que
hace el televidente con su control remoto. Esto da como resultado una lectura muy
diferente a la que se impuso con la cultura del libro; quizás por eso ya no se habla de leer,
sino de navegar.4

Esta lógica del hipertexto se acomoda mucho mejor a los modos de leer de los lectores
jóvenes, influenciados por la sintaxis fragmentaria del cine y la televisión, donde la
discontinuidad, las rupturas espacio-temporales, la simultaneidad de acciones y de ideas
encontradas suelen ser la norma, más que la excepción. Este es el modo característico de
percibir y de leer el mundo propio de los jóvenes, que están dotados, como dice Jesús
Martín-Barbero, de una tremenda elasticidad cultural, y de una “plasticidad neuronal” que
les permite una camaleónica adaptación a los más diversos contextos y les otorga una
enorme facilidad para los “idiomas” de la tecnología.

Vigencia y transformación del libro

Nos queda pendiente todavía un interrogante: ¿Cuál va a ser el futuro del libro en medio
de esta revolución desencadenada por las nuevas tecnologías de la comunicación? ¿Se
harán, ahora sí, realidad los vaticinios sobre su presunta desaparición?

4
Peña, Luis Bernardo, “Lectores, ratones e hipertextos”, en Lectura y nuevas tecnologías, Memorias
del Tercer Congreso Nacional de Lectura, Santafé de Bogotá, Fundalectura, 1997, p. 89-112.

5
También se dijo, en su tiempo, que la fotografía acabaría con la pintura; que el cine
terminaría con el teatro y con la novela; y que la televisión clausuraría el imperio del
cine. La historia nos ha enseñado que el asunto no es tan simple. Casi nunca se ha visto
que una nueva tecnología haya aniquilado la anterior; más bien ha producido en ella
profundas transformaciones: la fotografía modificó la manera de pintar (¿el
impresionismo no es una rebelión contra el retrato?); el teatro y la literatura incorporaron
elementos del cine.

Lo mismo podríamos decir del libro: no estamos asistiendo a su muerte sino a su


transformación; no se trata de la extinción de la Galaxia Gutenberg 5, sino de su
integración a una constelación mucho más grande.

Como escribe Umberto Eco, “hablar de una guerra entre lo visual y lo escrito me parece
un tema totalmente superado; lo que necesitamos analizar es, por el contrario, la sinergia
entre estos dos lenguajes.” Rechaza, por eso, “la actitud maniquea de los falsos
intelectuales, para quienes la escritura es el bien y la imagen, el mal; la una, cultura, y la
otra el vacío. Recordemos que la imagen existía ya en Da Vinci o en Rafael, y que éstos
nos dicen cosas que las palabras no pueden decir.”

5
“La galaxia Gutenberg” es una metáfora utilizada por Marshall McLuhan para designar la
cultura propia del alfabeto y de la imprenta y que sirve como título a un libro suyo.

6
La pregunta no es, entonces, si las nuevas tecnologías van a reemplazar al libro, sino cuál
es ese lugar único que le corresponde al libro en esta nueva galaxia. Una cosa es cierta: el
libro ya no será más el centro del universo cultural, como lo fue durante un tiempo muy
largo, tanto así que configuró toda una manera de pensar y una pedagogía centrada
también en la enseñanza y el aprendizaje de los textos, que ha dejado su impronta en la
escuela hasta nuestros días. En el nuevo entorno creado por las tecnologías de la
información, el libro no podrá seguir siendo el texto único de la escuela, ni el único eje en
torno al cual gire todo el currículo y las prácticas pedagógicas (de hecho, el libro
informativo y los manuales de enseñanza ya están empezando a ser sustituidos por la
tecnología informática.) En un modelo educativo que incorpore de una manera inteligente
las nuevas tecnologías, el libro de texto será sólo un elemento más dentro de un entorno
en el que circulan otras formas de comunicación. Además, sus funciones tendrán que
redefinirse, de modo que no se trate de suplir con él lo que pueden hacer mucho mejor
otros medios.

Lo que sí veo muy difícil es que las nuevas tecnologías puedan darnos aquello que
únicamente se encuentra en los verdaderos libros: una habitación propia, un espacio
mucho más personal, más íntimo, donde poder encontrarnos con nosotros mismos; esa
otra manera de habitar el tiempo que nos ofrece la lectura reflexiva y reposada. O, como
lo ha dicho tan bellamente Michel de Certau, esa posibilidad de “crear rincones de
sombra y de noche en una existencia sometida a la transparencia tecnocrática.”

Regresemos al punto por donde habíamos comenzado toda esta reflexión. No podemos
seguir viendo los medios de comunicación y las nuevas tecnologías informáticas como a
fantasmas que acabarán por derrotar la lectura cuando, por el contrario, la están
enriqueciendo. Lo que ha ocurrido con el surgimiento de estas las tecnologías es una
explosión de nuevos lenguajes y formas de comunicación capaces de registrar nuevos
relatos, de lógicas, saberes y sensibilidades diferentes; este fenómeno ha desencadenado
una expansión del universo textual, una redefinición de los públicos lectores y una
transformación de los modos de leer. La evolución hacia la pluralidad y la heterogeneidad
de lenguajes y formas de representación ha producido una crisis de la lectura, aunque ésta
debería ser entendida en su sentido positivo, es decir, como una crisis de crecimiento.
Tampoco podemos seguir hablando de una guerra entre la palabra y la imagen, entre el
libro y el computador, sino de una relación sinérgica entre lenguajes diferentes que, en
últimas, amplía y enriquece las formas de expresión humanas. Pero, ante todo, lo que
todas estas mutaciones en el entorno tecnológico nos están indicando es que llegó la hora
de cambiar nuestra estrecha mirada sobre lo que significa leer y escribir en una nueva
galaxia.

7
Bibliografía comentada

Anaya Rosique, Jesús, “Leer hoy: Entre Gutenberg y Sony”, en Hojas de Lectura, no. 44,
febrero, 1997, p. 8-13. Este autor mexicano analiza los cambios que experimentan la
creación de textos, las maneras de leer y las generaciones actuales de lectores en
formación a partir de los nuevos “soportes” electrónicos.

Autores varios, Lectura y nuevas tecnologías, Santafé de Bogotá, Fundalectura, 1997. El


libro recoge los textos de las ponencias presentadas en el marco del Tercer Congreso
Nacional de Lectura.

Chartier, Roger, “Del códice a la pantalla: trayectorias de lo escrito”, en revista Quimera,


no. 150, septiembre, 1996. En este artículo el autor hace un análisis de la transformación
radical en las modalidades de producción, transmisión y recepción de lo escrito, como
consecuencia de las nuevas tecnologías electrónicas.

Eco, Umberto, “Ni la escritura es el bien ni la imagen el mal”, en Lecturas Dominicales,


El Tiempo, abril 26, 1992, p. 5-6. Eco se ha referido permanentemente en sus escritos a la
relación entre la escritura y la imagen y ha propuesto una relación sinérgica entre los dos
lenguajes

Gardner, Howard, Arte, Mente y Cerebro. Una aproximación cognitiva a la creatividad,


Barcelona, Paidós, 1987. Gardner es el mismo autor que conocemos en educación, sobre
todo por su teoría sobre las inteligencias múltiples. Este libro es un estudio fascinante
sobre la creatividad humana.

Hojas de lectura es la revista de Fundalectura. El número 50 (enero-marzo de 1998) está


dedicado íntegramente al tema “Leer literatura”. Fundalectura ha tenido un papel
fundamental en la promoción y la investigación sobre la lectura en nuestro país. Los
interesados en conocer más a fondo sus actividades y publicaciones pueden dirigirse al
Apartado Aéreo 048902 de Santafé de Bogotá, D. C. Fax 2877071. E-mail:
fundalec@impsat.net.co

Martín-Barbero, Jesús, “Nuevos modos de leer”, en Magazín Dominical, El Espectador,


no. 474, mayo 24, 1992, p. 19-22. Al Profesor Martín-Barbero, investigador de la
Universidad del Valle, le debemos unos de los análisis más profundos que se han hecho
sobre los desplazamientos producidos por las nuevas tecnologías de la comunicación. El
texto fue también reproducido en Hojas de Lectura, número 44, febrero de 1997. Ver
también, del mismo autor, “Des-centramiento del libro y estallido de la lectura”, en
Lectura y nuevas tecnologías, Memorias del Tercer Congreso Nacional de Lectura,
Santafé de Bogotá, Fundalectura, 1997, p. 153-167.

McLuhan, Marshall, La galaxia Gutenberg, Barcelona, Planeta-Agostini, 1985. McLuhan


es conocido como uno de los más célebres teóricos de la comunicación sobre todo por sus
tesis sobre la inexorable desaparición del libro y de la cultura escrita. Un texto esencial

8
para quienes estén interesados en estudiar la transición entre la cultura escrita y la cultura
audiovisual.

Peña, Luis Bernardo, “Lectores, ratones e hipertextos”, en Lectura y nuevas tecnologías,


Memorias del Tercer Congreso Nacional de Lectura, Santafé de Bogotá, Fundalectura,
1997, p. 89-112. En este ensayo, el autor explora los desafíos que las nuevas tecnologías
digitales le plantean a la cultura escrita. En otro texto titulado “Nuevos y eternos modos
de leer”, publicado en las Memorias del X Seminario de Literatura Infantil, Medellín,
octubre 22-24, 1997, el autor complementa esta reflexión y se pregunta por el lugar del
libro en medio de la revolución desencadenada por las nuevas formas de producción y
circulación de lo escrito.

9
Rey, Germán, “Leer desde lo audiovisual”. En este texto, que hace parte de las Memorias
del Tercer Congreso Nacional de Lectura, el autor hace un recorrido por las que él llama
“intersecciones entre lectura y objetos audiovisuales.” Ver también “El gigante y la bella
dama de tamaño de dedal: La comprensión televisiva”, en Signo y Pensamiento, Revista
de la Facultad de Comunicación de la Pontificia Universidad Javeriana, junio, 1989.

Material para los recuadros

"Sin lugar a dudas, el lenguaje verbal es el artificio semiótico más potente que el hombre
conoce; pero, a pesar de ello, existen otros artificios capaces de abarcar posiciones del
espacio semántico que la lengua no siempre consigue tocar." (Umberto Eco)

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Perseus es una base de datos interactiva, publicada en CD-ROM y videodisco. Contiene


el equivalente a 25 volúmenes de literatura clásica griega escritos por diez autores (un
millón de palabras en griego), 4.000 glosas en la enciclopedia y 35.000 en el léxico
griego. Incluye una base de datos fotográfica con 5.000 imágenes, un video narrado y
cientos de descripciones de arte y objetos arqueológicos. Un estudiante puede leer el
texto en dos columnas que contienen el original y su traducción, buscar cualquier palabra
en el léxico, consultar sobre los personajes de la mitología, importar imágenes de un atlas
o estudiar un vaso antiguo desde diferentes ángulos.

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Cuando esté terminada, Encyclomedia contendrá más información que la Enciclopedia


Británica o que cualquier otra enciclopedia, con la ventaja de que permitirá tener
referencias cruzadas e información no-lineal. Toda la enciclopedia está grabada en unos
pocos discos CD-ROM que van a estarse actualizando continuamente.

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Las ventas de libros y otros materiales impresos, que por muchos años han sido el centro
de nuestra memoria cultural, han descendido ahora al cuarto lugar, después de las ventas
de televisión, cine y videojuegos.

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En sólo dos discos CD-ROM, un lector de Shakespeare puede saber cómo era la vida en
Inglaterra a finales del siglo XVI, visitar el Teatro El Globo donde se presentaba la
compañía de Shakespeare con sus distintos escenarios, investigar cómo eran los disfraces
de los actores, el comportamiento del público y hasta la música de la época. Los discos
incluyen comentarios históricos, citas de los dramas, 700 fotos y 300 preguntas
interactivas.

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